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Power Play (Larry Stylinson)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Power Play (Larry Stylinson)
Harry se rió. —Se lo sugeriré a mi terapeuta. Ella está intentándolo malditamente duro y yo no puedo sostenerme ni dos segundos en su oficina. —Su mano se deslizó entre las piernas de Louis, subiendo con facilidad a la V de la entrepierna, hasta que la dura erección presionó su muñeca— Sólo porque mi chico esté aquí, quitándose la ropa al otro lado del cuarto, me crecerían alas y volaría hacia él, si tuviera que hacerlo.
Enfrente de él, Louis se movió hasta que su cabeza descansó sobre la rodilla de Harry, justo donde la abrazadera encerraba su pierna. Sus ojos brillaban aumentando la seriedad y miró a Harry fijamente durante un largo momento, seguro de que había dicho algo equivocado. —Me gusta llamarte mi chico, —murmuró. Sus dedos trazaron un pequeño círculo entre la pelvis y el muslo de Louis.
Louis lo seguía mirando fijamente. Va a decir algo, Harry rezó. Él recordó que su novio se acababa de despertar, quizás no estaba completamente consciente en ese momento. O quizás no le gustó lo posesivo que sonó eso, pensó, frunciendo el ceño mientras seguía haciendo círculos sobre el pantalón que usaba Louis. O piensa que de lo único que hablo es de sexo. Pero él tenía diecinueve años, el sexo era lo primero en su mente, y con un chico como Louis a su lado. ¿Cómo se suponía que pudiera pensar en algo más?
Antes de que él pudiera pensar en una disculpa, Louis buscó el cierre de los jeans de Harry y preguntó, —¿Por qué no puedes caminar?
Eso hizo que Harry se riera. —Tuve un accidente, —dijo, apretando el muslo de Louis. Podía sentir la punta del pene de su novio bajo su palma, le gustó la sonrisa que apareció en su cara cuando frotó su encerrada longitud— Puedo jurar que te hablé de eso.
Louis giró los ojos. —Quiero decir… sé eso. —Cuando Harry se rió de nuevo y movió su mano, Louis se apartó— Quédate ahí, —le dijo— Quiero decir ¿por qué aún no puedes caminar? ¿Es algo físico o mental o qué?
Poniéndose serio, Harry admitió, —No estoy seguro. —No sabía si era por su propia testarudez, eso era lo que la terapeuta decía cuando ella pensaba que no la escuchaba. Hasta ahora él no había tenido razones para caminar, estaba fuera del equipo, fuera de la escuela, sin amigos, enojado y solo. Pero ahora que estaba con Louis, él quería volver a caminar, y aún no podía, y no sabía por qué.
—Esta pierna, —Louis dijo, pasando su dedo, arriba y abajo de su pierna izquierda— ¿Qué hay de malo con ella?
—El patín de Ashlin cortó los músculos. —Algunas veces Harry pensaba que podía sentir una tensión empujando desde el interior de su pierna, aunque los doctores le aseguraban que las suturas ya debían de haberse disuelto, los tendones se curaron— Tengo veintitrés puntos, justo aquí. —Marcó una línea a lo largo de la pierna de Louis para mostrarle dónde estaba la herida.
—¿Y en esta? —preguntó, tamborileando la pierna derecha de Harry que seguía con la abrazadera. La ligera presión fue casi dolorosa. Harry se movió incómodo y Louis se movió rápidamente, deslizándose un poco más arriba sobre el muslo de Harry— Lo siento.
—Estoy bien, —le dijo Harry. La pierna derecha había quedado aplastada entre el gordo culo de Ashlin y la barandilla. Eso no hubiera sido tan malo si las cuchillas no hubieran estado tan afiladas y Ashlin hubiera estado en el hielo un poco más. Pero no, él golpeó contra la pierna de Harry igual que una espada, cortándola profundamente, el peso detrás de eso fue suficiente para quebrar el hueso de su pantorrilla en millones de fragmentos. Llevaba tres cirugías, y en la última le habían colocado un eje de acero, y le habían dicho que los detectores de metal de los aeropuertos lo iban a detectar durante el resto de su vida, pero que era lo mejor que podían hacer— Los cirujanos colocaron una barra ahí, —dijo. Él trazó una curva en la pierna de Louis— Justo aquí atrás. Los músculos tienen que unirse al metal antes de que yo pueda caminar de nuevo. —Con una sonrisa, agregó— Es feo. Deberías ver las cicatrices…
—¿Puedo? —Louis preguntó ansioso, enderezándose.
Pero honestamente, lo último que Harry quería era que Louis viera sus piernas, las marcas rojas y los hematomas, las cicatrices dentadas de los puntos que cruzaban su lastimada e hinchada piel. Ahí no había nada sexy, nada que nadie debería de ver. —No, —murmuró. Sacudió la cabeza para enfatizar— No quiero... No. —Escondió la cara en los cobertores, sintiendo el calor en sus mejillas. Ahora se estaba ruborizando, maldito infierno— No.
La mano de Louis descansaba suavemente sobre su muslo. —Está bien, —murmuró mientras frotaba la cadera de Harry, sobre su camiseta subiendo hacia su abdomen. Cambió de posición y retiró el cabello del oído de Harry, donde estaba el arete y besó la caliente piel— Está bien, bebé.
No estaba bien, él le había hablado a Harry acerca del imbécil que lo había violado, ¿no es así? Él le había mostrado a Harry su cuerpo. Pero Harry estaba demasiado avergonzado para decir algo, él odiaba sus piernas torcidas, y su piel dañada, y temía que cuando Louis viera las cicatrices fuera el final de su relación, que se alejara y nunca quisiera verlo de nuevo. A él no le gustará, se decía a sí mismo, para sentirse cómodo. Él había visto sus cicatrices, sabía lo mal que se veían.
Otro beso y sintió un cosquilleo en la sensible piel detrás de su oreja, y entonces Louis murmuró —Me gusta cuando me llamas tu chico.
Harry levantó la cara y le sonrió y el tercer beso fue en la boca. —Cuando estés listo, —Louis le dijo.
-----------------
Durante la cena la madre de Harry hablaba con Louis sobre la carrera, como si ella hubiera estado viéndolo. —Asombroso, —les dijo ella, sonriéndole a su esposo e hijo hasta que miró de nuevo a Louis— Te veías como un Ángel sobre el hielo, Louis. Apuesto a que tus padres están orgullosos de ti.
Desde el otro lado de la mesa, Harry notó la incomodidad en la mirada de su novio. —Suficiente, mamá, —dijo con la boca llena de spaghetti.
—Nosotros íbamos a ver todos los juegos de Harry, —ella continúo— Oh, nosotros lo hacíamos, y la próxima temporada vamos a estar en el centro de las gradas. Estoy feliz de que haya encontrado un amigo patinador…
—Mamá, detente. —Harry la miró desafiante.
—Sólo estoy diciendo… —ella empezó.
—No lo digas. —Interrumpiéndola, Louis lo miró agradecido, con una sonrisa en la cara— No estuviste ahí, no lo viste.
Su padre habló. —Entonces dilo tú, hijo.
Pero Harry pensaba que quizás Louis se sentiría incómodo con toda la atención puesta en él, y había visto la mirada de su novio ante las palabras de su madre. Apuesto a que tus padres están orgullosos de ti. Él no conocía mucho acerca de cómo era la vida en la casa de Louis, sabía que eran solo dos, su mamá y él, y también sabía que su madre trabajaba largos turnos, y no había podido ir a ver a su hijo patinar. Sospechaba que eso era un punto doloroso para Louis, diablos, al menos lo sería para él, si sus padres no hubieran ido a verlo jugar.
Así que Harry no habló acerca de la carrera. En su lugar, mencionó el sitio Web y los e-mail que había enviado a las estaciones de noticias, él lo llamó “promoción” y le gustaba la manera en que sonaba, casi oficial, como si fuera una historia en suspenso y todos los reporteros esperaran más. Habló sobre sus esperanzas acerca de que las estaciones hablaran del sitio de Internet, y de que algunos comerciantes locales entraran en él y dieran a Louis apoyo para ir a la competencia estatal, y así él tendría una semana para centrarse solamente en la práctica. No mencionó que él acompañaría a Louis a las competencias, no creía que fuera el momento correcto, dado que su madre se molestaría y Louis no tenía por qué ser testigo de una escena. Harry sabía cómo terminaría, él enojado como el infierno, su madre llorando y su padre diciéndolos que tenían que hablar sobre ello. Incluso aunque él lo lograra de esa manera, él siempre lo hacía.
Después de la cena, Louis dijo que debería irse, pero cuando la madre de Harry ofreció llevarlo a casa, declinó la oferta. —Puedo tomar el autobús, —dijo. Él estaba en el pasillo, siendo lo suficientemente cortés, hablando con ella cuando todo lo que Harry quería era regresar a su cuarto— Aún es temprano.
—Ella puede llevarte, —le dijo Harry, tirando del pantalón de Louis, impaciente— ¿Tienes que irte ahora?
—Mi mamá debe de estar a punto de llegar a casa, —Louis explicó mientras dejaba que Harry lo guiara por el oscuro pasillo hacia su cuarto— Si no estoy allí, ella pensará que estoy en la tienda y se enojará cuando se entere de que no estoy ahí. —Una vez dentro del cuarto de Harry, cerró la puerta, se apoyó en ella y retiró el cabello de su cara, sonriéndole a su novio dijo— Ella pensará que es un desperdicio de tiempo estar aquí cuando puedo estar en el trabajo.
—No puedes trabajar todo el maldito tiempo, —Harry suspiró. Él deseaba que hubiera una forma de que Louis no tuviera que estar todo el día corriendo, agotándose, que él pudiera enfocarse en patinar y en su relación y dejara que todas las demás preocupaciones desaparecieran. Un tonto sueño, lo sabía, pero que un día sería realidad— ¿Qué acerca de mañana? —Preguntó— ¿Trabajarás mañana?
—La tienda cierra los domingos. —Louis se arrodilló al lado de la silla de ruedas de Harry y agarró una de sus manos entre las dos suyas. Mirando directamente a Harry le dijo suavemente— Quizás si no estás ocupado, nosotros podemos salir o algo así.
Harry se rió. —Sí, —él ahogaba la risa— Jesús, cómo podría no querer. —Antes de que Louis pudiera responder, Harry se inclinó y besó los labios de su novio tiernamente— No tengo nada mejor que hacer, —murmuró.
Sonriendo, Louis dijo —Podrías.
Otro beso. Harry no sabía cómo esa dulce presión podía dejarlo tan lleno y al mismo tiempo tan hambriento. —No hay nada mejor que tú, —contestó.
Harry sabía que Louis no era rico. Él no esperaba una casa como la de sus padres, en un tranquilo vecindario y con coches elegantes. Aún así no pudo evitar preguntarse si Louis se sentiría inferior mientras la madre de Harry recorría en la van las concurridas y estrechas calles de la ciudad, dirigiéndose al área de viviendas subsidiadas por el gobierno en donde estaba el departamento que su novio llamaba hogar. Está bien, bebé, Harry pensó, pero como su madre estaba en el asiento delantero, ella lo oiría, así que no podía decir las palabras en voz alta. En su lugar tocó la rodilla de Louis, y éste le sonrió tomando su mano, en un gesto que su madre no podía ver debido a la oscuridad que había en el interior de la van. —Casi hemos llegado, —murmuró Louis.
