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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
• Titulo: El Club de los Maricones
• Autor: liliumpumilum
• Adaptación: No.
• Género: Drama/Romance
• Contenido: Muchas parejas pero las principales son lourry y ziam. Malas palabras a veces, menciones de drogas y alcohol, cuernos, historias pasadas, smut, masturbación en lugares inapropiados, y demáses condimentos.
• Advertencias: Trato de actualizar una vez por semana pero depende de mis tiempos (trabajo, vida social ??, etc.), de todas formas no pienso dejar esta historia así que no se preocupen por eso
• Otras páginas: tumblr o ao3
Bastante ridículo se veía vestido así. No era del tipo de usar camisa, ni mucho menos saco –y no, Liam, no importa que lo llevara abierto de modo informal.
Los jeans acostumbraba usarlos, sí, pero ese modelo en particular, ajustado y oscuro, conservaba aún la etiqueta de cuando Gemma se lo regaló.
“No lo dices en serio” protestó al ver a su novio acercarse con un corbatín en la mano, “no me voy a poner eso”
“Vamos, Haz” protestó Liam ya un poco cansado de tanto revuelo, “Sólo por esta vez, ¿si?”
Sonrió amistosamente, frunció el ceño como si su vida dependiera de que tan adorable pudiera verse en ese momento. “Yo estoy usando una corbata” insistió ante el impenetrable silencio de Harry, “¿Cuándo fue la última vez que me viste usar una?”. Esa frase, sin embargo, sólo logró soltarle la lengua a su novio.
“Exactamente” murmuró en un tono bastante cínico. La respuesta pasiva de Liam, sus gesto de cachorrito mojado, sólo lo ofendieron más. Le arrebató el corbatín de las manos en un gesto firme, pero no violento. Él y Liam se conocían lo suficiente para ambos saber que ese enojo era fingido. “¿Es una cosa de chicos universitarios?” balbuceaba mientras se anudaba el moño que le restaba más años de los que le sumaba,“¿Saco y corbata y escuchar Jazz en un bar pulgoso?”
“A Zayn le gustan estas cosas… Es su día” se excusó Liam. Sinceramente, a él también se le ocurrían una decena de cosas más interesantes para hacer un sábado a la noche. Se acercó a Harry, quien ahora, con el moño listo, se miraba frente al espejo. Lo abrazó por la espalda y se buscaron el uno al otro la mirada en el espejo. Liam sonrió y apoyó la cabeza sobre su hombro y Harry tuvo que esforzarse demasiado para no sonreír también.
“Sí, pero es tu amigo, no el mío” protestó Harry, haciendo de cuenta que no estaba enternecido por la caricia de su novio, por su abrazo, fingiendo un enojo que en realidad eran celos. La mirada oscura de Liam lo buscaba en el espejo y así, mirándolo, Harry se relajó. No había nada que lo calmara más que la mirada de Liam sobre él, sólo sobre él.
“Bien, bien” reconoció ofendido de tener tan poca fuerza de voluntad. Corrió la mirada, se alejó del abrazo de su novio. “Iré a tu estúpida convención de maricones” agregó aparentando rudeza.
“Dios mío…” suspiró Liam, y puso los ojos en blanco.
“Espero que hayas entrado a los blogs de moda últimamente, porque dudo que discutamos otra cosa esta noche” insistió, sólo porque era demasiado divertido pelear con Liam. Siempre picaba.
“Eres tan homofóbico”
Harry abrió tanto los ojos y tan de golpe, que Liam no pudo evitar sonreír .
“Soy gay, Li, dudo que pueda ser homofóbico. Y como parte del gremio estoy moralmente autorizado a burlarme de los míos” se encogió de hombros, haciendo de cuenta que no veía la expresión frustrada de Liam. Mientras se ponía las zapatillas, explicó, “es como los judíos, sólo ellos pueden hacer chistes sobre el holocausto”.
“Tú haces chistes sobre el holocausto y no eres judío” protestó Liam, y ante la carcajada estrepitosa de Harry se vio obligado a agregar, “¡Y son de muy mal gusto!”
“Tienes que admitir que son graciosos” le dijo y le abrió la puerta caballerosamente. Cuando pasó, le acarició el cabello con brusquedad y ternura al mismo tiempo: era demasiado divertido discutir con él.
“No, no lo son” respondió su novio tajante, aunque en su mirada había más paciencia que reproche.
“Entran un negro, un judío y un mendigo a un bar”
“Harry, no” rogó Liam, y se adelantó al pasillo mientras Harry apagaba la luz del cuarto.
“El mozo se acerca y les dice…” continuó, levantando la voz para que su novio, que se tapaba los oídos y repetía lalala como loco, lo oyera. “El mozo se acerca y les dice ”
*
El bar era mucho más snob de lo que Harry se lo imaginaba. En parte lúgubre, rústico, pero también formal y exclusivo.
La gente que comía allí era simplemente ridícula: vestían ropa de los treintas, enormes anteojos de pesados marcos oscuros. Solo, en una mesa, un pedante veinteañero fumaba de una pipa –Harry adivinó que probablemente había googleado cómo hacerlo.
La convención de maricones se encontraba prácticamente al lado del escenario. Harry reconoció la mesa porque apenas entraron, Zayn se puso de pie y loas llamó con un gesto de la mano. Para su alivio, la gente de la mesa se veía mucho menos insoportable que la del resto del lugar, y Haz se imaginó que él y Liam no eran los únicos que pisaban ese bar por primera vez esa noche.
Los asientos vacíos estaban al otro extremo de donde se sentaba el cumpleañero, pero Liam parecía conocer bastante bien a los que estaban a su alrededor: Niall, un irlandés rubio y con cara de recién salido de la cama, en seguida se puso a conversar con ellos, y especialmente con Harry, ayudándolo a distraerse esos momentos en los que Liam estaba ocupado hablando de la facultad.
Las conversaciones todas se interrumpieron de golpe con el agudo chillido del micrófono. La banda se había subido quién sabe cuándo al escenario sin ser vistos y ahora preparaban el cablerío para empezar a tocar.
Harry trató de corazón encontrar esa música interesante, poder abstraerse en ella como hacía el resto de la mesa, como lo hacía Liam, con los ojos cerrados y la cabeza moviéndose lentamente al compás, pero en cambio jugueteaba incómodo con el vaso, miraba alrededor.
Sólo había una persona en esa mesa que parecía tan aburrida como él.
Harry lo observó detenidamente, admirando el descaro de aquel chico que abiertamente bostezaba a la banda, o jugaba con su celular, como si no le importara si el resto de la mesa pensara que era estúpido por no escuchar esa música. Porque, Harry odiaba a esa banda, pero aun así se esmeraba en poner cara de gusto, en de vez en vez seguir el ritmo de las baterías con el dedo, hacer de cuenta que entendía por qué estaba toda esa gente allí, escuchando a la banda que a sus oídos era la más aburrida, pedante, y poco talentosa banda que él hubiese escuchado.
Otra canción terminó, y la mesa respondió con un aplauso cerrado –incluido Harry. El chico de obvio aburrimiento palmeó un par de veces, para darles el gusto, y volvió a su celular. Zayn, el cumpleañero, le dijo algo al oído que lo hizo sonreír. Justo cuando Harry se volteó hacia Liam, para comentarle algo sobre la banda, para que pareciera que les había prestado atención, justo en el preciso instante en el que posó sus ojos en Liam, sintió la mirada azul e intensa de aquel extraño fija en su perfil.
Al principio le incomodó un poco, y hasta llegó a preguntarse si acaso el chico se había dado cuenta de lo mucho que lo había mirado durante el número de la banda, si quizá Zayn le había hecho un comentario al respecto, pero en seguida la sonrisa de Liam, sus palabras, sus expresiones –especialmente esa sonrisa tan alegre, con los ojos bien cerrados, que lo caracterizaba- lo distrajeron.
A veces Harry pensaba que Liam se le estaba escabullendo de las manos, que ahora que iba a la universidad se rodearía de gente con sus mismos intereses, más inteligente, más guapa, mas interesante que él –un tonto chico de colegio secundario, que apenas si se podía despertar por las mañanas porque se quedaba hasta la madrugada jugando videojuegos en su cuarto.
Harry siempre se detenía a pensar en eso, en lo mucho que Liam había cambiado, en sus nuevos amigos, en los lugares a los que salía, en que había empezado a beber (y eso que Harry había intentado convencerlo varias veces sin éxito), en que hablaba de cosas que él no entendía, miraba el noticiero, leía por las noches.
Al lado suyo, Harry se sentía aún como un niño. Torpe, inquieto, siempre aburrido, siempre pidiéndole más, y Liam se lo concedía porque, bueno, porque lo quería, pensaba Harry. Pero era triste pensar que a Liam ya no le gustaba estar con él, que ya no se divertían juntos, que sólo le daba el gusto para mantenerlo entretenido.
Había pasado la noche anterior, cuando Liam quería dormir pero se quedó jugando videojuegos con Harry para que no se pusiera triste, y pasó esa tarde cuando lo invitó a acompañarlo al cumpleaños más aburrido sobre la faz de la tierra y Harry dijo que sí sólo porque no quería que vaya solo.
La cabeza de Harry estaba llena de oscuros pensamientos últimamente, y sin embargo, allí, en ese preciso momento, con esa risa tan sincera, con ese humor tan inocente, Liam parecía el mismo de siempre, y Harry se sintió mejor.
*
No habían pasado ni tres canciones, cuando el chico al que Harry había estado mirando dejó todas las sutilezas de lado y se fue a la barra, ganándose una mirada sorprendida y luego una sonrisa de Zayn. Harry sintió el impulso de pararse e ir detrás suyo, para tener por lo menos alguien con quien hablar mientras el resto escuchaba música, pero no lo hizo.
Si, sin embargo, se volteó varias veces sobre su hombro, observó al chico que hablaba con la barwoman, mientras ella le preparaba los tragos. Tenía una sonrisa muy bonita, pensó Harry, mucho más accesible que aquella expresión de hastío que tenía mientras jugaba con el celular en la mesa.
Vio el gesto de la chica, vio la mano que lo señalaba, y la sonrisa contenida de ella, pero por algún motivo no se dio cuenta de lo que significaba.
Y después, cuando él volteó la cabeza, cuando lo miró, por segunda vez en la noche, con sus brillantes ojos azules –de un azul tan profundo que se comían los colores del resto de la habitación, que absorbían cada vestigio de luz, cada rastro de los reflectores- Harry no supo que hacer.
Quizá fue apenas una milésima de segundo, quizá dos minutos, pero por un instante, Harry se quedó allí, quieto, devolviéndole la mirada mientras las mejillas se pintaban cada vez de un color más raro.
Sentía el verde, y el violeta, cruzándole por la cara. Sentía la carcajada ruidosa, tintineante, de aquel muchacho, aun cuando lo único que realmente podía oírse en ese lugar era el estrenduoso bajo, el rechinche de los platillos y la voz desafinada del cantante.
Torpemente, después, se giró al escenario, con los ojos abiertos de par en par, casi en shock, y mordiéndose los labios porque ¡Cómo había hecho eso! El mensaje que acababa de dar era…
Parecía un adolescente caliente, insinuándose y… EN SERIO, no era así. No era así, se repitió Harry.
Sentía que tenía la palabra DELITO escrita en todo el rostro, que si Liam lo miraba, le bastaría un segundo para saber que Harry escondía algo.
Pero, se dijo, había sido un error.
Harry lo miraba porque estaba aburrido, porque estaba pensando en ir a buscar un trago, o porque estaba mirando justo el cuadro detrás de él y de la barwoman, que parecía muy bonito. Sí, eso era mejor, pensó, Harry no lo miraba a él, ni a su sonrisa, que era tan distinta del rostro de hastío de hace unos minutos. No miraba ni sus rasgos, ni sus gestos, ni sus modos.
Harry miraba a todo en la habitación menos a él.
No tenía nada por lo que sentirse culpable.
“¿Chicos, puedo traerles algo para beber?” Dijo el extraño mientras apoyaba una mano detrás de la silla de Liam, y la otra detrás de la de Harry. “¿Un trago? ¿Un vaso de leche tibia?” Dijo y miró a Harry, y el azul que se había comido a toda la habitación y a todos sus colores, casi que le comió los ojos a Harry también, cuando lo miró.
“No seas así, Louis” le reclamó Zayn
“Te sorprendería lo mucho que puede beber” Intentó defenderlo Liam.
Louis, así era su nombre, sonrió mostrando los dientes y palmeó la espalda de Liam mientras reía estrepitosamente. Era una risa picante, molesta, se dijo Harry, mientras se mordía la lengua para no decir otra cosa.
Louis ya no lo miraba, y en cambio miraba a Liam, pero Harry aún sentía los ojos azules fijos en él.
“Tú deberías tener cuidado” le dijo, “Puedes ir preso por corrupción de menores, por darle de beber a un niño”.
• Autor: liliumpumilum
• Adaptación: No.
• Género: Drama/Romance
• Contenido: Muchas parejas pero las principales son lourry y ziam. Malas palabras a veces, menciones de drogas y alcohol, cuernos, historias pasadas, smut, masturbación en lugares inapropiados, y demás
• Advertencias: Trato de actualizar una vez por semana pero depende de mis tiempos (trabajo, vida social ??, etc.), de todas formas no pienso dejar esta historia así que no se preocupen por eso
• Otras páginas: tumblr o ao3
El Club de los Maricones
En proceso
banner hecho por larryruininglives en tumblr
En proceso
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- Sinopsis: Harry encuentra bastante complicado lidiar con su relación con Liam ahora que él está en la universidad. Nuevos amigos que celar, nuevas dudas que plantearse, y sobre todo, un nuevo chico que lo obliga a preguntarse si, realmente, Liam es su amor verdadero.
Capítulo 1
Bastante ridículo se veía vestido así. No era del tipo de usar camisa, ni mucho menos saco –y no, Liam, no importa que lo llevara abierto de modo informal.
Los jeans acostumbraba usarlos, sí, pero ese modelo en particular, ajustado y oscuro, conservaba aún la etiqueta de cuando Gemma se lo regaló.
“No lo dices en serio” protestó al ver a su novio acercarse con un corbatín en la mano, “no me voy a poner eso”
“Vamos, Haz” protestó Liam ya un poco cansado de tanto revuelo, “Sólo por esta vez, ¿si?”
Sonrió amistosamente, frunció el ceño como si su vida dependiera de que tan adorable pudiera verse en ese momento. “Yo estoy usando una corbata” insistió ante el impenetrable silencio de Harry, “¿Cuándo fue la última vez que me viste usar una?”. Esa frase, sin embargo, sólo logró soltarle la lengua a su novio.
“Exactamente” murmuró en un tono bastante cínico. La respuesta pasiva de Liam, sus gesto de cachorrito mojado, sólo lo ofendieron más. Le arrebató el corbatín de las manos en un gesto firme, pero no violento. Él y Liam se conocían lo suficiente para ambos saber que ese enojo era fingido. “¿Es una cosa de chicos universitarios?” balbuceaba mientras se anudaba el moño que le restaba más años de los que le sumaba,“¿Saco y corbata y escuchar Jazz en un bar pulgoso?”
“A Zayn le gustan estas cosas… Es su día” se excusó Liam. Sinceramente, a él también se le ocurrían una decena de cosas más interesantes para hacer un sábado a la noche. Se acercó a Harry, quien ahora, con el moño listo, se miraba frente al espejo. Lo abrazó por la espalda y se buscaron el uno al otro la mirada en el espejo. Liam sonrió y apoyó la cabeza sobre su hombro y Harry tuvo que esforzarse demasiado para no sonreír también.
“Sí, pero es tu amigo, no el mío” protestó Harry, haciendo de cuenta que no estaba enternecido por la caricia de su novio, por su abrazo, fingiendo un enojo que en realidad eran celos. La mirada oscura de Liam lo buscaba en el espejo y así, mirándolo, Harry se relajó. No había nada que lo calmara más que la mirada de Liam sobre él, sólo sobre él.
“Bien, bien” reconoció ofendido de tener tan poca fuerza de voluntad. Corrió la mirada, se alejó del abrazo de su novio. “Iré a tu estúpida convención de maricones” agregó aparentando rudeza.
“Dios mío…” suspiró Liam, y puso los ojos en blanco.
“Espero que hayas entrado a los blogs de moda últimamente, porque dudo que discutamos otra cosa esta noche” insistió, sólo porque era demasiado divertido pelear con Liam. Siempre picaba.
“Eres tan homofóbico”
Harry abrió tanto los ojos y tan de golpe, que Liam no pudo evitar sonreír .
“Soy gay, Li, dudo que pueda ser homofóbico. Y como parte del gremio estoy moralmente autorizado a burlarme de los míos” se encogió de hombros, haciendo de cuenta que no veía la expresión frustrada de Liam. Mientras se ponía las zapatillas, explicó, “es como los judíos, sólo ellos pueden hacer chistes sobre el holocausto”.
“Tú haces chistes sobre el holocausto y no eres judío” protestó Liam, y ante la carcajada estrepitosa de Harry se vio obligado a agregar, “¡Y son de muy mal gusto!”
“Tienes que admitir que son graciosos” le dijo y le abrió la puerta caballerosamente. Cuando pasó, le acarició el cabello con brusquedad y ternura al mismo tiempo: era demasiado divertido discutir con él.
“No, no lo son” respondió su novio tajante, aunque en su mirada había más paciencia que reproche.
“Entran un negro, un judío y un mendigo a un bar”
“Harry, no” rogó Liam, y se adelantó al pasillo mientras Harry apagaba la luz del cuarto.
“El mozo se acerca y les dice…” continuó, levantando la voz para que su novio, que se tapaba los oídos y repetía lalala como loco, lo oyera. “El mozo se acerca y les dice
*
El bar era mucho más snob de lo que Harry se lo imaginaba. En parte lúgubre, rústico, pero también formal y exclusivo.
La gente que comía allí era simplemente ridícula: vestían ropa de los treintas, enormes anteojos de pesados marcos oscuros. Solo, en una mesa, un pedante veinteañero fumaba de una pipa –Harry adivinó que probablemente había googleado cómo hacerlo.
La convención de maricones se encontraba prácticamente al lado del escenario. Harry reconoció la mesa porque apenas entraron, Zayn se puso de pie y loas llamó con un gesto de la mano. Para su alivio, la gente de la mesa se veía mucho menos insoportable que la del resto del lugar, y Haz se imaginó que él y Liam no eran los únicos que pisaban ese bar por primera vez esa noche.
Los asientos vacíos estaban al otro extremo de donde se sentaba el cumpleañero, pero Liam parecía conocer bastante bien a los que estaban a su alrededor: Niall, un irlandés rubio y con cara de recién salido de la cama, en seguida se puso a conversar con ellos, y especialmente con Harry, ayudándolo a distraerse esos momentos en los que Liam estaba ocupado hablando de la facultad.
