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JOSEPH - JOE Y _____
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: JOSEPH - JOE Y _____
CAPÍTULO CUATRO
Joe hizo todo lo posible por sacarse a _____ de la mente, pero era imposible. Sencillamente había algo respecto a ella que lo atraía.
Él odiaba eso.
Pero ni la mitad de lo que odiaba el modo en que la había dejado en la estacada como un cobarde el día anterior. Seguía diciéndose que era para bien y aún así, no podía convencerse completamente de ello. Había algo consolador cuando estaba a su alrededor, lo cual, dada su habitual hostilidad hacia él, no tenía sentido en absoluto.
Ahora sentado en el tejado de la casa que estaba ayudando a construir, intentó despejar la cabeza y regresar al trabajo.
Alguien le tocó el pie. Miró hacia arriba para ver a Karl delante de él. Joe se quitó uno de los auriculares.
—¿Sí?
—Visita.
Asumiendo que era uno de sus compañeros en Nueva Orleáns, Joe dejó el martillo y se dirigió hacia la escalera de mano. No fue hasta que había bajado hasta la mitad que vio a _____ esperándolo. Su pelo estaba recogido hacia delante en onduladas coletas. Llevaba puesta una falda beige larga y una chaqueta marrón.
Pero fueron sus grandes ojos marrones lo que se le quedó grabado.
Por mirarlos y no a lo que estaba haciendo, perdió pie y se cayó de golpe de la escalera, directamente al suelo donde aterrizó con el más embarazoso porrazo, y que no ayudó el que la escalera se cayera entonces sobre él, atrayendo todas las miradas hacia su torpe estupidez. El dolor lo golpeó con fuerza en la espalda, cadera y hombro mientras luchaba por conseguir algo de aparente dignidad.
Considerando el modo en que quedó despatarrado, realmente esto no tenía remedio. Suspirando, apartó la escalera de sus piernas.
________ se acercó atropelladamente para arrodillarse a su lado.
—¿Estás bien?
La respuesta hubiera sido sí hasta que ella colocó la mano en su pecho. En esta posición, todo en lo que pudo pensar fue en tirar de ella y tumbarla sobre él y darle uso a su mano para algo mucho más agradable.
—Sí, estoy bien. —Entonces él echó una ojeada hacia las otras personas a su alrededor que lo contemplaban preocupados. Su cara ardió de vergüenza—. Estoy bien, a todos —dijo más alto—: Sólo fue un pequeño resbalón.
Ellos volvieron a trabajar mientras él deseaba volverse invisible. Nunca había hecho una cosa como esta.
—Deberías tener más cuidado —dijo ______ en tono de regaño. ¿Qué le pasó a su respeto hacia él? Obviamente había seguido el mismo camino que su último vestigio de dignidad—. Podrías haberte roto el cuello o con lo grande que eres haber aterrizado sobre alguno de ellos y cargártelo.
De acuerdo... la mujer estaba chiflada.
—¿Qué haces aquí, ______? —Rodó y se levantó, entonces se dio cuenta de que se había hecho algo de verdadero daño en la pierna cuando esta palpitó dolorosamente en protesta al ser usada de nuevo. Hizo todo lo que pudo para no gruñir o cojear.
La sonrisa de ella lo deslumbró.
—He venido para tentarte.
Era demasiado tarde, ya lo había hecho y sabía que ella no quería decirlo en el sentido en que él lo hacía.
—No puedo ser tentado.
—Sí, puedes. Toda persona puede ser tentada.
Pero él no era una persona. Recogió la escalera de mano y la devolvió a su posición original. Entonces se puso a recoger los clavos que se habían caído de su cinturón de herramientas. Cuando emprendió el regreso hacia la escalera, ella se plantó firmemente en su camino.
—______... —gruñó.
—Mira, te seré honesta, No hubo jamás en toda la historia de la humanidad un ser humano nacido más obstinado que yo.
—Sí, aquí lo hay. Yo.
Cuando él se puso en marcha dejándola a un lado, ella corrió hacia la escalera rodeándole y se situó en el primer peldaño. Debería estar cabreado como el infierno y aún así ella estaba tan adorable allí, de pie, con su falda larga y zapatos planos con un brazo trabado alrededor del peldaño por encima de su cabeza que hizo todo lo que pudo por no sonreírle.
—Muy bien, no tienes que traducirlo. Sólo enséñame como hacerlo y te dejaré en paz. Si esto ayuda, aprendo realmente rápido.
