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don't leave her alone. {zayn malik.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: don't leave her alone. {zayn malik.
fjshfghhdjkg Loli me dice Dannú *-* jgdshgkjhdskjgdhjdgk Y yo le digo Loli<3 ahque (?
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Re: don't leave her alone. {zayn malik.
dfiuosd quedaré marcada como loli de por vida ahq. sólo lo acepto bc eres dannú ;_; inventaré algún sobrenombre especial y que tenga que ver con aparatos reproductores y demás. ahq. foiudis. denis, bc es como penis(?) o dene ahq. o danni-pussy. o, idk ;_; dagina ;_; ahreloca. te quiero, dannú ñ_ñ<333.
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Re: don't leave her alone. {zayn malik.
dejo el sobrenombre a tu elección :yoli: y será único bc nadie más te llamará así
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Re: don't leave her alone. {zayn malik.
4 of 4. <3 ignoraré el comentario de lily bc yo soy 4 of 4 :)
taeyong.
Re: don't leave her alone. {zayn malik.
omg, me siento mala persona no me di cuenta de que era el comentario cuatro de la página cuatro. lo siento, ems hermosa, no me odies<|3 :'c
Invitado
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Re: don't leave her alone. {zayn malik.
no te odio, porque yo siempre soy 4 of 4 aunque ustedes no lo noten bc tengo comentarios invisibles 8)
taeyong.
Re: don't leave her alone. {zayn malik.
sjkfhjhjkhkjhgjkghgj No había pensado en que Loli es cómo Loly fjhsjfhjfhjkghdjkgk Dagina ctm kfjsakfkaklsghlsjglsglkd Ay Loly ;-; xd
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Re: don't leave her alone. {zayn malik.
sdgihterfiohprje dime tu sobrenombre definitivo, dannú ahq.
Invitado
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Re: don't leave her alone. {zayn malik.
"Hayley Marshall."
—No hay mucho que decir. —susurró el moreno en un tono extraño. —Es decir, tengo 20, ya sabes mi nombre...—comenzó a enumerar. —Tengo varias hermanas, mi padre es empresario, mi madre está enferma... —se calló, sin saber que otra cosa decirle.
—No esperaba que me dijeras eso.
—Yo tampoco.
—No te diré que lo siento, pero te comprendo. —Zayn supo que era su manera de expresar su lamento. —Así que, más que cualquier cosa, podría decirte que me gusta la persona que eres, Zayn. Eres...especial. Sé que no te conozco para nada, pero creo que lo eres. Tu forma de ser es simplemente diferente a cualquier persona, inspiras confianza. —le dedicó una leve sonrisa. —Mírame, apenas hemos hablado y aún así en este momento estás en mi casa y hablando conmigo.
—Quizás tú eres muy confiada.
—O quizás yo siento que puedo confiar en ti.
Desde hace un rato Bradley se encontraba sola.
Zayn había tenido que irse ya que le había surgido un tema familiar y ella se quedó tranquilamente bebiendo de su sopa de pollo, envuelta en un silencio sepulcral.
El sonido del timbre comenzó a resonar por el departamento y la rubia se levantó, sin saber quién sería la segunda visita del día.
Al abrir la puerta, Hayley Marshall se adentró a la vivienda con confianza y seguridad, haciendo que una risa brotara de la rubia. Sin embargo, Hayley no detuvo su destino; la habitación de Bradley.
—¡Tengo muchísimo que contarte! —Al escuchar las palabras que su amiga con ansias expresaba, Bradley Dawson supo que debía seguirla.
—¿Qué sucede? —una expresión de duda adorno el rostro de la pequeña Dawson.
—Adivina. —habló Hayley completamente emocionada, lanzándose en la cama de la chica.
Bradley lo pensó unos segundos.
—No sé, en serio no se me ocurre nada.
Hayley tomó aire, como si realmente lo necesitara.
—Creo que estoy enamorada del chico del metro. — Bradley no se esmeró en aguantar la risa y soltó una carcajada.
—¿El chico del metro? —preguntó, unos segundos después y un poco más calmada.
