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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Te Gusta La Novela ???
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
Holaa!!
Soy un asco de persona, no debería de llamarme lectora
Deves odiarme :c PERDÓN!!! lo siento lo siento lo siento
Tengo siglos que no comento tuve unos problemas y no me había dado tiempo de conectarme :oops: lose es mucho tiempo :c pero aquí esta tu fiel lectora c: ahora me al día con los caps
PD: please no me odies :s
Bye...
Soy un asco de persona, no debería de llamarme lectora
Deves odiarme :c PERDÓN!!! lo siento lo siento lo siento
Tengo siglos que no comento tuve unos problemas y no me había dado tiempo de conectarme :oops: lose es mucho tiempo :c pero aquí esta tu fiel lectora c: ahora me al día con los caps
PD: please no me odies :s
Bye...
blancastyles
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
Siiguela por favor siguela
rosmery de styles
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
CAPITULO 35
—Mañana tenemos los dos la ceremonia de la entrega de títulos.
Harry se levanta automáticamente, poniendo de manifiesto años de
arraigada urbanidad.
—No quiero que te vayas.
—Por favor… Tengo que irme.
—¿Por qué?
—Porque me has planteado muchas cosas en las que pensar… y necesito cierta
distancia.
—Podría conseguir que te quedaras —me amenaza.
—Sí, no te sería difícil, pero no quiero que lo hagas.
Se pasa la mano por el pelo mirándome detenidamente.
—Mira, cuando viniste a entrevistarme y te caíste en mi despacho, todo eran «Sí,
señor», «No, señor». Pensé que eras una sumisa nata. Pero, la verdad, ____tn,
no estoy seguro de que tengas madera de sumisa —me dice en tono tenso
acercándose a mí.
—Quizá tengas razón —le contesto.
—Quiero tener la oportunidad de descubrir si la tienes —murmura mirándome.
Levanta un brazo, me acaricia la cara y me pasa el pulgar por el labio inferior—.
No sé hacerlo de otra manera,_____tn . Soy así.
—Lo sé.
Se inclina para besarme, pero se detiene antes de que sus labios rocen los míos.
Busca mis ojos con la mirada, como pidiéndome permiso. Alzo los labios hacia él y
me besa, y como no sé si volveré a besarlo más, me dejo ir. Mis manos se mueven
por sí solas, se deslizan por su pelo, lo atraen hacia mí. Mi boca se abre y mi lengua
acaricia la suya. Me agarra por la nuca para besarme más profundamente,
respondiendo a mi ardor. Me desliza la otra mano por la espalda, y al llegar al final
de la columna, la detiene y me aprieta contra su cuerpo.
—¿No puedo convencerte de que te quedes? —me pregunta sin dejar de
besarme.
—No.
—Pasa la noche conmigo.
—¿Sin tocarte? No.
—Eres imposible —se queja. Se echa hacia atrás y me mira fijamente—. ¿Por qué
tengo la impresión de que estás despidiéndote de mí?
—Porque voy a marcharme.
—No es eso lo que quiero decir, y lo sabes.
—Harry , tengo que pensar en todo esto. No sé si puedo mantener el tipo de
relación que quieres.
Cierra los ojos y presiona su frente contra la mía, lo cual nos da a ambos la
oportunidad de relajar la respiración. Un momento después me besa en la frente,
respira hondo, con la nariz hundida en mi pelo, me suelta y da un paso atrás.
—Como quiera, señorita Steele —me dice con rostro impasible—. La acompaño
hasta el vestíbulo.
Me tiende la mano. Me inclino, cojo el bolso y le doy la mano. Maldita sea, esto
podría ser todo. Lo sigo dócilmente por la gran escalera hasta el vestíbulo. Siento
picores en el cuero cabelludo, la sangre me bombea muy deprisa. Podría ser el
último adiós si decido no aceptar. El corazón se me contrae dolorosamente en el
pecho. Qué giro tan radical… Qué gran diferencia puede suponer para una chica
un momento de lucidez.
—¿Tienes el ticket del aparcacoches?
Saco del bolso el ticket y se lo doy. Harry se lo entrega al portero. Lo miro
mientras esperamos.
—Gracias por la cena —murmuro.
—Ha sido un placer como siempre, señorita Steele —me contesta
educadamente, aunque parece sumido en sus pensamientos, abstraído por
completo.
Lo observo detenidamente y memorizo su hermoso perfil. Me obsesiona la
desagradable idea de que podría no volver a verlo. Es demasiado doloroso para
planteármelo. De pronto se gira y me mira con expresión intensa.
—Esta semana te mudas a Seattle. Si tomas la decisión correcta, ¿podré verte el
domingo? —me pregunta en tono inseguro.
—Ya veremos. Quizá —le contesto.
Por un momento parece aliviado, pero enseguida frunce el ceño.
—Ahora hace fresco. ¿No has traído chaqueta?
—No.
Mueve la cabeza enfadado y se quita la americana.
—Toma. No quiero que cojas frío.
Parpadeo mientras la sostiene para que me la ponga. Y al pasar los brazos por
las mangas, recuerdo el momento en su despacho en que me puso la chaqueta
sobre los hombros —el día en que lo conocí—, y la impresión que me causó. Nada
ha cambiado. En realidad, ahora es más intenso. Su americana está caliente, me
viene muy grande y huele a él… delicioso.
Llega mi coche. Harry se queda boquiabierto.
—¿Ese es tu coche?
Está horrorizado. Me coge de la mano y sale conmigo a la calle. El aparcacoches
sale, me tiende las llaves, y Harry le da una propina.
—¿Está en condiciones de circular? —me pregunta fulminándome con la
mirada.
—Sí.
—¿Llegará hasta Seattle?
—Claro que sí.
—¿Es seguro?
—Sí —le contesto irritada—. Vale, es viejo, pero es mío y funciona. Me lo
compró mi padrastro.
—______Tn , creo que podremos arreglarlo.
—¿Qué quieres decir? —De pronto lo entiendo—. Ni se te ocurra comprarme un
coche.
Me mira con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.
—Ya veremos —me contesta.
Hace una mueca mientras me abre la puerta del conductor y me ayuda a entrar.
Me quito los zapatos y bajo la ventanilla. Me mira con expresión impenetrable y
ojos turbios.
—Conduce con prudencia —me dice en voz baja.
—Adiós,Harry—le digo con voz ronca, como si estuviera a punto de llorar.
No, no voy a llorar. Le sonrío ligeramente.
Mientras me alejo, siento una presión en el pecho, empiezan a aflorar las
lágrimas y trato de ahogar el llanto. Las lágrimas no tardan en rodar por mis
mejillas, aunque la verdad es que no entiendo por qué lloro. Me he mantenido
firme. Él me lo ha explicado todo, y ha sido claro. Me desea, pero necesito más.
Necesito que me desee como yo lo deseo y lo necesito, y en el fondo sé que no es
posible. Estoy abrumada.
Ni siquiera sé cómo catalogarlo. Si acepto… ¿será mi novio? ¿Podré
presentárselo a mis amigos? ¿Saldré con él de copas, al cine o a jugar a los bolos?
Creo que no, la verdad. No me dejará tocarlo ni dormir con él. Sé que no he hecho
estas cosas en el pasado, pero quiero hacerlas en el futuro. Y no es este el futuro
que él tiene previsto.
¿Qué pasa si digo que sí, y dentro de tres meses él dice que no, que se ha
cansado de intentar convertirme en algo que no soy? ¿Cómo voy a sentirme? Me
habré implicado emocionalmente durante tres meses y habré hecho cosas que no
estoy segura de que quiera hacer. Y si después me dice que no, que se ha acabado
el acuerdo, ¿cómo voy a sobrellevar el rechazo? Quizá lo mejor sea retirarse ahora,
que mantego mi autoestima más o menos intacta.
