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Summer. {One Direction y tú}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Summer. {One Direction y tú}
Nombre: 'Summer'.
Autor: NotesOfLove~(yo).
Adaptación: Nou.
Género: Comedia, acción y principalmente, romance.
Advertencias: ¡NO A LAS LECTORAS FANTASMAS!
Otras páginas: No de momento.
Summer.
Autor: NotesOfLove~(yo).
Adaptación: Nou.
Género: Comedia, acción y principalmente, romance.
Advertencias: ¡NO A LAS LECTORAS FANTASMAS!
Otras páginas: No de momento.
Summer.
Dinero, fiestas, autos carísimos y popularidad era todo lo que rodeaba a la pequeña de los Des. Pero, ¿Qué pasaría cuándo todo lo que creyó construir desde su llegada a Londres, se desmoronara en un dos por tres?
¿Qué estaría dispuesta a hacer?
¿Acaso ella, recordaría todas aquellas tardes de verano?
¿Qué estaría dispuesta a hacer?
¿Acaso ella, recordaría todas aquellas tardes de verano?
Última edición por NotesOfLove~ el Miér 30 Ene 2013, 1:37 pm, editado 1 vez
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
¡Hola! Me presento: Mi nombre es Sol y soy de Argentina. Tengo dos novelas en el foro y una está en un descanso, mientras que la otra sigue en curso. Me dije que empezaría a subir esta novela cuando terminara la que estoy escribiendo, pero la verdad es que no me aguanté. Gracias a Dios que la otra está a un tiempo del final y estoy liberándome, aunque vaya a extrañarla. En fin, no voy a poder subirles muuuuy seguido, pero haré lo posible. Sí veo más de tres comentarios, subo el primer capítulo!
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
Hola! Primera y nueva lectora
Nena síguela sube el primer capitulo *-*
Me llamo Camila soy peruana adjkadjkadj xd
Si necesitas alguna chica aquí me tienes sino no te preocupes
#Cami~
Nena síguela sube el primer capitulo *-*
Me llamo Camila soy peruana adjkadjkadj xd
Si necesitas alguna chica aquí me tienes sino no te preocupes
#Cami~
lokitah_1D
Re: Summer. {One Direction y tú}
¡Hola y bienvenida!lokitah_1D escribió:Hola! Primera y nueva lectora
Nena síguela sube el primer capitulo *-*
Me llamo Camila soy peruana adjkadjkadj xd
Si necesitas alguna chica aquí me tienes sino no te preocupes
#Cami~
aksja, ya. Sí veo dos comentarios o más, subiré el primer capítulo!
aksa, AMO EL ACENTO DE LOS PERUANOS.
La verdad es que por ahora no aparecerá ninguna chica en la novela, pero puede que más adelante necesite de alguna, así que te avisaré cualquier cosa.
Gracias por leer, Cami!
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
Segundo comentario!!! Ola ola me pase de tu otra nove y bueno aquí la tendrás molestando
Síguela pronto
Besos
Síguela pronto
Besos
Blue sky
Re: Summer. {One Direction y tú}
HOLO!!! :D
Me encanto el prólogo y pues quería saber si necesitabas una chica para Niall :D esque soy muy cómelona jeje y no engordo igual que Niall tenemos algo en común xd nunca engordamos xd
Necesito una respuesta rápido xd soy muy ansiosa y si dices que si le diré a mi unicornio que te conseda un deseo de lo más raro, okok.
Lo se soy muy loca :D
SIGUELA!!! <3
Y CAMILA si, tu la del primer comentario jeje YO TAMBIÉN SOY PERUANA
PD: HOLO me llamo Silvana pero me gusta que me digan Marina de echo cuando cumpla 18 me lo cambiare xd
PD2: asdfjgjfkdkdjfjfnasdssdj
PD3: SIGUELA conchasumare xd okno ya parezco de la calle
PD4: Camila tu eres de Lima? Yo si :3
PD5: SIGUELA POR LA RE CONCHA DE TU PONY(?
Me encanto el prólogo y pues quería saber si necesitabas una chica para Niall :D esque soy muy cómelona jeje y no engordo igual que Niall tenemos algo en común xd nunca engordamos xd
Necesito una respuesta rápido xd soy muy ansiosa y si dices que si le diré a mi unicornio que te conseda un deseo de lo más raro, okok.
Lo se soy muy loca :D
SIGUELA!!! <3
Y CAMILA si, tu la del primer comentario jeje YO TAMBIÉN SOY PERUANA
PD: HOLO me llamo Silvana pero me gusta que me digan Marina de echo cuando cumpla 18 me lo cambiare xd
PD2: asdfjgjfkdkdjfjfnasdssdj
PD3: SIGUELA conchasumare xd okno ya parezco de la calle
PD4: Camila tu eres de Lima? Yo si :3
PD5: SIGUELA POR LA RE CONCHA DE TU PONY(?
Silvana la niña globo
Re: Summer. {One Direction y tú}
Silvana la niña globo escribió:HOLO!!! :D
Me encanto el prólogo y pues quería saber si necesitabas una chica para Niall :D esque soy muy cómelona jeje y no engordo igual que Niall tenemos algo en común xd nunca engordamos xd
Necesito una respuesta rápido xd soy muy ansiosa y si dices que si le diré a mi unicornio que te conseda un deseo de lo más raro, okok.
