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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú) - Página 4 Empty Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)

Mensaje por Mrs. Nick Jonas Vie 05 Ago 2011, 7:31 pm

Capitulo Siete
Heladería Alaska. Las Olas están sentadas en unas sillas de hierro, dispuestas junto a la entrada. Olly tiene las piernas estiradas y apoyadas en la silla vecina.
—¡Hummm, realmente aquí hacen un helado de caerte de culo! —Lo lame a fondo, golosa, al final le da incluso un pequeño mordisco—. En mi opinión, al chocolate le ponen algún tipo de droga. No es posible que esté tan enganchada.
Justo en ese momento, dos muchachos pasan frente a ellas. Uno viste una cazadora negra de tela que lleva escrito detrás «Surfer». El otro, una roja en la que pone «Fiat». Charlan, ríen y entran en la heladería.
—¡Ufff, creo que también estoy muy enganchada al último «Fiat»!
______ se echa a reír.
—¿Y no te gustaría probar el surf?
—No..., ya lo he probado...
—Olly, me parece que nos tomas el pelo. No me creo que hayas estado también con ése.
—En mi opinión —interviene Diletta—, lo dice a propósito porque yo estoy aquí. Quiere darme envidia. Quiere que piense en todo lo que me estoy perdiendo.
—No es que haya estado con él. Ha sido solamente algún paseo en coche.
Llega un chico en su ciclomotor a toda velocidad, frena a un milímetro de ellas, se baja y lo aparca a toda pastilla.
—¡Conque estabais aquf, ¿eh?! —Es Giò, el novio de Erica—. ¡Os he buscado por todas partes!
—Hemos ido a dar una vuelta.
—Sí, lo sé.
Erica se levanta y lo abraza. Se dan un ligero beso en los labios.
—Amor..., me encanta que te pongas celoso.
—De celoso nada, lo que estaba era preocupado. Han hecho una redada en el Eur, estaban haciendo un bum-bum-car, y han arrestado a un montón de gente por robo de coches, apuestas clandestinas y asociación para delinquir.
—¡Vaya, esto sí que es un auténtico bum-bum! Nada menos que asociación para delinquir. —Olly levanta los pies de la silla y le da un último mordisco al helado—. ¿Y también banda armada?
—Estoy hablando en serio. Me lo ha dicho Giangi que estaba allí, logró escapar cuando llegaron.
—Caramba, entonces es verdad. —Diletta se pone en pie—. Giangi estaba allí.
—Entonces, ¿vosotras también estabais? —Giò mira furioso a Erica.
—Fui con ellas.
—Qué demonios me importa que hayas ido con ellas, no quiero que vayas allí y basta.
—Claro. —Olly menea la cabeza—. Estás celoso de Fernando, el de las apuestas.
—Ya, figúrate... ¡Me preocupo por ella y basta! Imagina que la hubiesen detenido. Porque los han detenido, ¿sabes? ¿O es que no lo entiendes?
—Bueno, si la hubiesen detenido... la hubiesen detenido —replica Olly con calma.
Giò coge a Erica por el brazo.
—Cariño, ¿por qué no me lo dijiste?
Erica se suelta.
—Y dale. Dios, te pareces a mi padre. ¡Déjame en paz! Ya te he dicho que estaba con mis amigas. —Y añade en voz más baja—: Venga, no tengo ganas de discutir delante de ellas, dejémoslo.
—Ok, como quieras.
Suena el móvil de ______. Ésta se saca del bolsillo del pantalón su pequeño Nokia.
—Caramba, es mi madre, ¿qué querrá a estas horas? Hola mamá, qué agradable sorpresa.
—¿Dónde estás?
—Perdona, pero ¿ni siquiera me vas a decir hola?
—Hola. ¿Dónde estás?
—Ufff... —______ resopla y levanta la vista al cielo—. Estoy en corso Francia, tomándome tranquilamente un helado con mis amigas. ¿Qué pasa?
—Menos mal. Perdona, pero acabamos de llegar a casa, tu padre ha encendido la televisión y en las noticias de medianoche han dicho que habían arrestado a varios jóvenes en el Eur. Han dado los nombres y entre ellos estaba también el hijo de esos amigos nuestros, Fernando Passino...
—¿Quién?
—Sí, ese que a veces sale contigo, ¡venga, no te hagas la tonta! Sabes perfectamente de quién estoy hablando, ______, no me hagas enfadar. Sé que forma parte del grupo con el que sales. En fin, sólo han dado los nombres de los mayores de edad, como es obvio, pero por un momento he pensado que también tú podrías estar metida.
—Pero ¿tú qué te crees, mamá? Perdona, pero ¿por quién me tomas? —______ pone los ojos en blanco, sus amigas se acercan a ella curiosas. ______ sacude una mano como diciendo «No sabéis lo que ha pasado»—. ¿Y han dicho por qué los habían arrestado? ¿Qué han hecho?
—La verdad es que no lo he oído bien, algo relacionado con coches, robos o algo así, no lo he entendido bien... Sonaba como a stumpcar.
—Se llama bum-bum-car...
—Eso mismo. ¿Y tú cómo lo sabes?
______ aprieta los dientes y busca la manera de arreglarlo.
—Es que acaba de llegar Giorgio, el novio de Erica, y nos lo ha contado. Ha oído la noticia en la radio pero nosotras no le creíamos.
Olly y Diletta se ríen por lo bajo. Después Olly imita a un gato resbalando sobre un cristal. ______ intenta darle una patada para que se vaya y no la haga reír.
—¿Lo ves? No te estoy diciendo ninguna tontería —continúa la madre—. Ya ves que es cierto, que ha sucedido. Oye, ¿por qué no vuelves a casa? Es ya medianoche.
—Mamá, ¿quién hubiese querido tener por hija a Cenicienta? En seguida estoy ahí. ¡Adiós! Besos, te quiero.
—Sí, besos, besos, pero vente para casa, ¿de acuerdo? —Y cuelga el teléfono.
—Joder, entonces es cierto lo que ha dicho Giò.
—¿Y por qué iba a deciros una mentira? ¿Qué motivos tendría?
—Venga, chicas, vámonos a casa, mañana tendremos más detalles en los periódicos.
Las Olas se dirigen hacia sus ciclomotores y minicoche respectivos.
Olly se monta en su ciclomotor, se pone el casco y lo arranca.
—Una noche floja, ¿eh?
______ sonríe y se monta en el suyo.
—¿Sabes lo que pienso? Yo creo que ha sido Giò quien ha llamado a la policía; por lo menos se ha quitado de en medio a Fernando por un tiempo.
Diletta se echa a reír.
—Desde luego, sois unas víboras. He llegado a la conclusión de que, con vosotras, el secreto está en quedarse siempre hasta el final. Por lo menos así no tenéis ocasión de hablar mal de una.
—Ah ¿sí? Bien pensado —replica ______ sonriente—. De todos modos, puedes estar segura de que antes de dormirme le enviaré a Olly un sms con algún chisme sobre ti. Lo siento, no nos lo puedes impedir.
Y mientras lo dice, arranca su ciclomotor, da gas y se va, estirando las piernas, alzándolas al viento, divertida por el hecho de poder saborear esa tonta, pequeña, espléndida libertad.
Mrs. Nick Jonas
Mrs. Nick Jonas


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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Vie 05 Ago 2011, 7:32 pm

