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Mensaje por aranzhitha Miér 16 Abr 2014, 10:14 am

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Mensaje por CoteDreamer Miér 16 Abr 2014, 7:28 pm

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Mensaje por chelis Jue 17 Abr 2014, 10:44 am

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Mensaje por aranzhitha Jue 17 Abr 2014, 11:08 am

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Mensaje por chelis Jue 17 Abr 2014, 11:41 am

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Mensaje por CoteDreamer Jue 17 Abr 2014, 7:38 pm

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Mensaje por aranzhitha Jue 17 Abr 2014, 8:53 pm

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Mensaje por issadanger Vie 18 Abr 2014, 10:54 am

CAPÍTULO CINCO
 
 
Joe aún estaba en la cama, no del todo despierto, pero tampoco dormido cuando su teléfono sonó. Asumiendo que era otro Dark-Hunter necesitando algo estúpido, respondió sin siquiera mirar el número.
—Eh, Joe, soy ______. Estoy en el supermercado. ¿Qué quieres para esta noche?
A ti en una fuente… Se obligó a apartarse de esa inusitada línea de pensamiento.
—En realidad no como mucho, _____. No hay nada que necesite.
—Oh vamos. No creciste hasta la altura de una montaña sin comer algo fuera de casa y en casa.
De hecho sí.
—Tiene que haber algo de lo que te alimentes además de cerveza y si dices vino, te haré daño.
Sonrió a pesar de sí mismo.
—Te lo juro, no hay nada que quiera.
—Quieres frustrarme ¿verdad? Bien, haré falafel y humus, eres griego. Vivirás con ello, te gustará, y vas a comer algo quieras o no. Te veré esta noche.
¿Qué pasaba con _____ y la comida? Era casi tan mala como Simi. ¿Cómo podía una mujer tan flacucha comer todo el tiempo? Colgó el teléfono, luego rodó sobre su espalda y se cubrió los ojos con el brazo, sin querer levantarse aún. Había estado fuera hasta tarde la noche anterior cazando Daimons después de haber dejado la casa de _____. Algo se estaba cociendo aquí en Nueva Orleáns, pero no podía averiguarlo.
Stryker estaba tramando algo. Podía sentirlo.
Pero no quería pensar en Stryker ahora mismo. Dejando que sus pensamientos vagaran, volvieron a un par de bellos ojos marrones circundados por pequeñas gafas y puestos en la cara del ser humano más frustrante del planeta.
_______.
Antes de que pudiera detenerse, la imaginó desnuda en la cama con él. Su pelo cayendo sobre la cara mientras se inclinaba sobre él para besarle… Su pene se endureció instantáneamente.
Incapaz de soportarlo, estiró la mano hacia abajo para colocarlo de modo que no le doliera.
—¿Quieres que te eche una mano con eso?
Moviendo el brazo, sus ojos se abrieron de golpe para encontrar a Artemisa en la cama con él, lo cual mató instantáneamente su pacífico humor.
—No.
Ella hizo un mohín.
—Oh vamos, Joseph. De verdad no vas a dejar que todo eso se desaproveche ¿verdad?
Se giró para darle la espalda.
—Prefiero masturbarme.
Le dio un puñetazo en el hombro.
—Estás de ése ánimo otra vez, ¿verdad? Odio cuando te pones tan huraño conmigo.
¿Entonces por qué seguía a su alrededor cuando era su estado natural en presencia de ella? Bien, eso y severamente enfadado.
—¿Qué quieres, Artie? No es propio de ti aparecer en mi cama y no eres tan tonta como para venir a Katoteros. De todos modos, ¿cómo demonios conseguiste dejar atrás a Alexion?
—Está demasiado pendiente de su mujer para darse cuenta de mí en estos días.
Nota para mí mismo, matar otra vez a Alexion más tarde. Al menos hacer que el bastardo vague por las orillas de la Isla de la Muerte durante un rato.
—Así que, ¿para qué estás aquí, Artie?
—Me quieres aquí.
Sí, tanto como un extraterrestre metiéndome un dedo por el culo.
—¿Cómo lo has averiguado?
—Ya que no puedes verlo porque afectaría a tu futuro, me dijiste que te hiciera saber siempre cualquier cosa que pasara que involucrara los restos Atlantes.
Y ya había fallado en contarle sobre el diario que podía haber sido desastroso para él si hubiera sido uno de los de Ryssa cuando estaba en la veintena.
—¿Y?
—Bueno, hice detener a aquella gente en Grecia por excavar sin licencia. Di gracias, Artemisa.
Joe giró la cabeza para mirarla. Estaba literalmente sonriendo tontamente de orgullo por lo que había hecho.
—¿Qué gente?
—Ya sabes, ¿esa arqueóloga con pinta patética que vimos? Su gente. Habían descubierto la localización y estaban sacando cosas del agua ayer a manos llenas. Encontraron toda clase de cosas. Sé lo molesto que te pones cuando la gente hace eso, así que hice que las autoridades fueran a arrestarlos y confiscaran los artefactos.
¿Y no se te ocurrió también que les dieran una paliza para verlo?
—¿Por qué haría eso?
Se burló mientras se frotaba la frente.
—Pareces tener un orgasmo viendo como golpean a la gente.
Entrecerró aquellos malignos ojos verdes.
—Estás de un humor nauseabundo. No me gusta verte herido.
Había visto el brillo de la satisfacción sexual demasiadas veces en sus ojos mientras estaba siendo castigado para creerlo. Amaba hacerle sangrar. Era el único momento en que se sentía más poderosa que él y la ponía más caliente de lo que lo estaba ahora mismo.
—Lo que tú digas, Artie.
—Entonces gírate y satisfáceme.
—Tengo dolor de cabeza.
Pasó la manó por el pelo negro, volviéndolo rubio.
—No puedes tener dolor de cabeza.
—Seguro que sí. Tengo uno de cincuenta y cuatro kilos frotándose contra mí incluso mientras hablo.
Le abofeteó la espalda desnuda.
—Eres un gilipollas —le mordió fuerte en el brazo antes de desaparecer.
Haciendo una mueca, Joe se frotó el lugar. Al menos no le había arrancado la piel. Esta vez.
 “Hice que los arrestaran”.
Suspiró cuando se dio cuenta de que serían amigos de _____. Sería mejor que se levantara y tratara con ello. _____ estaría furiosa y asustada.
 
