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Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 14
En Nueva York, desde la ventana de su despacho del piso veintiséis, _______________ miraba hacia la calle. Observaba como la gente, tan pequeña como hormiguitas, caminaba en todas direcciones. Eran las dos de la tarde pero ella no tenía hambre. Desde que había ocurrido lo de Nick, su apetito había desaparecido. De pronto se abrió la puerta del despacho y aparecieron Terry y Shalma.
—Hora de la comida —aplaudió Shalma. Y dirigiéndose hacia el armario cogió un abrigo y le dijo a _______________—: Vamos, he reservado en Genovesse.
—Chicas, id vosotras —protestó—. Tengo mucho trabajo y no tengo tiempo para comidas de tres horas. Le diré a Dakota que me traiga unos sándwiches de la cafetería y ya está.
—Ni lo pienses, bonita —contestó Terry en jarras—. Nos vamos a comer las tres juntas y no se hable más.
Con eso se dio la discusión por terminada. _______________ cogió el abrigo con toda la paciencia del mundo mientras le indicaba a su secretaria, Dakota, que estaría localizable en el móvil y que tardaría unas tres horas en volver.
Tardaron una media hora en llegar al restaurante. Una vez allí fueron atendidas por el maître que las acompañó a un bonito reservado.
—Es precioso este sitio —asintió _______________— ¿Cuándo lo han abierto?
—Hace unos tres meses —contestó Shalma—. Y espera a probar sus escalopes a la pimienta. Todo un placer en la boca.
—Madre mía, qué hambre me está entrando —bromeó Terry.
_______________ las miró sonriendo y, sin sorprenderlas, murmuró:
—Yo no tengo mucha hambre.
—Pues tienes que comer —sermoneó su hermana que cruzó una mirada con Shalma.
Aquella miradita escamó a _______________ y cerró los ojos al darse cuenta que se trataba de una encerrona.
—_______________ ¿te has mirado últimamente al espejo? —preguntó su amiga—. ¿No crees que estás demasiado delgada?
—Eso le decimos mamá y yo —intervino Terry. Y con gesto amargo siseó—: No soporto verte cómo estás por culpa de ese cabronazo polinesio.
—Malditos tíos. El mejor colgado del palo mayor —rio Shalma.
_______________ las miró con gesto adusto y respondió con tranquilidad:
—Chicas, intentad no cabrearme, por favor.
Pero su hermana contraatacó. No soportaba aquella pasividad.
—Lo que tienes que hacer es cabrearte, joder. Te estás consumiendo por no chillar y cagarte en todo lo que se menea. ¿De verdad que no te dan ganas de pegarle a tu exmarido una patada en los huevos por lo que hizo?
_______________ la miró. ¿Cómo podían ser hermanas?
—Pues no. Precisamente no pierdo el tiempo pensando en esas tonterías.
Shalma rio, pero Terry continuó:
—Ese es el problema, ¡que no lo piensas! Te has encerrado en tu trabajo y en casa y te niegas a pensar en nada más. Pero la vida continúa y no quiero que de pronto un día despiertes de tu letargo y te des cuenta que has malgastado tu vida por lo que ese hijo de la polinesia te hizo.
—Vamos a ver ¿dónde quieres ir a parar, hermanita?
—Quiero que me digas que Nick es un desgraciado por lo que hizo. Quiero que te enfades con él. Quiero que mi hermana regrese y se pire de una santa vez el fantasma que pulula por la casa. Quiero...
Cansada de escuchar día sí, día también aquel discurso, _______________ clavó los ojos en su hermana.
—¡Me parece estupendo lo que tú quieras! —gritó—. ¿Pero te has parado a pensar en lo que yo quiero? ¿O simplemente es que te has propuesto decirme todos los días lo malo, malísimo que es Nick? ¿Qué pasa contigo, Terry? ¿Acaso tengo que contarte todo lo que pienso? ¿O es que no puedes dejarme en paz para que yo pueda reponerme de lo ocurrido a mi manera?
«Oh Dios… esto se va a poner feo» pensó Shalma mirándolas.
—He intentado saber qué piensas, pero tú, doña callada no sueltas prenda y ya no puedo más. Mamá está preocupada. Las niñas también y yo necesito que hables conmigo.
_______________, mirándola con severidad, espetó:
—Muy bien. Te diré lo que pienso. Pienso que me encantaría que nada de lo que ha ocurrido hubiera pasado. Me encantaría tener a Nick a mi lado...
Boquiabierta, Terry arrugó el entrecejo y gritó:
—¡Tú lo que eres es imbécil por no decirte algo peor!
—¿Por qué soy imbécil? ¿Por querer a alguien a pesar de que cometa fallos? —respondió—. ¿Sabes una cosa bonita? Todos somos humanos y los humanos cometemos fallos. Y, efectivamente, Nick lo cometido uno y muy gordo y el daño que me ha hecho no se lo voy a perdonar nunca, y no solo por lo que me ha hecho a mí, sino por lo que nos ha hecho a todos. Tú me has preguntado qué era lo que quería y yo te digo lo que quiero. Y lo que yo quiero es que no hubiera pasado nada y que Nick siguiera a mi lado. ¿Tan difícil te resulta entenderlo?
—A ver chicas, hemos venido a hablar, no a gritar —cuchicheó Shalma, pero ninguna la escuchó.
—¡No tienes dignidad como mujer! —gritó Terry. Y al ver cómo le miraba su hermana apuntó—: No me extraña que Nick haya hecho lo que hizo, pues aun habiéndote puesto los cuernos durante años con a saber qué golfa, te vas a Filadelfia y les llevas regalitos a esos niños. ¡Eres patética!
—Chicas, chicas, relajaos… —pidió Shalma asustada por el cariz que estaba tomando la conversación—. Creo que hay cosas que sobran en todo esto y no es momento de acuchillarnos.
—¿Me llamas a mí patética? —respondió _______________ haciendo caso omiso a Shalma—. Para mí la patética eres tú. Te casaste con un hombre encantador, y tras haberle hecho la vida imposible, le dejaste como un trapo. Tú eres el ser más egoísta que he conocido en mi vida. Primero piensas en ti, luego en ti y finalmente en ti. ¡Egoísta!
Incrédula, Terry sonrió con amargura mientras bebía de su vino.
—Tú qué sabrás de Morgan.
_______________ dio un golpe en la mesa y detalló.
—Sinceramente, hermanita, me hubiera gustado saber menos de tu vida. ¿Sabes que Morgan, tu exmarido, venía al despacho a pedirme consejo para intentar retenerte a su lado porque estaba locamente enamorado de ti? ¿Sabes que Morgan te compró un BMW y que lo devolvió cuando tú decidiste irte en tu cumpleaños con tus amigotes? ¿Sabes que Morgan nos lloró desconsolado a Nick y a mí al descubrir que tú le eras infiel? No sabes nada nena, absolutamente nada ¿y sabes por qué? Porque Nick y yo, sabedores de lo que tú querías, intentamos que Morgan se olvidara de ti.
Su hermana la miraba incrédula, pero _______________ prosiguió.
—Morgan no era el monstruo que tú pintabas. Al revés, era una buena persona, que lo que quería era que le quisieras y no que le dejaras para irte al Caribe a ligar con tus amigas —Terry la escuchaba sin dar crédito—. ¿De verdad creías que era tonto? Pues no, hermanita. Era un buen hombre que simplemente te aguantó por amor hasta que se cansó. Y cuando le encontraste en tu cama con aquella mujer no fue nada casual, fue algo provocado por él. Quería que sintieras lo que él sentía cada vez que te ibas con tus amigas. Tenía muy claro que se iba a divorciar de ti, pero quería que por una vez, por una sola vez, te sintieras humillada como él se había sentido cientos de veces a ojos de los demás.
—¿Pero qué dices? —gritó Terry al sentir su intimidad mancillada por Morgan y su hermana.
—Ya te he dicho que me hubiera gustado saber menos de tu vida. Pero por desgracia, no tienes más hermanas a las que Morgan hubiera podido ir en busca de algo de apoyo moral.
—Uf… qué calor —suspiró Shalma—. Tranquilizaos, por favor.
_______________ y Terry se miraron como rivales. _______________ tuvo claro que si su hermana se atrevía a juzgarla ella también lo haría.
—Joroba oír las verdades, ¿verdad? —se mofó _______________ al ver el desconcierto de su hermana—. Pues lo siento, a veces es necesario oírlas para que te comportes y no saques conclusiones erróneas de los demás.
—¿Llamas conclusiones erróneas a que tu marido te haya puesto los cuernos durante años con otra mujer y que de esa relación hayan nacido dos hijos que hoy en día están al cuidado de él? Menudo cabrón, si le cojo de los huevos otra vez, se los dejo secos.
—Por Dios, Terry —expresó Shalma —. No seas tan bruta. Nick no ha procedido bien. Pero no es mala persona y tú deberías saberlo.
Pero Terry no quería pensar en Nick. Estaba enfadada con él y más aún con Joe por haberse marchado sin ni siquiera despedirse de ella.
—Yo solo sé que es un hijo de mala madre —dijo enfadada—. Que por su culpa mi madre, mis sobrinas y mi hermana están sufriendo, y no creo que tú — dijo señalando a _______________— te merezcas lo que te ha hecho.
_______________ y Shalma se miraron con complicidad y suspiraron.
—Terry, cuando Morgan provocó que tú le encontraras en la cama con otra ¿tenía motivos? Respóndeme sinceramente.
Tras beber de su copa de vino, la joven murmuró:
—Sí. Tenía motivos.
Shalma, al ver la mirada de _______________, se llevó las manos a la cabeza. Sabía lo que su amiga iba a explicar a continuación.
—¿Y no te has parado a pensar —continuó _______________— que a lo mejor si Nick ha hecho algo así, es porque yo le di motivos?
Su hermana la miró extrañada.
—¿Tú? —preguntó Terry sonriendo—. Pero _______________ si tú eres la persona más fiel, más familiar y más buena que conozco. No digas tonterías. No quieras disculparle, no hace falta. De lo que se trata es que tú te desahogues y puedas continuar con tu vida.
—Y ya lo estoy haciendo. ¿Qué esperabas? ¿Qué montara en cólera y le quitara a Nick todo lo que tiene, incluidas sus hijas?
—Si a mí me hacen algo así te juro que le quito todo —sentenció Terry.
—Pero a mí no me ha hecho falta, Terry —murmuró _______________—. Él me lo ha dado todo. Me ha dejado el despacho, me ha vendido su parte a un precio absurdo, la casa son bienes gananciales a los que él ha renunciado y las niñas se han quedado conmigo. Lo único que él ha pedido es que pueda verlas siempre que quiera y por supuesto las verá.
—Demasiado buena eres con él —asintió Terry, dando un sorbo de su copa.
—No, Terry. Él fue bueno conmigo y yo solo me comporto con él como él se comportó conmigo hace unos años.
—¡Camarero! —gritó Shalma—. Tráiganos otra botella de vino. La vamos a necesitar.
Pero Terry no le quitaba ojo a su hermana, no entendía nada.
—¡¿De qué narices estás hablando?! —gritó Terry.
—Hace más o menos cinco años... —comenzó a decir _______________—. ¿Te acuerdas que estuve ingresada en un hospital?
—Sí. Fue cuando te dio un cólico en el riñón ¿no?
Recordar no era fácil, pero _______________ ya no podía cerrar la puerta. Y llenándose la copa de vino empezó su relato.
—Eso fue lo que os dijo Nick a todos. Pero lo que realmente me ocurría era que yo había ido a una clínica para abortar cuando me di cuenta que estaba embarazada de otro hombre del cual no viene al caso hablar.
—¡¿Qué?! —dijo incrédula Terry.
—El día de la operación, cogí una infección que casi me mata.
Shalma, tras dar un largo trago a su copa de vino, añadió:
—Tuve que avisar a Nick y tengo que reconocer que se portó de manera impecable.
Terry las escuchaba boquiaberta.
