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embarazada de un principe (zayn)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
embarazada de un principe (zayn)
RESUMEN
Desde el primer momento en que la vio supo que tenía que poseerla. Sin nombres, sin ataduras, sin volver a verla nunca...
Era día de retribución para el Príncipe zayn malik. Las negociaciones del aristócrata italiano para hacerse con el banco SCB de Manhattan estaban a punto de dar frutos. Pero no esperaba ver a _____ Black, nieta del actual dueño del banco... ¡y que estaba embarazada de zayn!
Zayn sentía la obligación de casarse con _____ y darle su apellido a su hijo. ¡Pero ____ tenía otras ideas acerca de rendirse a este extranjero arrogante, que seguramente no la amaba!
Desde el primer momento en que la vio supo que tenía que poseerla. Sin nombres, sin ataduras, sin volver a verla nunca...
Era día de retribución para el Príncipe zayn malik. Las negociaciones del aristócrata italiano para hacerse con el banco SCB de Manhattan estaban a punto de dar frutos. Pero no esperaba ver a _____ Black, nieta del actual dueño del banco... ¡y que estaba embarazada de zayn!
Zayn sentía la obligación de casarse con _____ y darle su apellido a su hijo. ¡Pero ____ tenía otras ideas acerca de rendirse a este extranjero arrogante, que seguramente no la amaba!
mayale12
Re: embarazada de un principe (zayn)
hola me llamo paloma y veo que no has puesto ningún capitulo yo quiero que pongas uno porfíss, y puede estar con Naill? por favor
paloma one direction
Re: embarazada de un principe (zayn)
paloma one direction escribió:hola me llamo paloma y veo que no has puesto ningún capitulo yo quiero que pongas uno porfíss, y puede estar con Naill? por favor
hola ya subo y si quieres te ago una novela con niall porq no pongo a ninguno de los de mas chicos en mis novela :wut:
mayale12
Re: embarazada de un principe (zayn)
CAPÍTULO UNO
Ella caminaba de prisa por la acera, envuelta de pies a cabeza por un abrigo de cuero de ante negro, las botas de taco aguja resonaban agudamente sobre la acera, tenía la cabeza doblada para guarecerse de la lluvia arremolinada por el viento, y chocó contra zayn justo cuando éste bajaba del taxi.
El portero se adelantó, pero zayn, soltando el maletín, ya la había cogido por los hombros.
–Tranquila –le dijo con amabilidad.
Cuando lo miró, la capucha cayó hacia atrás, y zayn, siempre apreciativo de la belleza, sonrió.
Era hermosa, de contextura elegante, con una boca suave e invitadora, y ojos de un azul profundo, como el de las violetas en primavera. Y todo enmarcado por una masa de rizos sueltos color miel. Si uno tenía que ser atropellarlo por alguien, ésta era, sin dudas la mujer que un hombre inteligente elegiría.
–¿Está bien? –
Ella se zafó de su agarre –Estoy bien –
–Es todo culpa mía –dijo él, amable –Debí haber visto por dónde… –
–Sí –dijo la mujer –debió –
zayn parpadeó. Ella lo miraba con total desprecio. Ahora su sonrisa se desvaneció. A pesar de que era romano, había pasado buena parte de su vida en Manhattan. Entendía que la civilidad no era un arte aquí, pero fue ella quien cayó sobre él.
–Le ruego me disculpe, signorina, pero… –
–¿Pero qué? –respondió ella con frialdad –Supongo que la gente como usted piensa que es dueña de la calle –
zayn levantó las manos de sus hombros con exagerado cuidado.
–Mire, no sé cuál sea su problema, pero… –
–Usted –dijo secamente –es mi problema –
¿Y esto? Una Mona Lisa con el temperamento de una bruja. La caballerosidad innata del viejo mundo entró en conflicto con la actitud del nuevo mundo. Y la actitud ganó.
–Sabe –le dijo bruscamente –Le pedí disculpas cuando en realidad no había por qué, y me está hablando como si yo fuera basura. Podría tener mejores modales –
–Sólo porque soy una mujer… –
–¿Eso es lo que eres? –Su sonrisa era tan fría como las palabras –Veamos si es verdad –Con el temperamento en alza y una lógica disparada del infierno, zayn jaló a la rubia y la besó.
Duró menos de un segundo. Sólo un roce rápido de su boca sobre la de ella, y luego la soltó. Tuvo la satisfacción de ver los ojos violetas ampliarse de asombro...
Y en sus labios quedó atrapado el sabor rico y dulce de ella. Una dulzura celestial.
¿Estaría un po'pazzo ? Tenía que ser. Sólo un loco jalaría a una mujer de temperamento endemoniado en sus brazos, en plena Quinta Avenida.
