Los Mejores Amigos [ Logan Lerman]

Jamás pensé en despertar viendo su rostro sereno durmiendo, verla respirar tan tranquilamente sin estrés ni preocupaciones por nada hacia llenarme de alegría por dentro.

Sabía que si tenía una lámpara magia, pediría tres deseos; el primero, seria que ella sintiera lo mismo que yo, el segundo que el tiempo se quedara tal cual, para que pudiera admirarla por mucho más tiempo sin aburrirme. Y el último, y no menos importante, que el horrible dolor de cabeza desapareciera de una maldita vez.

Me levante de la cama con mucho cuidado de no despertarla. No quería que esa hermosa imagen suya desapareciera. Abrí los ojos sorprendidos al notar que tenia buen olor y que estaba con el piyama ¿Acaso Bella me ayudo a cambiarme? Me incomodo la idea de que pudiera ver otra vez las siete marcas que tenía en la espalda. Aunque me pasara la crema para los cicatrices todos los días, las malditas marcas no se iban ni siquiera un poco.

Baje las escaleras poniendo una mano sobre mi cabeza por el maldito dolor de cabeza que tenia. Que mierda era todo esto, debí haberme controlado con la bebida ayer.

Largue un suspiro frustrado mientras entraba en la cocina. Busque con desesperación en la alacena alguna pastilla para el dolor de cabeza. Cuando por fin pude encontrar, tome un vaso y lo llene de agua para poder ingerir la pastilla.

Comencé a hacer el desayuno sabiendo que Bella se levantaría de malhumor por como debí haber llegado ayer, pero si se había acostado a dormir conmigo, significaba que no había pasado casi nada malo ¿No? En ese momento sentí una punzada en el corazón, como si quisiera recordarme algo, pero que mierda, si intentaba recordar había miles de punzadas en la cabeza. Decidí dejarlo esperando a que la pastilla hiciera efecto en mi.

Cuando acabe con las tazas de café, saque las tostadas y la mantequilla de maní y jalea dejándola en la mesa, todo listo para que Bella se despertara y se llevara una gran sorpresa y una buena sonrisa en su rostro. Salí afuera y tome el diario que habían dejado en la puerta, al abrirlo comencé a leer las ultimas noticias. Maldije al ver la noticia de cómo Larry Lerman se tomaría vacaciones por problemas de salud. Decidí tirar el diario, no quería leer puras mierdas y menos que Bella lo viera. Aun no sabia como iba a decirle que después de año nuevo me iría. Iba a hacer lo mas difícil que pudiera hacer en mi vida.

Minutos después cuando tire el diario al tacho y me senté dispuesto a desayunar, Bella bajo con lentitud las escaleras y me saludo sin dirigirme la mirada. Le devolví el saludo estando algo extrañado por su conducta. Generalmente estaría molesta y echando fuego por la boca, pero esta vez no.

- ¿Te gusta el desayuno? - pregunte sonriendo algo nervioso.

Bella se sobresalto, y sin dirigirme aun la mirada, asintió con la cabeza no tan convencida o mas bien, pedida en sus pensamientos. Comencé a irritarme ¿Qué demonios había pasado ayer? Lo peor es que no me acordaba ni un carajo. ¿Me abre mandado alguna macana? Esperaba realmente que no fuera así.

- La pase muy bien ayer - comente esperando alguna respuesta, sea estando enojada o contenta. Ella levanto la mirada sorprendida y pude notar que sus mejillas estaban rojas.

- ¿Ah, si? - musito dejando aun lado la taza de café.

- ¡Claro que si! Aunque sabes que James siempre se manda una cagada, pero la pasamos bien. Lo malo es que ni me acuerdo casi nada, solo el principio - me encogí los hombros con indiferencia, mientras tomaba sorbos de mi café - ¿Y tu que hiciste a noche?

Bella volvió a bajar la vista y se centro en ponerle mantequilla a su tostada. Por dios, estaba mas rara que nunca. Jamás actuaba así, y estaba seguro que había llegado tarde y no en buenas condiciones ¿Por qué estaba tan tranquila, maldita sea? ¿Por qué no estaba gritándome y sermoneándome como siempre hacia? Mierda, algo no andaba bien aquí.

- Hable con Hamber por teléfono - musito volviendo a su desayuno.

- ¿Y de que hablaron? - pregunte tratando de desaparecer la tensión que había.

- Bueno…- dudo antes de hablar - me contó que Peter y Selena la fueron a visitar…

- Pues bien por ella ¿No? - sonreí mostrándome tranquilo, cuando en verdad no lo estaba para nada. Los celos comenzaron a aparecer en cuanto escuche pronunciar el nombre de Peter.

