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Never Mind.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Never Mind.
por Belen Martinez Deguer Sáb 02 Nov 2013, 11:18 am
ficha de la serie
• Titulo: Never Mind
• Autor: ---
• Adaptación: Si.
• Género: Drama y romance.
• Otras páginas: No.
• Autor: ---
• Adaptación: Si.
• Género: Drama y romance.
• Otras páginas: No.
Belen Martinez Deguer
Re: Never Mind.
por Belen Martinez Deguer Sáb 02 Nov 2013, 11:28 am
Capitulo Uno:
Seguramente, en mi otra vida, me despertarían con un delicado beso en la mejilla, y unas suaves palabras pronunciando un “te amo al oído”, mientras las flores que me entregaba por la mañana, acompañada de un rico desayuno me hacían abrir los ojos.
Pero como esa no era mi vida, y no tenía siete como los gatos, me tocaba despertar con los ruidos molestos de Emily, mi jefa.
Si alguna vez te preguntaste que tan difícil puede ser el ser la sirvienta de alguien; Mucho. Lo digo por experiencia.
Si tan solo hubiera sido mas dulce, si tan solo no tuviera que casi botar la puerta para que salga. Si tan solo yo saliera.
- ¡YA VOY!- exclamé cuando estaba a punto de echar la puerta abajo.
- Y apúrate- terminó de decir cuando escuché como se alejaba. Uno a uno sus pasos se hacían mas invisibles en mis oídos y podía suspirar y maldecir en paz en mi mente; a veces tenía la extraña sensación de que leía lo que pensaba, y por ende, cuando la maldecía. Era hermosa; tenía un pelo color café que le llegaba hasta las caderas. Su rostro era completamente limpio; perfecto. Sus ojos grandes y verdes adornaban perfectamente su sonrisa blanca. Una joven de diez y siete años cabreada con la vida, pero de alguna forma la entendía. Sus papás siempre le habían dado todo lo que había querido, siempre la habían consentido en todo y la habían malcriado. No sabía escuchar un no por respuesta.
Me puse el traje negro que estaba encima de el velador y salí de allí; ver esa habitación tan pequeña en medio de una mansión me provocaba un poco de pena, era como si la hubieran echo especialmente para que me sintiera inferior a ellos allí.
Sus papás no quedaban atrás; con tan solo decir que cada vez que me veían aprovechaban la oportunidad para decirme cualquier barbaridad que les venga a la mente era poco. Llevaba años trabajando allí, y nunca me sentí cómoda.
El único diferente del uno al otro, y que no parecía un retrato calcado a medida, era el hermano de Emily.
Su nombre era Niall Horan. Un chico tan bello que nadie se puede imaginar. Bello como el sol, con un rostro completamente perfecto, un corazón lleno de buenos deseos hacia las personas que no le hacía mal a nadie. Pensaba, en ocasiones, que era un robot sin emociones, me parecía imposible que sea distinto a su familia, considerando como era su familia, pero tenía demasiado amor dentro de si mismo como para que sea un robot, así que sea como sea, mis teorías se esfumaban una a una cada vez que pensaba en el; lo que me era imposible no hacerlo. Cada vez que lo veía era como el sol de mi día, porque era completamente oscuro hasta que llegaba, y con el paso de los años había aprendido a intentar no ser muy obvia en lo que sentía hacía el, porque eso podría resultar que su familia me despida.
Para ellos yo solamente era un animal, un ser no digno de apreciar ni siquiera sus rostros. Era la raíz que se le corta a las flores cuando la quieren poner en el florero; pero lo que ellos no sabían era que la raíz hace que esa flor viva. Estaba segura que sin una sirvienta esa niña no sería nada, porque todo lo hacía yo.
A veces pensaba que Niall también me miraba, que también estaba interesado en mi de la manera en la que me interesaba en el, pero una a una mis esperanzas se iban por dos enormes razones.
1.- era una simple sirvienta, era un ser fotosensible insignificante que no significaba nada para nadie. Lo único en lo que me llamaban era para servirles y luego me iba como un verdadero animal que desaparece.
2.- tenía novia. Una chica de una belleza esplendorosa; millonaria igual que el. Interesada por su dinero. Tan hipócrita como el mismo diablo. Se bañana en sus cadenas de oro y sus trajes de seda, pero aun que el diablo se vista de seda, diablo queda.
Mis únicos días libres en esa casa eran los fines de semana y festivos; y aprovechaba cada minuto para hacer lo que en mi vida había sido mi pasión. El ballet. Siempre había querido ser una bailarina profesional, había sido uno de mis mayores sueños, y no esperaba la hora en la que tenga la suficiente cantidad de dinero para ir a la academia “passion pour la danse”.
La academia de Ballet que te puede hacer dar a luz en tan solo un mes si es que lo que tienes es talento; pero también una de las mas caras. La mas cara diría yo.
En mis largos años de trabajo, había recaudado la mitad de lo que se necesita para entrar en esa academia de baile.
