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El duque - Adaptación [Nick&Tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
superultramegalikealdecimonovenoelevadaalaraizcuadradade4.P
jaja la chica de las adaptaciones. Me encanto*-*
♥
jaja la chica de las adaptaciones. Me encanto*-*
♥
Lisy
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
Que chico mas encantador! (sono como lo que dicen las chicas en las novelas viejas XD) es muy humilde! me encanta la mezcla escocesa-inglesa!
James tambien me parece encantador, pero de una manera mas tozca y menos dulce, pero e todas maneras encantador!
Dato importante: tengo debilidad por los europeos (en especial irlando-escoceces)
Me encanta esta novela!!!!! siguela!!!!!!!
James tambien me parece encantador, pero de una manera mas tozca y menos dulce, pero e todas maneras encantador!
Dato importante: tengo debilidad por los europeos (en especial irlando-escoceces)
Me encanta esta novela!!!!! siguela!!!!!!!
eli_jonatika
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
Nueva lectoraaa!!
Me encanta la novee!!
Ya quiero leer cuando se conoscan!! *-*
Tienes qe seguirla prontoooo pleaseee!!
Me encanta la novee!!
Ya quiero leer cuando se conoscan!! *-*
Tienes qe seguirla prontoooo pleaseee!!
CrazyxJonas
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
'L i s e t K e y escribió:superultramegalikealdecimonovenoelevadaalaraizcuadradade4.P
jaja la chica de las adaptaciones. Me encanto*-*
Bienvenida!
hahaha se oye bien eso de "la chica de las adaptaciones" :P
Andiie
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
CrazyxJonas escribió:Nueva lectoraaa!!
Me encanta la novee!!
Ya quiero leer cuando se conoscan!! *-*
Tienes qe seguirla prontoooo pleaseee!!
Bienvenida :D
a lo mejor y ahorita subo otra partecita :)
Andiie
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
eli_jonatika escribió:Que chico mas encantador! (sono como lo que dicen las chicas en las novelas viejas XD) es muy humilde! me encanta la mezcla escocesa-inglesa!
James tambien me parece encantador, pero de una manera mas tozca y menos dulce, pero e todas maneras encantador!
Dato importante: tengo debilidad por los europeos (en especial irlando-escoceces)
Me encanta esta novela!!!!! siguela!!!!!!!
Lose, por eso me encanto este libro, el personaje de Nick no es un arrogante
ni nda es encantador, te lo aseguro que te enamoraras de el <3
hahaha a mi tbn la mezcla escoses-ingles me gusta
Andiie
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
AKI ESTOY!
AUCH! ME ENCANTO LA SINOPSIS Y EL PRIMER CAP!!
AMO LAS NOVELAS D EPOCA!
Y D TODAS LAS MAYORIA LAS SUBES TU!!!
Y ESO ME ENCANTA!¡¡!!!!
AH SI! NEW READER¡!!!!!
SIGUELA¡!!!!
AUCH! ME ENCANTO LA SINOPSIS Y EL PRIMER CAP!!
AMO LAS NOVELAS D EPOCA!
Y D TODAS LAS MAYORIA LAS SUBES TU!!!
Y ESO ME ENCANTA!¡¡!!!!
AH SI! NEW READER¡!!!!!
SIGUELA¡!!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
hahaha el capi estuvo genial!
Te pillaron con las manos en la masa James! :P
haha tienes que seguirla!!
Te pillaron con las manos en la masa James! :P
haha tienes que seguirla!!
StayMemiFaither
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
Ayy plis sube me encantA nick aquí
Es tan diferente :)
Es tan diferente :)
#Fire Rouge..*
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
Muchas gracias por sus coments,
BIENVENIDAS a las nuevas lectoras ahorita subo dos caps :D
BIENVENIDAS a las nuevas lectoras ahorita subo dos caps :D
Andiie
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
CAPITULO 1 - Parte 2
Lilian MacLaughlin estaba con los puños firmemente plantados sobre las generosas caderas. Había sido hermosa, pero los años de duro trabajo le habían endurecido los rasgos. Tenía un rostro severo y agradable, un rostro al que un joven podía obedecer fácilmente. Por lo general, el buen humor le brillaba en los ojos. A distancia, Nicholas no alcanzaba a ver si en aquel momento le relucían o no, pero notaba la incertidumbre en su voz. Ésta era ligeramente temblorosa, y un escalofrío de temor recorrió la espalda de Nicholas. Nada asustaba a su abuela. O, al menos, él no creía que nada pudiera asustarla.
