Learning to be a dad |N.C

El sol asomaba por la ventana cuando el molesto ruido de dos despertadores comenzó a sentirse en la casa de los Tomlinson. Como siempre, Louis fue el primero en levantarse, realmente odiaba madrugar, siempre se decía a si mismo que las seis de la mañana era una hora inhumana para despertar, pero no había nacido en cuna de oro y por eso, todo lo que tenía, había sido gracias a su trabajo, madrugar, tenía sus beneficios cuando al final del día llegaba a su casa a ducharse y cenar con su familia.
Louis entró al baño de su habitación para hacer lo mismo de cada mañana. Salió a los pocos minutos ya que era rápido a la hora de ducharse. Observó a Kira, su mujer, quien aun dormía con su cabello rubio y largo alborotado en medio de las dos almohadas. Esa era una de las imágenes que más disfrutaba cada día, ver a al amor de su vida dormir lo enternecía y llenaba de felicidad. Lo hacía convencerse a sí mismo de que era un hombre muy afortunado.
Terminó de vestirse y se posó frente al espejo del dormitorio para asegurarse que su corbata tuviera el nudo perfecto antes de salir de la habitación. Caminó por el corto pasillo hacia la tercera puerta y golpeó tres veces seguidas, al no recibir respuesta, optó por entrar.  Su hijastra, Ania, dormía plácidamente sobre su amplia cama de dos plazas. Se acercó a ella y con suavidad sacudió su hombro reiteradas veces hasta sentir un quejido de la muchacha.
 
—Mmm no Louis, un rato más— Protestó sin siquiera despegar sus ojos.
—Ann, ya es hora de levantarse, vamos— Pidió con calma, si había algo que caracterizaba a Louis era su buen humor mañanero, cosa que la mayoría de las personas no poseen, incluyendo a la joven Ania.
—Está bien— Resopló molesta y abrió los ojos de golpe chocándolos con los de su padrastro.
—Gracias— Sonrió él y besó su frente —Y buenos días— Le guiñó el ojo con ternura y se retiró de la habitación para que ella pudiese vestirse con tranquilidad.
 
***
 
Louis manejaba su chevrolet captiva del año 2011 sin quitar su vista del complicado tránsito mañanero, ya que como él, muchas personas solían entrar a sus respectivos trabajos a las 8 a.m.
 
—Ani— Miró a la chica por el espejo retrovisor quien estaba muy entretenida escuchando música a través de sus auriculares y sin quitar la vista de su laptop.  —Ania— Reiteró el llamado sin tener éxito. Rodó los ojos y suspiró, si había algo que lograba fastidiarlo era que no le prestasen atención, pero a decir verdad, ya estaba acostumbrado a eso por parte de su hijastra.
Frenó el vehículo frente a la secundaria.
 
—Adiós Louis— sonrió ella sin siquiera mirarlo y aunque él respondió el saludo fue en vano, ya que se fue corriendo con sus amigas sin prestarle el mínimo de atención.
 
***
Fue saludado amablemente por su secretaria en cuanto pisó el despacho. Ella era una joven de descendencia latina, piel morena y cuerpo infernal. Pese a eso, Louis jamás la había visto como algo  más que su empleada, para ser sinceros, desde que conoció a Kira nunca había mirado a otra mujer con dobles intenciones.
 
—Buenos días Pamela— Respondió con amabilidad — ¿Colton aun no llega?—
—No señor Tomlinson, avisó hace unos minutos que se retrasaría pero no dio sus motivos—
—Está bien gracias— Ladeó la cabeza ya que había amanecido un poco contracturado cosa que Pamela notó de inmediato.
— ¿Mala noche señor Tomlinson?— Preguntó con una sonrisa. Había la suficiente confianza como para hacerlo.
—Nada que no se pueda solucionar con un buen café— Respondió él y se adentró en su oficina.
Su escritorio estaba lleno de papeles del día anterior. Marcus, uno de sus sobrinos festejaría sus cinco años esa misma tarde y el día anterior había tenido que dejar su trabajo rato antes para colaborar con los preparativos del festejo.
 
Luego de que Pamela le llevó su café, la jornada de Louis fue muy monótona, sentado frente a su escritorio organizando juntas y revisando proyectos, descartando y aceptando propuestas.
Se vio interrumpido cerca del mediodía cuando la puerta de su despacho se abrió. Sus ojos azules se dirigieron hacia esta encontrándose con la figura de Colton, su suegro y jefe desde hacía ya cuatro años.
 
—Louis que bueno encontrarte acá— Sonrió el hombre acercándose a su yerno a saludarlo.
— ¿Dónde más podría estar sino?— Se levantó de inmediato para chocar su palma con la del hombre.
—Tienes razón y por eso eres oficialmente mi yerno preferido— Louis rió ante la confesión —Es enserio muchacho, pese a que tienes casi doce años menos tu cabeza funciona mil veces mejor que la de Frederick— Dijo resignado.
—¿Y ahora que ha hecho?— Preguntó Louis.
—¿Puedes creer que reservó el salón de fiestas para Marcus y no puso un centavo? Todo lo ha pagado Karen— Louis hizo una mueca de disgusto porque no sabía muy bien que decir. A diferencia de su cuñado el siempre había sido responsable y tabajador, en cambio Fredd era un vividor, aun no entendía como Karen no lo notaba y seguía con él, probablemente Marcus fuera la razón.
—Si hay algo en lo que pueda ayudar…—
— ¡Claro que no! Tu sabes que para mí el dinero no es problema ¿No tienes hermanos cierto? Eso sería genial para sacar de una vez a Frederick de la familia— Ambos rieron, era bueno tener un suegro con tanto poder como Colton y mejor aun ser el yerno predilecto, ese era Louis sin dudas.
—Solo hermanas Colton, lo siento— Se encogió de hombros.
—Será mejor que me vaya a mi oficina y siga con mi trabajo. Nos vemos a la tarde— Palmeó el hombro de Louis para luego salir de rumbo a su oficina.
Louis volvió a sentarse para seguir con su trabajo.
 