Las conversaciones todas se interrumpieron de golpe con el agudo chillido del micrófono. La banda se había subido quién sabe cuándo al escenario sin ser vistos y ahora preparaban el cablerío para empezar a tocar.
Harry trató de corazón encontrar esa música interesante, poder abstraerse en ella como hacía el resto de la mesa, como lo hacía Liam, con los ojos cerrados y la cabeza moviéndose lentamente al compás, pero en cambio jugueteaba incómodo con el vaso, miraba alrededor.
Sólo había una persona en esa mesa que parecía tan aburrida como él.
Harry lo observó detenidamente, admirando el descaro de aquel chico que abiertamente bostezaba a la banda, o jugaba con su celular, como si no le importara si el resto de la mesa pensara que era estúpido por no escuchar esa música. Porque, Harry odiaba a esa banda, pero aun así se esmeraba en poner cara de gusto, en de vez en vez seguir el ritmo de las baterías con el dedo, hacer de cuenta que entendía por qué estaba toda esa gente allí, escuchando a la banda que a sus oídos era la más aburrida, pedante, y poco talentosa banda que él hubiese escuchado.
Otra canción terminó, y la mesa respondió con un aplauso cerrado –incluido Harry. El chico de obvio aburrimiento palmeó un par de veces, para darles el gusto, y volvió a su celular. Zayn, el cumpleañero, le dijo algo al oído que lo hizo sonreír. Justo cuando Harry se volteó hacia Liam, para comentarle algo sobre la banda, para que pareciera que les había prestado atención, justo en el preciso instante en el que posó sus ojos en Liam, sintió la mirada azul e intensa de aquel extraño fija en su perfil.
Al principio le incomodó un poco, y hasta llegó a preguntarse si acaso el chico se había dado cuenta de lo mucho que lo había mirado durante el número de la banda, si quizá Zayn le había hecho un comentario al respecto, pero en seguida la sonrisa de Liam, sus palabras, sus expresiones –especialmente esa sonrisa tan alegre, con los ojos bien cerrados, que lo caracterizaba- lo distrajeron.
A veces Harry pensaba que Liam se le estaba escabullendo de las manos, que ahora que iba a la universidad se rodearía de gente con sus mismos intereses, más inteligente, más guapa, mas interesante que él –un tonto chico de colegio secundario, que apenas si se podía despertar por las mañanas porque se quedaba hasta la madrugada jugando videojuegos en su cuarto.
Harry siempre se detenía a pensar en eso, en lo mucho que Liam había cambiado, en sus nuevos amigos, en los lugares a los que salía, en que había empezado a beber (y eso que Harry había intentado convencerlo varias veces sin éxito), en que hablaba de cosas que él no entendía, miraba el noticiero, leía por las noches.
Al lado suyo, Harry se sentía aún como un niño. Torpe, inquieto, siempre aburrido, siempre pidiéndole más, y Liam se lo concedía porque, bueno, porque lo quería, pensaba Harry. Pero era triste pensar que a Liam ya no le gustaba estar con él, que ya no se divertían juntos, que sólo le daba el gusto para mantenerlo entretenido.
Había pasado la noche anterior, cuando Liam quería dormir pero se quedó jugando videojuegos con Harry para que no se pusiera triste, y pasó esa tarde cuando lo invitó a acompañarlo al cumpleaños más aburrido sobre la faz de la tierra y Harry dijo que sí sólo porque no quería que vaya solo.
La cabeza de Harry estaba llena de oscuros pensamientos últimamente, y sin embargo, allí, en ese preciso momento, con esa risa tan sincera, con ese humor tan inocente, Liam parecía el mismo de siempre, y Harry se sintió mejor.
*
No habían pasado ni tres canciones, cuando el chico al que Harry había estado mirando dejó todas las sutilezas de lado y se fue a la barra, ganándose una mirada sorprendida y luego una sonrisa de Zayn. Harry sintió el impulso de pararse e ir detrás suyo, para tener por lo menos alguien con quien hablar mientras el resto escuchaba música, pero no lo hizo.
Si, sin embargo, se volteó varias veces sobre su hombro, observó al chico que hablaba con la barwoman, mientras ella le preparaba los tragos. Tenía una sonrisa muy bonita, pensó Harry, mucho más accesible que aquella expresión de hastío que tenía mientras jugaba con el celular en la mesa.
Vio el gesto de la chica, vio la mano que lo señalaba, y la sonrisa contenida de ella, pero por algún motivo no se dio cuenta de lo que significaba.
Y después, cuando él volteó la cabeza, cuando lo miró, por segunda vez en la noche, con sus brillantes ojos azules –de un azul tan profundo que se comían los colores del resto de la habitación, que absorbían cada vestigio de luz, cada rastro de los reflectores- Harry no supo que hacer.
Quizá fue apenas una milésima de segundo, quizá dos minutos, pero por un instante, Harry se quedó allí, quieto, devolviéndole la mirada mientras las mejillas se pintaban cada vez de un color más raro.
Sentía el verde, y el violeta, cruzándole por la cara. Sentía la carcajada ruidosa, tintineante, de aquel muchacho, aun cuando lo único que realmente podía oírse en ese lugar era el estrenduoso bajo, el rechinche de los platillos y la voz desafinada del cantante.
Torpemente, después, se giró al escenario, con los ojos abiertos de par en par, casi en shock, y mordiéndose los labios porque ¡Cómo había hecho eso! El mensaje que acababa de dar era…
Parecía un adolescente caliente, insinuándose y… EN SERIO, no era así. No era así, se repitió Harry.
Sentía que tenía la palabra DELITO escrita en todo el rostro, que si Liam lo miraba, le bastaría un segundo para saber que Harry escondía algo.
Pero, se dijo, había sido un error.
Harry lo miraba porque estaba aburrido, porque estaba pensando en ir a buscar un trago, o porque estaba mirando justo el cuadro detrás de él y de la barwoman, que parecía muy bonito. Sí, eso era mejor, pensó, Harry no lo miraba a él, ni a su sonrisa, que era tan distinta del rostro de hastío de hace unos minutos. No miraba ni sus rasgos, ni sus gestos, ni sus modos.
Harry miraba a todo en la habitación menos a él.
No tenía nada por lo que sentirse culpable.
“¿Chicos, puedo traerles algo para beber?” Dijo el extraño mientras apoyaba una mano detrás de la silla de Liam, y la otra detrás de la de Harry. “¿Un trago? ¿Un vaso de leche tibia?” Dijo y miró a Harry, y el azul que se había comido a toda la habitación y a todos sus colores, casi que le comió los ojos a Harry también, cuando lo miró.
“No seas así, Louis” le reclamó Zayn
“Te sorprendería lo mucho que puede beber” Intentó defenderlo Liam.
Louis, así era su nombre, sonrió mostrando los dientes y palmeó la espalda de Liam mientras reía estrepitosamente. Era una risa picante, molesta, se dijo Harry, mientras se mordía la lengua para no decir otra cosa.
Louis ya no lo miraba, y en cambio miraba a Liam, pero Harry aún sentía los ojos azules fijos en él.
“Tú deberías tener cuidado” le dijo, “Puedes ir preso por corrupción de menores, por darle de beber a un niño”.
Última edición por liliumpumilum el Vie 08 Nov 2013, 11:08 am, editado 9 veces
liliumpumilum
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
Capítulo 2
Esa noche, Harry tenía ganas de irse a su casa. De encerrarse en su cuarto, hundirse en el colchón y dormir. El problema es que quería llevarse a Liam con él, y Liam no estaba dispuesto a irse.
“¿Podemos irnos ahora?” le había preguntado varias veces, siempre después de que Louis volviera a burlarse de él, o de que le hiciera un coscorrón, como si se tratara de un niño. Liam siempre respondía con una mirada triste, con un ruego por disculpas, y con un suave meneo de la cabeza.
“Es su cumpleaños, Harry, no son ni siquiera las 2. Puedes ir si quieres”, pero Harry no iba a irse solo. No iba a irse porque se sentiría como si estuviera dando el brazo a torcer, como si todas las burlas y las carcajadas estrepitosas hubiesen ganado la contienda, como si estuviera diciendo que sí, que tenía razón, que era un niño y que no entendía de esas cosas de grandes chicos universitarios.
Pero sobre todo, no iba a irse porque entonces Liam se quedaría allí, sólo, con un montón de chicos tremendamente atractivos y que ya tenían edad para beber y no necesitaban que nadie fuera por ellos a la barra.
Así que, cuando Zayn admitió por fin que ese bar era horrible, y que mejor seguir la fiesta en su casa, Harry no tuvo más opción que seguir a Liam hasta allí.
“¿Estás seguro de que no se pasó tu hora de dormir?” bromeó Louis, y otra vez las mejillas de Harry se encendieron de todos colores.
Desearía ser un poco más rápido para responder, para dejarlo a él en vergüenza en frente de todos, pero en cambio se quedaba callado, se acercaba un poco más a Liam y oía a Zayn decir en un murmullo bastante fuerte (ya estaban todos borrachos, era difícil controlar los tonos de voz). “Ya déjalo, compórtate Lou” y entonces se sentía peor, porque odiaba que otros peleen sus batallas.
Se sintió un poco mejor después, cuando Liam tomó su mano, y caminaron par a par. Cuando Niall se acomodó al otro lado y habló con él de música, y le preguntó sobre qué pensaba hacer cuando terminara el colegio.
Niall era su favorito hasta ahora, era amable, directo, divertido y le encantaba la música. Está bien, había disfrutado esa banda pedante y horrible, pero por lo que Harry recuperaba de las varias conversaciones que había tenido con él en la noche, también le gustaban muchas bandas que Harry adoraba.
Y eso, además del tibio tacto de Liam en su mano, lograron hacerlo sentir mejor.
El departamento de Zayn era pequeñísimo. Apenas una habitación -cuya puerta el dueño de casa se apresuró a cerrar apenas llegaron todos-, el baño, y un living-cocina-comedor-sala de estudio en el que todos se acomodaron pronto.
Liam y Harry se sentaron rápido en el sillón, y el resto de los invitados se acomodaron en las sillas y las mesas restantes, mientras Zayn y Louis traían la bebida y un chico llamado Josh se encargaba de la música. Fue un poco extraño, al principio. La habitación estaba llena de humo y silencio, y de golpe nadie sabía qué hacer ni cómo comportarse, pero apenas la ronda de tragos empezó, las cosas se alivianaron.
Zayn les trajo bebidas a Liam y a Harry, y en seguida se arrodilló al lado del sillón y le murmuró algo al oído al mayor. Harry sentía otra vez esa sensación que se había vuelto tan común en tan poco tiempo, esa cosa caliente que le trepaba de la boca del estómago hasta la garganta, esa ansiedad en las manos, esas ganas de tomar a Liam por las mejillas y besarlo en frente de todo el mundo para que quede claro que tenía novio.
Lo ponía de más nervioso la forma en la que su novio lo miraba, un poco avergonzado, mientras Zayn le hablaba al oído.
¿Qué le estaría diciendo? ¿Por qué lo hacía en frente de todo el mundo? Bueno, sí, Harry era más joven, o un “niño” como diría Louis, pero no era estúpido, y sólo porque él aún no estaba en confianza y no sabía qué decir para detenerlo, no significaba que Zayn podría tranquilamente besar su lóbulo o lo que fuera que estaba haciendo para que Liam tuviera las mejillas así de rojas.
“¿Celoso?“
El aliento caliente de Louis en su cuello y el suspiro que movió sus rulos y le hizo cosquillas, le pusieron la piel de gallina. Harry se enderezó de golpe en el sillón, casi asustado.
Sabía que debía decir algo, voltearse, mirar a ese chico a los ojos y decirle que deje de molestarlo, pero en cambio sentía ganas de levantarse y salir corriendo porque estaban cerca, muy cerca. Aunque no se estaban tocando Harry sentía el calor de su cuerpo apenas a unos milímetros de distancia, sentía su aliento bien cerca de su cuello y su oreja, sentía la mirada azul clavada en su perfil.
“No estés celoso, apuesto a que hablan de ti” murmuró otra vez. “Liam te está mirando, ves, está mirándote a ti y a mí como si quisiera matarme. Me pregunto que estará pensando” Louis dejó escapar una suave carcajada, mucho más agradable que la que hacía cuando se burlaba de él. “Me pregunto si piensa que estoy flirteando contigo”
Harry sintió el cuerpo entero de Louis acomodarse detrás suyo en el sillón, sintió sus dedos apoyándose en la tela de su camisa, a la altura de su cintura en la espalda. Se imaginó que lo estaba mirando fijamente, pero en vez de devolverle la mirada parpadeó un par de veces y mantuvo la mirada fija en Liam.
Lo miró directamente a los ojos, intentó olvidarse de Zayn que seguía hablándole al oído, y concentrarse en su mirada oscura, en sus labios entreabiertos. Fue como si de golpe recordara que aquel era Liam.
Liam.
Zayn podría estar diciéndole cualquier cosa al oído, quizá una trivialidad, quizá alguna insinuación, pero era Liam quien lo escuchaba, y él jamás haría algo que le hiciera daño a Harry.
Entonces, sintió otra vez el tirón en la camisa, los dedos de Louis lo habían pellizcado y esta vez sí se volteó y se encontró de lleno con la mirada azul expectante. Tragó saliva, y una sonrisa se dibujó en los labios de aquel muchacho.
“Me pregunto qué haría si estuviera flirteando contigo” dijo, y Harry se echó un poco hacia atrás. Se acomodó de forma tal que la mano de Louis no pudiera juguetear en su espalda, en que la distancia entre sus rostros fuera la suficiente para que no resultara sospechoso.
Porque, aunque en realidad no había nada de lo que sospechar, si acaso la escena se veía como se sentía, si el resto de las personas pudieran ver el aliento de Louis caliente en su cuello, la mirada fija e inmutable, la forma en la que aquel chico se relamía los labios antes de sonreír, Harry sabía que despertaría sospechas.
Miró otra vez a Liam, y se sorprendió un poco al verlo ponerse de pie, seguido de Zayn.
“Vuelvo en un segundo” le dijo a Harry agachándose lo suficiente para hablarle en el oído. El aliento de Liam no era tan caliente, sino más bien tibio, y eso calmó un poco a Harry.
Sobretodo lo calmó el “Ouu” que vino después, cuando Liam le dio un suave tirón de cabello a Louis, y le hizo el gesto con los dedos de que lo estaba vigilando. Louis estalló en carcajadas, ruidosas, como siempre, y Harry volvió a respirar normalmente.
Se alejó un poco de él, como si se sintiera un poco más desprotegido ahora que Liam se había ido, pero después de eso, sin siquiera mirarlo, Louis se puso de pie y se alejó. Y Harry se quedó allí, callado, parpadeando como un tonto sin saber bien que hacer.
“Louis es así, no le prestes atención” dijo Niall y se sentó al lado de Harry en el sillón. Se sentía bien estar así, acompañado por alguien que respetara su espacio personal.
El irlandés le dio un largo sorbo a su lata de cerveza, y Harry lo imitó. “Él y Zayn han sido amigos desde siempre, y yo conocí primero a Zayn. Al principio Louis me hacía el trabajo imposible, en esa época Zayn y yo teníamos algo y Louis es bastante celoso, supongo, así que cada vez que intentábamos tener tiempo a solas, Louis lograba inmiscuirse”
“Que molesto” dijo Harry, pero Niall en vez de asentir empezó a reírse.
“Supongo, sí, pero en serio, él es así. Solía odiarlo, recuerdo, porque me avergonzaba en frente de Zayn y a mí eso me sacaba de quicio, o empezaba a hablar de sus ex, y Zayn no sabía dónde meterse, pero en serio, es sólo su forma de ser. En el fondo es un ángel.”
“No parece uno” dijo Harry, quizá hablando más por la cerveza que por realmente desearlo. No le gustaba mostrarse débil, ni ofendido, especialmente por alguien que se había esmerado en burlarse de él llamándolo un niño toda la noche.
“Cuando Zayn y yo cortamos, apareció en mi casa, de la nada… No recordaba siquiera haberle dicho alguna vez dónde vivía, pero se las ingenió para encontrarme” dijo Niall y le dio un nuevo sorbo a su bebida, “Es un ángel en serio, ¡Estaba tan preocupado! Creo que sigo siendo parte de este grupo por él, que me traía a las rastras cuando yo realmente no quería venir, y se burló tan cómodamente de la situación, de nuestro rompimiento, que nadie se lo tomó tan en serio y ahora está todo bien”
Harry se encogió de hombros y volvió a beber de su lata. Sentía que debía darle la razón, que después de lo que Niall le había contado, de hecho debía ser un tipo agradable, Louis. Pero no podía quitarse de encima la sensación de molestia, como si todavía tuviera su aliento caliente pegado en el oído, y le picara el cuello donde su respiración le hizo cosquillas.
Liam volvió apenas unos minutos después, y le pidió a Harry que le hiciera lugar detrás suyo. Tenía una estúpida sonrisa pintada de oreja a oreja, y los párpados pesados como si hubiese bebido el doble de lo que había bebido en toda la noche en esos pocos minutos.
Mientras Harry hablaba con Niall, Liam le acariciaba los rulos y charlaba con ese chico Josh. Los tragos pasaban, y cada vez era más fuerte la música que las voces. El único que seguía haciendo ruido era Louis, quien bailaba con cualquiera que estuviera dispuesto a levantarse de la silla para acompañarlo.
Tenía una forma bastante agradable de moverse, a veces errática, a veces suave. Era de la misma estatura que Harry, pero tenía las piernas más cortas, o quizá más anchas, y sus pies eran pequeñísimos en comparación. Todo en Louis era pequeño, pensó, sus manos aferrándose a la cintura de Zayn eran chiquitas, delicadas.
Sus ojos eran pequeños también, aunque brillantes, y sus labios eran delgados, como de una muñeca.
Niall le preguntó algo de su celular, y Harry tuvo que reincorporarse un poco, alejándose del abrazo de Liam, y de aquella posición que le permitía tan bien observar el baile de Louis. Ahora que estaba sentado, ahora que la burbuja de la caricia de Liam se había roto, todos los ruidos se dejaban oír más fuertes, la música y el golpeteo de aquel chico que usaba la mesa como batería, o la conversación entre Josh y Liam a la que Harry no le había prestado la más mínima atención hasta ahora.
“¿Por qué me llevas tú de la cintura?” protestaba Zayn, entre carcajadas, y Louis se reía, con los ojos cerrados, orgulloso de hacer enojar a su amigo.
Harry tenía el celular en la mano, y escuchaba todo lo que Niall le decía cuando le pedía que configure esa aplicación que acababa de descargar, pero le costaba mucho trabajo bajar la mirada. Apenas lograba hacerlo de a segundos, porque cada vez que alguno de los dos hablaba, no podía controlarse y volvía a levantar la cabeza.
