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[Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
O W N :: Archivos :: Canceladas
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Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
Graaacias inmensas por todas las firmas chicas, me alegro que les hbaya gustado y a ver que piensan de este capítulo :O
El sábado por la mañana no fue diferente a los demás de su vida, debió abrir las puertas del gimnasio a las nueve de la mañana para esperar el técnico que arreglaría las tres máquinas caminadoras averiadas y las dos escaladoras que hacían ruidos molestos. A diferencia del sonido, que según una de sus clientas le ponía los nervios de punta, a Joe lo enloquecía el silencio. Se lamentaba no tener ni siquiera un radio en la oficina por lo que dejo todo el arduo trabajo para cuando volviera el lunes a las siete de la mañana.
¿Cómo es que nunca se dio cuenta que un gimnasio sería una gran idea? La gente siempre cuidaba su salud y cuerpo. Era increíble el sacrificio que veía en algunas personas yendo a clases de aeróbicos a las ocho de la mañana. Increíble era también el sacrificio que él mismo hacía y el que pronto tendría que hacer…
Se sentó en el taburete de la barra principal para esperar a Andrew, su técnico. Era tan triste el lugar sin ver toda esa gente sudada caminando de un pasillo a otro, aunque no quisiera admitirlo se acostumbro al barullo que hacían el grupo de mujeres mayores de cincuenta que entraban a las clases de salsa de las diez de la mañana, y ni hablar del grupo de madres que tomaban las clases de spinning después de las dos de la tarde. Era triste ver la quietud de ese salón que representaba no solo su sacrificio, sino también el de _______ (Tu). ¿Cómo estaría ella? ¿Ya habría salido de la cama? ¿Estarían los niños listos para las diez cuando fueran a desayunar fuera como les prometió? Pues lo averiguaría en un minuto.
—Hey, Joey. —saludo Andrew soltando la puerta de cristal que se bamboleaba detrás de él.
Joe volvió a guardar el teléfono en sus pantalones. De camino a casa la llamaría.
—¿Cómo estás?
—Cansado, hermano. Me he quedado hasta las tres la mañana anoche pintando las paredes del cuarto de mis hijos mayores.
Hijos, pensó Joe. Y vino a su mente los hijos de Jazmín. Los había mantenido alejado de sus preocupaciones por la mayor parte de la mañana pero ya no podía más. ¿Cómo habrían pasado la noche esos pequeños? Y se le encogió el corazón de tan solo pensar en la infinidad de lugares horribles donde podrían estar.
—Lamento que hayas tenido que venir tan temprano, si me lo hubieras dicho yo podría haber tomado tu horario libre de la tarde.
—No te preocupes, esta tarde apagare el teléfono celular y tomare una siesta épica.
Hacía más de cinco años que Joe no sabía lo que era tomar una siesta. Si tan solo las hubiera tomado más en serio cuando era niño o un adolescente… de todos modos, no era momento de lamentarse.
—Bien. Mira, son las tres caminadoras de esta fila. —dijo señalándolas con un dedo—. Y las escaladoras de aquella sección hacen ruido y desconcentrar e intervienen con la relajación de la señora Morgan. —rió bajito recordando el tono de enfado que tenía la mujer aquel día, hace una semana atrás.
—¿La señora Morgan, mujer del cerrajero? —preguntó Andrew sorprendido—. ¡Santo Dios! Vive en mi edificio y apenas puedo soportarla, no sé cómo logras hacerlo tú.
—Bueno, viene todos los días y paga la cuota más alta, solo debo sonreírle y asentir y no da muchos problemas. Pero si me hicieras el favor de arreglar esto estoy seguro de que ella lo apreciaría.
—Por supuesto, hombre. Voy a librarte de las quejas sin fin de esa vieja arpía.
—Estaré afuera un minuto.
Cruzando la sala de máquina y pasando frente a la barra, el bar y las heladeras, Joe salió fuera. La mañana era impresionante, se notaba a leguas la llegada del verano. La brisa era cálida, el sol golpeaba con fuerza sobre su cabeza. Le recordaba a la playa, adonde no iba desde que se casaron pero apenas tuviera la oportunidad de escaparse un fin de semana, llevaría a todos a disfrutar de la arena, el mar y las olas. Quizás cuando terminaran de pagar las cuotas de la casa. Esa maldita deuda lo tenía agarrado de las bolas. Apenas cancelara aquella boleta dentro de dos meses sería libre, literalmente.
Su consciencia le llamo la atención, en vez de tomar unas vacaciones cuando estuviera limpio de problemas económicas, podría hacerse cargo de los tres pequeñines de Jazmín y Oliver. Le había prometido a _______ (Tu) pensarlo, y ciertamente no podía resistirse a nada que ella le pidiera, mucho menos podía ignorar que su corazón le dictaba ¡adoptalos, adoptalos, Joseph!
Tres pequeños que no conocía, pero que era medios hermanos de sus hijos. Que embrollo, pensó. De solo empezar a hacer conexiones sanguíneas, un dolor de cabeza aparecía.
El teléfono vibro en los bolsillos de su pantalón y timbró tres veces hasta que lo localizo y atendió.
—¿Llego Andrew, cielo?
Era ella, la voz de aquella magnifica mujer. Y le sonreía a través del teléfono. Él también sonrió al responder.
—Sí, amor. ¿Cómo estás hoy? ¿Los niños están arriba? Prepáralos para ir a desayunar a Leo’s ¿okay? Estaré ahí en una hora.
—Me ofendes ¿Cuándo he sido yo impuntual? —reclamo ella.
—No lo sé, convertirte en mi esposa puede tener efectos secundarios.
—Pobre de ti, eso no me sucederá. —volvió a sonreír—. Oye, tenemos una invitación a almorzar este medio día.
—¿Danielle? La he visto ayer aquí y no me ha dicho nada. Pensé que Kevin no volvía de su junta en Nueva York hasta la semana que viene.
—No, es Betty.
Ella sonaba cautelosa. Como temiendo que él se sintiera presionado, pues bien, era algo tarde. Joe se sentía terriblemente presionado teniendo que elegir entre lo que era lo correcto hacer y lo que quería hacer. Llegaba a la misma conclusión, lo que quería hacer era lo que debía hacer, lo correcto. Y otra vez al mismo lugar sin retorno, el dinero era el problema. El maldito dinero fue siempre su problema.
Miro al cielo ceñudo ¿Por qué Dios le daba fortunas a quienes no la usaban correctamente? Aquella noche charlaría con Dios sobre eso, él necesitaba respuestas, soluciones, no más dudas.
—¿A qué hora tenemos que estar ahí?
