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Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
Nombre: Butterfly
Autor: Derphantasie
Adaptación: No
Género: Drama y Romance
Advertencias: Uhmm... no encuentro ninguna digna de nombrar todavía, aquí no hay fantasmas ni cosas pervertidas, porque es algo más bien extraño.
Otras Páginas: Sí
Autor: Derphantasie
Adaptación: No
Género: Drama y Romance
Advertencias: Uhmm... no encuentro ninguna digna de nombrar todavía, aquí no hay fantasmas ni cosas pervertidas, porque es algo más bien extraño.
Otras Páginas: Sí
Butterfly
Introducción:
Introducción:
Miré asombrado a la chica del parque.
No era la primera vez que la veía jugar allí como si fuera una niña, sin embargo, nunca antes la había visto llorar.
No me acerqué enseguida, había personas alrededor y todos sabíamos que esa chica estaba loca. Completamente loca.
No dejaba de ser linda y entusiasta, pero a veces de verdad asustaba y preocupaba. Como esa vez en que comía un helado y se le cayó e hizo un escándalo. Se tiró al suelo y gritó durante una hora hasta que su madre vino a buscarla y le compró otro.
Siempre estaba allí, sentada en los columpios. No iba a la escuela y sus padres trabajaban, vivían con comodidad y le habían contratado a una enfermera para que cuidara de ella, aunque nunca se le veía a su lado. No la cuidaba, la dejaba vagar por el parque todo el día y se la llevaba una hora antes de que sus padres llegaran del trabajo.
Se llamaba Astrid.
Cuando niño jugué unos minutos con ella hasta que mi madre me sorprendió y me regañó. Me dijo que nunca más en mi vida me acercara a esa niña porque era peligrosa.
En realidad no lo era, era muy dulce y tímida. Además, ahora tenía diecisiete, mi madre no se enteraría de esto.
Cuando las personas se fueron al ver a Astrid llorar desconsoladamente y ahuyentar a los niños, caminé despacio hasta el columpio vacío de al lado y me senté. Esperé a que se tranquilizara un poco, pero como no sucedió nunca, me balanceé hasta alcanzar a tocar su mejilla con mi mano.
Por un momento sentí mucho miedo, a pesar de su dulzura y la infantilidad que desprendía al sonreír, era extraño tenerla tan cerca después de años evitándola.
—¿Eres un sapo? —preguntó de pronto en medio de sollozos. Su pregunta me descolocó, nunca antes me habían preguntado eso.
—No —le respondí, apartándome de ella.
—¿Una libélula? —volvió a preguntar. Negué con la cabeza y ella hipó más fuerte—. Entonces, ¿qué eres?
—Un… chico —se giró horrorizada, me miró como si yo fuera el loco y ella la normal.
—No digas tonterías —se secó las lágrimas y me agarró el rostro con su mano. No sé por qué no me aparte de ella, pero me quedé mirándola con incredulidad—. Los chicos no existen.
—¿Disculpa? —era lo más raro que me habían dicho. En realidad estaba loca.
—Los chicos no existen, por tu cabello corto debes ser un sapo.
Me soltó el rostro y yo me alejé unos centímetros más.
Al menos había dejado de llorar.
—¿Y por qué llorabas? —me aventuré a preguntarle.
Pareció pensarlo por un momento, se acomodó mejor en el columpio y comenzó a balancearse.
—Porque el gran hechicero me dijo que pronto dejaría de ser una mariposa y sería una libélula como las demás.
Había dolor, decepción y pánico en su voz a pesar de que había vuelto a sonreír.
No entendí a que se refería con lo del gran hechicero ni con la mariposa, pero supuse que si se refería a los chicos como sapos, las chicas serían libélulas.
—¿Qué tiene de malo ser una libélula? —exclamé. Astrid se detuvo y me miró con ferocidad, como si mi duda fuera un insulto a su persona.
Entonces, se levantó del columpio, se sentó en mis piernas con una facilidad increíble y me sostuvo la cara con las manos otra vez. Me observó durante largo rato, yo no hice nada más que parpadear y hundirme en sus ojos que desbordaban locura. De repente, pasó uno de sus dedos sobre mi nariz y luego sobre mis ojos, acarició mis cejas y desordenó mi cabello, y cuando creí que se detendría en cuanto apartó sus manos de mi rostro, me besó.
Abrí los ojos de la impresión, normalmente era yo quien besaba a las chicas y no ellas a mí, aunque con Astrid nada podría ser normal.
Se separó de mí con el ceño fruncido y volvió a su columpio murmurando cosas por lo bajo.
—¿Y eso por qué fue? —no resistí en preguntarle.
—Pensé que… —comenzó a jugar con las puntas de sus cabellos colocándoselo como si fuera un bigote y me dedicó una ancha sonrisa—. Pensé que eras un príncipe disfrazado, pero no eres más que un simple y normal sapo. Éstos siempre se enamoran de las libélulas, y éstas de ellos. A veces he visto a dos sapos juntos, y otras a dos libélulas, aunque siempre es amor. Pero, lamentablemente, nadie quiere a una mariposa.
Y comprendí de lo que hablaba. Sólo había remplazado las palabras por otras que ante los demás sonaban como si estuviera loca, pero tenía mucho sentido y se había dado cuenta de cosas que la mayoría no.
—Tú no estás loca, ¿cierto?
—El gran hechicero dice que ya no, pero no estoy muy segura de creerle.
—¿Quién es el gran hechicero? —ladeó la cabeza y me dedicó una mirada cómplice.
—Acércate, si lo digo en voz alta me expulsaran del reino —me acerqué, como indicó, y puse mi oído a su disposición—. Es mi doctor, mamá lo llama psicólogo. Me dice que significan todas las cosas que están en mi cabeza, y ayer me dijo que estaba recuperándome. Aunque yo no quiero dejar de ser una mariposa.
Asentí y miré al suelo. Tenía sentido. Mucho.
Astrid simplemente no quería ser como los demás, no tenía nada de malo. Por eso lloraba, porque se estaba dando cuenta de la realidad, del mundo que la rodeaba.
—¿Entonces que harás? —inquirí.
—¿Qué harás tú para dejar de ser un feo sapo? —si eso fue un insulto, no lo entendí.
Había descubierto por qué Astrid lloraba e incluso que no era loca del todo, y eso era más que suficiente para mí, no necesitaba continuar una conversación sobre sapos con ella.
—Bueno, me tengo que ir… nos vemos, Astrid —me levanté del columpio y caminé en dirección contraria, yendo a cualquier lugar alejado de ella. Pero antes de perderla de vista, ella se puso de pie y se subió al columpio para gritarme:
—¡Adiós, sapo!
No era la primera vez que la veía jugar allí como si fuera una niña, sin embargo, nunca antes la había visto llorar.
No me acerqué enseguida, había personas alrededor y todos sabíamos que esa chica estaba loca. Completamente loca.
No dejaba de ser linda y entusiasta, pero a veces de verdad asustaba y preocupaba. Como esa vez en que comía un helado y se le cayó e hizo un escándalo. Se tiró al suelo y gritó durante una hora hasta que su madre vino a buscarla y le compró otro.
Siempre estaba allí, sentada en los columpios. No iba a la escuela y sus padres trabajaban, vivían con comodidad y le habían contratado a una enfermera para que cuidara de ella, aunque nunca se le veía a su lado. No la cuidaba, la dejaba vagar por el parque todo el día y se la llevaba una hora antes de que sus padres llegaran del trabajo.
Se llamaba Astrid.
Cuando niño jugué unos minutos con ella hasta que mi madre me sorprendió y me regañó. Me dijo que nunca más en mi vida me acercara a esa niña porque era peligrosa.
En realidad no lo era, era muy dulce y tímida. Además, ahora tenía diecisiete, mi madre no se enteraría de esto.
