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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)

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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú) - Página 3 Empty Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)

Mensaje por Mrs. Nick Jonas Jue 04 Ago 2011, 5:29 pm

Bienvenidas a las nuevas lectoras! :hug:
se que la forma en la que escribe es algo confusa pero es una historia linda :D

Capitulo Cuatro
Las luces de la ciudad no alumbran. Cuando no estás de buen humor todo parece diferente, adquiere otra atmósfera. Colores, luces y sombras, una sonrisa que no logra esbozarse, que no aflora. Nick conduce despacio. Villaggio Olímpico, piazza Euclide, una vuelta entera, después corso Francia. Mira a su alrededor. Una mirada al puente. Serán cabrones. Está lleno de pintadas. Mira que ensuciarlo de esa manera. Y hay cada una que... «Patata te amo.» ¿En nombre de qué? En nombre del amor... El amor. Preguntadle a Miley por el señor Amor. Eh, míster Amor, ¿dónde cojones te has metido?
Ve a una pareja enfrascada en una esquina del puente, allí donde no llega la luz de la luna. Abrazados, enamorados, enroscados como hiedras amorosas que plantan cara al tiempo, a los días, a todo aquello que se llevará el viento. Es más fuerte que Nick. Toca el claxon. Abre la ventanilla y grita:
—¡Ridículos! La vida os parece bella, ¿eh? ¡Da igual, uno de los dos se rajará! —Y después pisa el acelerador, sale como un rayo, adelanta a tres o cuatro coches y pasa el semáforo por los pelos, antes de que el ámbar cambie a rojo.
Sigue adelante, por todo el corso Francia y después por via Flaminia, pero al llegar al segundo semáforo hay un coche patrulla de la policía. Rojo. Nick se detiene. Los dos policías están conversando, distraídos. Uno se ríe al teléfono, el otro se está fumando un cigarrillo mientras habla con una muchacha. Quizá la haya detenido para hacer las comprobaciones pertinentes, o quizá se trate de una amiga que sabía que estaba de guardia y se ha acercado a saludarlo. Al cabo de un momento el segundo policía se siente observado. Se vuelve hacia Nick. Lo mira. Clava sus ojos en él. Nick gira lentamente la cabeza, fingiendo estar interesado en otra cosa, se asoma a la ventanilla para ver si por casualidad el semáforo ha cambiado ya. Nada que hacer. Sigue en rojo.
—Perdona... —Brumm, brumm. Llega un ciclomotor hecho polvo con un muchacho y una chica de cabello largo y oscuro detrás. Él es musculoso, lleva una camiseta azul celeste de esas que se pegan al torso y marcan todos los músculos por debajo—. Oye, hablo contigo, ¡eh...!
Nick se asoma por la ventanilla.
—Sí, dime.
—Mientras estábamos en el puente del corso Francia has pasado gritando. ¿Por qué te metes con nosotros? Contesta.
—No, mira, disculpa, debe de haber un malentendido, me metía con el de delante, que iba a paso de burra.
—Oye, no te pases de listo conmigo, ¿entendido? No tenías a nadie delante, así que agradécele al cielo... —señala a la patrulla con el mentón—, que esté aquí la pasma; y la próxima vez no me toques los cojones o acabarás mal... —Y no espera respuesta. El semáforo se pone verde, y el chico pisa el acelerador y sigue adelante, hacia la Cassia. Después toma una curva inclinado, se pierde ya dirigiéndose hacia quién sabe dónde, hacia otro beso, quizá hacia la sombra... Y tal vez hacia algo más.
Nick se pone en movimiento lentamente. Los policías todavía se siguen riendo. Uno ha acabado su cigarrillo. Acepta un chicle que le ofrece la muchacha. El otro ha cerrado el móvil y se ha metido en el coche a hojear un periódico cualquiera. No se han enterado de nada.


Nick continúa conduciendo. Al cabo de un rato vira en redondo, para escapar de ese fastidio. Ni siquiera tenemos ya libertad para expresar nuestra opinión de vez en cuando. En situaciones así uno se siente limitado, demasiado limitado. Los policías ya no están.
También la muchacha ha desaparecido. Hay otra que espera el autobús. Es negra, y si no fuese por su camiseta de color rosa, con un muñeco gracioso, casi se confundiría con la noche. Pero ni siquiera eso le hace reír. Nick continúa conduciendo despacio, cambia el CD. Después se arrepiente y pone la radio. En ciertas ocasiones, es mejor confiarse al azar. Este Mercedes es la bomba. Espacioso, bello, elegante. La música se oye a la perfección a través de diversos bailes ocultos. Todo parece perfecto. Pero ¿de qué sirve la perfección si estás solo y nadie se da cuenta? Nadie puede compartirla contigo, felicitarte ni envidiarte.
Música. «Quisiera ser el vestido que llevarás, el carmín que te pondrás, quisiera soñarte como no te he soñado nunca, te veo por la calle y me pongo triste, porque después pienso que te irás...» Ay, Lucio. Una emisora al azar, vale, pero parece una tomadura de pelo. No está mal como idea para un anuncio de una nueva tarjeta de crédito: «Lo tienes todo menos a ella.»
Nick toca un botón y cambia de emisora. Cualquier canción menos ésa. Lo peor que te puede pasar es que el trabajo se convierta en tu única motivación.