Pero la idea de no volver a verlo me resulta insoportable. ¿Cómo se me ha
metido en la piel en tan poco tiempo? No puede ser solo el sexo, ¿verdad? Me paso
la mano por los ojos para secarme las lágrimas. No quiero analizar lo que siento
por él. Me asusta lo que podría descubrir. ¿Qué voy a hacer?
Aparco frente a nuestra casa. No veo luces encendidas, así que Brenda debe de
haber salido. Es un alivio. No quiero que vuelva a pillarme llorando. Mientras me
desnudo, enciendo el cacharro infernal y encuentro un mensaje de Harry en la
bandeja de entrada.
De:Harry Styles
Fecha: 25 de mayo de 2013 22:01
Para: ____Tn Steele
Asunto: Esta noche
No entiendo por qué has salido corriendo esta noche. Espero sinceramente haber
contestado a todas tus preguntas de forma satisfactoria. Sé que tienes que
plantearte muchas cosas y espero fervientemente que consideres en serio mi
propuesta. Quiero de verdad que esto funcione. Nos lo tomaremos con
calma.Confía en mí.
Harry Styles Presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
Este e-mail me hace llorar más. No soy una fusión empresarial. No soy una
adquisición. Leyendo este correo, cualquiera diría que sí. No le contesto. No sé qué
decirle, la verdad. Me pongo el pijama y me meto en la cama envuelta en su
americana. Tumbada, en la oscuridad, pienso en todas las veces que me ha
advertido que me mantuviera alejada de él.
«________tn , deberías mantenerte alejada de mí. No soy un hombre para ti.»
«Yo no tengo novias.»
«No soy un hombre de flores y corazones.»
«Yo no hago el amor.»
«No sé hacerlo de otra manera.»
Es lo último a lo que me aferro mientras lloro en silencio, con la cara hundida en
la almohada. Tampoco yo sé hacerlo de otra manera. Quizá juntos podamos
encontrar otro camino.
Harry está frente a mí con una fusta de cuero trenzado. Solo lleva puestos unos
Levi’s viejos, gastados y rotos. Golpea despacio la fusta contra la palma de su
mano sin dejar de mirarme. Esboza una sonrisa triunfante. No puedo moverme.
Estoy desnuda y atada con grilletes, despatarrada en una enorme cama de cuatro
postes. Se acerca a mí y me desliza la punta de la fusta desde la frente hasta la
nariz, de manera que percibo el olor del cuero, y luego sigue hasta mis labios
entreabiertos, que jadean. Me mete la punta en la boca y siento el sabor intenso del
cuero.
—Chupa —me ordena en voz baja.
Obedezco y cierro los labios alrededor de la punta.
—Basta —me dice bruscamente.
Vuelv,o a jadear mientras me saca la fusta de la boca y me la desliza desde la
barbilla hasta el final del cuello. Le da vueltas despacio y sigue arrastrando la
punta de la fusta por mi cuerpo, por el esternón, entre los pechos y por el torso,
hasta el ombligo. Jadeo, me retuerzo y tiro de los grilletes, que me destrozan las
muñecas y los tobillos. Me rodea el ombligo con la punta de cuero y sigue
deslizándola por mi vello púbico hasta el clítoris. Sacude la fusta y me golpea con
fuerza en el clítoris, y me corro gloriosamente gritando que me desate.
De pronto me despierto jadeando, bañada en sudor y sintiendo los espasmos
posteriores al orgasmo. Dios mío. Estoy totalmente desorientada. ¿Qué demonios
ha pasado? Estoy en mi cama sola. ¿Cómo? ¿Por qué? Me incorporo de un salto,
conmocionada… Uau. Es de día. Miro el despertador: las ocho. Me cubro la cara
con las manos. No sabía que yo pudiera tener sueños sexuales. ¿Ha sido por algo
que comí? Quizá las ostras y la investigación, que han acabado manifestándose en
mi primer sueño erótico. Es desconcertante. No tenía ni idea de que pudiera
correrme en sueños.
- HOLIS :):
- ´Perdon perdon por la demora
me deven odiar pero juro que no he tenido tiempo de nada mas a hora que me entere que me tienes que operar :c aww tengoo miedo no quiero pero tengo que ser machote jajajaj na posta no se como lo hare pero tendre que tomar valor volviendo ala novela aki ya les dejo un capi tratare de subor 1 o 2 por dia asi tienen que leer
ok lindas me voy nos vemos
besotes las amooooo
comente plis ¡¡
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
Me encanto el capi :3 please sigue
blancastyles
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
CAPITULO 36
Brenda se acerca a mí corriendo cuando entro tambaleándome en la cocina.
—_____Ta, ¿estás bien? Te veo rara. ¿Llevas puesta la americana de Harry?
—Estoy bien.
Maldita sea. Debería haberme mirado en el espejo. Evito sus ojosMiel , que me
atraviesan. Todavía no me he recuperado del sueño.
—Sí, es la americana de Harry .
Frunce el ceño.
—¿Has dormido?
—No muy bien.
Cojo la tetera. Necesito un té.
—¿Qué tal la cena?
Ya empieza…
—Comimos ostras. Y luego bacalao, así que diría que hubo bastante pescado.
—Uf… Odio las ostras, pero no estoy preguntándote por la comida. ¿Qué tal con
Harry ? ¿De qué hablasteis?
—Se mostró muy atento.
Me callo. ¿Qué puedo decirle? No tiene VIH, le interesa la interpretación, quiere
que obedezca todas sus órdenes, hizo daño a una mujer a la que colgó del techo de
su cuarto de juegos y quería follarme en el comedor privado. ¿Sería un buen
resumen? Intento desesperadamente recordar algo de mi cita con Harry que
pueda comentar con Brenda.
—No le gusta Wanda.
—¿A quién le gusta,____ta? No es nada nuevo. ¿Por qué estás tan evasiva?
Suéltalo, amiga mía.
—Bren, hablamos de un montón de cosas. Ya sabes… de lo quisquilloso que es
con la comida. Por cierto, le gustó mucho tu vestido.
La tetera ya está hirviendo, así que me preparo una taza.
—¿Te apetece un té? ¿Quieres leerme tu discurso de hoy?
—Sí, por favor. Anoche estuve preparándolo en el Becca’s. Voy a buscarlo. Y sí,
me apetece mucho un té.
Bren sale corriendo de la cocina.
Uf, he conseguido darle esquinazo a Brenda carter. Abro un panecillo y
lo meto en la tostadora. Me ruborizo pensando en mi intenso sueño. ¿Qué
demonios ha pasado?
Anoche me costó dormirme. Estuve dando vueltas a diversas opciones. Estoy
muy confundida. La idea que tiene Harry de una relación se parece mucho a
una oferta de empleo, con sus horarios, la descripción del trabajo y un
procedimiento de resolución de conflictos bastante riguroso. No imaginaba así mi
primera historia de amor… pero, claro, a Harry no le interesan las historias de
amor. Si le dijera que quiero algo más, seguramente me diría que no… y me
arriesgaría a perder lo que me ha ofrecido. Es lo que más me preocupa, porque no
quiero perderlo. Pero no estoy segura de tener estómago para ser su sumisa… En
el fondo, lo que me tira para atrás son las varas y los látigos. Como soy débil
físicamente, haría lo que fuera por evitar el dolor. Pienso en mi sueño… ¿Sería así?
La diosa que llevo dentro da saltos con pompones de animadora gritándome que
sí.
Brenda vuelve a la cocina con su portátil. Me concentro en mi panecillo. Empieza a
leer su dicurso, y yo la escucho pacientemente.
Estoy vestida y lista cuando llega Ray. Abro la puerta de la calle y lo veo en el
porche con un traje que no le queda nada bien. Siento una cálida oleada de gratitud
y de amor hacia este hombre sencillo y me lanzo a sus brazos, una muestra de
cariño poco habitual en mí. Se queda desconcertado, perplejo.