Cuando las personas se fueron al ver a Astrid llorar desconsoladamente y ahuyentar a los niños, caminé despacio hasta el columpio vacío de al lado y me senté. Esperé a que se tranquilizara un poco, pero como no sucedió nunca, me balanceé hasta alcanzar a tocar su mejilla con mi mano.
Por un momento sentí mucho miedo, a pesar de su dulzura y la infantilidad que desprendía al sonreír, era extraño tenerla tan cerca después de años evitándola.
—¿Eres un sapo? —preguntó de pronto en medio de sollozos. Su pregunta me descolocó, nunca antes me habían preguntado eso.
—No —le respondí, apartándome de ella.
—¿Una libélula? —volvió a preguntar. Negué con la cabeza y ella hipó más fuerte—. Entonces, ¿qué eres?
—Un… chico —se giró horrorizada, me miró como si yo fuera el loco y ella la normal.
—No digas tonterías —se secó las lágrimas y me agarró el rostro con su mano. No sé por qué no me aparte de ella, pero me quedé mirándola con incredulidad—. Los chicos no existen.
—¿Disculpa? —era lo más raro que me habían dicho. En realidad estaba loca.
—Los chicos no existen, por tu cabello corto debes ser un sapo.
Me soltó el rostro y yo me alejé unos centímetros más.
Al menos había dejado de llorar.
—¿Y por qué llorabas? —me aventuré a preguntarle.
Pareció pensarlo por un momento, se acomodó mejor en el columpio y comenzó a balancearse.
—Porque el gran hechicero me dijo que pronto dejaría de ser una mariposa y sería una libélula como las demás.
Había dolor, decepción y pánico en su voz a pesar de que había vuelto a sonreír.
No entendí a que se refería con lo del gran hechicero ni con la mariposa, pero supuse que si se refería a los chicos como sapos, las chicas serían libélulas.
—¿Qué tiene de malo ser una libélula? —exclamé. Astrid se detuvo y me miró con ferocidad, como si mi duda fuera un insulto a su persona.
Entonces, se levantó del columpio, se sentó en mis piernas con una facilidad increíble y me sostuvo la cara con las manos otra vez. Me observó durante largo rato, yo no hice nada más que parpadear y hundirme en sus ojos que desbordaban locura. De repente, pasó uno de sus dedos sobre mi nariz y luego sobre mis ojos, acarició mis cejas y desordenó mi cabello, y cuando creí que se detendría en cuanto apartó sus manos de mi rostro, me besó.
Abrí los ojos de la impresión, normalmente era yo quien besaba a las chicas y no ellas a mí, aunque con Astrid nada podría ser normal.
Se separó de mí con el ceño fruncido y volvió a su columpio murmurando cosas por lo bajo.
—¿Y eso por qué fue? —no resistí en preguntarle.
—Pensé que… —comenzó a jugar con las puntas de sus cabellos colocándoselo como si fuera un bigote y me dedicó una ancha sonrisa—. Pensé que eras un príncipe disfrazado, pero no eres más que un simple y normal sapo. Éstos siempre se enamoran de las libélulas, y éstas de ellos. A veces he visto a dos sapos juntos, y otras a dos libélulas, aunque siempre es amor. Pero, lamentablemente, nadie quiere a una mariposa.
Y comprendí de lo que hablaba. Sólo había remplazado las palabras por otras que ante los demás sonaban como si estuviera loca, pero tenía mucho sentido y se había dado cuenta de cosas que la mayoría no.
—Tú no estás loca, ¿cierto?
—El gran hechicero dice que ya no, pero no estoy muy segura de creerle.
—¿Quién es el gran hechicero? —ladeó la cabeza y me dedicó una mirada cómplice.
—Acércate, si lo digo en voz alta me expulsaran del reino —me acerqué, como indicó, y puse mi oído a su disposición—. Es mi doctor, mamá lo llama psicólogo. Me dice que significan todas las cosas que están en mi cabeza, y ayer me dijo que estaba recuperándome. Aunque yo no quiero dejar de ser una mariposa.
Asentí y miré al suelo. Tenía sentido. Mucho.
Astrid simplemente no quería ser como los demás, no tenía nada de malo. Por eso lloraba, porque se estaba dando cuenta de la realidad, del mundo que la rodeaba.
—¿Entonces que harás? —inquirí.
—¿Qué harás tú para dejar de ser un feo sapo? —si eso fue un insulto, no lo entendí.
Había descubierto por qué Astrid lloraba e incluso que no era loca del todo, y eso era más que suficiente para mí, no necesitaba continuar una conversación sobre sapos con ella.
—Bueno, me tengo que ir… nos vemos, Astrid —me levanté del columpio y caminé en dirección contraria, yendo a cualquier lugar alejado de ella. Pero antes de perderla de vista, ella se puso de pie y se subió al columpio para gritarme:
—¡Adiós, sapo!
Derphantasie
Capítulo...
Capítulo 1
—Es muy extraña.
—¿Y dices que te besó?
—Sí, lo hizo como si fuera lo más normal del mundo —respondí.
—Entonces dio en tu orgullo de seductor, Zayn —me dijo Louis y se rio.
Harry se acomodaba sobre el césped de manera que el sol no le llegara a los ojos, Louis estaba sentado y se burlaba de mí y de mi encuentro con Astrid.
Era raro, nunca antes le habíamos dado tanta importancia a la “chica loca” de la ciudad, pero parecía que era necesario tener contacto con ella para convertirse en el tema de conversación de toda la escuela.
—Algunos chicos están preocupados… —murmuró Harry. Había terminado por cubrir su rostro con el libro que debía leer para un examen.
—¿Por qué? —le pregunté.
—No les agrada, a nadie le agrada esa chica.
—Sólo es diferente —la defendí sin darme cuenta. No había nada que temer con ella, sólo era una persona muy confundida. Sabía de primera fuente que no era peligrosa, de otro modo me habría golpeado en vez de besar ese día que le hablé en el parque.
Harry se sentó y me miró a los ojos, seguro se preguntaba que bicho me picó, si la semana pasada nadie le daba importancia y ahora parecía su abogado.
—No creo que sea conveniente que te juntes con ella —se limitó a decir.
—Nunca dije que seguiría hablándole, o que al menos me volvería a acercar. Ya te lo dije, la vi llorando y quise ayudarla, cualquiera de ustedes hubiese hecho lo mismo.
—¡Pero con una chica normal, no con alguien que está loca! —exclamó Harry, tenía las cejas enarcadas y bufaba de la frustración. Louis negó con la cabeza y revolvió el cabello de Harry para tranquilizarlo, pero él lo esquivó y volvió a acostarse sobre el césped.
—Dejen de hablar de ella, no es sano.
Por un momento sentí rabia, Harry se transformaba en una persona muy cerrada cuando se hablaba de Astrid o de cualquier enfermedad psicológica. El mismo Harry que se hacía pasar por novio de Louis, así que me parecía absurdo su enojo con este tema.
—Zayn, no está en sus días, mejor conversemos de otra cosa —me pidió Louis. Asentí sólo porque me lo pidió con amabilidad.
Durante toda la semana, la mayoría de mis compañeros de clase se me acercaban para saber como era Astrid, que si me había golpeado, que si le había dado un ataque o si me mordió el brazo.
Eran preguntas estúpidas, innecesarios e infantiles hechas por chicos influenciados por las historias que les contaban sus padres. Si yo no tuviera la tendencia de desobedecer a mi madre, sería igual a ellos. Así que, los miraba, les decía que Astrid era como cualquier persona normal con dos ojos, una nariz y una boca y me iba, dejándolos con la duda.
Cuando el timbre sonó, nos pusimos de pie y corrimos para no llegar atrasados a clase. Harry tenía matemáticas, y Louis y yo Literatura. Nos despedimos en el pasillo y fuimos rápidamente hasta nuestro salón.
