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créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Sixteen Devils. {1/2.
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Re: Sixteen Devils. {1/2.
Gracias amores, yo también las extrañé si a Mily le parece bien, yo subo el capítulo en unas horas o mañana apenas me levanto.
Invitado
Invitado
Re: Sixteen Devils. {1/2.
pos a mí ya me parece bien. *-* y, de paso, la sophi se nos fue, así que, lo de siempre, ayúdenme a buscar reemplazo.:c
Kurt.
Re: Sixteen Devils. {1/2.
se fue? :c por que? :ccc
espero tu cap, Kay <3
Ya supieron que Hel volvio al foro?
espero tu cap, Kay <3
Ya supieron que Hel volvio al foro?
hange.
Re: Sixteen Devils. {1/2.
si Helenna volvió, im happy<333
yo extrañé a Kay:c y a Deya:c y a todas:c
yo extrañé a Kay:c y a Deya:c y a todas:c
peralta.
---------
Re: Sixteen Devils. {1/2.
hola.
me alegro que kay esté de vuelta. si hay que buscar reemplazo se me ocurren varias chicas. podría ser kitten/sharman(?), rach, bere, idk, yo sólo digo, ustedes acepten o rechacen, ah. sino propongan a alguien más ustedes que se conocen medio foro plz.
me alegro que kay esté de vuelta. si hay que buscar reemplazo se me ocurren varias chicas. podría ser kitten/sharman(?), rach, bere, idk, yo sólo digo, ustedes acepten o rechacen, ah. sino propongan a alguien más ustedes que se conocen medio foro plz.
Invitado
Invitado
Re: Sixteen Devils. {1/2.
"ustedes que se conocen medio foro plz"
hahahahahahahaha ni tanto ni tanto Barbu
hahahahahahahaha ni tanto ni tanto Barbu
peralta.
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Re: Sixteen Devils. {1/2.
lucas stone
La cocina de este lugar es una mierda; mohosa, húmeda y que se cae a pedazos. Una heladera del siglo pasado se encuentra encastrada dentro de un agujero (que no parece haber sido intencional), las repisas de madera roída carecen de manijas y hay goteras en el techo, el ruido que provocan las gotas al caer sobre el ya-casi-hasta-el-tope balde es lo único que se escucha en todo el edificio. Casi puedo oír lo que todos piensan: “¿qué carajos pasó con Raissa?”.
El silencio de la habitación en la que se encuentra es lo más inquietante. La noticia con a que Steve parece estar debatiéndose parece seria.
Pero ella probablemente ya la sabe, ¿entonces por qué luce él tan preocupado?
— Estás muy callado —Keyla se recuesta contra la mesada de mármol, escudriñándome con el ceño fruncido—. ¿Es Raissa?
— No me digas que no tienes, al menos, algo de curiosidad.
Ella se encoge de hombros, su mirada tornándose más indefinible al pasar los segundos. Se muerde el interior de la comisura del labio en un obvio intento de lucir casual, pero, supongo que la conozco demasiado para saber que intenta cubrir su inquietud con aparente indiferencia.
— Zayn entró ahí hace como cinco minutos.
El silencio cae sobre los dos. Pero no ese silencio incómodo y aburrido, sino el tipo que se usa para pensar. Quizá los dos estemos batallando con lo mismo mentalmente: todo ha cambiado tanto desde que comenzó el año. Tanto que se vuelve algo ridículo. Era mucho más fácil vivir y pretender, ahora, para nada. Sé que nunca volveremos a ser los mismos. Ahora, en este momento, siquiera sé si alguna vez la conocí en realidad. No como ella lo hizo conmigo. Quizá todas las personas que conozco son por conveniencia, porque, de alguna manera, estar rodeado de personas rotas, me hace sentir más capaz. Pero si mis padres no son mis padres, mis amigos no mis amigos, ¿entonces quién soy yo?
Claro que he presenciado las facetas de Keyla; la súper emocional, la aniñada, la violenta. Pero nunca, repito, nunca la había visto como hace dos días: asustada y así de preocupada.
Probablemente alguien ha muerto, pienso. Quizá los Ancianos ha arrancado la vida del cuerpo de un ser querido. Quizá lo volverán a hacer hasta que nos rindamos.
Eso quiere decir que Mónica y Albert están en peligro. El solo pensarlo me inquieta ¡si ellos les tocan un pelo…! Entonces, me doy cuenta de lo egoísta que he sido todo este tiempo, entrenando aquí para poder protegerme a mí mismo mientras que el peligro acecha a la gente que amo.
Salgo de la habitación a paso rápido y seguro, lo suficientemente discreto como para que una Keyla sumida en sus pensamientos no lo note. Corro escaleras arriba, tratando con todos mis esfuerzos de que las escaleras chirreen, al menos, más silenciosamente.
Entro a mi habitación con la adrenalina corriéndome por todo el cuerpo, tengo que hacer esto lo más rápido posible, porque si Raissa me escucha, soy hombre muerto. En el momento que cierro la puerta detrás de mí, siento que hay alguien en mi habitación. Avanzo inquieto por el estrecho pasillo de entrada y, entre los montones de pertenencias esparcidas por el suelo de este, diviso mi bate de béisbol. Se siente ligero en mis manos, pero supongo que con la suficiente fuerza…
Sí, claro Lucas, un bate y tú contra psicópatas con poderes mágicos. BIEN PENSADO.
Tomo una respiración profunda y salgo de mi escondite blandiendo el bate.
No hay nadie.
La cama matrimonial luce exactamente como la deje al despertarme; las mantas amarillentas revueltas y arrugas, ropa sobre el cabecero de ébano, pilas de libros que encontré en este lugar alrededor.
Las ventanas del balcón están también abiertas (el olor a moho y humedad es insoportable, así que siempre las dejo así), las cortinas rústicas danzando al ritmo del viento.
Pero la sensación de que alguien está aquí es persistente. Casi insoportable.
Salgo al balcón, vacilante.
Pego un grito cuando veo una silueta sentada sobre una de las barandas. Es Aline. Lleva puesto una sudadera con capucha verde militar y unos oscuros jeans gastados, un bloc de dibujo descansa sobre su regazo y luce un rostro demacrado. Ella mira el bate con los ojos abiertos, asustada, y yo lo bajo, tratando de acompasar mi respiración.
— ¿Qué carajo haces aquí?
— Es que… yo —suspira—, mi habitación solo tiene una escotilla pequeña y… quería dibujar. Tú habitación tiene muy linda vista.
— ¡SI! ¿Sabes que tiene linda vista también? ¡Todas las habitaciones que le siguen! ¡¿POR QUÉ CARAJOS LA MÍA?!
Ella se encoje de hombros ante mi gritería, frunciendo el entrecejo.
— Me has descubierto, entre aquí para oler tu ropa interior —se lleva el dorso de la mano hacia la frente, inclinando el cuerpo teatralmente. Luego vuelve a su posición anterior. —. Desde aquí puedo ver el amanecer.
Suspiro con resignación, la verdad que no tengo tiempo para lidiar con esto ahora.
— Bueno, sigue mirando al amanecer, niña artista. Tengo cosas que hacer. —me acerco a la cómoda frente a mi cama y abro los cajones sin delicadeza, buscando las llaves de mi Jeep entre las cosas antiguas que estos guardan.
— ¿Qué buscas? —su voz suena inocente y delicada, como tanteando terreno desconocido.
Suspiro.
— Las llaves de mi auto.
La escucho balbucear algo sobre el por qué y la miro con rostro expectante. — ¿Qué?
— ¿Por qué?
— Me voy de aquí.
Sus ojos bicolor se abren con sorpresa. — ¿Qué? ¿Por qué?
— ¿De verdad no te haces idea de lo que ha pasado con Raissa?
Ella inhala ruidosamente y golpea rítmicamente el suelo de madera con su pie. — Algún familiar…
— Eso creo. Lo que eso quiere decir es que…
—… ellos podrían estar detrás de nuestras familias.
— Sí.
La oigo revolver algo. — Creo que he encontrado tus llaves. Tengo una condición; me llevas contigo.
— Sí, algo así.
— ¿Ese es tú gran plan? —Aline chilla.
— Sep.
— Es el plan más estúpido que he oído —asiento con la cabeza, concordando. —. Hagámoslo.
Ahora, el silencio entre los dos se tornaba más incómodo cada minuto.
Me aclaro la garganta. — Nunca te he preguntado sobre tu sueño.
— Visión, no sueño, visión —me aclara —. Estábamos todo… todos nosotros, sobre altares de sacrificio.
— Las cosas no tienen que terminar así, no si podemos hacer algo.
— Lo sé.
Tamboreo los pulgares contra el volante, pensando que decir. — Así que ese es tú poder ¿visiones? Van a matarte por eso.
Ella ríe amargadamente — Supongo.
— Entonces, todos nosotros estábamos sobre altares de sacrificio ¿y…?
—Los altares se encontraban en cada punta de una estrella, como las que nosotros tenemos.
Fruncí el ceño, algo confundido. — Eso quiere decir que solo había ocho altares —despego mi vista del camino para verla asintiendo—. Nosotros somos dieciséis.
— Ajá, pero era como, por parejas o algo así.
— ¿Y tú con quién estabas? —puedo sentirla fulminándome a mi lado.
— Tú, idiota.