“Porque eres delgadito y delicado, como una chica” se burlaba Louis, y Harry pensó que estaba equivocado, porque él era mucho más delicado, porque tenía manos pequeñas, y una sonrisa femenina, mientras que Zayn tenía barba y ropas más rudas, pero Niall interrumpió sus pensamientos otra vez, y Harry volvió a mirar el celular, exagerando una sonrisa mientras conversaba con él.
“Eso es estúpido, yo debería guiar” protestó Zayn otra vez, y la respuesta de Louis logró que Harry volviera a levantar la mirada, aunque realmente quería seguir mirando el celular y responder a Niall que en cualquier momento perdería la paciencia.
“Créeme, cariño, quieres que yo guíe” flirteó Louis. Luego los dos se rieron y Zayn empezó a hacer un baile exageradamente sexual, y Louis lo palmeó en el trasero, y Harry no pudo quitar la mirada.
No del baile, que era ridículo, no de la escena. Sino de Louis.
De Louis mordiéndose los labios, rosados, de la forma en que cerraba los ojos, de la sonrisa que se asomaba en su boca.
Harry tragó saliva y volvió a mirar el celular, empezando a configurar la aplicación. Levantó la mirada un segundo, y los dos ya no bromeaban sino que habían vuelto a bailar al estilo del vals, aunque la música era más bien punk. Miró el celular y configuró la fecha, y le explicó a Niall que debía poner la localidad para que la hora se configure automáticamente, y cuando levantó la mirada otra vez, Zayn estaba más cerca de Louis y los dos sonreían, pero no parecía que estuvieran bromeando.
Sintió las mejillas calientes y el corazón latiendo rápido y volvió a mirar el celular, e intentó concentrarse en lo que Niall decía, y lo miró a él y la forma en que sonreía, amablemente, dándole las gracias, pero no pudo controlarse y volvió a mirar a Louis.
Y Zayn le murmuraba algo al oído, y Louis que antes miraba hacia abajo levantó la mirada y sus ojos y los de Harry se encontraron fijamente. Y Louis sonrió, y le murmuró algo a Zayn al oído sin quitarle la mirada de encima.
Harry se preguntó si acaso se veía tan tonto como se sentía, y entonces se dio cuenta de que tenía la boca abierta y la cerró. Tragó saliva y sintió el pecho moviéndose cuando ahogó un suspiro, pero aunque lo intentó no pudo correr la mirada.
Louis lo miraba aún fijamente, y sonreía, mientras Zayn le murmuraba quien sabe qué al oído.
“Harry” lo llamó Niall.
Así que Harry se volteó y miró a Niall, que lo miraba como su madre cada vez que él acababa de hacer algo estúpido. Otra vez sus mejillas rojas, y el calor en su cuerpo. Sonrió, intentando seguir la conversación, hacer de cuenta que no sabía por qué Niall lo miraba así.
Esta vez no levantó la mirada, pero de reojo, mientras hablaba con el irlandés, observó como Louis y Zayn se metían en su cuarto, y ese suspiro que había ahogado en su pecho se convirtió en una enorme pelota, pesada y molesta.
liliumpumilum
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
Hoolaaa \(ºlº)/ jaja tu novela me parece buena tiene una trama super interesantee y algo me dice que me voy a hacer adicta a ella xD
Soy nuevaa lectora y creo que una de las primeras...
Me gusta como escribes, tiene mucha imaginacion y pss siguelaa (;
Soy nuevaa lectora y creo que una de las primeras...
Me gusta como escribes, tiene mucha imaginacion y pss siguelaa (;
SolangeAle
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
¿ Eres tú ( ya sabes la del tumblr y ao3 ) ?
Si lo eres:
Me encanta todo o que escribes: Be Like You y El Club De Los Maricones sobretodo
Qué emoción
Me encanta la novela
Síguela pronto
Love You
Si lo eres:
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Qué emoción
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sofi16_1999
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
¡No sabes el gusto que me da leerte aquí! muchas gracias por eso :hug:
Ahora... creo que con darle me gusta en tumblr no basta tambien deberia decirte porque me impresiona lo que escribes pero ya lo sabes.. bueno hoy te lo dije (:
A todas les va a encantar esta historia! te lo garantizo!
Ahora... creo que con darle me gusta en tumblr no basta tambien deberia decirte porque me impresiona lo que escribes pero ya lo sabes.. bueno hoy te lo dije (:
A todas les va a encantar esta historia! te lo garantizo!
julyALC
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
esta ya me la he leído... estoy a la espera de cap nuevo por allí... jajaja :roll:
Cliop
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
SolangeAle escribió:Hoolaaa \(ºlº)/ jaja tu novela me parece buena tiene una trama super interesantee y algo me dice que me voy a hacer adicta a ella xD
Soy nuevaa lectora y creo que una de las primeras...
Me gusta como escribes, tiene mucha imaginacion y pss siguelaa (;
- Hola Solange! Esta historia tiene varios capítulos más escritos así que tenés por delante un super maratón que espero que te guste como te gustaron estos primeros dos :) Muchas gracias por leerme y bienvenida a mi mundo de tardanzas, excusas y descripción exagerada de la belleza de Louis. Espero no ahuyentarte :P
sofi16_1999 escribió:¿ Eres tú ( ya sabes la del tumblr y ao3 ) ?
Si lo eres:
Me encanta todo o que escribes: Be Like You y El Club De Los Maricones sobretodo
Qué emoción
Me encanta la novela
Síguela pronto
Love You
;
- ¡¡Soy la misma!! La única e inigualable. Muchas gracias, que lindo que te hayan gustado mis historias :') Por ahora voy a pasar todos los capítulos que tengo en tumblr pero prometo después seguir escribiendo el que sigue :) Gracias por leerme
JulyALC escribió:¡No sabes el gusto que me da leerte aquí! muchas gracias por eso
Ahora... creo que con darle me gusta en tumblr no basta tambien deberia decirte porque me impresiona lo que escribes pero ya lo sabes.. bueno hoy te lo dije (:
A todas les va a encantar esta historia! te lo garantizo!
- Vos me diste el último empujoncito para hacerme la cuenta y eso así que el "gusto" te lo diste sola jaja Mil gracias por decirme esas cosas lindas en el fanmail y porfi avisame si hago algo mal porque este foro todavía me confunde un poco jaja
Cliop escribió:esta ya me la he leído... estoy a la espera de cap nuevo por allí... jajaja
- Ahh! Sí, es que ayer me di cuenta de que se me había hecho re tarde y al final me fui a dormir, ahora sigo pasando los capítulos que ya están escritos y a partir de eso me pongo a escribir el próximo :) Gracias por tenerme paciencia igual!! Y por leerme, sobre todo :3
Respondidas las pipol, sigo pasando los capítulos que me quedaron pendientes :D
liliumpumilum
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
Capítulo 3
Harry tenía este detalle acerca de su personalidad. Es que, no era celoso, en serio, aunque tal vez sí un poco narcisista. No le gustaba llamar la atención, no en el sentido estruendoso, pero sí adoraba ser el centro de la mirada del otro.
Y Liam era el otro por el que más adoraba ser mirado.
Quizá porque tenía esos ojos redondos y oscuros, quizás porque sabía que era el único dueño de esa picardía, de esa sonrisa de doble sentido. Liam siempre que lo miraba parecía que quería decirle algo, y si Harry se acercaba aunque fuera sólo para darle un abrazo, de sus labios siempre salía una confesión secretiva, casi silenciosa.
“Ese sueter te sienta bien” a veces, y otras “Vamos a algún lugar donde puedas quitártelo”. Y Harry adoraba ser el dueño de esos murmullos, además de esa mirada.
Sabía que no era del todo normal ser tan posesivo sobre él, pero en serio, cada vez que Liam miraba a alguien más, Harry sentía que algo dentro suyo lo mordía. No eran celos, en serio, sino más bien que lo extrañaba. Que extrañaba el modo en el que Liam lo miraba, como si fuera el único hombre en el mundo.
Lo peor es que ahora, sumado a eso, había otras cosas que le molestaban. Le molestaba cuando Liam hablaba de cosas que él no entendía, o cuando mencionaba gente que no conocía. Le molestaba que hubiese empezado a beber con sus nuevos amigos y que ya no le gustara compartir videojuegos con él. Le molestaba que lo mirara de ese modo lastimoso en el que lo miraba a veces, cada vez que Harry le hacía una de esas escenitas que le salían tan bien.
Y Harry realmente intentaba estar a la altura de las circunstancias, tratar de entender de los libros y las películas que veía ahora, tratar de memorizar los nombres y las historias de sus amigos, contener esas ganas que lo acorralaban de decirle que por favor, deje de hacer todo lo que estuviera haciendo, y que lo mirara a él. Sólo a él.
Esa noche Liam casi ni lo había mirado. Sí, chequeaba de vez en cuando que todo estuviera bien, que Harry siguiera charlando con Niall o con quien fuera, que se estuviera divirtiendo, que no estuviera asesinando con su mirada a cualquiera que osara cruzar palabra con su novio. Pero no lo había mirado, como solía hacerlo.
Y esa noche, a Harry, no le molestó. No tanto, al menos.
Es que estaba distraído hablando con Niall, que entendía mucho de guitarras y de música, y vigilando disimuladamente la puerta del dormitorio de Zayn que llevaba cerrada casi una hora.
Harry se preguntó si nadie más se había dado cuenta de que los dos estaban solos allí adentro, o si acaso era cosa de hombres universitarios hacer de cuenta que nada pasa cuando dos chicos se encierran en un cuarto a coger. Porque eso estaban haciendo, ¿no?
“Harry” lo llamó Niall por décima vez, intentando capturar su atención. Harry le devolvió su mirada verde, y volvió a sonrosarse, como si el irlandés pudiera leer sus pensamientos, las imágenes mentales de Louis y Zayn que Harry acababa de hacerse (“Créeme, cariño, quieres que yo guíe”)
“¿Qué?” preguntó, con su mejor cara de póker.
Niall entonces sonrió, y bajó la mirada. Meneó la cabeza lentamente, de un modo que hizo a Harry sentirse incómodo. Era como si estuviera dándose por vencido en él, y al mismo tiempo eso le pareciera divertido.
“Liam, te está llamando” le explicó cuando levantó la mirada, y Harry se volteó sólo para encontrarse con Liam que lo esperaba con los sacos de los dos, cómodamente sentado arriba de la mesa.
Cuando Liam sonrió, a Harry esa extraña bola que llevaba en el pecho se le transformó en mariposas, y aunque intentó contener los labios estos también dibujaron una sonrisa.
Liam no dijo nada, sólo hizo un suave gesto con la cabeza, como si fuera hora de irse, y Harry asintió, obediente.
Se despidió con Niall con un fuerte apretón de manos, y prometió que asistiría al recital del irlandés dentro de dos semanas. Después se despidió de Josh y del resto de los chicos -no podía recordar el nombre de ellos- y se quedó parado un segundo, como si esperara otro saludo más. Fue apenas un instante, porque entonces recordó que Louis seguía encerrado en el dormitorio con Zayn, y le dio tanta vergüenza quedarse allí esperando su saludo que salió apresurado del departamento.
Bajaron los dos torpemente por un pasillo escalera, el alcohol los había vuelto un poco bruscos, pero lograron cruzarlo sin caerse. Cuando Harry puso un pie en el último escalón, y abrió la puerta que daba a la calle, Liam se trepó a su espalda, juguetonamente.
“Te extrañaba, Haz” le dijo, y ese abrazo se sintió como se sentía su mirada redonda y oscura cada vez.
“Estuviste conmigo todo el tiempo” dijo Harry, pretendiendo que no le temblaban las piernas de pura alegría, porque estaban solos otra vez, porque Liam era de nuevo sólo suyo.
Caminaron casi una cuadra así, trepados el uno encima del otro, turnándose para que ninguno se cansara, riéndose y bromeando y falseando escenas de celos que no eran realmente sinceras (“no sabía que tenías un fetiche por los acentos extranjeros, Harry”), y en el medio de las rondas, y vueltas, y abrazos y breves persecuciones, las manos de los dos se hallaron tibiamente, y los dos intentaron respirar más lentamente, calmarse un poco, para que el camino a casa fuera más largo y más tenue.
Caminaron unas pocas cuadras de la avenida principal tomándose las manos, y cuando doblaron en la primera esquina camino a casa de Harry, Liam le apretó la mano con fuerza y lo llamó a un rincón en la acera, donde lo besó.
Sabía a alcohol, y a saliva amarga, pero Harry lo lamió como si fuera el más delicioso helado de frutillas. Lamió su lengua con la que forcejeó brutalmente, le clavó las uñas en la cintura mientras lo besaba y lo acercó a él para que sintiera como lo había puesto.
No se oía nada, esa noche. Ni los autos pasaban por esa cortada tan poco concurrida. Apenas el ruido de saliva y de la respiración de Liam, agitada, cada vez que los dos rozaban las pelvis contra el otro.
“¿Vienes a casa esta noche?” le preguntó Harry mientras tomaba con más fuerza a Liam por la cintura y lo acercaba a sí mismo. Su cuerpo entero tembló, hasta el suspiro que salía de su boca titiró en el aire, en el cuello de Harry.
“Mierda Haz…” murmuró.
“¿Vienes?” insistió el de rulos, y sus manos recorrieron el breve camino de la cintura al culo, para apretarlo fuerte, para acercarlo aún más. Y Liam sólo respondió con un beso en el cuello y alejándose bruscamente.
Harry, entonces, sonrió. Liam tenía las mejillas rojas, los ojos apenas abiertos, los labios despegados y húmedos y cansados, y el pecho se le abría y cerraba agitadamente por su respiración. Conocía los síntomas, ese era un sí.
Volvieron a tomarse de la mano, pero esta vez caminaron rápido. En el camino Liam murmuró mil y un razones por las que no podía quedarse, que tenía que volver temprano a su casa, que mañana tenía que estudiar, que Anne estaba durmiendo y que era una falta de respeto. Las siguió murmurando incluso después de atravesar la puerta principal, y mientras se sacaba los zapatos en el hall para no mojar el parqué.
Recién hizo silencio cuando Harry se lo pidió con un nervioso shhh y los dos subieron en medias y puntitas de pie los escalones hacia el cuarto de Harry.
La puerta hizo clic, y Harry tanteó en la oscuridad para encontrar a Liam. Cuando finalmente lo encontró, sonrió, y de algún modo, sin luz, pudo ver la sonrisa nerviosa de su novio también.
Le quitó la camisa lentamente, mientras le besaba la mejilla y la boca y le decía lo mucho que lo quería y lo feliz que lo hacía tenerlo sólo para él otra vez, y Liam se disculpó, como siempre, por estar ocupado, por no pasar a visitarlo tan seguido como debería, mientras le acariciaba las mejillas y lo miraba profundamente. Harry siempre se preguntaba cómo hacían los ojos de Liam para brillar en la oscuridad cuando eran tan oscuros, pero siempre se distraía antes de encontrar una respuesta.
Y es que Liam mirándolo en la oscuridad sólo significaba que sus manos lo estaban acariciando, o desvistiendo, que de su boca salían las confesiones que más lo hacían sonrosar, que se estaban desnudando, que ya podía adivinar sus besos.
Apenas desabrochó el último botón de su camisa, y le ayudó a quitársela, Liam lo besó casi violentamente, y lo empujó sobre el colchón. La cama hizo un sucio rechinar contra el suelo, pero ninguno de los dos le prestó atención.
Harry sintió la lengua de Liam húmeda, desesperada, en su cuello y su oreja, y sus manos hicieron un trabajo mucho más rápido desabotonando su camisa, y bastó un simple tirón del lado apropiado del corbatín para que este estuviera desatado.
Se sentaron y Harry se quitó la camisa, sólo para que Liam volviera a empujarlo sobre el colchón y lo besara, esta vez no en el cuello, sino en las clavículas y la línea que bajaba recta hasta el ombligo, mientras con sus manos le abría la hebilla del cinturón y lo tocaba justo allí.
Harry amaba los besos de Liam, esos besos sobre todo, pero en este momento no quería esperar más. Acarició su cabello, su mejilla y llegó al mentón. Suavemente lo incitó a levantar la mirada. Los ojos redondos de Liam, brillaron, otra vez.
Quizá porque sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, o porque el cielo estaba más claro -se acercaba el amanecer-, algo pasó para que Harry pudiera ver cada gesto de su novio, esa sonrisa que adivinaba exactamente lo que él quería decirle aunque de sus labios no salió ni una palabra.
Así que Liam escaló otra vez, beso a beso hasta su cuello, y con torpeza y desesperación los dos se quitaron los pantalones y las medias, y quedaron desnudos el uno sobre el otro, refregándose el sudor y la saliva.
Harry estaba entumecido de puro placer y ansiedad, así que cuando sintió el frío lubricante en su piel, no pudo hacer más que dejar ir un suspiro ronco y suave, como un ronroneo. Liam seguía hablándole al oído, pero sus murmullos eran incomprensibles. Su voz también estaba escondida bien en la garganta y sólo se oía un sonido gutural indescifrable.
Lo sintió empujándose lentamente, y le hundió las uñas en la espalda, dejándole y a mucha honra, rasguños para que el mundo viera. Sus labios volvieron a encontrarse, y otra vez lengua y saliva y movimientos erráticos, mientras Liam entraba cada vez más profundamente, y los tobillos de Harry se enredaban en su espalda.
Cuando estuvo completamente adentro, Harry mordió el labio de Liam con fuerza, para ahogar un suspiro, pero él no se quejó. En cambio empezó a moverse adentro suyo y cuando Harry abrió los ojos se encontró con la mirada oscura brillando sobre él, como siempre, aunque de un modo distinto.
Y Liam se movió más y Harry le hundió las uñas aún más. Cerró los ojos, porque la mirada de Liam era más de lo que podía soportar, y se concentró en el placer de sentirlo dentro suyo, y de cómo a veces por las embestidas su miembro se rozaba contra el vientre de Liam y le daba escalofríos y ganas de gritar.
Pero no gritó, se mordió el labio, y empujó a Liam aún más dentro suyo con sus piernas. Y Liam se hundió aún más en él, pero no iba más rápido como Harry quería pero no se atrevía a decírselo.
No es que no fuera placentero, mierda, lo era. Pero Harry quería más, Liam siempre lo dejaba con la sensación de querer más, quizá por eso era adictivo. Porque Harry quería más rápido, y más fuerte, y no le importaba si dolía un poco, o si se mordería los labios tan fuerte que estos sangraban. Pero Liam era delicado y amable, y cada vez que Harry abría los ojos, su mirada brillaba sobre él como un par de lunas personales.
Aun así se sentía bien, el movimiento lento y profundo dentro suyo. La respiración de Liam en su cuello, y en sus labios y en su oreja, sus besos firmes pero ansiosos, los “te amo” murmurados y su boca que a veces parecía a punto de gruñir y otras sonreía amablemente.
