Amores que matan (Joe Jonas y tu)

por **PaolaGarbowsky** Vie 24 Ene 2014, 1:32 pm

¿Cómo se puede amar a una persona que segundos antes era tu peor enemigo?
¿Cómo se puede amar a una persona a la que se culpa a su familia del asesinato de mi hermana?
¿Cómo se puede traicionar a tu familia por amor?
Bueno, esta es mi historia.

M mis padres y sus amigos la familia Lemarks, formaron la casa de modas Versase, Victoria y Wiliam Lemarks eran un matrimonio, de abolengo con dos hijos, Brad y Joseph, tras una década exitosa con la empresa, salió a la luz un fraude, un fraude que lastimo la amistad entre las familias, del cual fue culpada injustificadamente mi Madre, Conny, fue juzgada y encarcelada con quince años de condena, mi familia cedió sus acciones de la empresa para ceder al desfalco, dejándome con tan solo dos meses de nacida. Bryanna mi hermana mayor murió dos años después, en una balacera donde estuvo implicado Brad, que huyo al extranjero sin decir más. Después de que Mamá salió de prisión mi padre Christophe Gautier estaba restablecido con su propia empresa Gautier, la segunda casa de moda, más pequeña y sin tanto prestigio como Versase, poco a poco fue creciendo, pero nunca dejamos atrás ese pasado tormentoso y la prensa nunca dejo de recodárnoslo.

