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Sweet soul. {Resultados
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Re: Sweet soul. {Resultados
¡Noo! Espera mi fichita,ahora la subo ¿si?
PD: Mi nombre es Carlota c:
PD: Mi nombre es Carlota c:
carlota malik
Re: Sweet soul. {Resultados
Charlotte Mcfly
✘Representante:Ariana Grande.
✘Chico:Niall Horan.
- Spoiler:
¡Problemas de agresividad! Yo no tengo un maldito problema y menos con la maldita agresividad ¡maldito psicólogo del demonio! Solté un bufido cuando crucé las puertas de cristal de la clínica a la que mi padre me había pagado por ir. Me había pagado cincuenta dolares para que fuera a un psicólogo especializado en no sé que mierda, y le contara mis últimas peleas (cada vez más constantes) y esperara un resultado. Una hora, tenía que pasar una hora con ese hombre calvo y de mirada afable que me miraba como un experimento... ¿Sobra decir que no aguanté la hora completa? Respiré hondo y traté de calmarme pero cada vez se me hacía más difícil.
El tipo me dijo que para calmarme pensara en algo que me hiciese feliz, como dato curioso el me dijo que pensaba en una tarta de manzana, y al parecer de pensarlas pasaba a comérselas porque le sobraban unos kilos. ¿Y en qué iba a pensar yo? No tenía cosas que me hicieran feliz... ¿Las mates? ¿la música? Me enfundé las manos en los bolsillos y suspiré, no iba a volver a ver a ese tipo jamás. Apreté la mandíbula cuando advertí que ya se estaba haciendo de noche y me encaminé hacia mi casa que estaría vacía, como siempre. Mi padre trabajaría hasta la madrugada, como siempre.
Mi cuerpo estaba tenso, con ganas de descargarme de alguna manera, el sexo era una buena opción pero no quería ver a Tracy en ese momento, no aguantaría su voz insufrible justo ahora. Al pasar por la calle que daba al cruce comercial unos tipos chocaron conmigo haciéndome perder el equilibrio, me caí de espaldas al suelo y escuché sus risas burlonas... Iba a machacarlos. Me levanté de un salto y corrí a por uno de los tres y lo tiré a puñetazos, los otros dos gritaron y vinieron a por mí, uno me dio un codazo en el labio pero se llevó una buena paliza, al igual que el otro sobrante. Resoplé agotado cuando el último chico cayó al suelo.
Cada vez que peleaba mi mente desconectaba y me hacía olvidar todo por completo, mi casa vacía, la ausencia de mi madre, el psicólogo... ¿Quién tiene problemas de agresividad?
Tosí cuando me dejé caer sobre el pupitre del aula de matemáticas y cerré los ojos. Me acaba de despedir de Álex, mi mejor amigo y de Dave su medio novio y me encontraba más cansado que de costumbre. De pronto sentí su aroma tan particular a vainilla y abrí los ojos de golpe, Ivory Duarte entraba por la puerta del aula con los libros en la mano, esa chica... Era un genio en mates, mi materia favorita, siempre sacaba una décima más en los exámenes que yo y eso me sacaba de quicio ya que siempre se burlaba de mi por ello. No pude evitar fijarme en su pelo negro como una aureola a su alrededor y sus ojos grises sonriéndome.- Valla, chico malo – dijo con sorna - ¿Has vuelto a pelarte?
- ¿Te importa? - le espeté.
- No deberías dejar que te golpeen en la cabeza, así nunca sacarás más nota que yo.
Me incorporé de golpe y la fulminé con la mirada, odiaba\adoraba esa sonrisa de suficiencia, Ivory era la única persona que me hacía sentir como cuando peleaba, desconectado de todo. Su mirada recorrió mi labio partido y la cicatriz que me surcaba la mejilla izquierda con un sentimiento que no supe descifrar. Ella era como un bálsamo para mí, pero como bálsamo que era estaba prohibida, nunca se plantearía estar con un chico con ``problemas de agresividad´´ aunque tampoco es que yo quiera estar con ella para siempre, con una noche o con dos me conformaría, me fijé en su piel marfileña y en sus labios carnosos, vale, quizás tres.
Cuando la profesora marcó los ejercicios nos desafiamos con la mirada a ver quién los terminaba primero, justo los dos a la vez.- Seguro que no los tienes bien – me burlé.
- Es a ti a quién han atizado en la cabeza, no a mí – me sacó la lengua y antes de darse la vuelta para salir a la pizarra me rozó mis nudillos bañados en sangre seca con sus dedos y se me erizó el vello de los brazos.
Esa chica era tan obstinada, fría y creída que me recordaba a mí, y creo que por eso la odiaba con locura. Pero había una parte, una pequeña parte que era lo opuesto a mí y era su sonrisa radiante y sus ganas de vivir y de cambiar el mundo, eso me hacía recordar que había un motivo por el cual seguía allí.- Hasta mañana, Eidan – me dijo Ivory cuando salíamos de clase – Por cierto el ejercicio dos te salió mal, no te tendría que haber dado treinta y dos.
Suspiré, pero a pesar de ello sonreí, solo ella era así, solo ella conseguía que tuviera ganas de matarla y besarla al mismo tiempo. Era como una droga y la abstinencia a la vez. Me volvía loco.
Salí del instituto con una sonrisa en los labios, varias chicas susurraron cuando pasé por delante, supuestamente era un dios en la cama y una auténtica maravilla... Desde que me había acostado con Tracy y sus dos amigas esos rumores corrían por todas partes. No es que me molestaran pero preferiría que no hablaran de mí y punto.
No quería volver a casa, solo de recordar todas las luces apagas y el tener que comer viendo la cara de mi padre me revolvían el estómago, suspiré y comí en el establecimiento de comida rápida más cercano, paseé por las calles e incluso paré en la biblioteca para hacer los deberes de Trigonometría, y cuando salí ya era de noche. Una noche oscura pero iluminada por la luna llena que reinaba en el cielo. Caminé por las calles con la cabeza aún llena de formulas cuando la oí, escuché su dulce y firme voz. Ivory.
Seguí su sonido para comprobar que hacía en la calle tan tarde pero me detuve en seco, habían dos chicos con ella pero no precisamente de buen humor.- ¡Te he dicho que me dejes tranquila! - le soltó ella zafándose de su mano.
- Solo quiero conocernos mejor – el chico rió y volvió a alzar su mano hacia ella.
Corrí hasta allí, y le aferré la muñeca antes de que la tocara. No quería que Ivory me viera así, de mal humor, a punto de matar a una persona porque si la hubieran tocado los mataría de verdad. Traté de pensar en ella, en mi bálsamo pero luego esa imagen se esfumó dejando paso a las atrocidades que pensaban hacerle esos tíos y me enfurecí.
``calmate´´ pensé. Pero no pude y... Desconecté.
Mi mente ya no era mía, solo lo era mi cuerpo.
Eidan.
Las palabras no me afectaban, no eran para mí mientras el tipo se retorcía bajo mi peso.
para, Eidan, para.
YO
No podía parar.
NUNCA.
No quería parar.
QUISE.
Le habrían hecho daño.
ESTO.
El chico ya no se movía, su sangre me salpicaba la camiseta y los ojos de Ivory estaban vidriosos por las lágrimas. Quería abrazarla pero de pronto me di cuenta del coche de policía que estaba parado frente a la calle, el otro chico la había llamado. El policía me sujeto las manos y me las esposó a la espalda, me guió hasta el coche con Ivory pisándome los talones. La puerta se cerró y ella apoyó sus manos en el cristal, me daba las gracias una y otra vez con las lágrimas recorriéndole las mejillas, me acerqué a la ventana y nos besamos, solo nos separa un fino cristal pero sentía sus labios contra los míos.
Se apartó de la ventana.
El coche arrancó.
La vi mientras me alejaba.
Dios, cuanto la amaba.- Valla, chico malo – dijo con sorna - ¿Has vuelto a pelarte?
¡Hola! Tuve un problema con el código y no pude poner la imagen,no me dejo.Espero que no te importe,que no resulte ningún problema,si no dime y lo intento poner.Byee
Drown me with your sweet soul."
carlota malik
Re: Sweet soul. {Resultados
carlota malik escribió:Charlotte Mcfly
✘Representante:Ariana Grande.
✘Chico:Niall Horan.
- Spoiler:
¡Problemas de agresividad! Yo no tengo un maldito problema y menos con la maldita agresividad ¡maldito psicólogo del demonio! Solté un bufido cuando crucé las puertas de cristal de la clínica a la que mi padre me había pagado por ir. Me había pagado cincuenta dolares para que fuera a un psicólogo especializado en no sé que mierda, y le contara mis últimas peleas (cada vez más constantes) y esperara un resultado. Una hora, tenía que pasar una hora con ese hombre calvo y de mirada afable que me miraba como un experimento... ¿Sobra decir que no aguanté la hora completa? Respiré hondo y traté de calmarme pero cada vez se me hacía más difícil.
El tipo me dijo que para calmarme pensara en algo que me hiciese feliz, como dato curioso el me dijo que pensaba en una tarta de manzana, y al parecer de pensarlas pasaba a comérselas porque le sobraban unos kilos. ¿Y en qué iba a pensar yo? No tenía cosas que me hicieran feliz... ¿Las mates? ¿la música? Me enfundé las manos en los bolsillos y suspiré, no iba a volver a ver a ese tipo jamás. Apreté la mandíbula cuando advertí que ya se estaba haciendo de noche y me encaminé hacia mi casa que estaría vacía, como siempre. Mi padre trabajaría hasta la madrugada, como siempre.
Mi cuerpo estaba tenso, con ganas de descargarme de alguna manera, el sexo era una buena opción pero no quería ver a Tracy en ese momento, no aguantaría su voz insufrible justo ahora. Al pasar por la calle que daba al cruce comercial unos tipos chocaron conmigo haciéndome perder el equilibrio, me caí de espaldas al suelo y escuché sus risas burlonas... Iba a machacarlos. Me levanté de un salto y corrí a por uno de los tres y lo tiré a puñetazos, los otros dos gritaron y vinieron a por mí, uno me dio un codazo en el labio pero se llevó una buena paliza, al igual que el otro sobrante. Resoplé agotado cuando el último chico cayó al suelo.
Cada vez que peleaba mi mente desconectaba y me hacía olvidar todo por completo, mi casa vacía, la ausencia de mi madre, el psicólogo... ¿Quién tiene problemas de agresividad?