***
 
—Amor ¿Te falta mucho?— Preguntó mirando su reloj de pulsera. Hacía más de una hora estaba listo para el cumpleaños  pero Kira y Ania seguían en aprontes.
—Ya, dame cinco minutos— Gritó su mujer desde la habitación.
—Hace dos horas dices lo mismo Kira— Se había sentado en el sofá frente a la televisión a mirar un partido de fútbol, sabía que la espera sería larga y no se equivocaba al pensarlo.
— ¿Qué tal?— Sintió un taconeo bajando las escaleras y volteó a ver.
—Ania, no creo que ese vestuario sea el adecuado para el cumpleaños de tu primo— La miró con seriedad. Llevaba una falda demasiado corta para una niña de trece años y unos tacos que parecían sacados del armario de su madre.
—Louis, no fastidies— Rodó los ojos.
—Entonces no pidas mi opinión cuando ya sabes lo que diré— Habló con calma, no se sentía cómodo viendo así a su hijastra ya que la adoraba pero aun así no era su padre para decirle que hacer o que no.
—Ya estoy lista— Ahora fue la voz de Kira la que se escuchó escaleras arriba. Era una mujer sumamente atractiva hasta en pijamas. Su cabellera platinada y larga iba suelta y ondulada, tenía puesto un vestido rosa chicle con un escote al mejor estilo Hollywood, aquella mujer poseía todas las cualidades para ser una modelo, una sonrisa blanca y despampanante, sus ojos celestes y su rostro angelical, unos labios gruesos con un make up muy natural. Todas esas cualidades físicas más su encantadora personalidad hacían de Kira la mujer perfecta ante los ojos de Louis, realmente era más de lo que el mismo podía imaginarse al pensar en la perfección. A sus treinta y tres años no aparentaba mucho más que él, parecía más bien la hermana menor de la propia Ania.
—Te ves increíble— Sonrió y se acercó a los pies de la escalera para recibirla en el último escalón extendiéndole su mano como a una reina, porque eso era Kira para él, su reina.
—Gracias amor— tomó su mano y besó sus labios al tenerlo frente a frente.
—Uggh— El romántico momento fue interrumpido por un sonido de desagrado interpretado por Ania. — ¿Podemos irnos?— Preguntó fastidiada.
—Vamos muñeca— Habló su madre quien se separó de Louis para ir con ella pasos adelante.
 
***
 
Llegaron al cumpleaños del pequeño Marcus, el niño corría de aquí para allá con sus compañeritos de jardín de infantes, gritando, jugando y divirtiéndose. Por un momento Louis pensó que se sentiría tener un hijo. Era un sueño que pensaba llevar a cabo algún día, pero probablemente, por más que amase a los niños aun no estaba preparado para afrontar tal responsabilidad.
 
— ¿Has pensado en cuanto tengamos al pequeño Tomlinson gritando y corriendo por la casa?— Preguntó Kira tras él por lo cual volteó a verla.
 — ¿Lo preguntas enserio?— La miró con sorpresa.
—Claro que sí, no creerás que pienso quedarme solo con Ania, amaría tener un varoncito, aunque ya me desacostumbré al llanto y los pañales— Rió con ternura.
—Mejor lo hablamos luego— Propuso Louis al ver a su suegro acercarse a ellos.
— ¿Cómo está mi princesa?— Habló Colton acercándose a su hija mayor a darle un cálido abrazo.
—Bien pá, me alegra verte— Sonrió respondiendo al caluroso saludo.
— ¿Y qué tal mi yerno favorito?— Louis se puso colorado al escuchar eso, no era que le disgustase, sino que Frederick estaba también en aquel lugar y no era una cómoda situación.
—Muy bien Colton— Sonrió apenas —Creo que dejé las luces de la camioneta encendidas, iré a ver— Habló rápidamente para salir de la incómoda situación.
 
Salió del salón luego de atravesar unos cuantos niños corriendo para respirar aire fresco. La brisa de la tarde estaba agradable. Sacó un cigarrillo de su abrigo y lo encendió antes de recostarse en su amada camioneta negra. No tenía el vicio de fumar, pero era algo que le agradaba en momentos como ese, cuando no sabía muy bien que hacer o simplemente quería un poco de tranquilidad.
 
Pasaron unos minutos y tiró el filtro del cigarro al suelo para luego pisarlo. Pensaba volver al salón para beber algo y ponerse cómodo en familia cuando una silueta femenina se atraviesa frente a él chocándole.
 
—Hey ¿Porqué no te fijas por donde andas?— Protestó la mujer molesta, Louis la miró a los ojos y quedó realmente desconcertado por lo cual no pronunció palabra alguna. Miró hacia abajo, justo a la mano de ella y vio que la sostenía un niño. El pequeño era castaño de ojos azules, lo miró con ternura, era un pequeño realmente hermoso. Salió de sus pensamientos cuando la mujer volvió a hablar. — ¿Louis Tomlinson? No lo puedo creer— Parecía tan o más sorprendida que él.
—Kristen Thompson— Pronunció él aun anonadado. Realmente no esperaba volver a cruzarse con su primer amor, la chica que lo había vuelto loco durante toda la secundaria, lo había ilusionado, había jugado con sus sentimientos y luego de la graduación, desapareció sin dejar rastro.