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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Cincuenta y seis
Un poco más tarde. Casa de Nick. Después de haber retomado el tema de la ducha, de la espuma... después, vaya. ______ sale del baño con la toalla enrollada en la cabeza, caliente todavía por el vapor, y no sólo por eso. Con las mejillas rojas y el aire lánguido de después del amor.
—Nick, ¿qué es esto? —Le muestra un dibujo con el diseño a escala de todo el salón, con muebles, sillones y mesitas.
Nick lo mira.
—Ah, esto... —En realidad, se acuerda perfectamente. ¿Cómo va a haberlo olvidado? La disputa telefónica de Miley con el encargado, el descuento que él no le había querido hacer y todo el resto de llamadas, las discusiones por el retraso en la entrega de aquel montón de muebles tan grandes y tan caros. Están todos allí, dibujados a escala. Y, sobre todo, a día de hoy todavía no han llegado—. Ejem... esto... esto es el diseño del salón.
—¿Estos muebles estaban antes?
—No. Estarán después...
—¿Qué? ¡No me lo creo! Pero ¡si son horribles! Resultará todo muy cargado.
Nick no da crédito. Es lo mismo que le dijo él a Miley.
—Bueno, al fin y al cabo la casa es tuya, haz lo que te parezca, ¿eh?
Y eso es exactamente lo contrario de lo que Miley le dijo entonces. Nick sonríe.
—Tienes toda la razón... lástima.
—¿Lástima? Pero ¿los has pagado ya?
—No. Tengo que pagarlos a la entrega.
—Cosa que hubiera debido suceder... —______ echa un vistazo a la hoja—, ¿hace cuatro meses? Pues entonces te puedes echar atrás, y reclamar incluso la paga y señal que diste, a lo mejor puedes incluso duplicarla por daños. ¡Llama en seguida! Venga, yo te marco el número.
______ coge al vuelo el bonito teléfono inalámbrico que está sobre la única mesa del espacioso salón y marca el teléfono de la casa de decoración, escrito a mano en una esquina del plano. Espera a que dé señal de llamada, y, al oír que responden se lo pasa a Nick.
—Habla, habla...
—Casa Style, ¿en qué puedo servirle?
Nick mira las hojas que tiene en la mano y encuentra un nombre subrayado: Sergio, el empleado que les atendió.
—Ejem, sí, quisiera hablar con Sergio. Soy Nick Jonas... De la calle...
—Ah, sí, soy yo, ya me acuerdo. Disculpe, lo siento, pero sus muebles no han llegado todavía porque ha habido un problema en el Véneto. Pero están a punto de salir. Y seguramente llegarán a fin de mes.
—Disculpe, Sergio, pero ya no los quiero.
—¿Cómo? Si su señora... estuvimos discutiendo todo un día. Al final consiguió que le hiciera un descuento, cosa que me tienen prohibida los dueños. Tuve que discutir también con ellos.
—Bien, puede tranquilizarlos. Ya no tiene que hacerme ningún descuento. Los plazos no se han cumplido. Pero no quiero meterme en pleitos. Sólo quiero que me devuelvan mi paga y señal. Gracias y adiós. —Y cuelga sin darle tiempo a responder—. Esto lo he aprendido de ti. —Le sonríe a ______ y luego respira. Relajado, satisfecho, un suspiro y un sabor de libertad nunca antes experimentado.
______ lo mira. Después mira el salón.
—Está mejor así, ¿no?
—Muchisísimo.
—No se dice «muchisísimo».
—En este caso sí se dice así, y además tu Bernardi no me oye. —Nick la atrae hacia sí y la abraza—. Gracias.
—¿De qué?
—Ya te lo explicaré algún día.
—Como quieras.
Se abrazan. Se besan. ______ se levanta.
—Oye, si te apetece, uno de estos días te acompaño al centro, cuando vayas a elegir muebles nuevos. —Luego se dirige al baño a vestirse—. Pero nada de cosas cargadas, ¿eh? Y sólo si te apetece. Si no, vas tú solo, faltaría más. —______ entra en el baño pero vuelve a salir en seguida—. De todos modos, visto lo que habías elegido, ¡si yo fuese tú, me llevaría contigo! —Después lo mira seria una última vez—. Aunque de todos modos, la casa es tuya, ¿no?
—Claro.
—Por lo tanto, si alguna vez volviese a ocurrir, cosa que espero que no suceda, recuérdaselo. —Y desaparece definitivamente en el baño.
Nick se asoma a la puerta.
—No sucederá.
—¿Tú crees?
—Estoy seguro.
—¿Igual de seguro de que nunca ibas a enredarte con una menor?
Nick sonríe.
—Bueno, ése era mi sueño.
—Por supuesto. —______ se pone la camiseta—. ¡Porque hace que te sumerjas en el pasado!
—¡Bueno, en realidad, me hace sumergirme en muchas cosas! Venga, espabila, que nos vamos a comer algo por ahí.
______ se pone los pantalones y lo mira.
—Ah, ah... no tengo edad para hacer de mujer. Aparta. —Hace que se eche a un lado—, quiero ver qué es lo que tienes en la cocina. Esta noche cenamos en casa.
Nick se queda sorprendido. Felizmente sorprendido. Luego se va al salón y pone un CD. Save Room, John Legend. Se tumba en la chaise longue. Sube un poco el volumen con el mando a distancia. Cierra los ojos. Qué hermoso es estar con una chica así. Lástima que no sea un poco más mayor... sólo un poquito más. No mucho, unos tres o cuatro años, que al menos pasase de los veinte. Que como mínimo hubiese acabado el instituto. Tiempo. Tiempo al tiempo. Pero qué demonios, me ha ayudado un montón en el trabajo. Y además, cuando estamos los dos juntos...
Se oye la voz de ______ desde la cocina.
—¿Pasta corta o larga?
Nick sonríe.
—¿Qué más da? Depende de lo que lleve, ¿no? Vale, corta.
—¡Ok!
Nick vuelve a relajarse. Se abandona aún más. Música lenta. Más lenta...
—¿Nick?
—¿Sí?
—Ya está lista... ¿Te habías dormido? ¡Eres de lo que no hay! Doce minutos. El tiempo de cocción.
—No estaba dormido. Soñaba contigo. —Entra en la cocina—. Y en lo que habrías preparado. Hummm, el olor no está mal. Parece bueno. Ahora lo veremos.
—¿El qué?
—Si eres una hábil timadora o una hábil cocinera.
Nick se sienta a la mesa. Se da cuenta de que en un vaso pequeño de chupito hay una flor acabada de coger de la terraza. Dos velas encendidas junto a la ventana crean una atmósfera cálida. Nick prueba curioso uno de aquellos macarrones. Cierra los ojos. Se pierde en su sabor, delicado, auténtico, completo. Bueno de verdad, vaya.
—Oye, está muy buena. ¿Qué es?
—Yo la llamo la carbonara campesina. Es de mi invención, pero se puede perfeccionar.
—¿Cómo?
—En tu nevera faltaban algunos ingredientes básicos.
—A mí me parece una maravilla tal como está.
—Porque aún no has probado la auténtica. Faltan unas zanahorias cortadas en laminitas finas y un toque de corteza de limón...
—¿Todo eso? Caramba, encontrarse una chica guapa, encima no demasiado madura, que ya sabe cocinar así de bien, es un sueño.
—¿El mismo que tenías antes de cenar?
—No, mejor. Yo no sería capaz de soñar todo esto.