Tosí cuando me dejé caer sobre el pupitre del aula de matemáticas y cerré los ojos. Me acaba de despedir de Álex, mi mejor amigo y de Dave su medio novio y me encontraba más cansado que de costumbre. De pronto sentí su aroma tan particular a vainilla y abrí los ojos de golpe, Ivory Duarte entraba por la puerta del aula con los libros en la mano, esa chica... Era un genio en mates, mi materia favorita, siempre sacaba una décima más en los exámenes que yo y eso me sacaba de quicio ya que siempre se burlaba de mi por ello. No pude evitar fijarme en su pelo negro como una aureola a su alrededor y sus ojos grises sonriéndome.
- Valla, chico malo – dijo con sorna - ¿Has vuelto a pelarte?
- ¿Te importa? - le espeté.
- No deberías dejar que te golpeen en la cabeza, así nunca sacarás más nota que yo.
Me incorporé de golpe y la fulminé con la mirada, odiaba\adoraba esa sonrisa de suficiencia, Ivory era la única persona que me hacía sentir como cuando peleaba, desconectado de todo. Su mirada recorrió mi labio partido y la cicatriz que me surcaba la mejilla izquierda con un sentimiento que no supe descifrar. Ella era como un bálsamo para mí, pero como bálsamo que era estaba prohibida, nunca se plantearía estar con un chico con ``problemas de agresividad´´ aunque tampoco es que yo quiera estar con ella para siempre, con una noche o con dos me conformaría, me fijé en su piel marfileña y en sus labios carnosos, vale, quizás tres.
Cuando la profesora marcó los ejercicios nos desafiamos con la mirada a ver quién los terminaba primero, justo los dos a la vez.
- Seguro que no los tienes bien – me burlé.
- Es a ti a quién han atizado en la cabeza, no a mí – me sacó la lengua y antes de darse la vuelta para salir a la pizarra me rozó mis nudillos bañados en sangre seca con sus dedos y se me erizó el vello de los brazos.
Esa chica era tan obstinada, fría y creída que me recordaba a mí, y creo que por eso la odiaba con locura. Pero había una parte, una pequeña parte que era lo opuesto a mí y era su sonrisa radiante y sus ganas de vivir y de cambiar el mundo, eso me hacía recordar que había un motivo por el cual seguía allí.
- Hasta mañana, Eidan – me dijo Ivory cuando salíamos de clase – Por cierto el ejercicio dos te salió mal, no te tendría que haber dado treinta y dos.
Suspiré, pero a pesar de ello sonreí, solo ella era así, solo ella conseguía que tuviera ganas de matarla y besarla al mismo tiempo. Era como una droga y la abstinencia a la vez. Me volvía loco.
Salí del instituto con una sonrisa en los labios, varias chicas susurraron cuando pasé por delante, supuestamente era un dios en la cama y una auténtica maravilla... Desde que me había acostado con Tracy y sus dos amigas esos rumores corrían por todas partes. No es que me molestaran pero preferiría que no hablaran de mí y punto.
No quería volver a casa, solo de recordar todas las luces apagas y el tener que comer viendo la cara de mi padre me revolvían el estómago, suspiré y comí en el establecimiento de comida rápida más cercano, paseé por las calles e incluso paré en la biblioteca para hacer los deberes de Trigonometría, y cuando salí ya era de noche. Una noche oscura pero iluminada por la luna llena que reinaba en el cielo. Caminé por las calles con la cabeza aún llena de formulas cuando la oí, escuché su dulce y firme voz. Ivory.
Seguí su sonido para comprobar que hacía en la calle tan tarde pero me detuve en seco, habían dos chicos con ella pero no precisamente de buen humor.
- ¡Te he dicho que me dejes tranquila! - le soltó ella zafándose de su mano.
- Solo quiero conocernos mejor – el chico rió y volvió a alzar su mano hacia ella.
Corrí hasta allí, y le aferré la muñeca antes de que la tocara. No quería que Ivory me viera así, de mal humor, a punto de matar a una persona porque si la hubieran tocado los mataría de verdad. Traté de pensar en ella, en mi bálsamo pero luego esa imagen se esfumó dejando paso a las atrocidades que pensaban hacerle esos tíos y me enfurecí.
``calmate´´ pensé. Pero no pude y... Desconecté.
Mi mente ya no era mía, solo lo era mi cuerpo.
Eidan.
Las palabras no me afectaban, no eran para mí mientras el tipo se retorcía bajo mi peso.
para, Eidan, para.
YO
No podía parar.
NUNCA.
No quería parar.
QUISE.
Le habrían hecho daño.
ESTO.
El chico ya no se movía, su sangre me salpicaba la camiseta y los ojos de Ivory estaban vidriosos por las lágrimas. Quería abrazarla pero de pronto me di cuenta del coche de policía que estaba parado frente a la calle, el otro chico la había llamado. El policía me sujeto las manos y me las esposó a la espalda, me guió hasta el coche con Ivory pisándome los talones. La puerta se cerró y ella apoyó sus manos en el cristal, me daba las gracias una y otra vez con las lágrimas recorriéndole las mejillas, me acerqué a la ventana y nos besamos, solo nos separa un fino cristal pero sentía sus labios contra los míos.
Se apartó de la ventana.
El coche arrancó.
La vi mientras me alejaba.
Dios, cuanto la amaba.¡Hola! Tuve un problema con el código y no pude poner la imagen,no me dejo.Espero que no te importe,que no resulte ningún problema,si no dime y lo intento poner.ByeeDrown me with your sweet soul."
Ficha Aceptada
No te preocupes por el código linda.. no hay problema para nada! Primero, amé tu escrito, en serio, me encanta lo concretas que están tus ideas, la verdad amé como escribís. Sólo tenés algunos problemas con las tildes, que algunas veces no las pones, pero ese fue el único error que le encontré. Estás, obviamente, aceptada linda! Besos y suerte :hug:
Invitado
Invitado
Re: Sweet soul. {Resultados
Drown me with your sweet soul.
Oye, linda, amé la idea, pero quiero que me expliques un poco más del rol de Harry. Es decir, ¿los poderes del fuego los tiene él? Tal vez entendí mal, por eso pido una breve explicación para esta despistada shika (¿?), de todos modos, ya dejo mi ficha. Saluditos.
Oye, linda, amé la idea, pero quiero que me expliques un poco más del rol de Harry. Es decir, ¿los poderes del fuego los tiene él? Tal vez entendí mal, por eso pido una breve explicación para esta despistada shika (¿?), de todos modos, ya dejo mi ficha. Saluditos.
Invitado
Invitado
Re: Sweet soul. {Resultados
no hay problema linda... pues son hadas, entonces los poderes los tendría ella.
cualquier otra cosa me preguntas. ;)
cualquier otra cosa me preguntas. ;)
Invitado
Invitado
Re: Sweet soul. {Resultados
Leonela Vitale.
✘Representante:Emma Watson.
✘Chico:Harry Styles.
- Spoiler:
- El sol, que atravesaba mis cortinas, sobre mi cara me despertó. Me incorporé suavemente sobre mi cama, bufé y bruscamente me levanté para dirigirme al baño, a darme una ducha fría. Al salir, me vestí con una remera de tirantes, negra, una fina campera de tela del mismo color, unas vans grises oscuras y un jean, también negro. Sí, demasiado oscuro de mi parte. Sequé mi castaño cabello dejándolo suelto, cubierto por un gorro, negro obviamente, de lana.
Bajé al comedor, y como siempre, estaba sola. No tenía amigos que me acompañen y al tener dieciocho y vivir sola, tampoco estaban mis padres, bueno, mi madre, y soy hija única.
Preparé un leve desayuno, una simple ensalada de zanahoria y mayonesa. En menos de diez minutos, ya la había terminado. Con mis dientes ya limpios, recogí mi mochila de Pink Floyd y me dirigí al estúpido colegio.
Al ser otoño, siempre sacudía las hojas color café y color naranja que se encontraban en mis pies, era una de mis estaciones preferidas, junto con el invierno. Me gustaba el frío, personalmente.
Directamente, al pasar por la enorme puerta del edificio llamado “London School”, me dirigí a mi casillero para revisar mi horario. Al ver que tenía geografía en la primera hora, tomé los libros necesarios y, a duras penas, me marché hacia el blanco salón al que se entraba por una puerta de roble color marrón claro. Me senté al final de una fila, contra la pared, teniendo vista hacia el patio delantero del colegio, que era bastante lindo. Ahí pasaba mis recreos.
Como siempre, algunos chocaban mi mochila la cual estaba en el suelo, dando hacia el pequeño espacio que estaba entre las filas. Algunos pedían un seco y sin significado “perdón”, y otros ni lo hacían. Un poco irritada, coloqué la mochila en el pupitre, al menos hasta que el profesor llegue.
El señor delgado y canoso, vestido con una chaqueta gris y una camisa, con los típicos zapatos ingleses y pantalones de trabajo, entró por la puerta, siempre caminando elegantemente. Después de desearnos los buenos días, empezó a dictar la clase, pero ni siquiera llegó a los cinco minutos porque unos alumnos lo interrumpieron, llegando tarde:
- Lo sentimos, profesor. – Se disculpó el castaño, que estaba bastante despeinado. Se notaba que estaba aguantando una risa. Detrás de él llegaron una chica y un chico, éstos sí a carcajadas. Pararon al ver la mirada molesta del profesor.
- Llegaron tarde, me deben explicaciones. ¿Las podrán dar frente a todos sus compañeros?
- No creo que les importe. – Sonrió el otro chico que llegó último. – Pero fue porque el coche no funcionaba.
- Ajá, y por eso entraron riendo. Se las dejo pasar, vamos, siéntense. – Les ordenó volviendo a dictar clase, esta vez escribiendo en la pizarra.
Los tres amigos se sentaron también al final del aula, pero en la punta contraria a mí. Seguían riendo, sólo que en silencio. Todos los observaban divertidos, pues eran amigos de la mayor parte de la clase, eran queridos por muchos al ser tan simpáticos; Harry y Mahia Styles y Louis Tomlinson siempre fueron bastante populares, pero no los típicos molestos, al contrario, eran amigables y carismáticos, aunque claro, como todos, no notaban mi existencia y cuando lo hacían era para mirarme como si estuviese loca, cosa que realmente estoy. Pero no me interesaba, pues no eran el tipo de gente con el que me agradaba relacionarme, eran bastante dulces y cariñosos.
Al sonar el timbre, agradecí mentalmente. Era hora del almuerzo y la verdad tenía un poco de hambre, cosa rara en mí, pero bueno. No era nada malo engordar un poco, últimamente he estado bastante delgada por falta de apetito.