Capitulo Ocho
Nick está en la terraza. Mira a lo lejos en busca de quién sabe qué pensamiento. Un poco de melancolía acompaña su último sorbo de passito, ligeramente más dulce. Después entra también él en casa, y deja la copa en la estantería, junto a un libro. Esta vez se trata de Aforismos. Arena y espuma, de Gibran. Lo coge y hojea algunas páginas. «Siete veces he despreciado mi alma: la primera, cuando la vi temerosa de alcanzar las alturas. La segunda, cuando la vi saltar ante un inválido. La tercera cuando le dieron a elegir entre lo arduo y lo fácil, y escogió lo fácil. La cuarta...» Basta. No sé por qué, pero cuando estás mal, todo te suena como si tuviese un doble significado. Nick cierra de nuevo el libro y se pone a dar vueltas por la casa en busca de Pietro. Nada. No está en el salón. Mira con atención entre la gente, en las esquinas, se aparta para dejar paso a uno que se cruza con él... Ah. No es uno cualquiera. Se trata de Andrea Soldini, y está con una mujer bella, alta. Andrea le sonríe. Nick le devuelve la sonrisa pero continúa buscando a Pietro. Nada. En el salón no está. No quisiera que... Abre la puerta del dormitorio. Nada. Tan sólo alguna chaqueta tirada en la cama. También los armarios están abiertos. Va al baño. Intenta abrir la puerta. Está cerrado con llave. Nick lo intenta de nuevo. Una voz masculina dice desde dentro.
—¡Ocupado! Si está cerrado será por algo, ¿no?
Es una voz profunda e irritada de verdad. Se trata de alguien que está realmente ocupado en sus asuntos. Y no es Pietro.
Nick va a la cocina, la ventana está abierta de par en par. Una cortina clara y ligera juega con el viento. Y con dos personas. Roza la espalda de un hombre. Lo acaricia casi mientras él bromea con una hermosa muchacha que está sentada con las piernas abiertas en la mesa del desayuno. Él está delante de ella, entre sus piernas. Tiene una mano levantada ante la cabeza de la muchacha y balancea una cereza. La baja poco a poco y luego la sube de nuevo, mientras la chica, que finge estar enfadada, se ríe y se enfurruña porque no consigue cogerla con la boca. Quiere esa cereza, y posiblemente no sólo eso. El hombre lo sabe. Y se ríe.
—¡Pietro!
Su amigo se vuelve hacia Nick, y la muchacha se aprovecha de su distracción para coger la cereza al vuelo, quitándosela de las manos con la boca.
—¿Ves lo que has hecho? Me ha robado la cereza por tu culpa.
La chica se ríe y mastica con la boca abierta, la lengua se le tiñe y sus palabras se colorean de rojo, de perfume, de deseo, de sonrisa.
—¡Bien! He ganado, me toca otra. Venga, cereza, una gana otra, ¿no? Lo has dicho antes...
—Es verdad, aquí tienes.
Pietro le da otra cereza, y la muchacha rusa escupe primero el hueso de la que se acaba de comer, que se cuela dentro de una copa que está allí cerca, después coge la otra con la mano y la mordisquea. Pietro se acerca a Nick.
—¿Lo ves?, ahora se acabó el juego. Yo quería hacerla sufrir un poco más... Una cereza gana otra... Cada vez le apetecía más y yo pensaba seguir con el juego hasta el final y luego pum... —Pietro pellizca a Nick entre las piernas—, ¡el platanito! —Pietro se ríe mientras Nick se dobla sobre sí mismo.
—¡Mira que llegas a ser imbécil!
La muchacha rusa mueve la cabeza y se ríe, después se come otra cereza. Nick se acerca a Pietro y le dice bajito:
—O sea, que tienes dos hijos, en breve cumplirás cuarenta y sigues así. ¿Dentro de tres años seré como tú? Estoy preocupado. Muy preocupado.
—¿Por qué? La de cosas que pueden cambiar en tres años. Podrías casarte, tener un hijo tú también, y probar con una extranjera... Puedes conseguirlo, venga, puedes alcanzarme, e incluso superarme. ¡Tú mismo lo has dicho! Con ese anuncio de Adidas: Impossible is Nothing. ¿Y vas a ser tú quien ponga trabas cuando se trate de ti? Venga, joder, puedes conseguirlo. ¿Vamos a tu casa? ¡Venga, préstamela sólo por esta noche!
—Pero ¿estás loco?
—¡Tú sí que estás loco! ¿Cuándo me va a volver a tocar una rusa así? ¿Tú has visto lo guapa que es?
Nick se aparta un poco de la espalda de Pietro.
—Sí, desde luego...
—A que sí, a que es una tía de ensueño. Una rusa, piernas larguísimas. Mira, mira cómo come las cerezas... Imagina cuando se coma... —Pietro da un silbido mientras le pellizca de nuevo entre las piernas.
—Sí, el platanito. Venga, corta ya...
La rusa vuelve a reírse. Para intentar convencer a Nick, Pietro le enseña un sobre que lleva en el bolsillo interior de la chaqueta.
—Mira esto. Ya he acabado el informe del pleito aquel con la Butch & Butch. Volvéis a estar dentro. Tenéis una cláusula de prórroga que os lo garantiza por dos años más. Ésta es la carta certificada, venga, y eso que se supone que no debería enviarla hasta dentro de una semana. Y sin embargo te la doy ahora. ¿Estás de acuerdo? ¿Tú sabes lo bien que vas a quedar en la oficina? No serás el jefe, sino el gran jefe. Pero, a cambio...
—Sí, vale, me parece bien. Ven a mi casa a tomar algo. Y también invito a... —Nick señala a la rusa.
—¡Bravo! ¡¿Te das cuenta de que contigo las negociaciones siempre acaban bien?!
—Sí, pero no te vayas a creer que esto es como en El último beso. Yo no me quiero meter en vuestros líos, ¿entiendes? Con Susanna te las apañas tú, a mí no me metas en medio.
—¿Que me las apañe? Nada más fácil. Le diré que me he quedado en tu casa hasta tarde. Es la verdad, ¿no?
—Sí, sí... la verdad...
—Además piensa en lo buena que debe de estar. Al contrario que la ensaladilla... Cerezas, plátanos y ella. Ésta es la auténtica ensaladilla rusa.
—Oye, ¿por qué en lugar de a la abogacía no te dedicaste al cabaret?
—¿Y tú me escribirías los textos?
—Venga, te espero allí. Voy a despedirme de Alessia. Ah, por cierto...
—Sí, sí, lo sé, no debiera haberle dicho lo de Miley, pero lo he hecho por ti, te lo juro; ya verás como cuando te la tires pensarás en mí...
—¡Qué voy a pensar en ti!
—De acuerdo, entonces cuando te la tires no pensarás en mí. Pero después lo pensarás mejor y acabarás comprendiendo que todo ha sido gracias a mí.
—No lo has comprendido. Yo no me pienso liar con Alessia.
—Perdona, pero ¿por qué no?
—No quiero tener líos en el trabajo.
—Perdona de nuevo pero ¿y con Miley entonces?
—Qué importa eso, ella entró a trabajar en la empresa después. Y además en otro departamento, totalmente aparte.
—¿Y qué?
—Pues que Alessia es mi ayudante.
—Mejor que mejor, lo podéis hacer en el despacho. Es cómodo, ¿no? Os encerráis dentro y nadie os puede decir nada.
—Vale, lo haremos así. Muchas gracias desde ya, ¿de acuerdo? Voy a despedirme y nos vamos. Me estoy cansando.
Alessia está en el salón, conversando con una amiga.
—Adiós, Alessia, nos vamos. Nos veremos mañana por la mañana en la oficina. Nos ha convocado el verdadero jefe, pero no sé por qué.
—Bueno, mañana lo sabremos. —Alessia se pone en pie y le besa en ambas mejillas—. Adiós, y gracias por venir, me ha alegrado mucho. Saluda de mi parte a tu guardaespaldas...
—Más bien mi pregonero. Lo llevo conmigo a propósito, por si me olvido de explicar alguno de mis problemas a alguien...
Alessia echa la cabeza hacia atrás y extiende los brazos como diciendo «¡Venga, no se lo tengas en cuenta!».
Educadamente, Nick se despide también de la muchacha que está en el sofá quien, a modo de respuesta, se limita a alzar el mentón y a esbozar una sonrisa.
Ya no queda nadie por allí de quién despedirse. Bien, Nick se dirige hacia la puerta de la casa. Al final del pasillo se encuentra a Pietro con la rusa. Pero no están solos.
—¿Y ellas?
Junto a Pietro hay dos chicas casi idénticas a la devoradora de cerezas.
—Me ha dicho que sin sus amigas no viene. Venga, sólo vamos a tomar algo. Y además, perdona, pero ¿no son vuestras modelos? ¿No son para la campaña que estáis haciendo ahora? Las elegiste tú mismo.
—Correcto, pero las elegí para trabajar.
—Qué exagerado eres. No sé si sabes que, hoy en día, mucha gente se lleva trabajo a casa.
—Ah, muy bien. ¿Y se supone que mientras tú trabajas yo tengo que conversar con las otras dos? Si vinierais vosotros solos yo me podría ir a dormir. Mañana tengo que madrugar, en serio, tengo una reunión importante. Venga, no, no se puede.
—Como de costumbre, he pensado en todo. ¡Mira!
Andrea Soldini aparece tras la espalda de Pietro.
—Así pues, ¿nos vamos? —Para asegurarse, abraza a una de las rusas y sale del apartamento delante de Pietro. Éste mira a Nick y le guiña un ojo.
—¿Has visto? Él se ocupará; Soldini, un animador nato. Estaba en la mesa que estaba a la derecha de la de Miley —dice Pietro guiñándole a su vez un ojo a Nick.
—Sí, lo sé.
—Ah, ¿te acordabas de él?
—¿Yo? No, pero me lo ha dicho él.
Se van todos, junto con una bolsita de cerezas que Pietro se ha metido en el bolsillo de la chaqueta a escondidas. Salen del edificio y se suben al coche.
—¡Demonios! Este Mercedes es verdaderamente bonito. Es el nuevo ML, ¿verdad? —Andrea se pone a tocarlo todo, después empieza a saltar divertido en el asiento de delante—. ¡Y además es muy cómodo!
Pietro se sienta entre las chicas.
—Sí, el coche no está nada mal... pero estas dos son de fábula, de veras... Y además mirad. Nada por aquí... et voilá! —Y se saca una botella de passito de la chaqueta, ¡todavía frío y con la botella casi llena!—. Aquí tenéis. —Saca unos vasos del otro bolsillo—. Disculpad que sean de plástico. En la vida no se puede tener todo; sin embargo, es necesario aspirar a ello, porque la felicidad no es una meta sino un estilo de vida...
Nick conduce y lo mira por el espejo retrovisor.
—¿A quién has oído eso?
—Siento decírtelo. A Miley.
Miley. Miley. Miley.
—¿Hablabas a menudo con ella?
—Por trabajo, sólo y siempre por trabajo, yo trabajo mucho. —Después, en broma, Pietro lleva una mano entre las piernas de una rusa, pero sin tocarla. Apenas la roza. Levanta la mano como si hubiese encontrado algo—. Et voilá! —Abre la mano—. ¡Una auténtica cereza! ¡He ahí por qué soy tan dulce! —Y se la ofrece a la otra muchacha rusa sentada a su lado, que se la come gustosa y ríe.
—Hummm, buena.
Pietro levanta una ceja.
—La noche promete.
—Perdona, Nick, vamos a tu casa, ¿no? —Nick le hace un gesto afirmativo a Andrea—. ¿Y qué dirá Miley cuando te vea llegar con estas tres cerecitas?
Pietro se echa hacia delante y le da una palmada en el hombro izquierdo.
—¡Bravo! ¡Ésta sí que es buena! —Después intercambia una mirada con Nick en el retrovisor y se contiene—. Ejem, una observación muy apropiada. ¿Qué respondes?
—Miley está en viaje de trabajo y regresará dentro de dos días.
—Ah, bien, entonces estamos todos más tranquilos.
—Sólo os pido una cosa.
—Espera, ya lo digo yo: ni una palabra sobre esta noche, ¿verdad? —replica Pietro.
—Eso también. Pero entonces os tengo que pedir dos cosas. No volváis a mencionarme a Miley.
—¿Por qué? —pregunta ingenuamente Andrea.
—Porque hacéis que me sienta culpable.
Pietro pone los ojos en blanco, después busca la mirada de Nick en el espejo y, con, un vistazo promete silencio absoluto. Cómo no, para eso están los amigos.
Mrs. Nick Jonas
Mrs. Nick Jonas