Lo se soy muy loca :D
SIGUELA!!! <3
Y CAMILA si, tu la del primer comentario jeje YO TAMBIÉN SOY PERUANA
PD: HOLO me llamo Silvana pero me gusta que me digan Marina de echo cuando cumpla 18 me lo cambiare xd
PD2: asdfjgjfkdkdjfjfnasdssdj
PD3: SIGUELA conchasumare xd okno ya parezco de la calle
PD4: Camila tu eres de Lima? Yo si :3
PD5: SIGUELA POR LA RE CONCHA DE TU PONY(?
¡Holo, Bieeeeeeeeeeeeenvenida!
Me encantaría ponerte con Niall, pero el problema es que la novela es de él. Sí, lo sé, tendría que haber especificado en el título :/ Pero te puedo poner con cualquier otro de los chicos, sí vos querés!
Ya mismo subo el primer capítulo, linda.
¡AGUANTE PERÚ! AJHSJA, Amo su acento.
Respuestas a tus PDs:
PD: Te diré Marina ;) Queda súper fashon (?
PD2: skmwjdnwidhwidwdifjieniwdi (El mío es más largo que el tuyo, JAJÁ. Bueno,no. Me siento mala).
PD3: JAJAJAJ, me mató el 'conchesumare'!
PD4: Asuntos de ustedes, no me meteré (?
PD5: NO TE METAS CON MI PONY!(? Ya la sigo :) .
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
¡Hola y bienvenida! aksja, No molestas! Ya la sigo, linda. ¡Gracias por leer!alep1Dforever escribió:Segundo comentario!!! Ola ola me pase de tu otra nove y bueno aquí la tendrás molestando
Síguela pronto
Besos
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
Capítulo I.
'Memories never die'
– ¿Y qué no hay otra solución? Porque estoy segura de que debe haberla –La castaña chillaba y abrumaba a su madre con todo tipo de cuestionamientos acerca de la noticia recibida tan solo hacía unas horas –. Mamá, ¿Estás escuchándome? ¿Mamá? ¡Sabes que detesto que me dejes hablando sola! –Gruñó y se volteó varias veces, en busca de su madre. Apretó la mandíbula y caminó con decisión hacia la cocina, procurando abarrotar a su madre con preguntas y exclamaciones que, debido a su alto tono de voz, serían escuchadas en varias partes del vecindario.
Y allí estaba su madre, Margaret Blue, revolviendo entre las alacenas sin preocupación alguna e ignorando rotundamente a los llamados desesperados de su hija menor.
Unos minutos después, ya cansada de hacerse la indiferente, se volteó hacia su hija y la observó reprobatoriamente.
– ¿Puedes callarte por un minuto? Estás estresándome. –Se frotó las sienes, y dejando a su hija con el ceño fruncido, volteó hacia la mesada una vez más.
– ¿Yo? ¿Yo estoy estresándote? ¡Tú estás estresándome! ¡Esta situación está estresándome! –Exclamó una vez más, haciendo caso omiso a los pedidos de su madre y se acercó a ella a trompicones. –Mamá, por favor.
–Madeleine, la decisión ya está tomada, estoy cansada de repetírtelo. ¿Por qué te lo tomas tan mal? –Se limpió las manos con el repasador y observó a su hija con una ceja en alto, mientras ésta analizaba con la mirada cada movimiento que su progenitora hacía.
–Porque ya había hecho planes para el verano. ¡Simplemente no quiero irme de aquí y ya! –Suspiró y colocó aquella mirada de cachorrito degollado que utilizaba en casos como estos, casos ‘extremos’ según ella decía.
–No lo entiendo. –Madeleine le observó con incredulidad y recargó su peso en la pierna izquierda, mientras le hacía a su madre un ademán de que prosiguiera. Pero ella no lo hizo, se detuvo.
– ¿Qué no entiendes?
–Cuando eras pequeña solías amar la casa de campo que la abuela tenía y esperabas con ansias a cada verano para reencontrarte con tus amigos. Pero ahora no quieres volver, ¿Por qué no? –La muchacha de ojos cafés y pelo rizado soltó un bufido y entornó los ojos.
–Porque tú misma lo has dicho. Cuando era niña –Recalcó–. Ahora no soy una niña, tengo dieciséis y realmente no quiero ir. Además me parece extraño el hecho de que hacía años no fuéramos y de un día para el otro, se les ocurrió que sería una idea estupenda. ¿Por qué?
–Porque enserio necesitamos unas vacaciones, Maddie. ¡Está ciudad está abrumándonos!
–Pero pueden ir sin mí, yo sé cómo cuidarme. –Margaret entornó los ojos y la miró incrédula.
– ¿A ti? ¿Sola? –Rió con ironía y meneó la cabeza, negando levemente –. La última vez que nos dijiste eso hiciste una fiesta en nuestra ausencia, tres vidrios quedaron rotos, había botellas de cerveza en el suelo y el olor a alcohol era insoportable… Sin mencionar que rompieron la guitarra favorita de tu padre –Argumentó realmente cansada de recordárselo y ladeó la cabeza –. Eso es un no. –Aclaró, después.
–Pero, pero… ¡Podríamos tomarnos menos días! ¿Qué tal una semana? –Utilizó la última de sus tácticas y bufó de refilón cuando su madre negó.
–Te he dicho que nos iremos dos meses y así será, te guste o no –Momento de utilizar la última letra del abecedario y resignarse –. Y más vale que te apures a empacar, porque salimos en la madrugada. –Dejándole la palabra en la boca, Margaret salió de la cocina y se encaminó a su habitación. Cerró la puerta con el pestillo antes de que su hija se apareciera por ahí una vez más y suspiró profundamente.
