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"●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
AAAAAAAAAAAAAAAAAA
le mando un detective privado !!!
omg ...
no me iamgino como se sentira cuando la vea a la rayis !
alto lio se va a armar :P`
buenisiimoo el cap ...
siiiguelaaaaaaaaaaaaaaaaa
le mando un detective privado !!!
omg ...
no me iamgino como se sentira cuando la vea a la rayis !
alto lio se va a armar :P`
buenisiimoo el cap ...
siiiguelaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
~§kyscraper~ {Michelle} escribió:#Editando Caps Amores!
#Bienvenida Ciin!
y placer tenerte por aquí! ;)
GRACIAS POR LA BIENVENIDAAAA :D
Ciin :)
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
Ciin Cyrus Gomez D' Jonas escribió:~§kyscraper~ {Michelle} escribió:#Editando Caps Amores!
#Bienvenida Ciin!
y placer tenerte por aquí! ;)
GRACIAS POR LA BIENVENIDAAAA :D
#Gracias a ti por comentar ;)
Bubu ✌
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
uhhhh solo espero el momento en
k nick vea a la prometida de jerry :¬w¬:
se va a kedar en stado de coma jaajjajajajaj
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ahhhh sta novel me encantaaa
sube mas capissssssssssss :D
k nick vea a la prometida de jerry :¬w¬:
se va a kedar en stado de coma jaajjajajajaj
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ahhhh sta novel me encantaaa
sube mas capissssssssssss :D
yessi jobrOss
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
Capitulo 14
(TN) aparcó su coche en Nicholas Street, a la vuelta de la esquina del hotel, y metió una moneda en el parquímetro. Se alzó el cuello para protegerse de la lluvia y se fue corriendo hacia el semáforo, esquivando los charcos más grandes. Cuando se puso verde, cruzó la ajetreada carretera y tomó rumbo oeste por Daly hasta la puerta del Westerly Inn. Al acercarse a la entrada, el portero le abrió y pudo ponerse por fin a cobijo. Se sacudió la cabeza y se ahuecó la melena, que se le había quedado un poco húmeda por la llovizna.
Atravesó el majestuoso vestíbulo, confundiéndose entre la multitud de huéspedes, hasta llegar a la oficina del director de catering, con un humor casi tan gris como el tiempo. Faltaban pocos días para la boda, y hacía tres semanas desde que no veía a Jerry. Debería haber regresado de París hacía tres días, con tiempo de sobra para ayudarla con los imprevistos de última hora, pero había pospuesto su regreso y no llegaría hasta mañana.
Por suerte, ella había cerrado el contrato de asesoría para Sanidad y Bienestar antes de lo previsto, de modo que tenía unos días libres para ocuparse de ultimar los detalles. Tenía que cerrar otro contrato para organizar un curso de formación para instruir a los empleados de una empresa de software local sobre las nuevas herramientas de una aplicación, pero había decido no abordarlo hasta después de la luna de miel
Era un proyecto muy interesante. La empresa, Quixote, conocía el trabajo de (TN) porque habían requerido sus servicios en varias ocasiones anteriormente y le habían permitido trabajar desde casa. No necesitaban el curso hasta dentro de seis meses y (TN) sabía que concebirlo no le llevaría más de dos, lo que le daba la oportunidad de tomarse las cosas con calma y tiempo libre si lo necesitaba. Y eso haría que no se sintiera estresada mientras que ella y Jerry se acostumbraban a la convivencia y se preparaban para el nacimiento de su hijo.
El repicar de sus tacones en el suelo de mármol se detuvo cuando atravesó el vestíbulo y empezó a caminar por la alfombra del pasillo que había a la izquierda de la recepción. Al acercarse a la puerta de roble de color castaño donde podía leerse la palabra CATERING en letras doradas, un hombre corpulento con un bigote oscuro y el pelo rizado salió al pasillo, delante de ella. Lo reconoció. Era el director del caterig, el señor Deluse.
-Hola, señorita Kerry. Puntual como un reloj -la saludo, dándole un apretón de manos-. Es un placer volver a verla -añadió, mirando detrás de ella-. ¿Viene el señor Jonas con usted?
-No, me temo que no. Está en París.
El señor Deluse arqueó las cejas.
-¿Y no la ha llevado con él?
-Pues me habría encantado, pero nos casamos dentro de cuatro días... -contestó ella, encogiéndose de hombros.
-Claro, claro -convino el director del caiering, halendole un gesto para que se sentara en una de las butacas de cuero de color granate que había frente a un escritorio-. Hay tantos detalles que ultimar. Pero no está bien...
No lo estaba. Le habría encantado ir. Y ni siquiera para ver París, sólo para volver a estar con Jerry. Se había marchado hacía dos semanas, pero hacía mucho más tiempo que había vuelto a desaparecer.
Y por si eso no fuera poco, con el embarazo, su cuerpo había empezado a experimentar algunos cambios desconcertantes. Al principio, había notado que sus pezones se le habían vuelto extremadamente sensibles. El mero roce de la tela la excitaba sobremanera. Un día, en el trabajo, se había rozado con el borde de una carpeta al ir a coger algo del estante superior de una estantería y se le habían puesto los pezones como pinchos. Había sentido un hormigueo intenso en los pechos y se había deslizado la mano bajo la chaqueta para acariciarse un pezón, imaginando que le hacía una felación a Jerry mientras él estaba sentado a la mesa de su oficina. Se había ruborizado, cuando su colega Sal había salido de la oficina y le había preguntado en broma si estaba soñando despierta. Por suerte, (TN) estaba de espaldas a la puerta, de modo que Sal no la había visto acariciarse. Desde entonces, la cosa había ido peor. Con la alteración de las hormonas en su organismo, parecía estar excitada en todo momento. En cuanto Jerry regresara a casa iba a arrojarlo sobre la cama y follárselo como una loca.
-Nuestro chef de pastelería ha creado un nuevo postre que le gustaría que probara para incluirlo en el banquete. En unos momentos, nos enviará una porción para catarlo.
(TN) se revolvió en la butaca, luchando por quitarse de la cabeza las imágenes de Jerry tumbado boca arriba en la cama y ella cabalgando sobre su gruesa y dura verga. Sin embargo, la sensación imaginaria de notar su barra de acero rozando sus sensibles paredes vaginales parecía no querer abandonarla.
El señor Deluse abrió el archivador que había sobre su escritorio, etiquetado con sus apellidos, (TA)-Jonas. La miró.
-¿Se encuentra bien, señorita Kerry? Está sonrojada.
Al oír aquellas palabras, se puso como una grana.
-Estoy bien -farfulló.
Las palabras del señor Deluse le cayeron como un jarro de agua fría y por fin consiguió expulsar de su cabeza aquellas distracciones sexuales. El siguió mirándola unos instantes, con cara de preocupación, antes de dirigir sus castaños ojos de nuevo a los papeles.