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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú) - Página 4 Empty Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)

Mensaje por Mrs. Nick Jonas Vie 05 Ago 2011, 7:33 pm

Capitulo Nueve
Noche de ventanas entreabiertas para recibir un atisbo de primavera. Noche de colchas que protegen y recuerdos que dejan dudas y un sabor un poco amargo en la boca. ______ da vueltas y más vueltas. A veces, el pasado hace que las almohadas resulten incómodas. Pero ¿qué es el amor? ¿Existe alguna regla, una manera, una receta? ¿O es todo casual y sólo te queda esperar a ver si tienes suerte? Preguntas difíciles mientras el reloj con forma de tabla de surf colgado en la pared señala la medianoche. Fabio. Raro aquel día. No, hermoso. Todavía me acuerdo. Setiembre. Brisa agradable y cielo azul oscuro de una noche apenas comenzada. Él y los otros tocando en un concierto improvisado en una nave abandonada, escenario inventado, mientras en una pared de cartón piedra algunos grafiteros entablan una competición de dibujos y spray. Nosotras habíamos ido allí por casualidad, gracias al boca a boca habitual de la calle. Me gusta su estilo. Palabras de fuego para canciones funky que arañan el corazón. Y Olly venga a decir que Fabio está bueno que te mueres. Y cada vez que lo dice, yo siento una extraña punzada de fastidio. Porque es guapo. Me doy cuenta. Y de vez en cuando nos miramos, y él me señala mientras canta. Emoción de dos que juegan a distancia, encima y debajo de un escenario improvisado, entre scratch y gente que hace popping y baila al ritmo rápido y explosivo que propone la música. Y después, sorpresa, vuelvo a encontrármelo en el instituto, en otro grupo, y descubro que tenemos la misma edad, que me mira y me sonríe. Sí, es realmente guapo. Comenzar a salir juntos después de las clases para ir a dar una vuelta en el ciclomotor, a tomar un helado o una cerveza en los centros cívicos, asistir a los ensayos de algún grupo en un sótano. Hasta que todo nos lleva a besarnos entre los sonidos y colores de un sábado por la noche en un local. Luego el viaje continúa, y el beso se convierte en una noche solos aquí en casa; con mis padres en una de sus habituales cenas y mi hermano durmiendo en casa de Vanni. Una casa demasiado grande para un amor quizá demasiado pequeño. Él con una flor. Una sola, dice, porque al menos es especial, única, no perdida en un ramo, confundida con otras. Un beso. Uno solo no. Otro. Y otro más. Manos que se entrelazan, ojos que se buscan y encuentran espacios y panoramas nuevos. Esa vez. Momento único. Que desearías que no acabase. Que fuese el inicio de todo. Descubrirse vulnerables y frágiles, curiosos y dulces. Una explosión. Al día siguiente reúno a las Olas, se lo explico todo y me siento grande. Él que me busca, viene a recogerme y me dice: «Eres mía. No me dejarás nunca. Estamos demasiado bien juntos. Te amo.» Y después: «¿Dónde estabas? ¿Quién era ése? ¿Por qué no te quedas conmigo esta noche en vez de irte a la discoteca con tus amigas?» Y comprender que tal vez amar es otra cosa. Es sentirse ligeros y libres. Es saber que no pretendes apropiarte del corazón del otro, que no es tuyo, que no te toca por contrato. Debes merecerlo cada día. Y se lo dices. Se lo dices a él. Y eres consciente de que hay respuestas que quizá deben cambiarse. Es preciso partir para volver a encontrar el camino. Fabio que me mira enfadado, de pie, ante el portal. Y dice que no, que me equivoco, que somos felices juntos. Me coge por un brazo, me lo aprieta con fuerza. Porque cuando alguien a quien quieres se te va, intentas detenerlo con las manos, y esperas poder atrapar así también su corazón. Pero no es así. El corazón tiene piernas que no ves. Y Fabio se va diciendo «Me las pagarás», pero el amor no es una deuda que saldar, no regala créditos, no acepta descuentos.
Dos lágrimas resbalan despacio, casi tímidas y preocupadas por no manchar la almohada. ______ se abraza a ella. Y por un instante se siente protegida por esa colcha que la separa del mundo.
Las doce y media de la noche. ______ vuelve a darse la vuelta. La almohada le resulta incómoda. Como un pensamiento puntiagudo colocado debajo del colchón. Ruido de cerradura que se abre. Reflejo de luz que llega desde el pasillo.
—¡Desde luego, los Frascati son una pareja absurda! ¿Lo has oído? ¡Él se enfada porque su mujer no ha querido inscribirse también en el curso de tango! Pero ¡si a ella no le interesa para nada el baile!
Simona deja las llaves en la repisa como hace siempre. ______ oye el ruido. Y la imagina. Los oye hablar.
—Sí, pero para él eso sería un gesto de amor. Ya sabe que a ella no le gusta, pero por una vez quisiera que fuese con él.
—¡Ya, pero no se puede pretender que sólo porque alguien te ama debas soportar una cosa que no te interesa! ¡Él tendría que decirle: querida, haz tú también lo que te guste y después nos lo contamos en casa por la noche! ¡Así resulta más divertido! Hay un intercambio...
—¡Claro! Tú, por ejemplo, vas a hacer aeróbic acuático y yo en cambio juego a tenis.
—¡Y a mí no se me ocurriría pedirte que te pusieses el flotador para hacer el curso conmigo y otras diecinueve mujeres!
—¡En parte porque ya me dirás qué iba a hacer yo solo entre veinte mujeres vestido como un experimento de Leonardo da Vinci! ¡Un momento..., ¿has dicho diecinueve mujeres?!
—¡Sí, tonto! pero todas neuróticas. A ti en cambio te ha tocado la mejor...
Un ruido de silla que se mueve, como si la hubiesen empujado. Después silencio. Ese silencio pleno. Profundo. El silencio de los besos. Ese que habla de sueños y fábulas, de tesoros escondidos. Los más bellos. Y ______ lo sabe. Y mientras aprieta con más fuerza la almohada piensa que quizá el amor verdadero sea el de sus padres. Un amor simple hecho de días juntos, cada cual con sus propios deberes y aficiones. Un amor hecho de risas y bromas mientras se regresa a casa de noche, hecho de desayunos preparados por la mañana, de hijos a los que educar, de proyectos que aún han de realizarse. Sí, mis padres se aman. Y no han sido el primer amor el uno del otro. Se conocieron después de haber amado a otras personas. Y quizá no de este modo. Puede que sea preciso viajar antes de saber cuál es la meta adecuada para nosotros. Quizá cada vez que amas sea la primera.
Mrs. Nick Jonas
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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú) - Página 4 Empty Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)