No entendía como su hija había cambiado tanto desde que habían decidido que no volverían a aquella casa, por cuestiones económicas.
Recordaba perfectamente aquel día y la forma desesperada en la que la pequeña lloraba, porque el verano se acercaba y ella no podría disfrutar con sus amigos en la casa de su abuela.
Madeleine se había pasado días encerrada en su habitación, sollozando desgarradoramente y negándose rotundamente a comer, a pesar de su corta edad de once años.
Sus padres dudaron de la situación de su hija y hasta habían tenido en cuenta la idea de enviarla a un psicólogo, pero nadie entendería el sufrimiento de Madeleine. Porque aquella pequeña risueña y tranquila, con tan solo once años, había caído en las redes del amor y no saldría durante mucho tiempo.
El siguiente verano, la situación económica de los Des mejoró lo suficiente como para tomarse una corta semana de vacaciones y olvidar sus preocupaciones, pero no querían volver a pasar por las mismas circunstancias y tomaron métodos de prevención, dejando a los chicos sin vacaciones durante un verano más.
Así fueron pasando los años y a medida que el tiempo transcurría, más dinero habían adquirido. Se podría decir que en ese periodo, la hija menor de la familia se había creado una especie de ‘Adicción al dinero’ y dependía exclusivamente de eso para vivir.
Compras tres veces por semana, viajes que iban desde Francia hasta la parte sureña de Argentina y carros carísimos, era todo lo que ocupaba la vida de la muchacha. Sin mencionar la popularidad que tenía en su escuela y lo renombrada que solía ser por los pasillos.
Y aunque se comportaba indiferente con su familia y hacía parecer que no recordaba a sus compañeros de infancia, muy dentro de su ser ella tenía la esperanza de verlos cuanto antes y revivir todas aquellas tardes que se había perdido por años.
Pero, claro, ya no eran unos pequeñuelos que corrían por el jardín jugando al ‘corre que te pillo’, eran casi adultos y podría decirse que, tal vez, ni siquiera se recordarían entre ellos.
Y eso partía su frágil corazón.
Pero ¿Cómo olvidar a sus compañeros de aventuras y de sueños?
Oh, claro que los recordaba. Especialmente a aquel rubio que se había robado su corazón y no se lo había devuelto jamás.
Pero la castaña seguía creyendo que no los necesitaba, o al menos eso era lo que intentaba demostrarle a su entorno y lo que ella misma quería creerse.
Pero lo cierto era que aquellos días de verano serían, simplemente, inolvidables.
Y mientras metía prenda por prenda dentro de su maleta, tal y como su madre se lo había pedido, recordaba cada travesura que habían hecho juntos.
Madeleine había nacido en Manchester y debido a los problemas económicos que se presentaron en aquel entonces, se habían visto obligados a mudarse a Londres en busca de nuevas oportunidades de trabajo.
Y después de la mudanza, no había vuelto a la casa de campo y tampoco había tenido ningún contacto con sus viejos amigos.
Cada uno de los chicos pertenecían a pueblos diferentes de Inglaterra, exceptuando al rubio, quién provenía de Irlanda. Se habían conocido debido a su abuela materna, Johanne.
La señora tenía una lujosa casa en las afueras de Liverpool, casi llegando al campo y desde que la pequeña castaña había venido al mundo, sus padres decidieron que era tiempo de relajarse y tomarse unas vacaciones.
El primer verano en el que viajaron hasta allí, se toparon con cinco casas vecinas y bastante pintorescas.
Cada una tenía su encanto, al igual que las personas que se hospedaban en su interior.
Aquel día todas las familias vecinas habían decidido presentarse cordialmente a los recién llegados y desde ahí, todos pegaron afinidad mutuamente.
Los pequeños crecieron y cada verano deseaban impacientes que aquel día en el que viajarían llegara, para ver que travesuras se tenían preparadas ese año.
Pero ni siquiera habían tenido tiempo de despedirse la última vez en la que habían ido, ya que Madeleine no tenía idea de lo que le esperaría al siguiente año.
Suspiró luego de cerrar su última maleta y se tiró en la cama, recayendo en un profundo sueño.
***
La voz de Margaret retumbando bajo las paredes del hogar de los Des, despertó a todos sus hijos exaltados.
Madeleine suspiró porque a pesar de estar al tanto de que era de madrugada, cada mañana, tuvieran clases o no, su madre los despertaba de la misma forma. Y si no los veía desayunando unos minutos después, recurría al método de echarles agua helada, tal y como su madre solía hacerlo con ella y sus hermanas.
Se sentó en la cama, tallando sus ojos e inmediatamente le avisó a su madre desde arriba que ya se había despertado para evitar inconvenientes.
Se metió al pequeño cuarto de baño que su habitación poseía y se libró de todas sus prendas, para después meterse bajo el agua fría y sentir como los escalofríos recorrían su espalda de principio a fin.
Se lavó la cabeza y una vez despierta completamente, salió de la ducha y envolvió su cuerpo bajo una toalla.
Caminó hasta su habitación tiritando, tomó el único conjunto que había dejado fuera de la maleta -a excepción de las prendas que había utilizado el día anterior- y lo observó con detenimiento antes de ponérselo.
Había elegido lo que, creía, era lo más apropiado para la ocasión. Y todo porque muy dentro de ella, tenía la esperanza de encontrarse con aquellos cinco y deslumbrarlos con la belleza que había adquirido con los años.
