One more victim {Zayn Malik}

Parte 3/3

– Zayn, Zayn Malik. – respondí a la pregunto del hombre calvo.

Me encontraba en el centro de rehabilitación, dispuesta a entrar y verlo. Dispuesta a tirar cualquier muralla para verlo. Lo necesito. Sigue siendo shockeante para mí, ¿por qué, quien no lo estaría en circunstancias como estas? Quizá este queriéndome convencer de que él terminó conmigo por las drogas y por rehabilitarse aquí. Aunque sé, que cabe la posibilidad de que me haya dejado por otras razones. Pretendo que no me importa, que no interesa. Pero en realidad, me estoy volviendo loca por dentro, y siento temor de enloquecer. Yo, Quinn Cox dependiendo de un tipo. Sufriendo por él. Pero, ¿cómo no hacerlo? Él ha cambiado mi vida. Siento temor al pensar que quizás nunca más sienta sus labios sobre los míos. Siento temor al pensar que quizás nunca más vuelva a ser suya.

– Señorita, ¿Usted es familiar del joven Malik? – pregunta éste, acomodando sus redondeados anteojos. Tenso mi cuerpo. ¿Qué digo ahora? No puedo decir que soy su ex novia. Una pequeña mentira no vendría nada mal.

– Su novia.

El tipo me observa, bufa, y me dice el número de habitación dónde Zayn se encuentra. Me avisa que él ahora está en sus dos horas de descanso, y que tuve suerte. Le sonrió, y tengo ganas de besar al viejo. Me ha alegrado el día, el mes, y el año. Me señala la puerta del pasillo, dónde supongo, estarán todas las habitaciones. Al entrar, noto todas las habitaciones, con cada número correspondiente. Y al final del pasillo está el comedor, luego hay una gran puerta, debe ser el patio. También hay demás pasillos que deben dirigir a las actividades. Está todo muy organizado. Confío en que él se recuperara.

Cuando pienso en ello, me doy cuenta de que, fui una estúpida. ¿Cómo es que no lo note? ¿Él disimulaba demasiado bien? ¿Y si estaba pasando por un muy mal momento, y por eso recurría a las drogas? ¿O si, simplemente era adicto? ¿Qué tal si trato de salir muchas veces, y no pudo? Esto, sólo me lleva a una conclusión: no estuve allí. Bueno, estuve, pero no consolándolo, ayudándolo. Eran muchos los momentos que compartíamos con Zayn, pero no las veinticuatro horas del día. Una opresión en mi pecho se hace presente. No lo ayude. Estuvo solo en esto.

Y yo que creí que él era el hijo de puta.

Visualizó su habitación a algunos metros. Es la hora. Ha llegado el momento. Mis manos sudan, y me encuentro sumergida en sentimientos de temor, y nerviosismo. Tomo el picaporte, tratando de provocar el menor ruido posible, ya que soy bastante torpe en ese sentido. Me adentro en la habitación. Es de paredes celeste crema; con algunos adornos en los muebles de mármol; dos camas, por lo que me imagino que Zayn debe de compartir habitación con alguien. Noto una persona en una de las camas, ésta ronca, más que cansada. Y sé, que es Zayn.

Me acerco, y lo destapo, para encontrarme con su dichoso rostro. Sin darme cuenta, comienzo a acariciar sus mejillas, sus cabellos negros, y me es imposible no sonreír. Impulsos, que quizá, debería controlar. Porque ya hemos terminado. Y, existe la posibilidad de que él haya cortado la relación porque no me amaba. Dejo de rozar mis dedos con sus mejillas, cuando él abre abruptamente sus ojos. Me mira, y yo simplemente, rasco mi nuca.

– Quinn – murmura. Se levanta de a poco de su cómoda cama, y me observa – Perdón… – susurra. Y no aguanto. Antes de que seguir con sus palabras, me arrojo y lo abrazo. Huelo su dulce aroma, de su fragancia favorita. Lo noto más relleno, lo cuál me parece genial, y señales de que está mejorando. Me encuentro con el calor de sus brazos a los segundos, en mi cintura. Lo extrañaba, demasiado. Toma mi rostro entre sus manos, y besa la punta de mi nariz, a lo que sonrojo. Es lo que siempre hacía Zayn cuando me enojaba – Perdón Q. – repite. Y entonces lo beso.

– Te amo. – conteste al separarnos, para luego depositar un pequeño beso en sus finos labios.

– ¿A pesar de todo?

– A pesar de todo – afirmé.

No había nada que perdonar al adorable Zayn. Sólo salir adelante. Quizá no sea fácil, más no imposible. Ya no había tormenta, sólo sentía su sabor a menta, y su fragancia impregnada en su ropa. Y todo el amor que sentía por él.