—Doce treinta. Nos dará el tiempo suficiente para desayunar, dar una vuelta al parque y permitirle a los niños disfrutar de los juegos.
—Tú sabes que tenemos que hablarlo bien y analizarlo, cielo… —Joe dijo, con recelo.
—No podemos dejarlos librados a su suerte. Son niños, Joe, somos prácticamente su única familia, su esperanza.
¡Demonios! Ese era su punto débil, la familia.
—Bien, te llamaré antes de salir.
—De acuerdo. Te amo ¿lo sabes?
—Mhm, creo que lo he olvidado —sonrió.
—Pues anótalo en tu agenda…
—Bien, díctame el mensaje. —bromeó.
—T-e a-m-o.
—¿Para quién es el mensaje?
—Joseph Jonas. Asegúrate de que lo reciba.
Hacía rato que escuchaba las risas de los Dean y Macy afuera, seguro estarían divirtiéndose con el columpio nuevo que vieron en el árbol de la entrada. Joe querría estar con ellos, disfrutando de sus risas, y no sintiéndose tan nervioso ahí dentro. Mientras que frotaba las palmas de sus manos en las rodillas, miraba el rostro compasivo de Betty ofreciéndole una taza de café. En cualquier momento ella sacaría el tema ahora que los niños no estaban rondándolos.
—¿Han hablado sobre eso, chicos? —ella dijo por fin.
______ (Tu) asintió y él tomo un sorbo largo de líquido amargo, quemándose la lengua. Escondió la mueca de dolor y levanto la barbilla. Bien, era un hombre y debía actuar como tal.
—Sí, lo hemos hablado anoche.
—Por favor, Joe, ustedes son padres increíbles, personas respetables en la comunidad. No puedo confiar en nadie más… ayúdame.
No es que él no quisiera ayudarla, es que él no se creía capaz de hacerlo bien. Miro una vez más a su mujer a un lado de él, acariciaba su vientre y lo escudriñaba con una media sonrisa, había decisión en sus ojos, miedo en los de Joe. ¿Cómo ella podía estar tan segura de que lo harían bien? Se sentía jodidamente aterrado.
—Mira, Betty, seré sincero contigo. —se rasco la nuca—. Yo no tengo problemas en hacerme cargo de ellos, adoptarlos si es necesario pero no tengo los medios suficientes, no tengo nada que ofrecerles…
—Estás equivocado, cielo. —_______ (Tu) intervino—. Vamos a darles amor, educación, contención, les enseñaremos sobre valores, compasión, bondad. Vamos a acompañarlos en su crecimiento. No te fijes en el dinero, yo sé que lo solucionaremos.
—Te agradecería de por vida que los adoptaras, Joe.
—Ni siquiera tengo dinero para un abogado.
—No necesitas de abogados, no te costara más que una firma y el compromiso de por vida. —la mujer le sonrió.
Lo pensó un momento, eso era, el compromiso. ¿Estaba listo para tomar uno de tamaña envergadura? No eran perritos, ni siquiera el conejo de peluche que Macy trajo de la escuela. Eran niños, reales, con sentimientos, con necesidades que no estaba seguro de poder satisfacer.
—¿Dónde están ellos? —pregunto con temor, conteniendo la respiración, por la respuesta.
—Desde la semana pasada que están en una casa-albergue. Yo me entere ayer por la mañana porque las autoridades me han llamado para ver que hacíamos con los niños.
Como si una garra de acero le apretara el corazón, Joe trago el café una vez más. Hacía una semana que esos niños dormían en los colchones apestosos de esos albergues mediocres. ¿Los tratarían bien allí? Seguro que sí, pero jamás sería como tener un hogar con amor. Se estremeció de pensar que esos podrían ser sus niños. Volvió a concentrarse en las risas de los suyos afuera, asegurándole que eran felices.
—¿Y que ha sido de Jazmín?
—Bueno, solo sé que tiene un largo tiempo en la cárcel. Sus padres murieron el año pasado así que supongo que ella pidió a su abogado que se comunicara conmigo.
No quería saber más de ella en realidad. Pensar en Tom, Dylan y Emma asustados en un lugar desconocido lo hizo decidirse. Sea como sea él les daría una buena vida, no prometía ostentaciones pero sí que nada les faltaría.
—¿Dónde podemos buscarlos? —pregunto finalmente.
Betty se llevo ambas manos al pecho y sollozo un momento. _______ (Tu) tomo su mano sobre la mesa y asintió ante sus palabras, entonces Joe sabía que lo lograrían juntos.
No había otra manera, lo harían juntos.
Capítulo 2
El sábado por la mañana no fue diferente a los demás de su vida, debió abrir las puertas del gimnasio a las nueve de la mañana para esperar el técnico que arreglaría las tres máquinas caminadoras averiadas y las dos escaladoras que hacían ruidos molestos. A diferencia del sonido, que según una de sus clientas le ponía los nervios de punta, a Joe lo enloquecía el silencio. Se lamentaba no tener ni siquiera un radio en la oficina por lo que dejo todo el arduo trabajo para cuando volviera el lunes a las siete de la mañana.
¿Cómo es que nunca se dio cuenta que un gimnasio sería una gran idea? La gente siempre cuidaba su salud y cuerpo. Era increíble el sacrificio que veía en algunas personas yendo a clases de aeróbicos a las ocho de la mañana. Increíble era también el sacrificio que él mismo hacía y el que pronto tendría que hacer…
Se sentó en el taburete de la barra principal para esperar a Andrew, su técnico. Era tan triste el lugar sin ver toda esa gente sudada caminando de un pasillo a otro, aunque no quisiera admitirlo se acostumbro al barullo que hacían el grupo de mujeres mayores de cincuenta que entraban a las clases de salsa de las diez de la mañana, y ni hablar del grupo de madres que tomaban las clases de spinning después de las dos de la tarde. Era triste ver la quietud de ese salón que representaba no solo su sacrificio, sino también el de _______ (Tu). ¿Cómo estaría ella? ¿Ya habría salido de la cama? ¿Estarían los niños listos para las diez cuando fueran a desayunar fuera como les prometió? Pues lo averiguaría en un minuto.
—Hey, Joey. —saludo Andrew soltando la puerta de cristal que se bamboleaba detrás de él.
Joe volvió a guardar el teléfono en sus pantalones. De camino a casa la llamaría.
—¿Cómo estás?
—Cansado, hermano. Me he quedado hasta las tres la mañana anoche pintando las paredes del cuarto de mis hijos mayores.