Enhorabuena, hermano.
Stryker levantó la vista para ver a su media hermana, Satara, de pie en la puerta de su oficina. A causa de que habían tenido diferentes madres Satara se había librado de la maldición de muerte Apólita con la que Stryker cargaba, pero luego, desde que su padre la había dado a Artemisa para ser una criada permanente de la puta, no estaba seguro de cuál de ellos tenía la peor vida.
Hoy, el pelo de Satara era negro carbón como el suyo y llevaba un apretado vestido de cuero rojo que se pegaba a cada marcada curva de su cuerpo.
—¿Qué te trae por aquí, hermana?
—La tiíta Artemisa, por supuesto. Dijiste que siempre te contara cuando estuviera excitada por algo. Salió por algo grande la pasada noche.
—¿Por qué?
—Parece que un equipo de arqueólogos encontraron la Atlántida. La de verdad. Y algunos de los artefactos, incluido un inmaculado diario, fueron recuperados.
Stryker se sentó hacia atrás en la silla.
—¿Uno de los diarios de Ryssa?
—Dada la reacción de Artemisa, supongo que sí.
Oh, esto era bueno. Los humanos no tenían ni idea de que los Apólitas y los Daimon vivían entre ellos y habían hecho bastantes esfuerzos para que permaneciera de ese modo. Pero si uno de los diarios de Ryssa era descubierto…
Podía contarlo todo sobre ellos.
Ya era bastante malo que él y sus hermanos Daimon tuvieran a los Dark-Hunter tras ellos. La última cosa que necesitaban de su fuente de alimentación era que se asustaran y comenzaran a cazarlos por la noche. Sólo tenían unas pocas horas cada noche para cazar o morir. Esto podía ser malo.
—Necesito que encuentres ese diario.
Satara caminó hacia delante apoyándose en el escritorio.
—Artemisa ya va un paso por delante de ti.
Ponderó eso. Artemisa rara vez se molestaba en hacer por sí misma, nada más que perseguir a Joseph.
—¿Por qué lo querrá tanto?
Satara se encogió de hombros.
—Supongo que tiene miedo de que alguien pueda saber que no fue Apolo el que hundió la Atlántida. O tal vez Ryssa sabía de la relación de Artemisa con Joseph y escribió sobre ello.
La mente de Stryker giró con otras posibilidades.
—O tal vez hay algo en ese libro que cuente el punto débil de Joseph. Tal vez incluso un modo de matarle a él o a Apolo y la tiíta Artemisa también.
Los ojos de Satara brillaron con renovado interés.
—Encontraré ese libro.
—Hazlo. Y si alguien se interpone en tu camino…
—Son comida.
 
Olvida a Jake Gyllenhaal y Shia LaBeouf, ¿has visto alguna vez un hombre mejor parecido en tu vida?
____ frunció el ceño mientras caminaba pasando a un grupo de estudiantes femeninas que estaban riendo tontamente y muertas de curiosidad por quién sabía qué.
—No creo que vaya ahí. Nunca le he visto antes, pero mataría por tenerle al menos en una clase.
—¡Mataría por tenerle debajo de mi!
—Yo le he visto por aquí. Ha estado en el bar El Santuario de Ursulinas un par de veces cuando estaba de fiesta con amigos. Creo que está enrollado con esa camarera alta y rubia que tiene una actitud desagradable.
—¿Lo dices en serio? ¿Cómo demonios me perdí eso? Debo haber estado bien colocada y borracha.
Sus comentarios se apagaron mientras _____ se dirigía a su oficina. Pero mientras se acercaba, el recuento del cuerpo estudiantil femenino iba en ascenso, más y más hasta el punto de ser más y más denso. Realmente tuvo que empujar para abrirse camino entre ellas.
Sí… esto no estaba bien. Nunca había visto tanta gente con este interés en el departamento de Antropología antes.
No fue hasta que estuvo cerca de su puerta que se dio cuenta de por qué.
Joe estaba allí. Vestido con un largo abrigo negro que le hacía preguntarse cuantos tenía, se inclinó contra la pared con los brazos cruzados sobre el pecho. Su actitud era tan poderosamente indiferente que resultaba fascinante. Miró hacia abajo y sonrió ante sus pies cruzados enfundados en botas y la siempre presente mochila negra descansando tras ellos.
Las gafas de sol oscuras estaban en su lugar y su pelo largo estaba echado hacia atrás en una coleta. Y el pendiente plateado de su nariz había sido cambiado por uno que parecía un pequeño rubí rojo.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó, alcanzando la puerta.
—Esperándote.
Echó un vistazo alrededor del embotellamiento que había causado.
—De verdad, deberías haber llamado. Creo que el Jefe de Bomberos habría tenido problemas con esto.
Una lenta sonrisa atravesó su cara.
—Lo siento.
Abrió la puerta y se echó hacia atrás.
issadanger
issadanger


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Mensaje por issadanger Vie 18 Abr 2014, 10:59 am

