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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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The coincindence of ____ & Nicholas
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
The coincindence of ____ & Nicholas
Hola, ¿como están?, yo féliz de regresar al foro después de tanto. Acabó de leer este libro y la verdad me encantó:enamorado: .
Tiene temas un poco fuertes, pero la historia es buena, esperó que les guste tanto como a mi y que tenga lectoras :misery: .
Mi nombre es Tania, soy de México tengo 22 años y me encanta leer, espero agradarles y que me acojan como hace algunos meses con mis otras adaptaciones.
Sin más les dejo la ficha y la sinopsis espero tener comentarios para subir el primer capitulo. Me voy las amo :ilusion:
Nombre: The coincidence of ____ & Nicholas
Autor: Jessica Sorensen
Adaptación: Si.
Género: Drama, romance, hot
Advertencias: Este libro trata temas muy fuertes, al igual que el lenguaje. Subire por las tardes/noches. SOLO SI VEO COMENTARIOS
Otras páginas: La busque y no la vi en el foro, si alguién mas la sube favor de avisarme :)
-Sinopsis-
Hay a quienes la suerte no les llega en una bandeja de plata, quienes terminan en el lugar y momento equivocado, quienes no están a salvo.
La suerte no estuvo del lado de ____ el día que cumplió doce años, cuando todo le fue arrebatado. Después de que todo terminó, guardó bajo llave sus sentimientos y juró no volver a contarle a nadie lo que le pasó. Seis años más tarde, su doloroso pasado consume su vida y la mayoría de los días es una lucha por seguir respirando.
Desde que Nicholas puede recordar, sufrir en silencio es la única manera de sobrevivir. Mientras hace lo que le ordenan, todo está bien. Una noche, después de cometer un terrible error, parece que su vida esta a punto de terminar. Sin embargo, la suerte estuvo de su lado cuando ____ casualmente esta en el lugar y momento correcto para salvarlo.
Ahora, él no puede dejar de pensar en la chica que veían en la escuela, pero que nunca conoció realmente. Cuando termina en la misma universidad que ____, él hace todo lo posible por tratar de conocerla. Pero ____ es reservada y cerrada. Cuanto más intenta ser parte de su vida, más descubre que ____ podría necesitar ser salvada.
La suerte no estuvo del lado de ____ el día que cumplió doce años, cuando todo le fue arrebatado. Después de que todo terminó, guardó bajo llave sus sentimientos y juró no volver a contarle a nadie lo que le pasó. Seis años más tarde, su doloroso pasado consume su vida y la mayoría de los días es una lucha por seguir respirando.
Desde que Nicholas puede recordar, sufrir en silencio es la única manera de sobrevivir. Mientras hace lo que le ordenan, todo está bien. Una noche, después de cometer un terrible error, parece que su vida esta a punto de terminar. Sin embargo, la suerte estuvo de su lado cuando ____ casualmente esta en el lugar y momento correcto para salvarlo.
Ahora, él no puede dejar de pensar en la chica que veían en la escuela, pero que nunca conoció realmente. Cuando termina en la misma universidad que ____, él hace todo lo posible por tratar de conocerla. Pero ____ es reservada y cerrada. Cuanto más intenta ser parte de su vida, más descubre que ____ podría necesitar ser salvada.
heyitsnicktanii
Re: The coincindence of ____ & Nicholas
Hola, hermosas. Bienvenidas espero que les guste la nove, les traigo el prólogo :observo:
Para que vayan conociendo a los personajes y dar oportunidad a mas chicas de que lean la nove (espero)
.
No olviden comentar que les parecio, disfrutenlo, nos estamos leyendo
:bye:.
PRÓLOGO
______POV
La vida está llena de suerte, como obtener una buena mano en
las cartas, o simplemente estar en el lugar correcto en el
momento adecuado. A algunas personas la suerte les entrega
una segunda oportunidad. Puede suceder heroicamente, o sólo por una
coincidencia, pero hay quienes no obtienen la suerte en un plato brillante,
quienes terminan en el lugar equivocado en el momento equivocado,
—____, ¿estás escuchando? —pregunta mamá mientras aparca el
coche en el camino de entrada.
No contesto, veo las hojas revolotear en el viento a través del jardín y
hacia el capó del coche, donde la brisa las obliga a ir. No tienen control
sobre su camino en la vida. Tengo ganas de saltar, agarrarlas todas y
apretarlas en mi mano, pero eso significaría salir del auto.
—¿Qué te pasa esta noche? —continúa, revisando sus mensajes
telefónicos—. Sólo ve adentro y trae a tu hermano.
Alejo mi mirada de las hojas y la centro en ella. —Por favor, no me
hagas hacer esto, mamá. —Mi mano sudada aprieta la manilla de la
puerta de metal y hay nudos masivos en mi garganta—. ¿No puedes ir a
—No tengo ningún deseo de ir a una fiesta con un grupo de chicos
de escuela secundaria, y no estoy realmente de humor para charlar con
Maci justo ahora, para que pueda presumir sobre Nicholas obteniendo una
beca —responde mi madre, señalándome con su cuidada mano—. Ahora
ve a buscar a tu hermano y dile que tiene que volver a casa.
Mis hombros se encorvan cuando empujo la puerta abierta y camino
por el sendero de grava hacia la mansión de dos pisos con persianas
verdes y un techo empinado. —Dos días más, dos días más —canto en voz
baja con las manos apretadas en puños mientras me abro paso entre los
vehículos—. Sólo dos días más y estaré en la universidad, y nada de esto
Las luces iluminan a través de las ventanas contra el cielo gris y una
bandera de felicitación cuelga sobre la entrada del pórtico, decorado
con globos. A los Jonas siempre les gusta montar un espectáculo, por
cualquier motivo que se les ocurra, cumpleaños, fiestas, graduaciones.
Parecen como la familia perfecta, pero yo no creo en la perfección.
Esta fiesta es para celebrar la graduación de su hijo más joven,
Nicholas y su beca de fútbol americano de la Universidad de Wyoming. No
tengo nada en contra de los Jonas. Mi familia ha cenado en su casa de
vez en cuando, y ellos han asistido a las barbacoas en nuestro hogar.