—De todos modos, tranquilo, Nick, sólo sé preparar dos platos. De modo que cuando hayas probado también el segundo, volveremos a empezar...
Nick sonríe y sigue comiendo aquella extraña pasta «a la carbonara campesina». Miley nunca me había hecho nada parecido. A excepción, claro, de alguna ensalada fría con sabores extraños, frambuesas o frutas del bosque, pistachos salados o granada... Y, de vez en cuando, algún plato francés rebuscado y caro. Total... Total, el dinero no era suyo. Pero jamás nada cocinado. Jamás el sabor de la cocina hogareña, del vapor, del sofrito en la sartén, de la pasta mezclada en su salsa. De esa cocina que tanto sabe a amor.
______ coge una botella de vino.
—A mi carbonara campesina le pega el blanco. ¿Te parece bien?
—Perfecto.
—Lo he puesto a enfriar un rato en el congelador.
Nick toca la botella.
—¡Caramba, qué pronto se ha enfriado!
—Basta con mojar la botella con agua fría antes de meterla en el congelador y ya.
—Te las sabes todas, ¿eh?
—Se lo he visto hacer a mi padre.
—Muy bien. ¿Y qué más has aprendido de tu padre?
______ le sirve el vino.
—Cómo evitar que me jodan en ciertas ocasiones.
Luego se sirve también en su copa. Levanta el vaso. Nick se limpia la boca y coge el suyo. Hacen un suave brindis. Un sonido de cristal veneciano llena el aire, invade la cocina.
______ sonríe.
—De todos modos, me temo que esa lección no la tengo tan bien aprendida. —Luego bebe y lo mira con intensidad—. Pero estoy contenta de ello.
Y siguen comiendo así, charlando ligera y tranquilamente. Aliñan la ensalada. Retazos de vida pasada, de películas complicadas, de filmes de autor, de miedos. Pelan un melocotón.
—Y pensar que cuando tenía quince años y estaba en América, fui con mis amigos a ver a Madonna. Entonces era una veinteañera gorda y desconocida.
—En cambio, yo la vi el año pasado en el Olímpico con Olly y Diletta, Erica no vino porque Giorgio se hizo un lío con las entradas. Ahora es una cuarentona flaca y famosa.
Y más retales de vida pasada y, sobre todo, pasada el uno lejos del otro. Poco a poco. Una cosa detrás de otra. Piezas de un rompecabezas de colores, divertido, a veces también doloroso, difícil de explicar. Y, como cuñas aceitadas, se van ensamblando emociones, pequeñas verdades, alguna mentirijilla, algo que no somos capaces de contarnos ni siquiera a nosotros mismos.
______ se levanta para ir a lavar los platos. Nick la detiene.
—Déjalo, mañana viene la asistenta. Vámonos para allá. Podemos ver un DVD.
En ese momento suena el timbre del interfono. ______ se tumba en el sofá.
—¿La asistenta ha llegado antes de lo previsto?
Nick se dirige hacia la puerta.
—No tengo ni idea de quién pueda ser. —Pero sí que tiene una idea. Miley. Y le aterroriza. No quisiera encontrarse nunca en una situación como ésa. ¿Cómo cuál, Nick? Tú no le debes nada. Bueno, por lo menos no ha subido con las llaves. A lo mejor ha pensado que, después de tres meses, tú podrías estar con alguien, ¿no?
—Sí, ¿quién es?
—Nick, somos nosotros, Enrico y Pietro.
—¿Qué pasa?
—Una cosa muy importante. ¿Podemos subir?
—Por supuesto. —Nick abre la puerta.
—¿Quién es? —pregunta ______, mientras pasa de un canal a otro.
—Dos amigos.
—¿A esta hora?
—Bueno. —Nick mira el reloj—. Son las nueve y media.
—¿Y vienen tan temprano?
Llaman a la puerta. Nick va a abrir.
—¡Hola, chico! —Pietro le da un abrazo, luego silba e intenta tocarlo por abajo—. ¡¿Qué planeas hacer con el monstruo?!
—¡Venga, estáte quieto! —Nick se recompone. Luego empieza a hablar en voz baja, casi susurrando—. No estoy solo. Venid que os la presento.
Ambos lo siguen. Pietro mira a Enrico.
—¿No será...?
—No. No puede ser. Después de lo que nos ha pasado a nosotros...
—Tú sigues sin entenderlo, ¿eh? Las mujeres son irracionales, y en cambio tú te empeñas en encontrar la razón a la fuerza.
—Tú dirás lo que quieras, pero no puede ser ella.
Nick entra en el salón, seguido por los dos amigos.
—Os presento a ______.
De detrás del sofá, despacito, subiéndose descalza en los cojines, asoma ______.
—¡Hola! ¿Queréis comer algo? He preparado un poco de pasta. —Salta del sofá—. ¿Un poco de vino? ¿Una Coca? ¿Un ron? En fin, ¿algo de lo que haya?
Enrico mira a Pietro. Esboza una sonrisita de satisfacción como diciendo «¿Has visto? No es ella». Y luego le dice bajito:
—No has acertado.
—¿De qué estáis hablando? —Nick se acerca a ellos, curioso.
Pero justo en ese momento suena el teléfono de ______. Ella salta de nuevo por encima del sofá y coge su bolso, que está apoyado en una silla.
—¿Sí?
—Hola, ______, soy mamá. ¿Estás con Olly?
—No. Estoy con otra gente.
—Es que te ha llamado. Te está buscando.
—Mira que le dije que iba a salir con otras personas. Es que Olly siempre se pone celosa.
—¿Estás sola con alguien?
—Nooo... Te lo aseguro, somos muchos.
—No te creo.
—Venga, mamá, qué vergüenza. —______ ve que no se va librar con facilidad. Tapa el auricular—. Eh, disculpad, pero mi madre es un poco paranoica. ¿Podríais armar un poco de barullo todos a la vez? Sólo para que vea que somos varios.
Pietro sonríe.
—Por supuesto, faltaría más.
En cuanto ______ aparta la mano del teléfono, Pietro, Enrico y Nick empiezan a armar jaleo.
—Venga, así ¿qué hacemos? ¿Vamos a buscar a los demás?
—Sí, hay una fiesta en casa de mi amiga Ilaria, ay, no, ¡de Alessandra!
______ hace una seña de que así está bien. Luego se aparta un poco y sigue hablando con su madre.
—¿Y bien? ¿Ya estás contenta? ¿Has visto la cantidad de gente que hay? Haces que parezca subnormal. ¿Cuándo vas a tener un poco de confianza en mí? ¿Cuándo crezca y cumpla los cincuenta?
—Es que ocurren tantas cosas por ahí... ______, es el mundo el que le hace perder a una la confianza.
—Puedes estar tranquila, mamá, estoy bien y volveré pronto a casa.
—Tu padre está convencido de que tienes un novio nuevo que pertenece a otro círculo.
—Bueno, pues tranquilízalo a él también. ¡Sigo a la caza, y con los mismos de siempre!
—______...
—¿Sí, mamá?
—Te quiero.
—Yo también a ti y no quiero que te preocupes.
Cierra el teléfono. Se queda mirándolo un momento. Un pensamiento dulce, a pesar de todo. Por un lado, la idea de haberse librado por pelos. Y por el otro el placer de importarle tanto. Sonríe para sí y vuelve con los demás.
—Gracias... ¡habéis sido muy amables!
Pietro sonríe y extiende los brazos.
—No ha sido nada.
—Pues claro —lo secunda Enrico.