Con el ceño fruncido, disminuyo la presión que mi pie ejerce sobre el embrague y freno de golpe. Aline sale disparada hacia delante, cayéndose dentro del hueco del asiento y dándose un porrazo contra el tablero.
— ¿Cuál es tú puto problema? —me grita ella, sobándose el frente con una expresión cabreada.
— No me gusta que me den órdenes, menos cuando no se justifican —le comunico con una sonrisa. Ella se baja del auto y cierra de un portazo.
Estamos a, creo, unas cuantas manzanas de mi vecindario, muy cerca del centro del barrio. El auto está detenido frente a una imponente iglesia de piedra pálida, dentro de la cual Aline ingresa a paso ligero, cargando la pequeña mochila con su brazo derecho.
Quizá… Sí, quizás debería acompañarla, para enterarme que carajos quiere hacer en una iglesia. Me rasco la barbilla, sopesando la idea.
La veo golpear las gigantescas puertas de madera con el puño cerrado.
Al salir del auto, una fría ráfaga cierra la puerta y me revuelve el cabello contra la cara. Es imposible que el día se vuelva más frío. Me ajusto gabán gris oscuro y entierro mi nariz dentro de mi bufanda de lana.
Cuando llego al lado de Aline, ella está hablando animadamente con un cura, que sostiene la puerta esperándome. Le sonrío con agradecimiento y me adentro en la iglesia, cerrando el portón detrás de mí.
— Padre —saludo, asintiendo.
— Lucas, Aline —la cabeza del cura oscila en nuestra dirección, indicándonos que lo sigamos.
Dentro del lugar, la única luz es la de las velas, que iluminan la figura colgante de Jesús crucificado, cientos y cientos de ellas, derritiéndose ante la imagen. Todas las bancas se encuentran vacías y el único ruido que se escucha es el eco de nuestros pasos sobre el suelo de linóleo blanco. Seguimos el camino que marcan las columnas hasta el altar, donde el cura se da media vuelta y nos escudriña por unos segundos.
Es alto (no lo suficiente para pasarme, pero alto al fin y al cabo), el cabello grisáceo de sus patillas y las arrugas alrededor de sus ojos me dice que tiene alrededor de cuarenta años. Una sotana negra le cubre el cuerpo entero, y está sosteniendo una biblia con la mano izquierda. Estoy seguro de que nunca lo ví en la vida.
— Entonces, ¿qué necesitan, niños?
Me volteo hacia Aline; su perfil se ve iluminado por la luz incandescente de las velas, dándole un aspecto angelical. Trago saliva con rapidez y vuelvo mi mirada hacia el altar de Jesucristo; Aline y Ángel no van en la misma oración. Simplemente no lo hacen.
— Quería saber si podrías alojar a cuatro personas aquí, Padre Francis.
Francis le sonríe cariñosamente, algo confundido — ¿Y eso por qué?
— Estoy segura de que usted lo sabe.
— Bueno, no creo que los Ancianos puedan entrar en una Iglesia.
— Nosotros somos demonios, Aline, demonios. Y pudimos entrar.
— Si, pero es diferente. No tenemos malas intenciones, supongo que eso es lo que cuenta —ella se voltea hacia mí—. Confía en mí. No lo hubiera decidido si no estuviera cien por ciento segura.
Suspiro. — Confío en ti. Pero, en Ghost Rider, el hijo de Lucifer puede entrar en la iglesia.
— ¿De verdad estás argumentando con la trama de una película de fantasía? —ella suena divertida.
— Eh, okey.
Arranco el auto y encendiendo los faroles para ver entre la leve niebla que vuelve el camino algo borroso.
— ¿Cómo se supone que vamos a convencer a nuestros padres de que se muden, temporalmente, a una iglesia?
— Podríamos usar uno de esos folletos para salir del clóset, pero cambiamos «homosexual» por «demonios con poderes sobrenaturales».
Río un poco, la inquietud revolviéndome el estómago: ¿y si ellos no lo aceptan?. Pero que estoy diciendo ¡CLARO QUE NO LO ACEPTARÁN! Lucas, estás a minutos de decirle a tus padres que eres un Demonio. Y que unos ancianos psicópatas con poderes mágicos te quieren asesinas.
«Mamá, papá, tengo algo importante que decirles. Resulta que ¡SOY UN DEMONIO! Así, nacido en el Inframundo y todo ¿Qué les parece? Noticia loca ¿no?»
Las uñas de Aline rasguñando la piel de mi mano me devuelven a la realidad. Gimo y paro el auto. Entonces, noto la expresión de profundo terror de Aline: sus ojos se encuentran abiertos como platos, algo lagrimosos y se cubre la boca con la palma de la mano.
Miro a mi alrededor y es entonces cuando noto el resplandor anaranjado que despide algo frente al auto.
Una casa del vecindario está en llamas y no hay nadie alrededor.
Antes de que pueda detenerla, Aline sale corriendo y se adentra en la casa en llamas. Su casa en llamas.
El silencio de la habitación en la que se encuentra es lo más inquietante. La noticia con a que Steve parece estar debatiéndose parece seria.
Pero ella probablemente ya la sabe, ¿entonces por qué luce él tan preocupado?
— Estás muy callado —Keyla se recuesta contra la mesada de mármol, escudriñándome con el ceño fruncido—. ¿Es Raissa?
— No me digas que no tienes, al menos, algo de curiosidad.
Ella se encoge de hombros, su mirada tornándose más indefinible al pasar los segundos. Se muerde el interior de la comisura del labio en un obvio intento de lucir casual, pero, supongo que la conozco demasiado para saber que intenta cubrir su inquietud con aparente indiferencia.
— Zayn entró ahí hace como cinco minutos.
El silencio cae sobre los dos. Pero no ese silencio incómodo y aburrido, sino el tipo que se usa para pensar. Quizá los dos estemos batallando con lo mismo mentalmente: todo ha cambiado tanto desde que comenzó el año. Tanto que se vuelve algo ridículo. Era mucho más fácil vivir y pretender, ahora, para nada. Sé que nunca volveremos a ser los mismos. Ahora, en este momento, siquiera sé si alguna vez la conocí en realidad. No como ella lo hizo conmigo. Quizá todas las personas que conozco son por conveniencia, porque, de alguna manera, estar rodeado de personas rotas, me hace sentir más capaz. Pero si mis padres no son mis padres, mis amigos no mis amigos, ¿entonces quién soy yo?
Claro que he presenciado las facetas de Keyla; la súper emocional, la aniñada, la violenta. Pero nunca, repito, nunca la había visto como hace dos días: asustada y así de preocupada.
Probablemente alguien ha muerto, pienso. Quizá los Ancianos ha arrancado la vida del cuerpo de un ser querido. Quizá lo volverán a hacer hasta que nos rindamos.
Eso quiere decir que Mónica y Albert están en peligro. El solo pensarlo me inquieta ¡si ellos les tocan un pelo…! Entonces, me doy cuenta de lo egoísta que he sido todo este tiempo, entrenando aquí para poder protegerme a mí mismo mientras que el peligro acecha a la gente que amo.
Salgo de la habitación a paso rápido y seguro, lo suficientemente discreto como para que una Keyla sumida en sus pensamientos no lo note. Corro escaleras arriba, tratando con todos mis esfuerzos de que las escaleras chirreen, al menos, más silenciosamente.
Entro a mi habitación con la adrenalina corriéndome por todo el cuerpo, tengo que hacer esto lo más rápido posible, porque si Raissa me escucha, soy hombre muerto. En el momento que cierro la puerta detrás de mí, siento que hay alguien en mi habitación. Avanzo inquieto por el estrecho pasillo de entrada y, entre los montones de pertenencias esparcidas por el suelo de este, diviso mi bate de béisbol. Se siente ligero en mis manos, pero supongo que con la suficiente fuerza…
Sí, claro Lucas, un bate y tú contra psicópatas con poderes mágicos. BIEN PENSADO.
Tomo una respiración profunda y salgo de mi escondite blandiendo el bate.
No hay nadie.
La cama matrimonial luce exactamente como la deje al despertarme; las mantas amarillentas revueltas y arrugas, ropa sobre el cabecero de ébano, pilas de libros que encontré en este lugar alrededor.
Las ventanas del balcón están también abiertas (el olor a moho y humedad es insoportable, así que siempre las dejo así), las cortinas rústicas danzando al ritmo del viento.
Pero la sensación de que alguien está aquí es persistente. Casi insoportable.
Salgo al balcón, vacilante.
Pego un grito cuando veo una silueta sentada sobre una de las barandas. Es Aline. Lleva puesto una sudadera con capucha verde militar y unos oscuros jeans gastados, un bloc de dibujo descansa sobre su regazo y luce un rostro demacrado. Ella mira el bate con los ojos abiertos, asustada, y yo lo bajo, tratando de acompasar mi respiración.
— ¿Qué carajo haces aquí?
— Es que… yo —suspira—, mi habitación solo tiene una escotilla pequeña y… quería dibujar. Tú habitación tiene muy linda vista.
— ¡SI! ¿Sabes que tiene linda vista también? ¡Todas las habitaciones que le siguen! ¡¿POR QUÉ CARAJOS LA MÍA?!
Ella se encoje de hombros ante mi gritería, frunciendo el entrecejo.
— Me has descubierto, entre aquí para oler tu ropa interior —se lleva el dorso de la mano hacia la frente, inclinando el cuerpo teatralmente. Luego vuelve a su posición anterior. —. Desde aquí puedo ver el amanecer.