—Sí, el chico del metro.—confirmó Hayley, la rubia levantó las cejas.
—¡Oh, wow! —fingió entusiasmo. —¿Y cuánto durará este enamoramiento por el desconocido? ¿Qué pasó con el chico de las bicicletas?
—Él ya está superado. —exclamó la castaña, para luego cambiar de tema, volviendo al primero. —¡Es que era tan guapo! —soltó un suspiro —Además, no es la primera vez que lo veo, lo invoqué.
—¿Lo invocaste? —Una vez más, Hayley sorprendía a su amiga con las extrañas hazañas de su vida diaria.
—Lo invoqué. —lanzó un peluche al piso para obtener más espacio en la cama.
—¿Y a qué te refieres con eso? —preguntó a la vez que se acostaba junto a ella.
—Que cada vez que yo quiero que aparezca, aparece. —Bradley rió.
—¿Y le has dicho algo?
—En realidad no. Pero nos hemos encontrado tres veces, espero que haya una cuarta.
—¿Ah, sí? —Bradley ni siquiera disimuló su interés. —¿Y qué pasó?
—La primera vez nos miramos muchísimo. —hizo una cara pensativa, al parecer intentando acordarse de las anécdotas. —Demasiado en realidad. La segunda chocamos.
—¿Chocaron? Eso obviamente me lo espero de ti.
Y el hecho de que Hayley en la mayoría de las ocasiones fuera bastante torpe no era algo que se podía ignorar.
La castaña se rió sarcásticamente.
—Muy graciosa. —la cortó, pero luego continuó hablando. —Y la tercera…en realidad es patético. —Bradley interesada le indicó que prosiguiera. —Bueno, me sorprendió mirándolo.
Y Bradley no pudo parar de reír.
—¿Y qué hizo? —logró decir en medio de sus risas.
—¡Se rió de mí! —gritó la castaña. —¡En mi cara! —frunció los labios, y al ver la cara sonriente de su amiga, puso los ojos en blanco. —Vale, ríete.
—Fue gracioso, debes admitirlo.
Y así continuaron hablando toda la tarde, sin detenerse. De cualquier simple hecho que se les viniera a la cabeza, completándose a sí mismas. Por lo que Bradley decidió contarle de Zayn, provocando una expresión totalmente inesperada en su amiga; seriedad.
—No es para tanto, Hayley. —reclamó Bradley. —Quita esa cara de espanto, porque o si no yo lo haré pero de un golpe. —No era algo extraño que ambas se amenazaran con violencia, ya que su amistad se basaba principalmente en eso, aunque para cualquier persona pareciera ilógico.
—¿Y cómo se supone que me voy a tomar esto? Ten cuidado, Bradley. —la castaña suspiró nerviosa. —Seguramente es un acosador, ¡Qué miedo! —Bradley rió fuertemente por la expresión de su amiga.
—No creo que vuelva a verlo, tranquilízate. —le tiró un peluche en la cara y la empujó para obtener un poco más de espacio junto a ella.
—Vale, aunque en realidad ya han sido dos veces y se sabe la dirección de tu casa. —advirtió Hayley.
—Si viene otra vez estaré alerta.
—Sólo déjame ver Criminal Minds. —Hayley tomó el control remoto y le subió el volumen a la televisión. —No me molestaría que te fueras.
—Te recuerdo que estás en mi casa.
—No me importa.
La rubia solo le respondió con un empujón.
La caída de la cama terminó rompiendo el confortable sueño que Bradley Dawson estaba teniendo. Sin duda, ver American Horror Story hasta las tres de la madrugada no había sido una buena idea, pero según los pensamientos de la rubia había valido la pena.
Se quedó en el piso, pensando y mirando el techo. Una y otra vez, sin saber que hacer. Para cualquiera sería una situación desesperante —agregando el hecho de que yacía recostada sobre las sábanas esparcidas en el piso sin cara de incomodidad alguna—, pero para ella no.
Su mente revoloteaba en los rincones más oscuros del pensamiento. Recordando, analizando y en una ligera parte soñando. Todo a la vez, provocando en ella un terrible dolor de cabeza.