Hijos, pensó Joe. Y vino a su mente los hijos de Jazmín. Los había mantenido alejado de sus preocupaciones por la mayor parte de la mañana pero ya no podía más. ¿Cómo habrían pasado la noche esos pequeños? Y se le encogió el corazón de tan solo pensar en la infinidad de lugares horribles donde podrían estar.
—Lamento que hayas tenido que venir tan temprano, si me lo hubieras dicho yo podría haber tomado tu horario libre de la tarde.
—No te preocupes, esta tarde apagare el teléfono celular y tomare una siesta épica.
Hacía más de cinco años que Joe no sabía lo que era tomar una siesta. Si tan solo las hubiera tomado más en serio cuando era niño o un adolescente… de todos modos, no era momento de lamentarse.
—Bien. Mira, son las tres caminadoras de esta fila. —dijo señalándolas con un dedo—. Y las escaladoras de aquella sección hacen ruido y desconcentrar e intervienen con la relajación de la señora Morgan. —rió bajito recordando el tono de enfado que tenía la mujer aquel día, hace una semana atrás.
—¿La señora Morgan, mujer del cerrajero? —preguntó Andrew sorprendido—. ¡Santo Dios! Vive en mi edificio y apenas puedo soportarla, no sé cómo logras hacerlo tú.
—Bueno, viene todos los días y paga la cuota más alta, solo debo sonreírle y asentir y no da muchos problemas. Pero si me hicieras el favor de arreglar esto estoy seguro de que ella lo apreciaría.
—Por supuesto, hombre. Voy a librarte de las quejas sin fin de esa vieja arpía.
—Estaré afuera un minuto.
Cruzando la sala de máquina y pasando frente a la barra, el bar y las heladeras, Joe salió fuera. La mañana era impresionante, se notaba a leguas la llegada del verano. La brisa era cálida, el sol golpeaba con fuerza sobre su cabeza. Le recordaba a la playa, adonde no iba desde que se casaron pero apenas tuviera la oportunidad de escaparse un fin de semana, llevaría a todos a disfrutar de la arena, el mar y las olas. Quizás cuando terminaran de pagar las cuotas de la casa. Esa maldita deuda lo tenía agarrado de las bolas. Apenas cancelara aquella boleta dentro de dos meses sería libre, literalmente.
Su consciencia le llamo la atención, en vez de tomar unas vacaciones cuando estuviera limpio de problemas económicas, podría hacerse cargo de los tres pequeñines de Jazmín y Oliver. Le había prometido a _______ (Tu) pensarlo, y ciertamente no podía resistirse a nada que ella le pidiera, mucho menos podía ignorar que su corazón le dictaba ¡adoptalos, adoptalos, Joseph!
Tres pequeños que no conocía, pero que era medios hermanos de sus hijos. Que embrollo, pensó. De solo empezar a hacer conexiones sanguíneas, un dolor de cabeza aparecía.
El teléfono vibro en los bolsillos de su pantalón y timbró tres veces hasta que lo localizo y atendió.
—¿Llego Andrew, cielo?
Era ella, la voz de aquella magnifica mujer. Y le sonreía a través del teléfono. Él también sonrió al responder.
—Sí, amor. ¿Cómo estás hoy? ¿Los niños están arriba? Prepáralos para ir a desayunar a Leo’s ¿okay? Estaré ahí en una hora.
—Me ofendes ¿Cuándo he sido yo impuntual? —reclamo ella.
—No lo sé, convertirte en mi esposa puede tener efectos secundarios.
—Pobre de ti, eso no me sucederá. —volvió a sonreír—. Oye, tenemos una invitación a almorzar este medio día.
—¿Danielle? La he visto ayer aquí y no me ha dicho nada. Pensé que Kevin no volvía de su junta en Nueva York hasta la semana que viene.
—No, es Betty.
Ella sonaba cautelosa. Como temiendo que él se sintiera presionado, pues bien, era algo tarde. Joe se sentía terriblemente presionado teniendo que elegir entre lo que era lo correcto hacer y lo que quería hacer. Llegaba a la misma conclusión, lo que quería hacer era lo que debía hacer, lo correcto. Y otra vez al mismo lugar sin retorno, el dinero era el problema. El maldito dinero fue siempre su problema.
Miro al cielo ceñudo ¿Por qué Dios le daba fortunas a quienes no la usaban correctamente? Aquella noche charlaría con Dios sobre eso, él necesitaba respuestas, soluciones, no más dudas.
—¿A qué hora tenemos que estar ahí?
—Doce treinta. Nos dará el tiempo suficiente para desayunar, dar una vuelta al parque y permitirle a los niños disfrutar de los juegos.
—Tú sabes que tenemos que hablarlo bien y analizarlo, cielo… —Joe dijo, con recelo.
—No podemos dejarlos librados a su suerte. Son niños, Joe, somos prácticamente su única familia, su esperanza.
¡Demonios! Ese era su punto débil, la familia.
—Bien, te llamaré antes de salir.
—De acuerdo. Te amo ¿lo sabes?
—Mhm, creo que lo he olvidado —sonrió.
—Pues anótalo en tu agenda…
—Bien, díctame el mensaje. —bromeó.
—T-e a-m-o.
—¿Para quién es el mensaje?
—Joseph Jonas. Asegúrate de que lo reciba.
* * *
Hacía rato que escuchaba las risas de los Dean y Macy afuera, seguro estarían divirtiéndose con el columpio nuevo que vieron en el árbol de la entrada. Joe querría estar con ellos, disfrutando de sus risas, y no sintiéndose tan nervioso ahí dentro. Mientras que frotaba las palmas de sus manos en las rodillas, miraba el rostro compasivo de Betty ofreciéndole una taza de café. En cualquier momento ella sacaría el tema ahora que los niños no estaban rondándolos.
—¿Han hablado sobre eso, chicos? —ella dijo por fin.
______ (Tu) asintió y él tomo un sorbo largo de líquido amargo, quemándose la lengua. Escondió la mueca de dolor y levanto la barbilla. Bien, era un hombre y debía actuar como tal.
—Sí, lo hemos hablado anoche.
—Por favor, Joe, ustedes son padres increíbles, personas respetables en la comunidad. No puedo confiar en nadie más… ayúdame.
No es que él no quisiera ayudarla, es que él no se creía capaz de hacerlo bien. Miro una vez más a su mujer a un lado de él, acariciaba su vientre y lo escudriñaba con una media sonrisa, había decisión en sus ojos, miedo en los de Joe. ¿Cómo ella podía estar tan segura de que lo harían bien? Se sentía jodidamente aterrado.