—No me lo recuerdes, —le contestó Harry. Él no quería que el día de hoy se acabara. Sentía como si la semana que habían pasado desde los cuartos de final hubiera durado años, todavía no estaba listo para dejarlo. Lo veré de nuevo mañana, se recordó a sí mismo. Y después la siguiente semana en Atlantic City, estarían solos, sin nadie más. Ellos compartirían cuarto, no tendrían que despedirse.
El apartamento se veía como Harry se imaginaba, un edificio de dos pisos de piedra entre una serie de edificios idénticos con la misma fachada. Las banquetas estaban agrietadas y llenas de dibujos con pinturas de juegos infantiles. Las paredes estaban resquebrajadas y pintadas con ilegibles grafitis. Cuando su madre aparcó junto a la banqueta y Harry bajó la ventanilla, la ira se le disparó. Se oía una sirena a la distancia, a lo lejos. Él no quería que se quedara aquí, agarró su mano apretándola casi dolorosamente, no quería dejarlo ir, no quería que perteneciera a un lugar como ese. —Louis, —él comenzó.
Louis palmeó su mano mientras la madre de Harry salía de la van y desaparecía de la vista hacia un lado para abrir la puerta de Louis, fue un breve momento pero Harry se acercó a Louis y le dio un rápido beso, deslizando su mano al regazo de su novio y apretando suavemente. —Te amo, —él jadeaba— Mañana…
Con otro beso, Louis se apartó. —Te amo también, —murmuró, alejándose dos segundos antes de que la madre de Harry abriera la puerta, mirando hacia la calle nerviosamente— Los invitaría a subir pero no tenemos ascensor —Dijo.
—No creo que sea buena idea, —murmuró la madre de Harry, moviéndose de un pie al otro, y mirando hacia atrás como si esperara ser atacada— Ya es tarde.
No, mierda, pensó Harry. Ella lo hacía sentir como un niño de nuevo, desamparado y dependiente de lo que ella dijera o quisiera hacer. Él debería sorprenderla, decirle que él quería subir al departamento de Louis, sólo para ver lo ansiosa que se pondría tratando de decirle que no. Tengo diecinueve años, no ocho, quería recordarle.
Pero Louis ya estaba saliendo de la van y Harry tocó la parte de atrás de su muslo, su mano se curvó entre las piernas en movimiento de su novio, en un gesto que su madre no pudo ver. —Te llamaré, —prometió Louis. Salió de la van y la madre de Harry le dio otra brillante sonrisa— Gracias por el viaje señora Styles.
—No hay problema, Louis. —Ella cerró la puerta sin siquiera mirar a Harry, hundiéndolo dentro de una profunda oscuridad. Afuera podía oír que ella le hablaba a Louis pero no entendía las palabras, sólo la preocupación en el tono de la voz de su madre y una nerviosa risa, la voz de Louis se oía débil mientras se apresuraba a subir los escalones del departamento. Harry la vio rodear por el frente de la van.
Miró hacia ambos lados de la calle antes de apresurarse a llegar a la puerta del conductor y colocarse detrás del volante, cerró la puerta detrás de ella— Él es un chico agradable, le dijo a Harry mientras encendía la van.
Harry esperó. Ella estaba tensa, lo podía ver en sus hombros, en la manera en que revisaba el espejo retrovisor y miraba hacia delante mientras conducía. A ella no le gustaba conducir por el centro de la ciudad, especialmente no por la noche, así que él esperó hasta que tomaron la avenida, alejándose de las calles estrechas y el área de tiendas, dirigiéndose a los suburbios y los centros comerciales en donde ella se sentía cómoda de nuevo, entonces se limpió la garganta. Ella lo vio por el retrovisor, mirando a lo lejos, pero algo en la cara de Harry la hizo mirarlo y forzó una sonrisa que no fue suficiente para que llegara a sus ojos. —¿Qué te molesta, cariño? —preguntó. Era la primera vez desde el maldito accidente que ella quería saber.
Así que él le contestó. —Louis debe llevar un invitado para las competencias estatales de la próxima semana. —Le dijo. Vio por el espejo que ella frunció el ceño, y disminuyó la velocidad de la van, el pie en el freno— Le dije que iría.
Ahí venía. —Cariño, no creo que estés listo para algo así…
—Mamá, —suspiró exasperado—Tengo diecinueve años. Ya he ido a Atlantic City antes, viví en el campus durante el pasado año y medio. No soy un bebé.
—No estoy diciendo que lo seas, —ella concedió— Pero estás…
—En una silla de ruedas, Mamá, lo sé. Pero no estoy muerto. —Él no esperaba que ella lo dejara ir sin pelear. Cuando ella iba a empezar a replicar, él agregó— Necesito superar lo del accidente. ¿Lo sabes? Si me mantienes encerrado en el estudio nunca lo haré.
Ella suspiró, y lo miró por el retrovisor con lágrimas en sus ojos. —Nosotros no te mantenemos encerrado, —le dijo, sus palabras como trozos de hielo— Sólo creo que aún no estás listo, cariño. Quizás si fueras más responsable en tu terapia…
—¡Esto no tiene nada que ver con la terapia! —Gritó— ¡Esa mierda no hace nada por mí!
—Harry, —le advirtió. A ella no le gustaba oírlo maldecir, decía que era un mal hábito que había adquirido en la universidad, pensaba que antes de eso nunca había dicho nada peor que demonios... nada que ella quisiera oír de cualquier manera.
—No voy a estar mejor haciendo abdominales y levantando la pierna, —le dijo. Hizo pucheros, notó el movimiento de su boca, y cruzó los brazos frente a su pecho, con amargura— Tengo que salir de nuevo, ma. Empezar a hacer cosas por mí mismo de nuevo, cosas que no os involucren a ti o a papá mirando sobre mi hombro, esperando que la joda para venir corriendo a mi lado.
Ella hizo un gesto de ira. —Cuida tu boca, —ella murmuró— No uses palabras como esas, Harry, no conmigo.
Él cambió de táctica, era obvio que la grosería no iba a funcionar. —Todo lo que digo es que necesito esto, Mamá, —él rogó. Era cierto, él necesitaba esto. Él necesitaba salir de la casa, alejarse de sus padres y de la cama del hospital y de la terapia tres veces a la semana. Él necesitaba estar solo, con Louis, él necesitaba a Louis, a sus manos, sus labios y su risa, eso lo hacía mejorar, no ejercitar sus músculos o apretar sus rodillas, sólo tener una razón para seguir, y Louis se la había dado. ¿No podía ver lo que había mejorado desde que se conocieron?
En una tensa voz ella dijo —Estás en una silla de ruedas, Harry. No puedes sólo subir a un automóvil por un fin de semana con tu amigo…
—Es un evento en un club patrocinado, —explicó él— Louis necesita apoyo, Mamá. Él no tiene a nadie, su madre no puede pedir tiempo libre en su trabajo para acompañarlo. Viste dónde vive. Ella nunca lo ha visto patinar.
Eso la atrapó. Él vio en la mirada de ella una oleada de duda y él sabía que había encontrado una herramienta para manipularla para que lo dejara ir. Ella era la mamá más aficionada a los deportes que conocía, siempre había estado con él desde que tenía cuatro años y estaba en el preescolar en la liga de fútbol soccer Tiny Tots. Siempre a un lado, gritando a voces entre la multitud hasta en la preparatoria. Cuando el árbitro decía que Harry cometía una falta ella le gritaba en su cara que su hijo nunca cometía falta, jamás. Había ido a la pista en cada uno de los juegos que se celebraban en la ciudad, ella se lo había dicho a Louis durante la cena, y cuando él se lesionó en el hielo, él sabía que los patines de Ashlin habían herido el corazón de ella tanto como sus piernas, él sabía que la silla de ruedas le molestaba a ella más de lo que quería admitir, que ella no sólo quería que caminara de nuevo, quería que jugara, que regresara a los juegos. El pensar que alguien como Louis no tuviera ese tipo de apoyo de parte de su propia madre, eso la carcomía y Harry lo sabía. Él casi podía oír ahora las mandíbulas tensarse con compasión por él. —¿Ella no lo hace? —preguntó con una suave voz que apenas se oía.
Él sacudió la cabeza. —Él está solo, Mamá, —le dijo.
Ella se quedó en silencio un largo momento. Por la ventana de la van vio las farolas de la calle que iluminaban la noche, cubriendo las casas como una manta de estrellas en el tranquilo suburbio. Él dejó que ella reflexionara sobre eso. —No sólo por mí. —Él tenía que ir a la estatal con Louis, ¿no podía ella ver eso?
Finalmente, ella llegó a su casa, aparcó en la entrada, y apagó el motor de la van. Cuando oyó el motor apagarse, ella jugó con las llaves y le preguntó. —¿Cuándo es eso?
—El miércoles. —Harry quería decir más pero no lo hizo. Ella reflexionaba y él la dejaba pensar.
—¿Cuánto tiempo? —Ella quiso saber, dejando las llaves en su regazo.
—Cuatro días, —Harry contestó— Nos iríamos por la mañana y regresaríamos el sábado por la tarde. —Vio que ella frunció el ceño, él sabía que ella estaba pensando en sus viajes con el elevador de la silla en la van, en cómo lograría hacerlo sin él— Ellos van en autobús, —explicó— Louis dice que está acondicionado para discapacitados. Nos quedaremos en un hotel…
Ella le interrumpió. —No quiero que te quedes solo.
Él casi se ríe. —Louis y yo podemos compartir cuarto, —le dijo. Y una cama también, pero no necesitas saber eso.
Más silencio. Finalmente ella suspiró, derrotada, y Harry luchó contra la urgencia de saltar con los brazos en alto y gritar ¡SI!. Lo había logrado, lo sabía con sólo ese suspiro.
Pero él también conocía la rutina. —Déjame hablar con tu padre, —dijo ella, como si significara alguna diferencia ahora.
Él iría.
Enfrente de él, Louis se movió hasta que su cabeza descansó sobre la rodilla de Harry, justo donde la abrazadera encerraba su pierna. Sus ojos brillaban aumentando la seriedad y miró a Harry fijamente durante un largo momento, seguro de que había dicho algo equivocado. —Me gusta llamarte mi chico, —murmuró. Sus dedos trazaron un pequeño círculo entre la pelvis y el muslo de Louis.
Louis lo seguía mirando fijamente. Va a decir algo, Harry rezó. Él recordó que su novio se acababa de despertar, quizás no estaba completamente consciente en ese momento. O quizás no le gustó lo posesivo que sonó eso, pensó, frunciendo el ceño mientras seguía haciendo círculos sobre el pantalón que usaba Louis. O piensa que de lo único que hablo es de sexo. Pero él tenía diecinueve años, el sexo era lo primero en su mente, y con un chico como Louis a su lado. ¿Cómo se suponía que pudiera pensar en algo más?
