Riddle in Hougan. [HS]

Nombre: Riddle in Hougan.    
Adaptación: Como casi todo escritor, las ideas nacieron de algunas otras historias o sucesos, el resto es mi idea.
Género: Misterio, Ficción, Romance.
Advertencias: Lenguaje fuerte, violencia, uso de drogas, muchas cosas de adolescentes, primera novela oficial, no actualizo tan seguido.

Alaska Rowe, de diecisiete años, por su rebelde comportamiento y su estado psicológico inestable, es enviada a Georgiana Hougan, un internado inglés de suma rigurosidad a treinta kilómetros de la ciudad de Londres. Este instituto, cual además de tener un aspecto anticuado, posee historias ocultas nada del agrado de la gente que escucha o sabe de ellas.
Aquí es donde la vida de Alaska se vuelve más anormal de lo que ya era antes. Conoce a Harry, un chico que acude rara vez a clases y del que solamente se sabe su nombre;  peor aún, ella es la única persona que puede ver su existencia.

Omg! me gusto mucho la sinopsis,sobretodo por  Alaska que es rebelde. P.D: Necesitas chicas? si necesitas chicas , puedo estar con Louis?

Kite. escribió:

Rayita~Horan* escribió:Omg! me gusto mucho la sinopsis,sobretodo por  Alaska que es rebelde. P.D: Necesitas chicas? si necesitas chicas , puedo estar con Louis?

Muchas gracias   :P   por el momento no necesito chicas pero cuando llegue a necesitar te aviso c:

Okish! :) 
Espero con ansias el cap. 1 , besos y bye! :)

Capítulo 1
 
Era verdad, la profesora Hayes estaba en lo cierto por séptima vez en el mes.
“Rebelde, maleducada, inconsciente, provocadora y desinteresada” eran algunas de muchas palabras que formaban parte de la lista que me describía según Alma Hayes;  una lista muy predecible pero acertada.
 
Estaba en la oficina directiva por séptima vez en el mes. Mi padre se sentaba junto a mí con un rostro frustrado y harto;  yo,  intentaba mantener un perfil relajado y desinteresado como solía hacerlo asiduamente.  La profesora Hayes, tenía una postura firme y orgullosa detrás de su escritorio, escuchábamos su larga y desmesurada explicación sobre el porqué de mi estadía en la dirección.
—Yo lo vi, lo vi con mis propios ojos. Me mostraron esas sustancias ilegales que compra su hija y debo agregar, Señor Rowe, que su contestación hacia la profesora Proudence fue inapropiada y totalmente vulgar, sobre todo viniendo de una señorita. — Puse los ojos en blanco.
Papá volteó a verme y supe que ésta era la última. Su mandíbula estaba tensa y su mirada lo decía todo, estaba en los peores problemas de mi vida. Desplomó completamente su cuerpo en el respaldo de la silla y  exhaló profundamente preparándose para quizá pedir disculpas y rogar porque no me corrieran de la escuela. “Aquí vamos”, pensé mientras me acomodaba en el asiento.
—Quisiera hablar con usted a solas, si es posible.
Mi corazón se aceleró, sabía que todo estaba perdido. Esas últimas palabras me indicaron que algo diferente estaba por pasar; esta vez no pasaría una semana en detención haciendo sanciones, era seguro que algo definitivo y nada agradable estaba por suceder.
Hayes me observó con sus ojos hinchados y arrugados indicándome la salida de aquella oficina. Obedecí y de mala gana salí de esa sala que me provocaba arcadas.
 
Me encontraba en la parte trasera de las canchas junto con Jude Haw y Kevin Foster. No eran más que simples conocidos de la clase de gramática y  personas de las que podía aprovechar para conseguir cocaína barata. Quizá de haber entregado mi trabajo de ciencias a tiempo no habría provocado que la profesora Proudence comenzara a buscarme por toda la escuela justo en ese momento. Dio conmigo y con la cocaína.
Poco después de que me enviara con Hayes, la única respuesta descarada que se me ocurrió fue “vaya a tirarse a Powell.” Y entonces así es como llegué a la dirección y uno de los muchos porqué me echaron de Hall Green.
Mantuve mi cuerpo lo más tenso que pude; sin embargo, todo en mi temblaba, mi mente era un sismo de ideas y posibilidades. Nueva escuela, nuevas personas y muy probablemente, el mismo asco que me provocaban las personas de esa escuela.
 
El pasillo que daba hacia varias aulas estaba completamente vacío, reinaba el silencio y las luces del techo comenzaban a encenderse. Estaba a punto de oscurecer.
De pronto a pronto, comencé a mover repetitivamente mi pie de arriba a abajo como muestra de exasperación y mis manos eran incapaces de mantenerse quietas.
Era como si intentara buscar opciones para mi vida, me preguntaba cómo sería mi vida si no llegara a acabar al menos la preparatoria; al mismo tiempo intentaba mantener alejado cualquier pensamiento que me recordara a que estaba a unos segundos de recibir el regaño de mi vida.
He estado solamente en tres escuelas y nunca me habían corrido de una. La primera vez que me cambié de escuela fue pocos meses después de que mi madre muriera; decidimos dejar Portland y dirigirnos Madras, una ciudad más pequeña con tan solo cinco mil setenta y ocho habitantes. Era una nueva vida, pero para mí todo era un poco peor al infierno. Odiaba la escuela, odiaba a la gente y me odiaba a mí; cuando eres una chica de cabello soso, con camisas del súper mercado como única vestimenta y una cara del jodido demonio, no eres bien aceptada. No fue hasta Hall Green cuando las cosas me empezaron a dar lo mismo.
—Vámonos— dijo papá de manera seca mientras salía de la dirección. Azotó levemente la puerta. Nos mantuvimos en silencio durante todo el recorrido hasta el estacionamiento, mis nervios y mi curiosidad por saber qué pasó me comían viva. No fue hasta al entrar al auto cuando empezó a darme explicaciones.
—Eres…— aguardó unos segundos, sabía que tenía un nudo en la garganta. Supuse que cualquier cosa que dijera no sería buena —un desastre, eres un desastre, Alaska.
“Dime algo que no sepa”, pensé.
—Papá…
—No te han echado de la escuela. — Di un enorme suspiro de alivio pero aun así, su tono de voz me decía que la situación aún no acababa. De pronto soltó junto a mí una hoja doblada. La tomé con cautela, suponiendo que la dejó a mi lado apropósito.
 
“Georgiana Hougan, internado disciplinario para jóvenes” eran las palabras que no dejaban de dar vueltas en mi mente. Mis ojos se abrieron como plato y mi cabeza comenzaba a hacerse una idea de lo que viviría en ese lugar, definitivamente me esperaba esa clase de castigo.
 —Papá, ¿qué es esto?—pregunté con voz trémula; tenía la leve esperanza de que se tratara de una simple broma pero recordé que cuando mi padre se molestaba, las bromas parecían ser ajenas a él.
—Te enviaré a un internado en Inglaterra…
— ¡¿Tan lejos?!— lo interrumpí con desdén.
— ¡Cállate, Alaska! Tan sólo aprende a cerrar la boca. Ese internado es para gente especial. Gente con desórdenes o simplemente un internado para niños estúpidos de problemas como tú —. Mi cabeza comenzaba  hervir —. Las psicólogas y el consejo lo han tenido como opción durante meses, creo que es lo mejor hasta que te saquen toda esa mierda que traes en la cabeza.