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"Una Calentona Anda Suelta" (Joe,Nick & Tú)
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
Página 1 de 1. • Comparte
"Una Calentona Anda Suelta" (Joe,Nick & Tú)
Hola chicas, soy la misma de "Desnuda en mi Cumpleaños♥"
Novela: Una Calentona Anda Suelta♥.
Autor: Estrella_jonas.
Género: Solo mayores.
Tipo: One-shot.
~Una Calentona Anda Suelta♥~
Joe,Nick & Tú.
(TN) salió del recinto del hotel y caminó cuesta arriba sin mirar atrás. Aunque aquel complejo turístico español tenía todo lo que se pudiera necesitar, se estaba volviendo loca aburrida dentro. Ya había pasado demasiado tiempo holgazaneando y tomando cañas. Había accedido a estar en ese plan durante toda una semana, pero ya no podía más. Además, para su desgracia, no había ningún hombre que mereciera la pena, de modo que tras anunciarle a Amy, su compañera en los ritos de adoración al sol, que se largaba para procurarse algo de diversión, la dejó tirada en la tumbona con unas cuantas revistas para entretenerse.
Se enfundó un vestido negro muy sexy, se calzó unos tacones, se pintó los labios con la barra más roja que tenía y agarró las tarjetas de crédito. Amy le dijo adiós con una sonrisa cómplice, como si hubiera sabido desde el primer momento que acabaría abandonándola.
(TN) subió la cuesta con la sensación de haber se escapado de la cárcel. Después de haber perdido una semana haciendo el vago en la piscina, la adrenalina le corría por las venas, y las ganas de juerga que notaba en su interior la hacían renacer de sus cenizas.
«Marcha» se dijo en bajito mientras se dirigía a la zona de tiendas y bares. «Marcha española, eso es lo que necesito.» Aunque el hotel estaba ubicado en una zona residencial y por tanto bastante tranquila, (TN) confiaba en pasárselo bien. Era la típica persona que podía montar una buena fiesta si encontraba quien la acompañara. Tenía la teoría de que la gente con ganas de marcha acababa juntándose siempre como por arte de magia; de modo que todo era cuestión de buscarla.
Lo de irse de compras resultó provechoso. En dos horas se gastó los cuartos en una tienda de ropa de diseño, en un mercadillo y en la frutería; y, además, se tomó unos cócteles en un par de bares. En el primero había jugado al blackjack con el camarero. En el segundo estuvo bailando, al ritmo de la música de guitarra flamenca que eligió en la gramola, junto a tres abueletes de ojos vivarachos a los que escuchaba tararear las melodías. Y no le costó mucho animarlos. La cosa iba bien.
Lamentablemente, los abueletes se despidieron con un abrazo y se fueron a dormir la siesta. Según le aseguraba el camarero, los había dejado contentos para el resto del día. Al cabo de un rato, privada ya de la compañía de los ancianos, también ella se retiró. Recorrió las abarrotadas calles comerciales hasta llegar a una parte más residencial, con espaciosos chalés de lujo parapetados detrás de unos muros que hacían que parecieran fincas.
¿Eso era todo? Bueno, la verdad es que se había entretenido un rato, así que no podía quejarse. Sin embargo, justo en el momento en que se decidía a volver con Amy, se fijó en un par de chicos que venían de frente. Estaban bastante bien, parecían de por allí: tez más bien oscura y pinta de espabilados. Llevaban ropa de marca y el pelo de punta para llamar la atención, así que (TN) les dedicó una sonrisa de aprobación. Ellos aminoraron el paso y se quedaron mirándola. Ella se echó a un lado del estrecho camino y ellos hicieron lo mismo al tiempo que se cuchicheaban algo. Su apetito sexual resultaba evidente. (TN) pasó justo en medio de ellos, rozándolos a ambos. El más alto logró acariciarle un pecho con el brazo.
Estos esbeltos "latín lovers" estaban ansiosos, vaya si lo estaban. Y encima eran dos. Al pensarlo se le hizo la boca agua. Miró un segundo hacia atrás y vio que uno de ellos también se había dado la vuelta y se dirigía hacia ella. Traía una picara y abierta sonrisa, y las gafas de sol a media nariz dejaban ver sus ojos. Si el chico iba buscando guerra, había acertado: había elegido a la chica adecuada. (TN) se paró de repente, puso los brazos en jarras y se quedó mirándolo.
-Buenas, ¿te has perdido? ¿Puedo echarte una mano?
El otro amigo había desaparecido. (TN) se preguntó si se habría quedado esperando a ver qué tal le iba a su compañero con ella, o si es que no se atrevía.
-¿Hay algo que ver por aquí que merezca la pena? -le preguntó mientras observaba su cuerpo prieto.
Si él se veía capaz de seducir a una chica mayor que él, no sería ella quien le pusiera trabas. (TN) se irguió, ligeramente ladeada hacia atrás, y empezó a abanicarse con una revista que llevaba en una de las bolsas, golpeándose el pecho con ella suavemente en cada movimiento.
El chico sonrió aún más, relajó la pose y se inclinó hacia ella para reducir la distancia que los separaba. Estaba claro que asumía que había conseguido conquistarla al desplegar sus encantos.
-Puedo enseñarte todo esto -ofreció mientras sus manos acompañaban la invitación con el gesto-; hay un parque aquí al lado, ¿te apetece verlo?
(TN) se le acercó y le retiró las gafas de sol para verle aquellos profundos ojos cafess que, para su sorpresa, la observaban fijamente. Le guardó las gafas en el bolsillo de la camisa y se tomó un momento para apreciar el cuerpo que tenía delante mientras le pasaba el dorso de la mano por los pectorales.
-¿Y tu amigo? -se interesó tras seguir manoseándole el cuello de la camisa-, ¿le gustaría venirse a él también? -preguntó, con una ceja arqueada, para asegurarse de que el chico comprendía adonde quería llegar.