—Ha venido alguien a verte, Nicholas —le dijo—. Vete a casa inmediatamente.
Perplejo, Nicholas nadó hacia la orilla. ¿Quién podía ser si su abuela no lo llamaba por su nombre? No conocía a nadie que pudiera hacerla reaccionar de esa manera. Un reguero de agua caía de sus empapados calzones mientras chapoteaba saliendo del lago. Ni siquiera notó las piedrecillas de la orilla, que se le clavaban en la planta de los pies. Desde su niñez, Nicholas y sus amigos habían pasado la mayor parte de los veranos descalzos y descamisados. Pero la niñez ya quedaba atrás. Eso resultaba evidente en las atentas miradas que las muchachas le dedicaban mientras alcanzaba el lugar donde su camisa yacía sobre la hierba. De repente, fue consciente de la forma en que sus calzones se le pegaban al trasero y a las piernas, y de que su pecho, que había sido suave y delgado, ya amenazaba con romper las costuras de sus viejas camisas. Aún se sentía como un muchacho, pero su apariencia exterior era la de un hombre, y las muchachas del pueblo, que antes eran sus amigas, de repente lo veían como tal. El gastado lino de la camisa se le pegó a la piel mojada. Incómodo ante las risitas de las muchachas, mantuvo la cabeza gacha mientras se abrochaba los botones.
Jamie llegó corriendo a su lado. —¿Qué pasa? Nicholas negó con la cabeza, regándolos a ambos con finas gotitas de agua. —
¿Quieres que te acompañe? —Los azules ojos de Jamie reflejaban inquietud. Nicholas le dio una palmada en el hombro y le dedicó una gran sonrisa. —No. Quédate aquí y entretén a las damas. Angharad parece estar muy interesada en tu... conversación. Jamie miró por encima del hombro y se puso rojo como la granada de la cabeza a los pies al descubrir la directa mirada de la bonita pelirroja. Se volvió hacia Nicholas con los ojos abiertos de terror. —¿Qué hago? —preguntó con voz ahogada. —Hablar con ella, supongo —contestó Nicholas con una sonrisa burlona, mientras empezaba a alejarse—. Y muéstrate tan encantador como siempre.
Nicholas cubrió a la carrera el corto trecho que lo separaba del castillo de los MacLaughlin. El castillo se asentaba en un pequeño istmo que se adentraba en las profundidades del Glenshea. Uno de sus antepasados lo había construido doscientos años antes. Se alzaba fuerte y orgulloso sobre el escabroso terreno, como salido de una leyenda. La oscura piedra parecía volverse oro bajo el sol del mediodía y las vidrieras de las ventanas superiores relucían como gemas. El castillo era la joya de las tierras de los MacLaughlin, y Nicholas ansiaba devolverlo a su antiguo esplendor. Su sola visión hacía que el corazón se le hinchara de orgullo. Pocos cambios se habían hecho en el exterior, aunque el interior se había renovado media docena de veces durante los años en que los MacLaughlin habían contado con re-cursos para hacerlo. Como señor, era tarea de Nicholas encargarse de las reparaciones necesarias, pero su padre no sólo le había robado su derecho de nacimiento sino también el dinero necesario para cumplir con sus obligaciones.
Conseguía mantener el castillo cálido y seco, pero eran necesarias más cosas, como alfombras y cortinas nuevas, y una capa de pintura fresca. Aquél había sido un buen año para los rebaños y las cosechas; quizá quedara suficiente dinero para comprar alfombras después de ocuparse de todo lo imprescindible, Maggie, el ama de llaves, lo esperaba en la entrada de servicio con ropa seca, botas y una rebanada de pan recién horneado chorreante de mantequilla. El estómago de Nicholas rugió. —Vístete detrás de esa cortina —le dijo con afectuosa brusquedad—. Y luego puedes comer. El aroma del pan era todo lo que Nicholas necesitaba para apresurarse. Se metió tras la cortina y se cambió rápidamente de ropa. La cocina, situada en los bajos del castillo, se mantenía fría a pesar de ser principios de junio. Sintiendo el calor que le proporcionaba la ropa seca, colgó la camisa y los calzones mojados en una barra sobre el fuego y metió los pies en las botas. Con una sonrisa, agarró el humeante pan que le tendía Maggie, la besó en la mejilla y se dirigió hacia el salón para reunirse con su abuela y el misterioso visitante. Al entrar en el salón delantero, vio a un hombrecillo calvo sentado en el sofá frente a su abuela. La postura del hombrecillo era tan rígida que parecía tallado en piedra.