Comenzó a quejarse en voz alta de la luz que comenzaba a adentrarse por las ventanas de la habitación y se estrellaba sobre sus ojos, causándole una ceguera temporal.
Y luego lo recordó, a sus diecinueve cortos años de edad y aunque fingiera haber dejado esa etapa atrás Bradley jamás había dejado de ser una despistada. Una gran despistada.
Ese día entraría a la universidad, y ella no había preparado absolutamente nada.
Corrió velozmente al armario y sacó de allí un bolso, donde a continuación lanzó unos cuantos cuadernos y lápices, lo que ella creía necesario.
Por un momento se le olvidó que se encontraba en su simple pijama, si no fuera porque cuando estaba saliendo de casa casi resbala con una de sus pantuflas, probablemente así hubiera llegado a la institución. Nuevamente se apresuró a cambiarse —si es que se le puede llamar de esa manera ya que Bradley lo que más realizó fueron movimientos extraños que parecían estar dando una extraña danza espiritual—.
Llegó justo a tiempo, porque cuando la campana sonó, ella se bajaba apresuradamente y se dirigía a una de las salas ubicadas en el segundo piso, donde le tocaba clase de Historia Universal. Bradley pensó en que no era una gran manera de comenzar el año.
Sin embargo, no fue como si el tema fuera algo difícil para ella. Solía estudiar con Hayley, lo que hacía todo mucho más fácil, aunque su amiga estuviera cursando arquitectura.
Cuando se dio el primer receso sonrió recordando lo que era estar en ese infierno, en realidad lo extrañaba, quizás era una buena manera de distraerse.
Caminó por los pasillos mirando aquel espacioso lugar, el cuál era completamente de su agrado.
Las personas parloteaban a su alrededor y más que ser un sonido desagradable era algo que le recordaba que aún después de todo lo que había pasado, ella podía seguir siendo una persona normal.
—Hay un nuevo chico en derecho, Malik. —escuchó entre la multitud de gente, su atención se desvió allí. Un chico con rulos y uno moreno. —Se llamaba…Bradley Dawson.
Zayn se tensó al escuchar su nombre, pero antes de que pudiera decir algo, la chica había interrumpido a Harry con una palmada en la cabeza, aunque claramente no era en serio.
—¡Hey! Bradley es nombre unisex. —se quejó con una voz que hasta a ella misma la sorprendió ya que sonó como una niña pequeña.
—Bueno, bueno. Perdón. —se disculpó el chico de ojos verdes, quien después le dedicó una brillante sonrisa. —Por cierto, soy Harry Styles.
—Mucho gusto. —le dijo la chica. —Pero bueno, tengo que irme. Adiós Harry, adiós Zayn.
Y siguió el camino que antes llevaba, observando la institución, mientras escuchaba como Harry Styles le preguntaba al moreno la razón de que la chica conociera su nombre.
Se sentó en un asiento de su siguiente clase, había llegado cinco minutos adelantada pero simplemente no tenía nada que hacer. Sacó su cuaderno y comenzó a dibujar garabatos o líneas sin sentido debido al aburrimiento. O eso hasta que una voz la sobresaltó.
—Te ves peor de lo que pensaba, Bradley. —la susodicha miró a su lado para encontrarse con la figura de su mejor amiga. —Siempre te dije que te seguiría a todos lados, pues aquí estoy, en tu misma universidad.
Bradley Dawson se encogió de hombros.
—¿Qué sucede, Zayn Malik? —Bradley se llevó un cigarrillo a la boca y le ofreció uno al chico, él gustoso lo aceptó. —A veces puedes llegar a asustarme. —exclamó, haciendo reír a Malik, quién se apresuró a aclarar las cosas.
—Yo te seguí a tu casa, pero que compartamos tantas clases es solo coincidencia. —la rubia elevó la vista para observar uno de los grandes árboles del campus, el viento movía y arrastraba sus hojas, mientras el sol se asomaba lentamente, aunque no excesivamente, pues aún así el ambiente se encontraba fresco.