–Tú –dijo ella,–tú… tú… –
Ah, pero había valido la pena, porque ahora podía verla así, echando humo como una máquina a vapor y con su comportamiento helado hecho jirones.
Ella se zafó de sus manos y levantó un brazo. Iba a darle una bofetada, podía verlo en sus impresionantes ojos, que ahora lanzaban rayos letales. Probablemente lo merecía, pero estaría condenado si la dejaría hacerlo. Así que inclinó la cabeza hacia la suya y le dijo en voz baja –Pégame… y te prometo que haré que el mundo se derrumbe a tu alrededor –
Los labios femeninos formaron una frase que no hubiera imaginado que una mujer supiera. Al menos no las mujeres que formaban parte de su mundo. Ninguna de ellas habría acusado a un hombre de algo que claramente era culpa de ellas.
Bueno, ¿por qué ser modesto? La verdad era que ninguna mujer que conocía lo habría acusado de algo, aunque tuviera la culpa.
La bruja le lanzó una mirada relumbrante, y él se la devolvió. Luego pasó junto a él, con su melena rubia miel llena de gotas de lluvia y el abrigo de ante negro ondeando tras ella, como una vela.
La observó marcharse hasta que se perdió en la multitud cubierta de paraguas, que corría bajo la fría lluvia de marzo. Luego respiró hondo y se volvió para encontrarse con los ojos del portero.
Nada. Ni el más leve asomo de reconocimiento de que hubiera pasado algo inusual, pero claro, esto era Nueva York. Los neoyorquinos habían aprendido hace mucho que lo más sensato era no saber nada.
Una maldita buena cosa que él debería aprender. Besarla había sido suficientemente malo. Un desafío a que llamara a la policía…
zayn se estremeció.
¡Qué estúpido podía ser el hombre! Su cara podría haber aparecido en la sección policial del diario, y esa no era exactamente la publicidad que alguien querría antes de una reunión con el nonagenario cabeza de una compañía de inversión, que se enorgullecía del decoro y la confidencialidad.
La lluvia caía con más fuerza. El portero ya había recogido el maletín, así que zayn lo tomó y se dirigió al hotel.
Su habitación estaba en el piso 43, lo que le daba una excelente vista del parque y del horizonte. Cuando empezara a buscar un lugar permanente para vivir en la ciudad, querría una vista así.
zayn arrojó la gabardina sobre una silla. Si todo iba bien, después de la reunión del lunes, se pondría en contacto con un agente de bienes raíces.
¿«Si»? No había un «si» relacionado con esto. La palabra no estaba en su léxico. Nunca iba detrás de algo sin estar malditamente seguro de saber cuándo, dónde y cómo conseguirlo. Ese enfoque era la clave de su éxito.
Con la punta del pie se sacó los zapatos, se despojó de la ropa y se metió en la ducha.
Estaba totalmente preparado para la reunión del lunes y la largamente esperada adquisición de Stafford–Coleridge–Black.
Su imperio financiero era enorme, con oficinas en Londres, París, Singapur, y, por supuesto, Roma.
Ya era hora de que malik International entrara en el mercado de Nueva York. Por eso, quería algo que se convirtiera en la joya de sus empresas. Y allí estaba Stafford–Coleridge–Black, en el escalón más alto, y cuya lista de clientes era una competencia de Quién es Quién en la riqueza y el poder estadounidense.
Sólo una cosa quedaba en el camino: el presidente de SCB, James Black.
–No tengo idea de qué querría hablar conmigo –le dijo el viejo cuando finalmente había accedido a contestar las llamadas telefónicas de zayn.
–He oído rumores –le había respondido zayn con cuidado –de que usted está considerando un cambio –
–Quiere decir –había dicho Black sin rodeos –que ha escuchado que me voy a morir pronto. Bueno, se lo aseguro, señor, que no es así –
–Lo que he oído –le había contestado zayn –es que un hombre con su buen juicio cree en la planificación del futuro –
Black había emitido un sonido que podría haber sido una risa.
–Tocado, Signore malik. Pero le aseguro que cualquier cambio que podría llegar a considerar no sería de interés para usted. Esta es una empresa de propiedad familiar, y así lo ha sido por más de doscientos años. El banco ha pasado de una generación a otra –hizo una breve pausa apenas perceptible –Pero no espero que usted entienda la importancia de esto –
zayn había pensado lo bueno que era que no estuvieran cara a cara. Pero aún así, tuvo que trabajar duro para controlar su temperamento. Black era un hombre viejo, pero estaba en pleno dominio de sus facultades, y lo que dijo había sido un insulto deliberado, apenas disimulado.
La comunidad financiera internacional era como un club exclusivo. Todos sabían quién era quién, y lo que Black sabía de zayn era que su riqueza y categoría, a pesar de su título, no provenían ni de legados ni de herencias, sino que eran exclusivamente de su propia creación.
