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Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
Siento no haber subido antes. Pero ya estoy aqui!!! Ahora la sigo. :)loa escribió:
porque no la seguisss
plissss
enserioooo sigelaaaaa
plisss
sigelaaaaa
Loa
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
Capítulo 24 "El entierro" (Parte 1)
Cuando somos felices muchas veces no valoramos lo que tenemos. Deseamos que la felicidad se prolongue en el tiempo y hasta esperamos que perdure eternamente. Deberíamos vivirla con intensidad para saber sobrellevar esos momentos en los que el dolor nos sacude de arriba abajo y nos sentimos incapaces de levantarnos. Alguna vez he soñado despierta con la idea de tener el bolsillo mágico de Doraemon o el bolso de Mary Poppins y poder guardar todos los instantes maravillosos que me han hecho feliz. Desearía tener el poder de rescatarlos en algunos momentos. No obstante, la vida se empeña día a día en mostrarnos las dos caras de la moneda. Nadie está preparado para el dolor que causa una pérdida. Y aquel día el dolor golpeaba con dureza cada rincón del pueblo.
Era una tarde mustia de verano. Durante buena parte del día el sol había jugado a esconderse tras unas nubes grisáceas y preñadas de tristeza. En las calles de Caños del Agua se sentía esa calma que precede a una gran tormenta. El pueblo entero había enmudecido y el silencio se hacía difícil de soportar. Las campanas tocaban a muerto, una melodía pausada, unos toques lentos, como si quisieran postergar el momento de despedirse de Belén.
Aunque hacía mucho calor, un escalofrío me recorrió la espalda, y apreté con fuerza la mano de Niall cuando llegamos a la plaza del pueblo. Los vecinos esperaban a que llegara el ataúd en el coche fúnebre.
Cristóbal permanecía al pie de las escaleras. Llevaba una Biblia pequeña en una mano, mientras que con los dedos de la otra iba pasando el rosario. Como siempre, estaba acompañado por la feligresa y su hijo. El gesto de él parecía más contrariado que triste. Se mordía la uña del pulgar y nos miraba a Niall y a mí con desagrado. Aparté la vista de ellos cuando su madre le comentó algo al oído.
Nadie miraba a nadie, y en los ojos se veía más cansancio que pena tras una semana y media de muertes trágicas. Estaba segura de que entre todos los que aguardábamos a que fueran las cinco de la tarde rondaba un mismo pensamiento: ¿sería Belén la última víctima o tendríamos que regresar otra vez a esa plaza para despedir a alguien más? Lo peor era que ese alguien ya tenía nombre propio: mi nombre y mi cara estaban marcados con una señal que no podía olvidar.
El sonido del motor del coche fúnebre me sacó de mi ensimismamiento. Avanzaba tan lentamente por la plaza como el toque de las campanas. El calor sofocante hacía más penoso el momento. La puerta de atrás del coche se abrió. La madre de Belén se tiró sobre el ataúd y se abrazó con firmeza a él. Begoña fue la primera en llorar, la primera en abrir la puerta de las emociones. Las lágrimas expresaban lo que con palabras no se podía decir. Después se sumaron otros muchos.
Apreté la mandíbula para no terminar llorando también y me sujeté del brazo de Niall. Dejamos que entraran los familiares de Belén. Cuando Dani pasó por nuestro lado nos hizo un gesto con la cabeza y se acercó a nosotros.
—Tengo dos noticias. —Su gesto no dejaba entrever ninguna emoción.
—¿Buenas o malas? —pregunté.
—Me temo que malas. La primera es que Liam ha desaparecido y está en busca y captura. La segunda es que el CD se ha partido y será muy difícil recuperar los datos. El laboratorio informático está trabajando en ello. A ver si tenemos suerte.
Me mordí el labio para provocarme un dolor más intenso del que sentía en el pecho. Deseaba olvidar lo que eso significaba, que pronto vendría a por mí, y si nadie lo impedía yo ocuparía el mismo lugar que Andrea, Belén y la chica de la playa.
Me di la vuelta para coger una bocanada de aire.
—¿Quieres que nos marchemos a casa? —preguntó Niall agarrándome de la cintura.
—No. —Tragué saliva y recompuse como pude una media sonrisa—. Necesito estar un momento a solas. Ahora paso.
Me senté en el primer escalón de la iglesia. Todo el mundo había entrado, y los bancos fueron ocupados. Una urraca se posó a mi lado y giró el pico hacia mí. Era la cuarta vez que me la encontraba. No era muy normal ver ese tipo de pájaros en Caños del Agua, y aunque la gente del pueblo los considerara un signo de mal agüero yo sentía una especial predilección por los córvidos. Eran unas aves que me cautivaban. Parecía que yo también le gustaba y que no se asustaba con mi presencia. Me incliné poco a poco para mirarla a los ojos. Entonces me di cuenta de que llevaba una nota enganchada a la pata. Miré a mi alrededor intentando averiguar de dónde había salido la urraca. ¿Era simple casualidad que se hubiera posado a mi lado o todo respondía a un plan? Últimamente a la diosa Fortuna le gustaba jugar conmigo, porque ¿qué habría pasado si la urraca no me hubiera encontrado a solas en la plaza? Desenganché la nota. Era muy escueta: «Muy pronto estarás junto a Belén».
Me levanté sobresaltada y miré otra vez la plaza, que permanecía vacía y en completo silencio. La urraca alzó el vuelo y la seguí. Corrí por varias calles sin saber si iba en la dirección correcta, con la sangre bombeándome las sienes, hasta que la perdí de vista. ¿Dónde se había metido?
Aquello solo podía significar dos cosas. Por una parte, cabía la posibilidad de que Liam estuviera en el pueblo y siguiera mis movimientos, cosa que cada vez ponía más en duda, y por otra parte, quería decir que había alguien que me conocía muy bien y estaba pendiente de mis pasos. Eso significaba que ni Harry ni su hermano tenían nada que ver en ese asunto de los asesinatos. Me acerqué hasta la casa de la familia de Liam, que permanecía cerrada a cal y canto.
—¿Dónde te has metido?
No obtuve respuesta.
Regresé a la iglesia arrastrando los pies. Rompí la nota en pedazos y la tiré a una papelera. Niall me esperaba en la puerta.
—¿Adónde has ido?
—Necesitaba alejarme un poco de aquí. Me estaba ahogando.
—Es peligroso que andes sola por la calle.
—¿Tú crees? Todo el pueblo está en la iglesia —contesté.
—No todos están aquí. Falta Liam.
No sé por qué no le comenté cuáles eran mis sospechas. No porque desconfiara de él, sino porque aún no tenía todos los datos y no quería precipitarme en mis deducciones.
Pasamos al interior de la iglesia. El calor era intenso, y en un recinto tan pequeño se hacía insoportable. Además de las palabras del cura se oían gimoteos y algún que otro suspiro. Afortunadamente, la misa no fue muy larga. No obstante, quedaba el momento más duro del día. Ir al cementerio a despedir para siempre a Belén.
Sacaron el ataúd entre el padre de la fallecida y varios chicos. Entre ellos estaban Niall, Louis, Dani, Sergio, Juan, y aunque ninguno lo esperaba, también se unió el carnicero. Ahora ya nadie sospechaba de él.
El coche fúnebre fue el primero en partir hacia las afueras del pueblo. Al cementerio, que estaba en lo alto de una colina, se accedía por un camino zigzagueante. Estaba flanqueado a ambos lados por cipreses, margaritas y flores rosas.
Avanzábamos a trompicones; unas veces nos detenía el llanto de la madre de Belén y otras veces parábamos porque al coche le costaba bordear las curvas de la cuesta.
Las puertas del cementerio estaban abiertas. El coche se detuvo unos minutos antes de entrar. En ese preciso momento sentí una vibración en el bolsillo trasero de mi pantalón vaquero. Alguien llamaba a mi teléfono desde un número oculto. Me retiré unos pasos para contestar la llamada.
—¿Sí, quién es?
Fuera quien fuese quien estaba al otro lado de la línea se mantuvo en silencio. Volví a preguntar quién era hasta que se decidió a hablar.
—Hola, _____, soy Liam.
—¿Por qué me llamas?
Me retiré aún más para que nadie oyera nuestra conversación.
—Por favor, no me cuelgues y escucha lo que tengo que contarte.
—¿Por qué debería confiar en ti?
—Porque ni mi hermano ni yo somos unos asesinos. Alguien está tratando de hacernos parecer culpables. Sé que quieres estudiar criminología, y Niall siempre nos ha comentado que vas a ser una buena profesional. Eres la única en quien puedo confiar.