Lungotevere. Lungotevere. Y más Lungotevere. Sube el volumen para perderse en el tráfico. Pero Nick se detiene en un semáforo y, a su altura se sitúa un coche minúsculo. Detrás pone «Lingi», y de las ventanillas abiertas llega una música a todo volumen. Parece que esté en una discoteca. Al volante van dos chicas de cabello largo y liso, una morena y la otra rubia. Ambas llevan grandes gafas estilo años setenta, con estrecha montura blanca y unos cristales enormes de color marrón. Y eso que es de noche. Una lleva un pequeño piercing en la nariz. Es diminuto, una especie de lunar metálico. La otra fuma un cigarrillo. No intercambian una sola palabra. Le viene a la memoria la escena de Harvey Keitel en El teniente corrupto. Le gustaría hacerlas bajar del coche y hacer lo mismo que en la película, pero a lo mejor todavía ronda por ahí el tipo del ciclomotor, y a lo mejor son amigas suyas o, peor aún, del policía aquel. Así que las deja marchar. Verde. Y además ésa no es manera de enfrentarse a las cosas. La rabia, el disgusto del «desprecio sentimental», deben ser canalizadas hacia otras metas. Nick siempre lo ha dicho, la rabia debe generar éxito. Pero ¿qué genera el éxito?
El Mercedes se ha detenido ahora en Castel Sant'Angelo. Nick camina por el puente. Observa a los turistas, su conversación alegre, abrazados, atolondrados, muchachos jóvenes deslumbrados por Roma, por la belleza de aquel puente, por el simple hecho de no estar trabajando. Una pareja adulta. Dos jóvenes atléticos de pelo corto y piernas largas, el iPod en las orejas y el mapa doblado en las manos. Nick se detiene, se sube al banco del puente. Se apoya, de pie, sobre el parapeto y mira hacia abajo. El río. Discurre lento, silencioso, ávido de más porquería. Alguna bolsa navega sin que nada la moleste, algún palo se pone a echar una especie de carrera con una joven caña inexperta. Algún ratón oculto en la orilla debe de estar siguiendo aburrido esa extraña carrera. Nick mira más allá, más allá del puente, hacia el curso del Tíber y le viene a la memoria aquella película de Frank Capra con James Stewart, ¡Qué bello es vivir!, cuando George Bailey, desesperado, decide suicidarse. Pero su ángel de la guarda lo detiene y le muestra cuáles habrían sido las consecuencias para un montón de personas si él no hubiese nacido. Su hermano no hubiese llegado a nacer, su mujer no se habría casado, se hubiese quedado soltera, no hubiesen existido todos aquellos niños tan monos e incluso la ciudad hubiese tenido otro nombre, el del tirano, el viejo millonario Potter, a quien tan sólo él había logrado poner freno.
Eso es. La única cosa verdaderamente importante, la única cosa que cuenta de verdad es darle un sentido a la propia vida. Aunque, como dice Vasco, ésta carezca de sentido. Ya. Pero ¿qué hubiese ocurrido sin mí? Nick piensa en ello. No mantengo buenas relaciones con mi familia, o mejor dicho, ellos respetan tan sólo a quien está casado, como mis dos hermanas menores. De modo que sin mí tan sólo tendrían una cosa menos de qué preocuparse. Y además, si estuviese a punto de arrojarme, ¿aparecería un ángel que saltase en mi lugar para hacerme encontrar o comprender el sentido de esta vida mía? Justo en ese momento, una mano le da una palmada en la espalda.
—¡Jefe!
—Dios, ¿qué pasa?
—Soy yo, jefe. —Es un barbudo de pelo sucio, mal vestido, de aspecto poco tranquilizador y cualquier cosa menos angelical—. Disculpe, jefe, no quería asustarlo, ¿tiene dos euros?
¡No se conforma con uno, piensa Nick, dos! Ya llegan decididos, exigentes, van directos al asunto, tienen calculado hasta lo que van a pedir.
Nick abre su cartera, saca un billete de veinte euros y se lo da. El mendigo lo coge con una cierta desconfianza, después le da vueltas en las manos, lo mira con más atención. No puede creer lo que ven sus ojos. Y sonríe.
—Gracias, jefe.
Ante la duda, piensa Nick, si no salta nadie antes que yo o en mi lugar, al menos le habré dejado un buen recuerdo a alguien. La última buena acción. De improviso una voz.
—¡Ya lo creo que sí, he aquí al hombre de éxito, al rey de los anuncios!
Nick se da la vuelta.
Por el otro lado del puente llegan Pietro, Susanna, Camilla y Enrico. Caminan tranquilos y sonrientes. Enrico lleva del brazo a Camilla y Pietro va un poco más adelantado.
—¿Y bien? ¿Qué estás haciendo, Nick? ¿Una investigación acerca del comportamiento humano? Desde luego, lo estudias todo para triunfar con tus anuncios, ¿eh? Te he visto hablando con aquel... —Se da la vuelta y se asegura de que el tipo se haya alejado—. ¡Apuesto a que en tu próximo anuncio saldrá un mendigo!