Ella caminaba de prisa por la acera, envuelta de pies a cabeza por un abrigo de cuero de ante negro, las botas de taco aguja resonaban agudamente sobre la acera, tenía la cabeza doblada para guarecerse de la lluvia arremolinada por el viento, y chocó contra zayn justo cuando éste bajaba del taxi.
El portero se adelantó, pero zayn, soltando el maletín, ya la había cogido por los hombros.
–Tranquila –le dijo con amabilidad.
Cuando lo miró, la capucha cayó hacia atrás, y zayn, siempre apreciativo de la belleza, sonrió.
Era hermosa, de contextura elegante, con una boca suave e invitadora, y ojos de un azul profundo, como el de las violetas en primavera. Y todo enmarcado por una masa de rizos sueltos color miel. Si uno tenía que ser atropellarlo por alguien, ésta era, sin dudas la mujer que un hombre inteligente elegiría.
–¿Está bien? –
Ella se zafó de su agarre –Estoy bien –
–Es todo culpa mía –dijo él, amable –Debí haber visto por dónde… –
–Sí –dijo la mujer –debió –
zayn parpadeó. Ella lo miraba con total desprecio. Ahora su sonrisa se desvaneció. A pesar de que era romano, había pasado buena parte de su vida en Manhattan. Entendía que la civilidad no era un arte aquí, pero fue ella quien cayó sobre él.
–Le ruego me disculpe, signorina, pero… –
–¿Pero qué? –respondió ella con frialdad –Supongo que la gente como usted piensa que es dueña de la calle –
zayn levantó las manos de sus hombros con exagerado cuidado.
–Mire, no sé cuál sea su problema, pero… –
–Usted –dijo secamente –es mi problema –
¿Y esto? Una Mona Lisa con el temperamento de una bruja. La caballerosidad innata del viejo mundo entró en conflicto con la actitud del nuevo mundo. Y la actitud ganó.
–Sabe –le dijo bruscamente –Le pedí disculpas cuando en realidad no había por qué, y me está hablando como si yo fuera basura. Podría tener mejores modales –
–Sólo porque soy una mujer… –
–¿Eso es lo que eres? –Su sonrisa era tan fría como las palabras –Veamos si es verdad –Con el temperamento en alza y una lógica disparada del infierno, zayn jaló a la rubia y la besó.
Duró menos de un segundo. Sólo un roce rápido de su boca sobre la de ella, y luego la soltó. Tuvo la satisfacción de ver los ojos violetas ampliarse de asombro...
Y en sus labios quedó atrapado el sabor rico y dulce de ella. Una dulzura celestial.
¿Estaría un po'pazzo ? Tenía que ser. Sólo un loco jalaría a una mujer de temperamento endemoniado en sus brazos, en plena Quinta Avenida.
–Tú –dijo ella,–tú… tú… –
Ah, pero había valido la pena, porque ahora podía verla así, echando humo como una máquina a vapor y con su comportamiento helado hecho jirones.
Ella se zafó de sus manos y levantó un brazo. Iba a darle una bofetada, podía verlo en sus impresionantes ojos, que ahora lanzaban rayos letales. Probablemente lo merecía, pero estaría condenado si la dejaría hacerlo. Así que inclinó la cabeza hacia la suya y le dijo en voz baja –Pégame… y te prometo que haré que el mundo se derrumbe a tu alrededor –
Los labios femeninos formaron una frase que no hubiera imaginado que una mujer supiera. Al menos no las mujeres que formaban parte de su mundo. Ninguna de ellas habría acusado a un hombre de algo que claramente era culpa de ellas.
Bueno, ¿por qué ser modesto? La verdad era que ninguna mujer que conocía lo habría acusado de algo, aunque tuviera la culpa.
La bruja le lanzó una mirada relumbrante, y él se la devolvió. Luego pasó junto a él, con su melena rubia miel llena de gotas de lluvia y el abrigo de ante negro ondeando tras ella, como una vela.
La observó marcharse hasta que se perdió en la multitud cubierta de paraguas, que corría bajo la fría lluvia de marzo. Luego respiró hondo y se volvió para encontrarse con los ojos del portero.
Nada. Ni el más leve asomo de reconocimiento de que hubiera pasado algo inusual, pero claro, esto era Nueva York. Los neoyorquinos habían aprendido hace mucho que lo más sensato era no saber nada.
Una maldita buena cosa que él debería aprender. Besarla había sido suficientemente malo. Un desafío a que llamara a la policía…
zayn se estremeció.
¡Qué estúpido podía ser el hombre! Su cara podría haber aparecido en la sección policial del diario, y esa no era exactamente la publicidad que alguien querría antes de una reunión con el nonagenario cabeza de una compañía de inversión, que se enorgullecía del decoro y la confidencialidad.