Antes de que él pudiera pensar en una disculpa, Louis buscó el cierre de los jeans de Harry y preguntó, —¿Por qué no puedes caminar?
Eso hizo que Harry se riera. —Tuve un accidente, —dijo, apretando el muslo de Louis. Podía sentir la punta del pene de su novio bajo su palma, le gustó la sonrisa que apareció en su cara cuando frotó su encerrada longitud— Puedo jurar que te hablé de eso.
Louis giró los ojos. —Quiero decir… sé eso. —Cuando Harry se rió de nuevo y movió su mano, Louis se apartó— Quédate ahí, —le dijo— Quiero decir ¿por qué aún no puedes caminar? ¿Es algo físico o mental o qué?
Poniéndose serio, Harry admitió, —No estoy seguro. —No sabía si era por su propia testarudez, eso era lo que la terapeuta decía cuando ella pensaba que no la escuchaba. Hasta ahora él no había tenido razones para caminar, estaba fuera del equipo, fuera de la escuela, sin amigos, enojado y solo. Pero ahora que estaba con Louis, él quería volver a caminar, y aún no podía, y no sabía por qué.
—Esta pierna, —Louis dijo, pasando su dedo, arriba y abajo de su pierna izquierda— ¿Qué hay de malo con ella?
—El patín de Ashlin cortó los músculos. —Algunas veces Harry pensaba que podía sentir una tensión empujando desde el interior de su pierna, aunque los doctores le aseguraban que las suturas ya debían de haberse disuelto, los tendones se curaron— Tengo veintitrés puntos, justo aquí. —Marcó una línea a lo largo de la pierna de Louis para mostrarle dónde estaba la herida.
—¿Y en esta? —preguntó, tamborileando la pierna derecha de Harry que seguía con la abrazadera. La ligera presión fue casi dolorosa. Harry se movió incómodo y Louis se movió rápidamente, deslizándose un poco más arriba sobre el muslo de Harry— Lo siento.
—Estoy bien, —le dijo Harry. La pierna derecha había quedado aplastada entre el gordo culo de Ashlin y la barandilla. Eso no hubiera sido tan malo si las cuchillas no hubieran estado tan afiladas y Ashlin hubiera estado en el hielo un poco más. Pero no, él golpeó contra la pierna de Harry igual que una espada, cortándola profundamente, el peso detrás de eso fue suficiente para quebrar el hueso de su pantorrilla en millones de fragmentos. Llevaba tres cirugías, y en la última le habían colocado un eje de acero, y le habían dicho que los detectores de metal de los aeropuertos lo iban a detectar durante el resto de su vida, pero que era lo mejor que podían hacer— Los cirujanos colocaron una barra ahí, —dijo. Él trazó una curva en la pierna de Louis— Justo aquí atrás. Los músculos tienen que unirse al metal antes de que yo pueda caminar de nuevo. —Con una sonrisa, agregó— Es feo. Deberías ver las cicatrices…
—¿Puedo? —Louis preguntó ansioso, enderezándose.
Pero honestamente, lo último que Harry quería era que Louis viera sus piernas, las marcas rojas y los hematomas, las cicatrices dentadas de los puntos que cruzaban su lastimada e hinchada piel. Ahí no había nada sexy, nada que nadie debería de ver. —No, —murmuró. Sacudió la cabeza para enfatizar— No quiero... No. —Escondió la cara en los cobertores, sintiendo el calor en sus mejillas. Ahora se estaba ruborizando, maldito infierno— No.
La mano de Louis descansaba suavemente sobre su muslo. —Está bien, —murmuró mientras frotaba la cadera de Harry, sobre su camiseta subiendo hacia su abdomen. Cambió de posición y retiró el cabello del oído de Harry, donde estaba el arete y besó la caliente piel— Está bien, bebé.
No estaba bien, él le había hablado a Harry acerca del imbécil que lo había violado, ¿no es así? Él le había mostrado a Harry su cuerpo. Pero Harry estaba demasiado avergonzado para decir algo, él odiaba sus piernas torcidas, y su piel dañada, y temía que cuando Louis viera las cicatrices fuera el final de su relación, que se alejara y nunca quisiera verlo de nuevo. A él no le gustará, se decía a sí mismo, para sentirse cómodo. Él había visto sus cicatrices, sabía lo mal que se veían.
Otro beso y sintió un cosquilleo en la sensible piel detrás de su oreja, y entonces Louis murmuró —Me gusta cuando me llamas tu chico.
Harry levantó la cara y le sonrió y el tercer beso fue en la boca. —Cuando estés listo, —Louis le dijo.
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Durante la cena la madre de Harry hablaba con Louis sobre la carrera, como si ella hubiera estado viéndolo. —Asombroso, —les dijo ella, sonriéndole a su esposo e hijo hasta que miró de nuevo a Louis— Te veías como un Ángel sobre el hielo, Louis. Apuesto a que tus padres están orgullosos de ti.
Desde el otro lado de la mesa, Harry notó la incomodidad en la mirada de su novio. —Suficiente, mamá, —dijo con la boca llena de spaghetti.
—Nosotros íbamos a ver todos los juegos de Harry, —ella continúo— Oh, nosotros lo hacíamos, y la próxima temporada vamos a estar en el centro de las gradas. Estoy feliz de que haya encontrado un amigo patinador…
—Mamá, detente. —Harry la miró desafiante.
—Sólo estoy diciendo… —ella empezó.
—No lo digas. —Interrumpiéndola, Louis lo miró agradecido, con una sonrisa en la cara— No estuviste ahí, no lo viste.
Su padre habló. —Entonces dilo tú, hijo.
Pero Harry pensaba que quizás Louis se sentiría incómodo con toda la atención puesta en él, y había visto la mirada de su novio ante las palabras de su madre. Apuesto a que tus padres están orgullosos de ti. Él no conocía mucho acerca de cómo era la vida en la casa de Louis, sabía que eran solo dos, su mamá y él, y también sabía que su madre trabajaba largos turnos, y no había podido ir a ver a su hijo patinar. Sospechaba que eso era un punto doloroso para Louis, diablos, al menos lo sería para él, si sus padres no hubieran ido a verlo jugar.
Así que Harry no habló acerca de la carrera. En su lugar, mencionó el sitio Web y los e-mail que había enviado a las estaciones de noticias, él lo llamó “promoción” y le gustaba la manera en que sonaba, casi oficial, como si fuera una historia en suspenso y todos los reporteros esperaran más. Habló sobre sus esperanzas acerca de que las estaciones hablaran del sitio de Internet, y de que algunos comerciantes locales entraran en él y dieran a Louis apoyo para ir a la competencia estatal, y así él tendría una semana para centrarse solamente en la práctica. No mencionó que él acompañaría a Louis a las competencias, no creía que fuera el momento correcto, dado que su madre se molestaría y Louis no tenía por qué ser testigo de una escena. Harry sabía cómo terminaría, él enojado como el infierno, su madre llorando y su padre diciéndolos que tenían que hablar sobre ello. Incluso aunque él lo lograra de esa manera, él siempre lo hacía.
Después de la cena, Louis dijo que debería irse, pero cuando la madre de Harry ofreció llevarlo a casa, declinó la oferta. —Puedo tomar el autobús, —dijo. Él estaba en el pasillo, siendo lo suficientemente cortés, hablando con ella cuando todo lo que Harry quería era regresar a su cuarto— Aún es temprano.
—Ella puede llevarte, —le dijo Harry, tirando del pantalón de Louis, impaciente— ¿Tienes que irte ahora?
—Mi mamá debe de estar a punto de llegar a casa, —Louis explicó mientras dejaba que Harry lo guiara por el oscuro pasillo hacia su cuarto— Si no estoy allí, ella pensará que estoy en la tienda y se enojará cuando se entere de que no estoy ahí. —Una vez dentro del cuarto de Harry, cerró la puerta, se apoyó en ella y retiró el cabello de su cara, sonriéndole a su novio dijo— Ella pensará que es un desperdicio de tiempo estar aquí cuando puedo estar en el trabajo.
—No puedes trabajar todo el maldito tiempo, —Harry suspiró. Él deseaba que hubiera una forma de que Louis no tuviera que estar todo el día corriendo, agotándose, que él pudiera enfocarse en patinar y en su relación y dejara que todas las demás preocupaciones desaparecieran. Un tonto sueño, lo sabía, pero que un día sería realidad— ¿Qué acerca de mañana? —Preguntó— ¿Trabajarás mañana?
—La tienda cierra los domingos. —Louis se arrodilló al lado de la silla de ruedas de Harry y agarró una de sus manos entre las dos suyas. Mirando directamente a Harry le dijo suavemente— Quizás si no estás ocupado, nosotros podemos salir o algo así.
Harry se rió. —Sí, —él ahogaba la risa— Jesús, cómo podría no querer. —Antes de que Louis pudiera responder, Harry se inclinó y besó los labios de su novio tiernamente— No tengo nada mejor que hacer, —murmuró.
Sonriendo, Louis dijo —Podrías.
Otro beso. Harry no sabía cómo esa dulce presión podía dejarlo tan lleno y al mismo tiempo tan hambriento. —No hay nada mejor que tú, —contestó.
Harry sabía que Louis no era rico. Él no esperaba una casa como la de sus padres, en un tranquilo vecindario y con coches elegantes. Aún así no pudo evitar preguntarse si Louis se sentiría inferior mientras la madre de Harry recorría en la van las concurridas y estrechas calles de la ciudad, dirigiéndose al área de viviendas subsidiadas por el gobierno en donde estaba el departamento que su novio llamaba hogar. Está bien, bebé, Harry pensó, pero como su madre estaba en el asiento delantero, ella lo oiría, así que no podía decir las palabras en voz alta. En su lugar tocó la rodilla de Louis, y éste le sonrió tomando su mano, en un gesto que su madre no podía ver debido a la oscuridad que había en el interior de la van. —Casi hemos llegado, —murmuró Louis.
—No me lo recuerdes, —le contestó Harry. Él no quería que el día de hoy se acabara. Sentía como si la semana que habían pasado desde los cuartos de final hubiera durado años, todavía no estaba listo para dejarlo. Lo veré de nuevo mañana, se recordó a sí mismo. Y después la siguiente semana en Atlantic City, estarían solos, sin nadie más. Ellos compartirían cuarto, no tendrían que despedirse.
El apartamento se veía como Harry se imaginaba, un edificio de dos pisos de piedra entre una serie de edificios idénticos con la misma fachada. Las banquetas estaban agrietadas y llenas de dibujos con pinturas de juegos infantiles. Las paredes estaban resquebrajadas y pintadas con ilegibles grafitis. Cuando su madre aparcó junto a la banqueta y Harry bajó la ventanilla, la ira se le disparó. Se oía una sirena a la distancia, a lo lejos. Él no quería que se quedara aquí, agarró su mano apretándola casi dolorosamente, no quería dejarlo ir, no quería que perteneciera a un lugar como ese. —Louis, —él comenzó.