Me senté en una mesa algo alejada, sola. Mi desayuno fue un puré de papas y una manzana verde, la cual estaba deliciosa. Me quedaban diez minutos para ir a la siguiente clase, así que fui al patio delantero ya mencionado. Vi un lindo árbol al cual no llegaba el sol y quise ir a sentarme en él, pero cuando estaba yendo, tropecé con una pequeña rama.
- ¿Estás bien? – Murmuró una ronca y suave voz, dirigiéndose a mí. Había caído en sus brazos. Levanté la mirada y me encontré con el mismísimo Harry Styles que hoy llegó tarde a clases. Asentí secamente parándome como debe ser. Sacudí un poco mi ropa y asentí a modo de agradecimiento.
Sin sonrisas ni nada, fui a lo que era mi objetivo: el árbol. Me senté ahí maldiciendo por lo bajo, preguntándome por qué debo ser tan torpe.
- Esa chica está loca. – Se escuchó a mis espaldas. Me giré apenas y vi que del otro lado del árbol, estaban Louis Tomlinson, los hermanos Styles y ahora se sumaron sus otros amigos: Payne, Horan y Malik.
- Sólo tropezó, ¿qué le ves de malo? – Habló la misma voz que me preguntó cómo me encontraba hace apenas un minuto.
- No hablo de eso, hablo de ella. Siempre de negro, nunca sonríe y, no lo sé, es extraña. ¿Alguna vez sus padres la recogieron al colegio? ¿Alguna vez se sentó con alguien a almorzar? Yo ni siquiera conozco su voz. – Habló la única mujer ahí, Mahia.
Tenían razón, pero, ¿qué hacen hablando de mí? No creí que les interesara y tampoco debe hacerlo, mi vida no debe salir por sus bocas, jamás. Bufé, un bufido casi inaudible. Hice fuerza con mis manos sosteniéndome del tronco del árbol para levantarme. Antes de que dé un paso, oí otra pequeña parte de la conversación:
- Si tan extraña te parece, ¿por qué no hablas con ella?
- No sólo es extraña, parece macabra, no me cae bien, al menos no su apariencia. Lo único que puede agradarme es su gusto musical hacia Pink Floyd, siempre con mochilas y remeras de ellos.
Sonreí leve y cínicamente, claro que no era una sonrisa verdadera. “Al menos no su apariencia.”, ¿está hablando sin siquiera conocerme? Eso es de idiotas. Está bien que tenga una apariencia bastante oscura y también macabra, pero no creí que tanto les interesara. ¿Alguien más además de estos idiotas hablará de mí a mis espaldas? Tal vez muchas personas más.
Sin dudarlo, di media vuelta al árbol quedando frente a ellos. La chica no me veía ya que estaba de espaldas, pero todos los demás sí, y me miraban con los ojos desorbitados. La chica, supongo que confundida los observó. Volteó con lentitud encontrándose con mi mirada inexpresiva y fría. Si tan macabra les parecía, no les daría el gusto de escuchar mi voz. Simplemente los observé de una forma amenazante con mis ojos grisáceos para luego marcharme.
Las siguientes dos clases se pasaron aburridas, como siempre. Lo único que cambió de mi rutina fueron los estúpidos esos hablando sobre mí, lo demás siempre es igual. Profesores irritados, de mal humor, algunos inexpresivos, otros aburridos. Recreos solitarios, miradas sobre mí mirándome de arriba abajo, yendo hacia mi casillero para cambiar libros, entre otras acciones típicas del día.
Cuando el timbre indicó la finalización de la última clase, todos, entusiasmados, se marcharon, aunque tranquilos y a paso lento. Cuando todos atravesamos la entrada, ahora intentando atravesar la multitud de alumnos que salía una mano sostuvo mi ante brazo, haciéndome voltear bruscamente mirando mi brazo para descubrir si exactamente una mano era lo que me había tomado desprevenida. Me encontré con una mano de hombre, algo grande pero suave. Mis ojos se elevaron ahora chocando con una mirada tierna y brillante color verde esmeralda.
- Lamento lo de hoy, mi hermana sólo no sabe lo que dice. – Se disculpó dándole una sacudida a sus rizos. ¿Por qué no se disculpaba su hermana directamente? – Lamentamos haberte juzgado. – Repitió cambiando las palabras, observándome y esperando que una respuesta salga de mi garganta. – Oye, ¿tienes voz, cierto? – Carcajeó mirándome ahora divertido, hice una mueca de irritación y quise volver a mi camino, pero imitó su primer acto de agarrarme del ante brazo. – Lo siento, lo siento. – Se apresuró a decir.
- Ya, no me interesan sus disculpas, ahora déjame irme en paz a mi casa. – Espeté con una mirada de frustración soltándome ahora sí de su agarre y yéndome a mi casa para estar tirada en mi cama escuchando Pink Floyd de una vez por todas.
Goodbye Blue Sky sonaba en toda la casa a máximo volumen. Es una de mis canciones preferidas, al menos del disco The Wall, pero ya, no me pondré a pensar en eso.
Tal vez Mahia tenía razón, bueno, no tal vez, la tiene. Aunque no sabe quién y cómo soy, acertó: soy una maldita psicodélica casi autista que está de gusto en la vida. ¿Macabra? Oscura diría yo. Oscura y cínica. Es mejor no tener amigos siendo de esta manera, pero no iba a cambiar, no podía cambiar. Ya las acciones de la vida me hicieron esto, ¿qué podía hacer? Absolutamente nada. Por eso Goodbye Cruel World es mi vida en una canción, cuando en realidad desearía que Speak To Me lo fuera, nadie tuvo empatía conmigo o tal vez sí pero también miedo.
Otro día se agregaba a mi vida. Después de haber tenido sueños sobre mi padre en la batalla civil que hubo hace unos años, desperté sudando sin poder volver a conciliar sueño, pero no importaba, ya se hacían las diez de la mañana y en una hora y media debía ir al colegio.
Hoy hice un té con algunas galletas saladas dietéticas. No estaba haciendo dieta, pero me gustaban más que las dulces. Y hoy mi vestimenta era de un suéter algo ancho pero fino y algo desabrigado color gris, junto con unos jeans negros y unas Converse del mismo color en lugar de Vans. El gorro de lana obviamente infaltable.
Con mi mochila en mi hombro derecho, fui al colegio ahora escuchando música. Mother se hacía presente, linda canción.
La hora del almuerzo llegó más rápido de lo que esperaba. Me senté en la misma mesa que ayer, pensando en cualquier estupidez.
- Leave, but don’t leave me. – Canté con los ojos cerrados, ahora sí sonriendo, ya que estaba escuchando Speak To Me. – Run, rabbit, run. – Canté otra vez cuando esa parte llegó. – Forget the sun. – Mis pensamientos me hacían saltearme alguna que otra palabra.
- And when at last the work is done don't sit down it's time to dig another one. – Siguieron cantando afinadamente. Abrí mis ojos sorprendidos encontrándome nuevamente con ese chico, qué pesado está últimamente, ¿acaso esto es una apuesta? – Cantas muy bien. – Sonrió sentándose a mi lado.
- ¿Esto es una apuesta? ¿Qué quieres? – Le pregunté seca y fríamente, sin mirarlo.
- Sólo me siento mal por lo de ayer, tranquila. – Dijo sereno, recibiendo una mirada irónica de mi parte.
- Te dije que no me interesan tus disculpas, puedes irte. – Dije dejando de mirarlo y concentrándome en mi comida e intentando volver a reproducir la música.
- ¿Y si no quiero? – Pregunta con una sonrisa pícara, acercándose más a mí. - ¡Chicos, aquí! – Gritó sonriendo ampliamente mirando hacia adelante, levanté la mirada y ahí estaban su hermana y sus amiguitos. Ellos lo miraron inseguros y confundidos, pero a paso lento llegaron a sentarse, y ahora a mi lado se sumó el rubio Horan, Niall.
- Yo estaba aquí primero. – Solté furiosa, haciendo que todos voltearan hacia mí. Claro, jamás me habían escuchado hablar.
- Siete contra una. – Rió victorioso.
- Púdrete. – Escupí con tono de asco, intentando irme, pero él me agarró de la muñeca. - ¿Por qué quieres que me quede? ¿Para que les enseñe cómo ser oscuros? Déjame en paz. – Me levanté mirando al rizado con ira.
- Sólo quiero conocerte. ¿Por qué todos dicen que eres una loca? No lo sé y quiero saber si es cierto o si nada más te juzgan.
- Pues déjame contestarte eso sin necesidad de tocarme, ¡estoy loca! – Exclamé haciendo que todos me miraran, todos los del comedor. ¡Genial, me escucharon hablar, qué tierno! Estúpidos entrometidos.
- En ese caso quiero saber por qué. – Se levantó acercándose a mí, estaba demasiado cerca para mi gusto. Retrocedí unos pasos pero fue inútil, él avanzó unos pasos haciendo que volvamos a la misma posición de antes.
- Oye, quiere estar sola, no le gusta la compañía de nadie. Déjala. – Se entrometió el castaño, Liam Payne. Sí, ése.
Creo que si no fuera yo abrazaría al muchacho ahora mismo, ya que gracias a él, el chico de ojos verdes me soltó dejándome libre y pude irme por fin de ahí. Mucha conversación para mí, hacía bastante que no hablaba con alguien, ni siquiera discuto con nadie, mis muecas y miradas lo dicen todo. Virtud mía, al fin hallada.
¿Repentinamente este chico quería saber por qué soy la rarita del colegio? Claro, ni él se lo cree. Además, si su hermana es tan valiente como para arriesgarse a hablar de los otros, estoy más que segura de que hubiese venido a disculparse por su propia cuenta, ¿no?
Ansiosamente mi cerebro no paraba de imaginarse cuándo la campana final tocaría. Quería irme de este maldito infierno ahora mismo, creo que a nadie le costaba acelerar apenas el reloj, obviamente a nadie le importa complacerme, pero, ¿les cuesta a los dioses gastar dos segundos en uno de sus esclavos de la vida para ayudarlo un momento? Por lo que parece, ni siquiera soy uno de sus miles de esclavos, soy uno de sus miles perros que apenas saben de su existencia.
