This Time Aroundϟ - Novela Colectiva de Harry Potter

—¡Lorraine! ¡Más te vale que estés dormida!— grito una voz femenina, resonando en el pasillo.

—Patrice, ¡Es Lorrie!— grito exasperada la chica de cabellos castaños.

Lorraine observo el párrafo que había escrito, y suspiró. Sabía que era basura, peor que todo lo que había escrito en mucho tiempo. Insatisfecha, arrugo la hoja de papel del cuaderno, hasta convertirla en una bola, y la aventó hacia el bote de basura. Finalmente, apagó la lámpara, y se quedó acostada en su cama, viendo el techo.

Ella era una escritora de corazón, y había querido narrar uno de sus sueños más recientes, pero no se imaginaba como empezar. El sueño había sido recurrente las últimas dos semanas. Todo era por lo general borroso, todo el mundo se movía como sombras o fantasmas.

Lorrie se acomodó entre las sabanas de lana, con las manos descansando plácidamente sobre su abdomen. Su respiración era lenta. Lorrie cerró levemente los ojos, disfrutando del silencio nocturno. Una suave brisa se había colado por las persianas de la ventana, rozando la piel desnuda de los brazos de la castaña, enviándole un escalofrió por la espina dorsal. Inconscientemente alargo el brazo hacia un lado, arrastrando las yemas de los dedos por la áspera sabana lentamente en movimientos circulares. Alargo la mano hacia la izquierda, cuando sintió algo áspero apoderarse de sus dedos. Tiro de la sabana de seda con estrellas iluminadas hacia sí misma, enrollándose en el enredón tibio y caliente. Lorrie se hizo un ovillo en el lado lateral del marco de la cama, con los ojos aun cerrados. Podía escuchar el murmullo de la noche a través de la ventana entreabierta. Una fría brisa movía las copas de los árboles hacía que el susurro de la noche.

La puerta de su habitación estaba abierta con el rechinido insoportable de las bisagras de la puerta contra el viento, le recordó que una vez le oyó decir a su hermana que necesitaba repararla. Entrecerró los ojos ligeramente, para encontrar la habitación en penumbra, excepción de la luz que salía de debajo del delgado espacio entre el suelo y la madera de la puerta. Su habitación no era nada del otro mundo. Había una ventana y cortinas grises, descoloridas, mordisqueadas por las polillas, ondeando ante la fría brisa, una simple cama cubierta por sabanas blancas, situada en centro de la estancia junto a un pequeño tocador, cubierto de productos desconocidos y botellas de colores. Además había unos cuantos estantes guindados sobre la pared, sostenidos por anchos tablones de madera.

Lorraine se revolvió incómoda en la cama, escondiéndose más y más en las sábanas. Soltó un suspiro de cansancio, no lograba conciliar el sueño sin desarreglar las sabanas del enredón, con un bufido se incorporó, arrastrando las rodillas hacia su pecho, mientras se pasaba una mano por el cabello. La habitación estaba en penumbra y su hermana probablemente sumida en los brazos de Morfeo. Miro el reloj, las manecillas del reloj electrónico iluminada por la noche, marcaban las 11:30 P.M.

Lorrie se quitó las sábanas, mientras se paraba camino a la ventana. Abrió esta y salió de ella, sentándose en el tejado del pórtico de la casa. Empezó a observar las estrellas, en un intento de poder recuperar el sueño o simplemente matar el tiempo. Las estrellas tintineaban en el cielo nocturno, la luna iluminaba los campos hacia el horizonte, una suave brisa golpeo su rostro, mientras su cabello se despeinaba junto al viento nocturno.

A través del murmullo de la noche podía escuchar el rechinido estridente de la puerta principal de la casa.

La casa donde vivía era vieja; la bisabuela de Lorraine, Madeline Patrick, había vivido ahí con sus padres y hermanos, pero la había heredado al convertirse en adulta. Crió a su hija Elizabeth en esa casa, y Elizabeth crió a su hija Denaly, su madre, ahí. Sin embargo, Denaly, había decidido ir a la Universidad en Francia, donde conoció a Jared Holmes y se casó con él, un profesor en práctica que vivía cerca de ella. Se quedaron en Estados Unidos, y dieron a luz a sus dos hijas: Patrice y Lorraine.

