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Dramma Queen [Harry Styles]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Dramma Queen [Harry Styles]
Nombre: Dramma Queen [Reina del Drama]
Adaptación: Si
Género: General
Advertencias: Ninguna (:
Summary
La historia narra la vida de tres personajes principales, en primera instancia está Harry, el príncipe heredero del trono de Gran Bretaña, el cual es la joya más preciada de la familia; inteligente, astuto, cumplidor, estructurado y respetuoso, y de la otra mano, está su medio hermano Zayn, el cual, es vago, indecoroso y bastante liberal.
A esta historia se suma Emma, la cual es una estudiante universitaria, proveniente de una familia de clase media, que de un día para el otro, descubre que su abuelo, es el último heredero del trono de Austro-Hungría, por lo tanto, para que ella pueda convertirse en la legítima princesa, y disponer de los bienes del reino, debe desposarse con el heredero a la corona inglesa.
Zayn, viaja al país de origen de Emma, y queda prendido de ella, de su belleza, de su dulzura e ingenuidad, pero el problema radica, en que ella es la futura esposa de su hermano, el cual, la detesta y la toma como un estorbo. Mientras que Emma, ve en Harry a una persona bastante quejosa y molesta, a su vez, también ve su lado afable, dulce y servicial, viendo en él, el príncipe azul de todos los cuentos.
El poder, el amor, las obligaciones reales, y viejos y nuevos amores, serán los que les pondrán piedras en el camino a la nueva pareja real, del imperio más grande que se vio en la historia.
¿La segunda guerra de Malvinas?
El príncipe Harry de Gales, llegó ayer a las Islas por la tarde, y tal parece que Inglaterra no cederá ante la pesión del gobierno argentino. La presidente del país anunció, en una conferencia de prensa, que Argentina va a denunciar al Reino Unido ante la ONU.
El país europeo, contestó...
— ¡¿Qué significa esto?!
—Su majestad...
—Quiero una explicación ahora mismo. Usted, me había dicho que el venir a las islas iba a solucionar, o que al menos, iba a aminorar las disputas del país para con la familia real.
—El que usted, majestad, esté acá, dio el efecto contrario.
— ¿Eso es lo único que va a decir primer ministro?
—Su alteza, entiendo que esté disgustado. Pero antes de que tome represalia para con mi persona, escuche lo que tengo que decir.
—Continúe.
—La reina fue la que ordenó que el príncipe heredero arribara a las Islas.
— ¿Y su señoría no esperaba este final tan desastrozo?
—Disculpe. —musitó, girándose y y dirigiendo la mirada hacia atrás. —Señorita Tess. ¿Podría comunicarme con la Reina?
—Si, príncipe. —contestó la joven con una reverencia, para luego de cinco minutos entregarle el teléfono.
—Buenos días, su Señoría Real. Paso a informarle que la respuesta del pueblo argentino para con mi llegada fue todo lo contrario a lo que esperábamos.
—Ya lo suponía, príncipe Harry. Pero, no te preocupes tanto.
—Pero, su majestad. Con todo respero pero... ¿Qué planea hacer?
—El viernes vuelve como si absolutamente nada sucediera, al palacio.
—De acuerdo, Reina.
—Hasta luego príncipe.
Luego de aquella conversación, la reunión continuó sin más percances, como si el incidente de la respuesta opositoria del país contrario no fuera negativa. Al finalizar la reunión, el príncipe se dirigió a la estancia real, donde se puso a descansar luego de tan cansador día.
Cruzando el Mar Argentino, en la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el Tigre, frente al Delta, se encontraba una muchacha de cabellera castaña oscura, con bucles bien definidos, y una silueta fina y grácil, se encontraba limpiando las mesas de una cafetería frente al río.
—Emma. ¿Terminaste de lavar la vajilla?
—Así es, señora Lopez.
—Entonces, linda. Ya puedes irte, Miranda va a llegar en unos minutos.
—De acuerdo, señora. Hasta mañana.
—Hasta mañana, Emma. —contestó la mujer, mientras la chica, salía del lugar y se subía a la bicicleta, mientras conducía hasta una pequeña casa, frente al río, con una fachada de piedra, y una escalera larga decorada con piedritas blancas, a unos tres metros del suelo.
—Emma. Por fin llegas.
—Hola, má.
— ¿Por qué tan tarde?
—Es que... La empleada de turno tarde no pudo venir porque tenía un parcial, y me quedé haciendo horas extra.
—Ay, Emma..
—No te preocupes, má.
— ¿Comiste?
—No, ahora me hago un sanwich o algo así.
—De acuerdo, cariño. Vete a dormir temprano.
—Si, no te preocupes.
— ¿Mañana empiezas las clases?
—Así es, estoy un poco neviosa.
—Te va a ir genial. Suerte, linda. —contestó la mujer, besando su mejilla, y con el camisón puesto, se fue a dormir. Emma, a paso cansado, pero con una sonrisa pintada en su rostro, fue a comer algo liviano y a beber un poco de gaseosa. Después, se fue a su cuarto, en donde, cuando finalizó su humilde cena, se fue a dormir, con el ruido suave del río en sus oídos.
—Buenos días alumnos, mi nombre es el profesor Matéo González. Conmigo van a ver la introducción a la Arqueología. Comencemos... ¿Qué es la arqueología en primera instancia? La arqueología es...
Y así la clase de dos horas continuó sin más, del plan de licenciatura en Historia, donde era Emma, una alumna nueva. La muchacha, con una sonrisa salió del salón cuando la clase finalizó para dirigirse al salón de Historia Antigua de Oriente.
— ¿Qué quiere hacer Su Señoría?
— ¿Sabes que Austria está planeando la restauración de la Familia Rea?
— ¿Qué? ¿Restaurarla?
—Así es...
—Pero hace casi docientos años que se abolió la realeza.
—Lo sé, príncipe... Pero esta restauración nos va a ser más que útil.
— ¿Por qué, Señora?
—Príncipe... La familia Real austríaca quedó, luego de la primera guerra mundial, con solo dos herederos.
— ¿Entonces?
—El primer heredero varón de la familia real emigró de Austria, el cual, tiene una nieta. La única heredera al trono.
— ¿A dónde está ella ahora?
—Esa es la mejor parte, príncipe. Ella se encuentra en Argentina.
— ¿Disculpe?
—Así es, el primer heredero real tuvo tres hijos, y la mayor de ellos, tiene una hija de diesiocho años, soltera, y de nacionalidad argentina. La princesa de Austria.
—La princesa de Austria, ni siquiera nació en Austria, y ¿Es una princesa?
—Por supuesto, su familia real la abala.
—Abuela, ¿a qué quieres llegar con todo esto?
—Sería un convenio muy provechoso, el unirnos con un país tan desarrollado como ese. Unir las dos naciones, y ayudarnos entre nosotros.
—Continúe, por favor. —dijo el príncipe, volviendo a su normal seriedad.
—Príncipe, ¿no lo comprende? Si usted se casara con la princesa, podríamos obtener una alianza con Austria, y a su vez con Argentina. Y los problemas actuales con las Islas Falkland quedarían resueltos, sin contar una alianza con un pueblo real.
— ¿Casarme?
—Entiendo que es una desición muy importante, príncipe. Pero cuanto antes usted tome esta desición, será lo mejor.
— Y como va a hacer usted que ella acepte ese compromiso.
—Si quiere ser princesa, y disponer de todos los beneficios que va a traer para si, la fortuna real, el Estado de Austro-Hungría, el presidente del país, la va a... Persuadir, para que tome esa desición.
— Eso sería obligarla.
—No tan así, príncipe.
—Reina, la princesa austríaca, no es una princesa más allá del nombre. Ella no fue educada como una monarca, si no, como una plebeya.
—Entiendo eso, pero... Ella podría aprender las costumbres y los modales. Lo que necesitamos es que ella acepte este casamiento, o... A su familia real.
— ¿Ella sabe que es una princesa?
—No, Su Majestad. Y es por eso, que necesitamos que usted se presente ante ella y su familia, y le explique la situación actual.
— ¿Usted, señora, no va a acompañarme?
—Es algo que tu debes resolver, Harry. —contestó con mayor dulzura, la mujer.
*********************************************************************************
—Príncipe Harry. ¿Qué lo trae por aquí?
—El príncipe Zayn de Edimburgo no aparece por ningún lado.
— ¿Zayn? ¿Cómo que no aparece?
—No lo sé, señora. Él príncipe desapareció ayer por la mañana y nadie lo ha visto desde entonces, solo paso a reportárselo y a informarle que los empleados reales lo están bucando por todos lados.
—Ese muchacho... ¿Dónde estará?
—Con permiso, Su Majestad. —musitó un hombre rechoncho vestido de traje, y colocándose a unos cuantos pasos de la reina. —Hemos encontrado al Príncipe Zayn.
— ¿Y dónde está?
—Su majestad se encuentra en Buenos Aires, Argentina.
Adaptación: Si
Género: General
Advertencias: Ninguna (:
Summary
La historia narra la vida de tres personajes principales, en primera instancia está Harry, el príncipe heredero del trono de Gran Bretaña, el cual es la joya más preciada de la familia; inteligente, astuto, cumplidor, estructurado y respetuoso, y de la otra mano, está su medio hermano Zayn, el cual, es vago, indecoroso y bastante liberal.
A esta historia se suma Emma, la cual es una estudiante universitaria, proveniente de una familia de clase media, que de un día para el otro, descubre que su abuelo, es el último heredero del trono de Austro-Hungría, por lo tanto, para que ella pueda convertirse en la legítima princesa, y disponer de los bienes del reino, debe desposarse con el heredero a la corona inglesa.
Zayn, viaja al país de origen de Emma, y queda prendido de ella, de su belleza, de su dulzura e ingenuidad, pero el problema radica, en que ella es la futura esposa de su hermano, el cual, la detesta y la toma como un estorbo. Mientras que Emma, ve en Harry a una persona bastante quejosa y molesta, a su vez, también ve su lado afable, dulce y servicial, viendo en él, el príncipe azul de todos los cuentos.
El poder, el amor, las obligaciones reales, y viejos y nuevos amores, serán los que les pondrán piedras en el camino a la nueva pareja real, del imperio más grande que se vio en la historia.
Capítulo 1
¿La segunda guerra de Malvinas?
El príncipe Harry de Gales, llegó ayer a las Islas por la tarde, y tal parece que Inglaterra no cederá ante la pesión del gobierno argentino. La presidente del país anunció, en una conferencia de prensa, que Argentina va a denunciar al Reino Unido ante la ONU.
El país europeo, contestó...
— ¡¿Qué significa esto?!
—Su majestad...
—Quiero una explicación ahora mismo. Usted, me había dicho que el venir a las islas iba a solucionar, o que al menos, iba a aminorar las disputas del país para con la familia real.
—El que usted, majestad, esté acá, dio el efecto contrario.
— ¿Eso es lo único que va a decir primer ministro?
—Su alteza, entiendo que esté disgustado. Pero antes de que tome represalia para con mi persona, escuche lo que tengo que decir.
—Continúe.
—La reina fue la que ordenó que el príncipe heredero arribara a las Islas.
— ¿Y su señoría no esperaba este final tan desastrozo?
—Disculpe. —musitó, girándose y y dirigiendo la mirada hacia atrás. —Señorita Tess. ¿Podría comunicarme con la Reina?
—Si, príncipe. —contestó la joven con una reverencia, para luego de cinco minutos entregarle el teléfono.
—Buenos días, su Señoría Real. Paso a informarle que la respuesta del pueblo argentino para con mi llegada fue todo lo contrario a lo que esperábamos.
—Ya lo suponía, príncipe Harry. Pero, no te preocupes tanto.
—Pero, su majestad. Con todo respero pero... ¿Qué planea hacer?
—El viernes vuelve como si absolutamente nada sucediera, al palacio.
—De acuerdo, Reina.
—Hasta luego príncipe.
Luego de aquella conversación, la reunión continuó sin más percances, como si el incidente de la respuesta opositoria del país contrario no fuera negativa. Al finalizar la reunión, el príncipe se dirigió a la estancia real, donde se puso a descansar luego de tan cansador día.
Cruzando el Mar Argentino, en la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el Tigre, frente al Delta, se encontraba una muchacha de cabellera castaña oscura, con bucles bien definidos, y una silueta fina y grácil, se encontraba limpiando las mesas de una cafetería frente al río.
—Emma. ¿Terminaste de lavar la vajilla?
—Así es, señora Lopez.
—Entonces, linda. Ya puedes irte, Miranda va a llegar en unos minutos.
—De acuerdo, señora. Hasta mañana.
—Hasta mañana, Emma. —contestó la mujer, mientras la chica, salía del lugar y se subía a la bicicleta, mientras conducía hasta una pequeña casa, frente al río, con una fachada de piedra, y una escalera larga decorada con piedritas blancas, a unos tres metros del suelo.
—Emma. Por fin llegas.
—Hola, má.
— ¿Por qué tan tarde?
—Es que... La empleada de turno tarde no pudo venir porque tenía un parcial, y me quedé haciendo horas extra.
—Ay, Emma..
—No te preocupes, má.
— ¿Comiste?
—No, ahora me hago un sanwich o algo así.
—De acuerdo, cariño. Vete a dormir temprano.
—Si, no te preocupes.
— ¿Mañana empiezas las clases?
—Así es, estoy un poco neviosa.
—Te va a ir genial. Suerte, linda. —contestó la mujer, besando su mejilla, y con el camisón puesto, se fue a dormir. Emma, a paso cansado, pero con una sonrisa pintada en su rostro, fue a comer algo liviano y a beber un poco de gaseosa. Después, se fue a su cuarto, en donde, cuando finalizó su humilde cena, se fue a dormir, con el ruido suave del río en sus oídos.
—Buenos días alumnos, mi nombre es el profesor Matéo González. Conmigo van a ver la introducción a la Arqueología. Comencemos... ¿Qué es la arqueología en primera instancia? La arqueología es...
Y así la clase de dos horas continuó sin más, del plan de licenciatura en Historia, donde era Emma, una alumna nueva. La muchacha, con una sonrisa salió del salón cuando la clase finalizó para dirigirse al salón de Historia Antigua de Oriente.
— ¿Qué quiere hacer Su Señoría?
— ¿Sabes que Austria está planeando la restauración de la Familia Rea?
— ¿Qué? ¿Restaurarla?
—Así es...
—Pero hace casi docientos años que se abolió la realeza.
—Lo sé, príncipe... Pero esta restauración nos va a ser más que útil.
— ¿Por qué, Señora?
—Príncipe... La familia Real austríaca quedó, luego de la primera guerra mundial, con solo dos herederos.
— ¿Entonces?
—El primer heredero varón de la familia real emigró de Austria, el cual, tiene una nieta. La única heredera al trono.
— ¿A dónde está ella ahora?
—Esa es la mejor parte, príncipe. Ella se encuentra en Argentina.
— ¿Disculpe?
—Así es, el primer heredero real tuvo tres hijos, y la mayor de ellos, tiene una hija de diesiocho años, soltera, y de nacionalidad argentina. La princesa de Austria.
—La princesa de Austria, ni siquiera nació en Austria, y ¿Es una princesa?
—Por supuesto, su familia real la abala.
—Abuela, ¿a qué quieres llegar con todo esto?
—Sería un convenio muy provechoso, el unirnos con un país tan desarrollado como ese. Unir las dos naciones, y ayudarnos entre nosotros.
—Continúe, por favor. —dijo el príncipe, volviendo a su normal seriedad.
—Príncipe, ¿no lo comprende? Si usted se casara con la princesa, podríamos obtener una alianza con Austria, y a su vez con Argentina. Y los problemas actuales con las Islas Falkland quedarían resueltos, sin contar una alianza con un pueblo real.
— ¿Casarme?
—Entiendo que es una desición muy importante, príncipe. Pero cuanto antes usted tome esta desición, será lo mejor.
— Y como va a hacer usted que ella acepte ese compromiso.
—Si quiere ser princesa, y disponer de todos los beneficios que va a traer para si, la fortuna real, el Estado de Austro-Hungría, el presidente del país, la va a... Persuadir, para que tome esa desición.
— Eso sería obligarla.
—No tan así, príncipe.
—Reina, la princesa austríaca, no es una princesa más allá del nombre. Ella no fue educada como una monarca, si no, como una plebeya.