-He ordenado que dispongan una cesta de flores en la habitación de su madre, tal como solicitó el señor Jonas-continuó-. Estará allí cuando llegue esta noche. El chef está montando una bonita cesta de frutas selectas para la habitación de su padre, para mañana. Tiene un prometido muy considerado.
Jerry era considerado, de eso no cabía duda..., siempre que estaba presente. Se encolerizó al pensar que Jerry la había abandonado, haciendo que se sintiera sexualmente tan frustrada.
El señor Deluse rebuscó en el cajón archivador unos segundos y luego la miró con el rostro casi tan atribulado como el de la propia (TN).
-Quería revisar con usted los diseños de los centros de mesa, pero parece ser que mi ayudante se ha llevado la carpeta. Discúlpeme un segundo, tenga la amabilidad.
Se puso en pie y salió apresuradamente de su despacho. (TN) se ensimismó en sus pensamientos.
Jerry había estado fabuloso las primeras semanas después de pedirle matrimonio. Se había mostrado sumamente atento, y habían pasado juntos todas las noches y los fines de semana. De hecho, casi había llegado a sentirse agobiada... Pero no realmente... No podía permitírselo, viéndole esforzarse tanto. Entonces se hizo evidente que había dejado de lado el trabajo en la oficina y las cosas habían empezado a descontrolarse.
El ayudante de Jerry lo había llamado una noche mientras él había salido a comprar una pizza. Según parecía, Jerry había estado posponiendo sus viajes a Toronto, donde necesitaba concretar los planes para otro proyecto de desarrollo de software para Bryer Associates, y tenía un archivador lleno de informes que había de leer y a los que debía responder para que el personal pudiera seguir trabajando como era debido. Además, tenía un nuevo encargo que requería su atención y le exigía viajar a París. (TN) no conocía todos los detalles, pero estaba segura de que ella tenía que ver con todo aquel desbarajuste. Cuando Jerry había regresado con la cena le había dicho que tenía que ocuparse de su empresa. No quería que todo su proyecto se hundiera por culpa de ella. No sería bueno para ninguno de los dos. Por desgracia, Jerry se tomó aquella recomendación como un permiso para ignorarla por completo.
Se detuvo al pensarlo, pues sabía que no estaba siendo del todo justa. Jerry estaba intentando atar un montón de cabos sueltos y arrancar el tema de París a tiempo para que su ayudante y el personal pudiera ocuparse del asunto. De ese modo, no requeriría toda su atención después, y él podría concentrarse en ella y el bebé. El plan era que, para la fecha de la boda Jerry se hubiera desembarazado de una cantidad de trabajo considerable y realizara una jornada labora normal, una jornada que le permitiera tomarse libre las noches y los fines de semana para pasar tiempo con ella y el bebé, una vez naciera. (TN) esperaba que todo saliera según lo planeado.
Nicholas cogió la tarjeta electrónica que le entregó el recepcionista del hotel y se dirigió a los ascensores. Le hizo señas para que se fuera al botones que se había ofrecido a llevar su equipaje. Sólo tenía una pequeña maleta de cabina. Le habían perdido el equipaje en el avión. Ése era uno de los motivos por los que prefería volar en su jet privado cuando venía a Ottawa. Sólo que esta vez había volado con sus padres, y bajo ninguna circunstancia su madre habría subido a su pequeño avión privado, pues prefería la comodidad y la estabilidad de los vuelos comerciales.
Nicholas le pidió al taxista que dejara a sus padres en casa de Jerry y luego continuó su trayecto hasta el hotel. Jerry seguía en París, pero sus padres tenían una llave de su casa. Era curioso que Jerry no le hubiera invitado a hospedarse allí, como solía hacer. Probablemente se debiera a los nervios previos a la boda. Aunque quizá la razón fuera que Nicholas siempre había declinado educadamente su oferta y se había alojado en un hotel. No era que no quisiera a su hermano, pero prefería contar con su propio espacio.
En cualquier caso, con sus padres allí, acabarían volviéndose todos locos, especialmente si su madre empezaba a explicarle con todo lujo de detalles a Jerry los éxitos de Nicholas, cosa que seguro que haría. Nicholas sabía que Jerry era consciente de lo bien que le había ido con el Finale Alley, el juego informático de rol que Nicholas había programado por diversión y que se había hecho sumamente popular. De hecho, se había convertido en el juego de ordenador más vendido de toda Norteamérica. Nicholas sabía que había sido un golpe de suerte, pero Jerry parecía creer que Nicholas tenía una experiencia empresarial o un conocimiento del mercado superior, o algo por el estilo. Nicholas sabía que había sido una cuestión de instinto, un instinto que su hermano también poseía, aunque no fuera consciente de ello. De hecho, lo único que Jerry tenía que hacer era dejar de darle mil vueltas a todo y seguir los dictámenes de su corazón.
Al atravesar el vestíbulo en dirección a los ascensores divisó a una joven vestida con un traje chaqueta azul. Clavó la mirada en sus largas y torneadas piernas, que alcanzaba a ver fugazmente a través de la raja central de su larga y recta falda al caminar. La recorrió con la mirada de pies a cabeza, siguiendo el contorno de su falda, la línea de su chaqueta sastre, deteniéndose un instante en su esbelta cintura y luego deleitándose en sus generosos pechos. Era sensacional. Continuó repasándola, siguiendo la suave línea que su melena morena y brillante dibujaba en sus hombros, y llegó a su rostro.
(TN) aparcó su coche en Nicholas Street, a la vuelta de la esquina del hotel, y metió una moneda en el parquímetro. Se alzó el cuello para protegerse de la lluvia y se fue corriendo hacia el semáforo, esquivando los charcos más grandes. Cuando se puso verde, cruzó la ajetreada carretera y tomó rumbo oeste por Daly hasta la puerta del Westerly Inn. Al acercarse a la entrada, el portero le abrió y pudo ponerse por fin a cobijo. Se sacudió la cabeza y se ahuecó la melena, que se le había quedado un poco húmeda por la llovizna.
Atravesó el majestuoso vestíbulo, confundiéndose entre la multitud de huéspedes, hasta llegar a la oficina del director de catering, con un humor casi tan gris como el tiempo. Faltaban pocos días para la boda, y hacía tres semanas desde que no veía a Jerry. Debería haber regresado de París hacía tres días, con tiempo de sobra para ayudarla con los imprevistos de última hora, pero había pospuesto su regreso y no llegaría hasta mañana.
Por suerte, ella había cerrado el contrato de asesoría para Sanidad y Bienestar antes de lo previsto, de modo que tenía unos días libres para ocuparse de ultimar los detalles. Tenía que cerrar otro contrato para organizar un curso de formación para instruir a los empleados de una empresa de software local sobre las nuevas herramientas de una aplicación, pero había decido no abordarlo hasta después de la luna de miel
Era un proyecto muy interesante. La empresa, Quixote, conocía el trabajo de (TN) porque habían requerido sus servicios en varias ocasiones anteriormente y le habían permitido trabajar desde casa. No necesitaban el curso hasta dentro de seis meses y (TN) sabía que concebirlo no le llevaría más de dos, lo que le daba la oportunidad de tomarse las cosas con calma y tiempo libre si lo necesitaba. Y eso haría que no se sintiera estresada mientras que ella y Jerry se acostumbraban a la convivencia y se preparaban para el nacimiento de su hijo.