- Me dijo que el pregunto por mi - prosiguió uniendo nuestras miradas.

- Quizás esta arrepentido - opine acabándome rapido el café.

- Necesito hacerte una pregunta - salto de repente Bella con la expresión seria.

Asentí con la cabeza mientras tragaba el ultimo pedazo de tostada con mantequilla. Bella seguía con su expresión seria y podía notar que estaba bastante nerviosa. Sus nervios se me contagiaron, comencé a mover el pie emitiendo un sonido de impaciencia, podía sentir como transpiraba por saber cual era su pregunta, y maldita sea, todavía no me preguntaba.

- Vamos, Bells - la anime mientras me paraba tomando en mi mano la taza vacía - Haz la pregunta que quieras hacer.

- ¿Estas enamorado de mi? - pregunto levantando la mirada insegura y tímida en mi.

- ¡No! - grite asustado.

¡Mierda! Me había tomado con la guardia baja ¿De donde demonios había sacado esa idea? ¿Acaso Freddie había abierto la boca y le había contado a Olivia, y esta a Bella? ¿O fue Hamber? Quien quiera que fuera, le iba a romper el cuello. El secreto que le había ocultado hace años a mi mejor amiga no tenia que ser rebelado, menos ahora que yo estaba a punto de largarme en cuestiones de semanas. Comencé a sentir miedo, estaba comenzando a aterrarme. No quería que me rechazara, prefería seguir con que ella no lo supiera y punto. No quería mas sufrimiento.

- No se de donde diablos sacas esa idea - farfulle caminando hacia la cocina para lavar la taza.

- Me lo has dicho tu mismo - replico siguiéndome.

Pare de inmediato dejando la taza en la mesada. ¿Enserio había sido tan estupido como para confesarme? No, no podía ser verdad. No había podido ser tan miserable ¡Mierda! ¿Qué carajo mas había pasado? Lo peor es que no recordaba nada, pero nada de nada. La desesperación y la angustia comenzaron a embargarme ¿Qué iba a hacer? Cuando a Bella se le metía algo en la cabeza era difícil sacársela.

- Debí estar demasiado borracho para inventar esas cosas - bufe intentando que mi voz sonara burlona en vez de aterrorizada.

- Estabas serio cuando me lo dijiste, un poco mas y me lo jurabas - añadió con timidez Bella.

- No creo que lo haya dicho enserio - murmure dándome vuelta y cruzándome de brazos.

- Logan …- dudo antes de hablar, pero primero levanto su mirada conectándola con la mía - Me besaste - musito con las mejillas encendidas

El estado de shock en el que entre fue grande. No pensé que me había mandado una cagada tan terrible. Lo peor de todo es que había besado a la persona que amaba y ni me acordaba. Definitivamente la suerte me había abandonado, como a un naufrago en medio del océano.

- No puede ser - menee con la cabeza sin poder creerlo - Yo jamás te besaría, Bella. Eres mi mejor amiga.

- Pues lo hiciste, Logan. Me dijiste que estabas enamorado de mi, me besaste, me propusiste pasar a segunda base, y me obligaste a dormir contigo.

- ¿¡A segunda base!? - pregunte alarmado. Mierda, me había pasado mas de lo que me había imaginado.

- Exacto - asintió con las mejillas mas rojas.

- Bella, no puedo recordar nada - masculle apretando bien fuerte los dientes, odiándome por la estupidez que había echo.

- Logan… ¿Es enserio lo que dijiste ayer? - pregunto acercándose lentamente hacia a mi sin apartar la mirada - Necesito que me digas la verdad.

- ¿Para que quieres saberlo? Bella esto es una estupidez - dije intentando zafarme pero no lo conseguí. Bella había agarrado mis brazos y se había acercado aun mas.

- Mírame a los ojos y dime que no estas enamorado de mi. Y júramelo - dijo seria, sin ninguna emoción de vergüenza ni nada por el estilo.

El corazón me iba a mil por horas, mi mente procesaba lo que debía hacer y no, y como estaba la situación en la que me encontraba. ¿Qué sucedía si le confirmaba lo que la noche anterior le había confesado? ¿Cómo acabaría nuestra amistad? Seis años no podía tirar a la basura por una estupidez mía, no podía permitirlo. Sin embargo, no podía mentirle, algo no me dejaba mentir, algo me decía que ya era tiempo, pero el miedo comenzaba a opacar esa voz en mi cabeza.