—Entiendo eso, pero... Ella podría aprender las costumbres y los modales. Lo que necesitamos es que ella acepte este casamiento, o... A su familia real.
— ¿Ella sabe que es una princesa?
—No, Su Majestad. Y es por eso, que necesitamos que usted se presente ante ella y su familia, y le explique la situación actual.
— ¿Usted, señora, no va a acompañarme?
—Es algo que tu debes resolver, Harry. —contestó con mayor dulzura, la mujer.
*********************************************************************************
—Príncipe Harry. ¿Qué lo trae por aquí?
—El príncipe Zayn de Edimburgo no aparece por ningún lado.
— ¿Zayn? ¿Cómo que no aparece?
—No lo sé, señora. Él príncipe desapareció ayer por la mañana y nadie lo ha visto desde entonces, solo paso a reportárselo y a informarle que los empleados reales lo están bucando por todos lados.
—Ese muchacho... ¿Dónde estará?
—Con permiso, Su Majestad. —musitó un hombre rechoncho vestido de traje, y colocándose a unos cuantos pasos de la reina. —Hemos encontrado al Príncipe Zayn.
— ¿Y dónde está?
—Su majestad se encuentra en Buenos Aires, Argentina.
AvrilLove's
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
Capitulo 2
—Emm... ¿Vas a ir a casa de Matías?
—Si, es que íbamos a estudiar juntos para el examen de Historia de Grecia, que tenemos en una semana.
— ¿Te gusta?
—Claro, amo esa clase. La Historia Europea es mi favorita.
—No, tonta. Hablo de que si te gusta Matías.
—Carolina, ¿vamos a hablar nuevamente de esto? Te dije que no, no me gusta para nada. Así que, puedes avanzar tranquilamente.
—Él solo tiene ojos para ti.
—Bueno, lo lamento por él, pero... No. No me gusta ni un poquito, además, con el trabajo y la universidad, no tengo tiempo para una relación.
— ¿Nada de tiempo? El viernes a la noche es el cumpleaños de Giselle.
—Lo sé, y ya me disculpé con ella, pero tengo que ir a trabajar a la cafetería.
—Pareces una esclava, vives allí. —comentó la pelinegra, sentándose en el banco de la plaza, frente a la Universidad Católica Argentina, donde ambas chicas iban a estudiar.
—Es que, la señora López, me paga casi el doble por las horas extra, y de verdad, necesito el dinero.
—Lo entiendo, pero... ¿A qué hora sales?
—A las nueve.
—La fiesta dura hasta la madrugada, Emm.
—Si, pero el sábado tengo que ir a la Iglesia San José, porque van los niños del Delta.
— ¿Niños? ¿Iglesia?
—Es una actividad que realiza la iglesia todos los sábados a la mañana, y necesito estar descansada.
— ¿Caridad? Ah, no.. Tú eres de lo que no hay.
— Cállate, y vamos... La clase del señor Bertelli está por empezar, y odia que llegemos tarde.
—De acuerdo, vamos, princesa de la caridad.
—Deja de burlarte.
— ¿Qué eres? ¿Evita? ¿Lady Di?
—Déjame en paz, Carolina. —comentó la muchacha, golpéandola levemente en el hombro, mientras ambas, caminaban de vuelta a la facultad.
Luego de que las clases terminaran, como era de costumbre, Emma fue a la cafetería de a unas cuadras de su casa, donde los mismos clientes de siempre estaban, y algunos nuevos, lleno de turistas que hablaban un sin fin de idiomas, y con costumbres completamente diferentes entre sí.
— Buenos Días, bienvenido a El Palacio de las delicias, ¿Qué desea ordenar, señor?
—Buen día, solo quiero un té y una porción de pastel de chocolate.
—De acuerdo, ya mismo se lo traigo. —contestó la muchacha, al muchacho de pelo negro, y la piel bronceada, ya que era lo único que se podía observar de aquel hombre, oculto, tras el menú de la cafetería. Emma fue a pedir lo ordenado por aquel extraño hombre.
—Aquí tiene. —dijo la chica, entregándole la taza de té y la porción de torta que pidió. —Espero y sea de su agrado.
—Muchas gracias, Emma.
— ¿Cómo sabes mi nombre?
—Lo dice allí. —dijo el chico, señalando el cartelito que tenía puesto en su uniforme.
—Oh, verdad. Que tonta. —comentó ella, sonriendo. —de nada. —dijo la chica, y luego se dirigió a la mesa de la punta del local, ya que, una mujer la estaba llamando.
El muchacho de unos dieciocho o diecinueve años, se retiró del establecimiento, sin decir una palabra y dejó el dinero sobre la mesa.
— ¿Se fue sin pagar? —preguntó Emma, mientras el chico, desaparecía ante su vista. La chica se acercó a la mesa de aquel muchacho.
—Fifty pounds of England... ¡¿Cincuenta?! —anunció con una sonrisa en el rostro. — ¿Eso cuanto sería? —se preguntó así misma, tomó su celular y buscó en internet — Eso sería... ¡Trecientos sesenta pesos!
— ¿Qué pasó? —preguntó la señora López, mirando a Emma.
—Un chico dejó una propina de más de trecientos pesos.
—Vaya... Le gustaste mucho, Emma.
—Claro que no, señora. —musitó la chica, riéndo y haciendo reír a la mujer de pelo blanco.
—Príncipe Harry, el príncipe Zayn no aparece.
— ¿Cómo que no aparece?
—No, señor... El príncipe fue visto por última vez ayer por la mañana, muy temprano. Y ya son las nueve de la noche, y su real majestad no aparece.
— ¿Cómo es que no aparece, Milfroyd?
—Lo siento, Su Real Majestad.
—Búscalo, has que lo busquen y encuéntrenlo. —dijo Harry, dándole vuelta y llendo hacia la estancia de la Reina Elizabeth.
—Su señoría. —dijo el muchacho, haciéndo una reverencia ante la mujer.
—Príncipe Harry. ¿Qué lo trae por aquí?
—El príncipe Zayn de Edimburgo no aparece por ningún lado.
— ¿Zayn? ¿Cómo que no aparece?
—No lo sé, señora. Él príncipe desapareció ayer por la mañana y nadie lo ha visto desde entonces, solo paso a reportárselo y a informarle que los empleados reales lo están bucando por todos lados.
—Ese muchacho... ¿Dónde estará?
—Con permiso, Su Majestad. —musitó un hombre rechoncho vestido de traje, y colocándose a unos cuantos pasos de la reina. —Hemos encontrado al Príncipe Zayn.
— ¿Y dónde está?
—Su majestad se encuentra en Buenos Aires, Argentina.
— ¿Argentina? ¿Qué hace allí el príncipe?
—No lo sé, Su Señoría.
—Harry, ya que tu tienes que ir de todos modos, ¿no sería útil que vayas a buscar a tu hermano?
—Con todo respeto, Señora. El príncipe Zayn podría volver solo y yo, necesito arreglar unos asuntos aquí. El presidente Heinz Fischer ha venido a Londres solamente para hablar conmigo, y debo encontrarme mañana por la mañana con él.
—De acuerdo, Harry. Entonces cuando termines esa reunión, puedes ir a buscar a tu hermano.
—Si es su mero deseo, Gran Reina, lo voy a hacer. Pero... no está en mis planes ni en mis deseos ir en busca del joven príncipe.
—De acuerdo, Alteza. —dijo la reina, con una mueca de dolor en su rostro. —Puedes retirarte.
—Con permiso, Señora. —contestó el joven, mientras se retiraba de la estancia de la mujer, y se dirigía a su habitación, en compañía del señor Milfroyd.
— ¿Qué hace allí?
—No lo sé, príncipe.
— ¿Qué está planeando Zayn? —preguntó, más para él mismo que para Milfroyd, sentándose en un sillón frente a un gran ventanal.
AvrilLove's
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
¡NUEVA LECTORA!
Dios, me intriga este tipo de novelas y me encantan aksjakjs.
Síguela pronto <3
Dios, me intriga este tipo de novelas y me encantan aksjakjs.
Síguela pronto <3
Dilingdingdong
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
Capitulo 3
—Buenos días, sabes donde queda la clase de Historia de la política contemporánea.
—Lo siento, no tengo idea. ¿De qué carrera eres?
—Ciencias políticas.
—Mira, el edificio de ciencias sociales está por allí, es el quinto. Allí te pueden ayudar a encontrar tu clase.
—Muchísimas gracias, y perdón no me presenté. —dijo el chico de cabello oscuro y mirada verde oliva. —Soy Zayn, Zayn... Windsor.
—Un placer, Soy Emma Di Vella.
—El placer es mío, Emma. —contestó, tomando la mano de la chica, y besando esta en el dorso. —Y Emma... ¿A qué carrera asistís?
—Historia.
—Vaya, interesante. ¿Y qué es lo que más te gusta de esa carrera?
—La historia europea, más que nada la Inglesa y Española.
— ¿Inglesa? Es un placer presentarme, My Lady. Soy puramente británico.
—Lo supuse, eso, o estadounidense.
—No me insulte usted de esa manera, señorita. Soy británico.
—Lo siento. —contestó con una sonrisa la chica.
— ¿Y ya estás por entrar a tu clase?
—No, ahora tenemos el descanso de media hora, acabo de salir de la clase de Historia Americana.
— Entonces... ¿Podría invitarte a tomar algo? ¿O a almorzar?
—Bueno, es que...
—Prometo que no soy ni un psicópata, violador, o asesino serial.
—De acuerdo. —dijo riéndo la chica. —A almorzar, porque de verdad tengo hambre. Pero, cada uno se paga lo suyo.
—Vamos entonces, pero... No puedo permitir que una chica pague su propia comida delante de mí.
— Ok. Ok. Tu pagas. —dijo riéndo la chica. —Pero... Yo pago el postre. —musitó la chica, mientras caminaban hacia el la izquierda, donde la zona de restaurantes se encontraba.
— ¿Friday? Es muy... Grasoso. —comentó el chico, riéndo.
—Lo mismo opino, ¿qué tal Restaurant Di Tella?
—Comida italiana... Me agrada. —contestó el muchacho con una sonrisa centellante.
—Entonces... ¿De dónde eres?
—De Londres, vivo allí. Pero... Estoy un período de tiempo por aquí.
— ¿Has venido a estudiar a la UCA teniéndo las mejores universidades del mundo en tu país?
—Bueno, iba a la Universidad de Cambridge, pero... Me di un descanso, es realmente molesto asistir allí.
— ¿Por qué? Es la segunda universidad más antigua de habla inglesa en el mundo.
—Vaya, te gusta de verdad la Historia Inglesa. —dijo el chico, sonriéndo. —Es que, para ser sincero, es molesto que me comparen a cada rato con mi hermano. Él es el príncipe de la perfección, entonces... Me molesta. Y además, que el rector...
—¿El rector? ¿El príncipe?
— ¿Cómo sabes eso?
—Te dije que me gustaba la historia...
—De acuerdo, de acuerdo... Pero, además de que él es muy insoportable. Tengo que aguantarlo todo el tiempo diciéndome lo malo que soy y lo perfecto que es mi hermano, y me agota.
—Te entiendo, a mi me comparan con mi prima que es mucho más grande que yo, tiene veintiocho años, pero igual me comparan. Y, o sea, no tiene lógica.
— ¿Tienes una prima mayor?
—Si, pero en realidad es mi madrina.
—Ah, es mucho más grande que tu. Es estúpido que te comparen.
—Lo sé. —contestó, mordiendo un pedazo de carne y acompañándolo con fideos. —Y tu hermano, ¿es mucho mayor que tú?
—Tiene solo dos años más que yo, pero ya está graduado en Relaciones Internacionales, y va por el segundo año de Economía. Y para mi abuela, él es la perfección en pinta.
— ¿Y tus padres son igual que ella?
—Es que mi padre murió hará unos doce años más o menos, y mi madre vive en Sidney. Y bueno, para ella soy hijo único, así que, yo soy el único hermoso y perfecto. —comentó riéndo, ya que lo dijo con voz femenina.
— ¿Cómo?
—Harry es mi medio hermano en realidad, somos hermanos por vía paterna, pero como nuestro padre y su madre murió, nuestra abuela está acargo nuestro... Vivimos con ella, y para ella, Harry es el orgullo de su vida.
— ¿Y por qué no le demuestras que tú también puedes ser y hacer lo mismo que él?
—Es que... Por ley, ya Harry siempre va a estar por encima mío. Pero, tampoco me preocupa mucho. Aunque, estar alejado de todo y vivir aquí, me agrada.
— ¿Aquí? Si, es lindo. Pero, Londres, es un sueño.
—Si, es hermoso. Pero... Es muy frío. Aquí es más bonito. —comentó el muchacho, con una sonrisa. —Así que Emma... ¿Tienes novio?
— ¿Me vas a invitar a una cita?
—Bueno, a una segunda cita. Ya estamos en una.
—Si, claro... Una cita. —dijo la chica, sonriéndo. —No, no tengo novio, y tampoco planeo tener uno.
— ¿Por qué no?
—Entre el estudio y el trabajo no doy más, y estar con alguien es una responsabilidad, también. Y no me dan las horas del día para ello. —comentó riéndo.
—Te entiendo... O, no... Mejor dicho, no te entiendo. Sólo voy a la universidad, y a veces ni eso hago.
—Eres un vago. —musitó la chica, riéndo.
—Un poquito. —confirmó riéndo.
— ¿Encontraron al príncipe Zayn?
—Se inscribió a la Universidad Católica Argentina, en la carrera de ciencias políticas.
— ¿Está estudiando?
—Ay, que alegría. —comentó la reina, bebiendo un sorbo de té. —Tal vez, no es tan irresponsable como creíamos.
— ¿No lo és? Su majestad, se fue del palacio sin siquiera decir una palabra.
—Tal vez temía que nos negáramos a que se vaya a estudiar al exterior.
— ¿Esa universidad es buena? —preguntó la reina, al empleado.
— Es una de las mejores del país, pero... No se compara con el Balliol Collage, Su Señoría.
—Eso no importa... Lo importante es que siga estudiando. —musitó la reina con una sonrisa.
—Con permiso, Señora. Tengo que ir una junta con Angus Deaton.
— ¿Por qué con el Ministro? ¿Sucedió algo Príncipe Heredero?
—Solo es para hablar sobre la reducción de la tasa de desempleo. Es un tema del que venimos hablando últimamente, y hoy habrá una junta para hablar de las posibles maneras de solucionar este hecho.
—De acuerdo, príncipe. Hasta luego.
—Hasta luego, Reina. —contestó el muchacho, haciendo una reverencia y dirigiéndose hacia su junta con el ministro de economía.
—Estoy tan cansada. Me duelen todos los huesitos.
—Es porque estás todo el día haciendo cosas. Relájate un poco.
—Tengo que trabajar y estudiar, Zayn.
—Emma, ayer te fuiste a la isla a hacer casas a esos niños. ¿Eso es trabajo?
—De acuerdo, eso fue porque necesitaban ayuda y me ofrecí.
—Eres demasiado buenita. —comentó el chico, tirándose contra el cesped, frente al río en la pequeña localidad de Tigre.
—No, no lo soy. —contestó ella, acostándose al lado de ella.
—Vamos, Emma. Claro que eres buena. Si tu no eres buena, estoy en problemas. Porque yo sería demasiado malo. —dijo riéndo, contagiando a la castaña.
— ¿Zayn?
— ¿Si?
— ¿Alguna vez deseaste ser alguien más? —preguntó de sopetón la castaña, mientras miraba fijamente el río.
— ¿Alguien más?
—Claro, no lo sé. Ser tal vez rico, una estrella de cine, un rockero, un empresario... Alguien más.
—Me gustaría ser un rockero. Música y mujeres todo el día. Eso si es vida.
—Eres un depravado. —comentó ella, golpéandolo suvamente en el brazo.
— ¿Y tú? ¿Alguna vez deseaste ser alguien más?
—Uhh... Muchísimas veces.
— ¿Quién?
—Alguien que tenga la vida sencilla, no lo sé. Tal vez no ser asquerosamente rica, o mundialmente famosa, pero si, tener una vida fácil. Que nada me cueste tanto.
—Eso sería lindo... Aunque sigo prefiriendo la del rockero.
—Tu porque quieres estar con chicas.
— ¿Y quién no? —indagó en tono inocente. — ¿Quieres hacer algo?
— ¿Irme a dormir?
—Es sábado. No puedes decirme eso un sábado a la noche.