Louis palmeó su mano mientras la madre de Harry salía de la van y desaparecía de la vista hacia un lado para abrir la puerta de Louis, fue un breve momento pero Harry se acercó a Louis y le dio un rápido beso, deslizando su mano al regazo de su novio y apretando suavemente. —Te amo, —él jadeaba— Mañana…
Con otro beso, Louis se apartó. —Te amo también, —murmuró, alejándose dos segundos antes de que la madre de Harry abriera la puerta, mirando hacia la calle nerviosamente— Los invitaría a subir pero no tenemos ascensor —Dijo.
—No creo que sea buena idea, —murmuró la madre de Harry, moviéndose de un pie al otro, y mirando hacia atrás como si esperara ser atacada— Ya es tarde.
No, mierda, pensó Harry. Ella lo hacía sentir como un niño de nuevo, desamparado y dependiente de lo que ella dijera o quisiera hacer. Él debería sorprenderla, decirle que él quería subir al departamento de Louis, sólo para ver lo ansiosa que se pondría tratando de decirle que no. Tengo diecinueve años, no ocho, quería recordarle.
Pero Louis ya estaba saliendo de la van y Harry tocó la parte de atrás de su muslo, su mano se curvó entre las piernas en movimiento de su novio, en un gesto que su madre no pudo ver. —Te llamaré, —prometió Louis. Salió de la van y la madre de Harry le dio otra brillante sonrisa— Gracias por el viaje señora Styles.
—No hay problema, Louis. —Ella cerró la puerta sin siquiera mirar a Harry, hundiéndolo dentro de una profunda oscuridad. Afuera podía oír que ella le hablaba a Louis pero no entendía las palabras, sólo la preocupación en el tono de la voz de su madre y una nerviosa risa, la voz de Louis se oía débil mientras se apresuraba a subir los escalones del departamento. Harry la vio rodear por el frente de la van.
Miró hacia ambos lados de la calle antes de apresurarse a llegar a la puerta del conductor y colocarse detrás del volante, cerró la puerta detrás de ella— Él es un chico agradable, le dijo a Harry mientras encendía la van.
Harry esperó. Ella estaba tensa, lo podía ver en sus hombros, en la manera en que revisaba el espejo retrovisor y miraba hacia delante mientras conducía. A ella no le gustaba conducir por el centro de la ciudad, especialmente no por la noche, así que él esperó hasta que tomaron la avenida, alejándose de las calles estrechas y el área de tiendas, dirigiéndose a los suburbios y los centros comerciales en donde ella se sentía cómoda de nuevo, entonces se limpió la garganta. Ella lo vio por el retrovisor, mirando a lo lejos, pero algo en la cara de Harry la hizo mirarlo y forzó una sonrisa que no fue suficiente para que llegara a sus ojos. —¿Qué te molesta, cariño? —preguntó. Era la primera vez desde el maldito accidente que ella quería saber.
Así que él le contestó. —Louis debe llevar un invitado para las competencias estatales de la próxima semana. —Le dijo. Vio por el espejo que ella frunció el ceño, y disminuyó la velocidad de la van, el pie en el freno— Le dije que iría.
Ahí venía. —Cariño, no creo que estés listo para algo así…
—Mamá, —suspiró exasperado—Tengo diecinueve años. Ya he ido a Atlantic City antes, viví en el campus durante el pasado año y medio. No soy un bebé.
—No estoy diciendo que lo seas, —ella concedió— Pero estás…
—En una silla de ruedas, Mamá, lo sé. Pero no estoy muerto. —Él no esperaba que ella lo dejara ir sin pelear. Cuando ella iba a empezar a replicar, él agregó— Necesito superar lo del accidente. ¿Lo sabes? Si me mantienes encerrado en el estudio nunca lo haré.
Ella suspiró, y lo miró por el retrovisor con lágrimas en sus ojos. —Nosotros no te mantenemos encerrado, —le dijo, sus palabras como trozos de hielo— Sólo creo que aún no estás listo, cariño. Quizás si fueras más responsable en tu terapia…
—¡Esto no tiene nada que ver con la terapia! —Gritó— ¡Esa mierda no hace nada por mí!
—Harry, —le advirtió. A ella no le gustaba oírlo maldecir, decía que era un mal hábito que había adquirido en la universidad, pensaba que antes de eso nunca había dicho nada peor que demonios... nada que ella quisiera oír de cualquier manera.
—No voy a estar mejor haciendo abdominales y levantando la pierna, —le dijo. Hizo pucheros, notó el movimiento de su boca, y cruzó los brazos frente a su pecho, con amargura— Tengo que salir de nuevo, ma. Empezar a hacer cosas por mí mismo de nuevo, cosas que no os involucren a ti o a papá mirando sobre mi hombro, esperando que la joda para venir corriendo a mi lado.
Ella hizo un gesto de ira. —Cuida tu boca, —ella murmuró— No uses palabras como esas, Harry, no conmigo.
Él cambió de táctica, era obvio que la grosería no iba a funcionar. —Todo lo que digo es que necesito esto, Mamá, —él rogó. Era cierto, él necesitaba esto. Él necesitaba salir de la casa, alejarse de sus padres y de la cama del hospital y de la terapia tres veces a la semana. Él necesitaba estar solo, con Louis, él necesitaba a Louis, a sus manos, sus labios y su risa, eso lo hacía mejorar, no ejercitar sus músculos o apretar sus rodillas, sólo tener una razón para seguir, y Louis se la había dado. ¿No podía ver lo que había mejorado desde que se conocieron?
En una tensa voz ella dijo —Estás en una silla de ruedas, Harry. No puedes sólo subir a un automóvil por un fin de semana con tu amigo…
—Es un evento en un club patrocinado, —explicó él— Louis necesita apoyo, Mamá. Él no tiene a nadie, su madre no puede pedir tiempo libre en su trabajo para acompañarlo. Viste dónde vive. Ella nunca lo ha visto patinar.
Eso la atrapó. Él vio en la mirada de ella una oleada de duda y él sabía que había encontrado una herramienta para manipularla para que lo dejara ir. Ella era la mamá más aficionada a los deportes que conocía, siempre había estado con él desde que tenía cuatro años y estaba en el preescolar en la liga de fútbol soccer Tiny Tots. Siempre a un lado, gritando a voces entre la multitud hasta en la preparatoria. Cuando el árbitro decía que Harry cometía una falta ella le gritaba en su cara que su hijo nunca cometía falta, jamás. Había ido a la pista en cada uno de los juegos que se celebraban en la ciudad, ella se lo había dicho a Louis durante la cena, y cuando él se lesionó en el hielo, él sabía que los patines de Ashlin habían herido el corazón de ella tanto como sus piernas, él sabía que la silla de ruedas le molestaba a ella más de lo que quería admitir, que ella no sólo quería que caminara de nuevo, quería que jugara, que regresara a los juegos. El pensar que alguien como Louis no tuviera ese tipo de apoyo de parte de su propia madre, eso la carcomía y Harry lo sabía. Él casi podía oír ahora las mandíbulas tensarse con compasión por él. —¿Ella no lo hace? —preguntó con una suave voz que apenas se oía.
Él sacudió la cabeza. —Él está solo, Mamá, —le dijo.
Ella se quedó en silencio un largo momento. Por la ventana de la van vio las farolas de la calle que iluminaban la noche, cubriendo las casas como una manta de estrellas en el tranquilo suburbio. Él dejó que ella reflexionara sobre eso. —No sólo por mí. —Él tenía que ir a la estatal con Louis, ¿no podía ella ver eso?
Finalmente, ella llegó a su casa, aparcó en la entrada, y apagó el motor de la van. Cuando oyó el motor apagarse, ella jugó con las llaves y le preguntó. —¿Cuándo es eso?
—El miércoles. —Harry quería decir más pero no lo hizo. Ella reflexionaba y él la dejaba pensar.
—¿Cuánto tiempo? —Ella quiso saber, dejando las llaves en su regazo.
—Cuatro días, —Harry contestó— Nos iríamos por la mañana y regresaríamos el sábado por la tarde. —Vio que ella frunció el ceño, él sabía que ella estaba pensando en sus viajes con el elevador de la silla en la van, en cómo lograría hacerlo sin él— Ellos van en autobús, —explicó— Louis dice que está acondicionado para discapacitados. Nos quedaremos en un hotel…
Ella le interrumpió. —No quiero que te quedes solo.
Él casi se ríe. —Louis y yo podemos compartir cuarto, —le dijo. Y una cama también, pero no necesitas saber eso.
Más silencio. Finalmente ella suspiró, derrotada, y Harry luchó contra la urgencia de saltar con los brazos en alto y gritar ¡SI!. Lo había logrado, lo sabía con sólo ese suspiro.
Pero él también conocía la rutina. —Déjame hablar con tu padre, —dijo ella, como si significara alguna diferencia ahora.
Él iría.
Invitado
Invitado
Re: Power Play (Larry Stylinson)
síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!! lo tiene 90% conseguido yujuuuuuuuuuuuuuuuuuuu nos vamos a Atlantic City
ayyy mi pobre louis de verdad que es más chico turnos de 12 horas y que el otro le pague por adelantado es un bebé bonito, mira el amor que se tienen estos dos me tiene loca con las cosas que se dicen bueno y que sienten ay son la pareja perfecta
btw menudo capitulazo más largo no?¿?¿? omg qué bien!
ayyy mi pobre louis de verdad que es más chico turnos de 12 horas y que el otro le pague por adelantado es un bebé bonito, mira el amor que se tienen estos dos me tiene loca con las cosas que se dicen bueno y que sienten ay son la pareja perfecta
btw menudo capitulazo más largo no?¿?¿? omg qué bien!
inmaaamlg
Re: Power Play (Larry Stylinson)
Harry y Louis se van descubriendo cada vez más, y no solo fisícamente, además la relación va creciendo en base a la preocupación que manifiestan el uno por el otro. La madre de Harry es un tanto invasiva, aunque tal vez es así porque se preocupa demasiado por su hijo. Lo bueno es que al parecer podrá viajar junto a su chico, Louis, que lo apoya en todo momento. Y te cuento que en mi país, en donde vivía antes, se patina desde muy pequeña. Saludos y espero la sigas pronto, es la historia más bella que leo en este momento.
Pamelilla
Re: Power Play (Larry Stylinson)
O disculpa si no había comentado, sigo en lo mismo, esta novela es demasiado tierna
al menos para mi lo es
al menos para mi lo es
Blue sky
Re: Power Play (Larry Stylinson)
Ahora no solo son unos bbys tiernos sino que plus, no se pueden sacar las manos de encima, aww. JAJAJ
Las cicatrices le tiran abajo toda la seguridad, pobre bebe.
Lo consiguió, se van juntos *-* ya quiero leer eso.
Seguila pronto por favor, bye!
Las cicatrices le tiran abajo toda la seguridad, pobre bebe.
Lo consiguió, se van juntos *-* ya quiero leer eso.
Seguila pronto por favor, bye!