—¿Seguro que no queréis beber nada?
—No, no, en serio.
—Ok, entonces, visto que en la tele no dan nada, y que el satélite también está un poco muermo, salgo un momento y me voy al videoclub de la esquina a buscar un DVD. No cierra hasta las once. ¿Alguna preferencia, Nick?
—No, lo que tú quieras.
—Ok. ¿Queréis que os traiga un helado?
—No, no, no te preocupes. —Pietro se toca el estómago—. Como ves, no me conviene.
—Estamos a dieta...
—Vale. Hasta ahora. —______ sale y cierra la puerta a sus espaldas.
Pietro se echa de inmediato las manos a la cabeza.
—¡¿Helado?! ¡Demonios, todo lo contrario! Le hubiese dicho: tráeme ya mismo a una de tus amigas, una cualquiera, ¡basta con que sea como tú!
—Pero ¿cuántos años tiene? —pregunta Enrico.
Nick se sirve algo de beber.
—Es joven.
Pietro se acerca y también él coge un vaso.
—Enrico, ¿y a ti qué te importa la edad que tiene? ¡Es un verdadero bombón!
—¡Pietro!
—¡Es aún mejor que las rusas, que las dos juntas! —Y se sirve él también. Se toma un whisky de un solo trago. Luego, excitado como un loco—: Por favor, por favor, dímelo de todos modos, aunque no tenga ninguna importancia... ¿cuántos años tiene esta ______?
—Diecisiete.
Pietro se deja caer en el sofá.
—Dios mío, estoy fatal... ¡Qué potra, macho, qué potra!
—¿Quién?
—Ella, tú, no sé... ¡me he quedado sin palabras! —Luego se incorpora de un salto—. ¡Nick!
—¿Qué?
—Por una de diecisiete no vas a la cárcel, ¿verdad?
—De dieciséis.
—Ah, sí. Entonces me gusta aún más, la sola idea me encanta.
—Pietro, ¿tú ya sabes que estás enfermo?
—Nunca he dicho lo contrario. Mi cerebro se vio afectado cuando era pequeño. Qué digo, desde que nací. Por otro lado, fue la primera cosa que vi y nunca he podido olvidarla...
Enrico le da un empujón. Luego, curioso él también.
—¿Cómo la conociste? ¿Es una modelo de tus anuncios?
—¡Qué va! Tuvimos un accidente, ya os lo dije.
Pietro sacude la cabeza.
—¡Doble potra! Ahora entiendo por qué no se te ve ya el pelo. Las cenas, las fiestas, la otra noche para los cuarenta de Camilla... Ya sabemos dónde te habías perdido.
—Bueno, a lo mejor es que he vuelto a encontrarme. ¿Sabéis una cosa? Nunca he estado tan bien.
—Te creo. —Pietro lo señala—. ¿Quién puede estar mejor que tú? Hasta tienes la suerte de que hayan inventado la Viagra. Y a lo mejor hasta se traga que eres así de verdad. Normalmente...
—Mira que llegas a ser imbécil. Dejando a un lado el hecho de que ni la tomo ni la necesito, yo estoy hablando de otra cosa. Es una sensación nueva por completo. Me siento yo mismo. Mejor dicho: es posible que esté siendo yo mismo por primera vez en mi vida. Creo que sólo me había sentido así con dieciocho años, con mi primer amor.
Pietro se levanta del sofá.
—Venga, Enrico, vámonos, dejémoslo en su paraíso. Sea como sea, que conste que no me trago que no tomes Viagra.
—Y dale...
Pietro lo mira.
—Oye, no es que seáis sólo amigos... Quiero decir que... —Y con el pulgar y el índice forma una extraña pistola que hace girar en el vacío como diciendo «No es que no hagáis nada, ¿no?».
Nick lo coge y empieza a empujarlo hacia la puerta del salón.
—¡Venga, fuera, vete! Ni siquiera voy a responderte.
—Ah, ¿lo ves?, ya me parecía a mí que había algo extraño.
—Sí, sí, piensa lo que te dé la gana. —Nick abre la puerta.
Están ya en el rellano cuando Enrico se le acerca.
—Tú y yo tenemos que hablar a finales de mes de aquel asunto.
—Descuida.
Luego Nick los mira a los dos un instante.
—¿Y vosotros dos a qué habéis venido? Habéis dicho que era una cosa importante.
Pietro y Enrico se miran un momento.
—No, es que como no se te veía el pelo y hace poco que te separaste de Miley, vaya, pues queríamos saber cómo estabas...
Nick sonríe.
—Gracias. Ahora ya lo entendéis, ¿no?
Pietro coge a Enrico de la chaqueta y lo mete en el ascensor.
—Vaya si lo entendemos. ¡Es de fábula! Venga, vámonos... Dejémoslo en su Edén. Ah, no te olvides de preguntarle si tiene una amiga.
Nick sonríe y cierra la puerta. Pietro aprieta el botón del ascensor. Las puertas se cierran. Pietro se mira en el espejo. Se coloca mejor la chaqueta. Enrico se apoya en la pared del ascensor y lo mira a través del reflejo.
—¿Habremos hecho bien en no decírselo?
Pietro le devuelve la mirada.
—No sé de qué me estás hablando.
—Pues de que ayer por la noche...
—Lo sé perfectamente. Estaba a punto de decirte que es mejor así. Como si nada hubiese sucedido. ¿Es que acaso quieres estropearle su paraíso? —Y sale sin esperarlo. Se monta en su coche. Enrico lo alcanza.
—Por supuesto que no. O sea, que no lo sabrá nunca.
—Puede que sí o puede que no —responde Pietro mientras abre la ventanilla—. La vida lo dirá. Es sólo cuestión de tiempo, siempre es así. No hay que meterle prisa a la vida. —Y se va dejándolo allí. Enrico se monta en su coche. Es cierto. Es sólo una cuestión de tiempo. Y también para él ahora resulta todo más fácil. Ya hay una fecha límite. Fin de mes. Sí, a fin de mes lo sabrá todo. No le quedará ninguna duda. Paraíso. O Infierno.
Un poco más tarde. Casa de Nick. Después de haber retomado el tema de la ducha, de la espuma... después, vaya. ______ sale del baño con la toalla enrollada en la cabeza, caliente todavía por el vapor, y no sólo por eso. Con las mejillas rojas y el aire lánguido de después del amor.
—Nick, ¿qué es esto? —Le muestra un dibujo con el diseño a escala de todo el salón, con muebles, sillones y mesitas.
Nick lo mira.
—Ah, esto... —En realidad, se acuerda perfectamente. ¿Cómo va a haberlo olvidado? La disputa telefónica de Miley con el encargado, el descuento que él no le había querido hacer y todo el resto de llamadas, las discusiones por el retraso en la entrega de aquel montón de muebles tan grandes y tan caros. Están todos allí, dibujados a escala. Y, sobre todo, a día de hoy todavía no han llegado—. Ejem... esto... esto es el diseño del salón.
—¿Estos muebles estaban antes?
—No. Estarán después...
—¿Qué? ¡No me lo creo! Pero ¡si son horribles! Resultará todo muy cargado.
Nick no da crédito. Es lo mismo que le dijo él a Miley.
—Bueno, al fin y al cabo la casa es tuya, haz lo que te parezca, ¿eh?
Y eso es exactamente lo contrario de lo que Miley le dijo entonces. Nick sonríe.
—Tienes toda la razón... lástima.
—¿Lástima? Pero ¿los has pagado ya?