—Hola, _______ta, yo también me alegro de verte —murmura abrazándome.
Me aparta un poco, y con las manos en mis hombros me mira de arriba abajo
con el ceño fruncido.
—¿Estás bien, hija?
—Claro, papá. ¿No puedo alegrarme de ver a mi padre?
Sonríe arrugando las comisuras de sus ojos oscuros y me sigue hasta el
comedor.
—Estás muy guapa —me dice.
—El vestido es de brenda —le digo bajando la mirada hacia el vestido gris de seda
con la espalda descubierta.
Frunce el ceño.
—¿Dónde está brenda?
—Ha ido al campus. Va a pronunciar un discurso, así que tiene que estar allí
antes.
—¿Vamos tirando?
—Papá, tenemos media hora. ¿Quieres un té? Cuéntame cómo está todo el
mundo en Montesano. ¿Cómo te ha ido el viaje?
Ray deja el coche en el aparcamiento del campus y seguimos a la multitud con
birretes negros y rojos hasta el gimnasio.
—Suerte,________ta. Pareces muy nerviosa. ¿Tienes que hacer algo?
Dios mío… ¿Por qué le ha dado hoy a Ray por ser observador?
—No, papá. Es un gran día.
Y voy a ver a Harry Styles.
—Sí, mi niña se ha graduado. Estoy orgulloso de ti,_____Ta.
—Gracias, papá.
Cuánto quiero a este hombre…
El gimnasio está lleno de gente. Ray va a sentarse a las gradas con los demás
padres y asistentes, y yo me dirijo a mi asiento. Llevo mi toga negra y mi birrete, y
siento que me protegen, que me permiten ser anónima. Todavía no hay nadie en el
estrado, pero parece que no consigo calmarme. Me late el corazón a toda prisa y
me cuesta respirar. Está por aquí, en algún sitio. Me pregunto si Brenda está
hablando con él, quizá interrogándolo. Me dirijo hacia mi asiento entre
compañeros cuyos apellidos también empiezan por S. Estoy en la segunda fila, lo
que me ofrece cierto anonimato. Miro hacia atrás y veo a Ray en las gradas, arriba
del todo. Lo saludo con un gesto. Me contesta agitando tímidamente la mano. Me
siento y espero.
El auditorio no tarda en llenarse y el rumor de voces nerviosas aumenta
progresivamente. La primera fila de asientos ya está ocupada. Yo estoy sentada
entre dos chicas de otro departamento a las que no conozco. Es evidente que son
muy amigas, y hablan muy nerviosas conmigo en medio.
A las once en punto aparece el rector desde detrás del estrado, seguido por los
tres vicerrectores y los profesores, todos ataviados en negro y rojo. Nos levantamos
y aplaudimos a nuestro personal docente. Algunos profesores asienten y saludan
con la mano, y otros parecen aburridos. El profesor Collins, mi tutor y mi profesor
preferido, tiene pinta de acabar de levantarse, como siempre. Al fondo del
escenario están Brenda y Harry. Harry lleva un traje gris a medida, y a las luces
del auditorio brillan en su pelo mechones cobrizos. Parece muy serio y
autosuficiente. Al sentarse, se desabrocha la americana y veo su corbata. Oh,
Dios… ¡esa corbata! Me froto las muñecas en un gesto reflejo. No puedo apartar los
ojos de él. Sin duda se ha puesto esa corbata a propósito. Aprieto los labios. El
público se sienta y cesan los aplausos.
—¡Mira a aquel tipo! —cuchichea entusiasmada una de las chicas sentadas a mi
lado.
—¡Está buenísimo! —le contesta la otra.
Me pongo tensa. Estoy segura de que no hablan del profesor Collins.
—Tiene que ser Harry Styles .
—¿Está libre?
Se me ponen los pelos de punta.
—Creo que no —murmuro.
—Oh —exclaman las chicas mirándome sorprendidas.
—Creo que es gay —mascullo.
—Qué lástima —se lamenta una de las chicas.
Mientras el rector se levanta y da comienzo al acto con su discurso, veo que
Harry recorre disimuladamente la sala con la mirada. Me hundo en mi asiento y
encojo los hombros para que no me vea. Fracaso estrepitosamente, porque un
segundo después sus ojos encuentran los míos. Me mira con rostro impasible,
totalmente inescrutable. Me remuevo incómoda en mi asiento, hipnotizada por su
mirada, y me ruborizo ligeramente. De pronto recuerdo mi sueño de esta mañana
y se me contraen los músculos del vientre. Respiro hondo. Sus labios esbozan una
leve y efímera sonrisa. Cierra un instante los ojos y al abrirlos recupera su
expresión indiferente. Lanza una rápida mirada al rector y luego fija la vista al
frente, en el emblema de la universidad colgado en la entrada. No vuelve a dirigir
sus ojos hacia mí. El rector continúa con su monótono discurso, y Harry sigue
sin mirarme. Mira fijamente hacia delante.
¿Por qué no me mira? ¿Habrá cambiado de idea? Me inunda una oleada de
inquietud. Quizá el hecho de que me marchara anoche fue el final también para él.
Se ha aburrido de esperar a que me decida. Oh, no, quizá lo he fastidiado todo.
Recuerdo su e-mail de anoche. Quizá esté enfadado porque no le he contestado.
De pronto la señorita Brenda Carter avanza por el estrado y la sala
irrumpe en aplausos. El rector se sienta y Bren se echa la bonita melena hacia atrás
y coloca sus papeles en el atril. Se toma su tiempo y no se siente intimidada por el
millar de personas que están mirándola. Cuando está lista, sonríe, levanta la
mirada hacia la multitud fascinada y empieza su discurso con elocuencia. Está
tranquila y se muestra divertida. Las chicas sentadas a mi lado se ríen a carcajadas
con su primera broma. Oh, Brenda Carter , tú si que sabes pronunciar un
discurso. En esos momentos estoy tan orgullosa de ella que mis dispersos
pensamientos sobre Harry quedan a un lado. Aunque ya he oído su discurso, lo
escucho atentamente. Domina la sala y se mete al público en el bolsillo.
Su tema es «¿Qué esperar después de la facultad?». Sí, ¿qué esperar? Harry
mira a Brenda alzando las cejas, creo que sorprendido. Podría haber ido a
entrevistarlo Brenda , y ahora podría estar haciéndole proposiciones indecentes a ella.
La guapa brenda y el guapo Harry juntos. Y yo podría estar como las dos chicas
sentadas a mi lado, admirándolo desde la distancia. Pero sé que Brenda no le habría
dado ni la hora. ¿Cómo lo llamó el otro día? Repulsivo. La idea de que brenda y
Harry se enfrenten me incomoda. Tengo que decir que no sé por quién de los
dos apostaría.
Brenda termina su discurso con una floritura, y espontáneamente todo el mundo
se levanta, la aplaude y la vitorea. Su primera ovación con el público en pie. Le
sonrío y la aclamo, y ella me devuelve una sonrisa. Buen trabajo, Brenda . Se sienta, el
público también, y el rector se levanta y presenta a Harry … Oh, Dios, Harry
va a dar un discurso. El rector hace un breve resumen de los logros de Harry:
presidente de su extraordinariamente próspera empresa, un hombre que ha
llegado donde está por sus propios méritos…
—… y también un importante benefactor de nuestra universidad. Por favor,
demos la bienvenida al señor Harry Styles.
El rector estrecha la mano a Harry, y la gente empieza a aplaudir. Se me hace
un nudo en la garganta. Se acerca al atril y recorre la sala con la mirada. Parece tan
seguro de sí mismo frente a nosotros como Bren hace un momento. Las dos chicas
sentadas a mi lado se inclinan hacia delante embelesadas. De hecho, creo que la
mayoría de las mujeres del público, y algunos hombres, se inclinan un poco en sus
asientos. Harry empieza a hablar en tono suave, mesurado y cautivador.