—Qué va, tan sólo estaba dando un paseo. ¿Y vosotros qué estáis haciendo?
—Bah, nada del otro mundo.
—A ver, ¿qué es lo que no te ha gustado?
—¡Nada, pero mi tía cocina mucho mejor!
—¡Ya lo creo, tiene una tía siciliana auténtica!
—Qué personaje. Hemos ido a comer algo a Capricci Siciliani en via di Pánico. Pensamos en llamarte, pero después me acordé de que esta noche había fiesta en casa de Alessia, la de la oficina, y creí que estarías allí.
—Es verdad, se me había olvidado por completo.
—Pero, ¡qué personaje!
—¿Quieres acabar ya con lo de «qué personaje»? ¡Pareces un anuncio!
—Venga, vamos, te acompaño a casa de Alessia.
—No me apetece ir.
—Claro que sí. Y además no está nada bien, parece que tengas un conflicto socio—económico—cultural con tu ayudante...
—Pero es que todos estarán allí.
—Por esa misma razón debes ir, y además, perdona, pero como abogado, me has encargado un montón de asuntos y, por lo tanto...
—¿Por lo tanto...?
—Por lo tanto te acompaño. —Pietro se acerca a Susanna—. ¿Te importa, mi amor? ¿Ves lo decaído que está? Es mejor que vaya con él, tiene un pequeño problema sentimental... y además también debemos hablar de trabajo.
Nick se acerca.
—¿Problema de qué...? Pero ¿qué le estás diciendo...?
—No, nada, nada. Eh, ¿queréis venir también vosotros?
Enrico y Camilla se miran un segundo, después sonríen.
—Nosotros estamos cansados, nos vamos a casa.
—Ok, como queráis. —Pietro coge a Nick del brazo—. Hasta luego, cariño, no llegaré tarde, no te preocupes. —Y se lo lleva de allí rápidamente—. Vamos, vamos, antes de que se arrepienta o diga algo. Estos días está de buenas.
—Pero ¿qué le has dicho antes?
—Nada, me he inventado una excusa para que mi apoyo psicológico resulte plausible.
—¿Es decir?
—Vale, le he dicho que tenías un pequeño problema sentimental.
—¿No le habrás dicho que...?
—No te preocupes. Un abogado mantiene una relación constante con la mentira.
—No se trata de una mentira. Pero no me apetece que hables de ello... Sólo te lo he dicho a ti.
—Ya, ya lo sé, pero son esas cosas que uno dice sin pensar.
—¿Sin pensar?
—¡Sin pensar! ¿Éste es tu Mercedes nuevo?
—Sí.
—Entonces es cierto. Miley y tú de verdad os habéis separado. ¿Me lo dejas probar?
—¡No! Desde luego, eres imposible. Hace un mes que te lo vengo diciendo y hasta ahora no te lo crees.
—Ahora tengo la prueba. Si no, no te hubieses agenciado este coche. Me lo dijiste hace tiempo, ¿te acuerdas? Comprarte algo nuevo puede hacerte sentir mejor.
—¿Y a propósito de qué te lo dije?
—Me acababa de comprar un móvil nuevo porque Manuela, aquella dependienta veinteañera, ya no me quería ver más.
—Ah, es verdad, me lo dijiste, pero es que a ti es difícil seguirte la pista en todo lo que te sucede a nivel sentimental. De esa Manuela ya me había olvidado, por ejemplo.
—Y yo hice lo que me dijiste que hiciera. Seguí tu consejo de sabio maestro y ¡tachán!, me compré un móvil nuevo, supertecnológico y, sobre todo,... en Telefonissimo.
—Y eso qué importa, ¡yo no te había dado instrucciones acerca de la tienda donde tenías que comprarlo!
—¡No, pero allí es donde trabaja Manuela! Ella creyó que era una excusa para volver a verla y así le di un par de revolcones más.
—¡Dios mío, eres un auténtico desastre! Tienes dos hijos pequeños y preciosos, una mujer guapa. No entiendo a qué se debe esta furia, esta hambre de sexo, este exceso de consumo, siempre y en todo lugar; una lucha contra el tiempo y, sobre todo, contra todas. Según tú, ¿por qué tienes que tirártelas a todas?
—¿Qué pasa, me estás analizando? ¿O quizá piensas usarme para uno de tus anuncios? Perdona, pero ¿una historia como la mía no podría dar pie a una campaña de publicidad buenísima para una marca de preservativos? Pongamos que se ve a un tío, no yo sino otro, que va con todas y al final se saca del bolsillo una cajita. De esos..., ¿cómo se llaman?
—Condones.
—Eso mismo. Bueno, en resumen, queda ambiguo si es su valentía o el preservativo lo que le permite follarse a todas esas mujeres... Fuerte, ¿no? Por supuesto, las modelos para el casting las busco yo... En cambio tú dedícate a la elección del protagonista masculino.
—Por supuesto, no faltaba más. ¿Quieres ver cómo mi empresa prescinde de ti para cualquier consulta legal?
—No, eso no puedes hacérmelo.
Pietro se arrodilla delante del Mercedes ML. Justo en ese momento, pasa una bella turista, una señora de cierta edad que sonríe y mueve la cabeza como diciendo «¡Italianos!».
—¡Ya basta, venga, sube!
—Oye, éste podría ser un nuevo anuncio para Mercedes, ¿no?