Frustrada me llevé las manos a mi cara estirándola. Resoplé irritada de estar en aquel lugar, irritada de todo. Mi puño golpeó el pupitre fuertemente haciendo que las pocas personas que quedaban en el aula se sobresaltaran y me miraran algo espantados. Salí de ese lugar con mis pensamientos llenos de ira. Habían roto mi pacífica reputación de bicho venenoso que alejaba a todo el mundo. Además de hacer que todos escucharan mi voz, todos me vieron con ese maldito rizado que me había molestado durante el día. Su voz taladraba mi cabeza como si fuera una obra sin terminar y el estúpido ese fuera un obrero que había descansado y tenía todas sus energías enfocadas en terminar el maldito trabajo, una analogía que describía perfectamente mi actual situación que ya me estaba sacando de mis casillas.
En todos los recreos siguientes, los ojos verdes pesados y prontamente odiados se acercaban a molestarme y a pedirme que al menos le regale algunas palabras que no sean groseras. En un momento me dieron ganas de dejarlo estéril, tal vez así aprenda a no molestar a los que no quieren hablar con la gente, pero ni siquiera con eso aprendería a dejar de ser tan testarudo.
Varias veces le repetí firmemente que no me interesaban sus disculpas ni sus severas órdenes de escucharlo y responderle a lo que preguntaba, hasta sus amigos me apoyaban, pero él seguía insistiendo en que “era sólo una chica herida que necesitaba ayuda, pero no sabe por qué”, como si le importara.
La analogía del obrero seguía en pie, hasta que en un momento yo ya estaba fuera de mí y si alguien, específicamente el rizado, se me acercaba soy capaz de asesinarlo, y con mis problemas mentales, se sabe que lo digo más que literal.
- ¿Cuándo me dejarás conocerte? – Lo único que me animaba a no matarlo (pero eso no significaba que no quería hacerlo, ni que no iba a golpearlo) era saber que este era el último recreo del día y que mañana era sábado por fin.
- Lo único que quieres es saber por qué soy así y divulgarlo, o tal vez lo último no, pero es sólo intriga. Déjame en paz de una maldita vez.
- Eso quiero averiguar, por qué eres tan fría y amargada.
- Esta es una advertencia literal y no querrás probar si lo es: déjame en paz o te mataré con mis propias manos. – Lo fulminé con la mirada y él me miró sorprendido, pero divertido; era obvio que se lo iba a tomar como una broma. – No sabes cómo soy y es lo que quieres averiguar, así que ahí te doy una pista. ¿Me molestas? Pues, es posible que amanezcas conmigo y un cuchillo a tu lado pero no vivirás para contarlo. – Lo amenacé zafándome de su agarre por décima vez en el día, o milésima.
Luego de esa dulce y tierna amenaza de mi parte, Styles no volvió a dirigirme la mirada ni la palabra en todo el recreo ni la última clase que lamentablemente nos tocaba juntos, pero claro que la separación de nuestros asientos y mi carente importancia e interés en él hacían que ni siquiera lo mire.
En estos momentos necesitaba a mi más que extrañado amigo Fred, quien murió hace dos años atrás dejándome rota, depresiva, peor de lo que estaba. Los antidepresivos no hacían mucho afecto, desde ahí empecé a ser más como ahora, antes era algo extraña por la muerte de mi padre en la batalla civil, pero lo de Fred fue la gota que derramó el vaso para sentirme más que sola. Claro que absolutamente nadie lo sabía excepto mi madre, a quien mucho no le importaba así que su consolación estuvo siempre ausente, pero hablando de la gente del colegio, nadie lo sabe a lo de mi padre. Lo de Fred sí ya que iba a mi colegio, aunque nadie lo menciona y menos frente a mí. Bueno, tal vez una persona sabe lo de mi padre…
Inconscientemente, mis ojos se empezaron a nublar, cosa que no podía permitir que pase frente a toda la maldita clase. “No llores, no llores”, era lo único que mi cabeza pensaba y mi cerebro decía, la voz del profesor se dejó de escuchar, la voz de mi cabeza era más fuerte. No llores, no llores. Bruscamente me levanté de mi silla, tomando las miradas de mis compañeros para clavarlas en mí al instante que el fuerte ruido de mi silla arrastrarse por el suelo los llamó. Caminé entre mi fila y la de mi derecha, hasta llegar frente al profesor, dirigirle una mirada rápida e irme por la puerta.
Moví mis piernas para correr hacia la entrada del colegio, y salir a la calle para seguir corriendo hacia algún parque de por ahí. Rodeada de grandes y verdes árboles me tiré en un césped fértil y lleno de pequeñas flores. Lágrimas tristes rodeaban mis mejillas, haciendo que me desahogara. Necesitaba hace mucho dejar salir toda mi tristeza y rabia que se acumulaba en mi cuerpo afectando mis pensamientos de una manera horrible. Mi labio inferior temblaba, sólo paraba de hacerlo cuando fruncía mis labios formando una línea perfectamente recta. El agua no paraba de salir de mis ojos grises, cosa que me estaba irritando pero era bastante lindo hacerlo en algún momento.
“Estábamos los tres sentados juntos en clase de historia, segundo año. Reíamos sin parar por una broma por parte de Fred, mi mejor amigo el pelirrojo. Intentábamos ahogarnos las risas pero era imposible, no podíamos parar ni un segundo; estábamos rojos.
- Se van ahora mismo de mi clase. – Gruñó firmemente el profesor, dejando de fingir que no existíamos.
- ¡Ay, profesor, no sea…! – Empecé a protestar, todavía carcajeando.
- ¡Se van ahora mismo! – Gritó esta vez, haciendo que rápidamente mis amigos y yo nos paremos de nuestras sillas y salgamos del aula, riendo. - ¡Sinvergüenzas!
Ya fuera del blanco salón, nos quedamos en los desiertos pasillos del colegio, rojos de la risa y con las manos en la boca para parar un poco de carcajear, pero no servía de mucho. Luego de unos cinco minutos, cesamos apenas.
- Son unos idiotas. – Les dije divertida golpeando a Fred en el brazo, recibiendo un tierno quejido de su parte.
- Así nos amas. – Me abrazaron los dos por los hombros y nos dirigimos al patio delantero para disfrutar de la media hora que faltaba para dirigirnos a la siguiente clase.
- Sí, lo sé. – Sonreí dulcemente.
Nos tiramos vagamente en el césped verde, mientras nos sonreíamos uno con el otro. Observé por unos segundos a Fred y lo abracé repentinamente.
- Oh, ¿qué pasa? ¿Nos pusimos cariñosos? – Preguntó con un tono pícaro, haciéndome reír.
- Ya cállate, no se puede ni ser dulce contigo. – Protesté.
- Oigan, estábamos dando los temas para el siguiente examen, ¿qué pasará ahora?, no sabremos los temas. – Dijo preocupado mi castaño amigo, frunciendo el ceño.
- Siempre te preocupas por todo. Después pedimos los apuntes, no jodas. – Gruñí, mirándolo. Tomé su mano y lo atraje hacia Fred y hacia mí, quedando los tres unidos en un cálido abrazo. – Los adoro, ¿sí? Nunca me abandonen.”
Y me abandonaron los dos.
Espero que esté bien y ya entendí, gracias por la explicación. ¡Espero quedar, suerte a todas! Y principalmente, espero que te guste el capítulo. Saludossssss, la idea de la novela es muy bonita.
Invitado
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pixie.
Re: Sweet soul. {Resultados
LeonelaLavigne escribió:Leonela Vitale.
✘Representante:Emma Watson.
✘Chico:Harry Styles.
- Spoiler:
El sol, que atravesaba mis cortinas, sobre mi cara me despertó. Me incorporé suavemente sobre mi cama, bufé y bruscamente me levanté para dirigirme al baño, a darme una ducha fría. Al salir, me vestí con una remera de tirantes, negra, una fina campera de tela del mismo color, unas vans grises oscuras y un jean, también negro. Sí, demasiado oscuro de mi parte. Sequé mi castaño cabello dejándolo suelto, cubierto por un gorro, negro obviamente, de lana.
Bajé al comedor, y como siempre, estaba sola. No tenía amigos que me acompañen y al tener dieciocho y vivir sola, tampoco estaban mis padres, bueno, mi madre, y soy hija única.
Preparé un leve desayuno, una simple ensalada de zanahoria y mayonesa. En menos de diez minutos, ya la había terminado. Con mis dientes ya limpios, recogí mi mochila de Pink Floyd y me dirigí al estúpido colegio.
Al ser otoño, siempre sacudía las hojas color café y color naranja que se encontraban en mis pies, era una de mis estaciones preferidas, junto con el invierno. Me gustaba el frío, personalmente.
Directamente, al pasar por la enorme puerta del edificio llamado “London School”, me dirigí a mi casillero para revisar mi horario. Al ver que tenía geografía en la primera hora, tomé los libros necesarios y, a duras penas, me marché hacia el blanco salón al que se entraba por una puerta de roble color marrón claro. Me senté al final de una fila, contra la pared, teniendo vista hacia el patio delantero del colegio, que era bastante lindo. Ahí pasaba mis recreos.
Como siempre, algunos chocaban mi mochila la cual estaba en el suelo, dando hacia el pequeño espacio que estaba entre las filas. Algunos pedían un seco y sin significado “perdón”, y otros ni lo hacían. Un poco irritada, coloqué la mochila en el pupitre, al menos hasta que el profesor llegue.
El señor delgado y canoso, vestido con una chaqueta gris y una camisa, con los típicos zapatos ingleses y pantalones de trabajo, entró por la puerta, siempre caminando elegantemente. Después de desearnos los buenos días, empezó a dictar la clase, pero ni siquiera llegó a los cinco minutos porque unos alumnos lo interrumpieron, llegando tarde:
- Lo sentimos, profesor. – Se disculpó el castaño, que estaba bastante despeinado. Se notaba que estaba aguantando una risa. Detrás de él llegaron una chica y un chico, éstos sí a carcajadas. Pararon al ver la mirada molesta del profesor.
- Llegaron tarde, me deben explicaciones. ¿Las podrán dar frente a todos sus compañeros?
- No creo que les importe. – Sonrió el otro chico que llegó último. – Pero fue porque el coche no funcionaba.
- Ajá, y por eso entraron riendo. Se las dejo pasar, vamos, siéntense. – Les ordenó volviendo a dictar clase, esta vez escribiendo en la pizarra.
Los tres amigos se sentaron también al final del aula, pero en la punta contraria a mí. Seguían riendo, sólo que en silencio. Todos los observaban divertidos, pues eran amigos de la mayor parte de la clase, eran queridos por muchos al ser tan simpáticos; Harry y Mahia Styles y Louis Tomlinson siempre fueron bastante populares, pero no los típicos molestos, al contrario, eran amigables y carismáticos, aunque claro, como todos, no notaban mi existencia y cuando lo hacían era para mirarme como si estuviese loca, cosa que realmente estoy. Pero no me interesaba, pues no eran el tipo de gente con el que me agradaba relacionarme, eran bastante dulces y cariñosos.