—¿Y qué me puedes decir del CD que me ha llegado esta mañana? —le interrumpí.
—¿De qué me estás hablando? —No me dejó que siguiera hablando—. Yo no te he enviado nada. Mi padre no me deja salir de aquí.
Aún no estaba muy convencida de sus palabras. Era mucho más fácil pensar en él como asesino que como víctima de un complot, porque eso suponía admitir que estábamos muy lejos de la solución.
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
Capítulo 24 "El entierro" (Parte 2)
Se me ocurrió entonces una idea. Sabía que Liam había logrado burlar la seguridad del Ministerio de Industria, provocando un desabastecimiento en algunas gasolineras de la provincia. Fue una travesura de adolescente que tuvo que pagar realizando trabajos sociales. Quizá podría ayudarme a averiguar algunas cosas. Tanto si era uno de los asesinos como si no, cualquier paso que diera lo delataría.
—Contéstame a una pregunta. ¿Sabes quién tiene una urraca amaestrada en el pueblo?
—No, no lo sé. —No había titubeado en su respuesta, por lo que casi creí su inocencia—. ¿Es importante?
—Creo que sí. ¿Tienes conexión a internet?
—Sí, pero va muy lenta. ¿Qué quieres saber?
—El jueves por la mañana me enviaron un sobre certificado desde la oficina de correos de Godella. Alguien se hizo pasar por ti y me gustaría saber quién fue. Tiene que ser alguien del pueblo.
—¿Crees que soy inocente?
—No sé aún muy bien qué pensar de ti. Pero ya que me has ofrecido tu ayuda no sé si podrás meterte en los servicios de seguridad y hackear su sistema informático.
Él se mantuvo unos segundos en silencio.
—Me estás pidiendo que cometa de nuevo un delito.
—Exacto. Pero si no me ayudas es posible que ese sea el menor de tus problemas.
Volvió a quedarse callado.
—Veré qué puedo hacer. Aquí no tengo mucha cobertura y tendré que hacerlo cuando mi padre no me vigile.
—¿Cuánto tiempo te puede llevar?
—Si las imágenes de la cámara se vuelcan a un sistema informático, no creo que tenga muchos problemas. Es posible que en unos dos o tres días puedas tener noticias mías. ¿Hay alguna ley más que quieras que me salte?
—No lo sé…
—Me tengo que ir —susurró—. Adiós. Ya te llamaré.
Cuando regresé Niall me preguntó con la mirada quién me había llamado. Begoña y su novio estaban delante, por lo que tuve que mentirle.
—Mamá. Al fin ha dado señales de vida. Ya te contaré después lo que me ha dicho.
El coche volvió a avanzar. El cementerio de Caños del Agua no era muy grande. A la entrada estaban las tumbas y los panteones más antiguos. Había algunas estatuas maravillosas que me llamaron la atención. Mientras caminábamos iba deteniéndome cada pocos pasos para leer los nombres y los epitafios de las lápidas.
Una vez que hubimos dejado atrás las tumbas nos adentramos en la zona de los nichos. Cinco alturas para aprovechar bien el espacio. Todas las lápidas tenían flores artificiales, las cuales duraban más y no requerían tantos cuidados.
Llegamos a la calle donde iba a ser enterrada Belén. Me llamó la atención que al principio de la calle había un nicho sin lápida ni adornos. Sobre el cemento estaba escrito el nombre de la fallecida. Se trataba de una mujer. La fecha correspondía al 25 de abril de 2012.
—¿Sabes de quién es este nicho? —le susurré a Niall.
Él se acercó y miró el nombre de la mujer.
—Es de la madre de Louis y Dani.
—¿Sabías que el segundo apellido de la madre de Louis y el primer apellido del padre de Harry y Liam es el mismo? Ambos se llaman Benoit. Parece francés.
—No sabía que fueran familia —repuso Niall con un murmullo—. También era prima del padre de Belén.
Alcé los hombros y nos miramos a la cara.
Dani se nos acercó y posó su mano sobre el cemento.
—Poco después de la muerte de mamá entraron unos vándalos, porque no se les puede llamar de otra manera, y causaron desperfectos en varias lápidas. Una de ellas fue la de mi madre. Si es que no pueden dejar en paz ni a los muertos.
—Vaya, lo siento —dije.
—Gracias a Dios fue un hecho aislado.
Se giró cuando el llanto de la madre de Belén rompió el silencio del cementerio. Todos permanecían de pie, muchos de ellos con un abanico en la mano esperando a que metieran el ataúd dentro del hueco. El carnicero quiso participar en sacarlo del coche. Aquello me hizo pensar de nuevo en el día en que alguien entró en mi habitación. Si el carnicero estaba de nuevo libre era porque no habían encontrado pruebas que lo incriminaran. Además, de ser él, ¿quién podría ser su compañero?
Una mano rozó mi hombro. Me giré para encontrarme con los ojos de papá. Me abrazó y me besó en la frente.
—¿Cómo te encuentras?
—Bien —respondí.
—Tienes cara de cansada. No me mientas.
Papá todavía no sabía nada acerca del sobre con el CD que había recibido esa mañana, pero ¿cómo explicárselo en medio de un entierro? Ya habría tiempo de hacerlo cuando llegásemos a casa.
Cuando terminaron de sellar el nicho nos fuimos despidiendo y empezamos a bajar hacia el pueblo. Papá sugirió que nos tomásemos un helado en la plaza, donde nos esperaba Maura sentada en un banco a la sombra de un árbol. Carlota se había dormido en el carrito abrazada a mi peluche. Al parecer, más de uno había tenido la misma idea que mi padre, pues las dos terrazas de los bares comenzaron a llenarse.
En cuanto llegamos, Maura se levantó, y Niall la cubrió de besos.
—Esta vez no me falles. —Le hablaba a la barriga de su madre—. Te ordeno que seas un chico.
De repente el murmullo de la plaza fue subiendo de volumen hasta que una mujer llegó hasta nosotros corriendo y visiblemente nerviosa.
—¿Habéis visto a Cloe? La he perdido un momento de vista y no la encuentro.
—No —respondimos Niall y yo.
—¿Dónde está mi pequeña?
Recordé que Cloe tenía más o menos la edad de Carlota.
La mujer se precipitó hacia el otro lado de la plaza y nosotros la seguimos, aunque no éramos los únicos que corríamos detrás de ella. Iba en dirección al río. Aunque ya pasaban de las siete de la tarde, aún sentía el calor abrasador sobre nuestras cabezas.
De repente la mujer lanzó un grito desgarrador, un grito que nos paralizó a todos los que la seguíamos. Al instante supimos que la tragedia había vuelto a cernirse sobre Caños del Agua.
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
HOLAAA, solo deciros que quedan 4 capítulos más el epílogo.
¿Quien creeis que son los asesinos?
Habeis visto ya el video de Story of My Life. Yo morí, es tan :aah: :ilusion:
Hay que llegar a los 20 millones antes de las 24h, VAMOOS!!!! Nosotras podemos.
¿Quien creeis que son los asesinos?
Habeis visto ya el video de Story of My Life. Yo morí, es tan :aah: :ilusion:
Hay que llegar a los 20 millones antes de las 24h, VAMOOS!!!! Nosotras podemos.
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
¿Ya? ¿Queda tan poco? Se me ha hecho muy corta jajajaja
No tengo ni idea sobre los asesinos, primero creía que era Niall pero no sé, no me preguntes por qué pero sospecho de Louis...
¿Que si vi el video? No, solo me pasé todo el domingo y toda la mañana de hoy (ya que tengo fiesta), en youtube cantando y llorando viendo Story of my life. La parte de Louis me rompe el corazón.
Besos xx
No tengo ni idea sobre los asesinos, primero creía que era Niall pero no sé, no me preguntes por qué pero sospecho de Louis...
¿Que si vi el video? No, solo me pasé todo el domingo y toda la mañana de hoy (ya que tengo fiesta), en youtube cantando y llorando viendo Story of my life. La parte de Louis me rompe el corazón.
Besos xx
earthtoAnnn
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
diossss
Tampoco capitulos qudan aaaaaa
enseriooo es hermosaaa
sigelaaa
si ayer lo unico que hice fue eso ver y volver a reproducir el video
lllore como una condenadaa
no podia parar ame el videoo
sigelaaaaa
plisss
sigelaaa
Loa
loa
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
Capítulo 25 "El ángel exterminador" (Parte 1)
Tras descubrir a Cloe a orillas del río, los que estábamos allí vimos una nueva cara del horror. La niña llevaba un cartel en el cuello que decía: «No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a Dios. En ese monte Yahvé provee».