El repicar de sus tacones en el suelo de mármol se detuvo cuando atravesó el vestíbulo y empezó a caminar por la alfombra del pasillo que había a la izquierda de la recepción. Al acercarse a la puerta de roble de color castaño donde podía leerse la palabra CATERING en letras doradas, un hombre corpulento con un bigote oscuro y el pelo rizado salió al pasillo, delante de ella. Lo reconoció. Era el director del caterig, el señor Deluse.
-Hola, señorita Kerry. Puntual como un reloj -la saludo, dándole un apretón de manos-. Es un placer volver a verla -añadió, mirando detrás de ella-. ¿Viene el señor Jonas con usted?
-No, me temo que no. Está en París.
El señor Deluse arqueó las cejas.
-¿Y no la ha llevado con él?
-Pues me habría encantado, pero nos casamos dentro de cuatro días... -contestó ella, encogiéndose de hombros.
-Claro, claro -convino el director del caiering, halendole un gesto para que se sentara en una de las butacas de cuero de color granate que había frente a un escritorio-. Hay tantos detalles que ultimar. Pero no está bien...
No lo estaba. Le habría encantado ir. Y ni siquiera para ver París, sólo para volver a estar con Jerry. Se había marchado hacía dos semanas, pero hacía mucho más tiempo que había vuelto a desaparecer.
Y por si eso no fuera poco, con el embarazo, su cuerpo había empezado a experimentar algunos cambios desconcertantes. Al principio, había notado que sus pezones se le habían vuelto extremadamente sensibles. El mero roce de la tela la excitaba sobremanera. Un día, en el trabajo, se había rozado con el borde de una carpeta al ir a coger algo del estante superior de una estantería y se le habían puesto los pezones como pinchos. Había sentido un hormigueo intenso en los pechos y se había deslizado la mano bajo la chaqueta para acariciarse un pezón, imaginando que le hacía una felación a Jerry mientras él estaba sentado a la mesa de su oficina. Se había ruborizado, cuando su colega Sal había salido de la oficina y le había preguntado en broma si estaba soñando despierta. Por suerte, (TN) estaba de espaldas a la puerta, de modo que Sal no la había visto acariciarse. Desde entonces, la cosa había ido peor. Con la alteración de las hormonas en su organismo, parecía estar excitada en todo momento. En cuanto Jerry regresara a casa iba a arrojarlo sobre la cama y follárselo como una loca.
-Nuestro chef de pastelería ha creado un nuevo postre que le gustaría que probara para incluirlo en el banquete. En unos momentos, nos enviará una porción para catarlo.
(TN) se revolvió en la butaca, luchando por quitarse de la cabeza las imágenes de Jerry tumbado boca arriba en la cama y ella cabalgando sobre su gruesa y dura verga. Sin embargo, la sensación imaginaria de notar su barra de acero rozando sus sensibles paredes vaginales parecía no querer abandonarla.
El señor Deluse abrió el archivador que había sobre su escritorio, etiquetado con sus apellidos, (TA)-Jonas. La miró.
-¿Se encuentra bien, señorita Kerry? Está sonrojada.
Al oír aquellas palabras, se puso como una grana.
-Estoy bien -farfulló.
Las palabras del señor Deluse le cayeron como un jarro de agua fría y por fin consiguió expulsar de su cabeza aquellas distracciones sexuales. El siguió mirándola unos instantes, con cara de preocupación, antes de dirigir sus castaños ojos de nuevo a los papeles.
-He ordenado que dispongan una cesta de flores en la habitación de su madre, tal como solicitó el señor Jonas-continuó-. Estará allí cuando llegue esta noche. El chef está montando una bonita cesta de frutas selectas para la habitación de su padre, para mañana. Tiene un prometido muy considerado.
Jerry era considerado, de eso no cabía duda..., siempre que estaba presente. Se encolerizó al pensar que Jerry la había abandonado, haciendo que se sintiera sexualmente tan frustrada.
El señor Deluse rebuscó en el cajón archivador unos segundos y luego la miró con el rostro casi tan atribulado como el de la propia (TN).
-Quería revisar con usted los diseños de los centros de mesa, pero parece ser que mi ayudante se ha llevado la carpeta. Discúlpeme un segundo, tenga la amabilidad.
Se puso en pie y salió apresuradamente de su despacho. (TN) se ensimismó en sus pensamientos.
Jerry había estado fabuloso las primeras semanas después de pedirle matrimonio. Se había mostrado sumamente atento, y habían pasado juntos todas las noches y los fines de semana. De hecho, casi había llegado a sentirse agobiada... Pero no realmente... No podía permitírselo, viéndole esforzarse tanto. Entonces se hizo evidente que había dejado de lado el trabajo en la oficina y las cosas habían empezado a descontrolarse.
El ayudante de Jerry lo había llamado una noche mientras él había salido a comprar una pizza. Según parecía, Jerry había estado posponiendo sus viajes a Toronto, donde necesitaba concretar los planes para otro proyecto de desarrollo de software para Bryer Associates, y tenía un archivador lleno de informes que había de leer y a los que debía responder para que el personal pudiera seguir trabajando como era debido. Además, tenía un nuevo encargo que requería su atención y le exigía viajar a París. (TN) no conocía todos los detalles, pero estaba segura de que ella tenía que ver con todo aquel desbarajuste. Cuando Jerry había regresado con la cena le había dicho que tenía que ocuparse de su empresa. No quería que todo su proyecto se hundiera por culpa de ella. No sería bueno para ninguno de los dos. Por desgracia, Jerry se tomó aquella recomendación como un permiso para ignorarla por completo.
Se detuvo al pensarlo, pues sabía que no estaba siendo del todo justa. Jerry estaba intentando atar un montón de cabos sueltos y arrancar el tema de París a tiempo para que su ayudante y el personal pudiera ocuparse del asunto. De ese modo, no requeriría toda su atención después, y él podría concentrarse en ella y el bebé. El plan era que, para la fecha de la boda Jerry se hubiera desembarazado de una cantidad de trabajo considerable y realizara una jornada labora normal, una jornada que le permitiera tomarse libre las noches y los fines de semana para pasar tiempo con ella y el bebé, una vez naciera. (TN) esperaba que todo saliera según lo planeado.
Nicholas cogió la tarjeta electrónica que le entregó el recepcionista del hotel y se dirigió a los ascensores. Le hizo señas para que se fuera al botones que se había ofrecido a llevar su equipaje. Sólo tenía una pequeña maleta de cabina. Le habían perdido el equipaje en el avión. Ése era uno de los motivos por los que prefería volar en su jet privado cuando venía a Ottawa. Sólo que esta vez había volado con sus padres, y bajo ninguna circunstancia su madre habría subido a su pequeño avión privado, pues prefería la comodidad y la estabilidad de los vuelos comerciales.