Se sentía bien sobretodo que Harry podía saber el momento exacto en que Liam perdía la cordura, porque lo veía en su mirada un segundo antes de que él empezara a moverse, finalmente, rápido y fuerte. Porque recién entonces se daba por vencido y cerraba los ojos y se dejaba llevar por esas sensaciones sin importarle ni la falta de control, ni el ruidoso rechinar de la cama.
Y Harry se sentía también siendo dueño de esa sensación que entonces también él se dejaba llevar y le mordía el cuello para ahogar el último gemido al mismo tiempo que Liam temblaba dentro suyo por última vez.
Entonces, Liam se desplomaba encima suyo, y Harry era una almohada que se movía arriba y abajo por la respiración agitada. Sentía un beso tímido en su pecho, escuchaba una broma estúpida sobre que estaba todo pegajoso, y Harry buscaba la mano de su novio en el colchón para tomarla entre sus dedos, le chistaba un shhh y cerraba los ojos.
Siempre se despertaba al día siguiente con una nota amorosa en la mesita de luz, tapado hasta el cuello con una sábana y con la ausencia de Liam a su lado en el colchón. Anne nunca entraba a su cuarto para ahorrarse el mal trago, pero Liam aun así se escabullía siempre antes del amanecer, y le dejaba a Harry la ropa ordenada arriba de una silla -como si eso no fuera la mayor prueba de delito, como si Anne no se daría cuenta de que algo raro había pasado porque Harry nunca (nunca) ordenaba la ropa antes de acostarse.
Esa mañana cuando Harry se despertó, en la nota de la mesita de luz había dos disculpas en vez de una. La primera, como siempre, por haber tenido que irse, y la segunda, adelantada, porque estaría muy ocupado hasta el miércoles que tenía un examen.
Harry aún así sonrió ante el “te amo” y las promesas de hacer algo el miércoles a la noche (“así que piensa que quieres aser” escribió Liam, que a pesar de ser alumno universitario tenía una ortografía espantosa). La besó, como un tortolito cualquiera, y la guardó en el cajón en donde guardaba cada nota que Liam le había dejado -era como un pequeño recuento de cada vez que habían tenido sexo, realmente, porque siempre había sido en ese dormitorio, y Liam siempre se había escabullido después mientras Harry dormía.
En ese cajón había papeles y tintas de todos tipos y colores. Harry podía hacerse una idea bastante clara de cada vez precisamente por la nota. Las primeras veces las notas eran siempre en hojas cuadriculadas de matemática, escritas en lápiz, como una especie de conmemoración a sus primeros meses de noviazgo, cuando no se atrevían a decir que estaban juntos y entonces hacían de cuenta que Liam le daba clases de apoyo de matemática.
Después venían las notas en hojas rayadas, o en la parte de atrás de las entradas al cine, o en pedazos de revistas, o en tickets del bar donde habían parado a tomar algo. Las últimas eran las notas en papel amarillento -reciclado, decía la tapa del cuaderno-, escritas en aquella lapicera de tinta negra que la mamá de Liam le había regalado cuando empezó la facultad.
La caligrafía había mejorado con los años, pero no demasiado, y siempre las firmaba del mismo modo.
“Te amo. -Liam”
Y Harry siempre sonreía al leerlo, y murmuraba “yo también”, aunque después se sintiera un idiota por eso.
liliumpumilum
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
Capítulo 4
Ya que Liam estaba muy ocupado esa semana, al menos hasta el miércoles, había dicho, Harry aprovechó su aburrimiento y exceso de tiempo libre para salir con sus amigos del colegio.
unca había encajado demasiado en su curso y más bien se la pasaba en los recesos con Liam y la gente de su curso, pero ahora que todos ellos estaban graduados, había empezado a entenderse mejor. Tenía ahora una nueva amiga, llamada Ashley, que siempre le decía que Liam era muy guapo y que si ella fuera hombre Harry debería darse por vencido con él. También hablaba con un chico, Stan, que era bastante reservado pero muy amable. Era el único hombre en el curso que no se sorprendía cuando Harry lo tocaba, y a quien nunca había sorprendido callándose de golpe cuando él entraba al salón.
Ese día, Stan había propuesto que salieran a tomar algo, porque él acababa de cumplir los 18 y si Harry no se ponía a sonreír como un niño de cinco años, todos asumirían que él y Ashley eran mayores también. Además, dijo, tenía un amigo universitario que siempre hablaba de ese bar, y Stan llevaba meses queriendo conocerlo.
Era una noche de martes, así que Harry tuvo que pedir colaboración de su hermana mayor y escaparse después de la cena sin que su madre se enterara. Se encontró con Ashley en la plazoleta de la esquina y pasaron a buscar a Stan que vivía a unas veinte cuadras. Durante el camino Harry se gastó en piropos para con su amiga, que se veía especialmente bonita con el pelo rubio recogido y ese vestido floral.
Quizá estaban un poco distraídos por la charla, pero bien podía ser que nunca habían ido a la casa de Stan, y tenía la numeración escrita bien pequeña y al lado de la puerta. Ashley y Harry debieron pasar al menos unas 5 veces en frente de la casa hasta que finalmente se dieron cuenta de que era ahí. No fue mérito suyo, realmente, Stan había abierto la puerta para sacar la basura y se divirtió un buen rato escuchándolos quejarse de lo irresponsable que era no poner le número a las casas antes de llamarlos e invitarlos a pasar.
Mientras Stan se vestía, charlaron con su madre y estallaron en carcajadas cuando ella les preguntó si eran novios, pero no entraron en detalles y respondieron que eran sólo amigos. Stan apareció de vuelta en la sala apenas unos minutos después, y luego de despedirse salieron a la calle.
El bar quedaba lejos, en la otra punta de la ciudad, pero Stan tenía un flamante carnet de conducir, así que llegaron en seguida, y aunque los tres pusieron sus mejores caras de adultos para entrar, les temblaban las rodillas como si alguien, apenas abrieran la puerta, los señalaría y gritaría “¡Estudiantes!” al verlos.
Era temprano, y no había mucha gente, aún. Ashley eligió una de las mesas del costado, debajo de uno de los faroles, porque el resto del bar era lúgubre y oscuro. No encajaba con las mesas modernas y las copas estrambóticas, pensó Harry, pero ya estaban allí así que mejor dejar de mirar el lugar como si fuera una pocilga.
Como no había mucha gente y la música no estaba tan fuerte, pudieron conversar un buen rato, y aunque al principio estaban un tanto incómodos, dos botellas de cerveza y tres appletinnis después (Ashley decía que la cerveza engordaba), ya estaban a las carcajadas los tres.
Ni se habrían dado por enterados de que las lámparas se apagaron si no fuera por el griterío divertido de las otras mesas que ahora sí estaban todas llenas. No duraron mucho más tiempo así, porque cuando las luces volvieron a encenderse, ahora azules, y rojas, y parpadeantes, la mayoría se pusieron de pie y fueron a la pista. Ahora sí, pensó Harry, la decoración encajaba con el ambiente.
“Ahora sí que parece un lugar divertido” dijo Stan, finalmente diciendo lo que los tres habían pensado toda la noche: el bar, cuando llegaron, era lúgubre y aburrido.
“¿Deberíamos ir a la pista?” preguntó Ashley mirando alrededor, apenas si quedaban un par de mesas con gente y esa gente eran parejas metiéndose las lenguas hasta la garganta.
“A mí me faltan un par de cervezas más para bailar” advirtió Harry, y bebió de un saque lo que quedaba en el vaso. Juntaron el dinero y fue a comprar otra botella, observando en el camino a la gente bailando y notando, alegremente, que había chicos bailando con chicas pero también chicas bailando con chicas y chicos bailando con chicos. Sintió un renovado afecto por Stan al darse cuenta de lo considerado que era ese chico, en llevarlo a un lugar en donde los tres pudieran estar cómodos, y pensó en que podía pagarlo dejándolo un tiempo a solas con Ash, porque era obvio que el chico tenía el crush más grande del mundo con ella.
Pero, aunque se tomó un appletini y esperó varios minutos antes de volver, con un nuevo appletini y una botella de cerveza en la mano, Ash y Stan no estaban solos. Dos chicos estaban sentados de espaldas a la pista, y aunque Harry sólo pudo reconocer a Zayn, le bastó un segundo para darse cuenta quien era el otro, y sus sospechas fueron confirmadas un instante después.
No pudo oír lo que Stan había dicho, apenas si le vio los labios moviéndose y cómo lo señalaba, porque la música estaba fuerte. Además después, cuando Louis se dio vuelta, aunque fue sólo un segundo –en serio, porque después de verlo con sus enormes ojos azules, se giró para comentarle algo a Zayn al oído- Harry casi que no pudo oír más nada. Ni la música.
“Harry” le dijo Stan cuando llegó a la mesa y dejó la botella y el appletini encima. “Harry, él es Louis, un amigo y ¿Zayn?” preguntó porque al parecer recién ahora se enteraba de su nombre.
Zayn asintió, divertido, y aunque trataba de no sonreír Harry podía ver la sonrisa dibujándosele en los labios, y lo hizo poner nervioso.
“¿Siquiera tienes la edad para beber, Harry?” le preguntó Louis arqueando la ceja, y Zayn ahora sí sonrió, agachando la cabeza. “Dale un respiro, Lou” murmuró.
Harry estaba otra vez sin palabras, y mierda, odiaba estar así. Odiaba no atinar a hacer más que ponerse colorado y nervioso cada vez que Louis se burlaba de él.
“Los conozco” dijo evitando la mirada azul, “Son amigos de Li.”
Ashley, entonces, quizá porque se dio cuenta de que Harry estaba incómodo, quizá porque sinceramente pensaba que Liam era muy guapo, empezó a hablar de Liam y de qué suertudo que era Harry. Él aprovechó esa distracción para traerse una silla y ponerla al lado de Stan, aunque también al lado de Louis, porque no había mucho más lugar en la mesa. Se sirvió un vaso de cerveza y empezó a beber sonriendo y asintiendo cada vez que el extenso monólogo de Ashley lo merecía.
Medio vaso después, Harry podía decir que estaba en control otra vez de su cuerpo. Ya no tenía las mejillas rojas, ni le temblaban las rodillas, y podría hablar y hacer algún comentario si se le ocurriera alguno.
Estaba a punto de decir algo, de bromear, como hacía siempre, conque a Ashley le faltaba un pene para ser un peligro para su relación con Liam, pero entonces Louis se le adelantó y acercándose un poco a él, como si le hablara al oído, (aunque no realmente, porque fue casi un grito) le preguntó, “¿Tu novio sabe que estás aquí?”
Harry observó a Ashley seguir hablando, a los gritos, porque la música estaba muy fuerte. Vio que Stan la miraba, embobado, como siempre, y que Zayn se reía de la charla con la rubia.
Había escuchado la voz de Louis gritada pero parecía que nadie más lo había hecho, y se preguntó si esa había sido la intención de Louis, si él no quería que nadie más que Harry oyera esa pregunta.
“¿O estás escondiéndote?” insistió acercándose ahora un poco más.
“No estoy escondiéndome” respondió, girando también un poco la cabeza para hablarle al oído. Era rudo responder hablando a la mesa cuando los demás estaban conversando de otra cosa, “Pero no le avisé, está estudiando.”
“¿En serio? ¿Estudiando?” dijo e hizo una pausa. Se acercó más a Harry, puso la mano sobre su espalda y Harry odiaba ser tan consciente de cada movimiento que ese chico hacía, “Porque nos dijo que vendría esta noche.”
“¿Qué?” Harry se alejó ahora de Louis, miró alrededor, un poco nervioso y otro poco enojado. Cuando miró a Louis otra vez él parecía aburrido y frustrado.
“Así que, tú sabes, si te estas escondiendo…” insinuó encogiéndose de hombros y se giró a Zayn para entrometerse de nuevo con la conversación de la mesa. Harry lo miró sin decir nada un buen rato, incapaz de saber si le estaban tomando el pelo o si Liam en serio estaría allí en un rato.
Podría haberle mandado un mensaje, o llamarlo por teléfono, y preguntarle, pero en cambio llamó a Louis tocando su hombro y volvió a acercarse a él.
“¿En serio? ¿Viene hoy?” preguntó.
“Así que sí estás escondiéndote” asumió Louis al verlo tan nervioso.
“No me estoy escondiendo, él se está escondiendo” protestó Harry, “Me dijo que estaría ocupado hasta el miércoles”
“No quiero entrometerme en sus problemas de pareja” mintió exageradamente, y Harry se sonrosó un poco, “Pero puedo llevarte con él si quieres”
“Claro que quiero” dijo Harry y se puso de pie. Debió haber sospechado algo cuando vio la sonrisa pícara en labios de Louis, y quizá lo hizo, aunque hizo de cuenta que no.
“Ya venimos” dijo Louis, mirando a Zayn, que respondió moviendo la cabeza de lado a lado y ahogando de nuevo una sonrisa.
Ashley miró a Harry y luego a Stan, y luego a Harry otra vez, confundida. Y Harry corrió la mirada otra vez porque ese no era el lugar ni el modo de contar que su novio le había mentido acerca de lo ocupado que estaría esa semana.
La mano de Louis reposó en su cintura el primer trayecto y cuando tuvieron que cruzar la pista lo apretó por el pliegue de la camiseta, mientras lo guiaba entre la gente. Harry estaba nervioso, histérico, no podía dejar de pensar en la mano de Louis y en su sonrisa pícara, y en la mirada de Ashley, sospechosa, y en la expresión de Zayn al verlos irse juntos.
No podía dejar de pensar, tampoco, en la mirada azul de Louis, y en lo ruidoso que era, y en esa noche en el departamento de Zayn cuando se escabulló con el dueño de casa a su dormitorio. El alcohol le sugirió que ese era un momento excelente para preguntarle habían hecho esa noche –aunque ya estaba bastante seguro- pero antes de que cualquier palabra saliera de su boca, estaban en la entrada del bar, que desde afuera parecía mucho más silencioso y aburrido.
“Justo a tiempo” dijo Louis empujando a Harry por la cintura para ponerlo delante de él. Sin embargo, una vez que lo acomodó donde quiso, no quitó la mano de allí, ni dejó de apretar el pliegue de su remera. Harry podía jurar que con su pulgar le acariciaba la espalda, aunque no estaba seguro, estaba concentrado en la calle casi desierta. “Está llegando.”
“No lo veo, sólo veo a Niall” murmuró Harry. Podía adivinar la sonrisa en boca de Louis aún sin verlo, le bastaba con oír su voz, divertida, murmurada otra vez en su oído, aunque esta vez no había música fuerte de excusa.
“¿No es Niall tu novio? Parecías tan entretenido la otra noche, hablando con él, jugando con su celular” le dijo y se mordió el labio.
Harry tragó saliva, Louis estaba cerca, muy cerca. Y él era estúpido, realmente estúpido.
“Liam es mi novio”
“¿En serio?” dijo apoyando la cabeza en su hombro, “Bueno, Liam está estudiando, así que no viene esta noche”
Harry suspiró. Era realmente muy, muy, muy estúpido.
“Vas a ser un chico alto, Harry. Ya tienes mi estatura y ni siquiera terminaste la escuela…” murmuró y luego agregó, divirtiéndose demasiado con eso que era como tortura para Harry, “Me gustan los chicos altos.”
Pero Harry no respondió. Simplemente se quedó allí, viendo a Niall acercarse, y diciéndose, por dentro, que era estúpido, el monarca de los estúpidos, recibido en la universidad estúpida de estupidilandia.
El beso en la mejilla de Louis interrumpió todos sus pensamientos. El estúpido-estúpido-estúpido que se repetía se convirtió en un zumbido brillante taladrándole la cabeza. Louis palmeó su espalda y se despidió diciendo que lo esperaría adentro, que quería dejarlo un rato a solas con su no-novio Niall, y luego se fue.
Harry escuchó la puerta cerrarse y entonces soltó un suspiro y se relajó un poco.
La mejilla le ardía del beso y de la vergüenza.
“Hola” dijo Niall, y le puso la mano en el hombro a modo de consuelo. “¿Estás bien?”
“Sí” dijo Harry, pero negó con la cabeza. “Soy tan estúpido” le explicó levantando ahora la mirada. Los ojos de Niall también eran azules pero no se parecían en nada a los de Louis.
El irlandés entonces le señaló el alfeizar del ventanal para sentarse, y los dos se pusieron uno al lado del otro.
“Sabes, Louis es un buen chico” comenzó el irlandés, y después de la carcajada casi demente de Harry, tuvo que agregar, “Lo es, en serio lo es.”
Puso la mano sobre la espalda de Harry, lo palmeó compasivamente. Harry suspiró y se encorvó un poco más, ahora casi mirando el suelo.
“Pero Liam también es un gran chico” agregó. Harry levantó la mirada, no muy seguro de que era lo que Niall le insinuaba. “Y no creo que sea justo engañarlo.”
“No lo estoy engañando” estalló Harry.
“Lo sé, lo sé” se apresuró a interrumpirlo Niall, “Pero… Como explicártelo… Louis es un gran chico, en serio, lo es. Pero él… ¿Tiene una idea bastante rara de lo que es divertido? Y cuando se le pone algo en la cabeza, no hay forma de quitárselo y…”
“¿Qué?” preguntó Harry que no entendía nada. Fue el turno ahora del irlandés de suspirar, de buscar las palabras que quería decir.
“Verás, sé que no estás engañando a Liam, ¿Si? Sólo digo que… No deberías hacerlo”
“Sé eso”
“Por ahora…” murmuró.
Harry se puso de pie, frustrado.
“No entiendo que quieres decirme: No soy estúpido, sé lo afortunado que soy de tener a Liam, sé que es listo y guapo y divertido y generoso, y… Y jamás lo engañaría”
“Bien” dijo Niall y se puso de pie también, sonriente. “Entonces olvida lo que dije, ¿sí?”
Harry abrió y cerró la boca un par de veces, confundido y enojado. Realmente se sentía estúpido esa noche. El irlandés lo tomó por el hombro y lo guio de nuevo adentro del bar, bromeando en el camino que Harry era muy pequeño para estar allí esa noche, aunque no sonó tan hostil ni molesto como cuando Louis lo hacía.
Cuando llegaron a la mesa en la que Stan y Ashley estaban, Louis y Zayn se pusieron de pie, y después de que Niall se presentó los tres se disculparon hacia la pista de baile. Harry se sonrosó cuando Louis le sonrió, y le murmuró un “nos vemos” al oído –Porque la música esta fuerte, Harry, se repitió para tranquilizarse- y después de saludar a Niall y Zayn se desplomó sobre la silla cansado.
Pasó el resto de la noche negándose a responder cualquier pregunta que le hacía Ashley, y apreciando el silencio comprensivo de Stan al respecto. Una hora y varias cervezas después, Harry estaba bailando con sus amigos en la pista, y aunque miraba alrededor en cada oportunidad que tenía, no había rastros de Louis, ni de Zayn ni de Niall.
liliumpumilum
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Capítulo 5
Liam 12:30
¿Aún en pie lo de esta noche? No me escribes desde el domingo :( Después de este examen prometo tener más tiempo, ¿Si? Deséame suerte xx
Harry releyó el mensaje por novena vez en el día. O décimo novena, o algo así. Barajó la posibilidad de responderle, aunque fuera seis horas después, pero aunque intentó escribirle de quinientos modos distintos, siempre terminaba cerrando la tapa del celular frustrado e insultándose en voz baja.