—Los médicos le dijeron a Nick que aquello era una infección a causa de un aborto provocado y mal practicado —se emocionó al recordarlo—. ¿Y sabes Terry? Nick, aun sabiendo aquello, me cuidó y me ayudó a recuperarme, y no dijo nada a nadie a excepción de Shalma que lo sabía y que se convirtió en su paño de lágrimas. Cuando me recuperé hablé con él de lo que había sucedido y, aun así, me dijo que si quería abandonarle e irme con el otro, que él intentaría entenderlo —mirando a su hermana con los ojos llenos de lágrimas continuó—: Y créeme si te digo que en ese momento me enamoré otra vez de él.
Se detuvo y se secó las lágrimas, para continuar tras una breve pausa.
—Después de tantos años juntos, fui yo la que me cansé de sus cuidados y mimos. Me había cansado de ser siempre besada por los mismos labios y tocada por las mismas manos y busqué sexo con otros hombres que nunca me convinieron. Pero Nick es un ser admirable y una maravillosa persona, y tras aquel incidente del que nunca volvimos a hablar, continuamos adelante. Aunque ya nunca volvimos a ser los mismos. Quizá aquello hizo que algo en su interior se rompiera y fuera mi culpa que abriera su corazón a aquella mujer. Por eso no quiero ser cruel con él. No sería justo. Aunque no te puedo negar que estoy enfadada. Muy enfadada. .
—_______________ —arrulló Shalma llenándose la copa de vino—. Todo eso ya estaba olvidado ¿Por qué recordarlo?
—Porque me da rabia que Terry esté juzgando así a Nick, cuando precisamente ni la vida de Terry ha sido ejemplar, ni la mía tampoco. La tuya, Shalma, tiene más mérito que la nuestra. Siempre has luchado por sacar adelante a tus niños y nunca te has desviado ni un milímetro de tu camino como madre para conseguir tu objetivo, que era que Anthony y John fueran como son hoy, unos chicos encantadores, estudiosos y responsables.
Miró a su hermana, que se había quedado callada por primera vez en su vida, y prosiguió.
—Estoy muy dolida por lo que ha pasado y te puedo asegurar que la rabia no me deja ni comer, ni dormir. Pero te aseguro, Terry, que soy muy consciente que todo esto lo empecé yo con mi inconsciencia. Con eso no quiero que pienses que le disculpo que tenga dos hijos y que haya mantenido una historia paralela a la nuestra. Pero no puedo enfadarme con él tanto cómo quisiera. Antes que él, lo hice yo. Mantuve una historia durante casi dos años con un hombre que en ese momento me llenaba bastante. Me volví loca por él. Me quedé embarazada e incluso me planteé dejar a Nick y a las niñas y divorciarme para correr tras él. Pero aquel cobarde, al enterarse de mi embarazo, desapareció de mi lado y de mi vida, para no volver nunca más.
—Me habéis dejado sin palabras —susurró Terry mirándolas.
—Ya lo sé —sonrió con tristeza—. Y te he dejado sin palabras porque te he contado algo que nunca hubieras esperado de mí. De la buena de tu hermana. De la santa. Pero escucha Terry, si nunca os enterasteis fue porque Nick me perdonó por amor. Además, él no quería que mamá, ni tú, ni las niñas, os sintierais decepcionadas conmigo por aquel error que cometí. Nick prefirió callar, perdonar y seguir adelante. Lo que le ha ocurrido a él, ha sido algo horrible y él en ningún momento me ha reprochado lo que hizo por mí hace años. Simplemente está asumiendo su error.
—Es lógico, _______________ —dijo por primera vez Shalma—. La diferencia es que lo tuyo se pudo tapar con una mentira. En su caso, con dos niños por medio, es imposible. Al contrario, se ha hecho evidente. Siento lo que está pasando, porque te quiero y tú lo sabes al igual que le quiero a él, pero creo que Nick está procediendo de la manera que tiene que ser. Cat y Ollie nunca estarán solas, os tienen a vosotras dos, a su padre, a su abuela, a Joe, a mí y a mucha gente. Pero esos dos niños, solo le tienen a él y a Joe. Pienso que él ha sido valiente. Habría sido más fácil para él recordarte lo que hizo por ti y olvidarse de esos niños llevándoles a algún orfanato.
—Nick nunca haría eso —habló Terry.
—Siento que tu historia haya acabado así —concluyó Shalma—. Eso reafirma mi teoría de que el príncipe azul no existe, a excepción de en los cuentos.
Su hermana sonrió al oír aquello. Sí alguien no creía en príncipes azules, esa era Terry.
—Nunca se sabe dónde se encuentran —sonrió _______________—. Y ahora que ya sabes toda la historia, ¿crees que sería justo que yo juzgue a Nick? No puedo. Él siempre fue bueno con todos nosotros, además, sabes que él es la persona menos egoísta que hemos conocido. Por eso necesito que me ayudes para que Nick no pierda el cariño de las niñas, no se lo merece. Y te pido que esto quede entre nosotras. Es algo de mi pasado, que a partir de este momento, vuelve a estar enterrado.
—No te preocupes —contestó Terry—. Por mí no se volverá a recordar.
Aquella noche, _______________, sentada en el tocador de su habitación pensó en lo que había ocurrido aquella tarde. Los recuerdos pasados habían inundado su mente y ahora no la dejaban olvidar. Recuerdos tristes y alegres pululaban a sus anchas por su mente mientras ella se peinaba su larga cabellera rubia.
Se sentía rabiosa de haberle perdido. Furiosa al imaginar que Nick había besado y tocado a otra mujer y triste por cómo había acabado todo. Pero al mismo tiempo sintió en sus propias carnes cómo Nick se tuvo que sentir cuando descubrió que su mujer le engañaba con Stephen. Un abogado amigo de ambos y por el que _______________ estuvo a punto de abandonarles. Finalmente, se levantó del tocador, suspiró abatida y decidió que no merecía la pena recordar.
6/11
jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 15
Días después, al regresar a casa tras un agotador día en la oficina, _______________ entró a la habitación de Ollie con el pretexto de coger un CD de música. Sabía que estaba hablando con Nick a través de facebook o de algún chat de internet. Como buena actriz fingió que no lo encontraba en la estantería de Ollie. y su hija dejó de hablar con su padre para ayudarla. Ollie, al ver que allí no estaba el CD, salió de la habitación y _______________ aprovechó y apuntó la dirección del chat donde se encontraba hablando Nick con su hija así como de su nick, Talabuki. A los pocos minutos regresó Ollie sin el CD que su madre le pedía y _______________, sin darle más importancia, salió de la habitación, sonriendo porque había conseguido lo que en realidad había ido a buscar.
La noche siguiente _______________ puso el portátil sobre la cama y sacó el papel con la dirección que había apuntado. Ahora solo necesitaba reunir el valor suficiente para entrar en Internet y buscarle. Anhelaba hablar con él. Lo necesitaba. Con manos temblorosas entró en la dirección que tenía apuntada y vio varios nombres. Entre ellos Talabuki. Durante un rato miró la pantalla y al final sin darse un segundo más a pensar le abrió un privado y esperó. La contestación no tardó en llegar.
TALABUKI> ¿Querías algo?
LANA> hablar contigo, pareces agradable
TALABUKI> aquí todos somos agradables, pero gracias por el cumplido LANA> ¿de dónde eres?
TALABUKI> Hawái ¿y tú?
LANA> Nueva York ¿Lo conoces?
TALABUKI> viví los mejores años de mi vida en NY.
LANA> suena triste como lo dices
TALABUKI> la vida es triste a veces
LANA> sí, tienes razón
De esta manera _______________ comenzó por Internet una relación de amistad con Nick sin decirle que se trataba de ella. Muchos días se conectaban desde sus respectivas ciudades y charlaban sobre cómo les había ido el día.
7/11
jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 16
Nick y Joe alquilaron finalmente un pequeño local en Honolulu donde abrieron su propio despacho de abogados y, desde un principio, funcionó bien. Contrataron a Honey, la hija de la señora Talula, para que les echara una mano en la casa y con los niños, y la vida comenzó a funcionar.
Un día, sonó el teléfono del despacho y al cogerlo Joe sonrío al reconocer la voz de Ollie. Habló con ella durante un rato y se la pasó a su padre.
—Hola, princesa —saludó Nick con alegría.
—Hola papá, ¿qué tal todo?
—Estupendamente ¿y tú qué tal tesoro?
—Bien, aunque aburrida. Estoy harta de estudiar para los exámenes, menos mal que solo me quedan dos para terminarlos.
Nick, levantándose para mirar por la gran ventana dijo mientras hablaba:
—Venga, que tú puedes con eso y con más. ¿A qué se debe esta agradable llamada?
—Pues…
—Cariño ¿pasa algo? —preguntó preocupado.
—No, papá tranquilo, es solo que he estado pensando que cuando termine los exámenes me gustaría muchísimo ir a ver tu casa y conocer a esos niños. ¿Puedo ir?
Nick enmudeció. Llevaba meses esperando aquel momento.
—Pues claro que puedes venir, tesoro. Mi casa es tu casa —sonrió feliz—. Cuando quieras, como quieras y el tiempo que quieras, ¿tu hermana vendrá contigo?
Durante aquellos meses Cat no había querido hablar ni una sola vez con su padre. Pero Nick, a pesar de todo, siempre lo intentaba. Era su niña y tarde o temprano volvería a él.
—No se lo he comentado, papá. Si se anima que se venga. Pero vamos… yo sí que quiero ir aunque ella no quiera.
Al otro lado del teléfono Nick sonrió feliz.
—Sin ningún problema, ¿cuándo terminas los exámenes?
—La semana que viene. El jueves es el último.
—Pues si quieres el viernes o el sábado te coges un avión y yo te espero en el aeropuerto de Honolulu y... —pero se detuvo al pensar en _______________ y preguntó—. ¿Se lo has dicho a mamá?
Ollie sonrió. En aquellos meses había tenido muchas conversaciones con su madre y sabía lo que pensaba al respecto, así que contestó:
—No. Pero sé que no pondrá ninguna objeción.
Nick se moría de ganas de preguntarle por _______________. Nunca había estado tanto tiempo sin hablar con ella y menos aún sin verla. Pero no debía levantar falsos anhelos y prefirió callar.
—Tienes razón, cariño. Pero coméntaselo y luego me llamas y te organizo el viaje. ¿Te parece bien?
—De acuerdo, papá —aplaudió la muchacha—. Ahora te dejo que voy a seguir estudiando. En cuanto venga mamá se lo comento y te llamo. ¿Vale?
—Por supuesto, cariño. Esperaré tu llamada.
Cuando colgó el teléfono, Nick sonrío al pensar que sus hijas, o por lo menos Ollie, vendrían a su casa y conocerían a sus hermanos. Seguro que los más pequeños iban a estar encantados de tener más gente a la que querer.
Aquella noche, Ollie le llamó y le confirmó que _______________ no había puesto ninguna objeción, pero que Cat no quería ir. Nick se apenó al oír lo de su hija mayor, pero su alegría retornó cuando Ollie empezó preguntarle sobre qué debía llevar para estar una semana con ellos.
Aquella misma noche cuando Nick se conectó a Internet, buscó a Lana, su amiga internauta, para contarle que su hija vendría a verle y Lana se alegró. Nick estuvo hablando con ella durante horas sobre lo que sentía por sus hijas y por su exmujer, sin saber que a quien le estaba contando todo aquello era precisamente la mujer maravillosa de la que él hablaba. _______________ no pudo evitar llorar al leer todo lo que Nick escribía. Le conocía bien y podía entrever en sus palabras y en su manera de expresarse la gran soledad que le invadía.
