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Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Ah vas a decir que que maldita que soy, pero no siento pena por la muerte de las dos mujeres!
Es su castigo por meterse con hombres casados!
Y ojalá que se la ponga difícil a Nicholas!
Porque como se atreven a engañarla!!
Síguela!
Es su castigo por meterse con hombres casados!
Y ojalá que se la ponga difícil a Nicholas!
Porque como se atreven a engañarla!!
Síguela!
aranzhitha
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 9
Cuando Nick llegó al hospital preguntó directamente por Nicola Uldock. Tras consultarlo en el ordenador le indicaron en recepción que el doctor tenía que hablar con él.
Minutos después, el médico volvió a relatar lo sucedido. Nick se sumió en una espiral de dolor y rabia al conocer el resultado de lo ocurrido y la trágica muerte de Nicola y su madre. Su cuerpo se encogió de dolor. Conmocionado, no pudo ahogar un grito de desesperación y por un momento creyó que iba a perder el sentido. Sin embargo, el doctor, acostumbrado a situaciones tensas y horrorosas como la que estaba presenciando, reaccionó a tiempo, acompañándole hasta unas de las sillas.
El médico esperó pacientemente a que Nick reaccionara, y le pidió que identificara los cadáveres, a lo que asintió como pudo. Bajaron hasta las cámaras y sintió que las fuerzas le flaqueaban al identificar primero a Natasha y después a Nicole. Nick se derrumbó al verla y rompió a llorar mientras le agarraba por última vez la mano. Le prometió que cuidaría de los niños y después le dio un último beso en sus fríos labios y se marchó sin mirar atrás, roto de dolor.
Se dirigió hacia la habitación donde estaban los niños. Al entrar fue hacia Tommy y le acarició la manita. Era tan chiquitita. Solo tenía 20 meses y ya viviría toda su vida sin una mamá. Con ojos llorosos, miró a Sasha que solo tenía cuatro añitos. ¿Cómo iba a explicarle que mami no estaría nunca más? Horrorizado, se llevó las manos a la cabeza. Aquella mañana el frágil equilibrio de su mundo se había desmoronado ¿qué iba a hacer?
En la quietud de la habitación, rompió a llorar desconsolado, cuando de pronto la puerta de la habitación se entreabrió. Los ojos anegados de lágrimas de _______________ le observaban, Nick se giró hasta que la vio. Asombrado primero e invadido por la desesperación y la angustia al verse atrapado, no pudo por menos que balbucear:
—Lo siento cariño... Lo siento. Solo te puedo pedir una y mil veces perdón.
Furiosa y trastornada por lo que estaba viviendo, entró en la habitación y, sin levantar en exceso la voz, se dirigió a él con tono tembloroso.
—¿Crees que te bastan las palabras para que te perdone?
—No sé qué decir y…
—En eso te entiendo, maldito mentiroso —respondió con dureza—. De pronto hoy me encuentro… Yo... yo... confiaba en ti. Nunca hubiera podido imaginar que fueras capaz... que llevaras una doble vida. ¡Nunca!
—Todo lo que me digas lo merezco. No intentaré defenderme ante ti. Te he fallado, lo sé.
_______________ cerró los ojos, y tras contener las ganas de llorar susurró por fin:
—Nunca pensé que me harías pagar mi error de esta manera. Dijiste que me perdonabas y… y… ¡Maldito desgraciado! No solo me has fallado a mí... sino a tus hijas.
—Lo sé… lo sé… —Roto por la desesperación y el dolor que le oprimía, no sabía qué más decir.
Después de un momento tremendamente tenso entre los dos, donde _______________ quiso gritar y maldecir hasta dejarse la voz, tomó aire y respiró profundamente. E intentando mantener la cabeza fría dijo señalando a aquellos niños.
—Tendrás que darles una explicación de tu doble juego a Cat y Ollie. ¿Cómo les vas a explicar que tienen dos hermanitos? ¿Cómo crees que se lo van a tomar?
—No lo sé. Tengo que pensar, pero... —murmuró Nick, abatido.
—Pues piensa rápido —le cortó—. Porque vas a ser tú quien se lo explique, no yo.
Una vez dijo aquello, _______________ se dio la vuelta para marcharse pero notó como alguien le cogía de la mano. Al mirar, vio que la niña abría los ojitos y la miraba. _______________, aturdida, sin saber cómo reaccionar, miró a Nick, y este se levantó rápidamente para atenderla.
—Princesa ¿cómo estás? —preguntó Nick con voz temblorosa mientras se secaba las lágrimas de los ojos.
La niña, moviéndose incómoda en la cama, frunció el ceño y sin reparar en que le estaba dando la mano a una desconocida gimoteó.
—Papi, papi, me duele.
Asustado y sin saber qué hacer, Nick salió en busca de un médico sin reparar en que _______________ se quedaba a solas con sus hijos. Intentó no involucrarse. Aquel no era su problema. Pero al ver a la niña tan desvalida gimiendo de dolor, no se lo pensó dos veces y trató de consolarla.
—Venga Sasha —susurró con dulzura—. No llores, cariño.
La cría, asustada, la miró mientras de sus ojos brotaban ríos de lágrimas. ¿Quién era aquella mujer?
—¿Dónde está mi papi? ¿Y mi mami?
Exasperada, pero conmovida por las lágrimas de la niña, sin moverse de su lado _______________ dijo en un hilo de voz.
—Ha ido a buscar al médico para que te vea la piernecita. ¿Te duele mucho?
La pequeña, mirándola con unos bonitos ojos azules, sollozaba.
—Sí, me duele… me duele mucho.
Con sentimientos encontrados, _______________ se agachó y la abrazó. Aquella pobre niña no tenía la culpa de lo que el mentiroso de su padre hubiera hecho.
—No llores, tesoro. Verás cómo tu papi consigue que el médico venga y te quite ese dolor —trató de consolarla, dándole un beso en la mejilla.
—¿Dónde está mami? —Preguntó la niña—. Quiero que venga mi mamá.
En ese momento entró Nick con gesto preocupado seguido por una enfermera y un médico. Rápidamente _______________ se quitó de en medio para que atendieran a la chiquilla y le aliviaran el dolor. El calmante había dejado de surtir efecto y procedieron a ponerle otro para que pudiera descansar. Pero mientras atendían a la pequeña, el niño se despertó y comenzó a llorar.