-Claro, Joe se viene también, si tú quieres...
-Estás intentando ligar conmigo, ¿no?
-A lo mejor -respondió, y esbozó de nuevo una sonrisa.
-¿Cuántos años tienes?
-Dieciocho. -Pero acto seguido frunció el ceño y negó con la cabeza-: No, diecinueve.
(TN) volvió a arquear la ceja.
-¿No lo sabes?
El, sonrojado, se rió.
-Es que los cumplo hoy, y se me había olvidado -aclaró tras encogerse de hombros.
-Así que hoy es tu cumpleaños, ¿eh? -confirmó, invadida por la sensación de que sabía con qué regalo de cumpleaños soñaban todos los tíos-. Si te parece, ya pienso yo en cómo podemos celebrarlo.
El chico asintió sin poder evitar que se le entreabriera la boca y se le dilataran las pupilas.
Esto sí que era como salir de la cárcel. Le sacaba siete años, pero unos siete años esenciales en este caso. ¿Tenía tanto desparpajo como aparentaba? ¿Cómo reaccionaría si ella le tiraba los tejos en condiciones? Quería respuestas para todas esas preguntas; ¡se lo estaba pasando en grande!
-Y tu amigo Joe, ¿cuántos años tiene?
-Diecinueve, es un mes mayor que yo.
-Ya, pero tú eres el valiente, ¿no?
Ella se acercó un poco más y contempló el cuerpazo del chico mientras le pasaba un dedo por la mandíbula, con lo que éste se puso como una moto: se le iban tensando los músculos como respuesta al tacto de (TN), que le dedicó una sonrisa.
-¿Qué tal si llamamos a Joe? Si no, va a pensar que lo dejamos de lado, ¿no crees?
El chico asintió, pero se quedó mirándola fijamente.
(TN) miró colina abajo y llamó:
-¡Joe!
Al instante, éste asomó la cabeza en una esquina. Una vez hubo comprobado que su amigo lo invitaba con un gesto, salió sigilosamente de su escondite.
-¿Y tú como te llamas, cumpleañero? -quiso saber entretanto.
-Nick -respondió con la mirada fija en la mano que ahora se acariciaba el escote.
Joe se acercó y miró a su amigo con curiosidad. (TN) se dirigió entonces a él:
-Nick me ha dicho que tú podías enseñarme el parque. ¿Queda muy lejos?
Los chicos hicieron planes en voz baja, asintieron, le indicaron que los siguiera y se pusieron en marcha. Iban hablando mientras caminaban y parecían no ponerse de acuerdo sobre qué procedimiento debían seguir.
(TN) sonrió para sí al corroborar que daban por supuesto que ella no sabía interpretar sus gestos, a pesar de que resultaba obvio que no tenían muy claro cuál debía ser el siguiente paso en el juego de seducción con la guiri a la que tan gallardamente acababan de abordar.
Llegaron al parque en un par de minutos, pero no había ni un alma, probablemente por el calor del mediodía.
Una vez hubieron atravesado la verja de entrada, se quedaron allí quietos, con las manos en los bolsillos delanteros en un gesto que delataba su nerviosismo. (TN) echó un vistazo a su alrededor. El lugar que parecía más recogido se encontraba al final de la zona de césped, cobijado por dos sauces llorones.
-¿Nos sentamos un ratito a la sombra? -propuso, y señaló la zona arbolada-, parece un sitio estupendo para descansar, ¿no?
Los chicos intercambiaron miradas y Nick no pudo evitar sonreír con deseo.
-Claro, vamos allí a sentarnos un poco.
Luego se colocó al lado de (TN) para atravesar juntos el césped. Joe se situó detrás de ellos y, aunque el sitio estaba desierto, se mantenía vigilante ante los posibles paseantes, como si se tratara de un agente secreto en una misión.
(TN) pasó los dedos por las frágiles y verdosas ramas del sauce, que el viento mecía con suavidad, y aspiró el olor a savia fresca que desprendían. Luego apartó la cortina que formaban y, al agacharse para entrar en el oscuro refugio, notó la caricia de las hojas en sus hombros.
Se giró hacia los dos chicos, que la habían seguido hasta allí: estaban quietos, de pie uno al lado del otro, bañados por la tenue luz al cobijo del sauce, a unos pasos de (TN). Joe seguía con las manos metidas en los bolsillos y Nick, que tenía los brazos cruzados, tenía clavados sus ojos de largas y oscuras pestañas en la chica.
-¡Es el sitio perfecto para celebrar el cumpleaños de Nick!
Nick dejó escapar una sonrisa.
(TN) tiró las bolsas al suelo y estiró la espalda.
-¿Tienes novia?
Joe asintió y Nick se quedó mirándolo sorprendido.
-Estaba con una, pero se ha ido a vivir a Madrid -explicó.
(TN) hizo un gesto de aprobación. Nick no hizo ningún comentario, y ella no insistió. El chico no despegaba la mirada de su pecho y ella sabía que el corpiño del vestido de tirantes que llevaba puesto lo realzaba. Había llegado el momento de subir las apuestas y hacer que el chiquillo se acordara para siempre de aquel cumpleaños.
-Me estás mirando las tetas -soltó ella mientras se las aferraba con las manos-; eso me gusta, Nick, y a ellas les encanta, igual que cuando me las toco -añadió al tiempo que se las palpaba a través de la tela.
Ambos se imaginaron lo que vendría después y la temperatura de la escena se elevó de golpe.
-Tú te tocas, ¿verdad, Nick?
El chico cambió de actitud y en la cara se le dibujó un gesto de culpabilidad.
-No pasa nada, cielo. Todo el mundo lo hace. Es fantástico que uno pueda correrse por sus propios medios. No tienes de qué avergonzarte.
Escuchaban atentamente todas sus palabras, entre sorprendidos y encantados.