—Tengo sueño, Zayn.
—Pero eso es totalmente aburrido. —comentó el chico, parándose de donde se encontraba. —Que tal si vamos al cine.
— ¿Al cine?
—Si, ¿qué dices?
— ¿Elijo yo la película?
—De acuerdo, tu la elijes. —contestó con una sonrisa, mientras ella tomaba la mano del pelinegro y se levantaba del pasto. Los dos, fueron en auto hasta el shopping donde dentro de este se encontraba el cine. La muchacha, muy al pesar de Zayn, eligió una película romántica, donde lo meloso y tierno empalagaba hasta más de uno en la sala de cine.
Luego de la tan duradera película, los dos muchachos se fueron hasta la casa de Emma nuevamente, donde el pelinegro la dejó en la puerta con un beso en la mejilla.
—Gracias por traerme, y por la película.
—De nada, Emm. —contestó, soltando el agarre de sus manos. —Te veo el lunes.
—Claro, te veo. —dijo ella, besando nuevamente su mejilla. —Y cuando llegues al hotel mándame un mensaje, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. —respondió, para luego salir del lugar, rumbo a la localidad de Recoleta.
AvrilLove's
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
Capítulo 4
—Hola Em. —musitó el muchacho, desde la cafetería.
—Hola, Zayn. ¿Cómo andas?
—Bien, aquí... Tratando de entender algo de lo que leo, pero... No hay caso.
— La Eurozona. ¿Para qué lees esto? —preguntó la chica, tomando el libro en sus manos.
—Es parte de una tarea, pero... No te procupes. Cúentame, ¿cómo te ha ido el día de hoy?
—Por ahora, está todo tranquilo. Solo qué... Tengo sueño.
—Son apenas las once de la mañana.
—Si, pero me he levantado a las cinco de la mañana.
— ¿A las cinco?
—Si, vivo a una hora y media de aquí, y tengo que entrar a clases a las siete.
—Claro, pero... ¿Por qué no te mudas cerca de aquí?
—Porque mi casa está en Tigre, y mi trabajo también. No tengo dinero para vivir por aquí.
— Pero...
—No te preocupes, voy a estar bien. —dijo la chica, sentándose junto a él.
— ¿Y tú? ¿Dónde estás viviendo?
—En el Hotel Alvear Palace.
— ¿El Alvear Palace?
—Si, ¿por qué?
—Es el Hotel más caro y exclusivo de la ciudad. Es un patrimonio arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires.
—Si, y tiene un teléfono conectado directamente con el chef, que te cocina a cualquier hora. Como las veinticuatro horas del día. —dijo riéndo.
—No me habías dicho que eras un pulócrata.
—Ey, ey... No solo soy lindo. —comentó el chico, riéndo.
—Eres un idota.
— ¿No eras dulce y buena?
— ¿Cúando dije eso, yo?
—No lo sé, así me parecías cuando te conocí. Ahora, me doy cuenta que eres mala, muy mala. —dijo el chico, mientras la castaña, le golpeaba levemente el brazo.
— ¿Haces algo, hoy?
—Tengo que trabajar, hay gente que no es millonaria y lo necesita.
— ¿Y no puedes pedir un día libre?
— ¿Por qué?
—Es que... Te quería invitar a un lugar.
— ¿A dónde?
—Es una sorpresa, así que... Solo dime si.
—Tengo que preguntarle a la señora López.
—Entonces llámala. Vamos. —dijo el muchacho, mientras tomaba el libro de las manos de Emma.
—Eurozona, ¿eh? ¿Ahora eres una persona culta?
—Por supuesto, pregúntame de música, arte, política, economía, sociología, arquitectura, idiomas, historia, filosofía, geografía... Y yo sabré contestarte.
—Ok, chico culto, dime... ¿La capital de Egipto?
— ¿De verdad? Pensé que me ibas a hacer preguntas de verdad complicadas.
—Contesta, entonces.
—El Cairo con 7.786.640 de habitantes.
—Vaya, según wikipedia, tienes razón.
—Haz una más dificil.
— ¿Cúando vivieron los dinosaurios?
—En la era Mezozoica, que empezó hace docientos veinticinco millones de años, y terminó hace sesenta y cinco millones.
— ¿Quién fue el primero que escribió sobre la química moderna?
—Robert Boyle... Británico.
—Ok, a ver si puedes con esta... Di tres compositores de música clásica en el romanticismo.
—Gioacchino Rossini, Alexander Borodin y Piotr Llich Tchaikoski, mi favorito de esa época, ya que compuso el Lago de Los Cisnes.
—De acuerdo, de acuerdo... ¿Eres un genio?
—Claro que no, tontita... Solo, tengo una abuela muy exigente que me hacía estudiar desde que aprendía a hablar, más o menos.
—Así que no eres tonto, si no que, solo Vago.
—Más o menos. —comentó el muchacho. —Ahora, llama a tu jefa.
—De acuerdo. —dijo la chica, mientras tomaba el celular y marcaba a la señora López. —Buenos días señora López, soy Emma.
—Emma, cariño. ¿Cómo estás?
—Bien señora, gracias... Quería preguntarle, si podría tomar hoy mi día libre y el viernes iría a trabajar.
— ¿Es muy necesario?
—Es que, tengo que...
— ¿Vas a salir con el chico del otro día? ¿Zayn, verdad?
—De acuerdo... Si.
—Ay me encanta ese chico, es muy bonito. —musitó la señora. —Tu novio, ¿verdad?
—No, señora López, no es mi novio.
— Pero entonces...—comenzó la mujer, y antes de dejarla terminar, el pelinegro le arrebató el teléfono a la chica y habló él.
—Hola, señora, soy Zayn, el novio de Emma. Le hablo para preguntarle si le dejaría el día de hoy libre, ya que la quiero invitar a una cita a mi novia. ¿La dejaría?
—Si, claro que si, Zayn. Dile a Emma que venga el viernes, no hay problema.
—Muchas gracias, hasta luego.
— ¿Estás loco? ¡¿Por qué le has mentido así a la señora López?
—Le he metido en una parte... Solo la del novio, lo otro, es verdad.
— ¡Zayn!
—No te enojes, no te enojes.
—Claro que me enojo, tarado.
—Vamos, ya empieza la clase.
—Vamos.
—Te espero a la salida... ¿Ok?
—Ok, nos vemos.
— ¿Príncipe Harry?
—Aquí estoy, Señora Jazper.
—Su alteza, el Señor Ministro de Educación, Michele Gove, se encuentra en la sala de juntas.
—Gracias, señora. Dígale que ya voy para allá.
—Si, príncipe heredero. —contestó la mujer, retirándose de la estancia, con una reverencia.
—Milfroyd.
— ¿Si, príncipe?
— Ya pasaron dos meses desde que Zayn se fue, cómo lo está haciendo.
—El jefe del Ejército de Su Majestad. El General Jackson Brighton, mandó a cuatro soldados especializados para la protección del Príncipe Zayn de Edimburgo.
— ¿Cuál de los cuatro es el informante?
—El cabo, George Mitchen. Él me dijo, en voz directa, que el príncipe Zayn está hospedado en la Suite Royal, del Hotel Alvear Palace, en el Barrio de Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires. Asiste en la carrera de Ciencias Políticas y no faltó a una clase. Además...
— ¿Además?
—Se lo ha visto mucho con una muchacha, de la que todavía no sabemos el nombre, pero lo estámos averiguando señor.
—Múestrame. —le pidió el muchacho, ya que el hombre tenía una tableta electrónica donde estaba todo lo que le estaba diciendo, anotado.
—Es ella. —le dijo Milfroyd.
—No lo averigues... Ella es Emma Di Vella, la princesa de Austria primera sucesora al trono.
— ¿Usted cree que es una coicidencia, Su Señoría?
—No lo sé. Viniendo de Zayn, puedo esperar cualquier cosa.
—Cree que el Príncipe de Edimburgo piensa en tomar posición del reino.
—Con su nivel de responsabilidad en cero, lo dudo mucho.
—Príncipe. ¿Sigue pensando en ir a Buenos Aires?
—Pienso en... Lo mejor para Inglaterra. Lo mejor para la Corona.
—Y el casamiento con la princesa, sería lo mejor para la Corona. ¿No, Majestad?
—Eso creo, Milfroyd. Pero... Todavía no estoy seguro, primero tengo que esperar a que ella se vuelva la princesa, porque si no, sería algo sin sentido.
—Por su puesto, Su alteza.
AvrilLove's
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
Capítulo 5
— ¿Dónde vamos?
—Shh... Déja de quejarte.
—Pero dime.
—Primero tenemos que ir al hotel, agarro algo, y luego vamos a donde tenemos que ir.
— ¿Me quieres llevar a tu habitación de hotel?
—Deja de ser tan pervertida, vamos. —musitó el chico, abriendo la puerta del copiloto de su auto deportivo plateado.
—No, yo no... ¡Cállate, Zayn!
—Vamos, vamos... —musitó impaciente el chico.
—Ok, tranquilo. —dijo ella, subiéndose al vehículo.
— ¿Por qué siempre hay tanto tránsito en esta ciudad? —preguntó enojado, delante de un semáforo.
— ¿En Londres no es así?
—Bueno, si... Pero, aquí es peor. —comentó el chico, viendo el gps donde decía las calles con menos tránsito de la ciudad.
— ¿Sabes que estás loco, no?
—No, solo soy un poco...
— ¿Iperactivo?
—Eso, eso me gustó más que loco. —dijo, sonriéndole dulcemente a Emma, la cual rió.
—Llegamos. —musitó el chico, dejándole al Ballet Parking las llaves del auto, el cual al verlo, hizo una reverencia, y sin darle la espalda en ningún momento, se subió al auto del muchacho, y estacionó el vehículo, mientras él y Emma, iban a su habitación.
—Yo te espero aquí.
—Claro que no, ven. Y si quieres llamas al chef... ¿Te conté que te cocina lo que quieres las veinticuatro horas del día? ¡Es fabuloso!
—Si, me has comentado algo de eso. —dijo riéndo la chica, mientras subían por el ascensor hasta el piso donde la habitación de Zayn se encontraba.
— ¡Su señoría! ¡Tengo que hablar con usted!
—Morris, ahora no. Te presento, Emma, él es Morris, mi mayordomo.
—Su señoría, es un placer conocerla. —dijo el hombre, inclinándose en una reverencia.
—Un placer, Señor Morris.
— ¿Tienes lo que te pedí, Morris?
—Si, Su Señoría. Aquí está. —dijo el hombre, entregándole una canasta un tanto grande, con una reverencia.
—Gracias, Morris.
—De nada, Señoría. Pero tengo que hablarle de algo importante...
—Después, Morris. Ahora me voy. Hasta luego. —dijo, tomando del brazo a Emma, y llevándola hasta la puerta. —Espera... ¿Quieres beber algo antes de irnos?
—No, no. Gracias.
—Entonces, nos vamos. Caminá, caminá. —musitó el chico, haciendo bajar por el asensor a la castaña.
— ¿La Suite Royal? ¿Quién eres?
— ¿Qué?
—Amo la historia, ¿recurdas? Y este Hotel es un Patrimonio Arquitectónico e Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Y no solo es carísimo, si no que es muy difícil conceguir una habitación allí, y más la Suite Royal. Es la más exclusiva de todas.
—Bueno yo...
—Seme sincero... ¿Quién eres, Zayn?
—Si caminas y llegamos donde quiero llegar. Te cuento todo.
—Zayn...
—Por favor, por favor, Emmita. —musitó el chico, colocando su labio superior debajo del inferior.
—Deja de hacer eso, vamos. Camina. —dijo la chica, sonriendo.
—Vamos, Emu.
Luego de aquello fueron hacia el aparcamiento, donde el chico, abriéndole la puerta a la joven, se dirigieron hacia el barrio de Palermo, escuchando The Beatles, en el viaje.
—Dime... ¿Por qué estamos en Palermo? Y... ¿Qué es esto? —preguntó la chica, tratando de abrir la canasta, pero el pelinegro golpeó su mano levemente provocando un ruido estrepiotoso.
— ¡Ey! ¡Me dolió!
—Entonces, no toques las cosas que no son tuyas.
—Dime, ¿qué hacemos en Palermo?
—Shh... Ya casi llegamos.—Musitó el chico, girándo en la Av. Figueroa Alcorta.
— ¿El Jardín Japones?
—Es lindo para un pik-nik.
— ¿Por eso la canasta?
—Si, lo he visto en una película. Hasta conceguí un mantel acuadrillé blanco y rojo.
— Eres increible. —dijo la chica, riéndo, mientras los dos se encaminaban al interior del jardín y Zayn pagaba la entrada de ambos.
— Aquí, cerca de la laguna. ¡Mira cuantos peces!
—Toma. —susurró el chico, entregándole un paquete de alimento para peces que había comprado en la entrada. Ambos, le dieron de comer a los peces, los cuales, tenían sus bocas abiertas, todos amontonados, en la orilla de la laguna. Luego, con el mantel que anteriormente el chico había mencionado, se sentaron en él, mientras comían un sandwich de jamón y queso.
— ¿Me vas a responder lo que te pregunté antes?
—Es que, es un poco complicadito.
— ¿Complicadito? ¿En qué sentido?
—En todo sentido.
—Te escucho.
— ¿Empiezo?
— ¡Si! ¡Habla, Zayn!
—Mi abuela tiene el cuarenta porciento de la BBC.
— ¿Qué?
—Tu lo has dicho, soy un pulócrata.
—Vaya... Es la productora más antigua del mundo.
— ¿Hasta eso sabes?
—Claro... Pero, ¿por qué no me lo quisite decir antes?
—Es que... No lo sé, me asustaba como ibas a reaccionar.
—Sabes que soy tu amiga porque eres Zayn, el chico super inteligente y vago, ¿no?
—Lo sé, y por eso eres mi única amiga aquí en Buenos Aires.
—Me alegro mucho, tontito.
— ¿Vamos a la tienda de recurdos?
—Te gusta gastar dinero, ¿no?
—Si, es un hobby. —comentó riendo, dándole la mano a Emma para que se levantase.
— Tenemos que juntar esto.
—Cuando volvamos.
—Tal vez ya no esté más.
— ¿Nos van a robar la canasta?
—No lo sé, podría ser...
—Bueno, juntémoslo primero. —se resignó el chico, mientras, con la ayuda de la castaña, juntaron absolutamente todo. Luego de eso, fueron a la tienda de regalos.
— ¿Qué es esto? ¡Qué bonito!
—Es un kimono, este es para mujeres casadas, y este para solteras. Toma. —le entegó uno de color rojo, con detalles en dorado. — ¿Te entra?
—Si, es mi talla, pero... ¿Para qué lo voy a usar? Además... Sale casi la mitad de mi sueldo.
—Dame. —dijo el chico, arrevatándole la prenda de las manos, y llevándolo a la caja registradora.
—Quiero esto. —dijo el chico, colocando la prenda sobre el mostrador. —También esto, esto y... Esto. —musitó, depositando unos palillos para peinar, un kit de maquillaje clásico japonés y un abanico.
— ¿Algo más, señor?
— ¿Qué se debe usar en los pies?
—Los Zori, son los zapatos tradicionales.
— ¿Cuánto calsas?
—Deja de comprar cosas... No quiero nada de eso.
—La señorita sería un número cuatro.
—De acuerdo, esos quiero que convinen con el kimono.
—Si, señor. —asintió la mujer de asendencia japonesa, cobrándole las cosas a Charles. —Son quinientos ochenta y tres pesos, Señor.
—De acuerdo, tome. —le dijo, entregándole cuatro billetes de cien.
— ¿Te das cuenta todo el dinero que has gastado? ¿Estás loco?
—Gracias, Señor.
—A usted, señorita. —contestó el chico, saliendo de la tienda, y dejando a Emma, parada allí, la chica, siguió al británico el cual, se encontraba en un puentecito viendo a los peces. —Toma.
— ¿Por qué has gastado todo ese dinero en esto?
—Porque era lindo... Algún día te voy a ver vestida de Mulán.
—Claro... Si Mulán fuera japonesa, lo haría.
— ¿Mulán no es japonesa?
— ¿Sabes compositores de música clásica de la época del romanticismo y no sabes de dónde es Mulán?
—Soy más de la economía y política de los países, que de su mera cultura.
—Mulán es China.
— ¿Hay parques Chinos en Argentina?