CAPITULO CINCO PARTE 2


—Mejor pasa dentro mientras las mantengo a raya.
Cogiendo su mochila, se rió antes de acceder.
_____ se giró hacia la colección de estudiantes.
—¿Veis lo excitante que es la Antropología? Es un destacado experto en la Grecia Antigua. Ahora deberíais cambiar todas vuestras especialidades de modo que podáis comeros con los ojos hombres como él durante todo el día. O aún mejor, descubrir estatuas de hombres desnudos.
Cerró la puerta para encontrar a Joe sonriéndole con complicidad.
—¿Era necesario?
—Eh, vivo para reclutar estudiantes para el departamento. Si puedo hacerte bueno para algo, entonces por los dioses que voy a hacerlo.
—¿Por los dioses?
Se encogió de hombros mientras dejaba la brazada de libros en el escritorio.
—Sí, como si no dijeras cosas raras también. Así que, ¿qué puedo hacer por ti?
—Quiero volver a esa frase de “hacerte bueno para algo” durante un minuto… ¿Por qué me odias tanto?
_____ se retorció un poco bajo su oculto escrutinio y la cuestión señalada.
—No diría que te odio. El odio ha descendido hasta un leve desagrado.
—¿Por qué?
Suspiró mientras devolvía algunos de los libros a las estanterías tras el escritorio.
—Porque todo parece demasiado fácil para ti. ¿Has tenido alguna vez en tu vida un día en que la gente no estuviera haciendo cola para prestarte atención?
—Sí, ______. Lo he tenido. Te lo aseguro, mi vida nunca ha sido fácil y deberías estar agradecida cada día que vivas de que no puedas imaginar la clase de niñez que tuve.
____ se detuvo ante el tono de su voz y la mortal sinceridad de sus palabras.
—Lo siento, Joe. No lo sabía.
Puso la mochila en el suelo.
—Es fácil mirar a la gente y hacer juicios rápidos sobre ellos, sus presentes y sus pasados, pero estarías asombrada ante el dolor y las lágrimas que esconde una sola sonrisa. Lo que una persona muestra al mundo es sólo una minúscula faceta del iceberg escondido de la vista. Y la mayoría de las veces, está marcado con grietas y cicatrices que recorren todo el camino hasta los cimientos de su alma.
Tenía razón y la hizo sentir culpable por ser tan rápida evaluando a la gente. Siempre había sido un defecto suyo en el que había intentado no caer.
—Eres asombrosamente astuto para alguien de tu edad.
Resopló.
—Te lo dije, soy más viejo de lo que parezco y nunca he tenido nada en mi vida por lo que no haya pagado de un modo u otro.
Revolvió una pila de papeles de la bandeja de entrada.
—Ahora que lo pienso, has tenido que ser de los que les va la marcha para seguir acercándote a mi dada mi severa personalidad en lo que a ti concierne.
Joe le tendió la mano.
—¿Tregua?
—Paz, mi hermano —dijo estrechándosela—. Ahora, ¿por qué estás aquí?
Suspirando, dio un paso atrás y cruzó los brazos sobre el pecho.
—Bueno, oí de un amigo que algunos arqueólogos en Grecia han sido arrestados por excavar sin un permiso. Quería ver si por casualidad resultaban ser tu equipo.
Ondeó la mano desdeñosamente.
—¿Por qué sería mi equipo?
—Estaban excavando en un lugar que afirmaban que era la Atlántida. Me sonó como a tus chicos.
—Pero nosotros tenemos todos nuestros papeles.
—Si estás segura… —dejó que su voz se desvaneciera de modo significativo.
Arrugó el rostro como si se diera cuenta de que su suerte podría haberles metido en problemas.
—Espera. Déjame llamar.
Joe se sentó en la silla frente al escritorio y estiró las piernas mientras ella sacaba el teléfono del bolso.
______ frunció el ceño ante su mochila, que estaba en el suelo, y el modo en que la mantenía a su alcance.
—¿Qué hay en esa mochila, por cierto? Siempre la estás protegiendo como si contuviera secretos de seguridad nacional o algo así.
—Ropa interior sucia.
Puso los ojos en blanco.
—Muchas gracias por esa imagen.
—Tú preguntaste.
Sacudiendo la cabeza, marcó el número de David. Cuando no contestó, llamó a Justina. De nuevo, no hubo respuesta. El pánico la sacudió mientras lo intentaba con Bruce.
—¿______?
Respiró aliviada cuando respondió.
—Eh, cariño, no puedo…
—Han sido todos arrestados.
Disgustada y temerosa, echó una mirada a Joe cuya bella cara estaba completamente estoica.
—¿Qué?
—Al equipo entero. Yo permanecí en tierra para esperar y firmar para el nuevo equipo de buceo que estaba llegando y lo siguiente que supe era que el barco estaba incautado y todo el mundo puesto en custodia.
_____ dejó escapar un suspiro frustrado.
—¿Cómo es posible?
—Dijeron que nuestros papeles estaban falsificados.
—¡Mierda! No están falsificados. Solin nos ayudó a conseguir la renovación la primavera pasada.
—Sí y como de costumbre, Solin ha volado de escena. Tampoco podemos encontrarle. Por todo lo que sé, está en la cárcel junto a ellos.
—Oh, cielo santo. Está bien, no te muevas y veré lo que puedo hacer —colgando, miró a Joe, el cual se sentaba quieto como una estatua—. Tenías razón. Mi equipo entero. Desaparecido. Arrestado. Perfecto. Dispárame ahora y ahórrame el gasto de una bala más tarde.
Dejó escapar el aire cansado mientras frotaba una enorme mano contra su muslo.
—No te preocupes. Haré una llamada y los sacaré fuera.
—¿Puedes hacer eso?
—Puedo hacerlo —sacó su móvil y lo abrió con un brusco giro de su muñeca.
Esperando que no estuviera mintiendo, ______ se sentó tras su escritorio y contuvo el aliento mientras apoyaba la cabeza entre las manos. ¿Cómo había ocurrido? Su pobre equipo. Tenían que haber estado aterrados.
Joe habló con en un griego tan profunda y rítmicamente impecable que envió un escalofrío por su columna vertebral.
—Hola Gus, soy Joseph Parthenopaeus. Necesito que me hagas un favor. Hay un grupo de antropólogos que fueron arrestados por excavar en el Egeo, esta mañana, creo. ¿Puedes sacarlos y librarlos de todos los cargos?
Rió.
—Sé que creen que es la Atlántida. Todo el mundo quiere encontrar un tesoro. Pero no quiero verles heridos por una quimera. Son amigos inocentes de una amiga si sabes lo que quiero decir. Sácalos de este problema por mí.
Se dio golpecitos con el pulgar en el muslo mientras escuchaba.
—No… no creo que necesiten una lección. Estoy seguro de que ya están lo bastante nerviosos. Deséale lo mejor a Olympia y hazme saber cuando nazca el bebé. Os veré a los dos la próxima vez que esté en Grecia.
Se enderezó cuando él cerró el teléfono.
—¿Bien?
—Puede sacarlos sin problema, pero los artefactos están confiscados y no hay nada que podamos hacer. Si vosotros chicos vais a bucear allí abajo de nuevo, van a ejecutaros.
—Estás bromeando.
—En realidad no. Las autoridades son extremadamente intransigentes sobre esto.
—Pero tenemos los permisos correctos.
Joe sostuvo el teléfono cerrado contra la barbilla.
—De acuerdo con ellos no y están a un paso de expedir una orden de arresto contra ti porque te llevaste parte de su herencia nacional fuera del país sin permiso.
—Lo que tengo no es griego, es atlante.
—El diario es griego y no son estúpidos. Incluso si fuera atlante, lo reclamarían ya que salió del Egeo, lo cual es su territorio.
_______ hundió la cabeza entre las manos.
—No puedo creerlo. Iba a entregárselo una vez que tuviera una traducción. Siempre les doy lo que encontramos… sólo que no necesariamente tan pronto como lo encontramos.
—Bueno, Gus puede conseguir restarle importancia. Tus chicos estarán fuera de la cárcel dentro de poco y probablemente iría en tu mejor interés si devolvieras ese libro al gobierno antes de que reconsideren su decisión y expidan una orden para ti.
Le miró.
—Gracias por toda tu ayuda, Joe. De verdad. Gracias. No sé lo que habría hecho si no hubieras oído sobre esto y hubieras venido aquí.
—Diría que no hay problema pero realmente lo hay, así que no lo hagas otra vez. Pedir favores es algo que realmente trato de no hacer. Por lo general, me muerde el culo de alguna manera.
______ le dio una triste sonrisa, sabiendo que le había puesto en una mala posición.
—¿Me dirás que puedo hacer para compensártelo?
—Sólo mantente fuera de problemas.
—Es lo que planeo —le gruñó antes de apartarse del escritorio—. Está bien, basta de autocompasión, yo… —sus palabras fueron interrumpidas por su teléfono sonando—. Mantengo esa idea —descolgó el teléfono—. ¿Sí? No, no estoy en casa. Sí, por favor envía a la policía. Estoy en camino.
Joe frunció el ceño.
—¿Qué pasa?
—Es la compañía de la alarma. Hubo un robo de grado tres en mi casa —cogió las llaves y el bolso.
—Yo conduciré.
—¿Qué?
—Estás demasiado nerviosa para conducir y no necesitas ir sola a enfrentar ladrones. Iré contigo.
_____ le estaba tan agradecida en ese momento. Le tendió las llaves y le siguió mientras salía del edificio hacia el aparcamiento donde había dejado su Mustang.
—Qué día… —exhaló mientras se metía dentro—. No, me mierda de semana. Casi tengo miedo de levantarme mañana.
Joe encendió el motor.
—Lo sé, la primera vez que nos conocimos, Dios nos libre, tu equipo fue atacado. Ahora tú casa. ¿Dónde hay un martillo cuando lo necesitas?
Sonrió a pesar de sí misma.
—Todo estará bien —le aseguró.
Así lo esperaba. Pero en el fondo de su mente, se estaba diciendo que era una falsa alarma. Que no había nada malo en su casa.
Por favor no dejes que haya nada malo en mi casa. No podía soportar la idea de un extraño tocando sus cosas. De su vida siendo revuelta.
En el momento en que Joseph aparcó delante, lo supo. La puerta frontal estaba abierta de par en par y no había señal de la policía. Comenzó a abrir la puerta del coche, pero Joe la detuvo.
—Espera a la policía.
—¿Por qué?
—No quieres contaminar la evidencia antes de que entren ahí.
Estaba en lo cierto, pero lo odiaba.
Pasaron otros quince minutos antes de que la policía llegara. Entraron primero y luego hicieron señas para dejarles saber que era seguro.