La lluvia caía con más fuerza. El portero ya había recogido el maletín, así que zayn lo tomó y se dirigió al hotel.
Su habitación estaba en el piso 43, lo que le daba una excelente vista del parque y del horizonte. Cuando empezara a buscar un lugar permanente para vivir en la ciudad, querría una vista así.
zayn arrojó la gabardina sobre una silla. Si todo iba bien, después de la reunión del lunes, se pondría en contacto con un agente de bienes raíces.
¿«Si»? No había un «si» relacionado con esto. La palabra no estaba en su léxico. Nunca iba detrás de algo sin estar malditamente seguro de saber cuándo, dónde y cómo conseguirlo. Ese enfoque era la clave de su éxito.
Con la punta del pie se sacó los zapatos, se despojó de la ropa y se metió en la ducha.
Estaba totalmente preparado para la reunión del lunes y la largamente esperada adquisición de Stafford–Coleridge–Black.
Su imperio financiero era enorme, con oficinas en Londres, París, Singapur, y, por supuesto, Roma.
Ya era hora de que malik International entrara en el mercado de Nueva York. Por eso, quería algo que se convirtiera en la joya de sus empresas. Y allí estaba Stafford–Coleridge–Black, en el escalón más alto, y cuya lista de clientes era una competencia de Quién es Quién en la riqueza y el poder estadounidense.
Sólo una cosa quedaba en el camino: el presidente de SCB, James Black.
–No tengo idea de qué querría hablar conmigo –le dijo el viejo cuando finalmente había accedido a contestar las llamadas telefónicas de zayn.
–He oído rumores –le había respondido zayn con cuidado –de que usted está considerando un cambio –
–Quiere decir –había dicho Black sin rodeos –que ha escuchado que me voy a morir pronto. Bueno, se lo aseguro, señor, que no es así –
–Lo que he oído –le había contestado zayn –es que un hombre con su buen juicio cree en la planificación del futuro –
Black había emitido un sonido que podría haber sido una risa.
–Tocado, Signore malik. Pero le aseguro que cualquier cambio que podría llegar a considerar no sería de interés para usted. Esta es una empresa de propiedad familiar, y así lo ha sido por más de doscientos años. El banco ha pasado de una generación a otra –hizo una breve pausa apenas perceptible –Pero no espero que usted entienda la importancia de esto –
zayn había pensado lo bueno que era que no estuvieran cara a cara. Pero aún así, tuvo que trabajar duro para controlar su temperamento. Black era un hombre viejo, pero estaba en pleno dominio de sus facultades, y lo que dijo había sido un insulto deliberado, apenas disimulado.
La comunidad financiera internacional era como un club exclusivo. Todos sabían quién era quién, y lo que Black sabía de zayn era que su riqueza y categoría, a pesar de su título, no provenían ni de legados ni de herencias, sino que eran exclusivamente de su propia creación.
mayale12
Re: embarazada de un principe (zayn)
Y para los James Blacks de este mundo, esa no era una imagen deseable.
Y probablemente tampoco lo fuera para las rubias–miel de la Quinta Avenida, filosofó zayn, y luego se preguntó de dónde demonios había venido ese pensamiento.
Lo que importaba, lo único que importaba este fin de semana, era su negocio con Black. Tanto importaba que había mantenido el tono de su voz neutral para responder al comentario sarcástico del viejo bastardo.
–Por el contrario –había dicho zayn –lo entiendo perfectamente. Yo también creo en mantener la tradición –Había hecho una pausa, midiendo cada palabra –También creo que le haría un flaco favor a su institución si se niega a escuchar lo que tengo para decirle –
Había apostado a que Black mordería el anzuelo. Y no había mucho de azar en apuesta, considerando lo que zayn sabía.
SCB, ciertamente, siempre había sido de propiedad familiar y gerenciado por ellos mismos. El problema era que el anciano se enfrentaba a su noventa cumpleaños y su única heredera era una nieta que aún iba a la escuela.
Aún en la escuela… y mujer.
zayn estaba seguro de que «tradición» para James Black, era entregar las riendas del negocio a un heredero, no a una heredera. Black nunca había ocultado lo que pensaba acerca de las mujeres en los negocios.
Y era probablemente lo único en lo que ambos podían estar de acuerdo, reflexionó zayn mientras salía de la ducha. Y era en lo que basaría sus argumentos en la mañana del lunes.
Las mujeres eran demasiado emocionales, impredecibles e indisciplinadas. Estaban bien como asistentes, e incluso, a veces, como jefes de áreas… ¿pero para tomar altas decisiones?