Él rechinó los dientes con frustración.
—No me gusta discutir. No me gustan los conflictos. Básicamente me gusta que me dejen en paz para hacer mis cosas y esto no incluye enseñarte a ti nada. Ahora, ¿me permites?
—Por favor... —La expresión de ella era una mezcla de la más ardiente y maravillosa súplica y de la más cruda seducción que él hubiera visto alguna vez—. Seré tu esclava de baklava hasta que muera.
Él frunció el ceño.
—¿Mi qué?
—Esclava de baklava. Hago el mejor que hayas probado jamás y te mantendré surtido de este hasta que seas gordo y viejo.
—No como baklava.
—Eso es porque nunca has comido el mío. A menos que seas alérgico a las nueces, te encantará.
Intentó soltarla a la fuerza de la escalera, pero veraz a sus palabras, ella no iba a moverse. Su cólera se rompió. ¿Cómo podía ser uno de los seres más poderosos en el universo y no ser capaz de quitar de en medio a una simple y pequeña mujer?
Ella hizo que sus ojos se parecieran a los de un cachorrito triste.
—Por favor, Joseph —dijo en griego. Después cambió al inglés—. Tres días y luego nunca tendrás que verme de nuevo. Dime lo que quieres a cambio y lo haré.
Karl se rió cuando los oyó por casualidad.
—¿Por qué no le pides que sea tu esclava sexual? Por eso yo le enseñaría todo lo que ella quisiera.
La mandíbula de ella cayó como si ese fuera el pensamiento más repugnante que hubiera tenido jamás.
—¡Agg!
Aquel único sonido lo puso en guardia.
—¿Agg? —repitió Joe—. No puedes hablar en serio.
—¡Sí, agg! Ni siquiera te conozco realmente y aquí los dos pensáis que sencillamente voy a meterme corriendo en la cama contigo. ¡No gracias! Dios, eres un autentico cerdo arrogante.
¿Cerdo arrogante?
Ella torció su cara con repugnancia y dejó la escalera.
—Muy bien, investigaré sin ti —tembló—. Acostarme con él por una traducción, asqueroso —dijo en voz baja mientras se iba.
Joe dejó colgando el brazo apoyado en la escalera mientras la veía encaminarse hacia su coche. Estaba completamente asombrado.
Ella no quería acostarse con él...
Ella pensaba que acostarse con él era asqueroso.
Todo el mundo pasada la pubertad querían estar en su cama. Todos.
Excepto ______. Un estallido de esperanza le traspasó cuando se dio cuenta de que podría ser una de las personas excepcionalmente raras que eran inmunes a la maldición de su Tía Epithymia. Incluso las mujeres que no encontraban atractivos a los hombres lo miraban.
Hasta ahora, y a lo largo de la historia, los que habían sido inmunes siempre fueron hombres... o mujeres que eran ciegas.
Encontrar una hembra humana que no lo deseara...
Podría comportarse de manera normal en torno a ella. Bajar la guardia y no tener que estar preocupado porque fuera a empezar a echarle mano a la entrepierna. La novedad de esto únicamente logró que ansiara estar a su alrededor.
Antes de que pudiera frenarse, fue hacia el coche de ella y la hizo detenerse.
—Te enseñaré.
Ella se giró airadamente y le clavó el índice en el pecho.
—No voy a acostarme contigo, amigo.
Le sonrió.
—No te lo estaba pidiendo. Lo juro. Nunca te pediría eso a ti.
Ella se quedó con la boca abierta antes de que se inclinase hacia él con un gruñido ofendido.
—¿Qué? ¿Piensas que acostarte conmigo sería repugnante? ¡Ah eres un gilipollas!
Joe alzó las manos con frustración.
—¿Por qué nunca puedo ganar contigo? Si quiero acostarme contigo soy un cerdo y si no lo hago soy un gilipollas. ¿Qué quieres de mí?
Ella se quedó de pie junto a la puerta abierta de su coche y alzó la mirada hacia él, con aquellos ojos llenos de sentimiento que lo abrasaban hasta las entrañas.
—Quiero que traduzcas el diario y te guardes las manos para ti.
—¿Y a pesar de eso aún tengo atractivo para ti?
Ella soltó una risa diabólica.
—Exactamente. Ahora lo has pillado. —Le dio unas palmaditas en el brazo—. Te veré esta noche a las siete.