Capitulo 1

Club Fetiche, un glamuroso club nocturno de Las Vegas, un sitio perfecto para bailar con buena música, tomar grandiosas bebidas y encontrar a hombres espectaculares.
Vine con mis amigos, que en realidad no están ahora conmigo, estoy bailando con un hombre musculoso de espalda ancha, grandiosos brazos y piernas largas, alto, castaño y muy guapo. Su olor penetra mi nariz, es delicioso, cada vez baila más cerca de mí, rosando mi cuerpo, siento el impulso desesperado de besarlo, claro, lo hare, pero no tan pronto.
- ¿Cómo te llamas? – Me dice con un tono seductor, su aliento fresco recorrió mi cuerpo haciéndome temblar.
- _____ - Me pongo de puntitas para susurrar mi nombre en su oído y al bajar me cerciore de dejar un beso en su cuello.
- _____ - Acaricia mi nombre con su voz – El mío es Ian – Desliza su mano por mi brazo con la yema de los dedos hasta llegar a mi mano y besarme en los nudillos - ¿Tienes edad para estar aquí?
- Claro, a ti ni te lo pregunto – Le digo riendo – Debes ganarme por siete años, tengo veintidós.
- Veintiocho, te invito a tomar algo.
Asiento y me dejo arrastrar hasta la barra mientras me toma de la cintura, me siento en uno de los bancos, con esta luz me doy cuenta de que es realmente guapo, cualquier mujer habría caído a sus pies, tiene ojos azules y labios carnosos, quiero besarlo.
- ¿Qué es sirvo?
- Un Martini, por favor – Ian me mira y solo sonríe.
- Lo mismo que a la señorita.
- En un momento se los traigo.
Después de un momento incomodo en silencio, volteo a verlo, con un movimiento urgente me toma del rostro.
- Eres hermosa – Me dice mientras se comienza a acercar a mi mientras cierro los ojos, siento su respiración en mi rostro mientras se acerca hasta que sus labios rosan los míos, me derrito en los labios de Ian, en su delicado beso.
- Aquí están – Dice el barman, me separo de el – Disculpan – Me sonrojo un poco.
- Gracias.
Mientras que tomo me doy cuenta de que Joseph Lemarks está en una sala privada a unos escasos metro de mi, hay una mujer a cada lado y están besándose sobre él, es un idiota, está disfrutando verlas. Estoy intranquila, el está aquí, a una mínima distancia de mi, debería irme, o al menos eso me abría recomendado mi hermano.
- ¿Estas bien?
- Si, perdón, estaba pensando en mis amigos, no sé a dónde se fueron – miro de reojo para atrás, esta acariciando a ambas, siento asco.
Ian toma su celular y contesta una llamada.
- Si, voy para allá, no hay problema.
Cuelga y me mira de mala gana.
- Tengo que irme, te pido disculpas, es que uno de mis amigos esta perdido en algún lugar de esta ciudad, muy ebrio y tengo que ayudarlo.
- No te preocupes.
- Claro que si, te voy a dejar sola.
- Ahora busco a mis amigos y listo.
- Prométeme que nos volveremos a ver – Eso me toma por sorpresa.
- Me encantaría – Miro mis manos, no sé qué hacer.
- Si me pasas tu numero tal vez podríamos vernos mañana.
- Claro – extiende su celular hacia mí, lo tomo y escribo mi numero.
- Un gusto conocerte – Se inclina una última vez para besarme pero esta vez es apasionado, abriendo los labios para que nuestras lenguas empezaran a jugar, después de un poco nos separamos – Tengo que irme.
- Suerte.
Lo veo escabullirse entre la multitud, una sonrisa emotiva se escapa de mis labios, en verdad me gusta este chico.
Tomo lo que queda de mi bebida.
Me pongo de pie para ir a buscar a Agnes y Alex. Siento un cuerpo detrás de mí, pegándose a mi espalda, una de sus manos tapa mis ojos y la otra rodea mi cintura fuertemente, Ian debe haber vuelto. Me empuja hacia el algún lugar, obligándome a caminar, algo extraño, su olor no es el mismo.
- Te vi y casi me da un paro cardiaco – Me quedo helada, no es la voz de Ian.
- Suéltame – comienzo a moverme bruscamente, pero no me suelta, su respiración en mi cuello me hace temblar ¿Quién es? Hay mucho movimiento por lo que deduzco que estamos en la pista.
- Estas guapísima.
- Déjame, por favor.
Me suelta, pero rápidamente me toma de los hombros y me da vuelta, haciendo que me tambalee en los tacones y después me pega contra su pecho, duro como una piedra, con un olor espectacular, pero no me importa, me molesta esta forma de cortejar.
- Cuanto tiempo sin verte, estas jodidamente hermosa y muy sexy – Dice mientras desliza sus manos por mi espalda ¿De dónde me conoce?
Lo empujo hasta que me suelta y entonces el mundo cae sobre mí, me quedo helada, sin palabras, mientras el disfruta muy divertido.
- Joseph Lemarks.
Quiero correr de ahí, pero estoy hipnotizada por este hombre, es guapísimo, siempre lo ha sido, alto, moreno, su cabello es corto y un poco parado, es apuesto, lleva un saco negro entallado que le marca los músculos de los brazos, con una camisa negra que se tensa en el pecho y unos jeans del mismo color que le marcaba perfectamente una erección.
- _____ Gautier, pero que haces en un lugar tan vulgar – Me dice mientras me toma del brazo.
- Suéltame o voy a empezar a gritar.
- Pero no estoy haciéndote nada, aun.
- No lo harás, por qué no te vas con ese par de rubias.
- Así que también me viste ¿Celosa? No pre preocupes soy todo tuyo.
Me toma de la cintura, pegándome a su cuerpo, comenzamos a bailar y estoy comprobando que es un experto en seducción, según la prensa tiene un gran historial de mujeres, que a juzgar por su físico es obvio porque.
Un físico del que me siento atraída, quiero tener sexo con él, quiero estar con él en una cama.
Baja su cabeza mientras toma mi rostro y comienza a acercarse lentamente a mis labios, para mi sorpresa baja hasta mi cuello, lamiéndolo.
- Vamos a un lugar más privado.
Estoy totalmente en trance, no puedo pensar con claridad, principalmente por el exceso de alcohol en mi sistema. Caminamos hasta llegar a unas escaleras, hay un guardia de seguridad en una puerta negra, el que saluda animosamente a Joseph.
Entramos a un pasillo con varias puertas negras iguales a la de la entrada, saca unas llaves y entramos a una habitación a media luz, hay una cama muy simple y un sillón frente a ella, me jala dentro del cuarto y me sienta en la cama.
- Entonces ¿Qué haces aquí?
- Bueno, estaba con unos amigos – Mi voz tiembla mientras él se sienta en el sillón, recorriéndolo hasta pegar nuestras rodillas, su mano descansa en mi pierna unos segundos, es áspera y grande, comienza a deslizarla acariciándome.
- Con el que te besabas.
- No, a él lo conocí aquí.
- Y te dejo.
Me toma de la mano y me jala hasta sentarme a horcajadas sobre él.
- O sea que besas a cualquiera – Me toma del cuello y me pega a su frente.
- No con cualquiera – Sus manos se deslizan por mi trasero pegándome a su cuerpo.
- ¿Qué diría tu papito si viera como eres?
Papá.
La razón vuelve a mi cuerpo, me pongo de pie algo mareada y salgo casi corriendo de ahí, no puedo mirar atrás.
No puedo traicionar a mi familia, es hermano del posible asesino de mi hermana, siempre he sido su sombra, por culpa de su familia, crecí sin madre, con toda la familia sobre mí, cuidándome y presionándome. Hasta que me mude a Estados Unidos, Paris no era mi estilo de vida, no necesito a Paris.
Ni siquiera entiendo como llegue tan lejos de él, en cuanto sucedió tuve que abofetearlo y retirarme.
Es una mierda esto.
Mi cabeza da vueltas, a veces quiero mandar todo al demonio, mi familia es una carga muy pesada, llena de rencores, alimentados por mis padres.
Cuando llego al estacionamiento llega Joseph corriendo.
- _____, espera – Me jala del brazo y me avienta contra mi camioneta.
- ¿Qué quieres? Tu familia hirió a la mía, ni siquiera sé que hago aquí hablando contigo –
Me toma de la nuca con una mano y la otra de la quijada inmovilizando mi rostro y mi cuerpo con el suyo. Sus labios se unen a los míos, ese simple rose provoco una revolución en mi cuerpo.
- Si quieres que pare, solo dilo.
Lo dijo junto a mis labios, pude aspirar su dulce aliento sintiéndome dominada por primera vez por un hombre, que era nada más y nada menos que Joseph Lemarks.
El enemigo.
- Bésame.
Se suplico.

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