Recordó cuando todos en la escuela se burlaban de ella por llevar brackets y las horas que se pasaba llorando, sentada en el regazo de alguno de sus hermanos o mismo, de su rubio preferido.
Y sus amigos le repetían infinita cantidad de veces lo hermosa que era para ellos, pero no. No era suficiente. Ella quería ser bella, sentirse bella y verse bella.
Y ahora, por fin se sentía de aquella manera tan anhelada.
Pero se encontraba vacía por dentro y eso no creía poder remediarlo con nada.
Se fijó hasta en los detalles más mínimos de aquel tejido importado desde Italia, que sus abuelos paternos le habían enviado por su cumpleaños pasado y terminó por analizar los tacones.
Todo a conjunto, todo en perfección.
Llevaría un simple musculosa básica de color negro, unos jeans del mismo color y el saco de lana verde agua, ya que en esos lugares no se sabía que clima podía haber, a pesar de ser verano.
Y por último, pero más importante que cualquier otra cosa, los tacones verde esmeralda iban a conjunto con todo lo anteriormente mencionado y ella se sentía orgullosa de que así fuera.
Se cambió a tiempo record, se delineó los ojos con negro y se peinó en media coleta, dejando sus rizos alborotarse.
Se acercó al espejo con la vista baja y se observó tímidamente, a pesar de ser su propio reflejo al cual analizaba.
No era tan fea como creía.
Sus ojos cafés eran lo que más detestaba de ella y era por eso que en ocasiones se ponía lentillas verdes. Pero a pesar de eso, su mirada era lo que se elogiaba cada día.
Tenía una pequeña nariz respingada, muy parecida a la de su madre. Sus mejillas regordetas estaban la mayor parte del tiempo bañadas en un ligero color rosado, que la delataba aún cuando ni siquiera se había sonrojado.
Sus pestañas eran completamente dignas de envidia, eran largas, tupidas y hasta algo rizadas.
Después venían sus labios, los cuales eran increíblemente rosados y su labio inferior era ligeramente más carnoso que el superior.
Era de tez casi pálida, por lo que las mínimas pecas que en su rostro se hallaban se notaban más de lo normal.
Y su cabello, perfectamente rizado y estupendamente cuidado, de daban aires superiores.
Parecía una modelo, pero a veces ni ella misma se lo creía frente al espejo.
Y a pesar de tener un buen físico y ser una de las más bonitas de todo el instituto, ella simplemente no podía creérselo.
A veces se observaba en el espejo y se descubría bella. Pero veces como esta, en las que tenía ganas de ser masoquista, se menospreciaba totalmente.
Bajó su mano hasta su cuello y tocó con su dedo índice la cadena de oro que allí descansaba.
Se trataba de un regalo que los chicos le habían hecho en su penúltimo verano juntos. La habían sorprendido el día de su cumpleaños, irrumpiendo en su habitación a las tres de la mañana y disculpándose porque no podían contener más el secreto.
Los cinco pequeños habían viajado con sus respectivos padres hasta el centro de Liverpool, incluso antes de que Madeleine llegara y se habían gastado casi todos sus ahorros en aquella fina y delicada joya que la muchacha todavía poseía.
Aquel día ella se prometió a sí misma que nunca los olvidaría, y aún mantenía esa promesa en pie. Aunque ni ella misma quisiera creérselo.
La miró con ternura y recelo a la vez, y a pesar de llevarla colgada del cuello por más de seis años, decidió ser un poco orgullosa y se la quitó con brusquedad.
Se fijó de no haberle causado ningún daño, la guardó en un alhajero y la tiró dentro del bolso.
Se echó un último vistazo al espejo y bajó con su bolso en mano, lamentándose por haber puesto en éste tantas porquerías.
Apenas tocó tierra abajo corrió hacia la cocina, le arrebató a su madre un waffle que cocinaba pacientemente y lo engulló con rapidez, llevándose una mirada fulminante por parte de la misma.
Sus hermanos platicaban entre ellos amenamente y su padre se encargaba de que todo estuviese listo.
Suspiró, aún sin poder creerse que volverían a Liverpool y se encaminó hacia la heladera en busca de jugo recién exprimido.
–Maddie, ¿Sabes que a dónde iremos no hay desfiles de moda, verdad? –Se burló uno de sus hermanos, Evan. Ella se giró hacia él y le miró con el ceño fruncido, aunque sabía de sobra de lo que estaba hablando.
–No entiendo de que hablas. –Fingió y tomó un sorbo de jugo con una indiferencia exagerada.
– ¿Piensas ordeñar vacas con eso? –Su otro hermano, Joe, señaló sus tacos divertido y se ahorró más comentarios al ver como su hermana le fulminaba con la mirada–. Yo solo decía. –Se encogió de hombros.
–Otro comentario como ese y no podrás decir nada más durante un mes. –Amenazó. A pesar de que Maddie se había vuelto más distante de su familia y era más pequeña que aquellos dos gemelos, seguían teniéndose ese cariño y esa afinidad que crearon apenas la pequeña había llegado al mundo.
Los dos gemelos estaban emocionadísimos con la noticia de que tendrían una hermana y ya se imaginaban cuidándola y protegiéndola de todo chico que quisiera acercarse a ella con intenciones sobrepasadas.
Ella sería su princesa y lo habían prometido desde que se habían enterado de la novedad.
A pesar de que ellos eran dos años mayores que Madeleine, por su inmadurez y las tonterías que solían hacer o decir, podría considerarse todo lo contrario.
