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Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Ficha:
Nombre: Delirium.
Autor: Derecho de escritora a Lauren Oliver.
Adaptación: No.
Género: General.
Advertencias: Te vas a fascinar tanto con el libro, que no lo vas a dejar de leer.
Otras páginas: No, a excepción de los libros.
Delirium
Una vida sin amor es una vida sin sufrimiento: segura, medida, predecible y feliz. Por eso cuando los habitantes de esta ciudad del siglo XXII cumplen los 18 años, se someten a la intervención, que consiste en la extracción de la parte del cerebro que controla las emociones. Lena espera ese momento con impaciencia, hasta que un día se enamora...
___________________________________
Hola, hola.
Este libro es uno de mis favoritos, y por capricho mio, lo sui aca. Quiero que las chicas que no lo conocen lo conozcan (? y las que ya lo leyeron y estoy seguro que les gusto, lo vuelva a leer.
Besssssssssssos :33.
{+} Capítulos {aquí}.
Última edición por Abbi. el Mar 05 Nov 2013, 10:00 pm, editado 3 veces
Abbi.
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Te estaba Stalkeando, si :P
Pero es que amo, tu gusto mujer!
Delirium, es tan malditamente perfecto
Seguila, porque quiero leer (?
Pero es que amo, tu gusto mujer!
Delirium, es tan malditamente perfecto
Seguila, porque quiero leer (?
Ninaa.forever.young
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Ninaa.forever.young escribió:Te estaba Stalkeando, si :P
Pero es que amo, tu gusto mujer!
Delirium, es tan malditamente perfecto
Seguila, porque quiero leer (?
Y yo te voy a Skaltear ahora vos .
¿Si? Me haces sentir una buena lectora, GRACIASSSSSS <333. ¿Te pasaste por los otros libros?
Delirium es uno de los mejores libros, es perfectisimo (?.
Ahora la sigo :D.
¿Si? Me haces sentir una buena lectora, GRACIASSSSSS <333. ¿Te pasaste por los otros libros?
Delirium es uno de los mejores libros, es perfectisimo (?.
Ahora la sigo :D.
Abbi.
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
ohPorDios!
Sos mi salvadora!
Siempre quise leer este libro y nunca tuve plata para comprarlo soy pobre
Amo la trama y nose es tan perfecto!
Espero que la sigas, porque yo ya me emocione!
aksldk
Sos mi salvadora!
Siempre quise leer este libro y nunca tuve plata para comprarlo soy pobre
Amo la trama y nose es tan perfecto!
Espero que la sigas, porque yo ya me emocione!
aksldk
inNewYork.-
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Capitulo Uno.
Las enfermedades más peligrosas son aquellas que nos hacen creer que estamos sanos.
- Proverbio 42, Manual de FSS.
Hace sesenta y cuatro años que el presidente y el Consorcio clasificaron el amor como enfermedad, y hace cuarenta y tres que los científicos encontraron una forma de curarlo. A todos los otros miembros de mi familia ya se les ha efectuado la intervención. Mi hermana mayor, Rachel, lleva nueve años libre de la enfermedad. Ha vivido tanto tiempo a salvo del amor que dice que ya ni siquiera se acuerda de los síntomas. Yo tengo cita para mi operación dentro de noventa y cinco días; exactamente, el 3 de septiembre. Es mi cumpleaños.
A mucha gente le da miedo la intervención. Algunas personas incluso se resisten. Yo no tengo miedo. Estoy impaciente. Me la haría mañana mismo si pudiera, pero hay que tener dieciocho años, a veces algo más, para que los científicos te curen. Si no, pueden quedarte secuelas. La gente termina con lesiones cerebrales, parálisis parcial, ceguera o cosas peores.
No me gusta pensar que ando por ahí con la enfermedad en la sangre. A veces juraría que puedo sentirla retorciéndose en mis venas, contaminándome, como leche agria. Me siento sucia. Me recuerda a los niños con rabietas. Me recuerda a las chicas que se resisten, que se aferran a la acera con las uñas, se tiran del pelo y lanzan espumarajos por la boca.
Y, por supuesto, me recuerda a mi madre.
Después de la operación, seré feliz y estaré a salvo para siempre.
Es lo que dice todo el mundo: los científicos y mi hermana y la tía Carol. Después de la intervención, los evaluadores me emparejarán con un chico. Dentro de unos años, nos casaremos. Últimamente he empezado a soñar con mi boda. Estoy bajo un toldo blanco, con flores en el pelo. Voy de la mano de alguien, pero cuando me vuelvo para mirarlo, su cara se vuelve borrosa, es como una cámara que se desenfoca y me impide distinguir sus rasgos. Pero sus manos están frescas y secas, y el corazón me late de forma regular en el pecho; y en el sueño sé que siempre latirá con ese mismo ritmo, que no va a acelerarse, dar un vuelco, brincar ni hacer cabriolas, que simplemente seguirá con su tic-tac-tic-tac hasta que me muera.
Estaré a salvo y libre de dolor.