Simplemente no me gustan las fiestas, ni he sido acogida en una, por lo
menos desde el sexto grado.
Cuando me acerco rodeando el pórtico, Daisy Miller se balancea
con un vaso en la mano. Su pelo rubio rizado brilla en la luz del pórtico
mientras sus ojos apuntan a mí y una sonrisa maliciosa se curva en sus
Evado el camino directo a las escaleras y me desvío casa antes de
que pueda insultarme. El sol está bajando por debajo de la línea de las
montañas que encierran la ciudad y las estrellas brillan en el cielo como
libélulas. Es difícil ver una vez que las luces del pórtico se desvanecen y mi
zapato se encuentra con algo afilado. Me caigo y mis palmas se abren
contra la grava. Las lesiones en el exterior son fáciles de soportar, y me
Me quito las piedras de las manos, haciendo una mueca ante la
quemadura de los arañazos mientras doy la vuelta a la esquina del patio
—No me importa lo que tratabas de hacer —dice una voz masculina
a través de la oscuridad—. Eres un desastre. Una maldita decepción.
Me detengo en el borde de la hierba. Cerca de la valla trasera hay
una casilla de ladrillo junto a la piscina, donde dos figuras se destacan en
la luz tenue. Uno es más alto, con la cabeza gacha y los hombros anchos
inclinados. El más bajo tiene una panza de cerveza, calvo, y está de pie
frente al otro con los puños por delante. Escudriñando a través de la
oscuridad, me doy cuenta de que el más bajo es el señor Jonas y el más
alto es Nicholas Jonas. La situación es sorprendente, ya que Nicholas tiene
mucha confianza en la escuela y nunca ha sido objetivo de los
—Lo siento —murmura Nicholas con un temblor en su voz mientras
abraza su mano contra su pecho—. Fue un accidente, señor.
Echo un vistazo a la puerta de atrás abierta donde las luces están
encendidas, la música es fuerte, y la gente está bailando, gritando, y
riendo. Los vasos tintinean juntos y puedo sentir la tensión sexual
embotellada en la sala, todo el camino hasta aquí. Estos son los tipos de
lugares que evito a toda costa, porque no puedo respirar muy bien en
ellos. Me muevo hasta el último escalón tentativamente, con la esperanza
de desaparecer inadvertida entre la multitud, encontrar a mi hermano, y
—¡No me digas que fue un accidente! —Las voces se alzan,
ardiendo de rabia incomprensible. Hay una fuerte explosión y luego un
crujido, como cuando dos huesos se rompen en pedazos.
Instintivamente me giro justo a tiempo para ver al señor Jonas
aplastar su puño en la cara de Nicholas. El sonido hace que mi estómago
se revuelva. Se oye una y otra vez, sin detenerse, incluso cuando Jonas
cae al suelo. —Los mentirosos son castigados, Nicholas.
Espero a que Nicholas vuelva a levantarse, pero se queda inmóvil sin
siquiera molestarse en cubrirse el rostro con los brazos. Su padre le da una
patada en el estómago, en la cara, sus movimientos más duros, sin mostrar
ningún signo de terminar pronto.
Reacciono sin pensar, el deseo de salvarlo quema con tanta fuerza
que desvanece todas las dudas de mi mente. Corro a través de la hierba y
entre las hojas agitadas por el aire sin ningún otro plan más que interrumpir.
Al llegar a ellos, estoy temblando y al borde del shock mientras me doy
cuenta de que la situación es más grande de lo que mi mente
Los nudillos del señor Jonas están cortados y goteando sangre sobre
el cemento frente a la casilla de la piscina. Nicholas está en el suelo, su
pómulo abierto como una grieta en la corteza de un árbol. Su ojo está
cerrado por la hinchazón, su labio roto, y hay sangre por toda su cara.
Sus ojos se mueven a mí y yo rápidamente apunto por encima del hombro
con un dedo muy inestable. —Hay alguien buscándolo en la cocina —le
digo al Sr. Jonas, agradecida de que, por una vez, mí voz es estable—.
Necesitan ayuda con algo... No puedo recordar qué.
Su aguda mirada penetra en mí y yo me encojo de nuevo, sintiendo
la ira y la impotencia de sus ojos, como si su rabia lo controlara. —¿Quién diablos eres tú?
—____ Lawrence —digo en voz baja, notando el olor a alcohol en su aliento.
Su mirada se desplaza desde mis zapatos usados a mi chaqueta
negra con hebillas, y finalmente aterriza en mi cabello que apenas me
llega a la barbilla. Me veo como una persona sin hogar, pero ese es el
punto. Quiero pasar desapercibida.
—Oh, sí, eres la hija de entrenador Lawrence. No te reconocí en la
oscuridad —baja la mirada, a la sangre en sus nudillos y luego hacia mí—.
Escucha, _____, no quería que esto sucediera. Fue un accidente.
No funciono bien bajo presión, así que me quedo inmóvil,
escuchando los latidos de mi corazón dentro de mi pecho. —Está bien.
—Tengo que ir a limpiar —murmura. Su mirada se queda en mí por un
breve momento antes de que pise fuerte la hierba hacia la puerta de
atrás, manteniendo su mano herida a su lado.
Me concentro de nuevo en Nicholas, soltando un aliento atrapado
en mi pecho. —¿Estás bien?
Él pone su mano sobre sus ojos, mirando fijamente a sus zapatos, y
manteniendo su otra mano sobre su pecho, pareciendo débil, vulnerable,
y perplejo. Por un segundo, me imagino a mi misma en el suelo con
contusiones y cortes que sólo pueden ser vistas desde el interior.
—Estoy bien. —Su voz es áspera, así que me dirijo hacia la casa, lista
para huir—. ¿Por qué hiciste eso? —dice en voz alta a través de la
Me detengo en la línea de la hierba y vuelvo a mirarlo a los ojos. —
Hice lo que cualquiera hubiera hecho.
La ceja por encima de su ojo bueno desciende. —No, no lo hiciste.