Cuando entramos, el maestro ya había comenzado la clase y nos dedicó una mirada de advertencia, era la tercera vez que llegábamos atrasados, aunque no se debía sentir discriminado: acostumbrábamos a llegar tarde a todas las clases sin excepciones.
Pero con Louis me di cuenta de que el maestro no estaba solo. Había un chico de cabello castaño y muy alto a su lado, vestía el uniforme y se veía muy tímido.
—Vayan a sentarse —nos indicó el maestro. Fuimos hasta nuestros puestos sin apartar la vista del chico nuevo—. Chicos, él es Liam Payne, un estudiante transferido de Holanda, ¿te quieres presentar, Liam?
El chico negó con la cabeza, aterrorizado de tener que hablar su primer día de clases. Pero el maestro le dio un empujoncito en el hombro y lo obligó a presentarse de todas formas.
—Emm… me llamo Liam. Viví en Holanda tres años, pero soy inglés, así que sí… entiendo el idioma —las chicas suspiraron por él, como siempre sucedía con un chico nuevo. Con Louis bromeamos un rato, apostamos quien sería la primera en lanzarse y con quien caería rendido el chico nuevo.
Yo le aposté a Sabina, siempre terminaba enamorando a todos y sus encantos los hacían dominables ante ella. Hasta yo fui su víctima cuando llegué a la escuela, si no hubiese sido por Louis y Harry que me enseñaron la clase de chicas que había en esta escuela, me hubiese convertido en uno más de juego.
Ahora era yo quien jugaba con ellas, y eso me gustaba porque tenía cierto poder sobre ellas.
—Yo le apuesto a Lauren, nadie se resiste a las morenas —me susurró Louis.
—No, yo creo que este chico tiene cara de preferir a las rubias, estoy seguro de que Sabina ganará.
Y así pasamos toda la hora de Literatura, apostando y no prestando atención a lo que entraría en el próximo examen. Tampoco era que nos interesara mucho nuestros estudios, con Harry y Louis teníamos nuestro futuro planeado: juntaríamos dinero suficiente y nos iríamos a América a vivir nuestra juventud como tres aventureros y dejaríamos atrás a esta aburrida ciudad.
Cuando la clase acabó y llegó la hora de marcharnos, vimos como Lauren se le acercó a Liam y comenzó a coquetearle.
—Creo que ganaré mucho dinero en los próximos días —canturreó Liam. Pero lo hice callar, porque Liam no les prestó atención a Lauren, guardó sus cosas con torpeza y se fue del salón sin dedicarle una sola mirada.
—¿Acaso es gay? —inquirió Louis, asombrado de que Liam haya rechazado a Lauren. Ella también parecía incrédula, aunque más ofendida que otra cosa.
Salimos riendo de allí, la apuesta se volvería divertida si el chico se resistía, eso haría que Sabina y Lauren se lo tomaran en serio.
Me despedí de Louis y le dije que le avisara a Harry que este viernes habría fiesta en mi casa.
En el camino, no pude evitar tomar el desvío que llevaba al parque. Tenía curiosidad por saber si Astrid seguía frecuentando el lugar después de que me dijera que se estaba mejorando.
Con cuidado, me escondí detrás de unos arbustos y observé el parque.
Había alguien columpiándose, pero no era Astrid, sino que Liam. Me pregunté que haría allí, seguro a descansar o a relajarse un poco, aunque no era un buen lugar si se tenía a Astrid a unos pocos metros detrás de él, mirándolo con rabia y con una rama en la mano.
Me quedé sólo para ver que haría ella, si lo golpearía o lo besaría al igual que hizo conmigo. Pasaron unos minutos hasta que ella se movió finalmente, se acercó mucha cautela a Liam, y con fuerza lo golpeó en la cabeza con la rama.
—¡Auch! —gritó y se frotó la cabeza. Se levantó del columpio y se volteó buscando a su atacante.
Por una milésima de segundos hubiese deseado que no lo hiciera.
Se quedó mirando a Astrid y ella a él por un largo rato, no se movían, sólo se observaban.
Al parecer, yo tenía razón: A Liam le gustaban las rubias.
—¿Y dices que te besó?
—Sí, lo hizo como si fuera lo más normal del mundo —respondí.
—Entonces dio en tu orgullo de seductor, Zayn —me dijo Louis y se rio.
Harry se acomodaba sobre el césped de manera que el sol no le llegara a los ojos, Louis estaba sentado y se burlaba de mí y de mi encuentro con Astrid.
Era raro, nunca antes le habíamos dado tanta importancia a la “chica loca” de la ciudad, pero parecía que era necesario tener contacto con ella para convertirse en el tema de conversación de toda la escuela.
—Algunos chicos están preocupados… —murmuró Harry. Había terminado por cubrir su rostro con el libro que debía leer para un examen.
—¿Por qué? —le pregunté.
—No les agrada, a nadie le agrada esa chica.
—Sólo es diferente —la defendí sin darme cuenta. No había nada que temer con ella, sólo era una persona muy confundida. Sabía de primera fuente que no era peligrosa, de otro modo me habría golpeado en vez de besar ese día que le hablé en el parque.
Harry se sentó y me miró a los ojos, seguro se preguntaba que bicho me picó, si la semana pasada nadie le daba importancia y ahora parecía su abogado.
—No creo que sea conveniente que te juntes con ella —se limitó a decir.
—Nunca dije que seguiría hablándole, o que al menos me volvería a acercar. Ya te lo dije, la vi llorando y quise ayudarla, cualquiera de ustedes hubiese hecho lo mismo.
—¡Pero con una chica normal, no con alguien que está loca! —exclamó Harry, tenía las cejas enarcadas y bufaba de la frustración. Louis negó con la cabeza y revolvió el cabello de Harry para tranquilizarlo, pero él lo esquivó y volvió a acostarse sobre el césped.
—Dejen de hablar de ella, no es sano.
Por un momento sentí rabia, Harry se transformaba en una persona muy cerrada cuando se hablaba de Astrid o de cualquier enfermedad psicológica. El mismo Harry que se hacía pasar por novio de Louis, así que me parecía absurdo su enojo con este tema.
—Zayn, no está en sus días, mejor conversemos de otra cosa —me pidió Louis. Asentí sólo porque me lo pidió con amabilidad.
Durante toda la semana, la mayoría de mis compañeros de clase se me acercaban para saber como era Astrid, que si me había golpeado, que si le había dado un ataque o si me mordió el brazo.
Eran preguntas estúpidas, innecesarios e infantiles hechas por chicos influenciados por las historias que les contaban sus padres. Si yo no tuviera la tendencia de desobedecer a mi madre, sería igual a ellos. Así que, los miraba, les decía que Astrid era como cualquier persona normal con dos ojos, una nariz y una boca y me iba, dejándolos con la duda.
Cuando el timbre sonó, nos pusimos de pie y corrimos para no llegar atrasados a clase. Harry tenía matemáticas, y Louis y yo Literatura. Nos despedimos en el pasillo y fuimos rápidamente hasta nuestro salón.
Cuando entramos, el maestro ya había comenzado la clase y nos dedicó una mirada de advertencia, era la tercera vez que llegábamos atrasados, aunque no se debía sentir discriminado: acostumbrábamos a llegar tarde a todas las clases sin excepciones.
Pero con Louis me di cuenta de que el maestro no estaba solo. Había un chico de cabello castaño y muy alto a su lado, vestía el uniforme y se veía muy tímido.
—Vayan a sentarse —nos indicó el maestro. Fuimos hasta nuestros puestos sin apartar la vista del chico nuevo—. Chicos, él es Liam Payne, un estudiante transferido de Holanda, ¿te quieres presentar, Liam?
El chico negó con la cabeza, aterrorizado de tener que hablar su primer día de clases. Pero el maestro le dio un empujoncito en el hombro y lo obligó a presentarse de todas formas.