_____ sintió las lágrimas comenzando incluso antes de que entrara en la salita. Su casa entera había sido registrada.
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Mensaje por issadanger Vie 18 Abr 2014, 11:06 am

CAPITULO CINCO PARTE 3

—Oh, Dios mío… —su TOC estaba horrorizado por lo que habían hecho. Todo estaba fuera de lugar.
Los policías, un hombre y una mujer oficiales, la miraron con compasión.
—Necesitamos una lista de todo lo que falta.
_____ apenas entendió lo que estaban diciendo. Cubriéndose la boca con la mano, miró fijamente las fotografías de sus padres y su familia que habían sido tiradas al suelo. Los cajones habían sido abiertos y su contenido volcado en el suelo. No había visto tanto daño desde que había ayudado a amigos a limpiar después del Katrina.
—No creo que un ser humano pueda hacer esto a otro.
De repente, Joe estaba allí, sosteniéndola contra su pecho.
—Todo está bien, _____. Solo respira.
Se aferró a él, agradecida porque estuviera con ella. Agradecida porque la estuviera sosteniendo mientras su mundo entero se volvía del revés. Primero el ataque de Nikolas, luego su equipo arrestado y su material confiscado, ahora esto…
La oficial frunció el ceño mientras escudriñaba el daño.
—¿Soy yo o parece como si estuvieran buscando algo?
_____ se echó hacia atrás ante su pregunta.
—¿Qué quiere decir?
El oficial señaló los cajones en el suelo.
—En la mayoría de los robos, especialmente cuando tienes casas así de cerca y es de día, normalmente se llevan algunos artículos caros y huyen —dirigió el flash hacia el televisor, aún sobre su lugar en la esquina frente a las altas ventanas—. Ni siquiera se llevaron su televisor.
La oficial asintió de acuerdo.
—Por no mencionar, que parece que la alarma fue activada al salir de aquí. Como si estuvieran intentando atraerla o algo.
______ les frunció el ceño.
—¿Por qué querrían atraerme? No tiene ningún sentido.
—No, no lo tiene —dijo la oficial, apagando su linterna y devolviéndola a su cinturón—. A menos que estuvieran buscando algo.
La mujer le ofreció una sonrisa amable.
—Tenemos a la unidad de la policía científica viniendo para tomar huellas. En realidad, no hay nada más que podamos hacer. Haga una lista con cualquier cosa que falte, lo pondremos en su archivo y lo pasaremos por las casas de empeño locales. Aparte de eso, tendrá que presentar un informe a su compañía de seguros.
El oficial coincidió.
—Y podría querer hacer que su novio se quede con usted esta noche.
Una oleada de miedo la recorrió.
—¿Cree que volverán?
El oficial negó con la cabeza.
—No lo sabemos. Además la mayoría de las víctimas de robo tienen problemas para dormir durante una noche o dos tras la intrusión.
_____ se sentó en el brazo de su sofá mientras inspeccionaba la destrucción a su alrededor. Estaba agradecida por mantener sus preciosos artefactos con ella o guardados en una cámara de seguridad en el campus.
—No puedo creer esto —Joe le cogió la mano y no habló mientras la policía preguntaba sobre posibles sospechosos y su gente entraba para empolvar varias zonas y objetos buscando huellas.
No encontraron nada. Ni una sola mancha. O los ladrones habían usado guantes o eran mutantes.
Personalmente, votaba por los mutantes. Prefería pensar eso que tratar con el hecho de que una persona normal y corriente podía hacer algo así a otra.
Cuando finalmente la policía se fue, se giró hacia Joe.
—Estoy segura de que tienes algo mejor que hacer que hacerme de niñera.
—Cierto. No importa. Hay algunas cosas por las que no deberías pasar sola.
Había una ligera nota en su tono que la hizo pensar que había pasado solo por muchas de ellas.
Se detuvo a recoger las fotografías de sus padres antes de devolverlas a su mantel. No dijo por qué, pero por el modo en que las trató hizo que su corazón se apretara con ternura ante su consideración por ella.
—¿Tienes alguna familia, Joe?
Puso las fotografías de vuelta donde habían estado, como si recordara el lugar exacto de su visita anterior.
—Todos tenemos gente que amamos.
No se perdió el hecho de que evitaba responder a su pregunta. Sin mirarla, fue hacia los objetos que habían sido tirados de su mesita auxiliar.
Arrodillándose en el suelo, Joe frunció el ceño cuando recogió una caja de los recuerdos que tenía una pequeña roca negra dentro. En una minúscula placa de bronce en la parte de atrás se leía “PRIMERA EXCAVACIÓN DE _______. 1985”
—¿Qué es esto?
Sus ojos se empañaron mientras se movía para cogerlo de su mano.
—Es de la primera vez que mis padres me permitieron excavar con ellos. Estaba tan orgullosa cuando encontré esto. Pensé que había descubierto una rara punta de lanza. Mi padre no tuvo corazón para decirme que solo era una piedra. Así que lo enmarcaron para mí y lo pusieron en mi habitación junto a mi cama con una luz que solía brillar sobre ella —sollozó mientras una lágrima escapaba de su control—. ¡Esos bastardos tocaron las pertenencias de mis padres!
Joe se puso en pie para sostenerla mientras lloraba. Se aferró a él como si su mundo entero se hubiera roto en pedazos. Él había aprendido a enterrar las lágrimas tan profundamente en su interior que no podía entender la pasión y el dolor que le suponía para llorar así. Todo lo que sabía era que las pocas veces en su vida en que había llorado de esa forma, la única cosa que había ansiado era consuelo. 
Y ni una sola vez había lo habido.
Así que le ofreció lo que nadie le había dado nunca. La dejo sollozar hasta que se agotó y la camisa sobre su pecho estuvo húmeda por las lágrimas.
______ se echó hacia atrás, limpiando la húmeda mancha que había hecho.
—Lo siento tanto, Joe. No soy una persona emocional. No lo soy —se aclaró la garganta y le echó la mirada más decidida que hubiera visto nunca—. No voy a dejar me que hagan esto. Soy más fuerte.
—Todo el mundo llora alguna vez, ______. Hay algunos dolores que corren demasiado profundamente como para que el más fuerte los acepte sin romperse. No pienso menos de ti por ello.
Rió nerviosamente.
—¿En realidad no eres el gilipollas que pensé que eras, verdad?
Le ofreció una sonrisa amable.
—En realidad, tengo momentos de gran gilipollez. Desafortunadamente, pareces haber sido testigo de uno de los más recientes.
____ le dio unas palmaditas en el musculoso brazo en agradecimiento por su comprensión. A veces era tan fácil hablar con él. Sorbiendo las lágrimas, miró a su alrededor el desorden.
—Nunca conseguiré limpiar todo esto.