Nicholas y yo hemos ido a la escuela juntos desde que estábamos en
jardín de infantes. Lamentablemente, esta es la conversación más larga
que hemos tenido desde aproximadamente el sexto grado, cuando
empecé a ser considerada el bicho raro de clase. A mediados de año, me
presenté en la escuela con otro corte de pelo y usando ropas que casi me
ensombrecían. Después de eso, perdí a todos mis amigos. Aún cuando
nuestras familias solían cenar juntas, Nicholas fingía no conocerme.
—Hiciste lo que casi nadie habría hecho. —Bajando la mano de su
ojo, se tambalea sobre sus pies y se incorpora, estirando las piernas. Él es el
tipo de chico con el que las chicas se obsesionan, incluyéndome, cuando
yo veía a los chicos como otra cosa que no fuera una amenaza. Su
cabello castaño se enrula en las orejas y el cuello, su sonrisa perfecta es un
caos sangriento, y sólo uno de sus ojos esmeralda es visible—. No entiendo por qué lo hiziste
Me rasco la frente, mi hábito nervioso cuando alguien me está
observando. —Bueno, no podía quedarme simplemente allí de pie. Nunca
hubiese sido capaz de perdonarme si lo hubiera hecho.
La luz de la casa hace hincapié en la gravedad de sus heridas y hay
sangre salpicada por todas partes de su camisa. —No puedes contarle a
nadie sobre esto, ¿de acuerdo? Ha estado bebiendo... y pasando por
algunas cosas. No es él mismo esta noche.
Me muerdo en el labio, sin saber si creerle o no. —Tal vez deberías
decirle a alguien... como a tu madre.
Me mira como si yo fuera una niña pequeña, incompetente. —No hay nada que contar
Observo su rostro hinchado, sus rasgos normalmente perfectos ahora
distorsionados. —Está bien, si eso es lo que quieres.
—Es lo que quiero —dice con desdén y me pongo a caminar—. Oye,
____. Es ____, ¿verdad? ¿Me haces un favor?
Me asomo por encima de mi hombro. —Seguro. ¿Qué?
—En el baño de abajo hay un botiquín de primeros auxilios, y en el
congelador hay una bolsa de hielo. ¿Quieres ir a buscarlos por mí? No
quiero entrar hasta que me haya limpiado.
Estoy desesperada por irme, pero la súplica en su voz me domina. —
Lo dejo cerca de la casilla de la piscina para entrar en la atmósfera
tan concurrida que hace que sea difícil respirar. Metiendo mis codos y
esperando que nadie me toque, hago mi camino a través de la gente.
Maci Jonas, la mamá de Nicholas, está conversando con algunas
de las otras madres en la mesa y mueve su mano hacia mí, sus pulseras de
oro y plata sonando juntas. —Oh, ____, ¿tu mamá está aquí, cariño? —
Tiene dificultades para hablar y ni siquiera hay una botella vacía de vino frente a ella
—Está en el coche —digo en voz alta sobre la música mientras
alguien choca con mi hombro y endurezco los músculos—. Ella estaba
hablando por teléfono con mi padre y me ha enviado para encontrar a mi hermano. ¿lo haz visto?
—Lo siento, cariño, no lo he visto. —Señala con su mano alrededor—. Hay tanta gente aquí
Le doy un pequeño movimiento de mano. —De acuerdo, bueno, voy a ir a buscarlo.
Mientras me alejo, me pregunto si ha visto a su marido y si ella va a
cuestionar el corte de su mano. En la sala de estar, mi hermano, Jackson,
está sentado en el sofá, hablando con su mejor amigo, Caleb Miller. Me
congelo cerca del umbral, fuera de su vista. Siguen riendo y charlando,
bebiendo sus cervezas, como si nada importara. Desprecio a mi hermano
por reírse, por estar aquí, por hacer que tenga que ir a decirle que mamá
lo está esperando en el coche.
Empiezo a caminar hacia él, pero no puedo poner mis pies en
movimiento. Sé que tengo que acabar de una vez, pero hay gente
besuqueándose en las esquinas y bailando en medio de la habitación, y
eso me hace sentir incómoda. No puedo respirar. No puedo respirar.
Mueve los pies, muévelos.
Alguien corre hacia mí y casi me tira al suelo.
—Lo siento —Se disculpa una voz profunda.
Me apoyo en el marco de la puerta y rompo el trance. Corro por el
pasillo sin molestarme en ver quién corre hacia mí. Tengo que salir de este
lugar y respirar de nuevo.
Después de recoger el botiquín del armario inferior y la bolsa de hielo
en el congelador, tomo el camino largo de la casa, pasando
desapercibida por la puerta lateral. Nicholas ya no está fuera, pero la luz
interior de la casilla junto a la piscina se filtra desde las ventanas.
Vacilante, empujo la puerta y meto la cabeza en la habitación poco iluminada. -Hola
Nicholas sale de la trastienda sin camisa y una toalla pegada al
rostro, que se ve de un color rojo brillante y con bultos.
—Hola, ¿conseguiste las cosas?
Me deslizo en la habitación y cierro la puerta detrás de mí. Le
extiendo el botiquín y la bolsa de hielo, con la cabeza vuelta hacia la
puerta para evitar mirarlo. Su pecho desnudo, y la forma en que sus
pantalones vaqueros cuelgan bajo en sus caderas, me sofoca con inquietud
—No muerdo, Callie. —Su tono es neutral al tomar el botiquín y la
bolsa—. No tienes que mirar a la pared.
Obligo a mis ojos a observarlo y es difícil no notar las cicatrices que
cruzan a lo largo de su estómago y pecho. Las líneas verticales que corren
por sus antebrazos son las más preocupantes, gruesas e irregulares, como si
alguien las hubiera hecho con una navaja de afeitar. Me gustaría poder
pasar mis dedos por ellas y eliminar el dolor y los recuerdos que están
Rápidamente baja la toalla para cubrirse, y destellos confusión
surgen de su ojo bueno mientras nos miramos el uno al otro. Mi corazón
vibra dentro de mi pecho. Un momento pasa, como un chasquido de un
dedo, sin embargo, parece no terminar nunca.
Él parpadea, presiona el paquete en su ojo inflamado, y equilibra el
botiquín sobre el borde de la mesa de billar. Sus dedos se estremecen
mientras saca su mano de nuevo y cada nudillo está en carne viva. —
¿Puedes sacar una gasa por mí? Mi mano duele un poco.