—Mira, Betty, seré sincero contigo. —se rasco la nuca—. Yo no tengo problemas en hacerme cargo de ellos, adoptarlos si es necesario pero no tengo los medios suficientes, no tengo nada que ofrecerles…
—Estás equivocado, cielo. —_______ (Tu) intervino—. Vamos a darles amor, educación, contención, les enseñaremos sobre valores, compasión, bondad. Vamos a acompañarlos en su crecimiento. No te fijes en el dinero, yo sé que lo solucionaremos.
—Te agradecería de por vida que los adoptaras, Joe.
—Ni siquiera tengo dinero para un abogado.
—No necesitas de abogados, no te costara más que una firma y el compromiso de por vida. —la mujer le sonrió.
Lo pensó un momento, eso era, el compromiso. ¿Estaba listo para tomar uno de tamaña envergadura? No eran perritos, ni siquiera el conejo de peluche que Macy trajo de la escuela. Eran niños, reales, con sentimientos, con necesidades que no estaba seguro de poder satisfacer.
—¿Dónde están ellos? —pregunto con temor, conteniendo la respiración, por la respuesta.
—Desde la semana pasada que están en una casa-albergue. Yo me entere ayer por la mañana porque las autoridades me han llamado para ver que hacíamos con los niños.
Como si una garra de acero le apretara el corazón, Joe trago el café una vez más. Hacía una semana que esos niños dormían en los colchones apestosos de esos albergues mediocres. ¿Los tratarían bien allí? Seguro que sí, pero jamás sería como tener un hogar con amor. Se estremeció de pensar que esos podrían ser sus niños. Volvió a concentrarse en las risas de los suyos afuera, asegurándole que eran felices.
—¿Y que ha sido de Jazmín?
—Bueno, solo sé que tiene un largo tiempo en la cárcel. Sus padres murieron el año pasado así que supongo que ella pidió a su abogado que se comunicara conmigo.
No quería saber más de ella en realidad. Pensar en Tom, Dylan y Emma asustados en un lugar desconocido lo hizo decidirse. Sea como sea él les daría una buena vida, no prometía ostentaciones pero sí que nada les faltaría.
—¿Dónde podemos buscarlos? —pregunto finalmente.
Betty se llevo ambas manos al pecho y sollozo un momento. _______ (Tu) tomo su mano sobre la mesa y asintió ante sus palabras, entonces Joe sabía que lo lograrían juntos.
No había otra manera, lo harían juntos.
MenitaJonas
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
omj porfavor espero
que puedan hacer todo bn
:)
me necanta la nove
que puedan hacer todo bn
:)
me necanta la nove
andreita
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
Joe q bueno eres dios siempre recompensa a. Los a lo merecen y tu lo mereces
Me encanta como narras tu novelas siguela
Me encanta como narras tu novelas siguela
Suzzey
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
Joe & la rayis son unas personas increibles :')
No deben desesperarse, pronto llegara su recompensa por ser tan buenas personas ;)
Espero que los 5 niños pueda convivir en paz :$
¡SIGUELA!
No deben desesperarse, pronto llegara su recompensa por ser tan buenas personas ;)
Espero que los 5 niños pueda convivir en paz :$
¡SIGUELA!
Kardashian♡.
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
yo sabia que joe iba aceptar adoptar a los niños de jazmín y oliver es que su gran corazón no le permitía dejarlos abandonados.. solo espero que puedan con toda esa responsabilidad y que sea felices :)
lorenitajonas
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
Gracias, lindas, y lamento las demoras pero espero que los capítulos puedan recompensar el tiempo y valgan la pena :B
Capítulo 3
Diez años después
Iban veinte minutos tarde, y era el primer día de trabajo. Si aún habiendo cambiado el turno de la mañana por el de la tarde con Dylan y Tom igual llegaban tarde, Dean no quería imaginarse la cantaleta que le daría su padre sobre la responsabilidad, la puntualidad y esas cosas que no le importaban. De cualquier forma ya estaban cerca de la última esquina. Vinny iba a su lado hablando de quien sabe que cosas, seguramente ideando planes para pasar el último verano antes de ir a la universidad.
—Casi son las dos y media, Joe va a matarnos. —dijo Vinny.
—De todas formas lo haría. Oye ¿Vamos a Enzo’s esta noche?
—Se suponía que el dinero sería para tener algo extra en la universidad.
—Oh, vamos, amigo, el verano recién empieza. Podemos empezar a ahorrar desde la semana que viene.
Vinny no dijo nada, quizás Dean tenía razón. ¡Como sea! Pensó, este sería su último verano, tenían que disfrutarlo como ninguno. Además la paga de Joe era buena y pasaría todas las tardes de sábado con su mejor amigo desde pre-escolar. No tenía de que quejarse.
Muy pocas veces pisaban el gimnasio, de hecho hacía años que no iban juntos. Al empujar la puerta pesada de cristal, diviso en primer lugar a Tom apoyado sobre la barra del bar coqueteando con alguna mujer entrada en años. Así era Tom, un conquistador innato de ojos azules, grandes brazos y piernas largas. Increíblemente lucía más intimidador que él, que siempre fue el más corpulento. Unos metros más allá y sentado sobre el suelo de porcelanato, Dylan estaba concentradísimo en su teléfono celular. Dylan jamás se esforzaba para nada, a menos que se tratara de tecnología o video juegos. Todo lo demás le resbalaba.
—Llegaste veinte minutos tarde, Dean. —Tom lo reprendió.
La mujer se alejo con una botella de agua en la mano.
—El transporte era un asco. No fue mi culpa.
Tom no le creyó ni una pisca. Negó con la cabeza y tiro en sus narices la lista de precios.
—Aquí están las etiquetas de todo, las marcas y los precios de cada botella. No te confundas, presta atención o papá se pondrá como loco.
—¿Eso es todo? —preguntó Vinny—. Pensé que el trabajo era más duro o algo así. Creo que esto me gustará.
Dylan apareció velozmente y se unió a la ronda guardando el aparato en los bolsillos enormes de su pantalón.
—Estás loco, viejo. También debes hacer de psicólogo, estilista, instructor personal y nutricionista. Estás mujeres son tan complicadas. —bufó Dylan— Yo por suerte cuento con Tom que hace todo el trabajo duro.
—Incluso el trabajo fácil porque lo único que tú hiciste desde que llegamos aquí a las ocho de la mañana es sentarte en diferentes lugares y perder neuronas con esos aparatos electrónicos.
Tom parecía molesto, no era extraño, todo le molestaba. De los cuatro era el más responsable, Dylan era obvio que era haragán y Dean era el alma del grupo, Vinny en cambio agregaba la sensatez y madurez.