La multitud quedó paralizada por la impresión y solo Niall salió al rescate de la pequeña. En vista de que no había ningún médico entre los que nos encontrábamos en el río, se atrevió a tomarle las constantes vitales y hacerle la reanimación cardiovascular antes de que llegara la ambulancia.
Como más tarde dijeron los sanitarios, probablemente la rápida actuación de Niall salvó la vida de la pequeña.
Eso me hizo pensar que Cloe no era su objetivo final y que le había perdonado la vida. No me cabía ninguna duda de que era una advertencia, pero ¿a quién? ¿A mí? Tenía que estar preparada para lo que se avecinaba. A decir verdad, estaba muerta de miedo, pero no quería reconocerlo en voz alta.
Niall y yo convinimos en que no le diríamos nada ni a mi padre ni a su madre sobre el tema del CD. Maura llevaba unos días nerviosa, y no queríamos darle más motivos de preocupación de los que ya tenía por ser una mujer embarazada de cuarenta y dos años.
También le comenté lo de la llamada de Liam y que iba a tratar de ayudarnos desde donde fuera que estuviera.
—¿Confías en él? —me preguntó.
—En estos momentos no sé en quién puedo confiar.
Niall se me quedó mirando.
—En ti sí que confío, tonto. —Le di un empujón de broma—. Quería decir de todos nuestros amigos. Ya no sé quién puede ser. Pero ¿quién no nos dice que estos dos asesinos no son un chico y una chica? ¿Y si fueran Begoña y su novio? Nadie sospecharía de una chica.
—¿De verdad piensas que han podido ser ellos?
—¿Y por qué no? Lo que tenemos que descubrir es el móvil. De momento sabemos que los asesinos tienen fijación por los miércoles. Todo empezó ese día de la semana. Por lo tanto, aún podemos adelantarnos a sus movimientos.
—También sabemos que tú eres la siguiente en su lista.
Asentí con la cabeza y traté de ponerle una sonrisa a esa idea carroñera que me hacía sentir cada vez más intranquila.
—Siempre podemos escaparnos el miércoles a Valencia y quedarnos a dormir en casa de mi madre —me sugirió Niall, supongo que porque no logré engañarlo. Al parecer, no le había parecido suficiente la sonrisa que le había mostrado.
—Me gusta tu idea, aunque lo mantendremos en secreto hasta que nos vayamos.
Durante buena parte de la noche del lunes Niall y yo estuvimos analizando todos los detalles que sabíamos de los crímenes. Después de nuestro primer contacto sexual, él y yo decidimos pasar todas las noches en la misma cama. A primera hora de la mañana él se marchaba a su habitación y nos levantábamos cuando Carlota venía a despertarnos a alguno de los dos. Generalmente se decidía por acudir en primer lugar a mi cuarto. Luego juntas íbamos a la habitación de Niall, quien siempre se hacía el dormido y amenazaba a la pequeñaja con hacerle tantas cosquillas que no iba a parar nunca.
Cuando las pruebas nos llevaron a un callejón sin salida, decidimos acostarnos y dejarlo para el día siguiente.
El martes por la mañana mi padre me llevó al médico para quitarme los puntos de la pierna. Al fin una buena noticia, ya que podría bañarme en la piscina del corral y perderme con Niall en algunas de las cascadas y las cuevas que había por los alrededores del río. Habían pasado ya diez días; la herida tenía buen aspecto y había cicatrizado bien. Al igual que me pasó cuando me cosieron, decidí mirar cuando la enfermera me quitó los puntos.
—Muy bien —comentó la enfermera cuando terminó—. Está todo perfecto.
Si hubiera sido más pequeña, papá me habría llevado a tomar un helado porque, según él, me había portado bien y no había llorado. Sin embargo, regresamos a casa cuando salimos del centro de salud, así que me quedé sin un cucurucho de fresa y nata.
Cuando llegamos a casa, papá se marchó de nuevo porque había surgido una emergencia, y yo fui hacia el corral. Busqué a Niall, pero solo encontré a Maura y a Carlota bañándose en la piscina.
—_____, mira lo que hago —me dijo mi hermana en cuanto me vio.
Estaba aprendiendo a nadar; ya mantenía la cabeza fuera y el cuerpo a flote.
—¿Te quieres bañar conmigo? —me preguntó Carlota.
—Claro que sí. Me pongo mi bikini de Hello Kitty y bajo en dos segundos.
—Yo también me lo he puesto. —Me sonrió.
A Carlota le gustaba que vistiésemos igual. Ya me había encargado de buscar y comprar ropa expresamente en dos tiendas de Madrid. No había sido fácil encontrar camisetas de tallas tan dispares. A decir verdad, a mí también me gustaba que la gente supiera que éramos hermanas y que nos dijeran lo mucho que nos parecíamos. Durante muchos años soñé con tener hermanos, y ella llegó cuando ya había perdido toda esperanza. De repente, con casi diecisiete años, me iba a encontrar con una familia numerosa.
Cuando subía por las escaleras recibí una llamada desde un número oculto. Me imaginé que sería Liam.
—Tengo poco tiempo para hablar —dijo muy deprisa entre murmullos—. Ayer me comentaste si recordaba a alguien que tuviera una urraca. Haciendo memoria, me he acordado de que hace más de seis años el padre de Belén se encontró tres polluelos de ese pajarraco. Uno se lo quedó él, otro se lo quedó Sara y el último lo tiene Begoña, que creo que hasta le enseñó a hablar.
—¿Has averiguado algo sobre lo de las imágenes?
—Estoy en ello. Tengo poca cobertura y no puedo trabajar como quisiera… —Se calló unos segundos. Oí unas interferencias antes de que siguiera hablando—. Si luego puedo te llamo. Adiós.
No me dio tiempo a darle las gracias. Ahora mi objetivo era averiguar quién o quiénes conservaban ese pájaro sin levantar sospechas. No podía hacer una llamada a mi amiga y preguntarle si tenía una urraca, y más si ella era una de las sospechosas. Logré descubrir por medio de Maura que Begoña aún conservaba la urraca, aunque no supe qué había sido de la de Sara y la del padre de Belén. Volvía a estar en un callejón sin salida.
Sobre las siete de la tarde recibí un correo de Liam con un enlace a un vídeo que había puesto en Dropbox. Me envió una invitación para que pudiera acceder a su cuenta. ¡Lo había logrado! En el cuerpo del mensaje me comentaba que había visto toda la grabación varias veces, aunque no encontró nada raro, salvo en el minuto ciento veinticuatro. Alguien que parecía un chico evitaba mirar a la cámara y se tapaba la cara con una gorra. Llevaba además una sudadera de manga larga y unos pantalones muy anchos para disimular su cuerpo.
¿Quién llevaría sudadera de manga larga en verano y una gorra que le tapaba todo el pelo y unas gafas que le cubrían los ojos? Era obvio que estaba ocultando algo o que no quería que se le reconociera.
Aun así, le pedí a Liam a través del correo si podía limpiar un poco más la imagen y ampliarla. Su respuesta fue inmediata. Nos comentó que estaba en ello y que podría tardar varias horas.
Niall y yo nos pasamos lo que quedaba de la tarde y buena parte de la noche repasando otra vez el vídeo. La oficina de correos de Godella tenía bastante actividad en verano, por lo que cada pocos minutos teníamos que parar el vídeo para repasar todos los detalles. Cuando visionamos el vídeo dos veces decidimos descansar un rato. Tanto él como yo estábamos agotados y no habíamos sacado nada en claro.
Nos acostamos en mi cama y nos abrazamos.
—Buenas noches —le dije.
—Si es a tu lado, siempre. Los sueños compartidos siempre son mejores.
Suspiré. Me apreté más contra su pecho. Su olor me relajaba tanto que me dormí enseguida.
La luz de la mañana se derramaba sobre nuestras piernas. Me incorporé alterada.
—Joder, nos hemos dormido. —Miré la hora en el reloj de la mesilla, que marcaba las nueve y cinco.
Habíamos olvidado poner el despertador, y en breve vendría Carlota a levantarme. Niall se puso los pantalones vaqueros corriendo y salió por la ventana para llegar hasta el muro del corral y entrar por la puerta de la cocina. No le daría tiempo a salir al pasillo e ir a su cuarto. No queríamos arriesgarnos a que nos pillaran y aún no sabíamos muy bien cómo afrontar el tema con nuestros padres. Nos habíamos enamorado y queríamos estar juntos, pero tal vez ellos no lo entendieran.
—Un solo beso y me marcho.