No podría esperar, pensó él sarcásticamente. Tal vez debería hacer que Simi viniera con él. Cada vez que estaba cerca de _____, sentía una profunda necesidad de protección. Al menos debería asegurarse de llevar puesto un suspensorio esta noche así ella no podría pillarle desprevenido cuando él no estuviera mirando.
¿Qué tipo de bastardo masoquista era él que seguía implicándose con mujeres que lo aborrecían?
Deberías olvidarte de eso de enseñarle algo.
Sí, pero ella poseía una parte de su pasado y si él no la alejaba de la Atlántida y de Didymos, iba a haber problemas aún más grandes. La fuente primigenia podría requerir de la indulgencia en él, si ella se encontraba con otro de los diarios de Ryssa. Él tenía los que pensaba que eran los más condenatorios. Pero no sabía sobre qué más había escrito su hermana. Tenía que encargarse de _______ y su búsqueda obsesiva.
La última cosa que necesitaba era que los Dark-Hunters averiguaran que su madre era quién había creado a los Daimons contra los que pasaban la eternidad luchando y que estaban siendo dirigidos por un tsoulos que todavía se vendía para protegerlos. Sería desastroso para él.
No, él tenía que ayudarla lo suficiente como para conseguir desviarla de esta búsqueda. Tal vez debería encontrar algo sobre Lemuria y llevarla a ese tema. Después de todo, el pasado de Lemuria no tenía nada que ver con el suyo.
Podrías simplemente matarla.
Esa sería la respuesta de Savitar. Pero Joe no podía hacer esto tampoco. Theo había sepultado ya a la mayor parte de su familia y si había algo que él sabía sobre su viejo amigo era cuánto amaba Theo a su familia.
No, tenía que encontrar otro modo de mover la masa inerte que era la obstinación de _____ antes de que fuera demasiado tarde...
Escila y Caribdis. Como Odiseo, estaba atrapado entre la espada y la pared.
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
CAPITULO CUARTO PARTE DOS
____ lo tenía todo dispuesto perfectamente. Su cuaderno, el diario y una cerveza en hielo para su alto e irritable invitado. Estaba en el sofá, mordisqueando un taco de queso cuando hubo un golpe en la puerta en el preciso instante en que el reloj daba las siete.
Caray... ¿Cómo de puntual podría ser una persona?
Levantándose, fue hacia la puerta y la abrió para encontrarse al señor Gótico todo engalanado con una chaqueta larga de cuero estilo pirata, pantalones negros y un par de botas negras con cráneos verdes de neón pintados en ellas. Su pelo estaba húmedo como si se hubiera bañado recientemente y olía a fresas. Además todavía llevaba aquellas gafas de sol oscuras.
—Pasa —invitó, retrocediendo para dejarle entrar.
Agachó la cabeza para no golpearse con el dintel de la puerta y se dirigió al sillón donde dejó caer su mochila en el suelo y luego se quitó la chaqueta. La puso sobre la mochila y conservó los guantes negros sin dedos en las manos.
Ella miró con el ceño fruncido el tatuaje en su musculoso bíceps que asomaba por debajo de su camiseta negra.
—Pensé que estaba en tu antebrazo.
Él echó un vistazo al tatuaje y se encogió de hombros.
—¿No deberíamos comenzar?
Antes de que ella pudiera cerrar la puerta, el teléfono móvil de él sonó.
Soltó un desganado suspiro antes de abrirlo.
—Aquí Joe. Dime.
Se marchó para abrirle la cerveza y se la dio mientras él escuchaba.
La brindó una sonrisa agradecida mientras cogía la cerveza.
—Uf, no. Sería realmente imprudente. Confía en mí, ella no tiene sentido del humor respecto a nada que sea macho... Bien veré lo que puedo hacer. —Colgó y marcó el teléfono al mismo tiempo que le daba un trago a la cerveza.
—Enseguida estoy contigo —la aseguró, luego se puso a hablar con alguien en el teléfono—. Oye, Urian, te necesito para echarle un ojo a Zoe en Seattle. Está a un paso de ponerse a las malas con Ravyn el cual amenaza con degollarla... No, no voy a poder subir allá durante unos días. —Tomó otro trago—. Gracias. —Colgó y se puso el teléfono en el bolsillo de atrás.
______ le miró con ceño.
—¿Y qué es exactamente lo que haces?