Nick estaba desesperado. No sabía a quién atender. Por un lado Sasha le llamaba y por otro Tommy le echaba los bracitos. Le hubiera gustado dividirse pero era imposible. _______________, impasible, miraba la escena. Por su mente pasó irse y olvidarse de todo aquello, pero aquellos pobres niños no tenían la culpa de nada. Al final, soltó el bolso, se quitó la chaqueta y ordenó a su todavía marido.
—Nick, atiende tú a Sasha. Yo atenderé al niño.
Con una cálida sonrisa, _______________ comenzó a entonarle a Tommy una canción para que se calmara y este rápidamente se metió el chupete en la boca y se quedó mirándola. Destrozada y abatida por todo lo ocurrido en las últimas horas, _______________ rompió a llorar. Gruesos lagrimones empezaron a cubrirle las mejillas, aunque ella procuraba secárselos. No era momento de llorar, todavía no. Le acarició el rostro con dulzura y el niño se relajó. Instantes después apareció de nuevo la enfermera y tras pinchar algo en el suero del niño este cerró los ojitos y se durmió cogido de la mano de _______________.
—¿Se ha dormido mi hermanito? —preguntó Sasha.
Abatido, Nick se había quedado sin habla, así que fue _______________ quien, tras soltar la manita de Tommy y recoger su chaqueta y su bolso, contestó.
—Sí, bonita. Se ha vuelto a quedar dormidito.
Con ojos somnolientos, la pequeña la siguió con la mirada y volvió a preguntar:
—¿Cómo te llamas?
—_______________.
Con una triste sonrisa la pequeña bostezó.
—Me gusta tu nombre y eres muy guapa. ¿Eres amiga de mis papis?
_______________ y Nick se miraron aturdidos.
—Cierra los ojos y duerme, Sasha —murmuró él.
Pero _______________, incapaz de obviar la mirada de la pequeña contestó.
—Tu papá y yo nos conocemos desde hace tiempo —y al notar que las lágrimas de nuevo pugnaban por salir prosiguió—: Me tengo que ir.
—¿Vendrás a vernos mañana? —preguntó la niña.
_______________ no podía más. ¿Cómo podía preguntar tantas cosas? Pero intentó no ser brusca con ella y respondió.
—No creo, bonita. Tengo mucho trabajo.
Nick consciente de lo que aquello estaba suponiendo para su mujer, tocó con mimo la frente de la pequeña y murmuró.
—Princesa, _______________ tiene mucho trabajo y no creo que pueda venir. Pero, tranquila, papi estará aquí contigo.
Aquellas últimas palabras «papi estará aquí contigo» se le clavaron en el corazón a _______________ y antes de salir por la puerta se despidió diciendo apenas en un hilo de voz:
—Adiós Sasha. Cuídate y cuida de tu hermanito también
Cuando _______________ salió al pasillo se derrumbó. ¿Cómo podía estar pasándole aquello? Se secó las lágrimas que corrían por sus mejillas y comenzó a andar hacia el ascensor cuando sintió que alguien le agarraba de la muñeca para detenerla. Era Nick.
—Gracias _______________…
Ella fue incapaz de mirarle. Le apartó la mano y en un tono cortante siseó:
—No quiero que vuelvas a casa. Quiero el divorcio y te exijo que hables con las niñas sobre lo que ha ocurrido lo antes posible.
—_______________, escúchame —le dijo desesperado—. Haré todo como tú quieras, hablaré con nuestras hijas, lo solucionaremos todo, pero, por favor, dame tiempo. Tengo que quedarme aquí con los niños, en el hospital.
Aquello la hizo reaccionar y, mirándole con furia, gritó:
—¡¿Cómo?! ¿Me estás pidiendo que sea indulgente contigo y con tus problemas? Oh no… Nick. Eso sí que no. Me importa una mierda tus sentimientos y cómo te sientas. Quiero solucionar toda esta locura cuanto antes. ¿Me has entendido? ¡Cuánto antes!
Nick se quedó aturdido al ver su angustia y su furia. Ella no se merecía todo aquello, pero en aquel momento no podía hacer otra cosa.
—_______________, por favor, te lo suplico, te estoy diciendo que haré todo lo que quieras. No pondré objeciones a nada de lo que me pidas. Pero ahora mismo tengo un gran problema y...
—Te equivocas, tienes muchos problemas.
Sabía que ella tenía razón, pero roto por las circunstancias tan solo logró musitar:
—No conozco a nadie en Filadelfia que se pueda hacer cargo de los niños en el hospital mientras yo voy a casa a hablar con las niñas. Sasha y Tommy solo me tienen a mí, a nadie más. Y soy incapaz de marcharme y dejarles solos y asustados aquí. _______________, por favor… por favor, entiéndeme, no te pido nada más.
Incapaz de creer lo que estaba oyendo, _______________ insistió.
—No me jodas, Nick. ¿Acaso la madre de los niños no tenía familia aquí?
—A nadie a excepción de su madre y ha muerto con ella. —Y mirándole a los ojos suplicó—. Por favor. Sé que en estos momentos soy la última persona a la que querrías hacer un favor, pero no puedo marcharme y dejar a los niños solos porque soy lo único que tienen.
_______________ le miró apesadumbrada. El hombre al que tenía en un pedestal, al que adoraba, aquel que en un momento de su vida supo entender que ella le estaba pidiendo tiempo... Deseó decirle que no. Ser mala con él, se lo merecía. Pero conocía a Nick, o, por lo menos, creía conocerle hasta el momento, y sabía por su mirada que se lo estaba pidiendo de corazón. Turbada, asintió y caminando hacia el ascensor dijo sin dirigirle la mirada:
—De acuerdo, Nick, esperaré. Adiós.
Abatido por la tristeza y sintiéndose el hombre más cruel del mundo, la vio alejarse y susurró:
—Adiós, _______________.
Y cuando ella no le oyó por su boca salió un triste y lánguido «Te quiero».
_______________, dentro del ascensor, se derrumbó de nuevo. Comenzó a llorar sin consuelo mientras las personas a su alrededor la observaban con tristeza imaginándose que acababa de perder a un ser querido. Y no se equivocaban.
Aquella noche, Nick, en la soledad de la habitación, también lloró como un niño. Lloró por la muerte de Nicole. Una buena chica que le quería y había aceptado aquella vida, a pesar de saber que Nick nunca se divorciaría de su mujer. Lloró por sus hijos, por todos sus hijos. Por el sufrimiento que iba a provocar a todos ellos. Y lloró por _______________. La mujer a la que siempre había amado y que había perdido. Aquella noche, Nick se acurrucó en el sillón de la habitación y cerró los ojos intentando olvidarse del ahora para sumergirse en un pasado que ya nunca regresaría.