—Deja el drama, hermano, solo escuche blablablá. —Dylan sonrió—. Le avisaré a papá que nos vamos.
Dylan se alejo arrastrando sus jeans azules que le quedaban uno o dos talles más grandes. Todos lo miraron perderse entre los pasillos de maquinaria pesada y luego volvieron a la conversación.
—¿A qué hora acaba tu turno? ¿Qué haremos esta noche? —pregunto Tom a Dean.
—Después de las ocho iremos a Enzo’s. Vinny arreglara con los muchachos.
—Perfecto. ¿Oye, me prestas tu auto? Necesito, tú sabes… verme con alguien.
—Solo si tú le pones gasolina. Las llaves están en mi cajón de noche.
—¿Para qué demonios tienes un auto si no tendrás gasolina?
—¿Por qué crees que tenemos trabajos de verano, Tomton? —dijo Vinny.
Tom no dijo nada, se alejo en la misma dirección que Dylan mientras el primer cliente de la tarde se acercaba por una botella de jugo.
La tarea no era difícil, Dean tomaba el pedido, Vinny lo entregaba y Dean cobraba. Era sencillo, e incluso divertido. Haciendo el mínimo esfuerzo ambos tendrían dinero seguro para el final del día. Dinero que gastar en Enzo’z, el local favorito de la banda para pasar los sábados por la noche riendo de estupideces.
—¿Qué te vendo, hermano? —dijo Dean al último hombre que bajo de las máquinas, después de él, todos podrían irse a casa.
—Agua sin gas. —el hombre pidió.
Vinny se la alcanzo y mientras el hombre y Dean terminaban la transacción, una mujer entro al lugar tomándose nada más que dos segundos para escanear los alrededores y dirigirse a la barra. Dean no le prestó atención, contaba con concentración los billetes que debía darle al hombre de vuelto. Vinny entonces tomo valor y hablo con ella:
—¿En qué puedo ayudarla?
—¿Eres Dean, Dean Jonas?
—Soy yo. —dijo Dean sin prestarle atención. Solo después de que el hombre del agua sin gas se fuera, él la miro—. Yo soy Dean ¿Usted?
La mujer tenía el cabello recogido en una cola alta, llevaba musculosa blanca, holgada, como de hombre. Tenía jeans y botas pesadas. No era del tipo de mujer que iría a ejercitarse para que su marido no la dejara por otra más joven y más bella. Ella lucía como si su marido ya la hubiera abandonado y ella estuviera buscando matones para que se encargaran de él.
—Has crecido demasiado, no te reconocí.
—¿Disculpe? —Dean frunció el ceño—. Yo no la reconozco.
—¿Dónde está tu padre? Y la perra de su mujer.
—Creo que usted está equivocándose, señora, voy a pedirle por favor que se retire antes de que tengamos problemas o de lo contrario empiece a mostrar respeto por las personas.
—Quiero ver a Joseph Jonas. —dijo ella con énfasis en el nombre—. ¿Ya ves como no me equivocó?
Cuando la puerta de la oficina trasera del gimnasio, donde Joe trabajaba, se abrió con fuerza, él se extraño. Dejo la lapicera a un lado del libro de los balances y miro rígidamente a Dean por la brusquedad de su llegada. Pero se alarmo, él también lo miraba con dureza.
—¿Qué?
—Hay una mujer ahí afuera, quiere hablar contigo.
—Ah, bien, seguro es una proveedora nueva.
Joe dejo lo que estaba haciendo, se aliso el pantalón a la altura de las rodillas y se incorporo. Cruzo la oficina y antes de cerrar la puerta detrás de ellos Dean hablo:
—Ella ha dicho algo de mamá. Ha dicho que es una perra.
Más extraña no podía ser la situación, pensó Joe. Los proveedores generalmente iban temprano por la mañana los lunes y jueves. Y hoy era sábado y última hora. Por lo general los nuevos vendedores primero contactaban con él por teléfono y luego iban personalmente para mostrar sus productos. Ella solo se había presentado. Seguro no era nada importante. Un error. Cruzaron los espacios entre sector y sector y llegaron a la barra.
Ella lucía amenazante de espalda, y Vinny lucía amenazado del otro lado de la barra negando con la cabeza y repitiendo ‘No lo sé’.
—¿En qué puedo ayudarla señora…? —dijo Joe con una sonrisa que se esfumo de su rostro cansado apenas ella volteó.
—Comenzaré a pensar que estoy envejeciendo, Joe. Cada vez que nos vemos no me reconoces.
Dean intercambio miradas con Vinny del otro lado y metió ambas manos en los bolsillos de su bermuda verde militar. La mujer era malditamente extraña y tenía un rostro particular que llamaba su atención, quizás la recordaba de algún lugar, quizás ella… no, no podía recordarla. Pero tenía una enorme necesidad de retratar sus grandes ojos color miel, su tirante pelo dorado y esa nariz recta, severa. Ella no era fea, pero tenía una belleza extraña, atrapante.
Sacudió la cabeza sacando esos pensamientos, apenas tenía diecisiete años, no podía pensar en una mujer madura de aquella manera.
—¿Qué quieres?—dijo Joseph con tono alto.
—¿No vas a preguntarme como estoy? Ha pasado mucho tiempo, y demasiadas cosas. ¿O te olvidas?
Él no respondió nada, busco en sus bolsillos y le tendió la llave de su automóvil a Dean.
—Está estacionado en la esquina, hijo. Ve a casa, no te demores y dile a tu madre que venga por mí, tenemos que hablar con urgencia.
—Sí, papá. Vamos Vin.
Lo último que se escucho a sus espaldas fue:- Has hecho un buen trabajo educándolo al parecer, el muchacho es cortes y obediente.
Cruzaron la calle sin decir nada y encontraron el automóvil. Una vez dentro Vinny fue quien hablo primero justo después de que el motor rugiera a la vida.
—Esa mujer me dio miedo, hermano. Sonaré como marica pero cuando te fuiste quise salir corriendo de ahí.
—Lo sé, ella luce como… si quisiera romperte el cuello. Pero sabes algo, sentí ganas de dibujar su rostro.
—¡Oh, no Dean, hoy no! Iremos a Enzo’s ¿recuerdas? Rica comida, chicas y diversión. Puedes pintar mañana.
—Ya lo sé. Es solo que sentí ganas. Nada más. —bufó un momento. Y luego vacilo—. Pero ella le dijo perra a mi madre, eso no me gusto.
—Ella me pregunto cosas sobre ______ (Tu), como que en donde trabajaba, si tenía más hijos, cuantos, como se llamaban. Ella estaba interesada en tu madre.