—Te creo.
Y de la nada, Zayn quiso cambiar de tema.
—Cuéntame de tu papá.
Bradley se quedó callada, intentando procesar lo que él acababa de preguntarle. Era el primero que tenía el valor de hablar de aquel tema, ya que todos sus conocidos lo evitaban para no pasar momentos incómodos.
Para su propia sorpresa, la rubia habló.
—Mi papá solía contarme una historia cuando era pequeña. Hablaba de un hombre llamado James, el cual siempre estaba en busca de la felicidad. Para él la vida había dejado de tener sentido luego de la pérdida de su hijo, es entonces cuando decide hacer un viaje. Pero él estaba rodeado de desgracias, y el avión cayó al mar. James pensó que el universo conspiraba en su contra, que nunca podría lograr su objetivo. Pero iba a morir si no hacía nada; triste, solo y deprimido. —Bradley tomó aire, para luego continuar hablando. —Con todo lo que encontró a su alrededor fabricó un bote, y en su cabeza comenzó a rondar la idea de salvar su vida. Entonces partió en su bote al mar, sin dirección. Remó, remó y remó. Nunca dejó de remar.
Ambos se quedaron en silencios por unos minutos.
—¿Y qué pasó con el hombre? —preguntó Zayn interesado.
—Encontraron su cuerpo años después del accidente, cerca de la costa de Estados Unidos. —contestó la rubia.
—Oh, que…fuerte. ¿En serio tu papá te contaba eso cuando eras niña?
—Sí. —asintió. —Creo que quería enseñarme un poco sobre que no debes rendirte y todo eso.
—Ah…—exclamó el moreno. —Una vez mi papá me llevó a Disneyworld.
Bradley se golpeó la frente con la mano.
Era como si todo el buen ánimo que había tenido esa semana se hubiera ido instantáneamente al ver la fecha.
7 de Septiembre.
Pensó en no levantarse en todo el día y quedarse acostada, envuelta en la penumbra de la tristeza.
Pero no lo hizo, sintió la necesidad de no hacerlo.
Se dirigió al hospital, como siempre lo hacía y estuvo sentada un buen rato junto a su hermana.
—Feliz cumpleaños, Connie.
Miraba sus delgadas manos, frías. Sus delicados rasgos faciales que se encontraban sin expresión alguna. Sus ojos cerrados, que ella pensaba que jamás se volverían a abrir.
No soportó más, y se fue a su casa. Nunca había estado tan poco tiempo en una vista a su hermana, pero que la pequeña rubia cumpliera quince años y estuviera dormida —probablemente para siempre— era algo que aún la cabeza de Bradley, aunque tuviera la idea, no quería aceptar.
Pensó en su soleado primer día de universidad y la diferencia con aquél. Oscuro, nublado, triste.
Comenzó a preparar la tina para poder bañarse con tranquilidad, y sentir que ese simple hecho la podía relajar. O liberar un poco la tensión que su cuerpo estaba sintiendo.
Mientras escuchaba que el agua llenaba la bañera, se sentó en el sillón del living, mirando por la ventana. Una inesperada llamada interrumpió el sonido del agua, ella contestó y no se esperaba la información que le acababan de dar.
Connie acababa de sufrir un infarto.
Lograron salvarla, pero el hecho de que estuviera a punto de morir no podía salir de su cabeza.
Los minutos pasaban y Bradley seguía mirando por la ventana, en estado de shock, con esperanzas de ver a una persona corriendo en dirección a ella, con el cabello mojado y sus típicas facciones relajadas. No fue así. Y ella misma no sabía por qué seguía creándose falsa ilusiones las cuales jamás serían reales. Dylan se había ido para siempre, y la rubia tomaba por seguro que no volvería.
Lágrimas comenzaron a caer por su rostro silenciosamente.
Connie, su madre, su padre…Dylan; todos se estaban yendo tan rápido de su lado que no soportaba seguir viviendo así.
Sus sollozos eran cada vez más fuertes, cargados de dolor y sufrimiento, de angustia y de agonía. De temor, de tristeza, de todo.