Invitado
Invitado
Re: Power Play (Larry Stylinson)
omg son unos bebes tan lindos, acabo de empezar a leer esta novela y ya la amo, siguela pronto(:
TamaraLS:)
Re: Power Play (Larry Stylinson)
Tengo una duda respecto a la foto que subieron del grupo. A un lado están Louis, Niall, Liam y Zayn de blanco, al otro solo Harry de negro. Y no me gustó, pues me da la idea que es verdad que hará carrera en solitario. ¿saben algo de eso?
Pamelilla
Capitulo 10
Cuando le quitó la llave a su departamento, Louis oyó la televisión encendida con bajo volumen y él sabía que su mamá estaba en casa. Era temprano, eso significaba que ella tenía un dolor de cabeza o había sido enviada a casa porque no la necesitaban cerca. Cualquiera que fuera la razón, ella estaría de mal humor. Probablemente estaría ahora en la sala, pensando en el hecho de que ella estaba sentada en la sala viendo televisión y no haciendo dinero para pagar la renta o comprar comida para poner en la mesa, e iba querer saber por qué él no estaba trabajando, tampoco. ¿Qué le dijo Harry? No puedes trabajar todo el maldito tiempo. Pero nadie le había dicho eso a Jay Tomlinson, y Louis no iba a ser quien le informara ahora.
Tan silenciosamente como pudo cerró la puerta detrás de él, viendo hacia el pasillo que iba a las recámaras. Se preguntaba si sería posible cruzar el departamento sin que ella lo oyera…—¿Lou? —Ella le habló desde la sala, y él suspiró derrotado— ¿Eres tú?
—Soy yo. —Entró en la sala y se sentó en el brazo del sofá.
Su madre estaba sentada en el otro extremo frente a la televisión, aún vestía la falda negra y blusa blanca que usaba para trabajar. Con la luz de la televisión, Louis podía ver lo raído que estaba el dobladillo de la falda, y el brillo del desgastado material. Ella se veía mayor, demasiado mayor para trabajar medio tiempo en el centro comercial los fines de semana. Era doloroso ver las líneas que cruzaban sus mejillas, unos cuantos hilos plateados en su cabello. Ella era demasiado joven para verse tan cansada, agotada— Te amo, mamá, —dijo sorpresivamente. Él quería decirle que las cosas cambiarían cuando fuera un famoso patinador. Quería decirle que él cuidaría de ella, cuando tuviera patrocinadores nacionales y que ella no iba a tener que trabajar para pagar los recibos. En su mente él la veía en una gran mansión en la costa; ella tendría su propio cuarto, camarera y cocinera y todo lo que ella quisiera. Él veía ahí también a Harry en un cuarto blanco, acostado sobre su espalda sobre sábanas pálidas como su piel, y eso era todo lo que Louis quería de su vida: cuidar de su madre, su carrera de patinador y un chico que compartiera eso.
Pero él la conocía muy bien y si mencionaba eso, la mansión, la playa, ella le diría que dejara de hablar tonterías. —Sueños, —ella diría, esas cosas no deberías tomarlas en cuenta. Muéstrame que la pista de hielo puede hacerte rico y te creeré. Hasta entonces mantén tu trabajo, Lou. Mantén tu cabeza sobre tus hombros y bájate de las nubes, y mantén lo otro dentro de tus pantalones. ¿Me oyes? No sacrifiques todos estos años como tu padre.
Así que él no le hablaba más sobre sus sueños, y ahora cuando ella lo veía fijamente, él sólo le sonreía. Sin palabras. Ella lo veía, su ropa, sus manos descansando en sus rodillas y entonces palmeó el sillón a su lado. —Ven, siéntate conmigo, —dijo.
Él lo hizo. Ella pasó su brazo sobre sus hombros en un medio abrazo, retirándole el cabello de su mejilla, dándole un firme y seguro toque maternal. —Los cuartos fueron hoy, —murmuró.
—¿Oh? —ella preguntó. A él no le sorprendió que ella no lo recordara— ¿Cómo te fue?
—Pasé a la estatal. —Ella asintió como si estuviera impresionada, pero Louis sabía que no entendía el deporte. Aún así le gustaba hablar con ella, él deslizó su mano por el cabello de ella, mientras le explicaba— Gané los quinientos metros. Esa es mi mejor carrera. Ahora, a finales de la siguiente semana voy a las competencias estatales. —Mientras ella asentía de nuevo, él agregó— Son en Atlantic City.
Y entonces ella frunció el ceño, justo como él había anticipado. Ella se giró hacia la televisión como si en la pantalla pensara cómo obtener dinero. —¿Cuánto te va a costar eso? —ella quería saber.
—Doscientos, —él admitió. Sus manos se congelaron, su ceño fruncido se profundizó— Es para dos personas, Mamá, para mí y un invitado, es por eso que es tanto.
—Un invitado. —Su voz era casi un murmullo. Él apenas y podía oírla con el ruido de la televisión— Espero que no planees preguntarme, —ella dijo— Sabes que no puedo faltar a mi trabajo. ¿Cuántos días cubren esos doscientos dólares?
Louis le contestó, —Cuatro. Harry me acompañará…
—Harry. —Ahora su mano bajó a sus hombros y él casi podía oír sus pensamientos girando en su cabeza, Harry, él esperaba que ella lo recordara. ¿Cómo podría ser posible que lo olvidara? Antes de que ella pudiera recordarle, ella preguntó— ¿El chico lisiado?
—Él no está lisiado, —Louis suspiró— Tuvo un accidente, mamá. Él va a mejorar. —Su mano bajó de su hombro y quedó en el sofá al lado de su cadera. Él pensó que ella probablemente trataba calmadamente salirse del íntimo momento— Él es mi novio, —Louis dijo— Hemos tenido citas.
—¿Ellos lo dejarán ir a eso? —ella preguntó. No especificó, si se refería a sus padres o a los oficiales del club— Entonces ¿pagarás por él también? Esa no es buena idea Lou. ¿Qué acerca de la tienda?
—Bobby lo sabe, —Louis le aseguró— Son sólo unos días y hay premio en dinero si gano. No es mucho, pero cubrirá por el tiempo libre.
—¿Y cómo piensas pagar eso? —Su madre quería saber— ¿No me digas que tienes doscientos dólares aquí en tu tarro para las carreras?
Louis dijo, —Harry lo va a pagar, —Y eso fue suficiente, para hacer que ella alejara el brazo completamente, ella incluso se movió en el sofá para que sus caderas no se tocaran— Mamá, no es…
—Pensé, que te había educado mejor que eso, Lou, —ella murmuró, enojada— Pensé que tendrías orgullo suficiente para no aceptar limosnas.
—No es una limosna. Yo se lo devolveré. —Cuando su madre le dio una mirada directa, una que decía que no le creía, él se enderezó indignado— ¡Lo haré! Mamá, sabes que yo no pido dinero. Ni siquiera quería dejarlo pagar, pero él insistió. Se lo regresaré.
—Y sólo salió por casualidad que él tenía dinero, —ella dijo, resentida— Debe ser lindo. No me dijiste que él era rico.
Su madre no respetaba a la gente con dinero, a menos que ellos lo hubieran generado por sí mismo, trabajando hasta la muerte por cada centavo que tenían. Louis no sabía cómo la familia de Harry lo tenía. Él sólo sabía que los padres de su novio lo tenían, ahora la señora Styles se quedaba con su hijo, él sabía eso. Harry le dijo que él estaba enfermo de que estuviera alrededor de él, dijo que había ido a la pista sólo para salirse de su constante cuidado. Pero no era un acto de caridad de Harry, pagar para que él vaya a la estatal. Él lo hacía porque lo amaba y sabía lo que significaba para Louis y lo importante que era para su carrera de patinador. Y Louis se lo regresaría, todos y cada uno de los doscientos dólares, a pesar de lo que dijera Harry. Si él tenía que trabajar el resto de su vida, él lo haría para pagar el préstamo.
—Él no es rico, mamá— —Louis dijo, exasperado— La universidad le reembolsó la matricula cuando perdió el semestre después del accidente. Él está usando ese dinero y yo se lo devolveré antes de que tenga que pagar sus clases en el otoño. —Ella veía la televisión y no alejó la mirada, aún frunciendo el ceño, ella odiaba la idea—.Se lo regresaré, —dijo de nuevo.
Ella no respondió. Él pensó que ella probablemente no quería. La conversación había terminado para ella, él bien podía decir buenas noches ahora. Él se puso de pie y se estiró sintiendo los movimientos de su columna, e iba a decir que se iba a la cama, cuando ella dijo, —Bobby llamó temprano, buscándote.
—¿Lo hizo? —Louis se acomodaba la camiseta, sorpresivamente nervioso. ¿Habría cambiado el horario? No creía eso, pero Bobby ya había hecho esa mierda antes, cambiaba los turnos y luego se enojaba porque Louis no sabía del cambio y no se había presentado a trabajar. O quizás quería que Louis fuera, porque él no pudo encontrarlo, Bobby estaría muy enojado ahora. Él iba a querer saber en dónde estaba, y no le iba a gustar el hecho de que él estaba con un chico, eso iba a ser un punto doloroso entre ellos una vez que se enterara. Viendo el reloj en la pared, arriba de la televisión, suspiró, ¿qué tan malo sería no llamarle esta noche? No estaba de humor para la mierda de Bobby. —¿Te dijo qué quería?
Su madre sacudió la cabeza. —Sólo dijo que le llamaras en cuanto llegaras, —ella dijo, vio el reloj y agregó— Es suficientemente temprano.
Lo último que Louis quería era oír la voz de Bobby ahora, especialmente si sólo llamaba para molestarlo. Pero a Bobby no le gustaría esperar hasta mañana para que le regresara la llamada, y Louis no necesitaba tensar la relación con su jefe, no cuando necesitaba doscientos dólares para regresar el dinero. Así que se dirigió a la cocina, donde se encontraba el teléfono, el único en el departamento, el único que ellos podían pagar, y marcó el número de Bobby, que estaba pegado en la puerta del refrigerador, en caso que necesitara llamarlo.
Hasta ahora él no lo había necesitado. Bobby usualmente era el que llamaba cuando necesitaba a Louis más temprano, o cuando estaba de humor e iba a recortar sus horas. Cuando Louis comenzó a trabajar en la tienda de artículos de patinador, fue hace dos años, justo cuando él empezó con Jared, Bobby le llamaba todo el tiempo, preguntándole si quería que salieran juntos, hacer algo después del trabajo, mierda como esa. Louis siempre había dicho no, y si su mamá no estaba en casa ni siquiera se molestaba en contestar el teléfono, sólo dejaba que timbrara hasta que Bobby renunciara. No podía decirle que estaba demasiado viejo para los gustos de Louis. ¿No podía ver que estoy enamorado de alguien más? Louis pensó, escuchando el timbre del teléfono en su oído. Hey Bobby, pasé todo el día con mi chico. Él es como un refrescante verano en el hielo y su risa es como el viento. Él sabe como la más dulce fruta prohibida, su piel es tan fina como la más suave seda, sus ojos son eternos y su toque es para siempre y mi mamá dice que llamaste. De algún modo él pensaba que eso no iría bien.
El timbre cesó abruptamente y entonces la risueña hermana de Bobby contestó. —¿Hola?