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jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 10
A la mañana siguiente, tras una tortuosa noche, Nick se armó de valor y llamó a Joe. Y, sin muchas explicaciones, pero exigiéndole que no contactara con _______________, le pidió que le enviara ropa. Pero cuando le dio la dirección del hospital, este decidió llevársela personalmente. Tenía que saber qué había ocurrido.
_______________, tumbada en la cama de su dormitorio, lloraba sin parar. Su madre, desesperada y sin entender lo que ocurría llamó a Shalma, la gran amiga de _______________. Una hora después ya estaba en el umbral de la casa.
—¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado?
Angustiada, Serena arrugó el gesto.
—No lo sé, hija. Ayer por la noche llegó _______________ con muy mala cara, se encerró en su dormitorio y desde entonces no ha salido de allí. Nick no ha venido a dormir. Han debido de pelearse y por eso ella está así.
Shalma se extrañó. En todos los años que estos llevaban juntos, una discusión nunca había ocasionado que Nick no volviera a casa, ni tan siquiera cuando sucedió «aquello». Entre ellos habían pasado cosas mucho más fuertes como para que un simple enfado les separara.
—Tienes razón. Seguro que será una discusión sin importancia —indicó para intentar que Serena se relajara.
Con una media sonrisa, Serena asintió.
—Eso decía Terry anoche. Pero esta mañana se fue muy temprano a trabajar y no he podido decirle lo que pasa. Yo he intentado hablar con _______________ pero no quiere. Solo me dice que la deje descansar. Que lo necesita.
—¿Las niñas saben algo?
La mujer negó con la cabeza.
—Nada. Ayer se acostaron pronto y esta mañana no les ha extrañado no ver a sus padres, ni a Joe.
—¿No ha venido Joe? —preguntó todavía más extrañada Shalma.
—Pues no, hija, tampoco ha venido —suspiró Serena—. Y por eso sé que ha pasado algo. Y algo grave.
—Tranquilízate. Voy a ver qué me cuenta —dijo Shalma mientras subía las escaleras y se dirigía a la habitación de su amiga.
Dio unos golpecitos en la puerta del dormitorio de _______________ e intentó entrar. Pero estaba cerrada por dentro.
—_______________, como no abras, te juro por mis hijos que tiro la puerta abajo y sabes que digo la verdad —espetó con tono muy serio.
Segundos después escuchó como el cerrojo se abría y aparecía su amiga con los ojos hinchados de tanto llorar.
—Entra —le ordenó con apenas un hilo de voz.
—¿Qué pasa? —le preguntó preocupada una vez dentro.
Y _______________ se derrumbó mientras comenzaba a contar entre sollozos todo lo ocurrido, sin escatimar detalles. Shalma no daba crédito a lo que le estaba contando. ¿Nick tenía una doble vida? Increíble.
Cuando terminó su relato _______________, murmuró sonándose la nariz:
—Esto es como una pesadilla. Jamás pensé que algo así podría sucederme a mí y, sobre todo, después de todo lo que ocurrió. Pero quizá era todo demasiado perfecto. Casi como un cuento de hadas: una vida estupenda, una familia encantadora, un trabajo respetable y un marido que me quería, capaz de perdonarlo todo...
—Y que seguro que aún te quiere —respondió su amiga solícita.
_______________ fue a protestar pero calló. Shalma la observaba. Sabía lo que Nick sentía por ella. Se lo había demostrado en más de una ocasión, pero no entendía aquella doble vida. Y sobre todo no entendía... ¿Por qué ahora?
—Sabes lo que era Nick para mí—dijo _______________ secándose las lágrimas—. Era mi príncipe azul. ¡El hombre perfecto! Pero ¿sabes de lo que me he dado cuenta con esto?
—¿De qué te has dado cuenta?
Con el dolor reflejado en su cara respondió.
—De que la vida no es el maravilloso cuento de hadas que yo creía... porque los príncipes azules también destiñen.
Ver como _______________ lloraba con desesperación destrozó a Shalma, pero ella estaba dispuesta a ayudarla en todo lo que pudiera.
—Escúchame _______________ —dijo retirándole aquel precioso pelo rubio de la cara—. Comprendo que los príncipes azules también destiñan, pero debo recordarte como amiga tuya que soy que las princesas también. Entiendo tu dolor, tu furia y tu rabia. Entiendo que en este momento lo único que te apetezca sea coger a Nick y hundirle por haberse comportado como un cerdo insensible. Pero también entiendo y creo que, precisamente tú, por lo que ocurrió, ya deberías saber que la vida no es un cuento de hadas y que todos, príncipes y princesas desteñimos en algún momento de nuestras vidas.
Tras escuchar las palabras de su amiga, que tanto le daban a entender, _______________ se acurrucó entre sus brazos y continuó llorando.
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jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 11
Joe, tras coger algo de ropa, se subió en el primer avión que salió para Filadelfia. Por más que intentaba pensar sobre qué habría podido pasar no se le ocurría nada y eso le preocupaba a cada segundo más. Una vez allí, cogió un taxi y una mezcla de miedo y angustia se apoderó de él. ¿Y si le había ocurrido algo grave a Nick?
Entró en el hospital con el corazón en un puño y subió hasta la planta que Nick le había indicado. Al leer el cartel de Pediatría se extrañó. ¿Qué hacía Nick allí? Pero al llegar a la habitación entró sin pensárselo dos veces.
Nick, al ver aparecer allí a su hermano, se acercó rápidamente a él y le abrazó. Necesitaba el contacto humano de Joe, él le infundía valor y afecto.
—Nick ¿qué está pasando? —preguntó descolocado.
—Gracias… gracias por venir —susurró Nick.
Cada vez más confundido, Joe miró a los dos niños que dormían plácidamente.
—¿Se puede saber qué haces aquí y quiénes son esos niños? -le preguntó:
Nick miró a su hermano y no pudo reprimir un sollozo. Juntos habían pasado muchas cosas y sabía que él le entendería, tenía que entenderle. Habían crecido sin padres y no iba a permitir que a Tommy y a Sasha les pasara lo mismo. Tras un momento de silencio plagado de dudas para Joe, y de inquietud para Nick, se armó de valor y respondió sin rodeos.
—Son mis hijos.
Sorprendido como nunca en su vida, miró a los pequeños y exclamó.