Quería acabar con todo.
La puerta del baño estaba semi-abierta.
Con pasos lentos, se dirigió allí, y sin siquiera sacarse la ropa, se hundió en la bañera.
La chica no podía respirar, y todo parecía desvanecerse poco a poco a su alrededor. Todo estaba acabando de una buena vez.
O eso pensó ella, porque su cuerpo no parecía quererle hacer caso a su mente, y peleaba con ella, arrastrándola hacia afuera.
No habían razones para que lo hiciera.
Y luego se dio cuenta de que si había una razón, una en específico.
Una persona se instaló en su mente, la única persona que había logrado salvarla, y que en ese momento la salvó una vez más.
Hayley Marshall.
—No esperaba que me dijeras eso.
—Yo tampoco.
—No te diré que lo siento, pero te comprendo. —Zayn supo que era su manera de expresar su lamento. —Así que, más que cualquier cosa, podría decirte que me gusta la persona que eres, Zayn. Eres...especial. Sé que no te conozco para nada, pero creo que lo eres. Tu forma de ser es simplemente diferente a cualquier persona, inspiras confianza. —le dedicó una leve sonrisa. —Mírame, apenas hemos hablado y aún así en este momento estás en mi casa y hablando conmigo.
—Quizás tú eres muy confiada.
—O quizás yo siento que puedo confiar en ti.
Desde hace un rato Bradley se encontraba sola.
Zayn había tenido que irse ya que le había surgido un tema familiar y ella se quedó tranquilamente bebiendo de su sopa de pollo, envuelta en un silencio sepulcral.
El sonido del timbre comenzó a resonar por el departamento y la rubia se levantó, sin saber quién sería la segunda visita del día.
Al abrir la puerta, Hayley Marshall se adentró a la vivienda con confianza y seguridad, haciendo que una risa brotara de la rubia. Sin embargo, Hayley no detuvo su destino; la habitación de Bradley.
—¡Tengo muchísimo que contarte! —Al escuchar las palabras que su amiga con ansias expresaba, Bradley Dawson supo que debía seguirla.
—¿Qué sucede? —una expresión de duda adorno el rostro de la pequeña Dawson.
—Adivina. —habló Hayley completamente emocionada, lanzándose en la cama de la chica.
Bradley lo pensó unos segundos.
—No sé, en serio no se me ocurre nada.
Hayley tomó aire, como si realmente lo necesitara.
—Creo que estoy enamorada del chico del metro. — Bradley no se esmeró en aguantar la risa y soltó una carcajada.
—¿El chico del metro? —preguntó, unos segundos después y un poco más calmada.
—Sí, el chico del metro.—confirmó Hayley, la rubia levantó las cejas.
—¡Oh, wow! —fingió entusiasmo. —¿Y cuánto durará este enamoramiento por el desconocido? ¿Qué pasó con el chico de las bicicletas?
—Él ya está superado. —exclamó la castaña, para luego cambiar de tema, volviendo al primero. —¡Es que era tan guapo! —soltó un suspiro —Además, no es la primera vez que lo veo, lo invoqué.
—¿Lo invocaste? —Una vez más, Hayley sorprendía a su amiga con las extrañas hazañas de su vida diaria.
—Lo invoqué. —lanzó un peluche al piso para obtener más espacio en la cama.
—¿Y a qué te refieres con eso? —preguntó a la vez que se acostaba junto a ella.
—Que cada vez que yo quiero que aparezca, aparece. —Bradley rió.
—¿Y le has dicho algo?
—En realidad no. Pero nos hemos encontrado tres veces, espero que haya una cuarta.
—¿Ah, sí? —Bradley ni siquiera disimuló su interés. —¿Y qué pasó?
—La primera vez nos miramos muchísimo. —hizo una cara pensativa, al parecer intentando acordarse de las anécdotas. —Demasiado en realidad. La segunda chocamos.
—¿Chocaron? Eso obviamente me lo espero de ti.
Y el hecho de que Hayley en la mayoría de las ocasiones fuera bastante torpe no era algo que se podía ignorar.