—Existe el Barrio Chino en Barrancas de Belgrano.
—Ok, la próxima salida, es allí. Y.. ¿Hay barrios coreanos?
— ¿Quieres vestirme si o si de asiática?
—Quedarías linda. —comentó el chico, sonriéndo, y haciendo que Emma se ruborizara.
—Ya, cállate.
—Te pones nerviosa... Te pones nerviosa. —musitaba cantando el chico.
— ¡Basta! ¡Déjame tranquila Zayn!
—De acuerdo, entonces... ¿Vamos?
— ¿A dónde?
—A llevarte a tu casa, recorriendo el jardín y todo perdimos mucho tiempo, se está por hacer de noche, y debo llevarte a casa.
—Yo puedo ir solita.
—Claro que no... Yo te llevo.
—Ok... Vamos.
— ¿Está todo arreglaldo?
—Así es, Su Majestad.
—Entonces, encárgate del Primer Ministro. —le ordenó al señor Ocondor.
—Si, Majestad.
—Príncipe Heredero, el avión está listo. Ya podemos arribarlo. —musitó Milfroyd.
—De acuerdo, avísale a la Reina que fui a buscar a el Príncipe Zayn.
—Si, Alteza.
AvrilLove's
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
OH MAI GAH SHICA
Osea ¡Amo tanto tu novela....!
Al principio estaba como: WTF?
Y luego por tu culpa me comí 3 uñas :|
Nunca había leído un fanfic con este tipo de contenido (pues, por lo general si imaginarás a harry y a zayn dirigiendo un reino...etariamo` jodio` pueh` ) Hahahahahahha
Okya ._. Me calmo. Por lo general comento con muchos gifs y avatares estúpidos, pero estoy desde la tableta así que no puedo :(
Pero un día estos (osea mañana, porque revisaré si has subido capitulo) te dejare un súper comentario muajajajajjaja *Inserte gif de risa malvada de Doofenshmirt aquí* No se como escribir °Doofenshmirt° es ese tipo con bata de farmacéutico y acento raro de phineas and ferb xD
Wuuuaaaaaaano
Amo tu novela... ¿Te lo había dicho antes? Supongo que el nombre lo sacaste de Green Day, también amo esa canción *-*
Bueno, ya te aburrí. Así que bai
Una cosa mas. O la sigues o voy a tu casa con un ejercito de sariwellas y alpacas rabiosas ok?
PD: Soy Chris y amo tu novela (Por segunda vez) tengo 14 añotes lol
Atte: Chris Pudin :3
Osea ¡Amo tanto tu novela....!
Al principio estaba como: WTF?
Y luego por tu culpa me comí 3 uñas :|
Nunca había leído un fanfic con este tipo de contenido (pues, por lo general si imaginarás a harry y a zayn dirigiendo un reino...etariamo` jodio` pueh` ) Hahahahahahha
Okya ._. Me calmo. Por lo general comento con muchos gifs y avatares estúpidos, pero estoy desde la tableta así que no puedo :(
Pero un día estos (osea mañana, porque revisaré si has subido capitulo) te dejare un súper comentario muajajajajjaja *Inserte gif de risa malvada de Doofenshmirt aquí* No se como escribir °Doofenshmirt° es ese tipo con bata de farmacéutico y acento raro de phineas and ferb xD
Wuuuaaaaaaano
Amo tu novela... ¿Te lo había dicho antes? Supongo que el nombre lo sacaste de Green Day, también amo esa canción *-*
Bueno, ya te aburrí. Así que bai
Una cosa mas. O la sigues o voy a tu casa con un ejercito de sariwellas y alpacas rabiosas ok?
PD: Soy Chris y amo tu novela (Por segunda vez) tengo 14 añotes lol
Atte: Chris Pudin :3
Missrider1d
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
Capitulo 6
— Buenos días... ¿En qué podría ayudarlo?
—Buenos días, estoy buscando a Zayn Windsor.
—Lo lamento, señor. Pero Su Majestad prohíbe que cualquiera que no sea del servicio lo moleste.
—Soy Harry Arthur David Alexander Príncipe de Gales, y quiero ver al Príncipe Zayn de Edimburgo, mi hermano.
—Su Majestad. —musitó el empleado del hotel, haciendo una reverencia. —Claro, ya lo comunico con el príncipe. Su alteza.
—Gracias.
Luego de aquello, el príncipe heredero subió a la Suite Royal, donde absolutamente nadie podía despertar al dormido príncipe de sus sueños, ni siquiera, el mismo Morris.
— ¡Zayn! —gritó el príncipe, levantando de un susto al mencionado, el cual, tenía el pelo revuelto y los ojos entre abiertos.
— ¡Harry! ¿Qué haces aquí?
—Son las seis de la tarde, y usted... ¿Está durmiendo?
—Es que... Ayer estudié hasta super tarde. Estoy cansado, Harry.
—Sea más respetuoso al dirigirse a mi persona, Príncipe.
—Por favor, Hermano. Déjame un descanso, digo... ¿Hace cuanto no me ves? ¿Dos meses? ¿Tres?
—Tres meses y medio, Zayn.
—De acuerdo, bastante. ¿Y me tratas así?
—Mientras yo, y todos los que estamos acá trabajamos por Reino Unido, usted, está de fiesta en Buenos Aires.
—En primera, deja de decirme "usted" porque me estas poniendo de mal humor. Y en segunda, yo estoy estudiando. Ayer estuve estudiando toda la noche. Tengo sueño ahora, así que, deja de gritarme.
— ¿Morris? ¿Podría dejar a Su Alteza y a mi a solas?
—Si, Su Señoría. —dijo el hombre, haciendo una reverencia, y con Milfroyd, salieron de la habitación del menor de los hermanos.
— ¿Dónde está la princesa de Austria?
— ¿Qué? ¿Para qué la quieres?
—Ese no es tu asunto, Zayn. Quiero hablar con ella, y decirle lo que está pasando.
— ¡¿Qué?! ¡No! ¡No! ¡Tu no puedes hacer eso! —gritó parándose de la cama y colocándose al lado del castaño.
—Obsérvame.
—Harry, escúchame... Si le dices todo, vas a arruinar su vida. Ella vive bien, tiene una vida tranquila, normal. Es feliz.
— ¿Qué tanto la conoces?
—Somos amigos, y ella me importa... No la vas a utilizar para tus beneficios.
—No son mis beneficios, son los beneficios del Reino Unido e Irlanda del norte. Son los beneficios de la Familia Real.
—Como sea, no vas a usar a una chica normal y buena, para un fin político.
—Ella no es una chica normal, Zayn. Es una princesa, la princesa de Austro-Hungría. Primera en linea de sucesión al trono.
— ¿Trono? ¿Qué trono? Si Austria todavía es una república. Y ella todavía es una chica normal, con sueños, esperanzas... Si le cuentas todo, todo por lo que está trabajando no valdrá la pena para nada. Se esfuerza mucho para ir a la universidad, para comprar los libros, para todo... No arruines su vida con esto.
— ¿Por qué te procupa tanto la vida de una plebeya?
— Es mi amiga, ya te lo dije.
— No me interesa, Zayn. El trono, la familia real, Reino Unido... Eso me importa, y a ti, como segundo en suceción al trono, debería importarte.
—Quítate de en medio, Harry. —dijo el chico, empujando al príncipe a un costado, y abriendo las puertas de su habitación.
—Morris, sácalos. —musitó Zayn, con enojo.
—Príncipe Zayn, yo no... —dudó el empleado.
—Me voy solo, Morris. Y tú, sé un poco más respetuoso con tus superiores.
— ¿Mi superior? ¡Cierra la maldita boca, Harry! ¡Vete de aquí!
—Me retiro, y... Me alegra que yo sea el príncipe heredero. Porque si fueras tu, Inglaterra iría a la perdición en un día de tu mandato.
— ¡Vete! ¡Ahora!
—Príncipe Heredero. —musitó el mayordomo real, al muchacho cuando salieron de la habitación y se encontraban de camino al hall del lujoso hotel.
— ¿Conseguiste el auto?
—Así es, príncipe, pero...
— Quiero que te encargues de que alguien le hable a la princesa austríaca, y le cuente absolutamente todo.
—La Reina dijo que usted debía decírcelo personalmente, Alteza.
—Usted haga lo que le digo. —dijo Harry, mientras Milfroyd asentía con su cabeza. —Organiza una fiesta en el palacio de Bukingham, con toda la familia real presente, y con los políticos más destacados de Inglaterra. También si vienen monarcas o representantes de otros países estaría bien.
— ¿Para qué sería esto, Su Señoría?
—Para presentar a la futura princesa de Inglaterra.
— Príncipe, creo que...
—Haz lo que te digo, Milfroyd.
—Príncipe Harry, creo que está haciendo esto, con más incapié, solo para molestar a su hermano.
—Claro que no, es solo que...
—Yo voy a organizar absolutamente todo lo que el príncipe heredero quiera, pero... Piénselo antes de anunciar a la princesa ante la sociedad, y las familias reales.
— ¿Dónde está el auto?
—Allí, Majestad. —dijo el hombre, señalando un auto de lujo color negro, aparcado al otro lado de la calle. El muchacho, vestido de traje, elegante y fino, como si hubiera salido de un desfile de modas, caminó hasta el auto, y tomó las llaves que el empleado del hotel le entregaba. Así, el príncipe de Gales, salió de la calle del Hotel Avear Palace.
Condujo por más de una hora alrededor de la ciudad sin un lugar fijo a donde ir, y, cuando estaba bordeando el río, en Puerto Madero, recibió una llamada.
— Buenos Días, Príncipe Harry.
—Reina, Buenos días.
—Hola, Harry... Necesito hablar contigo, no de Reina a príncipe, si no, de Abuela a Nieto.
—Continúe, por favor.
—Menos seriedad, Harry.
—Continúa, abuela. —dijo el muchacho, costándole un poco pronunciar aquellas palabras.
—Tu hermano me llamó hará una media hora, y... Necesito cumplir su petición.
— ¿Y cual es?
—Que te pida que pienses antes de tomar cualquier desición con respecto a la princesa de Austro-Hungría.
—Abuela, tu misma fuiste la que me pidió que pensara en el matrimonio con la heredera al trono.
—Lo sé, pero solo te pido que tomes las cosas con más calma. No seas brusco con la princesa, solo porque te enfadas con tu hermano.
—Entiendo, Reina lo que me está diciendo, y entiendo también, que solo trata de cumplir otro capricho sin sentido del joven príncipe, como es usual en usted pero... No se preocupe, la desición del casamiento va a ser solo mía.
—No se trata de eso, Harry.
—Siempre es así, Reina. Y ya se comprenderlo, me tomó tiempo, pero sé como funcionan las cosas en nuestra familia. Adiós, Su majestad.
—Adiós, Harry. —contestó la mujer, con la voz apagada.
El muchacho, tomó su teléfono y lo arrojó con fuerza al asiento del acompañante, para luego, cuando el semáforo cambió a verde, arrancar con rapidez el vehículo, sin mirar ninguna señal de tránsito, y mientras estaba por la cuarta calle que bordeaba el río, el teléfono del castaño sonó, así que este, se agachó al suelo del piso a alcanzar su celular y cuando lo hubo agarrado, miró su vista al frente, y una persona se encontraba a menos de cuarenta metros de él. El prícipe hizo todo lo que puso para no arrollarla, frenó con todas sus fuerzas y corrió el volante hacia la izquiera para evitarla. La chica, se cayó en el suelo ante el golpe del auto de él.
Harry salió del vehículo para encontrarse con la chica, la cual se encontraba recostada en el suelo con los ojos cerrados y de su ceja salía unas gotas de sangre, cayendo lentamente hasta su mejilla.
— ¿Señorita? ¿Señorita? ¿Me escucha? —preguntó el chico, tratando de despertarla vanamente. —Por dios, no tengo idea del número de emergencias de este país.
— ¿Señorita? ¿Está bien? ¿Señorita? —volvió a preguntar sin respuestas, así que, tomó a la muchacha suavemente en sus hombros y en un movimiento delicado la colocó en el asiento delantero del vehículo, le puso el cinturón de seguridad, y arrancó hasta su la habitación de su hotel, donde el mayordomo Milfroyd lo podría ayudar.
— ¿Milfroyd? ¿Estás en el Hotel?
—Si, su Señoría. ¿Por qué?
—Necesito que llames un médico y que vaya urgente a la Suite.
— ¿Un médico? ¿Está herido, Majestad? —preguntó con un tono de alarma el empleado.
—Yo, no... Solo, has lo que te pido, Milfroyd.
—Si, Alteza.
Al llegar al Hotel Hilton, el príncipe tomó en brazos a la desmayada chica, y la llevó así, hasta el interior del hotel, con las miradas de todos los huéspedes y empleados del hotel clavadas en ambos. El príncipe subió hasta el último piso, donde la Suite King se encontraba y donde se alojaba el muchacho. Allí, el mayordomo Milfroyd se sorprendió al ver al príncipe con la joven en brazos pero sin preguntar, siguió al Majistral hasta la habitación de él, donde colocó a la muchacha de cabellera castaña, la cual seguía inconciente.
— ¿El médico?
—Debe estar por llegar, Majestad.
—Dile que es una emergencia.
—Si, príncipe. —contestó el hombre, llamando por teléfono nuevamente al doctor.
El príncipe se acercó a la muchacha, y le quitó los zapatos, y el bolso que tenía cruzado en su cuerpo. Le corrió el pelo de la cara y se lo enrrolló sobre si mismo.
—Aquí está el médico, alteza.
—Es un placer servirle, Príncipe Harry.
—Buenos días, doctor.
— ¿Es ella? —preguntó el médico, mientras se acercaba a la muchacha.
—Estaba manejando y la golpee. —explicó el chico de cabellera ondulada, mientras el doctor examinaba a la joven, y le levantaba la remera.
— ¿Qué está haciendo?
—Tengo que verificar si ella está bien, su alteza. —contestó el médico, el cual, prosiguió haciendo su examinación. Tomó su portafolio, y limpió las heridas de la chica para después ponerle vendajes en los lugares donde se lastimó. La muñeca la tenía muy raspada, así que se la vendó, luego le puso un vendaje en la parte de la ceja.
—Está inconciente por el golpe, tiene heridas superficiales. Nada grave.
— ¿Por qué no recupera el conocimiento?
—Está shokeada por el golpe y el susto. No se preocupe, majestad. Ella va a estar absolutamente bien. Solo debe descansar, comer bien y limpiar las heridas una vez al día.
—De acuerdo, muchas gracias, doctor.
—De nada, Alteza. —contestó el treintañero, mientras salía de la suite imperial, en compañía del mayordomo. Harry se le acercó lentamente a la muchacha, la cual, mantenía sus ojos cerrados. Fue a buscar una bata, un bol con agua fría y dos toallas. Y con lentitud y suavidad, quitó lentamente la ropa de la muchacha, pasándole la toalla húmeda por su piel descubierta, con los ojos cerrados, tratando de no ver absolutamente nada, le colocó la bata y la arropó en la cama con la máxima suavidad que pudo.
Luego de ello, se quedó allí, sentado al lado de la joven, apoyado contra la mesa de noche, a la espera que la joven abriera los ojos. Y lentamente, el príncipe mismo, comenzó a cerrar lentamente los ojos, mientras caía en un sueño profundo.
Capitulo 7
— ¡Ahhhhhhhhh! ¡Auxilio!
— ¿Qué? ¡¿Qué pasó?! —preguntó el chico, levantándose de su sueño, mientras miraba desconcertado para todos lados, sin ver en realidad.
— ¡Un violador! ¡Ayuda! ¡Un pervertido! —gritó la joven, parada sobre la cama.
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
— ¡Tú! ¡Pervertido Psicópata!
— ¿Qué?
— ¡Ayuda! ¡Alguien por favor!
—Deja de gritar. —le pidió Harry, tratando de tomarla del brazo para que se sentara en la cama.
—No me toques, psicópata.
—Escúchame, no soy un violador, ni psicópata... Solo te traje aquí.
—Para abusar de mi. ¡Pervertido!
—No, no lo soy. Si lo fuera... ¿Trataría de explicarle lo que sucedió?
—Claro... Para pervertirme. Eso es lo que los pervertidos hacer, pervierten.
— ¿Qué? ¡claro que no!
—No te me acerques, ¡Cerdo!
— ¿Me dijiste cerdo?
—Así es... ¡Grandísimo cerdo! ¡Cochino pervertido!