—No. Tengo que pagarlos a la entrega.
—Cosa que hubiera debido suceder... —______ echa un vistazo a la hoja—, ¿hace cuatro meses? Pues entonces te puedes echar atrás, y reclamar incluso la paga y señal que diste, a lo mejor puedes incluso duplicarla por daños. ¡Llama en seguida! Venga, yo te marco el número.
______ coge al vuelo el bonito teléfono inalámbrico que está sobre la única mesa del espacioso salón y marca el teléfono de la casa de decoración, escrito a mano en una esquina del plano. Espera a que dé señal de llamada, y, al oír que responden se lo pasa a Nick.
—Habla, habla...
—Casa Style, ¿en qué puedo servirle?
Nick mira las hojas que tiene en la mano y encuentra un nombre subrayado: Sergio, el empleado que les atendió.
—Ejem, sí, quisiera hablar con Sergio. Soy Nick Jonas... De la calle...
—Ah, sí, soy yo, ya me acuerdo. Disculpe, lo siento, pero sus muebles no han llegado todavía porque ha habido un problema en el Véneto. Pero están a punto de salir. Y seguramente llegarán a fin de mes.
—Disculpe, Sergio, pero ya no los quiero.
—¿Cómo? Si su señora... estuvimos discutiendo todo un día. Al final consiguió que le hiciera un descuento, cosa que me tienen prohibida los dueños. Tuve que discutir también con ellos.
—Bien, puede tranquilizarlos. Ya no tiene que hacerme ningún descuento. Los plazos no se han cumplido. Pero no quiero meterme en pleitos. Sólo quiero que me devuelvan mi paga y señal. Gracias y adiós. —Y cuelga sin darle tiempo a responder—. Esto lo he aprendido de ti. —Le sonríe a ______ y luego respira. Relajado, satisfecho, un suspiro y un sabor de libertad nunca antes experimentado.
______ lo mira. Después mira el salón.
—Está mejor así, ¿no?
—Muchisísimo.
—No se dice «muchisísimo».
—En este caso sí se dice así, y además tu Bernardi no me oye. —Nick la atrae hacia sí y la abraza—. Gracias.
—¿De qué?
—Ya te lo explicaré algún día.
—Como quieras.
Se abrazan. Se besan. ______ se levanta.
—Oye, si te apetece, uno de estos días te acompaño al centro, cuando vayas a elegir muebles nuevos. —Luego se dirige al baño a vestirse—. Pero nada de cosas cargadas, ¿eh? Y sólo si te apetece. Si no, vas tú solo, faltaría más. —______ entra en el baño pero vuelve a salir en seguida—. De todos modos, visto lo que habías elegido, ¡si yo fuese tú, me llevaría contigo! —Después lo mira seria una última vez—. Aunque de todos modos, la casa es tuya, ¿no?
—Claro.
—Por lo tanto, si alguna vez volviese a ocurrir, cosa que espero que no suceda, recuérdaselo. —Y desaparece definitivamente en el baño.
Nick se asoma a la puerta.
—No sucederá.
—¿Tú crees?
—Estoy seguro.
—¿Igual de seguro de que nunca ibas a enredarte con una menor?
Nick sonríe.
—Bueno, ése era mi sueño.
—Por supuesto. —______ se pone la camiseta—. ¡Porque hace que te sumerjas en el pasado!
—¡Bueno, en realidad, me hace sumergirme en muchas cosas! Venga, espabila, que nos vamos a comer algo por ahí.
______ se pone los pantalones y lo mira.
—Ah, ah... no tengo edad para hacer de mujer. Aparta. —Hace que se eche a un lado—, quiero ver qué es lo que tienes en la cocina. Esta noche cenamos en casa.
Nick se queda sorprendido. Felizmente sorprendido. Luego se va al salón y pone un CD. Save Room, John Legend. Se tumba en la chaise longue. Sube un poco el volumen con el mando a distancia. Cierra los ojos. Qué hermoso es estar con una chica así. Lástima que no sea un poco más mayor... sólo un poquito más. No mucho, unos tres o cuatro años, que al menos pasase de los veinte. Que como mínimo hubiese acabado el instituto. Tiempo. Tiempo al tiempo. Pero qué demonios, me ha ayudado un montón en el trabajo. Y además, cuando estamos los dos juntos...
Se oye la voz de ______ desde la cocina.
—¿Pasta corta o larga?
Nick sonríe.
—¿Qué más da? Depende de lo que lleve, ¿no? Vale, corta.
—¡Ok!
Nick vuelve a relajarse. Se abandona aún más. Música lenta. Más lenta...
—¿Nick?
—¿Sí?
—Ya está lista... ¿Te habías dormido? ¡Eres de lo que no hay! Doce minutos. El tiempo de cocción.
—No estaba dormido. Soñaba contigo. —Entra en la cocina—. Y en lo que habrías preparado. Hummm, el olor no está mal. Parece bueno. Ahora lo veremos.
—¿El qué?
—Si eres una hábil timadora o una hábil cocinera.
Nick se sienta a la mesa. Se da cuenta de que en un vaso pequeño de chupito hay una flor acabada de coger de la terraza. Dos velas encendidas junto a la ventana crean una atmósfera cálida. Nick prueba curioso uno de aquellos macarrones. Cierra los ojos. Se pierde en su sabor, delicado, auténtico, completo. Bueno de verdad, vaya.
—Oye, está muy buena. ¿Qué es?
—Yo la llamo la carbonara campesina. Es de mi invención, pero se puede perfeccionar.
—¿Cómo?
—En tu nevera faltaban algunos ingredientes básicos.
—A mí me parece una maravilla tal como está.
—Porque aún no has probado la auténtica. Faltan unas zanahorias cortadas en laminitas finas y un toque de corteza de limón...
—¿Todo eso? Caramba, encontrarse una chica guapa, encima no demasiado madura, que ya sabe cocinar así de bien, es un sueño.
—¿El mismo que tenías antes de cenar?
—No, mejor. Yo no sería capaz de soñar todo esto.
—De todos modos, tranquilo, Nick, sólo sé preparar dos platos. De modo que cuando hayas probado también el segundo, volveremos a empezar...
Nick sonríe y sigue comiendo aquella extraña pasta «a la carbonara campesina». Miley nunca me había hecho nada parecido. A excepción, claro, de alguna ensalada fría con sabores extraños, frambuesas o frutas del bosque, pistachos salados o granada... Y, de vez en cuando, algún plato francés rebuscado y caro. Total... Total, el dinero no era suyo. Pero jamás nada cocinado. Jamás el sabor de la cocina hogareña, del vapor, del sofrito en la sartén, de la pasta mezclada en su salsa. De esa cocina que tanto sabe a amor.
______ coge una botella de vino.
—A mi carbonara campesina le pega el blanco. ¿Te parece bien?
—Perfecto.
—Lo he puesto a enfriar un rato en el congelador.
Nick toca la botella.
—¡Caramba, qué pronto se ha enfriado!
—Basta con mojar la botella con agua fría antes de meterla en el congelador y ya.
—Te las sabes todas, ¿eh?
—Se lo he visto hacer a mi padre.
—Muy bien. ¿Y qué más has aprendido de tu padre?
______ le sirve el vino.
—Cómo evitar que me jodan en ciertas ocasiones.
Luego se sirve también en su copa. Levanta el vaso. Nick se limpia la boca y coge el suyo. Hacen un suave brindis. Un sonido de cristal veneciano llena el aire, invade la cocina.