Suspiro con resignación, la verdad que no tengo tiempo para lidiar con esto ahora.
— Bueno, sigue mirando al amanecer, niña artista. Tengo cosas que hacer. —me acerco a la cómoda frente a mi cama y abro los cajones sin delicadeza, buscando las llaves de mi Jeep entre las cosas antiguas que estos guardan.
— ¿Qué buscas? —su voz suena inocente y delicada, como tanteando terreno desconocido.
Suspiro.
— Las llaves de mi auto.
La escucho balbucear algo sobre el por qué y la miro con rostro expectante. — ¿Qué?
— ¿Por qué?
— Me voy de aquí.
Sus ojos bicolor se abren con sorpresa. — ¿Qué? ¿Por qué?
— ¿De verdad no te haces idea de lo que ha pasado con Raissa?
Ella inhala ruidosamente y golpea rítmicamente el suelo de madera con su pie. — Algún familiar…
— Eso creo. Lo que eso quiere decir es que…
—… ellos podrían estar detrás de nuestras familias.
— Sí.
La oigo revolver algo. — Creo que he encontrado tus llaves. Tengo una condición; me llevas contigo.
…
— ¿Entonces qué hacemos? ¿Conducir a través del bosque hasta encontrar la carretera? ¡Ellos se darán cuenta!— Sí, algo así.
— ¿Ese es tú gran plan? —Aline chilla.
— Sep.
— Es el plan más estúpido que he oído —asiento con la cabeza, concordando. —. Hagámoslo.
…
Luego de largos minutos atravesando el bosque en busca de un camino inexistente, Aline y yo decidimos conducir hacia el Este hasta quedar con una carretera. Y la encontramos. Ahora, el silencio entre los dos se tornaba más incómodo cada minuto.
Me aclaro la garganta. — Nunca te he preguntado sobre tu sueño.
— Visión, no sueño, visión —me aclara —. Estábamos todo… todos nosotros, sobre altares de sacrificio.
— Las cosas no tienen que terminar así, no si podemos hacer algo.
— Lo sé.
Tamboreo los pulgares contra el volante, pensando que decir. — Así que ese es tú poder ¿visiones? Van a matarte por eso.
Ella ríe amargadamente — Supongo.
— Entonces, todos nosotros estábamos sobre altares de sacrificio ¿y…?
—Los altares se encontraban en cada punta de una estrella, como las que nosotros tenemos.
Fruncí el ceño, algo confundido. — Eso quiere decir que solo había ocho altares —despego mi vista del camino para verla asintiendo—. Nosotros somos dieciséis.
— Ajá, pero era como, por parejas o algo así.
— ¿Y tú con quién estabas? —puedo sentirla fulminándome a mi lado.
— Tú, idiota.
…
— Frena aquí. —me dice Aline con voz imperiosa, colocándose la capucha por encima de la cabeza y tomando su pequeña mochila del asiento trasero. Con el ceño fruncido, disminuyo la presión que mi pie ejerce sobre el embrague y freno de golpe. Aline sale disparada hacia delante, cayéndose dentro del hueco del asiento y dándose un porrazo contra el tablero.
— ¿Cuál es tú puto problema? —me grita ella, sobándose el frente con una expresión cabreada.
— No me gusta que me den órdenes, menos cuando no se justifican —le comunico con una sonrisa. Ella se baja del auto y cierra de un portazo.
Estamos a, creo, unas cuantas manzanas de mi vecindario, muy cerca del centro del barrio. El auto está detenido frente a una imponente iglesia de piedra pálida, dentro de la cual Aline ingresa a paso ligero, cargando la pequeña mochila con su brazo derecho.
Quizá… Sí, quizás debería acompañarla, para enterarme que carajos quiere hacer en una iglesia. Me rasco la barbilla, sopesando la idea.
La veo golpear las gigantescas puertas de madera con el puño cerrado.
Al salir del auto, una fría ráfaga cierra la puerta y me revuelve el cabello contra la cara. Es imposible que el día se vuelva más frío. Me ajusto gabán gris oscuro y entierro mi nariz dentro de mi bufanda de lana.
Cuando llego al lado de Aline, ella está hablando animadamente con un cura, que sostiene la puerta esperándome. Le sonrío con agradecimiento y me adentro en la iglesia, cerrando el portón detrás de mí.
— Padre —saludo, asintiendo.
— Lucas, Aline —la cabeza del cura oscila en nuestra dirección, indicándonos que lo sigamos.
Dentro del lugar, la única luz es la de las velas, que iluminan la figura colgante de Jesús crucificado, cientos y cientos de ellas, derritiéndose ante la imagen. Todas las bancas se encuentran vacías y el único ruido que se escucha es el eco de nuestros pasos sobre el suelo de linóleo blanco. Seguimos el camino que marcan las columnas hasta el altar, donde el cura se da media vuelta y nos escudriña por unos segundos.
Es alto (no lo suficiente para pasarme, pero alto al fin y al cabo), el cabello grisáceo de sus patillas y las arrugas alrededor de sus ojos me dice que tiene alrededor de cuarenta años. Una sotana negra le cubre el cuerpo entero, y está sosteniendo una biblia con la mano izquierda. Estoy seguro de que nunca lo ví en la vida.
— Entonces, ¿qué necesitan, niños?
Me volteo hacia Aline; su perfil se ve iluminado por la luz incandescente de las velas, dándole un aspecto angelical. Trago saliva con rapidez y vuelvo mi mirada hacia el altar de Jesucristo; Aline y Ángel no van en la misma oración. Simplemente no lo hacen.
— Quería saber si podrías alojar a cuatro personas aquí, Padre Francis.
Francis le sonríe cariñosamente, algo confundido — ¿Y eso por qué?
— Estoy segura de que usted lo sabe.
…
— Explícame por qué quieres alojar a nuestros padres en una iglesia —le exijo a Aline mientras subimos dentro de mi auto. Inmediatamente, prendo la calefacción y pongo la llave en el contacto, encendiendo el motor. — Bueno, no creo que los Ancianos puedan entrar en una Iglesia.
— Nosotros somos demonios, Aline, demonios. Y pudimos entrar.
— Si, pero es diferente. No tenemos malas intenciones, supongo que eso es lo que cuenta —ella se voltea hacia mí—. Confía en mí. No lo hubiera decidido si no estuviera cien por ciento segura.
Suspiro. — Confío en ti. Pero, en Ghost Rider, el hijo de Lucifer puede entrar en la iglesia.
— ¿De verdad estás argumentando con la trama de una película de fantasía? —ella suena divertida.
— Eh, okey.
Arranco el auto y encendiendo los faroles para ver entre la leve niebla que vuelve el camino algo borroso.
— ¿Cómo se supone que vamos a convencer a nuestros padres de que se muden, temporalmente, a una iglesia?
— Podríamos usar uno de esos folletos para salir del clóset, pero cambiamos «homosexual» por «demonios con poderes sobrenaturales».
Río un poco, la inquietud revolviéndome el estómago: ¿y si ellos no lo aceptan?. Pero que estoy diciendo ¡CLARO QUE NO LO ACEPTARÁN! Lucas, estás a minutos de decirle a tus padres que eres un Demonio. Y que unos ancianos psicópatas con poderes mágicos te quieren asesinas.
«Mamá, papá, tengo algo importante que decirles. Resulta que ¡SOY UN DEMONIO! Así, nacido en el Inframundo y todo ¿Qué les parece? Noticia loca ¿no?»
Las uñas de Aline rasguñando la piel de mi mano me devuelven a la realidad. Gimo y paro el auto. Entonces, noto la expresión de profundo terror de Aline: sus ojos se encuentran abiertos como platos, algo lagrimosos y se cubre la boca con la palma de la mano.
Miro a mi alrededor y es entonces cuando noto el resplandor anaranjado que despide algo frente al auto.
Una casa del vecindario está en llamas y no hay nadie alrededor.
Antes de que pueda detenerla, Aline sale corriendo y se adentra en la casa en llamas. Su casa en llamas.
- Agradecería que leyeran:
- Sí, ya sé, tendría que haber subido el capítulo ayer, pero tuve un problema en cuestiones de redacción en cuanto a la última parte del capítulo y tuve que volver a escribirlo para que quedara menos horrible (ahora solo está feo). Pero no quería retrasarme más, así que lo subí apenas lo reescribí.
En cuestiones de Lucas y Aline, agradecería que nadie tocara el tema, a lo que me refiero es que no hagan que sus personajes los encuentren ni nada (tampoco a sus padres) porque quiero hacer eso en el capítulo de Aline. Pero claro, en cuanto respecte a no encontrarlos, en lo demás son libres.
Gracias por leer y espero que lo disfrutarán
PD: Cambié el formato del capítulo así parecía más largo, espero no moleste :lovely:
Invitado
Invitado
Re: Sixteen Devils. {1/2.
Kaaaay <3 lei tu cap desde que lo subiste, pero se me complico el comentar; lei y me largue al instante ._.
mujer, ya te he dicho que amo la pareja que hacen Lucas y Aline, no? Es que, no se >-> seran los primeros (o ya lo son ) en ya tu sabee'
Eso de que las familias y todos estan en peligros me tiene con los pelos de punta, odio las muertes Amo como se tratan estos dos(? se "odian" pero es obvio que no pueden estar separados. La idea de Aline me agrado, pero despues Lucas arrojo mis esperanzas al suelo >:cc No creere nada de lo que dice. Nuestros nenes son demonios con buenas intenciones, no? Por eso no les paso nada ._.