Pero lo que la castaña debía admitir era que, estuviera del humor que estuviese, ellos siempre lograrían sacarle una sonrisa.
Y eran los tres o nada. ‘Los tres contra el mundo’ solían decir, cuando los muchachos lograban hacer ceder a su hermana ante la idea de jugar a los superhéroes.
Pero ahora los rubios la extrañaban, extrañaban a la Maddie que solía ser, extrañaban a su hermanita.
Y a diario se preguntaban a dónde habría quedado aquella pequeña risueña, que sonreía con frecuencia sin importar qué.
Pero ya estaban resignados a encontrar la respuesta a aquella pregunta.
–Eres muy cruel. –Contraatacó Evan, quién hablaba con la boca llena y escupía cereal por todas partes. Joe hizo una mueca de asco y le miró reprobatoriamente.
–Es que enserio, a veces no puedo creer que seas mi gemelo. –Sentenció y después tragó un sorbo de leche exageradamente largo.
Madeleine entornó los ojos y miró a su madre con impaciencia, quién chequeaba mentalmente que todo estuviera listo.
–Entonces… ¿Estás segura de que quieres que vaya con ustedes? –Planteó el tema una vez más, irritando a su madre a tal punto que hasta sintió ganas de pegarle una bofetada. Pero, al contrario, se limitó a bufar.
–Pensé que no tendría que repetírtelo. –Contestó fríamente y antes de que su hija menor pudiera agregar algún otro cuestionamiento, se alejó de la cocina procurando tener la paz que no tendría cerca de sus hijos.
Una hora después todos se hallaban sobre la camioneta familiar que había sido adquirida especialmente para aquel viaje.
La castaña se colocó los audífonos y prendió el Iphone cinco, regalo por su intento de buenas calificaciones.
Tecleó en la galería de Música y colocó la primer canción que le llamó la atención: Forever Young.
Y ahí era cuando todo comenzaba a recordarle a ellos. Hasta olía a ellos y eso le hizo creer que ya empezaba a enloquecer.
Los seis solían cantar aquella canción cuando se sentaban a orillas del pequeño lago que había a solo unos kilómetros de sus hogares. Se hamacaban en las hamacas de madera que colgaban de los árboles y jugaban a Peter pan y los niños perdidos.
Suspiró sosegadamente y pegó su cabeza a la ventanilla. Con pesar cerró los ojos entre recuerdos, procurando dormir por las siguientes tres horas y cuarenta y cinco minutos.
***Y allí estaba su madre, Margaret Blue, revolviendo entre las alacenas sin preocupación alguna e ignorando rotundamente a los llamados desesperados de su hija menor.
Unos minutos después, ya cansada de hacerse la indiferente, se volteó hacia su hija y la observó reprobatoriamente.
– ¿Puedes callarte por un minuto? Estás estresándome. –Se frotó las sienes, y dejando a su hija con el ceño fruncido, volteó hacia la mesada una vez más.
– ¿Yo? ¿Yo estoy estresándote? ¡Tú estás estresándome! ¡Esta situación está estresándome! –Exclamó una vez más, haciendo caso omiso a los pedidos de su madre y se acercó a ella a trompicones. –Mamá, por favor.
–Madeleine, la decisión ya está tomada, estoy cansada de repetírtelo. ¿Por qué te lo tomas tan mal? –Se limpió las manos con el repasador y observó a su hija con una ceja en alto, mientras ésta analizaba con la mirada cada movimiento que su progenitora hacía.
–Porque ya había hecho planes para el verano. ¡Simplemente no quiero irme de aquí y ya! –Suspiró y colocó aquella mirada de cachorrito degollado que utilizaba en casos como estos, casos ‘extremos’ según ella decía.
–No lo entiendo. –Madeleine le observó con incredulidad y recargó su peso en la pierna izquierda, mientras le hacía a su madre un ademán de que prosiguiera. Pero ella no lo hizo, se detuvo.
– ¿Qué no entiendes?
–Cuando eras pequeña solías amar la casa de campo que la abuela tenía y esperabas con ansias a cada verano para reencontrarte con tus amigos. Pero ahora no quieres volver, ¿Por qué no? –La muchacha de ojos cafés y pelo rizado soltó un bufido y entornó los ojos.
–Porque tú misma lo has dicho. Cuando era niña –Recalcó–. Ahora no soy una niña, tengo dieciséis y realmente no quiero ir. Además me parece extraño el hecho de que hacía años no fuéramos y de un día para el otro, se les ocurrió que sería una idea estupenda. ¿Por qué?
–Porque enserio necesitamos unas vacaciones, Maddie. ¡Está ciudad está abrumándonos!
–Pero pueden ir sin mí, yo sé cómo cuidarme. –Margaret entornó los ojos y la miró incrédula.
– ¿A ti? ¿Sola? –Rió con ironía y meneó la cabeza, negando levemente –. La última vez que nos dijiste eso hiciste una fiesta en nuestra ausencia, tres vidrios quedaron rotos, había botellas de cerveza en el suelo y el olor a alcohol era insoportable… Sin mencionar que rompieron la guitarra favorita de tu padre –Argumentó realmente cansada de recordárselo y ladeó la cabeza –. Eso es un no. –Aclaró, después.
–Pero, pero… ¡Podríamos tomarnos menos días! ¿Qué tal una semana? –Utilizó la última de sus tácticas y bufó de refilón cuando su madre negó.
