Más que a nada en el mundo. {Larry Stylinson}

Harry tenía un mal día. Primero, estaba seguro de que había reprobado el examen de ciencias. Luego, en la clase de psicología, la profesora había dado todo un rollo acerca de la homosexualidad. Sus compañeros se habían pasado toda la mañana molestándolo, imitando jadeos y gemidos para sacarlo de quicio. Como siempre, él había hecho oídos sordos. Llevaba un año y medio utilizando la misma estrategia.

En el cyber se había caído la conexión. La manada de chicos que se aglutinaban para jugar juegos online había empezado a gritar y a insultarlo.

— Siempre joden —lo tranquilizó Niall, mientras le alisaba el pelo con la plancha de su hermana. Eran las siete de la tarde y ya habían terminado sus respectivos turnos. Harry no quería volver a casa y Niall lo había invitado a conocer la suya. Si le gustaba su cuarto, le dijo, podía quedarse a dormir. El dormitorio era tan chico como una caja de zapatos. A Harry le daba la sensación de estar dentro de un ataúd. La pequeña cama ocupaba tres cuartos del espacio y las paredes estaban empapeladas con pósters. Marilyn Manson, Disturbed, Papa Roach. En una estantería formaban fila docenas de botellas vacías y en otra, una pila de libros corría peligro de derrumbe.

— ¿Quién es ese viejo? —le preguntó Harry a Niall, señalando la foto de un hombre calvo con barba de chivo y mirada penetrante.

— Anton Szandor LaVey —respondió Niall en actitud respetuosa.— El fundador de la Iglesia de Satán. —Harry levantó una ceja. ¿Iglesia de Satán? Con una risa entre los dientes, se tumbó en la cama boca abajo mientras Niall se lanzaba el discursito... Que el tipo ese había nacido en Estados Unidos...

...Había tenido una relación con Marilyn Monroe...

...Había sido venerado por muchos músicos y... y.... y...

Giuchie, giuchie, ya ya, dada... Giuchie, giuchie, ya ya, here... Mocha chocalata, ya ya...

— ..Y le gustaba bailar reggaeton las noches de luna llena. En pelotas. —Silencio.— Harry, no me estás escuchando.

— Ayer dormí en la casa de Lou —susurró, somnoliento.

— ¿Qué? —replicó Niall, sentándose en la cama, con una sonrisa que mostraba dos hileras de dientes perfectos y amarillos. El colchón se hundió y las tablas gimieron. Harry flotaba en la luna.

— Ayer dormí en la casa de Lou —explicó,— porque mi mamá le puso el pasador a la puerta... —Niall hizo un gesto para que fuera al grano.

— ¿Te lanzaste? -preguntó, con los ojos todavía más azules abiertos de par en par.

— Sí. —Y negó con la cabeza, señal de que había sido tristemente rechazado. Niall chasqueó la lengua y le apoyó la mano en el hombro. Los ojos de gato de Harry se estaban poniendo húmedos y a Niall le gustaban mucho los gatos.

— Ese hombre... es grande, ¿no? ¿Qué edad tiene?

— Treinta y uno —respondió él, avergonzado. Hundió la cabeza en la almohada y Niall soltó un silbido largo y sutil.

— Estás jodido, bebé —dijo, acariciándole los rizos que se había desparramado sobre la cama como agua.— Búscate uno más joven, anda.

— ¿No dicen que para el amor no hay edad? —chilló Harry, apretando los puños. Él se calló la boca. No creía mucho en esas cosas, como tampoco creía en nada de lo que lo rodeaba. No creía en Dios, en el diablo ni en cuentos de viejas de que una jovencita podía enamorarse de una momia egipcia. Bueno, si la momia tenía una cuenta en Suiza, entonces sí. Los declaro momia y mujer. Ay, todavía le duraban los efectos del porrito que se habían fumado...

— Ay, bebé...

— ¿Sabes cuál fue mi primer sueño húmedo? —dijo Harry, ladeando la cabeza.— Fue con él. A los doce. Yo estaba en un jardín, acostado en el pasto. Había unos árboles con unos globos rojos enormes. Creo que eran manzanas. Las manzanas empezaban a cantar y entonces me daba cuenta de que estaba debajo de alguien —suspiró.— Era él. Me levantaba la camiseta y me basaba. Su pelo me hacía cosquillas... Las manzanas cantaban cada vez más fuerte; y comenzamos. Bueno, él comenzó. Las manzanas explotaron todas al mismo tiempo... y me desperté.

— Wow —exclamó Niall, con una risita suave. Harry suspiró de nuevo y volvió a pegar la cara a la almohada como si quisiera ahogarse allí mismo. Sintió que la cama se movía y que Niall se acomodaba a su lado. Se le erizaron los pelitos del cuello. Al fin y al cabo, era hombre y le había dejado claro que también le iban los chicos.

— Me gustaría acostarme con él de verdad —le dijo a la almohada.— Pero se lo pasaría mal. —A pesar de lo ahogada que le salía la voz, Niall le entendió.

— ¿Por qué?

— Porque no estoy acostumbrado. Soy virgen. Se aburriría. —Niall tuvo que aceptar que tenía un poco razón. Y más si era un hombre de esa edad, con toda la experiencia encima.

— Practica. —Erik dio un respingo. Lentamente, ladeó la cabeza otra vez.

— Lo hago —replicó. De pronto comprendió.— Solo. —Niall se carcajeó, le revolvió el pelo y se subió sobre él. Harry se tensó al instante, aguantando la respiración.

— No es lo mismo —objetó Niall, masajeándole los hombros. Se había sentado sobre su trasero con las piernas a los costados; ejercía una leve presión allí cada vez que se inclinaba.— ¿Quieres que probemos si tu práctica ha dado resultado? —Harry se soltó y se dio la vuelta sobre la cama.

— ¿Te estás burlando de mí? —preguntó, entornando los ojos de gato y juntando las cejas perfectamente depiladas.

— Claro que no. —Harry miró la ventanita rectangular que estaba en lo alto de la pared lateral. El celeste del cielo se había vuelto negro. Ya era de noche.

— ¿Tienes condones? —Niall asintió. Alargó un brazo hasta el último estante de la pared y le mostró a Harry un cuadradito de color verde. Harry tembló. De repente se sentía muy acalorado y nervioso.

— ¿No me preguntarás si también tengo lubricante?

Niall agarró una de las botellas del estante, la colocó en la puerta y cerró con llave. Harry se dio cuenta de que la botella debía de ser una especie de código para que nadie lo molestara. Ingenioso. Mientras le quitaba la camiseta, Niall le dijo que estuviese tranquilo, que no se preocupara por nada, que tendría cuidado y que podrían detenerse cuando él quisiera. Harry no le creyó mucho eso último, pero de todas formas no planeaba echarse atrás.