Finalmente decidió que no tenía sentido responderle, porque arruinaría la sorpresa, y además, mejor dejar de intentarlo porque los chicos universitarios del campus lo miraban con cara rara cada vez que empezaba a balbucear maldiciones para él mismo frente al celular.
Se había puesto sus ropas más adultas y había intentado no hacer el ridículo. Hasta le había pedido consejo a Gemma, su hermana, para que le ayude a sumarse unos años. A modo de pago, Gemma le pidió que la dejase quejarse tranquila de lo vieja que estaba, de que Harry ya no era un niño y de que no había forma de hacerlo lucir viejo con esos rulos adorables.
“¿Debería cortarme el pelo?” preguntó un poco avergonzado después de que su hermana le preparara un outfit casual, pero oscuro, y se lo dejara sobre la cama. Gemma sonrió, meneando la cabeza de lado a lado antes de contestar.
“¿Estás loco, Haz? ¡Son tu encanto! No puedes quitarte los rulos, y mucho menos por un tipo”
“No es un tipo, es Liam” respondió él, y el rojo se asentó entonces definitivamente en sus mejillas, y el beso de su hermana, después, no ayudó a que se vaya.
“Liam es un tipo” le explicó mientras se decidía por la camiseta más apropiada “Y además, creo que a él le gustan tus rulos también, siempre le gustaron, lo dice todo el tiempo”
Gemma se acercó a su hermano frente al espejo, y acomodó en su pecho ahora una camiseta, luego otra, viendo cual quedaba más adulta en él. “Esta…” murmuró decidiéndose finalmente por la remera oscura de los ramones, “Ahora a buscar un jean que no te haga ver como un adolescente punk y estaremos bien” dijo para sí.
Luego levantó la vista a su hermano otra vez.
“¿Recuerdas el año pasado, en la pileta?” se burló entre carcajadas “Dijo que parecías bebé tarzán.”
“No quiero parecer bebé tarzán” protestó Harry y se puso la remera de los ramones como su hermana se lo ordenó. “Quiero parecer adulto tarzán, o como sea”
“Bueno, adulto tarzán también tiene rulos” le explicó. No pasó ni un segundo antes de que Harry abriera la boca, otra vez, para quejarse.
Su hermana se encogió de hombros, puso los ojos en blanco y suspiró. Listo, pensó Harry, la había sacado de quicio.
“Si tanto te molestan puedes usar un gorro, eso le daría un toque hipster y universitario a tu look” se burló.
Así que Harry se puso un gorro, la remera de los ramones, y un pantalón de jean que no lo hacía ver como un adolescente punk y se fue al campus, a esperar a Liam cuando saliera de su examen.
Ahora que estaba allí, sin embargo, se dio cuenta de que lo que Gemma veía en la facultad de Humanísticas definitivamente no era lo mismo que Liam veía en su facultad de Ingeniería. Allí las remeras o eran lisas, o tenían bromas nerd escritas, pero al menos la mayoría usaban converse, como él, y además el propósito estaba logrado: no se veía como un niño. Todavía nadie le había preguntado qué hacia allí o si estaba perdido.
Cansado de estar parado, se acercó a uno de los bancos cerca de la entrada del edificio, sacó de nuevo su celular del bolsillo (y juró que no releería el mensaje de Liam) y se puso a jugar a los videojuegos.
Iba por el nivel 16 cuando escuchó la voz familiar de su novio.
“Aún no me respondió, ¿crees que está enojado conmigo?” preguntó Liam, y Harry levantó la mirada disimuladamente para ver donde estaba.
Él y Zayn estaban parados cerca de la entrada. Liam acababa de guardar su celular en el bolsillo, y parecía como un cachorrito perdido, pero esta vez, Harry, en vez de ir con él a decirle que deje de preocuparse, que todo estaba bien, aprovechó el anonimato de la muchedumbre para observar un poco más.
Además había algo reconfortante de saber que hasta en la facultad Liam pensaba en él. Hablaba de él.
“No está enojado, Li” dijo Zayn después de darle otra pitada al cigarro. “Debe estar ocupado, con sus amigos, no lo sé… ¿Que dijeron que harían esta noche?”
“Dije que iríamos al cine”
“Entonces supongo que tiene las entradas en el bolsillo y estará en tu casa en una hora” adivinó Zayn, y Harry tuvo que darle un poco de crédito: tenía las entradas en el bolsillo. “¿Dónde está Louis?”
“Convenciendo a la profesora de que le suba un punto” dijo Liam rascándose la cabeza.
“10 libras a que lo logra”
“Claro que lo logra, Zayn, siempre lo hace. No voy a tirar mi dinero” le dijo y estuvo a punto de sacar el celular del bolsillo, para chequear otra vez si Harry había respondido, pero Zayn se adelantó y le ofreció una pitada.
“Vas a necesitar el dinero para comprar palomitas, eh” bromeó Zayn mientras Liam fumaba.
Liam fumaba.
Harry podría haber gritado en ese mismo momento si no fuera porque por el pasillo salió Louis, con una barba de tres días que no llevaba el lunes y una sonrisa orgullosa en el rostro.
“Hey” lo saludó Zayn, “¿Aún tienes un 6.75?”
“Nop, un 8 redondo” respondió contento, ganándose un suspiro de su amigo. “Comparte eso, Li” le dijo extendiendo la mano para que Liam le dé el cigarro.
“¿Qué somos, niños?” protestó Zayn y sacó la caja de marlboro del bolsillo, para ofrecerle uno nuevo a su amigo. “Puedo costearme invitarle unos cigarros a mis amigos”
“Supongo que no tenemos quince ya, eh” bromeó Louis, y su sonrisa, pensó Harry, era realmente angelical. Amable. Simpática.
Visto así, desde lejos, parecía un chico amable, como Niall había dicho.
Louis se puso el cigarro en la boca y Zayn lo encendió haciendo alguna broma en voz baja que Harry no pudo oír pero hizo que Liam se ahogara con el humo.
“Así que, Li” dijo Louis después de un par de profundas pitadas. “¿Vienes a casa de Niall?”
Pero Liam simplemente negó con la cabeza.
“Tiene una cita con su novio, ¿recuerdas?” le explicó Zayn exagerando los gestos mientras tomaba el cigarro que Liam le devolvía.
“Si es que eso sigue en pie”
“Oh dios, Liam, apuesto a que está en su casa pensando que ponerse” le dijo Louis y palmeó su espalda comprensivamente.
Harry podría haberse quedado observando como un bobo todo el día. Observando como Liam fumaba y como Zayn se reía, y como Louis era en verdad una persona amable, pero empezaba a sentirse un poco incómodo de escucharlos hablar de él, y además, la función empezaba en una hora y media y el cine no estaba tan cerca.
“¿Así que, todavía no respondió?” preguntó Louis ante el silencio de Liam, y él sacó el celular del bolsillo otra vez, sin darse por enterado de la mirada de reproche que Zayn le daba a su mejor amigo en el momento.
“No” dijo triste, y mientras volvía a guardar el celular, Zayn volvió a convidarle el cigarro.
Entonces el celular de Liam sonó con un bip-bip, y el cigarro cayó al suelo ante la queja de Zayn (“¡Cuidado! ¡Eh!”) y la carcajada ruidosa de Louis.
“¿Qué te puso?” preguntó leyendo sobre el hombro de Liam, pero él no dijo nada. Parpadeó sin dejar de mirar la pantalla ni por un segundo, sonrosándose a cada minuto, y ante la pregunta de Zayn fue Louis quien respondió, leyendo en voz alta, con una sonrisa formándose en sus labios.
Harry 19:06
¿Desde cuándo fumas?
Y entonces, cuando los tres miraron alrededor con rostros confundidos, fue la carcajada de Harry la que delató en seguida su presencia.
Liam tenía los ojos más bonitos del mundo, pensó Harry, cuando sus miradas se encontraron otra vez, después de casi una semana. Los dos sonrieron al verse, y Zayn y Louis no pudieron contenerse de poner los ojos en blanco.
Harry se puso de pie, y se sacudió la tierra del jean, buscando una excusa para no mirar a Liam mientras se acercaba, porque definitivamente no se veía como un adulto sonriendo tontamente a su novio. Pero a Liam eso no parecía importarle, porque con sonrisa tonta y todo se acercó a él mirándolo fijo.
“Pensé que estabas enojado” dijo antes de saludarlo con un beso en la mejilla, muy, muy cerca de la boca. “No respondiste mi mensaje, ni me escribiste…” le explicó.
“No quería distraerte” murmuró Harry, un poco avergonzado. Había sido un poco eso, otro poco que no sabía si Louis y Zayn le habían contado que lo habían visto, y no sabría que decir al respecto.
“Te dije que no estaba enojado” dijo Zayn acercándose, seguido por Louis. Los dos saludaron a Harry con un apretón de manos, y él casi que se quedó esperando, un segundo, por un gesto hostil, una burla, un comentario. Pero en cambio, con una sonrisa amable, Zayn le preguntó si había comprado las entradas para el cine ya.
“Las tengo en el bolsillo” admitió Harry, un poco avergonzado. Y Louis sonrió mirando el suelo, mientras Zayn repetía te lo dije y Liam sonreía.
Y Harry sabía que no debería prestarle atención a eso en ese momento, pero Louis jugaba con el cierre de su chaqueta, mientras sonreía silenciosamente, y no pudo evitar preguntarse qué estaba pensando, qué lo tenía así.
“¿No es esta la primera vez que vienes al campus?” dijo Liam, ganando así la atención de Harry otra vez.
“Uhúh” asintió un poco avergonzado, porque era como si todos alrededor se estuvieran enterando ahora, pese al gran esfuerzo que él había hecho de vestirse como un adulto, de que estaba aún en el colegio.
“Me parecía, déjame que te muestre un poco” le pidió Liam después de mirar el reloj, tenían tiempo para una recorrida rápida antes de la película. “Quiero mostrarte donde tomo mis clases, y donde están los dormitorios para los chicos que no son de aquí, y el bar…”
“No le muestres el dormitorio de Louis, lo asustarás” bromeó Zayn. “Nosotros deberíamos irnos, Niall nos espera”
Entonces, luego de unos breves pero respetuosos saludos por parte de Zayn, Louis se había ido con esa misma estúpida y adorable sonrisa y siguiendo a su amigo y sin decir nada siquiera un “Hasta luego”.
Y Harry no pudo evitar mirar apenas unos segundos de más como los dos chicos se alejaban paso a paso. En seguida, sin embargo, volvió la vista a Liam, tomó su mano y lo siguió, mientras él le explicaba lo bien que le había ido en el examen (era realmente bueno con eso de los números, compensaba un poco con su falta de ortografía), lo rica que era la comida en el café, lo cómodo que era estudiar debajo de los árboles de la mini reserva ecológica del campus y lo justo que era que la parada del colectivo estuviera a una cuadra del campus y a una cuadra de su casa también.
Harry escuchaba, en silencio, sin hacer más que sonreír y acotar con tímidos “Ya veo” o “Eso es lindo” y demás.
Pero aunque le encantaría poder concentrarse más en él y en lo que le decía, y aunque le dolía sentirse así, y lo hacía sentir culpable, en serio, aunque intentaba, realmente intentaba, no podía dejar de pensar en esa sonrisa silenciosa de Louis, en lo amable que se mostraba con los demás, en lo guapo que lo hacía ver esa barba de tres días.
“Y este es el dormitorio de Louis” dijo Liam señalando una ventana de cortinas cerradas.
La mínima mención del nombre valió para que Harry soltara finalmente las palabras que venía guardando, a mucha honra y con mucho esfuerzo.
“Se comportaba distinto hoy, casi amable” dijo exagerando un gesto de fastidio.
Liam se rio ante el comentario de su novio y se encogió de hombros antes de hablar.
“Siempre está así después de los exámenes, cansado, tú sabes”
“¿Así que no es malvado cuando está cansado?” preguntó Harry poniendo demasiado énfasis en la palabra malvado.
“Louis no es malvado, es sólo que le encanta molestar a las personas” explicó Liam volviendo a tomar la mano de Harry y llevándolo ahora hacia otra parte del campus.
“Pensé que esa era la definición de malvado” murmuró Harry.
“No, porque a los malos les gusta lastimar a las personas, a él sólo le gusta molestar” explicó, y en seguida volvió a reír, contagiándole la sonrisa a Harry, “Esa es su explicación de hecho, muchas personas preguntan lo mismo.”
Harry se aferró a la mano de Liam con un poco más de fuerza, y apoyó la cabeza en su hombro aprovechando aquel breve momento de soledad. Cruzando el césped, de los dormitorios a la entrada, y a las siete y veinticinco de la tarde, no había mucha gente allí.
“Le agradas, si eso te preocupa” dijo Liam luego de que pasara casi un minuto sin que ninguno de los dos dijera nada. “No te molestaría si no le agradaras”
Y entonces Harry se sintió aún peor de lo que se había sentido en esos días. Peor de lo que se sintió el martes por la mañana, luego de haberse encontrado con Louis, Zayn y Niall la noche anterior; peor de lo que se sintió todo el día sin responder el mensaje de su novio; peor de lo que sintió cuando miraba a Liam pero en realidad también miraba a Louis y a esa barbita que… Mierda, se veía bien.
Peor que todo eso porque Liam intentaba reconfortarlo, porque era su novio, porque estaba preocupado por él, porque quería que esté tranquilo, y sin embargo cuando le dijo que a Louis le agradaba, a Harry el corazón le dio un vuelco, y latió muy fuerte, y las mejillas se le encendieron en rojo cereza y casi sonrió, aunque se contuvo.
Peor, porque en ese momento, Harry ni siquiera podía pensar en Liam, ni aunque estuviera tomando su mano ni aunque estuviera reposando la cabeza en su hombro. Peor porque en ese momento, en lo único en lo que Harry podía pensar era en Louis.
liliumpumilum
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
Capítulo 6
Esa era una noche para pensar en Niall. En Liam, en todo caso. No en Louis. No era el concierto de Louis, ni Harry era su invitado. Era el concierto del irlandés, y había invitado a Liam (“Trae a Harry, por favor” le había pedido), y sin embargo, la cabeza de él estaba llena de Louis. De la frente a la nuca y de adentro hacia afuera: Louis.
Que Louis iba a estar allí, que quizá no se había afeitado y tenía barba otra vez, o llevaría el mentón y las mejillas limpias, como nuevas. Que estaría vestido a lo snob como la primera vez que lo vio, o casual, como cuando lo encontró en la facultad de Liam. Que quizá se comportaría como un imbécil, o aprendería a tratarlo como trataba ala gente que le caía bien, como Zayn, Liam y Niall.
Quizá, pensó Harry, había pasado algún tipo de prueba sin saberlo. Quizá Louis lo había aprobado. Quizá ahora le sonreiría como le sonreía a los demás, charlaría campantemente, no se burlaría de su edad, o sus rulos, o su cara de infante.
Bueno, eso no pasó. Louis recibió a los tortolitos al grito de llegó la niñera, e hizo por veinteava vez un chiste porque Harry no tenía edad para beber. Para colmo Harry había estado con fiebre esa semana, y estaba tomando antibióticos, así que mientras todos bebían licores y cerveza, él estaba con su triste vaso lleno de coca cola y burbujas.
Así que Harry estaba un poco decepcionado, porque las cosas no eran tan excitantes como parecían en su cabeza, porque Louis no le había hecho ninguna de las bromas para las que Harry había planeado una respuesta y porque, sobre todo, no le estaba prestando mucha atención en lo absoluto.
Había un asiento perfectamente vacío al lado de Harry, opuesto a Liam, y sin embargo Louis se había sentado del otro lado de la mesa, al lado de Zayn, y al lado suyo estaba Josh y luego un par de chicas que Harry no conocía.
No estaba tan mal de todas formas, porque entonces Louis no podría molestarlo (no iba a ponerse a gritar mientras Niall tocaba), y se ahorraría las bromas estúpidas, y además Josh estaba bien, era amable. Muy en el fondo, sin embargo, lo que le gustaba a Harry es que así en esa posición, con las sillas y la mesa situadas de ese modo, con lo oscuro del bar y el ruido de la música, Harry podía mirar a Louis todo lo que quisiera, y no se notaba.
Podía observar como sonreía, achinando los ojos, hablando con Zayn, mostrando sus dientes blancos y sus colmillos de vampiro. Como echaba la cabeza atrás para reír, como siempre quebraba la muñeca, en un gesto muy femenino, al reposar el brazo.
Louis era un chico muy fácil de mirar, especialmente en un lugar tan oscuro, porque todo en el brillaba, sus ojos, su sonrisa, su piel.
Y Harry realmente no se hubiese dado cuenta de que la banda había empezado a sonar si no fuera por él.
Es decir, Liam le había dicho que Niall subía al escenario, y Harry le había respondido que sí, y que estaba ansioso, pero realmente no le había prestado atención. Y la música sí, era muy buena, pero él estaba distraído por otras cosas.
Distraído por Louis y su sonrisa y sus posturas y sus ojos. Y entonces, cuando la música empezó, la carcajada estrepitosa se transformó en una sonrisa calma como un charquito y sus propios dedos se entrelazaron sobre la mesa, moviéndose torpemente al ritmo de la música.
Ese Louis se parecía al Louis de la facultad, al que le había saludado amablemente, el que lo había tratado tan amablemente. Era difícil creer que fuera el mismo que se burlaba y hablaba fuerte y se encerraba en el dormitorio con Zayn en una fiesta.
Se veía como un gatito, quedándose dormido, pensó Harry.
Porque Louis era masculino y delicado al mismo tiempo. Era inmensamente guapo, sí, y sexy –aunque Harry odiaba esa palabra-, pero sobre todo era misterioso, y lo atrapaba como la novela más rebuscada de Agatha Christie.
Harry realmente se sentía como la primera vez que había leído un policial, ansioso, desesperado por pasar las hojas, pero también deteniéndose de a momentos a analizar la situación, a buscar las pistas, a intentar descubrir él la respuesta. Con Louis era igual, no podía evitar preguntarse qué buscaba en él, si estaba sólo jugando, como decía Niall, o si iba en serio… Porque esa vez que lo vio, cuando le besó la mejilla y lo llevó por la cintura Harry sintió que estaba coqueteando, que Louis lo llevaba afuera porque quería más de él.
Y Harry había ido detrás de él, pero realmente no era el momento de pensar en eso. Además sabía, en el fondo sabía, que él no sería capaz de engañar a Liam. Porque lo amaba, con locura, lo celaba, y lo extrañaba, y mierda, coger con él era fantástico. Eso era amor, y Harry sabía que debía cuidarlo.