Mrs. Nick Jonas
Mrs. Nick Jonas


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"Perdona si te llamo amor" (Nick & tú) - Página 3 Empty Re: "Perdona si te llamo amor" (Nick & tú)

Mensaje por Mrs. Nick Jonas Jue 04 Ago 2011, 5:32 pm

Capitulo Cinco
Misma hora, misma ciudad, pero más lejos. En el Eur. Detrás del parque de atracciones, en un espacio grande, oculto en la penumbra creada por los altos pinos, por alguna pequeña montaña de verde y por algún edificio alto abandonado ya desde hace tiempo. Un grupo de muchachos apoyados en su ciclomotor, otros sentados en la acera, otros en el coche, con las ventanillas abiertas por las que sacan los pies. Una pequeña nubecita de humo sale de vez en cuando, como si un calumet pasara de ventanilla en ventanilla, una señal de humo como para indicar que alguien se está poniendo a tono. Sí, son ellas, las Olas, las cuatro divertidas amigas.
—Eh, ¿quieres? Es bum shiva. Toma.
—No, no me apetece fumar.
—Mira que es sólo un porro, no un cigarrillo.
—Precisamente por eso... —______ lo aparta.
—¿Qué quieres decir?
—Eh, ¿tienes algún problema?
Diletta le dice a Olly:
—El problema lo tendrás tú, que tienes que fumar para estar alegre...
______ intenta imponer la paz.
—Venga, no le toques las narices.
—Vale, ¿por qué siempre haces lo mismo? Eres la hostia, continuamente con ganas de pelea.
—Oye, yo tan sólo le he dicho que no fumaba, es ella la que nos quiere someter a todas a la cultura de la María. Ni que fuese una secta religiosa.
—¡Qué borde eres!
—Sólo yo, ¿eh?
—¿Se puede saber qué estamos esperando?
—Sí, has anunciado grandes novedades, grandes novedades... Pero aquí no pasa nada...
—¿En serio nunca has hecho bbc?
—¿Y eso qué es, la cadena inglesa?
—Significa bum-bum-car.
—En serio. ¿Por qué iba a decirte una cosa por otra?
—Vale, entonces guay... Veamos, mira, éstos son los guantes.
—Vale, ¿y qué hago con ellos?
—Te los tienes que poner, si no, dejas huellas.
—¿Qué huellas? Yo no estoy fichada.
—Sí, pero imagina que un día te paran en un control y te las toman, entonces te pillarían.
—¿De qué control hablas, qué pasa con mis huellas? ¿Por qué iban a querer tomármelas?
—Y además te tienes que poner esto. Aquí tienes. —Y se saca del bolsillo unas gafas con goma elástica.
—Pero ¡si son de natación!
—¿Y? Así no se te caerán cuando choquemos. A veces las ventanillas explotan, ¿sabes?
—¡Qué estúpida! Lo dices a propósito para darme miedo.
—¡De eso nada! Además, ¿no decías que tú nunca tienes miedo?
—A los exámenes sí... pero eso es otra cosa.
—¡Muchas gracias, pero preferiría que no me hicieseis pensar en eso; mañana tengo uno a primera hora!
«Perepereperepere». Un sonido extraño como de trompa, uno de esos cláxones hortera y personalizados, irrumpe de improviso en el aire nocturno.
—Ya están aquí, ahí llegan.
De repente, llegan al descampado cinco coches diferentes. Uno de ellos frena derrapando, los otros lo siguen, intentando más o menos imitarlo. Un Fiat 500. Un Mini. Un Citroen C3. Un Lupo. Un Micrau. Todos aceleran y pisan a fondo.
—Pero ¿por qué habéis elegido todos coches pequeños?
—Es lo único que tenían. No hemos encontrado nada mejor.
—¿Y cuánto por cada coche?
—¡No me hables! Cien euros cada uno, los hemos ido a buscar a Manna, allá en la Tiburtina, ¿sabes aquel mecánico chapista?
—Ah...
—Ya estaban listos, con el bloqueo del volante desconectado y la llave ya puesta en todos, ¡es una pasada!
—¿Te han explicado cómo se hace?
—¡Pues claro! Mira, ya hemos atado los neumáticos.
—Entonces ¡vamos a montarnos, venga!
—¡Adelante!, ¿quién viene de paquete?
—Yo voy con él.
—¿Puedo ir yo contigo?
Cada muchacha se sube a un coche. Todas eufóricas, casi enloquecidas, adrenalíticas.
—¡Eh, sólo tres por coche y sólo una detrás!
—Yo no quiero...
—¿Tienes cangueli, eh, ______...?
—No. Pero no quiero...
—¿Y tú qué haces, Diletta, no vienes?
—¿No? ¿Estáis locas? ¿Qué es eso del bum-bum-car?
—¡Es superguay y tú eres una supermuerma!
Las otras dos Olas, Olly y Erica, se meten rápidamente en los coches junto con otras muchachas. Un chico de los que se han quedado en tierra abre el portaequipajes del suyo y pone la música a todo volumen.
—¡Ánimo, apostamos por vosotros! Repito las reglas para quien no las sepa. ¡El último coche que siga funcionando lo gana todo! Las apuestas se dividen de la siguiente manera: la mitad para los que van en el coche vencedor y la otra mitad para los que hayan ganado la apuesta.
Una chica grita «¡Todos a sus puestos!». Algunos muchachos que no están en los coches pasan a toda prisa, cierran las puertas y colocan en su sitio los neumáticos, que están atados con una cuerda larga que atraviesa el techo del vehículo. Los neumáticos caen a ambos lados, como si fuese una silla de montar de fantasía. Y acaban apoyados sobre las puertas, para protegerlas de los choques en la medida de lo posible. Una muchacha con shorts y un silbato de colores corre hacia el centro del descampado y se detiene frente a los cinco coches. Después se saca un pañuelo del bolsillo, rojo, bonito, encendido. Divertida, loca madrina del bum-bum-car, lo levanta hacia el cielo con un gesto espléndido, enfático. Luego lo baja de golpe, riendo, silbando. «¡Ya!», y se quita rápidamente de en medio, a toda prisa, con miedo, y salta al arcén para quedar lejos, a cubierto de la loca carrera de autos. Los coches derrapan y parten. El Fiat 500 se abalanza sobre el Miera, lo espolea y es alcanzado de repente en un costado por el Mini. El Citroen oscuro corre veloz, supera a ambos coches y luego mete de repente la marcha atrás y golpea al Lupo, arrancándole el radiador. Llega el Fiat 500 y se estrella contra uno de los costados del Miera, rebotando contra el neumático de protección. Explotan ambas ventanillas, las muchachas que van dentro gritan, chillan, fingen terror, divertidas, enloquecidas. Luego lo ven y gritan:
—Corre, corre, que viene Fabio a toda pastilla.
El Miera está a punto de volcar, pero recupera el equilibrio, frena y alcanza de nuevo de lleno al Fiat 500. La luna trasera explota en mil pedazos. Y siguen así, se apartan, se alejan y retroceden, corriendo como locos. Y bum, de nuevo contra el Miera y el Lupo. Bum, el Mini contra el Fiat 500 y bum, el Mini contra el Miera y bum, el Miera choca de rebote contra el C3. Y así todo el rato, destrozándose los unos a los otros, chocando, con un ruido seco de chapa, de puertas abolladas, de cristales rotos, de faros que explotan, de parachoques retorcidos, de capós encogidos sobre sí mismos como súbitos calambres de una mano metálica. Los neumáticos utilizados como protección rebotan en las puertas, vuelan hacia arriba, vuelven a su sitio. Otros se sueltan y ruedan lejos, libres, hacia los muchachos que están en el arcén. Y bum, bum, bum. Poco después concluye el bbc. El bum-bum-car tiene su vencedor. El Mini y el Miera echan humo por el radiador, la parte delantera de ambos coches está totalmente hundida, el Fiat 500 está como doblado, con el semieje partido y las ruedas en posición oblicua, inclinadas hacia fuera. Parece un toro al que le acabasen de clavar la última banderilla, las rodillas dobladas y sin dejar de resoplar; acabando finalmente con el morro en el suelo. El Miera tiene las dos ruedas traseras pinchadas e incrustadas bajo la chapa de los laterales como consecuencia de los muchos golpes recibidos. El Lupo es el único que todavía logra avanzar un poco. Casi a trompicones, se dirige lentamente hacia el centro del descampado. De repente, pierde la placa de la matrícula, que cae con un sonido de lata, como las que se les atan a los coches de los recién casados. Pero esta noche no se ha casado nadie, y ningún dueño se sentirá feliz de recuperar su coche, visto el estado en que éstos han quedado.
—¡Yuuju! ¡Hemos ganado! —Los muchachos que están en el arcén explotan de alegría—. ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡*El Lupo pierde el pelo, pero no la clase ! —Y otras lindezas por el estilo, peores incluso, mientras uno, más agarrado que los otros, se ocupa ya de recoger las ganancias y empieza a hacer cuentas.
Los heroicos conductores van bajando uno tras otro de los coches, unos se descuelgan por las ventanillas rotas, otros se deslizan por el portaequipajes, y algunos salen hasta por el parabrisas destrozado. Todos se quitan las gafas de natación.
—¡Bien! ¿Cuánto ha sido?
—¡Venga, que hemos ganado!
—Reparte bien, ¿eh? ¡No te equivoques!
Fabio coge el dinero que le toca y lo cuenta rápidamente.
—¡No me lo puedo creer, seiscientos euros! Bien, ______, te invito a una cena fabulosa, así hacemos las paces.
—¿Todavía no lo has pillado? ¿Cuántas veces te lo voy a tener que repetir? ¡Olvídate de la cena! Nosotros ya no salimos juntos.
—¿Cómo? Pero dijiste...
—Hace una semana que te devolví tus regalos y te lo he dicho de todas las maneras posibles e imaginables, ya no sé qué inventar para hacértelo comprender. Fin. Kaputt. Cerrado. Auf Wiedersehen. Se acabó, hemos roto...
—Ok, como quieras. Eh, chicas, ______ y yo lo hemos dejado.
—Ya lo sabíamos.
—De modo que vuelvo a estar disponible; decidme algo y poneos a la cola.
Fabio se guarda el dinero en el bolsillo, se monta en su ciclomotor y se marcha a toda velocidad. Los demás se miran por un instante, después alguien se encoge de hombros y le quita importancia a lo que ha pasado. Olly se acerca a ______.
—Jo, cuando se pone así, es verdaderamente...
—¡Un gilipollas!
También llega Diletta.
—Se ha llevado todo el dinero. No ha repartido nada...
—Bueno, Fabio es así...
—Sí, pero lo normal es compartirlo con tu equipo, ¿no? —dice Erica.
______ se encoge de hombros.
—Ya te he dicho que es gilipollas, ¿no? ¿Alguien tiene un cigarrillo?
Olly se saca el paquete del bolsillo. Diletta se acerca y ______ le da unos manotazos en la camiseta.
—Mira, ten cuidado, la llevas llena de cristales...
—Imagina que me ve mi familia, ¿qué les digo? ¿que he hecho el bbc? —comenta Olly.
Diletta mueve la cabeza.
—Es mejor que les digas que has tenido un accidente, pero no con mi coche ¿eh? Que si luego no te creen, me tocará abollarlo. Ya te veo viniendo a mi casa con un martillo.
—¡Sí, sería muy capaz!
Todas se echan a reír.
—Venga, ¿quién me lleva a casa? Que mañana tengo examen.
—Qué mierda. ¿Qué pasa, que la noche acaba aquí? —exclama Olly.
—Ok, como mucho un helado en el Alaska.
—Caramba, un rapto de locura, ¿eh? Está bien, está bien, nos vemos allí.
—Pero luego, de verdad nos vamos a casa, ¿eh? —dice Diletta—. Porque después de lo que habéis hecho, seguro que todavía os quedan ganas de armar follón.
—Ok, mamá Diletta. De todos modos, tengo una idea —propone Olly alzando las cejas—. ¡Sé de una fiesta loquísima!
______ tira de la camiseta de Diletta.
—¡Venga, un helado y basta, vamos!
—¡Adiós, chicos, nos vamos!
Y se van riéndose. Olly, ______, Diletta y Erica, las Olas, como se llamaron a sí mismas al acabar primero en el instituto, cuando hicieron amistad. Son hermosas, son alegres, son diferentes. Y se quieren. Mucho. ______ acaba de romper con Fabio, Olly deja prácticamente a uno cada día. En cambio, Erica lleva toda una vida con Giorgio, Giò, como lo llama ella. Diletta... Bueno, Diletta todavía sigue buscando su primer novio. Pero no pierde la esperanza: tarde o temprano encontrará al adecuado. O al menos en eso confía. Sí, las Olas son fuertes, y sobre todo son buenísimas amigas. Pero una de ellas traicionará su promesa.
* Juego de palabras con la marca del coche, que significa «lobo». (N. de la T.)
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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Jue 04 Ago 2011, 5:34 pm