–Te he dicho que nos iremos dos meses y así será, te guste o no –Momento de utilizar la última letra del abecedario y resignarse –. Y más vale que te apures a empacar, porque salimos en la madrugada. –Dejándole la palabra en la boca, Margaret salió de la cocina y se encaminó a su habitación. Cerró la puerta con el pestillo antes de que su hija se apareciera por ahí una vez más y suspiró profundamente.
No entendía como su hija había cambiado tanto desde que habían decidido que no volverían a aquella casa, por cuestiones económicas.
Recordaba perfectamente aquel día y la forma desesperada en la que la pequeña lloraba, porque el verano se acercaba y ella no podría disfrutar con sus amigos en la casa de su abuela.
Madeleine se había pasado días encerrada en su habitación, sollozando desgarradoramente y negándose rotundamente a comer, a pesar de su corta edad de once años.
Sus padres dudaron de la situación de su hija y hasta habían tenido en cuenta la idea de enviarla a un psicólogo, pero nadie entendería el sufrimiento de Madeleine. Porque aquella pequeña risueña y tranquila, con tan solo once años, había caído en las redes del amor y no saldría durante mucho tiempo.
El siguiente verano, la situación económica de los Des mejoró lo suficiente como para tomarse una corta semana de vacaciones y olvidar sus preocupaciones, pero no querían volver a pasar por las mismas circunstancias y tomaron métodos de prevención, dejando a los chicos sin vacaciones durante un verano más.
Así fueron pasando los años y a medida que el tiempo transcurría, más dinero habían adquirido. Se podría decir que en ese periodo, la hija menor de la familia se había creado una especie de ‘Adicción al dinero’ y dependía exclusivamente de eso para vivir.
Compras tres veces por semana, viajes que iban desde Francia hasta la parte sureña de Argentina y carros carísimos, era todo lo que ocupaba la vida de la muchacha. Sin mencionar la popularidad que tenía en su escuela y lo renombrada que solía ser por los pasillos.
Y aunque se comportaba indiferente con su familia y hacía parecer que no recordaba a sus compañeros de infancia, muy dentro de su ser ella tenía la esperanza de verlos cuanto antes y revivir todas aquellas tardes que se había perdido por años.
Pero, claro, ya no eran unos pequeñuelos que corrían por el jardín jugando al ‘corre que te pillo’, eran casi adultos y podría decirse que, tal vez, ni siquiera se recordarían entre ellos.
Y eso partía su frágil corazón.
Pero ¿Cómo olvidar a sus compañeros de aventuras y de sueños?
Oh, claro que los recordaba. Especialmente a aquel rubio que se había robado su corazón y no se lo había devuelto jamás.
Pero la castaña seguía creyendo que no los necesitaba, o al menos eso era lo que intentaba demostrarle a su entorno y lo que ella misma quería creerse.
Pero lo cierto era que aquellos días de verano serían, simplemente, inolvidables.
Y mientras metía prenda por prenda dentro de su maleta, tal y como su madre se lo había pedido, recordaba cada travesura que habían hecho juntos.
Madeleine había nacido en Manchester y debido a los problemas económicos que se presentaron en aquel entonces, se habían visto obligados a mudarse a Londres en busca de nuevas oportunidades de trabajo.
Y después de la mudanza, no había vuelto a la casa de campo y tampoco había tenido ningún contacto con sus viejos amigos.
Cada uno de los chicos pertenecían a pueblos diferentes de Inglaterra, exceptuando al rubio, quién provenía de Irlanda. Se habían conocido debido a su abuela materna, Johanne.
La señora tenía una lujosa casa en las afueras de Liverpool, casi llegando al campo y desde que la pequeña castaña había venido al mundo, sus padres decidieron que era tiempo de relajarse y tomarse unas vacaciones.
El primer verano en el que viajaron hasta allí, se toparon con cinco casas vecinas y bastante pintorescas.
Cada una tenía su encanto, al igual que las personas que se hospedaban en su interior.
Aquel día todas las familias vecinas habían decidido presentarse cordialmente a los recién llegados y desde ahí, todos pegaron afinidad mutuamente.
Los pequeños crecieron y cada verano deseaban impacientes que aquel día en el que viajarían llegara, para ver que travesuras se tenían preparadas ese año.
Pero ni siquiera habían tenido tiempo de despedirse la última vez en la que habían ido, ya que Madeleine no tenía idea de lo que le esperaría al siguiente año.
Suspiró luego de cerrar su última maleta y se tiró en la cama, recayendo en un profundo sueño.
***
La voz de Margaret retumbando bajo las paredes del hogar de los Des, despertó a todos sus hijos exaltados.
Madeleine suspiró porque a pesar de estar al tanto de que era de madrugada, cada mañana, tuvieran clases o no, su madre los despertaba de la misma forma. Y si no los veía desayunando unos minutos después, recurría al método de echarles agua helada, tal y como su madre solía hacerlo con ella y sus hermanas.
Se sentó en la cama, tallando sus ojos e inmediatamente le avisó a su madre desde arriba que ya se había despertado para evitar inconvenientes.
Se metió al pequeño cuarto de baño que su habitación poseía y se libró de todas sus prendas, para después meterse bajo el agua fría y sentir como los escalofríos recorrían su espalda de principio a fin.
Se lavó la cabeza y una vez despierta completamente, salió de la ducha y envolvió su cuerpo bajo una toalla.
Caminó hasta su habitación tiritando, tomó el único conjunto que había dejado fuera de la maleta -a excepción de las prendas que había utilizado el día anterior- y lo observó con detenimiento antes de ponérselo.