—Soy domador.
—¿Un domador? —preguntó, divertida ante el mero pensamiento de él a caballo con un sombrero vaquero negro adornado con cráneos—. ¿Como un vaquero?
Él soltó una carcajada.
—Sí, sólo me peleo con gente con actitudes viles. Te gustarían ellos. La mayoría son unos auténticos imbéciles.
—Ah, una genuina reunión de mentes entonces.
—Algo así. —Su teléfono sonó de nuevo. Gruñendo, lo sacó y miró el número antes de abrirlo—. No... No tienes que pedirlo, sé lo que quieres. La respuesta es no. Mierda, no, puesto que esto viene de Dominic. —Colgó y luego marcó otro número—. Oye, Alexion. Voy a desviarte algunas llamadas durante la siguiente hora más o menos. No estoy de humor para ocuparme de ellas ahora mismo. —Cerró el teléfono otra vez, luego lo dejó caer en el bolsillo de su chaqueta en el suelo.
Pasándose una mano terriblemente grande por su pelo negro y rojo, se sentó en el sillón y alzó la vista hacia ella.
—Estoy listo cuando tú lo estés.
—¿Estás seguro? Pareces un poquito tenso y no quiero hacer ningún movimiento repentino por si has tomado un montón de cafeína o algo así.
Una esquina de la boca de él se curvó hacia arriba en una encantadora media sonrisa.
—Estoy bien.
______ fue a la mesa de centro y recogió el diario para así poder dárselo.
—¿Cuál es la mejor manera de hacerlo?
Él tomó el diario y con cuidado lo abrió antes de colocarlo en equilibrio sobre el muslo.
—¿Cuánto del antiguo, antiguo griego sabes?
—A nivel muy fluido.
Le habló otra vez y ella lo reconoció como griego, pero no tenía ni idea de lo que estaba diciendo. Era un hermoso galimatías.
Ella frunció el ceño.
—¿Es el mismo dialecto que el del diario?
—No... —dijo él en inglés antes de cambiar de vuelta al griego—: ¿Puedes entender lo que te digo ahora?
—Ese griego lo entendí totalmente.
—Bien —dijo en inglés—. Eres buena con la lengua de la Edad de Hierro. Esto ayudará.
_____ se cruzó de brazos mientras trataba de asimilar el período de tiempo que el diario cubría.
—Entonces el diario es de la Edad de Bronce.
Él se frotó con el pulgar la ceja.
—¿Qué te dijo tu datación?
Sus mejillas se encendieron cuando se vio obligada a admitir el hecho de él la había calado correctamente en Nashville. El troll.
—Básicamente no fue concluyente.
—Ya me lo imagino —masculló él, entonces más alto dijo—: Prepárate. El diario es de la Edad de Piedra. Del período mesolítico para ser preciso.
_______ farfulló incrédula. No había forma de que fuera tan viejo. Ni siquiera ligeramente posible.
—Te estás quedando conmigo.
Él negó con la cabeza despacio.
_______ lo contempló.
—No. Te equivocas. Completa y absolutamente. Sencillamente no es posible. ¿Entiendes lo que estás diciendo?
—Lo entiendo totalmente.
De todos modos se negó a creerlo.
—En aquel entonces no tenían libros. No estaban civilizados. No tenían la escritura... ¡No tenían ni siquiera casas! La gente todavía vivía en cuevas. Apenas tenían el fuego.
Él permaneció completamente estoico bajo su diatriba.
—¿Y cómo sabes tú esto? ¿Acaso viviste durante aquel período?
—Bueno no, pero el registro arqueológico nos dice que la escritura no es tan antigua.
—Y el registro arqueológico es sólo tan sólido como el último hallazgo. —Sostuvo en alto el diario—. Felicidades, doctora Kafieri, verdaderamente lo ampliaste.
Totalmente sorprendida, _____ no pudo hacer nada aparte de contempla el libro en la mano de él.
—Está demasiado bien conservado para ser tan viejo.
Él se encogió de hombros despreocupadamente.
—Esto es lo que hay.
—Sí, pero si es tan viejo, ¿cómo es que conoces la lengua cuando nunca hemos tenido nada de aquel período en forma escrita antes?
—Te lo dije, ésta es básicamente la misma lengua con la que me crié. Viví en una comunidad muy pequeña donde nuestro griego no es el mismo que con el que tú creciste hablando. —Inclinó la cabeza hacia el libro—. Esta es mi lengua.