—¿Qué? —Me hizo sonreír. Me recordó a la escena de Romeo y Julieta en el balcón. Tendría que aprenderme algún diálogo para sorprenderle.
Me dejó helada cuando dijo:
—«¿Qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el Oriente, y Julieta, el sol!»
Parecía como si hubiera leído mis pensamientos.
Me agarró de la nuca y posó sus labios en los míos. Después se dejó caer hasta el muro y saltó al corral.
—Nos vemos ahora —comenté.
—Como desees —respondió tirándome un beso al aire.
Me extrañó que mi hermana no hubiera ido a despertarme y que la casa estuviera aún en silencio. Me puse unos pantalones cortos y salí al pasillo. La puerta de la habitación de Carlota estaba abierta, aunque la de Maura y papá seguía cerrada. Fui al cuarto de mi hermana y vi la cama vacía. El colchón estaba frío, por lo que debía de hacer un rato que se había levantado. La llamé varias veces, miré debajo de su cama y la busqué en el armario.
—Venga, pequeñaja, ¿dónde te has metido?
Fui al cuarto de baño por si estaba allí, y también la busqué en el cuarto de Niall, pero no la encontré. Como no recibía respuesta, volví a llamarla, aunque esta vez por su nombre. Ella no contestó a mi llamada. Me estaba poniendo nerviosa. No quería pensar lo peor.
Maura abrió la puerta de su habitación bostezando.
—¿Está Carlota ahí dentro?
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
Capítulo 25 "El ángel exterminador" (Parte 2)
—No, ¿por qué?
—Nada. —Esbocé mi mejor sonrisa para no preocuparla sin motivo. Igual eran paranoias mías y me estaba montando una película yo solita.
Bajé las escaleras y me encontré a Niall en la cocina.
—¿La has visto? —musité, y él negó con la cabeza, aunque por el gesto de su cara había algo más—. ¿Qué pasa?
—La puerta de la calle estaba abierta…
Giré la cabeza hacia donde me señalaba.
—¡No, no, no!
—La he buscado aquí abajo y tampoco está.
Tragué saliva y me precipité hacia fuera. Grité su nombre cada pocos metros, aunque mi hermana no respondía a mi llamada. Corrí descalza por las calles sin ninguna dirección fija y me derrumbé cuando llegué a la plaza. Di dos puñetazos al aire. No era a ella a quien querían, sino a mí.
—¿Por qué? —grité y vomité toda la rabia que me subía desde lo más hondo. Me metí el puño en la boca para aliviar el dolor que sentía en esos momentos—. Aquí me tienes, ¿me oyes? Déjala a ella y cógeme a mí.
La sola idea de que alguien le pusiera la mano encima a mi hermana me producía repulsión.
«Por favor, no dejes que le pase nada», repetí tantas veces que perdí la cuenta.
Dos mujeres mayores se me acercaron para saber qué me ocurría, aunque el nudo que tenía en la garganta no me dejaba hablar. Enseguida vino Niall y las despachó como pudo. Me abrazó por detrás.
—Se la ha llevado, ese cabrón se la ha llevado mientras dormíamos. —Me eché a llorar sobre su hombro.
—La vamos a encontrar.
Lo miré. Los dos éramos conscientes de cómo podía acabar todo aquello. Esa vez no tendría piedad como había pasado con Cloe.
—Hay que avisar a Dani —me dije.
Al llegar a casa ya había algunos vecinos preguntando qué pasaba. Maura estaba sentada en el sofá en un estado catatónico. Por mucho que papá le hablara, ella no daba señales de escucharle siquiera. Se limitaba a mirar a la puerta de la calle, como si con ese gesto fuera a conseguir que alguien le devolviera a su hija.
Dani llegó sin uniforme acompañado de dos de sus compañeros.
—Vamos a organizar una batida por el bosque con la gente del pueblo —comentó mientras los otros dos guardias civiles tomaban nota.
En cuanto la noticia corrió por el pueblo la gente se fue acercando hasta nuestra casa para colaborar en la búsqueda de mi hermana. ¿Quién de ellos sería el que nos estaba engañando? ¿Quién sería tan ruin como para llevarse a una niña de tres años y medio?
Cristóbal llegó al rato acompañado solamente por su beata. Se sentó al lado de mi madrastra para infundirle ánimos.
—¡Estamos en manos del Señor! Estoy seguro de que la pequeña Carlota está bien.
Maura asintió, aunque yo no tenía muy claro si se había enterado de lo que le había dicho Cristóbal.
Respiré y traté de pensar con claridad. Tenía que actuar con sangre fría si quería recuperar a mi hermana. Antes de marcharnos, subí a mi habitación y le envié un correo muy rápido a Liam. En el mensaje le explicaba que el asesino había vuelto a actuar y que se había llevado a Carlota de casa. Le pedí, además, que se diera prisa en el tema de la foto. También le comenté que para cualquier cosa que tuviera que decirme me llamara al móvil.
Tras preparar varias mochilas con bocatas, agua y refrescos, nos encaminamos hacia el bosque. Hicimos varios grupos para aprovechar mejor la mañana y para cubrir todos los lugares. En mi grupo estábamos Dani, su hermano, Niall, Begoña, Juan, y algunos amigos más.
La mañana fue pasando sin ningún resultado. De vez en cuando le echaba un vistazo al móvil sin que nadie me viera. Esperaba que Kike hubiera recibido el mensaje y que se hubiera puesto con lo que le había pedido. Por otra parte, Niall y Dani estaban en contacto con otros grupos, pero, al igual que nosotros, seguíamos sin obtener resultados.
Alrededor de la una del mediodía paramos un rato a comer. A mí no me entraba ni un bocado, por lo que Niall me obligó a que por lo menos no dejara de beber.
—Por favor, _____, bebe —me dijo cuando mis labios rozaron levemente la boca de la cantimplora.
Apenas cruzamos más palabras durante la mañana. Dani nos recomendó regresar a casa para reponer fuerzas y volver sobre las cuatro. Nadie aceptó su propuesta, y seguimos buscando.
A media tarde Begoña nos propuso hacer dos grupos de cuatro. Yo me fui con ella, con su novio y con Dani. Niall se separó porque tuvo que acercarse al pueblo, ya que papá lo había llamado. Tanto él como yo solo deseábamos que Maura estuviera bien y que el bebé no sufriera por ese contratiempo.
—¿Y si estuviera en Campillo, en la Casa del Amo? —dijo de repente Begoña—. Estamos muy cerca. En poco menos de una hora podemos llegar.
—Sí, no estaría mal mirar allí —comenté—. Creo que ningún grupo ha estado en Campillo.
La Casa del Amo era una antigua vivienda bastante grande que estaba en lo alto de una montaña rodeada de algunas casas que apenas se sostenían en pie. Hubo un tiempo en que Campillo fue una aldea de Caños del Agua, donde había una era y se molía el trigo en el molino de la Casa del Amo.
Para llegar hasta Campillo teníamos que ir por un camino sin asfaltar que usaban los pastores. La noche se nos echaría encima si no conseguíamos dar con Carlota. Mientras subíamos había un tema que no dejaba de atormentarme. ¿Cómo había logrado entrar el asesino por la puerta? Llegué a la conclusión de que quien hubiera sido había conseguido de alguna manera la llave de casa. Entonces recordé el día que alguien se coló en mi habitación. ¿Y si todo había sido una maniobra de distracción? Me retiré un poco y llamé a Niall. Como no me cogía el teléfono le envié un WhatsApp en el que le preguntaba: El día en k apareció muerta Andrea y fueron Liam, Harry y Louis a casa, ¿salió alguien de tu habitación aunk solo fuera para ir al lavabo?
Me contestó enseguida: Deja k lo piense. No lo recuerdo bien.
Estaba atardeciendo cuando llegamos a Campillo. Begoña venía conmigo, y Dani y Juan se fueron por otra parte. Mi amiga y yo nos encargamos de mirar en el viejo molino mientras ellos miraban en la casa.
—Parece que aquí no hay nada. Hace tiempo que nadie ha entrado aquí —dijo Begoña.
De repente un grito desgarrador llegó desde el interior de la casa. Juan salió gritando hacia la puerta, porque Dani había sufrido un desmayo.
—Hay que llamar a la policía y a la ambulancia —dijo Juan alterado—. Aquí no tengo cobertura y apenas me queda batería.
—A mí se me ha muerto el móvil —replicó Begoña.
—Está bien, me alejaré unos metros para intentar llamar —repuse.
