insanity house { nc

Un par de miradas se habían intercambiado en los minutos que llevaban en la cocina, cosa que no se comparaba con el montón de palabras dirigidas en tan poco tiempo. 
― ¿No hay una salida? ―preguntó Clover con una notable preocupación y nerviosismo. 
―No, y sí la hay… Ninguno la ha encontrado―respondió mientras tendía una mano y en ella se encontraba una de las manzanas más rojas―. Lo mejor que se encuentra acá son las verduras y las frutas. Lo demás no sabe tan bien.
― Y, ¿de dónde las sacan si no hay una salida? ―tomó la fruta en sus manos, más no le dio un mordisco.

Prince se quedó tildado por un par de segundos y luego con una gran sonrisa respondió: ―No lo sé. Es como cuando hay nuevas joyas en mis baúles, o cuando ustedes aparecieron. 
―Si tienen acá desde que tienes memoria―lo recordó por las anteriores palabras del rubio―deberían saber algo ¿No crees? 
― ¿No fuiste tú la que me dijo que me desmayé? Pues, ahora no recuerdo eso y pudo haber pasado cualquier cosa que nosotros no recordemos. 
―Al menos eres inteligente, Príncipe. 
―Lo sé―respondió con apatía―. Dime Prince, no me gusta esa total formalidad cuando usas el término “Príncipe”. Tengo bien en claro que no eres minoría. 
Una fugaz sonrisa se formó en los labios de Clover y con eso vino una risilla para poder dejar salir un simple: ―Bien. 
―No te diré Príncipe. 
―Gracias―finalizó con una sequedad extraña por la repentina aparición de una sonrisa que, por supuesto, fue borrada en segundos.

El comportamiento de Prince era raro para Clover, quien estaba levemente confundida por tan repentino cambio a cada rato. En algunos momentos Prince era un saco de cariño, pero, había algo que lo llevaba a esto; Frialdad. 

― ¡Tenemos que hablar! ―gritó alguien desde afuera. Prince refunfuño y gruño, para luego ir hasta donde provenía el grito, por supuesto siendo seguido por Clover. 
―No debes gritar…―susurró una voz débil atrás de Migthy. 
―Nenita―gruñó Cuervo dándole un leve golpe en la cabeza. 
Hiboux negaba repetidamente mientras no le prestaba demasiada atención a la chica que tenía a sus espaldas. Justo como estaba pasando con los demás hombres, ninguno prestaba demasiada atención a ellas
― ¿Nos llamas para nada? ―preguntó Prince con desagrado, mientras apreciaba el color de los zapatos negros que lucía. 
―No es para nada, princesa. A menos de que te parezca nada la llegada de ellas―Cuervo hizo un ademan con la mano, el cual señalo a las chicas que en su mayoría lo fulminaban con la mirada. 

Mientras estos discutían, Clover revisaba a todas con sus ojos. Un sentimiento de vacío se sintió con fuerza en su pecho y fue luego, por causa de esto, que se acercó a Prince y puso una mano en su hombro. El joven interrumpió cualquier conversación y se dio la vuelta. 
― ¿Qué sucede? Estoy haciendo algo importante.
―No llegaras a nada mientras gritas y te comportas como un niño, Prince, tranquilízate. 
―Tú no puedes decirme que hacer…
―Desde ahora lo hare, así que no tienes por qué poner resistencias―finalizó callando al rubio.

Cuervo lanzó una risita.