Nicholas le pidió al taxista que dejara a sus padres en casa de Jerry y luego continuó su trayecto hasta el hotel. Jerry seguía en París, pero sus padres tenían una llave de su casa. Era curioso que Jerry no le hubiera invitado a hospedarse allí, como solía hacer. Probablemente se debiera a los nervios previos a la boda. Aunque quizá la razón fuera que Nicholas siempre había declinado educadamente su oferta y se había alojado en un hotel. No era que no quisiera a su hermano, pero prefería contar con su propio espacio.
En cualquier caso, con sus padres allí, acabarían volviéndose todos locos, especialmente si su madre empezaba a explicarle con todo lujo de detalles a Jerry los éxitos de Nicholas, cosa que seguro que haría. Nicholas sabía que Jerry era consciente de lo bien que le había ido con el Finale Alley, el juego informático de rol que Nicholas había programado por diversión y que se había hecho sumamente popular. De hecho, se había convertido en el juego de ordenador más vendido de toda Norteamérica. Nicholas sabía que había sido un golpe de suerte, pero Jerry parecía creer que Nicholas tenía una experiencia empresarial o un conocimiento del mercado superior, o algo por el estilo. Nicholas sabía que había sido una cuestión de instinto, un instinto que su hermano también poseía, aunque no fuera consciente de ello. De hecho, lo único que Jerry tenía que hacer era dejar de darle mil vueltas a todo y seguir los dictámenes de su corazón.
Al atravesar el vestíbulo en dirección a los ascensores divisó a una joven vestida con un traje chaqueta azul. Clavó la mirada en sus largas y torneadas piernas, que alcanzaba a ver fugazmente a través de la raja central de su larga y recta falda al caminar. La recorrió con la mirada de pies a cabeza, siguiendo el contorno de su falda, la línea de su chaqueta sastre, deteniéndose un instante en su esbelta cintura y luego deleitándose en sus generosos pechos. Era sensacional. Continuó repasándola, siguiendo la suave línea que su melena morena y brillante dibujaba en sus hombros, y llegó a su rostro.
Bubu ✌
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
OH MY JONAS! Gosh Nicholas no deberia esperar hasta despues de la boda :P
algo me dice que no esperara :twisted: Siguelaa! me encanta!
algo me dice que no esperara :twisted: Siguelaa! me encanta!
Invitado
Invitado
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
omg !!!
la volvio a ver ??
aaaiii ..
que pasara ahor por dios ...
la rayis lo volvera a confundir ???
buenisiimoo el cap
siiiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
la volvio a ver ??
aaaiii ..
que pasara ahor por dios ...
la rayis lo volvera a confundir ???
buenisiimoo el cap
siiiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
Capitulo 15
La recorrió con la mirada de pies a cabeza, siguiendo el contorno de su falda, la línea de su chaqueta sastre, deteniéndose un instante en su esbelta cintura y luego deleitándose en sus generosos pechos. Era sensacional. Continuó repasándola, siguiendo la suave línea que su melena morena y brillante dibujaba en sus hombros, y llegó a su rostro.
Nicholas sintió una punzada en el corazón y a punto estuvo de tropezar.
-Aurora.
La mujer volvió la vista hacia él y se detuvo, abriendo los ojos como platos.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó.
A Nicholas se le paró el corazón. ¿Se pondría hecha una luria? Pero entonces ella le sonrió lentamente, con dulzura, y él se relajó.
Aurora se acercó a él, atravesando los escasos metros que los separaban, con una sonrisa deslumbrante. Se inclinó hacia él y le puso la mano sobre el brazo. Al notar sus dedos, a Nicholas lo recorrió un escalofrío. La fragancia de sus cabellos y el calor embriagador del cuerpo de Aurora lo aturdieron.
-Me has llamado Aurora -le murmuró al oído-. ¿Significa eso lo que creo? -preguntó, arqueando las cejas.
Por supuesto que la había llamado Aurora. ¿Cómo si no debía llamarla? ¿Tal vez hubiera preferido que la llamara «cariño» o «cielo»? Desde luego no iba a llamarla «gatita» o algo por el estilo a voz en grito en medio de aquel vestidor atestado de gente. Pero, claro está, con todo aquel tema de las fantasías no estaba seguro de no poder hacerlo. Lo que estaba claro es que Aurora sabía cómo desconcertarlo.
-¿Qué crees tú que significa? -le preguntó.
Aurora bajó la mirada hacia la mano de Nicholas y dio unos toquecitos a la tarjeta de su habitación, sonriendo abiertamente.
-Pues, según parece, significa exactamente lo que creo que significa -aclaró, cogiéndolo del brazo y dirigiéndose al ascensor-: una noche de sexo ardiente entre Aurora y Nicholas.
A Nicholas se le hinchó la polla al oír aquellas palabras.
Aurora le apretó el brazo mientras caminaban, rozándole con sus tentadores pechos.
-¡Eres tan considerado! ¡Era justo lo que necesitaba!
Así que ella también lo necesitaba. Se le aceleró corazón, confiado en que aquello supusiera una oportunidad para convencerla de iniciar una relación con él. Le apretó el brazo.
-Me alegro -dijo.
Nicholas dio un paso al frente y pulsó el botón de llamada del ascensor, rezando. Al regresar junto a ell le rozó el pecho y eso le bastó para notar cómo se endurecía el pezón mientras se le escapaba un suave gemido de los labios. La miró a la cara.
Tenía los ojos entrecerrados y las mejillas encendidas. Lo buscó co los ojos, unos ojos oscuros e intensos que rezumaban sensualidad. Nicholas sintió una descarga de adrenalina al pensar en lo que ocurriría cuando entraran en la habitación. Rezó para que el ascensor llegara pronto.
Aurora se le acercó y le propinó un beso en la mejilla mientras esperaban.
Sonó una campanilla: el ascensor había llegado. Se apartaron a un lado para dejar que salieran los cinco ocupantes. Una mujer con una adolescente y un niño de unos diez años a la zaga entraron en el ascensor, seguidos de Aurora y Nicholas. También entró una pareja de ejecutivos, justo antes de que las puertas se cerraran.
Nicholas miró la funda de su tarjeta para comprobar el número de su habitación, que estaba escrito a mano. Era la mil quinientos veinticinco. Pulsó el botón pertinente. Al notar el dulce cuerpo de Aurora apoyado en el suyo se excitó. Sólo el hecho de viajar con otras personas en aquel ascensor lo frenó de tomarla entre sus brazos y repetir su último trayecto en aquel cubículo. El recuerdo de penetrarla mientras observaba su rostro de placer en la pared de espejo lo incomodó, pues notó que su verga luchaba por escapar del pantalón. El ascensor se detuvo en la sexta planta y salió un hombre. La familia lo hizo en la décima. En la planta número quince, mientras la puerta se deslizaba, rodeó a Aurora con el brazo y salieron del ascensor. Las puertas se cerraron tras ellos.