LOCO, no me gusta que dejen las cosas asi. Bueno, si, PERO ME INTRIGA, KAY, ME INTRIGA/ Y TENDRE QUE ESPERAR A LA OTRA RONDA PARA SABER. Que te pense, señorita es injusto
lo ame <3
mujer, ya te he dicho que amo la pareja que hacen Lucas y Aline, no? Es que, no se >-> seran los primeros (o ya lo son ) en ya tu sabee'
Eso de que las familias y todos estan en peligros me tiene con los pelos de punta, odio las muertes Amo como se tratan estos dos(? se "odian" pero es obvio que no pueden estar separados. La idea de Aline me agrado, pero despues Lucas arrojo mis esperanzas al suelo >:cc No creere nada de lo que dice. Nuestros nenes son demonios con buenas intenciones, no? Por eso no les paso nada ._.
LOCO, no me gusta que dejen las cosas asi. Bueno, si, PERO ME INTRIGA, KAY, ME INTRIGA/ Y TENDRE QUE ESPERAR A LA OTRA RONDA PARA SABER. Que te pense, señorita es injusto
lo ame <3
hange.
capítulo 04.
Noah Stewart
—Entonces, como sabrán, tienen que aprender a defenderse.
Oh, vaya. Esto no estaba gustándome para nada. ¿Por qué todo se resumía a utilizar la violencia, o al caso, nuestros tontos poderes? Era frustrante. ¿No podían simplemente dejarme fuera del grupo? Ah, cierto, tengo la marca que confirma que soy un demonio.
Eso me lleva a más preguntas. La cuestión es, ¿Qué clase de demonio le tiene miedo a la oscuridad? ¿A matar un mosquito porque después me sentiría mal? Eso no era común, al menos no lo era en las películas y libros sobre demonios. Por consiguiente, yo no era ningún demonio; se equivocaron de persona. Deberían olvidarse de mí e ir a buscar a otra Noah.
No era violenta, no me gustaba serlo, aun y tuviese que morderme para suprimir la ira de mi cuerpo.
Solo estas asustada.
La voz de Raissa resonó en mi cabeza con un eco impresionante, que casi me hacía creer que me hablaba, antes de recordar que eso me había dicho hace unos días. Justo antes de que ocurriese el caos con Harry y Keyla —cosa que me dejo sin dormir.
Ignorando mi estúpida conciencia, terminé de ducharme y me coloqué unos jeans desgastados y una remera roja con el logo de “thing 4” escrita en el centro. Después de haber entrenado, de nuevo, bajo los insistentes pedidos de Zayn sobre ‘atacarlo’ terminé muy cansada. El moreno era el único chico que no me exasperaba, al menos no por diversión. Se veía genuinamente dispuesto a mostrarme como debo defenderme utilizando mi fuerza física —en mi caso, inexistente. Era bastante extraño, pero me agradaba.
—¿Mataron a…a quién? —el susurro sorprendido y angustiado de Alice fue la única voz que se escuchó.
Mi respiración se detuvo solo por unos segundos, asumí que al igual que la de los demás, por cómo eran sus expresiones. Después de haber escuchado, sin desearlo, una conversación entre Steve y Harry, Ryan vino a contarnos sobre las noticias. Se supone que nos avisarían más tarde, ya que todos tenemos familia y debíamos estar al tanto. Los Ocho grandes, o como sea que se llamaban, son seres despiadados y no se detendrían a pensar en que consecuencias traía asesinar a alguien inocente.
No podía decir que sabía exactamente cómo se sentía, pues nunca tuve una madre biológica, pero asumiendo que yo podía perder a mí mama de esa manera… Sin desearlo, algo comenzó a arder lentamente dentro de mi pecho.
—¿Eso qué significa? ¿Ninguna familia está a salvo? —preguntó Louis, aunque no se veía muy seguro de querer escuchar la respuesta a eso.
—Nadie está a salvo. —la voz de Steve, clara y fuerte, nos interrumpió. Estábamos en una especie de salón para recrearnos, y justo detrás de él, el resto de los ‘demonios’.
Intenté no mirar mucho a Raissa cuando cruzó el marco de la puerta, con Zayn justo detrás de ella. No quería hacerle sentir ninguna incomodidad. Al contrario de Ryan, que la miró fijamente desde que puso un pie en la habitación. Ese niño no conocía la palabra escrúpulos.
—No se imaginan el poder que tienen estas personas, asumiendo que en realidad lo son —continuó el padrastro de Harry. — Por eso insisto tanto, por eso estoy tan obstinado para que entrenen hasta desfallecer; desarrollen esos poderes que tiene ahí dentro y úsenlos para el bien. —hizo una pequeña pausa para tomar aire y dedicarle una mirada a Raissa. — No les prometo que esto será increíble, alucinante y con un final feliz. Será todo lo contrario, será una masacre; pero esa masacre puede convertirse en una guerra si no hacemos algo contra eso.
Cada uno o bien, la gran mayoría, tenía algún pariente que pertenecía a esa organización sobre los demonios. Era algo así, por lo que podía recordar de la información que nos dio Steve. No esperaba a nadie de mi familia y cuando me contestaron que no, fue genial. Suficiente tengo con tratar de recordarme a mí misma que no soy como un campo de dinamita que puede estallar en cualquier tiempo. Solo había que tocar los botones destinados a eso.
Pero enorme fue mi sorpresa cuando una señora que conocía demasiado bien se apareció en mi habitación una mañana. Era Danetta, la mujer del Servicio Social que visitaba mi casa cada mes de cada ano. La primera vez que la vi era demasiado pequeña, siempre iba a supervisar como me iba con mis padres adoptivos, como era mi relación y sus visitas aumentaron en cuanto supo que tendría una nueva hermana. De seguro presintió que sería el infierno. Pero sin dudas, verla de pie en frente de mi cama de brazos cruzados y con una pequeña sonrisa en su rostro, no fue algo que me espere.
—¿Cómo…como me encontró? —fue lo primero que se me ocurrió decir. Mi voz salió un poco rasposa debido a que acababa de despertarme.
Había visitado mi casa hace dos días, diciéndole a mi madre que me quedaría a dormir en casa de Raissa en “temporada de exámenes” ya que necesitaba ayuda con algunas materias. Servicio Social siempre nos visitaba en las primeras semanas del mes, y si no me equivocaba, ya estábamos terminando este.
—No te encontré exactamente, Noah —su voz era suave pero firme. — Yo te traje aquí.
Esa respuesta solo me desconcertó más de lo que ya estaba. La pelirroja soltó un suspiro y se acercó para sentarse en el borde de la no tan cómoda, pero cama al fin, que me había sido asignada. Comenzó a explicarme como ella era parte de la Organización en la que también estaba Steve y muchos parientes más de los chicos. Ella formaba parte de aquello antes de que yo naciera. La profecía de los demonios se rumoreaba desde hace muchos años, pero nadie la creía. Lógico. Pero cuando me vio en el hospital, ya que estaba realizando una encuesta en el hospital cerca de esas fechas, supo al instante que aquella marca en mi omoplato no era algo normal. Así que se pasó todo el tiempo pretendiendo ser mi supervisora del Servicio Social, cuando en realidad siempre ha sido algo parecido a mi protectora todo este tiempo.
—Sé que esto está pasando demasiado rápido —dijo después de que mi cara se desfigurara a causa de la sorpresa. — Y tal vez sea demasiada información demasiado rápido, pero es algo que tenías que saber rápidamente.
Asentí sin decir nada.
—A propósito, tendremos que encontrar una excusa más creíble que eso de que te quedaras a dormir en casa de otro por exámenes. Eso no es muy convincente, ¿sabes? —inquirió, ladeando la cabeza y sonriendo un poco.
—Es que…fue lo primero que se me ocurrió —me encogí de hombros.
Danetta se rio divertida y aquello me hizo sonreír, después de tanto tiempo con una mueca de miedo y estrés. Se sintió bien. Tal vez no sería tan malo tenerla allí, después de todo, me había acompañado desde siempre. Le pregunte acerca de la seguridad de mis padres. Necesitaba asegurarme de que ellos estarían bien, que nada les pasaría. Tuve que conformarme con un “estamos trabajando en ello” además se resignarme a que, probablemente, ir a mi casa sería un acto suicida masivo.
En la noche, después de que todos se habían arrinconado en las habitaciones asignadas, intenté dormir sin lograrlo. Cada vez que me sentía caer lentamente en la inconciencia, sentía como una pequeña presión se ejercía sobre mi cuerpo e imágenes no agradables atravesaban mi cerebro. Las pesadillas amenazaban con darme un golpe.
Así que tomé el Ipod y tarareando la música de Pink avancé hasta la cocina y el desastre que se encontraba allí. La casa era un desastre en casi todas las habitaciones, pero sin duda la cocina era la peor. Ocho chicos en desarrollo adolescente eran la receta perfecta de como pudrir tu cocina en una semana si eres descuidado.
Encendí todas las luces desde el pasillo hasta la cocina y todos los de la sala. En verdad odiaba la oscuridad. Sin más, subí el volumen de la música y comencé a ordenar todo. Lo que sea para no soñar con aquella atrocidad de nuevo. No era la misma pesadilla dos veces seguidas, pero si era todo sobre un mismo tema. Fregué los platos, organicé los gabinetes, limpié el desayunador y las mesetas. Arreglé todo lo que pensé que debería ser arreglado hasta que simplemente, estaba demasiado agotada para moverme y me dejé caer en el sillón más cercano.