-Si no sabes mimar tu propio cuerpo, ¿cómo vas a mimar el de otra persona... ? -concluyó.
Luego se paso la mano por la parte de atrás del cuello. Ellos estaban tan tensos como unas flechas a punto de salir disparadas de un arco. (TN) emitió una risita y apoyó la espalda en el tronco del sauce.
-Joe, ¿y a ti? ¿Te gusta darte placer?
-¿Darme placer?
-Cascártela, hacerte pajas, sacudírtela.
-Masturbarte -trató de aclarar Nick.
Después de dudarlo un instante, Joe asintió.
(TN) se ajustó el vestido por debajo de las caderas y preguntó:
-¿Y lo haces a menudo? ¡Dale hombre, confiesa! -le ordenó, con un gesto pícaro.
-Todos los días -intervino Nick en voz baja, con lo que llamó de nuevo la atención de ella-, ¿por?
Su voz sonaba tan contenida como inhibido estaba su cuerpo. (TN) se percató del bulto que sobresalía de sus vaqueros y se lo hizo notar abriendo exageradamente los ojos.
-Me pongo caliente al imaginarme cómo lo hacen -susurró además-; se me calienta todo esto -especificó señalándose la zona del pubis.
Acto seguido, se metió el vestido entre los muslos. Sabía que, como no llevaba ropa interior, ellos notarían que el tejido se le ajustaba a las ingles.
-Me estoy poniendo como una moto de pensar en sus pajas. Cuentenme cómo lo hacen -(TN) iba moviendo su mano de adelante atrás-. Si me lo cuentan, les enseño hasta qué punto me excita.
-Yo, o lo hago, o me vuelvo loco -explicó Nick, fascinado por el movimiento de la mano de (TN).
Ella empezó a subirse la falda del vestido restregando la tela contra los muslos a conciencia. Nick gimió al descubrir que su sexo quedaba al descubierto. (TN) se colocó el tejido alrededor de la cintura, lo sujetó con los codos y luego se recorrió las caderas con las manos.
-¿Te gustaría ver cómo me masturbo, Nick? A mi me encantaría ver cómo lo haces tú. Enséñamelo anda.
Aunque Nick estaba flipando y tenía los vaqueros a punto de estallar, parecía necesitar que lo animaran aun mas.
-Tú quieres enseñármelo, NIck, ¿a que sí?, y yo quiero verlo -continuó mientras se abría los labios del coño con los dedos.
Luego se apretó el clítoris ya hinchado y se acomodo reclinándose totalmente contra el tronco del sauce y estirando más las piernas.
Nick permanecía boquiabierto, mirándola con lujuria. La falta de experiencia era lo único que lo frenaba para lanzarse sobre ella.
-¿No estás deseando sacudírtela?
Nick se ruborizó. No apartaba los ojos, oscuros y azules como el cobalto, de aquel coño abierto para él.
-¡ Claro! -farfulló él.
Boquiabierto y jadeante por el deseo, se quitó los vaqueros con torpeza y cerró los ojos con fuerza al empuñarse la polla en erección.
Aunque (TN) ya estaba caliente, pensar en el efecto que provocaba en ellos aumentaba su excitación. Sin dejar de mirar a Nick, continuó frotándose lánguidamente el clítoris y los húmedos y resbaladizos pliegues de su sexo.
-Tienes una polla preciosa, Nick. De verdad es preciosa.
Sin dejar de sacudírsela, dura como la tenía, Nick avanzó hacia (TN) tambaleándose y se pasó la lengua por los labios.
-Por favor... -pidió con ojos anhelantes.
¡Era tan correcto! Escucharlo implorar con aquella urgencia ablandó a (TN), que contestó:
-Anda, ven, saboréame.
Nick se arrodilló y, con premura, hundió la cara en el coño de la chica. (TN) sintió entre los dedos la lengua que le lamía el sexo y se introducía entre los pliegues palpitantes. El movió los labios con ansiedad y probó aquello que tanto quería. Enseguida se irguió y, en un gesto tentador, colocó la polla sobre el clítoris; luego echó la cabeza hacia atrás... y (TN) notó el chorro de semen salpicándole las piernas.
Las breves sacudidas de Nick la embriagaron proporcionándole un deleite inesperado y no pudo reprimir un gemido acalorado y delirante. Estaba excitada, a mil, y quería más. Miró entonces a Joe, que permanecía petrificado, agonizando de envidia y de ganas al ver a su amigo.
-Acércate si quieres, guapo.
Nick seguía arrodillado, empuñándose el pene aún empalmado, y atento a la situación. Joe se aproximó. (TN) le tomó la mano y se la puso sobre el coño.
-¿Te gusta? -le preguntó mientras lo animaba a frotárselo.
-Sí -respondió con los dientes apretados.
NIck se adelantó y le levanto el vestido hasta las caderas, con lo que le liberó las manos. (TN) comenzó a restregar la espalda contra el tronco del árbol, describiendo movimientos giratorios con las caderas sobre los dedos de Joe, que, con el rostro atormentado por la lascivia, se apretó contra ella empotrándola contra el sauce.
-Quieres que te la meta, ¿verdad? -retó de repente-. Sé hacerlo.
El vicio que reflejaban sus pupilas, sus ganas contenidas y su coraje desarmaron a (TN).
-Túmbate -dirigió ella mientras lo empujaba sobre la hierba.
Nick seguía mirando, en la misma posición que antes y con las mejillas encendidas.
En cuanto Joe se echó hacia atrás, (TN) le abrió los pantalones de un tirón. La punta de la polla apareció hinchada, dura, lista. Ella rió extasiada, arrebatada por la situación, y lo montó. Al introducir el pene, Joe gritó de placer. (TN) se clavó con fuerza y empezó a moverse con rapidez, inclinándose hacia el cuerpo del chico a medida que aumentaba la agitación.
-¡Oh, sí! -gimió (TN) al sentir las oleadas de calor recorriéndola.