Esa cosa, con Louis, eso era sólo curiosidad, era como leer una novela policial, Harry sólo estaba intentando descifrarlo… Aunque temía que, como en sus libros, la única forma de descubrir la respuesta fuera llegando al final.
Harry había dedicado incontables minutos de su vida a imaginarse escenarios, posibles respuestas a todas preguntas. Se había imaginado charlas, y confesiones, y cosas que excedían un estricto interés académico.
Entonces se sentía mal, culpable, y le mandaba a Liam un mensaje diciéndole lo mucho que lo quería, y él le respondía con su horrible ortografía y una carita sonriente, y con cientos de promesas de cosas por hacer.
Y Harry se decía que entonces eso tenía que ser amor, aunque nadie lo había preguntado, aunque no tenía por qué preguntárselo, porque Liam lograba sacarlo de sus crisis existenciales con nada más que una smiley face en un mensaje de texto.
Esa noche, mientras Niall tocaba la guitarra y cantaba con su voz relajada, a Harry los escenarios de su cabeza lo llevaron muchos años adelante, a una vida sin Liam, a un encuentro inesperado en la calle con Louis, a una invitación sutilmente indecente que él aceptaría porque estaba soltero, de todas formas, y porque si no podía aceptar una invitación de Louis siquiera en su mente, eso era muy triste.
Pero otra vez se acordó de Liam, y de qué no habría un futuro en el que no estén juntos, poruqe lo de ellos era para siempre, eso se decían todo el tiempo, y todos parecían estar de acuerdo. Sus familiares, sus amigos, todos habían dicho “era hora” cuando empezaron a salir, y mencionaban incesantemente cuánto envidiaban su relación.
Harry y Liam jamás cortarían. Estaban destinados a terminar juntos. Y entonces el escenario de la cabeza de Harry se volvía incómodo, molesto, porque aún en el futuro, si se cruzaban en cualquier esquina, si Louis le hacía una invitación, Harry tendría que decir que no. ¿Por qué eso le hacía picar el pecho por dentro, de todas formas? ¿Por qué importaba tanto?
“¿Por qué tenía que seguir pensando en Liam?“ se preguntó Harry, intentando borrarlo a toda costa de su mente, al menos por un momento. Y sabía que estaba un poco, un poquito mal, pero Louis era tremendamente atractivo, especialmente cuando ladeaba la cabeza de lado a lado, cuando sonreía de ese modo tan natural.
Los escenarios de su cabeza se derrumbaron todos, ya no había ni Liam, ni tiempo, así que Harry no sabía ni cuándo, ni dónde, ni cómo pero había una cama y en su mente Louis y él estaban en ella.
Y Louis era un poquito más petiso que él pero estaba encima porque “Créeme, quieres que yo guíe.”
Debió saber que ahora era demasiado tarde, debió pensarlo antes de dedicarse a mirarlo así, a pensar en él de esos modos, pero ahora era inútil intentar pensar en otra cosa. Harry intentó, como pudo, concentrarse en el escenario. En Niall, en su canción, en el ruido de la guitarra, gentil, ligero.
Pero el corazón le latía rápido y le apretaban los pantalones.
Tragó saliva, apoyó la cabeza en el hombro de su novio e intentó a toda costa relajarse. Intentó pensar en cachorros, en osos marinos bebés, y en chocolates. Intentó que la música lo envolviera, cerrando los ojos, intento pensar en Liam, o en cualquier amigo suyo, en los planes para el fin de semana.
Pero en cambio pensó de vuelta en Louis, en lo guapo que está esa noche, en sus ojos azules, en su sonrisa, en su boca que puede imaginarla chupándole el cuello, la oreja, los labios…
Harry abrió los ojos porque quizá sería un poco más difícil imaginarse esas cosas con los ojos abeirtos, fijos en el entorno, en la gente que iba y venía, en los tragos y en la música, y en los pocos bailarines en la pista. Pero su mirada verde no prestó atención a nada de eso, porque Louis ya no movía la cabeza de lado a lado, y en cambio lo miraba fijamente.
Y antes de que sonriera para el costado, Harry pudo ver una pista de la lengua en la comisura de los labios.
Estaba asustado, en pánico, pero no corrió la mirada. Los ojos de Louis eran azules y estaban encendidos como los reflectores en el escenario; apenas si podía verse algo más que él en ese lugar tan oscuro.
Era difícil hasta ver el contorno de las sillas, y las mesas. A ojos de Harry era como si Louis estuviera suspendido en el espacio, mirándolo fijamente, sonriendo para el costado y rascándose el cuello lenta y suavemente, casi como si se lo estuviera acariciando allí en el rincón debajo de la oreja, rozando apenas los cabellos de la nuca.
Y Harry no pudo evitar volver a fantasear, imaginarse que Louis se levantaba para ir al baño, y él iba detrás de él, y en el pasillo oscuro era tumbado contra la pared y besado apasionadamente… No: desesperadamente, sin mediar palabras, porque… Puta madre, las palabras eran las que volvían tan incómodo todo. Las que le recordaban que de Louis no sabía más que el apellido y aún así le temblaban las rodillas cuando estaba a punto de verlo, de que tenía a Liam al lado y que no podía siquiera mirarlo, de que no sabía ni por qué pensaba tanto en Louis y ni siquiera si él pensaba apenas un poco en él.
Las palabras sobraban, molestaban, así que Harry ni siquiera pensó en ellas.
Pensó en Louis besándolo, acorralándolo contra la pared, y se imaginó a él bajando la caricia de su espalda a su culo, ese magnífico culo que no pudo evitar notar, apretarlo, acercarlo más a él, y besarlo también, en la boca pero más en la mejilla y en el cuello.
Pensó también que entonces la mano de Louis dejaría de acariciar su cintura, de tironear de su camisa, y que le desabrocharía el pantalón y lo tocaría encima de la ropa interior.
Y la mirada de Louis era tan intensa, estaba tan fija en él esa noche, que era como si pudiera sentir sus manos, tocándolo, aunque en realidad era la suya propia, rozándolo encima del pantalón, debajo de la mesa de ese bar, mientras Niall tocaba la guitarra.
Harry se rozaba y apenas si podía parpadear, respirar, moverse al mismo tiempo.
Sabía… Sabía que lo que hacía estaba mal, porque… ¡Estaban en un bar! Con gente a su lado, con LIAM a su lado, sobre todo. Pero no, “No pienses en Liam ahora” se dijo Harry, “Esto es inofensivo, sólo soy yo, no hay nadie más.”
Era mentira. Porque Louis estaba, en su cabeza y frente suyo, mirándolo fijamente con una sonrisa húmeda de tanto relamerse los labios.
Y Harry sintió un cosquilleo desenfrenado y se mordió, con fuerza, ahogando un suspiro, y dejando una línea roja marcada a fuego en su boca. Y el cosquilleo le trepaba de la ingle al vientre, haciéndole casi cosquillas.
La mirada de Louis estaba igual, pero ahora a Harry le ponía las mejillas rojas, porque sabía que él podía verle desde los dientes clavados en el labio inferior, y el pecho moviéndose agitadamente, hasta el movimiento del brazo que delata el de la mano, que lo anunciaba a gritos.
Podía verle desde el cuerpo hasta la mente, y eso lo hacía sentir muy, muy desnudo.
Era como un sueño, un sueño muy caliente, porque Harry era incapaz de razonar, de pensar en lo extraño de la situación, en el poco sentido que tenía y en cambio se dejaba llevar, sin importarle si tendría el pantalón manchado, o si Louis sabría desde allí y para siempre que en un bar, mientras Niall tocaba la guitara, en frente de todos sus amigos, él se masturbó pensando en él.
Mientras él lo miraba.
Y su mano se movió más rápido, apenas un poco más rápido, porque ya estaba allí de todas formas, pero ¿podía Liam sentir el temblor de su cuerpo, ya que estaba apoyado sobre él? ¿Podía sentir el sudor y el miedo y la culpa? ¿Podría al verlo, cuando encendieran las luces, descubrir lo que acababa de pasar? ¿Podría reconocer los movimientos del orgasmo de su novio esa noche? ¿Y le preguntaría muchas cosas y Harry podría responderle sin tartamudear?
Pero justo, justo, cuando llegó al climax, la canción terminó y entre el barullo de gente poniéndose de pie, aplaudiendo, nadie notó que en la oscuridad de ese bar había un chico, Harry Styles, temblando de placer en una silla, agachando la cabeza para que su expectador de ojos azules no viera la cara que estaba haciendo en ese momento.
Ni que otro chico, Louis Tomlinson, frente suyo, no había encontrado las fuerzas dentro para ponerse de pie y aplaudir también, como hacía el resto de los comensales. No encontraba siquiera las fuerzas para cerrar la boca, ni para pensar correctamente, ni para hacer una broma, en serio.
“¿Te sientes bien, Haz?”
La voz de Liam era como un centenar de pequeñas agujas en el pecho.
“¿Te volvió la fiebre?” y ahora era su tacto también que dolía, sobre su frente. “¿Quieres que te lleve a casa?”
“Sí, por favor” dijo Harry.
Alrededor de ellos, en la mesa, durante el breve intervalo de canción a otra, todos hablaban, pero lo único que Harry escuchaba era la ausencia de esa voz, de esa carcajada. No debía mirar, no debía, pero lo hizo.
El asiento de Louis Tomlinson estaba vacío, y eso, pensó Harry, ni quemaba ni se sentía como un millón de agujas, sino peor, como si alguien le estuviera sacando a Harry algo de adentro, a la altura de la boca del estómago, de un brutal arrancón.
liliumpumilum
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
Capítulo 7
“¿Te das cuenta de que estás actuando como una colegiala?”
Zayn sonrió, sin quitar ni por un segundo la mirada del espejo. Hacía calor para usar una camiseta con camisa encima, pero Liam siempre decía que le quedaban bonitas, que lo hacían ver más masculino.
“Te estoy hablando” Louis insistió, así que Zayn puso los ojos en blanco y cruzado de brazos se giró hacia su amigo.
“¿Qué te pasa?” le preguntó.
Louis se enderezó en la cama, en la que había estado echado leyendo revistas por la última hora y media.
“Te vas a morir de calor, hacen treinta grados afuera”
“¿Y?”
“Dudo que a Liam le guste tu olor a sudor contaminando el aula”
“Esto no tiene nada que ver con Liam” dijo y volvió a mirarse al espejo, para reevaluar si sumaba más puntos una camiseta con camisa arriba o un aroma agradable. Aunque Liam nunca había mencionado si olía rico o no. “¿Huelo bien, Lou?”
“Oh, dios” Louis tiró la revista a los pies de la cama y sin decir nada más que “prepararé el almuerzo” dejó a Zayn sólo en su habitación.
Zayn sonrió al ver a su mejor amigo largarse exasperado, y volvió a mirarse en el espejo. Louis tenía razón: estaba comportándose como una colegiala.
Así que se sacó la camisa, buscó una camiseta clarita, blanca, porque rebotan el sol y son más frescas (eso le había enseñado Niall) y se acomodó el cabello como pudo. Se miró otra vez en el espejo y se acarició la barba, corroborando que aún estuviera lo suficientemente corta, odiaba cuando le crecía mucho, parecía uno de esos hippies de humanísticas.
Después caminó hacia el escritorio, que usaba más para poner cosas arriba que para estudiar, y tomó un perfume que su mamá le había regalado en navidad. Volvió a mirarse al espejo, para asegurarse que todo estuviera en orden, y luego volvió al comedor.
“¿Qué mierda estás haciendo?” exclamó asustado al ver el desastre que Louis estaba haciendo en su cocina. De una sartén un poco vieja, que se había traído a escondidas de su casa, salía una humareda negra.
“Huevos fritos” explicó Louis dando un paso al costado y dejando a su amigo encargarse del almuerzo. Dio la vuelta a la barra y se sentó del otro lado, para mirar desde esos altos banquillos a su chef por excelencia. Era fácil hacerlo cocinar, lo único que Louis tenía que hacer era empezar el trabajo, hacer un desastre y dejar que él se ocupe de arreglarlo.
“¿Por qué pusiste el fuego tan alto, Lou?” protestó mientras bajaba la perilla de la estufa y despegaba como podía el huevo con la espátula. “¿Y pensabas comer huevos fritos solos? Realmente, no sé cómo te mantienes tan flaco.”
Louis tenía una sonrisa de oreja a oreja, y vigilaba cada movimiento de su amigo desde su banquito. Zayn era, de todas las personas que conocía, el más sencillo de manipular. Era demasiado fácil saber cómo reaccionaría.
Así que cómodo, y con esa expresión de orgullo y amor propio, Louis lo vio sacar unos bifes de la heladera y pelar unos tomates mientras esos se cocinaban. Estuvo tentado de pedirle que hiciera unos huevos duros, para mezclar en la ensalada, pero cuando Zayn se acercó hacia donde estaba él para sacar el aceite y la sal, algo le hizo olvidarse por completo.
“No puedo creer que te pusiste perfume” dijo llevándose la mano a la frente, y disimulando una sonrisa. “Esto se te está yendo de las manos, Zayn”
Tenía las mejillas rojas como los tomates que pelaba, y se mordió el labio mientras pensaba qué responder, pero Louis fue más rápido.
“¿Por qué no hablas con él y ya?”
“No es el momento” dijo, encogiéndose de hombros. Zayn adivinó de antemano lo que su mejor amigo le diría, así que cuando oyó las palabras exactas saliendo de sus labios, no pudo evitar sonreír.
“Nunca es el momento contigo” le reprochó, apoyó la cabeza en el mentón, lo observó, intentando adivinar el motivo de su sonrisa. “¿A qué estás esperando? ¿Cuándo será ‘el momento’?”
“Cuando rompa con su novio”
Louis podría haberle dicho lo que le decía siempre, que Liam jamás le rompería el corazón a su noviecito del colegio, que si Zayn quería tener algo con él debía decírselo, plantarle la idea en la cabeza, y darle tiempo para que vea que quisiera hacer.
Pero esta vez, apenas Zayn mencionó a Harry, Louis agachó la cabeza, miró el borde del desayunador de madera, rayoneado por su propio rasguñeo nervioso. Recordaba el recital de Niall a la perfección, recordaba la mirada de Harry, recordaba esa expresión que no era de fiebre, y… Puta madre, no podía ser…. Eso no podía haber pasado, tenía que haber sido un sueño, o su imaginación (estaba oscuro, al fin de cuentas)
Pero lo que sí había sido real, y de eso no cabía ninguna duda, era de la breve visita posterior al baño, de Louis encerrándose en un cubículo y actuando él, por única vez en la vida, como una colegiala. Louis nunca actuaba como colegiala, ni siquiera cuando iba al secundario.
“Y sé lo que estás pensando” dijo Zayn interrumpiendo sus pensamientos, y Louis se asustó tanto que levantó el mentón con una expresión que delataba culpa. Por suerte, su amigo ni lo miraba. “Que eso no va a ser nunca, que Liam sería incapaz de romper con alguien, pero…”
“¿Pero…?” preguntó Louis.
Zayn se mordió el labio antes de hablar, intentó disimular una sonrisa.
“Soy una horrible persona”
“Escúpelo, ¿qué pasa?” preguntó Louis, mucho más interesado de lo que debería estar.
“Bueno, ayer Liam me dijo que Harry no le habla en dos semanas, que se esconde de él, que no le responde los llamados, que ya se cansó de ir a la casa y que la madre le inventé las más estúpidas historias de por qué no está” Zayn dio vuelta los bifes, y siguió con su tarea de condimentar la ensalada. La sonrisa se le escapaba por la comisura de los labios sin que él pudiera contenerla, su mirada parecía perdida en algún lugar, aunque en verdad estaba mirando sus dedos, el trabajo de sus manos sobre la comida. “Aunque puede que esté planeando otra estúpida sorpresa, eh” balbuceó, un poco triste, “Como esa vez, que fue a la facultad.”
“Se veía lindo esa vez, no parecía recién salido de la guardería” comentó Louis, y agradeció que Zayn no estuviera mirándolo porque esa frase había salido del subconsciente más profundo, y la expresión que lo había acompañado no era precisamente austera, irónica, como cada vez que Louis hablaba de Harry. O de cualquier hombre, viniendo al caso.
“Ahh” Zayn dejó el bowl de un golpe sobre el mesón, se llevó las manos a la cabeza ignorando los tomates desparramados por todos lados. “Soy horrible, Lou”
“No eres horrible” dijo Louis y le revoleó un repasador por la cabeza, “Bastante guapo, diría yo”
Zayn le devolvió una mirada oscura, y una sonrisa culposa.
“No debería querer que rompan, Liam va a ser un estropajo, llorando por los rincones…”
“Primero, Zayn” dijo Louis, mientras se bajaba del banquito porque se le dormían las piernas de tenerlas colgando, “No sabemos si van a romper.”
Zayn asintió, casi avergonzado de asumir que eso era lo que pasaría.
“Segundo, si y sólo si rompen… Tú estarás allí para hacerlo sentir mejor”
“Ah, calla” protestó mientras se le teñían las mejillas de rojo otra vez, y juntaba los tomates sobre el bowl.
“Y tercero tengo hambre, y llegaremos tarde… Y creo que los bifes se queman”
*
Liam se veía excepcionalmente guapo ese día, pensó Zayn mientras lo observaba desde su solitario asiento al fondo del salón. Siempre decía que se sentaba allí para estar tranquilo, para escuchar música cuando se aburría, porque estaba cerca de la puerta o por cualquier otro motivo, pero en verdad sólo le gustaba estar en un lugar estratégico para mirar a Liam.
No, no estaba actuando como una colegiala. Estaba actuando como la colegiala, la princesa de las colegialas, coronada del modo más cursi, hueco y estúpido. Sólo le faltaba escribir Mr. Payne en los cuadernos, y listo, asumiría el trono.
Siendo justos, Liam tenía ese poder en la gente. Se veía tan dulce, tan tierno, tan ingenuo, que todo el mundo sentía ese deseo irrefrenable de querer protegerlo, y si había algo que Zayn adoraba era proteger a las personas. Cosa de hermano menor, seguramente, estaba harto de que todos lo cuiden a él.
El profesor habló y habló por dos horas seguidas, y después sólo porque una chica de la fila de adelante dijo que su siguiente clase empezaba en diez minutos, se dio cuenta de que se había pasado de hora y que la clase debía terminar.
Zayn salió apresurado del curso, haciendo de cuenta que no estaba pendiente de Liam, pero después caminó por los pasillos despacio, muy despacio, pretendiendo buscar sus cigarros.
Liam lo alcanzó, sí, pero ni siquiera lo miró. Cabizbajo siguió camino, pasando al lado suyo, dejándolo atónito.