Al sonar el timbre, agradecí mentalmente. Era hora del almuerzo y la verdad tenía un poco de hambre, cosa rara en mí, pero bueno. No era nada malo engordar un poco, últimamente he estado bastante delgada por falta de apetito.
Me senté en una mesa algo alejada, sola. Mi desayuno fue un puré de papas y una manzana verde, la cual estaba deliciosa. Me quedaban diez minutos para ir a la siguiente clase, así que fui al patio delantero ya mencionado. Vi un lindo árbol al cual no llegaba el sol y quise ir a sentarme en él, pero cuando estaba yendo, tropecé con una pequeña rama.
- ¿Estás bien? – Murmuró una ronca y suave voz, dirigiéndose a mí. Había caído en sus brazos. Levanté la mirada y me encontré con el mismísimo Harry Styles que hoy llegó tarde a clases. Asentí secamente parándome como debe ser. Sacudí un poco mi ropa y asentí a modo de agradecimiento.
Sin sonrisas ni nada, fui a lo que era mi objetivo: el árbol. Me senté ahí maldiciendo por lo bajo, preguntándome por qué debo ser tan torpe.
- Esa chica está loca. – Se escuchó a mis espaldas. Me giré apenas y vi que del otro lado del árbol, estaban Louis Tomlinson, los hermanos Styles y ahora se sumaron sus otros amigos: Payne, Horan y Malik.
- Sólo tropezó, ¿qué le ves de malo? – Habló la misma voz que me preguntó cómo me encontraba hace apenas un minuto.
- No hablo de eso, hablo de ella. Siempre de negro, nunca sonríe y, no lo sé, es extraña. ¿Alguna vez sus padres la recogieron al colegio? ¿Alguna vez se sentó con alguien a almorzar? Yo ni siquiera conozco su voz. – Habló la única mujer ahí, Mahia.
Tenían razón, pero, ¿qué hacen hablando de mí? No creí que les interesara y tampoco debe hacerlo, mi vida no debe salir por sus bocas, jamás. Bufé, un bufido casi inaudible. Hice fuerza con mis manos sosteniéndome del tronco del árbol para levantarme. Antes de que dé un paso, oí otra pequeña parte de la conversación:
- Si tan extraña te parece, ¿por qué no hablas con ella?
- No sólo es extraña, parece macabra, no me cae bien, al menos no su apariencia. Lo único que puede agradarme es su gusto musical hacia Pink Floyd, siempre con mochilas y remeras de ellos.
Sonreí leve y cínicamente, claro que no era una sonrisa verdadera. “Al menos no su apariencia.”, ¿está hablando sin siquiera conocerme? Eso es de idiotas. Está bien que tenga una apariencia bastante oscura y también macabra, pero no creí que tanto les interesara. ¿Alguien más además de estos idiotas hablará de mí a mis espaldas? Tal vez muchas personas más.
Sin dudarlo, di media vuelta al árbol quedando frente a ellos. La chica no me veía ya que estaba de espaldas, pero todos los demás sí, y me miraban con los ojos desorbitados. La chica, supongo que confundida los observó. Volteó con lentitud encontrándose con mi mirada inexpresiva y fría. Si tan macabra les parecía, no les daría el gusto de escuchar mi voz. Simplemente los observé de una forma amenazante con mis ojos grisáceos para luego marcharme.
Las siguientes dos clases se pasaron aburridas, como siempre. Lo único que cambió de mi rutina fueron los estúpidos esos hablando sobre mí, lo demás siempre es igual. Profesores irritados, de mal humor, algunos inexpresivos, otros aburridos. Recreos solitarios, miradas sobre mí mirándome de arriba abajo, yendo hacia mi casillero para cambiar libros, entre otras acciones típicas del día.
Cuando el timbre indicó la finalización de la última clase, todos, entusiasmados, se marcharon, aunque tranquilos y a paso lento. Cuando todos atravesamos la entrada, ahora intentando atravesar la multitud de alumnos que salía una mano sostuvo mi ante brazo, haciéndome voltear bruscamente mirando mi brazo para descubrir si exactamente una mano era lo que me había tomado desprevenida. Me encontré con una mano de hombre, algo grande pero suave. Mis ojos se elevaron ahora chocando con una mirada tierna y brillante color verde esmeralda.
- Lamento lo de hoy, mi hermana sólo no sabe lo que dice. – Se disculpó dándole una sacudida a sus rizos. ¿Por qué no se disculpaba su hermana directamente? – Lamentamos haberte juzgado. – Repitió cambiando las palabras, observándome y esperando que una respuesta salga de mi garganta. – Oye, ¿tienes voz, cierto? – Carcajeó mirándome ahora divertido, hice una mueca de irritación y quise volver a mi camino, pero imitó su primer acto de agarrarme del ante brazo. – Lo siento, lo siento. – Se apresuró a decir.
- Ya, no me interesan sus disculpas, ahora déjame irme en paz a mi casa. – Espeté con una mirada de frustración soltándome ahora sí de su agarre y yéndome a mi casa para estar tirada en mi cama escuchando Pink Floyd de una vez por todas.
Goodbye Blue Sky sonaba en toda la casa a máximo volumen. Es una de mis canciones preferidas, al menos del disco The Wall, pero ya, no me pondré a pensar en eso.
Tal vez Mahia tenía razón, bueno, no tal vez, la tiene. Aunque no sabe quién y cómo soy, acertó: soy una maldita psicodélica casi autista que está de gusto en la vida. ¿Macabra? Oscura diría yo. Oscura y cínica. Es mejor no tener amigos siendo de esta manera, pero no iba a cambiar, no podía cambiar. Ya las acciones de la vida me hicieron esto, ¿qué podía hacer? Absolutamente nada. Por eso Goodbye Cruel World es mi vida en una canción, cuando en realidad desearía que Speak To Me lo fuera, nadie tuvo empatía conmigo o tal vez sí pero también miedo.
Otro día se agregaba a mi vida. Después de haber tenido sueños sobre mi padre en la batalla civil que hubo hace unos años, desperté sudando sin poder volver a conciliar sueño, pero no importaba, ya se hacían las diez de la mañana y en una hora y media debía ir al colegio.
Hoy hice un té con algunas galletas saladas dietéticas. No estaba haciendo dieta, pero me gustaban más que las dulces. Y hoy mi vestimenta era de un suéter algo ancho pero fino y algo desabrigado color gris, junto con unos jeans negros y unas Converse del mismo color en lugar de Vans. El gorro de lana obviamente infaltable.
Con mi mochila en mi hombro derecho, fui al colegio ahora escuchando música. Mother se hacía presente, linda canción.
La hora del almuerzo llegó más rápido de lo que esperaba. Me senté en la misma mesa que ayer, pensando en cualquier estupidez.
- Leave, but don’t leave me. – Canté con los ojos cerrados, ahora sí sonriendo, ya que estaba escuchando Speak To Me. – Run, rabbit, run. – Canté otra vez cuando esa parte llegó. – Forget the sun. – Mis pensamientos me hacían saltearme alguna que otra palabra.
- And when at last the work is done don't sit down it's time to dig another one. – Siguieron cantando afinadamente. Abrí mis ojos sorprendidos encontrándome nuevamente con ese chico, qué pesado está últimamente, ¿acaso esto es una apuesta? – Cantas muy bien. – Sonrió sentándose a mi lado.
- ¿Esto es una apuesta? ¿Qué quieres? – Le pregunté seca y fríamente, sin mirarlo.
- Sólo me siento mal por lo de ayer, tranquila. – Dijo sereno, recibiendo una mirada irónica de mi parte.
- Te dije que no me interesan tus disculpas, puedes irte. – Dije dejando de mirarlo y concentrándome en mi comida e intentando volver a reproducir la música.
- ¿Y si no quiero? – Pregunta con una sonrisa pícara, acercándose más a mí. - ¡Chicos, aquí! – Gritó sonriendo ampliamente mirando hacia adelante, levanté la mirada y ahí estaban su hermana y sus amiguitos. Ellos lo miraron inseguros y confundidos, pero a paso lento llegaron a sentarse, y ahora a mi lado se sumó el rubio Horan, Niall.
- Yo estaba aquí primero. – Solté furiosa, haciendo que todos voltearan hacia mí. Claro, jamás me habían escuchado hablar.
- Siete contra una. – Rió victorioso.
- Púdrete. – Escupí con tono de asco, intentando irme, pero él me agarró de la muñeca. - ¿Por qué quieres que me quede? ¿Para que les enseñe cómo ser oscuros? Déjame en paz. – Me levanté mirando al rizado con ira.
- Sólo quiero conocerte. ¿Por qué todos dicen que eres una loca? No lo sé y quiero saber si es cierto o si nada más te juzgan.
- Pues déjame contestarte eso sin necesidad de tocarme, ¡estoy loca! – Exclamé haciendo que todos me miraran, todos los del comedor. ¡Genial, me escucharon hablar, qué tierno! Estúpidos entrometidos.
- En ese caso quiero saber por qué. – Se levantó acercándose a mí, estaba demasiado cerca para mi gusto. Retrocedí unos pasos pero fue inútil, él avanzó unos pasos haciendo que volvamos a la misma posición de antes.
- Oye, quiere estar sola, no le gusta la compañía de nadie. Déjala. – Se entrometió el castaño, Liam Payne. Sí, ése.
Creo que si no fuera yo abrazaría al muchacho ahora mismo, ya que gracias a él, el chico de ojos verdes me soltó dejándome libre y pude irme por fin de ahí. Mucha conversación para mí, hacía bastante que no hablaba con alguien, ni siquiera discuto con nadie, mis muecas y miradas lo dicen todo. Virtud mía, al fin hallada.
¿Repentinamente este chico quería saber por qué soy la rarita del colegio? Claro, ni él se lo cree. Además, si su hermana es tan valiente como para arriesgarse a hablar de los otros, estoy más que segura de que hubiese venido a disculparse por su propia cuenta, ¿no?
Ansiosamente mi cerebro no paraba de imaginarse cuándo la campana final tocaría. Quería irme de este maldito infierno ahora mismo, creo que a nadie le costaba acelerar apenas el reloj, obviamente a nadie le importa complacerme, pero, ¿les cuesta a los dioses gastar dos segundos en uno de sus esclavos de la vida para ayudarlo un momento? Por lo que parece, ni siquiera soy uno de sus miles de esclavos, soy uno de sus miles perros que apenas saben de su existencia.