No hasta que la ciencia descubriera la manera de superar los altibajos vertiginosos que les producían las hormonas. No era culpa de ellas, era simplemente un hecho de la vida.
Y eso, pensó zayn mientras se ponía unos pantalones de lanilla gris, un jersey de cachemira negro y unos mocasines, era su as en la manga.
zayn era el único inversor que podía permitirse el lujo de comprar SCB en forma privada. Eso significaba que Black no tenía a quién acudir, excepto a él. A menos que quisiera vender su venerable institución a uno de esas corporaciones gigantes, hambrientas de ese tipo de empresas, y vivir lo suficiente como para verla desaparecer en sus fauces.
Él era la salvación del viejo y ambos lo sabían. El momento de la verdad había llegado la semana anterior, cuando la secretaria de Black lo llamó y le dijo que su jefe accedería a una breve reunión, únicamente por cortesía.
–Por supuesto –había dicho zayn con calma, pero cuando colgó, había agitado un puño en señal de victoria.
La reunión significaba una sola cosa: el viejo admitía la derrota y vendería. Oh, sin duda, primero lo haría bailar a su son, haciéndolo atravesar un par de aros, ¿pero que tan malo podría ser eso?
zayn se puso una chaqueta de cuero y cerró la puerta de la habitación detrás de él.
No bailaría, pero movería los pies al compás de la música lo suficiente como para aplacar al viejo bastardo. Luego, Stafford–Coleridge–Black sería suya. Nada mal para un chico que había crecido en la más abyecta pobreza, pensó zayn, mientras apretaba el botón del ascensor.
La lluvia había cesado, aunque el cielo estaba gris y estaba húmedo. El portero paró un taxi.
–Sesenta y tres de Lexington –le indicó al conductor.
Iba a encontrarse con sus amigos, en el Club Eastside. Los tres habían estado de acuerdo ayer, por e–mail, sobre los beneficios de una resolución rápida, sobre todo teniendo en cuenta que tanto zayn como harry habían tenido que volar.
Aviones privados o no, los músculos estaban igualmente agarrotados después de un vuelo internacional, aparentemente interminable.
Luego irían a algún lugar tranquilo para cenar y hablarían de los viejos tiempos. Tenía ganas de eso. niall, harry y él se conocían desde hacía trece años, cuando se habían encontrado en un bar, justo al lado del campus de Yale. Aquellos tres chicos de dieciocho años, de tres partes distintas del mundo, se reunían desde entonces para preguntarse cómo demonios habían sobrevivido en este país extraño.
¿Sobrevivido? Prosperado más bien. Habían formado una estrecha amistad, y aunque ahora se veían con menos frecuencia, dado los intereses comerciales particulares, todavía eran los mejores amigos.
Y todavía solteros, que era exactamente lo que los tres querían. De hecho, siempre empezaban la noche con el mismo brindis.
–La vida –diría harry solemnemente –es corta –
–Y el matrimonio –añadiría niall aún más solemnemente –es para siempre –
La última parte del brindis se la dejaban a zayn.
–Y la libertad –decía de manera dramática –la libertad, señores, ¡lo es todo! –
Sonreía mientras el coche se detenía en frente al Club Eastside.
Estaba emplazado en lo que en el siglo XIX había sido una cuadra de brownstones , y que luego fueron desmantelados y combinados para formar una única estructura.
Era un gimnasio muy exclusivo.
El Eastside no hacía publicidad. Ni tenía cartel ni ninguna otra señal identificatoria para los transeúntes. La membresía era sólo por invitación, y reservada sólo a aquellos que valoraban la privacidad y podían pagar la altísima cuota que la garantizaba. En consecuencia, el club carecía totalmente de cosas pretenciosas. Nada aparatos modernos, ni música de fondo, y la única parte del gimnasio con una pared de espejos era la zona de pesas, para que uno pudiera examinar si se estaban levantando correctamente.
Además de las pesas, había sacos de arena, una piscina y una pista de atletismo cubierta. Y lo mejor de todo, el Eastside era exclusivo para hombres.
Las mujeres eran una distracción. Además, pensaba zayn mientras insertaba su tarjeta en la ranura de la cerradura de la puerta de entrada, era bueno alejarse de ellas por un tiempo.
Había tratado a suficientes mujeres en su vida, demasiadas creía a veces, que al concluir una relación terminaban en lágrimas. Él era, según había escuchado por lo bajo «una buen partido». Se mofaba de eso, pero para sí mismo admitía que probablemente fuera cierto. ¿Por qué pecar de modesto?
–Buenas noches, señor Barbieri. Me alegro de verlo otra vez –
–Jack –dijo zayn cordialmente. Firmó y se dirigió a los vestuarios.