—¡¿Tus hijos?! Pero… pero…
Al sentir el desconcierto de Joe, Nick le agarró de los hombros y en ese momento fue consciente de que había llegado el momento de comenzar a dar muchas explicaciones.
—Salgamos y te lo explicaré.
En el exterior de la habitación Joe escuchaba lo que aquel le contaba sin parpadear y sin hacer preguntas. Le parecía irreal escuchar una historia así y más viniendo de Nick.
—Y esa es toda la historia —murmuró desesperado tocándose la cara.
Asombrado, Joe asintió.
—Nick ¿cómo has podido ocultarme algo así? —le preguntó mirándole directamente a los ojos
—No estaba orgulloso de lo que hacía, Joe. A pesar de lo mucho que quiero a los niños y de que daría mi vida por ellos o por mis hijas, siempre he tenido muy claro que no estaba haciendo lo correcto.
—Pero tú y yo siempre nos lo hemos contado todo y…
—Lo sé… pero…
Al ver el dolor de la desesperación en su rostro, Joe suspiró y posó la mano en su hombro para tranquilizarlo.
—Vale… vale.
Una vez logró consolar a Nick, su hermano, su amigo, miró por la rendija de la puerta a los niños y preguntó lo que le carcomía desde hace rato.
—¿Y _______________?
Al escuchar aquel nombre a Nick se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas.
—Quiere el divorcio —ambos asintieron y Nick continuó—. ¿Te puedes creer que ayer a pesar de lo furiosa que estaba conmigo, me ayudó con los niños? — Joe sonrió. _______________ era una mujer magnífica—. Aunque estaba furiosa... me ayudó con los niños —repitió—. Es una mujer admirable, la mejor de todas — continuó con apenas un hilo de voz.
Joe asintió aún sin entender por qué se había involucrado en aquella doble vida.
—¿Sabes que yo la adoro verdad? —replicó Joe—. Por ella haría lo que fuera, pero por ti, no olvides que lo haría también. Y conociéndola como la conozco estará muy herida y…
—No te preocupes —asintió Nick—. Si te pide que le prepares las medidas provisionales para el divorcio quiero que le des todo lo que ella quiera. Todo.
De pronto oyeron una vocecita asustada y Nick, olvidándose de todo, entró en la habitación seguido por Joe.
—Papi, papi… —llamaba desesperadamente Sasha.
—Ya estoy aquí, princesa —corrió para abrazarla—. Papi había salido un momento, pero en seguida volvía.
La angustia y el miedo se reflejaban en el rostro de la niña.
—Papi, tenía miedo de que tú también te hubieras ido al cielo con mamá y la abuela.
A Joe se le puso la piel de gallina. Recordaba la angustia que había sentido de niño cuando pensaba que le pudiera ocurrir algo a Nick, la única persona que tenía en el mundo.
—No, mi amor —sonrió Nick—. Nunca te dejaré solita. Ni a ti, ni a Tommy —le aseguró tratando de reconfortar a la pequeña.
—Papi ¿y ese señor quién es? —preguntó de pronto Shasha cuando por fin reparó en Joe.
Nick miró a Joe y no se sorprendió al verle con los ojos anegados de lágrimas. Sabía lo que pensaba y sobre todo lo que sentía y eso le emocionó. Pero Joe, como siempre, sacó fuerzas de donde no existían y, tragándose las lágrimas, se acercó a la niña.
—¿Te refieres a mí, señorita?
La niña agarrada con fuerza a la mano de su papá asintió y Joe le guiñó un ojo.
—Pero bueno ¿es que no te ha dicho papi quién soy yo? —la niña negó de nuevo con la cabeza y este, acercándose a ella, aclaró—: Mi amor, yo soy tu tío Joe. No lo olvides nunca. ¿De acuerdo?
Al oír aquello, Nick tuvo que levantarse y alejarse unos metros de su hija. Emocionado y agradecido, notó cómo de nuevo las lágrimas llenaban sus ojos y corrían por su cara descontroladamente, esta vez de felicidad. Sabía que si a él le ocurría algo, Joe se ocuparía de sus hijos.
Al día siguiente, Joe, tras hablar con su secretaria por teléfono para solucionar ciertos asuntos profesionales, se quedó en el hospital con los niños. Nick debía de enterrar a Nicole y Natasha. Horas después, Nick regresó al hospital y al entrar en la habitación, casi se quedó sin respiración al ver a _______________ junto a Joe.
—¡Papi, papi!—gritó Sasha más repuesta—. Mira lo que me ha traído _______________.
La niña le enseñó una Barbie y un ojeroso Nick, asintió. No podía apartar los ojos de _______________. Ella no tenía mejor aspecto que él.
—Gracias, _______________. —Y mirando a la niña añadió—. Vaya Sasha, creo que es la Barbie que querías ¿verdad?
—Sí —asintió la niña y dirigiéndose a _______________ preguntó—: ¿Cómo sabías que era la que quería?
_______________ sonrió como pudo. No le gustaba ver a Nick en aquel estado, pero él se lo había buscado. Aún no sabía qué hacía allí ni por qué había cogido el avión a Filadelfia.
—Bueno, Barbie me llamó y me dijo: llévame con Sasha. Y por eso te la traje.
Joe, aún asombrado por aquella visita, la observaba viendo como sonreía a la niña. Era increíble la fuerza de _______________. Por eso la quería tanto.
—¿En serio? —susurró la niña con la boca abierta.
_______________, conmovida asintió, pero luego se dirigió a Nick y le indicó que quería hablar con él. Una vez en el pasillo del hospital y mientras se dirigían hacia el ascensor camino de la cafetería, Nick no pudo contenerse.
—_______________, gracias por todo.
—¿Cuándo vas a hablar con las niñas? No dejan de preguntarme qué ocurre.
—Dame tiempo, por favor. No puedo irme y dejar a los niños solos, no tienen a nadie —rogó mientras se rascaba su incipiente barba.
—Tienen a Joe —respondió con furia. Al llegar al hospital y ver a Joe allí, _______________ había atado cabos.
—Él tampoco lo sabía _______________. No saques conclusiones erróneas —le aclaró Nick, que la conocía bien y sabía qué estaba pensando.
—Sinceramente Nick, no me interesa nada de lo que me cuentes. Solo sé que Joe está aquí, contigo, echándote una mano.
—Una mano y todo el cuerpo —bromeó con tristeza—. Gracias a él puedo salir a comer o a ducharme. Estoy deseando que les den el alta para poder trasladarme con ellos a Nueva York y poder hablar con las niñas —al ver que ella le miraba añadió—. También les debo una explicación a tu madre y tu hermana.