_____ sacudió la cabeza mientras trataba de entender totalmente la importancia de su descubrimiento. De lo que él le decía. Era tan colosal. Muchísimo más de lo que había esperado alguna vez descubrir.
—¿Entiendes el significado de encontrar un diario así de antiguo?
—Más que tú.
—Nadie va a creérselo jamás. Nadie. —Se reirían de ella, de la profesión si siquiera intentara plantear esto.
Joe tomó otro trago de cerveza.
—Probablemente tengas razón sobre eso. —Porque iba a asegurarse condenadamente bien de ello.
Con sus ojos brillantes, acunó el diario contra sí misma como si fuera un niño precioso.
—Estoy sosteniendo algo que alguien una vez apreció... hace once mil años. Hace once mil años —repitió—. Dios mío, Joe, ¿entiendes lo viejo que es?
Mejor de lo que ella podría imaginarse.
—Este libro podría decirme todo. Lo que comían, como vivían... —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Con este libro, hemos descubierto un mundo que nadie vivo ha vislumbrado alguna vez antes. No puedo creer este descubrimiento. No me extraña que nadie supiera las lenguas o que el equipo no pudiera dar con la fecha correcta. Esto se salía de las fechas, pero nadie lo creyó, así que seguimos con las pruebas una y otra vez. ¡Oh Dios mío! —dijo en voz baja—. Hace once mil años. Imagínate que hermoso debió ser el mundo.
No desde la perspectiva de él. Personalmente, le gustaría ser capaz de purgar la mayor parte de aquellos años de su memoria.
—Estás dejando aceite de tu piel por todas partes del diario. No creo que quieras hacer eso dada su edad.
Ella lo posó inmediatamente.
—Gracias. Tiendo a dejarme llevar a veces. —Se sentó en el suelo, a su lado y capturó su mirada mientras ella sujetaba firmemente los brazos de la silla de él con sus manos—. ¿Qué más puedes decirme sobre él?
De nuevo, más de lo que ella creería en toda su vida. Podría decirle que todas las personas en él existieron y presentarla a dos de ellas que vivían actualmente y respiraban. Esa era la parte más espeluznante de todo. Pero los contenidos de éste eran inocuos. Todo lo que mostraba era como había sido la protegida e ingenua Ryssa de muchacha. Lo preciosa que había sido.
—¿Qué más quieres saber?
Antes de que pudiera contestar, el teléfono de ella sonó con «Bark at the Moon» de Ozzy Osborne.
—Espera de un segundo. Es David.
Joe se recostó en su asiento mientras ella contestaba. Sabes que no deberías haberle dicho lo que era el diario. Pero por otro lado, realmente no tenía importancia. Había sólo un puñado de seres que podrían leerlo y uno de ellos era humano. Además, mejor ojeaba y leía el libro primero él. Ahora sabía que no tenía nada que temer de ello. Pero tenía que mantener a ______ cerca de sí y distraerla de esta búsqueda antes de que ella encontrara un diario que fuera irrefutable.
Esto podría haber suscitado preguntas que no quería contestar.
—¡Es terrible! ¿Está alguien herido?
Joe frunció el ceño ante la tensión en la voz de ______ antes de volver su atención a la llamada.
—De acuerdo, sólo mantenme al tanto. Gracias, cielo. —Sus rasgos estaban pálidos cuando volvió.
—¿Va todo bien?
—No, alguien atacó a un miembro de mi equipo en Grecia ayer.
Joe frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
—Oh fue horrible. Perdimos algo de la investigación y un par de objetos que acababan de ser izados. David dijo que Nikolas trató de detener a los atracadores, pero que no pudo. Se pondrá bien, pero realmente está destrozado por ello. —Sacudió la cabeza—. Te juro que estamos malditos. Cada vez que nos acercamos para subir pedazos grandes del hallazgo, pasa algo malo.
—Tal vez es que los antiguos dioses os están avisando para que les dejéis en paz.
Ella resopló.
—Tal vez, pero no puedo. Mis padres dieron sus vidas para demostrar la existencia de la Atlántida. Mi tío sacrificó su vida y su cordura. Mi prima puede haber abandonado la búsqueda, pero juré sobre las tumbas de mis padres que yo no lo haría. No antes de que la reputación de mi padre sea restaurada. Estoy harta de verle ser el remate del chiste en las fiestas siempre que alguien saca a relucir la Atlántida —lo miró—. Estoy segura de que tú no tienes ni idea de lo que es que se burlen de ti y que te ridiculicen.