Tenía dinero. Un jet privado. Coches. Era dueño de una estación de esquí en Aspen, de una propiedad frente al mar en Mustique , un pied–a–terre en París y, por supuesto, el palazzo en Roma, que supuestamente había llegado a la familia malik a través de Julio César.
Eso era lo que su bisabuela había afirmado siempre.
zayn pensaba que lo más probable era que hubiera llegado a ellos a través de un ladrón de la época de César, pero nunca la había desmentido. Había amado a la anciana como nunca había amado a nadie. Siempre agradecía haber podido hacer su primer millón y restaurar el antiguo pero decrépito Palazzo malik antes de que ella muriera.
El placer de la anciana había alegrado su corazón. Le había gustado hacerla feliz. De hecho, le gustaba hacer feliz a la mayoría de las mujeres.
Era sólo cuando sus exigencias se volvían poco razonables y empezaban con frases como «hablemos del futuro», «la importancia de sentar cabeza», ¡casi podía sentir el peso físico de la frase!, zayn entendía que «hacerlas felices» no era tan importante como «no comprometerse». De ninguna manera. No él. No todavía.
¿Por una noche? Por supuesto. ¿Una semana? Sí. Incluso un mes, o dos. Demonios, tampoco era del tipo que salta de cama en cama…
¿Cómo sería la mujer del abrigo de ante negro en la cama? ¿Una tigresa de melena de miel? ¿O una reina de hielo?
No es que le importara. Sólo era curiosidad intelectual. Le gustaban las mujeres que disfrutaban de su femineidad, que les gustaba ser apreciada por un hombre.
zayn colgaba sus cosas en el casillero.
No hacía falta ser un psicólogo para darse cuenta de que la tigresa no era ese tipo de mujer. Aunque, en la cama del hombre apropiado, tal vez podría serlo.
La melena. El delicado rostro ovalado. Los ojos increíbles, y esa boca sensible.
Porque sí, había sentido su sensibilidad, a pesar de lo breve del roce… Fantástico.
Demonios. Estaba teniendo una erección por una mujer que lo había insultado y que nunca volvería a ver. No quería pensar ni en ella ni en ninguna otra mujer. No este fin de semana. Nada de distracciones. Nada de sexo. Como un atleta, él creía en la abstinencia antes de un mano a mano. Tenía que concentrarse en la reunión del lunes.
Para correr se puso unos pantalones cortos de algodón gris, una sudadera vieja de Yale y unas zapatillas Nike. Un entrenamiento duro y sudoroso era justo lo que necesitaba.
El gimnasio estaba casi vacío. Bueno, era sábado por la noche. Sólo otro tipo estaba en la amplia estancia, esforzándose al máximo alrededor de la pista, con la intensidad solitaria del corredor dedicado.
niall.
Y probablemente tampoco lo fuera para las rubias–miel de la Quinta Avenida, filosofó zayn, y luego se preguntó de dónde demonios había venido ese pensamiento.
Lo que importaba, lo único que importaba este fin de semana, era su negocio con Black. Tanto importaba que había mantenido el tono de su voz neutral para responder al comentario sarcástico del viejo bastardo.
–Por el contrario –había dicho zayn –lo entiendo perfectamente. Yo también creo en mantener la tradición –Había hecho una pausa, midiendo cada palabra –También creo que le haría un flaco favor a su institución si se niega a escuchar lo que tengo para decirle –
Había apostado a que Black mordería el anzuelo. Y no había mucho de azar en apuesta, considerando lo que zayn sabía.
SCB, ciertamente, siempre había sido de propiedad familiar y gerenciado por ellos mismos. El problema era que el anciano se enfrentaba a su noventa cumpleaños y su única heredera era una nieta que aún iba a la escuela.
Aún en la escuela… y mujer.
zayn estaba seguro de que «tradición» para James Black, era entregar las riendas del negocio a un heredero, no a una heredera. Black nunca había ocultado lo que pensaba acerca de las mujeres en los negocios.
Y era probablemente lo único en lo que ambos podían estar de acuerdo, reflexionó zayn mientras salía de la ducha. Y era en lo que basaría sus argumentos en la mañana del lunes.
Las mujeres eran demasiado emocionales, impredecibles e indisciplinadas. Estaban bien como asistentes, e incluso, a veces, como jefes de áreas… ¿pero para tomar altas decisiones?
No hasta que la ciencia descubriera la manera de superar los altibajos vertiginosos que les producían las hormonas. No era culpa de ellas, era simplemente un hecho de la vida.
Y eso, pensó zayn mientras se ponía unos pantalones de lanilla gris, un jersey de cachemira negro y unos mocasines, era su as en la manga.
zayn era el único inversor que podía permitirse el lujo de comprar SCB en forma privada. Eso significaba que Black no tenía a quién acudir, excepto a él. A menos que quisiera vender su venerable institución a uno de esas corporaciones gigantes, hambrientas de ese tipo de empresas, y vivir lo suficiente como para verla desaparecer en sus fauces.