Al ver que ella solo asentía sin decir nada, sintió que debía disculparse de nuevo.
—Sé que te he fallado y sé que he echado al traste nuestro futuro juntos. En cuanto al divorcio, ya le he comentado a Joe que prepare las medidas provisionales, que firmaré sin tan siquiera leer. Si hay alguien que no ha cumplido con las promesas que nos hicimos, fui yo, y asumo toda la responsabilidad. No voy a poner ningún tipo de impedimento a todo lo que me pidas.
_______________ le escuchaba ausente tratando de mostrar frialdad. Pero hasta en aquel terrible momento no podía evitar pensar en todo el daño que se habían hecho mutuamente. Nick era una buena persona. Aquel ofrecimiento podía perjudicarle seriamente a él. Ella podía quedarse con la casa, el negocio, retirar el dinero de las cuentas etc... Pero la gran diferencia que había entre ellos y muchas otras parejas que pasaban por situaciones parecidas, era que, a pesar de todo, habían aprendido a ser amigos.
—Nick, nunca imaginé que podrías hacerme algo así, a pesar de todo lo que pasó. No después de lo que hemos pasado juntos.
Nick se quedó mirándola. No le gustaba hablar del pasado. Pero en esta ocasión el culpable era él. Solo él. Y no se podía hacer nada, excepto asumir la culpa y seguir adelante con los niños. Ellos no debían pagar sus errores.
Cuando llegaron a la cafetería pidieron un café y _______________ le instó a comer algo. Seguro que no había probado bocado en toda la mañana. Pero él solo accedió a comer algo si ella le acompañaba. Al final pidieron un tentempié. Una vez en la mesa y tras un silencio incómodo, Nick preguntó:
—¿Cómo están las niñas?
—Bien. Les dije que estabas de viaje, pero no sé si me han creído o no. Creo que deberías llamarlas…
—Lo haré. ¿Tu madre sabe algo?
—No y Terry tampoco. Saben que algo nos pasa, incluso mamá llamó a Shalma…
—Lo sabe Shalma ¿verdad? — preguntó Nick, y ella asintió.
—Necesitaba contárselo a alguien o iba a volverme loca. Nada de esto ha sido fácil para mí.
Nick la tomó de la mano y le preguntó mirándole a los ojos.
—¿Cómo estás tú?
—Sinceramente —contestó _______________ dejándose coger las manos a su pesar— me encuentro como si estuviera fuera de mi cuerpo. Estoy totalmente descentrada, mi vida se ha derrumbado y ahora he de ponerla en marcha yo sola —se detuvo, cabizbaja-—. De la noche a la mañana me he encontrado con que mi marido me ha estado engañando durante años y que incluso tuvo hijos con otra mujer. —Y mirándole a los ojos directamente preguntó—. ¿Cómo has podido hacerme esto?
Incapaz de revivir y recordar el pasado que tanto le pesaba Nick contestó.
—_______________, yo... no sé qué decir... hasta en este momento tan difícil, eres tú quien me está dando una gran lección de entereza. Nunca podré agradecerte todo lo que me has dado y sé que nunca me perdonarás por todo lo que te he hecho y todo el sufrimiento que te estoy causando.
Conteniendo el llanto a duras penas logró balbucear:
—Solo… solo intento hacer lo mismo que tú hiciste por mí.
Los recuerdos les estrangulaban a ambos. A veces no era fácil recordar. Estuvieron un buen rato callados, sumergidos en sus penNickientos hasta que _______________ preguntó:
—¿Qué hacemos con el despacho?
—Es tuyo _______________ —dijo Nick. Y pensando con frialdad añadió—: Puedes hacer con él lo que quieras, no me entrometeré. Incluso puedes cambiarle el nombre, aunque eso sería un serio perjuicio para ti. Quizá pierdas clientes.
—En eso te doy la razón, Nick. Pero para mí resultaría muy difícil trabajar a tu lado cada mañana. —Y mirándole con tristeza prosiguió—: Creo que uno de los dos ha de dejar el despacho y...
—Seré yo —contestó Nick sin dudarlo—. Debes seguir adelante y entiendo que conmigo allí lo tendrías más difícil. Yo te quiero, siempre te querré y...
Levantando la mano a modo de súplica ella murmuró:
—No por favor, Nick. Calla. Esto ya es lo suficientemente difícil como para que digamos cosas que nos harán más daño. No quiero… por favor, no.
—Ya sé que es difícil, pero es lo que siento —insistió él—. Nunca he dejado de quererte y nunca me habría separado de ti, porque sabes perfectamente que sin ti no sabría vivir...
Al oír aquello a _______________ se le encogió el corazón y no pudo evitar levantar la voz para responderle:
—Has sabido vivir estupendamente, no digas tonterías. Y por favor, todo eso del amor, tal y como estamos ahora mismo sobra porque tú y yo hemos terminado —él asintió abatido—. Estoy aquí porque nos une el cariño y porque tenemos dos hijas en común, pero sobre todo porque somos personas civilizadas y como tales debemos hablar para solucionar todo esto. —Y poniéndose de pie de pronto, continuó—: No quiero oír hablar de amor y menos del tuyo. Solo quiero solucionar todo esto y poder empezar a vivir en paz.
—_______________ —susurró sin mirarla— … yo supe perdonar.
Turbada, decepcionada y humillada, se dio la vuelta y se marchó. Desde la mesa, Nick la miraba, sabía perfectamente cómo se sentía y lo más inteligente era dejarla marchar.
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jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Capítulo 12
Los días pasaban y los niños parecían mejorar día a día. Pero como tardaban en darle el alta a Sasha, cuatro días después, Nick dejó a Joe al cuidado de los niños en el hospital y cogió un vuelo a Nueva York. Necesitaba ver a sus hijas y explicarles todo lo ocurrido, al igual que necesitaba ver a _______________ y hablar con Serena y Terry de una vez.
Cuando el taxi enfiló la calle de su casa empezó a respirar con dificultad a causa de los nervios. Al entrar, se dirigió directamente al salón y desde allí vio a Serena sentada en la terraza leyendo tranquilamente un libro. Nick no sabía si acercarse a ella o no. Pero al final pensó que era lo más inteligente y tras emitir un profundo suspiro se encaminó hacia ella.
—Pensé que nunca ibas a regresar —dijo esta sin mirarle.
—Aquí estoy.
En ese momento Serena cerró el libro y levantó la vista esperando una explicación.