Mientras mis dedos levantan el pestillo, mi uña se engancha en la
ranura y se rompe hacia atrás. La sangre sale mientras abro la tapa para
tomar la gasa. —Es posible que necesites puntos de sutura en ese corte
debajo del ojo. Se ve mal.
Se frota el corte con la toalla, haciendo una mueca de dolor. —Va a
estar bien. Sólo tengo que limpiarlo y lograr cubrirlo.
«Agua muy caliente corre por mi cuerpo, quemando mi piel con
marcas rojas y ampollas. Sólo quiero sentirme limpia de nuevo» Tomo su
toalla húmeda, con cuidado de no tocarlo, y me inclino hacia adelante
para examinar la lesión, que es tan profunda que el músculo y el tejido se están mostrando.
—Realmente necesitas puntos. —Chupo la sangre de mi dedo
pulgar—. O vas a tener una cicatriz.
Las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba en una sonrisa
triste. —Puedo manejar las cicatrices, especialmente las que están en el exterior
Entiendo lo que quiere decir desde lo más profundo de mi corazón.
—En serio, creo que debes hacer que tu mamá te lleve al médico y
entonces puedes decirle lo que pasó.
Comienza a desenrollar una pequeña sección de gasa, pero
accidentalmente la deja caer al suelo. —Eso nunca va a suceder e incluso
si lo hiciera, no tendría importancia. Nada de esto la tiene.
Con dedos temblorosos, recojo la gasa y la desenredo alrededor de
mi mano. Desgarrando el final, tomo la cinta adhesiva del botiquín. A
continuación, exprimiendo cada último pensamiento aterrorizado de mi
mente, llego hacia su mejilla. Permanece muy quieto, abrazando su
dolorida mano contra su pecho mientras pongo la gasa sobre la herida.
Sus ojos se quedan en mí, con el ceño fruncido, y apenas respira cuando
dejo la cinta adhesiva en su lugar.
Me retiro y un suspiro sale de mis labios. Él es la primera persona que
he tocado intencionalmente, fuera de mi familia, en los últimos seis años. —
Todavía considero que es mejor los puntos.
Él cierra el botiquín y seca una gota de sangre de la tapa. —¿Has
visto a mi padre adentro?
—No. —Mi teléfono suena desde mi bolsillo y leo mensaje de texto—.
Me tengo que ir. Mi mamá está esperando en el coche. ¿Seguro de que vas a estar bien?
—Voy a estar bien. —No levanta la vista hacia mí mientras toma la
toalla y se dirige hacia el cuarto de atrás—. De acuerdo, te veré después
No, no lo harás. Poniendo el teléfono en mi bolsillo, salgo por la
puerta. —Sí, supongo que te veré después.
—Gracias —añade instantáneamente.
Hago una pausa con la mano en el picaporte. Me siento muy mal
por dejarlo, pero soy demasiado cobarde para quedarme. —¿Por qué?
Delibera durante una eternidad y luego exhala un suspiro. —Por
traerme el botiquín y la bolsa de hielo.
Salgo por la puerta con una sensación de pesadez en mi corazón
mientras otro secreto cae encima de él. A medida que el camino de grava
está a la vista, mi teléfono suena desde el interior de mi bolsillo.
—Estoy como a dos metros de distancia —le respondo.
—Tu hermano está aquí y tiene que llegar a casa. Tiene que estar en
el aeropuerto en ocho horas. —El tono de mi madre es ansioso.
Aumento mi ritmo. —Lo siento, me desvié... pero tú me has enviado
—Bueno, él respondió por mensaje, ahora vamos —dice
frenéticamente—. Tiene que descansar un poco.
—Estaré allí como en treinta segundos, mamá.
Cuelgo a tiempo que salgo al patio delantero.
Daisy, la novia de Nicholas, está en el pórtico delantero, comiendo
una rebanada de pastel mientras charla con Caleb Miller. Mis entrañas se
anudan al instante, mis hombros se encojen, y me escondo en las sombras
de los árboles, esperando que no me vean.
—Oh Dios mío, ¿es esa ___ Lawrence? —dice Daisy, protegiéndose
los ojos con la mano y entrecerrándolos en mi dirección—. ¿Qué diablos
estás haciendo aquí? ¿No deberías estar pasando el rato en el cementerio
Meto la barbilla hacia abajo y aumento el ritmo, tropezando con
una gran roca. Un pie delante del otro.
—¿O simplemente estás huyendo del pedazo de pastel que tengo?
—grita con una risa en su tono—. ¿Cuál es Callie? Vamos, dime.
—Basta ya —advierte Caleb con una sonrisa en su rostro mientras se
inclina sobre la barandilla, con los ojos tan negros como la noche—. Estoy
seguro de que ____ tiene sus razones para huir.
La insinuación en su voz manda a mi corazón y a mis piernas a huir.
Corro hacia la oscuridad de la calzada con el sonido de sus risas apuñalan mi espalda
—¿Cuál es tu problema? —pregunta mi hermano cuando cierro la
puerta del coche y abrocho mi cinturón de seguridad, jadeando y
poniendo mis cortos mechones de pelo de nuevo en su lugar—. ¿Por qué corres?
—Mamá me dijo que me diera prisa. —Fijo mis ojos en mi regazo.
—A veces me preocupo por ti, ____. —Reorganiza su cabello
castaño oscuro en su lugar y se desploma de nuevo en el asiento—. Es
como si a propósito quieres que la gente crea que eres un bicho raro.
—No soy un tipo de veinticuatro años de edad que pasa el rato en
una fiesta de secundaria —le recuerdo.
Mamá entrecierra sus ojos hacia mí. —____, no empieces. Sabes
que el señor Jonas invitó a tu hermano a la fiesta, al igual que a ti.
Mi mente se desvía de nuevo a Nicholas, con el rostro golpeado y
magullado. Me siento muy mal por haberlo dejado y casi le digo a mi
mamá lo que pasó, pero luego echo un vistazo a Caleb y a Daisy en el
pórtico, mirándonos retroceder, y recuerdo que a veces los secretos deben
ser llevados a la tumba. Además, mi madre nunca ha querido oír hablar de
las cosas feas del mundo.
