"Enséñame a Olvidar" (Nick)

—Déjame adivinar. Te rechazó

Negué. Le había estado contando a ______ mi historia con Darby durante la última hora mientras que ella se perdía en divagaciones estúpidas debido a su poca capacidad de raciocinio, que yo atribuía al estado alcoholizado de su organismo. De otro modo la mujer es malditamente inteligente e intuitiva. Tome otro trago de cerveza, contando que éste era el último trago que bebía de la cerveza, superaba la docena de cervezas que había ingerido hasta el momento. Y eso que solo estaba en el comienzo de mi historia, que patéticamente, decidí contarle a ______ desde el principio.

—No. Al contrario, me aceptó felizmente, y por un momento... que digo momento, por tres meses, me dejé cegar por la felicidad que prometía estar a su lado el resto de mi patética vida, que era bastante apestosa en ese entonces, y bajé la guardia con ella, que… si que Darby se entere por favor, se comportaba como una arpía.
—Me imagino. Y nah, no te preocupes, tu “obscenidad” está a salvo conmigo. En el momento en que la vea, va a estar tan perdida en mi letanía que va a olvidar por completo una palabra tan inferior como arpía. No lo dudes.
—Gracias por el compañerismo, pero sé cuidarme solo.
Me miró irónicamente y luego hizo una seña al mesero.
—Otra ronda por favor —Se volteó para mirarme —Ahora, si ella no te rechazó cuando le pediste matrimonio. ¿Entonces que diablos te hizo?

Miré hacia los enormes arreglos florares y tuve que esforzarme por no ceder ante el infantil impulso de patear uno. Ellos no tenían porque pagar por el hecho de que yo era el imbécil mas imbécil del mundo, que ni siquiera podía mantener una prometida a gusto el tiempo suficiente para que ella se apareciese en la boda. No, ni las flores, decorativos, mesas, sillas o pastel, que amablemente había regalado a quienes se habían tomado la molestia de asistir a la fracasada boda, tenían porque pagar por ello. Esto era mi culpa, enteramente mi culpa.
—Si quieres que diga algo, ella nunca me gustó. Demasiado Prada y Gucci para mi gusto.
Me di la vuelta para mirar sin expresión alguna a mi mejor amigo Lance.
—Aprecio lo que intentas hacer, pero no estas logrando nada.
Suspirando, Lance metió sus manos en los bolsillos de su traje negro.
—Si, eso no hace que la decencia entre en el cuerpo de esa mujer. Sinceramente, le ayudaría una transfusión o algo...
—Lance. Gracias por venir
Comprendiendo mi nada disimulado pedido, Lance se marcho.

Mire a mi alrededor, los preparativos fueron sencillos, nada sofisticados. En ese entonces no tenía mucho dinero, mi pequeña empresa ha crecido amablemente en el último año, así que tres años atrás, no estaba en el mismo lugar. Darby apreciaba las cosas caras y se enfado un poco cuando se enteró que en mi bolsillo no había lo suficiente para los gastos de la boda, más un vestido de novia de diez mil dólares. Aún así, me había encargado de hacer todo lo más bonito, acogedor y encantador posible, de verdad que lo había logrado. Pero nada, de nada servirían mis ahorros gastados en una boda que no se iba a llevar a cabo. Y ahora me encontraba solo, en medio de todo mi trabajo, con el corazón en millones de piezas alrededor.
—Nicholas…
Alcé mi vista a quien, un día, fue mi pérdida. Darby llevaba un corto vestido rosado veraniego. La tez bronceada de sus hombros estaba expuesta al escrutinio de quien la mirase, y Demonios, yo me acordaba perfectamente de la suavidad de su piel al tacto. Sus largas piernas estaban cruzadas y movía sus manos nerviosamente, aún así, Estaba tan hermosa y segura como siempre, con su largo cabello negro descendiendo hasta sus pechos.
—yo… Lo siento
Estaba vacilante. Y en mi interior rugía una furia que pedía a gritos que me acercara a ella y le gritara por una explicación. Pero cuando sus ojos azules se posaron sobre los míos con arrepentimiento, lo único que pude sentir fue un profundo arrepentimiento y dolor. Dolor por la pérdida. Y arrepentimiento por haber trabajado tan duro en una cosa que nunca se llevaría a cabo. Pero más que todo, sentía decepción, porque a ella no parecieron haberle importado los dos años compartidos, a ella no pareciera haberle importado una mierda lo que yo sentía y el dolor que su abandono me causaría.
—¿Por Qué? —pregunte en un susurro
—No lo se
Sus ojos mostraban confusión
—Genial. Así que esta mañana te despertaste y decidiste que no te casarías conmigo. Muy amable por tu parte no hacerlo cuando me arrodille ante ti en aquel restaurante ¿Sabes? Aunque había audiencia. En ese entonces hubiese dolido menos que ahora.
—Ya te dije que lo siento Nicholas. No se lo que ocurrió ¿Bueno? Sólo que no estoy lista para casarme todavía.
La mire con furia
—¿Qué? Me pides que te espere
—¡No! Claro que no… solo creo que deberíamos darnos un tiempo.
—Y un cuerno. Te dí tres meses para romper el compromiso, lo pudiste hacer en ese tiempo ¡Demonios! Esto se acabó.
Y cuando creí que no sería más humillante para mi. Ella se acercó y deposito amablemente su anillo de compromiso en mi palma.
—No lo merecías.
Dicho esto, me marché.