Las cosas no siempre han ¡do tan bien. En la escuela hemos aprendido que hace muchos años, en los tiempos oscuros, la gente no era consciente de que el amor era una enfermedad letal. Durante bastante tiempo, incluso lo vieron como algo bueno, algo que había que buscar y celebrar. Evidentemente, esa es una de las
razones por las que resulta tan peligroso. «Afecta a la mente hasta tal punto que impide pensar con claridad o tomar decisiones racionales sobre el propio bienestar». Este es el síntoma número doce, como indica la sección dedicada a los deliria nervosa de amor de la duodécima edición del Manual de felicidad, salud y seguridad, o Manual de FSS, como solemos llamarlo. Sin embargo, la gente de aquella época daba nombres a otras dolencias -estrés, infarto, ansiedad. Depresión, hipertensión, insomnio, trastorno bipolar- sin darse cuenta de que estas enfermedades no eran más que síntomas relacionados, en la mayoría de los casos, con los efectos de los deliria nervosa de amor.
No es que en Estados Unidos estemos ya totalmente libres de los efectos de los deliria. Hasta que se perfeccione el tratamiento, hasta que se consiga hacerlo seguro para los menores de dieciocho años, no estaremos protegidos por completo. Este mal seguirá reptando entre nosotros con tentáculos invisibles, asfixiándonos. He visto muchísimos incurados que tuvieron que ser llevados a rastras a la intervención, tan atormentados por la enfermedad del amor que preferían sacarse los ojos antes que vivir sin él.
Hace varios años, en el día de su operación, una chica consiguió librarse de sus ataduras y llegó hasta la azotea del laboratorio.
Se lanzó al vacío inmediatamente, sin gritar. Durante los días siguientes, mostraron en televisión el rostro de la muchacha muerta para recordar a todo el mundo los peligros de los deliria. Tenía los ojos abiertos y el cuello torcido en un ángulo extraño, pero por la forma en que su mejilla reposaba en el suelo de cemento, se podría pensar que se había tumbado a dormir la siesta. Curiosamente, había muy poca sangre, apenas un hilillo oscuro en la comisura de los labios.
Noventa y cinco días más y estaré a salvo. Estoy nerviosa, claro. Me pregunto si la intervención dolerá. Quiero que pase ya. Me cuesta tener paciencia. Es difícil no tener miedo estando aún incurada, aunque lo cierto es que, por el momento, los deliria no me han tocado. Aun así, me preocupo. Dicen que en los viejos tiempos el amor llevaba a la gente a la locura. El Manual de FSS también cuenta historias de personas que murieron por un amor perdido o por uno que nunca llegaron a encontrar, que es lo que más pánico me da.
La más mortal de todas las cosas mortales. Te mata tanto cuando la tienes como cuando no la tienes.
A mucha gente le da miedo la intervención. Algunas personas incluso se resisten. Yo no tengo miedo. Estoy impaciente. Me la haría mañana mismo si pudiera, pero hay que tener dieciocho años, a veces algo más, para que los científicos te curen. Si no, pueden quedarte secuelas. La gente termina con lesiones cerebrales, parálisis parcial, ceguera o cosas peores.
No me gusta pensar que ando por ahí con la enfermedad en la sangre. A veces juraría que puedo sentirla retorciéndose en mis venas, contaminándome, como leche agria. Me siento sucia. Me recuerda a los niños con rabietas. Me recuerda a las chicas que se resisten, que se aferran a la acera con las uñas, se tiran del pelo y lanzan espumarajos por la boca.
Y, por supuesto, me recuerda a mi madre.
Después de la operación, seré feliz y estaré a salvo para siempre.
Es lo que dice todo el mundo: los científicos y mi hermana y la tía Carol. Después de la intervención, los evaluadores me emparejarán con un chico. Dentro de unos años, nos casaremos. Últimamente he empezado a soñar con mi boda. Estoy bajo un toldo blanco, con flores en el pelo. Voy de la mano de alguien, pero cuando me vuelvo para mirarlo, su cara se vuelve borrosa, es como una cámara que se desenfoca y me impide distinguir sus rasgos. Pero sus manos están frescas y secas, y el corazón me late de forma regular en el pecho; y en el sueño sé que siempre latirá con ese mismo ritmo, que no va a acelerarse, dar un vuelco, brincar ni hacer cabriolas, que simplemente seguirá con su tic-tac-tic-tac hasta que me muera.
Estaré a salvo y libre de dolor.
Las cosas no siempre han ¡do tan bien. En la escuela hemos aprendido que hace muchos años, en los tiempos oscuros, la gente no era consciente de que el amor era una enfermedad letal. Durante bastante tiempo, incluso lo vieron como algo bueno, algo que había que buscar y celebrar. Evidentemente, esa es una de las
razones por las que resulta tan peligroso. «Afecta a la mente hasta tal punto que impide pensar con claridad o tomar decisiones racionales sobre el propio bienestar». Este es el síntoma número doce, como indica la sección dedicada a los deliria nervosa de amor de la duodécima edición del Manual de felicidad, salud y seguridad, o Manual de FSS, como solemos llamarlo. Sin embargo, la gente de aquella época daba nombres a otras dolencias -estrés, infarto, ansiedad. Depresión, hipertensión, insomnio, trastorno bipolar- sin darse cuenta de que estas enfermedades no eran más que síntomas relacionados, en la mayoría de los casos, con los efectos de los deliria nervosa de amor.