Él era la salvación del viejo y ambos lo sabían. El momento de la verdad había llegado la semana anterior, cuando la secretaria de Black lo llamó y le dijo que su jefe accedería a una breve reunión, únicamente por cortesía.
–Por supuesto –había dicho zayn con calma, pero cuando colgó, había agitado un puño en señal de victoria.
La reunión significaba una sola cosa: el viejo admitía la derrota y vendería. Oh, sin duda, primero lo haría bailar a su son, haciéndolo atravesar un par de aros, ¿pero que tan malo podría ser eso?
zayn se puso una chaqueta de cuero y cerró la puerta de la habitación detrás de él.
No bailaría, pero movería los pies al compás de la música lo suficiente como para aplacar al viejo bastardo. Luego, Stafford–Coleridge–Black sería suya. Nada mal para un chico que había crecido en la más abyecta pobreza, pensó zayn, mientras apretaba el botón del ascensor.
La lluvia había cesado, aunque el cielo estaba gris y estaba húmedo. El portero paró un taxi.
–Sesenta y tres de Lexington –le indicó al conductor.
Iba a encontrarse con sus amigos, en el Club Eastside. Los tres habían estado de acuerdo ayer, por e–mail, sobre los beneficios de una resolución rápida, sobre todo teniendo en cuenta que tanto zayn como harry habían tenido que volar.
Aviones privados o no, los músculos estaban igualmente agarrotados después de un vuelo internacional, aparentemente interminable.
Luego irían a algún lugar tranquilo para cenar y hablarían de los viejos tiempos. Tenía ganas de eso. niall, harry y él se conocían desde hacía trece años, cuando se habían encontrado en un bar, justo al lado del campus de Yale. Aquellos tres chicos de dieciocho años, de tres partes distintas del mundo, se reunían desde entonces para preguntarse cómo demonios habían sobrevivido en este país extraño.
¿Sobrevivido? Prosperado más bien. Habían formado una estrecha amistad, y aunque ahora se veían con menos frecuencia, dado los intereses comerciales particulares, todavía eran los mejores amigos.
Y todavía solteros, que era exactamente lo que los tres querían. De hecho, siempre empezaban la noche con el mismo brindis.
–La vida –diría harry solemnemente –es corta –
–Y el matrimonio –añadiría niall aún más solemnemente –es para siempre –
La última parte del brindis se la dejaban a zayn.
–Y la libertad –decía de manera dramática –la libertad, señores, ¡lo es todo! –
Sonreía mientras el coche se detenía en frente al Club Eastside.
Estaba emplazado en lo que en el siglo XIX había sido una cuadra de brownstones , y que luego fueron desmantelados y combinados para formar una única estructura.
Era un gimnasio muy exclusivo.
El Eastside no hacía publicidad. Ni tenía cartel ni ninguna otra señal identificatoria para los transeúntes. La membresía era sólo por invitación, y reservada sólo a aquellos que valoraban la privacidad y podían pagar la altísima cuota que la garantizaba. En consecuencia, el club carecía totalmente de cosas pretenciosas. Nada aparatos modernos, ni música de fondo, y la única parte del gimnasio con una pared de espejos era la zona de pesas, para que uno pudiera examinar si se estaban levantando correctamente.
Además de las pesas, había sacos de arena, una piscina y una pista de atletismo cubierta. Y lo mejor de todo, el Eastside era exclusivo para hombres.
Las mujeres eran una distracción. Además, pensaba zayn mientras insertaba su tarjeta en la ranura de la cerradura de la puerta de entrada, era bueno alejarse de ellas por un tiempo.
Había tratado a suficientes mujeres en su vida, demasiadas creía a veces, que al concluir una relación terminaban en lágrimas. Él era, según había escuchado por lo bajo «una buen partido». Se mofaba de eso, pero para sí mismo admitía que probablemente fuera cierto. ¿Por qué pecar de modesto?
–Buenas noches, señor Barbieri. Me alegro de verlo otra vez –
–Jack –dijo zayn cordialmente. Firmó y se dirigió a los vestuarios.
Tenía dinero. Un jet privado. Coches. Era dueño de una estación de esquí en Aspen, de una propiedad frente al mar en Mustique , un pied–a–terre en París y, por supuesto, el palazzo en Roma, que supuestamente había llegado a la familia malik a través de Julio César.
Eso era lo que su bisabuela había afirmado siempre.
zayn pensaba que lo más probable era que hubiera llegado a ellos a través de un ladrón de la época de César, pero nunca la había desmentido. Había amado a la anciana como nunca había amado a nadie. Siempre agradecía haber podido hacer su primer millón y restaurar el antiguo pero decrépito Palazzo malik antes de que ella muriera.