El sábado a las once de la mañana Nick estaba en el aeropuerto de Honolulu esperando a su hija con la mejor de sus sonrisas. En un principio pensó en ir con los niños al aeropuerto, pero tras comentarlo con Joe decidieron que sería mejor que fuera solo Nick. De esa manera podría estar tranquilamente con Ollie durante un rato mientras llegaban a casa. Cuando se abrieron las puertas de salida de viajeros, Nick divisó a su hija. Estaba preciosa. Y sonrió al ver su cara después de varios meses. Ambos corrieron a abrazarse con todo el amor que les fue posible.
—¡Aloha papá! —Y, tras besarle, dijo con admiración mientras este le ponía un Lei de flores alrededor del cuello—: Pero papá qué guapo y qué moreno que estás.
—Aloha princesa, tú sí que estás guapa —contestó abrazándola de nuevo.
Pero Ollie apenas podía creer que aquel hombre maduro y guapetón fuera su padre.
—Pero papá, ¡si es que no pareces tú! Tienes el pelo más largo, estás moreno y terriblemente sexy y seductor con esa ropa.
Nick sonrió. Realmente su vida y su manera de vestir habían cambiado desde que había llegado allí. En Nueva York era un ejecutivo que llevaba el pelo muy corto y vestía trajes caros y corbata de diseño todos los días. Pero allí, en Hawái, todo era diferente. No hacía falta llevar un buen traje de marca para demostrar que eras un buen abogado. A veces, tanto Joe como él, atendían a los clientes en bermudas y camisa de manga corta o polo. Aunque cuando tenían un juicio sí se ponían un traje por respeto al Tribunal. Con una encantadora sonrisa al ver el efecto causado en su hija contestó:
—Pues espera a ver a tu tío Joe, es todo un guaperas por esta zona.
—Ya lo era en Nueva York —comentó su hija riéndose.
En el camino hacia casa, Nick le fue contando cómo era su vida allí. Le habló de su trabajo y de la casa, y respondió a todo lo que ella le quiso preguntar.
—Oye papá ¿qué opinan ellos de que yo venga a verles? —quiso saber de pronto.
—No les he dicho nada. No quería inquietarles. Pero conozco a Sasha y te puedo asegurar que le vas a encantar. Eso sí… prepárate porque es doña preguntas. Y tesoro, conociéndote a ti, sé que ellos te van a encantar. Son buenos niños, ya lo verás.
Continuaron hablando hasta que llegaron a la casa. Aparcaron el coche en el porche de la entrada, Nick cogió la maleta de su hija y la invitó a seguirle. Una vez dentro, Ollie miró su alrededor con curiosidad. La casa era preciosa y muy acogedora. De pronto apareció Joe y sonriéndole se acercó a ella para abrazarla.
—¡Pero si ya ha llegado mi niña! —gritó encantado. Y la besó con cariño— ¡Estás preciosa!
Ollie al ver a su tío, volvió a quedarse sin habla.
—Pero... pero... tío Joe ¿eres tú?
—Claro, princesa —sonrió sin entenderla.
—Madre mía —susurró sentándose—. Estas más guapo y joven que antes.
Joe se estiró y se quedó mirándola divertido.
—Te lo dije, cielo —sonrió Nick observándola—. Está hecho todo un guaperas.
—Pero ¿cómo habéis podido cambiar tanto en tan poco tiempo? ¡Parecéis unos surfistas! Anda… Pero si lleváis hasta coleta —dijo asombrada ante el monumental cambio de ambos.
—Te gusta, ¿eh? Somos unos rebeldes maduritos —se carcajeó al ver a su sobrina tan alucinada—. Pero en lo esencial somos los mismos. Lo único es que ya no llevamos aquellos incómodos trajes de marca, ni tenemos que pasar por la peluquería cada mes. Ahora llevamos bermudas y camisetas de colores, nos hemos dejado crecer el pelo y hemos vuelto a practicar el surf. Simplemente volvemos a ser los dos rebeldes que éramos hace años, pero con unos años más a nuestras espaldas y más responsabilidades.
—¿Pero de verdad hacéis surf? —preguntó incrédula Ollie—. Cuando lo comentabais con mamá yo siempre pensé que era una broma.
—Pues no, no era broma —contestó Nick —. Al tío Joe y a mí nos encantaba hacer surf así que cuando regreNickos, tras algunos revolcones, comenzamos a practicarlo de nuevo. En el fondo es como montar en bici, nunca se olvida.
Ollie les observaba con los ojos muy abiertos. Le encantaba verlos así.
—Tu madre también sabía hacer surf —recordó Joe, aunque al ver los ojos de su hermano se arrepintió.
—¿Mamá? Entonces iba en serio, ¿mamá sabía?
—Pues claro que era en serio, señorita —respondió Nick con tristeza—. Ella aprendió y tú, si quieres, también puedes aprender. Aunque en una semana lo veo difícil.
—Para mi chica no hay nada imposible ¿verdad princesa? —rio Joe.
—Por supuesto. Si mamá pudo, yo también.
En ese momento, Sasha entró en bañador llorando porque Tommy se había caído. Joe y Nick salieron como dos flechas en busca del niño seguidos por Sasha y por Ollie, que miraba con curiosidad a la niña. Nick llegó primero y le cogió en brazos. Tommy lloraba con la boca y la cara llena de arena. Cuando comprobaron que no había sido nada, Joe se disculpó ante Nick por haberlos dejado solos cuando oyó llegar el coche. Nick sonrió divertido y le dijo que no pasaba nada.
Mientras tanto Sasha y Ollie les miraban desde la entrada trasera de la casa. Sasha, al ver que su hermano había dejado de llorar, se tranquilizó y, por primera vez, se dio cuenta que tras ella había una chica.
—Hola me llamo Sasha, ¿y tú? —dijo volviéndose hacia ella.
—Yo soy Olivia, pero todos me llaman Ollie —contestó mientras se agachaba y se ponía frente a la niña—. No te preocupes, a Tommy no le pasa nada.
—¿Cómo sabes el nombre de mi hermanito?
—Ven, te voy a contar una cosa.
Ollie cogió a la niña de la mano, la llevó hasta un balancín y la sentó sobre su regazo. De pronto se quedó bloqueada y sin saber qué decir, hasta que se fijó en la cara y en los ojazos de Sasha.
—Pues mira. Tú te llamas Sasha Malcovich ¿a que sí? —la niña asintió—. Pues yo me llamo Olivia Malcovich. Y ese que está allí con Tommy es tu papá ¿verdad? —la niña asintió de nuevo— , pues resulta que también es el mío.
—¿Mi papá es tu papá?
Ollie, con una sonrisa, asintió, y la pequeña con cara de alucinada exclamó.
—Alaaaaaaaaaaaaaa… ¡qué bien!
—Sí. ¡Genial! —rio Ollie.
—¿Y mi tío Joe es tu tío también? —volvió a preguntar la cría.
—Sí.
—¡¡¡Que guayyyyyyyyyy!!!
Ollie encantada con la niña deseó besuquearla. Era para comérsela de lo dulce y cariñosa que parecía.
—¿Tú tienes mamá? —preguntó Sasha cogiéndola de improviso.
—Sí —respondió Ollie con toda naturalidad que pudo—. Se llama _______________ y está en Nueva York trabajando. Quizá algún día la conozcas.
—Mi mamá está en el cielo —aclaró la niña con el dedito hacia arriba—. Y por eso no la vas a conocer. Pero mi papi dice que era muy buena y que nos quería mucho, aunque yo casi no me acuerdo de ella.
—Pero siempre estará en tu corazón —susurró Ollie—. Seguro que ella desde el cielo te sigue queriendo tanto como cuando estaba aquí.
—Sí, eso dice papi.
Para intentar desviar el tema, ya que no era algo agradable recordar, Ollie le dijo a la niña:
—Se me está ocurriendo una idea...
—¿Cuál? —preguntó la niña.
Ollie haciéndose la interesante arrugó el entrecejo mientras murmuraba para sí.
—Bueno… no sé… a lo mejor no te gusta.
—¿Qué idea? Dímela… dímela —insistía Sasha, muerta de curiosidad.
Cuando ya la tenía donde quería, clavó sus ojos en ella.
—La verdad es que me gustaría tener una hermanita y un hermanito pequeños y estaba pensando preguntarte si os gustaría a Tommy y a ti ser mis hermanos.
La pequeña, que aún era incapaz de darle sentido a las cosas, con una gran sonrisa respondió:
—Sííííí…. Así podrás defenderme cuando Rachel me quiere pegar en el cole. ¿Me defenderás?
—Claro que sí, bonita —sonrió Ollie sintiendo el abrazo de la pequeña—. Por supuesto que te defenderé. Ahora soy tu hermana mayor.
—Qué biennnnnnnn... —susurró mirándola con verdadera adoración—. Otra chica... ¡Qué bien! Aquí solo hay chicos —dijo señalando a su padre, a Joe y a Tommy, que venían hacia ellas y las miraban con curiosidad.
—Pero quiero que sepas que yo tengo una hermana, que es mayor que yo y se llama Cat —comentó Ollie—. ¿Quieres que ella también sea tu hermana? Así seremos más chicas.
—Sííííí…. —aplaudió mientras veía a su padre acercarse—. Se lo voy a contar a mi papi y a mi tío Joe.
Ollie, muy seria asintió. Era importante pedir opinión.
—Estoy de acuerdo contigo. Creo que es imprescindible que a ellos les parezca bien.
Ollie mirando a su padre se llevó un dedo a la boca indicándose que se callara y esperara.
—Papi, tío Joe, quiero que Ollie sea mi hermana y la de Tommy ¿nos dejáis? Así será mi hermana mayor y me podrá defender de Rachel. —Ambos se quedaron atónitos.
Nick se quedó sin habla, así que Joe murmuró dudoso:
—Pues no sé. Otra chica uf… no sé... aunque eso de que te defienda de Rachel me parece una buena idea ¿tú qué opinas Nick? —preguntó dándole un golpe en la espalda para que reaccionara.
Cuando Nick logró reaccionar tuvo que contener la emoción para poder hablar.
—A mí me parece una idea excelente que seáis hermanos, creo que es la mejor idea del mundo.
—¡Qué bien! —saltó emocionada Ollie para disfrute de su tío. Era una payasa.
—Ah… una cosa más —añadió Sasha encantada al ver que Ollie había sido aceptada—. Ollie me ha contado que tiene una hermanita que se llama Cat. ¿Puede ser ella también mi hermana y venir aquí?
Nick miró a sus hijos con adoración y tras lanzarle un beso a Ollie por la maravillosa mano izquierda que tenía para todo contestó acercándose a ella:
—Eso me parece aún mejor idea —dijo mientras la abrazaba—. Te quiero cariño, eres la mejor…
Joe cogió a la pequeña en brazos para que no viese lo emocionado que estaba su padre.
—¿Otra chica más? —la niña asintió y le puso ojitos—. Entonces, ahora voy a tener cuatro sobrinos. Tres chicas y un chico... vaya... no sé si podré con tantos sobrinos. Eso va a ser mucha responsabilidad.
—Claro que podrás, tío bonito. Tú puedes con todo —le contestó Sasha encantada por haber conseguido ella sola aumentar la familia.
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jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 17
Todo fue maravilloso desde un principio. Ollie adoraba a los niños y los niños a ella. Al día siguiente de su llegada Joe y Nick comenzaron a darle clases de surf. Y aunque al principio tragó bastante agua, no se dio por vencida. Era tenaz como su madre y no se rendía a la primera. A final de la tarde, gritó como una loca cuando consiguió permanecer unos segundos de pie encima de la tabla antes de volver a caer.Ollie se fijó en como las chicas jóvenes, y no tan jóvenes, miraban a su padre y a su tío e intentaban acercarse para hablar con ellos siempre que podían. ¡Qué descaradas! Nick no les hacía caso, pero el tío Joe sí. Aquel guapo soltero no pasaba por alto ninguna insinuación y eso la hacía reír. Y, aunque le molestara, entendía perfectamente porqué las mujeres no les obviaban. Estaban fantásticos, realmente el cambio de vida les había sentado a las mil maravillas. Divertida, pensó que dirían su madre y su tía Terry si les vieran y sonrió al imaginar sus caras cuando les enseñase las fotos que estaba haciendo.