—Emm… me llamo Liam. Viví en Holanda tres años, pero soy inglés, así que sí… entiendo el idioma —las chicas suspiraron por él, como siempre sucedía con un chico nuevo. Con Louis bromeamos un rato, apostamos quien sería la primera en lanzarse y con quien caería rendido el chico nuevo.
Yo le aposté a Sabina, siempre terminaba enamorando a todos y sus encantos los hacían dominables ante ella. Hasta yo fui su víctima cuando llegué a la escuela, si no hubiese sido por Louis y Harry que me enseñaron la clase de chicas que había en esta escuela, me hubiese convertido en uno más de juego.
Ahora era yo quien jugaba con ellas, y eso me gustaba porque tenía cierto poder sobre ellas.
—Yo le apuesto a Lauren, nadie se resiste a las morenas —me susurró Louis.
—No, yo creo que este chico tiene cara de preferir a las rubias, estoy seguro de que Sabina ganará.
Y así pasamos toda la hora de Literatura, apostando y no prestando atención a lo que entraría en el próximo examen. Tampoco era que nos interesara mucho nuestros estudios, con Harry y Louis teníamos nuestro futuro planeado: juntaríamos dinero suficiente y nos iríamos a América a vivir nuestra juventud como tres aventureros y dejaríamos atrás a esta aburrida ciudad.
Cuando la clase acabó y llegó la hora de marcharnos, vimos como Lauren se le acercó a Liam y comenzó a coquetearle.
—Creo que ganaré mucho dinero en los próximos días —canturreó Liam. Pero lo hice callar, porque Liam no les prestó atención a Lauren, guardó sus cosas con torpeza y se fue del salón sin dedicarle una sola mirada.
—¿Acaso es gay? —inquirió Louis, asombrado de que Liam haya rechazado a Lauren. Ella también parecía incrédula, aunque más ofendida que otra cosa.
Salimos riendo de allí, la apuesta se volvería divertida si el chico se resistía, eso haría que Sabina y Lauren se lo tomaran en serio.
Me despedí de Louis y le dije que le avisara a Harry que este viernes habría fiesta en mi casa.
En el camino, no pude evitar tomar el desvío que llevaba al parque. Tenía curiosidad por saber si Astrid seguía frecuentando el lugar después de que me dijera que se estaba mejorando.
Con cuidado, me escondí detrás de unos arbustos y observé el parque.
Había alguien columpiándose, pero no era Astrid, sino que Liam. Me pregunté que haría allí, seguro a descansar o a relajarse un poco, aunque no era un buen lugar si se tenía a Astrid a unos pocos metros detrás de él, mirándolo con rabia y con una rama en la mano.
Me quedé sólo para ver que haría ella, si lo golpearía o lo besaría al igual que hizo conmigo. Pasaron unos minutos hasta que ella se movió finalmente, se acercó mucha cautela a Liam, y con fuerza lo golpeó en la cabeza con la rama.
—¡Auch! —gritó y se frotó la cabeza. Se levantó del columpio y se volteó buscando a su atacante.
Por una milésima de segundos hubiese deseado que no lo hiciera.
Se quedó mirando a Astrid y ella a él por un largo rato, no se movían, sólo se observaban.
Al parecer, yo tenía razón: A Liam le gustaban las rubias.
Derphantasie
Capítulo...
Capítulo 2
Se volvió una costumbre ir después de la escuela a observar a Astrid y a Liam. Todas las tardes se encontraban allí, conversaban hasta que anochecía y Liam se despedía con un beso en la mejilla antes de que la enfermera de Astrid la viniera a buscar. Siempre la venía a buscar diez minutos después de que Liam se marchara, siempre. Me preguntaba si Astrid le había hablado de libélulas, sapos y mariposas, de ser así, Liam era un chico muy valiente como para seguir frecuentando este lugar.
No iba a engañarme, tenía muy claro que la razón por la que los espiaba era por envidia y celos. No podía aceptar que ese chico haya tenido más contacto con Astrid en un mes que yo en más de dieciocho años. Era ridículo, no podía. Por eso, una de esas tantas tardes en las que conversaban sentados en los columpios, salí de mi escondite y fui a arruinarles el momento.
Caminé seguro, pero mi nerviosismo se notaba en mis manos temblorosas. Me vieron acercarme y Astrid se tensó, afirmó con tanta fuerza las cadenas del columpio que sus nudillos se pusieron blancos, su boca se crispó y me miró amenazadoramente para que me alejara.
Al parecer, Liam no sabía que ella estaba loca. Y debí haberlo deducido hace mucho tiempo, cuando ella dejó de vestirse con disfraces de hadas y alas de ángel. Ahora llevaba una sudadera y unos jeans, tenía el cabello recogido en una larga trenza rubia que le llegaba hasta la cintura y no tenía el rostro sucio, ya que antiguamente lucía como un vagabundo por jugar con tierra y barro.
—Hola Astrid, Liam —los saludé. Me senté en un juego demasiado pequeño para mí, pero no me importó, asó podría estar frente a ellos y saber de qué demonios hablaban todos los días.
—¿Ustedes se conocen? —preguntó Astrid.
—Claro, vamos a la misma escuela y compartimos clases —le dije. Liam ya no se veía tan relajado, se había encogido de hombros y mantuvo la mirada baja.
—¡¿Por qué no me lo dijiste antes, Sapo?! —exclamó ella. Y se produjo un silencio incómodo.
Se tapó la boca tan rápido como pronunció esas palabras. Sus ojos se cristalizaron y me dio lástima. Le había estado ocultando la verdad a Liam.
Muy en el fondo, aunque no lo quisiera reconocer, admiraba en cierto punto a Astrid, ella podía vivir con su locura sin importarle que tan enfermos estuvieran los demás y aun así sonreírle al mundo.
¿Entonces por qué le mintió a Liam? No era más que otro sapo del montón… A menos que…
A menos que la mariposa haya encontrado finalmente a su príncipe encantado.
—No puedo creer aún recuerdes ese juego —le dije de repente. No tenía claro lo que hacía, pero esperaba que la ayudara en algo.
—¿Qué juego? —inquirió Liam.
—El juego de los sapos, cuando niños inventamos ese juego y teníamos que correr de quien le tocará ser el sapo, los demás eran moscas. Creo que me tocó más de cincuenta veces ser Sapo, por eso Astrid me llama de esa forma —mentí.
Ella tenía los ojos muy abiertos y una débil sonrisa comenzó a florar en la comisura de sus labios. Le guiñé el ojo sin que Liam se diera cuenta y ella asintió, captando el mensaje.
—Oh, suena divertido… —murmuró Liam.
Me pregunté qué le había visto a Liam para que creyera que era un “príncipe”. Lo miré por mucho tiempo, mientras Astrid contaba una historia de sus vacaciones, que seguro era inventada porque ella no salía nunca, sólo sus padres vacacionaban, ella se quedaba todo el verano en el parque.
—Se hace tarde, me tengo que ir… —anunció Liam en el preciso momento que anochecía—. Adiós Astrid, adiós…
—Zayn —le dije. Era imposible que no supiera mi nombre, todos en la maldita escuela lo sabían.
—Sí, adiós Zayn.
Se acercó a Astrid y la besó en la mejilla. Fue extraño, muy extraño.
Un monstruo parecía haber hecho una casa en mi pecho, porque en cuanto se quedaron mirando como estúpidos sin saber qué decir o como continuar despidiéndose, lo único que quería era que Liam se alejara pronto. Que se fuera antes de que lo golpeara.
Por eso fue extraño, porque nunca antes había sentido a ese monstruo. Y ver como la besaba en la mejilla de cerca tampoco ayudaba a calmarlo.
Cuando se fue, Astrid se aseguró de que estaba bien lejos para abalanzarse sobre mí y abrazarme estrechamente.