______ sonríe.
—De todos modos, me temo que esa lección no la tengo tan bien aprendida. —Luego bebe y lo mira con intensidad—. Pero estoy contenta de ello.
Y siguen comiendo así, charlando ligera y tranquilamente. Aliñan la ensalada. Retazos de vida pasada, de películas complicadas, de filmes de autor, de miedos. Pelan un melocotón.
—Y pensar que cuando tenía quince años y estaba en América, fui con mis amigos a ver a Madonna. Entonces era una veinteañera gorda y desconocida.
—En cambio, yo la vi el año pasado en el Olímpico con Olly y Diletta, Erica no vino porque Giorgio se hizo un lío con las entradas. Ahora es una cuarentona flaca y famosa.
Y más retales de vida pasada y, sobre todo, pasada el uno lejos del otro. Poco a poco. Una cosa detrás de otra. Piezas de un rompecabezas de colores, divertido, a veces también doloroso, difícil de explicar. Y, como cuñas aceitadas, se van ensamblando emociones, pequeñas verdades, alguna mentirijilla, algo que no somos capaces de contarnos ni siquiera a nosotros mismos.
______ se levanta para ir a lavar los platos. Nick la detiene.
—Déjalo, mañana viene la asistenta. Vámonos para allá. Podemos ver un DVD.
En ese momento suena el timbre del interfono. ______ se tumba en el sofá.
—¿La asistenta ha llegado antes de lo previsto?
Nick se dirige hacia la puerta.
—No tengo ni idea de quién pueda ser. —Pero sí que tiene una idea. Miley. Y le aterroriza. No quisiera encontrarse nunca en una situación como ésa. ¿Cómo cuál, Nick? Tú no le debes nada. Bueno, por lo menos no ha subido con las llaves. A lo mejor ha pensado que, después de tres meses, tú podrías estar con alguien, ¿no?
—Sí, ¿quién es?
—Nick, somos nosotros, Enrico y Pietro.
—¿Qué pasa?
—Una cosa muy importante. ¿Podemos subir?
—Por supuesto. —Nick abre la puerta.
—¿Quién es? —pregunta ______, mientras pasa de un canal a otro.
—Dos amigos.
—¿A esta hora?
—Bueno. —Nick mira el reloj—. Son las nueve y media.
—¿Y vienen tan temprano?
Llaman a la puerta. Nick va a abrir.
—¡Hola, chico! —Pietro le da un abrazo, luego silba e intenta tocarlo por abajo—. ¡¿Qué planeas hacer con el monstruo?!
—¡Venga, estáte quieto! —Nick se recompone. Luego empieza a hablar en voz baja, casi susurrando—. No estoy solo. Venid que os la presento.
Ambos lo siguen. Pietro mira a Enrico.
—¿No será...?
—No. No puede ser. Después de lo que nos ha pasado a nosotros...
—Tú sigues sin entenderlo, ¿eh? Las mujeres son irracionales, y en cambio tú te empeñas en encontrar la razón a la fuerza.
—Tú dirás lo que quieras, pero no puede ser ella.
Nick entra en el salón, seguido por los dos amigos.
—Os presento a ______.
De detrás del sofá, despacito, subiéndose descalza en los cojines, asoma ______.
—¡Hola! ¿Queréis comer algo? He preparado un poco de pasta. —Salta del sofá—. ¿Un poco de vino? ¿Una Coca? ¿Un ron? En fin, ¿algo de lo que haya?
Enrico mira a Pietro. Esboza una sonrisita de satisfacción como diciendo «¿Has visto? No es ella». Y luego le dice bajito:
—No has acertado.
—¿De qué estáis hablando? —Nick se acerca a ellos, curioso.
Pero justo en ese momento suena el teléfono de ______. Ella salta de nuevo por encima del sofá y coge su bolso, que está apoyado en una silla.
—¿Sí?
—Hola, ______, soy mamá. ¿Estás con Olly?
—No. Estoy con otra gente.
—Es que te ha llamado. Te está buscando.
—Mira que le dije que iba a salir con otras personas. Es que Olly siempre se pone celosa.
—¿Estás sola con alguien?
—Nooo... Te lo aseguro, somos muchos.
—No te creo.
—Venga, mamá, qué vergüenza. —______ ve que no se va librar con facilidad. Tapa el auricular—. Eh, disculpad, pero mi madre es un poco paranoica. ¿Podríais armar un poco de barullo todos a la vez? Sólo para que vea que somos varios.
Pietro sonríe.
—Por supuesto, faltaría más.
En cuanto ______ aparta la mano del teléfono, Pietro, Enrico y Nick empiezan a armar jaleo.
—Venga, así ¿qué hacemos? ¿Vamos a buscar a los demás?
—Sí, hay una fiesta en casa de mi amiga Ilaria, ay, no, ¡de Alessandra!
______ hace una seña de que así está bien. Luego se aparta un poco y sigue hablando con su madre.
—¿Y bien? ¿Ya estás contenta? ¿Has visto la cantidad de gente que hay? Haces que parezca subnormal. ¿Cuándo vas a tener un poco de confianza en mí? ¿Cuándo crezca y cumpla los cincuenta?
—Es que ocurren tantas cosas por ahí... ______, es el mundo el que le hace perder a una la confianza.
—Puedes estar tranquila, mamá, estoy bien y volveré pronto a casa.
—Tu padre está convencido de que tienes un novio nuevo que pertenece a otro círculo.
—Bueno, pues tranquilízalo a él también. ¡Sigo a la caza, y con los mismos de siempre!
—______...
—¿Sí, mamá?
—Te quiero.
—Yo también a ti y no quiero que te preocupes.
Cierra el teléfono. Se queda mirándolo un momento. Un pensamiento dulce, a pesar de todo. Por un lado, la idea de haberse librado por pelos. Y por el otro el placer de importarle tanto. Sonríe para sí y vuelve con los demás.
—Gracias... ¡habéis sido muy amables!
Pietro sonríe y extiende los brazos.
—No ha sido nada.
—Pues claro —lo secunda Enrico.
—¿Seguro que no queréis beber nada?
—No, no, en serio.
—Ok, entonces, visto que en la tele no dan nada, y que el satélite también está un poco muermo, salgo un momento y me voy al videoclub de la esquina a buscar un DVD. No cierra hasta las once. ¿Alguna preferencia, Nick?
—No, lo que tú quieras.
—Ok. ¿Queréis que os traiga un helado?
—No, no, no te preocupes. —Pietro se toca el estómago—. Como ves, no me conviene.
—Estamos a dieta...
—Vale. Hasta ahora. —______ sale y cierra la puerta a sus espaldas.
Pietro se echa de inmediato las manos a la cabeza.
—¡¿Helado?! ¡Demonios, todo lo contrario! Le hubiese dicho: tráeme ya mismo a una de tus amigas, una cualquiera, ¡basta con que sea como tú!
—Pero ¿cuántos años tiene? —pregunta Enrico.
Nick se sirve algo de beber.
—Es joven.
Pietro se acerca y también él coge un vaso.
—Enrico, ¿y a ti qué te importa la edad que tiene? ¡Es un verdadero bombón!
—¡Pietro!
—¡Es aún mejor que las rusas, que las dos juntas! —Y se sirve él también. Se toma un whisky de un solo trago. Luego, excitado como un loco—: Por favor, por favor, dímelo de todos modos, aunque no tenga ninguna importancia... ¿cuántos años tiene esta ______?