Durante los días que pasó con ellos le mostraron la Isla de Oahu. Un sueño de lugar y un sitio maravilloso para vivir. Conoció a mamá Daula, que era tal y como su padre siempre le había descrito. Una tarde la llevaron al despacho que compartían en Honolulu y le encantó comprobar que su padre tenía en una estantería una foto de Cat, Ollie y _______________. En seguida se percató como el tío Joe escondía en el cajón de su escritorio una de Terry. Sonrió, pero no comentó nada. En aquella visita Ollie se sintió más adulta. Le encantaba cuando por la noche, después de acostar a Sasha y a Tommy, se quedaban hasta altas horas de la madrugada hablando, mirando las estrellas y riendo.
Desde Nueva York, _______________ se conectaba por las noches al chat esperando que Nick lo hiciera. Pero no. Él no apareció. Su hija estaba con él y se dedicó a aprovechar al máximo el tiempo que estaba con ella.
Una tarde, mientras Nick jugaba en la orilla con Tommy y Sasha, Joe se sentó junto a Ollie en el porche para disfrutar del paisaje y de un mar azul increíble.
—Qué maravilla —sonrió él—. Aprovecha y respira este aire, cielo, que luego en Nueva York no lo tendrás.
—Esto es precioso tío —asintió encantada—. Sinceramente os envidio. Creo que este lugar de ensueño es un magnífico sitio para vivir.
Joe sonrió.
—¿Por qué crees que regresé aquí? —Me imagino que porque te gusta.
Mirando el horizonte y su precioso mar asintió.
—Es mi tierra y ya sabes que yo soy un hombre de mar y playa como tu padre. Pero lo que pasó fue que cuando él decidió correr detrás de tu madre a Nueva York y montar el despacho, ambos me propusieron a mí y a la tía Shalma ir con ellos y accedimos. Para mí aquello fue un reto, una aventura. Pasé de vivir en una isla a vivir en una gran ciudad. Al principio me pareció fantástico e increíble pero, poco a poco, fue perdiendo su magia. Demasiadas prisas, atascos y problemas. Y lo creas o no, alguna vez le había hablado a tu padre de la posibilidad de dejarlo todo y de regresar de nuevo a mi isla. Pero él siempre conseguía que cambiara de idea o yo siempre tenía demasiadas cosas que hacer. Pero cuando pasó lo que ya sabes y tu padre decidió regresar, no me lo pensé dos veces e hice lo que tendría que haber hecho hace años.
Ollie bebió un trago de su Coca-Cola y clavó la mirada en su querido tío.
—¿Por qué crees que les pasó eso a mis padres?
Joe suspiró. Debía tener tacto con un tema tan peliagudo.
—No lo sé, cariño.
—Todo era tan perfecto. Teníamos una familia tan bonita que…
—¿Sabes Ollie? Pienso que casarte con la persona ideal es una lotería. A veces ganas y otras pierdes. Todo depende que tus números y los de tu pareja coincidan.
—Eso de la lotería ya lo he oído más veces —insistió—. Pero lo que no entiendo es cómo papá pudo fallarle así a mamá. Se querían tanto y todo era tan perfecto, que cuando se separaron nos quedamos todos descolocados. Es como si no encontráramos nuestro lugar y todo se hubiera acabado.
—¿Por qué dices eso? —preguntó Joe mirándola seriamente.
Ollie incorporándose de su silla explicó.
—¿A ti qué te parece? Porque mi casa ya no es lo que era. Para empezar mi padre, al que todos adorábamos, y que era el nexo de unión entre todos ,y tú lo sabes —Joe asintió— ya no vive en casa; tú, tío Joe, ya no vas a desayunar con nosotras, ni a cenar, y echamos en falta tu buen humor y tus historias, que tanto nos hacían reír a todos; Cat está insoportable e irritada con el mundo entero; la tía Terry intenta darnos lo que teníamos pero incluso ella ha cambiado, a veces la veo muy pensativa y ya no sonríe tanto como antes; la abuela esta triste, y aunque intenta disimularlo no lo puede negar; y mamá es el fantasma andante de la casa. Come poco, intenta disimular su malestar pero no nos puede engañar. Y desde hace un tiempo cada noche se encierra en su habitación hasta altas horas con la luz encendida para trabajar. Solo trabaja y trabaja, y ha dejado de disfrutar de la vida. En definitiva, si entraras en casa notarías como la tristeza flota en el ambiente.
—Cariño lo siento. Tal y como lo describes tiene que resultar tremendamente melancólico.
—Es que lo es —y mirando a su padre en la orilla continuó—. Y lo peor de todo, tío Joe, es que yo sé que mamá está enamorada de papá y él de ella. Pero no quieren darse una nueva oportunidad.
—Son adultos Ollie y…
—Pero hay algo que no entiendo en esta historia —cortó la joven—. ¿Por qué mamá no fue más dura con papá? ¿Por qué esa aparente normalidad entre ellos? No sé, es que yo pienso que si el día de mañana me caso y de pronto me entero de que mi marido ha estado manteniendo una relación paralela a la mía y que encima ha tenido hijos con esa otra mujer... Te juro, tío Joe, que me enfadaría mucho y todo el mundo se daría cuenta.
Joe había pensado aquello mismo cientos de veces. _______________ era una mujer con genio y nunca entendió que llevara aquella rocambolesca situación con esa aparente tranquilidad. Incluso que les comprara juguetes a los niños mientras los visitaba en el hospital. Pero no quiso hurgar más en la herida.
—Las personas, cariño, a veces reaccionamos haciendo simplemente nos dicta el corazón.
Negándose a darse por vencida la joven preguntó:
—¿Tú crees que papá se acuerda de ella?
Joe, mirando a su hermano jugar en la orilla con sus pequeños asintió.
—Más que creerlo lo sé. Me habla mucho de tu madre y de vosotras y sé que os añora muchísimo. Incluso un día que estaba buscando una cosa, al abrir uno de los cajones de su mesilla vi que tenía una foto de tu madre.
—Lo sabía —sonrió Ollie—. Tenemos que hacer algo, tío Joe.
Pero Joe no estaba en absoluto dispuesto a meterse en berenjenales.
—Perdona, tesoro. Pero a mí no me metas en líos. El problema es de tu padre y de tu madre y ellos ya son mayores para saber lo que quieren hacer.
—Ya sé que son mayores —insistió la muchacha—. Pero quizá necesiten un empujoncito para unirse de nuevo y da la casualidad que yo vivo con mamá y tú con papá.
—¡Lianta! —sonrió Joe—. Además, no olvides que también están Sasha y Tommy y…
—Nunca los olvidaría —prosiguió—. Son unos niños maravillosos que necesitan el cariño de una madre ¿y quién podría darles ese cariño mejor que mi madre? —su tío puso los ojos en blanco—. Además, yo sé que mamá adoraría a esos niños…
—Eres una auténtica bruja señorita… muy… muy bruja.
—Y ya que damos un empujoncito —cuchicheó con picardía— si quieres puedo darle otro empujón a la tía Terry.
Joe se atragantó con su cerveza.
—Olivia Malcovich… lo de bruja se te queda pequeño. ¡Eres la reina de las brujas! Que no se te ocurra hacer nada. La insoportable de tu tía y yo no tenemos nada que ver ¿Vale? Pedazo de cotilla...
Ollie sonrió, y al ver el gesto ceñudo de su tío le preguntó acercándose más a él:
—Por cierto, hablando de cotillas, ¿qué buscabas en la mesilla de papá el día que encontraste la foto de mamá? ¿Algo que se te había acabado?.
—La madre que te... —rio incrédulo al comprobar cuanto había crecido Ollie.
—¿Preservativos? —insistió—. ¿Buscabas eso…?
Joe se puso en pie de un saltó.
—Pero bueno, señorita. ¿A qué colegio de descaradas te lleva tu madre?
Muerta de la risa le pasó la mano por la barbilla.
—Pero, tío Joe... En el colegio tengo una clase de educación sexual y las chicas de mi edad ya hablamos de sexo. ¡Crecemos! —Y siguiendo con la broma le susurró—: Por cierto ¿mi padre tenía preservativos en la mesilla?
Negándose a contestar, Joe, sorprendido por aquel interrogatorio se alejó diciendo:
—Se acabó, no quiero hablar más de este tema contigo.
Ollie muerta de risa le miró de reojo. Estaba dispuesta a hacer algo por su padre y por su tío.
El día de su regreso a Nueva York fue un drama. Sasha lloraba desconsolada, no entendía por qué tenía que irse. Tuvieron que repetirle una y otra vez que Ollie volvería para conseguir que se calmara. Cuando llegó el momento de entrar por la puerta de embarque, Ollie besó a Tommy, luego a Sasha, después a su tío, que le hizo prometer que no tardaría en volver, y finalmente a su padre.
—Papá —murmuró abrazándole—. Ha sido maravilloso haber estado contigo estos días.
Nick, entristecido por tener que separarse de ella, intentó parecer fuerte.
—Para mí ha sido un sueño que espero que se haga realidad más veces.
—No lo dudes, incluso espero traer a Cat alguna de esas veces.
Aquello consiguió arrancarle una sonrisa y, besando el pelo de su hija, con amor murmuró:
—Conociéndote, no lo dudo.
Tras repartir besos de nuevo a todos, Ollie se encaminó hacia la puerta de embarque, no tenía ninguna gana de separarse de ellos.
—¡Eh!… ¡Tío Joe… tío Joe! —gritó justo antes de desparecer tras la puerta—. ¡No olvides el empujoncito!
—¿Qué ha querido decir? —preguntó Nick con curiosidad.
Sin querer revelarle el significado de esa palabra, Joe miró a su hermano y murmuró mientras se le escapaba una sonrisa.
—¿Eh? Nada, nada… es solo un baile que le enseñé el otro día. El Hula del empujoncito.
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jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 18
Los días posteriores al regreso de Ollie, nadie de la casa quería preguntar por cómo estaban ni por cómo se las apañaban Nick y Joe en la isla de Oahu. Pero cada una de aquellas mujeres se moría por saber qué estaba pasando allí. Ollie se lo puso difícil. Si querían saber que preguntaran y ella estaría encantada de contestar.Ollie decidió imprimir las fotos que había hecho durante las vacaciones, y después de recogerlas se divirtió con su amiga Sira revisándolas. Como ya se imaginaba Ollie, cuando Sira vio a su padre y a su tío se quedó impactada. Los señores trajeados que había conocido durante años, se habían transformado en dos atractivos y sexys hombres.
Aquella misma tarde, cuando llegó a casa, se guardó las fotos en el bolsillo de la camisa vaquera que llevaba. Pero se aseguró de que su abuela y su hermana Cat se fijaran en como asomaba la publicidad de la tienda de fotos. La primera en preguntar fue Cat, que después de la cena se dirigió al cuarto de su hermana y llamó a la puerta pidiendo permiso para entrar.
—¿Qué haces? —preguntó Cat, al entrar en la habitación.
Recogiéndose el pelo en una coleta alta Ollie respondió:
—Iba a conectarme a Internet para hablar con papá. ¿Quieres hablar tú con él? Estoy segura de que le encantaría.
Se moría por hablar con su padre y su tío. Les añoraba muchísimo. Pero su propia cabezonería le impedía reconocerlo delante de los demás, así que respondió:
—No, déjalo no me apetece. Pero… pero dale recuerdos de mi parte.
—Ok. Tú te lo pierdes. Pero es una pena que no quieras hablar con él, se pondría muy contento —y mirándola fijamente le preguntó—: ¿Por qué eres así con papá? Él nunca te ha tratado mal. Al revés, te adora.
Cat se sentía confundida, pero quiso dejar clara su postura.