Me distancié de la casa sin perder de vista la puerta. No tenía muy claro si eso no sería una argucia de mi amiga y su novio. Cuando el móvil me dio señal hice esa llamada a la policía. En el impasse en el que no tuve cobertura me había llegado un mensaje de Niall. Antes de abrirlo oí gritar a Dani, que al parecer había recobrado el conocimiento.
—La hemos encontrado —dijo Dani—. La niña está aquí.
Entonces suspiré. Abrí el mensaje.
—«¡Cayó, cayó la Gran Babilonia! —murmuró alguien a mis espaldas—. Se ha convertido en guarida de demonios, en refugio de espíritus inmundos, en nido de aves impuras y asquerosas.»
El estómago se me encogió al reconocer la voz. Al ver en el móvil el mensaje de Niall lo entendí todo: detrás de mí estaba uno de los asesinos, y dentro de la casa se encontraba el otro. Entonces me di cuenta de lo estúpida que había sido. Mi hermana había sido un señuelo para atraparme. Me giré hacia él. Había caído en la trampa. No tenía escapatoria si me decidía a correr. Me encontraba muy próxima a un barranco.
—Si gritas te empujaré y caerás —aclaró al tiempo que se quitaba las gafas de sol.
Me encontré con una mirada cargada de ira. La reconocí inmediatamente, a pesar de que su color no correspondía con el negro profundo que yo conocía. Di solo un paso atrás.
—¿Por qué?
—Soy el ángel exterminador —respondió lanzando el puño hacia mi cara.
Mientras caía al suelo solo oí que Begoña y Dani gritaban el nombre de Carlota. Perdí el conocimiento sin saber si mi hermana seguía con vida.
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
no tienes la menor idea de cuanto me encantaron los cappp
sigelaaaaaaa
que hermoso libro tal vez me lo compre aunque ya lo alla leidoo
me encataaa
no la dejes asii plisss
sigelaaaa
Loa
loa
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. Siento no haber comentado pero el puto instituto no me dejaba, joder no me puedo creer que esto ya se acabe se me a echo cortisimo. Tu novela es de las mejores que he leído. SIGUELA POR FAVOR CUANDO LEÍ LO ÚLTIMO ME QUEDE CON UNA INTRIGA MAE' MÍA. Mi cara fue como :00000000000000000000000. Y na' que subas cuanto antes pls <3 :bye:
ohmyirish
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
HOLAA, siento no haber subido antes, pero se me borró el libro del ordenador y no he tenido tiempo para volver a descargarmelo hasta ahora.
Así que ahora mismo subo otro capítulo.
Así que ahora mismo subo otro capítulo.
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
Capítulo 26 "Todo el mundo miente" (Parte 1)
Recuperé la conciencia antes de llegar a donde fuera que me llevaba. El dolor era tan intenso que me había devuelto a la realidad. Me dolía mucho la mejilla izquierda. Al instante supe que moriría en muy poco tiempo. Iba en el maletero de un coche que olía francamente mal. Tenía las manos atadas a la espalda y un trapo en la boca sujeto con cinta aislante. Traté de liberarme, aunque fue en vano porque la cinta que rodeaba mis muñecas se clavaba en mi piel y me provocaba heridas.
Escuché dos veces una canción en inglés que decía algo así como: «El por qué quiero que te mueras, muerte lenta, decadencia abismal, chaparrones que te limpian de tu vida, forzado, como ganado, corres, desnudo…». No conocía al grupo, aunque parecía música thrash metal.
Cerré los ojos y traté de no oponer resistencia al traqueteo del coche. En aquellas circunstancias no podía hacer nada salvo esperar el siguiente movimiento. Ahora solo me quedaba la esperanza de que mi hermana estuviera bien.
Repasé mentalmente todos los detalles que conocía hasta el momento. Había perseguido varias pistas, aunque ahora sabía que eran falsas, y por lógica solo había encontrado puertas cerradas. El miércoles era la clave de todo. Las pruebas nunca mentían. ¿Qué pasó ese día de la semana para querer matar a tantas chicas? No obstante, el cansancio no me dejaba pensar con claridad.
Debimos de circular unos quince minutos más antes de llegar a nuestro destino. Un frío me recorrió la espalda cuando se abrió la puerta del maletero. Habíamos llegado a una casucha perdida en la montaña. Yo busqué su mirada para preguntarle por qué hacía todo aquello, aunque enseguida giré la cara, porque sus ojos mostraban tanta cólera que me dio miedo provocarlo.
Me agarró de los brazos y me sacó sin ningún miramiento. El viento de la noche gemía a nuestro alrededor, y tuve la sensación de que me azotaba con furia los brazos y las piernas. Me empujó y caí de rodillas al suelo. Al levantarme por el cabello solté un grito ahogado y se me saltaron las lágrimas. Un hilo de sangre fue bajando por mi pierna. Me dolía bastante la rodilla derecha, aunque ese era el menor de mis problemas. Me arrastró del pelo prácticamente hasta la entrada y volvió a empujarme cuando abrió la cueva de los horrores.
Una bofetada de hedor me tiró hacia atrás. Me hizo girar sobre mí misma a oscuras en aquella habitación y luego me dejó a solas. Me sentía desorientada y no sabía ubicar dónde estaba la puerta. En cuanto regresó encendió un interruptor, y parpadeé varias veces para acostumbrarme nuevamente a la luz.
Me había estado mentalizando para esperar cualquier cosa, pero ni en mis peores pesadillas hubiera imaginado una monstruosidad como la que hallé dentro de aquella casa. Creo que si tuviera que describir el infierno sería algo parecido a lo que descubrí al entrar por la puerta. Si en el maletero el olor era desagradable, dentro de aquella habitación se hacía inaguantable. Estuve a punto de vomitar, aunque logré contener las arcadas, porque lo contrario no era mejor. Tenía una mordaza en la boca que me impedía expulsar cualquier alimento.
Había serrín en el suelo y un montón de animales disecados en posturas inimaginables colgados de las paredes y del techo. Reparé en dos lobos colocados en una mesa con la boca abierta y los colmillos preparados para abalanzarse sobre un caniche que parecía suplicar clemencia. También vi varios gallos de pelea enzarzados, y un gato que sostenía una rata en la boca.
Tuve la impresión de que todas las figuras disecadas eran parte de un teatro funesto y que cada pieza cumplía una misión dentro de aquel horror. Un murciélago colgado del techo salió a mi encuentro cuando volvió a empujarme. Sus ojos vidriosos y su mueca siniestra hicieron que me sobresaltara.
Pasamos a otra habitación más pequeña, un lugar que reconocí inmediatamente. Allí había estado Andrea. Le eché un vistazo rápido antes de que él me sentara en una silla. Había varios objetos en el suelo, desde una olla que contenía restos de comida, hasta un orinal de loza. Ató mi torso a la silla con cinta aislante y se encaminó hacia una mesa donde había una tele y un DVD.
No sabía qué pretendía, así que me preparé para lo peor. Enseguida vi la película que deseaba mostrarme, pero esa vez podía advertir mucho mejor qué era lo que había escondido en ella. Tragué saliva y mordí el trapo que llevaba en la boca.
Todo el mundo tiene secretos, solo hay que descubrir cuáles son. Los de Louis y Dani estaban en aquella película. Las primeras imágenes, que Louis se encargó de que viera a cámara lenta, me mostraron a su hermana Sara besándose a escondidas con el padre de los trillizos. Estaban en un coche; él la manoseaba y a ella parecía gustarle. Sara era una menor que se estaba viendo con un hombre casado, primo de su madre. Además de las escenas también leía frases que iban dirigidas a mí. Reconocí solo dos de ellas; de las otras no tenía ni idea, porque debían de ser citas bíblicas. La música que acompañaba las imágenes me resultó aún más angustiosa que la primera vez que la escuché.
Cerré los ojos para no ver más aquella película, pero Louis me abofeteó y me apretujó el mentón para que la siguiera viendo.
Mientras Louis se empeñaba en que viera la película me pregunté dónde estaría Dani y qué estaría haciendo en esos momentos.
Sara corría por el bosque, huyendo de algo. Louis llevaba un cuchillo en la mano y se abalanzó sobre su hermana, quien quedó desmadejada en el suelo. La cámara se fue acercando hasta centrarse en la mirada perdida de ella. De repente la película se tornó negra al mismo tiempo que la habitación se quedó a oscuras. Pasaron varios segundos hasta que el foco que llevaba Louis en la mano me deslumbró, haciéndome daño en los ojos.
La película aún no había terminado, y volví a centrarme en ella para no provocarlo. Sara estaba tumbada desnuda en el suelo mugriento. Una mano que se asemejaba a una garra la cogió del brazo y la arrastró por un pasillo muy largo. Aunque no oía sus gritos, sí que los sentía muy dentro. Su mueca de desesperación sería una de las últimas cosas que vería en mi vida. Lloré por ella, por mí, porque muy pronto yo sería la próxima víctima. La película terminó con una fecha: 25/03/2009.