Joe, con la polla como una piedra y los músculos tensos, la miraba fascinado mientras trataba de incorporarse.
(TN) se elevó y volvió a encajarse.
-¿Te gusta?
-Más fuerte, más fuerte -pidió él con la cara contraída por el placer.
(TN) recolocó las caderas y cabalgó sobre él con más rapidez. Joe se agarró con los puños a la hierba que crecía a ambos lados; estaba atrapado sin remedio entre sus piernas. (TN) notó que la polla se iba llenando dentro de ella y se apretó más contra el cuerpo de él, con lo que pudo sentir como subían los testículos de Joe y golpeaban, duros, contra sus nalgas.
También Joe movía ahora las caderas, tenía que correrse ya, o no soportaría el dolor.
(TN) se inclinó hacia atrás, curvándole el miembro al hacerlo, para ayudarlo.
-Tienes una polla de cine, Joe. Está tan dura que me chorrea el coño -le susurró entre gemidos.
Con el comentario, Joe estalló, y sus gritos, casi angustiados, se elevaron entre las ramas del sauce.
(TN), que aún no se había corrido y seguía excitada, se retiró, se tumbó sobre la hierba y empezó a tocarse con fuerza. El clítoris le latía. Lo frotó en círculos buscando el placer. En el ambiente cálido se percibía el punzante olor a sexo, entremezclado con el aroma que desprendía la savia de los árboles. (TN) estaba fuera de sí. Levantó las rodillas, separó los muslos y los dejó caer, desplegada por completo.
Abrió los ojos para mirar el lienzo que dibujaba el verde de las ramas del sauce mecidas por el viento en el azul brillante del cielo. De repente, notó una caricia en la parte interna de los muslos y descubrió a Nick que, dispuesto a llevarla al climax, se arrodillaba sobre ella sin dejar de fijarse en los dedos de (TN), que seguían moviéndose. Aunque tenía el pene como una estaca y a pesar de la apremiante visión de aquellas caderas, Nick esperó su reacción. Tenía el pene fuerte y precioso, erecto y preparado para ella de nuevo.
-Hola, cumpleañero -le susurró- ¿Qué te han regalado hoy?
Nick parpadeó divertido y contestó:
-A ti.
(TN) estuvo de acuerdo.
-Una calentona oficial; ésa soy yo.
Nick se acariciaba la polla.
-Espero que lo estés disfrutando -añadió con un guiño-. Venga, vamos -lo invitó tendiéndole la mano.
El murmuró algo ininteligible y se tumbó sobre (TN), que bramó de gusto cuando sintió el miembro de Nick en su clítoris hinchado y carnoso. Lo guió hasta el lugar adecuado y lo abrazó con las piernas desnudas cuando él se hundió en ella entre gemidos de satisfacción. Nick apoyó la cara en el cuello de (TN), la mordisqueó con ansiedad y empezó a empujar vigorosamente con las caderas. Estiró los brazos para poder mirarla mientras follaba, extasiado por el efecto que ella ejercía sobre él. Los empujones eran cada vez más fuertes, tan rápidos y potentes que (TN) iba excitándose cada vez más; tenía el coño ardiendo.
-Esto es estupendo -gimió en su delirio con los ojos encadenados a los de él, para dejarle comprobar lo que estaba haciendo con ella, y con la espalda arqueada para que la embistiera por completo.
-Me voy a correr, Nick; vas a hacer que me corra.
Cada vez que él entraba y salía, se escuchaba el sonido batiente de los labios del coño empapado. Y llegó el momento. El clítoris empezó a vibrar mientras su sexo se contraía una y otra vez. (TN) alcanzaba el orgasmo.
-¡Joder, joder! -gritó Nick.
Entonces fue ella la que notó la sucesión de sacudidas cuando él obtenía el suyo. El cuerpo de Nick se convulsionaba sin control mientras de su boca salían maldiciones sin parar. Nada más retirarse, el semen se derramó a borbotones sobre la hierba; al final, Nick dejó escapar un grito potente y gutural que duró hasta que su cuerpo dejó de estremecerse y sus brazos dejaron de temblar violentamente. Acto seguido, se desplomó sobre (TN), que sonrió complacida y lo acarició.
-¿Puedo besarte? -oyó.
Era Joe, que, inclinado sobre ella, la estaba mirando. Después de todo, el tímido Joe había resultado ser el más atrevido; había sido el primero en pedirle un polvo.
Con un gesto, ella le indicó que se acercara y lo agarró del cuello cuando él se aproximó a besarla. Justo cuando lo estaba incitando con la lengua para que le metiera la suya en la boca, (TN) notó a Nick en el cuello.
Murmuraba algo contra su nuca.
-¿Cómo?
Nick levantó la cabeza y explicó:
-He dicho que eres el mejor regalo de cumpleaños que he tenido en mi vida, calentona.
-Estupendo.
-El mío es mañana -bromeó Joe.
(TN) se echó a reír, aturdida por el placer.
-Si, claro, seguro - respondio, y le guiño un ojo a Nick que le habia dicho que Joe era un mes mayor que él.
-Va en serio.
(TN) suspiró encantada y se estiró perezosamente sobre el césped. Mi misión aquí aún no ha terminado, pensó para sí entre risas.
-En ese caso, nos cae de maravilla que el avión de la calentona no salga hasta pasado mañana.
Joe y Nick se alegraron y chocaron los cinco por encima del cuerpo de (TN). Como ella decía siempre, la gente con ganas de fiesta siempre acaba juntándose.
FIN♥.
Novela: Una Calentona Anda Suelta♥.
Autor: Estrella_jonas.
Género: Solo mayores.
Tipo: One-shot.
~Una Calentona Anda Suelta♥~
Joe,Nick & Tú.