El teléfono de la casa sonó. Dejó a Joe en la salita mientras iba hacia la cocina para responder.
Joe volvió a recoger las fotografías mientras intentaba entender que había pasado aquí. Debería ser capaz de repetir la escena completa en su cabeza, pero cuando intentaba ver el futuro de _____, estaba en blanco. Eso no era normal para él.
Era un dios del destino…
Echando una mirada por encima del hombro, la observó mientras volvía a su lado y recogía uno de los cajones que había sido tirado boca arriba cerca del sofá.
—Era mi amiga Pam. Se asustó cuando no contesté al móvil y llamó a casa. Ella y Kim van a venir y ayudarme a limpiar.
—Entonces, ¿quieres que me vaya?
Dudó.
—Sólo si quieres. Es realmente reconfortante tenerte aquí conmigo —apartó la mirada de él como si admitiera que eso la avergonzaba y colocó el cajón de vuelta en su lugar. Dio un paso atrás y se estremeció—. Qué raro.
—¿Qué?
—Tampoco robaron mi equipo estéreo —movió un jersey que había sido tirado sobre él por los ladrones para mostrarle su equipo de música blanco Bose.
Era algo extraño que un ladrón lo olvidara.
—Tal vez no lo vieron.
—Tal vez —lo colocó en la estantería, entonces lo encendió.
Joe frunció el ceño cuando los Bee Gees atronaron.
—¿Night Fever? —Se estremeció—. ¿Música disco?
—Chitón —le dijo, haciéndole señas antes de coger otro cajón—. Me consuela cuando me siento mal.
—¿Cómo demonios puede consolarte la música disco?
Cogió una fotografía de sus padres y la giró hacia él. Su madre, que se parecía mucho a ______, llevaba un top de escote halter con el pelo castaño suelto mientras su padre llevaba una camiseta de poliéster amarilla con estampado de cachemira y un traje marrón con el pelo negro rizado y bigote. Estaban apoyados el uno en el otro frente a lo que parecía ser un club disco de Nueva York que Joe recordaba vagamente de los últimos años setenta.
______ acarició la foto amorosamente.
—La mejor amiga de mi madre, Sheri, que es una importante fotógrafa aficionada, tomó ésta la noche que mis padres se conocieron por primera vez. Mi padre pensó que mi madre era la mujer más bella que había visto nunca. Así que tímidamente fue y le pidió bailar, esperando que le dijera que no. No lo hizo. Pensó que su tímida indecisión era tan dulce que le dijo que sí. Salieron a la pista de baile justo cuando la canción “Last Dance” de Donna Summer comenzaba a sonar. La versión extendida. Para cuando acabó, mi padre se puso de rodillas allí mismo en el club y se le declaró. Se casaron un año después y nunca más se separaron hasta el día en que mi madre murió.
Tragó con dificultad como si los recuerdos le fueran difíciles de tratar. Su labio inferior tembló mientras se balanceaba con la canción.
—Cuando era pequeña, mis padres solían sacar sus álbumes disco y bailábamos hasta que estábamos demasiado cansados para movernos. Oír música disco es como tenerlos conmigo de nuevo. Juro que cada vez que oigo la canción de Thelma Houston “Don’t Leave Me This Way”, oigo la voz de mi madre cantándome mientras me sostiene en sus brazos y bailamos alrededor de la habitación conmigo riéndome.
Envidió aquellos recuerdos de ser amada y apreciada. Deseó por su bien que sus padres estuvieran aquí para consolarla.
—¿Qué edad tenías cuando murieron?
—Tenía siete cuando murió mi madre y diez cuando murió mi padre. Nunca fue el mismo después de que ella nos dejara.
—No os dejó por su gusto.
—Lo sé —______ colocó la foto en las estanterías en lo alto de una vieja y usada copia de “La Odisea” de Homero—. Es más fácil decir que nos dejó que decir que murió —le miró—. ¿Y tú? ¿Tienes algunos recuerdos como esos?
Intentó no pensar en eso.
—En realidad, no. Crecí sin mis padres.
—¿Murieron?
Se giró y se concentró en limpiar el desastre del suelo.
—Es más complicado que eso, por lo que no hablo de ello.
_____ frunció el ceño ante la frialdad de su voz que le hizo estar segura de que sólo lo estaba usando para protegerse.
—Lo siento, Joe. ¿Los conociste siquiera?
No contestó, pero pudo sentir su tristeza lo que la llevó a creer que en realidad no había sabido nada de ellos en absoluto.
Le observó mientras ordenaba el caos que los ladrones habían dejado. Había un aire del Viejo Mundo en él. En realidad, un alma vieja atrapada en un cuerpo joven. Más que eso, había algo tranquilizador. Como si estar con él la calmara en su interior de un modo en que nada más lo había hecho nunca. Era casi como estar en casa… No tenía ningún sentido, pero no había rechazo en lo que sentía cuando estaba a su alrededor.
De repente, hubo un golpe brusco en la puerta.
Se fue para encontrar a Pam y a Kim de pie fuera con dos cajas de pizza extra grande y un pack de doce cervezas. Ambas se parecían mucho de varias maneras. Pam era más alta y tenía el pelo teñido de rubio en las puntas por delante y teñido de negro por detrás. El pelo de Kim era del el mismo estilo pero los colores exactamente al contrario. De punta en blanco con su estilo gótico único, parecían encajar con Joe mucho más que _____.
Pam señaló la calle tras ella con el pulgar.
—Eh, ¿hay un policía en el coche del otro lado de la calle?
_____ miró el sedan marrón.
—No lo creo. ¿Por qué?
—Porque los dos tipos en él tenían un par de prismáticos enfocados hacia este lugar cuando nos acercamos.
Joe estaba en la puerta antes de que ____ pudiera siquiera parpadear. La rozó al pasar, pero antes de que pudiera dar el primer paso el coche se marchó a toda velocidad.
Joe casi convocó a Simi para que siguiera al coche, pero se contuvo en el momento en que las palabras se amontonaron en su lengua. Maldición, había estado tan cerca. Las mujeres habrían estado conmocionadas por encontrar a un demonio viniendo a la vida de su brazo…
—¿Por qué estarían vigilando la casa? —preguntó _____.
Joe se giró para enfrentarla.
—Creo que necesitas decirme todo lo que encontraste en esa excavación.
—¿Qué quieres decir?
—Creo que fue descubierto algo en lo que mucha gente está repentinamente interesada.
_____ se burló.
—Son piezas de museo. Nada de valor real para nadie más que un coleccionista.
Sí y la pequeña esfora del collar que Joe le había dado a su hija también tenía las capacidades de acabar con el mundo entero. El problema con los amuletos más poderosos y los talismanes era que los mortales no podían identificar su importancia.
Pero en buenas o malas manos, más bien, podían tener consecuencias cataclísmicas.
—Sígueme la corriente y enséñame lo que has encontrado.
 