Dios. —¿Está Bobby? —Louis preguntó, su voz brusca. Esperaba que ella no lo reconociera, no quería hablar con ella. Infiernos, no quería hablar con Bobby, tampoco, pero él le daba trabajo, no podía evitar eso. Por un breve momento pensó que si Marnie sabía quién era él, ella se desmayaría, o se arreglaría frente al espejo más cercano tratando de decir algo ingenioso, sexy y lindo. Te tengo noticias, niña, él pensó, esperando. Tienes trece años, eres una chica y la hermana de Bobby. Tres strikes y out.
Pero oyó que dejaban el teléfono y la voz de Marnie gritar. —¡Bobby! ¡Teléfono!
A través del teléfono oyó fuertes pasos bajando las escaleras, „thumpthumpthump‟, entonces su jefe preguntó, —¿Quién es? —Su hermana le dijo que no lo sabía, algún tipo, uno de sus amigos gay, y Bobby hizo algo con lo que obtuvo un feo chillido, le jaló cabello o le golpeó la cabeza, Louis no estaba seguro. Finalmente levantó el teléfono y Bobby enojado preguntó— ¿Quién es?
Él odiaba ese tono de voz. —Louis, —contestó. Eso iba a ser corto y dulce— Mi ma dijo que me llamaste, ¿Qué se te ofrece?
—¡Louis! —Bobby se rió, y en su mente Louis casi podía ver la cara que le hacia su hermana, algo entre líneas como “él me llamo a mí y no a ti niña. Crece”. Louis pensó: ella era una adolescente ¿Cuál es tu excusa? — Hey, hombre. Esperaba verte.
Seguro que lo esperabas... —¿Qué sucede? —Bobby preguntó, como si fueran amigos y Louis le soltara toda la mierda.
—Estoy agotado, —Louis admitió— Sólo llamé para saber qué querías. Tengo que irme a la cama…
—¿Cómo te fue en los cuartos? —Bobby quería saber.
Esa era una táctica para mantenerlo al teléfono, Louis lo sabía, pero a él le agradaba hablar sobre el patinaje y estaba demasiado excitado por la carrera, así que se apoyó contra el mostrador, acomodó el teléfono entre su oreja y hombro, cruzó los brazos y dijo con una sonrisa —Les pateé el culo, hombre. Iré a la estatal. Fui el más rápido en los quinientos metros, dejé a todos atrás.
—¿Siempre eres rápido? —Bobby preguntó, riéndose tratando de bromear. Louis pensó que no era para nada divertido. Cuando se limpió la garganta, Bobby le dijo— Te vi en la televisión, ¡Maldición, niño! Tú en la licra. Tienes un culo apretado.
—¿Llamaste para decirme eso? —Louis preguntó. Odiaba que le temblara la voz por la ira, y cerró sus manos en un puño para evitar el temblor— Mira, Bobby, me tengo que ir…
—¿No has visto lo que dijeron de ti en la televisión? —Bobby agregó, él quería mantener a Louis al teléfono. Probablemente estaría apoyado contra la pared fuera de la vista de Marnie mientras se tocaba a sí mismo a través del bolsillo de sus pantalones, frotando su pene duro ante el sonido de la voz de Louis. El pensamiento le molestaba— Salió en las noticias…
—No realmente, —Louis admitió. Él quería colgar el teléfono. Quería llamar a Harry y dejar que las palabras de su bebé y su risa borraran las de Bobby. Quería quedarse con esa voz toda la noche, maldición. Él tenía que hablarle a Harry ahora.
Pero Bobby seguía hablando y Louis no podía ser descortés.
—Ellos mostraron el sitio Web, —le dijo a Louis quien sólo escuchaba la mitad— Se ve bien. Supongo que el niño no tenía prisa y lo arregló bien. Es bueno que no tenga nada más que hacer y que esté atascado en esa silla.
Cállate, Louis casi dice. Las palabras se quedaron en la punta de su lengua, él las quería dejar libre, cuando recordó que era su jefe y, claro no estaban en el horario, pero no le iba a explicar las cosas a Bobby. —¿Siguen siendo amigos? —él quería saber. Deja de hablar de él. Louis pensó. No tienes derecho. Es mi chico, así que déjalo en paz—¿Él fue el que tomó las fotografías de la carrera?
—Sí, —Louis murmuró. Jefe o no, colgaría el teléfono en dos minutos, Eso es— Bobby…
—Eran muy buenas fotografías, —Bobby continuó. Louis ni siquiera tuvo oportunidad de hablar. Comenzó a dudar— Hey, ¿crees que puede darme algunas fotografías?
Fotografías. De él patinando. Entonces qué, ¿Te masturbarás con ellas?, pensó amargamente. —No, —él dijo. Tratando de esconder su irritación— Son de una cámara digital. Seguro que ya las borró.
—Oh. —Bobby dijo cayendo en un compasivo silencio, y Louis pensó en la manera de poder despedirse de su jefe— Te necesito mañana en la tienda.
Él sabía eso. Tenía que tener una razón para llamarle, algo que le pudiera gustar, Louis sabía eso. —Está cerrado —puntualizó.
—Un gran pedido llegó hoy, —Bobby dijo, como si eso agregara un incentivo al trabajo— Sólo unas horas, hombre, de diez a dos, eso es todo. Te pagaré sobre tiempo.
Incluso, aunque él no trabajaría la semana completa. ¿Cómo podía decir no a eso? Necesitaba el dinero para la estatal. Incluso aunque Harry cubriera el viaje, él necesitaba dinero para las comidas y además necesitaba devolverle el dinero a su novio. El jueves, sólo trabajó medio turno, y anoche sólo algunas horas después de dejar a Harry, y nada hoy. Si, él necesitaba el dinero. Horario de cuatro horas... parte de él se preguntaba por qué Bobby era tan malditamente generoso. No te cuestiones eso, él contraataca. Puedo hacerlo. —¿Louis? —Bobby presionó— No me has contestado.
—Estoy pensando, —Louis respondió. En Harry. Cómo ellos iban a estar juntos mañana, como él quería verlo de nuevo, saborearlo, tocarlo, amarlo. Como él quería ir a practicar un poco y que Harry le dijera que lo acompañaría a la pista— Cuatro horas, —dijo, sólo para asegurarse— ¿Definitivamente saldré a las dos?
—Lo prometo, —Bobby replicó, pero él antes no había cumplido su palabra, Louis no podía confiarse en eso— Antes, si terminamos. Sólo quiero acomodar todo lo nuevo en los estantes, eso es todo. Vamos, hombre. Te necesito.
Me quieres, Louis pensó. Eso es diferente. Pero él no dijo nada de eso, nada… Cuando Bobby insistió de nuevo, él murmuró,—Estaré ahí, pero hasta las dos. Tengo práctica. —Y veré a mi chico, él agregó en silencio.
—Trato, —Bobby dijo— Nos vemos a las diez.
Louis colgó sin decir una palabra más. Veía el teléfono, molesto, pero él dejaría la tienda a las dos, eso le daba suficiente tiempo para estar con Harry, y quizás ellos incluso también irían a la pista. Levantó el teléfono de nuevo, marcó el número de su novio de memoria y esperaba que Harry no se desilusionara demasiado de que él moviera un poco los planes.
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A la mañana siguiente Louis fue a la tienda de patinaje temprano, un poco antes de las nueve y media. Pensó que si empezaba antes de las diez, podría irse antes de las dos si era afortunado. La ventana del frente estaba a oscuras y él pegó la cara en el vidrio para ver el interior. Si Bobby no estaba ahí, quizás él podría acomodar las cosas solo.
Había un callejón a un lado del edificio entre la tienda de patinaje y un restaurante. Metió las manos dentro de su chaqueta de piel, Louis bajó la cabeza metiendo la cabeza en el cuello y se dirigió al estrecho callejón con el pavimento quebrado, pasó los botes de basura que olían a salami y pan viejo, apoyados contra la pared, al fondo a unos pocos pasos de la otra calle. Allí estaba una puerta trasera de la tienda en donde Bobby tenía la bodega y un escritorio y Louis tenía las llaves que le había dado. Entonces vio la maltratada camioneta de Bobby con la cromada defensa media carcomida por el oxido mientras que trataba de abrir la puerta de la tienda. Cerrada. ¿Por qué llegaría temprano Bobby? Porque no tenía vida, Louis se dijo a sí mismo, y sonrió un poco. Jugó con la idea de golpear la puerta hasta que Bobby moviera su perezoso culo y le abriera, pero sus llaves estaban en su bolsa y era más fácil sólo abrir. Quizás Bobby estuviera dormido en algún lado, esperando a Louis, y si ese era el caso, entonces Louis no planeaba hacer ningún ruido, si podía evitarlo. Trabajaría mucho más rápido sin la molestia de Bobby alrededor.
Sólo que no fue tan afortunado, porque en cuanto abrió la puerta y entró a la bodega, vio a Bobby en el cuarto principal junto al mostrador. Había una gran caja de cartón a sus pies y él estaba de cuclillas al lado de eso, buscando profundamente en el interior. Cuando Louis cerró la puerta detrás de él, Bobby levantó la vista al sonido de la puerta y frunció el ceño. —Hey, —le dijo colocándose de rodillas para levantarse como lo hacían los hombres viejos. Louis casi podía oír el „creak‟ de sus rodillas— ¿Qué estás haciendo aquí tan temprano?
Encogiéndose de hombros, Louis dijo —Necesito salir a las dos. En punto. Pensé en comenzar lo más pronto posible. —Dejando caer su mochila en el piso junto al escritorio de Bobby, se quitó la chaqueta y preguntó— ¿Está bien?
Estaba dolorosamente consciente de la mirada de Bobby en sus brazos, su pecho, su cintura. Estaba usando una camiseta blanca y un pantalón de algodón que sabía se ajustaban en todos los lugares correctos. Él los usaba para Harry, porque vería que a su novio se le saldrían los ojos cuando lo viera con ellos y a él le gustaba eso. También sospechaba que una vez que entrara al cuarto de Harry él no los iba a usar mucho tiempo, la camiseta tampoco, o el suspensorio que usaba debajo de los pantalones. Pero ahora Bobby lo veía fijamente, y él casi podía sentir su mirada atravesar la tela, quemándole igual que ácido. Nota para mi mismo: no te inclines, él pensó mientras sacaba la camiseta de la cintura del pantalón. Esperaba que se viera como un movimiento indiferente. No necesitaba para nada eso hoy. Así que no te inclines cerca de él, no le des ese placer. —¿Bobby? —Preguntó, desarrugando la camisa— ¿Estás bien?
—Bien, —Bobby le dijo. Entonces él se rió, pasó la mano por sus cortas rastras que Louis juraba que no habían crecido en los dos años que conocía al tipo— Sólo estaba comenzando.