―Primera vez que alguien te calla, princesita―se burló. 
― ¡Cállate, ave carroñera!―ordenó dándose de nuevo la vuelta y cruzándose de brazos. 
―Hablemos de lo que importa―Migthy interrumpió con seriedad―Ellas están para ayudarnos a salir y aún no sabemos cómo lo harán. 
―Hay que suponer que ellas serán las que nos sacaran de la casa. Por lo que todas deben tener algo para salir ¿Qué es eso? ―hablaba Hiboux.  
―Si creen que diré algo, se equivocan―dijo una chica de cabellos negros, ojos azules y de una estatura casi como la de Migthy. 
―Yo tampoco diré una palabra, no confió en ninguno de ustedes―interrumpió otra chica. 
―Yo no les diré nada… No creo que sea lo mejor―Clover se dio la media vuelta y caminó a las escaleras, con la decisión de irse del lugar y evitar cualquier discusión. Ella daba el tema por acabado, sin la ayuda de ellas, nadie iba a poder hacer algo; nadie. 
―Esto es ridículo…―se lamentó Prince a lo más bajo por lo que estaba por hacer: seguirla. 

El rubio dejo con las palabras en la boca de los demás para luego sentir otra mano en su hombro, por supuesto que no era Clover porque ella ya estaba escaleras arriba, posiblemente maldiciendo en voz baja; la mano era de Amado y solo miró con algo de desapruebo a Prince. 
―Sí ellas son quienes sacaran nuestros traseros de este lugar, mejor será estar de su lado―susurró Prince, haciendo cuidado de que las demás chicas no lo escucharan. De alguna manera, él estaba en lo cierto. Ellas, según las vagas ideas que rondaban por las cabezas de todos, eran quienes los ayudarían a irse del lugar en el que llevan el tiempo que llevan. Prince se encogió de hombros y dio una mirada lastimosa a su amigo, para luego solo irse con rapidez del lugar. 

Sus pasos se sentían algo lejanos, eran simplemente algo que no se sentían propios, esa sensación era ahora algo común y totalmente preocupante. Él no sentía el control sobre sí mismo, no el que debería sentir, no como el que sentiría alguien que es dueño de sí mismo, como lo creía ser en esos momentos. Su caminar lo llevo directo a su habitación y al abrir la puerta solo pudo observar a Clover revisando su armario, eso posiblemente no le gustaba demasiado, porque después de todo, esas eran sus cosas y siempre lo habían sido ¿no? 

―No tenías por qué irte de esa manera. Fue muy descortés―Prince caminaba hacia ella con lentitud y vacilante con sus pasos―. Y tampoco deberías estar hurgando entre mis cosas. 
―De la misma manera en la que nos dejaron acá… Deberían haber dejado ropa. Solo digo.
―Busca en los baúles. Allí es en donde aparecen las cosas nuevas.

Y así lo hizo Clover. Camino hacia uno de los cofres y lo abrió usando todas sus fuerzas. En el interior de este solo habían joyas y de cualquier tipo y del tamaño que desearas, incluso se encontraban coronas y diademas del tipo que usaban las princesas y príncipes de los libros de Hiboux. En el segundo no había mayor diferencia, en el tercero tampoco. Al cuarto encontró un gran cambio, los destellos habían cesado. 
―Eso no es mío―comentó Prince desde atrás. 
―Supongo que es mío. 
La de los ojos azules tomó las prendas, exactamente iguales a las que traía puestas en esos momentos; todo era blanco y básico. Gruñó a lo bajo para luego cerrar el cofre con suma fuerza y creando un sonido que se esparció alrededor. Lo que más se pudo hacer notar fue la risa de Prince quien se divertía por la molestia de ella. Volteó a mirarlo con su penetrante mirada y él hizo silencio en un segundo. 

―Tu cara es un poema de guerra y amor. Deberías verte a ti misma―dijo mientras se arrodillaba a su lado, imitando la manera en la que ella estaba. 
― ¿Amor? ¿Enserio, dices: “Amor”? ―Clover reía con levedad―. Ahora solo quiero matar a alguien y tú estás muy cerca. 
―Amor. Lo quieras o no, te ves como una persona que lo que da es amor y sé que no es así, bueno, hasta el momento no eres así―Prince se mantenía con cierta distancia y con una pequeña sonrisa tímida y dulce. 
Clover miró la sonrisa de Prince, esto seguía pareciéndole raro. Prince era una persona fuera de su habitación y otra mientras estaba dentro, por supuesto, Clover prefería al Prince dulce y amable que estaba dentro de sus cuatro paredes. 
―Es ridículo―susurró ella, con toda la incredulidad que podía cargar ese delicado cuerpo. 