—No sé por dónde empezar —dijo Nick sintiéndose como un niño ante la que hasta hacía unos días había sido su suegra y su gran cómplice.
Dejando el libro sobre una mesita color blanco, la mujer le animó a continuar.
—Por donde tú quieras muchachote. No sé qué os habrá pasado porque _______________ no dice nada, pero sea lo que sea, seguro que tiene solución. Ella te adora y yo sé que tú la adoras a ella. No creo que lo que haya pasado sea tan horrible como para que estéis pasando por un trago así. —Y mirándole más detenidamente espetó—: Por el amor de Dios, Nick, tienes una pinta horrible con esa barba.
Disgustado porque sabía el daño que le iba a hacer, Nick se sentó frente a ella.
—Serena, desgraciadamente lo que ha ocurrido es algo grave y que tiene difícil perdón. Y antes de nada quiero que sepas que para mí has sido y eres una persona muy importante y... que te quiero. En primer lugar por educar a _______________ y luego por querernos a todos como nos quieres. Quiero que sepas que te voy a echar muchísimo de menos. Y esto te lo digo porque lo que te voy a contar no te va a gustar.
—Hijo, por Dios —contestó incorporándose de la silla—, me estás asustando.
Y tras esas palabras Nick pasó a relatarle a su suegra todo lo ocurrido. La cara de ella al principio reflejaba perplejidad y al final se tornó marmórea.
—Por Dios, Nick. ¿Cómo has podido hacernos esto? Ahora lo entiendo todo. —Y llevándose las manos a la cabeza gimió—: Pobre hija mía, lo que debe de estar sufriendo. Y las niñas... ¿a las niñas que les vas a decir?
—La verdad —respondió _______________ que había escuchado todo tras ellos—. Las niñas ya no son unos bebés y merecen saber la verdad.
Nick la miró. Estaba bellísima a pesar de la palidez de su rostro.
—Pero hija —respondió Serena—. ¿Cómo les vais a decir la verdad a las niñas?
—Mamá. No quiero más mentiras.
Pero Serena, que no estaba nada convencida de la determinación que habían tomado protestó:
—_______________, no entiendo cómo quieres que tus hijas sufran por algo así. ¿Cómo crees que se lo tomarán? Lo que ha ocurrido es… es horrible.
_______________ asintió pero tras mirar a Nick que permanecía callado insistió.
—Mamá te rogaría que no opinaras sobre este problema porque es algo que Nick y yo tenemos que solucionar entre nosotros y lo haremos de la mejor manera posible. Son nuestras hijas. Y nosotros no queremos ningún mal para ellas. Simplemente creemos que no merecen ser engañadas y no hay que dar más explicaciones.
En ese momento se oyó cerrar la puerta de la calle y segundos después aparecieron las niñas. Al ver a su padre se echaron a sus brazos.
—Papá —dijo Ollie—. Estás horrible.
Cat le abrazó pero con cierta reserva. No sabía qué ocurría pero por cómo había visto a su madre últimamente sabía que no podía ser nada bueno.
—Chicas —dijo Nick mirándolas—. Tengo que hablar con vosotras. ¿Subimos a la habitación?
—Vamos a la mía —ofreció la pizpireta de Ollie.
Tras cruzar una mirada con _______________ y Serena, Nick se encaminó con sus hijas a la habitación. Una vez allí cerró la puerta y se sentó junto a sus hijas. No sabía por dónde empezar, pero tras sentir un apretón de mano de su hija Ollie, tomó aire, se armó de valor y empezó su relato.
—Lo que os voy a contar no os va a gustar pero prefiero que sepáis la verdad desde el principio, a contaros algo que la deforme. Solo espero que me escuchéis hasta el final.
Una vez dicho esto comenzó. Nick se fijó en las caras de sorpresa de sus hijas al conocer que este había tenido una relación con otra mujer, y como se desencajaron cuando les comunicó que tenían dos hermanos. Cat le escuchó casi sin pestañear. La mirada de su hija no presagiaba nada bueno. Ollie, por su parte y aun siendo dos años más pequeña, parecía tomarlo mejor.
—Papá —cortó Cat, dejándole sin palabras—. ¿Cómo has podido ser tan cabrón?
—Cariño, cualquier cosa que me digas intentaré entenderla pero…
—¿Entender? ¿Qué vas a entender tú? —gritó levantándose de la cama—. ¿Entiendes el sufrimiento que está pasando mamá? ¿Pero cómo has podido hacernos esto? ¿Acaso no te valíamos nosotros como familia? ¿Por qué has tenido que buscar otra familia?
—Cariño —susurró Nick a su descontrolada hija—. Por supuesto que vosotras me valéis como familia. Sois la mejor familia del mundo. Pero en la vida a veces ocurren cosas que luego no puedes explicar...
—Yo te lo explico —le interrumpió Cat llena de odio—. Te liaste con otra mujer y decidiste tener con ella otros hijos y…
—No Cat…
—¡¿No?! —volvió a interrumpirle—. ¿Es mentira lo que digo entonces? ¿Es mentira que existió otra mujer y que existen otros hijos? ¿Es mentira que si no hubiera ocurrido el accidente tú hubieras continuado con tu doble vida?
Dolido por las verdades que escuchaba decir a su hija, Nick asintió abatido.
—Cat, cariño —intervino tratando de aplacar su furia—. Lo he hecho mal y asumo mis errores. Y por culpa de mis errores, voy a tener que separarme de vosotras que sois lo que más quiero en este mundo.
No podían creer lo que estaban oyendo.
—¿Por qué tienes que separarte de nosotras? —gritó Cat entre lágrimas, mientras Ollie continuaba sentada y pensativa—. Yo no quiero que te vayas de aquí. ¿Mamá te ha dicho que te vayas? ¿O es que te vas con tus otros hijos y nos dejas a nosotras?
La amargura en su voz le rompió el corazón a Nick. Estaba en una encrucijada, pero no podía dar marcha atrás. No podía dejar a Sasha y a Tommy solos.
—Cat, mamá no me ha dicho que me vaya —mintió. No quería que Cat se enfadara con _______________—. Soy yo el que creo que me tengo que ir de esta casa. Vosotras tenéis a mamá, la abuela y la tía Terry para que os cuiden. Pero alguien se tiene que ocupar de los pequeños. Su madre ha muerto y no tienen a nadie en este mundo excepto a mí. Y yo, como padre, no puedo esconder la cabeza bajo tierra y olvidarme de ellos. He de luchar por ellos al igual que seguiré luchando por vosotras mientras viva. Nunca lo olvides, nunca, cariño.