—Qué extraño. Sin embargo yo sé que la he visto en algún lugar pero no recuerdo en donde.
Dean entro en la carretera que llevaba a los suburbios y encendió las luces altas. Un momento más de silencio y reflexión y Vinny hablo.
—Tal vez es una antigua novia de Joe y ahora viene despechada. —rió a carcajadas—. Ella quería saber sobre tu madre así que eso se me ocurre.
—Eres un imbécil, Vinny. —sonrió Dean a su lado— Sabía que era cuestión de tiempo para que digas alguna estupidez como esa.
—Oh, vamos, al menos ha sido un buen día. No te preocupes, seguro que no es nada. No es como que viene a destruir tu familia y a hacer tu vida miserable.
—Seguro. Me asegurare de pedirle un préstamo a Macy para algo de gasolina y entonces ella si volverá mi vida miserable.
MenitaJonas
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
La estupida de Jazmín volvio :x
¡Quien se cree ella para llamar perra a la rayis? :caliente2:
¡Espero que Joe la ponga en su lugar!
& que ni se le ocurra a Jazmín querer hacerle algo a la rayis o cualquiera de la familia porque entro a la nove & la mato :evil:
Bueno ya, me calmo. Creo que me enoje un poco con el regreo de esa vieja :P
¡SIGUELA!
¡Quien se cree ella para llamar perra a la rayis? :caliente2:
¡Espero que Joe la ponga en su lugar!
& que ni se le ocurra a Jazmín querer hacerle algo a la rayis o cualquiera de la familia porque entro a la nove & la mato :evil:
Bueno ya, me calmo. Creo que me enoje un poco con el regreo de esa vieja :P
¡SIGUELA!
Kardashian♡.
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
como se le ocurre a esa estupida llamar perra a la rayis...mas perra ella que dejo a joe y a dean..nooooooo va a vernir a destrozar la familia que fastidio...q le pase un bus por encima me choooocaaaaaa uiishhh
tienes que seguirla y pronto!!!!!!!
tienes que seguirla y pronto!!!!!!!
Julieta♥
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
tienes que seguirla , por favor !
fernanda
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
Oh dios volvió ella es la perra sigue sigue cuanta intriga
Suzzey
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
ya regreso jazmín a amargarle la vida a joe y a la rayis que acaso no le podían dar cadena perpetua ??? :evil:
lorenitajonas
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
Siguelaaa! (:
Kardashian♡.
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
siguelaaaaa
lorenitajonas
Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!
Gracias por las firmas girls. jajaja ¡Pero no se enojen! Me asegurare de darle un final miserable a Jazmón ¿bien? Bueno, les cuento que es mi primer día en la facultad así que por eso les posteo ahora. En fin, ojala les guste y deseenme suerte, lindas. Tengan un buen día :B
______ (Tu) no podía colocar la llave del auto en la rendija del contacto. Era como si de pronto el miedo se hubiera apoderado de su cuerpo y sus pensamientos. O tal vez solo estaba exagerando y era alguna… vieja amiga de Joe. ¡Al demonio, Joe no tenía amigas! Podía ser solo una persona.
Se tomo un largo momento para respirar profundo e intentar controlarse. Se convenció a su misma que nadie lastimaría a sus hijos y traería problemas a su hermosa familia. Nadie.
—He, mamá. —dijo Dean desde la ventanilla—. Ya nos vamos, volveremos pronto de todas formas… em. ¿Tienes veinte dólares?
______ (Tu) miro primero a Dean, pasando por Vinny, Dylan y Tom al último. Sus hijos, esos tres mocosos rebeldes, haraganes, problemáticos eran sus hijos y nadie cambiaría eso. ¿Ellos no dejarían de amarla si se enteraran de su madre biológica, verdad? ¿Ellos seguirían respetándola, llamándola mamá? Quería sentarse a llorar y gritar de solo pensar en no tener a esos muchachitos.
—Sí, sí, cariño. —busco entre su cartera y le entrego un billete de cincuenta—. Nada de alcohol y los quiero en casa a las doce en punto ¿entendido? Vinny, confío en que mantendrás el equipo a salvo.
—Por supuesto, señora J.
Antes de partir, los vio subir al viejo cacharro que le habían regalado a Dean para su cumpleaños número dieciséis, hacía un año atrás.
Todos en casa sabían que eran medios hermanos. Todos conocían la historia, o casi la conocían, de cómo Tom, Dylan y Emma habían llegado a sus vidas. Claro que omitieron la parte del drama de Jazmín y los problemas con las drogas y la ley. Sin embargo, no sabían que a pesar de todo Dean, Tom, Dylan y Emma eran hijos de la misma madre mientras que Macy, Tom, Dylan y Emma eran hijos del mismo padre. Tan solo Lucie era hija de Joe y ella.
No obstante los lazos sanguíneos no les impidieron amarse, respetarse y cuidarse los unos a los otros. Ella nunca olvidaría las noches que pasaron desvelados corriendo de una habitación a la otra para consolar a los pequeños mientras se acostumbraban a aquel enorme cambio en sus vidas. Con el tiempo las cosas fueron encontrando su curso, los problemas económicos empezaron a desaparecer y pronto todos fueron felices.
Ni Jazmín, ni nadie arruinaría eso tan hermoso que tenían y por lo que lucharon tanto.
Solo luego de que el vehículo de los muchachos girara en la esquina de la cuadra, ella arranco el suyo. Durante el recorrido de la carretera a la ciudad sus ojos dolían, irremediablemente querían dejar escapar esas lágrimas de pavor pero no iba a darse el lujo de desmoronarse ahora, no cuando iba a enfrentarse a esa mujerzuela sin corazón ni cerebro.
Seguramente no había nada de que preocupare, analizo una vez que estacionó frente al gimnasio y se aferro a la cartera que colgaba de su hombro. Joe tendría todo bajo control, hablaría con ella, la convencería de desaparecer y todo volvería a lo de antes.
Cuando empujo la pesada puerta de cristal, no encontró a ninguno en una primer instancia. Comenzó a transitar los pasillos entre sector y sector. Tampoco los encontró.
—¿Joe? —lo llamo.
—¿Nena? —él respondió—. Estamos en la oficina.
No sabía si sus sentimientos eran correctos o si Dios las castigaría tan solo por fantasear con esa idea, pero ella quería entrar, mirarla a los ojos, desearle un muy mal viaje al infierno y dispararle una única bala entre ceja y ceja. Esa mujer no tenía idea del dolor que sus pequeños pasaron después de la muerte de Oliver, y más aún cuando ella tuvo que abandonarlos para ir a la cárcel. ________ (Tu) rezaba cada noche, por más de un año, hasta que sus vidas comenzaron a encontrar un camino seguro.