Frustrada me llevé las manos a mi cara estirándola. Resoplé irritada de estar en aquel lugar, irritada de todo. Mi puño golpeó el pupitre fuertemente haciendo que las pocas personas que quedaban en el aula se sobresaltaran y me miraran algo espantados. Salí de ese lugar con mis pensamientos llenos de ira. Habían roto mi pacífica reputación de bicho venenoso que alejaba a todo el mundo. Además de hacer que todos escucharan mi voz, todos me vieron con ese maldito rizado que me había molestado durante el día. Su voz taladraba mi cabeza como si fuera una obra sin terminar y el estúpido ese fuera un obrero que había descansado y tenía todas sus energías enfocadas en terminar el maldito trabajo, una analogía que describía perfectamente mi actual situación que ya me estaba sacando de mis casillas.
En todos los recreos siguientes, los ojos verdes pesados y prontamente odiados se acercaban a molestarme y a pedirme que al menos le regale algunas palabras que no sean groseras. En un momento me dieron ganas de dejarlo estéril, tal vez así aprenda a no molestar a los que no quieren hablar con la gente, pero ni siquiera con eso aprendería a dejar de ser tan testarudo.
Varias veces le repetí firmemente que no me interesaban sus disculpas ni sus severas órdenes de escucharlo y responderle a lo que preguntaba, hasta sus amigos me apoyaban, pero él seguía insistiendo en que “era sólo una chica herida que necesitaba ayuda, pero no sabe por qué”, como si le importara.
La analogía del obrero seguía en pie, hasta que en un momento yo ya estaba fuera de mí y si alguien, específicamente el rizado, se me acercaba soy capaz de asesinarlo, y con mis problemas mentales, se sabe que lo digo más que literal.
- ¿Cuándo me dejarás conocerte? – Lo único que me animaba a no matarlo (pero eso no significaba que no quería hacerlo, ni que no iba a golpearlo) era saber que este era el último recreo del día y que mañana era sábado por fin.
- Lo único que quieres es saber por qué soy así y divulgarlo, o tal vez lo último no, pero es sólo intriga. Déjame en paz de una maldita vez.
- Eso quiero averiguar, por qué eres tan fría y amargada.
- Esta es una advertencia literal y no querrás probar si lo es: déjame en paz o te mataré con mis propias manos. – Lo fulminé con la mirada y él me miró sorprendido, pero divertido; era obvio que se lo iba a tomar como una broma. – No sabes cómo soy y es lo que quieres averiguar, así que ahí te doy una pista. ¿Me molestas? Pues, es posible que amanezcas conmigo y un cuchillo a tu lado pero no vivirás para contarlo. – Lo amenacé zafándome de su agarre por décima vez en el día, o milésima.
Luego de esa dulce y tierna amenaza de mi parte, Styles no volvió a dirigirme la mirada ni la palabra en todo el recreo ni la última clase que lamentablemente nos tocaba juntos, pero claro que la separación de nuestros asientos y mi carente importancia e interés en él hacían que ni siquiera lo mire.
En estos momentos necesitaba a mi más que extrañado amigo Fred, quien murió hace dos años atrás dejándome rota, depresiva, peor de lo que estaba. Los antidepresivos no hacían mucho afecto, desde ahí empecé a ser más como ahora, antes era algo extraña por la muerte de mi padre en la batalla civil, pero lo de Fred fue la gota que derramó el vaso para sentirme más que sola. Claro que absolutamente nadie lo sabía excepto mi madre, a quien mucho no le importaba así que su consolación estuvo siempre ausente, pero hablando de la gente del colegio, nadie lo sabe a lo de mi padre. Lo de Fred sí ya que iba a mi colegio, aunque nadie lo menciona y menos frente a mí. Bueno, tal vez una persona sabe lo de mi padre…
Inconscientemente, mis ojos se empezaron a nublar, cosa que no podía permitir que pase frente a toda la maldita clase. “No llores, no llores”, era lo único que mi cabeza pensaba y mi cerebro decía, la voz del profesor se dejó de escuchar, la voz de mi cabeza era más fuerte. No llores, no llores. Bruscamente me levanté de mi silla, tomando las miradas de mis compañeros para clavarlas en mí al instante que el fuerte ruido de mi silla arrastrarse por el suelo los llamó. Caminé entre mi fila y la de mi derecha, hasta llegar frente al profesor, dirigirle una mirada rápida e irme por la puerta.
Moví mis piernas para correr hacia la entrada del colegio, y salir a la calle para seguir corriendo hacia algún parque de por ahí. Rodeada de grandes y verdes árboles me tiré en un césped fértil y lleno de pequeñas flores. Lágrimas tristes rodeaban mis mejillas, haciendo que me desahogara. Necesitaba hace mucho dejar salir toda mi tristeza y rabia que se acumulaba en mi cuerpo afectando mis pensamientos de una manera horrible. Mi labio inferior temblaba, sólo paraba de hacerlo cuando fruncía mis labios formando una línea perfectamente recta. El agua no paraba de salir de mis ojos grises, cosa que me estaba irritando pero era bastante lindo hacerlo en algún momento.
“Estábamos los tres sentados juntos en clase de historia, segundo año. Reíamos sin parar por una broma por parte de Fred, mi mejor amigo el pelirrojo. Intentábamos ahogarnos las risas pero era imposible, no podíamos parar ni un segundo; estábamos rojos.
- Se van ahora mismo de mi clase. – Gruñó firmemente el profesor, dejando de fingir que no existíamos.
- ¡Ay, profesor, no sea…! – Empecé a protestar, todavía carcajeando.
- ¡Se van ahora mismo! – Gritó esta vez, haciendo que rápidamente mis amigos y yo nos paremos de nuestras sillas y salgamos del aula, riendo. - ¡Sinvergüenzas!
Ya fuera del blanco salón, nos quedamos en los desiertos pasillos del colegio, rojos de la risa y con las manos en la boca para parar un poco de carcajear, pero no servía de mucho. Luego de unos cinco minutos, cesamos apenas.
- Son unos idiotas. – Les dije divertida golpeando a Fred en el brazo, recibiendo un tierno quejido de su parte.
- Así nos amas. – Me abrazaron los dos por los hombros y nos dirigimos al patio delantero para disfrutar de la media hora que faltaba para dirigirnos a la siguiente clase.
- Sí, lo sé. – Sonreí dulcemente.
Nos tiramos vagamente en el césped verde, mientras nos sonreíamos uno con el otro. Observé por unos segundos a Fred y lo abracé repentinamente.
- Oh, ¿qué pasa? ¿Nos pusimos cariñosos? – Preguntó con un tono pícaro, haciéndome reír.
- Ya cállate, no se puede ni ser dulce contigo. – Protesté.
- Oigan, estábamos dando los temas para el siguiente examen, ¿qué pasará ahora?, no sabremos los temas. – Dijo preocupado mi castaño amigo, frunciendo el ceño.
- Siempre te preocupas por todo. Después pedimos los apuntes, no jodas. – Gruñí, mirándolo. Tomé su mano y lo atraje hacia Fred y hacia mí, quedando los tres unidos en un cálido abrazo. – Los adoro, ¿sí? Nunca me abandonen.”
Y me abandonaron los dos.Espero que esté bien y ya entendí, gracias por la explicación. ¡Espero quedar, suerte a todas! Y principalmente, espero que te guste el capítulo. Saludossssss, la idea de la novela es muy bonita.
Ficha Aceptada
Hi déjame decirte que me fascinó tu escrito.. es más.. quiero el link ya :enojao: por favor por favor
No encontré ningún problema con las tildes, lo único es que hay algunas "comas ( , )" que sobran, sólo eso. Me encanta que seas tan descriptiva! en serio me encantó!!
Suerte linda y besos :hug:
No encontré ningún problema con las tildes, lo único es que hay algunas "comas ( , )" que sobran, sólo eso. Me encanta que seas tan descriptiva! en serio me encantó!!
Suerte linda y besos :hug:
Invitado
Invitado
Re: Sweet soul. {Resultados
odio la cartulina y las lineas rectas ¬¬
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Sweet soul. {Resultados
ay, muchísimas graciaaaas. la verdad es que todavía no he hecho tema de la novela, pero ni bien lo haga te lo paso, si quieres (¿?). Muchas gracias, lo tendré en cuenta.Lottie. escribió:LeonelaLavigne escribió:Leonela Vitale.
✘Representante:Emma Watson.
✘Chico:Harry Styles.
- Spoiler:
El sol, que atravesaba mis cortinas, sobre mi cara me despertó. Me incorporé suavemente sobre mi cama, bufé y bruscamente me levanté para dirigirme al baño, a darme una ducha fría. Al salir, me vestí con una remera de tirantes, negra, una fina campera de tela del mismo color, unas vans grises oscuras y un jean, también negro. Sí, demasiado oscuro de mi parte. Sequé mi castaño cabello dejándolo suelto, cubierto por un gorro, negro obviamente, de lana.
Bajé al comedor, y como siempre, estaba sola. No tenía amigos que me acompañen y al tener dieciocho y vivir sola, tampoco estaban mis padres, bueno, mi madre, y soy hija única.
Preparé un leve desayuno, una simple ensalada de zanahoria y mayonesa. En menos de diez minutos, ya la había terminado. Con mis dientes ya limpios, recogí mi mochila de Pink Floyd y me dirigí al estúpido colegio.
Al ser otoño, siempre sacudía las hojas color café y color naranja que se encontraban en mis pies, era una de mis estaciones preferidas, junto con el invierno. Me gustaba el frío, personalmente.
Directamente, al pasar por la enorme puerta del edificio llamado “London School”, me dirigí a mi casillero para revisar mi horario. Al ver que tenía geografía en la primera hora, tomé los libros necesarios y, a duras penas, me marché hacia el blanco salón al que se entraba por una puerta de roble color marrón claro. Me senté al final de una fila, contra la pared, teniendo vista hacia el patio delantero del colegio, que era bastante lindo. Ahí pasaba mis recreos.
Como siempre, algunos chocaban mi mochila la cual estaba en el suelo, dando hacia el pequeño espacio que estaba entre las filas. Algunos pedían un seco y sin significado “perdón”, y otros ni lo hacían. Un poco irritada, coloqué la mochila en el pupitre, al menos hasta que el profesor llegue.