—Gracias, gracias, gracias —me dijo contra mi cuello.
La rodeé con mis brazos con timidez, a pesar de su apariencia normal, seguía luciendo delicada.
—Te gusta Liam —sonó más como una afirmación que como una pregunta, aunque tampoco era necesario ser un genio para darse cuenta de eso.
—Sapo, encontré a mi príncipe —me susurró contra el oído.
El monstruo se agitó y creció, llegó hasta mi estómago y lo golpeó.
Miré a los ojos a Astrid, eran celestes, casi indistinguibles con el color de cielo al amanecer. La sonrisa macabra de felicidad había vuelto a su rostro, ahora sí era la verdadera Astrid y no el reflejo de una chica linda pero normal.
—¿Por qué le mentiste? —le pregunté cuando se separó de mí y volvió a su columpio.
Bajo la mirada y se mordió el labio, balanceó los pies una y otra vez, pero nunca contestó.
—Astrid, ¿por qué no le dijiste que tú estás loca? —me mordí la lengua tan rápido como dije eso.
“Lo arruinaste, Zayn”
Ella alzó la mirada furiosa y se enfrentó a la mía hasta que parpadeó.
—Él dijo que prefiere a las libélulas en vez de a las mariposas —terminó por confesar.
—Entonces no es un príncipe.
—¡Sí lo es! Lo que sucede es que los príncipes no quieren a un bicho raro como yo —su voz sonaba decepcionada y adolorida a la vez. Apartó sus ojos de los míos y se concentró en la copa de los árboles que estaban detrás de mí.
—No es un príncipe, entiéndelo. Sólo es un Sapo más del montón, aunque uno muy astuto.
—Estás equivocado, él es mi príncipe, estoy segura.
Otra vez el monstruo se movió, rugió con fuerza dentro de mi pecho, amenazaba con salir e ir en búsqueda de Liam para aventarlo por un puente.
—A veces… de la misma forma en que los príncipes se disfrazan de sapos, los sapos se disfrazan de príncipes para comer mariposas, ya que dicen que las mariposas saben mejor que las libélulas.
Ella sonrió y cerró los ojos. Estuvo así unos minutos, relajada y tranquila, podía escuchar su respiración acompasada e incluso el latido de su corazón. Eran sorprendentes las cosas que descubría cuando estaba a su lado.
—Tal vez ya no quiero seguir siendo una mariposa.
No iba a engañarme, tenía muy claro que la razón por la que los espiaba era por envidia y celos. No podía aceptar que ese chico haya tenido más contacto con Astrid en un mes que yo en más de dieciocho años. Era ridículo, no podía. Por eso, una de esas tantas tardes en las que conversaban sentados en los columpios, salí de mi escondite y fui a arruinarles el momento.
Caminé seguro, pero mi nerviosismo se notaba en mis manos temblorosas. Me vieron acercarme y Astrid se tensó, afirmó con tanta fuerza las cadenas del columpio que sus nudillos se pusieron blancos, su boca se crispó y me miró amenazadoramente para que me alejara.
Al parecer, Liam no sabía que ella estaba loca. Y debí haberlo deducido hace mucho tiempo, cuando ella dejó de vestirse con disfraces de hadas y alas de ángel. Ahora llevaba una sudadera y unos jeans, tenía el cabello recogido en una larga trenza rubia que le llegaba hasta la cintura y no tenía el rostro sucio, ya que antiguamente lucía como un vagabundo por jugar con tierra y barro.
—Hola Astrid, Liam —los saludé. Me senté en un juego demasiado pequeño para mí, pero no me importó, asó podría estar frente a ellos y saber de qué demonios hablaban todos los días.
—¿Ustedes se conocen? —preguntó Astrid.
—Claro, vamos a la misma escuela y compartimos clases —le dije. Liam ya no se veía tan relajado, se había encogido de hombros y mantuvo la mirada baja.
—¡¿Por qué no me lo dijiste antes, Sapo?! —exclamó ella. Y se produjo un silencio incómodo.
Se tapó la boca tan rápido como pronunció esas palabras. Sus ojos se cristalizaron y me dio lástima. Le había estado ocultando la verdad a Liam.
Muy en el fondo, aunque no lo quisiera reconocer, admiraba en cierto punto a Astrid, ella podía vivir con su locura sin importarle que tan enfermos estuvieran los demás y aun así sonreírle al mundo.
¿Entonces por qué le mintió a Liam? No era más que otro sapo del montón… A menos que…
A menos que la mariposa haya encontrado finalmente a su príncipe encantado.
—No puedo creer aún recuerdes ese juego —le dije de repente. No tenía claro lo que hacía, pero esperaba que la ayudara en algo.
—¿Qué juego? —inquirió Liam.
—El juego de los sapos, cuando niños inventamos ese juego y teníamos que correr de quien le tocará ser el sapo, los demás eran moscas. Creo que me tocó más de cincuenta veces ser Sapo, por eso Astrid me llama de esa forma —mentí.
Ella tenía los ojos muy abiertos y una débil sonrisa comenzó a florar en la comisura de sus labios. Le guiñé el ojo sin que Liam se diera cuenta y ella asintió, captando el mensaje.
—Oh, suena divertido… —murmuró Liam.
Me pregunté qué le había visto a Liam para que creyera que era un “príncipe”. Lo miré por mucho tiempo, mientras Astrid contaba una historia de sus vacaciones, que seguro era inventada porque ella no salía nunca, sólo sus padres vacacionaban, ella se quedaba todo el verano en el parque.
—Se hace tarde, me tengo que ir… —anunció Liam en el preciso momento que anochecía—. Adiós Astrid, adiós…
—Zayn —le dije. Era imposible que no supiera mi nombre, todos en la maldita escuela lo sabían.
—Sí, adiós Zayn.
Se acercó a Astrid y la besó en la mejilla. Fue extraño, muy extraño.
Un monstruo parecía haber hecho una casa en mi pecho, porque en cuanto se quedaron mirando como estúpidos sin saber qué decir o como continuar despidiéndose, lo único que quería era que Liam se alejara pronto. Que se fuera antes de que lo golpeara.
Por eso fue extraño, porque nunca antes había sentido a ese monstruo. Y ver como la besaba en la mejilla de cerca tampoco ayudaba a calmarlo.
Cuando se fue, Astrid se aseguró de que estaba bien lejos para abalanzarse sobre mí y abrazarme estrechamente.
—Gracias, gracias, gracias —me dijo contra mi cuello.
La rodeé con mis brazos con timidez, a pesar de su apariencia normal, seguía luciendo delicada.
—Te gusta Liam —sonó más como una afirmación que como una pregunta, aunque tampoco era necesario ser un genio para darse cuenta de eso.
—Sapo, encontré a mi príncipe —me susurró contra el oído.
El monstruo se agitó y creció, llegó hasta mi estómago y lo golpeó.
Miré a los ojos a Astrid, eran celestes, casi indistinguibles con el color de cielo al amanecer. La sonrisa macabra de felicidad había vuelto a su rostro, ahora sí era la verdadera Astrid y no el reflejo de una chica linda pero normal.
—¿Por qué le mentiste? —le pregunté cuando se separó de mí y volvió a su columpio.
Bajo la mirada y se mordió el labio, balanceó los pies una y otra vez, pero nunca contestó.
—Astrid, ¿por qué no le dijiste que tú estás loca? —me mordí la lengua tan rápido como dije eso.
“Lo arruinaste, Zayn”
Ella alzó la mirada furiosa y se enfrentó a la mía hasta que parpadeó.
—Él dijo que prefiere a las libélulas en vez de a las mariposas —terminó por confesar.
—Entonces no es un príncipe.
—¡Sí lo es! Lo que sucede es que los príncipes no quieren a un bicho raro como yo —su voz sonaba decepcionada y adolorida a la vez. Apartó sus ojos de los míos y se concentró en la copa de los árboles que estaban detrás de mí.