Se puso en pie de un salto en cuanto Nicholas lo saludó. —¡Mi señor! —exclamó, adelantándose para estrecharle la mano—. Es un placer conoceros, aunque me temo que soy portador de malas noticias. A Nicholas se le encogió el corazón. Nunca nadie le llamaba por su título a no ser que fuera un recaudador de impuestos o alguien que esperaba ganas algo. —Buenos días, señor... —Chumley, mi señor —respondió el hombrecillo, aún estrechando la mano de Nicholas—. Alfred Chumley. Alfred Chumley era inglés, aunque a Nicholas le costaba tenérselo en cuenta ya que tenía el aspecto de un gnomo y su estatura llegaba más allá del pecho de Nicolas.
Liberó su mano. —Por favor, tomad asiento, señor Chumley. ¿Puedo ofreceros algo de beber? —Vagamente, Nicholas se daba cuenta de que su propio acento era casi tan seco y tan «inglés» como el del señor Chumley. El último deseo de su madre había sido que Nicholas fuera educado como lo hubiera hecho la familia de su padre, y durante un tiempo Nicholas había ansiado parecerse más al hombre que lo había abandonado. Había intentado ser tan inglés como los tutores que lo instruían. Pero en aquel momento sentía cierto disgusto de sí mismo por intentar parecerse en algo a aquel hombrecillo de un país que él nunca había visto, pero que tanta infelicidad había causado a su madre. —Un coñac sería estupendo, si es posible, mi señor. —Apartando el faldón de su
chaqué, el señor Chumley se sentó de nuevo. —Entonces, un coñac. —Nicholas fue hasta el armario de roble que había al fondo de la habitación y sirvió dos vasos de coñac. Después regresó y se sentó a la derecha del señor Chumley. Sin hacer caso de la mirada reprobadora de su abuela, Nicholas tomó un pequeño sorbo de su vaso. —¿Qué le trae a Escocia, señor Chumley? El señor Chumley colocó un gran maletín de cuero sobre su regazo y lo abrió. —Es referente a vuestro padre, mi señor. Nicholas se atragantó con el sorbo de coñac.
Se le saltaron las lágrimas y el licor le quemó la garganta. Ni su abuela ni el abogado se movieron para ayudarle, pero sólo el señor Chumley parecía inquieto. Sin duda, su abuela opinaba que merecía ahogarse. Aborrecía las bebidas fuertes. —¿Qué pasa con mi padre? —preguntó Nicholas en cuanto paró de toser y recuperó el habla. La expresión del señor Chumley era de pesar y compasión. Nicholas no quería nada de eso. —Lamento... lamento comunicaros que ha muerto, mi señor. Nicholas sintió más sorpresa que ningún tipo de pena. Había supuesto que el viejo viviría eternamente; un constante recordatorio de que ni Nicholas ni su madre habían sido capaces de ganar su amor. —¿Y eso qué tiene que ver conmigo? No supo cómo consiguió mantener la voz baja y controlada.