—Estoy profundamente agradecido y emocionado por el gran honor que me
han concedido hoy las autoridades de la Universidad Estatal de Washington,
honor que me ofrece la excepcional posibilidad de hablar del impresionante trabajo
que lleva a cabo el departamento de ciencias medioambientales de la universidad.
Nuestro propósito es desarrollar métodos de cultivo viables y ecológicamente
sostenibles para países del tercer mundo. Nuestro objetivo último es ayudar a
erradicar el hambre y la pobreza en el mundo. Más de mil millones de personas,
principalmente en el África subsahariana, el sur de Asia y Latinoamérica, viven en
la más absoluta miseria. El mal funcionamiento de la agricultura es generalizado
en estas zonas, y el resultado es la destrucción ecológica y social. Sé lo que es pasar
hambre. Para mí, se trata de una travesía muy personal…
Se me desencaja la mandíbula. ¿Qué? Harry ha pasado hambre. Maldita sea.
Bueno, eso explica muchas cosas. Y recuerdo la entrevista. De verdad quiere
alimentar al mundo. Me devano los sesos desesperadamente intentando recordar
el artículo de Brenda. Fue adoptado a los cuatro años, creo. No me imagino que Anne
lo matara de hambre, así que debió de ser antes, cuando era muy pequeño. Trago
saliva y se me encoge el corazón pensando en un niñito de ojos Verdes hambriento.
Oh, no. ¿Qué vida tuvo antes de que los Styles lo adoptaran y lo rescataran?
Me invade una indignación salvaje. El filantrópico Harry pobre, jodido y
pervertido. Aunque estoy segura de que él no se vería así a sí mismo y rechazaría
todo sentimiento de lástima o piedad. De repente estalla un aplauso general y todo
el mundo se levanta. Yo hago lo mismo, aunque no he escuchado la mitad de su
discurso. Se dedica a esa gran labor, a dirigir una empresa enorme y al mismo
tiempo a perseguirme. Resulta abrumador. Recuerdo los breves retazos de las
conversaciones que le he oído sobre Darfur… Ahora encaja todo. Comida.
Sonríe brevemente ante el cálido aplauso —incluso Brenda está aplaudiendo— y
vuelve a su asiento. No mira en dirección a mí, y yo estoy descentrada intentando
asimilar toda esta nueva información sobre él.
Un vicerrector se levanta y empieza el largo y tedioso proceso de entrega de
títulos. Hay que repartir más de cuatrocientos, así que pasa más de una hora hasta
que oigo mi nombre. Avanzo hacia el estrado entre las dos chicas, que se ríen
tontamente. Harry me lanza una mirada cálida, aunque comedida.
—Felicidades, señorita Steele —me dice estrechándome la mano. Siento la
descarga de su carne en la mía—. ¿Tienes problemas con el ordenador?
Frunzo el ceño mientras me entrega el título.
—No.
—Entonces, ¿no haces caso de mis e-mails?
—Solo vi el de las fusiones y adquisiciones.
Me mira con curiosidad.
—Luego —me dice.
Y tengo que avanzar, porque estoy obstruyendo la cola......
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
Hola mil disculpas se que me comporte mal al no comentar esque ya voy a empezar clases y me he estado muy ocupada en todos esos asuntos espero me perdones y tienes que seguirla siguela
rosmery de styles
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
nueva lectora, seguila cuando puedas
JMLS
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
CAPITULO 37
Vuelvo a mi asiento. ¿E-mails? Debe de haber mandado otro. ¿Qué decía?
La ceremonia concluye una hora después. Es interminable. Al final, el rector
conduce a los miembros del cuerpo docente fuera del estrado, precedidos por
Harry y Brenda , y todo el mundo vuelve a aplaudir calurosamente. Harry no
me mira, aunque me gustaría que lo hiciera. La diosa que llevo dentro no está nada contenta.
Mientras espero de pie para poder salir de nuestra fila de asientos, Brenda me
llama. Se acerca hacia mí desde detrás del estrado.
— Harry quiere hablar contigo —me grita.
Las dos chicas, que ahora están de pie a mi lado, se giran y me miran.
—Me ha mandado a que te lo diga —sigue diciendo.
Oh…
—Tu discurso ha sido genial, brenda.
—Sí, ¿verdad? —Sonríe—. ¿Vienes? Puede ser muy insistente.
Pone los ojos en blanco y me río.
—Ni te lo imaginas. Pero no puedo dejar a Ray solo mucho rato.
Levanto la mirada hacia Ray y le indico abriendo la palma que me espere cinco
minutos. Asiente, me hace un gesto con la mano y sigo a Brenda hasta el pasillo de
detrás del estrado. Harry está hablando con el rector y con dos profesores.
Levanta los ojos al verme.
—Discúlpenme, señores —le oigo murmurar.
Viene hacia mí y sonríe brevemente a Brenda.
—Gracias —le dice.
Y antes de que Brenda pueda responder, me coge del brazo y me lleva hacia lo que
parece un vestuario de hombres. Comprueba que está vacío y cierra la puerta con
pestillo.
Maldita sea, ¿qué se propone? Parpadeo cuando se gira hacia mí.
—¿Por qué no me has mandado un e-mail? ¿O un mensaje al móvil?
Me mira furioso. Yo estoy desconcertada.
—Hoy no he mirado ni el ordenador ni el teléfono.
Mierda, ¿ha estado llamándome? Pruebo con la técnica de distracción que tan
bien me funciona con Brenda.
—Tu discurso ha estado muy bien.
—Gracias.
—Ahora entiendo tus problemas con la comida.
Se pasa una mano por el pelo, muy nervioso.
—______tn , no quiero hablar de eso ahora. —Cierra los ojos y parece afligido—.
Estaba preocupado por ti.
—¿Preocupado? ¿Por qué?
—Porque volviste a casa en esa trampa mortal a la que tú llamas coche.
—¿Qué? No es ninguna trampa mortal. Está perfectamente. Liam suele hacerle la
revisión.
—¿Liam, ?
-Un amigo buen amigo de la faculad
Harry arruga la frente y se le hiela la expresión. Mierda.
—Sí, el Escarabajo era de su madre.
—Sí, y seguramente también de su abuela y de su bisabuela. No es un coche
seguro.
—Lo tengo desde hace más de tres años. Siento que te hayas preocupado. ¿Por
qué no me has llamado?
Está exagerando demasiado.
Respira hondo.
—____tn , necesito una respuesta. La espera está volviéndome loco.
— Harry … Mira, he dejado a mi padrastro solo.
—Mañana. Quiero una respuesta mañana.
—De acuerdo, mañana. Ya te diré algo.
Retrocede y me mira más calmado, con los hombros relajados.
—¿Te quedas a tomar algo? —me pregunta.
—No sé lo que quiere hacer Ray.
—¿Tu padrastro? Me gustaría conocerlo.
Oh, no… ¿por qué?
—Creo que no es buena idea.
Harry abre el pestillo de la puerta muy serio.
—¿Te avergüenzas de mí?
—¡No! —Ahora me toca a mí desesperarme—. ¿Y cómo te presento a mi padre?
¿«Este es el hombre que me ha desvirgado y que quiere mantener conmigo una
relación sadomasoquista»? No llevas puestas las zapatillas de deporte.
Harry me mira y sus labios esbozan una sonrisa. Y aunque estoy enfadada
con él, involuntariamente mi cara se la devuelve.
—Para que lo sepas, corro muy deprisa. Dile que soy un amigo ____Tn.
Abre la puerta y sale. La cabeza me da vueltas. El rector, los tres vicerrectores,
cuatro profesores y Brenda se me quedan mirando cuando paso a toda prisa por
delante de ellos. Mierda. Dejo a Harry con los profesores y voy a buscar a Ray.
«Dile que soy un amigo.»