(TN) salió del recinto del hotel y caminó cuesta arriba sin mirar atrás. Aunque aquel complejo turístico español tenía todo lo que se pudiera necesitar, se estaba volviendo loca aburrida dentro. Ya había pasado demasiado tiempo holgazaneando y tomando cañas. Había accedido a estar en ese plan durante toda una semana, pero ya no podía más. Además, para su desgracia, no había ningún hombre que mereciera la pena, de modo que tras anunciarle a Amy, su compañera en los ritos de adoración al sol, que se largaba para procurarse algo de diversión, la dejó tirada en la tumbona con unas cuantas revistas para entretenerse.
Se enfundó un vestido negro muy sexy, se calzó unos tacones, se pintó los labios con la barra más roja que tenía y agarró las tarjetas de crédito. Amy le dijo adiós con una sonrisa cómplice, como si hubiera sabido desde el primer momento que acabaría abandonándola.
(TN) subió la cuesta con la sensación de haber se escapado de la cárcel. Después de haber perdido una semana haciendo el vago en la piscina, la adrenalina le corría por las venas, y las ganas de juerga que notaba en su interior la hacían renacer de sus cenizas.
«Marcha» se dijo en bajito mientras se dirigía a la zona de tiendas y bares. «Marcha española, eso es lo que necesito.» Aunque el hotel estaba ubicado en una zona residencial y por tanto bastante tranquila, (TN) confiaba en pasárselo bien. Era la típica persona que podía montar una buena fiesta si encontraba quien la acompañara. Tenía la teoría de que la gente con ganas de marcha acababa juntándose siempre como por arte de magia; de modo que todo era cuestión de buscarla.
Lo de irse de compras resultó provechoso. En dos horas se gastó los cuartos en una tienda de ropa de diseño, en un mercadillo y en la frutería; y, además, se tomó unos cócteles en un par de bares. En el primero había jugado al blackjack con el camarero. En el segundo estuvo bailando, al ritmo de la música de guitarra flamenca que eligió en la gramola, junto a tres abueletes de ojos vivarachos a los que escuchaba tararear las melodías. Y no le costó mucho animarlos. La cosa iba bien.
Lamentablemente, los abueletes se despidieron con un abrazo y se fueron a dormir la siesta. Según le aseguraba el camarero, los había dejado contentos para el resto del día. Al cabo de un rato, privada ya de la compañía de los ancianos, también ella se retiró. Recorrió las abarrotadas calles comerciales hasta llegar a una parte más residencial, con espaciosos chalés de lujo parapetados detrás de unos muros que hacían que parecieran fincas.
¿Eso era todo? Bueno, la verdad es que se había entretenido un rato, así que no podía quejarse. Sin embargo, justo en el momento en que se decidía a volver con Amy, se fijó en un par de chicos que venían de frente. Estaban bastante bien, parecían de por allí: tez más bien oscura y pinta de espabilados. Llevaban ropa de marca y el pelo de punta para llamar la atención, así que (TN) les dedicó una sonrisa de aprobación. Ellos aminoraron el paso y se quedaron mirándola. Ella se echó a un lado del estrecho camino y ellos hicieron lo mismo al tiempo que se cuchicheaban algo. Su apetito sexual resultaba evidente. (TN) pasó justo en medio de ellos, rozándolos a ambos. El más alto logró acariciarle un pecho con el brazo.
Estos esbeltos "latín lovers" estaban ansiosos, vaya si lo estaban. Y encima eran dos. Al pensarlo se le hizo la boca agua. Miró un segundo hacia atrás y vio que uno de ellos también se había dado la vuelta y se dirigía hacia ella. Traía una picara y abierta sonrisa, y las gafas de sol a media nariz dejaban ver sus ojos. Si el chico iba buscando guerra, había acertado: había elegido a la chica adecuada. (TN) se paró de repente, puso los brazos en jarras y se quedó mirándolo.
-Buenas, ¿te has perdido? ¿Puedo echarte una mano?
El otro amigo había desaparecido. (TN) se preguntó si se habría quedado esperando a ver qué tal le iba a su compañero con ella, o si es que no se atrevía.
-¿Hay algo que ver por aquí que merezca la pena? -le preguntó mientras observaba su cuerpo prieto.
Si él se veía capaz de seducir a una chica mayor que él, no sería ella quien le pusiera trabas. (TN) se irguió, ligeramente ladeada hacia atrás, y empezó a abanicarse con una revista que llevaba en una de las bolsas, golpeándose el pecho con ella suavemente en cada movimiento.
El chico sonrió aún más, relajó la pose y se inclinó hacia ella para reducir la distancia que los separaba. Estaba claro que asumía que había conseguido conquistarla al desplegar sus encantos.
-Puedo enseñarte todo esto -ofreció mientras sus manos acompañaban la invitación con el gesto-; hay un parque aquí al lado, ¿te apetece verlo?
(TN) se le acercó y le retiró las gafas de sol para verle aquellos profundos ojos cafess que, para su sorpresa, la observaban fijamente. Le guardó las gafas en el bolsillo de la camisa y se tomó un momento para apreciar el cuerpo que tenía delante mientras le pasaba el dorso de la mano por los pectorales.
-¿Y tu amigo? -se interesó tras seguir manoseándole el cuello de la camisa-, ¿le gustaría venirse a él también? -preguntó, con una ceja arqueada, para asegurarse de que el chico comprendía adonde quería llegar.
-Claro, Joe se viene también, si tú quieres...
-Estás intentando ligar conmigo, ¿no?
-A lo mejor -respondió, y esbozó de nuevo una sonrisa.
-¿Cuántos años tienes?
-Dieciocho. -Pero acto seguido frunció el ceño y negó con la cabeza-: No, diecinueve.
(TN) volvió a arquear la ceja.
-¿No lo sabes?
El, sonrojado, se rió.
-Es que los cumplo hoy, y se me había olvidado -aclaró tras encogerse de hombros.