No es que en Estados Unidos estemos ya totalmente libres de los efectos de los deliria. Hasta que se perfeccione el tratamiento, hasta que se consiga hacerlo seguro para los menores de dieciocho años, no estaremos protegidos por completo. Este mal seguirá reptando entre nosotros con tentáculos invisibles, asfixiándonos. He visto muchísimos incurados que tuvieron que ser llevados a rastras a la intervención, tan atormentados por la enfermedad del amor que preferían sacarse los ojos antes que vivir sin él.
Hace varios años, en el día de su operación, una chica consiguió librarse de sus ataduras y llegó hasta la azotea del laboratorio.
Se lanzó al vacío inmediatamente, sin gritar. Durante los días siguientes, mostraron en televisión el rostro de la muchacha muerta para recordar a todo el mundo los peligros de los deliria. Tenía los ojos abiertos y el cuello torcido en un ángulo extraño, pero por la forma en que su mejilla reposaba en el suelo de cemento, se podría pensar que se había tumbado a dormir la siesta. Curiosamente, había muy poca sangre, apenas un hilillo oscuro en la comisura de los labios.
Noventa y cinco días más y estaré a salvo. Estoy nerviosa, claro. Me pregunto si la intervención dolerá. Quiero que pase ya. Me cuesta tener paciencia. Es difícil no tener miedo estando aún incurada, aunque lo cierto es que, por el momento, los deliria no me han tocado. Aun así, me preocupo. Dicen que en los viejos tiempos el amor llevaba a la gente a la locura. El Manual de FSS también cuenta historias de personas que murieron por un amor perdido o por uno que nunca llegaron a encontrar, que es lo que más pánico me da.
La más mortal de todas las cosas mortales. Te mata tanto cuando la tienes como cuando no la tienes.
Última edición por Abbi. el Jue 26 Sep 2013, 11:22 pm, editado 3 veces
Abbi.
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
inNewYork.- escribió:ohPorDios!
Sos mi salvadora!
Siempre quise leer este libro y nunca tuve plata para comprarlo soy pobre
Amo la trama y nose es tan perfecto!
Espero que la sigas, porque yo ya me emocione!
aksldk
Justo subí el primer capitulo, yo tampoco me lo compre al libro, lo leí por una pagina <3333.
Espero que disfrutes el capitulo.
Espero que disfrutes el capitulo.
Abbi.
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Dios, es tan perfecto *.*
Sos de Argentina? Yo soy de ahí por eso kasjalsk
Lo quería descargar en PDF, pero no pude y despues lo deje ahi
Me desvelo en este foro :meh:
kljdlja
Sos de Argentina? Yo soy de ahí por eso kasjalsk
Lo quería descargar en PDF, pero no pude y despues lo deje ahi
Me desvelo en este foro :meh:
kljdlja
inNewYork.-
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
inNewYork.- escribió:Dios, es tan perfecto *.*
Sos de Argentina? Yo soy de ahí por eso kasjalsk
Lo quería descargar en PDF, pero no pude y despues lo deje ahi
Me desvelo en este foro :meh:
kljdlja
Este libro es perfecto :arrastro: .
Sip, soy de Argentina, Buenos Aires, ¿vos de que provincia sos?
Alguna veces ami tampoco me anda, pero no paro hasta que lo subo y lo dejo ahí hasta que me de ganas de leerlo ._.. Yo tmb.
Sip, soy de Argentina, Buenos Aires, ¿vos de que provincia sos?
Alguna veces ami tampoco me anda, pero no paro hasta que lo subo y lo dejo ahí hasta que me de ganas de leerlo ._.. Yo tmb.
Abbi.
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Soy de la provincia de Buenos Aires, Onda Victoria, por ahi.Abbi. escribió:inNewYork.- escribió:Dios, es tan perfecto *.*
Sos de Argentina? Yo soy de ahí por eso kasjalsk
Lo quería descargar en PDF, pero no pude y despues lo deje ahi
Me desvelo en este foro :meh:
kljdljaEste libro es perfecto :arrastro: .
Sip, soy de Argentina, Buenos Aires, ¿vos de que provincia sos?
Alguna veces ami tampoco me anda, pero no paro hasta que lo subo y lo dejo ahí hasta que me de ganas de leerlo ._.. Yo tmb.