—Diecisiete.
Pietro se deja caer en el sofá.
—Dios mío, estoy fatal... ¡Qué potra, macho, qué potra!
—¿Quién?
—Ella, tú, no sé... ¡me he quedado sin palabras! —Luego se incorpora de un salto—. ¡Nick!
—¿Qué?
—Por una de diecisiete no vas a la cárcel, ¿verdad?
—De dieciséis.
—Ah, sí. Entonces me gusta aún más, la sola idea me encanta.
—Pietro, ¿tú ya sabes que estás enfermo?
—Nunca he dicho lo contrario. Mi cerebro se vio afectado cuando era pequeño. Qué digo, desde que nací. Por otro lado, fue la primera cosa que vi y nunca he podido olvidarla...
Enrico le da un empujón. Luego, curioso él también.
—¿Cómo la conociste? ¿Es una modelo de tus anuncios?
—¡Qué va! Tuvimos un accidente, ya os lo dije.
Pietro sacude la cabeza.
—¡Doble potra! Ahora entiendo por qué no se te ve ya el pelo. Las cenas, las fiestas, la otra noche para los cuarenta de Camilla... Ya sabemos dónde te habías perdido.
—Bueno, a lo mejor es que he vuelto a encontrarme. ¿Sabéis una cosa? Nunca he estado tan bien.
—Te creo. —Pietro lo señala—. ¿Quién puede estar mejor que tú? Hasta tienes la suerte de que hayan inventado la Viagra. Y a lo mejor hasta se traga que eres así de verdad. Normalmente...
—Mira que llegas a ser imbécil. Dejando a un lado el hecho de que ni la tomo ni la necesito, yo estoy hablando de otra cosa. Es una sensación nueva por completo. Me siento yo mismo. Mejor dicho: es posible que esté siendo yo mismo por primera vez en mi vida. Creo que sólo me había sentido así con dieciocho años, con mi primer amor.
Pietro se levanta del sofá.
—Venga, Enrico, vámonos, dejémoslo en su paraíso. Sea como sea, que conste que no me trago que no tomes Viagra.
—Y dale...
Pietro lo mira.
—Oye, no es que seáis sólo amigos... Quiero decir que... —Y con el pulgar y el índice forma una extraña pistola que hace girar en el vacío como diciendo «No es que no hagáis nada, ¿no?».
Nick lo coge y empieza a empujarlo hacia la puerta del salón.
—¡Venga, fuera, vete! Ni siquiera voy a responderte.
—Ah, ¿lo ves?, ya me parecía a mí que había algo extraño.
—Sí, sí, piensa lo que te dé la gana. —Nick abre la puerta.
Están ya en el rellano cuando Enrico se le acerca.
—Tú y yo tenemos que hablar a finales de mes de aquel asunto.
—Descuida.
Luego Nick los mira a los dos un instante.
—¿Y vosotros dos a qué habéis venido? Habéis dicho que era una cosa importante.
Pietro y Enrico se miran un momento.
—No, es que como no se te veía el pelo y hace poco que te separaste de Miley, vaya, pues queríamos saber cómo estabas...
Nick sonríe.
—Gracias. Ahora ya lo entendéis, ¿no?
Pietro coge a Enrico de la chaqueta y lo mete en el ascensor.
—Vaya si lo entendemos. ¡Es de fábula! Venga, vámonos... Dejémoslo en su Edén. Ah, no te olvides de preguntarle si tiene una amiga.
Nick sonríe y cierra la puerta. Pietro aprieta el botón del ascensor. Las puertas se cierran. Pietro se mira en el espejo. Se coloca mejor la chaqueta. Enrico se apoya en la pared del ascensor y lo mira a través del reflejo.
—¿Habremos hecho bien en no decírselo?
Pietro le devuelve la mirada.
—No sé de qué me estás hablando.
—Pues de que ayer por la noche...
—Lo sé perfectamente. Estaba a punto de decirte que es mejor así. Como si nada hubiese sucedido. ¿Es que acaso quieres estropearle su paraíso? —Y sale sin esperarlo. Se monta en su coche. Enrico lo alcanza.
—Por supuesto que no. O sea, que no lo sabrá nunca.
—Puede que sí o puede que no —responde Pietro mientras abre la ventanilla—. La vida lo dirá. Es sólo cuestión de tiempo, siempre es así. No hay que meterle prisa a la vida. —Y se va dejándolo allí. Enrico se monta en su coche. Es cierto. Es sólo una cuestión de tiempo. Y también para él ahora resulta todo más fácil. Ya hay una fecha límite. Fin de mes. Sí, a fin de mes lo sabrá todo. No le quedará ninguna duda. Paraíso. O Infierno.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
omg!!!! no me digas que es lo que creo que es? pleaseee nooop TT_TT okay fuera dramana ... en otros comentarios.... awww ame el cap : arre: nick te amooo __ oh my dios ya se esta enamorando cada vez lo re amo mas y mas y mas y mas y mas y mas.. bueno tu entiendes :P
pleaseee sube mas necesito saber mas!!!! nu puede ser que sea lo que toy pensando
subee mas mas mas ok la hora ya me hizo efecto :P
hahaha
pleaseee sube mas necesito saber mas!!!! nu puede ser que sea lo que toy pensando
subee mas mas mas ok la hora ya me hizo efecto :P
hahaha
Invitado
Invitado
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Angi escribió:omg!!!! no me digas que es lo que creo que es? pleaseee nooop TT_TT okay fuera dramana ... en otros comentarios.... awww ame el cap : arre: nick te amooo __ oh my dios ya se esta enamorando cada vez lo re amo mas y mas y mas y mas y mas y mas.. bueno tu entiendes :P
pleaseee sube mas necesito saber mas!!!! nu puede ser que sea lo que toy pensando
subee mas mas mas ok la hora ya me hizo efecto :P
hahaha
ok pero solo por que vas a subir maraton :D
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Cincuenta y siete
Habitación añil. Ella.
De repente. Bip bip.
«Mi amor, mañana pasaré a buscarte a las 7. Tengo 1 sorpresa para ti. Siempre dices ke no soy romántiko. Pero ¡para nstro aniversario t sorprenderé!»
Ella lee el mensaje. Es verdad. Mañana es nuestro aniversario. El primero. Demonios. Pero esta noche no podemos pasarnos, mañana tengo control a primera hora. Lo veo venir, me quedaré dormida. Jo. Esta tarde tengo que comprarle un regalo. ¿«Dormida»? ¿«Tengo que»? ¿«Un regalo»? Pero ¿qué estás diciendo? Eh, pssst, te acuerdas, ¿verdad? Es aquel por el que te morías el año pasado. Ese que tiene unas espaldas anchas y ojos de bueno. Ese que tanto les gusta a tu madre y a tu tía. ¿Entendido? Y ése es... ése. Y hoy hace un año que estáis juntos. Tendría que ser «quiero comprarle un regalo», o mejor dicho «el» regalo. ¿Y a quién le importa si nos dan las seis de la mañana? Ya, así es como tendría que ser. Todo un darnos igual. Y felicidad y locura y ganas de correr, de gritar... Y de amar a tope. En cambio, no es así. Pero ¿por qué estoy así? Pienso en dormir en lugar de ponerme contenta por el hecho de salir. Quiero amarlo. Pero no, no. No se dice así. Se dice «lo amo» y basta. La chica corre a su habitación y abre el armario. Una, dos, tres, cuatro perchas con bonitos vestidos cortos colgados. Pero lo que falta no es dónde elegir, sino el deseo de ponerse guapa para él. Luego se detiene a mirarlos uno a uno. Los acaricia con la mano. Se detiene un momento ante uno amarillo y azul, con pequeños dibujos de tipo oriental. Su preferido. Intenta imaginarse vestida de ese modo ante él, en el restaurante. Se estruja la imaginación buscando un regalo que comprarle. Pero no hay alegría. No hay estremecimiento. No hay nada. Silencio. Miedo. Oscuridad. Y se echa a llorar con rabia. Llora porque no siente lo que le gustaría sentir. Llora porque a veces no hay culpa y no quisieras hacer sufrir a nadie, pero te sientes malvada, desagradecida. Preguntas, demasiadas preguntas para ocultar la única verdad que ya conoce. Pero otra cosa es admitirla. Admitirla significa doblar en la próxima esquina y coger otro camino. Luego se busca. Se mira en el espejo. Pero no se encuentra. Es otra.