-Así que hoy es tu cumpleaños, ¿eh? -confirmó, invadida por la sensación de que sabía con qué regalo de cumpleaños soñaban todos los tíos-. Si te parece, ya pienso yo en cómo podemos celebrarlo.
El chico asintió sin poder evitar que se le entreabriera la boca y se le dilataran las pupilas.
Esto sí que era como salir de la cárcel. Le sacaba siete años, pero unos siete años esenciales en este caso. ¿Tenía tanto desparpajo como aparentaba? ¿Cómo reaccionaría si ella le tiraba los tejos en condiciones? Quería respuestas para todas esas preguntas; ¡se lo estaba pasando en grande!
-Y tu amigo Joe, ¿cuántos años tiene?
-Diecinueve, es un mes mayor que yo.
-Ya, pero tú eres el valiente, ¿no?
Ella se acercó un poco más y contempló el cuerpazo del chico mientras le pasaba un dedo por la mandíbula, con lo que éste se puso como una moto: se le iban tensando los músculos como respuesta al tacto de (TN), que le dedicó una sonrisa.
-¿Qué tal si llamamos a Joe? Si no, va a pensar que lo dejamos de lado, ¿no crees?
El chico asintió, pero se quedó mirándola fijamente.
(TN) miró colina abajo y llamó:
-¡Joe!
Al instante, éste asomó la cabeza en una esquina. Una vez hubo comprobado que su amigo lo invitaba con un gesto, salió sigilosamente de su escondite.
-¿Y tú como te llamas, cumpleañero? -quiso saber entretanto.
-Nick -respondió con la mirada fija en la mano que ahora se acariciaba el escote.
Joe se acercó y miró a su amigo con curiosidad. (TN) se dirigió entonces a él:
-Nick me ha dicho que tú podías enseñarme el parque. ¿Queda muy lejos?
Los chicos hicieron planes en voz baja, asintieron, le indicaron que los siguiera y se pusieron en marcha. Iban hablando mientras caminaban y parecían no ponerse de acuerdo sobre qué procedimiento debían seguir.
(TN) sonrió para sí al corroborar que daban por supuesto que ella no sabía interpretar sus gestos, a pesar de que resultaba obvio que no tenían muy claro cuál debía ser el siguiente paso en el juego de seducción con la guiri a la que tan gallardamente acababan de abordar.
Llegaron al parque en un par de minutos, pero no había ni un alma, probablemente por el calor del mediodía.
Una vez hubieron atravesado la verja de entrada, se quedaron allí quietos, con las manos en los bolsillos delanteros en un gesto que delataba su nerviosismo. (TN) echó un vistazo a su alrededor. El lugar que parecía más recogido se encontraba al final de la zona de césped, cobijado por dos sauces llorones.
-¿Nos sentamos un ratito a la sombra? -propuso, y señaló la zona arbolada-, parece un sitio estupendo para descansar, ¿no?
Los chicos intercambiaron miradas y Nick no pudo evitar sonreír con deseo.
-Claro, vamos allí a sentarnos un poco.
Luego se colocó al lado de (TN) para atravesar juntos el césped. Joe se situó detrás de ellos y, aunque el sitio estaba desierto, se mantenía vigilante ante los posibles paseantes, como si se tratara de un agente secreto en una misión.
(TN) pasó los dedos por las frágiles y verdosas ramas del sauce, que el viento mecía con suavidad, y aspiró el olor a savia fresca que desprendían. Luego apartó la cortina que formaban y, al agacharse para entrar en el oscuro refugio, notó la caricia de las hojas en sus hombros.
Se giró hacia los dos chicos, que la habían seguido hasta allí: estaban quietos, de pie uno al lado del otro, bañados por la tenue luz al cobijo del sauce, a unos pasos de (TN). Joe seguía con las manos metidas en los bolsillos y Nick, que tenía los brazos cruzados, tenía clavados sus ojos de largas y oscuras pestañas en la chica.
-¡Es el sitio perfecto para celebrar el cumpleaños de Nick!
Nick dejó escapar una sonrisa.
(TN) tiró las bolsas al suelo y estiró la espalda.
-¿Tienes novia?
Joe asintió y Nick se quedó mirándolo sorprendido.
-Estaba con una, pero se ha ido a vivir a Madrid -explicó.
(TN) hizo un gesto de aprobación. Nick no hizo ningún comentario, y ella no insistió. El chico no despegaba la mirada de su pecho y ella sabía que el corpiño del vestido de tirantes que llevaba puesto lo realzaba. Había llegado el momento de subir las apuestas y hacer que el chiquillo se acordara para siempre de aquel cumpleaños.
-Me estás mirando las tetas -soltó ella mientras se las aferraba con las manos-; eso me gusta, Nick, y a ellas les encanta, igual que cuando me las toco -añadió al tiempo que se las palpaba a través de la tela.
Ambos se imaginaron lo que vendría después y la temperatura de la escena se elevó de golpe.
-Tú te tocas, ¿verdad, Nick?
El chico cambió de actitud y en la cara se le dibujó un gesto de culpabilidad.
-No pasa nada, cielo. Todo el mundo lo hace. Es fantástico que uno pueda correrse por sus propios medios. No tienes de qué avergonzarte.
Escuchaban atentamente todas sus palabras, entre sorprendidos y encantados.
-Si no sabes mimar tu propio cuerpo, ¿cómo vas a mimar el de otra persona... ? -concluyó.
Luego se paso la mano por la parte de atrás del cuello. Ellos estaban tan tensos como unas flechas a punto de salir disparadas de un arco. (TN) emitió una risita y apoyó la espalda en el tronco del sauce.
-Joe, ¿y a ti? ¿Te gusta darte placer?
-¿Darme placer?
-Cascártela, hacerte pajas, sacudírtela.
-Masturbarte -trató de aclarar Nick.
Después de dudarlo un instante, Joe asintió.