—Noah, seré honesto contigo, ¿está bien? —la voz de Steve sonaba más seria de lo normal. No lo había visto sonreír, o verse si quiera un poco en paz, desde el ataque a Harry y Keyla, más los demás ataques en los últimos días. Estaba casi segura de que le habían comenzado a salir más canas por el estrés y parecía haber envejecido solo por aquello.
Asiento de manera rápida para que prosiga. Justo cuando estaba por comenzar mi “entrenamiento” con Zayn, que era más una discusión —el tratando de exasperarme para que lo golpee, yo aterrorizada solo con el pensamiento de hacer algo así— este me saco del salón, dejando a los demás detrás. Raissa se encontraba apartada con Connor, probablemente, tratando de mejorar más sus habilidades de detener el tiempo.
—El problema es que tienes que cambiar tu actitud. No estoy diciendo que no tengas personalidad, o que debas cambiarla; pero debes cambiar tu actitud respecto a todo esto. Entiendo que tengas miedo —tomé un poco de aire y lo miré seria, tratando de averiguar de qué se trataba todo esto. — pero eso no significa que te niegues a aprender cómo defenderte, como explotar ese potencial que tienes ahí dentro. Ninguno de esos ancianos tendrá piedad solo porque eres “inofensiva”, todo lo contrario, se divertirán más torturándote debido a eso. Tienes un poder ahí oculto, úsalo y explótalo, o por el contrario terminaras explotada.
Sin desearlo, las imágenes de aquella horrible noche en el bosque llegaron a mi cabeza. Como Raissa me ordenó hacer aquello, creyendo que era capaz de hacerlo cuando ni yo misma podía considerarlo. El temblor de mis manos y el latido desbocado de mi corazón. Y entonces, me comparé con el resto. No era como ellos, no podía serlo. ¿Cómo entonces, era capaz de aprender a vencer aquellas cosas que nos querían matar?
—Además de eso, hay una teoría que quiero comprobar —dijo minutos después de estar en total silencio, dejándome analizar mis pensamientos. — Tengo esa idea de que tal vez, no solo seas capaz de crear una explosión de largo alcance. Estoy casi seguro de que si te controlas y aprendes a dejar salir o reunir la cantidad adecuada de energía, puedes crear explosiones leves o iguales de dañinas pero con menos alcance. ¿Entiendes lo que digo?
Suspiré y asentí otra vez. A pesar de creerle, no estaba del todo segura de poder lograr eso.
—Vamos, golpéame con todo lo que tengas.
—No te golpeare, Zayn, ya déjame en paz —bufé molesta, devolviéndole los guantes de boxeo que me entregó.
Sus ojos avellana se clavaron en los míos llenos de reproche y algo más que no entendí. Sinceramente apreciaba sus buenas intenciones, pero yo era un desastre y así me quedaría.
—Tienes que aprender a…
—A defenderme, si, ya lo sé. Pero no puedo —me encogí de hombros.
—Noah, ¡no es que tengamos todo el tiempo del mundo! Vas a tener que hacerlo —exclamó y me tendió los guantes de nuevo.
—No lo haré —ese día estaba más terca que los demás, ya que anteriormente había accedido a intercambiar un par de golpes sonsos.
El abrió la boca, pero nada salió de esta y sus labios se juntaron con un resoplido por su parte. Yo, en cambio, me crucé de brazos. Y así comenzó una guerra entre miradas, una que yo no estaba dispuesta a ceder. Los demás seguían absortos en sus actividades, más porque Keyla estaba volviendo a ser su normal persona y se encontraba compitiendo con Damon sobre quien podría tumbar un saco de boxear primero. Solo estaban ausentes Lucas y Aline. Nadie pregunto mucho por ellos hasta ahora, asumimos que estaban durmiendo.
—Creo que deberías dejarme intentar hacerlo, Malik —la profunda voz de Liam sonó a mis espaldas de manera repentina.
No me giré hacía el por qué no sabría si podría mantener mi dura expresión si lo veía a la cara. Liam a veces me intimidaba demasiado por varias cosas: su actitud con respecto a todo (parecía no tener corazón o sentimientos o algo), que poseía súper fuerza y además de eso, Ryan decía que tenía otra habilidad y el no saber cuál era me ponía nerviosa.
Zayn lo examinó por unos segundos hasta que cedió y se alejó, dándome los guantes y yendo hacia donde se encontraba Raissa. Quise arrancarle todas las pestañas cuando lo vi irse. Escuché los pasos de Liam rodearme hasta tenerlo en frente de mí, pero solo dejé mi mirada fija en sus zapatillas deportivas.
—Escucha pequeña ruidosa, no voy a tenerte pena ni nada por el estilo, ¿okay? —rodé los ojos aun sin mirarlo, ¿ruidosa? ¿Quién se creía? — Bien, el que calla otorga. Ahora, colócate los guantes y presta atención —para ser un chico que no hablaba mucho, estaba diciendo demasiado en estos momentos. Sorprendentemente, mi cuerpo obedeció la orden y comencé a ponerme los guantes sin rechistar. ¿Estaría usando…? —Hay cuatro reglas básicas para saber defensa personal, y de ahí se derivan las demás o tú las inventas; como decidas.
Justo cuando acabé de colocarme el guante izquierdo, avanzó hacia mí y coloco dos dedos vendados bajo mi mentón, levantándolo y haciendo que lo mirase.
—Regla no. 1: nunca quites los ojos del oponente —susurró bastante cerca de mi rostro. Antes de poder reaccionar, me soltó y llevó ambas manos a mis brazos, subiéndolos a la altura de mi nariz. — Regla no. 2: nunca bajes la guardia. ¿Diestra o zurda?
—Diestra —mi voz sonó como un inseguro murmuro.
—Bien —bajó mi brazo derecho y dejó el izquierdo a la altura de mi nariz. — Esta será tu guardia cuando golpees con la derecha.
Se alejó unos pasos para hacer además de atacarme con el puño izquierdo, así que me lancé a la derecha de inmediato, pero allí me esperó su otro brazo, con el que me empujó por el estómago tan fuerte que casi termino en el suelo.
—Regla no. 3: siempre espera lo inesperado.
Lo siguiente que hizo fue dar un leve zape, en un punto de mi brazo. Aunque dolió, sabía que aquella no era su fuerza total, Segundos después, este comenzó a doler mucho más de lo que un golpe así puede provocar. Lo miré aterrada, mientras una leve sonrisa curvo sus delgados labios.
—Regla no. 4: siempre ataca algún punto débil.
—¡Charlotte, tienes que sacarlos de tu mente! ¡Tienes que cerrar tu mente! —los gritos de Ryan se escuchaban por encima de la lluvia y los truenos que resonaban por todo el lugar.
Si cuando la noche era calmada, el bosque se veía demasiado tenebroso, al estar en medio de una tormenta lo hacía verse diez mil veces peor. Estaba temblando bajo el suéter azul cielo que estaba utilizando, y ya no sabía distinguir si se debía al frio o al terror que sentía en esos momentos. Los ojos de Charlotte ya no poseían pupila así como, a juzgar por las explicaciones de Raissa, sus acciones no eran controladas por su cerebro. Aquella marca de los Ocho Grandes parecía haber establecido una especie de lazo directo a su mente.
La tormenta parecía aumentar su furia a medida que los minutos pasaban. No entendía muy bien lo que ocurría. Estaba descansando luego de toda una mañana de haber sido explotada por el maniático de Liam y con Steve presionándome para que deje el ‘miedo’ de utilizar mis ‘dones’. Estaba segura de que si el supiera lo peligroso que puede llegar a ser, estaría tan asustado como yo. Usar aquella maldición con la que nací solo trae desastres.
Algo era cierto: todo pasaba demasiado rápido. Estábamos comiendo algo cuando Louis se dio cuenta de que Aline y Lucas no estaban en ningún lugar de la casa. Le tomo casi dos minutos a Raissa afirmar que no se encontraban en el bosque, pero no podía determinar en donde se encontraban necesariamente. Steve parecía aún más desequilibrado de lo normal, pero apenas se notaba por gestos como rascarse la nuca, ya que su expresión siempre era neutra.
Mientras nos preguntábamos acerca de esos dos, sin saber si preocuparnos en extremo o estar aliviados de que estaban juntos (asumiendo que si lo estaban), la tormenta apareció de la nada. Todos supieron que Charlotte era la causante de aquello. Pero no era precisamente por cambio de humor. Algún anciano estaba tratando de apoderarse de su cerebro y, por ende, de sus poderes, con el único fin de llegar a todos. Raissa estaba tratando de intervenir, pero era difícil acercarse a la pelimarrón. Un rayo caía encima de ti al acercarte a metro y medio.
¿Acaso esto iba a ser asi siempre? ¿Alguien vendría a atacarnos o a nuestra familia, solo porque si? ¿Qué clase de ser vivo podía ser tan despiadado?
En ese momento, un desafortunadamente familiar viento frio rozo mi nuca, como tal aliento de una persona en pleno invierno. Mi temblor se detuvo abruptamente, al igual que mi respiración y puedo jurar que mis latidos pararon por medio segundo. Aquella sensación produjo una imagen fugaz en mi cabeza de la Biblioteca del Colegio y el tremendo susto que pasamos allí, aunque esto no se le compara.
