Learning to be a dad |N.C

Zayn se vio obligado a compartir su habitación con su pequeño hijo Colyn, este no había querido hablarle desde que se conocieron, solo lo ignoraba. El colegio iba a comenzar, Zayn se encontraba acomodando su ropa para el trabajo, mientras que el pequeño se vestía solo, solo para no tener que hablarle a su papá. 
 
— ¿Estás listo para tu primer día de clases?—Pregunto Zayn. Colyn solo se dedicó a mirarle y volvió su mirada a su plato de cereal, el cual se había preparado el mismo.
 
Zayn tomo su maleta y ambos salieron del departamento, se encargaría de llevar a Colyn al jardín y volver a su trabajo. Estaciono su auto en el estacionamiento y camino hacía la puerta trasera, pero Colyn ya no estaba ahí. ¿Dónde se habrá metido ese pequeño?
 
— ¡Colyn! — Gritó Zayn buscando a su pequeño hijo. Corrió por todo el estacionamiento en busca del pequeño, pero esté no daba señales de vida. — ¡Colyn! — Volvió a gritar Zayn.
 
Salió del estacionamiento y corrió 5 calles hasta llegar al jardín, afuera había varias madres y padres dejando a sus hijos en su primer día, unos lloraban y otros simplemente decidían entrar para estar lejos de sus padres, como Colyn.
 
— ¡Colyn! — Gritó Zayn atrayendo las miradas de algunos padres, miraba detalladamente a cada uno de los pequeños, ninguno lucía como Colyn.
 
— ¿Es tu hijo? — Pregunto una voz detrás de él, volteo y se encontró con el pequeño de Colyn agarrado de una chica.
 
— ¡Colyn! — Zayn se encontraba feliz, su hijo había llegado solo hasta el instituto. — ¿Él te hablo?
 
— Claro que me hablo, es un niño muy tierno. — Zayn tenía una cara de sorpresa, Colyn jamás le había hablado a él, pero a ella una completa desconocida sí.  
 
—Bueno Colyn, es hora de que me vaya—
 
— No te vayas Lindsay— El niño tenía cierto tono triste en su voz, pero eso no duraría por mucho, cuando Coyn entrara del jardín se olvidaría del asunto.
 
— Mañana vendré a verte, ¿Si? —
 
— ¡Sí! —
 
—Despídete de tu papá— Colyn miro a Lindsay con una mueca y solo miro de reojo a Zayn.
 
—No me gusta el, me gustas tú— Dijo Colyn y rápidamente entro al jardín
 
Ellos solo se dedicaron una pequeña mirada y Lindsay siguió su camino, mañana volvería para visitar a Colyn antes de que entrara al jardín. Mientras que Zayn vuelve a su auto y se encamina hacia el trabajo, las mujeres rubias se subieron la falda y se acomodaron el escote, pero Zayn no les hizo caso alguno y entro a su oficina. Esa chica lo había dejado sin palabras…
 
El timbre del jardín había sonado, eso significaba que ya era hora de irse a casa, pero cuando Colyn salió del jardín no se encontró con Zayn, él se había olvidado. El pequeño Colyn salió solo, con cuidado de no ser atrapado por las maestras, camino unas cuantas calles, sabía perfectamente cuál era el edificio donde trabajaba Zayn. Pero antes de cruzar la calle sintió como tomaron su mano, Lindsay. Entraron al edificio de Zayn y se acercaron a la secretaria.
 
— ¿Se encuentra el señor Malik? — Pregunto el pequeño Colyn a aquella rubia que se hacía llamar secretaria.
 
— ¿Quién lo busca? —
 
— Su hijo— La mujer miro con los ojos abiertos al pequeño, no sabía que Zayn tenía un hijo y menos esposa…

¡Deny! Amé el cap<33     Ese Colyn es muy independiente y se manda solo, creo que será buen amigo de Dylan :) Y Zayn... lo amo pero tiene que preocuparse más por el pequeño! Anyway, me encanta la posible pareja que podría llegar a formar con Lindsay :D

Bueno Aye, espero tu cap<33

Harry se había levantado más temprano de lo normal, había soñado con Susan por enésima vez en el mes y eso no era muy bueno para su bienestar emocional, no le hacía nada bien. Hacía unos años que ya no la tenía más, no tenía sus besos, ni carisias, no tenía sus consejos, ni sus decisiones, ya no la tenía más en cuerpo y alma, se había ido para siempre. Quería rebobinar y volver al pasado para estar al menos unos segundos con ella, para volver a ver su perfecta y blanca sonrisa que lo volvía totalmente loco escuchar su melodiosa voz.