- Al fin llegaste- musitó ella cuando yo ya estaba abajo. La miré sonriendo mientras ella se sentaba a la mesa. Quería que le sirviera el desayuno; tampoco lo podía preparar sola.
Entendiendo lo que quería decir con sus gestos me dirigí a la cocina, abrí los ojos con mucho brillante en ellos; allí estaba. La razón por la cual pensaba que el sol no es el único que brilla de esa manera.
Pero como esa no era mi vida, y no tenía siete como los gatos, me tocaba despertar con los ruidos molestos de Emily, mi jefa.
Si alguna vez te preguntaste que tan difícil puede ser el ser la sirvienta de alguien; Mucho. Lo digo por experiencia.
Si tan solo hubiera sido mas dulce, si tan solo no tuviera que casi botar la puerta para que salga. Si tan solo yo saliera.
- ¡YA VOY!- exclamé cuando estaba a punto de echar la puerta abajo.
- Y apúrate- terminó de decir cuando escuché como se alejaba. Uno a uno sus pasos se hacían mas invisibles en mis oídos y podía suspirar y maldecir en paz en mi mente; a veces tenía la extraña sensación de que leía lo que pensaba, y por ende, cuando la maldecía. Era hermosa; tenía un pelo color café que le llegaba hasta las caderas. Su rostro era completamente limpio; perfecto. Sus ojos grandes y verdes adornaban perfectamente su sonrisa blanca. Una joven de diez y siete años cabreada con la vida, pero de alguna forma la entendía. Sus papás siempre le habían dado todo lo que había querido, siempre la habían consentido en todo y la habían malcriado. No sabía escuchar un no por respuesta.
Me puse el traje negro que estaba encima de el velador y salí de allí; ver esa habitación tan pequeña en medio de una mansión me provocaba un poco de pena, era como si la hubieran echo especialmente para que me sintiera inferior a ellos allí.
Sus papás no quedaban atrás; con tan solo decir que cada vez que me veían aprovechaban la oportunidad para decirme cualquier barbaridad que les venga a la mente era poco. Llevaba años trabajando allí, y nunca me sentí cómoda.
El único diferente del uno al otro, y que no parecía un retrato calcado a medida, era el hermano de Emily.
Su nombre era Niall Horan. Un chico tan bello que nadie se puede imaginar. Bello como el sol, con un rostro completamente perfecto, un corazón lleno de buenos deseos hacia las personas que no le hacía mal a nadie. Pensaba, en ocasiones, que era un robot sin emociones, me parecía imposible que sea distinto a su familia, considerando como era su familia, pero tenía demasiado amor dentro de si mismo como para que sea un robot, así que sea como sea, mis teorías se esfumaban una a una cada vez que pensaba en el; lo que me era imposible no hacerlo. Cada vez que lo veía era como el sol de mi día, porque era completamente oscuro hasta que llegaba, y con el paso de los años había aprendido a intentar no ser muy obvia en lo que sentía hacía el, porque eso podría resultar que su familia me despida.
Para ellos yo solamente era un animal, un ser no digno de apreciar ni siquiera sus rostros. Era la raíz que se le corta a las flores cuando la quieren poner en el florero; pero lo que ellos no sabían era que la raíz hace que esa flor viva. Estaba segura que sin una sirvienta esa niña no sería nada, porque todo lo hacía yo.
A veces pensaba que Niall también me miraba, que también estaba interesado en mi de la manera en la que me interesaba en el, pero una a una mis esperanzas se iban por dos enormes razones.
1.- era una simple sirvienta, era un ser fotosensible insignificante que no significaba nada para nadie. Lo único en lo que me llamaban era para servirles y luego me iba como un verdadero animal que desaparece.
2.- tenía novia. Una chica de una belleza esplendorosa; millonaria igual que el. Interesada por su dinero. Tan hipócrita como el mismo diablo. Se bañana en sus cadenas de oro y sus trajes de seda, pero aun que el diablo se vista de seda, diablo queda.
Mis únicos días libres en esa casa eran los fines de semana y festivos; y aprovechaba cada minuto para hacer lo que en mi vida había sido mi pasión. El ballet. Siempre había querido ser una bailarina profesional, había sido uno de mis mayores sueños, y no esperaba la hora en la que tenga la suficiente cantidad de dinero para ir a la academia “passion pour la danse”.
La academia de Ballet que te puede hacer dar a luz en tan solo un mes si es que lo que tienes es talento; pero también una de las mas caras. La mas cara diría yo.
En mis largos años de trabajo, había recaudado la mitad de lo que se necesita para entrar en esa academia de baile.
- Al fin llegaste- musitó ella cuando yo ya estaba abajo. La miré sonriendo mientras ella se sentaba a la mesa. Quería que le sirviera el desayuno; tampoco lo podía preparar sola.
Entendiendo lo que quería decir con sus gestos me dirigí a la cocina, abrí los ojos con mucho brillante en ellos; allí estaba. La razón por la cual pensaba que el sol no es el único que brilla de esa manera.
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