Only Ones Who Knows {Stephen Amell y Tú}

Los rumores de mi promiscuidad han sido muy exagerados. Solía ser anónima, invisible para el sexo opuesto. Si Google Earth fuese un hombre no podría encontrarme aunque estuviese vestida como un edificio de 10 pisos. Estaba tan frustrada, nadie me creía y ¿a quién le importaba? Solo era una simple chica que fantaseaba con acostarse con su profesor  que su deseo fue tan grande llego a decirlo a los demás, No era así, pero… ¿Quién le iba a creer? Era solo la palabra de una alumna contra la de un profesor, pero el presente es asi y apesta. Decidí que lo mejor era callarme, plantar mis sentimientos en un diario. ¿Y qué mejor manera de compartir mis pensamientos privados que escribiéndolos?

 

12/AGOSTO/2013

Primer día:

Recuerdo que estaba nerviosa, sería mi primer día, no el primero primero pero cada semestre era igual, nuevos compañeros y nuevos profesores, por suerte tenia a mis amigos, realmente jamás me paso por la cabeza que tan rápido llegaría este día, me distraía tanto leyendo que no me daba cuenta de los días ni de las horas, durante las vacaciones me había olvidado de todo asunto que tuviera que ver con la universidad después de que salimos de vacaciones le dije adiós a todo mientras regresaba.

Esa mañana busque algo lindo que ponerme,  di la vuelta al armario 50 veces pero nada me parecía agradable. No es raro que me pasara eso, menos si estaba nerviosa como aquella vez.

Me puse un pantalón de mezclilla entubado y una blusa color casi pistache, zapatos del color de mi blusa y me había recodo el cabello en un moño.

Esa mañana solo desayune un pan tostado y un medio vaso de leche, a medias. Mi padre tenía una junta demasiado temprano por lo que me había llevado a la Universidad, ese fue el único día que lo hizo, después tome el autobús, seria así hasta que mis padres decidieran que era hora de comprarme un carro, tenía dos semestres esperándolo y ellos seguían diciendo que esta vez lo tendría..

Llegue a la escuela media hora antes de que las clases comenzaran, tenía mi horario, apenas entre al edificio, me perdí, tuve que ir a buscar alguien que me ayudara ya que aunque ya conocía el lugar, este semestre era distinto, mi horario era disparejo y mis aulas no estaban cercas, definitivamente este semestre me traería de arriba para abajo.

–Buenos días.

–Buen día señorita –me contesto la mujer rubia detrás de la ventanilla, parece que es nueva secretaria aquí–

– ¿Remodelaron la escuela o algo así?

–Lo están haciendo y por eso a varios grupos les toca trasladarse de un piso hasta otro más lejos, ¿No encuentras el tuyo? –me extendió la mano para que le diera mi evidente horario de papel arrugado–

–No, me siento desubicada –le entregue la hora–

–Permíteme –tomo la hoja y la reviso–… ¿el salón 20 está en el tercer piso?-pregunto a alguien cerca de ella. A lo lejos se escuchó a alguien contestar, otra voz femenina-Sí, sube al tercer piso.

–Gracias–fue la explicación más tonta que me dieron ese día, por supuesto que tenía que subir–

Tome mi hoja y como puede la metí de nuevo en mi mochila.

Saque mi teléfono como de costumbre, aún faltaba mucho para que las clases comenzaran, perfecto –me dije– el primer día y llego temprano.

– ¡_____!–grito uno voz que conocía–

–Jessica.

Jessica es mi mejor amiga, era tan despistada que siempre perdía su teléfono en vacaciones, por lo que no nos habíamos puesto de acuerdo para vernos el primer día.

Jessica es una chica delgada, no muy alta. Su cabello originalmente negro ahora teñido de café claro, casi rubio le llega a los hombros. Con una sonrisa encantadora y unos pequeños ojos marrones que te atrapan tan solo mirarlos.

– ¿Cómo estás? –Me abrazo–

–Muy bien ¿Tu?

–Volviéndome loca ____, es horrible andar sin mi pequeño teléfono –acaricio su mano como si algún animalito estuviera allí–

Aquí es cuando lo conocí, a dos clases de terminar mi día, lo vi, recuerdo que todas babeamos al verlo, su vestimenta, su seguridad al hablar, un hombre  muy alto y bastante fornido, musculoso e imponente, tan en forma como un buen militar. Normalmente llevaba una barba, no muy larga y bastante cuidada, del mismo color que su pelo, un color castaño. Su cabello rizado y sus ojos  de un color oscuro me llamaron la atención y no solo a mí, él lograba obtener muchas mirada, con esos ojos muy parecidos al negro, de cerca notabas su verdadero color, un grisáceo oscuro.

Mi primer error, me enamore de el al instante, nunca logre contener su mirada, siempre me cohibía, pensé que sería bueno y disfrutaría de sus clases y de la maravillosa vista que me proporcionaría.