Don't stop believing. || Josh Hutcherson ||

Prefacio


Agarró el móvil con fuerza. Empezaba a cansarse de todos esos cabreos sin sentido con Alex. Ella le quería con todo su corazón, le había costado darse cuenta…pero lo había hecho. Es cierto que le trató mal en el pasado, pero supo enmendar sus errores y demostrarle que merecía la pena darle una oportunidad.


Y ahora él acababa de insinuarle que la iba a dejar porque estaba enfadada. Y eso solo consiguió que se enfadara más. La idea de que él la abandonase le aterraba. Miró a su alrededor; la gente en su clase reía, sin preocupaciones. Deseó sentirse como ellos, aunque ella sabía de primera mano que las apariencias engañan y que no hay mejor maquillaje que una sonrisa falsa.


El profesor de matemáticas entró a la clase haciendo que todo el mundo corriese a sentarse en su sitio, y comenzó a dar clase. Chloe no tuvo más remedio que guardar el móvil, aunque no pudo evitar mirar la pantalla disimuladamente cada vez que podía para comprobar si tenía algún mensaje nuevo.


Llegó a su casa prácticamente llorando, tirando a la basura lo que su madre había dejado preparado para que comiera. No tenía ganas de nada. Entonces su teléfono sonó: era él. Se estaba disculpando, aunque para ella no tenía perdón hacerla sufrir asi…pero le quería tanto que le perdonó. Los siguientes días no fueron muy diferentes, siempre discutían por cualquier cosa y encima estaba ese tema tan delicado: el sexo.


Chloe tomaba una medicación para una ‘enfermedad’ que tenía conocida como TDAH (Trastorno de déficit de atención e hiperactividad), que la ayudaba a concentrarse a la hora de estudiar…aunque también tenía una serie de efectos secundarios…entre ellos la pérdida de apetito sexual. Al principio eso no supuso problema alguno, puesto que éste efecto secundario apenas llevaba surgiendo efecto un par de semanas, pero cuando comenzaron a discutir…Alex solo pensaba con una parte de su cuerpo y Chloe se sentía utilizada.


El jueves por la noche Chloe vio unas fotos en Facebook que aunque no significaban nada, le hicieron sentirse engañada. Eran las fotos del viaje de fin de curso de su novio, y salía con la que según él había dicho era solo una compañera de clase con la que casi no hablaba. La chica estaba a caballito encima de él, en otras él salía corriendo detrás de ella.. y para ser una chica con la que apenas hablaba, Chloe vio demasiada confianza entre ellos. Y sintió que ella nunca había tenido momentos así con él.


Obviamente, teniendo las emociones a flor de piel como las tenía, no pudo contenerse y comenzó a enfadarse con él, a llamarle mentiroso. Y él comenzó a soltar mentiras sobre esa chica. Alex insistió en que se viesen al día siguiente, aunque Chloe se conocía y sabía que eso no sería bueno porque todo estaba muy caliente todavía, pero aceptó. Él estuvo raro, distante, y ella solo tenia ganas de llorar todo el rato. Cuando ya estaba cada uno en su casa, el la envió un mensaje diciéndola que no sabía si quería seguir con esa relación. Ella se comenzó a agobiar, le suplicó que no la dejase, que iba a cambiar…que le trataría bien si le daba una oportunidad. Él aceptó pero un rato después cambió de opinión.


Chloe pasó un mes horrible. Tan pronto Alex quería ser su amigo como la odiaba y la bloqueaba en todas las redes sociales. Para colmo, una amiga suya iba detrás de un amigo de él y siempre se hablaba de Alex, lo que complicaba mucho la tarea de pasar página. Pasó un verano entre horrible y maravilloso, no logró olvidar a Alex aunque sí ‘superarle’. O eso creía ella.



Miraba mi móvil fijamente, como tonta, deseando que apareciese su última conexión, aún sabiendo que me había bloqueado y que era inútil. No podía seguir así. Sabía que tenía que cambiar el chip, pasar página…pero no lograba sacarle de mi cabeza. Me consumía poco a poco y no sabía qué hacer para remediarlo. Veía a la gente a mi alrededor sufrir por mi, y eso solo hacía que yo me hundiera más aún.