Durante veintiún años había estado esperando a que su padre se pusiera en contacto con él de alguna manera y siempre había sido en vano. ¿Y esperaban que, como había muerto, se vistiera de negro y llorara? ¿Cómo podía lamentar la muerte de alguien a quien no había conocido? ¿Y por qué se había molestado nadie en informarle? La cabeza del señor Chumley se puso totalmente roja. —Estáis en el testamento, mi señor. Un puñetazo en pleno rostro no le hubiera sorprendido más. ¿Qué le podía haber legado su padre? Y más importante, ¿cómo se le había ocurrido pensar que Nicholas fuera a aceptarlo? Su padre se casó con su madre por el título y el dinero, y cuando heredó su propio título, la abandonó. Regresó a Escocia para el funeral de su esposa; no para llorarla, sino para asegurarse de su muerte. Echó una ojeada a Nicholas y lo dejó allí. No respetó a la madre de Nicholas manteniendo el año completo de luto. Se volvió a casar menos de dos meses después de su muerte. Sin duda tendría otros hijos a los que poner en el testamento. ¿Por qué molestarse por su primogénito? Nicolas intentó mantener una expresión tranquila. —No hay nada que ese hombre pueda haber tenido que yo desee.
El señor Chumley dirigió la mirada hacia la abuela de Nicholas y luego la volvió de nuevo hacia él. La abuela miró fijamente a Nicholas con una expresión extraña que le decía que sabía algo, algo que hacía que su estómago se retorciera de inquietud. —Bueno, no... no estoy seguro de que tengáis más alternativa que aceptar esto, mi señor. —El señor Chumley se aclaró la garganta. Con un ceño feroz, Nicholas se levantó de la silla, irguiéndose en sus casi dos metros de altura. —¿Qué queréis decir con que no tengo alternativa? —Oh, sí. Nicholas era muy capaz de hacer el papel de amo de la casa cuando era necesario. Si el señor Chumley pretendía intimidarlo, Nicholas le demostraría quién mandaba. El hombrecillo inglés revolvió entre varios papeles con manos visiblemente temblorosas. Cuando encontró lo que buscaba, se lo tendió a Nicholas. —Permitidme recordaros, mi señor, que sois el primogénito de vuestro padre. Nicholas le arrancó los papeles de la mano, pero no los miró. Mantuvo su perpleja mirada sobre el redondo rostro del hombre.
—¿Y? El señor Chumley se subió las gafas e intentó de nuevo hacer que Nicholas lo entendiera. —Sois su primogénito, mi señor. Su hijo legítimo de más edad. Su heredero. La comprensión prendió en el estómago de Nicholas como un fuego entre yesca seca. —
¿Queréis decir...? —Sí, mi señor —asintió el señor Chumley—. Quiero decir que ahora sois un joven muy, muy rico y poderoso. Sois el nuevo duque de Brahm.
Andiie
Re: El duque - Adaptación [Nick&Tu]
CAPITULO 1 - Parte 3
Cinco minutos sola. Eso era todo lo que deseaba. Cinco minutos lejos de la incesante cháchara de su madre sobre telas, vestidos y planes de boda. Especialmente planes de boda. Entrando en la librería, _____ Welsley sabía que podría disfrutar de al menos cinco minutos, quizás hasta siete, en los que calmar los nervios y olvidar la existencia de su madre. El olor del papel, la tinta y las cubiertas de cuero era suficiente para controlar la horrible jaqueca que la amenazaba tras el ojo derecho. La tienda era silenciosa, a resguardo de los sonidos del ajetreado día del exterior. Allí, _____ podía perderse durante unos instantes, escapar de su vida y convertirse en la heroína de una novela o de un poema. Podía fingir ser esa mujer y olvidarse de la muchacha que era. Adoraba los libros de la misma manera que la mayoría de chicas adoraban los vestidos nuevos. No dudaba de que a su madre le daría algún tipo de ataque si se enteraba, por eso _____ mantenía en secreto su pasión por la lectura. Ni siquiera Richard la conocía.