El placer de la anciana había alegrado su corazón. Le había gustado hacerla feliz. De hecho, le gustaba hacer feliz a la mayoría de las mujeres.
Era sólo cuando sus exigencias se volvían poco razonables y empezaban con frases como «hablemos del futuro», «la importancia de sentar cabeza», ¡casi podía sentir el peso físico de la frase!, zayn entendía que «hacerlas felices» no era tan importante como «no comprometerse». De ninguna manera. No él. No todavía.
¿Por una noche? Por supuesto. ¿Una semana? Sí. Incluso un mes, o dos. Demonios, tampoco era del tipo que salta de cama en cama…
¿Cómo sería la mujer del abrigo de ante negro en la cama? ¿Una tigresa de melena de miel? ¿O una reina de hielo?
No es que le importara. Sólo era curiosidad intelectual. Le gustaban las mujeres que disfrutaban de su femineidad, que les gustaba ser apreciada por un hombre.
zayn colgaba sus cosas en el casillero.
No hacía falta ser un psicólogo para darse cuenta de que la tigresa no era ese tipo de mujer. Aunque, en la cama del hombre apropiado, tal vez podría serlo.
La melena. El delicado rostro ovalado. Los ojos increíbles, y esa boca sensible.
Porque sí, había sentido su sensibilidad, a pesar de lo breve del roce… Fantástico.
Demonios. Estaba teniendo una erección por una mujer que lo había insultado y que nunca volvería a ver. No quería pensar ni en ella ni en ninguna otra mujer. No este fin de semana. Nada de distracciones. Nada de sexo. Como un atleta, él creía en la abstinencia antes de un mano a mano. Tenía que concentrarse en la reunión del lunes.
Para correr se puso unos pantalones cortos de algodón gris, una sudadera vieja de Yale y unas zapatillas Nike. Un entrenamiento duro y sudoroso era justo lo que necesitaba.
El gimnasio estaba casi vacío. Bueno, era sábado por la noche. Sólo otro tipo estaba en la amplia estancia, esforzándose al máximo alrededor de la pista, con la intensidad solitaria del corredor dedicado.
niall.
mayale12
Re: embarazada de un principe (zayn)
zayn sonrió, se acercó trotando y se puso a la par.
–¡Qué lento! –dijo, cogiendo el ritmo –Estamos caminando. ¿Estás envejeciendo que no puedes correr rápido? –
niall, que tenía sus mismos treinta y uno, le lanzó una mirada impávida.
–Llamaré a los paramédicos cuando colapses –
–Fanfarrón… Cien dólares a que te puedo ganar –
–¿Veinte vueltas? –
–Cuarenta –dijo zayn, y salió disparado.
Momentos más tarde, luego de terminar en un ajustado empate, se miraron, respirando con dificultad y una sonrisa de oreja a oreja.
–¿Qué tal, Roma? –dijo niall.
–¿Qué tal, Atenas? –
Las sonrisas de los hombres se ampliaron y se trabaron en un abrazo de oso.
–Hombre –dijo niall –estás hecho un bastardo sudoroso –
–¡Oye! Tú no estás precisamente para un anuncio de la revista GQ[url=file:///D:/mayra/Marton, Sandra - La novia embarazada del principe italiano - 01 Novias de millonarios zayn.doc#_ftn1][1][/url] –
–¿Cómo estuvo tu vuelo? –
zayn tomó un par de toallas de un box al lado de la pista y le tiró una a Damián.
–Muy bien. Algo de problemas con el clima justo antes de aterrizar, pero nada importante. ¿Y el tuyo? –
–Lo mismo –dijo niall, secándose la cara –realmente me gusta ese pequeño Learjet que compré –
–Pequeño... –dijo zayn riendo.
–Bueno, todavía no es tan grande como el tuyo –
–Lo mío siempre va a ser más grande que lo tuyo, horan –
–Ya querrías –
Se trataba de un viejo juego de bromas que los hizo sonreír abiertamente de nuevo.
–¿Y entonces –preguntó zayn –dónde está harry? –
–Quedamos en reunirnos en… –niall miró su reloj –dos horas.
–¿Eligieron un restaurante? –
–Bueno, más o menos –
zayn levantó una ceja –¿Qué significa eso? –
mayale12
Re: embarazada de un principe (zayn)
Bien, lamento decir que tu novela carece de la ficha que es obligatoria poner, esto está en el PROTOCOLO el cual es obligatorio leer cuando se inicia una novela, tienes dos días {48 horas} para colocarlo, es obligación leerlo, además el tema está en una sección equivocada, pásate por acá Mover y borrar temas y solicita que cambien de subforo el tema. - Staff OnlyWn’s.
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