Dos letras, Malik.

— Zayn, ¿me pasas el bolso, por favor? — inquirió Roseline haciendo un simple trenzado en su cabello. Una vez más, contempló su reflejo en el espejo de su habitación, y asintió murmurando para sí misma:— te ves bien, de todos modos, vas a entrenar, no a salir. — entonces, tomó sus zapatillas y desarmó aquél complicado nudo que solía hacer para mantenerlas fijas a sus pies, aunque sea sólo hasta llegar al gimnasio.
El moreno apresuró su paso, ya que si no corrían, llegarían tarde. De un brinco, se sentó junto a ella, y la ayudó con el otro par mientras dejaba el bolso a un lado.
— Van a matarme si llego tarde de nuevo — comentó, mientras él reía suavemente. —. ¿Qué te parece gracioso, Malik?, ¿de alguna manera te da gracia saber que me romperán los huesos? — elevando una ceja dejó al moreno con su aspecto de chico despreocupado continuando con sus carcajadas.
— Sabes que no van a hacerlo, Roseline. — acotó entregándole la zapatilla sin los grandes y complicados nudos presentes. Ella sonrió y besó su mejilla.
— Lo sé, gracias. — dijo ella colocándose el calzado lo más rápido posible, repitiendo el dificultoso trayecto de su "nudo perfecto".
Zayn permaneció unos segundos, observándola atar sus cordones. Entonces frunció el ceño. ¿Cómo se le ocurría hacerlo, tan rápido, y de manera tan torpe?, si de todos modos las zapatillas jamás podrían salirse de sus pies e irse corriendo a otra parte. Negó repetidas veces, y se sentó en el suelo, frente a ella. Suavemente, le quitó sus manos del calzado, y deshizo cada uno de los nudos ridículos de Roseline.
— ¿Qué haces?, voy a llegar treinta minutos más tarde de lo esperado contigo ahí debajo. — rió contemplando la mirada concentrada del moreno.
— Procuro que no te rompas la cabeza en el camino, además, no tienes la necesidad de atarlos tan brutalmente — ella elevó de nuevo su ceja, y él negó. —. Sabes que lo que digo es cierto, no intentes negarlo, Rose.
— De hecho... — comentó en su defensa Roseline, pero luego se silenció, pensándolo. Zayn siempre tenía la razón en todo lo que decía, y siquiera en éste caso se equivocaba. Entonces hizo una mueca, y asintió dándose por vencida. —, es que odio que tengas razón, joder.
Él volvió a reír, y acabó con los nudos de terror en sus zapatillas, dejando presentes unos uniformes, parejos y decentes cordones atados.
Roseline tomó su bolso rápido y palmó su bolsillo, asegurándose de que las llaves estén allí, entonces abrió la puerta. Le dio una mirada rápida a Zayn, y ladeó su cabeza a un lado.
— Andando.
Entonces él se paró de la alfombra, y sacudió un poco su jogging grisáceo, bastante viejo por el tiempo y el trato otorgado a éste mismo. Se acercó a Roseline, y tomó su mano, cerró la puerta y corrió escaleras abajo tironeando del brazo de ella.
— ¡Zayn, para, voy a caerme! — rió ella intentando igualar la velocidad de él.
Para ese entonces, ya estaban por los últimos escalones. Y Zayn no disminuía su rapidez, por lo cual, Roseline bajaba corriendo, a los gritos, y él sólo se reía.
Una vez fuera del apartamento, corrieron por la vereda, siendo Zayn el apurado, mientras que el entrenamiento era de ella. Todo parecía marchar como siempre solía, en perfectas condiciones.
Roseline viviendo en su departamento, sola. Pagando las cuentas como podía, con el dinero de la cafetería en la que trabajaba. Además de que Zayn la ayudaba como pudiese, él daría todo de sí para que ella estuviese bien. O dentro de todo, estable y sana.
Por otra parte, él había preferido la universidad. Roseline no tenía cómo pagarla, sus padres en Nueva Zelanda no ayudaban tampoco. Pero Zayn había tenido ese beneficio desde pequeño, que a todo lo que él quería, se le entregaba. No fue un joven consentido, o egocéntrico, el dinero nunca logró atraparlo. Él se mantenía en la línea, y sólo se daba el gusto de vez en cuando. Sus padres, orgullosos de su actitud, solían juzgar a Roseline, ya sea por su personalidad, o el rechazo de la universidad. A Zayn eso no le importaba, ya que él quedó atrapado por la extravagante vida de la castaña. Su manera de ver las cosas era tan diferente a la que todas las chicas estaban acostumbradas a.
Su relación, una gran amistad, a decir verdad. Aunque ambos sentían esa atracción hacia el otro, la cual un día habían aclarado para no dejar las dudas. Pero... ¿por qué optaron?, seguir con su amistad. Nada de celos, ni resentimientos. Ya que... ellos se amaban, pero ambos quisieron eso. Ni a él, ni a ella, le gustaba lo formal. Además, ¿una relación trae muchos dramas, no?, imposible para ellos. O eso creían.

Una vez que llegaron al gimnasio, saludaron a todos los chicos que entrenaban. Así es, Roseline entrenaba con el género masculino, ya que no había gimnasio de chicas cerca de su departamento, además, los chicos le eran más divertidos.
Repitió la rutina, vendó sus manos, y se colocó los guantes, se subió al ring y comenzó con su entrenamiento.
Zayn la miraba atentamente, cuando de repente le llega un mensaje, de una chica. Esa chica era ella. La misma de siempre, con la que hablaba todos los días. Con la que se veía en la universidad. Todas las noches, salvo que Roseline lo necesitase para algo, o sólo para una noche amistosa. Roseline no lo sabía, no estaba siquiera enterada.
Pero algo que pronto sabría, era que nada volvería a ser lo mismo. No vería a las personas de la manera en que solía. Todo pronto daría un gran giro, dándole un oscuro tono al azulado cielo que iluminaba su vida. Ese cielo, se encontraba junto a Zayn. Él era su cielo, y eso pronto acabaría.