De pronto se me encendió una lucecita. La madre de Louis y Dani murió un miércoles, el 25 de abril de 2012. Sé que fue ese día porque fui a ver Los vengadores en un pase especial con mamá, Roberto y Nat. Y mucho me tendría que equivocar para que la fecha que me mostró la última imagen del CD no cayera también en miércoles.
Creo que todos esos asesinatos tenían que ver con su hermana y con la relación que mantuvo con el padre de los trillizos. Quizá las citas bíblicas tenían como objetivo mostrarnos cómo iba a terminar la obra que habían empezado Louis y Dani.
Louis me arrancó la cinta que llevaba en la boca y escupí el trapo que no me dejaba hablar al suelo. Hice varias respiraciones antes de recuperarme. Tenía los labios secos y la sed me removió el estómago provocando que un hilillo de bilis me subiera por la garganta hasta llegar a mis labios. Me limpié la boca con el hombro derecho.
—Gracias… por el mensaje. —Me callé unos segundos y pensé en qué decirle para no provocar su ira. De los dos hermanos, creí que Louis era el brazo ejecutor, de ahí que se autodenominara «el ángel exterminador». Por lo tanto, era el más débil de los dos y al que podía convencer de que me dejara libre. Se había tomado tan en serio su papel que llevaba unas lentillas de color azul. No sé de dónde había sacado la idea de que los ángeles tenían los ojos de ese color—. Por abrirme los ojos con la película.
Louis alzó la mirada al techo, y yo seguí la dirección de sus ojos. Hubiera dado cualquier cosa por saber qué era lo que contemplaba con tanto embeleso.
—No es nada personal. Cuando el Padre habla yo obedezco.
—Eso hacen los buenos hijos.
—Tú no lo entiendes.
—Me gustaría que me lo explicaras, por favor.
Él giró lentamente la cabeza hacia mí. El gesto de su cara me reveló que estaba sorprendido.
—No eres como las demás.
Me mantuve callada, aunque por dentro temblaba. Tenía que controlar el movimiento de mis rodillas para parecer que estaba serena. Si yo no era como las demás, eso quería decir que le molestaba que las chicas suplicaran y que le interrumpieran cuando estaba diciendo algo importante. Era posible que le gustaran las mujeres sumisas, así que dejé que siguiera hablando.
Recuperé la conciencia antes de llegar a donde fuera que me llevaba. El dolor era tan intenso que me había devuelto a la realidad. Me dolía mucho la mejilla izquierda. Al instante supe que moriría en muy poco tiempo. Iba en el maletero de un coche que olía francamente mal. Tenía las manos atadas a la espalda y un trapo en la boca sujeto con cinta aislante. Traté de liberarme, aunque fue en vano porque la cinta que rodeaba mis muñecas se clavaba en mi piel y me provocaba heridas.
Escuché dos veces una canción en inglés que decía algo así como: «El por qué quiero que te mueras, muerte lenta, decadencia abismal, chaparrones que te limpian de tu vida, forzado, como ganado, corres, desnudo…». No conocía al grupo, aunque parecía música thrash metal.
Cerré los ojos y traté de no oponer resistencia al traqueteo del coche. En aquellas circunstancias no podía hacer nada salvo esperar el siguiente movimiento. Ahora solo me quedaba la esperanza de que mi hermana estuviera bien.
Repasé mentalmente todos los detalles que conocía hasta el momento. Había perseguido varias pistas, aunque ahora sabía que eran falsas, y por lógica solo había encontrado puertas cerradas. El miércoles era la clave de todo. Las pruebas nunca mentían. ¿Qué pasó ese día de la semana para querer matar a tantas chicas? No obstante, el cansancio no me dejaba pensar con claridad.
Debimos de circular unos quince minutos más antes de llegar a nuestro destino. Un frío me recorrió la espalda cuando se abrió la puerta del maletero. Habíamos llegado a una casucha perdida en la montaña. Yo busqué su mirada para preguntarle por qué hacía todo aquello, aunque enseguida giré la cara, porque sus ojos mostraban tanta cólera que me dio miedo provocarlo.
Me agarró de los brazos y me sacó sin ningún miramiento. El viento de la noche gemía a nuestro alrededor, y tuve la sensación de que me azotaba con furia los brazos y las piernas. Me empujó y caí de rodillas al suelo. Al levantarme por el cabello solté un grito ahogado y se me saltaron las lágrimas. Un hilo de sangre fue bajando por mi pierna. Me dolía bastante la rodilla derecha, aunque ese era el menor de mis problemas. Me arrastró del pelo prácticamente hasta la entrada y volvió a empujarme cuando abrió la cueva de los horrores.
Una bofetada de hedor me tiró hacia atrás. Me hizo girar sobre mí misma a oscuras en aquella habitación y luego me dejó a solas. Me sentía desorientada y no sabía ubicar dónde estaba la puerta. En cuanto regresó encendió un interruptor, y parpadeé varias veces para acostumbrarme nuevamente a la luz.
Me había estado mentalizando para esperar cualquier cosa, pero ni en mis peores pesadillas hubiera imaginado una monstruosidad como la que hallé dentro de aquella casa. Creo que si tuviera que describir el infierno sería algo parecido a lo que descubrí al entrar por la puerta. Si en el maletero el olor era desagradable, dentro de aquella habitación se hacía inaguantable. Estuve a punto de vomitar, aunque logré contener las arcadas, porque lo contrario no era mejor. Tenía una mordaza en la boca que me impedía expulsar cualquier alimento.
Había serrín en el suelo y un montón de animales disecados en posturas inimaginables colgados de las paredes y del techo. Reparé en dos lobos colocados en una mesa con la boca abierta y los colmillos preparados para abalanzarse sobre un caniche que parecía suplicar clemencia. También vi varios gallos de pelea enzarzados, y un gato que sostenía una rata en la boca.
Tuve la impresión de que todas las figuras disecadas eran parte de un teatro funesto y que cada pieza cumplía una misión dentro de aquel horror. Un murciélago colgado del techo salió a mi encuentro cuando volvió a empujarme. Sus ojos vidriosos y su mueca siniestra hicieron que me sobresaltara.
Pasamos a otra habitación más pequeña, un lugar que reconocí inmediatamente. Allí había estado Andrea. Le eché un vistazo rápido antes de que él me sentara en una silla. Había varios objetos en el suelo, desde una olla que contenía restos de comida, hasta un orinal de loza. Ató mi torso a la silla con cinta aislante y se encaminó hacia una mesa donde había una tele y un DVD.
No sabía qué pretendía, así que me preparé para lo peor. Enseguida vi la película que deseaba mostrarme, pero esa vez podía advertir mucho mejor qué era lo que había escondido en ella. Tragué saliva y mordí el trapo que llevaba en la boca.
Todo el mundo tiene secretos, solo hay que descubrir cuáles son. Los de Louis y Dani estaban en aquella película. Las primeras imágenes, que Louis se encargó de que viera a cámara lenta, me mostraron a su hermana Sara besándose a escondidas con el padre de los trillizos. Estaban en un coche; él la manoseaba y a ella parecía gustarle. Sara era una menor que se estaba viendo con un hombre casado, primo de su madre. Además de las escenas también leía frases que iban dirigidas a mí. Reconocí solo dos de ellas; de las otras no tenía ni idea, porque debían de ser citas bíblicas. La música que acompañaba las imágenes me resultó aún más angustiosa que la primera vez que la escuché.
Cerré los ojos para no ver más aquella película, pero Louis me abofeteó y me apretujó el mentón para que la siguiera viendo.
Mientras Louis se empeñaba en que viera la película me pregunté dónde estaría Dani y qué estaría haciendo en esos momentos.
Sara corría por el bosque, huyendo de algo. Louis llevaba un cuchillo en la mano y se abalanzó sobre su hermana, quien quedó desmadejada en el suelo. La cámara se fue acercando hasta centrarse en la mirada perdida de ella. De repente la película se tornó negra al mismo tiempo que la habitación se quedó a oscuras. Pasaron varios segundos hasta que el foco que llevaba Louis en la mano me deslumbró, haciéndome daño en los ojos.
La película aún no había terminado, y volví a centrarme en ella para no provocarlo. Sara estaba tumbada desnuda en el suelo mugriento. Una mano que se asemejaba a una garra la cogió del brazo y la arrastró por un pasillo muy largo. Aunque no oía sus gritos, sí que los sentía muy dentro. Su mueca de desesperación sería una de las últimas cosas que vería en mi vida. Lloré por ella, por mí, porque muy pronto yo sería la próxima víctima. La película terminó con una fecha: 25/03/2009.