—No me conoces lo suficientemente bien como para hacer esa aseveración.
—Lo lamento —dijo quedamente—. Tienes razón. A propósito, ¿quién era la pelirroja?
Su cambio constante de pensamientos lo aturdió.
—¿De qué demonios estás hablando ahora?
—En Nashville, estabas con una hermosa mujer pelirroja que se levantó y se marchó ofendida. ¿Quién era ella?
Maldita sea, ella había estado atenta.
—Una vieja amiga.
—Realmente fuiste un asqueroso con ella. Por cierto ella estaba actuando, di por sentado que vosotros dos estabais enrollados.
Ahora fue su turno para resoplar ante la mera idea.
—Oh puedo garantizarte que no somos pareja. —Esto implicaría que Artemisa admitiera abiertamente que tenía una relación estrecha con él. ¿Y que importaba si tuvieron una hija juntos y la mitad del panteón de ella supiera que durmieron juntos? todavía no se sentía con el valor suficiente para confesar que él era algo más que su favorito platónico.
—A pesar de eso eres importante para ella —le reprendió ______.
Él tuvo que sepultar la ira que sintió ante su condena en cuanto que ella no tenía ni idea de cuanta mierda había soportado de Artemisa durante siglos, incluyendo el hecho de que había guardado el nacimiento de su hija en secreto para él durante más de once mil años. La diosa tuvo suerte de que no la hubiera matado por aquel pequeño hecho.
—Mira, mi vida privada es privada. Si este es el único tema en el que estás interesada, me marcho.
Ella le palmeó ligeramente la rodilla.
—No estés tan gruñón todo el tiempo.
—Sí bueno, no me gusta hablar de mí y aborrezco las preguntas personales.
—Muy bien. Todo lo que quiero es ese cerebro tuyo durante un ratito. —Ella le pasó un contenedor Rubbermaid poco profundo con baklava.
Joe frunció el ceño.
—¿Qué es esto?
—Ya te conté. Baklava.
—Y en realidad no lo como, pero gracias por la intención. —Se lo devolvió.
—Tú te lo pierdes. —Cogió un triángulo antes de llevarlo de vuelta a la mesa—. Ahora enséñame como leer esto.
Joe abrió el diario nuevamente.
—Hay unos caracteres adicionales y diptongos que no existen en el griego clásico al que tú estás acostumbrada. Las terminaciones y las conjugaciones son también diferentes.
Ella asintió con la cabeza, luego señaló una palabra.
—Adelphianosis. ¿Esto es «hermano»?
Se quedó impresionado por lo rápidamente que ella identificó la lengua desconocida.
—Sí.
Ella frunció el ceño.
—Así pues si estoy leyendo correctamente, esto dice que su hermano... —Ella señaló la palabra anterior—. ¿Nick?
—Sí.
Sacudió la cabeza confusa.
—¿Por qué le llaman Nick? Este era un nombre femenino de diosa.
Él siempre pensó que era una extraña elección para el nombre de su hermano también, pero ¿qué demonios? Nadie le había preguntado y los padres de Ryssa nunca habían estado en sus cabales.
—¿Y cuántos hombres se llaman Artemis?
—Buen argumento. Sólo es que me parece extraño.
—Bien por eso tiene una K al final. Para diferenciar la forma masculina de la femenina.
—Ah, eso tiene sentido. —Ella volvió su mirada al libro en el regazo de él y sintió una sensación extraña de encogimiento en el estómago. Como un puñetazo sólo que fue más sexual que eso y lo tomó completamente desprevenido.
Él no reaccionaba ante las personas de esta manera.
No obstante, tuvo esta súbita compulsión de inclinarse hacia adelante y simplemente aspirar su olor. Tocar su mejilla y ver si era realmente tan suave como parecía. O todavía mejor, tomar su mano y presionarla contra el repentino bulto en sus pantalones que clamaba por el cuerpo de ella. Su pene se tensó ante el mero pensamiento de ella desabrochándole los pantalones y tocándolo.
Inconsciente de su inesperado talante, ella arrastró el dedo bajando por la página, tratando de descifrar las palabras escritas por Ryssa con esmero.
—Entonces, ¿ella está contando sobre una pelea con su hermano?