—Tengo sólo veintitrés años. No cumplo veinticuatro hasta el próximo
mes. —Mi hermano interrumpe mis pensamientos—. Y ellos ya no están en
la escuela secundaria, así que cállate la boca.
—Sé la edad que tienes —digo—. Y no estoy en la escuela secundaria tampóco
—No tienes que sonar tan feliz por eso. —Mamá hace una mueca
mientras gira el volante para salir a la calle. Arrugas llenan la piel alrededor
de sus ojos color avellana cuando trata de no llorar—. Vamos a extrañarte
y me gustaría que reconsideres esperar hasta el otoño para ir a la
universidad. Laramie está a casi seis horas de distancia, cariño. Va a ser
muy duro estar tan lejos de ti.
Me quedo mirando el camino que se extiende a través de los árboles
y sobre las colinas de poca altura. —Mamá. Lo siento, pero ya estoy
inscripta. Además, no tiene sentido quedarme aquí durante el verano, sólo
para sentarme en mi habitación.
—Siempre puedes conseguir un trabajo —sugiere—. Al igual que tu
hermano lo hace cada verano. De esa manera, puedes pasar algún
tiempo con él, y Caleb se va a quedar con nosotros.
Cada músculo de mi cuerpo se enrolla como una cuerda de nudos y
tengo que forzar el oxígeno en mis pulmones. —Mamá. Lo siento, pero
estoy lista para estar sola.
Estoy más que lista. Estoy harta de las tristes miradas que siempre me
da porque ella no entiende nada de lo que hago. Estoy cansada de
querer contarle lo sucedido, pero sabiendo que no puedo. Estoy dispuesta
a vivir por mi cuenta, lejos de las pesadillas que atormentan mi habitación,
mi vida, y mi mundo entero.
las cartas, o simplemente estar en el lugar correcto en el
momento adecuado. A algunas personas la suerte les entrega
una segunda oportunidad. Puede suceder heroicamente, o sólo por una
coincidencia, pero hay quienes no obtienen la suerte en un plato brillante,
quienes terminan en el lugar equivocado en el momento equivocado,
—____, ¿estás escuchando? —pregunta mamá mientras aparca el
coche en el camino de entrada.
No contesto, veo las hojas revolotear en el viento a través del jardín y
hacia el capó del coche, donde la brisa las obliga a ir. No tienen control
sobre su camino en la vida. Tengo ganas de saltar, agarrarlas todas y
apretarlas en mi mano, pero eso significaría salir del auto.
—¿Qué te pasa esta noche? —continúa, revisando sus mensajes
telefónicos—. Sólo ve adentro y trae a tu hermano.
Alejo mi mirada de las hojas y la centro en ella. —Por favor, no me
hagas hacer esto, mamá. —Mi mano sudada aprieta la manilla de la
puerta de metal y hay nudos masivos en mi garganta—. ¿No puedes ir a
—No tengo ningún deseo de ir a una fiesta con un grupo de chicos
de escuela secundaria, y no estoy realmente de humor para charlar con
Maci justo ahora, para que pueda presumir sobre Nicholas obteniendo una
beca —responde mi madre, señalándome con su cuidada mano—. Ahora
ve a buscar a tu hermano y dile que tiene que volver a casa.
Mis hombros se encorvan cuando empujo la puerta abierta y camino
por el sendero de grava hacia la mansión de dos pisos con persianas
verdes y un techo empinado. —Dos días más, dos días más —canto en voz
baja con las manos apretadas en puños mientras me abro paso entre los
vehículos—. Sólo dos días más y estaré en la universidad, y nada de esto
Las luces iluminan a través de las ventanas contra el cielo gris y una
bandera de felicitación cuelga sobre la entrada del pórtico, decorado
con globos. A los Jonas siempre les gusta montar un espectáculo, por
cualquier motivo que se les ocurra, cumpleaños, fiestas, graduaciones.
Parecen como la familia perfecta, pero yo no creo en la perfección.
Esta fiesta es para celebrar la graduación de su hijo más joven,
Nicholas y su beca de fútbol americano de la Universidad de Wyoming. No
tengo nada en contra de los Jonas. Mi familia ha cenado en su casa de
vez en cuando, y ellos han asistido a las barbacoas en nuestro hogar.
Simplemente no me gustan las fiestas, ni he sido acogida en una, por lo
menos desde el sexto grado.
Cuando me acerco rodeando el pórtico, Daisy Miller se balancea
con un vaso en la mano. Su pelo rubio rizado brilla en la luz del pórtico
mientras sus ojos apuntan a mí y una sonrisa maliciosa se curva en sus
Evado el camino directo a las escaleras y me desvío casa antes de
que pueda insultarme. El sol está bajando por debajo de la línea de las
montañas que encierran la ciudad y las estrellas brillan en el cielo como
libélulas. Es difícil ver una vez que las luces del pórtico se desvanecen y mi
zapato se encuentra con algo afilado. Me caigo y mis palmas se abren
contra la grava. Las lesiones en el exterior son fáciles de soportar, y me
Me quito las piedras de las manos, haciendo una mueca ante la
quemadura de los arañazos mientras doy la vuelta a la esquina del patio
—No me importa lo que tratabas de hacer —dice una voz masculina
a través de la oscuridad—. Eres un desastre. Una maldita decepción.
Me detengo en el borde de la hierba. Cerca de la valla trasera hay
una casilla de ladrillo junto a la piscina, donde dos figuras se destacan en
la luz tenue. Uno es más alto, con la cabeza gacha y los hombros anchos
inclinados. El más bajo tiene una panza de cerveza, calvo, y está de pie
frente al otro con los puños por delante. Escudriñando a través de la
oscuridad, me doy cuenta de que el más bajo es el señor Jonas y el más
alto es Nicholas Jonas. La situación es sorprendente, ya que Nicholas tiene
mucha confianza en la escuela y nunca ha sido objetivo de los
—Lo siento —murmura Nicholas con un temblor en su voz mientras
abraza su mano contra su pecho—. Fue un accidente, señor.