De pronto se me encendió una lucecita. La madre de Louis y Dani murió un miércoles, el 25 de abril de 2012. Sé que fue ese día porque fui a ver Los vengadores en un pase especial con mamá, Roberto y Nat. Y mucho me tendría que equivocar para que la fecha que me mostró la última imagen del CD no cayera también en miércoles.
Creo que todos esos asesinatos tenían que ver con su hermana y con la relación que mantuvo con el padre de los trillizos. Quizá las citas bíblicas tenían como objetivo mostrarnos cómo iba a terminar la obra que habían empezado Louis y Dani.
Louis me arrancó la cinta que llevaba en la boca y escupí el trapo que no me dejaba hablar al suelo. Hice varias respiraciones antes de recuperarme. Tenía los labios secos y la sed me removió el estómago provocando que un hilillo de bilis me subiera por la garganta hasta llegar a mis labios. Me limpié la boca con el hombro derecho.
—Gracias… por el mensaje. —Me callé unos segundos y pensé en qué decirle para no provocar su ira. De los dos hermanos, creí que Louis era el brazo ejecutor, de ahí que se autodenominara «el ángel exterminador». Por lo tanto, era el más débil de los dos y al que podía convencer de que me dejara libre. Se había tomado tan en serio su papel que llevaba unas lentillas de color azul. No sé de dónde había sacado la idea de que los ángeles tenían los ojos de ese color—. Por abrirme los ojos con la película.
Louis alzó la mirada al techo, y yo seguí la dirección de sus ojos. Hubiera dado cualquier cosa por saber qué era lo que contemplaba con tanto embeleso.
—No es nada personal. Cuando el Padre habla yo obedezco.
—Eso hacen los buenos hijos.
—Tú no lo entiendes.
—Me gustaría que me lo explicaras, por favor.
Él giró lentamente la cabeza hacia mí. El gesto de su cara me reveló que estaba sorprendido.
—No eres como las demás.
Me mantuve callada, aunque por dentro temblaba. Tenía que controlar el movimiento de mis rodillas para parecer que estaba serena. Si yo no era como las demás, eso quería decir que le molestaba que las chicas suplicaran y que le interrumpieran cuando estaba diciendo algo importante. Era posible que le gustaran las mujeres sumisas, así que dejé que siguiera hablando.
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
Capítulo 26 "Todo el mundo miente" (Parte 2)
—Ella no accedió nunca a acatar el consejo del Padre. Siempre iba por su cuenta. Era una ramera. ¿Entiendes? Le advertimos que no podríamos hacer nada por ella de seguir por ese camino. Estaba cometiendo incesto… mamá nos dijo quién era su padre realmente. Madre fue la primera en pecar, en engañar a nuestro padre para que se casara con ella. —Se sentó a mi lado y apoyó la cabeza sobre mis rodillas—. Cuando supimos qué estaba ocurriendo, madre nos comentó que íbamos a ser castigados todos por culpa de Sara. No podíamos consentir que rompiera un matrimonio. Su hijo iba a tener la marca del diablo, un niño que provocaría el apocalipsis. Él abriría las puertas y vendrían los cuatro jinetes. —Se calló y giró la cara hacia mí—. Pero ahora tiene una nueva oportunidad. Ella entrará limpia de pecado en el reino de los cielos y se sentará a la derecha del Padre. Vosotras aún no lo habéis entendido, aunque tampoco esperamos que lo entendáis. El Padre os ha elegido a vosotras.
—Gracias por dejarme ser parte de vuestra obra —murmuré.
Louis me acarició un muslo. Sentí repulsión, aunque le mostré una sonrisa.
De pronto se arrastró por el suelo a dos metros de mí y se quedó en un rincón. Se cubrió la cara con las manos y comenzó a sollozar.
—«Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz…»
Tenía que aprovechar la ventaja de que Louis estuviera con la guardia baja antes de que viniera Dani, porque con él entonces no tendría ninguna posibilidad de escaparme. Estaba dudando, y yo era el motivo por el que dudaba. Recordé lo que dijo Jesús en el Huerto de los Olivos. Solo esperaba que me diera la oportunidad de decirlo y adelantarme.
—¿Quién lo hará? —pregunté.
Louis alzó la mirada sin levantar la cabeza.
—¿Qué quieres decir?
—¿Quién llevará a cabo la obra del Padre? —dije.
Titubeó antes de contestarme.
—Él.
Bajé los párpados y apenas negué con la cabeza.
Louis volvió a acercarse a mí e hizo que lo mirara a los ojos.
—Que no se haga mi voluntad, sino la suya —comenté ladeando la cabeza.
Parecía que aquello desmontaba un poco el discurso que se había aprendido.
—Lo siento.
—No pasa nada. Es la voluntad del Padre. —Me mordí un labio, inspiré profundamente, porque no estaba segura de hasta dónde podría llegar con él, y seguí hablando—. Esperaba que fueras tú. Eres el ángel exterminador.
—«Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz…»
—Hazme un favor —esperé a que Louis reaccionara—, cuando llegue el momento quiero que estés a mi lado y me mires a los ojos.
Titubeó.
—«No puedo hacerlo, Padre.» —Se secó el sudor de la frente y pasó sus dedos por mi mejilla hinchada.
—Somos instrumentos en manos de Dios, Louis. ¿Qué podemos hacer contra la voluntad del Padre?
Se levantó del suelo y fue hasta la puerta. Estuvo buscando algo y permaneció unos segundos quieto. Me puse tensa, porque confiaba en que a Dani no le hubiera dado tiempo de llegar todavía.
—«No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a Dios. En ese monte Yahvé provee.» —Su voz cambió de grave a aguda, transformándose en la de un niño—. Dios proveerá.
Se acercó de nuevo a mí por detrás. No sabía qué iba a hacer. ¿Y si la había fastidiado antes de tiempo y me mataba antes de que llegara su hermano? Le había dicho que prefería que lo hiciera él en vez de Dani. Sin embargo, Louis me sorprendió y rompió la cinta aislante que aprisionaba mis manos y que me mantenía atada a la silla. Permanecí sentada, inmóvil, a la espera de que él me dijera qué tenía que hacer. Miré de reojo a ambos lados de la silla para ver qué hacía. Se sentó a mi lado, posando su cabeza sobre mi regazo. Aún llevaba el cuchillo en la mano.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —quise saber acariciando sus cabellos.
—¿Vendrías conmigo?
—Sí —le dije sin titubear—. ¿Adónde?
Con un movimiento rápido de muñeca colocó el cuchillo en mi garganta. Contuve la respiración.
—¡Me estás engañando! ¡Eres como las demás!
El corazón me dio un vuelco, pero lo peor era que de un momento a otro Louis se daría cuenta de que estaba haciendo verdaderos esfuerzos para no temblar y ponerme a llorar.
—No, Louis —conseguí que mi voz sonara segura y firme—. No te estoy engañando. Si no me crees átame de nuevo o mátame ahora.
Junté mis muñecas y las coloqué por delante para que me volviera a atar bajando mi cabeza en señal de sumisión.
—Hágase la voluntad del Padre —murmuré.
—¿De verdad harías eso por mí?
Asentí con suavidad sin despegar la mirada del suelo. Aún mantenía las muñecas juntas. Aproveché para mirar de soslayo hacia la derecha para saber a qué distancia se encontraba la olla que había en el suelo, aunque estaba demasiado lejos para alcanzarla. Giré la mirada hacia el otro lado y advertí que el orinal estaba más cerca de lo que creía.
Louis se aproximó un poco más a mí. Cerré los párpados, pero no por mucho tiempo. Estaba casi segura de que de un momento a otro me mataría. Sin embargo, me agarró del mentón y me besó. Fue un beso torpe y, aunque me pilló por sorpresa, le correspondí.
—Vamos —me comentó girándose hacia la puerta.
Tanto él como yo habíamos oído un ruido. Dani estaba llegando en coche. No obstante, no me lo pensé dos veces, era ahora o nunca. Agarré el orinal con la mano izquierda. Tenía menos de un segundo para aprovecharme de la ventaja. Le golpeé en la cabeza con fuerza. Louis no tuvo tiempo de girarse, y yo volví a golpearlo antes de que reaccionara. Cayó al suelo como un fardo, con los párpados abiertos.
Descargué toda la rabia que sentía en los golpes sucesivos que le propiné en el cuerpo hasta que el orinal se rompió.