A un colectivo de Tigre, Ah
Conoces por aca? Tigre y eso :p
Ahora lo puedo leer por aca eso me emociona! ajslak
inNewYork.-
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
inNewYork.- escribió:Soy de la provincia de Buenos Aires, Onda Victoria, por ahi.Abbi. escribió:inNewYork.- escribió:Dios, es tan perfecto *.*
Sos de Argentina? Yo soy de ahí por eso kasjalsk
Lo quería descargar en PDF, pero no pude y despues lo deje ahi
Me desvelo en este foro :meh:
kljdljaEste libro es perfecto :arrastro: .
Sip, soy de Argentina, Buenos Aires, ¿vos de que provincia sos?
Alguna veces ami tampoco me anda, pero no paro hasta que lo subo y lo dejo ahí hasta que me de ganas de leerlo ._.. Yo tmb.
A un colectivo de Tigre, Ah
Conoces por aca? Tigre y eso :p
Ahora lo puedo leer por aca :A:eso me emociona! ajslak
Oh, yo soy de provincia tambien, de Lanus...
Conozco Tigre solamente por lo del Parque de la Costa .
¿Quieres que suba el cap dos?
Conozco Tigre solamente por lo del Parque de la Costa .
¿Quieres que suba el cap dos?
Abbi.
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Me arias ese favorrr :amor:
Que linda!
Sip, esta el parque de la costa, es lo mas
Va yo lo amor aksajal
Nunca fui a Lanus, es lindo?
Que linda!
Sip, esta el parque de la costa, es lo mas
Va yo lo amor aksajal
Nunca fui a Lanus, es lindo?
inNewYork.-
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
inNewYork.- escribió:Me arias ese favorrr :amor:
Que linda!
Sip, esta el parque de la costa, es lo mas
Va yo lo amor aksajal
Nunca fui a Lanus, es lindo?
:hug: .
Es un barrio normal, pero si me preguntas, prefiero mil veces capital.
Es un barrio normal, pero si me preguntas, prefiero mil veces capital.
Abbi.
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Cuando le dijo a la gente que la Stalkeo, me dicen que me van a stalkear y yo no tengo nada que stalkear :lloro:Abbi. escribió:Ninaa.forever.young escribió:Te estaba Stalkeando, si :P
Pero es que amo, tu gusto mujer!
Delirium, es tan malditamente perfecto
Seguila, porque quiero leer (?Y yo te voy a Skaltear ahora vos .
¿Si? Me haces sentir una buena lectora, GRACIASSSSSS <333. ¿Te pasaste por los otros libros?
Delirium es uno de los mejores libros, es perfectisimo (?.
Ahora la sigo :D.
La seguiste, amo a Lenna, es una diosa (?
Si, now me tengo que pasar por Traicion ! aksjla
Ninaa.forever.young
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Me voy a dormir, Mil gracias por el avatar! Lo ame!
Mañana me paso!
Besos!
Mañana me paso!
Besos!
inNewYork.-
Re: Delirium. {LIBRO ORIGIAL}
Capitulo Dos.
Debemos estar continuamente en guardia contra la
enfermedad; la salud de nuestra nación, de nuestro pueblo, de
nuestras familias, de nuestras mentes depende de una
vigilancia constante.
enfermedad; la salud de nuestra nación, de nuestro pueblo, de
nuestras familias, de nuestras mentes depende de una
vigilancia constante.
- «Medida» básicas de »salud>. Manual de FSS (12.a edición)[/i]
El olor de las naranjas siempre me ha recordado a los funerales. Es ese olor lo que me despierta la mañana de mi evaluación. Miro el reloj de la mesilla de noche. Son las seis.
La luz es gris, pero los rayos del sol se van insinuando en las paredes del cuarto que comparto con las dos hijas de mi prima Marcia. Grace, la pequeña, está acurrucada encima de su camita, ya vestida, y me mira. Tiene una naranja entera en la mano. Intenta darle un mordisco, como si fuera una manzana, con sus dientecitos de niña. Se me revuelve el estómago y tengo que cerrar los ojos otra vez para no recordar aquel vestido áspero y sofocante que me obligaron a llevar cuando murió mi madre; para
no recordar los murmullos, o esa mano ruda y grande que me pasaba una naranja tras otra para que me estuviera tranquila. En el funeral me comí cuatro, gajo a gajo, y cuando ya solo me quedaban las cáscaras en el regazo, empecé a chuparlas. El sabor amargo de la parte blanca me ayudaba a contener las lágrimas.
Abro los ojos y Grace se inclina hacia delante, con el brazo extendido y la naranja en la mano.
-No, Grade -digo mientras aparto la ropa de cama y me pongo de pie. El estómago se me aprieta y se me afloja como un puño-. Y la cáscara no se come, ¿eh?
Ella me sigue mirando, parpadeando con sus grandes ojos grises, sin decir nada. Yo suspiro y me siento junto a ella.
-Trae -le digo, y le muestro cómo pelar la fruta con las manos, dejando caer los brillantes tirabuzones naranjas en su regazo mientras procuro contener el aliento para que no me llegue el olor.
Ella me mira en silencio. Cuando termino, coge la fruta ya pelada con las dos manos, como si fuera una bola de cristal y temiera romperla.