La extrañaba tanto.

Unas lágrimas rebeldes escapo de sus ojos esmeraldas sin darse cuenta, otra vez había vuelto a llorar.

—¿Papi estas llorando? — lo exalto la voz adormilada de Prim, y rápidamente se dio cuenta que en verdad lo estaba haciendo, antes de mirarla a sus ojitos cerro fuertemente los ojos para que salgan todas esas lagrimas que estaban estancadas en sus lagrimales.

—no, claro que no— dijo quitando las solitarias lagrimas que vagaban por sus mejillas. —¿Pero qué haces levantada a esta hora, Prim?

— le pregunto caminando hasta la niña.

—escuche un ruido desde la sala y tuve miedo porque no estabas— explico y Harry sonrió con ternura para luego agacharse a su altura y acariciar la mejilla de su hija.

—ven vamos a dormir, hermosa— dijo levantándola del suelo, rápidamente ella paso sus delicados brazos alrededor del cuello para luego apoyar su cien en el hombro de su padre.

Aún era de noche, casi madrugada, apenas había cerrado sus ojos y el hermoso rostro de su mujer apareció, sonriendo con esa frescura que solo ella tenía, con sus ojos llenos de paz y su piel tan blanca como la nieve. Pero en ese mismo instante un fuerte estruendo desde la sala se hizo presente en los oídos del castaño.

Las niñas parecían tener un sueño muy pesado porque ni siquiera se movieron, muy lentamente Harry salió debajo de las mantas con cuidado de no despertar a Madi que estaba sobre él y camino silenciosamente hasta la sala, una sombra hizo que su corazón se vuelva loco y que pensara solo en sus pequeñas que estaban en la habitación durmiendo profundamente, a solo unos metros de distancia.
Cuando estuvo lo suficiente seguro de sí mismo, se abalanzo con todas sus fuerzas sobre el cuerpo del desconocido.



—¡eres un animal, Harry! — exclamo por cuarta vez en voz baja el rubio.

—¿¡y tu un idiota como se te ocurre entrar así!? ¡Estás loco! — dijo Harry dándole hielo para que se ponga en su -ahora- rojo e hinchado ojo. —¿eres consciente de que te hubiese matado, si no me decías que eras tú? —

—¿hubieras matado a alguien? — pregunto sorprendido Ian, haciendo una mueca de dolor al sentir el frio hielo sobre la inflamación de su ojo.

—si vez a alguien entrando a tu casa como un delincuente teniendo a dos pequeñas qué harías cualquier cosa con tal de que nada les pase. ¿Tú qué harías? — contesto Harry con una pregunta.

—sí, tienes razón. Es que no tenía donde ir y… siento asustarte de esa manera— comenzó a hablar Ian.

—Ian, cuantas veces te tengo que decir que las puertas de esta casa están abiertas para ti, no es necesario entrar como un delincuente, con golpear es suficiente— dijo Harry.

—no sabes cuánto te lo agradezco, hermano— se emocionó mientras lo abrazaba.

—ok, ok ya. — se separó de su amigo. —puedes dormir en el sillón y mañana vemos que podemos hacer, ahora voy a ver si puedo dormir un poco— comento Harry poniéndose de pie para dirigirse a su cuarto.

—soñaste otra vez con Susan ¿no? — le pregunto Ian, lo conocía, sabía que cuando Harry tenia insomnio era por su hermana, le dolía porque se daba cuenta de que Harry era el más afectado con el fallecimiento de Susan, pero lamentablemente el no podía hacer nada, solo estar con él. Harry se  detuvo a medio paso cerrando sus ojos para después asentir con la cabeza. —Duerme bien, Harry—

—Gracias, t-tú también Ian— su voz había cambiado, el tono era diferente, sin vida.


Sábado por la mañana, Harry exitosamente había podido dormir unas dos horas lo suficiente como para darle tiempo a Ian de hacer el desayuno. Ahora todos se encontraban desayunando con el 'tío Ian' ellas lo amaban, siempre las hacía reír y jugaba con ellas como cualquier otro niño, algo que hacía que sea su tío favorito.

—¿Cómo estuvo el jardín, Prim? —le pregunto.

—hice muchos amiguitos— contesto con una sonrisa y Harry por inercia la imito.

—¿algún niño lindo? — le pregunto Ian casualmente y Harry se atraganto con su café.

—nope— respondió Prim y Harry se relajó mientras se recomponía. Aún era pequeña como para que Ian le preguntara si había algún niño lindo, ¡quería matarlo! ¿Desde cuándo tenía esas conversaciones con su pequeña? pronto el día llegaría y con tan solo pensarlo… quería que su hija quede por siempre como su pequeña e inocente Prim.