Mensaje por Bianca Vie 05 Ago 2011, 10:21 pm

hOla aurora!!!:D me encantaron los capis pero.....ya quiero que nick y ___ se encuentren no aguanto la desesperacion me volvere mas loca de lo que ya soy :cyclops: aaaah!! (suspiro) que los jonas me amparen jaja bueno al menos voy progresando jaja necesito cap siiiii? :D bien espero cap cuidate saludos "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú) - Página 4 681836
Bianca
Bianca


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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú) - Página 4 Empty Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)

Mensaje por Invitado Vie 05 Ago 2011, 11:28 pm

Gracias Por La Bienvenida n_n
Ay estoy emocionada por que ya se encuentren!
Ademas me siento mas orgullosa porq ya estoy entendiendo mucho mejor la forma de ecribir de este escritor :D
Emochon :D

xoxo! :hug:
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Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Sáb 06 Ago 2011, 12:46 am

ahh!! OMJ no puedo esperar a Qe se
encuentren!! :]
esta un poco confusa pero le estoy
entendiiendo :)
Vanee LovatoD'Jonas
Vanee LovatoD'Jonas


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Mensaje por Just Me! Melissa! :) Sáb 06 Ago 2011, 8:43 am

IGUAL K TODS YA KIERO K SE ENCUENTREN FALTAN 3!!!

WII!!!

SIGUELA!!!
Just Me! Melissa! :)
Just Me! Melissa! :)


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Mensaje por angie.lore6 Sáb 06 Ago 2011, 3:49 pm

siguela
angie.lore6
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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Sáb 06 Ago 2011, 4:57 pm