Las suites estaban en los extremos del pasillo, pero había dos por planta, una a cada lado, y Nicholas comprobó en el letrero de la pared frente al ascensor hacia dónde debían dirigirse. La mil quinientos veinticinco estaba a la izquierda.
Mientras avanzaban por el pasillo, se soltó el cuello de la camisa, sintiendo un súbito ataque de calor. Esta vez quería asegurarse de volver a verla.
Aurora lo cogió del brazo y él colocó su mano sobre la de ella.
-Hay algo de lo que necesito hablar contigo -le dijo.
Aurora lo miró y por un instante se apagó el brillo de sus ojos.
-¿En serio? ¿Algo que no puede esperar? -preguntó, mirándolo con aquellos ojos abiertos de par en par-. He estado muy tensa estos últimos días y me encantaría que simplemente disfrutáramos de la compañía mutua antes de solucionar algo.
Por primera vez, Nicholas observó que parecía cansada. Tenía la mandíbula tensa y ojeras. Se preguntaba qué debía inquietarla, pero decidió dejar las preguntas para más tarde.
-De acuerdo -convino.
Se detuvieron frente a la puerta de la habitación.
-Hace tanto que no nos vemos. Te he echado de menos -dijo Aurora, rodeándole la cintura con el brazo y apoyando la cabeza en su hombro mientras que él deslizaba la tarjeta por la ranura.
En el interior de Nicholas se desató un tornado. Las emociones se le arremolinaron. Aurora lo había echado de menos. Su confianza en que accediera a continuar su relación había pasado una nueva pantalla. Con un poco de suerte, incluso se embarcarían en una relación a largo plazo. Con mucha suerte, para siempre.
Abrió la puerta de un empujón. En cuanto entraron y cerraron la puerta, ella lo rodeó con los brazos. Él dejó la bolsa en el suelo y la atrajo hacia sí.
-Te he echado tanto de menos -repitió ella, tomándole el rostro entre las manos y besándolo intensamente.
Se acurrucó contra él. Nicholas se quedó de pie, acariciándole la espalda y sintiéndola entre sus brazos mientras ella lo abrazaba con fuerza por la cintura.
-¿Va todo bien, cariño?
Aurora lo miró y estuvo a punto de que se le saltaran las lágrimas. Asintió.
-Te amo tanto.
Se le cortó la respiración. ¿Lo amaba? Una enorme sonrisa iluminó su rostro. La mujer a quien amaba le correspondía. ¿Qué más podía pedirle a la vida? La estrechó contra sí con tanta fuerza, que de repente temió estrujarla. La soltó y miró su dulce rostro, ese rostro que lo había acechado en sus sueños.
-Amor mío, yo también te amo. (Oh Por Dios!!)
Quería decirle que quería casarse con ella, que quería vivir con ella para siempre, pero se contuvo. Ahora tenía tiempo y lo emplearía en conocerla y construir una relación de confianza y amor entre ambos, que sirviera de base para una vida juntos.
Aurora se apartó de él. Tenía los ojos llorosos. ¿Lloraría acaso porque no había tenido medio de dar con él? ¿Habría pensado tal vez que nunca más volverían a verse? Lo embriagó una sensación de máxima satisfacción al pensar que Aurora lo había echado tanto de menos. Sacó su pañuelo y le secó las mejillas. Luego se lo entregó y Aurora se enjugó los ojos.
-Lo siento, estoy un poco sensible últimamente.
-No pasa nada -la reconfortó él, acariciándole con ternura la mejilla-. Tienes derecho a estarlo.
Aurora lo tomó de la mano. A Nicholas se le encogió el alma al verla mirarlo con aquel brillo en los ojos. Lo besó, con un delicado roce de labios, y luego le sonrió picaramente. Deslizó sus manos hasta el botón superior de su chaqueta y lo desabrochó; continuó con el segundo, el tercero y, por fin, el último. Lo agarró por la corbata, justo por debajo del nudo, y lo arrastró hacia la cama.
-Y ahora, Nicholas... -dijo, desanudándole la corbata, quitándose la chaqueta y arrojándola al suelo-... vamos a divertirnos.
____________________
SU CAP DE HOY ;)
La recorrió con la mirada de pies a cabeza, siguiendo el contorno de su falda, la línea de su chaqueta sastre, deteniéndose un instante en su esbelta cintura y luego deleitándose en sus generosos pechos. Era sensacional. Continuó repasándola, siguiendo la suave línea que su melena morena y brillante dibujaba en sus hombros, y llegó a su rostro.
Nicholas sintió una punzada en el corazón y a punto estuvo de tropezar.
-Aurora.
La mujer volvió la vista hacia él y se detuvo, abriendo los ojos como platos.
-¿Qué haces aquí? -le preguntó.
A Nicholas se le paró el corazón. ¿Se pondría hecha una luria? Pero entonces ella le sonrió lentamente, con dulzura, y él se relajó.
Aurora se acercó a él, atravesando los escasos metros que los separaban, con una sonrisa deslumbrante. Se inclinó hacia él y le puso la mano sobre el brazo. Al notar sus dedos, a Nicholas lo recorrió un escalofrío. La fragancia de sus cabellos y el calor embriagador del cuerpo de Aurora lo aturdieron.
-Me has llamado Aurora -le murmuró al oído-. ¿Significa eso lo que creo? -preguntó, arqueando las cejas.
Por supuesto que la había llamado Aurora. ¿Cómo si no debía llamarla? ¿Tal vez hubiera preferido que la llamara «cariño» o «cielo»? Desde luego no iba a llamarla «gatita» o algo por el estilo a voz en grito en medio de aquel vestidor atestado de gente. Pero, claro está, con todo aquel tema de las fantasías no estaba seguro de no poder hacerlo. Lo que estaba claro es que Aurora sabía cómo desconcertarlo.
-¿Qué crees tú que significa? -le preguntó.
Aurora bajó la mirada hacia la mano de Nicholas y dio unos toquecitos a la tarjeta de su habitación, sonriendo abiertamente.
-Pues, según parece, significa exactamente lo que creo que significa -aclaró, cogiéndolo del brazo y dirigiéndose al ascensor-: una noche de sexo ardiente entre Aurora y Nicholas.
A Nicholas se le hinchó la polla al oír aquellas palabras.
Aurora le apretó el brazo mientras caminaban, rozándole con sus tentadores pechos.
-¡Eres tan considerado! ¡Era justo lo que necesitaba!
Así que ella también lo necesitaba. Se le aceleró corazón, confiado en que aquello supusiera una oportunidad para convencerla de iniciar una relación con él. Le apretó el brazo.
-Me alegro -dijo.