Jazmín no lucía como la recordaba, estaba más delgado pero no menos corpulenta sin embargo. Ella no sabía que había resultado de su vida en los últimos diez años pero seguro era que paso la mitad de ellos en la cárcel. Los tatuajes grotescos de sus brazos eran una señal. La mujer sentada frente a Joe no podía tener más de cuarenta años, quizás cuarenta y cinco, y sin embargo los surcos que se pronunciaban en sus ojos y el área de la sien le aseguraban que su vida no fue de las mejores.
_______ (Tu) no supo que decir ante su sonrisa burlona, ante su presencia molesta, ante su regreso perturbador. Seguía reprimiendo las ganas de hacerle daño físico.
—Volvemos a vernos. —dijo ella por fin.
_______ (Tu) le temía como a nadie. Ella tenía en sus manos el poder de traerle problemas más complicados de los que ya habían superado. También podía arrebatarle de su seno a las personas más maravillosas que tenía. Una convulsión de emociones confusas se desato en su pecho. Camino rápidamente junto a Joe y la enfrento con él a su lado.
—Desgraciadamente volvemos a vernos. ¿Qué quieres?
—Lo que es mío.
El corazón de ________ (tu) cayó al piso. Ella efectivamente venía buscando a los niños que ya eran ahora unos hombres y mujercitas emergiendo a la vida adulta. Pero ella no podía llevárselos así como así ¿cierto?
—Nada aquí es tuyo. —Joe atacó—. No vamos a hablar de los niños como si fueran un objeto o un trapo viejo que puedes desechar y más tarde recuperar. No te lo voy a permitir.
—He visto a Dean, él no es un niño. Puede elegir.
Los puños de Joe se apretaron a los lados de su cuerpo. Como lamentaba que su hijo hubiera cruzado miradas, palabras y caminos con su maldita madre insensible.
—¿Qué quieres que elija? ¿Crees que podrás ponerlo entre la espada y la pared a elegir entre tú y nosotros? —________ (tu) rió roncamente—. Estás demente si crees que te permitiremos acercarte a ellos y lastimarlos. Son nuestros hijos y los protegeremos de todo. TODO.
—Yo los he llevado en mi vientre por nueve meses, yo los he parido ¡demonios!
Joe comenzó a reír como si hubiera contado un chiste buenísimo. Como si ser madre solo se tratara de fornicar, engendras y luego parir. Ella estaba tan equivocada sobre la vida, sobre los valores, que por eso le iba tan mal.
—Te vas a ir ahora mismo de este lugar o llamare a la policía, Jazmín. Ni siquiera sé cómo nos has encontrado. Creí que la agencia de adopción era precavida.
—Esto es Jersey, Joe. Todo el mundo se conoce. Todo el mundo sabe que esos niños son míos y ellos pronto lo sabrán también.
—Ve-te, ahora mismo. —enfatizo Joe.
—No te alteres, hombre, no te alteres. —Jazmín alzo las manos—. Te has vuelto una perra histérica en estos años ¿eh? Nos veremos pronto, chicos. Cuídense.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de ______ (Tu), se sentía enferma de rabia, a punto de tener un ataque de nervios o algo así. ¿Por qué su cuerpo reaccionaba de aquella manera? ¿Por qué no podía controlar el miedo ante la simple idea de perderlos o verlos lastimados? Porque los amaba, demonios, los amaba con su vida. Y entregaría la misma para protegerlos, nadie como ella vendría a darle lecciones sobre maternidad, partos y ese tipo de cosas.
_______ (Tu) no podía explicarlo, solo la comprendería aquella persona que sintiera lo mismo. Sus hijos y Joe eran lo mejor que tenía en la vida, lo más valioso. Y por lo que lucharía hasta el final.
—Vamos, cielo, tranquila, deja de temblar. —Joe la abrazo a su pecho. Rodeándola con sus brazos—. Nada les pasara a los chicos, te lo prometo.
—Tengo miedo. —sollozó.
—Deja que sea yo quien disipe esos temores. ¿De acuerdo? Prométeme que te relajaras.
Ella simplemente no podía gozar de nada sabiendo que Jazmín volvería.
—Ya vamos a casa, seguro que los chicos están comiéndose las paredes.
—Los muchachos fueron a Enzo’s.
—¿Les recordaste de que el toque de queda es a media noche?
—Si, además he hablado con Vinny.
—¿El gran Vinny? —Joe sonrió—. ¿Lo ves? No hay de qué preocuparse. Si quieres podemos llamarlos cuando lleguemos a casa.
Capítulo 4
______ (Tu) no podía colocar la llave del auto en la rendija del contacto. Era como si de pronto el miedo se hubiera apoderado de su cuerpo y sus pensamientos. O tal vez solo estaba exagerando y era alguna… vieja amiga de Joe. ¡Al demonio, Joe no tenía amigas! Podía ser solo una persona.
Se tomo un largo momento para respirar profundo e intentar controlarse. Se convenció a su misma que nadie lastimaría a sus hijos y traería problemas a su hermosa familia. Nadie.
—He, mamá. —dijo Dean desde la ventanilla—. Ya nos vamos, volveremos pronto de todas formas… em. ¿Tienes veinte dólares?
______ (Tu) miro primero a Dean, pasando por Vinny, Dylan y Tom al último. Sus hijos, esos tres mocosos rebeldes, haraganes, problemáticos eran sus hijos y nadie cambiaría eso. ¿Ellos no dejarían de amarla si se enteraran de su madre biológica, verdad? ¿Ellos seguirían respetándola, llamándola mamá? Quería sentarse a llorar y gritar de solo pensar en no tener a esos muchachitos.
—Sí, sí, cariño. —busco entre su cartera y le entrego un billete de cincuenta—. Nada de alcohol y los quiero en casa a las doce en punto ¿entendido? Vinny, confío en que mantendrás el equipo a salvo.
—Por supuesto, señora J.
Antes de partir, los vio subir al viejo cacharro que le habían regalado a Dean para su cumpleaños número dieciséis, hacía un año atrás.
Todos en casa sabían que eran medios hermanos. Todos conocían la historia, o casi la conocían, de cómo Tom, Dylan y Emma habían llegado a sus vidas. Claro que omitieron la parte del drama de Jazmín y los problemas con las drogas y la ley. Sin embargo, no sabían que a pesar de todo Dean, Tom, Dylan y Emma eran hijos de la misma madre mientras que Macy, Tom, Dylan y Emma eran hijos del mismo padre. Tan solo Lucie era hija de Joe y ella.