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JOSEPH - JOE Y _____ - Página 54 Empty Re: JOSEPH - JOE Y _____

Mensaje por issadanger Vie 18 Abr 2014, 11:16 am

CAPÍTULO SEIS
 
Buen sandwich de atún, es el hombre más alto que he visto nunca.
_____ se rió de Pam, que miraba embobada a Joe.
Joe sacudió la cabeza ante lo que debía ser una de las frases más repetidas de Pam desde que había entrado con él en casa. Ya lo había dicho cuatro veces.
—Pam —le dijo Kim mientras ponía la pizza sobre la mesa de café—. Lo vas a poner nervioso.
Pam dejó la cerveza junto a la caja.
—Bueno, no es como si no lo supiera, quiero decir que mido un metro setenta y nueve, y sé lo alta que soy, _____ mide un metro ochenta y cinco, así que podemos regodearnos. No es como si todos los días conociéramos a un  hombre que nos haga sentir pequeñas, ¿verdad _____? —Pam se puso de puntillas al lado de Joe—. Kim, eres pequeña y apenas llegas al metro cincuenta. No tienes idea de lo que es ser alta en un mundo de hombres promedio. ¡Por fin puedo usar tacones!
Joe se rió antes de tomarla en brazos y llevarla al sofá.
—Oh, ¡dios mío! —Dijo mientras la sentaba—. Nunca antes un hombre me había llevado sin quejarse como si se estuviera muriendo. Estoy en el cielo, cásate conmigo, Joe, ¡por favor!
—Diría que sí, pero tengo más equipaje del que incluso las Samsonite pueden almacenar.
____ los ignoró mientras entraba a la habitación con sus diarios de la excavación. Empujó las cajas de pizza al lado de la mesa de café, luego las dejó.
—Bien, esto es todo lo del año pasado.
Joe se arrodilló y empezó a ojearlos.
______ se inclinó sobre su hombro mientras revisaba lo que miraba.
—Verás, casi todo son pedazos de alfarería y fragmentos. Unos pocos grabados y botellas.
Joe se detuvo al encontrar un objeto familiar que hizo que su aliento se cortara… era una peineta de Ryssa era igual a la que había encontrado siglos antes. Su corazón se apretó mientras pasaba la mano sobre la foto, recordando cuan bella había sido con las peinetas en su rubio cabello.
—Está muy bien preservado, ¿verdad? —Dijo ____, sin darse cuenta de cuánto significaba esa pieza para él—. Las perlas aun están donde deben, parece algo que podrías comprar hoy. La artesanía que tiene es increíble.
—Sí —se forzó a girar la página y ver más alfarería antes de ser traicionado por sus ojos llorosos.
Luego lo encontró…
—¿Dónde está esta pieza?     
_____ frunció el ceño, ante el profundo, firme tono de Joseph. Mirando sobre su hombro, vio una ornamentada daga de oro que Bruce había excavado.
—Todavía está siendo examinada en el laboratorio. ¿Por qué?
—La necesitamos.
Wow, su tono era más autoritario que el de un general llamando a la Guerra.
—¿Es tan valioso?
Joe dudó. No desde su punto de vista, pero como era un arma que podía matar cualquier cosa que respirara, era extremadamente valiosa para él y para otras entidades no humanas que harían cualquier cosa por poseerla.
—Sí.
Pam giró los ojos.
—No os entiendo ni a vosotros ni a vuestras cosas viejas.
Kim bajó los hombros.
—Está bien, cariño, nosotros no te entendemos a ti ni tu obsesión por las muñecas góticas —miró a ____—. Deberías de haber estado con nosotras en nuestra búsqueda de Leda Swanson. Me arrastró por tres estados hasta que al fin encontramos la muñeca en una boutique en Alabama.
Ignorándolas, Joe siguió mirando el libro, pero no encontró nada más que la daga Atlante que pudiera ser importante. Pero aún así, ¿por qué un humano en un coche la buscaría?
Ningún humano entendería su significado…
Y ningún no humano habría causado este tipo de desastre y la habría dejado. Simplemente habrían atacado y torturado a _____ hasta que les hubiera dicho donde encontrarla.
Era desconcertante. ¿Pero qué más podrían querer?
Aun más importante, ¿qué tan lejos estaban dispuestos a ir para obtenerlo? Una cosa era meterse en una casa. ¿Pero matarían también?
Joe se puso de pie.
—Voy a caminar un rato fuera y a revisar las cosas. Ya vuelvo.
____ asintió.
—Te guardaremos algo de pizza.
Joe no dijo nada mientras salía de la casa y usaba sus poderes para dejar Nueva Órleans y aventurarse a la isla de Savitar donde el sol literalmente nunca se ponía. Mágica en su naturaleza, la isla se movía constantemente alrededor del mundo mientras Savitar buscaba la ola “perfecta”.
Como lo esperaba, Savitar estaba acostado de espaldas sobre una tabla de surf en el agua, mirando hacia claro cielo mientras las aguas lo mecían.
A diferencia del omnisciente Chthonian, Joe no era un fanático del agua, odiaba el surf y acostarse bajo el sol. Pero también sabía que cuando estás en Roma…
Se subió a una de las tablas al lado de Savitar, quien rió cuando lo vio sentado en la larga tabla.
—Te ves tan fuera de tu elemento.
—Estoy fuera de mi elemento. Al igual de lo que tú lo estarías en un club gótico de Seattle.
Savitar le dio una sonrisa seca.
—Nunca estoy fuera de mi elemento, Atlante. Y debe ser algo muy importante para que te pongas pantalones cortos y te subas a una tabla. Algún día voy a lograr que digas “Seguro que ese es un excelente traje de neopreno de 4 milímetros de espesor, amigo mío”.
Cruzando los brazos sobre el pecho, Joe se rió.
—No es probable.
Savitar le preguntó antes de volver a mirar el cielo.
—He escuchado eso antes. Entonces, ¿qué te trae aquí, Grom?
Joe ignoró el término surfero que normalmente se usa para referirse a los niños menores de 15. Sólo Savitar podría salirse con la suya al llamarlo como a un niño.
—Hay una mujer.
—¿No las hay siempre?
Joe decidió ignorar el comentario sarcástico.
—Está siendo perseguida por alguien y no sé quién es.
Savitar arqueó una ceja mientras uno de sus brazos ampliamente tatuados flotaba en el océano.
—Entonces sabes que no te puedo decir nada.
Esas palabras y su tono condescendiente encendieron el temperamento de Joe.
—Maldición, Savitar, no juegues conmigo. Su vida está en peligro… Tal vez.
Savitar asió la tabla de Joe y lo acercó.
—Como tú, no jugaré con el destino.
—Mierda. Juegas con el destino todo el tiempo.