Amigo con derecho a roce, me dice mi subconsciente con mala cara. Lo sé, lo sé.
Me quito de encima el desagradable pensamiento. ¿Cómo voy a presentárselo a
Ray? La sala sigue todavía medio llena, y Ray no se ha movido de su sitio. Me ve,
me hace un gesto con la mano y empieza a bajar.
—_______Tn , felicidades —me dice pasándome el brazo por los hombros.
—¿Te apetece venir a tomar algo al entoldado?
—Claro. Hoy es tu día. Vamos.
—No tenemos que ir si no quieres.
Por favor, di que no…
—_____tn , he estado dos horas y media sentado, escuchando todo tipo de
parloteos. Necesito una copa.
Le cojo del brazo y avanzamos entre la multitud a través de la cálida tarde.
Pasamos junto a la cola del fotógrafo oficial.
—Ah, lo olvidaba… —Ray se saca una cámara digital del bolsillo—. Una foto
para el álbum,_____Ta.
Pongo los ojos en blanco mientras me saca una foto.
—¿Puedo quitarme ya la toga y el birrete? Me siento medio tonta.
Eres medio tonta… Mi subconsciente está de lo más sarcástico. Así que vas a
presentar a Ray al hombre con el que follas… Estará muy orgulloso. Mi
subconsciente me observa por encima de sus gafas de media luna. A veces la odio.
El entoldado es inmenso y está lleno de gente: alumnos, padres, profesores y
amigos, todos charlando alegremente. Ray me pasa una copa de champán, o de
vino espumoso barato, me temo. No está frío y es dulzón. Pienso en Harry …
No va a gustarle.
—¡_____Ta!
Al girarme, Carter me coge de improviso entre sus brazos. Me levanta
y me da vueltas en el aire sin que se me derrame el vino. Toda una proeza.
—¡Felicidades! —exclama sonriéndome, con sus ojos verdes brillantes.
Qué sorpresa. Su pelo rubio está alborotado y sexy. Es tan guapo como Brenda. El
parecido es asombroso.
—¡Uau, Ethan! Qué alegría verte. Papá, este es Ethan, el hermano de Brenda.
Ethan, te presento a mi padre, Ray Steele.
Se dan la mano. Mi padre evalúa fríamente al señor Carter .
—¿Cuándo has llegado de Europa? —le pregunto.
—Hace una semana, pero quería darle una sorpresa a mi hermanita —me dice
en tono de complicidad.
—Qué detalle —le digo sonriendo.
—Era la que iba a pronunciar el discurso de graduación. No podía perdérmelo.
Parece inmensamente orgulloso de su hermana.
—Su discurso ha sido genial.
—Es verdad —confirma Ray.
Ethan me tiene cogida por la cintura cuando levanto la mirada y me encuentro
con los gélidos ojos grises de Harry Styles . Brenda está a su lado.
—Hola, Ray. —Brenda besa en las mejillas a mi padre, que se ruboriza—. ¿Conoces
al novio de ______tn ? Harry Styles.
Maldita sea… ¡Brenda! ¡Mierda! Me arden las mejillas.
—Señor Steele, encantado de conocerlo —dice Harry tranquilamente, con
calidez, sin que le haya alterado la presentación de Brenda .
Tiende la mano a Ray, que se la estrecha sin dar la menor muestra de
sorprenderse por lo que acaba de enterarse.
Muchas gracias, Brenda Carter , pienso echando chispas. Creo que mi
subconsciente se ha desmayado.
—Señor Styles —murmura Ray.
Su expresión es indescifrable. Solo abre un poco sus grandes ojos castaños, que
se giran hacia mí como preguntándome cuándo pensaba darle la noticia. Me
muerdo el labio.
—Y este es mi hermano, Ethan Carter —dice brenda a Harry .
Este dirige su gélida mirada a Ethan, que sigue cogiéndome por la cintura.
—Señor carter.
Se saludan. Harry me tiende la mano....
—____tn , cariño —murmura.
Casi me muero al oírlo.
Me aparto de Ethan, al que Harry dedica una sonrisa glacial, y me coloco a
su lado. Brenda me sonríe. La muy zorra sabe perfectamente lo que está haciendo.
—Ethan, mamá y papá quieren hablar con nosotros —dice brenda llevándose a su
hermano.
—¿Desde cuándo os conocéis, chicos? —pregunta Ray mirando impasible
primero a Harry y luego a mí.
He perdido la capacidad de hablar. Quiero que me trague la tierra. Harry me
roza la espalda desnuda con el pulgar y luego deja la mano apoyada en mi
hombro.
—Unas dos semanas —dice en tono tranquilo—. Nos conocimos cuando
_____Tn vino a entrevistarme para la revista de la facultad.
—No sabía que trabajabas para la revista de la facultad, ____ta.
El tono de Ray es de ligero reproche. Es evidente que está molesto. Mierda.
—brenda estaba enferma —murmuro.
No logro decir nada más.
—Su discurso ha estado muy bien, señor Styles .
—Gracias. Tengo entendido que es usted un entusiasta de la pesca.
Ray alza las cejas y esboza una sonrisa poco habitual, auténtica. Y de pronto se
ponen a hablar de pesca. De hecho, enseguida siento que sobro. Se ha metido a mi
padre en el bolsillo… Como hizo contigo, me reprocha mi subconsciente. Su poder
no tiene límites. Me disculpo y voy a buscar a Brenda .
- perdon ¡¡¡¡:
Olis chicas no me odien por no serguirla se que no estoy siendo buena escritora pero es que estado en asustos mio algo casi ya arreglado para mi :D
ok el punto y lo que les interesa es el capitulo esperp que les haya gustado ya saben que si es asi me gustaria que me lo hagas saber con su lindos cometarios tengo ya todos los capis escritos (adaptos )
asi que solo hagan se presente todas mis fieles lectora y las afantasmas
y ro ¡¡¡ no te odio linda te entiendo :D no te preocupes y bienvenida ala nueva lectora grasias por cometar :D
saludos a todas las amoooo :D
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
genial el capitulo, seguila cuando puedas
JMLS
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
Yeiiii!! Nuevo capi c:
Síguela pliz :3
Síguela pliz :3
blancastyles
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
Siguela por favor siguela siguela
rosmery de styles
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
CAPITULO 38
Brenda está hablando con sus padres, que están encantados de verme, como
siempre, y me saludan cariñosamente. Intercambiamos varias frases de cortesía,
sobre todo acerca de sus próximas vacaciones a Barbados y nuestro traslado.
—brenda , ¿cómo has podido soltar eso delante de Ray? —le pregunto entre dientes
en la primera ocasión en que nadie puede oírnos.
—Porque sabía que tú no lo harías, y quiero echar una mano con los problemas
de compromiso de Harry —me contesta sonriendo dulcemente.
Frunzo el ceño. ¡Soy yo la que no va a comprometerse con él, estúpida!
—Y el tío se ha quedado tan tranquilo, ____Ta. No te preocupes. Míralo…
Harry no aparta la mirada de ti.
Me giro y veo que Ray y Harry están mirándome.
—No te ha quitado los ojos de encima.
—Será mejor que vaya a rescatar a Ray, o a Harry . No sé a cuál de los dos.
Esto no va a quedar así, brenda carter .
—_____ta, te he hecho un favor —me dice cuando ya me he dado la vuelta.
—Hola —les saludo a los dos con una sonrisa.
Parece que todo va bien. Harry está sonriendo por alguna broma entre ellos,
y mi padre parece increíblemente relajado, teniendo en cuenta que se trata de
socializar. ¿De qué han hablado, aparte de pesca?
—____ta , ¿dónde está el cuarto de baño? —me pregunta Ray.
—Al fondo a la izquierda.
—Vuelvo enseguida. Divertíos, chicos.
Ray se aleja. Miro nerviosa a Harry . Nos quedamos un momento quietos
mientras un fotógrafo nos hace una foto.