Le doy un golpecito con el codo. -Anda, come -suspiro.
Ella se limita a mirar la fruta fijamente, así que empiezo a separarle los gajos, uno a uno.
-¿Sabes qué? -le susurro lo más bajito que puedo-. Los demás serían más amables contigo si les hablaras de vez en cuando.
No contesta. Tampoco es que yo esperara que lo hiciera. La tía Carol no le ha oído decir ni una palabra en los seis años y tres meses que tiene la niña; ni una sola sílaba. Carol cree que le pasa algo en el cerebro, pero por el momento los médicos no han encontrado nada.
«Es más tonta que un capazo», comentó con toda naturalidad el otro día, mientras miraba a Grace. La niña le daba vueltas en las manos a un bloque de madera pintada como si fuera algo bello y prodigioso, como si esperara que de repente se convirtiera en otra cosa.
Me pongo de pie y me acerco a la ventana para alejarme de Grace, de sus grandes ojos fijos y de sus dedos finos y veloces. Me da pena.
Marcia, su madre, está muerta. Siempre dijo que no quería niños. Ese es uno de los inconvenientes del tratamiento: al no sufrir los deliria nervosa, a algunas personas les resulta desagradable la idea de tener hijos. Por fortuna, son pocos los casos de desapego total, en los que un padre o una madre es incapaz de establecer un vínculo normal y responsable con sus hijos, como es su obligación, y acaba ahogándolos o golpeándolos hasta matarlos.
Pero los evaluadores decidieron que Marcia debía tener dos hijos. En aquel momento parecía una buena elección. Su familia había conseguido una buena nota de estabilización en la revisión anual.
Su marido era un científico muy respetado. Vivían en una casa enorme en Winter Street. Marcia preparaba a diario la comida para los dos, y en su tiempo libre daba clases de piano para mantenerse ocupada.
Pero, claro, todo cambió cuando se empezó a sospechar que su marido era simpatizante. Marcia y sus hijas. Jenny y Grace, tuvieron que mudarse a casa de su madre, la tía Carol, y la gente empezó a murmurar y a apuntarlas con el dedo fueran donde fueran. Grace no se acordará de eso, desde luego; me sorprendería que tuviera algún recuerdo de sus padres.
El marido de Marcia desapareció antes de que diera comienzo el juicio. Puede que fuera lo mejor. Los juicios son, sobre todo, una cuestión de apariencias. A los simpatizantes casi siempre se los ejecuta.
Si no, se los encierra en las Criptas, condenados a tres cadenas perpetuas seguidas. Marcia lo sabía, por supuesto. La tía Carol piensa que por eso se detuvo su corazón cuando, apenas unos meses después de que desapareciera su marido, la acusaron a ella en su lugar. Un día después de que le entregaran la citación, mientras iba caminando por la calle, sufrió un ataque y murió.
El corazón es algo muy frágil. Por eso hay que tener tanto cuidado con él.
Hoy va a hacer un día sofocante, lo noto. Ya hace calor en el dormitorio, y cuando abro un poco la ventana para que se vaya el olor a naranja, el aire de fuera es tan denso que parece lamerme las mejillas. Aspiro profundamente, inhalando el olor limpio de algas y madera húmeda, mientras escucho los chillidos lejanos de las gaviotas que describen círculos interminables sobre la bahía, en algún lugar más allá de los almacenes achaparrados y los grises edificios. El motor de un coche se pone en marcha junto a la casa. El ruido me sobresalta.
-¿Estás nerviosa por la evaluación?
Me doy la vuelta. La tía Carol está de pie en el umbral, con las manos agarradas.
-No -respondo, aunque es mentira.
Ella sonríe apenas, una sonrisa breve, pasajera.
-No te preocupes. Lo harás bien. Date una ducha y luego te ayudaré con el pelo. Por el camino podemos repasar las respuestas.
-Vale.
La tía sigue mirándome fijamente. Me siento violenta, clavo las uñas en el alféizar que tengo detrás.
Siempre he odiado que me miren así. Tendré que acostumbrarme. Durante el examen habrá cuatro evaluadores que me mirarán de ese modo durante casi dos horas. Tendré que llevar un camisón ligero de plástico, semitransparente, como los que suelen dar en los hospitales, para que puedan verme el cuerpo.
-Un siete o un ocho, diría yo -augura mi tía frunciendo los labios; es una nota digna., y yo me daría por satisfecha si la consiguiera-. Aunque no sacarás más de un seis si no te lavas.
El curso casi ha terminado y la evaluación es el último examen que tengo que pasar. Durante los cuatro meses anteriores he ido haciendo los diferentes ejercicios de reválida: Matemáticas, Ciencias, Competencia Oral y Escrita, Sociología, Psicología y Fotografía (una especialidad opcional), con lo que recibiré mis notas en algún momento de las próximas semanas. Estoy bastante satisfecha de cómo me han salido, así que supongo que me asignarán una universidad. Siempre he sido buena estudiante. Los asesores académicos valorarán mis fortalezas y debilidades y elegirán para mí una facultad y una carrera.