Echo un vistazo a la puerta de atrás abierta donde las luces están
encendidas, la música es fuerte, y la gente está bailando, gritando, y
riendo. Los vasos tintinean juntos y puedo sentir la tensión sexual
embotellada en la sala, todo el camino hasta aquí. Estos son los tipos de
lugares que evito a toda costa, porque no puedo respirar muy bien en
ellos. Me muevo hasta el último escalón tentativamente, con la esperanza
de desaparecer inadvertida entre la multitud, encontrar a mi hermano, y
—¡No me digas que fue un accidente! —Las voces se alzan,
ardiendo de rabia incomprensible. Hay una fuerte explosión y luego un
crujido, como cuando dos huesos se rompen en pedazos.
Instintivamente me giro justo a tiempo para ver al señor Jonas
aplastar su puño en la cara de Nicholas. El sonido hace que mi estómago
se revuelva. Se oye una y otra vez, sin detenerse, incluso cuando Jonas
cae al suelo. —Los mentirosos son castigados, Nicholas.
Espero a que Nicholas vuelva a levantarse, pero se queda inmóvil sin
siquiera molestarse en cubrirse el rostro con los brazos. Su padre le da una
patada en el estómago, en la cara, sus movimientos más duros, sin mostrar
ningún signo de terminar pronto.
Reacciono sin pensar, el deseo de salvarlo quema con tanta fuerza
que desvanece todas las dudas de mi mente. Corro a través de la hierba y
entre las hojas agitadas por el aire sin ningún otro plan más que interrumpir.
Al llegar a ellos, estoy temblando y al borde del shock mientras me doy
cuenta de que la situación es más grande de lo que mi mente
Los nudillos del señor Jonas están cortados y goteando sangre sobre
el cemento frente a la casilla de la piscina. Nicholas está en el suelo, su
pómulo abierto como una grieta en la corteza de un árbol. Su ojo está
cerrado por la hinchazón, su labio roto, y hay sangre por toda su cara.
Sus ojos se mueven a mí y yo rápidamente apunto por encima del hombro
con un dedo muy inestable. —Hay alguien buscándolo en la cocina —le
digo al Sr. Jonas, agradecida de que, por una vez, mí voz es estable—.
Necesitan ayuda con algo... No puedo recordar qué.
Su aguda mirada penetra en mí y yo me encojo de nuevo, sintiendo
la ira y la impotencia de sus ojos, como si su rabia lo controlara. —¿Quién diablos eres tú?
—____ Lawrence —digo en voz baja, notando el olor a alcohol en su aliento.
Su mirada se desplaza desde mis zapatos usados a mi chaqueta
negra con hebillas, y finalmente aterriza en mi cabello que apenas me
llega a la barbilla. Me veo como una persona sin hogar, pero ese es el
punto. Quiero pasar desapercibida.
—Oh, sí, eres la hija de entrenador Lawrence. No te reconocí en la
oscuridad —baja la mirada, a la sangre en sus nudillos y luego hacia mí—.
Escucha, _____, no quería que esto sucediera. Fue un accidente.
No funciono bien bajo presión, así que me quedo inmóvil,
escuchando los latidos de mi corazón dentro de mi pecho. —Está bien.
—Tengo que ir a limpiar —murmura. Su mirada se queda en mí por un
breve momento antes de que pise fuerte la hierba hacia la puerta de
atrás, manteniendo su mano herida a su lado.
Me concentro de nuevo en Nicholas, soltando un aliento atrapado
en mi pecho. —¿Estás bien?
Él pone su mano sobre sus ojos, mirando fijamente a sus zapatos, y
manteniendo su otra mano sobre su pecho, pareciendo débil, vulnerable,
y perplejo. Por un segundo, me imagino a mi misma en el suelo con
contusiones y cortes que sólo pueden ser vistas desde el interior.
—Estoy bien. —Su voz es áspera, así que me dirijo hacia la casa, lista
para huir—. ¿Por qué hiciste eso? —dice en voz alta a través de la
Me detengo en la línea de la hierba y vuelvo a mirarlo a los ojos. —
Hice lo que cualquiera hubiera hecho.
La ceja por encima de su ojo bueno desciende. —No, no lo hiciste.
Nicholas y yo hemos ido a la escuela juntos desde que estábamos en
jardín de infantes. Lamentablemente, esta es la conversación más larga
que hemos tenido desde aproximadamente el sexto grado, cuando
empecé a ser considerada el bicho raro de clase. A mediados de año, me
presenté en la escuela con otro corte de pelo y usando ropas que casi me
ensombrecían. Después de eso, perdí a todos mis amigos. Aún cuando
nuestras familias solían cenar juntas, Nicholas fingía no conocerme.
—Hiciste lo que casi nadie habría hecho. —Bajando la mano de su
ojo, se tambalea sobre sus pies y se incorpora, estirando las piernas. Él es el
tipo de chico con el que las chicas se obsesionan, incluyéndome, cuando
yo veía a los chicos como otra cosa que no fuera una amenaza. Su
cabello castaño se enrula en las orejas y el cuello, su sonrisa perfecta es un
caos sangriento, y sólo uno de sus ojos esmeralda es visible—. No entiendo por qué lo hiziste
Me rasco la frente, mi hábito nervioso cuando alguien me está
observando. —Bueno, no podía quedarme simplemente allí de pie. Nunca
hubiese sido capaz de perdonarme si lo hubiera hecho.
La luz de la casa hace hincapié en la gravedad de sus heridas y hay
sangre salpicada por todas partes de su camisa. —No puedes contarle a
nadie sobre esto, ¿de acuerdo? Ha estado bebiendo... y pasando por
algunas cosas. No es él mismo esta noche.
Me muerdo en el labio, sin saber si creerle o no. —Tal vez deberías
decirle a alguien... como a tu madre.
Me mira como si yo fuera una niña pequeña, incompetente. —No hay nada que contar
Observo su rostro hinchado, sus rasgos normalmente perfectos ahora
distorsionados. —Está bien, si eso es lo que quieres.
—Es lo que quiero —dice con desdén y me pongo a caminar—. Oye,
____. Es ____, ¿verdad? ¿Me haces un favor?
Me asomo por encima de mi hombro. —Seguro. ¿Qué?
—En el baño de abajo hay un botiquín de primeros auxilios, y en el
congelador hay una bolsa de hielo. ¿Quieres ir a buscarlos por mí? No
quiero entrar hasta que me haya limpiado.