—Se ha portado como un cabrón con mamá y con nosotras. Nos ha abandonado para vivir con su nueva familia y…
—No estoy de acuerdo contigo —cortó Ollie—. Efectivamente, con mamá no se ha portado bien y eso nunca se lo perdonaré. Lo que me molesta que mamá no le insulte y tú, en cambio no dejes de insultarle cada vez que te refieres a él. Y sobre eso que dices que nos ha abandonado.... No. No. Y no. Papá no nos ha dejado y te aseguro que su decisión le duele a él más que a nosotras. Pero claro, hay que ser un poco adulta para entender que tú y yo tenemos una madre, una abuela y una tía que nos cuidan y esos niños no tenían a nadie excepto a su padre. ¿Qué esperabas que hiciera papá? ¿Que los abandonara? ¿Que pasara de ellos como si no existieran? Oh, Cat… qué poco conoces a papá. Y respecto a Sasha y Tommy eres una idiota por no querer conocerlos. Son unos niños maravillosos y lo que más me joroba es saber que si les conocieras te gustarían y….
—Tú qué sabrás si me gustarían o no —cortó malhumorada.
—Claro que lo sé —respondió al ver a su hermana a punto de llorar—. Te conozco y sé que lo estás pasando mal por todo lo que ha pasado. Quiero que sepas que yo también le echo de menos, y mamá, la abuela, e incluso la tía Terry —sonrió al nombrarla—. Pero las cosas han salido así y tenemos que asumirlo. ¿Acaso crees que yo no me enfadé con él cuando pasó todo? ¡Pues claro que me enfadé! Se lo dije y hablamos. Pero tú huiste del problema como sueles hacer siempre. Yo no soy como tú. Yo no huyo. Yo me quedo y afronto el problema e intento resolverlo. Y aunque no me gustó la determinación que ellos tomaron, la acepté porque era lo que ellos habían decidido. Y antes de que digas alguno de tus borderíos, quiero que sepas que me niego a creer que porque papá y el tío decidieran cuidar a esos pequeños no me quieran a mí. Sé que me quieren y me lo han demostrado siempre. Incluidos estos días que he estado con ellos en Oahu o ahora que he vuelto a casa.
Tras aquella parrafada, Cat se secó las lágrimas. Sabía que su hermana tenía razón y que con su cabezonería lo único que conseguía era cerrarse puertas. Así que, por primera vez en varios meses, se sinceró.
—Eres mi hermana pequeña pero, por lo madura que eres, pareces mayor que yo. A veces me avergüenzo de ser tan… tan horrorosa.
—Solo soy más pequeña que tú por dos años —bromeó mirándola, y aprovechando aquel momento añadió—: Cat, lo que ha pasado ha sido terrible y todos, incluido papá, lo sabemos. Pero ¿de verdad que nunca te has parado a pensar en por qué mamá reaccionó así? Quizá entre ellos han pasado más cosas de las que sabemos y…
—Mamá sigue aquí con nosotras, Ollie. Ella no se ha ido.
—Lo sé, pero había dos niños pequeños que necesitaban que alguien se ocupara de ellos. Escúchame bien, cabezona. Tienes que hablar con papá y arreglar las cosas. Tú le echas de menos y él a ti. Si hablaras con él le harías el hombre más feliz del mundo. Y sinceramente Cat, creo que se lo merece.
Cat fue a responder, pero la emoción le hizo contraer la cara y en apenas un hilo de voz logró murmurar:
—No sé cómo acercarme a él. Me da vergüenza y no sé qué decirle.
Ollie, al ver que su hermana por fin había cedido, continuó:
—Eso lo arreglamos rápido. Esta noche le daremos una sorpresa cuando le digamos que quien está conectada eres tú. ¿Vale?
—De acuerdo —asintió Cat.
Ollie estaba feliz por haber conseguido que por fin su hermana entendiera que, en la vida, no todo era blanco o negro.
—¿Quieres ver las fotos que me hice allí con ellos?—le preguntó con ojos picaruelos.
—Me muero por verlas— admitió Cat.
Sin perder un segundo cogió el sobre donde tenía las fotos y se las pasó ansiosa por ver su reacción.
—¡Madre mía! —gritó—. No me lo puedo creer. ¿Este es papá?
—Sí —respondió Ollie sonriendo. En aquella foto su padre estaba guapísimo con su traje de neopreno naranja y azul y su tabla de surf bajo el brazo—. Cat, fue increíble. Nunca lo había pasado tan bien con ellos. Han sido unas vacaciones geniales, las mejores de mi vida diría yo, y pienso repetirlas siempre que pueda.
—¿Papá está aprendiendo surf?
—Papá y el tío son dos maestros del surf —apostilló con orgullo—. Todo lo que contaban no era broma. ¡Era cierto, Cat! Incluso me están enseñando a mí y seguiré con las clases cuando vuelva.
En la siguiente foto aparecían los niños junto a Ollie sentados en la arena sonriendo.
—Estos son Sasha y Tommy. Son tan lindos que es difícil no quererles. Son cariñosos, dulces... sería incapaz de decirte algo malo de ellos. Papá y el tío Joe están haciendo una labor estupenda, como hicieron con nosotras.
Emocionada, Cat sonrió al ver a la niña tan rubia como Ollie. Y cuando miró a Tommy y le vio sonreír con aquellos ojos achinados no pudo evitar comentar:
—¡Cómo se parece a papá!
—Es igualito, Cat… aunque creo que va a ser tan bromista como el tío Joe.
Al pasar de nuevo la foto, esta volvió a pegar otro chillido.
—¡Dios santo! ¡Pero qué guapísimo está el tío Joe!
—¿Verdad? —rio Ollie al ver la foto de su tío con la gorra al revés, las bermudas vaqueras medio rotas y una camiseta roja desteñida.—. Está guapísimo. Aquí estaba haciendo croquetas. No veas cómo cocina.
De pronto se oyó el pequeño timbre que indicaba el inicio del chat.
—Oye, dejamos las fotos para luego. Papá acaba de entrar en el chat. Es tu oportunidad. Ánimo.
Cat se presentó a su padre con el nick de «Catwoman». En un principio no la conoció, pero cuando realmente se dio cuenta de quién era, solo le faltó dar saltos de alegría. Nick estaba nerviosísimo. Llevaba meses sin hablar con su hija, y era tanta la necesidad de comunicación entre ambos que las explicaciones pasaron a un segundo plano. Estuvieron hablando cerca de una hora y Ollie, al final, tuvo que pedirle a su hermana que le dijera que ella hablaría otro día.
—¿A que papá no te lo ha puesto difícil?
Encantada por haber sido capaz de razonar y dar el paso Cat admitió:
—Qué razón tenías. Gracias por ponerme en mi sitio Ollie. Si no fuera por ti, muchas veces no sabría cómo solucionar los problemas. Por supuesto que no ha sido difícil, papá nunca me lo pondría difícil. ¿Por qué seré yo así y no puedo ser más racional como tú?
—Pues porque cada una es como es, con sus virtudes y sus defectos. —Y cogiendo las fotos con una sonrisa dijo—: ¿Quieres ver más?
Dos segundos después la habitación volvió a llenarse de carcajadas.
Aquella noche cuando Terry entró en la casa fue directamente a la cocina para tomarse un vaso de leche. Estaba agotada. El día había sido difícil. Se lo bebió de un trago y metió el vaso en el lavavajillas. Camino de su habitación, pasó por la de Ollie y oyó risas, así que decidió abrir la puerta para ver lo que ocurría.
—Chicas ¿puedo unirme a la fiesta?
Cat, al ver aparecer a su tía, dijo:
—Si vieras las fotos de papá y el tío Joe, estarías igual que nosotras.
Aquello despertó totalmente su interés.
—¿En serio? —Y acercándose a ellas susurró—: ¿Puedo verlas?
Pero Ollie, que era una pequeña brujilla, preguntó:
—¿Para qué quieres verlas? Aquí solo aparecen, según tú, unos cabrones malnacidos.
—¡Ollie! —gritó Terry, asombrada—. ¡Esa lengua! ¿Por qué dices eso?
—Porque te lo oí decir el día que mamá te contó que el tío se marchaba a vivir con papá a Oahu —admitió mirándola con interés.
Avergonzada, Terry asintió.
—Es cierto lo dije —suspiró—. Pero lo dije en un mal momento y luego me arrepentí. Ya no pienso así y tu madre lo sabe.
Después de lo que su hermana le había relatado aquel día en la comida sobre el aborto y cómo se había comportado Nick, se dio cuenta que había juzgado la situación sin conocer todos los detalles. Y aunque lo que su excuñado había hecho no estaba bien, relajó su actitud respecto a él. Sin embargo, la marcha de Joe, sin despedirse de ella le había dolido y mucho. Había desaparecido de su vida sin volver a dar ni una sola señal.
—¿Y qué te hizo cambiar de opinión? —preguntó Ollie curiosa.
Terry la miró y sonrió. No pensaba contar nada de lo que sabía.
—Soy impulsiva y simplemente me dejé llevar por mi furia. Luego pasa el tiempo y cuando te serenas te das cuenta que no deberías haber actuado así. Simplemente pasó eso, Ollie.
Cat al ver a su tía decaída y falta de energía, algo raro en ella, preguntó:
—¿Qué te pasa tía? Te veo triste.
Ladeando la cabeza sonrió.
—Hoy vengo harta de mi trabajo. En días así pienso que un cambio me vendría muy bien.
—Pues da un cambio como papá y el tío —sonrió Cat al mirar a su hermana —. Ellos sí que han sabido cambiar, ¿verdad?
Ollie asintió y dispuesta a saber si su tía sentía lo que sospechaba que sentía por su tío sonrió.
—Vamos a ver —protestó Terry mirándolas—. ¿Me enseñáis las fotos para que vea ese cambio de una vez o preferís que os las arranque de las manos?
Tras ordenar las fotos, Ollie se las entregó atenta a su gesto.
—Toma y compruébalo por ti misma.
Dos segundos después, la cara y la boca abierta de Terry lo decían todo.
—Pero bueno… —susurró al ver a Joe.
—Están guapísimos —asintió Cat—. ¿Verdad, tía?
Se había quedado sin palabras, tan solo asentía. Ante ella tenía momentos del pasado que volvían de nuevo a sus ojos. Y cuando llegó a la foto de Joe en bermudas y con la espumadera en la mano, tragó saliva y dijo en un hilo de voz.
—Está fantástico...
—Sí y no veas cómo les persiguen las mujeres al tío y a papá. Todas quieren hablar con ellos. Todas quieren que ellos les enseñen a hacer surf —se guaseó Ollie atrayendo la mirada de su tía.
—¿Las ha visto tu madre? —Preguntó Terry molesta.
—No, todavía no, mañana se las enseñaré —y extendiendo las manos dijo—. Tía estoy cansada, ¿me devuelves las fotos?
Como si le quemaran en la mano, Terry se las entregó mientras Cat se marchaba a su habitación.
—Por supuesto. Toma, cariño, hasta mañana.
Cuando Ollie se quedó sola en su cuarto sonrió. Aquella noche, sin proponérselo, había conseguido que su hermana hablara con su padre y que su tía Terry se quedaba sin palabras. De pronto la puerta se volvió a abrir y apareció su tía de nuevo.
—¿Pasa algo? —preguntó Ollie.
Terry confundida y aún boquiabierta por las imágenes preguntó:
—¿Esas fotos son de ahora?
—Pero bueno tía, pues claro que son de ahora ¿No ves que salgo yo? — contestó Ollie tocándose el pelo.
Atontada y sintiéndose boba no, lo siguiente, Terry se disculpó.
—Qué tonta soy, tienes razón también sales tú.
—Te entiendo tía, cuando yo les vi me pasó lo mismo. Pero el sol de Oahu les ha sentado de maravilla —y con malicia repitió—. Y no veas el éxito que tienen con las chicas.
—Claro, es lógico —resopló confundida—. Tienen que vivir la vida. Hasta mañana, cariño.