Patrice tenía veintiséis años, y estaba estudiando derechos.

Pero la joven Lorrie, soñadora de catorce años, aspiraba a convertirse en novelista, para compartir sus historias con el mundo. A través de sus años escolares, sus maestros de ingles le habían recordado constantemente —Tienes un talento raro, Lorraine, ¡y necesitas mostrarlo!— Incluso había entrado en los raros concursos que se hacían de escritura en el país, pero Lorrie quería publicar un libro de verdad. Desafortunadamente para ella, jamás podía terminar las historias que empezaba. Por eso, esta noche de verano, Lorrie estaba intentando recordar su sueño lo más vívidamente posible.

Pero todo quedo simplemente como eso, un sueño. Después de la muerte de sus padres ella no volvió a ser la misma, por supuesto contaba con el amor de su hermana y su apoyo incondicional, pero nunca pudo superarlo.

Solo con el repentino pensamiento de sus padres, sintió una profunda punzada de dolor en su pecho, como si le hubieran clavado una cuchilla en el centro del corazón.

Pocas veces podía recordar el rostro de su madre, Denaly, solo escasos recuerdos manchados por la tinta del pasado. Sus ojos, los orbes grises y brillantes de su madre, acompañados por una cálida sonrisa, con los hoyuelos levemente marcados en sus mejillas ligeramente sonrojadas. El cabello castaño que Lorrie había heredado caía sobre los hombros de su madre en leves rizos, sus rasgos exóticos y cansados. Aun podía escuchar su dulce voz susurrándole palabras de aliento en su oído, ese cálido abrazo que le proporcionaba las noches, cuando, se levantaba bañada de sudor después de una horrible pesadilla. Su melodiosa voz cantándole frente al fuego, iluminada por los rescoldos que ardían tenuemente en la chimenea. Todo era como una vieja película en retroceso.

Entonces estaba su padre, Jared.

Su recuerdo era vagamente visible. Solo podía recordar los ojos marrones salpicados con motas verdosas que la chica había heredado. Su cabello azabache, siempre peinado hacia atrás con tanta gracia y sutileza. Él fue en que el inculco su pasión por la lectura, aquella pasión que había hecho de ella una niña llena de aspiraciones y anhelos para su futuro, o escuchando fascinada a su padre mientras él le explicaba cosas que ella no entendía. Así es como ella aprendió desde pequeña sobre la mitología griega, sobre los cuentos rusos, sobre los autores franceses, mientras que los cuentos de hadas fueron su principal afición.

Las lágrimas no tardaron en asomarse en los ojos de Lorrie, mientras la castaña trataba, sin éxito, ahogar un sollozo que amenazaba con escaparse de su garganta ligeramente contraída. Ella odiaba llorar y mostrarse débil. Una lagrima rodó por su mejilla ligeramente enrojecida. Se apoyó contra el marco de la ventana, escondiendo su rostro entre sus piernas, mientras abrazaba sus rodillas contra su pecho. Lorrie dejo que cada angustia se desvaneciera en cada lagrima que brotaba de sus ojos, solo necesitaba eso, ahogar cada una de las penas y sentimientos que se habían amontonado en su pecho.

No llores mas. Se dijo a mi misma, mientras mas lagrimas se deslizaban por sus mejillas. Una lágrima por sus padres, Una lágrima por ella.

Y es que desde la muerte de sus padres, lo único que llenaba aquel profundo vació en su pecho era, Harry Potter, ¿Porque tuvieron que irse y dejarla sola?, no lo sabia y nunca lo sabría, ahora lo único que podía hacer era refugiarse en el mundo de JK Rowling. Un mundo lleno de magia y fantasía, donde la magia si existía, donde los sueños mas preciados de los jóvenes niños se hacían realidad, cuando aquella carta adorada llegaba atadas a las patas de las lechuzas de voluminosos colores, aquella carta que cambiaba sus vidas, aquella carta que marcaría la vida de un joven niño y un futuro mago. Su mas pasión era la lectura. Y para ella la lectura era una forma de apartarse de la realidad, encerrándose en una burbuja de emoción y magia, algo que solía hacer para desahogar sus penas o debilidades.