—¿Cómo se llaman? —preguntó de pronto Ollie.
Nick, la miró y con una triste sonrisa contestó.
—Sasha y Tommy.
—¿Qué edad tienen?
Como una fiera, Cat indignada le dirigió una mirada furiosa a su hermana.
—¿Y a ti qué te importa, Ollie?
Con una pasmosa tranquilidad que a su hermana le desconcertaba por momentos, se volvió hacia ella y sin mover un solo músculo de la cara dijo en un hilo de voz dejando a Nick sorprendido:
—Que no te interese a ti, no quiere decir que no me tenga que interesar a mí. Estoy de acuerdo en que lo que papá ha hecho es algo horrible, pero si no te importa ahora estoy hablando yo. —Y volviéndose hacia su padre esperó la respuesta a su pregunta.
—Sasha tiene cuatro años y medio y Tommy veinte meses.
Ollie asintió y prosiguió.
—¿Están bien?
—Sí, cariño —asintió emocionado—. Están con el tío Joe. Él se quedó con ellos en Filadelfia para que yo pudiera venir a hablar con vosotras. Si no he venido antes ha sido por lo que os he comentado, están en el hospital y no tienen a nadie a excepción del tío Joe y a mí para cuidarlos.
Cat, sin entender porque su hermana no mandaba a su padre a la mierda los miró desconcertada.
—No quiero escuchar más —dicho esto abrió la puerta y se marchó dando un portazo.
Al verla salir, Nick suspiró y se tapó la cara con las manos. Cat no le iba a perdonar y eso le destrozaba por dentro.
—Papá, no te preocupes —susurró Ollie—. Ya sabes cómo es.
—Ollie, siento mucho todo lo que está ocurriendo por mi culpa. Tu hermana tiene razón. Soy un mal padre y…
—Papá —le cortó—. Me niego a creer que hiciste esto para hacernos daño. Pero tenías que haber pensado más en las consecuencias que todo esto podría acarrear. Has engañado a mamá y nos has engañado a nosotras. ¿Cómo quieres que nos lo tomemos?
Sorprendido por la madurez de sus palabras, Nick la miró y ella prosiguió.
—Me da mucha rabia todo lo que está pasando porque está destrozando mi familia —y bajando la voz añadió—. Nunca pensé que pudieras hacerle algo así a mamá y estoy enfadada. Muy enfadada. Siempre os había admirado por vuestra felicidad y por vuestro amor, y siempre quise que alguien me quisiera como tú querías a mamá. Pero después de esto creo que ya no voy a poder creer en el amor.
—No, cariño. Tú tienes que creer en esas cosas.
Sin querer profundizar más en el tema la joven indicó:
—Papá me va a resultar después lo que estoy viviendo.
—Ollie, yo no os voy a abandonar. Nunca os haría eso. Yo os quiero.
—Lo sé. Eso ya lo sé —indicó agobiada—. Pero una parte de ti ya nos ha abandonado y nos tendremos que acostumbrar a vivir sin esa parte que antes teníamos. Pero no sería sincera conmigo misma si no te dijera que esos niños me dan pena.
Nick asintió. Ollie era espectacular con sus razonamientos. Era tan parecida a su madre.
—Será duro para ellos, sobre todo para Sasha. Tommy es muy pequeño y la presencia de su madre la olvidará pronto. Pero Sasha… ella sí que me preocupa.
—¿Cuándo los voy a conocer? —dijo de pronto Ollie.
Nick no supo que decir. No estaba preparado para aquella pregunta. Pero, sonriéndole a su hija, murmuró con lágrimas en los ojos al ver cuánto se parecía a su madre aquella adolescente:
—Cuando quieras, cariño. Podrás conocerlos cuando tú quieras.
—¿Crees que a mamá le molestaría?
—No lo sé, cariño. Eso deberíamos preguntárselo a ella.
Segura de sí misma la joven asintió e indicó.
—Yo se lo preguntaré papá no te preocupes. Sé que no será fácil para mamá pero estoy convencida de que me entenderá.
—Lo sé… lo sé —comentó Nick abrazándola.
Tras pasar más de una hora hablando con su hija en la habitación, intentó conversar con Cat a solas. Pero fue imposible. Se había encerrado en la habitación de su tía y a pesar de que Nick la rogó mil veces que abriera la puerta para que pudieran hablar se negó. Finalmente, cabizbajo, decidió dejarlo para más adelante. Cuando bajaba por las escaleras se encontró de frente con la dura mirada de su cuñada Terry.
—Nunca me hubiera esperado esto de ti. Jamás hubiera imaginado que pudieras ser tan cabrón — siseó fuera de sí.
—Terry, no te lo voy a discutir, porque sé que…
Pero ella no le escuchaba. Estaba tan furiosa por lo que su madre le había contado, que deseaba matarle.
—Todo era demasiado perfecto ¿verdad?
—Lo siento… —comenzó a decir, pero ella con un movimiento rápido, cogió con su mano derecha los testículos de Nick y este se quedó sin aliento. Conocía lo bruta que podía llegar a ser su cuñada.
—Si por mí fuera —siseó con muy mala leche apretándole con fuerza—, te dejaba sin huevos para toda la vida. —Al ver que este resoplaba continuó—. Duele ¿verdad cabrón? Pues esto no es nada comparado con el dolor que siente mi hermana en el corazón.
—¡Suéltale Terry! —gritó de pronto _______________, quien no daba crédito a lo que su hermana estaba haciendo—. He dicho que le sueltes —repitió lentamente.
Terry le soltó y Nick se tuvo que sentar en la escalera. Terry le había oprimido los testículos de tal manera que no podía casi ni respirar. Se quedó encogido y mareado. Pasados unos minutos, se levantó como pudo y se dirigió hacia la salida de la casa bajo la atenta mirada de _______________ y su bruta hermana. Cuando llegó a la puerta, se volvió para mirar a su mujer y se sintió fatal al verla con los ojos llenos de lágrimas.
—Adiós, _______________.
—Adiós, Nick —consiguió balbucear.
Dolorido y atormentado, abrió la puerta de la calle y salió. Una vez fuera de la casa, se apoyó en un árbol cercano a la entrada para coger aire. Lo que había hecho era lo más difícil que había tenido que hacer en su vida, cuando escuchó que la puerta se abría tras él y apareció Serena.
—Muchachote —susurró aquella—. Yo también te echaré de menos.