El señor delgado y canoso, vestido con una chaqueta gris y una camisa, con los típicos zapatos ingleses y pantalones de trabajo, entró por la puerta, siempre caminando elegantemente. Después de desearnos los buenos días, empezó a dictar la clase, pero ni siquiera llegó a los cinco minutos porque unos alumnos lo interrumpieron, llegando tarde:
- Lo sentimos, profesor. – Se disculpó el castaño, que estaba bastante despeinado. Se notaba que estaba aguantando una risa. Detrás de él llegaron una chica y un chico, éstos sí a carcajadas. Pararon al ver la mirada molesta del profesor.
- Llegaron tarde, me deben explicaciones. ¿Las podrán dar frente a todos sus compañeros?
- No creo que les importe. – Sonrió el otro chico que llegó último. – Pero fue porque el coche no funcionaba.
- Ajá, y por eso entraron riendo. Se las dejo pasar, vamos, siéntense. – Les ordenó volviendo a dictar clase, esta vez escribiendo en la pizarra.
Los tres amigos se sentaron también al final del aula, pero en la punta contraria a mí. Seguían riendo, sólo que en silencio. Todos los observaban divertidos, pues eran amigos de la mayor parte de la clase, eran queridos por muchos al ser tan simpáticos; Harry y Mahia Styles y Louis Tomlinson siempre fueron bastante populares, pero no los típicos molestos, al contrario, eran amigables y carismáticos, aunque claro, como todos, no notaban mi existencia y cuando lo hacían era para mirarme como si estuviese loca, cosa que realmente estoy. Pero no me interesaba, pues no eran el tipo de gente con el que me agradaba relacionarme, eran bastante dulces y cariñosos.
Al sonar el timbre, agradecí mentalmente. Era hora del almuerzo y la verdad tenía un poco de hambre, cosa rara en mí, pero bueno. No era nada malo engordar un poco, últimamente he estado bastante delgada por falta de apetito.
Me senté en una mesa algo alejada, sola. Mi desayuno fue un puré de papas y una manzana verde, la cual estaba deliciosa. Me quedaban diez minutos para ir a la siguiente clase, así que fui al patio delantero ya mencionado. Vi un lindo árbol al cual no llegaba el sol y quise ir a sentarme en él, pero cuando estaba yendo, tropecé con una pequeña rama.
- ¿Estás bien? – Murmuró una ronca y suave voz, dirigiéndose a mí. Había caído en sus brazos. Levanté la mirada y me encontré con el mismísimo Harry Styles que hoy llegó tarde a clases. Asentí secamente parándome como debe ser. Sacudí un poco mi ropa y asentí a modo de agradecimiento.
Sin sonrisas ni nada, fui a lo que era mi objetivo: el árbol. Me senté ahí maldiciendo por lo bajo, preguntándome por qué debo ser tan torpe.
- Esa chica está loca. – Se escuchó a mis espaldas. Me giré apenas y vi que del otro lado del árbol, estaban Louis Tomlinson, los hermanos Styles y ahora se sumaron sus otros amigos: Payne, Horan y Malik.
- Sólo tropezó, ¿qué le ves de malo? – Habló la misma voz que me preguntó cómo me encontraba hace apenas un minuto.
- No hablo de eso, hablo de ella. Siempre de negro, nunca sonríe y, no lo sé, es extraña. ¿Alguna vez sus padres la recogieron al colegio? ¿Alguna vez se sentó con alguien a almorzar? Yo ni siquiera conozco su voz. – Habló la única mujer ahí, Mahia.
Tenían razón, pero, ¿qué hacen hablando de mí? No creí que les interesara y tampoco debe hacerlo, mi vida no debe salir por sus bocas, jamás. Bufé, un bufido casi inaudible. Hice fuerza con mis manos sosteniéndome del tronco del árbol para levantarme. Antes de que dé un paso, oí otra pequeña parte de la conversación:
- Si tan extraña te parece, ¿por qué no hablas con ella?
- No sólo es extraña, parece macabra, no me cae bien, al menos no su apariencia. Lo único que puede agradarme es su gusto musical hacia Pink Floyd, siempre con mochilas y remeras de ellos.
Sonreí leve y cínicamente, claro que no era una sonrisa verdadera. “Al menos no su apariencia.”, ¿está hablando sin siquiera conocerme? Eso es de idiotas. Está bien que tenga una apariencia bastante oscura y también macabra, pero no creí que tanto les interesara. ¿Alguien más además de estos idiotas hablará de mí a mis espaldas? Tal vez muchas personas más.
Sin dudarlo, di media vuelta al árbol quedando frente a ellos. La chica no me veía ya que estaba de espaldas, pero todos los demás sí, y me miraban con los ojos desorbitados. La chica, supongo que confundida los observó. Volteó con lentitud encontrándose con mi mirada inexpresiva y fría. Si tan macabra les parecía, no les daría el gusto de escuchar mi voz. Simplemente los observé de una forma amenazante con mis ojos grisáceos para luego marcharme.
Las siguientes dos clases se pasaron aburridas, como siempre. Lo único que cambió de mi rutina fueron los estúpidos esos hablando sobre mí, lo demás siempre es igual. Profesores irritados, de mal humor, algunos inexpresivos, otros aburridos. Recreos solitarios, miradas sobre mí mirándome de arriba abajo, yendo hacia mi casillero para cambiar libros, entre otras acciones típicas del día.
Cuando el timbre indicó la finalización de la última clase, todos, entusiasmados, se marcharon, aunque tranquilos y a paso lento. Cuando todos atravesamos la entrada, ahora intentando atravesar la multitud de alumnos que salía una mano sostuvo mi ante brazo, haciéndome voltear bruscamente mirando mi brazo para descubrir si exactamente una mano era lo que me había tomado desprevenida. Me encontré con una mano de hombre, algo grande pero suave. Mis ojos se elevaron ahora chocando con una mirada tierna y brillante color verde esmeralda.
- Lamento lo de hoy, mi hermana sólo no sabe lo que dice. – Se disculpó dándole una sacudida a sus rizos. ¿Por qué no se disculpaba su hermana directamente? – Lamentamos haberte juzgado. – Repitió cambiando las palabras, observándome y esperando que una respuesta salga de mi garganta. – Oye, ¿tienes voz, cierto? – Carcajeó mirándome ahora divertido, hice una mueca de irritación y quise volver a mi camino, pero imitó su primer acto de agarrarme del ante brazo. – Lo siento, lo siento. – Se apresuró a decir.
- Ya, no me interesan sus disculpas, ahora déjame irme en paz a mi casa. – Espeté con una mirada de frustración soltándome ahora sí de su agarre y yéndome a mi casa para estar tirada en mi cama escuchando Pink Floyd de una vez por todas.
Goodbye Blue Sky sonaba en toda la casa a máximo volumen. Es una de mis canciones preferidas, al menos del disco The Wall, pero ya, no me pondré a pensar en eso.
Tal vez Mahia tenía razón, bueno, no tal vez, la tiene. Aunque no sabe quién y cómo soy, acertó: soy una maldita psicodélica casi autista que está de gusto en la vida. ¿Macabra? Oscura diría yo. Oscura y cínica. Es mejor no tener amigos siendo de esta manera, pero no iba a cambiar, no podía cambiar. Ya las acciones de la vida me hicieron esto, ¿qué podía hacer? Absolutamente nada. Por eso Goodbye Cruel World es mi vida en una canción, cuando en realidad desearía que Speak To Me lo fuera, nadie tuvo empatía conmigo o tal vez sí pero también miedo.
Otro día se agregaba a mi vida. Después de haber tenido sueños sobre mi padre en la batalla civil que hubo hace unos años, desperté sudando sin poder volver a conciliar sueño, pero no importaba, ya se hacían las diez de la mañana y en una hora y media debía ir al colegio.
Hoy hice un té con algunas galletas saladas dietéticas. No estaba haciendo dieta, pero me gustaban más que las dulces. Y hoy mi vestimenta era de un suéter algo ancho pero fino y algo desabrigado color gris, junto con unos jeans negros y unas Converse del mismo color en lugar de Vans. El gorro de lana obviamente infaltable.
Con mi mochila en mi hombro derecho, fui al colegio ahora escuchando música. Mother se hacía presente, linda canción.
La hora del almuerzo llegó más rápido de lo que esperaba. Me senté en la misma mesa que ayer, pensando en cualquier estupidez.
- Leave, but don’t leave me. – Canté con los ojos cerrados, ahora sí sonriendo, ya que estaba escuchando Speak To Me. – Run, rabbit, run. – Canté otra vez cuando esa parte llegó. – Forget the sun. – Mis pensamientos me hacían saltearme alguna que otra palabra.
- And when at last the work is done don't sit down it's time to dig another one. – Siguieron cantando afinadamente. Abrí mis ojos sorprendidos encontrándome nuevamente con ese chico, qué pesado está últimamente, ¿acaso esto es una apuesta? – Cantas muy bien. – Sonrió sentándose a mi lado.
- ¿Esto es una apuesta? ¿Qué quieres? – Le pregunté seca y fríamente, sin mirarlo.
- Sólo me siento mal por lo de ayer, tranquila. – Dijo sereno, recibiendo una mirada irónica de mi parte.
- Te dije que no me interesan tus disculpas, puedes irte. – Dije dejando de mirarlo y concentrándome en mi comida e intentando volver a reproducir la música.
- ¿Y si no quiero? – Pregunta con una sonrisa pícara, acercándose más a mí. - ¡Chicos, aquí! – Gritó sonriendo ampliamente mirando hacia adelante, levanté la mirada y ahí estaban su hermana y sus amiguitos. Ellos lo miraron inseguros y confundidos, pero a paso lento llegaron a sentarse, y ahora a mi lado se sumó el rubio Horan, Niall.
- Yo estaba aquí primero. – Solté furiosa, haciendo que todos voltearan hacia mí. Claro, jamás me habían escuchado hablar.
- Siete contra una. – Rió victorioso.
- Púdrete. – Escupí con tono de asco, intentando irme, pero él me agarró de la muñeca. - ¿Por qué quieres que me quede? ¿Para que les enseñe cómo ser oscuros? Déjame en paz. – Me levanté mirando al rizado con ira.
- Sólo quiero conocerte. ¿Por qué todos dicen que eres una loca? No lo sé y quiero saber si es cierto o si nada más te juzgan.
- Pues déjame contestarte eso sin necesidad de tocarme, ¡estoy loca! – Exclamé haciendo que todos me miraran, todos los del comedor. ¡Genial, me escucharon hablar, qué tierno! Estúpidos entrometidos.
- En ese caso quiero saber por qué. – Se levantó acercándose a mí, estaba demasiado cerca para mi gusto. Retrocedí unos pasos pero fue inútil, él avanzó unos pasos haciendo que volvamos a la misma posición de antes.