La castaña se rió sarcásticamente.
—Muy graciosa. —la cortó, pero luego continuó hablando. —Y la tercera…en realidad es patético. —Bradley interesada le indicó que prosiguiera. —Bueno, me sorprendió mirándolo.
Y Bradley no pudo parar de reír.
—¿Y qué hizo? —logró decir en medio de sus risas.
—¡Se rió de mí! —gritó la castaña. —¡En mi cara! —frunció los labios, y al ver la cara sonriente de su amiga, puso los ojos en blanco. —Vale, ríete.
—Fue gracioso, debes admitirlo.
Y así continuaron hablando toda la tarde, sin detenerse. De cualquier simple hecho que se les viniera a la cabeza, completándose a sí mismas. Por lo que Bradley decidió contarle de Zayn, provocando una expresión totalmente inesperada en su amiga; seriedad.
—No es para tanto, Hayley. —reclamó Bradley. —Quita esa cara de espanto, porque o si no yo lo haré pero de un golpe. —No era algo extraño que ambas se amenazaran con violencia, ya que su amistad se basaba principalmente en eso, aunque para cualquier persona pareciera ilógico.
—¿Y cómo se supone que me voy a tomar esto? Ten cuidado, Bradley. —la castaña suspiró nerviosa. —Seguramente es un acosador, ¡Qué miedo! —Bradley rió fuertemente por la expresión de su amiga.
—No creo que vuelva a verlo, tranquilízate. —le tiró un peluche en la cara y la empujó para obtener un poco más de espacio junto a ella.
—Vale, aunque en realidad ya han sido dos veces y se sabe la dirección de tu casa. —advirtió Hayley.
—Si viene otra vez estaré alerta.
—Sólo déjame ver Criminal Minds. —Hayley tomó el control remoto y le subió el volumen a la televisión. —No me molestaría que te fueras.
—Te recuerdo que estás en mi casa.
—No me importa.
La rubia solo le respondió con un empujón.
La caída de la cama terminó rompiendo el confortable sueño que Bradley Dawson estaba teniendo. Sin duda, ver American Horror Story hasta las tres de la madrugada no había sido una buena idea, pero según los pensamientos de la rubia había valido la pena.
Se quedó en el piso, pensando y mirando el techo. Una y otra vez, sin saber que hacer. Para cualquiera sería una situación desesperante —agregando el hecho de que yacía recostada sobre las sábanas esparcidas en el piso sin cara de incomodidad alguna—, pero para ella no.
Su mente revoloteaba en los rincones más oscuros del pensamiento. Recordando, analizando y en una ligera parte soñando. Todo a la vez, provocando en ella un terrible dolor de cabeza.
Comenzó a quejarse en voz alta de la luz que comenzaba a adentrarse por las ventanas de la habitación y se estrellaba sobre sus ojos, causándole una ceguera temporal.
Y luego lo recordó, a sus diecinueve cortos años de edad y aunque fingiera haber dejado esa etapa atrás Bradley jamás había dejado de ser una despistada. Una gran despistada.
Ese día entraría a la universidad, y ella no había preparado absolutamente nada.
Corrió velozmente al armario y sacó de allí un bolso, donde a continuación lanzó unos cuantos cuadernos y lápices, lo que ella creía necesario.
Por un momento se le olvidó que se encontraba en su simple pijama, si no fuera porque cuando estaba saliendo de casa casi resbala con una de sus pantuflas, probablemente así hubiera llegado a la institución. Nuevamente se apresuró a cambiarse —si es que se le puede llamar de esa manera ya que Bradley lo que más realizó fueron movimientos extraños que parecían estar dando una extraña danza espiritual—.
Llegó justo a tiempo, porque cuando la campana sonó, ella se bajaba apresuradamente y se dirigía a una de las salas ubicadas en el segundo piso, donde le tocaba clase de Historia Universal. Bradley pensó en que no era una gran manera de comenzar el año.
Sin embargo, no fue como si el tema fuera algo difícil para ella. Solía estudiar con Hayley, lo que hacía todo mucho más fácil, aunque su amiga estuviera cursando arquitectura.