Y cerró la puerta tras de sí. Con el corazón en un puño, Nick paró un taxi y le pidió que le llevase al aeropuerto. Miró hacia atrás y vio como se alejaba de la casa donde había sido tan feliz y donde dejaba una suegra a la que adoraba, una cuñada a la que veneraba a pesar de lo ocurrido, unas hijas maravillosas a las que idolatraba y una estupenda mujer a la que amaba.
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jamileth
Re: Los Príncipes Azules También Destiñen NICK Y TU
Pero las princesas también
Capítulo 13
Pasó el tiempo y, como suele pasar, los principios no fueron fáciles. Nick tenía que asumir las veinticuatro horas del día el papel de padre y madre con Sasha y Tommy, e intentaba seguir ejerciendo de padre con Cat y Ollie. Tuvo que aprender a marchas forzadas todo lo que les gustaba a los pequeños y no olvidar lo que a sus hijas mayores les agradaba.
El tema profesional lo arreglaron. _______________ le compró su parte del negocio. También llegaron a un acuerdo económico en el que _______________ no permitió que ninguno de los dos saliese perjudicado. La casa familiar se la quedó ella. Las niñas seguirían viviendo con la madre y podrían ver a su padre siempre que quisieran. En un principio, Nick pensó quedarse en Nueva York, pero era difícil empezar de nuevo allí. Por lo que decidió seguir en Filadelfia. Pero tras unas semanas en la casa que había compartido con Nicole, decidió mudarse de allí. La casa le ahogaba con sus recuerdos.
Finalmente, y tras pensárselo mucho, decidió regresar a sus orígenes, a Hawái, concretamente a la isla de Oahu. Quería empezar de nuevo y aquel lugar era el mejor sitio para criar a los niños. Tras comunicárselo a sus hijas, a las que no les hizo ninguna gracia que se fuera tan lejos, se mudó e intentó rehacer su vida. Las echaría muchísimo de menos, pero sabía que no le quedaba más remedio.
Volvió a su antigua casa en Oahu, donde había vivido su juventud con Joe. Por suerte para él, la vieja Talila seguía teniéndola en propiedad. Su hijo menor se había casado y la tenía en venta. Cuando Nick se enteró de aquello, casi corrió a su encuentro, y ella, al verle aparecer, le abrazó entre sollozos.
Talila todavía recordaba el día que vino mamá Daula Paulalua, la encargada del orfanato, a decirle que necesitaba alquilar una casa para dos de sus chicos, que ya eran mayores de edad. Talila, que en principio se mostró recelosa, le advirtió a mamá Daula que al mínimo problema que le dieran, los echaría de la casa, pero con el tiempo pudo comprobar no solo que aquellos muchachos eran unas bellísimas personas, sino que habían sabido construir su propio hogar.
La casa continuaba tal y como él la recordaba. Blanca, de dos alturas y con techos azules. Tenía cuatro habitaciones, salón, cocina, dos baños y un pequeño patio delantero donde Nick y Joe solían dejar sus tablas de surf. Pero lo mejor de la casa era que estaba ubicada frente al mar. Un lugar privilegiado.
Los niños estaban como locos de contentos en su nueva residencia. Allí no había carreteras, como en Nueva York o Filadelfia y podían salir y entrar de la casa siempre que querían. A Nick le encantaba verles jugar y revolcarse en la fina arena de la playa. Nunca había estado tanto tiempo con ellos e ir descubriendo sus gustos y sus personalidades le encantaba.
Lentamente, con el paso de los días, Tommy olvidó completamente que había tenido una madre. Era demasiado pequeño para recordar. Sasha, en cambio, sí que la nombraba, aunque cada día notaba menos su ausencia.
—Tómate una cerveza —le ofreció Joe al salir por la puerta de la cocina. Y tras dejar la suya sobre la mesita corrió en dirección a los niños para jugar con ellos en la arena.
Sentado en el balancín Nick les observaba. Agradecía a Joe todo lo que estaba haciendo por él y los niños. A veces tenía la extraña sensación de que su vida siempre había sido aquella y de que nunca había existido una vida anterior con _______________ y las niñas. Joe, al poco tiempo de trasladarse Nick a la isla le siguió. Las cosas en Nueva York habían cambiado mucho y ya nada le ataba allí. Así que regresó a su verdadero hogar.
Sumido en sus penNickientos estaba Nick cuando Joe se le acercó riendo a carcajadas.
—Cómo añoraba esto —y levantando las manos añadió—. Este es mi cielo.
Mi mar. Mi pegajosa arena. Mi surf…
—Y nuestra casa, Joe —sonrió Nick chocando su cerveza con la suya.
Divertido, se sentó junto a Nick y dio un largo trago para refrescar su garganta.
—Realmente necesitaba cambiar de vida. Estaba harto de atascos, polución, prisas, locura y atracos. Y el día que Terry… uff esa fiera —se mofó al recordarla—. Me dijo que comenzara a desayunar en mi casa porque allí ya no era bien recibido, lo vi claro. Tenía que regresar a mi casa. Con mi hermano.
—Terry es tremenda —rio Nick al recordar con cariño a su ahora excuñada.
—Sí… demasiado —suspiró Joe—. En fin. Que estoy feliz de estar aquí.
Nick asintió.
—Ésta siempre fue nuestra casa y lo sigue siendo. Hay sitio para nosotros y los niños. Y en cuanto a Terry, siento que lo ocurrido…
—Tranquilo. Si antes era difícil ahora es imposible —sonrió tras dar un trago de cerveza—. Y desde que me contaste lo que te hizo aquel día, cada vez que se acercaba a mí, me entraba un dolor entre la entrepierna horroroso. Por eso, el día que me dijo que empezara a desayunar en mi casa y demás, la miré y asentí como un gilipollas. Me daba miedo decirle algo que no le gustara y que me hiciera la misma caricia que a ti.
Nick volvió a reír y Joe suspiró. Añoraba la compañía de Terry. Pero sabía que aquella relación era más difícil que conseguir encontrar una aguja en un pajar. Y tratando de olvidarse de ella, miró a su hermano y dijo con humor.
—Por cierto cariño, ¿qué quieres que te haga esta noche de cena?
—¡Papi, tío! —gritó Sasha desde la orilla—. Venid a ayudarnos a hacer el castillo.
Al oír aquella petición no tardaron en correr hacia los niños. Pocos minutos después los cuatro hacían lo que podían por hacer un bonito castillo en la arena de aquella maravillosa playa.
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jamileth
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