Empujó la tabla de Joe lejos de él.
—Pero no jugaré con el tuyo. Nunca.
Joe maldijo mientras se acercaba a Savitar.
—¿Tienes idea de lo frustrante que es ser el destino final del mundo y no tener control del tuyo?
—Claro que lo sabes, hermanito. Cada decisión que tomas hace que se revele tu destino o que cambie. ¿Acaso no te he enseñado nada?
Savitar tenía razón, pero no era tan simple. Especialmente cuando  estaba involucrada la vida de otra persona.
¿Qué haría falta para que le importara al Chthonian?
Joe entrecerró los ojos.
—Han descubierto una daga Atlante.
Savitar se sentó en la tabla para mirarlo.
—Espero que planees destruirla.
—Tengo que tenerla primero, pero ese es el plan —Joe le devolvió la mirada hostil—. ¿Puedes, por favor, sólo por esta vez, darme algo de conocimiento sobre el futuro?
Savitar sacudió la cabeza.
—Sabes lo que el destino decretó para ti, a través de tus propias acciones te salvarás.
—Eso podría significar cualquier cosa.
Savitar estuvo en silencio durante muchos latidos antes de perforar a Joe con una mirada siniestra.
—Está bien, estoy jodiendo las cosas, pero es todo lo que puedo decirte. No es la daga lo que los ladrones buscan. Hay otro diario que encontró su gente.
Joe se encogió al soltarle la bomba.
—¿De Ryssa?
Él asintió.
—No es el que ______ te mostró. Este lo encontró ayer uno de sus amigos. Y se escribió después de que Ryssa se convirtiera en la  concubina de Apolo. En él está la verdad sobre él y Artemisa y su necesidad de sangre. También dice cómo matarlos.
Joe se sintió enfermo. Sí, eso causaría una aniquilación global que impresionaría incluso a su madre sedienta de sangre.
—¿Y yo? ¿También estoy en él?
Savitar suspiró.
—Confía en mí, no lo quieres en manos de alguien más.
El estómago de Joe se apretó.
—¿Dónde está ahora?
—Eso no te lo puedo decir.
Joe se destelló sobre la tabla de Savitar para poder enfrentarlo. Desafortunadamente, Savitar se desplazó a sí mismo y a la tabla, y apareció al otro lado de la tabla recién abandonada de Joe antes de que lo pudiera atrapar.
—Golpearme no cambiará nada.
Joe nadó de vuelta a su tabla y miró a Savitar.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Tú de entre todos los seres sabes cómo trabaja el destino. Lo que te pasó como humano, te pasó porque todos desde tus padres hacia abajo trataron de circunvalar lo que tenía que ser, lo que en última instancia fue la destrucción del Panteón Atlante. No se podía cambiar esa profecía. Pero la forma en que sufriste fue completamente innecesaria. Si tus padres hubieran aceptado su verdadero destino, te habrían salvado de años de tormentos. El destino se puede negar. Podemos esculpirle, pero al final sólo somos peones de nuestro destino final. Bueno, malo o indiferente.
Esas palabras le ofrecieron tanto consuelo como una de las palizas de Artemisa.
—¿Voy a ser expuesto verdad?
—No lo sé, ¿acaso estas planeando bajarte los pantalones delante de mí? Porque si es así, avísame primero porque no quiero quedarme ciego.
Joe se levantó de la tabla.
—Sabes lo que quiero decir, después de todas las batallas que he peleado para salvar al mundo y todos los sacrificios en sangre y dignidad que he pagado para liberar a tantos Dark-Hunters, todos van a saber que no soy nada más que una patética puta, ¿verdad?
La mirada de Savitar fue afilada y enfadada.
—Nunca has sido patético.
Pero ambos sabían que había sido una puta. Que al final del día seguía siendo una. Joe quería gritarle ante la injusticia de eso.
No puedes huir de tu pasado.
Sus propias palabras volvían a molestarlo.
—¿Cuánto tiempo tengo hasta ser descubierto?
Savitar dejó salir una larga, cansada respiración.
—Hay tres posibles resultados para tu viaje, Apóstolos. En uno eres expuesto y pierdes todo, incluso tu vida, y tu madre destruye todo el mundo en arranque de ira. En el otro, eres expuesto y los Dark-Hunters te traicionan y los enemigos de Apolo destruyen al dios, causando horrores terribles a la humanidad mientras la esclavizan y abusan de ella…
Joe dudó de preguntar más.
—¿Y la tercera?
—En una palabra, espeluznante.
Joe maldijo.
—Entonces no importa lo que haga, ¿el mundo está jodido?
—No dije eso, siempre hay esperanza, Apóstolos. De todos los hombres, tú sabes eso, sólo cuando dejas de tratar de influir en el resultado de tu vida es que estás verdaderamente derrotado. Lo que tenga que venir, vendrá. Es como elegimos manejar la mierda que nos toca, lo que nos da forma.
Joe se burló de sus palabras.
—Tú no manejas nada, te sientas aquí al sol, atrapando olas, escupiendo una filosofía que ni si quiera sigues.
—Tienes razón, hace mucho que dejé de tratar de influir en mi destino. Pero porque cada vez que trataba de cambiar el futuro, lo jodía mucho más. Eventualmente, las ratas se cansan de apretar la palanca y se sientan en la esquina a lamerse las heridas. Así que si estás listo para dejarlo y venir a sentarte conmigo en la playa…
—Tengo que pelear.
—Tienes que pelear —Savitar se acostó en su tabla—. Pero eres más que bienvenido a compartir mi playa cuando te canses de la lucha.
Joe dejó salir una larga exhalación mientras lo consideraba seriamente.
—Guárdame un lugar. Si esto explota, volveré con el rabo por siempre escondido entre las piernas —porque muy dentro conocía la verdad, había soportado demasiado ridículo. No podía soportar ver que la gente que amaba lo mirara de la misma forma en que Ryssa lo hizo cuando lo encontró en el burdel Didymos. Aun cuando ella lo amaba y lo había perdonado, la decepción en sus ojos se había grabado en su alma.
No lo podría soportar de nuevo.
—Viene una ola — le advirtió Joe a su mentor.
No se movió cuando Savitar se puso en pie sobre la tabla en un solo movimiento perfecto.
En el momento en que la ola golpeó, Joe volvió a Nueva Orleáns. Los deportes de agua nunca le habían gustado. Prefería caer del aire o correr por el suelo.
Y no había sido un espectador en unos once mil años. Si había aprendido algo de su deidad, había sido a pelear hasta que lo obligaran a parar.
Aun así no sabía cómo no seguir peleando.