Somos los Ocho grandes, querida. Despiadado es nuestro segundo nombre.
La voz era de una mujer mayor, podía asegurar que una anciana. ¿Ocho grandes? ¿Cómo Ocho grandes diablos que quieren solo caos y destrucción? Una ola de miedo me invadió de pies a cabeza y sentí las horribles ganas de salir corriendo y esconderme veinte metros bajo tierra. Sin embargo, mi cuerpo no se movió un centímetro.
Puedes ir a donde quieras, te vamos a encontrar.
La voz de la anciana acariciaba las palabras, como la voz de una abuela amorosa; no obstante, el tono de diversión demacrada no podía pasar desapercibido por mis oídos. El frio en mi cuerpo se incrementó de una manera increíble y sentí como mi cuerpo se entumeció levemente. No podía respirar bien o si quiera parpadear. Era como el miedo puro, que te tomaba de sorpresa y te dejaba sin aliento para siquiera gritar en auxilio.
La vista de los demás tratando de acercarse a Charlotte, evitando a los rayos y relámpagos ocultándose entre los árboles, se volvió borrosa en mis ojos. ¿Estaba yéndome hacia la inconsciencia, también? ¿Estaba tratando de controlarme, como hacían con Charlotte?
De pronto, un vivido recuerdo de la casa donde solía vivir en llamas apareció en mi cabeza. Lo que podía ser capaz de crear solo si utilizaba la emoción o la concentración correcta. Todos podrían terminar incinerados. No iba a dejar que algo así ocurriese. No podía. Pero tampoco podía moverme o actuar en mi propia voluntad. Quería gritar, así que comencé a esforzarme por hacerlo. Trate de alejar la explosión de mi cabeza, a pesar de que se repetía continuamente, castigándome con las imágenes. Era una tortura silenciosa.
—¡Noah! —escuche el grito de alguien llamarme, pero no supe identificar quien.
Los rostros devastados de mis padres al ver la casa incinerada. El peligro al que expuse a mi hermana. Muchas imágenes que pensé haber olvidado regresaban a mi memoria una detrás de la otra, golpeándome, abrumándome con más emociones además del terror y frio que sentía en ese momento. Mucho frio.
Justo en ese momento me di cuenta de la energía que estaba acumulándose en mi mano derecha. Sentí terror. ¿Qué tal si explotaba, con todos tan cerca de mí? Quería dejarla ir, controlar mis movimientos; pero el esfuerzo no valía nada. Podía escuchar como la tormenta estaba en su máximo esplendor. El cielo relampagueaba periódicamente. Ya no sabía si era Charlotte atacando a los demás o si era alguno de los ancianos.
De la nada, algo se arrojó encima de mí, haciéndome caer en tierra y hojas secas. Observe a Liam colocar ambos brazos a mis costados, al lado de mis hombros. Sus ojos estaban oscuros y llenos de ira. Miro directamente a mis ojos, sentí que veía hasta mis entrañas. Con una horrible punzada de dolor en mi cerebro, sentí como el entumecimiento de mi cuerpo iba desapareciendo.
—¡Despierta, maldición! ¿¡Qué diablos crees que haces!? —rugió.
Pude mover la cabeza hacia mi mano derecha y detener la energía blanca que estaba volviéndose cada vez más grande. ¿Era Liam el causante de aquello, de que controlara otra vez mis acciones?
—¡Noah, diablos, reacciona! —grito otra vez. En ese momento me di cuenta como mi otra mano se movía en círculos, atrayendo energía.
Otra punzada en mi cerebro. Dolió más. Sentía como mi cuerpo se debilitaba, pero el entumecimiento estaba desapareciendo poco a poco. Cuando trate de llevar la atención hacia mi otra mano, las manos de Liam sujetaron mi rostro y me hicieron mirarlo. Sus otros atravesaron los míos. Sentí paz y caos al mismo tiempo, porque las punzadas se volvieron más dolorosas, como si en realidad mi cerebro estuviese siendo golpeado. Asimismo, sentía el control de mi cuerpo aumentando. No fui consciente de las lágrimas o de la sangre brotando de mi nariz hasta momentos después, al mismo tiempo que lo que pareció ser el tronco de un árbol cayó junto a nosotros.
Mis parpados comenzaron a cerrarse, pero no deje de mirar a Liam un solo segundo. Mi cerebro se sentía como si fuese a explotar. Comenzaba a sentir el dolor físico en todo mi cuerpo, por igual. Hasta que se cerraron por completo y fui ajena a todo a mí alrededor.
Oh, vaya. Esto no estaba gustándome para nada. ¿Por qué todo se resumía a utilizar la violencia, o al caso, nuestros tontos poderes? Era frustrante. ¿No podían simplemente dejarme fuera del grupo? Ah, cierto, tengo la marca que confirma que soy un demonio.
Eso me lleva a más preguntas. La cuestión es, ¿Qué clase de demonio le tiene miedo a la oscuridad? ¿A matar un mosquito porque después me sentiría mal? Eso no era común, al menos no lo era en las películas y libros sobre demonios. Por consiguiente, yo no era ningún demonio; se equivocaron de persona. Deberían olvidarse de mí e ir a buscar a otra Noah.
No era violenta, no me gustaba serlo, aun y tuviese que morderme para suprimir la ira de mi cuerpo.
Solo estas asustada.
La voz de Raissa resonó en mi cabeza con un eco impresionante, que casi me hacía creer que me hablaba, antes de recordar que eso me había dicho hace unos días. Justo antes de que ocurriese el caos con Harry y Keyla —cosa que me dejo sin dormir.
Ignorando mi estúpida conciencia, terminé de ducharme y me coloqué unos jeans desgastados y una remera roja con el logo de “thing 4” escrita en el centro. Después de haber entrenado, de nuevo, bajo los insistentes pedidos de Zayn sobre ‘atacarlo’ terminé muy cansada. El moreno era el único chico que no me exasperaba, al menos no por diversión. Se veía genuinamente dispuesto a mostrarme como debo defenderme utilizando mi fuerza física —en mi caso, inexistente. Era bastante extraño, pero me agradaba.
***
—¿Mataron a…a quién? —el susurro sorprendido y angustiado de Alice fue la única voz que se escuchó.
Mi respiración se detuvo solo por unos segundos, asumí que al igual que la de los demás, por cómo eran sus expresiones. Después de haber escuchado, sin desearlo, una conversación entre Steve y Harry, Ryan vino a contarnos sobre las noticias. Se supone que nos avisarían más tarde, ya que todos tenemos familia y debíamos estar al tanto. Los Ocho grandes, o como sea que se llamaban, son seres despiadados y no se detendrían a pensar en que consecuencias traía asesinar a alguien inocente.
No podía decir que sabía exactamente cómo se sentía, pues nunca tuve una madre biológica, pero asumiendo que yo podía perder a mí mama de esa manera… Sin desearlo, algo comenzó a arder lentamente dentro de mi pecho.
—¿Eso qué significa? ¿Ninguna familia está a salvo? —preguntó Louis, aunque no se veía muy seguro de querer escuchar la respuesta a eso.
—Nadie está a salvo. —la voz de Steve, clara y fuerte, nos interrumpió. Estábamos en una especie de salón para recrearnos, y justo detrás de él, el resto de los ‘demonios’.
Intenté no mirar mucho a Raissa cuando cruzó el marco de la puerta, con Zayn justo detrás de ella. No quería hacerle sentir ninguna incomodidad. Al contrario de Ryan, que la miró fijamente desde que puso un pie en la habitación. Ese niño no conocía la palabra escrúpulos.
—No se imaginan el poder que tienen estas personas, asumiendo que en realidad lo son —continuó el padrastro de Harry. — Por eso insisto tanto, por eso estoy tan obstinado para que entrenen hasta desfallecer; desarrollen esos poderes que tiene ahí dentro y úsenlos para el bien. —hizo una pequeña pausa para tomar aire y dedicarle una mirada a Raissa. — No les prometo que esto será increíble, alucinante y con un final feliz. Será todo lo contrario, será una masacre; pero esa masacre puede convertirse en una guerra si no hacemos algo contra eso.
***
Cada uno o bien, la gran mayoría, tenía algún pariente que pertenecía a esa organización sobre los demonios. Era algo así, por lo que podía recordar de la información que nos dio Steve. No esperaba a nadie de mi familia y cuando me contestaron que no, fue genial. Suficiente tengo con tratar de recordarme a mí misma que no soy como un campo de dinamita que puede estallar en cualquier tiempo. Solo había que tocar los botones destinados a eso.
Pero enorme fue mi sorpresa cuando una señora que conocía demasiado bien se apareció en mi habitación una mañana. Era Danetta, la mujer del Servicio Social que visitaba mi casa cada mes de cada ano. La primera vez que la vi era demasiado pequeña, siempre iba a supervisar como me iba con mis padres adoptivos, como era mi relación y sus visitas aumentaron en cuanto supo que tendría una nueva hermana. De seguro presintió que sería el infierno. Pero sin dudas, verla de pie en frente de mi cama de brazos cruzados y con una pequeña sonrisa en su rostro, no fue algo que me espere.
—¿Cómo…como me encontró? —fue lo primero que se me ocurrió decir. Mi voz salió un poco rasposa debido a que acababa de despertarme.