—Deja de llamarme así y escúchame.
—No quiero, quiero salir de acá. ¡Ayuda!
— ¿Pasa algo, Majestad?
—Milfroyd, ayúdame, por favor.
—Buenas noches señorita, ¿se encuentra bien?
— ¿Otro más? ¡Otro pervertido!
— ¡Deja de decir tonterías, niña! ¡Siéntate! —le ordenó el príncipe, sentándola brunscamente a la chica en la cama. —Te choqué con mi auto en la calle, fue un accidente, y acabo de llegar al país hace unas horas, no tengo idea los números de emergencia, y como estabas inconciente te traje a mi habitación de hotel para que un médico te atendiera. Vino, te curó y esa es la historia.
— ¿Por qué estoy desnuda? ¡Eh!
—Bueno, es que, por la heridas... podian infectarse, así que, traté de cambiarte y quitarte los rastros de polvo. ¡Juro que no vi nada!
—No te creo nada...
—Te lo juro, si me crees o no... Cosa tuya, niña mal agradecida.
—Tu me chocas, y... ¿Yo soy la mal agradecida?
—Lo siento, no quería lastimarte.
—Dame mi ropa, tengo que irme a mi casa.
— ¿Dónde vives? Yo puedo llevarte.
— ¿Y dejarte saber donde vivo? Cerdo pervertido.
— ¡Deja de llamarme así!
— ¡¿Dónde está mi ropa?!
— Aquí esta, señorita. —musitó el empleado, entregándole una bolsa a la chica.
—Gracias. Ahora... Vete, déjame cambiarme.
—Pero...
— ¿Qué? ¡¿Me quieres ver de nuevo desnuda cochino?!
— ¡Claro que no! ¡Tampoco hay mucho que ver!
— Cállate, cerdo pervertido. —le gritó la chica, mientras Harry se giraba y salía de su habitación para dejarla sola y que se cambiara.
— ¡Niña loca! ¡Complétamente loca! —gritó golpeando la puerta.
Luego de unos minutos, la muchacha de cabellera castaña salió de la habitación con su ropa puesta, y caminando hacia la salida de la Suite.
— Espera... Yo te llevo.
—No te me acerques, Cochino. No te quiero cerca.
—Te dije que no soy ningún violador ni nada por el estilo. Además, son las once de la noche, es tarde para que una chica esté sola por las calles.
— ¿Cuál es la diferencia de encontrarse con un psicópata e ir con uno?
— ¡Qué no soy un pervertido!
— ¡Eso es lo que los pervertidos dicen! —volvió a gritarle la chica, saliendo rápidamente de la Suite, y yendo hacia la planta baja del Hotel Hilton. Allí, caminó hacia la universidad, ya que estaba muy cerca de allí, y tomó el colectivo que la dejó a dos cuadras de Retiro.
Caminó las dos despobladas calles a la oscuridad de la noche, mientras gente de la calle, y mujeres acostumbradas a ese tipo de horario se encontraban deambulando. Ella, incrementó más el paso, y tomó su bolso en sus manos con todas sus fuerzas.
— ¡Bonita! ¿Por qué tan apurada? —preguntó un chico, de unos veinte años.
— ¿Si? ¿Por qué tan apurada, nena? La noche recién empieza.
—Ven con nosotros.
— ¿Quieres divertirte? —preguntaron cuatro chicos distintos, y lo único que atinó a hacer fue incrementar su paso.
— ¡Ey! ¿Dónde vas tan apurada? —preguntó un muchacho, el primero, colocándose delante de ella.
—Permiso, debo irme.
—No... Recién empezamos, nena. —contestó otro chico, mucho más mayor que el primero en hablar.
—Por favor, déjenme pasar. —volvió a pedir la chica, pero antes de que alguno diga algo, una limusina de más de ocho metros se colocó delante de ellos, y de allí, vestidos de traje, seis hombres bajaron con porte y elegancia, colocándose frente a los individuos que acechaban a la chica. Por último, un muchacho de cabellera ondulada y castaña, bajó con mucha más gracia que todos los otros, y se acercó a la muchacha, a la cual tomó de la mano derecha, la que no tenía lastimada, y la arrastró con él hasta el vehículo.
— ¡Ey! ¡¿Qué haces?!
— ¡Búscate la tuya! ¡Esa es nuestra! —dijo un muchacho, acercándose hasta el príncipe, pero, uno de los hombres que bajaron primero del lujoso vehículo, lo detuvo de un golpe seco, callendo al piso en un instante. Los otros delicuentes se miraron los unos a los otros, y sin más, comenzaron a correr, para que luego, el que estaba tirado en el piso, repita su accionar.
—Nosotros nos encargamos, Señoría. —dijo uno de los hombres, y en un segundo los seis salieron corriendo en busca de los vándalos. El príncipe, con delicadeza, metió a la muchacha dentro del vehículo, la cual, se encontraba en una especie de shock.
— ¿Está bien? ¿Señorita? ¿Se encuentra bien? —preguntó el príncipe, sin obtener respuesta. — ¿Señorita? ¿Debo llamar un médico nuevamente? —inquirió el príncipe, y la chica, sin decir nada, se aferró al muchacho y se largó a llorar sin más. El chico, desconcertado ante aquel gesto, abrazó con confort y suavidad a la castaña.
— ¿Está bien, señorita? —preguntó Harry, luego de unos minutos, cuando escuchó el cece del llanto de la joven.
—Si... Gracias. —dijo, secándose las lágrimas.
—Tome. —musitó el príncipe entregándole un pañuelo a la chica. La cual lo tomó con un poco de pudor, y se secó las lágrimas y luego se sonó la nariz, haciendo que el príncipe haga una mueca de asco.
—Gracias. —dijo ella, entregándole el pañuelo.
—De verdad... puedes quedártelo. —comentó riéndo levemente ante el acto de la joven.
—Yo...
— ¿Está bien, señorita?
—Estoy bien, Gracias.
—De nada, ahora si... ¿Me deja llevarla a su casa?
—Emmm... Si, si. Gracias. —volvió a agradecer la chica, bajando la mirada.
— ¿Dónde vives?
—Es lejos...
—Dime. -ella dijo la direccion.-
— ¿Escuchó, Alfred?
—Si, Su Majestad.
— ¿Majestad? —preguntó la chica, con los ojos abiertos como platos.
—Si me hubiéras dejado hablar en la habitación de hotel me hubiera presentado. Soy Harry Windsor, el príncipe de Gales. Un placer.
— ¿Gales?
—Reino Unido Británico.
—Oh por dios...
— ¿Y tu eres?
—Emma Di Vella. —contestó la chica, dejando perplejo al muchacho. Hasta ese momento, no había relacionado a la muchacha del accidente, con la princesa de Autro-Hungría.
— Un gusto conocerte, Emma. —dijo el chico, recuperando la compostura.
—El gusto es mío... Majestad.
— ¿Ahora piensas ser formal? ¿Luego de haberme llamado Cerdo pervertido?
—Lo... Lo siento. De verdad, lo siento.
—Está bien, te perdono lo de pervertido... Pero lo de cochino, me va a tomar más tiempo. —comentó con una sonrisa, haciendo sonreír de igual forma a Emma. La chica, se colocó mirando la ventana cuando el viaje hacia su casa comenzó, ya que no era para nada corto.
— ¿Cómo me encontraste?
—Me sentí realmente culpable cuando te fuiste sola, a estas horas de la noche, y empecé a recorrer cerca de donde te había accidentado, y te vi ir el colectivo, así que lo seguí y de ese modo te encontré.
—Muchas gracias, eres un héroe.
— ¿Lo soy? Me siento más contento conmigo mismo ahora, señorita.
— ¿Ahora piensas ser formal? ¿Luego de haberme llamado niña loca?
—Lo lamento.
—Lo de loca te lo perdono... Lo de niña me va a costar un poco más. —musitó, mientras Harry reía con suavidad. Ella se dispuso a mirar el reflejo de la ciudad de noche por la ventana, la preciosa ciudad de Buenos Aires se extendía delante de sus ojos, pero... El cansancio del día le pasaba factura y lentamente cerró los ojos, hasta quedarse completamente dormida. En un movimiento del auto, cayó hacia el lado derecho, colocando su cabeza en el brazo del príncipe, el cual se sorprendió ante tal contacto, ya que, jamás nadie se atrevía a tocar de esta manera al monarca, pero, ante el contacto suave e inocente de Emma, este se quedó quieto, dejando que ella lo use como almohada.
— Buenos días... ¿En qué podría ayudarlo?
—Buenos días, estoy buscando a Zayn Windsor.
—Lo lamento, señor. Pero Su Majestad prohíbe que cualquiera que no sea del servicio lo moleste.
—Soy Harry Arthur David Alexander Príncipe de Gales, y quiero ver al Príncipe Zayn de Edimburgo, mi hermano.
—Su Majestad. —musitó el empleado del hotel, haciendo una reverencia. —Claro, ya lo comunico con el príncipe. Su alteza.
—Gracias.
Luego de aquello, el príncipe heredero subió a la Suite Royal, donde absolutamente nadie podía despertar al dormido príncipe de sus sueños, ni siquiera, el mismo Morris.
— ¡Zayn! —gritó el príncipe, levantando de un susto al mencionado, el cual, tenía el pelo revuelto y los ojos entre abiertos.
— ¡Harry! ¿Qué haces aquí?
—Son las seis de la tarde, y usted... ¿Está durmiendo?
—Es que... Ayer estudié hasta super tarde. Estoy cansado, Harry.
—Sea más respetuoso al dirigirse a mi persona, Príncipe.
—Por favor, Hermano. Déjame un descanso, digo... ¿Hace cuanto no me ves? ¿Dos meses? ¿Tres?
—Tres meses y medio, Zayn.
—De acuerdo, bastante. ¿Y me tratas así?
—Mientras yo, y todos los que estamos acá trabajamos por Reino Unido, usted, está de fiesta en Buenos Aires.
—En primera, deja de decirme "usted" porque me estas poniendo de mal humor. Y en segunda, yo estoy estudiando. Ayer estuve estudiando toda la noche. Tengo sueño ahora, así que, deja de gritarme.
— ¿Morris? ¿Podría dejar a Su Alteza y a mi a solas?
—Si, Su Señoría. —dijo el hombre, haciendo una reverencia, y con Milfroyd, salieron de la habitación del menor de los hermanos.
— ¿Dónde está la princesa de Austria?
— ¿Qué? ¿Para qué la quieres?
—Ese no es tu asunto, Zayn. Quiero hablar con ella, y decirle lo que está pasando.
— ¡¿Qué?! ¡No! ¡No! ¡Tu no puedes hacer eso! —gritó parándose de la cama y colocándose al lado del castaño.
—Obsérvame.
—Harry, escúchame... Si le dices todo, vas a arruinar su vida. Ella vive bien, tiene una vida tranquila, normal. Es feliz.
— ¿Qué tanto la conoces?
—Somos amigos, y ella me importa... No la vas a utilizar para tus beneficios.
—No son mis beneficios, son los beneficios del Reino Unido e Irlanda del norte. Son los beneficios de la Familia Real.
—Como sea, no vas a usar a una chica normal y buena, para un fin político.
—Ella no es una chica normal, Zayn. Es una princesa, la princesa de Austro-Hungría. Primera en linea de sucesión al trono.
— ¿Trono? ¿Qué trono? Si Austria todavía es una república. Y ella todavía es una chica normal, con sueños, esperanzas... Si le cuentas todo, todo por lo que está trabajando no valdrá la pena para nada. Se esfuerza mucho para ir a la universidad, para comprar los libros, para todo... No arruines su vida con esto.
— ¿Por qué te procupa tanto la vida de una plebeya?
— Es mi amiga, ya te lo dije.
— No me interesa, Zayn. El trono, la familia real, Reino Unido... Eso me importa, y a ti, como segundo en suceción al trono, debería importarte.
—Quítate de en medio, Harry. —dijo el chico, empujando al príncipe a un costado, y abriendo las puertas de su habitación.
—Morris, sácalos. —musitó Zayn, con enojo.
—Príncipe Zayn, yo no... —dudó el empleado.
—Me voy solo, Morris. Y tú, sé un poco más respetuoso con tus superiores.
— ¿Mi superior? ¡Cierra la maldita boca, Harry! ¡Vete de aquí!
—Me retiro, y... Me alegra que yo sea el príncipe heredero. Porque si fueras tu, Inglaterra iría a la perdición en un día de tu mandato.
— ¡Vete! ¡Ahora!
—Príncipe Heredero. —musitó el mayordomo real, al muchacho cuando salieron de la habitación y se encontraban de camino al hall del lujoso hotel.
— ¿Conseguiste el auto?
—Así es, príncipe, pero...
— Quiero que te encargues de que alguien le hable a la princesa austríaca, y le cuente absolutamente todo.
—La Reina dijo que usted debía decírcelo personalmente, Alteza.
—Usted haga lo que le digo. —dijo Harry, mientras Milfroyd asentía con su cabeza. —Organiza una fiesta en el palacio de Bukingham, con toda la familia real presente, y con los políticos más destacados de Inglaterra. También si vienen monarcas o representantes de otros países estaría bien.
— ¿Para qué sería esto, Su Señoría?
—Para presentar a la futura princesa de Inglaterra.
— Príncipe, creo que...
—Haz lo que te digo, Milfroyd.
—Príncipe Harry, creo que está haciendo esto, con más incapié, solo para molestar a su hermano.
—Claro que no, es solo que...
—Yo voy a organizar absolutamente todo lo que el príncipe heredero quiera, pero... Piénselo antes de anunciar a la princesa ante la sociedad, y las familias reales.
— ¿Dónde está el auto?
—Allí, Majestad. —dijo el hombre, señalando un auto de lujo color negro, aparcado al otro lado de la calle. El muchacho, vestido de traje, elegante y fino, como si hubiera salido de un desfile de modas, caminó hasta el auto, y tomó las llaves que el empleado del hotel le entregaba. Así, el príncipe de Gales, salió de la calle del Hotel Avear Palace.
Condujo por más de una hora alrededor de la ciudad sin un lugar fijo a donde ir, y, cuando estaba bordeando el río, en Puerto Madero, recibió una llamada.
— Buenos Días, Príncipe Harry.
—Reina, Buenos días.
—Hola, Harry... Necesito hablar contigo, no de Reina a príncipe, si no, de Abuela a Nieto.
—Continúe, por favor.
—Menos seriedad, Harry.
—Continúa, abuela. —dijo el muchacho, costándole un poco pronunciar aquellas palabras.
—Tu hermano me llamó hará una media hora, y... Necesito cumplir su petición.
— ¿Y cual es?
—Que te pida que pienses antes de tomar cualquier desición con respecto a la princesa de Austro-Hungría.
—Abuela, tu misma fuiste la que me pidió que pensara en el matrimonio con la heredera al trono.
—Lo sé, pero solo te pido que tomes las cosas con más calma. No seas brusco con la princesa, solo porque te enfadas con tu hermano.
—Entiendo, Reina lo que me está diciendo, y entiendo también, que solo trata de cumplir otro capricho sin sentido del joven príncipe, como es usual en usted pero... No se preocupe, la desición del casamiento va a ser solo mía.
—No se trata de eso, Harry.
—Siempre es así, Reina. Y ya se comprenderlo, me tomó tiempo, pero sé como funcionan las cosas en nuestra familia. Adiós, Su majestad.
—Adiós, Harry. —contestó la mujer, con la voz apagada.
El muchacho, tomó su teléfono y lo arrojó con fuerza al asiento del acompañante, para luego, cuando el semáforo cambió a verde, arrancar con rapidez el vehículo, sin mirar ninguna señal de tránsito, y mientras estaba por la cuarta calle que bordeaba el río, el teléfono del castaño sonó, así que este, se agachó al suelo del piso a alcanzar su celular y cuando lo hubo agarrado, miró su vista al frente, y una persona se encontraba a menos de cuarenta metros de él. El prícipe hizo todo lo que puso para no arrollarla, frenó con todas sus fuerzas y corrió el volante hacia la izquiera para evitarla. La chica, se cayó en el suelo ante el golpe del auto de él.
Harry salió del vehículo para encontrarse con la chica, la cual se encontraba recostada en el suelo con los ojos cerrados y de su ceja salía unas gotas de sangre, cayendo lentamente hasta su mejilla.