Aparté la mirada, demonios, incluso con unas cuantas cervezas encima, el recuerdo dolía.
—Al menos tienes dignidad, eso es algo.
—Si, eso creo.
—Dijiste que ella no estaba lista para casarse...
—Si, y lo más interesante de esa afirmación es que para el invierno, seis meses después de su ruptura conmigo, estaba prometida a un rico italiano, tuvo su boda por lo alto, y un año después se separaron. A veces creo que me apresuré, que debí esperar hasta invierno para pedirle matrimonio.
—Lo siento Nick.

Miré en su dirección, sus increíblemente bellos ojos color ámbar brillaban con pena, con verdadera pena. Pena que muy lejos de agradarme, me llegó profundamente en el corazón, y me irritó. Diablos, estaba cansado de ver pena en los ojos de las demás personas cuando se enteran que soy el pobre imbécil a quien su prometida dejó plantado y nunca se apareció en su boda. Pero la pena que veía en sus ojos era verdadera, no insultante ni nada parecido.
—El amor apesta, lo sé.

Entrecerré mis ojos. ¿Estaría lo demasiado tomado como para imaginar que ella secaba una lágrima con su mano? Sip, probablemente lo estaba. Tantas cervezas podrían afectar seriamente la cordura de alguien, hasta el punto de hacerlo ver visiones. Sin mencionar que no era lo único que había ingerido, decidí mezclar en mi noche de despecho con un poco de todo; tequila, ron, vodka y alcohol habían pasado por mi boca, haciendo malabares con mi mente. Pero ni aún con todo el alcohol del mundo encima podría pasar por alto que este momento se estaba tornando un poco demasiado emocional para mi gusto.
—Ven, basta de lamentarse. Vamos a bailar.
—Me parece que han sido unas horas de salvaje diversión. —Escuche decir al Dj por el micrófono —Creo que es hora de algo suave.
Y, justo cuando la noche estaba siendo agradable. Suena la única canción intolerable para mí.
—Me encanta esa canción —Dijo ______ y se acercó más a mí.
—A mi no tanto
—¡Vamos! Tienes que estar bromeando, es un hit de Los Beatles
—Si bueno, hit o no… Let it Be no es una muy buena canción, dada mi situación.
—Ohh… cierto.
______ Se acercó y envolvió sus brazos en mi cuello. Estaba tambaleante dado que ella había bebido más que yo. Así que la sujeté por la cintura, temiendo que se callera. Nos empezamos a mover al compás de la música.
—Pensándolo bien, en este momento la canción parece casi soportable.
—Hmm-hmm —ronroneó ella con la cabeza en mi pecho.
—No te lo había dicho antes, pero… Creo que bailas maravillosamente.
—Gracias. Viniendo de ti, eso es un halago, Romeo, estas últimas horas estabas siendo un poquito odioso. —Me miró con picardía —Al menos no me dijiste que tengo un modo de bailar… caliente.
—Bueno, no acostumbro a decir lo que pienso.

Me miro estupefacta por mi confesión. Yo estaba estupefacto también. Pero estaba absorto en su mirada, nunca había visto una mirada más sincera que la de esa mujer.
—Dios sabe que me arrepentiré por lo que voy a decir, pero… realmente me gustó el beso que compartimos esta tarde, y el hecho que me defendiste de Hunter como un héroe. Gracias.
Algo cálido explotó en mi pecho al escucharla decir esas cosas.
—Bueno, viniendo de ti es halagador. No te imagino agradeciendo muy a menudo.
Ella rio abiertamente, mientras nos seguíamos balanceando con la melodía.
—Cierto
—Por otra parte, debo admitir que ese beso del que hablas… hmmm, digamos que me gustó.
—Ni pasado de copas dejas de ser engreído —Comentó con tono burlón.
—Cierto.

Nos quedamos aproximadamente un minuto en silencio, solo mirándonos el uno al otro, hasta que… por instinto o por una primitiva necesidad que me llamaba, acerqué mis labios a los de ella. Su boca me recibió ansiosa, y sin ninguna cohibición, ya sea por que ambos estábamos en un estado de evidente… ¿Valentía? O porque ambos necesitábamos el beso para aplacar cierta curiosidad. Mi lengua se movió vacilante sobre la suya, estaba temblando… y sospecho que no solo por las copas, estaba temblando por la intensidad de su beso, por el sabor de sus labios, y por la magnífica sensación que se sentía probarlos. La apreté más contra mí y ella se aferro a mi cuello como si de eso dependiera su vida. Podría decir, que, en cualquier momento, y dada la pasión que nos dominaba, ella envolvería sus piernas en mi cintura y yo correría escaleras arriba… a nuestro dormitorio.

Un pitidito de alarma sonó en mi mente... ¿Qué diablos? Piensa en... Piensa en… ¿Por qué es que estoy aquí? ¿Por qué ella me lleva en su auto? ¿Que estoy buscando? Ni un solo pensamiento coherente se asomaba por mi cabeza en ese momento, sólo me poseía un instinto pasional… casi animal, de poseer a ______, aquí y ahora.

La última imagen vívida de esa noche y que recuerdo. Fue cuando finalizamos el beso, y ______ tenía los labios hinchados por mis dientes, que en su momento habían saltado a la acción mordiendo su labio inferior, y sus mejillas un poco acaloradas por la intensidad del beso.
Sus pupilas dilatadas por la pasión, fue también añadido a la imagen que evocó mi mente al despertar, cuando me estiré deliciosa pero incómodamente en la estrecha cama y… descubrí un cuerpo a mi lado.
Maldición.