—Gracias, señor Styles .
El fotógrafo se escabulle a toda prisa. El flash me ha dejado parpadeando.
—Así que también has cautivado a mi padre…
—¿También?
Le arden los ojos y alza una ceja interrogante. Me ruborizo. Levanta una mano y
desliza los dedos por mi mejilla.
—Ojalá supiera lo que estás pensando, _____tn —susurra en tono turbador.
Me coloca la mano en la barbilla y me levanta la cara. Nos miramos fijamente a
los ojos.
Se me dispara el corazón. ¿Cómo puede tener este efecto sobre mí, incluso en
este entoldado lleno de gente?
—Ahora mismo estoy pensando: Bonita corbata —le digo.
Se ríe.
—Últimamente es mi favorita.
Me arden las mejillas.
—Estás muy guapa, _____tn. Este vestido con la espalda descubierta te sienta
muy bien. Me apetece acariciarte la espalda y sentir tu hermosa piel.
De pronto es como si estuviéramos solos. Solos él y yo. Se me altera todo el
cuerpo, me hormiguean todas las terminaciones nerviosas, y la electricidad que se
crea entre nosotros me empuja hacia él.
—Sabes que irá bien, ¿verdad, nena? —me susurra.
Cierro los ojos y me derrito por dentro.
—Pero quiero más —le contesto en voz baja.
—¿Más?
Me mira desconcertado y sus ojos se vuelven impenetrables. Asiento y trago
saliva. Ahora ya lo sabe.
—Más —repite en voz baja, como si estuviera sopesando la palabra, una palabra
corta y sencilla, pero demasiado cargada de promesas. Me pasa el pulgar por el
labio inferior—. Quieres flores y corazones.
Vuelvo a asentir. Pestañea y observo en sus ojos su lucha interna.
—______tn —me dice en tono dulce—, no sé mucho de ese tema.
—Yo tampoco.
Sonríe ligeramente.
—Tú no sabes mucho de nada —murmura.
—Tú sabes todo lo malo.
—¿Lo malo? Para mí no lo es —me contesta moviendo la cabeza, y parece
sincero—. Pruébalo —me susurra.
Me desafía. Ladea la cabeza y esboza su deslumbrante sonrisa de medio lado.
Respiro hondo. Soy Eva en el Edén, y él es la serpiente. No puedo resistirme.
—De acuerdo —susurro.
—¿Qué?
Me observa muy atento. Trago saliva.
—De acuerdo. Lo intentaré.
—¿Estás de acuerdo?
Es evidente que no termina de creérselo.
—Dentro de los límites tolerables, sí. Lo intentaré.
Hablo en voz muy baja. Harry cierra los ojos y me abraza.
—______ta , eres imprevisible. Me dejas sin aliento.
Da un paso atrás y de pronto Ray ya está de vuelta. El ruido en el interior del
entoldado aumenta progresivamente y me invade los oídos. No estamos solos.
Dios mío, acabo de aceptar ser su sumisa. Harry sonríe a Ray con la alegría
danzando en sus ojos.
—____ta, ¿vamos a comer algo?
—Vamos.
Guiño un ojo a Ray intentando recuperar la serenidad. ¿Qué has hecho?, me
grita mi subconsciente. La diosa que llevo dentro da volteretas dignas de una
gimnasta olímpica rusa.
—Harry , ¿quieres venir con nosotros? —le pregunta Ray.
¡harry ! Lo miro suplicándole que no venga. Necesito espacio para pensar…
¿Qué deminios he hecho?
—Gracias, señor Steele, pero tengo planes. Encantado de conocerlo.
—Lo mismo digo —le contesta Ray—. Cuídame a mi niña.
—Esa es mi intención.
Se estrechan la mano. Estoy mareada. Ray no tiene ni idea de cómo va a
cuidarme Harry . Este me coge de la mano, se la lleva a los labios y me besa los
nudillos con ternura sin apartar sus abrasadores ojos de los míos.
—Nos vemos luego, señorita Steele —me dice en un tono lleno de promesas.
Se me encoge el estómago al pensarlo. ¿Podré esperar?
Ray me coge del brazo y nos dirigimos a la salida del entoldado.
—Parece un chico muy formal. Y adinerado. No lo has hecho tan mal, ___ta.
Aunque no entiendo por qué he tenido que enterarme por brenda … —me
reprende.
Me encojo de hombros a modo de disculpa.
—Bueno —dice—, cualquier hombre al que le guste pescar a mí me parece bien.
Vaya, a Ray le parece bien. Si él supiera…
Al anochecer Ray me lleva a casa.
—Llama a tu madre —me dice.
—Lo haré. Gracias por venir, papá.
—No me lo habría perdido por nada del mundo, _____ta. Estoy muy orgulloso de
ti. Oh, no. No voy a emocionarme ahora… Se me hace un nudo en la garganta y lo
abrazo muy fuerte. Me rodea con sus brazos, perplejo, y entonces no puedo
evitarlo. Se me saltan las lágrimas.
—Hey, ____ta, cariño —me dice Ray—. Ha sido un gran día, ¿verdad? ¿Quieres
que entre y te prepare un té?
Aunque tengo los ojos llenos de lágrimas, me río. Para Ray, el té siempre es la
solución. Recuerdo a mi madre quejándose de él, diciendo que cuando se trataba
de consolar a alguien con un té, el té siempre se le daba muy bien, pero el consuelo
no tanto.
—No, papá, estoy bien. Me he alegrado mucho de verte. En cuanto me instale en
Seattle, iré a verte.
—Suerte con las entrevistas. Ya me contarás cómo te van.
—Claro, papá.
—Te quiero, _____ta.
—Yo también te quiero, papá.
Me sonríe con ojos cálidos y brillantes, y se mete en el coche. Le digo adiós con
la mano mientras se adentra en la oscuridad, y luego entro lánguidamente en casa.
Lo primero que hago es mirar el móvil. No tiene batería, así que tengo que ir a
buscar el cargador y enchufarlo antes de ver los mensajes. Cuatro llamadas
perdidas, dos mensajes en el contestador y dos mensajes de texto. Tres llamadas
perdidas de Harry … sin mensajes en el contestador. Una llamada perdida de
José, y su voz deseándome lo mejor en la ceremonia de graduación.
Abro los mensajes de texto.
*Has llegado bien?*
*Llamame*
Los dos son de Harry . ¿Por qué no me llamó a casa? Voy a mi habitación y
enciendo el cacharro infernal.
De: Harry Styles
Fecha: 25 de mayo de 2013 23:58
Para: _____tn Steele
Asunto: Esta noche
Espero que hayas llegado bien a casa en ese coche tuyo.Dime si estás bien.
Harry styles Presidente de styles Enterprises Holdings, Inc.
Dios… ¿Por qué le preocupa tanto mi Escarabajo? Me ha servido lealmente
durante tres años, y liam siempre me ha ayudado a ponerlo a punto. El siguiente
e-mail de Harry es de hoy.
De: Harry Styles
Fecha: 26 de mayo de 2013 17:22
Para: _____tn Steele
Asunto: Límites tolerables
¿Qué puedo decir que no haya dicho ya?Encantado de comentarlo contigo cuando
quieras.Hoy estabas muy guapa.
Harry styles Presidente de styles Enterprises Holdings, Inc.
Quiero verlo, así que pulso «Responder».
De:_____tn Steele
Fecha: 26 de mayo de 2013 19:23
Para: Harry Styles
Asunto: Límites tolerables
Si quieres, puedo ir a verte esta noche y lo comentamos.
____ta
De: Harry Styles
Fecha: 26 de mayo de 2013 19:27
Para: ____Tn Steele
Asunto: Límites tolerables
Voy yo a tu casa. Cuando te dije que no me gustaba que llevaras ese coche, lo decía
en serio.Nos vemos enseguida.