Capitulo Seis
—¡Eh, chicos, mirad quién ha llegado, el jefe! ¡Y ha venido con su abogado! Jefe, esta noche nada de trabajo, ¿eh? ¡Esto es una fiesta, así que no empieces con una de tus habituales reuniones! —dice Alessia riendo mientras abre la puerta. Se aparta y hace una reverencia, mientras deja entrar a Nick y a Pietro en su casa. Hay un montón de gente.
—Ya no os esperábamos. He ganado la apuesta, ¿habéis visto?
Pietro se acerca, rodea con su brazo el cuello de Nick y le habla bajito al oído.
—¿Has visto? Siempre te hago quedar bien. Tu equipo tiene que creer en ti, si no, ¿qué clase de jefe eres, eh, jefe?
Nick le aparta el brazo.
—Vale, al primero que me llame jefe lo suspendo por dos días.
En seguida todos: «¡Jefe, jefe!»
—Bueno, no, lo retiro, ¡al primero que me llame jefe lo hago trabajar el doble dos días!
—¡Disculpa, jefe, quiero decir, disculpa, Nick!
—¿Si te trato con mucha confianza me gano algo? No sé, ¿unas minivacaciones?
—Trabajo doble por intento de corrupción.
—Bueno, ¿hay algo de beber al menos?
Alessia, la ayudante de Nick, se acerca con una copa llena.
—Aquí tienes, un muffato, es lo que te gusta, ¿verdad, je...?
Nick alza las cejas y la fulmina con la mirada.
—General, quería decir general, lo juro.
—Eso tampoco me gusta. Venga, divertíos como si yo no estuviese, o mejor dicho, como si nosotros no estuviésemos aquí.
Pietro le quita la copa de las manos y da un ávido sorbo.
—¡Eh! ¿Como si no estuviésemos aquí? Pues yo sí que estoy, vaya sí estoy. Este vino es bueno, ¿qué es?
—Muffato.
—¿Me pones otro? —le pide Nick a Alessia, que de inmediato llena otra copa y se la pasa.
—¿Por qué no has venido con Miley?
Pietro lo mira y hace como si se ahogase. Nick le da un codazo.
—No podía. Tenía trabajo.
Alessia enarca las cejas.
—Vale. Por si os apetece, hay algo de comer en aquella mesa, yo me voy a poner más bebidas en frío. Venga, sentíos como si estuvieseis en vuestra casa.
Alessia se aleja, con un vestido ligero y ajustado que muestra a la perfección sus curvas.
Pietro se acerca a Nick.
—Hummm, está bueno de verdad este muffato... Y también tu ayudante. De cara no es gran cosa, pero tiene un culo... ¿Lo has intentado alguna vez? En mi opinión, ella está colada por ti.
—¿Has acabado?
—En realidad acabo de empezar. Perdona, pero ¿por qué no le has dicho que te habías separado de Miley?
—No me he separado.
—Está bien, que ella te ha dejado.
—No, ella no me ha dejado.
—Entonces, ¿qué ha pasado? Eres la leche. Ha desaparecido.
—No ha desaparecido. Atraviesa uno de sus momentos.
—¿Qué quieres decir con uno de sus momentos? Eso suena peor que lo de la pausa de reflexión. Uno de sus momentos. Estabais a punto de casaros, se ha ido de casa, se ha llevado sus cosas, ¿y todavía insistes en que no te ha dejado, en que atraviesa uno de sus momentos?
Nick guarda silencio y bebe. Pietro insiste.
—¿Qué me dices?
—Que fue una gilipollez pedirle que se casase conmigo o, mejor dicho, contártelo a ti o, mejor dicho, traerte a esta fiesta o, mejor dicho, dejar que trabajes para mi empresa o, mejor dicho, seguir siendo amigo tuyo...
—Ok, ok, si te pones así de quisquilloso no me divierto. Me voy.
—Venga, no te vayas.
—¿Y quién se va a ir? ¡Esto está lleno de chochos! Yo no soy tan idiota como tú, que te quieres arruinar la vida. Quería decir que me voy a pastar por ahí.
Pietro se aleja moviendo la cabeza. Nick se sirve un poco más de muffato y luego se acerca a la librería, apoya la copa en ella y se pone a mirar los libros de Alessia. Están colocados por altura y color, son de géneros diversos. En el sofá que hay junto a la mesa alguien se ríe, algunos jóvenes de pie conversan en voz alta sobre temas de todo tipo: cine, fútbol, televisión. Nick coge un libro, lo abre, lo hojea y se detiene. Intenta leer algo. «Quien ama a primera vista traiciona con cada mirada.» Pero ¿éste no era el lema de la película Closer? ¿Qué libro he cogido? El destino también se mete. Cuando te acabas de separar, parece que el mundo esté contra ti. Todos se las apañan para hacértelo pasar aún peor.
—Hola. —Nick se da la vuelta. Frente a él, hay un muchacho de baja estatura, un poco calvo, gordito pero de cara simpática—. ¿No te acuerdas de mí? —Nick entorna los ojos, intentando ubicar su cara—. Nada. No te acuerdas, ¿eh? Venga, fíjate en mi voz... la debes de haber oído miles de veces.
Nick lo mira pero no le viene a la mente quién es.
—¿Y bien?
—Y bien, ¿qué? No has dicho nada.
—Ok, tienes razón. Vale... Buenos días, departamento de... venga, es fácil, ¿en serio no te acuerdas? Habrás oído mi voz un montón... Buenos días, aquí el departamento de marketing... ¡Venga, yo trabajaba con Miley!
De nuevo. Pero ¿qué broma es ésta? ¿Estáis todos contra mí?
—Una vez viniste a buscarla. Yo era el que tenía su mesa a la derecha de la de Miley.
—Sí, es verdad, ahora me acuerdo. —Nick intenta ser amable.
—No, yo creo que no te acuerdas en absoluto. Da igual. Ya no estoy allí, me han trasladado, es decir, me han dado un par de días de vacaciones. Mañana tengo una entrevista, porque empiezo un trabajo nuevo, eso sí, en la misma empresa. ¿Y Miley por qué no ha venido?
Nick no se lo puede creer. Otra vez.
—Tenía trabajo.
—Ah sí, puede ser, ella siempre trabajaba hasta tarde.
—¿Cómo que puede ser? Es.
—Sí, sí, claro, he dicho puede ser... simplemente por decirlo.
Se quedan un rato en silencio. Nick intenta librarse de aquella situación tan embarazosa.
—Voy a por algo de beber.
—Vale, yo me quedo aquí. ¿Te puedo preguntar una cosa?
Nick suspira preocupado intentando que no se le note. Sólo espero que no vuelva a preguntarme por Miley.
—Sí, por supuesto, dime.
—Según tú, ¿por qué la gente no se acuerda nunca de mí?
—No lo sé.
—No puede ser, tú eres un gran publicista, has triunfado con un montón de campañas, lo sabes siempre todo... Y, sin embargo... Soy Andrea Soldini.
—Un placer, Andrea... De todos modos... no siempre lo sé todo.
—Sí, está bien, en fin, ¿no sabes darme una explicación?
—No, no sé. Yo hago anuncios que de algún modo intentan hacer resaltar un producto, no puedo hacer un anuncio de ti.
Andrea baja la mirada, disgustado. Nick se da cuenta de que ha sido descortés e intenta arreglarlo.
—Quiero decir que, en este momento, no sabría qué decir en ese sentido... No puedo hacer un spot sobre ti. Voy a beber algo y pienso en ello, ¿ok?
Andrea alza el rostro y sonríe.