Capitulo Diez
—Qué casa más bonita... —dice una de las rusas.
Nick la mira y sonríe. ¡Miley nunca me lo dijo! Apenas ha tenido tiempo de abrir la puerta, cuando Andrea se cuela dentro y empieza a dar vueltas por el salón.
—Sí, es bonita de verdad, en serio... Ah, espera, estas fotos de aquí las había visto ya. Sí, Miley las llevó a la oficina porque quería enmarcarlas. Están muy bien... Son las fotos de tus trabajos, ¿verdad?
—Sí. —Nick se aparta para que entren también Pietro y las tres muchachas rusas—. Bueno, éste es el salón, aquí está el baño de los invitados, allí la cocina. —Sigue caminando seguido por todos—. La habitación de huéspedes con otro baño, ¿ok? Por si hiciese falta...
Nick y Pietro se miran y sonríen.
—Sí —asiente Andrea—, por si hiciese falta.
—Vale, otra cosa importante: todo debe hacerse con el máximo silencio, porque son... —Nick mira el reloj— casi las dos de la mañana, y yo me voy a dormir... allí. —Y señala una gran habitación al fondo del pasillo que sale del salón.
—¡Eh, no la recordaba ahí! —dice Pietro complacido.
—En realidad no estaba ahí. Pero Miley ha querido hacer obras.
—Pero ¿cómo? Justo ahora que... —Pero Pietro se acuerda de que también está allí Andrea.
—¿Justo ahora? —pregunta éste.
—Quería decir que por qué justo ahora... ¡Normalmente las obras se hacen en verano, no en primavera!
—Es verdad, tienes razón... La verdad, Nick, es que tienes perfecto derecho a estar estresado.
—Pero si yo no estoy estresado.
—Sí, estás estresado, estás estresado. ¿Quieres una cereza?
—No, gracias, me voy a dormir.
—¿Una ensaladilla rusa?
—Tampoco.
—¿Ves como estás estresado?
—Sí, vale, buenas noches. No hagáis ruido y cerrad la puerta con cuidado cuando os vayáis, porque los vecinos se quejan si se cierra de golpe.
Pietro estira los brazos.
—Qué absurdo. Se les podría poner una demanda.
Nick se cierra con llave en su habitación, se desviste de prisa, se lava los dientes y se mete en la cama. Enciende el televisor y se pone a pasar canales en busca de algo que ver. Pero nada llama su atención. Se levanta. Abre el armario que era de Miley. Vacío. Abre uno de los cajones. Tan sólo unos saquitos de tela perfumados que hizo ella misma. Coge uno. Madreselva. Otro. Magnolia. Otro más. Ciclamino. Ninguno huele a ella. Se vuelve a acostar, apaga la tele, las luces y después cierra los ojos lentamente. En la oscuridad, antes de quedarse dormido, algunas imágenes confusas, recuerdos. Aquella vez que habían ido al cine y, después de haber pedido las entradas en la taquilla, se dio cuenta de que se había dejado la cartera en el coche. Al verlo rebuscar un rato en los bolsillos, apuradísimo, Miley puso el dinero en la ventanilla, mientras le decía a la cajera, que era rubia y muy guapa y además hacía como si no se diese cuenta de nada para no ponerlo a él en mayor apuro: «Discúlpele, lo hace por la paridad entre hombre y mujer, pero no lo admite y, para hacerme pagar, tiene que montar primero la escenita.» Y él había querido que se lo tragase la tierra. O cuando le cortó la respiración entrando en la habitación, esa misma habitación, vestida tan sólo con un ligero picardías transparente... Y después en el sofá... pum, pum, pum. Con ganas. Con pasión. Con rabia. Con deseo. Tum, tum, tum. Pero no hacía tanto ruido... Tum, tum, tum. Nick se despierta sobresaltado.
—¿Qué pasa? ¿Qué ocurre?
—Soy Ilenia.
—¿Qué Ilenia?
—Ilenia Burikova.
Pero quién eres, le gustaría responder a Nick, no te conozco de nada.
—Soy Ilenia. —Entonces se acuerda de las rusas que andan por la casa. Se levanta, abre la puerta de la habitación—. ¿Me oyes? Ese tipo está mal...
—¿Quién?
—Uno que no me acuerdo cómo se llama. Mi amiga Irina está pidiendo socorro.
—¿Socorro? ¿Quién está pidiendo socorro? Pero ¿qué dices?
Nick se pone una camiseta a toda prisa y sale corriendo por el pasillo. Aún no ha tenido tiempo de llegar al salón cuando ve que Irina está en la terraza, asomada y gritando como una loca.
—¡Socorro, socorro! Hombre sentirse muy mal. ¡Rápido, llamad todos, hombre casi muerto!
Las luces del edificio de enfrente se encienden. Sale el vecino con su mujer.
—¡Eh, tú! Para de gritar, basta de chillar. Ya hemos llamado a una ambulancia.
Nick sale a la terraza, coge a la rusa de la mano intentando hacerla entrar.
—Socorro, socorro, socorro, está mal... —Parece un disco rayado—. ¡Socorro!
—¡Basta ya! ¿Por qué armas este jaleo? ¿Quién está mal?
—¡En el baño!
Nick suelta a la rusa y corre hacia allí. Andrea Soldini está tirado en el suelo, abrazado al váter, respira con dificultad. Al ver a Nick esboza una sonrisa. Está bañado en sudor.
—Estoy mal, Nick, estoy mal...
—Ya se ve. Venga, relájate, que en seguida se te va a pasar...
—No, lo siento, lo que pasa es que sufro del corazón y me he metido una raya de cocaína...
—¿Qué? ¡Mira que eres imbécil! Pietro, Pietro, ¿dónde estás, Pietro? — Nick ayuda a Andrea Soldini a levantarse. Después sale del baño sujetándolo por un brazo e intenta hacerle caminar. La puerta de la habitación de invitados se abre. Pietro sale jadeante poniéndose la camisa mientras la muchacha rusa se asoma a la puerta sonriendo y comiendo una cereza. Mejor que cualquier anuncio, piensa Nick ladeando la cabeza.
—¿Qué pasa?
—Éste, que se ha metido una raya y ahora se siente mal... Y a mí me gustaría saber quién cojones ha traído coca a mi casa.
Andrea respira con dificultad.
—No es culpa de nadie, me dieron un poco en casa de Alessia.
—¿En casa de Alessia?
—Sí, pero no pienso decir quién me la dio.
—Y a mí qué cojones me importa quién te la dio. Perdona, pero, para mí, eres tú quien la ha traído.
—La he tomado para quedar bien con las rusas.
Pietro lo coge por el otro sobaco y lo sostienen entre ambos mientras lo hacen caminar.
—Pues ya se ve lo bien que has quedado. Está blanco como el yeso. Deberías haberle dado cerezas.
Veruska sigue en la puerta.
—Pietro, ven a la habitación, quiero... ¿cuándo viene la macedonia de la que me hablabas?
—Eh, ya voy, ya voy, ¿no ves que aquí tenemos un buen batido?
Desde la terraza entran las otras dos rusas. Ahora parecen más tranquilas.
—Todo en orden. Llega la ambulancia. También está subiendo la policía...
Nick palidece.
—¿Cómo que la policía? Pero ¿quién la ha llamado?
—Nosotras todo en regla. Nosotras legales con permiso de trabajo.
—¿De qué permisos estás hablando? Aquí el problema es otro. —Se inclina sobre Andrea—. ¿Estás seguro de que no había más coca?
—No, bueno sí..., un poquitín de nada. En una bolsita debajo del váter.
—¿Debajo del váter? ¡Pero tú estás loco! ¡Tenías que tirarla dentro! —Nick entra precipitadamente en el baño, encuentra la bolsita con un poco de polvo blanco dentro y la tira al váter justo en el momento en que llaman a la puerta.
—¡Abran!
Nick tira de la cadena y corre a abrir la puerta.
—¡Ya voy!
Ante él, dos camilleros con una camilla plegable y detrás dos policías. Los dos camilleros miran hacia el interior y ven a Pietro sosteniendo a Andrea. Entran de inmediato.
—Rápido, acuéstelo, desabróchele el cuello de la camisa. Fuera, fuera, debe respirar.
Uno de los dos da un repaso a las rusas, el otro, profesional, le llama al orden.
—Venga, coge el esfigmógrafo, vamos a tomarle la tensión.
—Buenas noches. ¿Qué está pasando aquí? —Los policías enseñan su placa y entran. Nick apenas tiene tiempo de leer. Pasquale Serra y Alfonso Carretti. Uno deambula por el salón controlando la situación. El otro se saca una libreta del bolsillo y anota algo.
Nick se le acerca en seguida.
—¿Qué hace? ¿Qué está escribiendo?
—Nada, ¿por qué? Tomo notas. ¿Por qué, está preocupado?
—No, en absoluto, era sólo por saber.
—Somos nosotros los que tenemos que saber. Veamos, nos han llamado por, y leo, fiestecitas extrañas.
—Pero ¿qué fiestecitas extrañas? —Nick mira preocupado a Pietro—. Esto es una fiesta de lo más normal, qué digo una fiesta, ni siquiera; somos unos cuantos amigos que nos hemos reunido aquí para tomar tranquilamente una copa.
—Entiendo, entiendo —asiente el policía—. Con unas rusas... ¿correcto?
—Bueno, son unas chicas, unas modelos con las que acabamos de rodar un anuncio...
—Así que, por trabajo... —continúa el policía—, han tenido que venir también aquí. Digamos que para seguir trabajando, ¿correcto? Una especie de horas extraordinarias, ¿no?
—Disculpe, pero ¿qué quiere decir exactamente con «han tenido que»?
Pietro se da cuenta de que Nick se está alterando.
—Esto, ¿puede venir un momento? —Coge al policía y se lo lleva a la cocina—. ¿Quiere tomar algo?
—Gracias, estando de servicio, no.
—De acuerdo. —Pietro se le acerca con aire cómplice—. En parte ha sido culpa mía. Estábamos en una fiesta y resulta que yo congenié con una de las rusas...
—Entiendo, ¿y?
—Un momento, que se la presento... Veruska, ¿puedes venir un momento?
Veruska se acerca a ellos con una camiseta larga que le tapa todo menos sus piernas desnudas y larguísimas.
—Sí, dimi Pietro —se ríe.
—Dime, dime, se dice dime.
—Ah, ok, dime... —Vuelve a reír.
—Veruska, te quería presentar a nuestro policía...
Él se lleva la mano a la visera y la saluda:
—Encantado, Alfonso.
—¿Has visto, Veruska, qué uniforme más bonito llevan?
La chica, coqueta, toca varios botones de la chaqueta.
—Sí, lleno de botoncitos pequeños... pequeños como cerezas.
—Muy bien. ¿Se da cuenta, Alfonso? Veruska encuentra en el uniforme los valores de la tierra, los orígenes más simples. En fin, estábamos conversando tranquilamente con estas amigas nuestras rusas... Nada más.
—Lo entiendo, lo entiendo... Pero si los vecinos nos llaman por alboroto nocturno y fiestecitas extrañas, usted comprenderá que...
—Lo comprendo. Su obligación es intervenir.
—Exacto.
Vuelven al salón. Andrea todavía está tumbado en la camilla, pero ha recuperado un poco el color. Las otras dos rusas y Nick están a su lado.
—¿Qué tal vas, todo bien?
—Mejor... —contesta Andrea.
Uno de los dos camilleros se incorpora.
—Todo en orden. Tenía una arritmia y, como sufre del corazón, le hemos dado en seguida un tónico cardíaco.
Pietro atrapa la ocasión al vuelo.
—Sí, no debería tomar tanto café.
—Así es. Como mucho, uno por la mañana y, desde luego nada de café por la noche.
El policía vuelve a guardar la libreta.
—Todo en orden pues, podemos irnos. Intenten mantener la música baja. Me parece que tienen unos vecinos muy sensibles a cualquier tipo de ruido.
—Sí, no se preocupe. De todos formas ahora mismo se van todos a su casa. —Nick mira a Pietro—. La fiesta acaba aquí esta noche.
—Sí, sí, claro... —Pietro comprende que no hay posibilidad de réplica.
Los camilleros recogen su camilla y se dirigen hacia la salida, seguidos por los policías. De repente, el que todavía no ha abierto la boca, Serra, se detiene.
—Disculpe, ¿puedo pedirle un favor? ¿Podría usar el baño?
—No faltaba más.
Nick le indica educadamente el camino. Pero de repente se da cuenta de que la bolsita todavía debe de seguir flotando en el agua. Se le adelanta hacia el váter y pulsa para descargar de nuevo la cisterna. Sale de allí rápidamente, cerrando la puerta a sus espaldas.
—Disculpe, lo siento, pero me había olvidado por completo de que este baño tiene un problema en la cisterna. Por favor, venga por aquí... utilice el mío personal.
Lo acompaña y lo hace pasar. Después cierra la puerta y se queda allí, plantado como un poste, mientras sonríe de lejos al otro policía. Pero Alfonso Carretti, curioso y suspicaz, se acerca al primer baño. Nick palidece. Pietro es más rápido y, antes de que el policía pueda abrir la puerta, se interpone en su camino.
—Lo siento, pero lamentablemente la cisterna no funciona. El otro quedará libre en seguida. —Pietro sonríe—. Quería decirle, Alfonso, que han sido amables de verdad. Resulta difícil trazar el límite entre una visita y un registro. Que, justo por eso, requiere de una orden, pues de otro modo podría constituir abuso de poder por parte del oficial público, inquiriendo de ese modo en delito hipotético por la llamada ilicitud o antijuricidad especial... —Entonces Pietro sonríe—. ¿Quiere una cereza? —ofrece.
—No me gustan las cerezas.
Pietro le mantiene la mirada. No tiene miedo. O al menos no lo deja ver. Desde siempre, ésa ha sido su fuerza. Tranquilo, sereno, habituado a fingir incluso en las causas más complicadas. Nick regresa al salón con el segundo policía.
—Gracias, has sido muy amable.
Alfonso alza las cejas y mira por última vez a Pietro y después a Nick.
—No nos hagan volver de nuevo. La próxima vez, si tenemos que hacerlo, lo haremos con una orden... —Y se van cerrando la puerta con brusquedad.
Nick sale a la terraza. Su vecino ha apagado las luces y ha vuelto a la cama con la mujer. También Nick apaga las luces de su terraza y mira abajo, hacia la calle. Poco después ve salir a los camilleros y a los policías. Ve marcharse la ambulancia con la sirena apagada y a la patrulla derrapando. Nick entra en casa y cierra la puerta corredera.
—Muy bien. Bravo. Si queríais hacerme pasar una noche de terror, lo habéis conseguido.
—Podría ser una idea para un nuevo anuncio.
—Pietro, no tiene gracia y no estoy para bromas. Venga, son las tres y media. Fuera de aquí. Tengo que dormir. Mañana a las ocho y media tengo una reunión importante y no sé de qué va. Y llevaos a vuestras amigas rusas, haced lo que queráis...
—Venga, no exageres. Nos estás haciendo sentir culpables...
—Eh —interviene una de las rusas—, entre nosotros, huésped siempre es sagrado.
—Vale, muy bien. Cuando vayamos a rodar un anuncio a Rusia, seguramente todo irá mejor, pero ahora estamos aquí. Vosotras no tenéis ninguna culpa... Pero de veras, tengo que dormir... Por favor.
Andrea se acerca a Nick.
—Perdona si he armado este jaleo, era sólo para impresionarlas.
—No te preocupes, me alegro de que estés mejor.
—Gracias, Nick, gracias de verdad.
Y así, el extraño grupo se va de su casa. Nick cierra finalmente la puerta y da dos vueltas de llave para asegurarse de que, al menos por esa noche, no suceda nada más. Que el mundo quede fuera. Antes de entrar en la habitación, pasa por el baño, el que supuestamente tiene la cisterna rota. La bolsita ha desaparecido. Después mira mejor. Detrás del lavamanos hay un papel enrollado. Cien euros. Se inclina, lo recoge y lo estira. Todavía tiene restos de polvo blanco. Abre el grifo y lo mete bajo el chorro. Lo lava bien. Ya está. Cualquier prueba ha desaparecido definitivamente. Después lo pone a secar en el borde y se va a su habitación. Apaga la luz, se quita la camiseta, se mete bajo las sábanas y se acuesta. Estira los brazos y las piernas intentando recuperar de nuevo la tranquilidad.
Qué noche... A saber dónde estará Miley en este momento. De todos modos, entiendo que Andrea Soldini ya no esté en su oficina. Lo habrán echado. Una cosa es segura. No sé si alguna vez impresionará a nadie a primera vista, pero, desde luego, lo que soy yo, nunca lo olvidaré. Y con este último pensamiento, Nick se queda dormido.
Mrs. Nick Jonas
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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Sáb 06 Ago 2011, 5:02 pm

