insanity house { nc

Nueve. Nueve eran los días desde que Amelie se había despertado sin recuerdos en la habitaciones un extraño personaje que se hacía llamar Amado Corazón. Ahora su vida era casi normal, claro se exceptuamos el hecho que estaban encerrados en una casa sin puestas o ventanas haciendo la salida de este lugar casi imposible.

Su relación con el extraño personaje que parecía sacado de uno de los tantos libro que tiene Hiboux, era neutral. Amelie había aprendido muchas cosas sobre él y el no había aprendido nada sobre ella; sabía que Amado tenía una obsesión con el color rosa y rojo, se sabía varias frases de amor y tenía una extraña colección de peluches de diferentes formas y colores, también, sabía que era demasiado cariñoso aunque a veces podía mostrar una personalidad completamente diferente, Amelie lo comparaba con las caras del amor. Por un lado podía ser tierno pero por el otro podía mostrar una pasión desenfrenado.

Desde el primer día había acordado que Amelie dormirá en la cama y Amado en el piso con una colcha junto a todos sus peluches, menos del de forma de gato que por una extraña razón le había encantado a Amelie, esto funciono por ocho días.

Al noveno Amelie despertó sintiéndose aplastada, tras abrir los ojos se encontró que Amado estaba junto a ella abrazándola y durmiendo fielmente. Cualquiera hubiera tratado de librarse de él y no despertarlo pero hablamos de Amelie así que en un empujón había tirado a Amado de la cama.

―Auch ―se quejó el chico en el piso con un puchero.

―Amado, ¿sabes por qué duermes en el piso?

―No realmente ―comentó masajeándose el dolor en la cabeza.

―El espacio personal es importante para mí ―dijo de manera lenta la chica―, a la próxima que…

—¡Migthy! —el grito hizo que dejara de amenazar a Amado. Ya terminaría esto, ahora tenía que ver qué pasaba.

Ambos salieron de la habitación para encontrarse con que los demás ya estaban afuera, caminando hacia la estancia.

—¿Qué ocurre? —pregunto Migthy.

Julianne le entrego un sobre a Migthy con una carta dentro, Amelie sopo casi al instante que era eso.

—¿Por qué grita tu novia, Jefe? ¿Acaso no la complaciste anoche?—y el mejor amigo de Amelie llegaba a escena, pudo sentir la mirada de Amado encima de ella advirtiéndole que no hiciera algo estúpido.

—¡Cállate, ave carroñera!
   
—Aunque no con esas palabras, es verdad —dijo Hiboux—. ¿Por qué grito Julianne?
   
—Llego esto —sostuvo la carta en alto.
   
—¿Es… de los que nos pusieron aquí? ¿Cierto? —pregunto Crystal.
   
—No, es de papa Noel que quiere saber qué pediremos esta navidad, Crystal.
   
—No tienes por qué hablarle así —dijo Amado muy serio.
   
—Deberían aprender a controlar a sus chicas —dijo Prince con una risa.
   
—Igual que tú, Prince —contraatacó naturalmente Amelie—. ¡Oh! Espera, ella ya te controla a ti.
   
—¡Hey! Tu ni se te vuelva a ocurrir a hablarle así —la amenazo Clover.
   
—¡Cállense! —Grito Migthy con todas sus fuerzas haciendo que todos cayeran en un gran silencio—. ¡Por Dios! Estoy seguro de que todos aquí somos mayores que unos niños pero ahora parecemos unos mocosos.
   
—¿Podrías leer la nota para poder irnos de aquí, Migthy? —suplico Kiara.

Migthy rompió el sobre y con cuidado saco su contenido para leer en voz alta.

    Todo poder con lleva sus responsabilidades pero a pesar de cumplir tus responsabilidades necesitamos saber si tienes lo suficiente para ser el líder. Aplicaras el poder legítimo, de referencia, experto, de recompensa y de coacción para saber si eres todo lo que pedimos de ti. Tu tarea es aplicarla completamente si deseas tu recompensa… Un buen líder necesita a sus compañeros.
Muéstranos que tienes el poder.


Amelie miraba fijamente a los dos chicos frente a ella, ambos hablaban en susurros mientras discutían, la chica llamada Julianne estaba en la cama también mirándolos fijamente.

—Si se apuraras, terminaríamos más rápido —hablo Amelie una vez más con cierto grado de fastidio.

El comentario estaba claramente dirigido a Amado pero Migthy también volteó.

—Cállala —la frase fue corta pero suficiente para que Amado entendiera.

—¿Y cómo crees que voy a hacerlo?

― No sé —exclamó Migthy —, pero cállala si quieres la llave.

Amado paso la mirada entre Migthy y Amelie, sabía que a la chica no le iba a gustar nada lo que iba a hacer.

—Amelie, lo siento —Amado caminó hasta estar frente a ella.

—Amado, ¿recuerdas lo del espacio personal? —la chica se mostró nerviosa ante la cercanía que mantenía el chico vestido de rosa —. En este momento no lo estás cumpliendo.