Cuando cerró la puerta, Ollie se tapó la boca con un almohadón para reir sin que la oyeran. Su plan podía funcionar. Y antes de apagar la luz miró la foto de su tío y dijo riendo.
—Primer empujoncito, tío Joe. Primer empujoncito.
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jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 19
A la mañana siguiente a la hora del desayuno, como tenían por costumbre, procuraban estar todas juntas antes de comenzar cada una con sus quehaceres diarios. Serena fue la primera en sentarse a la mesa y cuando aparecieron sus nietas ya estaba bebiéndose los últimos restos de su café.
—Buenos días, abuela —saludó Cat con alegría sorprendiéndola. Feliz por verla sonreír respondió:
—Buenos días, preciosas ¿Qué tal la noche, habéis pasado mucho calor?
—Yo ni me he enterado —contestó Ollie—. Estaba tan cansada que apenas si me di cuenta del calor.
—Y yo he dormido como un lirón —respondió Cat.
Abanicándose con una servilleta la mujer contestó:
—Hijas pues qué suerte porque ha sido tremendo el agobio. Yo al final tuve que levantarme y salir un rato al jardín. Allí por lo menos estaba fresquita.
En ese momento, entró Terry todavía en pijama. Algo raro en ella.
—Terry cariño ¿estás enferma? —preguntó Serena.
—No mamá, tranquila —sonrió—. Hoy he decidido tomarme el día libre.
—Vaya qué suerte —dijo Ollie y al escuchar acercarse los pasos de su madre dijo mirando a su hermana—. En Hawái debe hacer mejor día que aquí. Apuesto a que papá y el tío irán hoy a la playa para practicar surf.
_______________ apareció, como siempre, perfectamente arreglada con su traje gris y su moño, pero al oír aquello sintió cómo el estómago se encogía, aunque supo disimular.
—Qué suerte vivir en la playa —asintió Cat—. Tiene que ser alucinante.
—Ya te digo —asintió Ollie—. Cuando veas donde viven papá y el tío...¡fliparás!
Terry y _______________ cruzaron una mirada y no comentaron nada, así que Ollie prosiguió:
—Papá y el tío viven a pie de playa y por la noche te duermes escuchando el sonido del mar. Y por la mañana cuando te levantas te sorprende ver que el azul del mar tiene mil tonalidades diferentes. Vamos… increíble.
Tras escuchar durante diez minutos las maravillas habidas y por haber de Hawái, Terry se dirigió a su callada hermana:
—_______________ ¿te ha enseñado Ollie las fotos de sus vacaciones?
De vuelta de la burbuja en la que se había sumergido al escuchar hablar de Hawái y de Nick, miró a su hermana extrañada.
—¿Por qué estás en pijama? —preguntó:
—Dice que se coge el día libre —comentó Serena con guasa. Eso la extrañó, Terry no había dicho nada el día anterior.
—Qué suerte ¡un día libre! —suspiró _______________—. Yo tengo dos juicios, una demanda de divorcio, y seguro que algo más —pero al recordar lo que su hermana le había preguntado añadió—: ¿Qué fotos?
—Mamá, anoche hable con papá por Internet —reveló Cat emocionada
_______________ sonrió. Era una fantástica noticia. Ahora entendía porqué aunque Nick estaba en el chat no había hablado con ella. Se alegraba por él.
—Qué bien cariño. Papá te quiere mucho y sé que para él habrá sido importante hablar contigo —y mirando a su hija pequeña preguntó—: Seguro que fuiste tú quien la convenciste ¿verdad? —esta asintió.
Serena las observó sin decir nada. Hablar de Nick y Joe aún le dolía y procuraba omitir el tema. Les echaba demasiado de menos.
—Pues no te equivocas mamá —asintió Cat—. Y te puedo asegurar que gracias a ella he vuelto a reencontrarme con papá.
—No creo que nunca lo perdieras, tesoro —susurró _______________ pero al sentir la patada de su hermana por debajo de la mesa miró a su hermana.
—Te he preguntado si Ollie te ha enseñado las fotos de sus vacaciones — repitió Terry, dándole otra patadita a su hermana por debajo de la mesa.
Sin entender a que se refería _______________ respondió con calma.
—Pues no. No me las ha enseñado. —Y mirando la hora añadió—. Por cierto chicas, hoy llegareis tarde al instituto como no corráis.
—Vamos niñas. Oh Dios… qué tarde es —protestó Serena.
—¡Ostras! —exclamó Cat—. Hoy no llegamos.
_______________ reaccionó con rapidez.
—Un minuto. Me bebo el café y os llevo yo.
—Ni hablar, cielo —se levantó Serena—. Tú desayuna tranquilamente, que yo las acercaré al Instituto.
—Gracias, abuela —Ollie terminó su cacao—. Mamá toma las fotos de mis vacaciones. ¿Quieres verlas?
«Lo deseo con todo mi alma» pensó _______________.
—Si me las enseñas, cariño, por supuesto que las miraré.
Ollie sacó el paquete de su mochila pero, antes de entregárselo a su madre, añadió:
—Si quieres las separo, para que veas solo en las que estoy yo.
—No, cariño —sonrió bajo la atenta mirada de todas—. No pasa nada tesoro, ya conozco a Sasha y a Tommy, y creo que son unos niños geniales.
—¡Ollie! —la regañó Serena—. Creo que está fuera de lugar que vayas enseñando esas fotos a todo el mundo. Me parece insensato por tu parte..
—Abuela, yo no creo que...
—Mamá —interrumpió _______________—. Ollie hace muy bien enseñándome las fotos de sus vacaciones. Es más, si ella no me las hubiera ofrecido —mintió esta—, hubiera sido yo quién se las hubiera pedido. Son las fotos de mi hija y si para ella son importantes, también lo son para mí.
—Mamá, por favor —dijo Terry—. No seas absurda, son solo unas fotos.
Serena, que desde el día que Nick salió por la puerta no había vuelto a mencionar su nombre, protestó. Habían sido muchas las noches que, impotente, había oído a su hija llorar a través de la puerta. Eso se le había quedado grabado en el corazón, junto a otras cosas que se negaba a recordar.
—Tú verás lo que haces Y no me considero absurda. Solo digo lo que pienso —siseó antes de salir—. Niñas, daos prisa o llegaréis tarde.
Ollie se acercó a su madre, le tendió el paquete de fotos, y después le dio un beso.
—Cuando las hayas visto me las dejas en mi habitación, por favor.
—Por supuesto —contestó Terry cogiéndolas—. No te preocupes. Anda, ve con la abuela y con Cat que al final llegareis tarde.
Cuando Ollie salió y se quedaron solas Terry silbó.
—Madre mía con mamá, cuando quiere sabe poner el ambiente calentito.
_______________ intentó disculparla.
—Es normal. Todavía no ha aceptado lo de Nick. Le quería demasiado, a él y a Joe, y lo que le ha pasado ha partido en dos a mamá.
Con impaciencia, Terry le pasó el paquete de fotos.
—Toma y míralas.
—Chica —rio esta—. Estás nerviosa. ¿Qué te pasa?
—Mira las fotos —apremió—, y luego me cuentas.
Con manos temblorosas, _______________ abrió el sobre, sacó las fotos y la primera que encontró fue una de Ollie en la playa.
—Está preciosa —sonrió _______________. Pero cuando vio la siguiente se quedó sin habla y su sonrisa se congeló.
Terry, al ver su reacción le quitó las fotos de las manos y la abrazó. Pero _______________ se deshizo del abrazo de su hermana y de nuevo cogió las fotos.
—Ay Dios… Ay Dios.
—Sé lo que piensas —insistió Terry mientras su hermana no daba crédito a lo que veía.
—Está guapísimo ¿no crees? —dijo enseñándole la foto en la que Nick estaba con su traje de neopreno y la tabla de surf.
Incapaz de mentir Terry asintió.
—Tienes razón. Ayer cuando las vi te juro que fue como si regresara al pasado. Fíjate si me quedé atontada que volví al cuarto de Ollie para preguntarle si eran fotos actuales. Tenías que haber visto su cara. Debió pensar que estaba loca.
Pero _______________ no podía casi respirar. Ver a Nick en todo su esplendor en Oahu le llenaba la cabeza de recuerdos maravillosos.
—Regresar a su isla le ha sentado muy bien. Se le ve estupendo y feliz — consiguió decir por fin.
—¿Solo estupendo? —resopló Terry—. Pues no te digo nada, pero espera a ver a Joe.
En ese momento apareció la foto de este con la espumadera en la mano y _______________ soltó una carcajada. Terry, arrebatándole la foto de las manos preguntó:
—¿Está más guapo que nunca o soy yo que lo veo así?
_______________ miró con curiosidad a su hermana.
—¿No me irás a decir ahora que estás colgada por Joe? —Terry la miró y no contestó—. Dios Terry, él se ha pasado años detrás de ti y tú ni caso y ahora no me…
—Ni lo pienses —dijo devolviéndole la foto—. Es solo una apreciación. Al ver las fotos me recordaron a otras que me enseñaste de cuando les conociste.
_______________ asintió.
—Es cierto. Yo tengo unas fotos como estas guardadas en mi habitación —y levantándose dijo—. Ven, vamos a buscarlas, verás que poco han cambiado.
Terry miró el reloj y añadió:
—Te recuerdo, hermanita, que tenías dos juicios, una demanda de divorcio y...
_______________ se detuvo en seco.
—Eso lo soluciono en un momento.
Y sin importarle nada, se quitó los taconazos, llamó a su secretaria y asignó sus tareas a otros abogados. Cuando colgó miró a su hermana con una sonrisa triunfal en la boca.
—Tengo el día libre. Para eso soy la jefa.
Como dos chiquillas, las hermanas subieron las escaleras corriendo entre risas como hacía años que no hacían. Por un momento, habían vuelto a su adolescencia. Aquello era como hacer una trastada a espaldas de su madre y eso lo hacía más interesante aún. Cuando llegaron a la habitación de _______________, esta se quitó el traje bajo la atenta mirada de su hermana, que asintió con aprobación al ver lo espléndida que estaba aun habiendo tenido dos hijos.
—Terry, hazme un favor, coge el álbum azul que está allí encima de aquel estante —dijo mientras se soltaba su larga melena rubia y se lo recogía en una coleta.
—Toma —dijo entregándoselo.
—Aquí están. Oh Dios… ¿ves cuánto se parecen estas fotos?
Terry estaba alucinada. Realmente las fotos que Ollie había hecho se parecían un montón a unas de veinte años atrás. En una se veía a Nick y a Joe vestidos con sus trajes de surf. Y en otra se podía ver a Joe pelando patatas con unas bermudas parecidas a las que llevaba en la foto. _______________ las miró con cariño. Nick y Joe no habían cambiado en exceso, quizá se les veía más atractivos ahora que eran más maduros.
—¿Por qué le dejaste marchar? —le preguntó _______________ cuando la vio quedarse ensimismada con una de las fotos.
Terry no respondió ni la miró. Solo tenía ojos para aquella instantánea en la que Joe y ella reían disfrazados de Pedro y Vilma Picapiedra. Aquel día, en aquella fiesta, sin proponérselo, una bossa nova, Desafinado se había convertido en su canción.
—¿Por qué nunca le diste una oportunidad?— insistió _______________.
—Es difícil de explicar —confesó Terry—. Él era un buen amigo y su compañía me encantaba. Aunque no te niego que me gustara y sé que yo le gustaba a él. Pero creo que siempre nos ha dado miedo comenzar algo y estropear nuestra bonita amistad. Por experiencia, los dos sabemos que cuando acabas con alguien en la cama, ya nada vuelve a ser lo que era. Además, era demasiado bonito. Tú y Nick, Joe y yo... era demasiado perfecto y estaba segura de que no sería una buena idea.
—¿Por qué cuando te dije que se iba con Nick no hiciste nada por impedirlo?
Terry, encogiéndose de hombros, confesó.
—Por cobardía. Me dio miedo sentirme rechazada. Soy una cobarde, lo sé.