Capitulo Once
Habitación añil. Ella.
Lleva allí más de dos meses, sobre el escritorio. De color gris claro, un poco polvoriento, pantalla de 15, cerrado. ¿Qué hago, lo enciendo? La muchacha da vueltas y más vueltas frente a aquel portátil misterioso. Desde luego, ¿cómo puede nadie olvidarse un ordenador sobre un contenedor? Se necesita ser besugo. ¿Por qué se dirá «ser besugo»? ¿Es que los besugos son tontos? A mí no me lo parece. En realidad son veloces, lo vi el otro día en el programa «Quark». También me lo dijo Ivo, aquel pescador de Portoscuso, el año pasado, en Cerdeña. Sea como sea, quien se olvida así un ordenador, debe de estar un poco chalado. La muchacha se sienta al escritorio. Abre el portátil. Ve un pequeño adhesivo abajo, cerca del monitor. «Anselmo 2.» No me lo puedo creer. Pero quién escribe su nombre en el portátil. Anselmo 2, la venganza. Pues sí que estamos bien. Pero... ¿será el nombre del propietario? Anselmo. Bueno. Aprieta el botón de encendido. No es mío... no debería. Pero si no lo enciendo, ¿cómo hago para saber de quién es y quizá devolvérselo? La pantalla azul de Windows con el clásico logo de bienvenida se abre ante ella. Caramba, lo que hay que ver. Ni siquiera tiene contraseña de acceso. Es decir, se abre sin más, sin protección... En el escritorio aparece la imagen de una puesta de sol en el mar. El cielo tiene unos colores brillantes y cálidos y las olas son suaves. Al fondo, una gaviota se dedica a sus asuntos. Pocos iconos. Intenta abrir el Outlook. Siento curiosidad. Veamos sus mails. Pocas carpetas. Mira, mira... muchas de las recibidas proceden de «Editorial». ¿Alguien que escribe? Pero ¿hombre o mujer? Después «Oficina». Bah, serán cosas de trabajo. Hay otros nombres, Giulio, Sergio, AfterEight y apodos varios. Saludos, links, vídeos, bromas. Alguna invitación. Veamos en enviados. Muchos a esa editorial, después a los mismos nombres de antes. Una chica aparece con frecuencia. Carlotta. Todos están firmados SteXXX. Menos mal, entonces no se llama Anselmo 2. Veamos... Abre otro mail. Stefano. Vale, es un hombre. Luego abre otro. «Hola, he intentado llamarte hoy pero tenías el móvil apagado. ¿Puedo tener el honor de invitarte el sábado a cenar? Estaría muy contento.» Contento. Es un hombre. ¿El honor? Pero, ¿cómo habla éste? Estoy cometiendo un delito. Violación de la privacidad. No, si acaso violación de contenedor. Y a quién le importa. Soy una mirona. No, una «lectorona». Se ríe para sí. Luego sigue registrando y acaba en «Documentos». A ver. Ah, mira... «Fotos». Abre la carpeta amarilla. Muchos paisajes y fotos de animales, barcas, cosas varias. Ninguna persona. Ningún rostro. Ni siquiera fotos porno. Menos mal, piensa. La cierra y vuelve al escritorio. Uno de los pocos iconos lleva por nombre Martin. A lo mejor se llama así. La abre. Contiene varios documentos Word. Elije uno al azar y clica.
«... Estaba demasiado ocupada intentando conciliar aquel discurso torpe y balbuceante y la ingenuidad de aquellos pensamientos con lo que traslucía en el rostro de él. Nunca había visto tanta energía en los ojos de un hombre. He aquí alguien que puede hacer casi cualquier cosa, era el mensaje que leía en aquella mirada, un mensaje que no se adecuaba a la debilidad de las palabras con las que había sido formulado. Eso sin contar con que la suya era una mente demasiado refinada y ágil como para poder apreciar el valor de la simplicidad.»
Pero ¿esto qué es? ¿Un libro? No pone nada. O sea, ¿que de veras escribe? En efecto, hay mails de «Editorial». La chica sigue leyendo.
«Al recordarla ahora, desde su nueva posición, su vieja realidad de tierra, mar y naves, marineros y mujeres de mal vivir parecía pequeña, pero se fundía con aquel mundo nuevo y parecía expandirse gracias a él. Con su mente volcada en la búsqueda de la unidad, se sorprendió al darse cuenta de que había puntos de contacto entre aquellos dos mundos.»
No está mal. Dos mundos. Diferentes. Puntos de contacto... Cierra el documento y apaga el ordenador. Y, sin más, sin un motivo en especial, de repente siente que algo le crece dentro. Una nueva curiosidad. Una vaga excitación. La idea de sumergirse en otro universo. Una escapatoria a un pensamiento que hace tiempo le ronda por la cabeza. Y, al cabo de tanto tiempo, la muchacha sonríe.
Mrs. Nick Jonas
Mrs. Nick Jonas


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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Sáb 06 Ago 2011, 5:08 pm

Capitulo Doce
Buenos días, mundo. ______ se despereza. ¿Me haces un regalo hoy? Me gustaría levantarme de la cama y encontrarme una rosa. Roja no. Blanca. Pura. Para escribir en ella como si fuese una página nueva. Una rosa dejada por alguien que piensa en mí y a quien todavía no conozco. Lo sé. Un contrasentido. Pero me haría sonreír. La cogería y me la llevaría al instituto. La dejaría apoyada en el pupitre, sin más, sin decir nada. Las Olas se acercarían llenas de curiosidad.
—¡Eh! ¿Quién te la ha regalado?
—¿Fabio?
—¿Lo está intentando de nuevo?
—Sí, sí, él, una rosa, ¡Si acaso un cardo seco!
Y todas a reírse. Y yo, todavía sin decir nada, la dejaría allí toda la mañana. Después, a última hora, arrancaría uno a uno los pétalos y, con un rotulador azul, escribiría letra a letra, una sola en cada pétalo, la frase de aquella canción tan bonita: «Entre los obstáculos del corazón hay un principio de alegría que me gustaría merecer...», y después tiraría los pétalos por la ventana. El viento se los llevaría. Podía ser que alguien los encontrase. Que volviese a ponerlas en orden. Que leyese la frase. Y que me viniese a buscar. Él quizá. Ya. Pero ¿quién es él?