Habitación añil. Ella.
De repente. Bip bip.
«Mi amor, mañana pasaré a buscarte a las 7. Tengo 1 sorpresa para ti. Siempre dices ke no soy romántiko. Pero ¡para nstro aniversario t sorprenderé!»
Ella lee el mensaje. Es verdad. Mañana es nuestro aniversario. El primero. Demonios. Pero esta noche no podemos pasarnos, mañana tengo control a primera hora. Lo veo venir, me quedaré dormida. Jo. Esta tarde tengo que comprarle un regalo. ¿«Dormida»? ¿«Tengo que»? ¿«Un regalo»? Pero ¿qué estás diciendo? Eh, pssst, te acuerdas, ¿verdad? Es aquel por el que te morías el año pasado. Ese que tiene unas espaldas anchas y ojos de bueno. Ese que tanto les gusta a tu madre y a tu tía. ¿Entendido? Y ése es... ése. Y hoy hace un año que estáis juntos. Tendría que ser «quiero comprarle un regalo», o mejor dicho «el» regalo. ¿Y a quién le importa si nos dan las seis de la mañana? Ya, así es como tendría que ser. Todo un darnos igual. Y felicidad y locura y ganas de correr, de gritar... Y de amar a tope. En cambio, no es así. Pero ¿por qué estoy así? Pienso en dormir en lugar de ponerme contenta por el hecho de salir. Quiero amarlo. Pero no, no. No se dice así. Se dice «lo amo» y basta. La chica corre a su habitación y abre el armario. Una, dos, tres, cuatro perchas con bonitos vestidos cortos colgados. Pero lo que falta no es dónde elegir, sino el deseo de ponerse guapa para él. Luego se detiene a mirarlos uno a uno. Los acaricia con la mano. Se detiene un momento ante uno amarillo y azul, con pequeños dibujos de tipo oriental. Su preferido. Intenta imaginarse vestida de ese modo ante él, en el restaurante. Se estruja la imaginación buscando un regalo que comprarle. Pero no hay alegría. No hay estremecimiento. No hay nada. Silencio. Miedo. Oscuridad. Y se echa a llorar con rabia. Llora porque no siente lo que le gustaría sentir. Llora porque a veces no hay culpa y no quisieras hacer sufrir a nadie, pero te sientes malvada, desagradecida. Preguntas, demasiadas preguntas para ocultar la única verdad que ya conoce. Pero otra cosa es admitirla. Admitirla significa doblar en la próxima esquina y coger otro camino. Luego se busca. Se mira en el espejo. Pero no se encuentra. Es otra.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Mrs. Nick Jonas escribió:Angi escribió:omg!!!! no me digas que es lo que creo que es? pleaseee nooop TT_TT okay fuera dramana ... en otros comentarios.... awww ame el cap : arre: nick te amooo __ oh my dios ya se esta enamorando cada vez lo re amo mas y mas y mas y mas y mas y mas.. bueno tu entiendes :P
pleaseee sube mas necesito saber mas!!!! nu puede ser que sea lo que toy pensando
subee mas mas mas ok la hora ya me hizo efecto :P
hahaha
ok pero solo por que vas a subir maraton :D
siii :D sabes que te adoro haha :P
puedes contar con el maraton y pos con una sorpresita que les tengo :roll:
tkm :hug:
pd: aury tas en msn para mostrarte la intro de el libro que les conte?
Invitado
Invitado
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
!!!NEW READER!!!!
hey esta super buena tu nove!!!
SIGUELA!!!
hey esta super buena tu nove!!!
SIGUELA!!!
AleZiiTa_JonAs_LoVe
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
wuuuuuaaaauu
que caaaaapiiiissss
aaaaaaiiiii
la tienes que seguir porfaaaa
que caaaaapiiiissss
aaaaaaiiiii
la tienes que seguir porfaaaa
chelis
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
AleZiiTa_JonAs_LoVe escribió:!!!NEW READER!!!!
hey esta super buena tu nove!!!
SIGUELA!!!
Bienvenida! :hug:
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
Capitulo Cincuenta y ocho
Ring. Ring. Ring. El timbre suena alegremente. Nick casi se cae de la chaise longue del sobresalto. Se apoya con la mano en el parquet y se levanta para salir corriendo hasta el interfono.
Ring. Ring. Ring. Tiene casi ritmo.
—¿Quién es? ¿Qué pasa?
—Nick, soy yo, ¿me abres?
Nick aprieta dos veces la tecla y vuelve al salón. Pero ¿qué hora es? Las diez y cuarto. Ha dormido casi media hora. Nick abre la puerta justo en el momento en que llega ______. Todavía tiene la respiración agitada.
—He subido por la escalera para mantenerme en forma. ¿Qué estabas haciendo? ¡¡Estabas dormido, ¿eh?!
—No, estaba allí —intenta justificarse—, navegando por Internet.
—Ah, ya. —______ se asoma y ve que en el estudio todo está oscuro—. ¿Y ya has apagado el pc?
Nick la abraza y la atrae hacia sí.
—Por supuesto, ya lo ves... soy muy rápido. —Y le da un beso—. ¿Qué película has sacado?
—Closer.
—No me digas. La de la música... Nunca la he visto.
—Es un poco fuerte. Tengo una idea. ¿Por qué no la vemos debajo de las sábanas?
—¿Por qué, es una película picante?
—¡Qué cerdo eres! No, no lo es. Bueno, un poco picante quizá sí, pero no por eso... Me gusta la idea de que la veamos en la cama, como si estuviésemos en nuestra casa.
Nick la mira, de repente sorprendido. ______ hace una mueca.
—Sí, ya lo sé, tu casa, es tu casa, pero yo me refería a como si viviésemos juntos, como si fuésemos una pareja, ¿entiendes?
Nick sonríe.
—Lo único que yo quería decirte es que eres guapísima.
______ sonríe. Después se va a la habitación. Se desnuda a toda prisa. Se baja los pantalones, las bragas, se quita la camiseta, el sujetador, los fantasmas. Corre hacia el televisor, mete el DVD en el lector que hay debajo. Pero cuando oye llegar a Nick, se cubre los senos, sale corriendo y, de un brinco, se mete en la cama. Se tapa hasta la barbilla con la sábana. Luego coge el mando a distancia.
—¿Quieres verla en inglés?
—No, gracias. Mañana ya tengo una reunión con unos alemanes.
—Ok, entonces en italiano. Venga, date prisa, ya está puesta, la película va a empezar.
Nick se desnuda veloz y se mete en la cama junto a ella.