Harry styles Presidente de styles Enterprises Holdings, Inc.
Maldita sea… Viene hacia aquí. Tengo que prepararle una cosa. Las primeras
ediciones de los libros de Thomas Hardy siguen en las estanterías del comedor. No
puedo aceptarlas. Envuelvo los libros en papel de embalar y escribo una cita de
Tess:
Acepto las condiciones, Angel, porque tú sabes mejor cuál tiene que ser mi castigo. Lo único
que te pido es… que no sea más duro de lo que pueda soportar.
Me siento terriblemente cortada cuando abro la puerta. Harry está en el
porche, con sus vaqueros y su cazadora de cuero.
—Hola —dice, y su radiante sonrisa le ilumina el rostro.
Me detengo un instante para admirar su belleza. Madre mía, está buenísimo
vestido de cuero.
—Pasa.
—Si me lo permites —contesta, divertido. Cuando entra, le veo una botella de
champán en la mano—. He pensado que podríamos celebrar tu graduación. No
hay nada como un buen Bollinger.
—Interesante elección de palabras —comento con sequedad.
Él sonríe.
—Me encanta la chispa que tienes,____Tn.
—No tenemos más que tazas. Ya hemos empaquetado todos los vasos y copas.
—¿Tazas? Por mí, bien.
Me dirijo a la cocina. Nerviosa, sintiendo las mariposas en el estómago; es como
tener una pantera o un puma en mi salón.
—¿Quieres platito también?
—Con la taza me vale, _____tn —me responde Harry distraídamente desde
el salón.
Cuando vuelvo, está escudriñando el paquete marrón de libros. Dejo las tazas
en la mesa.
—Eso es para ti —murmuro algo ansiosa.
Mierda… Seguro que esto termina en pelea.
—Mmm, me lo figuro. Una cita muy oportuna. —Pasea ausente el largo índice
por el texto—.Pensé que era d’Urberville, no Angel. Has elegido la corrupción.
—Me dedica una breve sonrisa lobuna—. Solo tú podías encontrar algo de
resonancias tan acertadas.
—También es una súplica —le susurro.
¿Por qué estoy tan nerviosa? Tengo la boca seca.
—¿Una súplica? ¿Para que no me pase contigo?
Asiento con la cabeza.
—Compré esto para ti —dice él en voz baja y con mirada impasible—. No me
pasaré contigo si lo aceptas.
Trago saliva compulsivamente.
—Harry , no puedo aceptarlo, es demasiado.
—Ves, a esto me refería, me desafías. Quiero que te lo quedes, y se acabó la
discusión. Es muy sencillo. No tienes que pensar en nada de esto. Como sumisa
mía, tendrías que agradecérmelo. Limítate a aceptar lo que te compre, porque me
complace que lo hagas.
—Aún no era tu sumisa cuando lo compraste —susurro.
—No… pero has accedido, ______tn .
Su mirada se vuelve recelosa.
Suspiro. No me voy a salir con la mía, así que pasamos al plan B.
—Entonces, ¿es mío y puedo hacer lo que quiera con ello?
Me mira con desconfianza, pero cede.
—Sí.
—En ese caso, me gustaría donarlo a una ONG, a una que trabaja en Darfur y a
la que parece que le tienes cariño. Que lo subasten.
—Si eso es lo que quieres hacer…
Aprieta los labios. Parece decepcionado.
Me sonrojo.
—Me lo pensaré —murmuro.
No quiero decepcionarlo, y entonces recuerdo sus palabras. «Quiero que quieras
complacerme.»
—No pienses, _____tn . En esto, no.
Lo dice sereno y serio.
¿Cómo no voy a pensar? Te puedes hacer pasar por un coche, ser otra de sus
posesiones, ataca de nuevo mi subconsciente con su desagradable mordacidad. La
ignoro. Ay, ¿podríamos rebobinar? El ambiente es ahora muy tenso. No sé qué
hacer. Me miro fijamente los dedos. ¿Cómo salvo la situación?
Deja la botella de champán en la mesa y se sitúa delante de mí. Me coge la cara
por la barbilla y me levanta la cabeza. Me mira con expresión grave.
—Te voy a comprar muchas cosas, ______tn . Acostúmbrate. Me lo puedo
permitir. Soy un hombre muy rico. —Se inclina y me planta un beso rápido y casto
en los labios—. Por favor.
Me suelta.
Vaya, me susurra mi subconsciente.
—Eso hace que me sienta ruin —musito.
—No debería. Le estás dando demasiadas vueltas, _______tn . No te juzgues por
lo que puedan pensar los demás. No malgastes energía. Esto es porque nuestro
contrato te produce cierto reparo; es algo de lo más normal. No sabes en qué te
estás metiendo.
Frunzo el ceño, tratando de procesar sus palabras.
—Va, déjalo ya —me ordena con delicadeza, cogiéndome otra vez la barbilla y
tirando de ella suave para que deje de morderme el labio inferior—. No hay nada
ruin en ti, -………… tn . No quiero que pienses eso. No he hecho más que comprarte
unos libros antiguos que pensé que te gustarían, nada más. Bebamos un poco de
champán. —Su mirada se vuelve cálida y tierna, y yo le sonrío tímidamente—. Eso
está mejor —murmura.
Coge el champán, le quita el aluminio y la malla, retuerce la botella más que el
corcho y la abre con un pequeño estallido y una floritura experta con la que no se
derrama ni una gota. Llena las tazas a la mitad.
—Es rosado —comento sorprendida.
—Bollinger Grande Année Rosé 1999, una añada excelente —dice con
entusiasmo.
—En taza.
Sonríe.
—En taza. Felicidades por tu graduación, ______tn .
Brindamos y él da un sorbo, pero yo no puedo dejar pensar de que, en realidad,
celebramos mi capitulación.
—Gracias —susurro, y doy un sorbo. Desde luego está delicioso—. ¿Repasamos
los límites tolerables?
Sonríe, y yo me ruborizo.
—Siempre tan entusiasta.
Harry me coge de la mano y me lleva al sofá, donde se sienta y tira de mí
para que tome asiento a su lado.
—Tu padrastro es un hombre muy taciturno.
Ah… así que pasamos de los límites tolerables. Pero quiero quitármelo ya de
encima; la angustia me está matando.
—Lo tienes comiendo de tu mano —digo con un mohín.
Harry ríe suavemente.
—Solo porque sé pescar.
—¿Cómo has sabido que le gusta pescar?
—Me lo dijiste tú. Cuando fuimos a tomar un café.
—¿Ah, sí? —Doy otro sorbo. Uau, se acuerda de los detalles. Mmm… este
champán es buenísimo—. ¿Probaste el vino de la recepción?
Harry hace una mueca.
—Sí. Estaba asqueroso.
—Pensé en ti cuando lo probé. ¿Cómo es que sabes tanto de vinos?
—No sé tanto, ______tn , solo sé lo que me gusta. —Sus ojos verdes brillan, casi
plateados, y vuelvo a ruborizarme—. ¿Más? —pregunta refiriéndose al champán.
—Por favor.
Harry se levanta con elegancia y coge la botella. Me llena la taza. ¿Me querrá
achispar? Lo miro recelosa.
—Esto está muy vacío. ¿Te mudas ya?
—Más o menos.
—¿Trabajas mañana?
—Sí, es mi último día en Clayton’s.
—Te ayudaría con la mudanza, pero le he prometido a mi hermana que iría a
buscarla al aeropuerto.
Vaya, eso es nuevo.
—gemma llega de París el sábado a primera hora. Mañana me vuelvo a Seattle, pero
tengo entendido que zayn os va a echar una mano.
—Sí, brenda está muy entusiasmada al respecto.
Harry frunce el ceño.
—Sí, brenda y zayn , ¿quién lo iba a decir? —masculla, y no sé por qué no parece
que le haga mucha gracia.
—¿Y qué vas a hacer con lo del trabajo de Seattle?