La evaluación es necesaria para que puedan emparejarnos. En los próximos meses, los evaluadores me enviarán una lista con los cuatro o cinco candidatos aprobados. Uno de ellos se convertirá en mi marido cuando termine la carrera (suponiendo que haya aprobado todos los exámenes de reválida; a las chicas que no aprueban se las empareja y se las casa en cuanto terminan el instituto).
Los evaluadores harán todo lo posible por asignarme candidatos que hayan recibido notas similares en las evaluaciones. En la medida de lo posible, procuran evitar grandes disparidades de inteligencia, carácter, edad y procedencia social. Claro que a veces se oyen historias de terror: casos en los que una pobre chica de dieciocho años ha sido entregada a un hombre adinerado de ochenta.
Las escaleras sueltan un gemido quejumbroso y aparece la hermana de Grace. Jenny. Tiene nueve años y es alta para su edad, pero está muy delgada; parece un saco de huesos, con su pecho hundido como una bandeja combada. Tiene el mismo aspecto demacrado que tenía su madre. Ya sé que suena mal, pero es que no me cae demasiado bien.
Se une a mi tía en el umbral y se me queda mirando. Yo mido un metro sesenta escaso, y ella un poco menos. Es una tontería que me sienta cohibida ante mi tía y mis primas, pero me empieza a subir un picor ardiente por los brazos. Sé que todos están preocupados por mi evaluación. Es crucial que me emparejen con alguien bueno. A Jenny y a Grace les faltan varios años para sus respectivas intervenciones. Si yo consigo una buena boda, en poco tiempo eso se traducirá en más dinero para la familia. Y de paso, podría hacer desaparecer los monótonos rumores que, cuatro años después del escándalo, aún parecen seguirnos dondequiera que vamos, como el susurro de las hojas secas arrastradas por el viento. Simpatizantes. Simpatizantes. Simpatizantes.
Durante años, tras la muerte de mi madre, me persiguió una palabra aún peor, un siseo ondulante como una culebra que iba dejando un rastro venenoso: suicidio. Una palabra de soslayo, una palabra que la gente masculla entre cuchicheos o toses, una palabra que solo se murmura tras el refugio de una puerta cerrada. Era solo en mis sueños donde la oía aullada, lanzada a gritos.
Respiro hondo, luego me agacho para sacar la caja de plástico de debajo de la cama. No quiero que la tía vea que estoy temblando.
-¿Se va a casar Lena hoy? -le pregunta Jenny a la tía. Su voz siempre me ha recordado al zumbido constante de las abejas en un día de calor.
-No seas tonta -dice la tía sin aspereza-. Ya sabes que no se puede casar antes de estar curada.
Saco la toalla de la caja y me incorporo, apretándola contra el pecho. Esa palabra, casarse, hace que se me seque la boca. Todo el mundo se casa en cuanto termina su formación. Así son las cosas. «El matrimonio significa orden y estabilidad, señales de una sociedad sana» (Manual de FSS, «Principios básicos de la sociedad», p. 114). Pero la mera idea de casarme sigue haciendo que el corazón me lata aguadamente, como un insecto tras el cristal. Nunca he tocado a un chico, por supuesto: el contacto físico entre incurados del sexo opuesto está prohibido. Sinceramente, ni siquiera he hablado nunca con un chico más de cinco minutos, a menos que cuente a mis primos, a mi tío y a Andrew Marcas, el que ayuda a mi tío en su tienda Stop-N-Save y que, por cierto, siempre se hurga la nariz y deja los mocos bajo las latas de verdura.
Y si no apruebo los exámenes de reválida -por favor, por favor, que los apruebe-, me casaré en cuanto esté curada, dentro de menos de tres meses. Lo que significa que llegará mi noche de bodas.
El olor a naranjas sigue siendo fuerte y el estómago me da otro salto. Entierro la cara en la toalla e inspiro, haciendo esfuerzos para no vomitar.
De abajo llega un ruido de cacharros. La tía suspira y mira el reloj.
-Queda menos de una hora -comenta- Más vale que empieces a prepararte.
La luz es gris, pero los rayos del sol se van insinuando en las paredes del cuarto que comparto con las dos hijas de mi prima Marcia. Grace, la pequeña, está acurrucada encima de su camita, ya vestida, y me mira. Tiene una naranja entera en la mano. Intenta darle un mordisco, como si fuera una manzana, con sus dientecitos de niña. Se me revuelve el estómago y tengo que cerrar los ojos otra vez para no recordar aquel vestido áspero y sofocante que me obligaron a llevar cuando murió mi madre; para
no recordar los murmullos, o esa mano ruda y grande que me pasaba una naranja tras otra para que me estuviera tranquila. En el funeral me comí cuatro, gajo a gajo, y cuando ya solo me quedaban las cáscaras en el regazo, empecé a chuparlas. El sabor amargo de la parte blanca me ayudaba a contener las lágrimas.
