Debajo de mi cama.

Toda mi vida eh sido una persona muy cobarde, le tengo miedo a todo, desde lo más común como una cucaracha hasta lo más irreal como son los fantasmas, pero así era y no lo podría cambiar por más que quisiera.

Y ahí estaba yo, decidiendo en si agacharme y ver que había debajo de mi cama o solamente quedarme tumbada acurrucada en la sabana y temblando del miedo.

(…)
-¿Entonces? ¿Eso es real? –pregunte imaginando todo lo que me acababa de relatar mi mejor amiga.

-¡Claro que no! ¿Cómo puedes creer en eso? –me contesto riendo, a lo que yo respondí con media 
sonrisa.

Vale, tenía que dejar de temerle a todo.
No es como si esa historia fuera real. El diablo no era real, ¿cómo podría esconderse semejante demonio debajo de mi cama y en medio de la noche matarme? Eso tenía que ser imposible, si.

-¿Qué ah pasado Alice? ¿Realmente creíste todo lo que te conté? –dijo soltando otra carcajada.

-Oh no, es solo que suena tan estúpido que hasta parece real –que idea tan más vacía, pensé.

-Bueno, pero si escuchas algo te puedes venir a acostarte con migo –se burlaba de mi.

-Vete a la mierda –le dije dándole la espalda, era mi amiga pero a veces me sacaba desquicio con sus comentarios burlones y su risita tonta. 

Continuo riéndose por un buen rato, después de que se calmara me pregunto:
-¿Realmente estas enojada? – a lo que conteste con un gruñido –Vamos Al… no lo decía en serio, sabes que eso no existe, no tienes por qué temer.

-¡Joder Verónica! Que yo no creo en esas estúpidas historias. –me voltea hacia ella, realmente me ponía de malas que creyera que estaba asustada.

-Esta bien –contesto rodando los ojos se levanto y apago la luz – hasta mañana.

¿Ahora ella estaba enojada? Fue la que se burlo, da igual.
Me levante de su cama, y como pude al tanteo acomode las sabanas y me hundí en un profundo sueño.

(…)
Rasguños, gruñidos y rasguños. Rasguños, gruñidos y rasguños era todo lo que se escuchaba y eso fue lo que me despertó. Lo peor era que se escuchaba debajo de mi. Estaba confundida, pero recordé la historia…
No, eso era falso, pensé.

Cinto minutos. Diez minutos. Ya habían pasado diez minutos y seguía escuchándose eso.
Mañana era día de instituto, tenía que hacer algo.

Vamos Al, debe ser el gato. Me repetía una y otra vez. Por fin me arme del poco valor que tenía y me asome debajo de la cama.
Nada. No había absolutamente nada.

Me tranquilice al instante y cerré los ojos pero aun no lograba dormirme.
Al pasar un minuto, sentí que alguien respiro en mi oído.

-Lárgate de aquí Vero, déjame dormir –le dije a Veronica, que seguro solo trataba de molestarme.

-No deberías de a ver dicho que era estúpido – no era mi amiga – porque esto es real.

Mierda, era él. Todo era real.