Nick se despierta sobresaltado y después se da la vuelta bruscamente sobre la cama. El despertador ya ha sonado. Maldita sea, no. Mierda, mierda. Sale zumbando de la cama, se pone las zapatillas. Pero ¿cuándo lo he parado? ¿O es que ni siquiera lo he oído? ¿O es que ayer con todo el jaleo al final me olvidé de programarlo? No es posible. Entra casi resbalando en la cocina. Prepara la cafetera, enciende el gas y la pone al fuego. Después corre hacia el baño, conecta la maquinilla de afeitar eléctrica y, mientras se afeita, da vueltas por la habitación. Intenta ordenar en lo posible los rastros de la noche anterior. De todos modos, hoy viene la mujer de la limpieza. A ver... veamos cómo está esto de aquí... Entra en la habitación de invitados. Encuentra un tazón. Más cerezas. No es posible. Lo coge y tira su contenido a la basura. Después vuelve a entrar en el baño de las visitas, mira bien en el váter, en el lavamanos, por el suelo, en todas las esquinas. Bien. Ni rastro. Sólo me faltaría eso. Famoso publicista arrestado por posesión de drogas. Precisamente yo, que soy antidroga acérrimo. Y, claro, en nuestro ambiente... ¿quién iba a creerme? Por si acaso, descarga de nuevo la cisterna y sale del baño. Pone música en el salón y, con una canción de Julieta Venegas experimenta un cierto buen humor. Casi bailotea. Tiene el tiempo más que justo. Claro que sí, demonios, tengo que ser feliz. Sólo tengo treinta y seis años, cuento con un montón de éxitos y he ganado varios premios de publicidad. Vale, mi madre y mi padre querían que me casase, y eso quizá acabe sucediendo. O tal vez no. Sea como sea, soy alguien que puede gustar. Tranquilamente. Un momento. Se mira con más atención en el espejo del salón, se acerca y observa su rostro. No poco. Alguien que puede gustar, y mucho. Atención. Atención... Querida Miley, eres tú quien va a sufrir, quien va a comerse los puños. Volverás y yo, con suprema elegancia, te haré pasar y encontrarás flores.
Y con esa certeza recién descubierta, por otra parte la única con la que cuenta, Nick se toma el café. Le añade un poco de leche fría. Luego, mientras suena And It's Supposed To Be Love, de Ayo, se mete en la ducha y deja correr sobre él un chorro de agua bien fresca. ¿De qué tratará la reunión de hoy? Demonios... voy retrasado... demasiado retrasado. Y apresurado, sale a toda prisa de la ducha y comienza a secarse. Tengo que darme prisa, aprisa.


—Pero ______, no has desayunado.
—Sí, mamá, he tomado café.
—¿Y no vas a comer nada?
—No, no me da tiempo. Llego tarde. Jodidamente tarde.
—______, te he dicho mil veces que no hables de esa manera.
—Pero mamá, ¿ni siquiera cuando llego tarde?
—Ni siquiera. ¿Te vas en el ciclomotor?
—Sí...
—Ve despacio, ¿eh?, ve despacio.
—Mamá, me lo dices cada mañana. Al final me traerá mal fario, ya verás.
—______, ¿cómo hablas así?
—Es que si algo trae mal fario, trae mal fario. Si lo prefieres, puedo decir mala suerte, pero no deja de ser mal fario.
—Perdona, pero ¿a ti te parece que si tu madre te dice que vayas despacio es porque te desea algo malo? Y además, te lo digo cada mañana y, hasta ahora, no has tenido ningún accidente, por lo tanto «ve despacio» es bueno, ¿de acuerdo?
—Ok, ok. ¡Adiós, un beso!
______ le da un beso al vuelo a su madre. Se pone los auriculares y se va, escaleras abajo, salvando los últimos peldaños de un salto. Tanto, que uno de los auriculares se le sale de la oreja. Ella se lo vuelve a meter a toda prisa para escuchar aún mejor Bop To The Top, de High School Musical. Sale del portal, va hacia el garaje, se monta volando en su SH50, da una patada al pedal y, en cuanto la moto arranca, sale del patio a toda velocidad. Se detiene un momento, mira a derecha e izquierda y al ver que no viene nadie, da gas y se incorpora al tráfico de la mañana.


Nick circula de prisa con su nuevo Mercedes. Acaba de comprar algunos periódicos. Es importante mantenerse informado. Quizá en la reunión me pregunten algo acerca de las últimas noticias y yo no sepa de qué me hablan... No me lo puedo permitir. De modo que, de vez en cuando, sea porque haya caravana o porque el semáforo esté en rojo, echa un vistazo a Il Messaggero que lleva abierto en el asiento del copiloto. Luego arranca de nuevo. El tráfico es bastante fluido. Cuando puede, Nick circula a bastante velocidad. Llega tarde. Llega tarde... pero no por eso deja de echar un vistazo al periódico.


También ______ llega tarde. Jodidamente tarde. Va todavía con los auriculares puestos, escucha la música y acelera. De vez en cuando se mueve, intentando llevar el ritmo. Mira el reloj de su muñeca izquierda, tratando de ver si está recuperando algo de tiempo, si conseguirá llegar antes de que el intransigente tocacojones del conserje cierre definitivamente la puerta del instituto. Así, va a toda velocidad por viale Parioli, adelantando coches en doble fila. Después intenta girar para incorporarse de nuevo a su carril.