Le llevó unos tres segundos completos que aquellas palabras se antepusieran al deseo que tenía de besarla.
—Uh... sí. Su hermano estaba enfadado porque ella planeaba visitar a su tía en Atenas y no quería que su hermano la acompañara porque era molesto viajar con él.
_____ alzó la mirada cuando oyó la profundidad de la voz de Joe. No podía decir hacia donde estaba mirando él puesto que todavía llevaba puestas aquellas oscuras gafas de sol.
—¿Puedes ver bien?
—Muy bien.
—¿Por qué no te quitas las gafas de sol?
—Veo mejor con ellas puestas.
—Oh. —Ella alargó la palabra cuando tuvo una repentina percepción.
—Eres uno de esos, ¿verdad?
—¿Esos qué?
—Un tipo vanidoso que necesita gafas, pero como no quieres que nadie lo sepa y no puedes ponerte lentillas, entonces en lugar de eso llevas gafas de sol graduadas. —Ella puso los ojos en blanco—. He tenido unos cuantos como tú en mis clases. Realmente, nadie pensará menos de tu virilidad por necesitar gafas, eso solamente hace que te conviertas en un cretino. —Se señaló las suyas dando un toque con una uña en las gafas—. Mírame. Prefiero ser capaz de ver a ser vanidosa en esto.
Joe escondió una sonrisa ante su última conclusión errónea sobre él. Sin comentar nada, estiró la mano para coger la cerveza y tomó un trago mientras ella volvía al diario.
Se sentaron allí durante más de dos horas mientras ella aprendía su lengua natal. Era tan extraño oír a alguien más hablándola después de todo ese tiempo que no pudo evitar sentirse caldeado por ello. Hubo incluso una parte suya que se puso nostálgica por el sonido. Este era un sentimiento que no lograba a menudo, ya que allí había tenido una menos que deseable existencia, pero por otro lado, el hogar era el hogar.
Incluso uno malo.
Y francamente, le gustó tener esta conexión con alguien. Él había estado solo durante tanto tiempo. Se había aleccionado para no confiar en nadie. A pesar de eso, se encontró queriendo confiar en ella y sin saber por qué. Quizá era por la feroz lealtad de ella. Él deseaba ardientemente que alguien fuera así de leal con él. Si tan sólo ellos...
—Lo que quieres decir es que el diario no estaba allí —indagó Costas Venduras mientras entornaba una mirada penetrante hacia su secuaz. Como miembros de la sociedad Atlantikoinonia (una sociedad fundada para servir a la diosa Artemisa) era su deber sagrado proteger cualquier cosa relativa a la Atlántida.
George tragó nerviosamente antes de contestar:
—Cogimos todos los objetos que el hombre tenía con él, pero el diario no estaba entre ellos.
—Sabes lo que nos dijo el oráculo. La Atlántida nunca puede ser revelada. Usa todos los medios que sean necesarios para asegurar que todos los objetos son devueltos al mar o destruidos.
George asintió con la cabeza.
—Sí, señor. Tal como la diosa desea, será hecho —comenzó a marcharse, entonces vaciló—. A propósito, creemos que la joven profesora podría tener el diario con ella en Nueva Orleáns.
Costas sintió que su estado de ánimo se elevaba ante la mera mención de aquella pequeña entrometida insignificante, la cual había sido una fuente de exasperación para él durante más de una década.
—Entonces envía un equipo para recuperarlo. De hecho, nuestra pequeña profesora se ha convertido en un estorbo excesivo para nosotros y nuestra causa. Estoy harto de los enfrentamientos con ella. Comunica a los demás un CDI para la doctora Kafieri.
—Cese De Inmediato. Sí, señor. Será hecho.
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
Aaaahhh salió urianm!!!!!......
Aaaaaaaahhhhh están saliendo todos mis cazadores!!!!!!.... y hasta jarra saldrá????.....
y creo que la rayis es su alma gemela!!!!!..... Y maldita bruja-vaca de Artemisa esta metiéndose con ella!!!!....
Sigueeeeee porfiiisssss!!!!....
Aaaaaaaahhhhh están saliendo todos mis cazadores!!!!!!.... y hasta jarra saldrá????.....
y creo que la rayis es su alma gemela!!!!!..... Y maldita bruja-vaca de Artemisa esta metiéndose con ella!!!!....
Sigueeeeee porfiiisssss!!!!....
chelis
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