Cuando se dio el primer receso sonrió recordando lo que era estar en ese infierno, en realidad lo extrañaba, quizás era una buena manera de distraerse.
Caminó por los pasillos mirando aquel espacioso lugar, el cuál era completamente de su agrado.
Las personas parloteaban a su alrededor y más que ser un sonido desagradable era algo que le recordaba que aún después de todo lo que había pasado, ella podía seguir siendo una persona normal.
—Hay un nuevo chico en derecho, Malik. —escuchó entre la multitud de gente, su atención se desvió allí. Un chico con rulos y uno moreno. —Se llamaba…Bradley Dawson.
Zayn se tensó al escuchar su nombre, pero antes de que pudiera decir algo, la chica había interrumpido a Harry con una palmada en la cabeza, aunque claramente no era en serio.
—¡Hey! Bradley es nombre unisex. —se quejó con una voz que hasta a ella misma la sorprendió ya que sonó como una niña pequeña.
—Bueno, bueno. Perdón. —se disculpó el chico de ojos verdes, quien después le dedicó una brillante sonrisa. —Por cierto, soy Harry Styles.
—Mucho gusto. —le dijo la chica. —Pero bueno, tengo que irme. Adiós Harry, adiós Zayn.
Y siguió el camino que antes llevaba, observando la institución, mientras escuchaba como Harry Styles le preguntaba al moreno la razón de que la chica conociera su nombre.
Se sentó en un asiento de su siguiente clase, había llegado cinco minutos adelantada pero simplemente no tenía nada que hacer. Sacó su cuaderno y comenzó a dibujar garabatos o líneas sin sentido debido al aburrimiento. O eso hasta que una voz la sobresaltó.
—Te ves peor de lo que pensaba, Bradley. —la susodicha miró a su lado para encontrarse con la figura de su mejor amiga. —Siempre te dije que te seguiría a todos lados, pues aquí estoy, en tu misma universidad.
Bradley Dawson se encogió de hombros.
—¿Qué sucede, Zayn Malik? —Bradley se llevó un cigarrillo a la boca y le ofreció uno al chico, él gustoso lo aceptó. —A veces puedes llegar a asustarme. —exclamó, haciendo reír a Malik, quién se apresuró a aclarar las cosas.
—Yo te seguí a tu casa, pero que compartamos tantas clases es solo coincidencia. —la rubia elevó la vista para observar uno de los grandes árboles del campus, el viento movía y arrastraba sus hojas, mientras el sol se asomaba lentamente, aunque no excesivamente, pues aún así el ambiente se encontraba fresco.
—Te creo.
Y de la nada, Zayn quiso cambiar de tema.
—Cuéntame de tu papá.
Bradley se quedó callada, intentando procesar lo que él acababa de preguntarle. Era el primero que tenía el valor de hablar de aquel tema, ya que todos sus conocidos lo evitaban para no pasar momentos incómodos.
Para su propia sorpresa, la rubia habló.
—Mi papá solía contarme una historia cuando era pequeña. Hablaba de un hombre llamado James, el cual siempre estaba en busca de la felicidad. Para él la vida había dejado de tener sentido luego de la pérdida de su hijo, es entonces cuando decide hacer un viaje. Pero él estaba rodeado de desgracias, y el avión cayó al mar. James pensó que el universo conspiraba en su contra, que nunca podría lograr su objetivo. Pero iba a morir si no hacía nada; triste, solo y deprimido. —Bradley tomó aire, para luego continuar hablando. —Con todo lo que encontró a su alrededor fabricó un bote, y en su cabeza comenzó a rondar la idea de salvar su vida. Entonces partió en su bote al mar, sin dirección. Remó, remó y remó. Nunca dejó de remar.
Ambos se quedaron en silencios por unos minutos.
—¿Y qué pasó con el hombre? —preguntó Zayn interesado.
—Encontraron su cuerpo años después del accidente, cerca de la costa de Estados Unidos. —contestó la rubia.
—Oh, que…fuerte. ¿En serio tu papá te contaba eso cuando eras niña?