Para el medio día, ellos ya habían acomodado la mayoría de las cosas. Bobby revisaba cada artículo del embarque con la factura antes de colocarlo en el mostrador para que Louis lo llevara al piso de la tienda. Principalmente eran hojas de patines y ruedas de reemplazo que tenía que colgar en los muros, pero una caja contenía nuevos tableros que Louis tenía que ensamblar. Esos irían en la ventana del frente, y Louis sentía la ardiente mirada de Bobby en su espalda y culo mientras trabajaba. En el vidrio de la ventana, vio el reflejo de su jefe, la factura olvidada en una mano, mientras se inclinaba sobre el mostrador para salivar a espaldas de Louis. Deja eso, pensó, viendo hacia el tablero que se exhibiría. Bobby hacía que sus manos fueran torpes y él no podía hacer que la maldita cosa se uniera, las piezas seguían deslizándose fuera de lugar y después de un minuto o dos, lanzó la maldita cosa molesto, se tomaría un descanso, en algún lugar en donde Bobby no pudiera verlo, el cuarto de baño, o el vestidor de atrás, donde fuera.
—Hey Louis, —Bobby ronroneó, ¿Él creía que eso era sexy?, porque no lo era.
Louis empujó el tablero un poco más duro y todo se cayó como castillo de naipes. —¿Qué? —preguntó, exasperado. Oyó la ira en su propia voz y suspiró— Estoy ocupado…
—¿Tienes hambre? —Bobby preguntó.
De alguna manera, de la forma en que lo dijo sugería que no estaba hablando de comida y Louis quería decirle acerca de Harry, él quería decirle: Mira, Tengo un chico ahora, aléjate. Pero no había nada ahí, nada que él pudiera objetar. Bobby cruzó los brazos como si no hubiera mala intención, eso enojó a Louis y él no necesitaba eso. Tenía algo de hambre, pero conocía muy bien a su jefe, si él iba a la puerta de al lado a comprar los sándwiches, no se le desprendería hasta que Louis pagara. —Estoy bien, —dijo, regresando al tablero.
Pero Bobby no escuchó. Abrió la registradora y sacó un billete de veinte dólares y lo deslizó en el mostrador hacia Louis. —Yo invito, —él dijo. Louis había oído eso antes— Vas por un par de sándwiches de carne con queso, ¿Qué dices?
¿Qué tal no? Louis pensó. Aunque no dijo eso. Eso haría enojar a Bobby. En lugar de eso, se concentró en el tablero y le dijo a su jefe, —Estoy a la mitad de esto. —No hubo respuesta—. Realmente no tengo hambre, —agregó— Si quieres voy por un emparedado para ti. Yo estoy bien.
—¿Quieres un emparedado? —Bobby preguntó.
—Estoy bien, —Louis le dijo de nuevo. No se giró. Él no lo haría, ya podía sentir la irritación de Bobby desde ahí.
—No tienes que pagármelo, —Bobby murmuró— Jesús, sé que no tienes dinero. Te digo que yo invito.
Antes de que Louis pudiera responder, Bobby se dirigió a la bodega y se oyó la puerta trasera al cerrarse, el ruido hizo eco en la tienda. Solo, al fin. Louis se sentó en el frío suelo, secó sus húmedas y temblorosas manos en sus pantalones, tomó una profunda respiración, otra, aún sentía ira en su corazón. Dios, él odiaba esto. Se sentía igual que uno de los productos de los estantes que lo rodeaban, como los lindos y coloridos cascos o las decorativas fundas para las hojas de los patines, algo en exhibición. Bobby lo veía justo como eso, con el brillo de su mirada lo hacía sentirse como un objeto, se sentía asqueado de querer ser usado. Lo primero que haría al regresar de las estatales, sería buscar otro trabajo, ya no podía seguir ahí. No podía vivir de esa forma, asustado de llegar a su trabajo sólo porque su jefe no podía mantener sus manos lejos de él. Y ahora él tenía a Harry, bueno, Louis solamente no quería seguir con eso más. Él sospechaba que su chico jugador de hockey tampoco lo quería, una vez que usara sus piernas de nuevo, lo último que Louis quería era que Harry se enfrentara a Bobby, eso no lo haría. Entonces él tendría que buscar algo más. No estaba seguro de qué, porque Bobby era bueno con sus horarios y le pagan mejor que en cualquier otro lado, pero él no podía seguir así por siempre.
Esta vez Louis ensambló el tablero, fácilmente, porque no tenía a nadie detrás de él viéndolo. No había la presión de la mirada de alguien detrás de sus hombros, y Bobby siempre lo hacía sentirse nervioso. Esperaba que su jefe no regresara con dos sándwiches porque realmente no quería el almuerzo. Bobby tendría divertidas maneras de cómo cobrarse, y Louis sabía muy bien que no era dinero lo que él quería de regreso. Sí, definitivamente él necesitaba un nuevo trabajo. Quizás con el sitio Web encontraría algunos patrocinadores y sería capaz de pasar más tiempo patinando. Seguro, eso pensaba mientras terminaba el tablero. Y mientras eso sucede, deja los sueños, que tú y Harry puedan irse a vivir juntos pronto, y él dormiría en tus brazos todas las noches. Ahora eso podría ser agradable, y eso podría ser un día, pero no pronto.
Sin Bobby viéndolo, Louis pudo trabajar más rápido. Armó los tableros y colocó los artículos que estaban apilados en el mostrador, vaciando el resto de caja de cartón en la que estaba trabajando Bobby detrás de la registradora y empezó con la siguiente cuando oyó que se abría la puerta de nuevo. Levantó la vista de la caja y vio a Bobby llegar de la bodega, llevando dos emparedados envueltos en el papel del restaurante de al lado. —Sé que dijiste que no tenías hambre —él empezó.
—¿Entonces para qué me trajiste algo? —Louis preguntó. Frunció el ceño al ver que Bobby los dejaba en el mostrador.
Bobby se encogió de hombros y desenvolvió uno de los sándwich, uno de queso con carne, eso olía fuerte. Contra su voluntad, el estómago de Louis rugió. Bien, quizás sí tenía algo de hambre. Pero no quería deberle nada a Bobby. —No tenías que comprarme uno, —murmuró, viendo a Bobby darle una mordida a su sándwich. Caliente grasa bajaba por sus dedos e inundaba el papel. Dios, se veía bueno.
Señalando con la cabeza el segundo sándwich, Bobby le dijo, —Come. —Louis no necesitó que le dijera dos veces. Él desenvolvió el sándwich, un emparedado italiano caliente que olía a aceite de oliva y cebolla y lo mordió, repentinamente hambriento— ¿Está bueno?
Louis asintió, apenas notando que Bobby se movía acercándose a su lado del mostrador. Otras horas aquí, dos a lo mucho y él vería a su chico de nuevo, no podía esperar. Aunque pensó que iría primero a su casa a lavarse los dientes, no podía besar a Harry sabiendo a salami, eso no era sexy.
El codo de Bobby rozó el suyo. Trató de que pareciera un gesto inocente, pero Louis saltó aumentando la distancia entre ellos. Qué si sucedía una segunda vez, Louis se tropezó con una caja a sus pies en su esfuerzo de alejarse, —Cuidado, —Bobby dijo, y su mano sostuvo la cadera de Louis.
—No lo hagas, —Louis le dijo, alejándose.
—Aw, vamos, —Bobby murmuró. Se acercó más y pasó su brazo por la cintura de Louis rozando su pelvis, sus dedos iban hacia el suspensorio debajo de los pantalones de algodón de Louis. Cualquier movimiento que Louis hiciera ahora podría terminar tocando el pecho o el abdomen de Bobby y él no quería eso. Ese brazo rodeándolo, ese tipo tratando de empujarlo hacia él. ¿Por qué había dejado que Bobby le comprara la comida de nuevo? ¿Cuán estúpido fue?
—Bobby, no. —Le dio un codazo en el abdomen a Bobby, suavemente, sólo lo suficiente para señalar el punto. Cuando Bobby no se alejó, él agregó— Sabes que no estoy interesado.
Eso no pareció entenderlo. No se retiraba ni movía su brazo. Dejó el emparedado en el mostrador, Louis puso su mano en el pecho de Bobby y lo empujó ligeramente, incómodo. —Bobby…
—Me has dejado tocarte antes, —Bobby dijo. Se agarró fuerte a la cintura de Louis y su boca hizo un feo puchero— Vamos, Louis, es sólo nosotros dos. No tiene que ser de esta manera.
De esta manera. Lo que Louis más quería era no estar ahí. Esta vez se mostró duro con su jefe, pero Bobby no se alejaba. —Esto es por el chico, ¿no es así? —él dijo, atrapando la mano de Louis. Ahora lo atrapó, él no podía alejarse y Bobby acarició con su nariz su cuello, su aliento estaba tan caliente como el infierno, oliendo a cebollas— ¿Cómo puedes hacerme esto, Louis? sabes lo que siento…
Louis luchaba por liberarse. —Y tú sabes lo que siento, —él contraatacó, empujando a Bobby tan fuerte como se atrevía— Déjame ir, Bobby. ¿Qué diablos es todo esto? Déjame ir.
Sin advertencia, Bobby sólo lo hizo. Louis se tambaleó lejos de su jefe y tropezó con la caja de cartón. Lo siguiente que supo es que estaba en el suelo, su trasero le dolía por la caída y Bobby estaba sobre él, a todo lo largo. —Aléjate de mí, —Louis gruñó, empujándose hasta que llegó a la pared detrás de él. Cuando su jefe lo siguió, Louis lo pateó, su pie conectó con la espinilla de Bobby— Bobby, ni siquiera lo pienses.
Frotándose la pierna, Bobby lo veía fijamente. ——¿Esto es por él? —preguntó, ¿él aún estaría hablando de Harry? — ¿Qué te da que yo no pueda darte?, Louis. Él está en una jodida silla de ruedas, por el amor de Cristo…
—¡Cállate! —Louis gritó. Estaba enfermo de que todo el mundo le señalara eso, como si la silla era lo único que notaran de Harry. Poniéndose de pie, se acomodó su camiseta y no pensó en lo que dijo, él sólo dejó que las palabras salieran— Cállate la maldita boca, Bobby, ¿Bien? No te voy a oír insultar a Harry sólo porque tuvo un accidente. ¿Quieres saber lo que él tiene mejor que tú? Él es lindo, divertido y no me anda manoseando todo el tiempo, ni siquiera me tocó antes de que estuviéramos juntos. Estoy cansado de esta mierda. Vine aquí a trabajar, para ganar dinero, para pagar la maldita renta y el patinaje y ganar el sustento, y lo último que necesito es que tú estés encima de mí.
Bobby entrecerró los ojos, abrió la boca para objetar, pero Louis no oyó nada más, pateó la caja de su camino, y se dirigió hacia la bodega, viendo sobre su hombro le dijo —Ya tuve suficiente de tu mierda. ¿Quieres que me quede aquí? mantén tus malditas manos y tus opiniones sobre mi chico para ti.
—Tu chico, —Bobby repitió, siguiendo a Louis al cuarto de atrás. Vio a Louis vaciar los bolsillos de su chaqueta: llaves, hojas de papel, boletos de autobús, un puñado de monedas. Sin otra palabra, Louis tomó la bolsa del suelo y metió las cosas dentro— Entonces te gusta de esta manera, ¿no es así?