—¿qué tal si vamos al parque? — Propuso Harry y sus hijas respondieron con emoción positivamente.



Al volver a casa todos estaban exhausto hasta el mismísimo Ian que era muy activo lo estaba. Prim dormía en brazos de su tío mientras que Madi dormía en los de su padre.

Cuando estuvieron a punto de entrar la pelirroja salió de su departamento y llamo a Harry.

—¿qué sucede? — le pregunto este al voltearse, encontrándose con los ojos color gris, o verde no podía definirlo con claridad de la pelirroja.

—es que tengo un problema, necesito correr un sillón y… no tengo mucha fuerza— explico mientras movía sus manos de un lado a otro con una mueca en sus labios.

—yo si quieres te puedo ayudar— intervino Ian y Harry rápidamente posiciono su verdosa vista sobre el rubio, este sonreía con su sonrisa de ganador, Harry mejor que nadie sabía lo que estaba planeado su cuñado.

—sí, perfecto— Comento Megan. —ven, pasa por aquí— dijo e Ian se volvió hacia Harry  para entregarle a Prim, con una enorme sonrisa sobre su rostro.

—Espero que  no te moleste, Harry— dijo alejándose. —¡Esta buena!— medio grito encogiéndose de hombros entrando a la casa de la pelirroja. Harry rodeo los ojos, camino los pasos que quedaban hasta su puerta con dificultad e hizo algunas maniobras para al fin poder abrir la puerta con sus dos hijas en brazos.

—Más te vale, Ian que no me metas en problemas— hablo solo en la casa silenciosa mientras se dejaba caer sobre el sillón cansado y tomaba el control remoto del televisor entre su mano.

Las niñas jugaban con el pelo de su padre, riendo pero también peleándose y tirando del cabello de este, pero no le importaba, estaba más preocupado en lo que podía llegar a hacer Ian con Megan.

El imponente edificio de vidrio se alzaba majestuoso entre sus semejantes a medida que me acercaba. Aquel logo perteneciente a la empresa de su padre le provocaba nauseas, de tan solo pensar que seria un día más estando en aquellos asfixiantes metros cuadrados respirando el mismo aire que ese hombre que compartía su apellido.
Luego de aparcar el auto en el estacionamiento exclusivo en el subterráneo del edificio, subió hacia el piso diecisiete utilizando el ascensor. Apenas entró a la oficina, intentó escabullirse pasando desapercibido ante la vista de su padre, lo que no pudo suceder, obviamente.

- Gabbriel - le llamó aquella voz seria y rasposa desde la puerta de su oficina. Iba vestido con su clásico atuendo de los lunes, un smoking completamente negro Armani - ven aquí, necesito hablarte - agregó entrando a su oficina. No le quedó de otra que seguirlo, su palabra era ley. Se sentó en la silla giratoria frente a su enorme escritorio de caoba intentando que su mirada de piedra no le intimidara - verás, Gabbriel - comenzó - la razón por la que te he llamado hoy, es porque ayer por la tarde, los Kensley asistieron a una cena en nuestra mansión y nos preguntaron por tí - siguió. Gabbriel puso los ojos en blanco al escuchar su característica voz de reunión de negocios y la palabra "mansión".

- vamos papá, deja la formalidad, estás hablando con tu hijo, no con Harrison o algún otro de tus socios de la alta sociedad - le pidió cansado de su apariencia de hombre serio.

- no me interrumpas - respondió aún más serio y frío - como te decía, antes de tu impertinente comentario, los Kensley preguntaron por tí, sobre todo la hija mayor, Charlotte - prosiguió - tu madre, como siempre impertinente, les dió por motivos de tu ausencia que estabas cuidando a tu pequeña hija, lo que por supuesto, no fue muy bien tomado por mis colegas y por sobre todo, socios - remarcó la palabra "socios".

- ¿y esto que tiene que ver conmigo? - preguntó tratando de apurar su sermón para salir disparado de esta oficina que le resultaba realmente tóxica.

- que esa pequeña bastarda no puede seguir sin madre - contestó con voz fría como si se tratara de cuchillos apuñalando sus oídos. La sangre huyó de sus extremidades a su cabeza provocando una insoportable sensación de mareo y nauseas al oír aquella ofensiva palabra. Ese hombre estaba llegando muy lejos adentrándose a territorios que no le iba a permitir.