“Eh, Li” lo llamó, incapaz de contenerse. Liam entonces levantó la mirada, se volteó un poco confundido. Cuando vio a su amigo sonrió, y a él el corazón casi que se le detiene ahí mismo. “Hola”
“Hola” lo saludo. Guardó el celular en el bolsillo, y se acercó a su amigo.
“¿Aún no responde?” preguntó, fingiendo empatía, y o Liam era muy estúpido para esas cosas, o Zayn era un actor de la puta madre.
“No, nada” dijo. Sonrió, levantando la mirada, y se veía bastante cansado.
“Vamos afuera, a fumar” pidió.
Liam lo siguió, obediente. Se hicieron paso entre la gente hasta un patiecito al lado de la clase de Economía II y se sentaron en los únicos bancos desocupados.
Zayn encendió el cigarro en silencio, mientras espiaba, como podía a Liam. Era obvio que le costaba trabajo aguantarse de agarrar el celular, de llamar a Harry en lo que posiblemente sería algo así como el veinteavo intento en esa semana solamente.
“Es que en serio, no entiendo por qué” protestó Liam, y Zayn le convidó el cigarro, para ayudarlo a calmarse. “No pasó nada, no peleamos, ni siquiera en chiste…”
“Quizá está ocupado.”
“No, si estuviera ocupado me devolvería los llamados, me avisaría” explicó. Le dio una larga bocanada al cigarro, y después de varios segundos algo de humo se escurrió por su nariz, por su boca cuando volvió a hablar, “Realmente no entiendo, estaba todo bien en el recital, él se sentía un poco enfermo, lo lleve a la casa… ¡Hasta…!”
Liam se mordió el labio, y Zayn tragó saliva para apagar ese remolino de bronca y envidia en la boca del estómago, porque aunque no había completado la frase, las imágenes del encuentro de Harry y Liam se le atolondraron en la cabeza. No pudo evitar pensar, indignado, que el pequeño mentiroso había fingido una fiebre para llevárselo a la casa.
“Bueno Li, o tiene una muy buena excusa que no sabemos, o el chico es un idiota” dijo, y agradeció que Liam haya sonreído mirando al suelo en vez de devolverle la mirada, porque cuando lo hizo la mirada se le había pegado a los labios, y debía verse así de atontado como se sentía.
Liam le dio una nueva pitada al cigarro, la mirada aún clavada en las baldosas, y la sonrisa desvaneciéndose prontamente como el humo.
“Es que a veces… Me pregunto…” balbuceó, como si hablase más para él que para Zayn, “Las cosas han cambiado tanto entre nosotros…”
Zayn echó la cabeza hacia atrás, apoyando lo más que podía la espalda en el respaldar, y se cubrió la frente y el rostro con las manos, haciendo de cuenta que se quitaba las lagañas. En verdad, sin embargo, estaba intentando borrarse esa estúpida sonrisa del rostro, porque si había algo que sabía que no estaba bien, era especular con el corazón roto de la persona que quieres.
liliumpumilum
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Capítulo 8
“Asi que… ¿Hacemos algo esta noche?” preguntó Harry apenas la profesora salió del salón. Stan frunció el ceño, confundido, y miró a Ashley como si estuvieran diciéndose algo en secreto.
“¿No saliste con nosotros el viernes pasado?” le preguntó su mejor amiga, un tanto confundida.
Harry se encogió de hombros, agachó la mirada un instante.
“¿Y?”
“Tú nunca sales con nosotros” le explicó, “y menos los fines de semana”
Harry se acomodó en el asiento, de golpe los brazos y las piernas parecían mal acomodados, y le picaba el cuello. Ashley siguió hablando.
“¿Estás bien? ¿Con Liam?”
“Sí…” respondió Harry, pero no dijo nada más.
“¿Está enojado contigo?”
“No, no creo” respondió. Ni Ashley ni Stan dijeron nada esta vez, “No lo he visto en unas semanas”
Ashley estaba a punto de empezar a hacer esa cosa en la que hablaba a los gritos de su vida personal, como para que se enterara todo el salón. Harry lo sabía porque casi que se había arrodillado sobre la silla y estaba preparando la boca para un millón de preguntas.
Pero justo entonces la puerta volvió a abrirse, la profesora entró pidiendo disculpas, tomó su libro y siguió la clase en donde la había dejado. Y Harry, que nunca prestaba atención, de golpe tenía la mirada fija en el pizarrón.
Logró escabullirse de Ashley el primer recreo, tenía que devolver unos libros en la biblioteca, y en el almuerzo se escondió atrás del gimnasio a comer solo. Después de la última clase, se quedó conversando con el profesor, aunque realmente no tenía nada que preguntarle.
Pensó que se había librado de ella, pero cuando salió del colegio, lo esperaba junto a Stan, con los brazos cruzados y mirada de reproche.
“Yo no puedo salir esta noche” se apresuró a decir Stan, antes de que Ashley le escupiera todas las cosas que se había dedicado a planear los últimos recesos. “Tengo que cuidar a mi hermanita, y… Pero pensé, podrían venir a casa, los dos”
Harry realmente no quería tener esa discusión con Ash, pero tampoco quería quedarse en su casa, o en ningún lugar en donde Liam pudiera ir a buscarlo. Siendo honestos, ni siquiera creía poder aguantar otra sesión de preguntas al respecto con su madre y su hermana.
“Podríamos pedir pizzas, jugar videojuegos” dijo Stan, y Harry asintió.
“Suena excelente para mi”
“O podrías ir a buscar a tu novio y resolver cualquiera sea el problema que tengan” los interrumpió Ashley. Harry la miró, y trató de sonreír, en serio, pero en cambio vino una mueca triste, extraña.
Cualquier otra persona hubiese acariciado su espalda, le hubiese abrazado, le hubiese murmurado que todo estaría bien o le daría algún consejo. Liam hubiese hecho eso, todo eso.
“¿Sabes? Si rompes con tu novio, no se dice más, me consigo un pene y voy tras él, ¡Te lo advierto!”
Y Harry estalló en carcajadas, logrando por un momento olvidarse de todo. De la noche en el bar, de Liam y su mirada preocupada, del intentar alejarse a Louis de la mente mientras Liam lo besaba más tarde esa noche. Por un segundo se olvidó de la culpa, la vergüenza, las dudas.
Por el contrario, durante el camino a casa de Stan, lo único que Harry pudo hacer fue pelear con su mejor amiga y decirle que iba a necesitar más que un pene para robarle a su novio.
Un par de horas después, Ashley, Harry, Stan y Paula, su hermana menor, comían pochoclo mientras miraban una comedia familiar. A esa altura, Paula ya estaba obsesionada con Harry, con sus rulos, y con sus chistes. Hasta había dicho, durante una escena muy romántica de la película, que cuando ella fuera grande se iba a casar con él, y que iban a vivir en una casa con muchos juguetes y mascotas.
Harry era demasiado dulce como para romperle el corazón a la pequeña, así que había decidido que aunque nunca había estado en el closet, bien podía meterse de vez en cuando si era para que Paula siguiera sonriendo.
Entonces Liam era su mejor amigo, y Ashley estaba dispuesta a conseguirse un chupetín (porque “pene” no es una palabra que la madre de Stan estaría muy contenta de oír repetida por Paula) para robárselo.
“¿Y a Liam le gustan tanto los chupetines?” preguntó Paula, inocente. Ashley empezó a reírse aún antes de la respuesta de Harry.
“Los ama” bromeó, y hasta Stan se rió, pero como sonó el timbre se perdió el resto de la conversación.
“Entonces deberías conseguirte muchos chupetines, miles” le dijo a Ashley la niña, “y así Liam se enamoraría de ti”
“Creo que le parecería muy raro” dijo Ashley entre carcajadas, “Creo que le gustan de uno a la vez”
“¡Y no cualquier chupetín!” Harry se reía mientras hablaba, “Tiene que ser enorme, realmente grande” explicó mostrándole con las manos a Ashley, “Lo sé por experiencia personal”
Ella estaba buscando la analogía perfecta para decirle a Harry que si ella iba a ponerse un implante para conquistar a Liam, bien podría ser más grande que eso, cuando vio por encima del respaldar que había visitas, y le tocó la rodilla a su mejor amigo, para que se contenga de decir algo inapropiado.
“Hola, Louis” dijo Paula, y le dio la vuelta al sofá para saludarlo.
“Hola, preciosa” dijo él y se agachó para hacerla upa, dándole a Harry un instante de tranquilidad para recobrar la compostura, para quitarse esa rara mueca del rostro e intentar dejar de tener las mejillas rojas, calientes.
Ashley miró a Harry, con la misma expresión que lo había mirado aquella vez que se cruzaron a Louis y Zayn en el bar, y luego meneó la cabeza de lado a lado. A Harry le recordaba a Niall, y le ponía los pelos de punta.
“No sé si me recuerdas, soy Ash” dijo extendiéndole la mano para el saludo.
“¡Como el de pokémon!” bromeó Louis, y sin bajar a Paula de sus brazos le devolvió el saludo, “Ash, de Ashley, sí recuerdo”
Harry iba a decir algo, a saludarlo, pero abrió la boca y de allí no salió ninguna palabra. Ni una. Y Louis no lo saludó tampoco.
“No sabía que estabas con amigos” le dijo Louis a Stan, y dejó a Paula en el suelo, “Debería irme”
Stan estuvo a punto de decirle muy cortésmente que se quede, que iban a jugar videojuegos y comer pizza, porque no podían salir, pero Paula se le adelantó.
“¿No vas a saludar a Harry?” le dijo, “Él va a ser mi esposo, tiene rulos, mira” dijo señalándolo.
Y Louis no tuvo opción más que mirarlo, y Harry no pudo hacer otra cosa que devolverle la mirada aunque se moría de ganas de esconderse abajo del sofá y gritar.
“¿Ah sí?” le dijo Louis, y le extendió la mano en un saludo, “Hola, Harry”
“Hola” respondió él, tratando con todas sus fuerzas no ponerse colorado –y fallando, obviamente.
“Él tiene un mejor amigo, y Ashley quiere que sea su novio” le explicó Paula. “Sólo tiene que conseguirse un chupetín muy muy grande, porque a Liam ama los chupetines, y se lo quitará porque Harry no lo visita hace muchos días”
Ashley y Stan estaban riendo como idiotas mucho antes de que Paula terminara la frase. Para cuando dijo inocentemente que Liam amaba los chupetines, a Stan le dio un retorcijón tan fuerte en la panza que tuvo que salir de la habitación.
Una hora después Louis había inventado mil y un excusas para irse, pero ni Paula ni Stan lo dejaban partir. Paula porque Louis siempre la malcriaba, y jugaba con ellas videojuegos estúpidos con los que ni su hermano mayor le daba el gusto, y Stan porque lo había visto hecho un estropajo cuando le abrió la puerta y si estaba en su casa, y no con sus compañeros, un viernes por la noche, era porque realmente no tenía donde ir.
Harry había intentado irse también, pero realmente no se había esforzado tanto; basto que Ashley le pidiera que se quede para que aceptara. En cambio se propuso alejarse lo más que podía de Louis, y así terminaron sentados en dos sillones distintos y en esquinas opuestas. Louis, pensó Harry, estaba colaborando también.
Harry también acompañaba a Stan cada vez que él iba a la cocina, y jugaba mucho con Paula, porque entonces no tenía que participar de las conversaciones con los otros tres. Sin embargo, cerca de las 11, cuando Paula se quedó dormida, él de golpe no tuvo más excusas. No pudo hacer más que participar a duras penas de las charlas, que hacer de cuenta que no tenía ganas de largarse a llorar, o de volver el tiempo atrás, o de que Louis se fuera.
Porque Harry podría irse, inventar una excusa, pero aunque ese momento era una agonía, realmente noquería irse. Simplemente quería poder mirar a Louis sin recordar su mirada azul esa noche en el bar.
Y como el ambiente era incómodo, muy incómodo, y ya casi no quedaba hielo para la gaseosa, y Stan estaba enchufando la Play Station, Harry aprovechó la excusa para ir a la cocina un rato, a estar solo.
Estuvo solo, varios minutos, hasta que escuchó las palabras de Ashley, viniendo desde el comedor. “¿Puedes ir a fijarte si necesita algo?”, Harry pensó que sería Stan quien entrara a la cocina, y él podría inventar una excusa para irse, que se sentía mal, que…
Pero el que entró a la cocina fue Louis. Con su mano rascándose la cabeza, despeinándolo un más, y con la mirada fija en las baldosas. La mirada de Louis siempre lo ponía nervioso, pero era aún más raro cuando no lo miraba para nada, cuando lo evitaba, pensó Harry.
“Tu amiga me dijo que…” empezó Louis, pero Harry lo interrumpió.
“Sí, la escuché” balbuceó. ¿Qué si necesitaba algo? Volver el tiempo atrás, eso necesitaba, pero no podía decirlo.
De hecho no podía decir nada más. Estaba allí parado, al lado de la heladera, mirando a Louis que estaba estático junto a la puerta, sin mirarlo y sin decir nada.
Harry no podía evitar preguntarse quién era ese Louis, el de la mirada gacha y los labios cerrados. Era parecido al que había visto en la facultad, al que estaba en el bar escuchando, como un gatito quedándose dormido. Casi idéntico, pero no igual. Y definitivamente no era el otro, el de las bromas, y los ruidos, y los gestos exagerados.
En el fondo, tenía la respuesta para esa pregunta, aunque realmente no lograba ponerla en palabras. En cambio se le venían recuerdos de muchas cosas, y allí parado en silencio, sin moverse, ni hablar, Harry empezó a armar a esa persona que Louis era a veces.
No podía ponerle ni un nombre a su actitud, ni encontraba realmente una explicación, pero escuchaba en algún lugar en el fondo de su cabeza que Louis es un buen chico y que sólo tiene una idea bastante rara de lo que es divertido, como había dicho Niall. Pero también que a los malos les gusta lastimar a las personas, y a Louis sólo le gustaba molestar, como le había dicho Liam.
Sobre todo que “Le agradas, si eso te preocupa.”
“Lo siento” dijo Harry, finalmente, después de casi dos minutos de filoso silencio.
“¿Qué? ¿Por qué te disculpas? Porque yo…” Louis realmente hablaba muy rápido, a veces.
“Por esa vez, en el bar” dijo Harry, y realmente no quería entrar en más detalles.
“Ah, bien, estamos hablando de eso… ¿De eso, no?” Dijo Louis, “Porque fue raro…”
Harry asintió, incapaz de interrumpir su monólogo nervioso esta vez.
“Porque… ¿por qué harías eso? Porque fue eso, ¿no? No me lo imaginé, no estuvo todo en mi mente, realmente pasó…”
Harry asintió, otra vez. Louis ya no volvió a hablar por un buen rato.
“¿Tenía fiebre?” dijo Harry, a modo de disculpa.
“Fiebre, sí”
Cada vez que los dos callaban se oían las risas en el comedor, a Stan y Ashley jugando quien sabe que juego. Se oía hasta el reloj de la cocina sacudiendo las agujas.
“Es decir, entiendo que… Eres adolescente, y las hormonas…” empezó a decir Louis.
Harry se cubrió el rostro con las manos, y no sabía que era lo que quemaba si la piel de sus palmas o de la cara, o el cuerpo entero estaba colorado de vergüenza.
Era como tener una conversación incómoda, incomodísima, con un profesor. Y él se sentía como un idiota.
Pero Louis no siguió hablando, porque al fin de cuentas él no era adolescente, y había hecho lo mismo en el baño después. Se trepó a la mesada, se sentó allí arriba, cruzando las piernas.
“Es sólo que no lo entiendo” dijo Louis. “No lo entiendo porque tú…”
“Yo no lo entiendo tampoco” lo interrumpió Harry, porque sabía a donde iba el desvarío de Louis, sabía que en cualquier momento mencionaría a Liam y realmente no quería hablar de eso.
“¿No podemos…? No lo sé, ¿resolverlo de alguna forma?” Louis hablaba moviendo las manos nerviosamente, y miraba a todos lados en la cocina, menos a él. Harry realmente deseaba que se callara, porque lo estaba poniendo aún más nervioso a él, si eso era posible. Lo estaba haciendo sentir más culpable. “¿No podemos besarnos y así tú…?” Louis suspiró, a Harry el corazón le trepó hasta la garganta, “Así te sacas… lo que sea que…”
De vuelta, silencio.
A Harry se le venían a la cabeza recuerdos de cientos de escenarios inventados: eso, ese momento, allí mismo, era idéntico y tan distinto a tantas cosas que él había imaginado, que Harry se sentía como en un extraño deja vu.
El corazón le latía fuerte, y la mente era un solo remolino de miedo, vergüenza, alegría y…
“Tengo novio” dijo Harry, como si Louis no lo supiera. “Tengo a Liam”
Trató de que sonara como una afirmación, clara, segura. En cambió sonó como una pregunta, o un ruego, o unas disculpas.
Y Louis sonrió, y asintió, mirando el suelo. Después, cuando levantó la mirada, sus ojos azules estaban distintos, se debatían entre decepción, y orgullo. O un poco de ambos.
Harry le devolvió la mirada, sin decir nada, y sonrió. Sonrió porque aunque aún se sentía un poco confundido, y asustado, y un poquito, poquitín, arrepentido, Louis lo estaba mirando, con sus brillantes ojos azules, otra vez.
liliumpumilum
Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!
Capítulo 9
Harry se levantó esa mañana más tarde de lo habitual. Se vistió como pudo, se calzó las zapatillas de lona sin fijarse en que estaban sucias, y bajó corriendo hasta la cocina maldiciendo por dentro el reloj despertador que no había sonado.
Su mamá estaba sentada en el desayunador, con una taza de té frente a ella y el diario reposando en el mesón.
“¿Harry?” lo saludó, y él si apenas pudo responder de lo ajetreado que estaba preparándose el cereal. “¿A dónde vas?”
“A la escuela” respondió él con un tono ciertamente irónico, ¿a dónde más podría estar yendo un lunes?
“Estás de vacaciones” le recordó Anne.
Era cierto. Ese lunes comenzaba un breve receso, y volvería recién la semana siguiente a clases. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Si la noche anterior se había quedado despierto hasta la madrugada aprovechando precisamente que podría dormir hasta cualquier hora.
Se terminó de preparar el cereal y se sentó en el desayunador junto a su madre. Ya estaba despierto de todas formas.
“Liam debe estar de receso también, por los exámenes. ¿Vas a verlo?” le preguntó su madre con un tono exageradamente casual, como si Harry sería lo suficientemente idiota para no saber a qué venía la pregunta. Era la tercera semana consecutiva en la que Harry no hablaba con él: aún no reunía las fuerzas para volver a dirigirle la palabra.
“Probablemente está estudiando” respondió, evasivamente. Y Anne ya no volvió a hacer otra pregunta, pero bastó una simple mirada para que su hijo soltara la lengua, “Y tampoco sé si quiero verlo…”
“¿Pelearon?” preguntó, “¿Te hizo algo?”