― ¡Prince! ―lo llamó Hibuox gritando desde el piso de abajo. El de la corona se levantó con algo de torpeza y camino hasta la salida de la habitación. Detrás de él venía Clover, sumida en sus pensamientos y levemente preocupada por la inseguridad atrapante que se esparcía por su cuerpo, alma y mente. 
―Deprisa―ordenó Prince, mientras la miraba salir del cuarto. 
Clover no dio ninguna respuesta y se mantuvo a distancia de Prince, ella se había adelantado y ya estaba bajando las escaleras cuando un Prince agitado se acercaba a ella ¿Qué había hecho Prince? 

Abajo todo era un revoloteo de gritos, disputas y alaridos. Hiboux apareció enfrente de Prince y mantuvo su mano extendida, dándole una nota que se semejaba a la primera que había llegado, solo que esta era aún más formal y presentable que la anterior. Prince hizo una mueca y tomó el papel en sus manos. Con detención leyó su contenido. 
“Su salida será encontraba basándonos en cada uno de ustedes. Por ello tenemos una serie de pruebas, diferente cada una de ellas y dedicada para todos y a su vez para uno. 
   Suerte”

Eso estaba escrito a máquina en el tope de la hoja.

“En el joyero del rey se perdieron tres joyas mientras el sastre trabajaba en las ropas del hijo del dueño. Las tres joyas se esfumaron y el ladrón no fue encontrado.
  ¿Quién fue este?” 

Fue lo último escrito.

― ¿Qué tipo de mierda es esa? ―parloteaba irónicamente Cuervo. 
―Es algo de niños; es un acertijo―trataba de explicar Hiboux mientras se alejaba de Prince―. Hay que pensar lateralmente, es sencillo. 
― ¿Ya tienes la respuesta? ―preguntó con impaciencia una de las chicas que había hablado antes.
―Julianne, dudo que es diez segundos ya sepa la respuesta―replicó Migthy, cruzado de brazos y con expresión seria en el rostro.
―Esto es muy extraño―comentó Amado. 

Prince silbó con todas su fuerzas y lo que antes eran discusiones, se convirtió en el más puro y tranquilo silencio. El de la corona los examinó a todos y luego negó repetidamente. 
―Si quieren pensar, es mejor callar y hacer esto en sus mentes, no en voz alta mientras nos abarrotamos de inquietudes―habló Prince con asombrosa calma y tranquilidad, mientras que caminaba hasta Hiboux y le devolvía el pedazo de papel―. Recomiendo que volvamos a nuestros lugares y que cuando tengamos una respuesta… La compartamos. 
―Yo no pienso compartir nada―murmuró Clover, solo Prince pudo haber escuchado ese comentario. 
―Yo tampoco―replicó Prince, en un  susurro que Clover pudo escuchar por la cercanía con el rubio. Ambos sonreían con complicidad. 
―Me parece justo―Hiboux dijo alejándose de todos y apartando a una de las chicas con él. 
―A mi igual―Migthy se paró frente a Prince―. Me alegra que razones por una vez en tu vida. 
―Esto es ridículo y patético―dijo Cuervo quien recibió una mirada asesina de Amado.

Prince se encogió de hombros y le dedico una mirada atroz a Cuervo, mientras murmuraba: ―Patética es tu inutilidad. 
Y eso fue lo último que se escuchó de Prince, él se dio la vuelta y tomando del brazo de Clover, se fue escaleras arriba. Él deseaba lo que sea que se le daría con esa “prueba”, el deseaba poseer lo que sea que se le daría, porque, como con todo, deseaba tener más de lo que tenía. Eso estaba en su naturaleza no natural.