—Lo siento, de verdad —Corazón tomó los hombros de Amelie acortando más la distancia —. Toma esto como una advertencia, habla de más y volverá a suceder.

Amelie se sintió más nerviosa ante la creciente escases de espacio entre el chico y ella.

—Amado, atrás.

—Lo siento.

—Amado Corazón estoy hablando enserio.

—Yo también.

—¡Atrás!

—Aprende la lección.

Y ante esto el chico eliminó todo espacio que existía entre ella y él. El beso al principio fue lento y raro, y que Amelie estuviera en shock no ayudaba en nada, hasta que después de unos momentos sintió como la chica comenzaba a corresponderle. Amado se separó en ese momento, se suponía que era un castigo no algo que la ojiazul debiera disfrutar aunque eso significaba que el tampoco pudiera hacerlo.

Al momento que Amado rozó sus labios sintió muchas cosas, al principio quedo en un pequeño estado de shock y un severo dolor en la nuca, estaba segura que eso no era normal, pero ese dolor hizo que una especie de recuerdo se alzará; podía recordar a un niño muy parecido al pelinegro diciendo "Saranghae". Nunca había escuchado esa palabra o visto ese niño pero estaba segura que era alguien especial. Sin darse cuenta comenzó a corresponder el besó que el chico le daba, y una fuente tentación de poner sus brazos en su cuello creció en su interior, bueno, hasta que Amado se separó de ella.

Fue cuando Amelie entendió la situación, y se enojó consigo misma, no debía ser tan débil y mucho menos mostrarse débil. Totalmente decidida salió de la habitación un con los brazos cruzados en el pecho.

―Espero que este feliz, no me hablara por una semana ―el asiático comentó hacia Migthy.

―Hemos aplicado el poder de recompensa ―hablo Migthy ignorando el comentario hecho por Amado, mientras sacaba algo de su bolsillo trasero y se lo entregaba―. Lo quiero de regreso cuando termines de buscar aquello que deseas.
Amado no dijo nada y tomando las llaves de la mano de Migthy salió de lugar.

Amelie estaba más que molesta, estaba furiosa. Cuando estuviera frente de Amado ya le gritaría todos los insultos que pudiera conocer. Mientras tenía que encargarse de la terrible comezón que atacaba su nuca justo donde momentos antes habia sentido un dolor horrible, no pudo evitar rascarse para tratar de aliviar tal sufrimiento hasta que luego de unos minutos una clase de ardor la ataco; se habia lastimado ella misma.

Maldijo mientras salía de su habitación y caminaba hasta la cocina, quizás para poder limpiarse la herida o encontrar vendas, pero lo único que encontró fue a Amado frente un montón de cajas buscando algo.

―Amelie ―dijo el chico al darse cuenta de su presencia y la chica solo lo ignoro olímpicamente―, sé que estas molesta pero debes entender que era la orden de Migthy.

La chica siguió ignorando las palabras de Amado caminando hasta unos de los cajones para encontrar un pañuelo limpio y mojarlo para ponerlo en su nuca.

―Si queremos salir debemos hacer lo que esas personas nos digan ―Amado seguía con la mirada en la caja por lo tanto no había visto la herida de Amelie―. Préstame atención…―en ese momento el chico alzo la vista para encontrarse con la chica limpiando la herida de su cuello―¿Qué te ha pasado?

―Es tu culpa ―murmuro la pelinegra, mientras trataba de ignorar el dolor de su cuello.

―¿Mía? ―allí estaba el Amado tierno, no el serio que se había mostrado la mayoría del día, Amelie comenzaba a pensar que el chico era bipolar―, lo siento.

―Mira Corazón. Vuelve a tocar una parte de mi cuerpo y te juro que no despiertas otra vez.

Un corazón vencido estaba en manos de Clover, puesto que Prince se lo había dado hace tiempo atrás, aún cuando ella no lo recordara. Su vista se posaba en las manos inquietas del increíblemente inquieto rubio, dormido era peor que despierto y estaba molestado a la pelinegra al punto de no poder coinciliar el sueño por las noches. Un murmuro retumbó como un grito en sus oídos. 

―No lo haré―murmuró inquietamente―. Ambos la necesitamos. 

Levantó su torso del colchón y se apoyó en sus antebrazos, cuando miraba extrañada al descuidado Prince. Observó su nervioso movimiento de un lado a otro, intentando tener comodidad, o simplemente por miedo. Eso creía Clover. Miedo. Terror. Una de las manos de Prince salió disparada a su muñeca y la tomó con una fuerza que asustó e hizo quejár a la de los ojos azules eléctricos. 

―No me dejes, Cloverind―sollozó―. Yo no puedo dejarte.