—No es un príncipe, entiéndelo. Sólo es un Sapo más del montón, aunque uno muy astuto.
—Estás equivocado, él es mi príncipe, estoy segura.
Otra vez el monstruo se movió, rugió con fuerza dentro de mi pecho, amenazaba con salir e ir en búsqueda de Liam para aventarlo por un puente.
—A veces… de la misma forma en que los príncipes se disfrazan de sapos, los sapos se disfrazan de príncipes para comer mariposas, ya que dicen que las mariposas saben mejor que las libélulas.
Ella sonrió y cerró los ojos. Estuvo así unos minutos, relajada y tranquila, podía escuchar su respiración acompasada e incluso el latido de su corazón. Eran sorprendentes las cosas que descubría cuando estaba a su lado.
—Tal vez ya no quiero seguir siendo una mariposa.
Derphantasie
Capítulo...
Capítulo 3
No escuchaba nada de lo que me decía Louis. Tenía la mirada clavaba en la ventana, mirando las nubes y la manera en que se enroscaban cuando el viento cruzaba y las cortaba. Había distintas formas, conejos, estrellas, árboles, incluso una tenía el rostro del profesor de química. Aterrador.
—Ayer vi a Liam besando a Lauren, creo que alguien me debe dinero —dijo Louis de pronto y toda mi atención se centró en sus palabras.
—¿Que Liam hizo qué? —le pregunté sin poder creerlo, aparté mis ojos de las nubes en un acto reflejo. No podía ser verdad. En lo primero que pensé fue en lo destrozada que quedaría Astrid cuando se enterara.
—Ayer, con Lauren, detrás de la escuela. Se veían muy juntos esos dos, y parecían disfrutarlo mucho —no quise escuchar más, me daba asco.
Tal vez, hace más de un mes, hubiese abucheado y quejado por perder una apuesta contra Louis, pero esto sólo hizo que el monstruo que aparecía por las tardes cuando espiaba a Astrid y a Liam, despertara más temprano.
Lo miré de soslayo, tomando apuntes con cara de santo y de niño que no quiebra un plato. Estuve a punto de lanzarle un papel, pero Louis me detuvo y me miró preocupado.
—¿Qué ibas a hacer?
—Lanzárselo a Payne —le contesté como si nada, como si lanzarle papeles a Liam fuera cosa de todos los días.
—¿No me digas que estás celoso?
—¡No! —exclamé asustado. Yo no estaba celoso de Liam, ¡que le hiciera ilusiones a Astrid!, el lastimado sería él si es que a ella le daba uno de sus ataques.
—Y yo te creo. No me vengas a decir que no te gusta Lauren, hace tiempo que le tienes el ojo puesto —lo miré atónito. No estaba hablando de Astrid, sino de Lauren.
Me calmé y le sonreí para que supiera que sólo bromeaba.
—Nada de eso, es que me enojé porque este idiota me hizo perder la apuesta —Louis río y negó con la cabeza, como queriendo decir que yo nunca cambiaría.
No estaba muy seguro de eso. Sí estaba cambiando, y demasiado rápido.
Normalmente no me interesaban los sentimientos de las chicas, a menos que fuera conveniente. Eran tan confusas y enredadas, podían estar felices y después enojadas, podían ser muy cariñosas y al segundo mandar a todos los hombres del planeta al infierno.
No, lo mío era algo más casual y sin compromisos, de todas formas me iría de Inglaterra al terminar el año y no quería dudar cuando tuviera que comprar los pasajes entre mi sueño de aventura o el amor.
A la salida, me dije que tenía que contárselo a Astrid. Tenía un deseo reprimido de ver como golpeaba a Liam, era enfermo, pero no podía evitarlo. Algo hacía que me quedara horas viéndolos conversar, imaginando que si hubiese sido valiente hace unos atrás, ese podría ser yo.
Fui hasta el parque esperando apreciar la expresión de Astrid al verme llegar directamente a su lado. Sin embargo, no la encontré.
Esperé unos minutos, pero ella no llegó ni la vi escondida en ningún lugar del parque.
Hasta que vi a Liam acercarse. Me observó confundido, esa debió ser la expresión de Astrid al verme, no la de él.
—¿Qué haces aquí? —me preguntó.
—Es un lugar público, puedo estar donde quiera —enarcó las cejas y apartó la mirada, avergonzado.
—¿Y Astrid?
—No lo sé, eso mismo iba a preguntarte —suspiró y se acomodó la mochila. Dio media vuelta sin responderme y siguió su camino.
—¡Hey, ¿a dónde vas?! —pero no miró atrás.
(…)
¿Por qué tenía que obsesionarme con ella? Tal vez la locura era contagiosa.
No, de lo contrario Liam ya lo estaría. ¿Entonces por qué caminé hasta la casa de Astrid?
Sabía muy bien donde vivía, a tres cuadras del parque en una gran casa hecha completa de madera, era como una cabaña que debiera estar en un bosque pero que se había perdido en una ciudad con edificios y casas iguales pero de diferentes colores.
El jardín estaba perfectamente cuidado, con arbustos podados y rosales alrededor de la cerca que separa la propiedad de la acera.
Toqué la puerta tres veces y la enfermera me recibió.
Sorprendida, esa era la palabra para describir su rostro al verme.
—Dísculpe, ¿está Astrid? —no respondió de inmediato. Al parecer, Astrid no recibía muchas visitas.
—Sí, ¿eres Liam? —aquel nombre me dolió. Fue como si me quemara de a poco.
—Sí —le respondí.
—Oh, Astrid habla mucho de ti —me dijo con una media sonrisa. Se apartó y me dejó entrar. La casa era un lugar ordenado, simétrico, nada estaba fuera de su sitio.
—¿Puedo ver a Astrid? —inquirí cuando acabé de apreciar la casa.
La enfermera titubeó un poco y asintió. Me dirigió hasta las escaleras y me acompañó hasta el segundo piso.
Nos detuvimos frente a una puerta donde había un cartel con la inscripción “Astrid” pegada a la madera. Me pareció un detalle delicado de una niña pequeña.
—Liam, por favor, te pido que no menciones nada acerca de su pierna, es que ayer se cayó de la escalera y tuvieron que enyesarla —eso me asombró bastante. Nunca imaginé que a Astrid le pasaría algo así.
Sin embargo, noté el nerviosismo en la voz de la enfermera, la desesperación por ocultarme algo. Recordé que Liam no sabía que Astrid estaba loca, así que le dije a la mujer que no diría nada.
Ella entró primero y me hizo esperar a fuera, luego de unos segundos, me dijo que podía pasar.
Astrid no sonrió al verme.
Su habitación era lo contrario de la casa. Había dibujos abstractos pegados por las paredes, luces de colores colgando de éstas también, ropa tirada en el suelo y muchos juguetes. En especial juguetes, el piso estaba infestado de peluches, muñecas, autitos, ropa en miniatura y muchas cosas más que en mi infancia nunca creí ver en la vida real.
La enfermera nos dejó solos y cerró la puerta al irse. Me senté en la cama de Astrid, a un costado ella.
—¿Dime que no es verdad que te caíste por la escalera?
—Me lancé del segundo piso —me dijo como si nada.
No sé por qué no me alarmé. Lo tomé con calma, miré su pierna recostada sobre una almohada y el yeso que la cubría.
—¿Por qué te lanzaste?
—Quería volar.
—¿Volar? Ya ves que no puedes, creo que todavía no eres una mariposa del todo —le dije en forma de broma. Pero no rio, sino que se tapó el rostro y comenzó a llorar como aquella vez que la vi en el parque.
—Deseo no haber dicho que ya no quería ser una mariposa. He vuelto a ser una repugnante oruga —murmuró entre sollozos.