(TN) se ajustó el vestido por debajo de las caderas y preguntó:
-¿Y lo haces a menudo? ¡Dale hombre, confiesa! -le ordenó, con un gesto pícaro.
-Todos los días -intervino Nick en voz baja, con lo que llamó de nuevo la atención de ella-, ¿por?
Su voz sonaba tan contenida como inhibido estaba su cuerpo. (TN) se percató del bulto que sobresalía de sus vaqueros y se lo hizo notar abriendo exageradamente los ojos.
-Me pongo caliente al imaginarme cómo lo hacen -susurró además-; se me calienta todo esto -especificó señalándose la zona del pubis.
Acto seguido, se metió el vestido entre los muslos. Sabía que, como no llevaba ropa interior, ellos notarían que el tejido se le ajustaba a las ingles.
-Me estoy poniendo como una moto de pensar en sus pajas. Cuentenme cómo lo hacen -(TN) iba moviendo su mano de adelante atrás-. Si me lo cuentan, les enseño hasta qué punto me excita.
-Yo, o lo hago, o me vuelvo loco -explicó Nick, fascinado por el movimiento de la mano de (TN).
Ella empezó a subirse la falda del vestido restregando la tela contra los muslos a conciencia. Nick gimió al descubrir que su sexo quedaba al descubierto. (TN) se colocó el tejido alrededor de la cintura, lo sujetó con los codos y luego se recorrió las caderas con las manos.
-¿Te gustaría ver cómo me masturbo, Nick? A mi me encantaría ver cómo lo haces tú. Enséñamelo anda.
Aunque Nick estaba flipando y tenía los vaqueros a punto de estallar, parecía necesitar que lo animaran aun mas.
-Tú quieres enseñármelo, NIck, ¿a que sí?, y yo quiero verlo -continuó mientras se abría los labios del coño con los dedos.
Luego se apretó el clítoris ya hinchado y se acomodo reclinándose totalmente contra el tronco del sauce y estirando más las piernas.
Nick permanecía boquiabierto, mirándola con lujuria. La falta de experiencia era lo único que lo frenaba para lanzarse sobre ella.
-¿No estás deseando sacudírtela?
Nick se ruborizó. No apartaba los ojos, oscuros y azules como el cobalto, de aquel coño abierto para él.
-¡ Claro! -farfulló él.
Boquiabierto y jadeante por el deseo, se quitó los vaqueros con torpeza y cerró los ojos con fuerza al empuñarse la polla en erección.
Aunque (TN) ya estaba caliente, pensar en el efecto que provocaba en ellos aumentaba su excitación. Sin dejar de mirar a Nick, continuó frotándose lánguidamente el clítoris y los húmedos y resbaladizos pliegues de su sexo.
-Tienes una polla preciosa, Nick. De verdad es preciosa.
Sin dejar de sacudírsela, dura como la tenía, Nick avanzó hacia (TN) tambaleándose y se pasó la lengua por los labios.
-Por favor... -pidió con ojos anhelantes.
¡Era tan correcto! Escucharlo implorar con aquella urgencia ablandó a (TN), que contestó:
-Anda, ven, saboréame.
Nick se arrodilló y, con premura, hundió la cara en el coño de la chica. (TN) sintió entre los dedos la lengua que le lamía el sexo y se introducía entre los pliegues palpitantes. El movió los labios con ansiedad y probó aquello que tanto quería. Enseguida se irguió y, en un gesto tentador, colocó la polla sobre el clítoris; luego echó la cabeza hacia atrás... y (TN) notó el chorro de semen salpicándole las piernas.
Las breves sacudidas de Nick la embriagaron proporcionándole un deleite inesperado y no pudo reprimir un gemido acalorado y delirante. Estaba excitada, a mil, y quería más. Miró entonces a Joe, que permanecía petrificado, agonizando de envidia y de ganas al ver a su amigo.
-Acércate si quieres, guapo.
Nick seguía arrodillado, empuñándose el pene aún empalmado, y atento a la situación. Joe se aproximó. (TN) le tomó la mano y se la puso sobre el coño.
-¿Te gusta? -le preguntó mientras lo animaba a frotárselo.
-Sí -respondió con los dientes apretados.
NIck se adelantó y le levanto el vestido hasta las caderas, con lo que le liberó las manos. (TN) comenzó a restregar la espalda contra el tronco del árbol, describiendo movimientos giratorios con las caderas sobre los dedos de Joe, que, con el rostro atormentado por la lascivia, se apretó contra ella empotrándola contra el sauce.
-Quieres que te la meta, ¿verdad? -retó de repente-. Sé hacerlo.
El vicio que reflejaban sus pupilas, sus ganas contenidas y su coraje desarmaron a (TN).
-Túmbate -dirigió ella mientras lo empujaba sobre la hierba.
Nick seguía mirando, en la misma posición que antes y con las mejillas encendidas.
En cuanto Joe se echó hacia atrás, (TN) le abrió los pantalones de un tirón. La punta de la polla apareció hinchada, dura, lista. Ella rió extasiada, arrebatada por la situación, y lo montó. Al introducir el pene, Joe gritó de placer. (TN) se clavó con fuerza y empezó a moverse con rapidez, inclinándose hacia el cuerpo del chico a medida que aumentaba la agitación.
-¡Oh, sí! -gimió (TN) al sentir las oleadas de calor recorriéndola.
Joe, con la polla como una piedra y los músculos tensos, la miraba fascinado mientras trataba de incorporarse.
(TN) se elevó y volvió a encajarse.
-¿Te gusta?
-Más fuerte, más fuerte -pidió él con la cara contraída por el placer.
(TN) recolocó las caderas y cabalgó sobre él con más rapidez. Joe se agarró con los puños a la hierba que crecía a ambos lados; estaba atrapado sin remedio entre sus piernas. (TN) notó que la polla se iba llenando dentro de ella y se apretó más contra el cuerpo de él, con lo que pudo sentir como subían los testículos de Joe y golpeaban, duros, contra sus nalgas.