— ¿Señorita? ¿Señorita? ¿Me escucha? —preguntó el chico, tratando de despertarla vanamente. —Por dios, no tengo idea del número de emergencias de este país.
— ¿Señorita? ¿Está bien? ¿Señorita? —volvió a preguntar sin respuestas, así que, tomó a la muchacha suavemente en sus hombros y en un movimiento delicado la colocó en el asiento delantero del vehículo, le puso el cinturón de seguridad, y arrancó hasta su la habitación de su hotel, donde el mayordomo Milfroyd lo podría ayudar.
— ¿Milfroyd? ¿Estás en el Hotel?
—Si, su Señoría. ¿Por qué?
—Necesito que llames un médico y que vaya urgente a la Suite.
— ¿Un médico? ¿Está herido, Majestad? —preguntó con un tono de alarma el empleado.
—Yo, no... Solo, has lo que te pido, Milfroyd.
—Si, Alteza.
Al llegar al Hotel Hilton, el príncipe tomó en brazos a la desmayada chica, y la llevó así, hasta el interior del hotel, con las miradas de todos los huéspedes y empleados del hotel clavadas en ambos. El príncipe subió hasta el último piso, donde la Suite King se encontraba y donde se alojaba el muchacho. Allí, el mayordomo Milfroyd se sorprendió al ver al príncipe con la joven en brazos pero sin preguntar, siguió al Majistral hasta la habitación de él, donde colocó a la muchacha de cabellera castaña, la cual seguía inconciente.
— ¿El médico?
—Debe estar por llegar, Majestad.
—Dile que es una emergencia.
—Si, príncipe. —contestó el hombre, llamando por teléfono nuevamente al doctor.
El príncipe se acercó a la muchacha, y le quitó los zapatos, y el bolso que tenía cruzado en su cuerpo. Le corrió el pelo de la cara y se lo enrrolló sobre si mismo.
—Aquí está el médico, alteza.
—Es un placer servirle, Príncipe Harry.
—Buenos días, doctor.
— ¿Es ella? —preguntó el médico, mientras se acercaba a la muchacha.
—Estaba manejando y la golpee. —explicó el chico de cabellera ondulada, mientras el doctor examinaba a la joven, y le levantaba la remera.
— ¿Qué está haciendo?
—Tengo que verificar si ella está bien, su alteza. —contestó el médico, el cual, prosiguió haciendo su examinación. Tomó su portafolio, y limpió las heridas de la chica para después ponerle vendajes en los lugares donde se lastimó. La muñeca la tenía muy raspada, así que se la vendó, luego le puso un vendaje en la parte de la ceja.
—Está inconciente por el golpe, tiene heridas superficiales. Nada grave.
— ¿Por qué no recupera el conocimiento?
—Está shokeada por el golpe y el susto. No se preocupe, majestad. Ella va a estar absolutamente bien. Solo debe descansar, comer bien y limpiar las heridas una vez al día.
—De acuerdo, muchas gracias, doctor.
—De nada, Alteza. —contestó el treintañero, mientras salía de la suite imperial, en compañía del mayordomo. Harry se le acercó lentamente a la muchacha, la cual, mantenía sus ojos cerrados. Fue a buscar una bata, un bol con agua fría y dos toallas. Y con lentitud y suavidad, quitó lentamente la ropa de la muchacha, pasándole la toalla húmeda por su piel descubierta, con los ojos cerrados, tratando de no ver absolutamente nada, le colocó la bata y la arropó en la cama con la máxima suavidad que pudo.
Luego de ello, se quedó allí, sentado al lado de la joven, apoyado contra la mesa de noche, a la espera que la joven abriera los ojos. Y lentamente, el príncipe mismo, comenzó a cerrar lentamente los ojos, mientras caía en un sueño profundo.
Capitulo 7
— ¡Ahhhhhhhhh! ¡Auxilio!
— ¿Qué? ¡¿Qué pasó?! —preguntó el chico, levantándose de su sueño, mientras miraba desconcertado para todos lados, sin ver en realidad.
— ¡Un violador! ¡Ayuda! ¡Un pervertido! —gritó la joven, parada sobre la cama.
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
— ¡Tú! ¡Pervertido Psicópata!
— ¿Qué?
— ¡Ayuda! ¡Alguien por favor!
—Deja de gritar. —le pidió Harry, tratando de tomarla del brazo para que se sentara en la cama.
—No me toques, psicópata.
—Escúchame, no soy un violador, ni psicópata... Solo te traje aquí.
—Para abusar de mi. ¡Pervertido!
—No, no lo soy. Si lo fuera... ¿Trataría de explicarle lo que sucedió?
—Claro... Para pervertirme. Eso es lo que los pervertidos hacer, pervierten.
— ¿Qué? ¡claro que no!
—No te me acerques, ¡Cerdo!
— ¿Me dijiste cerdo?
—Así es... ¡Grandísimo cerdo! ¡Cochino pervertido!
—Deja de llamarme así y escúchame.
—No quiero, quiero salir de acá. ¡Ayuda!
— ¿Pasa algo, Majestad?
—Milfroyd, ayúdame, por favor.
—Buenas noches señorita, ¿se encuentra bien?
— ¿Otro más? ¡Otro pervertido!
— ¡Deja de decir tonterías, niña! ¡Siéntate! —le ordenó el príncipe, sentándola brunscamente a la chica en la cama. —Te choqué con mi auto en la calle, fue un accidente, y acabo de llegar al país hace unas horas, no tengo idea los números de emergencia, y como estabas inconciente te traje a mi habitación de hotel para que un médico te atendiera. Vino, te curó y esa es la historia.
— ¿Por qué estoy desnuda? ¡Eh!
—Bueno, es que, por la heridas... podian infectarse, así que, traté de cambiarte y quitarte los rastros de polvo. ¡Juro que no vi nada!
—No te creo nada...
—Te lo juro, si me crees o no... Cosa tuya, niña mal agradecida.
—Tu me chocas, y... ¿Yo soy la mal agradecida?
—Lo siento, no quería lastimarte.
—Dame mi ropa, tengo que irme a mi casa.
— ¿Dónde vives? Yo puedo llevarte.
— ¿Y dejarte saber donde vivo? Cerdo pervertido.
— ¡Deja de llamarme así!
— ¡¿Dónde está mi ropa?!
— Aquí esta, señorita. —musitó el empleado, entregándole una bolsa a la chica.
—Gracias. Ahora... Vete, déjame cambiarme.
—Pero...
— ¿Qué? ¡¿Me quieres ver de nuevo desnuda cochino?!
— ¡Claro que no! ¡Tampoco hay mucho que ver!
— Cállate, cerdo pervertido. —le gritó la chica, mientras Harry se giraba y salía de su habitación para dejarla sola y que se cambiara.
— ¡Niña loca! ¡Complétamente loca! —gritó golpeando la puerta.
Luego de unos minutos, la muchacha de cabellera castaña salió de la habitación con su ropa puesta, y caminando hacia la salida de la Suite.
— Espera... Yo te llevo.
—No te me acerques, Cochino. No te quiero cerca.
—Te dije que no soy ningún violador ni nada por el estilo. Además, son las once de la noche, es tarde para que una chica esté sola por las calles.
— ¿Cuál es la diferencia de encontrarse con un psicópata e ir con uno?
— ¡Qué no soy un pervertido!
— ¡Eso es lo que los pervertidos dicen! —volvió a gritarle la chica, saliendo rápidamente de la Suite, y yendo hacia la planta baja del Hotel Hilton. Allí, caminó hacia la universidad, ya que estaba muy cerca de allí, y tomó el colectivo que la dejó a dos cuadras de Retiro.
Caminó las dos despobladas calles a la oscuridad de la noche, mientras gente de la calle, y mujeres acostumbradas a ese tipo de horario se encontraban deambulando. Ella, incrementó más el paso, y tomó su bolso en sus manos con todas sus fuerzas.
— ¡Bonita! ¿Por qué tan apurada? —preguntó un chico, de unos veinte años.
— ¿Si? ¿Por qué tan apurada, nena? La noche recién empieza.
—Ven con nosotros.
— ¿Quieres divertirte? —preguntaron cuatro chicos distintos, y lo único que atinó a hacer fue incrementar su paso.
— ¡Ey! ¿Dónde vas tan apurada? —preguntó un muchacho, el primero, colocándose delante de ella.
—Permiso, debo irme.
—No... Recién empezamos, nena. —contestó otro chico, mucho más mayor que el primero en hablar.
—Por favor, déjenme pasar. —volvió a pedir la chica, pero antes de que alguno diga algo, una limusina de más de ocho metros se colocó delante de ellos, y de allí, vestidos de traje, seis hombres bajaron con porte y elegancia, colocándose frente a los individuos que acechaban a la chica. Por último, un muchacho de cabellera ondulada y castaña, bajó con mucha más gracia que todos los otros, y se acercó a la muchacha, a la cual tomó de la mano derecha, la que no tenía lastimada, y la arrastró con él hasta el vehículo.
— ¡Ey! ¡¿Qué haces?!
— ¡Búscate la tuya! ¡Esa es nuestra! —dijo un muchacho, acercándose hasta el príncipe, pero, uno de los hombres que bajaron primero del lujoso vehículo, lo detuvo de un golpe seco, callendo al piso en un instante. Los otros delicuentes se miraron los unos a los otros, y sin más, comenzaron a correr, para que luego, el que estaba tirado en el piso, repita su accionar.
—Nosotros nos encargamos, Señoría. —dijo uno de los hombres, y en un segundo los seis salieron corriendo en busca de los vándalos. El príncipe, con delicadeza, metió a la muchacha dentro del vehículo, la cual, se encontraba en una especie de shock.
— ¿Está bien? ¿Señorita? ¿Se encuentra bien? —preguntó el príncipe, sin obtener respuesta. — ¿Señorita? ¿Debo llamar un médico nuevamente? —inquirió el príncipe, y la chica, sin decir nada, se aferró al muchacho y se largó a llorar sin más. El chico, desconcertado ante aquel gesto, abrazó con confort y suavidad a la castaña.
— ¿Está bien, señorita? —preguntó Harry, luego de unos minutos, cuando escuchó el cece del llanto de la joven.
—Si... Gracias. —dijo, secándose las lágrimas.
—Tome. —musitó el príncipe entregándole un pañuelo a la chica. La cual lo tomó con un poco de pudor, y se secó las lágrimas y luego se sonó la nariz, haciendo que el príncipe haga una mueca de asco.
—Gracias. —dijo ella, entregándole el pañuelo.
—De verdad... puedes quedártelo. —comentó riéndo levemente ante el acto de la joven.
—Yo...
— ¿Está bien, señorita?
—Estoy bien, Gracias.
—De nada, ahora si... ¿Me deja llevarla a su casa?
—Emmm... Si, si. Gracias. —volvió a agradecer la chica, bajando la mirada.
— ¿Dónde vives?
—Es lejos...
—Dime. -ella dijo la direccion.-
— ¿Escuchó, Alfred?
—Si, Su Majestad.
— ¿Majestad? —preguntó la chica, con los ojos abiertos como platos.
—Si me hubiéras dejado hablar en la habitación de hotel me hubiera presentado. Soy Harry Windsor, el príncipe de Gales. Un placer.
— ¿Gales?
—Reino Unido Británico.
—Oh por dios...
— ¿Y tu eres?
—Emma Di Vella. —contestó la chica, dejando perplejo al muchacho. Hasta ese momento, no había relacionado a la muchacha del accidente, con la princesa de Autro-Hungría.
— Un gusto conocerte, Emma. —dijo el chico, recuperando la compostura.
—El gusto es mío... Majestad.
— ¿Ahora piensas ser formal? ¿Luego de haberme llamado Cerdo pervertido?
—Lo... Lo siento. De verdad, lo siento.
—Está bien, te perdono lo de pervertido... Pero lo de cochino, me va a tomar más tiempo. —comentó con una sonrisa, haciendo sonreír de igual forma a Emma. La chica, se colocó mirando la ventana cuando el viaje hacia su casa comenzó, ya que no era para nada corto.
— ¿Cómo me encontraste?
—Me sentí realmente culpable cuando te fuiste sola, a estas horas de la noche, y empecé a recorrer cerca de donde te había accidentado, y te vi ir el colectivo, así que lo seguí y de ese modo te encontré.
—Muchas gracias, eres un héroe.
— ¿Lo soy? Me siento más contento conmigo mismo ahora, señorita.
— ¿Ahora piensas ser formal? ¿Luego de haberme llamado niña loca?
—Lo lamento.
—Lo de loca te lo perdono... Lo de niña me va a costar un poco más. —musitó, mientras Harry reía con suavidad. Ella se dispuso a mirar el reflejo de la ciudad de noche por la ventana, la preciosa ciudad de Buenos Aires se extendía delante de sus ojos, pero... El cansancio del día le pasaba factura y lentamente cerró los ojos, hasta quedarse completamente dormida. En un movimiento del auto, cayó hacia el lado derecho, colocando su cabeza en el brazo del príncipe, el cual se sorprendió ante tal contacto, ya que, jamás nadie se atrevía a tocar de esta manera al monarca, pero, ante el contacto suave e inocente de Emma, este se quedó quieto, dejando que ella lo use como almohada.
AvrilLove's
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
Capítulo 8
— ¿Cómo te fue en el exámen?
—No lo sé, pero espero que bien. Estudié muchísimo. —comentó la chica, sentándose en un asiento de la plaza.
—Estuviste encerrada en la biblioteca por dos semanas, creo que te fue bien. —dijo sonriéndo el chico, mientras le daba una lata de Coca-Cola.
—Gracias. Eso espero. ¿Y a tí?
—Bueno, yo soy un caso distinto...
—Pero te ayudé a hacer los resúmenes.
—Lo sé, pero... No se trata de resúmenes solamente, también tengo que estudiar.
—Zayn... ¿Eres tonto?
—No... Soy vago, tu misma me lo dices.
—Eso no importa, aunque seas el Rey de la Vagancia. Tienes que estudiar, para pasar.
—No te enojes, Emu.
—Cállate, Zayn.
— ¿Vas a ir a al cumpleaños de Carolina? —dijo, cambiando de tema.
— Si, tengo que ir. Aunque sea para darle un beso y un regalo. ¿Y tú?
—Claro... Me invitó, debo ir.
— ¿No será porque te gusta?
— No, claro que no. Pero... ¿Estás celosa? —inquirió mirando a la castaña, la cual rodó sus castaños ojos.
—Cierra la boca, Zayn. —musitó la chica, pegándole en el hombro.
— ¿Entonces te espero esta noche, princesa? ¿Te paso a buscar? —indagó en tono burlesque, haciendo reír a Emma.
— ¿No sería mucha molestia, príncipe? —inquirió, en el mismo tono que él.
—Claro que no, no problem darling. My pleasure.(No hay problema, querida. Es un placer)
—De acuerdo, gracias. Y ahora... Vamos, las clases están por empezar.
Musitó la chica, mientras ambos se dirigían hacia sus respectivas clases. Al finalizar estas, Zayn fue hasta su suite en el Hotel Alvear Palace, en donde, en la Suite Royal, el señor Morris se encontraba, leyendo unos papeles y acomodándolos en carpetas de diferentes tamaños y colores.
—Su Majestad. Buenas Tardes. —dijo el hombre, parándose de su lugar, y haciendo una reverencia ante él.
—Hola Morris, ¿Cómo va?
—Muy bien, Su exelencia. Pero... Tengo que comunicarle algo.
—Decime, Morris.
—El príncipe Harry de Gales, está alojado hace una semana en el Hotel Hilton, cerca de su universidad.
— ¿Qué hace acá todavía? Si Emma no sabe nada... ¿Puedes averiguarlo, Morris?
—Por supuesto, Su Señoría. Pero... Además, quería preguntarle algo, fuera del protocolo, si usted me lo permite, Príncipe.
—Claro, Morris. Habla.
—Usted... ¿Tiene algún interés en la princesa heredera del trono de Austro-Hungría?
—Emma es una chica facinante, es mi amiga, Morris.
— ¿Y es apta para ser la futura esposa del príncipe heredero?
—No, no lo és. —comentó el chico. —Es demasiado buena para él. —dijo Zayn, para luego ir a su habitación, y echarse sin más sobre el mullido colchón y arroparse en las delicadas sábanas egipcias, mientras cerraba los ojos y a esas horas de la tarde, se disponía a dormir.