—Pues te equivocaste. Joe, nunca te hubiera rechazado.
—¿Cómo puedes decir eso cuando se fue sin decirme adiós?
—Terry —acusó _______________—, oí lo que le dijiste la mañana que le sugeriste que desayunara, comiera y cenara en su casa. Desde donde yo estaba vi tu cara y la de él, ¿cómo iba a venir a despedirse de ti?
Escuchar aquello le dolió, sabía que su hermana llevaba razón.
—Pero yo creía que él sabía lo de Nick y que ya conocía la existencia de esos niños. Sé que actué mal ese día, pero no podía soportar que viniera cada mañana y actuara como si no hubiera pasado nada.
—Tampoco él sabía nada hasta que todo explotó —comentó _______________—. Demasiado hizo en seguir viniendo, aun habiéndose marchado Nick, para intentar cuidarnos a todas.
Tumbándose con desgana en la cama Terry asintió.
—No tengo fuerzas para llamarle e intentar hablar con él. Seguro que ya se ha olvidado de mí.
_______________ no estaba segura de ello. Joe era como Nick, fiel a su corazón. Pero sin ganas de dar más vueltas al problema admitió.
—Quizás tengas razón. Es hora de que Joe comience su vida. Mientras estuviste casada no se acercó a ti y luego aceptó su derrota cuando te divorciaste. Quizás sea mejor así.
—¿Por qué seré siempre tan imbécil? —preguntó Terry incorporándose—. Es como si nunca viviese la realidad, como si nunca estuviera de acuerdo con mi vida.
—Sí, hermanita, eres un poco complicada —dijo abrazándola mientras miraba las fotos—. Pero Joe, con ese pelo largo que lleva ahora, está guapo a rabiar, justo como el día que le conocí.
—Lo sé —sonrió con tristeza—. Cuando me lo presentaste recuerdo que me llamó la atención su simpatía y su forma de vestir. Eran diferentes a los chicos que conocíamos aquí en Nueva York. Mientras nuestros amigos hablaban de discotecas y drogas, ellos hablaban del surf. De cabalgar olas. Eran diferentes ¿verdad?
_______________ miró las fotos con nostalgia y asintió.
—Lo eran y lo son... Y mirándoles en la foto se puede comprobar que ahora están donde tenían que estar.
Consciente de porqué decía aquello su hermana insistió.
—Pues eso debería hacerte reflexionar, ¿no crees?
—Sé lo que quieres decir —asintió—. Nick ha vivido en Nueva York todos estos años por mí y por las niñas. Incluso dejó a un lado el ir a la playa en verano para ir con nosotras a Europa. Ahora me doy cuenta de que me equivoqué con la vida que he intentado hacer llevar a Nick.
—Tampoco le has puesto una pistola en la cabeza, no exageres.
—Ya lo sé —sonrió—. Pero tampoco le presté atención. Me acomodé a mi vida y no miré atrás para ver si me dejaba algo en el camino. Y ahora me doy cuenta de que sí.
—Todavía le quieres, ¿verdad?
_______________ miró a su hermana y respondió.
—¿Cómo podría no quererle? —dijo al tiempo que alzaba las manos—. Lo que ocurrió entre nosotros hace unos años, para mí fue una grandísima prueba de amor. Y por eso nunca monté un espectáculo cuando pasó lo que pasó. Solo he hecho lo que el corazón me ha dictado. Solo eso.
Terry, al sentir la tristeza con la que se expresaba, la abrazó y añadió procurando ofrecerle todo el apoyo del que era capaz:
—Y lo hiciste fenomenal.
—A veces —prosiguió _______________—, me entran ganas de coger un avión e irme a Oahu para hablar con él. Pero cuando lo pienso un poco me doy cuenta que sería un error.
—¿Por qué sería un error?
—No sabría cómo explicártelo, Terry. Quizás yo también soy una cobarde y, si volviera con Nick, tendría que dar demasiadas explicaciones, en especial a mamá, y no estoy dispuesta a remover el pasado.
—Pero _______________, tú no tienes que preocuparte por lo que piensen los demás.
Debes de preocuparte de lo que tú quieres y punto.
—Ya lo sé, pero no podría soportar que mamá dijera algo malo de Nick, porque eso sería el detonante para que yo le confesara que su respetable hija, fue una hija de… porque cometió una locura que desembocó en un penoso aborto, que Nick tapó para que ella precisamente no se llevara el disgusto de su vida.
—No pienses así, mujer.
—No puedo remediarlo. Ahora, ante los ojos de todos, Nick es un malnacido, cuando la malnacida fui yo hace unos años y Nick se encargó de que nadie se enterase.
—¿Volverías con él?
—No lo sé. A veces pienso que correría hacia él cómo una loca para abrazarle y besarle, pero otras pienso que todo ha cambiado tanto que ya nada volvería a ser como antes.
—En algo te doy la razón. Nada volvería a ser como antes —asintió Terry y mirándola preguntó—. ¿Crees que existe la felicidad?
—La felicidad es una utopía que solo unos pocos logran conservar. Lo que sí creo es que hay momentos para ser feliz, y Nick y yo lo fuimos a pesar de todo.
Terry acarició con cariño el sedoso pelo de su hermana.
—¿Sabes? Me encanta hablar contigo. Eres tan lógica y tan realista, todo lo contrario a mí, que soy precipitación y cabezonería. Menos mal que te tengo a ti para que me hagas comprender las cosas. Lo gracioso de todo es que a tus hijas les pasa igual: Cat, por desgracia para ella, es como yo y Ollie es como tú.
_______________ sonrió con complicidad.
—En momentos como este, te miro a los ojos y tu mirada me transporta a nuestra niñez y parece que volvamos a ser aquellas niñas que se contaban sus problemas.
—Lo importante es que no olvidemos que nos tenemos la una a la otra. —Y, tras abrazarse, _______________ se levantó para ir al baño a coger unos Kleenex. Las dos tenían la cara llena de lágrimas. Al regresar del baño, Terry se quedó mirando a su hermana y preguntó—: _______________ ¿nunca te has planteado cambiar de imagen?
—Pues no. ¿Para qué?
Terry, con una sonrisa, se encogió los hombros.
—La verdad es que estas fantástica con tu melena rubia. ¿Pero desde cuando no te haces una peinado diferente? Es más, ¿desde cuándo no te pones unos vaqueros?
_______________ sonrió.
—¿Vaqueros? ¿Cuándo me los voy a poner? ¿En los juzgados? No… no, que pierdo mi imagen de abogada dura y eficiente —ambas rieron y esta prosiguió —. Y en lo referente al pelo, en eso te doy la razón. Llevo sin cambiar mi estilo desde que tenía quince años. Pero llevarlo así es cómodo. En el juzgado el moño me otorga seriedad.
Sin darle tiempo a reaccionar, Terry cogió a su hermana de la mano y la llevó ante el enorme espejo que había en su habitación.
—Ven un momento. ¿No te parece que necesitamos un cambio de imagen?
—Terry, ¿dónde quieres ir a parar?
Sin apartar la mirada del espejo preguntó:
—Sinceramente _______________, cuando me miras ¿qué ves?
_______________ observó detenidamente a su hermana.
—Pues te veo a ti. Vale… vale —sonrió al ver que aquella iba a protestar—. Veo a una treinteañera guapa. Con pelo castaño y liso, ojos verdes, ojeras y un albornoz blanco.
—Qué soso suena lo que has dicho ¿verdad? —al pensarlo _______________ asintió—. Ahora te diré lo que yo veo en ti. Veo a una mujer ojerosa con un bonito cuerpo escondido tras ropa de ejecutiva. Con un bonito pelo, pero pasado de moda y aburrido. En definitiva, tienes buena materia prima y creo que puedes mejorar.
Divertida, _______________ se miró en el espejo y añadió:
—Pero yo no tengo ninguna intención de cambiar. Me gusta la ropa que llevo, mi pelo y no quiero parecer sexy. Me veo bien así.
—¿Qué te parece si vamos a la peluquería y nos regalamos unos masajes? Ya sabes, algo de chocolaterapia o algo así.
_______________ miró a su hermana y volvió a repetir.
—Repito. No pienso cambiar de imagen.
—Pero si el pelo crece —animó Terry—. Ya sabes eso que se dice de renovarse o morir. Y a nosotras nos queda mucho para criar malvas, así que hagamos algo en nuestro día libre. ¿Qué te parece?
Feliz por ver a su hermana sonreír al fin, dijo mientras se ponía un pantalón oscuro y una camisa de seda beige:
—Te acompañaré pero no pienso hacer ninguna locura. Que lo sepas.
Terry se calzó los zapatos con una sonrisa, y tras recoger su pelo en una coleta alta, respondió haciendo sonreír a su hermana:
—Tú vente conmigo, que te auguro que lo vamos a pasar bien.
11/11
jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
bueno aquí esta la maratón prometida..
lo siento por no haber subido es que he estado muy ocupada y por eso no les subí .-.
pero ya les subiré mas seguido..
gracias por los comentarios y cuídense
:bye:
lo siento por no haber subido es que he estado muy ocupada y por eso no les subí .-.
pero ya les subiré mas seguido..
gracias por los comentarios y cuídense
:bye:
jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Owww todo lo que ha pasado!
Porque se fueron Joe y Nick!?
No lucharon por ellas!
Gracias por el maratón!
Síguela pronto!
Porque se fueron Joe y Nick!?
No lucharon por ellas!
Gracias por el maratón!
Síguela pronto!
aranzhitha
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Cielooss!!!!..... todo lo que paso!!!!.... Y ahora tengo mucho que pensar!!!!!!....
Descuida y esperareeeeeeeee
Descuida y esperareeeeeeeee
chelis
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 20
El sol en Oahu aquel día era más ardiente que ningún otro que recordasen. Nick estaba en su despacho escuchando a la señora Peebles. Quería divorciarse de su marido Tlico Telicua, tras cuarenta años de matrimonio, porque había llegado a la conclusión de que ya no la quería.
Tras años de experiencia en su profesión, sabía que aquella mujer nunca se divorciaría de su marido, pero Nick la escuchó con paciencia. Cuando la señora Peebles salió por la puerta, tras una hora de charla, Joe se levantó de su mesa y sacó una Coca-Cola fresquita de la pequeña nevera que tenían en el despacho para Nick.
—Toma hermano, te la mereces —dijo poniéndosela encima de la mesa.
—Gracias, Joe —asintió agotado. Y añadió con una sonrisa—. La próxima vez te toca a ti.
Desde la primera visita de aquella mujer, habían optado porque cada vez que volviera la atendería uno.
—Hace un calor de mil demonios —se quejó Joe mirando por la ventana —. El mar está en calma total. Hoy no habrá surf.
Nick consultó su agenda.
—Hoy tengo un día emocionante. Dentista con Sasha y pediatra con Tommy. Tengo la tarde completa.
Joe sonrió y posándole la mano en el hombro añadió:
—Hoy es viernes. ¿Qué te parece si esta noche llamamos a Honey y le pedimos que se quede con los niños para irnos al Aloha Skatt´s, a tomar unas copas?
—Perfecto, cariño —bromeó Nick—. Pero de momento vayamos a comer. Estoy muerto de hambre.
—Vaya —silbó Joe—. Si son las dos y media. Al final vamos a tener que cobrar a la señora Peebles. Venga, levanta el culo y vamos al bar de Dick a comer algo.
Al llegar al Mohana life saludaron a algunos amigos. El bar de Dick era el típico bar restaurante frente a la playa, donde por las tardes los surfistas y turistas de la zona comían y por las noches se tomaban unas copas.
Samantha, la mujer de Dick, siempre que les veía sonreía y les preparaba algo rico para comer. Le gustaba tener cerca a los dos guapos abogados que eran amigos de toda la vida. Solía presumir con sus amigas de la amistad que tenía con ellos, pues tanto Nick como Joe, eran dos buenos peces a las que muchas solteras del lugar les gustaría pescar. Mientras Samantha les preparaba algo de comer, se encaminaron al fondo del bar para echar una partida de billar. Entre risas y bromas comenzaron a jugar, hasta que de pronto se les acercó un hombre.