No obstante los lazos sanguíneos no les impidieron amarse, respetarse y cuidarse los unos a los otros. Ella nunca olvidaría las noches que pasaron desvelados corriendo de una habitación a la otra para consolar a los pequeños mientras se acostumbraban a aquel enorme cambio en sus vidas. Con el tiempo las cosas fueron encontrando su curso, los problemas económicos empezaron a desaparecer y pronto todos fueron felices.
Ni Jazmín, ni nadie arruinaría eso tan hermoso que tenían y por lo que lucharon tanto.
Solo luego de que el vehículo de los muchachos girara en la esquina de la cuadra, ella arranco el suyo. Durante el recorrido de la carretera a la ciudad sus ojos dolían, irremediablemente querían dejar escapar esas lágrimas de pavor pero no iba a darse el lujo de desmoronarse ahora, no cuando iba a enfrentarse a esa mujerzuela sin corazón ni cerebro.
Seguramente no había nada de que preocupare, analizo una vez que estacionó frente al gimnasio y se aferro a la cartera que colgaba de su hombro. Joe tendría todo bajo control, hablaría con ella, la convencería de desaparecer y todo volvería a lo de antes.
Cuando empujo la pesada puerta de cristal, no encontró a ninguno en una primer instancia. Comenzó a transitar los pasillos entre sector y sector. Tampoco los encontró.
—¿Joe? —lo llamo.
—¿Nena? —él respondió—. Estamos en la oficina.
No sabía si sus sentimientos eran correctos o si Dios las castigaría tan solo por fantasear con esa idea, pero ella quería entrar, mirarla a los ojos, desearle un muy mal viaje al infierno y dispararle una única bala entre ceja y ceja. Esa mujer no tenía idea del dolor que sus pequeños pasaron después de la muerte de Oliver, y más aún cuando ella tuvo que abandonarlos para ir a la cárcel. ________ (Tu) rezaba cada noche, por más de un año, hasta que sus vidas comenzaron a encontrar un camino seguro.
Jazmín no lucía como la recordaba, estaba más delgado pero no menos corpulenta sin embargo. Ella no sabía que había resultado de su vida en los últimos diez años pero seguro era que paso la mitad de ellos en la cárcel. Los tatuajes grotescos de sus brazos eran una señal. La mujer sentada frente a Joe no podía tener más de cuarenta años, quizás cuarenta y cinco, y sin embargo los surcos que se pronunciaban en sus ojos y el área de la sien le aseguraban que su vida no fue de las mejores.
_______ (Tu) no supo que decir ante su sonrisa burlona, ante su presencia molesta, ante su regreso perturbador. Seguía reprimiendo las ganas de hacerle daño físico.
—Volvemos a vernos. —dijo ella por fin.
_______ (Tu) le temía como a nadie. Ella tenía en sus manos el poder de traerle problemas más complicados de los que ya habían superado. También podía arrebatarle de su seno a las personas más maravillosas que tenía. Una convulsión de emociones confusas se desato en su pecho. Camino rápidamente junto a Joe y la enfrento con él a su lado.
—Desgraciadamente volvemos a vernos. ¿Qué quieres?
—Lo que es mío.
El corazón de ________ (tu) cayó al piso. Ella efectivamente venía buscando a los niños que ya eran ahora unos hombres y mujercitas emergiendo a la vida adulta. Pero ella no podía llevárselos así como así ¿cierto?
—Nada aquí es tuyo. —Joe atacó—. No vamos a hablar de los niños como si fueran un objeto o un trapo viejo que puedes desechar y más tarde recuperar. No te lo voy a permitir.
—He visto a Dean, él no es un niño. Puede elegir.
Los puños de Joe se apretaron a los lados de su cuerpo. Como lamentaba que su hijo hubiera cruzado miradas, palabras y caminos con su maldita madre insensible.
—¿Qué quieres que elija? ¿Crees que podrás ponerlo entre la espada y la pared a elegir entre tú y nosotros? —________ (tu) rió roncamente—. Estás demente si crees que te permitiremos acercarte a ellos y lastimarlos. Son nuestros hijos y los protegeremos de todo. TODO.
—Yo los he llevado en mi vientre por nueve meses, yo los he parido ¡demonios!
Joe comenzó a reír como si hubiera contado un chiste buenísimo. Como si ser madre solo se tratara de fornicar, engendras y luego parir. Ella estaba tan equivocada sobre la vida, sobre los valores, que por eso le iba tan mal.
—Te vas a ir ahora mismo de este lugar o llamare a la policía, Jazmín. Ni siquiera sé cómo nos has encontrado. Creí que la agencia de adopción era precavida.
—Esto es Jersey, Joe. Todo el mundo se conoce. Todo el mundo sabe que esos niños son míos y ellos pronto lo sabrán también.
—Ve-te, ahora mismo. —enfatizo Joe.
—No te alteres, hombre, no te alteres. —Jazmín alzo las manos—. Te has vuelto una perra histérica en estos años ¿eh? Nos veremos pronto, chicos. Cuídense.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de ______ (Tu), se sentía enferma de rabia, a punto de tener un ataque de nervios o algo así. ¿Por qué su cuerpo reaccionaba de aquella manera? ¿Por qué no podía controlar el miedo ante la simple idea de perderlos o verlos lastimados? Porque los amaba, demonios, los amaba con su vida. Y entregaría la misma para protegerlos, nadie como ella vendría a darle lecciones sobre maternidad, partos y ese tipo de cosas.
_______ (Tu) no podía explicarlo, solo la comprendería aquella persona que sintiera lo mismo. Sus hijos y Joe eran lo mejor que tenía en la vida, lo más valioso. Y por lo que lucharía hasta el final.
—Vamos, cielo, tranquila, deja de temblar. —Joe la abrazo a su pecho. Rodeándola con sus brazos—. Nada les pasara a los chicos, te lo prometo.
—Tengo miedo. —sollozó.
—Deja que sea yo quien disipe esos temores. ¿De acuerdo? Prométeme que te relajaras.
Ella simplemente no podía gozar de nada sabiendo que Jazmín volvería.
—Ya vamos a casa, seguro que los chicos están comiéndose las paredes.
—Los muchachos fueron a Enzo’s.
—¿Les recordaste de que el toque de queda es a media noche?
—Si, además he hablado con Vinny.
—¿El gran Vinny? —Joe sonrió—. ¿Lo ves? No hay de qué preocuparse. Si quieres podemos llamarlos cuando lleguemos a casa.
MenitaJonas
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