Nicholas dio un paso al frente y pulsó el botón de llamada del ascensor, rezando. Al regresar junto a ell le rozó el pecho y eso le bastó para notar cómo se endurecía el pezón mientras se le escapaba un suave gemido de los labios. La miró a la cara.
Tenía los ojos entrecerrados y las mejillas encendidas. Lo buscó co los ojos, unos ojos oscuros e intensos que rezumaban sensualidad. Nicholas sintió una descarga de adrenalina al pensar en lo que ocurriría cuando entraran en la habitación. Rezó para que el ascensor llegara pronto.
Aurora se le acercó y le propinó un beso en la mejilla mientras esperaban.
Sonó una campanilla: el ascensor había llegado. Se apartaron a un lado para dejar que salieran los cinco ocupantes. Una mujer con una adolescente y un niño de unos diez años a la zaga entraron en el ascensor, seguidos de Aurora y Nicholas. También entró una pareja de ejecutivos, justo antes de que las puertas se cerraran.
Nicholas miró la funda de su tarjeta para comprobar el número de su habitación, que estaba escrito a mano. Era la mil quinientos veinticinco. Pulsó el botón pertinente. Al notar el dulce cuerpo de Aurora apoyado en el suyo se excitó. Sólo el hecho de viajar con otras personas en aquel ascensor lo frenó de tomarla entre sus brazos y repetir su último trayecto en aquel cubículo. El recuerdo de penetrarla mientras observaba su rostro de placer en la pared de espejo lo incomodó, pues notó que su verga luchaba por escapar del pantalón. El ascensor se detuvo en la sexta planta y salió un hombre. La familia lo hizo en la décima. En la planta número quince, mientras la puerta se deslizaba, rodeó a Aurora con el brazo y salieron del ascensor. Las puertas se cerraron tras ellos.
Las suites estaban en los extremos del pasillo, pero había dos por planta, una a cada lado, y Nicholas comprobó en el letrero de la pared frente al ascensor hacia dónde debían dirigirse. La mil quinientos veinticinco estaba a la izquierda.
Mientras avanzaban por el pasillo, se soltó el cuello de la camisa, sintiendo un súbito ataque de calor. Esta vez quería asegurarse de volver a verla.
Aurora lo cogió del brazo y él colocó su mano sobre la de ella.
-Hay algo de lo que necesito hablar contigo -le dijo.
Aurora lo miró y por un instante se apagó el brillo de sus ojos.
-¿En serio? ¿Algo que no puede esperar? -preguntó, mirándolo con aquellos ojos abiertos de par en par-. He estado muy tensa estos últimos días y me encantaría que simplemente disfrutáramos de la compañía mutua antes de solucionar algo.
Por primera vez, Nicholas observó que parecía cansada. Tenía la mandíbula tensa y ojeras. Se preguntaba qué debía inquietarla, pero decidió dejar las preguntas para más tarde.
-De acuerdo -convino.
Se detuvieron frente a la puerta de la habitación.
-Hace tanto que no nos vemos. Te he echado de menos -dijo Aurora, rodeándole la cintura con el brazo y apoyando la cabeza en su hombro mientras que él deslizaba la tarjeta por la ranura.
En el interior de Nicholas se desató un tornado. Las emociones se le arremolinaron. Aurora lo había echado de menos. Su confianza en que accediera a continuar su relación había pasado una nueva pantalla. Con un poco de suerte, incluso se embarcarían en una relación a largo plazo. Con mucha suerte, para siempre.
Abrió la puerta de un empujón. En cuanto entraron y cerraron la puerta, ella lo rodeó con los brazos. Él dejó la bolsa en el suelo y la atrajo hacia sí.
-Te he echado tanto de menos -repitió ella, tomándole el rostro entre las manos y besándolo intensamente.
Se acurrucó contra él. Nicholas se quedó de pie, acariciándole la espalda y sintiéndola entre sus brazos mientras ella lo abrazaba con fuerza por la cintura.
-¿Va todo bien, cariño?
Aurora lo miró y estuvo a punto de que se le saltaran las lágrimas. Asintió.
-Te amo tanto.
Se le cortó la respiración. ¿Lo amaba? Una enorme sonrisa iluminó su rostro. La mujer a quien amaba le correspondía. ¿Qué más podía pedirle a la vida? La estrechó contra sí con tanta fuerza, que de repente temió estrujarla. La soltó y miró su dulce rostro, ese rostro que lo había acechado en sus sueños.
-Amor mío, yo también te amo. (Oh Por Dios!!)
Quería decirle que quería casarse con ella, que quería vivir con ella para siempre, pero se contuvo. Ahora tenía tiempo y lo emplearía en conocerla y construir una relación de confianza y amor entre ambos, que sirviera de base para una vida juntos.
Aurora se apartó de él. Tenía los ojos llorosos. ¿Lloraría acaso porque no había tenido medio de dar con él? ¿Habría pensado tal vez que nunca más volverían a verse? Lo embriagó una sensación de máxima satisfacción al pensar que Aurora lo había echado tanto de menos. Sacó su pañuelo y le secó las mejillas. Luego se lo entregó y Aurora se enjugó los ojos.
-Lo siento, estoy un poco sensible últimamente.
-No pasa nada -la reconfortó él, acariciándole con ternura la mejilla-. Tienes derecho a estarlo.
Aurora lo tomó de la mano. A Nicholas se le encogió el alma al verla mirarlo con aquel brillo en los ojos. Lo besó, con un delicado roce de labios, y luego le sonrió picaramente. Deslizó sus manos hasta el botón superior de su chaqueta y lo desabrochó; continuó con el segundo, el tercero y, por fin, el último. Lo agarró por la corbata, justo por debajo del nudo, y lo arrastró hacia la cama.
-Y ahora, Nicholas... -dijo, desanudándole la corbata, quitándose la chaqueta y arrojándola al suelo-... vamos a divertirnos.
____________________
SU CAP DE HOY ;)
Bubu ✌
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
ahhhh le dijo a nick k lo amaba
y el tambien :cheers: uhhh k lindo
pero lo malo es k la rayis pensaba
k era jerry ke mal
siguelaa me encanto el capi :D
y el tambien :cheers: uhhh k lindo
pero lo malo es k la rayis pensaba
k era jerry ke mal
siguelaa me encanto el capi :D
yessi jobrOss
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
Siguelaa (: Pliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiis
Invitado
Invitado
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
ok ...
que puedo decir ....
OMG !!!
esto se vuelve cada vez mas complicado !!!
nick ya esta enamorado y ya se lo confeso ..
y la rayis sigue creida que es jerry !!!!!!
omg !
buenisiimoo el cap
siiiiiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
que puedo decir ....
OMG !!!
esto se vuelve cada vez mas complicado !!!
nick ya esta enamorado y ya se lo confeso ..
y la rayis sigue creida que es jerry !!!!!!
omg !
buenisiimoo el cap
siiiiiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
Capitulo 16
(TN) no podía creer que Jerry le hubiera dado la sorpresa de regresar antes de París. Justo cuando empezaba a temer que volviera a descuidarla, hacía algo así. Y encima había vuelto a enfundarse en la piel de Nicholas. Era fantástico.