—¡Nick y Joe! Pero qué alegría encontraros —exclamó.
—Stephen Morello —saludó Joe acercándose a él—. ¿Cómo tú por aquí?
—Hola Stephen —asintió Nick sin acercarse.
Stephen Morello era un abogado de un buffet de Nueva York. Alguien con el que habían luchado en los juzgados en defensa de sus clientes y un hombre con el que habían compartido más de una cervecita y risas en el bar. Joe, extrañado por aquel frío recibimiento por parte de Nick, le miró y notó que había cambiado el gesto.
—Chicos ¿todavía juntos? —bromeó este—. Al final voy a tener que pensar que sois una pareja de hecho.
Joe tomó a Nick por los hombros y bromeó.
—Sí, querido y somos tremendamente felices. Tenemos dos niños preciosos y una casa monísima. Pásate por casa algún día y los conocerás.
—En serio —sonrió aquel—. ¿Cómo vosotros por aquí?
Nick, apoyándose en la mesa de billar respondió.
—Vivimos aquí desde hace unos meses.
—No me digas que _______________ está aquí también —dijo mirando alrededor.
En ese momento Nick blasfemó y Joe sin entender lo que ocurría se percató de que aquel fortuito encuentro no iba a terminar bien.
—Pues no, no está aquí. Nos hemos separado.
Para calmar los ánimos, Joe intentó desviar la conversación.
—¿Y tú qué haces en nuestra isla?
—He venido con una amiga —dijo señalando a una despampanante rubia con un minúsculo bikini azul que bebía en la barra—. ¿En serio te has separado de _______________?
—Sí.
Stephen, con guasa, le miró y le dio unos golpecitos en el hombro.
—Has hecho bien. Para qué disfrutar de una sola cuando estando libre puedes tener a todas las mujeres que quieras.
A Nick se le revolvió el estómago y acercándose intimidatoriamente le dijo entre dientes:
—Te ha faltado la parte que dice, siempre y cuando no haya un cabrón sin escrúpulos que se fije en tu mujer y te arruine la vida.
Joe, sin entender nada, se puso alerta. ¿Qué estaba pasando allí?
—¿A qué te refieres Nick? —preguntó Stephen algo acalorado.
Incrédulo por la desfachatez que mostraba, Nick comenzó a jugar al billar. Si no lo hacía le iba a partir el palo en la cabeza.
—Solo te diré una cosa maldito cabrón, hijo de puta —y con un golpe seco echó el taco hacia atrás. Stephen, al notar el golpe seco en la entrepierna, cayó al suelo casi sin respiración.
—Te comportaste como un malnacido al liarte con mi mujer. Pero todavía lo fuiste más cuando supiste lo del bebé y desapareciste dejándola sola con un gran problema. Solo espero que la vida te devuelva todo el dolor que has causado, maldito cabrón —dicho esto, Nick soltó el taco del billar sobre la mesa y se marchó del bar.
Joe, testigo mudo de todo aquello, no entendía nada. Miró a Stephen que gimoteaba de dolor en el suelo, pero sin pensárselo dos veces salió en busca de su hermano, al que vio dirigirse al despacho muy enfadado.
—¡¿Te importaría esperarme?! —gritó Joe. Pero Nick no le escuchaba.
Al entrar en el despacho, Nick se fue directo al baño, cerró la puerta y se echó agua en la cara. Por fin había hecho lo que tantas veces había deseado. Cuando Joe entró se imaginó dónde estaba y esperó pacientemente. Pero pasados diez minutos al ver que aquel no tenía ninguna intención de salir para darle ninguna explicación, se marchó. Un rato después regresó con la comida que habían encargado en el bar de Dick.
—Tesorito, ¿comemos? —le preguntó dando unos golpecitos en la puerta.
Nick, tras la puerta del baño, sonrió. Por fin se animó a salir y se sentó a comer sin decir ni una sola palabra.
—¿Pero se puede saber qué te ha pasado? —preguntó Joe pasados unos minutos.
—He saldado una antigua deuda.
—¿Te había ocurrido algo con el imbécil de Stephen y no me habías dicho nada?
Nick asintió y Joe, tras meterse un pedazo de carne en la boca, se quejó:
—Últimamente no paras de sorprenderme. Ya no sé si eres tú o un desconocido.
Al ver su gesto serio y el entrecejo fruncido, Nick suspiró. Joe no se merecía tantos secretos así que se dispuso a revelarle por fin detalles dolorosos para él.
—Te contaré porqué lo hice si prometes que será un secreto entre tú y yo.
—Te lo prometo. —Y para destensar la crispación que veía en su rostro hizo algo que siempre hacía Sasha cuando les contaba un secreto. Movió la mano como si cerrara con llave la boca y después hizo ademán de tirarla.
—Mira que eres tonto —sonrió Nick por fin.
Y comenzó a explicarle el porqué de lo ocurrido dejando a Joe totalmente anonadado. Cuando terminó su relato, fue Joe quien habló:
—Te juro que en la vida lo hubiera imaginado. ¿Me estás diciendo que _______________, la mujer perfecta, se lió con ese indeseable, se quedó embarazada y se planteó dejaros a las niñas y a ti para irse con él? —Nick asintió dolorido—. Increíble. Hasta las personas perfectas comenten errores.
—_______________ es perfecta —defendió Nick—. Es humana como tú y como yo y comete errores. En su momento me dolió mucho pero la quería tanto que la perdoné.
—Ahora entiendo porqué _______________ nunca montó un espectáculo tras descubrirse lo tuyo. Ahora lo entiendo todo.
Nick, al pensar en su exmujer se tocó con preocupación la cabeza y confesó.
—Sin embargo, su error, a pesar de haberla perdonado, fue lo que dio paso a lo de Nicole.
—¿Cómo conociste a Nicole? —se atrevió a preguntar Joe. Sabía que aquel era un terreno difícil y nunca había entrado en él.
—¿Te acuerdas cuando viajé a Alemania? —Joe asintió—. Su avión hizo escala en Alemania para recoger unos pasajeros. En el aire, al pedir unas bebidas, la azafata se confundió y le dio la mía a ella y a ella la mía. Nos dimos cuenta en seguida y en vez de decírselo a la azafata directamente nos las intercambiamos y comenzamos a hablar. No paramos de hablar hasta llegar a Nueva York. Y aunque yo había perdonado a _______________, algo en mi interior estaba roto. En aquella época _______________ estaba fría y distante conmigo y cuando conocí a Nicole, no pude resistirme. Necesitaba que alguien me abrazara y me dijera que me quería. Y cuando conocí a Sasha, tan chiquitina, tan bonita, con esa carita de ángel yo….
—¡¿Sasha?! ¿Cómo que cuando conociste a Sasha?
Nick sonrió y sorprendiendo de nuevo a Joe confesó:
—Sasha no es mi hija biológica, pero la quiero como si lo fuera.
—¿Pero entonces Sasha, qué…? —preguntó un Joe cada vez más incrédulo.
—Cuando la conocí tenía seis meses. Un día comenzó a llamarme papi — sonrió al recordarlo— y no pude decirle que no era así. Era mi niña. Luego, con el tiempo, nació Tommy y les di a ambos mi apellido. Son mis hijos. No consentiré que nadie le haga daño a Sasha, porque ella para mí es tan hija como Cat, Ollie o Tommy. Y por favor, esto no puede salir de aquí. Mi intención es que ella nunca lo sepa.
—No te preocupes. Ese secreto morirá conmigo.
Nick convencido de que así sería sonrió y apuntó:
—Cuando ocurrió lo de Nicole di gracias al cielo por haber reconocido a la niña y al niño con mis apellidos. Si no hubiera sido así, me los habrían quitado los servicios sociales y, aunque con el tiempo hubiera podido demostrar que el padre de Tommy era yo, nunca hubiera podido conseguir demostrar lo mismo de Sasha. Si eso hubiera ocurrido no me lo hubiera perdonado nunca —y a continuación murmuró emocionado—. Ella es mi niña.
Tras un corto pero cargado momento de emociones, al final Joe posó su morena mano sobre la pierna de aquel y preguntó.
—Hermano ¿tienes algo más que contarme?
Nick le respondió con una sonrisa.
—Perdóname por no haberte contado nunca nada de Nicole y los niños. Pero no quería implicarte en algo que yo mismo sabía que estaba mal. Pero la vida a veces es difícil de digerir y…
—Nick… ¿Puedo preguntarte una última cosa?
—Tú dirás hermano.
—¿Por qué no te divorciaste de _______________? Podrías haber comenzado una nueva vida con Nicole y los niños.
Nick tomó aire.
—Porque yo sin _______________ no podía vivir. La amaba y la amo demasiado. Todavía me cuesta dormir por las noches sin sentirla a mi lado. Sé que es terriblemente egoísta esto que te digo, pero yo amaba a _______________ y Nicole me amaba a mí. Hubo un momento en que decidí que aquella relación con Nicole tenía que acabarse. Pero un día me llamó y me dijo que estaba embarazada. Te juro que en ese momento me quedé bloqueado, y cuando ella me confesó que no quería abortar me alegré. Hablé con ella y le dejé las cosas muy claras. Yo amaba a mi mujer y a mis hijas y nunca, pasara lo que pasara, pensaba separarme de ellas. Nicole tenía unas ideas muy liberales y con tal de llevar la contraria a su madre — sonrió— aceptó vivir conmigo aun sabiendo que nunca dejaría a _______________. Nos veíamos poco, unos días al mes. Pero a ambos nos bastaban. El resto ya lo sabes.
—¿Cómo no me di cuenta nunca?
—Porque los humanos, sabemos ocultar los secretos, por eso tampoco te enteraste de lo de _______________. Pero ya has visto, la vida al final siempre pasa factura y algo que en un momento creías controlado se descontrola y...
—Tengo otra pregunta —sonrió Joe—. Ya sé que te dije antes que era la última, pero...
—Dispara hermano —contestó Nick a sabiendas que con el tiempo tendría muchas más.
—¿Qué pensabais decirles a Sasha y Tommy cuando crecieran? Ellos preguntarían dónde iba su padre tan a menudo.
Nick asintió.
—Si te soy sincero nunca lo pensamos. Vivíamos el presente. Me imagino que cuando hubiera llegado el momento nos hubiéramos vuelto locos pensando qué decirles pero… no, no lo pensamos. —Con gesto triste miró a su hermano y susurró—: Pobre _______________, si la hubieras visto aquel día en el hospital como cuidó de Tommy, mientras yo atendía a Sasha. Nunca la podré olvidar. Es una gran mujer que espero que sea feliz. Se lo merece.
En ese instante Michal pensó en Ollie y en aquello que le había dicho del empujoncito.
—Tú también te mereces lo mejor —susurró Joe—. Oye, si quieres, cenamos en casa esta noche y seguimos conversando.
Nick asintió. Haber hablado por fin de todo aquello con normalidad le reconfortaba.
—Me parece estupendo. Gracias, Joe.
—De nada —y para hacerle sonreír añadió—: Que sepas que has dejado a Stephen para el arrastre. Ya estoy viendo a la rubia explosiva que le acompañaba poniéndole pañitos de hielo toda la noche.
Y ambos se echaron a reír.
bueno chicas aqui les pongo otro cap :D
cuidense y gracias por los comentarios :P
:bye:
jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Bueno por lo menos nunca amo a la zorra!
Y que bueno que golpeo al tipo ese!
Ya quiero que se reconcilien!
Síguela!
Quiero maratón de nuevo!
Y que bueno que golpeo al tipo ese!
Ya quiero que se reconcilien!
Síguela!
Quiero maratón de nuevo!
aranzhitha
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Ambos son buenos y especiales.... Merecen ser felices!!!!!...
chelis
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