Algo se estremeció en mi pecho. El monstruo había dejado de retorcerse y estaba llorando también.
Ahí supe que algo no andaba bien conmigo. Los monstruos no existían ni lloraban. Sólo era mi corazón.
—Astrid, si dejas de llorar, te prometo que te enseñaré a volar —le dije de repente. Se detuvo en seguida.
—¿Lo prometes? —susurró.
—Lo prometo —le respondí.
Yo sólo conocía una forma de volar, y lamentablemente, esa forma no siempre venía con una manual de instrucciones o con un paracaídas. Así de peligroso era el amor.
—Ayer vi a Liam besando a Lauren, creo que alguien me debe dinero —dijo Louis de pronto y toda mi atención se centró en sus palabras.
—¿Que Liam hizo qué? —le pregunté sin poder creerlo, aparté mis ojos de las nubes en un acto reflejo. No podía ser verdad. En lo primero que pensé fue en lo destrozada que quedaría Astrid cuando se enterara.
—Ayer, con Lauren, detrás de la escuela. Se veían muy juntos esos dos, y parecían disfrutarlo mucho —no quise escuchar más, me daba asco.
Tal vez, hace más de un mes, hubiese abucheado y quejado por perder una apuesta contra Louis, pero esto sólo hizo que el monstruo que aparecía por las tardes cuando espiaba a Astrid y a Liam, despertara más temprano.
Lo miré de soslayo, tomando apuntes con cara de santo y de niño que no quiebra un plato. Estuve a punto de lanzarle un papel, pero Louis me detuvo y me miró preocupado.
—¿Qué ibas a hacer?
—Lanzárselo a Payne —le contesté como si nada, como si lanzarle papeles a Liam fuera cosa de todos los días.
—¿No me digas que estás celoso?
—¡No! —exclamé asustado. Yo no estaba celoso de Liam, ¡que le hiciera ilusiones a Astrid!, el lastimado sería él si es que a ella le daba uno de sus ataques.
—Y yo te creo. No me vengas a decir que no te gusta Lauren, hace tiempo que le tienes el ojo puesto —lo miré atónito. No estaba hablando de Astrid, sino de Lauren.
Me calmé y le sonreí para que supiera que sólo bromeaba.
—Nada de eso, es que me enojé porque este idiota me hizo perder la apuesta —Louis río y negó con la cabeza, como queriendo decir que yo nunca cambiaría.
No estaba muy seguro de eso. Sí estaba cambiando, y demasiado rápido.
Normalmente no me interesaban los sentimientos de las chicas, a menos que fuera conveniente. Eran tan confusas y enredadas, podían estar felices y después enojadas, podían ser muy cariñosas y al segundo mandar a todos los hombres del planeta al infierno.
No, lo mío era algo más casual y sin compromisos, de todas formas me iría de Inglaterra al terminar el año y no quería dudar cuando tuviera que comprar los pasajes entre mi sueño de aventura o el amor.
A la salida, me dije que tenía que contárselo a Astrid. Tenía un deseo reprimido de ver como golpeaba a Liam, era enfermo, pero no podía evitarlo. Algo hacía que me quedara horas viéndolos conversar, imaginando que si hubiese sido valiente hace unos atrás, ese podría ser yo.
Fui hasta el parque esperando apreciar la expresión de Astrid al verme llegar directamente a su lado. Sin embargo, no la encontré.
Esperé unos minutos, pero ella no llegó ni la vi escondida en ningún lugar del parque.
Hasta que vi a Liam acercarse. Me observó confundido, esa debió ser la expresión de Astrid al verme, no la de él.
—¿Qué haces aquí? —me preguntó.
—Es un lugar público, puedo estar donde quiera —enarcó las cejas y apartó la mirada, avergonzado.
—¿Y Astrid?
—No lo sé, eso mismo iba a preguntarte —suspiró y se acomodó la mochila. Dio media vuelta sin responderme y siguió su camino.
—¡Hey, ¿a dónde vas?! —pero no miró atrás.
(…)
¿Por qué tenía que obsesionarme con ella? Tal vez la locura era contagiosa.
No, de lo contrario Liam ya lo estaría. ¿Entonces por qué caminé hasta la casa de Astrid?
Sabía muy bien donde vivía, a tres cuadras del parque en una gran casa hecha completa de madera, era como una cabaña que debiera estar en un bosque pero que se había perdido en una ciudad con edificios y casas iguales pero de diferentes colores.
El jardín estaba perfectamente cuidado, con arbustos podados y rosales alrededor de la cerca que separa la propiedad de la acera.
Toqué la puerta tres veces y la enfermera me recibió.
Sorprendida, esa era la palabra para describir su rostro al verme.
—Dísculpe, ¿está Astrid? —no respondió de inmediato. Al parecer, Astrid no recibía muchas visitas.
—Sí, ¿eres Liam? —aquel nombre me dolió. Fue como si me quemara de a poco.
—Sí —le respondí.
—Oh, Astrid habla mucho de ti —me dijo con una media sonrisa. Se apartó y me dejó entrar. La casa era un lugar ordenado, simétrico, nada estaba fuera de su sitio.
—¿Puedo ver a Astrid? —inquirí cuando acabé de apreciar la casa.
La enfermera titubeó un poco y asintió. Me dirigió hasta las escaleras y me acompañó hasta el segundo piso.
Nos detuvimos frente a una puerta donde había un cartel con la inscripción “Astrid” pegada a la madera. Me pareció un detalle delicado de una niña pequeña.
—Liam, por favor, te pido que no menciones nada acerca de su pierna, es que ayer se cayó de la escalera y tuvieron que enyesarla —eso me asombró bastante. Nunca imaginé que a Astrid le pasaría algo así.
Sin embargo, noté el nerviosismo en la voz de la enfermera, la desesperación por ocultarme algo. Recordé que Liam no sabía que Astrid estaba loca, así que le dije a la mujer que no diría nada.
Ella entró primero y me hizo esperar a fuera, luego de unos segundos, me dijo que podía pasar.
Astrid no sonrió al verme.
Su habitación era lo contrario de la casa. Había dibujos abstractos pegados por las paredes, luces de colores colgando de éstas también, ropa tirada en el suelo y muchos juguetes. En especial juguetes, el piso estaba infestado de peluches, muñecas, autitos, ropa en miniatura y muchas cosas más que en mi infancia nunca creí ver en la vida real.
La enfermera nos dejó solos y cerró la puerta al irse. Me senté en la cama de Astrid, a un costado ella.
—¿Dime que no es verdad que te caíste por la escalera?
—Me lancé del segundo piso —me dijo como si nada.
No sé por qué no me alarmé. Lo tomé con calma, miré su pierna recostada sobre una almohada y el yeso que la cubría.
—¿Por qué te lanzaste?
—Quería volar.
—¿Volar? Ya ves que no puedes, creo que todavía no eres una mariposa del todo —le dije en forma de broma. Pero no rio, sino que se tapó el rostro y comenzó a llorar como aquella vez que la vi en el parque.
—Deseo no haber dicho que ya no quería ser una mariposa. He vuelto a ser una repugnante oruga —murmuró entre sollozos.
Algo se estremeció en mi pecho. El monstruo había dejado de retorcerse y estaba llorando también.
Ahí supe que algo no andaba bien conmigo. Los monstruos no existían ni lloraban. Sólo era mi corazón.
—Astrid, si dejas de llorar, te prometo que te enseñaré a volar —le dije de repente. Se detuvo en seguida.
—¿Lo prometes? —susurró.
—Lo prometo —le respondí.
Yo sólo conocía una forma de volar, y lamentablemente, esa forma no siempre venía con una manual de instrucciones o con un paracaídas. Así de peligroso era el amor.