Se desabrochó el botón trasero de la falda y se deslizó por las caderas, dejando que cayera arrugada en el suelo. Aunque «Nicholas» no era exactamente desconocido, tampoco era «el de siempre», de modo que ella podía comportarse de forma diferente. Ser atrevida y salvaje.
Jugó con el botón superior de su blusa, hasta desabrocharlo, al fin. Se abrió las solapas para dejar a descubierto parte de su escote, y luego se dio media vuelta y contoneó las caderas. Se inclinó hacia delante para recoger su falda, al tiempo que ofrecía a Nicholas una visión de su trasero, que empezó a menear provocadoramente.
Nicholas se puso en pie tras ella y colocó las palmas de sus manos sobre las nalgas de Aurora, cubiertas por unas braguitas de puntilla, pero ella se alejó de él contoneándose y lanzó su falda a la silla más cercana. Se dio media vuelta y se desabrochó el segundo botón y el tercero... mientras contemplaba cómo se intensificaba la mirada ardiente de Nicholas.
Finalmente se deslizó la blusa de seda por los hombros, la hizo girar rápidamente en alto y se la lanzó sobre la cabeza. El se la quitó lentamente, se la llevó a la nariz y la olió.
-Huele deliciosamente... a mujer dulce y sensual.
La arrojó a un lado y se acercó a ella, decidido. La tomó por la cintura y la atrajo hacia sí. Notar sus fuertes manos en su talle, hizo que una ola de calor embriagara a Aurora, por dentro y por fuera. Se aproximó a él para devolverle el beso que le ofrecía. Sus labios se rozaron y la excitación estalló entre ambos. El beso se volvió cada vez más cálido y apasionado, tan distintos a los besos delicados, tiernos y casi temerosos que Jerry le había dado desde que había descubierto que estaba embarazada.
El sexo con él había pasado a ser dulce y tierno. Mecánico. Casi aburrido. (TN) echaba de menos el sexo salvaje y emocionante que habían compartido cuando él había encarnado su fantasía..., tanto que había reunido el valor de preguntarle a su médico si podían tener relaciones sexuales un poco más... intensas. El ginecólogo se había reído y le había asegurado que tener sexo apasionado no sólo no era perjudicial, sino que le sentaría magníficamente.
Y ésa era la respuesta que más habría podido complacerla, porque lo que más deseaba en aquellos momentos era tener sexo caliente, tórrido, sucio. Quería que Jerry se sumiera tan dentro de ella que la sensación la acompañara hasta la semana siguiente. Quería que la penetrara hasta que todo el cuerpo se le estremeciera en un orgasmo que nunca olvidaría.
Le acarició el torso. Recordando la última sesión verdaderamente erótica que habían compartido, le agarró de la pechera de la camisa y se la desgarró. Los botones saltaron por los aires. A (TN) le había parecido tan sexy cuando Jerry había hecho aquello la última vez.
Nicholas sonrió.
-Vaya, cielo, eres una fierecilla.
-Hummm, ya lo sabes.
Le besó la base del cuello y luego descendió hasta su diminuto pezón. Jugueteó con él hasta que se le puso duro como un haba, describiendo círculos a su alrededor con la lengua.
Deslizó las manos hasta su sólido abdomen de Nicholas y luego por dentro del elástico de sus calzoncillos. Nicholas se desabrochó apresuradamente el botón y la cremallera de los pantalones mientras los dedos de Aurora encontraban y rodeaban su tenso miembro. La hebilla del cinturón tintineo al chocar los pantalones contra el suelo. Aurora le lamió juguetonamente el otro pezón y luego deslizó la boca por el cuerpo de Nicholas hasta llegar a su pene, que crecía rápidamente, con la punta inflada y morada. Lo lamió, deslizando la lengua bajo la corona. Sonrió al oír su gemido.
Lentamente, le rodeó la polla con los labios y fue deslizándolos hasta cubrirla por entero con su boca. La succionó y la apretó suavemente unas cuantas veces antes de continuar resbalando sus labios por su verga y metérsela hasta la garganta.
-Oh, sí -gimió él, acariciándole el cabello cariñosamente.
Aurora lo succionó, adelante y atrás, agarrándolo de las nalgas con fuerza. Le encantaba sentir sus músculos tensándose bajo sus manos. Continuó chupándolo hasta que Nicholas estuvo a punto de estallar y entonces lo soltó. Tomó entre sus manos su maravilloso pene y continuó masturbándolo mientras le besaba los testículos. Se los metió en la boca y los chupó. Nicholas no pudo reprimir los gemidos.
Aurora se detuvo, pues no quería que se corriera aún, le recorrió la verga con la lengua y le estampó un beso en la punta. El pene de Nicholas se agitó mecánicamente. Aurora se puso en pie lentamente, aplastando su cuerpo contra el abdomen y el torso de Nicholas, rozándolo con sus pechos.
Los pezones le dolían de placer.
-Nicholas, te deseo. Quiero que me folles con fuerza ahora mismo.
Nicholas le había dicho muchas veces cuánto le gustaba oírle decir aquellas cosas y Aurora se sentía muy sexy haciéndolo.
-Quiero que me metas esa polla tan enorme que tienes hasta el fondo.
Se quitó las braguitas, las arrojó a un lado y se tumbó en la cama boca arriba, con las piernas abiertas. Se deslizó las manos por el vientre y se cogió los pechos, aún cubiertos por el sujetador de encaje negro. El se arrodilló en el suelo, delante de ella. Le acarició los muslos, en sentido ascendente, rodeó con sus manos su húmeda y caliente vulva, y la agarró por la cintura. Aurora se desabrochó el broche delantero del sujetador y se lo abrió. Se buscó con los dedos los pezones, llamativamente erectos, y se los estiró.
Nicholas la observaba completamente fascinado.
-Oh, cariño, eres tan sexy.
Le besó la barriga, sin apartar ni un momento la vista de sus atareados dedos y luego le deslizó la lengua en el ombligo, dentro y fuera, como si estuviera penetrándola con ella.
Aurora se estremeció al pensarlo. Se sentía sucia y salvaje sólo de pensar en las guarradas que se le ocurrían. Se llevó las manos al cabello, abandonando sus pechos. Entonces fue Nicholas quien los cubrió, apresando un pezón en su cálida y húmeda boca. Aurora sentía un anhelo embriagador.
-Oh, Dios, Nicholas -exclamó, con una voz teñida de desesperación. Estaba tan excitada...-. Follame, follame ya -suplicó, ruborizándose aún más.
(TN) no podía creer que Jerry le hubiera dado la sorpresa de regresar antes de París. Justo cuando empezaba a temer que volviera a descuidarla, hacía algo así. Y encima había vuelto a enfundarse en la piel de Nicholas. Era fantástico.