Un hombre debería estar al corriente de las pasiones de su prometida, ¿no es cierto? Pero, claro, a _____ le resultaba difícil comentar sus gustos con Richard. En realidad, pocas veces sabía de qué hablar con él. Era tan seguro de sí mismo, tan sereno y encantador, que a ella se le trababa la lengua en su presencia, temerosa de mostrarse, si se atrevía a abrir la boca, como la boba aburrida que era. La ponía nerviosa estar con él, y a menudo se preguntaba qué vería él en ella. Era callada y estudiosa; no el tipo de chica vivaz y chispeante que un joven querría como prometida. Pero Richard no parecía darse cuenta de que no hacían buena pareja, o quizá no le importase. Siempre se comportaba como un perfecto caballero, lo que lo convertía en modelo para otros jóvenes, lo hacía deseable para otras jóvenes y codiciado por sus madres. Entonces ¿por qué _____ se sentía tan insegura de él y de que la hubiera elegido como esposa? Richard tenía todo lo que ella había soñado en un marido. Cuando se había fijado en ella, en la estación anterior, _____ no podía creerse su buena suerte. Allí estaba ella, tan sólo otra debutante con otro vestido blanco, y el joven más atractivo y encantador del haute ton, la crema y nata de la sociedad londinense, la había escogido a ella para no sólo uno, sino dos bailes. Uno de ellos había sido un vals, un baile que su madre consideraba escandalosamente indecente y que no le había permitido practicar hasta que Richard le pidió permiso para rodar juntos sobre la pista de baile. Fue la noche más maravillosa de su vida. Las otras chicas estaban muertas de envidia, y cuando Richard, a la mañana siguiente, le envió un enorme ramo de rosas suavemente perfumadas, el corazón de _____ saltó de alegría. Se sintió la muchacha más afortunada de todo Londres por haber atraído la atención de un joven así durante su primera temporada, y realmente se lo agradeció, de verdad. Pero cuando Richard, unos cuantos meses atrás, fue a casa de sus padres a pedir el permiso de su padre para pedirle a _____ su mano, ésta se sintió invadida por una miríada de emociones inesperadas.
Una de las cuales era gravemente parecida al pánico. ¿Por qué un caballero de su categoría querría casarse con una muchacha como ella, una chica a la que le costaba formar una frase coherente en su presencia? Quizá sólo fuera un caso grave de nervios prenupciales, como insistía en decir su madre. Después de todo, a Richard no parecía importarle que ella se mantuviera callada cuando estaban juntos. Parecía gustarle. El problema era que _____ no era callada por naturaleza. Seguramente superaría su timidez antes de la boda. Y tenían otras cosas que hacer además de hablar. Besarse, por ejemplo. _____ se sonrojó furiosamente al recordar que Richard la había besado la noche anterior, después del baile de los Whitman-Holt. Algo se agitaba en su estómago con sólo pensarlo. Su madre no lo habría aprobado. Miró por la ventana y descubrió que su madre aún no había descubierto su desaparición.
Seguía hablando con la señora Colé, sin duda aburriendo a la pobre mujer con todos los detalles de su boda.
—Buenos días, señorita Welsley. _____ se alejó de la ventana y dedicó una tímida sonrisa al anciano que se hallaba tras el mostrador. —Buenos días, señor Hornsby. —Al parecer, vuestra madre ha preferido no entrar aquí con vos esta mañana. —Los verdes ojos del señor Hornsby brillaban divertidos. Era una broma entre ellos: la madre de _____ nunca entraba en aquella tienda excepto para recoger a su hija y preguntar qué estaba haciendo en un «lugar tan sucio y polvoriento».
De alguna manera, a Marión Welsley nunca se le había ocurrido que su hija pudiera estar buscando libros. —Está hablando con la señora Colé delante de la modista —contestó _____ en el mismo tono irónico. La misma modista donde durante las últimas dos horas habían estado poniéndole alfileres, manoseándola y hablando de ella como si fuera una muñeca en vez de una persona. —Ah.
Entonces tenéis tiempo de sobra para echar un vistazo. Andy ahogó una risita. —Unos minutos como mínimo. ¿Habéis recibido algo nuevo? —Acabo de colocar una nueva edición de Wordsworth en los estantes de atrás. _____ arrugó la nariz. Los poemas sobre la naturaleza podían satisfacer la mente de otros, pero ella quería algo con más... significado. —¿Nada más?
El señor Hornsby se rió al ver su expresión. —Allí detrás también encontraréis un nuevo volumen de Byron. ¡Eso ya le gustaba más!
Sin duda su madre desaprobaría que su hija leyera la poesía escrita por alguien tan escandaloso como Byron, pero eso no tenía nada que ver con la excitación que correteaba por el estómago de _____. Había algo en la forma en que Byron escribía, algo en la manera en que la hacía sentirse. La hacía desear experimentar la vida y todas sus glorias. Deseaba viajar, ver el mundo, pero sobre todo, sentir la arrebatadora pasión de que Byron tan a menudo hablaba en sus poemas. Sin duda, su madre e incluso sus amigas la considerarían totalmente estúpida por querer que alguien ardiera por ella como los personajes de los poemas de Byron.
