"Enséñame a Olvidar" (Nick)

“Paradise Dinner”. Nombre Ridículo para un restaurante, pero era el único que había encontrado en las tres horas que llevaba caminando. Escogí una mesa al fondo del local, no tenía mucha hambre, estaba sediento.

— Bienvenido a Paradise Dinner ¿Qué desea ordenar? — me atendió una rubia de unos treinta y tantos años, parecía muy amable
— Solo una Coca-Cola, gracias
— Enseguida… — La mujer me trajo la soda inmediatamente
— Usted no es de aquí cerca ¿Cierto?
— Soy de San Francisco — comenté dándole un trago a mi gaseosa
— Si está planeando quedarse por aquí, es bienvenido, Me llamo Doris
— Un gusto Doris...hmmm— vacilé — de casualidad no sabe ¿quién está vendiendo un auto por aquí?

— No, pero…— miró por el ventanal al lado de mi mesa. La morena con la que me había topado unos minutos atrás tiraba unas maletas al asiento trasero de su Mustang azul. — Puedes preguntarle a ella, se llama ______, la pobre acaba de renunciar y el dinero no le caería nada mal. ¿Sabe? — dijo sentándose en frente mío — A mi también me gustaría renunciar, pero cuando se tienen tres hijos hay que ganarse el dinero por ellos — suspiró — ______ estudió fotografía, pero no ha podido pagar su diploma, había estudiado becada pero los muy imbéciles le salieron con una cantidad de gastos que la pobre no se esperaba, así que necesita el dinero, supongo que no pierde nada con preguntarle — sonrió levantándose de la mesa — espero que tenga suerte, joven
— Gracias — dije terminándome mi bebida y dándole cincuenta dólares — Guarde el cambio.

Y salí del establecimiento. La chica se estaba subiendo al auto. La llamé. Llevaba unos shorts, una leñadora a cuadros negros y rojos, y unas botas de cuero. Los lentes de sol le daban un aire salvaje, atrevido. Era una castaña sexy, debía admitirlo.

— ¡Oye! Hola...— dije llegando a su lado
— ¿Hola? — vaciló
— ¿Cuánto por tu auto?
— ¿Disculpa? — preguntó con una ceja arqueada
— Me dijeron — apunté al restaurante — Que podrías venderme tu auto.
Ella soltó una carcajada
— ¿Quien te ha dicho eso?
— Doris…
— ¡Ah! —Se carcajeó —Sasha no está en oferta — dijo dándole unos golpecitos al capó azul de su auto
— ¿Sasha? — pregunté con voz divertida ¿En serio le había puesto nombre a su auto?
— Si — me reí — ¿Algún problema?
— No, claro que no. Solo que pienso que si necesitas el dinero y yo te lo estoy ofreciendo, esta hecho — ella se acercó a mi con aire indignado
—¿Qué has dicho?
— Que si necesitas el dinero y yo te lo puedo proporcionar, ¿Qué hay que pensar?

— Mira imbécil — dijo señalándome con su dedo índice — ¿Crees que por tener dinero puedes venir e intentar sobornarme?
— Supongo — me encogí de hombros. De verdad necesitaba el auto para poder llegar con Darby y si tenía que ser algo cínico con aquella castaña de sexys curvas, iba a hacerlo. Todo lo iba a hacer por Darby.
— Pues estás muy equivocado
— Te daré diez mil dólares, sólo tengo que hacer unas llamadas y…
—Sasha no vale diez mil dólares
— Entonces te daré doce mil, en serio me gustan los Mustang y el color es bonito…

— No está en oferta — dijo subiéndose a su auto. Me paré en frente impidiéndole el paso
— Escucha, mi auto se estampó contra un árbol a unos 5 kilómetros de aquí, recorrí el trayecto caminando esperando encontrar civilización cerca, llevo tres horas caminando bajo el sol, solo quiero un puto auto para poder ir a buscar a la mujer de mi vida, así que si no me vas a vender tu auto, podrías al menos ser un poco amable e indicarme ¿donde diablos puedo conseguir uno? — casi grité atropelladamente. La chica me miró con una sonrisa divertida y se bajó un poco los lentes, soltó una carcajada. Esa mujer me irritaba ¿Qué le parecía tan gracioso?

Me hizo señas para que me acercara a la ventanilla del asiento del acompañante
— Así que eres un aventurero Romeo en busca de su Julieta — se rió de su propio chiste, yo sólo fruncí el seño — Mira, voy a ser al menos un poco amable, a unos veinte minutos de aquí hay un pueblo, Dylan, el hijo de Doris es el mecánico y tiene un taller, supongo que hay alguna chatarra que te sirva al menos para llegar a la ciudad grande más cercana y puedas comprarte el lamborghini que te mereces — me guiño un ojo — Suerte, y que tu Julieta no se te escape — se dispuso a arrancar el auto, pero no se lo permití

— ¿Cuánto me cobras por llevarme allí?
— Me pediste que fuera un poco amable, si me hubieras pedido que fuera muy amable te habría llevado gratis, allí vivo yo — se encogió de hombros. Sonreí, esta mujer me irritaba y mucho.
— ¿Podrías ser muy amable y llevarme hasta el pueblo? — sonrió seductoramente y me abrió la puerta
— Sube...


— Entonces, Romeo, ¿Qué le pasó a tu auto? — me preguntó cuando llevábamos cinco minutos de camino
— Se estampó contra un árbol
— ¿Solo? — me miro de reojo
— De acuerdo, lo estampé contra un árbol
—Ughh, y las mujeres somos las que tenemos fama de malas conductoras
— Estaba buscando mi celular — comenté irritado por la necesidad que sentía de explicarle a aquella mujer para no quedar como un esnob

— De acuerdo— se encogió de hombros — dices que estas buscando a la mujer de tu vida ¿Tienes una idea de como es? O ¿Eres un loco de los que creen en el amor a primera vista?
— Ninguna de las dos — comenté irritado — La conozco, se llama Darby y me iba a casar con ella. Y en el amor a primera vista, no creo en ello, creo en que hay que conocer muy bien a la persona para decidir si se está enamorado o no. — ¡Demonios! ¿De donde crecía esa necesidad de explicarle todo a aquella desconocida?
— Si, eres un romántico empedernido — se burló ella — espero que esa Darby no rompa tu ingenuo corazón, y que todo valla bien contigo — dijo un poco más seria — ¿Dónde dices que vive? ¿Te ibas a casar con ella? ¿Por qué no se casaron?

— ¿Porque iba a responderte? — pregunté receloso
— Porque estoy siendo lo suficientemente amable como para no tirarte por la ventana, porque créeme que podría hacerlo — me guiño un ojo
— ¿Por qué harías eso? Si me tiras por la ventana ¿Quien va a responder tus preguntas?
— Eres un hombre listo Romeo, pero no más que yo, no más que yo.
—Nick, soy Nick, no Romeo

— Mi auto, los nombres que yo quiera usar — Sonrió quedándose con la última palabra, suspiré cansado… éste iba a ser un largo viaje, especialmente porque se estaba desarrollando en mi interior una tendencia a querer contraatacar todos los comentarios de aquella mujer.
— ¿Te llamas ______? ¿Cierto? —Ella asintió sin apartar la vista de la carretera — ¿Qué pasaría si yo decidiera llamarte Julieta? — se volteó a mirarme inmediatamente, luego una sonrisa maliciosa asomó por su delicado rostro
— Te castraría