Me levanté tambaleándome y salí de la habitación. Dani acababa de aparcar. No me daría tiempo a escapar por la puerta. Volví al cuarto pequeño y advertí que bajo la alfombra que cubría una parte del suelo sobresalía una trampilla. Arrastré la alfombra para poder abrirla y entrar por ella. Unas escaleras estrechas me llevaron hasta una puerta. Mientras bajaba el olor nauseabundo se hacía más insoportable. Llegué hasta una estancia más pequeña que las dos que había arriba, iluminada por una vela. Había una cama y parecía que había alguien durmiendo en ella.
Agucé el oído para saber qué estaba haciendo Dani. Cuando supe que bajaba por las escaleras me escondí debajo de la cama.
—Ella no accedió nunca a acatar el consejo del Padre. Siempre iba por su cuenta. Era una ramera. ¿Entiendes? Le advertimos que no podríamos hacer nada por ella de seguir por ese camino. Estaba cometiendo incesto… mamá nos dijo quién era su padre realmente. Madre fue la primera en pecar, en engañar a nuestro padre para que se casara con ella. —Se sentó a mi lado y apoyó la cabeza sobre mis rodillas—. Cuando supimos qué estaba ocurriendo, madre nos comentó que íbamos a ser castigados todos por culpa de Sara. No podíamos consentir que rompiera un matrimonio. Su hijo iba a tener la marca del diablo, un niño que provocaría el apocalipsis. Él abriría las puertas y vendrían los cuatro jinetes. —Se calló y giró la cara hacia mí—. Pero ahora tiene una nueva oportunidad. Ella entrará limpia de pecado en el reino de los cielos y se sentará a la derecha del Padre. Vosotras aún no lo habéis entendido, aunque tampoco esperamos que lo entendáis. El Padre os ha elegido a vosotras.
—Gracias por dejarme ser parte de vuestra obra —murmuré.
Louis me acarició un muslo. Sentí repulsión, aunque le mostré una sonrisa.
De pronto se arrastró por el suelo a dos metros de mí y se quedó en un rincón. Se cubrió la cara con las manos y comenzó a sollozar.
—«Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz…»
Tenía que aprovechar la ventaja de que Louis estuviera con la guardia baja antes de que viniera Dani, porque con él entonces no tendría ninguna posibilidad de escaparme. Estaba dudando, y yo era el motivo por el que dudaba. Recordé lo que dijo Jesús en el Huerto de los Olivos. Solo esperaba que me diera la oportunidad de decirlo y adelantarme.
—¿Quién lo hará? —pregunté.
Louis alzó la mirada sin levantar la cabeza.
—¿Qué quieres decir?
—¿Quién llevará a cabo la obra del Padre? —dije.
Titubeó antes de contestarme.
—Él.
Bajé los párpados y apenas negué con la cabeza.
Louis volvió a acercarse a mí e hizo que lo mirara a los ojos.
—Que no se haga mi voluntad, sino la suya —comenté ladeando la cabeza.
Parecía que aquello desmontaba un poco el discurso que se había aprendido.
—Lo siento.
—No pasa nada. Es la voluntad del Padre. —Me mordí un labio, inspiré profundamente, porque no estaba segura de hasta dónde podría llegar con él, y seguí hablando—. Esperaba que fueras tú. Eres el ángel exterminador.
—«Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz…»
—Hazme un favor —esperé a que Louis reaccionara—, cuando llegue el momento quiero que estés a mi lado y me mires a los ojos.
Titubeó.
—«No puedo hacerlo, Padre.» —Se secó el sudor de la frente y pasó sus dedos por mi mejilla hinchada.
—Somos instrumentos en manos de Dios, Louis. ¿Qué podemos hacer contra la voluntad del Padre?
Se levantó del suelo y fue hasta la puerta. Estuvo buscando algo y permaneció unos segundos quieto. Me puse tensa, porque confiaba en que a Dani no le hubiera dado tiempo de llegar todavía.
—«No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a Dios. En ese monte Yahvé provee.» —Su voz cambió de grave a aguda, transformándose en la de un niño—. Dios proveerá.
Se acercó de nuevo a mí por detrás. No sabía qué iba a hacer. ¿Y si la había fastidiado antes de tiempo y me mataba antes de que llegara su hermano? Le había dicho que prefería que lo hiciera él en vez de Dani. Sin embargo, Louis me sorprendió y rompió la cinta aislante que aprisionaba mis manos y que me mantenía atada a la silla. Permanecí sentada, inmóvil, a la espera de que él me dijera qué tenía que hacer. Miré de reojo a ambos lados de la silla para ver qué hacía. Se sentó a mi lado, posando su cabeza sobre mi regazo. Aún llevaba el cuchillo en la mano.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —quise saber acariciando sus cabellos.
—¿Vendrías conmigo?
—Sí —le dije sin titubear—. ¿Adónde?
Con un movimiento rápido de muñeca colocó el cuchillo en mi garganta. Contuve la respiración.
—¡Me estás engañando! ¡Eres como las demás!
El corazón me dio un vuelco, pero lo peor era que de un momento a otro Louis se daría cuenta de que estaba haciendo verdaderos esfuerzos para no temblar y ponerme a llorar.
—No, Louis —conseguí que mi voz sonara segura y firme—. No te estoy engañando. Si no me crees átame de nuevo o mátame ahora.
Junté mis muñecas y las coloqué por delante para que me volviera a atar bajando mi cabeza en señal de sumisión.
—Hágase la voluntad del Padre —murmuré.
—¿De verdad harías eso por mí?
Asentí con suavidad sin despegar la mirada del suelo. Aún mantenía las muñecas juntas. Aproveché para mirar de soslayo hacia la derecha para saber a qué distancia se encontraba la olla que había en el suelo, aunque estaba demasiado lejos para alcanzarla. Giré la mirada hacia el otro lado y advertí que el orinal estaba más cerca de lo que creía.
Louis se aproximó un poco más a mí. Cerré los párpados, pero no por mucho tiempo. Estaba casi segura de que de un momento a otro me mataría. Sin embargo, me agarró del mentón y me besó. Fue un beso torpe y, aunque me pilló por sorpresa, le correspondí.
—Vamos —me comentó girándose hacia la puerta.
Tanto él como yo habíamos oído un ruido. Dani estaba llegando en coche. No obstante, no me lo pensé dos veces, era ahora o nunca. Agarré el orinal con la mano izquierda. Tenía menos de un segundo para aprovecharme de la ventaja. Le golpeé en la cabeza con fuerza. Louis no tuvo tiempo de girarse, y yo volví a golpearlo antes de que reaccionara. Cayó al suelo como un fardo, con los párpados abiertos.
Descargué toda la rabia que sentía en los golpes sucesivos que le propiné en el cuerpo hasta que el orinal se rompió.
Me levanté tambaleándome y salí de la habitación. Dani acababa de aparcar. No me daría tiempo a escapar por la puerta. Volví al cuarto pequeño y advertí que bajo la alfombra que cubría una parte del suelo sobresalía una trampilla. Arrastré la alfombra para poder abrirla y entrar por ella. Unas escaleras estrechas me llevaron hasta una puerta. Mientras bajaba el olor nauseabundo se hacía más insoportable. Llegué hasta una estancia más pequeña que las dos que había arriba, iluminada por una vela. Había una cama y parecía que había alguien durmiendo en ella.
Agucé el oído para saber qué estaba haciendo Dani. Cuando supe que bajaba por las escaleras me escondí debajo de la cama.
laus_98
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
¡Oh, dios mío! Lo dije, desconfiaba de Louis ¡Y mira! aunque de Dani no, así que esto es una sorpresa. No me lo dejes así, sigue la novela, que está en la mejor parte.
Y bueno, ¿Tú como estás? Espero que bien :)
Besos xx
Y bueno, ¿Tú como estás? Espero que bien :)
Besos xx
earthtoAnnn
Re: Como desees. (Niall Horan y tu) (Adaptación)
Ohhh mierdaaaaa
Por dioss yo desconfiaba de Louis pero no de dani ahora tien sentido todo
Ahhhhhhh diossss
Sigelaaaa
Sigelaaaa
Quiero ver que pasaaaaaa
Ahh enerio me encata y no la puedes dejar asiii plisss
Sigelaaaa
Loa
Por dioss yo desconfiaba de Louis pero no de dani ahora tien sentido todo
Ahhhhhhh diossss
Sigelaaaa
Sigelaaaa
Quiero ver que pasaaaaaa
Ahh enerio me encata y no la puedes dejar asiii plisss
Sigelaaaa
Loa
loa
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