Toda su vida había transcurrido dentro de las rígidas estructuras sociales de Londres, en el estricto orden de la casa de su madre y con la desgracia de haber nacido mujer. Lo que realmente ansiaba era experimentar algo salvaje e indómito, romper las reglas y pisotear las convenciones. Naturalmente, eso significaría la ruina social, y aunque pudiera ser soñadora, _____ Welsley no era estúpida. Aun así, aunque sólo fuera por una vez, sería tan hermoso tener a alguien de quien mAndyra un poco de poesía en su honor. Pero por muy adorable y dulce que fuera, _____ no podía imaginarse a su prometido usando versos para expresar sus emociones más profundas. Quizá fuera demasiado romántica; una de esas chicas de cabeza de chorlito de las que, según su
madre, se nutrían los novelistas.
Si al menos supiera realmente lo que Richard sentía por ella. La besaba como si la amara de verdad, pero _____ aún no le había oído pronunciar esas palabras. Quizás entonces dejaría de sufrir aquella constante ansiedad._____ caminó rápidamente hacia la parte trasera de la tienda. Debía apresurarse si quería encontrar algo antes de que su madre entrara a buscarla. La querida señora Colé aguantaría un rato escuchado a su madre antes de dar con alguna excusa para poder marcharse. Su madre carecía de imaginación y, por tanto, su conversación tendía a versar siempre sobre los mismos temas. Durante los últimos seis meses no había sido capaz de hablar de otra cosa que no fuera el enlace de _____. Después de todo, no todos los días el primogénito de un duque se casaba con una simple doña nadie.
Aunque _____ no era una absoluta doña nadie; era pariente distante del conde Spencer y del duque de Wellington, pero su padre no tenía ningún título y era simplemente un hombre de negocios, de los que los elegidos de la alta sociedad, el ton, miraban con desdén. La única cosa que realmente salvaba a _____ de ser marginada por la alta so-ciedad y la convertía en una de sus preferidas era su enorme dote. Era la heredera de la compañía naviera de su padre; algo que no resultaba demasiado frecuente para una hija. Y quien se casara con ella habría puesto un pie en esa compañía naviera, un hecho que hizo que _____ fuera muy solicitada durante su debut londinense. Además de su considerable encanto, el hecho de que Richard, heredero de un duque, contara con fortuna propia, hacía que _____ pensara que él estaba realmente enamorado de ella. Como mínimo esperaba que así fuese, porque a ella no le importaba el tamaño de la fortuna de él. Si la amaba, si de verdad la amaba, que fuera rico o pobre no tenía la menor importancia.
De repente, se dio cuenta de que no estaba sola. Un hombre vuelto de espaldas se hallaba en la sección de poesía. Un hombre muy alto y corpulento con los hombros más anchos que _____ había visto nunca. Vestía un abrigo largo y gris sobre pantalones de color ante y brillantes botas altas. El sombrero que reposaba sobre su cabeza le añadía unos cuantos centímetros de estatura. ¡Era un gigante! Y debería causarle temor, pero lo único que _____ pudo hacer fue quedarse pasmada mirándolo. Nunca había visto a un hombre tan... tan... imponente.
Él no la oyó acercarse, toda su atención se dirigía al libro que tenía en la mano. —«Camina hermosa, como la noche / De climas sin nubes y cielos estrellados, / Y todo lo mejor de luz y sombra / Se halla en sus ojos y apostura: /Así suaviza esa tierna luz / Que el cielo al espléndido día niega.»
Su voz era profunda y melódica, con un ligero acento que hacía las palabras de Byron aún más efectivas. —Leéis muy bien, caballero —comentó _____, con voz ahogada. No debería haber hablado. Era muy incorrecto, pero no había nadie que la pudiera oír excepto él.
El hombre se sobresaltó. Cerró el libro de golpe, se dio la vuelta para mirarla y el efecto total de su apariencia fue para _____ como un golpe en el estómago.
Espero les hayan gustado, Mañana subo mas :)
Andiie
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