- no vuelvas a llamar a mi hija de esa manera - le dijo empuñando sus manos y levantándose violentamente de la silla luego de un momento en que no supo como reaccionar - con mi hija no te metes, puedo tolerar todo insulto a mi persona proveniente de tí, pero no te voy a permitir que te refieras a Gabbie de esa forma - finalizó golpeando el escritorio con su puño.

- la llamo como yo quiera, ahora siéntate - ordenó aumentando el volumen de su voz abandonando su característico tono sereno pero a la vez sarcástico. En vez de sentarse, Gabbe se dió la media vuelta dispuesto a salir de aquel lugar - si sales por esa puerta, tomaré medidas que seguramente no te gustarán - amenazó. Apretó con fuerza la manilla de la puerta intentando calmar su furia y se dirigió hacia el escritorio quedándose de pie - Siéntate - ordeno.

- no me... -

- ¡Siéntate! - le interrumpió subiendo excesivamente el tono de su voz. Obedeció de inmediato como siempre sucedía, cansado de no hacer nada para que aquel hombre se diera cuenta que no podía seguir controlando su vida - con tu madre hemos llegado a un consenso y hemos tomado la decisión que debes buscarte una novia para que simule ser la madre de tu hija - finalizó.

- ¿Qué? - preguntó arrugando el entrecejo.

- lo que oíste, ¿o es que estás teniendo problemas de audición? - preguntó - si es que es así, ten un cheque para que consultes a un otorrino - agregó sacando su chequera de uno de sus cajones.

- no necesito un estúpido cheque ni menos un otorrino - exclamó Gabbriel poniéndose de pie nuevamente caminando por la habitación como un león enjaulado - ¿cuándo te darás cuenta que no puedes seguir controlando mi vida? - preguntó - he superado la mayoría de edad hace ya unos años, padre - le reclamó - me mantengo a mi y a mi hija gracias al trabajo y el esfuerzo que pongo en ello, no a costa de tu trabajo - continuó.

- tienes exactamente cuarenta y dos días para conseguir alguna muchacha de buena clase que esté dispuesta a hacerse cargo de tu... hija - escupió - sino nos veremos en la obligación de hacer que la madre regrese por ella y tú sabes perfectamente que tengo las herramientas para hacerlo - finalizó. El cuerpo del joven padre experimentó una sensación de frío de tan solo imaginar que Gabbie podría volver a caer en manos de esa mujer loca que se hacía llamar "madre".

- vale - fue lo único que atinó a decir antes de salir de la oficina.

- ah, casi se me olvidaba - habló el hombre interrumpiendo la huida - no me gusta mucho la amistad que tienes con la fotógrafa - continuó - intenta alejarla de tí - finalizó.

- eso no lo decides tú - susurró saliendo del cubículo venenoso antes de que le volviera con sermones y amenazas.

Durante el resto de la tarde, Gabbe no pudo concentrarse en el trabajo. No tuvo apetito en toda la hora de trabajo y no podía parar de pensar en que sería de Gabrielle si llegaba a manos de su madre nuevamente. No podría soportar que la alejaran de él. Llevaba tanto tiempo criandola de la mejor forma que había podido y no iba a desechar aquellos hermosos momentos que había pasado con ella ni lo mucho que la había visto crecer. Tendría que hacer algo y solo tenía cuarenta y dos días. Estaba tan sumido en sus pensamientos que apenas se dió cuenta que su teléfono sonaba por sexta vez y en la pantalla aparecía la fotografía que le había tomado a Kelsey el día del cumpleaños de Gabbie. Lucía hermosa como siempre.

- hey - le saludó.

- ¿hey? te he mandado mensajes como loca y te he llamado un montón de veces y cuando te dignas a responder solo me saludas con un ¿ "hey" ? - gritó.

- lo siento, Kels, ha sido un día terrible en la oficina y no me he podido enfocar en nada que no sea las venenosas palabras de la víbora Winslet - finalizó sobándose la frente.

- ¿aún estás en la oficina? - preguntó - Gabbie y yo llevamos mas de una hora y treinta esperándote - replicó enfadada.

- mierda, lo olvidé, espérenme en el jardín, no tardo en llegar - le dijp poniéndose de pie y guardando todo en su mochila con una mano mientras sostenía el teléfono con la otra.

- tendrás que compensar el tiempo de espera - ordenó - sino no te lo perdonaremos, ¿no es a´si Gabbie? - se estremeció al oír la vocesita de su pequeña dándole la razón a su mejor amiga, definitivamente no dejaría que volviera a California con Lettie la loca.

- ¿McDonald's? - preguntó el chico saliendo de la oficina y presionando el botón del ascensor para poder llegar al aparcamiento subterráneo.