Había elegido lo que, creía, era lo más apropiado para la ocasión. Y todo porque muy dentro de ella, tenía la esperanza de encontrarse con aquellos cinco y deslumbrarlos con la belleza que había adquirido con los años.
Recordó cuando todos en la escuela se burlaban de ella por llevar brackets y las horas que se pasaba llorando, sentada en el regazo de alguno de sus hermanos o mismo, de su rubio preferido.
Y sus amigos le repetían infinita cantidad de veces lo hermosa que era para ellos, pero no. No era suficiente. Ella quería ser bella, sentirse bella y verse bella.
Y ahora, por fin se sentía de aquella manera tan anhelada.
Pero se encontraba vacía por dentro y eso no creía poder remediarlo con nada.
Se fijó hasta en los detalles más mínimos de aquel tejido importado desde Italia, que sus abuelos paternos le habían enviado por su cumpleaños pasado y terminó por analizar los tacones.
Todo a conjunto, todo en perfección.
Llevaría un simple musculosa básica de color negro, unos jeans del mismo color y el saco de lana verde agua, ya que en esos lugares no se sabía que clima podía haber, a pesar de ser verano.
Y por último, pero más importante que cualquier otra cosa, los tacones verde esmeralda iban a conjunto con todo lo anteriormente mencionado y ella se sentía orgullosa de que así fuera.
Se cambió a tiempo record, se delineó los ojos con negro y se peinó en media coleta, dejando sus rizos alborotarse.
Se acercó al espejo con la vista baja y se observó tímidamente, a pesar de ser su propio reflejo al cual analizaba.
No era tan fea como creía.
Sus ojos cafés eran lo que más detestaba de ella y era por eso que en ocasiones se ponía lentillas verdes. Pero a pesar de eso, su mirada era lo que se elogiaba cada día.
Tenía una pequeña nariz respingada, muy parecida a la de su madre. Sus mejillas regordetas estaban la mayor parte del tiempo bañadas en un ligero color rosado, que la delataba aún cuando ni siquiera se había sonrojado.
Sus pestañas eran completamente dignas de envidia, eran largas, tupidas y hasta algo rizadas.
Después venían sus labios, los cuales eran increíblemente rosados y su labio inferior era ligeramente más carnoso que el superior.
Era de tez casi pálida, por lo que las mínimas pecas que en su rostro se hallaban se notaban más de lo normal.
Y su cabello, perfectamente rizado y estupendamente cuidado, de daban aires superiores.
Parecía una modelo, pero a veces ni ella misma se lo creía frente al espejo.
Y a pesar de tener un buen físico y ser una de las más bonitas de todo el instituto, ella simplemente no podía creérselo.
A veces se observaba en el espejo y se descubría bella. Pero veces como esta, en las que tenía ganas de ser masoquista, se menospreciaba totalmente.
Bajó su mano hasta su cuello y tocó con su dedo índice la cadena de oro que allí descansaba.
Se trataba de un regalo que los chicos le habían hecho en su penúltimo verano juntos. La habían sorprendido el día de su cumpleaños, irrumpiendo en su habitación a las tres de la mañana y disculpándose porque no podían contener más el secreto.
Los cinco pequeños habían viajado con sus respectivos padres hasta el centro de Liverpool, incluso antes de que Madeleine llegara y se habían gastado casi todos sus ahorros en aquella fina y delicada joya que la muchacha todavía poseía.
Aquel día ella se prometió a sí misma que nunca los olvidaría, y aún mantenía esa promesa en pie. Aunque ni ella misma quisiera creérselo.
La miró con ternura y recelo a la vez, y a pesar de llevarla colgada del cuello por más de seis años, decidió ser un poco orgullosa y se la quitó con brusquedad.
Se fijó de no haberle causado ningún daño, la guardó en un alhajero y la tiró dentro del bolso.
Se echó un último vistazo al espejo y bajó con su bolso en mano, lamentándose por haber puesto en éste tantas porquerías.
Apenas tocó tierra abajo corrió hacia la cocina, le arrebató a su madre un waffle que cocinaba pacientemente y lo engulló con rapidez, llevándose una mirada fulminante por parte de la misma.
Sus hermanos platicaban entre ellos amenamente y su padre se encargaba de que todo estuviese listo.
Suspiró, aún sin poder creerse que volverían a Liverpool y se encaminó hacia la heladera en busca de jugo recién exprimido.
–Maddie, ¿Sabes que a dónde iremos no hay desfiles de moda, verdad? –Se burló uno de sus hermanos, Evan. Ella se giró hacia él y le miró con el ceño fruncido, aunque sabía de sobra de lo que estaba hablando.
–No entiendo de que hablas. –Fingió y tomó un sorbo de jugo con una indiferencia exagerada.
– ¿Piensas ordeñar vacas con eso? –Su otro hermano, Joe, señaló sus tacos divertido y se ahorró más comentarios al ver como su hermana le fulminaba con la mirada–. Yo solo decía. –Se encogió de hombros.
–Otro comentario como ese y no podrás decir nada más durante un mes. –Amenazó. A pesar de que Maddie se había vuelto más distante de su familia y era más pequeña que aquellos dos gemelos, seguían teniéndose ese cariño y esa afinidad que crearon apenas la pequeña había llegado al mundo.
Los dos gemelos estaban emocionadísimos con la noticia de que tendrían una hermana y ya se imaginaban cuidándola y protegiéndola de todo chico que quisiera acercarse a ella con intenciones sobrepasadas.