—Gracias... en serio, gracias.
Nick suspira. Por lo menos eso ha colado.
—Ok, ahora sí que me voy a buscar algo de beber.
—Cómo no. ¿Quieres que te lo traiga yo?
—No, no, gracias.
Nick se aleja. Mira por dónde. Imagínate, tenía que venir a esta fiesta y tropezarme con un tipo como ése. Vale que sea simpático. Pero de ahí a que yo sepa por qué no llama la atención, por qué no lo recuerdan. Dice que estaba en la mesa de la derecha de Miley. Pero yo ni siquiera recuerdo que allí hubiese una mesa. Una de dos, Nick: o sólo tenías ojos para Miley o ése es un tipo que de verdad pasa totalmente desapercibido. Ojalá nunca me asignen una campaña publicitaria de un producto como Andrea Soldini. A Nick le divierte la idea y, con su única sonrisa de la noche, se dirige a la mesa del bufet y come algo. Dos guapísimas muchachas extranjeras que están allí cerca le sonríen.
—Bueno, ¿verdad? —le dice una.
Nick esboza la segunda sonrisa de la noche.
—Sí, muy bueno.
La otra muchacha también le sonríe.
—Bueno... aquí todo bueno.
Nick vuelve a sonreír. Tercera sonrisa.
—Sí, bueno.
Deben de ser rusas. Después se da la vuelta. En el sofá, no muy lejos, Pietro lo está mirando. Está sentado junto a una hermosa muchacha morena de cabello largo que se inclina hacia delante y ríe por alguna cosa que le debe de haber dicho él. Pietro le guiña el ojo desde lejos y levanta la copa como para brindar. Mueve los labios diciendo sin palabras: «¡Venga, vamos!»
Nick levanta la mano como diciendo «Vete a...», después se sirve otra copa de muffato y tras comprobar que Andrea no se interpone en su camino sale a la terraza, dejando en aquel bufet sus tres únicas sonrisas. Se apoya en la baranda con los codos y bebe un poco de vino. Está bueno; tan frío en una noche no demasiado calurosa para ser abril. Coches lejanos allí, a la izquierda del Tíber, que discurre lento, silencioso, y desde la pequeña terraza parece incluso limpio. Y pensar que ahora podría estar metido en él, transportado hacia Ostia, junto con una ola de ratones aburridos. Como en esa escena que sale siempre en el programa «Blob», de ese tipo que va por debajo del agua, hacia el fondo. O como en el final de Martin Edén, cuando nada hacia el fondo, mordido por un congrio y quiere morir porque ha descubierto que la mujer a quien ama es estúpida. Estúpida. Estúpida. Estúpida la muerte que nos espera aburrida. Si yo me hubiese tirado, estoy seguro de que estaría muerto, a diferencia de James Stewart; y quizá también me habría mordido un congrio y un ratón juntos... Y seguro que mi ángel hace tiempo que se fue.
—¿En qué piensas? —Alessia llega por detrás.
—¿Yo? En nada.
—¿Cómo en nada? Tú nunca dejas de pensar. Tu cerebro parece estar bajo contrato permanente con la empresa.
—Bueno, se ve que hoy le han dado la noche libre.
—También tú te tendrías que coger una de vez en cuando. Ten. —Le pasa otra copa—. Estaba segura de que ya te lo habrías acabado. Éste es un passito de Pantelleria. En mi opinión, es aún mejor. Pruébalo...
Nick lo sorbe lentamente.
—Sí, es realmente bueno. Es delicado...
Y un viento ligero, una maliciosa brisa de poniente, intenta crear un poco de atmósfera. También Alessia se apoya en la baranda y mira a lo lejos.
—¿Sabes?, es muy agradable trabajar contigo. Cuando estás en el despacho te miro. No dejas de pasear, caminas sobre la moqueta... siempre en círculo, ya tiene hecho un surco. Un surco digno de Giotto. Y mientras, miras al techo, pero en realidad miras lejos... Es como si pudieses ver más allá del techo, del edificio, del cielo, más allá del mar. Ves a lo lejos, ves cosas...
—Sí, que vosotros los humanos... Venga, deja de tomarme el pelo.
—No, lo pienso en serio. Estás en perfecta armonía con el mundo y consigues reírte de las cosas que a veces ocurren y que nos vemos obligados a soportar... Como por ejemplo el final de una historia de amor. Estoy segura de que aún en el caso de que se tratase de la tuya, sabrías reírte de ello.
Nick mira a Alessia. Se miran fijamente un momento. Luego ella siente un leve embarazo. Nick toma otro sorbo del passito que le acaba de traer y dirige su mirada de nuevo hacia los tejados de las casas.
—Te lo ha dicho el abogado, ¿verdad?
—Sí, pero si no, yo sola lo hubiese adivinado. No creo que esa Miley merezca siquiera tu «desprecio sentimental».
Nick sacude la cabeza.
—También te ha contado eso.
Alessia se da cuenta de que esta vez es él quien se siente incómodo.
—Venga, general, ¿sabes a cuántos he dejado... ¡y cuántos me han dejado!?
—No, no lo sé. Nadie viene a contarme tus asuntos privados.
—Tienes razón, perdona. Pero no la tomes con tu amigo. Lo que Pietro quisiera es volverte a ver de nuevo alegre, como siempre. Me ha elegido a mí para que te haga sonreír, pero quizá hubiese sido mejor que te enviase a una de aquellas rusas, ¿no?
—Pero ¿qué dices?
Cuando estás mal, no hay nada peor que venga alguien a descargar contigo sus estúpidos problemas. Primero el tipo ese que quería que todos se acordasen de él. Ya ves, ni siquiera me acuerdo de su nombre. Ah, sí. Andrea Soldini. Y ahora Alessia y su manía de querer ser el centro de atención. O peor, de querer ser la medicina adecuada. Qué hartazgo...
Nick se acerca a ella. Alessia está mirando hacia otro lado, a lo lejos, hacia una calle que desaparece detrás de una curva. Nick le pasa el brazo por la espalda. Ella se vuelve de inmediato, sonríe. Pero él se le adelanta y le da un beso en la mejilla.
—Gracias, eres una medicina maravillosa. ¿Ves? Haces efecto al cabo de pocos segundos... ya sonrío.
—¡Venga ya! —Alessia sonríe y se encoge de hombros—. Siempre me estás tomando el pelo.
—No, lo digo en serio.
Alessia lo mira.
—Vosotros, los hombres, no tenéis remedio...
—Ahora no me sueltes la típica frase «sois todos iguales», porque eso ya está más que visto y una cosa así no la espero de ti.
—Pues mira, te diré otra: vosotros, los hombres, siempre sois víctimas de las mujeres. Pero eso os conviene. ¿Y sabes por qué? Para poder justificaros por el daño que le haréis a la siguiente.
—¡Uy, uy, uy!
Alessia hace ademán de irse, pero Nick la detiene.
—¿Alessia?
—Sí, dime.
—Gracias.
Ella se vuelve.
—De nada.
—No, en serio. Este passito es buenísimo.
Alessia mueve la cabeza, después sonríe y entra en la casa.
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Mensaje por Bubu ✌ Jue 04 Ago 2011, 5:49 pm