- buena decisión, querido - sonrió antes de cortar. Definitivamente no iba a alejarse de Kelsey, por nada del mundo.


- no has comido tu hamburguesa, Gabbie, no puedes ir a jugar - le ordenó Kelsey ante la insistencia de la pequeña por correr a los juegos.

- es que no quiero más, tía Kels - se quejaba la rubia pecosa a punto de armar un berrinche de los que solo ella podía armar.

- Gabbe, ¿puedes decirle que no puede ir a jugar a menos que se como su cajita feliz? - le dijo Kelsey a su mejor amigo que no le prestó ni el más mínimo de atención sumido completamente en sus pensamientos - Gabbe... -lo llamó Kelsey percatándose de su mirada perdida.

- ¿qué ? - preguntó ubicándose en el espacio.

- te he dicho que Gabbie quiere ir a los juegos pero no se ha comido su cajita feliz, por lo tanto no puede ir - le explicó Kels nuevamente.

- claro que puedes ir cariño, pero cuando vuelvas, debe comer tu hamburguesa estando tibia o fría - le dijo el chico con la voz más serena que había podido salirse. La niña se levantó de su silla y corrió donde su padre, le dió un abrazo acompañado de un beso en la mejilla y corrió hacia los juegos.

- ¿que ha sido eso? - le preguntó Kelsey con el ceño fruncido.

- ¿que ha sido qué? - preguntó el chico extrañado, desconectado completamente de su entorno.

- ¿te sucede algo, Gabbriel? - dijo Kelsey consciente de que algo no iba bien con su amigo. Desde que había llegado al Jardín infantil, su mejor amigo estaba fuera de este mundo.

- tengo que decirte algo, Kels - explicó - es sobre papá y su mente macabra - prosiguió mirando sus manos que retorcían entre sí delatando su nerviosismo - me ha dicho que tengo que conseguir una pareja que se haga pasar por la madre de Gabbie - explicó - según mis padres, el hecho de que Gabbie no tenga a su madre, da una pésima reputación a nuestro apellido - finalizó.

- pero no tienes porqué hacerlo, Gabbe - le dijo la chica tomando sus manos - ¿hay algo más por la que estés tan nervioso? - preguntó la castaña - no me puedes ocultar nada y lo sabes - siguió.

- me amenazó - soltó en un suspiro de derrota - me dijo que si no conseguía una novia en cuarenta y dos días, sino hará que Gabbie vuelva con Lettie - finalizó.

- ese hombre es un animal - habló Kelsey enfadada - sé que es tu padre pero es un maldito desgraciado sin corazón - prosiguió - no entiendo el porqué sigues trabajando para él, Gabbe, tu vida sería mucho mas simple si te alejaras de él - dijo la chica.

- ¿crees que solo basta con alejarme de él? - preguntó el chico cansado - el maldito apellido me seguirá por siempre - finalizó el rubio derrotado - no sé que hacer, Kels - agregó luego de largo rato de silencio - no quiero perder a mi hija - al oír eso, algo hizo que el corazón de Kelsey aumentara su ritmo cardíaco y un sentimiento de ternura la invadió de pies a cabeza. Kelsey tomó su teléfono celular y comenzó a presionar botones.

- ¿qué haces? - preguntó el chico arrugando el entrecejo.

- haremos lo que tu padre ha pedido - respondió la castaña sumida en su teléfono - vamos a conseguirte una novia antes de los cuarenta y dos días - finalizó. En ese mismo momento, el teléfono de Gabbriel sonó indicando una invitación en Facebook en la que decia "Se la novia de Gabbriel Winslet (Casting)" donde le pedía presionar uno de los tres botones: I'm going, Maybe, Not going.

- esto es una locura - dijo Gabbe sobándose las sienes.


- sigo pensando que esto es una estupidez, Kelsey, una completa perdida de tiempo - decía Gabbriel sentado detrás de esa mesa en aquel local que había arrendado Kelsey para el casting - tú deberías estar trabajando en estos momentos, acabas de perder a un cliente de excelencia - le reprochaba el rubio.

- eso no es tan importante comparado con lo que sería perder a nuestra Gabbie - le explicó la castaña a su mejor amiga.

- gracias - le dijo el chico dedicándole una sincera mirada de agradecimiento, haciendo que algo se encendiera en el interior de Kels - de todas formas sigo pensando que es una completa idiotez  - Kelsey sonrió ante ese comentario y caminó hacia la puerta para dejar entrar a la fila de chicas que esperaban afuera del local y repletaban la cuadra . "- mierda, este será un largo dia - " pesó la chica al abrir las puertas de par en par