También Joe movía ahora las caderas, tenía que correrse ya, o no soportaría el dolor.
(TN) se inclinó hacia atrás, curvándole el miembro al hacerlo, para ayudarlo.
-Tienes una polla de cine, Joe. Está tan dura que me chorrea el coño -le susurró entre gemidos.
Con el comentario, Joe estalló, y sus gritos, casi angustiados, se elevaron entre las ramas del sauce.
(TN), que aún no se había corrido y seguía excitada, se retiró, se tumbó sobre la hierba y empezó a tocarse con fuerza. El clítoris le latía. Lo frotó en círculos buscando el placer. En el ambiente cálido se percibía el punzante olor a sexo, entremezclado con el aroma que desprendía la savia de los árboles. (TN) estaba fuera de sí. Levantó las rodillas, separó los muslos y los dejó caer, desplegada por completo.
Abrió los ojos para mirar el lienzo que dibujaba el verde de las ramas del sauce mecidas por el viento en el azul brillante del cielo. De repente, notó una caricia en la parte interna de los muslos y descubrió a Nick que, dispuesto a llevarla al climax, se arrodillaba sobre ella sin dejar de fijarse en los dedos de (TN), que seguían moviéndose. Aunque tenía el pene como una estaca y a pesar de la apremiante visión de aquellas caderas, Nick esperó su reacción. Tenía el pene fuerte y precioso, erecto y preparado para ella de nuevo.
-Hola, cumpleañero -le susurró- ¿Qué te han regalado hoy?
Nick parpadeó divertido y contestó:
-A ti.
(TN) estuvo de acuerdo.
-Una calentona oficial; ésa soy yo.
Nick se acariciaba la polla.
-Espero que lo estés disfrutando -añadió con un guiño-. Venga, vamos -lo invitó tendiéndole la mano.
El murmuró algo ininteligible y se tumbó sobre (TN), que bramó de gusto cuando sintió el miembro de Nick en su clítoris hinchado y carnoso. Lo guió hasta el lugar adecuado y lo abrazó con las piernas desnudas cuando él se hundió en ella entre gemidos de satisfacción. Nick apoyó la cara en el cuello de (TN), la mordisqueó con ansiedad y empezó a empujar vigorosamente con las caderas. Estiró los brazos para poder mirarla mientras follaba, extasiado por el efecto que ella ejercía sobre él. Los empujones eran cada vez más fuertes, tan rápidos y potentes que (TN) iba excitándose cada vez más; tenía el coño ardiendo.
-Esto es estupendo -gimió en su delirio con los ojos encadenados a los de él, para dejarle comprobar lo que estaba haciendo con ella, y con la espalda arqueada para que la embistiera por completo.
-Me voy a correr, Nick; vas a hacer que me corra.
Cada vez que él entraba y salía, se escuchaba el sonido batiente de los labios del coño empapado. Y llegó el momento. El clítoris empezó a vibrar mientras su sexo se contraía una y otra vez. (TN) alcanzaba el orgasmo.
-¡Joder, joder! -gritó Nick.
Entonces fue ella la que notó la sucesión de sacudidas cuando él obtenía el suyo. El cuerpo de Nick se convulsionaba sin control mientras de su boca salían maldiciones sin parar. Nada más retirarse, el semen se derramó a borbotones sobre la hierba; al final, Nick dejó escapar un grito potente y gutural que duró hasta que su cuerpo dejó de estremecerse y sus brazos dejaron de temblar violentamente. Acto seguido, se desplomó sobre (TN), que sonrió complacida y lo acarició.
-¿Puedo besarte? -oyó.
Era Joe, que, inclinado sobre ella, la estaba mirando. Después de todo, el tímido Joe había resultado ser el más atrevido; había sido el primero en pedirle un polvo.
Con un gesto, ella le indicó que se acercara y lo agarró del cuello cuando él se aproximó a besarla. Justo cuando lo estaba incitando con la lengua para que le metiera la suya en la boca, (TN) notó a Nick en el cuello.
Murmuraba algo contra su nuca.
-¿Cómo?
Nick levantó la cabeza y explicó:
-He dicho que eres el mejor regalo de cumpleaños que he tenido en mi vida, calentona.
-Estupendo.
-El mío es mañana -bromeó Joe.
(TN) se echó a reír, aturdida por el placer.
-Si, claro, seguro - respondio, y le guiño un ojo a Nick que le habia dicho que Joe era un mes mayor que él.
-Va en serio.
(TN) suspiró encantada y se estiró perezosamente sobre el césped. Mi misión aquí aún no ha terminado, pensó para sí entre risas.
-En ese caso, nos cae de maravilla que el avión de la calentona no salga hasta pasado mañana.
Joe y Nick se alegraron y chocaron los cinco por encima del cuerpo de (TN). Como ella decía siempre, la gente con ganas de fiesta siempre acaba juntándose.
FIN♥.
Lisdi
Re: "Una Calentona Anda Suelta" (Joe,Nick & Tú)
Oh Gosh! Estubo INCREIBLE :twisted: ,,Ahora el cumpleaños de Joe! :twisted:
Invitado
Invitado
Re: "Una Calentona Anda Suelta" (Joe,Nick & Tú)
OMG! ... (: Sin palabras. La mejor OneShoot que pude haber leido. Me fasino ! Escribes muy bien las novelas! Gracias! Fue exelente. :twisted:
Invitado
Invitado
Re: "Una Calentona Anda Suelta" (Joe,Nick & Tú)
¡Estuvo genial!
¡Escribes increíble! . . . ¡Lo adoré!
¡Espero verte en otro one-shoot [o novela]!
xoxo
Javi's Jonas
¡Escribes increíble! . . . ¡Lo adoré!
¡Espero verte en otro one-shoot [o novela]!
xoxo
Javi's Jonas
JaviOfJonas
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