—Sí, me gusta eso. —Louis sacudió la chaqueta para asegurarse de que no había nada en su interior, y entonces la colgó en la silla de Bobby. Cuando Bobby se acercaba, Louis se alejó— No me toques, —advirtió.
—No voy a hacerlo, —Bobby bufó, pero sus manos cayeron a su propia cintura, olvidando la chaqueta, y Louis se preguntaba en dónde hubieran caído si él no dice una palabra— ¿Qué estás haciendo?
Louis no contestó. En lugar de eso revisó su bolsa con sus patines, vio las llaves en el interior. Sus dedos rozaron el frío metal y con un ruido metálico las sacó de nuevo. Mientas sacaba las llaves de la tienda del llavero, le dijo a Bobby, —Me voy. No necesito estar aquí sentado y ver tu maldita cara todo el maldito día. Harry me espera.
—Pensé que tenías práctica, —Bobby dijo. Cuando Louis dejó las llaves en el escritorio, él agregó— Si sales ahora, hombre, no te molestes en regresar. Quedas despedido.
—¿Y qué vas a decir a la gente que pregunte por mi? —Louis quería saber, la ira nerviosa le recorría, haciendo que sus manos temblaran, sus dedos batallaban en cerrar el cierre de la maleta, él detuvo la tela que amenazaba con desgarrarse— ¿Les vas a decir que me fui porque tú estabas demasiado caliente para dejarme hacer mi trabajo? ¿Les vas a decir que eres un enfermo acosador y que te mandé al infierno?
Bobby echaba chispas, él había golpeado un nervio. —No soy un jodido acosador, —él empezó.
—Mierda, —Louis dijo molesto. Se giró hacia su jefe, vio sus rastas, el parche de vello en su mentón, su dura expresión. ¿Qué le asustaba realmente de ese hombre? Él realmente permitió todos sus avances, manoseos y comentarios, sólo porque estaba asustado de perder el trabajo. Demasiado tarde ahora, pensó, y en una parte de su mente se acordó de los doscientos dólares que le debería a Harry, en los siguientes cuatro días él tendría que patinar y necesitaría quince dólares diarios, y pagar la mitad de la renta la siguiente semana. Encontraré algo, se prometió a sí mismo. Después de la estatal, lograré un mejor patrocinador, alguien que no quiera mi cuerpo en respuesta. —Lo entendí, —él dijo, colgando su bolsa en el hombro— Quieres algo que se frote contra ti cada cinco minutos, consíguete un perro.
Abrió la puerta trasera, saliendo al brillante día soleado, parpadeó para que sus ojos se acostumbraran. Encontraré algo, pensó de nuevo, pero eso no tranquilizó el rápido latido de su corazón o la sensación que se hundía en su estómago. Dos años tirados al drenaje, sólo eso. Gracias, Bobby. Él no sabía cómo decírselo a su mamá.
A medio callejón, oyó a Bobby gritarle, —¡Espera!
Disminuyó el ritmo de sus pasos pero no se detuvo. Los pasos hacían eco en el concreto cuando su jefe llegó junto a él sin aliento. —Louis, espera, hombre. Detente.
Una mano tocó su hombro y Louis se giró alejándose. —Ya te dije…
—Lo siento, —Bobby dijo, levantando ambas manos para que viera que no lo haría de nuevo— Lo siento, mira, ¿Puedes regresar adentro? realmente necesito ayuda.
Louis dudó, no quedaba mucho por hacer, una o dos cajas más, eso era todo. Y él conocía a Bobby, sabía que si regresaba ahora, regresaba con él a la tienda, entonces nada cambiaría entre ellos.
Seguramente, al principio mantendría sus manos lejos de Louis, vería a Louis por la esquina de los ojos cuando pensara que él no prestaba atención, pero entonces los comentarios empezarían de nuevo, el ruido que hacía con su garganta cuando Louis se inclinaba, obviamente viéndolo, lo manosearía. Él podía vivir con todo lo demás pero no con las manos en su cuerpo, en sus curvas, él no quería que otros lo tocaran, sólo Harry, pensó, su chico está esperando por él, ¿No es así? —No.
Bobby empezaría como si lo palmeara. Louis tenía la impresión de que nunca reconocería el horrible coqueteo. —No, —dijo nuevamente, su voz firme, y se alejó de su jefe, apresurándose hacia el callejón y hacia la luz del sol de nuevo. Cuando llegó al frente de la tienda, la calle estaba vacía pero había algunas personas alrededor, él no estaba tan solo. Cuando vio sobre su hombro vio a Bobby siguiéndolo— No voy a regresar contigo, Bobby, no hasta que dejes tus actos celosos…
—No estoy celoso, —Bobby dijo molesto. Atrapó el brazo de Louis y lo jaló de nuevo. —Louis…
Él se soltó de Bobby. —Y aprenderás a no tocarme, —continuó.
—Louis, espera, —Bobby dijo de nuevo.
—No de esa manera —continuó Louis.
—Mira, yo no sabía que te molestaba.
Si, seguro, Louis pensó. Dirigiéndose a la parada de autobús, una joven madre con dos niñas esperaban en la banca, abrazadas juntas por el frío sol del invierno. Con el poco ruido del tráfico del domingo, pudo oír el autobús a la distancia, a varias cuadras. Se detuvo en la banca y le dio a la madre y las niñas una brillante sonrisa y se giró para que no oyeran lo que él estaba diciendo. Bobby estaba a su derecha. —Te daré una semana, —Louis le dijo— Sé que no estoy en posición de negociar contigo, pero sabes que necesito el trabajo y sé que me necesitas.
—Puedo contratar a quien sea, —Bobby le dijo, malhumorado. Él cruzo los brazos frente a su pecho e hizo un gesto infantilmente petulante— Comenzarían con menos de lo que ganas ahora. Infiernos, contrataría a dos personas con lo que te pago a ti.
—Pero no lo harás. —Louis sabía eso, lo sentía en su corazón y en sus huesos. Bobby lo quería a él en la tienda, confiaba en él. Él ya conocía las existencias, los clientes, la rutina diaria. Era mucho trabajo capacitar a alguien nuevo— Así que, piensa en eso, Bobby. Piénsalo realmente duro, y cuando regrese de la estatal el próximo domingo, veremos en dónde estamos. Hasta entonces, no llames a mi casa, ¿Entiendes?
No quiero hablar contigo hasta que decidas qué quieres hacer.
Se oyó el ruido del autobús a una cuadra de distancia y Bobby suspiró dramáticamente. —Quiero descargar esas cosas, y quiero tu ayuda para eso, dijiste que me darías hasta las dos.
—Hablaremos la próxima semana, —Louis dijo. En ese instante él se giró y se alejó, un truco aprendido de su mamá. Esa conversación se había acabado.
Para cuando llegó a la casa de Harry, él lloraba. Sólo porque necesitaba el trabajo. Otra semana y Bobby podía encontrar a alguien, alguien que trabajara por menos, quien pudiera manejar sus manos y su amarga boca. Él solamente debería decirle al club de patinaje que lo sentía, pero que no podía ir a la estatal, pasaría la siguiente semana buscando otro trabajo. ¿A quién quería engañar? Ninguna empresa lo patrocinaría, él no tenía dinero para practicar los siguientes días, estaría tenso y fuera de forma para la carrera en Atlantic City el viernes y todo el mundo lo superaría. Debiste mantener la boca cerrada, una voz en su interior le murmuró. Él odiaba eso, pero el vecindario de Harry era tan tranquilo que no podía desahogarse. Debiste dejar que te tocara, te gustaba antes…
No.
Llegó a la entrada de la casa de Harry y se vio en el vidrio polarizado de la van de la señora Styles: los ojos rojos, lágrimas escurriendo en sus mejillas y por su nariz. No podía tocar en la puerta viéndose así, ella le preguntaría qué le sucedía y, ¿Qué podría decirle? Nada, ni una maldita cosa. Quizás él no debería estar aquí. Quizás sólo debería irse a su casa.
Pero vio un camino adoquinado al lado de la casa y recordó que el cuarto de Harry tenía una puerta escondida detrás de una persiana vertical. Secándose los ojos, se estremeció en su delgada camisa y tomó el camino antes de siquiera pensarlo mejor. En el patio estaba una alberca cubierta por la temporada del año y subió los escalones a la puerta. La persiana estaba abierta dejando que el sol entrara en el estudio, y pudo ver a Harry del otro lado del vidrio frente a la pantalla de la computadora. Sin pensarlo, Louis tocó.
Harry saltó, sobresaltado, entonces vio a Louis y le dio una luminosa sonrisa desde su silla alejándose de la computadora, llevó la silla de ruedas a la puerta, deslizándola la abrió y tomó la mano de Louis, un toque tan cálido y tan amoroso... entonces lo jaló al interior. —¿Louis? —le preguntó, su sonrisa se perdió al ver las lágrimas, sabía que algo estaba mal, y rodeó con sus brazos la cintura de Louis y los hombros, lo jaló a su regazo fácilmente, sus manos alejaban el recuerdo de los manoseos de Bobby— Jesús, ¡estás congelado! ¿Dónde está tu abrigo? ¿Qué sucedió?
Louis no podía contestar. Envuelto en los brazos de su novio, él sólo se acurrucó en su regazo y escondió la cara en su hombro.
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Hola,
Lo siento, últimamente me eh distanciado mucho de acá.
Espero que les guste el capitulo.
Invitado
Invitado
Re: Power Play (Larry Stylinson)
Nueva lectora
Owwww me encantó
Maldito Bobby ya me estaba hartando
En serio parece chicle
Siguela pronto pls
Owwww me encantó
Maldito Bobby ya me estaba hartando
En serio parece chicle
Siguela pronto pls
AnneleStyles
Re: Power Play (Larry Stylinson)
bobby pedazo de cabrón no vas a tener a louis en tu vida, mira que como no se puedan ir a Atlantic city me lo cargo no juegues con louis que es un bebé bonito
inmaaamlg
Re: Power Play (Larry Stylinson)
Pobre Louis, ugh, Bobby es un baboso. Y además su madre también es un poco insensible... Han pasado por cosas duras pero que apoye más a su hijo.
Annie Sykes
Re: Power Play (Larry Stylinson)
Hola voy a confesar algo soy una adicta a tus historias, especialmente esta, por eso cuando esta tarde entré a Wattpad y vi tu cuenta cerrada entré en pánico y shock. Por favor síguela acá, es demasiado hermosa como para no saber cómo termina. Y si puedes continuar con las otras también te lo agradeceré de por vida.
Pamelilla
Re: Power Play (Larry Stylinson)
Hola, ni siquiera sé, si leerás este mensaje, te he seguido en todas las cuentas que tienes, pero aún no puedo leer completas tus historias, y son tan bellas, como esta que me robó el corazón, ¿la seguirás un día? cariños
Pamelilla
Re: Power Play (Larry Stylinson)
Puede que ya ni siquiera te metas al foro
Pero en serio esta novela me encanta
¿La vas a segur cariño?
Pero en serio esta novela me encanta
¿La vas a segur cariño?
Blue sky
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