Ella sería su princesa y lo habían prometido desde que se habían enterado de la novedad.
A pesar de que ellos eran dos años mayores que Madeleine, por su inmadurez y las tonterías que solían hacer o decir, podría considerarse todo lo contrario.
Pero lo que la castaña debía admitir era que, estuviera del humor que estuviese, ellos siempre lograrían sacarle una sonrisa.
Y eran los tres o nada. ‘Los tres contra el mundo’ solían decir, cuando los muchachos lograban hacer ceder a su hermana ante la idea de jugar a los superhéroes.
Pero ahora los rubios la extrañaban, extrañaban a la Maddie que solía ser, extrañaban a su hermanita.
Y a diario se preguntaban a dónde habría quedado aquella pequeña risueña, que sonreía con frecuencia sin importar qué.
Pero ya estaban resignados a encontrar la respuesta a aquella pregunta.
–Eres muy cruel. –Contraatacó Evan, quién hablaba con la boca llena y escupía cereal por todas partes. Joe hizo una mueca de asco y le miró reprobatoriamente.
–Es que enserio, a veces no puedo creer que seas mi gemelo. –Sentenció y después tragó un sorbo de leche exageradamente largo.
Madeleine entornó los ojos y miró a su madre con impaciencia, quién chequeaba mentalmente que todo estuviera listo.
–Entonces… ¿Estás segura de que quieres que vaya con ustedes? –Planteó el tema una vez más, irritando a su madre a tal punto que hasta sintió ganas de pegarle una bofetada. Pero, al contrario, se limitó a bufar.
–Pensé que no tendría que repetírtelo. –Contestó fríamente y antes de que su hija menor pudiera agregar algún otro cuestionamiento, se alejó de la cocina procurando tener la paz que no tendría cerca de sus hijos.
Una hora después todos se hallaban sobre la camioneta familiar que había sido adquirida especialmente para aquel viaje.
La castaña se colocó los audífonos y prendió el Iphone cinco, regalo por su intento de buenas calificaciones.
Tecleó en la galería de Música y colocó la primer canción que le llamó la atención: Forever Young.
Y ahí era cuando todo comenzaba a recordarle a ellos. Hasta olía a ellos y eso le hizo creer que ya empezaba a enloquecer.
Los seis solían cantar aquella canción cuando se sentaban a orillas del pequeño lago que había a solo unos kilómetros de sus hogares. Se hamacaban en las hamacas de madera que colgaban de los árboles y jugaban a Peter pan y los niños perdidos.
Suspiró sosegadamente y pegó su cabeza a la ventanilla. Con pesar cerró los ojos entre recuerdos, procurando dormir por las siguientes tres horas y cuarenta y cinco minutos.
¡Hola! Acá les dejo el primer capítulo, ENJOY IT!
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
Dale, la espero!Silvana la niña globo escribió:QUIERO A LOU!!!!
Jeje abajo te dejo mi ficha xd
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
Se encontrará de nuevo con los chicos!! O no?? Oww que hermos el rubiesito tiene el corazón de rayita
Síguela pronto
Besos
Síguela pronto
Besos
Blue sky
Re: Summer. {One Direction y tú}
POR LA PUTA MADRE!!! LA FICHA SE BORRO!! Are una cortita ya? Esque que estrezante!! La are chiquitita!
Silvana la niña globo
Re: Summer. {One Direction y tú}
Chico: podrías hacer que Lou y Liamcito se pelearan por mi? Okno solo si quieres no hay problema y también puedo ser la BFF de la rayis?jeje oh si este te digo solo si esque tu quieres porque sólo es una idea: podría ser la hermana de Harry porque me parezco a el en todo :D enserio enserio.
Blanca( me broncie un poquitín por la playa xd todavía me duele el cuerpo! Esta rojo igual que mi nariz xd) y ojos verdes como Harry y el cabello de Harry solo que hasta el culo tipo degrade y en las puntas californianas teñidas de como azul eléctrico. Delgada Alta y piernas largas. Labios rosados y pestañas largas y rizadas.
Soy rara y loca ( JONNY LA GENTE ESTA MUY LOCA... WTF!) xd) soy sarcástica, bromista como Lou y coqueta. Hago reír a las personas con mis ocurrencias y también diciendo lisuras solo para reír.
CULO!!!!! ok no se porque puse eso xd
FIN! :D
Blanca( me broncie un poquitín por la playa xd todavía me duele el cuerpo! Esta rojo igual que mi nariz xd) y ojos verdes como Harry y el cabello de Harry solo que hasta el culo tipo degrade y en las puntas californianas teñidas de como azul eléctrico. Delgada Alta y piernas largas. Labios rosados y pestañas largas y rizadas.
Soy rara y loca ( JONNY LA GENTE ESTA MUY LOCA... WTF!) xd) soy sarcástica, bromista como Lou y coqueta. Hago reír a las personas con mis ocurrencias y también diciendo lisuras solo para reír.
CULO!!!!! ok no se porque puse eso xd
FIN! :D
Última edición por Silvana la niña globo el Jue 31 Ene 2013, 3:41 pm, editado 1 vez
Silvana la niña globo
Re: Summer. {One Direction y tú}
Hola Nueva y fiel lectora reportandose!!!! me llamo malu soy peruana y no se que mas decir solo que de verdad me encanto la sipnisis y el primer cap espero el proximo con ansias =D
_Malu_1D
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