La canción Fix You empezó a sonar en su mente mientras se escabullía a lavarse la cara en el baño. Se enjuago la cara, y cerro los ojos fuertemente, tal vez esperando que algún día, al hacer eso el dolor se volviera menor, no lo sabia. Lorrie continuo con los ojos cerrados, pringando su rostro con agua, para alejar aquel dolor que sentía en su corazón, abrió de nuevo los ojos, entrecerrando lentamente los ojos. Miro su reflejo en el espejo, claro, ahora tenía los ojos rojos. La canción aun seguía sonando en su mente cuando se recostó sobre la colcha de lana, cerro de nuevo los ojos y dejo que la música suplantara el dolor.

♡

Los primeros rayos de luz se filtraban por los huecos de la persiana e iluminaban la habitación de la chica, extendiendo su calor hacia el pequeño ovillo a un lado de la cama.


El despertador sonó de forma algo fuerte. De un manotazo Lorrie hizo que se callara.
Por eso cuando Lorrie se despertó aquella mañana, pronto, demasiado pronto teniendo encuentra a qué hora había conseguido dormirse.

Lorrie se estiro sintiéndose igual o peor que cuando se fue a la cama aquella noche. Se restregó los ojos con ambas manos y se quedó tumbada en la cama hasta sentirse un poco más despierta.

Se incorporó, apoyando el peso de su cuerpo contra el marco de la cama, sin ser consciente de lo que hacía aspiro llenando completamente sus pulmones y disfrutando del olor que había en su habitación. Lorrie se arrastró hacia el borde la cama, colocando sus pies desnudos en la fría madera del suelo. Se sobresaltó, al sentir un ligero cosquilleo en la palma de los pies, al tocar el material frió del suelo, un ligero escalofrió se extendió hasta su espina dorsal. Lorrie suspiro cansada, ella sabía lo que significaba.

El entumecimiento en las piernas había comenzado desde el inicio del verano, amortiguando sus dedos de los pies, causándole, que ella no pudiera sentirlos. Al principio pensó que no era nada más que el frío —casas como la de Lorrie estaban muy frescas durante las semanas sofocantes de verano— pero cuando se dio cuenta de que sus pies se habían congelado por completo, sabía que algo andaba mal, era un amargó presentimiento que se extendía por cada molécula de su cuerpo, obstruyendo así, su pecho levemente contraído.

La sensación no fue repentina, sino que se deslizaba lentamente, en cierto modo. Las habitaciones de su casa estaban equipadas con aire acondicionado, esa no pudo ser la causa, porque donde quiera que caminaba el frió indescriptible golpeaba sus pies con un ligero entumecimiento en las piernas, refrigerando sus pies como el hielo. Pensándolo bien, no podía recordar nada de lo que podría ser la causa de la rareza. Ninguna cantidad de calor o capas de calcetines podía calentarlos. No había una enfermedad o virus fatal que causara el repentino frió en sus pies, así que ignoró el problema y no le dijo a nadie, ni siquiera a su hermana. Además no dejaría que una simple anomalía le afectara su estado de ánimo.

Lorrie estaba a punto de asentarse de nuevo en las ondas de los sueños cuando la puerta de la habitación se abrió y una voz conocida, la sorprendió sin ninguna alerta.

—¡Es hora te levantarse, Pilla!— Lorrie soltó un grito de sorpresa mientras se apresuraba lo rápido que podía para escapar de los enredos de las mantas, cayendo en el proceso al duro suelo de madera, golpeando su cabeza contra la madera fría. La chica enfrente la miró con los ojos muy abiertos y una ligera carcajada escapo de sus labios.

