Throug the Dark || Harry Styles

C A P I T U L O 6

PARTE ll

Grifi, camino hasta el fondo del pasillo cuando volvió hacia la escuela. No pretendía perderse su castigo, no cuando había logrado cambiarlo por un día que no sea lunes, ¿Cómo lo hizo?, tener a un padre como principal da tus prioridades. Cuando escucho el timbre de la última clase, gimió en derrota. No había podido asistir a ninguna clase. Pero eso no impido que su paso se acelerara para no encontrarse con los salvajes estudiantes que posiblemente chocarían con ella, y le lastimarían. Por no decir que los golpearía si eso sucedía.

Por suerte, lleno sana y salva al aula de castigos. Con solos cinco invitados, camino hacia el final del esta donde la esperaban dos cómodas sillas, una donde podía recostarse y otra donde subiría sus pies y dormir hasta que el estúpido castigo haya finalizado. 

-Bien, el castigo comenzara ahora- al momento en que escucho aquella ronca y sensual voz, el cuerpo de Grifi se tenso. Y más con la presencia de Aries detrás de él. Claro, ella también estaba castigada. Con una fuga mirada Harry visualizo a la chica que se veía recostada entre dos sillas, simulando una cama. Su ceño se frunció cuando vio a Grifi con gafas negras que cubrían su rostro. Le había pasado por alto el no presentarse en su clase y al parecer era la única presencia del día que ha hecho. Pero no dejaría pasar, una de las reglas que es no portar anteojos oscuros en clase. Si no estaban en clase, pero el ver a Grifi cabreada, era algo que le enloquecía. 

-¿Qué te paso?- escucho el murmulló de Aries, quien se encontraba al final, junto a Grifi. Era extraño ver a aquellas dos juntas, ya que al ser iguales, eran completamente diferentes. Sobre todo por el tono claro de Aries y el oscuro de Grifi. 

-Señorita Carter, lamento ser portador de malas noticias pero si no se quita esos anteojos deberá de permanecer una hora más de castigo- y con gruñido, se quito las gafas dejando a no solo Harry atónito, si no a Aries quien soltó un chillido y unos murmullos de los demás chicos castigados. 

La garganta de Harry se cerró al ver marcas de golpe y leves marcas moradas en el pálido rostro de Grifi. El sabía que la chica era un poco ruda y algo bocona, y que posiblemente se haya peleado con alguna chica del instituto o fuera de este. Aun así, la noticia de la pelea llegaría, ya que cuando un rumor viene de Grifi no es nada bueno. Así que no era una pelea de chicas fue algo mas, ¿un asalto?, posiblemente. Pero, ¿Por qué no le quedaba claro entonces? 

Las tres horas habían terminado y los chicos comenzaron a salir, dejando al último a las gemelas que parecían en una fresca pelea. Volviendo los anteojos a su lugar, Grifi se sostuvo de un pilar del aula para levantarse. Harry observo desde su escritorio, donde se encontraba revisando algunos trabajos, como Aries trato de ayudarla pero Grifi le aparto con un poco de friabilidad. 

-¿Se encuentra bien señorita Carter?- las gemelas voltearon. Una con cara de confusión y la otra dispuesta a colgar sus bolas en algún poste de luz. Aries negó con la cabeza y fue la primera en salir del aula con los ojos aguados por el maltrato de su hermana. -¿Sabes?, ella solo trata de ayudar. 

-Le dije que se apartara, no comprendió- mascullo la chica que caminaba como si un niño de cinco años se estuviera aferrando a su pierna. 

-¿Se puede saber que le sucedió?- 

-Nada- respondió rápidamente. Cuando Grifi estaba por llegar a la puerta, Harry fue más rápido y cerró la puerta haciendo que la chica se girara hacia el mandándole espadas con los ojos. –Habrá la puta puerta- Harry encarno una perfecta ceja morena y no respondió inmediato. Si no a los doce segundos después. 

-¿Quién te hizo eso?- pregunto, acercándose hacia ella como la última vez. Nuevamente Harry noto como la respiración de Grifi se aceleraba creando pequeños movimiento en su pecho que lo creía adorable. Estaba jodido, jodido desde el día en que Echo decidió llevarlo a su casa. Jodido cuando la niña de unos diez años apareció frente a sus pupilas llenándolo completamente. 

-Nadie, ¿puede dejarme ir?- rápidamente el muro que Grifi siempre elevaba, apareció golpeándole en el pecho y retrocedió. Bien, no se metería más. Abrió la puerta, permitiendo que saliese. Grifi salió de la misma manera, cojeando y agarrándose las costillas. Joder, que tuvo que retener el impulso de cargarla sobre sus brazos y llevarla hacia su habitación para que descansar y dejara de lastimarse si seguía caminando. 

CON UNA MIERDA.

Guardo de inmediato todas sus cosas y salió al estacionamiento donde vio a Grifi, al parecer estaba esperando a alguien. Cuando se detuvo a un lado de ella simplemente me dio la orden.

-Sube a mi camioneta te llevare con Hannah-