—Muy bien, justo a tiempo. Ahora mismo está empezando.
______ se acerca a él, se le pega, apoya sus pies fríos en sus piernas calientes, el pecho suave y pequeño en su brazo. Después los títulos, algunas imágenes, diálogos divertidos, realistas. Luego una foto, una canción, una historia de amor a punto de empezar. Un acuario. Un encuentro. A continuación todo se vuelve un poco confuso. La mano de ______ se desliza lentamente bajo las sábanas. Abajo. Más abajo. A lo largo de su cuerpo. Su pierna... Y juega y bromea y acaricia y toca y deja de tocar. Y después por su estómago. Nick se agita. ______ se ríe y suspira, y se le acerca cálida, y sube una pierna y la apoya encima de las suyas. Y las manos se multiplican, como un deseo imprevisto que se convierte en una historia de amor. Inventada, soñada, sugerida por una simple película, y luego repentinamente verídica, como todas esas palabras que una cama puede explicar. Y por un instante, esos momentos son para siempre, puede que un día se olviden, pero por el momento son para siempre.
Más tarde. Aún más tarde. ______ se da la vuelta y se dispone a salir de la cama. Pero se oye un crujido. Nick se despierta.
—Eh... ¿adónde vas?
—Son las dos. Les dije a mis padres que no volvería tarde. Esperemos que no estén despiertos. Esta vez te has quedado dormido, ¿eh? No lo puedes negar, amor...
—¿Qué has dicho?
—Oye, no fastidies.
______ empieza a recoger su ropa, un poco azorada.
—No, no, espera, espera... —Nick se sienta en la cama, con las piernas cruzadas, cubiertas por las sábanas—. Repite la última palabra...
______ vuelve a dejarlo caer todo al suelo y se sube a la cama. Se pone en jarras, de pie, con las piernas abiertas, y lo mira desde arriba.
—Lo siento. Ya está decidido. Lo has oído bien. Perdona, pero te llamo amor.
Ring. Ring. Ring. El timbre suena alegremente. Nick casi se cae de la chaise longue del sobresalto. Se apoya con la mano en el parquet y se levanta para salir corriendo hasta el interfono.
Ring. Ring. Ring. Tiene casi ritmo.
—¿Quién es? ¿Qué pasa?
—Nick, soy yo, ¿me abres?
Nick aprieta dos veces la tecla y vuelve al salón. Pero ¿qué hora es? Las diez y cuarto. Ha dormido casi media hora. Nick abre la puerta justo en el momento en que llega ______. Todavía tiene la respiración agitada.
—He subido por la escalera para mantenerme en forma. ¿Qué estabas haciendo? ¡¡Estabas dormido, ¿eh?!
—No, estaba allí —intenta justificarse—, navegando por Internet.
—Ah, ya. —______ se asoma y ve que en el estudio todo está oscuro—. ¿Y ya has apagado el pc?
Nick la abraza y la atrae hacia sí.
—Por supuesto, ya lo ves... soy muy rápido. —Y le da un beso—. ¿Qué película has sacado?
—Closer.
—No me digas. La de la música... Nunca la he visto.
—Es un poco fuerte. Tengo una idea. ¿Por qué no la vemos debajo de las sábanas?
—¿Por qué, es una película picante?
—¡Qué cerdo eres! No, no lo es. Bueno, un poco picante quizá sí, pero no por eso... Me gusta la idea de que la veamos en la cama, como si estuviésemos en nuestra casa.
Nick la mira, de repente sorprendido. ______ hace una mueca.
—Sí, ya lo sé, tu casa, es tu casa, pero yo me refería a como si viviésemos juntos, como si fuésemos una pareja, ¿entiendes?
Nick sonríe.
—Lo único que yo quería decirte es que eres guapísima.
______ sonríe. Después se va a la habitación. Se desnuda a toda prisa. Se baja los pantalones, las bragas, se quita la camiseta, el sujetador, los fantasmas. Corre hacia el televisor, mete el DVD en el lector que hay debajo. Pero cuando oye llegar a Nick, se cubre los senos, sale corriendo y, de un brinco, se mete en la cama. Se tapa hasta la barbilla con la sábana. Luego coge el mando a distancia.
—¿Quieres verla en inglés?
—No, gracias. Mañana ya tengo una reunión con unos alemanes.
—Ok, entonces en italiano. Venga, date prisa, ya está puesta, la película va a empezar.
Nick se desnuda veloz y se mete en la cama junto a ella.
—Muy bien, justo a tiempo. Ahora mismo está empezando.
______ se acerca a él, se le pega, apoya sus pies fríos en sus piernas calientes, el pecho suave y pequeño en su brazo. Después los títulos, algunas imágenes, diálogos divertidos, realistas. Luego una foto, una canción, una historia de amor a punto de empezar. Un acuario. Un encuentro. A continuación todo se vuelve un poco confuso. La mano de ______ se desliza lentamente bajo las sábanas. Abajo. Más abajo. A lo largo de su cuerpo. Su pierna... Y juega y bromea y acaricia y toca y deja de tocar. Y después por su estómago. Nick se agita. ______ se ríe y suspira, y se le acerca cálida, y sube una pierna y la apoya encima de las suyas. Y las manos se multiplican, como un deseo imprevisto que se convierte en una historia de amor. Inventada, soñada, sugerida por una simple película, y luego repentinamente verídica, como todas esas palabras que una cama puede explicar. Y por un instante, esos momentos son para siempre, puede que un día se olviden, pero por el momento son para siempre.
Más tarde. Aún más tarde. ______ se da la vuelta y se dispone a salir de la cama. Pero se oye un crujido. Nick se despierta.
—Eh... ¿adónde vas?
—Son las dos. Les dije a mis padres que no volvería tarde. Esperemos que no estén despiertos. Esta vez te has quedado dormido, ¿eh? No lo puedes negar, amor...
—¿Qué has dicho?
—Oye, no fastidies.
______ empieza a recoger su ropa, un poco azorada.
—No, no, espera, espera... —Nick se sienta en la cama, con las piernas cruzadas, cubiertas por las sábanas—. Repite la última palabra...
______ vuelve a dejarlo caer todo al suelo y se sube a la cama. Se pone en jarras, de pie, con las piernas abiertas, y lo mira desde arriba.
—Lo siento. Ya está decidido. Lo has oído bien. Perdona, pero te llamo amor.
Mrs. Nick Jonas
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
podrian pasar por mi nove?? :oops:
es la primera que subo!!! :D
porfisss :P
se llama Pillada por sorpresa solo da click aqui ----------> https://onlywn.activoforo.com/t6946-pillada-por-sorpresa-nick-y-tu#517323
es la primera que subo!!! :D
porfisss :P
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AleZiiTa_JonAs_LoVe
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
oooooooooooooooooooohhhh
lo hemos llamado aaaaaamoooooorrrrrr
como reaccionara nick ante eso?????????
siguela porfaaaaa
lo hemos llamado aaaaaamoooooorrrrrr
como reaccionara nick ante eso?????????
siguela porfaaaaa
chelis
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
o.o OH LE DIJO AMOR!!!
AWWWW :arre: COSA!!!
ME ENCANTO!!!
SIGUELA!!!
AWWWW :arre: COSA!!!
ME ENCANTO!!!
SIGUELA!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)
AAAA!!!! lo amee!!! viste viste le dijo amor... :arre: a ver que dice nick ahora :arre:
sube mas pleaseeee
sube mas pleaseeee
Invitado
Invitado
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