—Eres muy torpe, ¿Lo sabias?— sonrió con diversión. Lorrie frunció el ceño, con las cejas ligeramente curvadas en disgusto mientras frotaba la parte posterior de su cabeza. Su cabeza palpitaba intensamente provocándole una pequeña mueca en las comisuras de su labio.

La chica tenía aproximadamente catorce años. Lorrie sonrió internamente, basando este juicio sobre las líneas de expresión alrededor de los ojos pero la falta de líneas de expresión entre las cejas. La castaña nunca había sido muy buena en la evaluación de la edad, pero siempre asumía las líneas de expresión y los rasgos exóticos de la juventud. La chica tenía el cabello castaño oscuro con rizos medianos que caían plácidamente más allá de los hombros. Tenía grandes ojos que eran de un gris profundo con ligeras motas verdosas salpicadas sobre sus orbes. Ella miraba con expectación a Lorrie, como si fuera algo divertido lo que estaba viendo. Sus labios se curvaron con fuerza, dejando al descubierto sus grandes dientes, pero perfectamente rectos.

—Eres tan divertida en las mañanas—, dijo riendo. Abriendo la puerta completamente, para mostrarse así misma, vestida con un par de pantalones jeans ajustados y una sudadera purpura.
— ¿Piensas dormir toda la mañana?—

—¿Qué haces aquí tan temprano?— Lorrie frunció el ceño con irritación.

—Patrice me ha dejado entrar, además, son las diez de la mañana, tonta. —se echó a reír Agnes con diversión escrita en su rostro. Lorrie soltó un bufido rodando hacia un lado. Agnes se detuvo enfrente de la sala, quedando a unos escasos centímetros de la castaña, mirando expectante a Lorrie.

—¿Qué?, te quedaras ahí mirándome como si tuviera monos en la cara ¿O me ayudaras a levantarme? No pienso quedarme todo un día tirada en el suelo, Nessie. — Lorrie exclamo con los dientes levemente apretados contra su labio inferior.

—¡No me digas así! — soltó Agnes, de pronto consciente de ese hecho, con los dientes ligeramente apretados. La aludida soltó una carcajada.

—Bah, supéralo Agnes. Estaré aquí todo el día esperando. — comentó Lorraine, con una mueca. Agnes se echó a reír mientras ayudaba a la castaña a incorporarse sobre la cama.

—¿Qué te trae por aquí? —cuestiono Lorrie con curiosidad mientras se sentaba a un lado del borde de la cama, señalando a su lado con su dedo ligeramente alargado, indicándole a su amiga que tomara asiento.

—Las chicas y yo hemos planeado tener una noche de pijamas y palomitas esta noche, ¿Te apuntas, Holmes?

—¿Es una broma?—bostezo con evidente cansancio Lorrie, mientras se apoyaba contra el marco de la cama. —¡Por supuesto que sí!

—No te alteres, chiquilla. Solo supuse que tendrías una excusa otra vez. —Agnes admitió con una mueca, mientras abrazaba un cojín contra su pecho.

—¿A que te refieres? —Lorrie pregunto confundida. Aunque en su interior, sabía perfectamente a lo que se refería Agnes. Ella era una mala mentirosa y esto no pasó desapercibido por su amiga. Agnes entreabrió los labios ligeramente para reprochar, pero ningún sonido vacío salió de sus labios. Lorrie oculto su rostro sintiéndose culpable.

—Últimamente te he visto muy cansada y casi siempre prefieres estar encerrada en casa. —Agnes susurro apenas audible para los oídos de los curiosos, pero demasiado claro para que Lorrie, entendiera sus palabras.

—Oh...

—Lorrie me preocupas, ¿estás bien? —Agnes insistió. Lorrie se quedó en silencio ante esa pregunta, sin desviar la mirada de la pared de color amarillo.

Y eso hacía que el estado de ánimo de Lorrie desmejorase mucho. Y eso a su amiga le preocupaba. Era consciente de la realidad de la chica, y aunque al principio le costaba asimilarlo, finalmente había entendido que esa era la razón por la que la chica permanecía en silencio, sin asimilar su propia realidad. Porque no debía ser fácil.