Se desabrochó el botón trasero de la falda y se deslizó por las caderas, dejando que cayera arrugada en el suelo. Aunque «Nicholas» no era exactamente desconocido, tampoco era «el de siempre», de modo que ella podía comportarse de forma diferente. Ser atrevida y salvaje.
Jugó con el botón superior de su blusa, hasta desabrocharlo, al fin. Se abrió las solapas para dejar a descubierto parte de su escote, y luego se dio media vuelta y contoneó las caderas. Se inclinó hacia delante para recoger su falda, al tiempo que ofrecía a Nicholas una visión de su trasero, que empezó a menear provocadoramente.
Nicholas se puso en pie tras ella y colocó las palmas de sus manos sobre las nalgas de Aurora, cubiertas por unas braguitas de puntilla, pero ella se alejó de él contoneándose y lanzó su falda a la silla más cercana. Se dio media vuelta y se desabrochó el segundo botón y el tercero... mientras contemplaba cómo se intensificaba la mirada ardiente de Nicholas.
Finalmente se deslizó la blusa de seda por los hombros, la hizo girar rápidamente en alto y se la lanzó sobre la cabeza. El se la quitó lentamente, se la llevó a la nariz y la olió.
-Huele deliciosamente... a mujer dulce y sensual.
La arrojó a un lado y se acercó a ella, decidido. La tomó por la cintura y la atrajo hacia sí. Notar sus fuertes manos en su talle, hizo que una ola de calor embriagara a Aurora, por dentro y por fuera. Se aproximó a él para devolverle el beso que le ofrecía. Sus labios se rozaron y la excitación estalló entre ambos. El beso se volvió cada vez más cálido y apasionado, tan distintos a los besos delicados, tiernos y casi temerosos que Jerry le había dado desde que había descubierto que estaba embarazada.
El sexo con él había pasado a ser dulce y tierno. Mecánico. Casi aburrido. (TN) echaba de menos el sexo salvaje y emocionante que habían compartido cuando él había encarnado su fantasía..., tanto que había reunido el valor de preguntarle a su médico si podían tener relaciones sexuales un poco más... intensas. El ginecólogo se había reído y le había asegurado que tener sexo apasionado no sólo no era perjudicial, sino que le sentaría magníficamente.
Y ésa era la respuesta que más habría podido complacerla, porque lo que más deseaba en aquellos momentos era tener sexo caliente, tórrido, sucio. Quería que Jerry se sumiera tan dentro de ella que la sensación la acompañara hasta la semana siguiente. Quería que la penetrara hasta que todo el cuerpo se le estremeciera en un orgasmo que nunca olvidaría.
Le acarició el torso. Recordando la última sesión verdaderamente erótica que habían compartido, le agarró de la pechera de la camisa y se la desgarró. Los botones saltaron por los aires. A (TN) le había parecido tan sexy cuando Jerry había hecho aquello la última vez.
Nicholas sonrió.
-Vaya, cielo, eres una fierecilla.
-Hummm, ya lo sabes.
Le besó la base del cuello y luego descendió hasta su diminuto pezón. Jugueteó con él hasta que se le puso duro como un haba, describiendo círculos a su alrededor con la lengua.
Deslizó las manos hasta su sólido abdomen de Nicholas y luego por dentro del elástico de sus calzoncillos. Nicholas se desabrochó apresuradamente el botón y la cremallera de los pantalones mientras los dedos de Aurora encontraban y rodeaban su tenso miembro. La hebilla del cinturón tintineo al chocar los pantalones contra el suelo. Aurora le lamió juguetonamente el otro pezón y luego deslizó la boca por el cuerpo de Nicholas hasta llegar a su pene, que crecía rápidamente, con la punta inflada y morada. Lo lamió, deslizando la lengua bajo la corona. Sonrió al oír su gemido.
Lentamente, le rodeó la polla con los labios y fue deslizándolos hasta cubrirla por entero con su boca. La succionó y la apretó suavemente unas cuantas veces antes de continuar resbalando sus labios por su verga y metérsela hasta la garganta.
-Oh, sí -gimió él, acariciándole el cabello cariñosamente.
Aurora lo succionó, adelante y atrás, agarrándolo de las nalgas con fuerza. Le encantaba sentir sus músculos tensándose bajo sus manos. Continuó chupándolo hasta que Nicholas estuvo a punto de estallar y entonces lo soltó. Tomó entre sus manos su maravilloso pene y continuó masturbándolo mientras le besaba los testículos. Se los metió en la boca y los chupó. Nicholas no pudo reprimir los gemidos.
Aurora se detuvo, pues no quería que se corriera aún, le recorrió la verga con la lengua y le estampó un beso en la punta. El pene de Nicholas se agitó mecánicamente. Aurora se puso en pie lentamente, aplastando su cuerpo contra el abdomen y el torso de Nicholas, rozándolo con sus pechos.
Los pezones le dolían de placer.
-Nicholas, te deseo. Quiero que me folles con fuerza ahora mismo.
Nicholas le había dicho muchas veces cuánto le gustaba oírle decir aquellas cosas y Aurora se sentía muy sexy haciéndolo.
-Quiero que me metas esa polla tan enorme que tienes hasta el fondo.
Se quitó las braguitas, las arrojó a un lado y se tumbó en la cama boca arriba, con las piernas abiertas. Se deslizó las manos por el vientre y se cogió los pechos, aún cubiertos por el sujetador de encaje negro. El se arrodilló en el suelo, delante de ella. Le acarició los muslos, en sentido ascendente, rodeó con sus manos su húmeda y caliente vulva, y la agarró por la cintura. Aurora se desabrochó el broche delantero del sujetador y se lo abrió. Se buscó con los dedos los pezones, llamativamente erectos, y se los estiró.
Nicholas la observaba completamente fascinado.
-Oh, cariño, eres tan sexy.
Le besó la barriga, sin apartar ni un momento la vista de sus atareados dedos y luego le deslizó la lengua en el ombligo, dentro y fuera, como si estuviera penetrándola con ella.
Aurora se estremeció al pensarlo. Se sentía sucia y salvaje sólo de pensar en las guarradas que se le ocurrían. Se llevó las manos al cabello, abandonando sus pechos. Entonces fue Nicholas quien los cubrió, apresando un pezón en su cálida y húmeda boca. Aurora sentía un anhelo embriagador.
-Oh, Dios, Nicholas -exclamó, con una voz teñida de desesperación. Estaba tan excitada...-. Follame, follame ya -suplicó, ruborizándose aún más.
Bubu ✌
Re: "●- Dos son Mejor que Uno -●" (NickJonas&Tú)
Aiiii Siguela!!
Si de esto se enterara Jerry no me imagino lo que pasaria
Si de esto se enterara Jerry no me imagino lo que pasaria
Eu^_^
Página 5 de 17. • 1, 2, 3, 4, 5, 6 ... 11 ... 17
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