—Sí. —asintió. —Creo que quería enseñarme un poco sobre que no debes rendirte y todo eso.
—Ah…—exclamó el moreno. —Una vez mi papá me llevó a Disneyworld.
Bradley se golpeó la frente con la mano.
Era como si todo el buen ánimo que había tenido esa semana se hubiera ido instantáneamente al ver la fecha.
7 de Septiembre.
Pensó en no levantarse en todo el día y quedarse acostada, envuelta en la penumbra de la tristeza.
Pero no lo hizo, sintió la necesidad de no hacerlo.
Se dirigió al hospital, como siempre lo hacía y estuvo sentada un buen rato junto a su hermana.
—Feliz cumpleaños, Connie.
Miraba sus delgadas manos, frías. Sus delicados rasgos faciales que se encontraban sin expresión alguna. Sus ojos cerrados, que ella pensaba que jamás se volverían a abrir.
No soportó más, y se fue a su casa. Nunca había estado tan poco tiempo en una vista a su hermana, pero que la pequeña rubia cumpliera quince años y estuviera dormida —probablemente para siempre— era algo que aún la cabeza de Bradley, aunque tuviera la idea, no quería aceptar.
Pensó en su soleado primer día de universidad y la diferencia con aquél. Oscuro, nublado, triste.
Comenzó a preparar la tina para poder bañarse con tranquilidad, y sentir que ese simple hecho la podía relajar. O liberar un poco la tensión que su cuerpo estaba sintiendo.
Mientras escuchaba que el agua llenaba la bañera, se sentó en el sillón del living, mirando por la ventana. Una inesperada llamada interrumpió el sonido del agua, ella contestó y no se esperaba la información que le acababan de dar.
Connie acababa de sufrir un infarto.
Lograron salvarla, pero el hecho de que estuviera a punto de morir no podía salir de su cabeza.
Los minutos pasaban y Bradley seguía mirando por la ventana, en estado de shock, con esperanzas de ver a una persona corriendo en dirección a ella, con el cabello mojado y sus típicas facciones relajadas. No fue así. Y ella misma no sabía por qué seguía creándose falsa ilusiones las cuales jamás serían reales. Dylan se había ido para siempre, y la rubia tomaba por seguro que no volvería.
Lágrimas comenzaron a caer por su rostro silenciosamente.
Connie, su madre, su padre…Dylan; todos se estaban yendo tan rápido de su lado que no soportaba seguir viviendo así.
Sus sollozos eran cada vez más fuertes, cargados de dolor y sufrimiento, de angustia y de agonía. De temor, de tristeza, de todo.
Quería acabar con todo.
La puerta del baño estaba semi-abierta.
Con pasos lentos, se dirigió allí, y sin siquiera sacarse la ropa, se hundió en la bañera.
La chica no podía respirar, y todo parecía desvanecerse poco a poco a su alrededor. Todo estaba acabando de una buena vez.
O eso pensó ella, porque su cuerpo no parecía quererle hacer caso a su mente, y peleaba con ella, arrastrándola hacia afuera.
No habían razones para que lo hiciera.
Y luego se dio cuenta de que si había una razón, una en específico.
Una persona se instaló en su mente, la única persona que había logrado salvarla, y que en ese momento la salvó una vez más.
Hayley Marshall.
taeyong.
Re: don't leave her alone. {zayn malik.
Una vez mi papá me llevó a Disneyworld
Pinche negro
Paja para comentar cúl, siguela.
Pinche negro
Paja para comentar cúl, siguela.
Sunrise.
Re: don't leave her alone. {zayn malik.
Sunrise. escribió:Una vez mi papá me llevó a Disneyworld
Pinche negro
Paja para comentar cúl, siguela.
tus comentarios siempre marcan mi corazón.
debo admitir que yo también me reí escribiendo eso, JAJAJAJAJAJAJAJAJA. algún día la seguiré.
debo admitir que yo también me reí escribiendo eso, JAJAJAJAJAJAJAJAJA. algún día la seguiré.
taeyong.
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