- Oye, quiere estar sola, no le gusta la compañía de nadie. Déjala. – Se entrometió el castaño, Liam Payne. Sí, ése.
Creo que si no fuera yo abrazaría al muchacho ahora mismo, ya que gracias a él, el chico de ojos verdes me soltó dejándome libre y pude irme por fin de ahí. Mucha conversación para mí, hacía bastante que no hablaba con alguien, ni siquiera discuto con nadie, mis muecas y miradas lo dicen todo. Virtud mía, al fin hallada.
¿Repentinamente este chico quería saber por qué soy la rarita del colegio? Claro, ni él se lo cree. Además, si su hermana es tan valiente como para arriesgarse a hablar de los otros, estoy más que segura de que hubiese venido a disculparse por su propia cuenta, ¿no?
Ansiosamente mi cerebro no paraba de imaginarse cuándo la campana final tocaría. Quería irme de este maldito infierno ahora mismo, creo que a nadie le costaba acelerar apenas el reloj, obviamente a nadie le importa complacerme, pero, ¿les cuesta a los dioses gastar dos segundos en uno de sus esclavos de la vida para ayudarlo un momento? Por lo que parece, ni siquiera soy uno de sus miles de esclavos, soy uno de sus miles perros que apenas saben de su existencia.
Frustrada me llevé las manos a mi cara estirándola. Resoplé irritada de estar en aquel lugar, irritada de todo. Mi puño golpeó el pupitre fuertemente haciendo que las pocas personas que quedaban en el aula se sobresaltaran y me miraran algo espantados. Salí de ese lugar con mis pensamientos llenos de ira. Habían roto mi pacífica reputación de bicho venenoso que alejaba a todo el mundo. Además de hacer que todos escucharan mi voz, todos me vieron con ese maldito rizado que me había molestado durante el día. Su voz taladraba mi cabeza como si fuera una obra sin terminar y el estúpido ese fuera un obrero que había descansado y tenía todas sus energías enfocadas en terminar el maldito trabajo, una analogía que describía perfectamente mi actual situación que ya me estaba sacando de mis casillas.
En todos los recreos siguientes, los ojos verdes pesados y prontamente odiados se acercaban a molestarme y a pedirme que al menos le regale algunas palabras que no sean groseras. En un momento me dieron ganas de dejarlo estéril, tal vez así aprenda a no molestar a los que no quieren hablar con la gente, pero ni siquiera con eso aprendería a dejar de ser tan testarudo.
Varias veces le repetí firmemente que no me interesaban sus disculpas ni sus severas órdenes de escucharlo y responderle a lo que preguntaba, hasta sus amigos me apoyaban, pero él seguía insistiendo en que “era sólo una chica herida que necesitaba ayuda, pero no sabe por qué”, como si le importara.
La analogía del obrero seguía en pie, hasta que en un momento yo ya estaba fuera de mí y si alguien, específicamente el rizado, se me acercaba soy capaz de asesinarlo, y con mis problemas mentales, se sabe que lo digo más que literal.
- ¿Cuándo me dejarás conocerte? – Lo único que me animaba a no matarlo (pero eso no significaba que no quería hacerlo, ni que no iba a golpearlo) era saber que este era el último recreo del día y que mañana era sábado por fin.
- Lo único que quieres es saber por qué soy así y divulgarlo, o tal vez lo último no, pero es sólo intriga. Déjame en paz de una maldita vez.
- Eso quiero averiguar, por qué eres tan fría y amargada.
- Esta es una advertencia literal y no querrás probar si lo es: déjame en paz o te mataré con mis propias manos. – Lo fulminé con la mirada y él me miró sorprendido, pero divertido; era obvio que se lo iba a tomar como una broma. – No sabes cómo soy y es lo que quieres averiguar, así que ahí te doy una pista. ¿Me molestas? Pues, es posible que amanezcas conmigo y un cuchillo a tu lado pero no vivirás para contarlo. – Lo amenacé zafándome de su agarre por décima vez en el día, o milésima.
Luego de esa dulce y tierna amenaza de mi parte, Styles no volvió a dirigirme la mirada ni la palabra en todo el recreo ni la última clase que lamentablemente nos tocaba juntos, pero claro que la separación de nuestros asientos y mi carente importancia e interés en él hacían que ni siquiera lo mire.
En estos momentos necesitaba a mi más que extrañado amigo Fred, quien murió hace dos años atrás dejándome rota, depresiva, peor de lo que estaba. Los antidepresivos no hacían mucho afecto, desde ahí empecé a ser más como ahora, antes era algo extraña por la muerte de mi padre en la batalla civil, pero lo de Fred fue la gota que derramó el vaso para sentirme más que sola. Claro que absolutamente nadie lo sabía excepto mi madre, a quien mucho no le importaba así que su consolación estuvo siempre ausente, pero hablando de la gente del colegio, nadie lo sabe a lo de mi padre. Lo de Fred sí ya que iba a mi colegio, aunque nadie lo menciona y menos frente a mí. Bueno, tal vez una persona sabe lo de mi padre…
Inconscientemente, mis ojos se empezaron a nublar, cosa que no podía permitir que pase frente a toda la maldita clase. “No llores, no llores”, era lo único que mi cabeza pensaba y mi cerebro decía, la voz del profesor se dejó de escuchar, la voz de mi cabeza era más fuerte. No llores, no llores. Bruscamente me levanté de mi silla, tomando las miradas de mis compañeros para clavarlas en mí al instante que el fuerte ruido de mi silla arrastrarse por el suelo los llamó. Caminé entre mi fila y la de mi derecha, hasta llegar frente al profesor, dirigirle una mirada rápida e irme por la puerta.
Moví mis piernas para correr hacia la entrada del colegio, y salir a la calle para seguir corriendo hacia algún parque de por ahí. Rodeada de grandes y verdes árboles me tiré en un césped fértil y lleno de pequeñas flores. Lágrimas tristes rodeaban mis mejillas, haciendo que me desahogara. Necesitaba hace mucho dejar salir toda mi tristeza y rabia que se acumulaba en mi cuerpo afectando mis pensamientos de una manera horrible. Mi labio inferior temblaba, sólo paraba de hacerlo cuando fruncía mis labios formando una línea perfectamente recta. El agua no paraba de salir de mis ojos grises, cosa que me estaba irritando pero era bastante lindo hacerlo en algún momento.
“Estábamos los tres sentados juntos en clase de historia, segundo año. Reíamos sin parar por una broma por parte de Fred, mi mejor amigo el pelirrojo. Intentábamos ahogarnos las risas pero era imposible, no podíamos parar ni un segundo; estábamos rojos.
- Se van ahora mismo de mi clase. – Gruñó firmemente el profesor, dejando de fingir que no existíamos.
- ¡Ay, profesor, no sea…! – Empecé a protestar, todavía carcajeando.
- ¡Se van ahora mismo! – Gritó esta vez, haciendo que rápidamente mis amigos y yo nos paremos de nuestras sillas y salgamos del aula, riendo. - ¡Sinvergüenzas!
Ya fuera del blanco salón, nos quedamos en los desiertos pasillos del colegio, rojos de la risa y con las manos en la boca para parar un poco de carcajear, pero no servía de mucho. Luego de unos cinco minutos, cesamos apenas.
- Son unos idiotas. – Les dije divertida golpeando a Fred en el brazo, recibiendo un tierno quejido de su parte.
- Así nos amas. – Me abrazaron los dos por los hombros y nos dirigimos al patio delantero para disfrutar de la media hora que faltaba para dirigirnos a la siguiente clase.
- Sí, lo sé. – Sonreí dulcemente.
Nos tiramos vagamente en el césped verde, mientras nos sonreíamos uno con el otro. Observé por unos segundos a Fred y lo abracé repentinamente.
- Oh, ¿qué pasa? ¿Nos pusimos cariñosos? – Preguntó con un tono pícaro, haciéndome reír.
- Ya cállate, no se puede ni ser dulce contigo. – Protesté.
- Oigan, estábamos dando los temas para el siguiente examen, ¿qué pasará ahora?, no sabremos los temas. – Dijo preocupado mi castaño amigo, frunciendo el ceño.
- Siempre te preocupas por todo. Después pedimos los apuntes, no jodas. – Gruñí, mirándolo. Tomé su mano y lo atraje hacia Fred y hacia mí, quedando los tres unidos en un cálido abrazo. – Los adoro, ¿sí? Nunca me abandonen.”
Y me abandonaron los dos.Espero que esté bien y ya entendí, gracias por la explicación. ¡Espero quedar, suerte a todas! Y principalmente, espero que te guste el capítulo. Saludossssss, la idea de la novela es muy bonita.Ficha AceptadaHi :AA:déjame decirte que me fascinó tu escrito.. es más.. quiero el link ya :enojao:por favor por favor
No encontré ningún problema con las tildes, lo único es que hay algunas "comas ( , )" que sobran, sólo eso. Me encanta que seas tan descriptiva! en serio me encantó!!
Suerte linda y besos :hug:
Uy, basta, me sonrojé. :oops: asñldk, gracias, en serio. Otrossss<3.
Invitado
Invitado
Re: Sweet soul. {Resultados
Oh, dios bendito, hacía que no veía una nc tan perfecta en mucho tiempo.
¡Hola! Creo que no nos conocemos. Soy Ro, española, 14. Mucha gente te dirá que estoy loca, pero simplemente es que veo las cosas de una manera más imaginativa.
Es perfecto, todo. Por favor, si no participase en esta idea me moriría. Iré a por Hazza con Cher Lloyd bc ellos juntos son mi mejor ship y... bueno, ahora te dejo mi ficha.
Además, aquí encontré que participaban mi madre, mi hermana y mi galletita so no puedo perderme un evento tan cool pls.
¡Estoy encantada de conocerte y estar aquí!
Besos
PD: "drown me with your sweet soul"
¡Hola! Creo que no nos conocemos. Soy Ro, española, 14. Mucha gente te dirá que estoy loca, pero simplemente es que veo las cosas de una manera más imaginativa.
Es perfecto, todo. Por favor, si no participase en esta idea me moriría. Iré a por Hazza con Cher Lloyd bc ellos juntos son mi mejor ship y... bueno, ahora te dejo mi ficha.
Además, aquí encontré que participaban mi madre, mi hermana y mi galletita so no puedo perderme un evento tan cool pls.
¡Estoy encantada de conocerte y estar aquí!
Besos
PD: "drown me with your sweet soul"
blake.
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