Había visitado mi casa hace dos días, diciéndole a mi madre que me quedaría a dormir en casa de Raissa en “temporada de exámenes” ya que necesitaba ayuda con algunas materias. Servicio Social siempre nos visitaba en las primeras semanas del mes, y si no me equivocaba, ya estábamos terminando este.
—No te encontré exactamente, Noah —su voz era suave pero firme. — Yo te traje aquí.
Esa respuesta solo me desconcertó más de lo que ya estaba. La pelirroja soltó un suspiro y se acercó para sentarse en el borde de la no tan cómoda, pero cama al fin, que me había sido asignada. Comenzó a explicarme como ella era parte de la Organización en la que también estaba Steve y muchos parientes más de los chicos. Ella formaba parte de aquello antes de que yo naciera. La profecía de los demonios se rumoreaba desde hace muchos años, pero nadie la creía. Lógico. Pero cuando me vio en el hospital, ya que estaba realizando una encuesta en el hospital cerca de esas fechas, supo al instante que aquella marca en mi omoplato no era algo normal. Así que se pasó todo el tiempo pretendiendo ser mi supervisora del Servicio Social, cuando en realidad siempre ha sido algo parecido a mi protectora todo este tiempo.
—Sé que esto está pasando demasiado rápido —dijo después de que mi cara se desfigurara a causa de la sorpresa. — Y tal vez sea demasiada información demasiado rápido, pero es algo que tenías que saber rápidamente.
Asentí sin decir nada.
—A propósito, tendremos que encontrar una excusa más creíble que eso de que te quedaras a dormir en casa de otro por exámenes. Eso no es muy convincente, ¿sabes? —inquirió, ladeando la cabeza y sonriendo un poco.
—Es que…fue lo primero que se me ocurrió —me encogí de hombros.
Danetta se rio divertida y aquello me hizo sonreír, después de tanto tiempo con una mueca de miedo y estrés. Se sintió bien. Tal vez no sería tan malo tenerla allí, después de todo, me había acompañado desde siempre. Le pregunte acerca de la seguridad de mis padres. Necesitaba asegurarme de que ellos estarían bien, que nada les pasaría. Tuve que conformarme con un “estamos trabajando en ello” además se resignarme a que, probablemente, ir a mi casa sería un acto suicida masivo.
En la noche, después de que todos se habían arrinconado en las habitaciones asignadas, intenté dormir sin lograrlo. Cada vez que me sentía caer lentamente en la inconciencia, sentía como una pequeña presión se ejercía sobre mi cuerpo e imágenes no agradables atravesaban mi cerebro. Las pesadillas amenazaban con darme un golpe.
Así que tomé el Ipod y tarareando la música de Pink avancé hasta la cocina y el desastre que se encontraba allí. La casa era un desastre en casi todas las habitaciones, pero sin duda la cocina era la peor. Ocho chicos en desarrollo adolescente eran la receta perfecta de como pudrir tu cocina en una semana si eres descuidado.
Encendí todas las luces desde el pasillo hasta la cocina y todos los de la sala. En verdad odiaba la oscuridad. Sin más, subí el volumen de la música y comencé a ordenar todo. Lo que sea para no soñar con aquella atrocidad de nuevo. No era la misma pesadilla dos veces seguidas, pero si era todo sobre un mismo tema. Fregué los platos, organicé los gabinetes, limpié el desayunador y las mesetas. Arreglé todo lo que pensé que debería ser arreglado hasta que simplemente, estaba demasiado agotada para moverme y me dejé caer en el sillón más cercano.
***
—Noah, seré honesto contigo, ¿está bien? —la voz de Steve sonaba más seria de lo normal. No lo había visto sonreír, o verse si quiera un poco en paz, desde el ataque a Harry y Keyla, más los demás ataques en los últimos días. Estaba casi segura de que le habían comenzado a salir más canas por el estrés y parecía haber envejecido solo por aquello.
Asiento de manera rápida para que prosiga. Justo cuando estaba por comenzar mi “entrenamiento” con Zayn, que era más una discusión —el tratando de exasperarme para que lo golpee, yo aterrorizada solo con el pensamiento de hacer algo así— este me saco del salón, dejando a los demás detrás. Raissa se encontraba apartada con Connor, probablemente, tratando de mejorar más sus habilidades de detener el tiempo.
—El problema es que tienes que cambiar tu actitud. No estoy diciendo que no tengas personalidad, o que debas cambiarla; pero debes cambiar tu actitud respecto a todo esto. Entiendo que tengas miedo —tomé un poco de aire y lo miré seria, tratando de averiguar de qué se trataba todo esto. — pero eso no significa que te niegues a aprender cómo defenderte, como explotar ese potencial que tienes ahí dentro. Ninguno de esos ancianos tendrá piedad solo porque eres “inofensiva”, todo lo contrario, se divertirán más torturándote debido a eso. Tienes un poder ahí oculto, úsalo y explótalo, o por el contrario terminaras explotada.
Sin desearlo, las imágenes de aquella horrible noche en el bosque llegaron a mi cabeza. Como Raissa me ordenó hacer aquello, creyendo que era capaz de hacerlo cuando ni yo misma podía considerarlo. El temblor de mis manos y el latido desbocado de mi corazón. Y entonces, me comparé con el resto. No era como ellos, no podía serlo. ¿Cómo entonces, era capaz de aprender a vencer aquellas cosas que nos querían matar?
—Además de eso, hay una teoría que quiero comprobar —dijo minutos después de estar en total silencio, dejándome analizar mis pensamientos. — Tengo esa idea de que tal vez, no solo seas capaz de crear una explosión de largo alcance. Estoy casi seguro de que si te controlas y aprendes a dejar salir o reunir la cantidad adecuada de energía, puedes crear explosiones leves o iguales de dañinas pero con menos alcance. ¿Entiendes lo que digo?
Suspiré y asentí otra vez. A pesar de creerle, no estaba del todo segura de poder lograr eso.
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—Vamos, golpéame con todo lo que tengas.
—No te golpeare, Zayn, ya déjame en paz —bufé molesta, devolviéndole los guantes de boxeo que me entregó.
Sus ojos avellana se clavaron en los míos llenos de reproche y algo más que no entendí. Sinceramente apreciaba sus buenas intenciones, pero yo era un desastre y así me quedaría.
—Tienes que aprender a…
—A defenderme, si, ya lo sé. Pero no puedo —me encogí de hombros.
—Noah, ¡no es que tengamos todo el tiempo del mundo! Vas a tener que hacerlo —exclamó y me tendió los guantes de nuevo.
—No lo haré —ese día estaba más terca que los demás, ya que anteriormente había accedido a intercambiar un par de golpes sonsos.
El abrió la boca, pero nada salió de esta y sus labios se juntaron con un resoplido por su parte. Yo, en cambio, me crucé de brazos. Y así comenzó una guerra entre miradas, una que yo no estaba dispuesta a ceder. Los demás seguían absortos en sus actividades, más porque Keyla estaba volviendo a ser su normal persona y se encontraba compitiendo con Damon sobre quien podría tumbar un saco de boxear primero. Solo estaban ausentes Lucas y Aline. Nadie pregunto mucho por ellos hasta ahora, asumimos que estaban durmiendo.
—Creo que deberías dejarme intentar hacerlo, Malik —la profunda voz de Liam sonó a mis espaldas de manera repentina.
No me giré hacía el por qué no sabría si podría mantener mi dura expresión si lo veía a la cara. Liam a veces me intimidaba demasiado por varias cosas: su actitud con respecto a todo (parecía no tener corazón o sentimientos o algo), que poseía súper fuerza y además de eso, Ryan decía que tenía otra habilidad y el no saber cuál era me ponía nerviosa.
Zayn lo examinó por unos segundos hasta que cedió y se alejó, dándome los guantes y yendo hacia donde se encontraba Raissa. Quise arrancarle todas las pestañas cuando lo vi irse. Escuché los pasos de Liam rodearme hasta tenerlo en frente de mí, pero solo dejé mi mirada fija en sus zapatillas deportivas.
—Escucha pequeña ruidosa, no voy a tenerte pena ni nada por el estilo, ¿okay? —rodé los ojos aun sin mirarlo, ¿ruidosa? ¿Quién se creía? — Bien, el que calla otorga. Ahora, colócate los guantes y presta atención —para ser un chico que no hablaba mucho, estaba diciendo demasiado en estos momentos. Sorprendentemente, mi cuerpo obedeció la orden y comencé a ponerme los guantes sin rechistar. ¿Estaría usando…? —Hay cuatro reglas básicas para saber defensa personal, y de ahí se derivan las demás o tú las inventas; como decidas.
Justo cuando acabé de colocarme el guante izquierdo, avanzó hacia mí y coloco dos dedos vendados bajo mi mentón, levantándolo y haciendo que lo mirase.
—Regla no. 1: nunca quites los ojos del oponente —susurró bastante cerca de mi rostro. Antes de poder reaccionar, me soltó y llevó ambas manos a mis brazos, subiéndolos a la altura de mi nariz. — Regla no. 2: nunca bajes la guardia. ¿Diestra o zurda?
—Diestra —mi voz sonó como un inseguro murmuro.
—Bien —bajó mi brazo derecho y dejó el izquierdo a la altura de mi nariz. — Esta será tu guardia cuando golpees con la derecha.
Se alejó unos pasos para hacer además de atacarme con el puño izquierdo, así que me lancé a la derecha de inmediato, pero allí me esperó su otro brazo, con el que me empujó por el estómago tan fuerte que casi termino en el suelo.