Derphantasie
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
Munchi's here! Me encantaron los capitulos, osea al comienzo no cachaba muy bien a lo que se referia, pero ahora lo entendí y ame el concepto, no se, es tan especial.
Me encanto el personaje de Astrid, esa 'locura' que tiene, me hace amarla, es raro, pero me encantan las cosas raras.
Zayn se enamoro *-* y le agradezco a Liam porque gracias a él Zayn comenzó a sentir celos y se dio cuenta de lo que siente.
Siguela Pronto.
Me encanto el personaje de Astrid, esa 'locura' que tiene, me hace amarla, es raro, pero me encantan las cosas raras.
Zayn se enamoro *-* y le agradezco a Liam porque gracias a él Zayn comenzó a sentir celos y se dio cuenta de lo que siente.
Siguela Pronto.
Munchiterrestre
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
Ese Zayn, hay que ponerlo celoso para que se de cuenta XDMunchiterrestre escribió:Munchi's here! Me encantaron los capitulos, osea al comienzo no cachaba muy bien a lo que se referia, pero ahora lo entendí y ame el concepto, no se, es tan especial.
Me encanto el personaje de Astrid, esa 'locura' que tiene, me hace amarla, es raro, pero me encantan las cosas raras.
Zayn se enamoro *-* y le agradezco a Liam porque gracias a él Zayn comenzó a sentir celos y se dio cuenta de lo que siente.
Siguela Pronto.
creo que Astrid es uno de los personajes que más me gustan, es que es tan fjlajdslajdljaljdsl no sé, rara. A mi también me gustan las cosas raras, debe ser por eso :P
Derphantasie
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
Hola nueva lectora!!!
para empezar me encantaron los capitulos por que en verdad es una novela totalmente diferente y unica ,me encanto el personaje de astrid es tan fuera de lo comun y zayn es tan lindo al sentir celos y al prometarla a ayudarla a volar
Ame encerio los cap. Siguela pronto por favor!!!!
para empezar me encantaron los capitulos por que en verdad es una novela totalmente diferente y unica ,me encanto el personaje de astrid es tan fuera de lo comun y zayn es tan lindo al sentir celos y al prometarla a ayudarla a volar
Ame encerio los cap. Siguela pronto por favor!!!!
kris styles
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
Hi :D
Tienes un don de atraparmencon todas tus novelas sabias?
Es como algo ¿Ipnotico? I don' know....
Vamos a lo obvio, escribes muy magníficamente genial, pero eso no es notcia xD
Amo tu imaginación para poder crear todas tus novelas, es como que no se basan en el prototipo de novela que esperas encontrar. Conclusionnpara todo el trabalenguas anterior: siempre me sorprendes con tus ideas.
Amo tu manera de escribir (aunque eso tampoco es novedad,ya que no soy la única xD) oh, si, tengo fascinación por el xD
Cada vez que leo algún capitulo nuevo, sigo apoyando la idea de que seas escritora, yo compraría todos tus libros :D
Espero que me des la sustancia x que tienes para escrbir tan genialosamente genial ;)
Ok no xD
En fin, nueva lectora:)
Creo que eso tenia que ir al principio, pero soy original(?
Lo repito una vez mas... I don't know...
En fin (x2)
Siiiguela :)
Tienes un don de atraparmencon todas tus novelas sabias?
Es como algo ¿Ipnotico? I don' know....
Vamos a lo obvio, escribes muy magníficamente genial, pero eso no es notcia xD
Amo tu imaginación para poder crear todas tus novelas, es como que no se basan en el prototipo de novela que esperas encontrar. Conclusionnpara todo el trabalenguas anterior: siempre me sorprendes con tus ideas.
Amo tu manera de escribir (aunque eso tampoco es novedad,ya que no soy la única xD) oh, si, tengo fascinación por el xD
Cada vez que leo algún capitulo nuevo, sigo apoyando la idea de que seas escritora, yo compraría todos tus libros :D
Espero que me des la sustancia x que tienes para escrbir tan genialosamente genial ;)
Ok no xD
En fin, nueva lectora:)
Creo que eso tenia que ir al principio, pero soy original(?
Lo repito una vez mas... I don't know...
En fin (x2)
Siiiguela :)
Potato.
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
New reader here! :D
Me encanta!!
esta muy buen, escribis genial jdfdkhkjhfsdf
seguila, te lo suplico, me causa mucha ternura Astrid, dios.
bueno nada, solo que esta muuuuuy buena y me re enganché, seguila!
un beso (:
Me encanta!!
esta muy buen, escribis genial jdfdkhkjhfsdf
seguila, te lo suplico, me causa mucha ternura Astrid, dios.
bueno nada, solo que esta muuuuuy buena y me re enganché, seguila!
un beso (:
#FlorrHoran
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
kris styles escribió:Hola nueva lectora!!!
para empezar me encantaron los capitulos por que en verdad es una novela totalmente diferente y unica ,me encanto el personaje de astrid es tan fuera de lo comun y zayn es tan lindo al sentir celos y al prometarla a ayudarla a volar
Ame encerio los cap. Siguela pronto por favor!!!!
Holo :cyclops: (yo y mis cosas raras con los smileys xd)
creo que Astrid está inspirada en un poco de todas no? Todas estamos locaaas, pero por una razón muy distinta a la de Astrid, digamos que ella está en un nivel un poco más elevado en cuanto a locura XD
Y Zayn, ya me cansé de ponerlo como chico malo, así que aquí está bien tierno para todas.
Derphantasie
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
#Beth escribió:Hi :D
Tienes un don de atraparmencon todas tus novelas sabias?
Es como algo ¿Ipnotico? I don' know....
Vamos a lo obvio, escribes muy magníficamente genial, pero eso no es notcia xD
Amo tu imaginación para poder crear todas tus novelas, es como que no se basan en el prototipo de novela que esperas encontrar. Conclusionnpara todo el trabalenguas anterior: siempre me sorprendes con tus ideas.
Amo tu manera de escribir (aunque eso tampoco es novedad,ya que no soy la única xD) oh, si, tengo fascinación por el xD
Cada vez que leo algún capitulo nuevo, sigo apoyando la idea de que seas escritora, yo compraría todos tus libros :D
Espero que me des la sustancia x que tienes para escrbir tan genialosamente genial ;)
Ok no xD
En fin, nueva lectora:)
Creo que eso tenia que ir al principio, pero soy original(?
Lo repito una vez mas... I don't know...
En fin (x2)
Siiiguela :)
La sustancia X es..... *piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii*
XD okno, en mi caso es leer mucho, escribir mucho y unos cuantos años de practica (yo escribo desde los trece -ahora tengo 17-, trato de leer un libro por semana y escribo todos los días sin falta -aunque no sean los cap. de las novelas, escribo cualquier cosa que se me ocurra-)
Qué más?? no me gusta mencionar demasiado cuando me dicen que les gustan mis historias porque nosé, me da como cosa dhadjskljdal :oops: (y para que no crean que soy una creída)
Así que eso sería :P
Subo cap. el fin de semana ;)
Derphantasie
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
:cheers: Subo cap. el fin de semana, pronto sabrán que hará Zayn para ayudar a Astrid ;)«Malik'sWife» escribió:Nueva lectura.
Ame los capítulos.
Seguila pronto.
Angie.
Derphantasie
Re: Butterfly (Zayn Malik y Astrid)
#FlorrHoran escribió:New reader here! :D
Me encanta!!
esta muy buen, escribis genial jdfdkhkjhfsdf
seguila, te lo suplico, me causa mucha ternura Astrid, dios.
bueno nada, solo que esta muuuuuy buena y me re enganché, seguila!
un beso (:
:hi: Subo cap. el fin de semana (porque tengo mucha tarea y ya me atrase)
Wii!! ese era mi objetivo, que Astrid les causara ternura (temía que la vieran como una verdadera loca en vez de una chica mitad loca XD)
Derphantasie
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Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.