Muy lejos del barrio de Recoleta, en el barrio de Tigre presisamente, Emma se encontraba en la Cafetería sirviendo una mesa, y atendiendo a los comensales que estaban llegando, la mayoría de ellos, turistas que iban a visitar el Delta y el Puerto de Frutos.
—Emma... ¿Te puedes quedar a la noche?
—No, señora López, lo siento. Le comenté que era el cumpleaños de mi mejor amiga.
—Claro, linda. No te preocupes. —dijo la mujer, con una sonrisa. —Ya te puedes ir, y mira, ya llegó tu novio. —comentó al mujer, señalándo hacia la puerta de la cafetería, donde Zayn se encontraba vestido con una remera color pastel, un jean oscuro, unas zapatillas oscuras y un saco negro. Su cabello corto negro peinado con gel, y su porte fino y elegante presente, como siempre.
—Él no es mi novio, señora López. Somos solo amigos.
—Entonces eres una tonta Emma, hasta yo me pondría de novia con un chico así. —dijo la mujer, mientras hacía que la castaña se ponga de todos colores.
—Hola, Em.
—Hola, Zayn. ¿Vamos?
—Déja que me vaya a cambiar a mi casa, ¿si? Está a unas cuadras.
—De acuerdo, te llevo. —musitó el chico, mientras se colocaba frente a un aunto deportivo color plateado.
—Tengo transporte. —contestó ella, tomando su bicicleta.
—Te sigo, entonces.—comentó el, mientras Emma empezaba a pedalear a su casa, seguida por un auto de lujo detrás de ella. Al llegar a la recidencia Di Vella, ambos subieron las escaleras hasta llegar allí, y se encontraron con la madre de la muchacha.
—Hola má.
—Hola cariño.
—Mamá, él es Zayn, Zayn, ella es Sofía, mi madre.
—Es un placer conocerla, Su Señoría. —dijo el muchacho, mientras se inclinaba ante la mujer, la cual lo observaba sorprendida. —Es un orgullo y un honor conocerla, Señora.
—Ay, que chico tan educado. El gusto es mío, Zayn.
—Má, me voy a cambiar, sé buena con Zayn.
—Claro, Emmita. Ven querido, vamos a la cocina. —le dijo la mujer, mientras el joven y ella se iban a la cocina y la mujer le ofrecía algo de beber y una porción de pastel.
— ¿Van a la misma clase?
—No, yo voy a la Carrera de Ciencias Políticas.
—Un político, muy interesante. Tienes un nombre raro, y un acento muy particular. —dijo la mujer. —No es un insulto ni nada, lo siento. —se disculpó ya que el chico no dijo nada.
—No, no me ofende, Su Señoría. Eso es porque soy Británico.
— ¿Un inglés? Y pensé que Emma era tonta para elegir novios. —musitó la mujer, haciendo reír al pelinegro.
—Ya estoy. —dijo la chica, bajando con un vestido corto de color rosa viejo sin mangas, un sobretodo beige y zapatos de tacón a composé con un bolso colgado de su antebrazo. Su maquillaje era sobrio y su cabello caía en rulos irregulares por su espalda. { http://www.polyvore.com/its_not_about_brand_its/set?id=49983240 }
—Está perfecta, princesa. —comentó el chico, sonriendo.
—Gracias, Zayn. —dijo ella, sonriendo.
—Estás tan bonita, mi amor. Ahora vayan, pasenla lindo, no beban... O no beban mucho, y pórtense bien.
—No se preocupe, Su Señoría.
—Deja de llamarme así, solo Sofía.
—Hasta luego, mamá.
—Chau, bonita. —contestó la madre, mientras saludaba con un beso a ambos jóvenes los cuales se dispusieron a ir al cumpleaños de Carolina, la cual, hacía una gran celebración en un salón de fiestas, ya que cumplía sus dieciocho años.
El salón de fiestas se encontraba muy cerca de la casa de Emma, era un salón de estilo italiano, situado frente al río. Los invitados ya se encontraban allí, no eran tantos como se iba a esperar, por el hecho de que, el salón era de la familia de Carolina, y la fiesta no era tan pomposa como el lugar lo era.
— ¡Feliz Cumpleaños! —gritó Emma, abrazando a Carolina, la cual correspondió el abrazo.
—Gracias, Em. —contestó la chica, besando su mejilla.
—Toma. —musitó la castaña, dándole a la pelinegra su obsequio.
— ¡Ay, que bonito! Me encanto.
—Me alegro mucho. —dijo la muchacha, mientras la otra estaba observando el peluche que la chica le había regalado, vestido como estaba Carolina en esos momentos.
—Uno más para la colección. —comentó la cumplañera. —Gracias, Em.
—Ahora, el mío. —dijo Zayn, besando la mejilla de la pelinegra y sonriéndo suavemente. —Feliz Cumpleaños, Carolina.
—Gracias, Zayn. —contestó ella, tomando la bolsa blanca que el muchacho le entregaba. En su interior, un bolso de color negro de cuero y una billetera a composé, se encontraban decorados con papel plateado. —Es hermoso.
—Me alegro que te gustara. Mira allí está Ian, voy a saludarlo. Con permiso, señoritas.
—Es precioso... Es ¿Prada? ¡Me regaló un bolso de Prada!
—Vaya, es precioso.
—Es lindo, simpático, rico, atento, y... ¿Para cuando la boda, Emma?
— ¿Qué?
—Es un británico sexy, por favor.
— Te gusta a ti, no a mi.
—Claro que me gusta, a cualquier persona del sexo femenino le gusta.
—Somos amigos.
—Él no te ve así.
—Claro que si.
—Como digas, Emmi. —dijo Carolina, mientras iban a la mesa y tomaban una copa para entregársela a Emma, y agarraga el bolso que le habían regalado, y lo examinaba de todos lados. —Él mejor regalo.
—Sé que el mío es humilde, pero, no seas mala.
—Es que Emma, jamás en mi vida tuve algo tan caro como esto. —dijo la pelinegra, examinando el producto, y quitándole los papeles.
— ¿Zayn Charles Jonh Richard Nicholas Windsor? ¿Dónde escuché ese nombre antes? —pensó la chica, y en un momento un recuerdo de la pasada noche vino a su mente. "—Si me hubiéras dejado hablar en la habitación de hotel me hubiera presentado. Soy Harry Windsor, el príncipe de Gales. Un placer.
— ¿Gales?
—Reino Unido Británico."
— ¡Dios mío!
— ¿Emma? ¿Qué pasó?
— ¿Dónde está Zayn?
— ¿Él? ¿Está por allí? —dijo Carolina, señalando donde el chico se encontraba hablando cómodamente con su compañero de clase.
—Gracias.
—Emma, ¿que a dónde vas? —preguntó la pelinegra, la cual, fue ignorada olímpicamente por la castaña. Esta, a paso rápido, se acercó a los dos jóvenes.
—Disculpa, ¿me lo puedo llevar un segundo?
—Claro. —contestó el chico, mientras Emma tomaba del brazo a Zayn y lo arrastraba a las afueras del salón de fiesta.
—Emma... ¿Qué sucede? —inquirió, cuando ambos se encontraban contra la varanda del río.
— ¿Zayn Windsor?
— ¿Si?
— ¿Hermano del Harry Windsor, príncipe de Gales?
— ¿Qué? ¿De qué hablas Emma?
—Tú... ¡Mentiroso!
— Escúchame, ¿si? Te lo puedo explicar. —dijo el chico de mirada olivacea.
— Me has mentido una vez, lo podrías hacer dos.
—Emma, escúchame. Por favor.
—Tienes un minuto para que me digas exactamente toda la verdad.
—Es verdad, soy el hermano de Harry. Zayn Charles John Richard Nicholas Windsor, príncipe de Edimburgo, y segundo en linea de suceción al trono de Reino Unido y el Norte de Irlanda, así como también, los territorios de Ultramar y los países coronados. —contestó como si de una grabación automática se tratase.
— ¿Por qué me has mentido?
—Porque le mentí a todo el mundo... Nadie sabe quien soy, solo Morris, porque es un empleado de la Casa Real. ¿Te acuerdas lo que te conté? ¿Del por qué dejé Cambridge?
—Así es.
—Bueno, con el que me comparaban todo el tiempo, era con el perfecto Príncipe Harry. El futuro Rey de Inglaterra. Él, mi abuela y mi abuelo, me iban a volver loco. Además, mi abuelo, el príncipe Felipe de Edimburgo, es el rector de la Universidad. ¿Sabes lo irritante que podía llegar a ser?
— ¿Tu abuelo?
—Si, el cual, me detesta desde el día que nací. Pero... más allá de eso. Te mentí porque al principio no confiaba en ti.
— ¿Y ahora? ¿Sigues sin confiar?
—No, claro que si. Confío en ti, Emi. Tu... ¿Cómo te enteraste?
—Tu hermano me atropeyó con el auto.
— ¡¿Qué?! ¡¿Cómo que te atropeyó?!
—Si, fue un accidente...
— ¿Un accidente? ¡¿Es idiota ese chico?! ¡¿Qué le pasa?!
—No te preocupes, él llamó al médico para mi, y dijo que no tenía nada, solo debía cambiar mis vendas una vez al día por dos semanas o tal vez menos.
— ¿El fue el culpable de que te esguinzaras la muñeca?
—Si, pero, fue un accidente. Además, él también me salvó.
—Del daño que el cometió. —contraatacó el chico.
—Pero me ayudó, y punto.—contestó Emma, evitando la parte de los delicuentes que trataron de propasarse con ella.
—Emma...
—Quiero volver a la fiesta, es el cumpleaños de Carolina, después de todo. Hablamos más tarde de esto.
—Está bien. Y... Lamento no haber sido sincero desde el principio.
—Vamos. —contestó Emma, sin más.
AvrilLove's
Re: Dramma Queen [Harry Styles]
Capítulo 9
— ¿Dónde está?
— ¿Reina? ¡Es un placer verla!
— Quisiera decir lo mismo, joven príncipe. Pero me temo que mi estadía aquí es por otros asuntos muy apartados de una mera visita.
— ¿Su majestad? ¿De que habla usted?
—Ha pasado un mes desde que usted está aquí, príncipe. Quiero saber, si ya ha tenído oportunidad de presentarse ante la princesa de Austro-Hungía.
—Su alteza...
— ¿La conoció si quiera?
—Si alteza. Tuve un encuentro con ella, pero... No me atreví a decirle la verdad, señora.
— ¿Y por qué? ¿Qué fue lo que se lo impidió?
—Lo mismo que le impidió a usted en primera instancia que yo me acerque a ella. Los pedidos del príncipe Zayn de Edimburgo.
— ¿Por qué has escuchado a Zayn esta vez?
—Porque he conocido a Su alteza Real, la heredera del trono austrohúngaro. Y estoy convencido de querer dar marcha atrás con todo el asunto del casamiento. Lo siento, Alteza, por darle mi negativa.
—Lamento tener esta respuesta para mis dos nietos, a los que amo, profundamente. Pero... Los pedidos de Reino Unido son más exigentes que los de los dos príncipes.
— ¿A qué se refiere, Señoría?
—El día martes fui visitada por el Señor Presidente Heinz Fisher al Palacio de Buckinham. Él está de acuerdo en la restauración de la Familia Real, solo, si el casamiento entre la princesa y el príncipe heredero de Reino Unido se lleva a cabo. La princesa no va a perder su nacionalidad, pero, tendría una nacionalidad compartida. Sería tambien austrohúngara.
—Reina... ¿Está convencida que la princesa va a aceptar casarse conmigo para convertirse en princesa de Austro-Hungría?
—Si, estoy altamente convencida príncipe. Y en este momento, la princesa junto a su familia fue invitada al Hotel Alvear Palace a una cena esta noche, donde el príncipe Zayn, usted y mi persona vamos a aparecer y hablar con su majestad real.
—Su Alteza Real... Creo que...
—No, Príncipe. Está decidido, hoy a las ocho de la noche, en el salón María Antonieta. Por favor no llegue tarde, Príncipe.
—No, Señoría.
— ¡¿El hotel Alvarez Palace?!
—Mamá, creo que no deberíamos ir.
— ¿Por qué? Zayn fue lo suficientemente amable como para invitarnos, no podemos rechazar esta costosa invitación.
—Pero, mamá...
—No, Emma. Ve a vestirte, que en una hora tenemos que salir para llegar a tiempo. ¿No querras llegar tarde a la cena con tu novio?
—Mamá. Zayn no es mi novio.
— ¿Y lo dices así? ¡Como si fuera algo de lo que estar orgullosa!
—Chau, me voy. No tolero cuando la conversación pasa a estos temas. —dijo la chica, llendo hasta su cuarto. Bajo su cama, sacó una caja blanca con un lazo negro y al abrirla se encontró con el obsequio de Zayn. Allí, un vestido color crudo con detalles en bolados y piedrería delicada, una zartera haciendo juego y zapatos de tacón negros, como el sobretodo que tenái puesto, fue suficiente, además de un poco de maquillaje, para que Emma estuviera hermosa ante sus ojos. { http://www.polyvore.com/you_are_braver_than_you/set?id=48818493 }
—Estás hermosa, Emma. —la aduló su padre, viéndola de arriba a bajo.
—Tu también, papá. —le contestó, al hombre vestido de traje negro delante de ella. —Y tu abuelo. Muy sexy. —dijo ella, haciendo reír al anciano.
—Más bonita, mi nena. —dijo Sofía, sonriendo dulcemente, vistiendo un vestido verde esmeralda largo y el cabello recojido, mientras que los tres hombres de la casa se encontraban vestidos en un traje negro, elegante
—Tu también, mamá.
—Vamos llendo, que se nos hace tarde. —anunció Gustavo, mientras toda la familia se dirigía al auto. El viaje duró bastante, lo usual que le costaba a Emma llegar a la universidad, pero, más sencillo el trayecto, ya que era en auto. Llegaron al Hotel Alvear Palace, donde un ballet parking, el mismo de la otra vez, los atendió y tomó las llaves del auto.
Un hombre, muy elegante, los encaminó hasta el Salón Maria Antonieta, donde la cena se llevaría a cabo. Eran las ocho y un minuto. Justo a Tiempo, pensó la castaña, y al entrar, se encontraron con una sorpresa que nadie entendía, salvo Emma.
En la habitación, sentados en la mesa, un chico vestido de traje nagro y camisa blanca y una corbara opaca, castaño de cabellera en ondas, ojos color verde esmeralda, y un semblante en el que se marcaba la lamentación. Por otro lado, se encontraba Zayn, vestido igual que el primero este sin corbata, el cabello negro peinado con gel como era usual en él, y su mirada olivacea triste, muy triste. Y por último, una mujer mayor, de cabellera blanca como la nieve, una mirada verdosa como la del primer chico, vestida con un traje rosa pastel. Y un hombre, de mediana edad, vestido elegante, estaba absorto de la impresión.
—Su Alteza Real. —dijo la mujer, inclinándose primero al mayor de la familia. —Su Alteza. —dijo ahora, dirigiéndose a Emma. —Es un verdadero honor por fin conocerlos.
— ¿Disculpe? —preguntó Sofía, desconcertada.
— ¿Zayn? ¿Harry? —indagó Emma, mirando a los dos muchachos, que se encontraba haciendo una reverencia ante toda la familia.
—Por favor, princesa. Diríjase a mi formalmente, me presento. Soy Zayn Charles John Richard Nicholas príncipe de Edimburgo. Segundo en línea de sucesión al trono del Reino Unido.
— ¿Princesa? ¿De qué diablos hablas?
—Propiedad, princesa. Para dirigirse hacia la familia real inglesa.
— Príncipe Harry...
—Princesa imperial de Austria y princesa real de Hungría, primera en linea de sucesión al trono.
— ¿Austria? ¿Hungría? ¿Princesa?
—Sientese, por favor, princesa. Ustedes también, por favor. Y pasaríamos a explicar absolutamente todo. —dijo, el presidente, mientras los otros hacian caso a las palabras del hombre.
—Disculpe, Señor...
—Fisher. Heinz Fisher. Presidente de la República de Austria.
—No entiendo nada. Nadie entiende nada.
— Paso a explicarle, señora...
— ¿Usted es?
—Pál Schmitt, presidente de la República Húngara.
— ¿Usted, Señoría? Me imagino que comprende la situación.
—Así es. —respondió Rodolfo, el abuelo de Emma, con voz temblorosa.