Había otro diario fuera. Bien. Tendría que encontrarlo y asegurarse de que ningún humano vivo u otro ser lo leyera jamás.
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JOSEPH - JOE Y _____ - Página 54 Empty Re: JOSEPH - JOE Y _____

Mensaje por issadanger Vie 18 Abr 2014, 11:21 am

CAPÍTULO SIETE
 
Joe se detuvo mientras entraba en la casa para encontrar a tres mujeres alineadas… cantando… dios querido, cualquier cosa menos eso.
"Fergilicious."
Todo lo que necesitaba era a Simi aquí y que desentonara con ellas, era su canción favorita y se había pasado la mayor parte del año anterior maldiciendo a quienquiera que hubiese sido lo suficientemente tonto para enseñarle esa canción a una demonio hormonalmente adolescente. ¿La peor parte? Simi quería que la llamara Similicious.
Si, como si eso fuera a pasar. Antes, se convertiría en un modelo de ropa interior para Calvin Klein.
—Vamos, Joe —lo llamó Kim—. Únete.
La miró con el horror llenando su alma.
—Oh, infiernos, no. No hay suficiente cerveza en el mundo que me haga cantar “I’ll put your boy in rock, rock”. 
Las mujeres rieron fuertemente, Kim cayó en el sofá mientras Pam y ____ se carcajeaban.
—¿Así que encontraste algo? —Preguntó ______ después de que finalmente se calmara.
—Un faro roto en un coche al otro lado de la calle y dos farolas apagadas —Joe cogió el móvil de _____ y lo mantuvo lejos de ella—. Realmente necesito que llames a tu gente y les preguntes si encontraron otro diario.
_____ le lanzó una mirada socarrona.
—Créeme, si hubieran encontrado algo tan monumental me lo habrían dicho inmediatamente.
—¿Incluso si lo hubieran hecho justo antes de que los arrestaran?
—Entonces lo tendría el gobierno.
—____, por favor, no es gracioso. Tengo un mal presentimiento.
Cuando cogía el teléfono de sus manos, comenzó a sonar. Por el tono y el aspecto de su cara, podía decirse que sabía quién era antes de contestar.
—Hey Bruce, qué… —su voz se fue apagando mientras su rostro perdía color.
Joe puso las manos sobre sus hombros para calmarla.
—Oh, Dios mío. No…
Intercambió una mirada confundida con Pam hasta que escuchó el otro extremo de la conversación.
—Fue espantoso, ______. Acabábamos de ser liberados hacía tal vez una hora, cuando recibí la llamada de que había sido atacado, al igual que Nikolas caminó a casa y que estaba en cirugía.
—¿Qué dicen los médicos?
—No saben. No se ve bien. Pero lo que fue más atemorizante es que los tipos que lo persiguieron, registraron la mochila y bolsillos… como si buscaran algo en particular. No cogieron nada de dinero ni su reloj. Nada… Harry dijo que le hicieron preguntas mientras lo golpeaban, pero dado que su griego no es fluido no pudo entender nada de lo que querían. Le siguieron sacando la mierda hasta que perdió la conciencia.
______ le echó un vistazo a Joseph, sospechando acerca de todos sus “presentimientos”.  Eran tan infaliblemente acertados que se preguntó si no podría ser parte de ellos.
—Por casualidad, ¿ninguno encontró otro diario durante la excavación?
—Temprano por la mañana, justo antes de que la policía llegara, tropezamos con el depósito de objetos más importante.
—¿Pero había ahí otro diario?
—No estaba tan bien preservado como el que tienes, pero sí, había otro libro y escucha esto… no estaba húmedo. Había sido sellado en un contenedor hermético dentro de un cofre de madera incrustado con oro. Parecía como si alguien lo hubiera escondido ahí por miedo o algo así.
—¿Dónde está ahora?
—No lo sé. Lo último que supe fue que Dimitri lo tenía.
—Necesito que encuentres a Dimitri y me traigas ese libro.
—¿Por qué? No es como si alguien pudiera leerlo.
—Sí, pueden.
—¿Quiénes?
Miró a Joe y deseó poder ver sus ojos, que mantenía ocultos del mundo.
—Un hombre aquí en los Estados Unidos.
— ¿Estás segura?
—Sí. Fue quien me dijo que probablemente había más de ellos por encontrar y fue el quien os sacó de la cárcel. Ahora escucha, mi casa fue allanada y parecía que buscaban algo, chicos, realmente debéis ser cuidadosos y mantenerme informada sobre Harry y Niko.
—Lo haré, Doc.
Cerró el teléfono y miró hacia esos lentes de sol oscuros que, sospechaba, escondían mucho más que el color de sus ojos.
—¿Qué está pasando, Joe?
Frotó el pulgar sobre el labio inferior.
—Encontraste una pieza crucial de la historia y hay facciones que están dispuestas a matar por ello.
No, tenía que ser más que eso. Tenía que serlo.
—Mira, esto no es la Momia. No es como si el diario de una chica adolescente pudiera resucitar a los muertos o algo. Es sólo la historia de su inocua vida. ¿Qué en la tierra podría haber sabido una niña antigua que mereciera matar a alguien?
Se burló de ella.
—¿Me estás haciendo a mí esa pregunta? Las personas se matan las unas a las otras por un par de zapatos o por vestir la misma chaqueta.
Pam asintió.
—Tiene un punto ahí.
—Todavía no lo comprendo. No lo hago.
Joe negó con la cabeza.
—Hay un montón de cosas acerca del mundo, y de la gente en particular, que no entiendo —y considerando el hecho de que era un dios-de-once-mil-años-de-edad, eso casi lo decía todo.
Miró a _____, deseando poder confiar en ella lo suficiente para decirle por qué ese libro era tan importante, pero todo lo que sabía era que la razón por la que no podía ver su futuro era porque terminaría siendo la que lo destruyera a él o al mundo.
Soy el Heraldo. Sólo yo puedo traer el Telikos.
O tal vez no… Su profecía era traerlo. Por enseñarla a traducir su lengua materna,  podía haberlo puesto en movimiento. Si sólo hubiera sabido acerca del segundo diario. Todo parecía tan inofensivo, una manera de enmendar el haber avergonzado a la nieta de un viejo amigo. Ahora parecía ser un desastre.
Sintiéndose de repente enfermo, se sentó en el brazo del sofá. ¿Qué había hecho?
—¿Estás bien? —Le preguntó ______—. Te pusiste muy pálido de repente.
No, no estaba bien. Se sentía enfermo del estómago por el pensamiento de lo que podía haber hecho inadvertidamente. Igual que como con Jerry Gautier. En el calor del enfado, había maldecido a su mejor amigo para matarse a sí mismo. Desafortunadamente, Artemisa había traído a Jerry de entre los muertos y creado una situación asquerosa  para Joe. Ahora su mejor amigo quería matarlo en venganza.
Sé cuidadoso con lo que dices incluso de paso. Tu palabra es ley. La advertencia de su madre sonó en sus oídos y ahora que lo pensaba, había estado desconcertantemente silenciosa durante la semana pasada.
¿Matera? la llamó con su mente.
¿Apóstolos? Estaba agradecido por su rápida respuesta. Por ésta, sabía que no se estaba escondiendo de él por temor a hacerlo enfadar.
¿Qué está pasando con el descubrimiento de la Atlántida?
Nada. Humanos estúpidos. Incluso cuando les digo cómo abrir el sello de mi prisión, no pueden seguir la más simple de las instrucciones. ¿Dónde hay un Atlante cuando lo necesito?
Muertos, por cortesía tuya, Mamá.
Oh, no me lo recuerdes… ¿Necesitas algo, m’gios? Has estado muy callado últimamente.
He estado ocupado y tengo un problema. Alguien ha encontrado uno de los diarios de Ryssa. ¿Sabes dónde está?
Se detuvo antes de contestar, vacilante.
Sí.
¿Y?
No respondió.
¿Matera?
¿Sí?
Su voz sonaba afilada por la impaciencia.
No juegues éste juego conmigo. Necesito saber dónde está. Ahora.
Soy tu madre, no uses ese tono conmigo.
Suavizó su voz antes de hablar de nuevo.
Por favor, Matera, ¿dónde está el diario?
No puedo decirte.
—¡Y un cuerno, Matera, contéstame! —Joe saltó del sofá con ira sólo para darse cuenta de que las tres mujeres lo miraban fijamente con curiosidad.
Pam se aclaró la garganta.
—¿Alguna idea de lo que acaba de decir?
_____ frunció el ceño.
—Um... no realmente.
—Wow —dijo Kim con una risa ligera—, algo Griego que la princesa Griega no puede entender. Estoy impresionada.
Pam arqueó una ceja.
—Deben ser las voces en su cabeza a las que está respondiendo. Sólo espero que no le estén diciendo que nos asesine.
Joe sintió el calor escaldando sus mejillas.
—Ooo —gorjeó Pam—. Que mono. Me encanta la manera en que sus mejillas se colorean de rojo cuando lo avergonzamos.
—También lo hacen cuando está enfadado o sudando—dijo _____, comiendo un trozo de fría pizza.
—¿En serio? —preguntó Pam—. Tengo que decir que eso lo hace incluso más ardiente en mi opinión.
Joe les gruñó.
—Mujeres, por favor, ¿podrían no discutir eso mientras estoy delante?
Pam alzó su otra ceja.
—¿Estás de vuelta con nosotras o todavía estás hablando con la gente en tu cabeza? —buscó en su bolsillo y sacó unos auriculares Bluetooh—. Sabes que te digo… Hijo de Sam. Porqué no te los pones así tendré algo de paz mental y podré pretender al menos que estás al teléfono con alguien más y no recibiendo órdenes de perros o algo.
Joe se rió de su verdad poco entusiasta.
—Está bien, sólo estaba pensando cuantas cosas desastrosas podrían haber pasado si _____ hubiera estado aquí cuando la casa fue allanada.
Las mujeres intercambiaron miradas de duda.
Pam ojeó hacia la puerta.

—Sabes, _____, tiene un punto. Que con los otros siendo atracados…
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Mensaje por issadanger Vie 18 Abr 2014, 11:22 am

mas tarde les subo mas caps
issadanger
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JOSEPH - JOE Y _____ - Página 54 Empty Re: JOSEPH - JOE Y _____

Mensaje por chelis Vie 18 Abr 2014, 12:51 pm

No lo puedo creer!!!.... Otro diario!!!.... Aaaaaaaahhhhh sigueelaaaaa!!!
chelis
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JOSEPH - JOE Y _____ - Página 54 Empty Re: JOSEPH - JOE Y _____

Mensaje por JB&1D2 Vie 18 Abr 2014, 8:44 pm

Siguelaaaaa
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