Sabía que él no merecía la pena, que después de todo lo que me había hecho tendría que odiarle… y aún así, cada vez que sonaba el teléfono en casa, corria a cogerlo deseando que fuera él. No podía evitarlo, era mi subconsciente el que tomaba el control. No era capaz de dormir, no tenía ganas de comer y menos aún de preocuparme por mi aspecto. No había un solo segundo en el que su nombre no estuviera en mi mente, era como si me lo hubieran grabado a fuego en el corazón.


Otra lágrima escapó de mis ojos, otra lágrima más que no me llevaba a ninguna parte. Sabía lo que me iba a encontrar si entraba a su perfil de Twitter, sabía que me iba a doler lo que iba a ver, y aún así no era capaz de dejar de hacerlo. Apagué el móvil, furiosa. Las cosas tenían que cambiar ya. Tenía que dejar de arrastrarme y de demostrar lo débil que era frente a él si quería recuperarle de verdad.




Tiré el móvil con furia sobre la cama. ¿Quién me mandaría a mi entrar a su twitter? Sabía que no tendría que haberlo hecho, no ahora que ya conseguía pasar más de una semana entera sin llorar y que había conseguido estar 9 días sin intentar saber nada de él. Y ahora estaba mal, con un nudo en la garganta y una piedra aplastando mi corazón..y para colmo arruinándole las vacaciones a mi mejor amiga. Me sentía una completa inútil, últimamente solo hacia daño a los que me rodeaban.



Se marchaba. Y no quería que se marchase. María era la mejor persona que había conocido en mi vida, y la única que sabía hacerme olvidar cuando su nombre trataba de hacer explotar mi cabeza y mi corazón.


Ella me hacía reir, yo creo que era la única persona con la que no tenía miedo de ser yo misma, la que me había hecho aprender a apreciar las cosas buenas que tenemos en la vida, me había enseñado que la vida es una gama infinita de colores que no se reduce a tan solo el blanco y el negro. Gracias a ella había conseguido endurecer mi corazón de nuevo y una sonrisa no desaparecía de mi cara. Y ahora se marchaba dejando un enorme vacío en mi corazón.


-Chloe-dijo María mirándome fijamente.-Chloe mírame-dijo con voz firme. Levanté la mirada notando como mi vista se volvía borrosa a causa de las lágrimas que se acumulaban en mis ojos.


-No te  vayas, María. Te necesito.-dije abrazándola con fuerza. Ella se separó de mi.


-Chloe-comenzó a hablar agarrándome de los hombros- eres fuerte, me lo has demostrado. Ahora solo tienes que demostrárselo al mundo.


-y a él..


-No, Chloe…-dijo negando con la cabeza.- a él no. Él ya no existe para ti, ¿entendido? No le necesitas en tu vida.


-lo sé, además ahora no quiero ni verle. Me da tanto asco…pero sabes que luego vuelvo a caer. Que le echo de menos y daría cualquier cosa porque me volviera a hablar.


-Chloe, puedes hacerlo. Aunque no lo veas claro, no le necesitas. Y no te preocupes porque me marcho, siempre me vas a seguir teniendo aquí. Tenemos el móvil para poder hablar, y siempre puedo venir a visitarte.


-María, te vas a Manchester. No es lo mismo hablar por el móvil que vernos y hacer nuestras locuras todos los días..


-Chloe, se acabó. Te dije que hoy no quería ni una lágrima asique ven aquí y despídete de mi con una sonrisa. –dijo abrazándome fuerte.


Me dolía demasiado que se fuera de mi lado, sin embargo, entendía que tenía que marcharse para poder tener un futuro. Sus padres no ganaban el suficiente dinero en España para pagar su casa y por eso el año anterior se habían tenido que mudar a Manchester, donde ambos trabajaban en un restaurante y vivían sin problemas. Obviamente, María no podía quedarse sola en España siendo menor de edad.


-María, ¿qu..? –comencé a decir cuando noté que me ponían una tela negra sobre los ojos.-María, ¿qué narices es esto?


Nadie me contestó. Pero algo me decía que no me estaban raptando, tal vez porque no noté ningún tipo de forcejeo cuando me pusieron aquella tela. No entendía nada de lo que estaba pasando. Oí de lejos las voces de mis padres, y la de María. Pero no lograba entender lo que decían. Alguien tiró de mi y noté que rebuscaban en mi bolso, oí el monedero abrirse y poco después me comenzaron a hacer caminar por un pasillo frío, y después subir unas escaleras hasta que finalmente me hicieron sentar. Me fui a quitar la venda de los ojos pero María me regañó.



-Estate quieta, Chloe.