— ¿Abuelo? ¿De qué habla? —preguntó Emma, impaciente ante las vueltas que todos los presentes estaban dando para explicar la situación.
—Mi padre era el Emperador de Austria, Rey de Hungría, Bohemia, Croacia, Eslovenia, Dalmacia, Galicia y Lodomeria y mi madre Zita de Borbón-Parma, su consorte, y yo, fui su primer hijo. Cuando se desencadenó la segunda guerra mundial, me mandó a mi y mi hermana, a emigrar de Austria. Mientras que el resto de mi familia emigró a los Estados Unidos. Llegamos a Argentina, y allí es donde conocí a tu abuela, Emma. Nos casamos, y tuvimos a Laura, tu fallecida madre y a Claudia, tu tía. Tú Emma, eres la primera en sucesión al trono.
— Esto es una locura.
—Lo sé, pero es la verdad.
— ¿Por qué jamás volvió alteza? Lo estuvieron buscando por muchísimo tiempo.
—Vivía feliz y tranquilo aquí, con mis hijas y mi esposa.
— La República de Austria y Hungría, quiere devolver el poder a la Familia Real, el que fue arrebatado por la falta de heredero real.
— ¿Eso quiere decir que soy un príncipe? —indagó Nacho, el hermano menor de Emma.
—No, joven. Usted no comparte lazos sanguíneos con la familia real de Austria y Hungría. Solo con la princesa por vía paterna.
—Un minuto... Lo que era el Imperio Austro-Húngaro quedó dividido en más de diez países de Europa.
—Y todos ellos se van a reunificar.
— ¡¿Más de diez países van a ser tuyos, Emma?! —volvió a gritar Nacho.
—Solo dos, luego son partes de ellos, pero solo de una única manera la familia real será restituida. Es la única forma, que el pueblo austríaco y húngaro tome de buenas, la aceptación de la familia real nuevamente.
— ¿Y eso sería? —preguntó el abuelo, observando directamente al presidente Fisher.
—La unión de la Familia Real Austro-Húngara y la Familia Real Británica. Seria la única forma de que los demás países devuelvan las tierras pertenecientes al Imperio Austro-Húngaro y que el pueblo apoye, tanto como el congreso, la restauración de la familia.
— ¿Unión?
—Vía matrimonial.—contestó la Reina, sin nada de tacto. —Entre el príncipe heredero de Reino Unido, y la princesa heredera de Austro-Hungría.
— ¿El heredero al trono de Reino Unido es...?
—El príncipe Harry. —contestó de inmediato la Reina, mientras el chico, con su cara de poker, enfrentaba a la mirada de estupefacción.
— ¡Claro que no! ¡No voy a casarme! —anunció Emma, mirando al caballero, sentado junto a Zayn.
—Antes de contestar, joven princesa. Recuerde que el destino de tres naciones dependen en estos momentos solamente de usted. Son tres naciones reunificandose en el Imperio Británico-Austro-Húngaro. Es una desición importante, princesa heredera.
— ¿Qué obtiene usted? —preguntó Emma, mirando a la Reina frente a frente.
— ¿Disculpe, princesa?
—No creo que haga todo esto desde el fondo de su corazón. Algo obtiene usted.
—Y usted también, Su Majestad. El puesto de princesa de Austro-Hungría y el puesto de princesa de Reino Unido.
— Una super nación.
—La más poderosa del mundo. —anunció el presidente Húngaro, rebosando de exitación.
—Riqueza... De eso se trata todo esto.
— Por supuesto, joven princesa. El mundo no vive del aire. Recuerde, en este momento, su desición va a marcar la historia. Esa que usted, alteza, ama tanto. Majestad, está marcando la historia en estos momentos, de más de veinte naciones. Recuerde.
Capítulo 10
—Emma...
—No quiero volver a hablar de este asunto de nuevo.
—Piensa, es algo muy delicado este asunto.
—Para ti es fácil, mamá. Tú te vuelves rica de la nada, pero yo, debo casarme con ese príncipito de pacotilla. —comentó la castaña, arrojando un peluche al otro lado del cuarto.
—No te enojes con nicky. —comentó la mujer, tomando al gato de peluche que ella había arrojado anteriormente.
—Mamá. ¿Qué debo hacer?
—Lo que tu creas, cariño. Es algo que ni yo, ni tu abuelo, ni tu padre, ni tu hermano pueden decidir. Es todo asunto tuyo.
—De acuerdo... Me voy. Voy a llegar tarde al trabajo. —dijo la chica, mientras se levantaba de la cama, besaba la mejilla de su madre e iba a buscar su bicicleta para llegar a su trabajo.
Se encontró, en la puerta de su trabajo, con Zayn, el cual se encontraba apoyado en su deportivo plateado, vestido con jeans rotos, una remera de color marrón clara y una camisa encima. Su pelo bien peinado con gel, siempre con los pelos parados apuntando en distintas direcciones y esa mirada olivacea oscura.
— ¡Emma! —le gritó el chico, cuando la chica lo ignoró y entró a la cafetería.
—Déjame en paz.
—Tenemos que hablar.
—Yo no tengo nada que hablar con usted, Su Majestad.
—Por favor, Em... No te pongas dificil.
— ¿Difícil? ¡Mi vida acaba de cambiar completamente! ¡¿Y yo me pongo difícil?!
—Em, por favor.
—Chicos, peleas de pareja. Luego de trabajar. —interrumpió la señora López, colocándose al lado de Zayn.
—Si, señora.
—Vete Zayn, vas a hacer que me despidan.
—No necesitas más el empleo. Eres la princesa heredera de Austro-Hungría.
—Princesa heredera del reino Británico-Austro-Húngaro. Acuérdate que antes de ser princesa, me tengo que casar con tu hermano y estar juntos para toda mi vida, que si vamos al caso, serían... ¿Unos sesenta años más?
—De acuerdo, esa es la parte más complicada.
— ¿Más complicada? —preguntó ella con ironia, mientras limpiaba una mesa.
—Ok, no te quieres casar. Fúgate.
— ¿Fugarme?
— No tienes idea de lo que es la presión real. Y más de dos reinos. Los austrohúngaros y los británicos no van a dejarte ir tan fácilmente.
— ¿De qué hablas, Zayn?
—Van a volverte tan loca, que vas a terminar aceptando el casamiento.
—Claro que no... No pienso casarme.
—Entonces, vámosnos juntos. A dónde quieras. Francia, Alemania, Australia, Estados Unidos, India, Japón, Canadá, México, China... No lo sé, donde quieras.
—Estás completamente loco, Zayn. —dijo la chica, mientras continuaba limpiando las mesas detrás del chico.
—Emma...
—Si no tienes nada más que decir, vete. —profesó ella, sin ningún reparo, mientras el chico, se sentaba en una de las mesas que estaba limpiando Emma.
—Quiero ordenar una taza de té con tres de azúcar y una porción de torta.
—Zayn...
—Atiende a los clientes. —le dijo él, sin esperar a que ella siga hablando.
—Si, su majestad. —contestó con ironía.
La chica, luego de unos minutos le entregó la orden al británico, el cual, comía y bebía con total lentitud, y cuando hubo acabado su orden, luego de cuarenta minutos, pidió otra porción de pastel, luego una taza de café y más tarde un sanwich de jamón y queso.
—Pobrecito, lleva comiendo y comiendo por dos horas y media, Emma. Solo para estar cerca tuyo.
—No lo defienda, señora López. Él me mintió en algo muy delicado.
—Sea lo que sea en lo que se haya equivocado, realmente está arrepentido, pobrecito. —luego de aquellas palabras, Emma se le acercó con lentitud, pensando más de dos veces en lo que estaba haciendo, pero, como su manera de ser no era malvada, soporto todo lo sucedido dos días atrás, y se sentó frente al chico.
—Zayn...
—Emmita te juro que...
— Ya está, lo que pasa no es tu culpa. Es algo de mi ¿Familia? O lo que sea, tu y yo, somos y seguiremos siendo amigos siempre.
— ¡Ves! ¡Es por eso que te quiero! —anunció con una sonrisa el muchacho, mientras se levantaba de su lugar y se colocaba frente a Emma para abrazarla suavemente y luego levantarla de su asiento en un movimiento poco delicado, y tenerla suspendiendo en el aire.
— ¡Bájame ahora mismo! ¡Zayn!
— Shhhh... Cállate bobita.
—Cierra la boca Zayn, y suéltame.—gritaba Emma, pataleando y gritando, hasta que el teléfono de la muchacha comenzó a sonar. —Suéltame Zayn, tengo que atender el celular.
—Ok, solo por eso te dejo. —le dijo el chico, mientras que ella atendía el celular.
—Hola, má.
—Emma... Por favor, ven a casa.
— ¿Qué pasa?
—Ven, cariño. Tienes que juntar tus cosas.
— ¿Mis cosas? ¿De qué hablas?
—Emma... Nos están desalojando, por favor ven. —pidió la madre, llorando a mares.
—Voy para allá, Mamá. Solo deja de llorar. —le pidió la chica, mientras cerraba su teléfono e iba hasta la cocina donde estaba la señora López.
—Señora, por favor déjeme ir a mi casa. Algo está pasando.
— ¿Qué pasa, linda?
—No lo sé, pero mi madre está llorando, y...
—Ve, ve Emma. —le dijo la señora López, mientras Emma se daba vuelta
La chica, tomó su bicicleta, y sin decirle una palabra a Zayn, comenzó a pedalear para llegar a su casa. Allí, frente a su recidencia, una camioneta negra de alta gama se encontraba estacionada. La chica subió las escaleras y se encontró con Sofía, llorando a mares, y su hermanito, también llorando.
— ¿Qué pasa?
—Tenemos un retraso de ocho cuotas de la hipoteca y nos van a sacar la casa y todo lo que sea de valor para pagar las cuotas.
— ¿Qué? Pero, el banco dijo que iba a esperar.
—No lo sé Emma. Se acaban de llevar el auto, y están esperando a que llegue tu padre del trabajo para llevarse la camioneta. ¿Qué vamos a hacer? ¿De qué vamos a vivir?
—Tranquila, mamá.
—Esto es un horror, Em. Nos dan solo dos horas para dejar la casa. ¿Qué vamos a hacer, Emma?
—Yo... No lo sé.
—Ahora seríamos ricos. Si no le hubieras dicho que no a la Reina.
—Cállate, Juan Ignacio. —le ordenó Sofía, frunciendo el ceño a el muchachito.
—Pero es la verdad... Asquerosamente ricos. Reino Unido, Austro-Hungría... Todo sería nuestro. Si esta tonta no le hubiera dicho que no.
—Cállate, Nacho. —volvió a decir la mujer, llevando al chico hasta la cocina, dejando sola a Emma. Y cuando la mujer se hubo ido, por la puerta apareció el padre de la chica, con los ojos llenos de lágrimas, tratando de ocultarlas.
— ¿Juntaste tus cosas, Emmita?
—Papá...
—Sólo tráelas, ya hablé con tu tía Viviana, ella nos va a alojar en su casa por un tiempo, hasta que encontremos la manera de poder... -casi ni podia hablar.-
—Si, ahora en un ratito vuelvo. Tengo que hacer algo.
—De acuerdo, pero no te demores mucho, em. —dijo el hombre, abrazando cortamente a la chica, la cual, sintió su corazón estrujarse en su pecho. Al separarse, le sonrió cálidamente, y salió de la casa, con dirección a la estación de trenes. Tomó el tren hasta Retiro, y desde allí, el colectivo para llegar al barrio de Recoleta, dónde el Hotel Alvear Palace se encontraba situado, y allí, en la habitación Presidencial, la Reina se hayaba en el living de esta, leyendo un libro tranquilamente.
—Su Alteza Real, La princesa Emma de Austro-Hungría. —anunció el mayordomo de la mujer mayor.
—Adelante, Su Majestad.
—Reina. —saludó la muchacha, haciendo un inclinamiento de cabeza.
— ¿Qué la trae por aquí, princesa heredera?
—Usted me dijo que pensara antes de darle una respuesta sobre el trono de Austro-Hungría.
— ¿Y lo a pensado, princesa?
—Así es, Señoría.
—Tome asiento, princesa heredera. —le ofreció la reina, mostrándole la silla delante de ella. Emma se acercó hasta ella y se sentó, con ayuda del mayordomo real, para encontrarse frente a la reina. — ¿Qué ha decidido, Su Alteza?
—Su Majestad real, lo he meditado mucho tiempo y...
— ¿Y? ¿Cuál es su respuesta?
—Acepto el matrimonio político entre el Príncipe Harry y yo.
—Sabia desición, princesa. —dijo sonriendo la anciana. —Además...
—Permita interrumpirla, Señoría.
—Dígame, princesa.
—Acepto el matrimonio político, con una condición.
—Dígame cual sería
—Que yo pueda ingresar a los bienes de la familia real.
— ¿Dinero? No era que usted misma me ha dicho que era algo que era irrelevante para su persona.
—Cambié de parecer, Reina. —contestó la muchacha, tragándose su orgullo duramente.
—Así que, si solamente se trata de aquello. Está bien, Alteza. Tiene mi palabra que todos los bienes de la Corona Real Británica van a estar a su disposición, por el matrimonio con el Príncipe Harry. Los de la Familia Real Austro-Húngara le van a ser propios en cuanto la legitimidad de la Corona Austríaca sea puesta en juego nuevamente.
—Gracias, Señoría. —agradeció, muy a su pesar.
—Su Alteza, el príncipe heredero Harry de Gales.
— ¿Emma? —preguntó el muchacho, altamente sorprendido de ver a la muchacha allí, la cual, tenía una mirada triste y aguosa.
—Príncipe, que alegría que usted esté acá. Quiero presentarle formalmente a la princesa Emma de Austro-Hungría... Su prometida Real. —anunció con una sonrisa la mujer, mientras que la sorpresa no tardó en apoderarse del rostro del príncipe.
— ¿Pro... Prometida? —dijo el muchacho, tartamudeando.
—Así es, príncipe. ¡Enhorabuena! ¡Esto si que es algo para festejar!
—Reina...
—Espera, príncipe Harry. Celebremos este agraciado acontecimiento. —musitó la reina, con una sonrisa de oreja a oreja. —Mayordomo Real Danclep. Llame al Príncipe Zayn, necesitamos darle las buenas noticias.
—Su Majestad...
— ¿Qué, Harry?
—Creo que debería hablar con la señorita Emma, a solas.
— ¿Señorita? La princesa, Harry. La princesa. Su prometida. —le corrigió la mujer, con una sonrisa. —Y ya van a tener muchísimo tiempo para hablar, cuando se casen, van a pasar mucho tiempo juntos. Y allí pueden hablar todo lo que quieran.
—Pero...
— ¡Abuela! ¿¡Para qué me llamabas!? —anunció Zayn, entrando despreocupadamente a la habitación.
—Compostura, príncipe Zayn.
—Hola abuelita. —anunció el chico, besando la mejilla de la mujer. —Y... ¿Emma? ¿Qué haces aquí?
— ¿Emma? Se un poco más educado con tu futura hermana, príncipe.
— ¿Hermana?
—Así es, la princesa Emma aceptó el compromiso con el príncipe Harry. ¿No son excelentes noticias, su alteza?
— ¿Em? ¿Qué está diciendo mi abuela? —le preguntó suavemente Zayn, mientras la princesa soltaba pequeñas lágrimas cristalinas de sus ojos castaños. — ¿Emma? —volvió a inquirir el muchacho, mientras se le acercaba suavemente para tomar su rostro entre sus manos, y quitar lentamente las lágrimas de su rostro.
— ¡Zayn! ¿Qué estás haciendo? —le preguntó, alterada, la reina.
—Creo que la princesa está demasiado emocionado por el compromiso, y necesita descansar. ¿Quiere que la lleve a su casa, princesa?
—No te molestes, el príncipe Harry lo hará.
—Me ofrezco, Su Majestad. Si usted me lo permitiera, yo cuidaría del bienestar de mi futura hermana.
—De acuerdo, Alteza. Lleve con cuidado a la princesa heredera a su casa, y cuide de ella.
—Con mi vida, Señoría. —contestó el muchacho, mientras le indicaba a Emma para que caminara. La chica, a paso cansado y con lágrimas en los ojos, incapaz de mirar el rostro de La Reina o el príncipe, hizo un inclinamiento de cabeza, y siguió a Zayn hasta la salida de la Suite Presidencial.
AvrilLove's
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