―Estaba pensando―musitó con fuerza la muchacha, carraspeando para sonreír al final―. Perdona, Ness―pronunció ella con un intento de tono inglés, haciendo que ella se riese entre dientes.

―Estoy preocupada por ti―susurró ella, apoyándose en la pared junto a ella―. No quiero que estés tan desanimada. En verdad, no me gusta verte así. Me da sensación de que va mal algo y…

―Quizás lo va y es eso lo que a la gente no le gusta ver―señaló Lorrie con un suspiro de por medio―, aunque no lo sé, Agnes. No tengo fuerzas de pararme a pensar en nada.

Agnes la observó con cierta pena, sin poder evitar posar su mano en el hombro de la chica. Lorrie giró un poco su cabeza, pero sin llegar a levantar su mentón, observando el gesto de la muchacha, aquella amiga que le daba todo su apoyo pasara lo que pasase. No fue capaz de evitar esbozar una sonrisa, Agnes se acercó y le dio unas cuantas palmaditas de consuelo en la espalda. Cerró los párpados por un momento, respirando con tranquilidad ante ese gesto que su amiga le había dedicado.

La morena suspiró entonces, cansada, y ante todo, dolida.

― ¿Estás bien, Lorrie? ―Quiso saber Agnes, frunciendo el ceño, preocupada. ―Lorrie ha hemos hablado de esto, puedes confiar en mi ¿Lo olvidas?.

―Ness, no te preocupes, son solo tonterías mías ―sonrió con tristeza, odiaba mentirle de esa manera a Agnes, una de sus mejores amigas, pero no soportaba que nadie la viera llorar y tan débil en esa forma. ―Solo se me ha hecho difícil conciliar el sueño estas últimas noches.

―¡Por favor, Lorraine! ―Agnes exclamo con irritación, perdiendo la paciencia por un momento. ―Te conozco demasiado para saber que estas mintiendo.

―¿Qué? Acaso vienes a acosarme o ¿Eres una especie de detective? ― soltó Lorrie de repente con un movimiento brusco de las manos, respirando con dificultad.

―Ese no es el punto.

―El punto es que te preocupas demasiado ―Lorrie desafío a su amiga, chasqueando la lengua con irritación.

―No soy la única. Hasta las chicas te han notado rara desde hacia unas semanas ―Agnes comento, llegando al grano del asunto. ―Inclusive Scarlett, que pareciera como si nada le importara, sabe que estas actuando extraño.

―Solo estoy cansada, eso es todo, he sentido un amargo presentimiento, no es nada. ―Lorrie admitió de una vez por todas.

―Déjame adivinar, ¿El entumecimiento en tus piernas? —cuestiono Agnes con preocupación, Lorrie asintió levemente con un simple movimiento de su cabeza en afirmación. —Al menos, ¿Has hablado con Patrice?.

Lorrie meneo la cabeza hacia un lado, escondiendo su rostro entre las palmas de las manos. Agnes la miro con expectación y evidente enojo en su rostro.

—Eres demasiado terca, Lorraine. —mascullo la chica.— Ya hemos hablado de esto, ¿Y si terminas haciendote daño? Deberias hablar con tu hermana.

—Y tu te preocupas demasiado. —suspiro la castaña.— Es simplemente una anomalía del clima, no te preocupes.

—Si tu lo dices —rodó los ojos con indignación la chica de cabellos castaños.—¿A que hora piensas bañarte? Ya ha empezado a oler a estragos por aquí — soltó Agnes tapándose la nariz con dos dedos de la mano mientras batía el aire con una mano, como si un olor desagradable se hubiera filtrado por la ventana ligeramente entreabierta.

—¡Cállate tonta! —Lorrie exclamo, dándole un ligero golpecito en el hombro.— Dame cinco minutos ¿Si?.

Agnes asintió con una leve inclinación hacia un lado, antes de levantarse de la cama y cerrar la puerta de madera detrás de ella dejando a Lorrie completamente sola en la habitación.

Sigue Polly