—Regla no. 3: siempre espera lo inesperado.
Lo siguiente que hizo fue dar un leve zape, en un punto de mi brazo. Aunque dolió, sabía que aquella no era su fuerza total, Segundos después, este comenzó a doler mucho más de lo que un golpe así puede provocar. Lo miré aterrada, mientras una leve sonrisa curvo sus delgados labios.
—Regla no. 4: siempre ataca algún punto débil.
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—¡Charlotte, tienes que sacarlos de tu mente! ¡Tienes que cerrar tu mente! —los gritos de Ryan se escuchaban por encima de la lluvia y los truenos que resonaban por todo el lugar.
Si cuando la noche era calmada, el bosque se veía demasiado tenebroso, al estar en medio de una tormenta lo hacía verse diez mil veces peor. Estaba temblando bajo el suéter azul cielo que estaba utilizando, y ya no sabía distinguir si se debía al frio o al terror que sentía en esos momentos. Los ojos de Charlotte ya no poseían pupila así como, a juzgar por las explicaciones de Raissa, sus acciones no eran controladas por su cerebro. Aquella marca de los Ocho Grandes parecía haber establecido una especie de lazo directo a su mente.
La tormenta parecía aumentar su furia a medida que los minutos pasaban. No entendía muy bien lo que ocurría. Estaba descansando luego de toda una mañana de haber sido explotada por el maniático de Liam y con Steve presionándome para que deje el ‘miedo’ de utilizar mis ‘dones’. Estaba segura de que si el supiera lo peligroso que puede llegar a ser, estaría tan asustado como yo. Usar aquella maldición con la que nací solo trae desastres.
Algo era cierto: todo pasaba demasiado rápido. Estábamos comiendo algo cuando Louis se dio cuenta de que Aline y Lucas no estaban en ningún lugar de la casa. Le tomo casi dos minutos a Raissa afirmar que no se encontraban en el bosque, pero no podía determinar en donde se encontraban necesariamente. Steve parecía aún más desequilibrado de lo normal, pero apenas se notaba por gestos como rascarse la nuca, ya que su expresión siempre era neutra.
Mientras nos preguntábamos acerca de esos dos, sin saber si preocuparnos en extremo o estar aliviados de que estaban juntos (asumiendo que si lo estaban), la tormenta apareció de la nada. Todos supieron que Charlotte era la causante de aquello. Pero no era precisamente por cambio de humor. Algún anciano estaba tratando de apoderarse de su cerebro y, por ende, de sus poderes, con el único fin de llegar a todos. Raissa estaba tratando de intervenir, pero era difícil acercarse a la pelimarrón. Un rayo caía encima de ti al acercarte a metro y medio.
¿Acaso esto iba a ser asi siempre? ¿Alguien vendría a atacarnos o a nuestra familia, solo porque si? ¿Qué clase de ser vivo podía ser tan despiadado?
En ese momento, un desafortunadamente familiar viento frio rozo mi nuca, como tal aliento de una persona en pleno invierno. Mi temblor se detuvo abruptamente, al igual que mi respiración y puedo jurar que mis latidos pararon por medio segundo. Aquella sensación produjo una imagen fugaz en mi cabeza de la Biblioteca del Colegio y el tremendo susto que pasamos allí, aunque esto no se le compara.
Somos los Ocho grandes, querida. Despiadado es nuestro segundo nombre.
La voz era de una mujer mayor, podía asegurar que una anciana. ¿Ocho grandes? ¿Cómo Ocho grandes diablos que quieren solo caos y destrucción? Una ola de miedo me invadió de pies a cabeza y sentí las horribles ganas de salir corriendo y esconderme veinte metros bajo tierra. Sin embargo, mi cuerpo no se movió un centímetro.
Puedes ir a donde quieras, te vamos a encontrar.
La voz de la anciana acariciaba las palabras, como la voz de una abuela amorosa; no obstante, el tono de diversión demacrada no podía pasar desapercibido por mis oídos. El frio en mi cuerpo se incrementó de una manera increíble y sentí como mi cuerpo se entumeció levemente. No podía respirar bien o si quiera parpadear. Era como el miedo puro, que te tomaba de sorpresa y te dejaba sin aliento para siquiera gritar en auxilio.
La vista de los demás tratando de acercarse a Charlotte, evitando a los rayos y relámpagos ocultándose entre los árboles, se volvió borrosa en mis ojos. ¿Estaba yéndome hacia la inconsciencia, también? ¿Estaba tratando de controlarme, como hacían con Charlotte?
De pronto, un vivido recuerdo de la casa donde solía vivir en llamas apareció en mi cabeza. Lo que podía ser capaz de crear solo si utilizaba la emoción o la concentración correcta. Todos podrían terminar incinerados. No iba a dejar que algo así ocurriese. No podía. Pero tampoco podía moverme o actuar en mi propia voluntad. Quería gritar, así que comencé a esforzarme por hacerlo. Trate de alejar la explosión de mi cabeza, a pesar de que se repetía continuamente, castigándome con las imágenes. Era una tortura silenciosa.
—¡Noah! —escuche el grito de alguien llamarme, pero no supe identificar quien.
Los rostros devastados de mis padres al ver la casa incinerada. El peligro al que expuse a mi hermana. Muchas imágenes que pensé haber olvidado regresaban a mi memoria una detrás de la otra, golpeándome, abrumándome con más emociones además del terror y frio que sentía en ese momento. Mucho frio.
Justo en ese momento me di cuenta de la energía que estaba acumulándose en mi mano derecha. Sentí terror. ¿Qué tal si explotaba, con todos tan cerca de mí? Quería dejarla ir, controlar mis movimientos; pero el esfuerzo no valía nada. Podía escuchar como la tormenta estaba en su máximo esplendor. El cielo relampagueaba periódicamente. Ya no sabía si era Charlotte atacando a los demás o si era alguno de los ancianos.
De la nada, algo se arrojó encima de mí, haciéndome caer en tierra y hojas secas. Observe a Liam colocar ambos brazos a mis costados, al lado de mis hombros. Sus ojos estaban oscuros y llenos de ira. Miro directamente a mis ojos, sentí que veía hasta mis entrañas. Con una horrible punzada de dolor en mi cerebro, sentí como el entumecimiento de mi cuerpo iba desapareciendo.
—¡Despierta, maldición! ¿¡Qué diablos crees que haces!? —rugió.
Pude mover la cabeza hacia mi mano derecha y detener la energía blanca que estaba volviéndose cada vez más grande. ¿Era Liam el causante de aquello, de que controlara otra vez mis acciones?
—¡Noah, diablos, reacciona! —grito otra vez. En ese momento me di cuenta como mi otra mano se movía en círculos, atrayendo energía.
Otra punzada en mi cerebro. Dolió más. Sentía como mi cuerpo se debilitaba, pero el entumecimiento estaba desapareciendo poco a poco. Cuando trate de llevar la atención hacia mi otra mano, las manos de Liam sujetaron mi rostro y me hicieron mirarlo. Sus otros atravesaron los míos. Sentí paz y caos al mismo tiempo, porque las punzadas se volvieron más dolorosas, como si en realidad mi cerebro estuviese siendo golpeado. Asimismo, sentía el control de mi cuerpo aumentando. No fui consciente de las lágrimas o de la sangre brotando de mi nariz hasta momentos después, al mismo tiempo que lo que pareció ser el tronco de un árbol cayó junto a nosotros.
Mis parpados comenzaron a cerrarse, pero no deje de mirar a Liam un solo segundo. Mi cerebro se sentía como si fuese a explotar. Comenzaba a sentir el dolor físico en todo mi cuerpo, por igual. Hasta que se cerraron por completo y fui ajena a todo a mí alrededor.
- Spoiler:
- Aqui esta mi cap, nenas <33 Espero que les guste n.n dejo todo a su linda imaginacion(? Sigue Barbu
PD: Aparezcan, che
hange.
Re: Sixteen Devils. {1/2.
a ver, a ver, a ver, a VEEEEEEEEEEEEEER KAY Y MILY QUE CHINGADOS FUE ESO?!?!?!?!??!
las odio por crear capítulos tan intensos,nah, las amo <3
pero omg, omg omg omFG
comentaré cuando tenga tiempo ): y quiero decirles que me dieron muchas ideas para mi capítulo y ya quiero escribir
y amo a lucasxaline
y amo a noahxliam
y odio a los viejetes
ugh bYE
sus capítulos me mataron
asdkjahskjdhajksd
amo esta colectiva
y que no se estanque, please ):
las odio por crear capítulos tan intensos,
pero omg, omg omg omFG
comentaré cuando tenga tiempo ): y quiero decirles que me dieron muchas ideas para mi capítulo y ya quiero escribir
y amo a lucasxaline
y amo a noahxliam
y odio a los viejetes
ugh bYE
sus capítulos me mataron
asdkjahskjdhajksd
amo esta colectiva
y que no se estanque, please ):
peralta.
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Re: Sixteen Devils. {1/2.
Chicas, ayer me agarró un momento de inspiración y tengo la mitad del capítulo así que me preguntaba si podía subir antes de Barb, si no pues no(?)
peralta.
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Re: Sixteen Devils. {1/2.
Mily tu capítulo me encanto ): pero esta es una ronda de flojera en donde me da flojera -duh- comentar capítulos haha, pero idk si Deya me deja subir c:
peralta.
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