Abro los ojos y Grace se inclina hacia delante, con el brazo extendido y la naranja en la mano.
-No, Grade -digo mientras aparto la ropa de cama y me pongo de pie. El estómago se me aprieta y se me afloja como un puño-. Y la cáscara no se come, ¿eh?
Ella me sigue mirando, parpadeando con sus grandes ojos grises, sin decir nada. Yo suspiro y me siento junto a ella.
-Trae -le digo, y le muestro cómo pelar la fruta con las manos, dejando caer los brillantes tirabuzones naranjas en su regazo mientras procuro contener el aliento para que no me llegue el olor.
Ella me mira en silencio. Cuando termino, coge la fruta ya pelada con las dos manos, como si fuera una bola de cristal y temiera romperla.
Le doy un golpecito con el codo. -Anda, come -suspiro.
Ella se limita a mirar la fruta fijamente, así que empiezo a separarle los gajos, uno a uno.
-¿Sabes qué? -le susurro lo más bajito que puedo-. Los demás serían más amables contigo si les hablaras de vez en cuando.
No contesta. Tampoco es que yo esperara que lo hiciera. La tía Carol no le ha oído decir ni una palabra en los seis años y tres meses que tiene la niña; ni una sola sílaba. Carol cree que le pasa algo en el cerebro, pero por el momento los médicos no han encontrado nada.
«Es más tonta que un capazo», comentó con toda naturalidad el otro día, mientras miraba a Grace. La niña le daba vueltas en las manos a un bloque de madera pintada como si fuera algo bello y prodigioso, como si esperara que de repente se convirtiera en otra cosa.
Me pongo de pie y me acerco a la ventana para alejarme de Grace, de sus grandes ojos fijos y de sus dedos finos y veloces. Me da pena.
Marcia, su madre, está muerta. Siempre dijo que no quería niños. Ese es uno de los inconvenientes del tratamiento: al no sufrir los deliria nervosa, a algunas personas les resulta desagradable la idea de tener hijos. Por fortuna, son pocos los casos de desapego total, en los que un padre o una madre es incapaz de establecer un vínculo normal y responsable con sus hijos, como es su obligación, y acaba ahogándolos o golpeándolos hasta matarlos.
Pero los evaluadores decidieron que Marcia debía tener dos hijos. En aquel momento parecía una buena elección. Su familia había conseguido una buena nota de estabilización en la revisión anual.
Su marido era un científico muy respetado. Vivían en una casa enorme en Winter Street. Marcia preparaba a diario la comida para los dos, y en su tiempo libre daba clases de piano para mantenerse ocupada.
Pero, claro, todo cambió cuando se empezó a sospechar que su marido era simpatizante. Marcia y sus hijas. Jenny y Grace, tuvieron que mudarse a casa de su madre, la tía Carol, y la gente empezó a murmurar y a apuntarlas con el dedo fueran donde fueran. Grace no se acordará de eso, desde luego; me sorprendería que tuviera algún recuerdo de sus padres.
El marido de Marcia desapareció antes de que diera comienzo el juicio. Puede que fuera lo mejor. Los juicios son, sobre todo, una cuestión de apariencias. A los simpatizantes casi siempre se los ejecuta.
Si no, se los encierra en las Criptas, condenados a tres cadenas perpetuas seguidas. Marcia lo sabía, por supuesto. La tía Carol piensa que por eso se detuvo su corazón cuando, apenas unos meses después de que desapareciera su marido, la acusaron a ella en su lugar. Un día después de que le entregaran la citación, mientras iba caminando por la calle, sufrió un ataque y murió.
El corazón es algo muy frágil. Por eso hay que tener tanto cuidado con él.
Hoy va a hacer un día sofocante, lo noto. Ya hace calor en el dormitorio, y cuando abro un poco la ventana para que se vaya el olor a naranja, el aire de fuera es tan denso que parece lamerme las mejillas. Aspiro profundamente, inhalando el olor limpio de algas y madera húmeda, mientras escucho los chillidos lejanos de las gaviotas que describen círculos interminables sobre la bahía, en algún lugar más allá de los almacenes achaparrados y los grises edificios. El motor de un coche se pone en marcha junto a la casa. El ruido me sobresalta.
-¿Estás nerviosa por la evaluación?
Me doy la vuelta. La tía Carol está de pie en el umbral, con las manos agarradas.
-No -respondo, aunque es mentira.
Ella sonríe apenas, una sonrisa breve, pasajera.
-No te preocupes. Lo harás bien. Date una ducha y luego te ayudaré con el pelo. Por el camino podemos repasar las respuestas.
-Vale.
La tía sigue mirándome fijamente. Me siento violenta, clavo las uñas en el alféizar que tengo detrás.
Siempre he odiado que me miren así. Tendré que acostumbrarme. Durante el examen habrá cuatro evaluadores que me mirarán de ese modo durante casi dos horas. Tendré que llevar un camisón ligero de plástico, semitransparente, como los que suelen dar en los hospitales, para que puedan verme el cuerpo.