Cloverind. Nombre que estuvo en su cabeza hasta que escuchó al otro quejarse. Y lo miró, sufriendo de una manera indescriptible. Lloraba, gemía y gruñía, se retorcía con violencia cuando Clover se puso a horcadas sobre sus caderas, le obligó a que le soltara la muñeca y lo inmovilizó tomándolo a él por estas. El otro se movía como si su vida dependiera de eso. Ella se espantaba aún más con el pasar de los segundos.

― ¡Prince! ―gritó.

La puerta de abrió, pero ella estaba más preocupada en el rubio. 

― ¿Qué le pasa? ―preguntó un alarmado Amado, mientras se acercaba a la cama y ayudaba a sostenerlo―. ¿Prince?

Clover a duras penas podía hablar así que no lo hizo. Prince de un momento a otro se había tranquilizado. Paz y una respiración agitada que era de ella era todo lo que se escuchaba. Sus manos temblorosas se alejaron de Prince y luego quitó su peso de encima de él. Temblaba, pero su cara era fría. Se alejó del preguntón de Amado y dirigió su vista a la puerta bloqueada por Migthy, Julianne y Amelie. 

―Cuidenlo. Necesito un descanso.  

Las palabras entrecortadas fueron suficientes para que ella saliera del cuarto que la empezaba a sofocar luego de tantos días. Empujó a quienes bloqueaban su camino y corrió por el pasillo. Solo necesitaba respirar.

◆ ◆ ◆

Su miraba fría se dirigía a Migthy. Gruñó molesto y rodó los ojos mientras se cruzaba de brazos. Nadie le explicó por qué Clover no amaneció a su lado, con la barrera de almohadas en medio. No le dijeron el por qué su cuerpo dolía. Se sentía mal pero no lo mostraría. Estaba derrotado y no se sentía como un merecedor de su corona, así que la misma estaba puesta en su regazo. 

―Quiero ver a Clover y tú no deberías detenerme.
―Ella no quiere verte. Tiene una marca muy fea en su muñeca―replicó mirandolo.

Prince sintió a Migthy examinandolo. Habían razones. La piel opaca, ojeras, moretones en sus brazos y una gran cantidad de visibles rasguños en su cuello. Se sintió morir cuando insinuó que ella estaba lastimada y no habían posibilidades de verla.

― ¿Quién le hizo daño? 
―Tú, Prince. La heriste.

Negó repetidamente. Sus manos se acalambraron y sintió el peor miedo de su vida. Él temía ese momento. Quedó congelado cuando ese último pilar de equilibrio se rompió dentro de él. Ella lo odiaba. Lo sintió a él quemandole la piel del pecho y haciendo fuerza en su garganta para ahorcarlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y no le importó que una persona lo viera acabado. 

― ¿Qué diablos sucede contigo, Prince? ―pronunció detenidamente.
―Me venció―murmuró dolorosamente―. Eso sucede.
― ¿Quién?
―Lo entenderás cuando te den el "premio". Espero que esto solo me suceda a mí. Es horrible, amigo.

Suspiró y escondió su cara con sus manos. Limpió las lágrimas y volvió a dirigir su vista a Migthy, solo que ahora la situación era tensa. 

―Levántate―ordenó seriamente―. Prince, estás realmente mal y necesitas levantarte de la cama. No me llegas a los talones.
―Te supero―dijo irritado―. Siempre lo he hecho.

Tan facil. Manipulado ha sido el manipulador. Prince no percibió que ayudaba a Migthy con su prueba, pero no le importaba mientras que su ego fuera llenado, y más en momentos como este. Se miró a si mismo y observó las pijamas casi aderidas a su cuerpo. Con una sonrisa bromista volteó a ver a su fiel amigo, aunque no lo pareciera. 

―Sé que tengo un cuerpo hermoso pero no deseo darle celos a Julianne. Sal de aquí―bromeó con una risa grave al final.
―Preocúpate por Clover, amigo.

◆ ◆ ◆

El lugar no era reducido y seguirla por los pasillos se había hecho algo cansado para Prince. La observó meterse a la habitación de ambos y no cerrar la puerta. Eso fue suficienta para él y simplemente entró y cerró tras él. La miró y ella a él. Deseaba que no lo odiara como él pensaba que lo hacía, y ella deseaba que él no se sintiera de esa manera. 

―Clover, ich muss mit dir reden.
― ¿Qué? ―preguntó extrañada, pero una suave sonrisa.
―Necesito que hablemos―corrigió sonriente.  

Melancolía. Sentimiento que recorrió el cuerpo de ella. 

―Escúchame. 
―Lo hago, Prince.
―No me dejes. Por favor. Siento que hay otra persona luchando dentro de mí, pero ese tambien necesita que estés cerca. Por favor.

Esa sensación de que la garganta le quemaba volvió y su vista se nubló por las lágrimas que amenazaban con salir. Clover lo miró y dirigió un silencio que fue eterno para ambos. Tragó saliva y asintió. No me dejes, Cloverind, retumbaron las palabras en su cabeza. 

―Desde hoy dormirás en el sillón.