No se de verdad :S
quizá cuando la rayiz y Nick se encuentren, entienda mejor las cosas
porqe se me hace muy confuso todo!
Es como la historia esta narrada y..
Las olas, en una amiga de la rayiz? porqe estoy toda enrollada..
Pero bueno.. Ammm igual y es cosa mía nada mas, eso de qe no entiendo :S :oops:
Pero en fin, igual y síguela, lo qe quiero es qe Nick y la rayiz se encuentren :D
Bueno chaito! ;)
Bubu ✌
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Mensaje por FranJones. Jue 04 Ago 2011, 5:54 pm

wow muchos capis! me gusta! jajaja
Siguela pronto! ;)
FranJones.
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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Jue 04 Ago 2011, 7:56 pm

MichelleJB escribió:
No se de verdad :S
quizá cuando la rayiz y Nick se encuentren, entienda mejor las cosas
porqe se me hace muy confuso todo!
Es como la historia esta narrada y..
Las olas, en una amiga de la rayiz? porqe estoy toda enrollada..
Pero bueno.. Ammm igual y es cosa mía nada mas, eso de qe no entiendo :S :oops:
Pero en fin, igual y síguela, lo qe quiero es qe Nick y la rayiz se encuentren :D
Bueno chaito! ;)


no "las olas" es el apodo del grupo de amigas de la rayiz
cualquier duda que tengan pregunten no hay problema yo se que es confuso :D
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Mensaje por mariapaz1 Jue 04 Ago 2011, 9:22 pm

SIGUE.LA

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Mensaje por Invitado Jue 04 Ago 2011, 11:02 pm

so sorry por no pasarme T__T nu me odies mira que aun soy joven pa' ser odiada T_T
es que andaba metida con lo de la otra nove y nu habia tenido time pero ya mismo me pongo a leer :D jonas promess

pd: como lo prometido es deuda aca te dejo el link, te dije que tal vez te sorprendería y la subía antes :P https://onlywn.activoforo.com/t6611-princess-by-decree-nick-y-tu#489959

tkm :hug:
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Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Jue 04 Ago 2011, 11:23 pm

Nueva Lectora
siguela!!! please!!! :D
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Mensaje por Invitado Vie 05 Ago 2011, 3:54 pm

Las Olas ¿es como se llama el grupo de sus amigas?¿cierto?

Subiste 3 capitulos :D
Ya vamos en el capitulo seis, eso quiere decir que faltan seis capitulos para que _____ y Nick se encuentren
Ya quiero que ellos se encuentren, quiero saber que piensa cada uno del otro
Quiero saber si es amor a primera vista :arre:

Sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
Espero capitulos
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Mensaje por Invitado Vie 05 Ago 2011, 5:53 pm

Hollapp! Cre que soy la 20 New Reader sierto? Algo Tarde :S
Pero bno! Como siempre te digo, me emciona la nove, y es una historia original e interestan :D
Sinseramente se me dificulto un poquito entender al principio pero poco a poco le cogo el ritmo :$
Seguila Seguila Mujer n_n Pasara elgo nuevo en esta Fista :D
JEJEJE
Fiel Lectora De Corazon <3

XOXO! :hug:
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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Vie 05 Ago 2011, 6:30 pm

Angi escribió:so sorry por no pasarme T__T nu me odies mira que aun soy joven pa' ser odiada T_T
es que andaba metida con lo de la otra nove y nu habia tenido time pero ya mismo me pongo a leer :D jonas promess

pd: como lo prometido es deuda aca te dejo el link, te dije que tal vez te sorprendería y la subía antes :P https://onlywn.activoforo.com/t6611-princess-by-decree-nick-y-tu#489959

tkm :hug:

no te preocupes no hay problema :D
de verdad me encanto tu nueva nove no puedo esperar a que suba mas :bounce:
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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Vie 05 Ago 2011, 7:07 pm

vanejonas93 escribió:Nueva Lectora
siguela!!! please!!! :D

Bienvenida! :hug:
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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Vie 05 Ago 2011, 7:26 pm

Soocool14 escribió:Las Olas ¿es como se llama el grupo de sus amigas?¿cierto?

Subiste 3 capitulos :D
Ya vamos en el capitulo seis, eso quiere decir que faltan seis capitulos para que _____ y Nick se encuentren
Ya quiero que ellos se encuentren, quiero saber que piensa cada uno del otro
Quiero saber si es amor a primera vista :arre:

Sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
Espero capitulos

si asi le llaman a su grupo de amigas :D
pues solo uno se enamora a primera vista ;)
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Mensaje por Mrs. Nick Jonas Vie 05 Ago 2011, 7:29 pm

♥️•Joe'sWife•♥️ escribió:Hollapp! Cre que soy la 20 New Reader sierto? Algo Tarde :S
Pero bno! Como siempre te digo, me emciona la nove, y es una historia original e interestan :D
Sinseramente se me dificulto un poquito entender al principio pero poco a poco le cogo el ritmo :$
Seguila Seguila Mujer n_n Pasara elgo nuevo en esta Fista :D
JEJEJE
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XOXO! :hug:

ni idea de cuantas haya :P
no te preocupes a muchas les confundio la forma de escribir de federico moccia :)
ah Bienvenida! :hug:
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