-Un siete o un ocho, diría yo -augura mi tía frunciendo los labios; es una nota digna., y yo me daría por satisfecha si la consiguiera-. Aunque no sacarás más de un seis si no te lavas.
El curso casi ha terminado y la evaluación es el último examen que tengo que pasar. Durante los cuatro meses anteriores he ido haciendo los diferentes ejercicios de reválida: Matemáticas, Ciencias, Competencia Oral y Escrita, Sociología, Psicología y Fotografía (una especialidad opcional), con lo que recibiré mis notas en algún momento de las próximas semanas. Estoy bastante satisfecha de cómo me han salido, así que supongo que me asignarán una universidad. Siempre he sido buena estudiante. Los asesores académicos valorarán mis fortalezas y debilidades y elegirán para mí una facultad y una carrera.
La evaluación es necesaria para que puedan emparejarnos. En los próximos meses, los evaluadores me enviarán una lista con los cuatro o cinco candidatos aprobados. Uno de ellos se convertirá en mi marido cuando termine la carrera (suponiendo que haya aprobado todos los exámenes de reválida; a las chicas que no aprueban se las empareja y se las casa en cuanto terminan el instituto).
Los evaluadores harán todo lo posible por asignarme candidatos que hayan recibido notas similares en las evaluaciones. En la medida de lo posible, procuran evitar grandes disparidades de inteligencia, carácter, edad y procedencia social. Claro que a veces se oyen historias de terror: casos en los que una pobre chica de dieciocho años ha sido entregada a un hombre adinerado de ochenta.
Las escaleras sueltan un gemido quejumbroso y aparece la hermana de Grace. Jenny. Tiene nueve años y es alta para su edad, pero está muy delgada; parece un saco de huesos, con su pecho hundido como una bandeja combada. Tiene el mismo aspecto demacrado que tenía su madre. Ya sé que suena mal, pero es que no me cae demasiado bien.
Se une a mi tía en el umbral y se me queda mirando. Yo mido un metro sesenta escaso, y ella un poco menos. Es una tontería que me sienta cohibida ante mi tía y mis primas, pero me empieza a subir un picor ardiente por los brazos. Sé que todos están preocupados por mi evaluación. Es crucial que me emparejen con alguien bueno. A Jenny y a Grace les faltan varios años para sus respectivas intervenciones. Si yo consigo una buena boda, en poco tiempo eso se traducirá en más dinero para la familia. Y de paso, podría hacer desaparecer los monótonos rumores que, cuatro años después del escándalo, aún parecen seguirnos dondequiera que vamos, como el susurro de las hojas secas arrastradas por el viento. Simpatizantes. Simpatizantes. Simpatizantes.
Durante años, tras la muerte de mi madre, me persiguió una palabra aún peor, un siseo ondulante como una culebra que iba dejando un rastro venenoso: suicidio. Una palabra de soslayo, una palabra que la gente masculla entre cuchicheos o toses, una palabra que solo se murmura tras el refugio de una puerta cerrada. Era solo en mis sueños donde la oía aullada, lanzada a gritos.
Respiro hondo, luego me agacho para sacar la caja de plástico de debajo de la cama. No quiero que la tía vea que estoy temblando.
-¿Se va a casar Lena hoy? -le pregunta Jenny a la tía. Su voz siempre me ha recordado al zumbido constante de las abejas en un día de calor.
-No seas tonta -dice la tía sin aspereza-. Ya sabes que no se puede casar antes de estar curada.
Saco la toalla de la caja y me incorporo, apretándola contra el pecho. Esa palabra, casarse, hace que se me seque la boca. Todo el mundo se casa en cuanto termina su formación. Así son las cosas. «El matrimonio significa orden y estabilidad, señales de una sociedad sana» (Manual de FSS, «Principios básicos de la sociedad», p. 114). Pero la mera idea de casarme sigue haciendo que el corazón me lata aguadamente, como un insecto tras el cristal. Nunca he tocado a un chico, por supuesto: el contacto físico entre incurados del sexo opuesto está prohibido. Sinceramente, ni siquiera he hablado nunca con un chico más de cinco minutos, a menos que cuente a mis primos, a mi tío y a Andrew Marcas, el que ayuda a mi tío en su tienda Stop-N-Save y que, por cierto, siempre se hurga la nariz y deja los mocos bajo las latas de verdura.
Y si no apruebo los exámenes de reválida -por favor, por favor, que los apruebe-, me casaré en cuanto esté curada, dentro de menos de tres meses. Lo que significa que llegará mi noche de bodas.
El olor a naranjas sigue siendo fuerte y el estómago me da otro salto. Entierro la cara en la toalla e inspiro, haciendo esfuerzos para no vomitar.
De abajo llega un ruido de cacharros. La tía suspira y mira el reloj.
-Queda menos de una hora -comenta- Más vale que empieces a prepararte.
Última edición por Abbi. el Mar 05 Nov 2013, 6:01 pm, editado 2 veces
Abbi.
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