Estoy desesperada por irme, pero la súplica en su voz me domina. —
Lo dejo cerca de la casilla de la piscina para entrar en la atmósfera
tan concurrida que hace que sea difícil respirar. Metiendo mis codos y
esperando que nadie me toque, hago mi camino a través de la gente.
Maci Jonas, la mamá de Nicholas, está conversando con algunas
de las otras madres en la mesa y mueve su mano hacia mí, sus pulseras de
oro y plata sonando juntas. —Oh, ____, ¿tu mamá está aquí, cariño? —
Tiene dificultades para hablar y ni siquiera hay una botella vacía de vino frente a ella
—Está en el coche —digo en voz alta sobre la música mientras
alguien choca con mi hombro y endurezco los músculos—. Ella estaba
hablando por teléfono con mi padre y me ha enviado para encontrar a mi hermano. ¿lo haz visto?
—Lo siento, cariño, no lo he visto. —Señala con su mano alrededor—. Hay tanta gente aquí
Le doy un pequeño movimiento de mano. —De acuerdo, bueno, voy a ir a buscarlo.
Mientras me alejo, me pregunto si ha visto a su marido y si ella va a
cuestionar el corte de su mano. En la sala de estar, mi hermano, Jackson,
está sentado en el sofá, hablando con su mejor amigo, Caleb Miller. Me
congelo cerca del umbral, fuera de su vista. Siguen riendo y charlando,
bebiendo sus cervezas, como si nada importara. Desprecio a mi hermano
por reírse, por estar aquí, por hacer que tenga que ir a decirle que mamá
lo está esperando en el coche.
Empiezo a caminar hacia él, pero no puedo poner mis pies en
movimiento. Sé que tengo que acabar de una vez, pero hay gente
besuqueándose en las esquinas y bailando en medio de la habitación, y
eso me hace sentir incómoda. No puedo respirar. No puedo respirar.
Mueve los pies, muévelos.
Alguien corre hacia mí y casi me tira al suelo.
—Lo siento —Se disculpa una voz profunda.
Me apoyo en el marco de la puerta y rompo el trance. Corro por el
pasillo sin molestarme en ver quién corre hacia mí. Tengo que salir de este
lugar y respirar de nuevo.
Después de recoger el botiquín del armario inferior y la bolsa de hielo
en el congelador, tomo el camino largo de la casa, pasando
desapercibida por la puerta lateral. Nicholas ya no está fuera, pero la luz
interior de la casilla junto a la piscina se filtra desde las ventanas.
Vacilante, empujo la puerta y meto la cabeza en la habitación poco iluminada. -Hola
Nicholas sale de la trastienda sin camisa y una toalla pegada al
rostro, que se ve de un color rojo brillante y con bultos.
—Hola, ¿conseguiste las cosas?
Me deslizo en la habitación y cierro la puerta detrás de mí. Le
extiendo el botiquín y la bolsa de hielo, con la cabeza vuelta hacia la
puerta para evitar mirarlo. Su pecho desnudo, y la forma en que sus
pantalones vaqueros cuelgan bajo en sus caderas, me sofoca con inquietud
—No muerdo, Callie. —Su tono es neutral al tomar el botiquín y la
bolsa—. No tienes que mirar a la pared.
Obligo a mis ojos a observarlo y es difícil no notar las cicatrices que
cruzan a lo largo de su estómago y pecho. Las líneas verticales que corren
por sus antebrazos son las más preocupantes, gruesas e irregulares, como si
alguien las hubiera hecho con una navaja de afeitar. Me gustaría poder
pasar mis dedos por ellas y eliminar el dolor y los recuerdos que están
Rápidamente baja la toalla para cubrirse, y destellos confusión
surgen de su ojo bueno mientras nos miramos el uno al otro. Mi corazón
vibra dentro de mi pecho. Un momento pasa, como un chasquido de un
dedo, sin embargo, parece no terminar nunca.
Él parpadea, presiona el paquete en su ojo inflamado, y equilibra el
botiquín sobre el borde de la mesa de billar. Sus dedos se estremecen
mientras saca su mano de nuevo y cada nudillo está en carne viva. —
¿Puedes sacar una gasa por mí? Mi mano duele un poco.
Mientras mis dedos levantan el pestillo, mi uña se engancha en la
ranura y se rompe hacia atrás. La sangre sale mientras abro la tapa para
tomar la gasa. —Es posible que necesites puntos de sutura en ese corte
debajo del ojo. Se ve mal.
Se frota el corte con la toalla, haciendo una mueca de dolor. —Va a
estar bien. Sólo tengo que limpiarlo y lograr cubrirlo.
«Agua muy caliente corre por mi cuerpo, quemando mi piel con
marcas rojas y ampollas. Sólo quiero sentirme limpia de nuevo» Tomo su
toalla húmeda, con cuidado de no tocarlo, y me inclino hacia adelante
para examinar la lesión, que es tan profunda que el músculo y el tejido se están mostrando.
—Realmente necesitas puntos. —Chupo la sangre de mi dedo
pulgar—. O vas a tener una cicatriz.
Las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba en una sonrisa
triste. —Puedo manejar las cicatrices, especialmente las que están en el exterior
Entiendo lo que quiere decir desde lo más profundo de mi corazón.
—En serio, creo que debes hacer que tu mamá te lleve al médico y
entonces puedes decirle lo que pasó.
Comienza a desenrollar una pequeña sección de gasa, pero
accidentalmente la deja caer al suelo. —Eso nunca va a suceder e incluso
si lo hiciera, no tendría importancia. Nada de esto la tiene.
Con dedos temblorosos, recojo la gasa y la desenredo alrededor de
mi mano. Desgarrando el final, tomo la cinta adhesiva del botiquín. A
continuación, exprimiendo cada último pensamiento aterrorizado de mi
mente, llego hacia su mejilla. Permanece muy quieto, abrazando su
dolorida mano contra su pecho mientras pongo la gasa sobre la herida.
Sus ojos se quedan en mí, con el ceño fruncido, y apenas respira cuando
dejo la cinta adhesiva en su lugar.