Nick llega desde la Mezquita. No viene nadie, perfecto. Se incorpora al tráfico de viale Parioli mientras lee una noticia increíble en Il Messaggero. Unos jóvenes roban cinco coches para practicar un juego muy particular. El bum-bum-car, el bbc, un nuevo y peligroso juego de jóvenes ricos y aburridos. No lo puedo creer. ¿En serio, hacen estas cosas...? Pero no tiene tiempo de acabar la frase. Da un volantazo. Intenta esquivarla, pero no hay nada que hacer. Una chica que circula a mil por hora, se le echa encima con su ciclomotor, estampándose contra el lado derecho. Bum. Un grito estremecedor. La chica desaparece a la altura de la ventanilla y cae al suelo. Nick frena de golpe, cierra los ojos, aprieta los dientes, los periódicos resbalan y caen sobre la alfombrilla. De repente, a consecuencia del golpe, el volumen del reproductor de CD se sube solo. La música inunda el coche. She's The One. Nick se queda bloqueado un instante en su asiento. Con los ojos cerrados, apretando el volante con fuerza. En suspenso. Empiezan a sonar algunos cláxones, algunos coches los adelantan nerviosos. Uno curioso, otro distraído, otro cínico y otro apresurado. Nick se baja preocupado. Da la vuelta al Mercedes lentamente mientras la música sigue sonando. Entonces la ve. Allí, en el suelo, tumbada, quieta, inmóvil. La cabeza girada. Tiene los ojos cerrados, parece desmayada. Dios mío, piensa Nick, ¿qué le habrá pasado? Se inclina un poco hacia delante. ______ abre los ojos despacio. Lo ve sobre ella. Y entonces le sonríe.
—Dios mío, un ángel.
—Ojalá, soy el conductor.
—¡Pues vaya! —______ se incorpora poco a poco—. ¿Dónde diablos estabas mirando, conductor? ¿En qué demonios piensas mientras conduces?
—Lo sé, lo sé, perdona, pero yo tenía la preferencia.
—¿La preferencia de qué?, ¿pero qué estás diciendo? Tenías un stop. ¿Es que no has visto que venía? Ay, me duele mucho el codo.
—Déjame ver... Bah, no tienes ni un rasguño. En cambio, mira lo que me has hecho en el lateral.
______ se vuelve y se mira por detrás, retorciéndose entera.
—Y mira lo que me has hecho tú aquí. Los pantalones todos rotos.
—Pero si siempre los lleváis así.
—¿Qué dices, idiota? Éstos eran nuevos, acabados de comprar, Jenny Artis, ¿entiendes? Me costaron una pasta, no es como para estropearlos ya al día siguiente. ¿Te das cuenta de que todavía no los he lavado una sola vez? Prácticamente me los has estrenado tú. ¿Sabes coser?
—¿Cómo?
—¿Me ayudas al menos a levantar el ciclomotor?
Nick se esfuerza por desencastrar el SH ayudado por ______.
—Oye, ¿tú no vas nunca al gimnasio?
—De vez en cuando...
—Pues entonces tira...
Finalmente lo logran, pero el ciclomotor se le escapa a ______ de las manos, y da de nuevo con el Mercedes.
—¡Ay!
—¿Otra vez? Ten cuidado, ¿no?
______ se pone bien el gorrito que lleva debajo del casco.
—Virgen santa, qué tiquismiquis, pareces mi padre.
—Es que vosotros no tenéis respeto por las cosas.
—Ahora te pareces a mi abuelo. Además, si aquí hay alguien que no tiene respeto por las cosas, ése eres precisamente tú. Mira lo que le has hecho a mi ciclomotor... La rueda delantera está toda torcida y al acabar debajo de tu jodido coche se le han doblado los dos amortiguadores.
—Ya ves, es sólo una rueda, la cambias y ya está.
—Claro, sólo que ahora tengo que ir al instituto, de modo que... —Rápidamente abre el cofre, saca una cadena gruesa y ata la rueda trasera del ciclomotor a un poste que hay allí al lado.
—¿De modo que qué?
—De modo que me acompañas.
—Oye, no tengo tiempo. Llego tarde.
—Pues yo llego jodidamente tarde. De manera que gano yo. Venga, vamos. Además, podría llamar a la policía, hacer venir una ambulancia y quedarnos aquí un montón de rato. Te conviene llevarme a la escuela, perderemos mucho menos tiempo.
Nick se lo piensa un momento. Resopla.
—Venga, sube. —Abre la puerta y la ayuda.
—¡Ay! ¿Lo ves? Me he dado un golpe atrás, me duele muchísimo.
—No pienses en ello.
Nick sube también y arranca.
—¿Adónde te llevo?
—Al Mamiani, pasado el puente Cavour, zona Prati.
—Menos mal. También yo trabajo por allí.
—Ya ves, a veces las casualidades... Pero ¿cómo llevas la música?
—Ah, sí, perdona, el volumen se subió solo con el golpe.
—¡Bien, es Robbie!
—Ah, sí.
—El videoclip es tope guay. ¿Lo has visto?
—No.
—Figura que él es profesor de patinaje sobre hielo que entrena a dos chicos para una competición importante, pero uno de ellos se hace daño, él ocupa su puesto y gana la competición.
—Ah, la típica historia buenista anglosajona.
—Bueno, a mí me parece un video guay. Mira, gira por ahí, así atajamos camino.
—Pero por ahí no se puede, es sólo para los autobuses y los taxis...
—Tú ahora me estás llevando, ¿no? Prácticamente es como si fueses un taxi. Venga, qué importa, no hay nadie. Así al menos acortas camino, por allí el tráfico siempre está fatal. Hasta mi madre lo hace.
—Ok.
No muy convencido, Nick se mete por el carril prohibido. Pero nada más adelantar a un autobús, se da cuenta de que hay un guardia urbano. Lo ve cometer la infracción y sonríe burlón, como diciendo «Sigue, sigue, que te he pillado», y se saca una libreta del bolsillo superior del uniforme.
______ se asoma a la ventanilla en el preciso momento en que pasan por delante de él y grita con todas sus fuerzas:
—¡Pringao! —Después se sienta de nuevo y mira divertida a Nick—. Odio a los urbanos.
—Claro. Y si había alguna posibilidad de que no me pusiese la multa, la hemos perdido.
—¡Virgen santa, qué exagerado eres! Te vendrá de una multa. De todos modos, ya te la había puesto... Y, además, tú me has dicho lo mismo a propósito de la rueda de mi ciclomotor.
—Eres imposible, lo has hecho a propósito para podérmelo decir. Así no vamos a llevarnos bien.
—Nosotros no tenemos por qué llevarnos bien. Lo único que tenemos que hacer es intentar no pelearnos... No tener otro accidente. Dime la verdad... estabas distraído, ¿verdad? A lo mejor estabas mirando a alguna chica bonita aprovechando que estabas solo...
—Primero, yo siempre voy solo a la oficina, segundo, no me distraigo con facilidad...
Nick le sonríe y la mira con aire de suficiencia.
—Es preciso algo más que una chica bonita para distraerme.
______ pone cara de fastidio. Entonces se percata de los periódicos que están bajo sus pies.
—¡Ya sé por qué! ¡Estabas leyendo! —Coge Il Messaggero y lo abre.
—Qué va, sólo les estaba echando un vistazo.
—Justo. ¡Lo sabía, lo sabía, tenía que haber llamado a la ambulancia, a la guardia urbana, no sabes la de daños que te podría reclamar!
—Ah, ¿sí? En lugar de alegrarte de no haberte hecho nada...
—Bueno, una vez que se ha evitado la tragedia, hay que pensar en cómo sacar provecho, ¿no? Todos lo hacen.
Nick niega con la cabeza.
—Quisiera hablar con tus padres.
—No te dejarían entrar en casa. Para ellos, su hija siempre tiene razón. Gira aquí a la derecha que ya casi hemos llegado. Mira, mi instituto está al final de la calle...
______ abre el periódico y ve la foto de los coches destruidos. Después lee el artículo sobre el bum-bum-car. Los ojos se le salen de las órbitas.
—No me lo puedo creer...
—Pues créetelo, eso es lo que estaba mirando... Y ha faltado poco para que tú dejases así mi coche.
—Ya... Quieres tener razón, ¿eh?
—Piensa que hay gente que hace esas cosas en serio, chicos como tú...
______ lee el artículo a toda prisa, buscando los nombres, los hechos, si se menciona a alguno de sus amigos. Entonces lo ve, Fernando, el que recoge las apuestas.
—¡No, no es posible!
—¿Qué pasa? ¿Conoces a alguno?
—No, lo decía por decir. Es que me parece absurdo. Vale, hemos llegado. Para aquí.
—¿Es ése?
—Sí, gracias. Es decir, en realidad, me lo debías.
—Sí, sí, venga, baja ya que llego tarde.
—¿Y con el accidente cómo hacemos?
—Toma. —Nick busca en un bolsillo de la chaqueta, saca un pequeño estuche plateado y le da una tarjeta—. Aquí está mi número, mi e-mail y todo lo demás. Ya me dirás algo.
______ lee.
—Nick Jonas, creative director. ¿Es un puesto importante?
—Bastante.
—Lo sabía, lo sabía, hubiese podido sacarte una pasta. —______ se baja del Mercedes riendo. Coge el casco, la mochila y también Il Messaggero—. Nos llamamos.
—Eh, ese periódico es mío.
—¡Sí, y da gracias de que no me lleve también el CD! Hombre distraído que causa dolor a las mujeres... —Cierra la puerta. Después golpea la ventanilla y Nick baja el cristal.
—Oye —______ agita la tarjeta de visita—, aunque esto sea falso me sé tu matrícula de memoria... así que nada de bromas, que conmigo no te vas a ir de rositas. Por cierto, me llamo ______.
Nick asiente con la cabeza, sonríe y después se va a toda pastilla. Llega enormemente tarde.
Varias chicas están entrando en el instituto. Justo en ese momento llega Olly.
—Eh, ______, las dos llegamos tarde, como de costumbre, ¿eh? Oye, menudo coche bonito. Y a él no he podido verlo bien, pero de lejos parecía guapo. ¿Quién era, tu padre?
—No seas imbécil, Olly. Conoces a mi padre. ¿Qué, quieres saber quién era ése? Pues mi próximo novio. —Y mientras lo dice, ______ la abraza, la sujeta con fuerza y la obliga a subir la escalera corriendo, como hace ella. Nada más llegar arriba, Olly se detiene.
—Pero ¿estás loca? ¡Así nos van a hacer entrar! Podíamos habernos saltado la clase.
—Mira, lee. —______ le muestra el periódico a Olly—. Un artículo sobre el bbc. ¡Si llegamos a quedarnos un poco más, nos hubiesen cogido!
—¡Vaya!, es flipante, imagínatelo, nosotras en el periódico. ¡Pasaríamos a la historia!
—¡Ya. ¡Como máximo a la geografía!
—Calla, calla, que me toca examen. —Y hablando así entran en el vestíbulo justo a tiempo.
El conserje, feliz, cierra la puerta, dejando fuera a alguna que otra tardona.
Mrs. Nick Jonas
Mrs. Nick Jonas


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Mensaje por Invitado Sáb 06 Ago 2011, 6:54 pm

Mrs. Nick Jonas escribió:
Soocool14 escribió:Las Olas ¿es como se llama el grupo de sus amigas?¿cierto?

Subiste 3 capitulos :D
Ya vamos en el capitulo seis, eso quiere decir que faltan seis capitulos para que _____ y Nick se encuentren
Ya quiero que ellos se encuentren, quiero saber que piensa cada uno del otro
Quiero saber si es amor a primera vista :arre:

Sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
Espero capitulos

si asi le llaman a su grupo de amigas :D
pues solo uno se enamora a primera vista ;)

Que mal :(
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Mensaje por Just Me! Melissa! :) Sáb 06 Ago 2011, 8:36 pm

ME TIENES TODA CONFUNDIDA LA HISTORIA...PERO ME GUSTA!

SE PARECE AL DIA D LOS ENAMORADOS...LA AMO


SIGUELA!!!
Just Me! Melissa! :)
Just Me! Melissa! :)


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Mensaje por Bubu ✌ Sáb 06 Ago 2011, 10:27 pm

QE EMOCION!
ya se encontraron.. Pero menuda forma de hacerlo! ;)
Sabia qe cuando ellos se encontraran entenderia mejor
y asi fue :P
Me encantaaaaa asi qe please siguela! :twisted:
Bubu ✌
Bubu ✌


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Mensaje por Bianca Sáb 06 Ago 2011, 10:43 pm

wwooooohh!!!jaja si se encontraron eaeaeaea jaja bueno aunque no fue un encuentro demaciado agradable para ____ no? sabes la nove se deveria llamar "un accidente de amor" jajaja bueno fue lo primero que se me ocurrio jaja sigue pronto saludos
Bianca
Bianca


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