“¿Eh? No…” Harry se rascó la cabeza, mirando fijamente su otra mano, sobre el desayunador, que reposaba un poco inquieta junto a la cuchara. La empezó a mover nerviosamente, a medida que hablaba, porque era la primera vez que decía en voz alta algunas de las cosas que le estaban pasando, “Él no hizo nada, él es genial, como siempre…”
Por un instante hubo silencio. Anne seguramente se debatía entre si debía opinar y ganarse una escena adolescente de su hijo, o guardar silencio y dejarlo continuar en esa extensa agonía sin sentido.
“¿Tú hiciste algo?” se atrevió a preguntar finalmente.
Harry ahora masajeó su frente, cerró los ojos, con pesadez.
“Sí… No… No lo sé” respondió, ahogando un suspiro. “Realmente no quiero hablar de eso.”
Anne asintió, en silencio. Miró el reloj, ya casi era la hora en la que debía irse a trabajar, y Harry seguía allí, un poco roto, con un tazón de cereales lleno y la cara escondida detrás de su mano.
“Bueno, deberías hablarlo, con Liam al menos” le dijo, pero Harry seguía escondido detrás de su mano, y todo lo que ella podía ver era como se mordía el labio, como el masajeo constante en la frente le dejaba los dedos blancos. “Quizá aunque sea conversarlo contigo mismo, francamente, digo” intentó explicarle. Era difícil hablar con Harry últimamente, por su edad, porque ya no la miraba con ojos cautivados como si toda respuesta que ella pudiera darle fuera la última y la mejor. “Averiguar qué es lo que quieres hacer.”
Harry entonces quitó la mano, y le devolvió a su madre la mirada verde, penetrante. Ella sonrió, y fue como si le palmeara la espalda, como si le estuviera prometiendo que todo estaría bien. Así que él asintió, aceptando el consejo que tan justamente ella le había dado, porque al fin de cuentas esa era la respuesta: debía dejar de esconderse de esos pensamientos, debía averiguar de una vez por todas que era lo que le estaba pasando.
Su mamá tuvo que irse apurada apenas unos minutos después, y Harry lo agradeció porque si se quedaba seguramente se confiaría y abriría la boca de más.
Sentía un montón de palabras, preguntas, emociones agolpándose en su garganta, en su lengua, y para evitar soltarlas con Gemma, cuando ella se despertara, se puso los auriculares y salió a correr. Era una mañana fresca, para la época.
La gente iba y venía por las calles desinteresada de él, de su presencia, del desastre que era su cabeza. Apurados con sus trámites, con sus trabajos, con sus obligaciones, no se detenían a preguntarse qué era esa angustia que el chico de rulos que corría por la bicisenda llevaba tallada en la mirada.
Quizá era culpa de Harry, que apenas si podía sostenerle la mirada a los transeúntes, que los evitaba como si todos ellos fueran Liam y le fueran a hacer un centenar de preguntas.
De a ratos a Harry le daba miedo, pensar que lo vería, que lo tendría en frente y tendría que darle una explicación, un resumen detallado, con excusas y razones por las que no le hablaba hacía casi un mes. Le daba miedo tener que verlo porque no sabía que decir, no sabía como mentir ni mucho menos que era la verdad de lo que le sucedía.
Lo único que sabía es que todavía se preguntaba si había hecho bien en rehusarse al beso de Louis. Peor aún sabía que ese ofrecimiento era algo que no quería que Liam oyera jamás, algo que quería guardar en su cajón, en el mismo en el que guardaba las notas de su novio, cada vez que despertaba con su ausencia en la cama.
Después de eso, no sabía nada. O casi nada. Poco más que el nombre.
Los músculos de las piernas decidieron agotarse justo frente a la biblioteca. Harry estaba transpirado, cansado, y triste. Al celular le quedaba un octavo de batería, aunque honestamente, llevaba sin cargarlo casi tres días –trataba de no mirarlo mucho, de hacer de cuenta que no sabía de los mensajes, ni de las llamadas perdidas.
Harry miró la biblioteca, erguida blanca y pulcra frente a él. Miró la gente entrando y saliendo, recordó que las fechas de los exámenes estaban a la vuelta de la esquina en la universidad, y descubrió chicos de la edad de su novio, y mayores, entrando desesperados en busca de concentración, silencio, y respuestas.
Miró la biblioteca y supo que ese era el lugar en donde Liam debía estar ahora, estudiando, preparándose, para los exámenes que posiblemente tendría la semana entrante. La miró apenas si un segundo y supo que de todos los lugares en donde Liam podía estar, debía estar, en ese, podría jurarlo, no estaba.
Así que se quitó los auriculares, guardó el celular mejor en el bolsillo, y entró.
Adentro el susurro de la gente era más ruidoso de lo que esperaba. El ir y venir por los pasillos, los ring tones desubicados seguidos de la mirada punitiva del resto de la gente del lugar. Probablemente era la quietud del lugar, de todos modos, la que volvía tan fuerte el ruido de todo lo demás, la que permitía que hasta el pasar de las hojas se dejara oír, de vez en cuando.
Quizá esa misma quietud logró que la mirada azul le aturdiera, en su perfil.
Al girarse y verlo, el pecho se le trepó a la garganta, y las rodillas se derritieron por sus piernas, y Harry podría jurar que la voz se le había ido, a algún lugar en otro mundo.
Louis medio que sonreía, pero no realmente. Lo miraba en silencio detrás de los marcos negros de sus lentes, y apenas si atinó a saludarlo con un gesto de la cabeza.
La invitación no había sido formal, pero sin voz, sin rodillas, y con el pecho latiéndole detrás de la lengua, Harry se acercó a la mesa en la segunda hilera viniendo de la ventana.
Se acercó a él, mirándolo casi rogándole por una explicación, pero en vez de decir nada se sentó del lado opuesto de la mesa, y apoyó cabeza, brazos, y dignidad sobre la firme madera.
“¿Estás buscando a Liam?” preguntó Louis, y Harry se mordió la lengua, para no llorar. Sin levantar la mirada, aún oculto detrás del pantalón de buzo y el matorral de rulos, negó con la cabeza. “¿Me estabas buscando a mí?” preguntó Louis, y si se hubiese atrevido a levantar la mirada, Harry lo hubiese visto cerrar los ojos pesadamente, arrepentido del humor que le brotaba incontrolablemente.
Esta vez, Harry no negó con la cabeza. Pero tampoco dijo nada más, por un buen rato.
Estaba incómodo, pero no tanto como otras veces. No tanto como para querer irse. Lo suficiente para guardar silencio casi media hora más.
Cuando finalmente levantó la mirada, las orbes azules se dirigían estrictamente a las hojas amarillas de un libro viejo. Un veloz movimiento denunció que habían notado su presencia, eso y la breve sonrisa. Pero Louis volvió a concentrarse en el libro, hasta terminar el párrafo, y luego miró a Harry, otra vez.
Iba a hablar, pero él se adelantó.
“¿Tienen exámenes esta semana?” preguntó Harry. Louis sonrió otra vez.
“Liam rendía hoy” le explicó. Sonrió compasivamente al verle a Harry los gestos comprimírseles de pura culpa y agobio. Y Louis quiso decirle que debería cortar con esa tontería, y mandarle un mensaje a Liam, que lo tenía preocupado, que no tenía por qué hacerse problema por tantas cosas, si en realidad técnicamente no había hecho nada malo. Sin embargo, no le dijo nada y esperó con la mirada inmutable hasta que Harry abrió la boca.
“¿Crees que le irá bien?” preguntó. Louis asintió, aunque mentía. Y Harry sonrió, porque supo que mentía.
No quería hablar de Liam, no quería hablar con Louis de él, al menos. Se sentía aún peor que todo lo demás, que las dudas, y el miedo, y la confusión, y los recuerdos febriles de aquel viernes por la noche.
Y del otro, en la cocina.
Harry se maldijo, otra vez, por desear tanto que las cosas fueran distintas. Que hubiese conocido a Louis de otro modo, en otro mundo. Por desear tan desesperadamente que Liam no existiera en ese plano de cosas, que nada fuera de esa biblioteca existiera en el mundo.
Que pudiera decirle simplemente que sí, que quería besarlo, averiguar qué mierda era eso que lo carcomía por dentro, que le calcinaba los huesos, y le hacía cosquillas en el estómago, segundos antes de que la culpa le presionara el pecho, y la angustia le transformara el rostro y los gestos. Qué era ese impulso que le caminaba por los brazos, las piernas, la boca, cuando estaba junto a él.
A esta altura, pensó, se conformaría con un abrazo. Con oír su voz tranquila, su risa cantarina, otra vez, aunque estuviera hablando con otra persona, con Zayn, seguramente. Con poder tenerlo para él una tarde entera y que le explicara qué estaba leyendo, qué estaba estudiando, a donde quería ir de vacaciones, cómo bebía su té y qué música llevaba él en el ipod. Que le relatara todo, desde el jardín, hasta el ahora, y por qué le divertía tanto jugar con Harry, y por qué ya no lo hacía más.
Sobre todo qué era esa mirada menos celeste que la de antes, más azul profunda, de océano, o de noche. Qué era eso que tenía en los ojos cuando lo miraba ahora, por qué le sonreía tan apaciblemente, y ya no con burla, socarronería, maldad.
Quién era el chico que se burlaba, y quién era este, y qué pensaban los dos de él. Sobre todo, pensó Harry, quería saber qué había pensado cuando Harry le respondió que no, que no podía besarlo, que tenía un novio. Que tenía un Liam.
En la cúspide de las cosas que Harry quería de Louis, había una pregunta que le taladraba los tímpanos como si su otro yo le gritara al oído las mismas palabras repetidas desde hacía una semana.
Lo que Harry más quería saber era si la propuesta aún estaba en pie.
Pero la voz otra vez se había mudado de planeta, y el escozor, y la ansiedad, lograron que Harry se arrodillara en la silla, se acercara al centro de la mesa, moviéndose cautelosa pero osadamente, como un gato. Y la única pregunta que hacía era esa mirada verde, fija en los orbes azules, mientras se acercaba. Desafiante, aunque con miedo.
Louis tampoco tenía ya voz, ni respuestas, realmente. Porque aunque no dijo que no, y aunque no se movió, cerró los ojos, dejó a Harry allí sólo, a la deriva, en ese lugar muerto y lúgubre que era la biblioteca cuando Louis no lo miraba.
Y como Harry ya no tenía ni siquiera coraje para hacer preguntas, cerró los ojos también.
Se acercó los breves centímetros que quedaban para depositar lentamente, y casi pidiendo disculpas, un beso suave y silencioso, en la comisura de los labios de Louis.
Después las cosquillas le salieron de la panza a cada centímetro de su piel, y Harry dejó ir un suspiro, que en el silencio frío de la biblioteca, se oyó acompañado por el suspiro de Louis.
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Capítulo 10
Al principio, Louis no le devolvió el beso. Se quedó allí inmóvil, sintiendo el aliento caliente sobre su piel, el tacto suave de sus labios. Harry también estaba paralizado allí, aunque le temblaban los codos de tanto mantener esa posición incómoda.
Después de un instante Harry tuvo que preguntarse si debía alejarse y dejar de pasar tamaña vergüenza, porque estaba allí quieto como un idiota dándole un beso a alguien que obviamente no quería devolvérselo.
Por otra parte, pensó también, Louis no se había alejado, seguía tan quieto y tan inmóvil como él.
Pero los brazos le dolían y el rostro le quemaba de vergüenza, y estaban en una biblioteca. No era el lugar para hacer eso.
Harry retrocedió lentamente, aún incapaz de abrir los ojos. Y entonces, cuando apenas si se había alejado unos milímetros, Louis finalmente le devolvió el beso.
Y no fue ni tan suave, ni tan seco como había sido el beso de Harry.
Podía sentir los bordes de sus dientes, la humedad de su lengua apenas tocando su labio inferior, y después, cuando Harry abrió la boca también, pudo probar sus labios, acariciarle la lengua, saborear su aliento que quemaba.
Harry había leído alguna vez que la parte más sensible del cuerpo humano eran los labios, pero nunca realmente se había dado cuenta de lo cierto que era eso hasta ese momento. Podía hasta sentir los temblores de Louis, los suspiros ahogados, y el aliento tibio de él le quemaba la boca.
El corazón le latía rápido, tan rápido como se movía su boca y la de Louis. Era como un ciclo ascendiente de ansiedad, era como si estuviera llegando a la cúspide de algo muy muy alto, y mientras más se acercaba, más Louis lo mordía, suavemente, y más él mordía a Louis. Y sus dientes se chocaron, un par de veces, pero, sinceramente, no había tiempo siquiera para reírse en ese momento.
Porque eso era lo que Harry sentía, lo que le hacía doler el pecho y le presionaba la garganta como si alguien estuviera ahorcándolo, era el tiempo que se le escurría de las manos, era saber que ese beso tarde o temprano llegaría a su fin, y que debía grabarse el gusto de Louis a fuego en la memoria, porque ya no podría tenerlo jamás.
Era injusto, muy injusto, porque Harry nunca se había sentido tan bien y tan mal al mismo tiempo, nunca le había quedado el cuerpo tan chico, ni le habían importado tan poco las risitas que se oían de fondo en la biblioteca. Harry nunca se había percatado de lo sensibles que eran sus labios, y de lo mucho que podía ver sin abrir los ojos.
Era tan poco el tiempo, y tantas, tantas, las sensaciones, que por más que Harry quería, por dios, deseaba seguir, simplemente, no pudo más. Y no porque le dolieran los brazos, o porque tenía una erección que no sería fácil de disimular, sino porque le aturdía el propio latido de su corazón, y la boca de Louis era infinita, y le dolía. Mierda, le dolía Louis, y su presencia, y sus besos y necesitaba que todo se detenga.
Pero tampoco podía dejarlo ir.
Harry rompió el beso alejando la boca, y de ella salieron un centenar de suspiros contenidos, y luego la respiración agitada. Pero no se alejó mucho, y Louis, otra vez, se quedó allí. Quieto, devolviéndole con suspiros aún más agitados a los de Harry, haciéndole cosquillas en la frente con su cabello.
Cuando Harry abrió los ojos, los párpados de Louis aún seguían cerrados. Tenía pestañas largas, y arqueadas, y muy, muy bonitas, pero en ese momento lo que él quería ver era sus ojos azules, brillantes, averiguar si los encontraría con ese color claro y juvenil, o con ese más profundo y oscuro. Porque al final del día, esos muchos Louis que Harry veía eran sólo dos, el que lo miraba con lujuria, y el que lo miraba con burla.
Cerraba los ojos con tanta fuerza que le temblaban los párpados, parecía como si estuviera a punto de llorar. Y cómo no, pensó Harry, después de lo que habían hecho, porque él era el peor, el peor de todos, porque era el novio de Liam, y acababa de hacer una cosa que juró que jamás, jamás, haría, pero Louis debía sentirse para la mierda también, porque era su amigo.
Estaba a punto de decirle que lo sentía mucho, que eso había sido sólo su culpa, y a medida que barajaba las palabras en su mente, ese globo en el estómago empezó a inflarse otra vez, y los suspiros se transformaron en resoplidos, y toda la ansiedad que aún le caminaba el cuerpo empezó a sentirse como ganas de llorar.
Estaba a punto de hacer eso todo junto, o salir corriendo, o algo así, cuando los ojos azul profundo de Louis aparecieron frente a él, y sus pestañas le daban el marco negro más bonito, y parecían tan brillantes, como una piedra turmalina opaca o como si alguien hubiese congelado un pedazo de océano y les hubiese encastrado unas pupilas, anchas, temblorosas, fijas en él.
Y Harry realmente no entendía cómo podía sentir ese peso en el estómago y ese vacío en el pecho al mismo tiempo.
Ni por qué en vez de pedir disculpas, o salir de allí, o razonar, o actuar como una persona coherente, lo único que hizo fue mirar los labios ahora rojos de Louis, mordidos y lamidos y succionados hacía apenas un instante por él, y desear, con todo poro de su piel y aliento de su espíritu poder besarlo otra vez.
Tampoco entendió porque vio a Louis juntar sus cosas en silencio sin decir nada, ni por qué lo siguió cuando él se puso de pie y caminó por los pasillos.
Podía oír las risitas de fondo, y adivinaba las miradas curiosas, pero no podía concentrarse en otra cosa que el andar rápido de Louis unos pasos delante de él. Y pasaron junto a la puerta de entrada, pero Harry no se detuvo a pensar en por qué Louis no había salido, por qué seguía caminando en la biblioteca y por qué él lo seguía, o a dónde lo estaba llevando.
Honestamente, apenas si podía levantar la mirada de aquella maravilla en sus pantalones, sus piernas anchas y firmes y de su trasero grande y perfectamente hermoso.
Y después, aunque vio el cartelito que decía caballeros, tuvo que escuchar el golpe del bolso de Louis en el suelo para volver a la realidad, para abrir los ojos, en serio, y ver que estaban en el baño, y que Louis trababa la puerta y lo empujaba contra la pared, y ya ni se molestaba en besar su boca sino su cuello, y la clavícula.
Su lengua era tibia pero quemaba, y su cabello era suave pero le rasguñaba la piel y sus dedos lo apretaban fuertemente pero le hacían cosquillas.
Harry le acarició el pelo, cuando las manos de Louis bajaron por los lados de su torso, y al llegar a su pantalón sintió los dientes hundidos en su cuello, y un suspiro desesperado le quemó la nuca; y después, cuando Louis se agachó y le devolvió la mirada mientras acariciaba su miembro por encima del pantalón, aunque fue sólo un instante, bastó para que no volviera a dolerle la marca que le hicieron sus dientes unos segundos atrás y que quedaría grabada en su piel por varias horas.
Era raro porque Louis tenía esa capacidad, con él, la de dejarle marcas que durarían por horas, por días, por semanas. Su mirada azul, por ejemplo, que no le volvió a dar en ese día y por muchos más, quedó tan grabada en su recuerdo, como una fotografía, que bastaba que Harry cerrara los ojos para verla, otra vez, como si la tuviera en frente.
Y su lengua, y todo lo que su lengua hizo en su miembro ese día, y el calor de su boca, y la humedad de su saliva, y las uñas clavadas en sus muslos, y hasta el aire que salía de su nariz, que le hacía cosquillas en el pubis, siguió volviendo a su mente todo el día, y la noche, y el día siguiente y las noches posteriores, y cada vez que Harry pensaba en algo, hasta en la programación de la tarde su mente volvía a Louis, y a sus ojos y a su boca y las maravillas que esa boca podía hacer.
Lo primero que lo envolvía era esa sensación placentera, y luego la ansiedad, que descargaba con torpes caricias en secreto en algún rincón de su cama, por las noches. Después venía la peor parte, que era recordar los párpados cerrarse para no mirarlo ya más, y la partida silenciosa y sorpresiva aquel día, mientras Harry respiraba agitadamente después del orgasmo, reposando contra la pared, de pie y con los pantalones bajos.
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