Me retiro y un suspiro sale de mis labios. Él es la primera persona que
he tocado intencionalmente, fuera de mi familia, en los últimos seis años. —
Todavía considero que es mejor los puntos.
Él cierra el botiquín y seca una gota de sangre de la tapa. —¿Has
visto a mi padre adentro?
—No. —Mi teléfono suena desde mi bolsillo y leo mensaje de texto—.
Me tengo que ir. Mi mamá está esperando en el coche. ¿Seguro de que vas a estar bien?
—Voy a estar bien. —No levanta la vista hacia mí mientras toma la
toalla y se dirige hacia el cuarto de atrás—. De acuerdo, te veré después
No, no lo harás. Poniendo el teléfono en mi bolsillo, salgo por la
puerta. —Sí, supongo que te veré después.
—Gracias —añade instantáneamente.
Hago una pausa con la mano en el picaporte. Me siento muy mal
por dejarlo, pero soy demasiado cobarde para quedarme. —¿Por qué?
Delibera durante una eternidad y luego exhala un suspiro. —Por
traerme el botiquín y la bolsa de hielo.
Salgo por la puerta con una sensación de pesadez en mi corazón
mientras otro secreto cae encima de él. A medida que el camino de grava
está a la vista, mi teléfono suena desde el interior de mi bolsillo.
—Estoy como a dos metros de distancia —le respondo.
—Tu hermano está aquí y tiene que llegar a casa. Tiene que estar en
el aeropuerto en ocho horas. —El tono de mi madre es ansioso.
Aumento mi ritmo. —Lo siento, me desvié... pero tú me has enviado
—Bueno, él respondió por mensaje, ahora vamos —dice
frenéticamente—. Tiene que descansar un poco.
—Estaré allí como en treinta segundos, mamá.
Cuelgo a tiempo que salgo al patio delantero.
Daisy, la novia de Nicholas, está en el pórtico delantero, comiendo
una rebanada de pastel mientras charla con Caleb Miller. Mis entrañas se
anudan al instante, mis hombros se encojen, y me escondo en las sombras
de los árboles, esperando que no me vean.
—Oh Dios mío, ¿es esa ___ Lawrence? —dice Daisy, protegiéndose
los ojos con la mano y entrecerrándolos en mi dirección—. ¿Qué diablos
estás haciendo aquí? ¿No deberías estar pasando el rato en el cementerio
Meto la barbilla hacia abajo y aumento el ritmo, tropezando con
una gran roca. Un pie delante del otro.
—¿O simplemente estás huyendo del pedazo de pastel que tengo?
—grita con una risa en su tono—. ¿Cuál es Callie? Vamos, dime.
—Basta ya —advierte Caleb con una sonrisa en su rostro mientras se
inclina sobre la barandilla, con los ojos tan negros como la noche—. Estoy
seguro de que ____ tiene sus razones para huir.
La insinuación en su voz manda a mi corazón y a mis piernas a huir.
Corro hacia la oscuridad de la calzada con el sonido de sus risas apuñalan mi espalda
—¿Cuál es tu problema? —pregunta mi hermano cuando cierro la
puerta del coche y abrocho mi cinturón de seguridad, jadeando y
poniendo mis cortos mechones de pelo de nuevo en su lugar—. ¿Por qué corres?
—Mamá me dijo que me diera prisa. —Fijo mis ojos en mi regazo.
—A veces me preocupo por ti, ____. —Reorganiza su cabello
castaño oscuro en su lugar y se desploma de nuevo en el asiento—. Es
como si a propósito quieres que la gente crea que eres un bicho raro.
—No soy un tipo de veinticuatro años de edad que pasa el rato en
una fiesta de secundaria —le recuerdo.
Mamá entrecierra sus ojos hacia mí. —____, no empieces. Sabes
que el señor Jonas invitó a tu hermano a la fiesta, al igual que a ti.
Mi mente se desvía de nuevo a Nicholas, con el rostro golpeado y
magullado. Me siento muy mal por haberlo dejado y casi le digo a mi
mamá lo que pasó, pero luego echo un vistazo a Caleb y a Daisy en el
pórtico, mirándonos retroceder, y recuerdo que a veces los secretos deben
ser llevados a la tumba. Además, mi madre nunca ha querido oír hablar de
las cosas feas del mundo.
—Tengo sólo veintitrés años. No cumplo veinticuatro hasta el próximo
mes. —Mi hermano interrumpe mis pensamientos—. Y ellos ya no están en
la escuela secundaria, así que cállate la boca.
—Sé la edad que tienes —digo—. Y no estoy en la escuela secundaria tampóco
—No tienes que sonar tan feliz por eso. —Mamá hace una mueca
mientras gira el volante para salir a la calle. Arrugas llenan la piel alrededor
de sus ojos color avellana cuando trata de no llorar—. Vamos a extrañarte
y me gustaría que reconsideres esperar hasta el otoño para ir a la
universidad. Laramie está a casi seis horas de distancia, cariño. Va a ser
muy duro estar tan lejos de ti.
Me quedo mirando el camino que se extiende a través de los árboles
y sobre las colinas de poca altura. —Mamá. Lo siento, pero ya estoy
inscripta. Además, no tiene sentido quedarme aquí durante el verano, sólo
para sentarme en mi habitación.
—Siempre puedes conseguir un trabajo —sugiere—. Al igual que tu
hermano lo hace cada verano. De esa manera, puedes pasar algún
tiempo con él, y Caleb se va a quedar con nosotros.
Cada músculo de mi cuerpo se enrolla como una cuerda de nudos y
tengo que forzar el oxígeno en mis pulmones. —Mamá. Lo siento, pero
estoy lista para estar sola.
Estoy más que lista. Estoy harta de las tristes miradas que siempre me
da porque ella no entiende nada de lo que hago. Estoy cansada de
querer contarle lo sucedido, pero sabiendo que no puedo. Estoy dispuesta
a vivir por mi cuenta, lejos de las pesadillas que atormentan mi habitación,
mi vida, y mi mundo entero.
heyitsnicktanii
Re: The coincindence of ____ & Nicholas
Sigueee!! porfavor me encanta!!! Nueva lectora por cierto :D Saludos!!!
Bianca
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