¿Cuándo vamos a hablar de los límites? ¿A qué juega?
—Tengo un par de entrevistas para puestos de becaria.
—¿Y cuándo pensabas decírmelo? —pregunta arqueando una ceja.
—Eh… te lo estoy diciendo ahora.
Entorna los ojos.
—¿Dónde?
No sé bien por qué, quizá para evitar que haga uso de su influencia, no quiero
decírselo.
—En un par de editoriales.
—¿Es eso lo que quieres hacer, trabajar en el mundo editorial?
Asiento con cautela.
—¿Y bien?
Me mira pacientemente a la espera de más información.
—Y bien ¿qué?
—No seas retorcida, ______tn , ¿en qué editoriales? —me reprende.
—Unas pequeñas —murmuro.
—¿Por qué no quieres que lo sepa?
—Tráfico de influencias.
Frunce el ceño.
—Pues sí que eres retorcida.
Y se echa a reír.
—¿Retorcida? ¿Yo? Dios mío, qué morro tienes. Bebe, y hablemos de esos
Límites Saca otra copia de mi e-mail y de la lista. ¿Anda por ahí con esas listas en los
bolsillos? Creo que lleva una en la americana que tengo yo. Mierda, más vale que
no se me olvide. Apuro la taza.
Me echa un vistazo rápido.
—¿Más?
—Por favor.
Me dedica una de esas sonrisas de suficiencia suyas, sostiene en alto la botella
de champán, y se detiene.....
- Olis :D:
- olis chicas aki nuevo capii espero que les guste
grasias por conmetar :)
las amooooooo
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
olis donde estan mis lectoras ?
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
Sorry sorry!!
Sigueee pliz!! :cherry:
Sigueee pliz!! :cherry:
blancastyles
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
CAPITULO 39
—¿Has comido algo?
Ay, no… ya estamos otra vez.
—Sí. Me he dado un banquete con Ray.
Lo miro poniendo los ojos en blanco. El champán me está desinhibiendo.
Se inclina hacia delante, me coge la barbilla y me mira fijamente a los ojos.
—La próxima vez que me pongas los ojos en blanco te voy a dar unos azotes.
¿Qué?
—Ah —susurro, y detecto la excitación en sus ojos.
—Ah —replica, imitándome—. Así se empieza, ______Tn.
El corazón me martillea en el pecho y el nudo del estómago se me sube a la
garganta. ¿Por qué me excita tanto eso?
Me llena la taza, y me lo bebo casi todo. Escarmentada, lo miro.
—Me sigues ahora, ¿no?
Asiento con la cabeza.
—Respóndeme.
—Sí… te sigo.
—Bien. —Me dedica una sonrisa cómplice—. De los actos sexuales… lo hemos
hecho casi todo.
Me acerco a él en el sofá y echo un vistazo a la lista.
APÉNDICE 3Límites tolerablesA discutir y acordar por ambas partes:
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Masturbación• Penetración vaginal• Cunnilingus• Fisting vaginal• Felación•
Penetración anal• Ingestión de semen• Fisting anal
—De puño nada, dices. ¿Hay algo más a lo que te opongas? —pregunta con
ternura.
Trago saliva.
—La penetración anal tampoco es que me entusiasme.
—Por lo del puño paso, pero no querría renunciar a tu culo, _______TN . Bueno,
ya veremos. Además, tampoco es algo a lo que podamos lanzarnos sin más. —Me
sonríe maliciosamente—. Tu culo necesitará algo de entrenamiento.
—¿Entrenamiento? —susurro.
—Oh, sí. Habrá que prepararlo con mimo. La penetración anal puede resultar
muy placentera, créeme. Pero si lo probamos y no te gusta, no tenemos por qué
volver a hacerlo.
Me sonríe.
Lo miro espantada. ¿Cree que me va a gustar? ¿Cómo sabe él que resulta
placentero?
—¿Tú lo has hecho? —le susurro.
—Sí.
Madre mía. Ahogo un jadeo.
—¿Con un hombre?
—No. Nunca he hecho nada con un hombre. No me va.
—¿Con la señora Robinson?
—Sí.
Madre mía… ¿cómo? Frunzo el ceño. Sigue repasando la lista.
—Y la ingestión de semen… Bueno, eso se te da de miedo.
Me sonrojo, y la diosa que llevo dentro se infla de orgullo.
—Entonces… —Me mira sonriente—. Tragar semen, ¿vale?
Asiento con la cabeza, incapaz de mirarlo a los ojos, y vuelvo a apurar mi taza.
—¿Más? —me pregunta.
—Más. —Y de pronto, mientras me rellena la taza, recuerdo la conversación que
hemos mantenido antes. ¿Se refiere a eso o solo al champán? ¿Forma parte del juego todo esto del champán?
—¿Juguetes sexuales? —pregunta.
Me encojo de hombros, mirando la lista.
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Vibradores• Consoladores• Tapones anales• Otros juguetes vaginales/anales
—¿Tapones anales? ¿Eso sirve para lo que pone en el envase?
Arrugo la nariz, asqueada.
—Sí. —Sonríe—. Y hace referencia a la penetración anal de antes. Al
entrenamiento.
—Ah… ¿y el «otros»?
—Cuentas, huevos…ese tipo de cosas.
—¿Huevos? —inquiero alarmada.
—No son huevos de verdad —ríe a carcajadas, meneando la cabeza.
Lo miro con los labios fruncidos.
—Me alegra ver que te hago tanta gracia.
No logro ocultar que me siento dolida.
Deja de reírse.
—Mis disculpas. Lo siento, señorita Steele —dice tratando de parecer
arrepentido, pero sus ojos aún chispean—. ¿Algún problema con los juguetes?
—No —espeto.
—_______tn —dice, zalamero—, lo siento. Créeme. No pretendía burlarme.
Nunca he tenido esta conversación de forma tan explícita. Eres tan inexperta… Lo
siento.
Me mira con ojos grandes, grises, sinceros.
Me relajo un poco y bebo otro sorbo de champán.
—Vale… bondage —dice volviendo a la lista.
La examino, y la diosa que llevo dentro da saltitos como una niña a la espera de
un helado.
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Bondage con cuerda• Bondage con cinta adhesiva• Bondage con muñequeras de cuero• Otros tipos de bondage • Bondage con esposas y grilletes
Harry me mira arqueando las cejas.
—¿Y bien?
—De acuerdo —susurro y vuelvo a mirar rápidamente la lista.
¿Acepta la Sumisa los siguientes tipos de bondage?
• Manos al frente• Muñecas con tobillos• Tobillos• A objetos, muebles, etc.•
Codos• Barras rígidas• Manos a la espalda• Suspensión• Rodillas
¿Acepta la Sumisa que se le venden los ojos?¿Acepta la Sumisa que se la
amordace?
—Ya hemos hablado de la suspensión y, si quieres ponerla como límite
infranqueable, me parece bien. Lleva mucho tiempo y, de todas formas, solo te
tengo a ratos pequeños. ¿Algo más?
—No te rías de mí, pero ¿qué es una barra rígida?
—Prometo no reírme. Ya me he disculpado dos veces. —Me mira furioso—. No
me obligues a hacerlo de nuevo —me advierte. Y tengo la sensación de encogerme
visiblemente… madre mía, qué tirano—. Una barra rígida es una barra con esposas
para los tobillos y/o las muñecas. Es divertido.
—Vale… De acuerdo con lo de amordazarme… Me preocupa no poder respirar.
—A mí también me preocuparía que no respiraras. No quiero asfixiarte.
—Además, ¿cómo voy a usar las palabras de seguridad estando amordazada?
Hace una pausa.
—Para empezar, confío en que nunca tengas que usarlas. Pero si estás
amordazada, lo haremos por señas —dice sin más.
Lo miro espantada. Pero, si estoy atada, ¿cómo lo voy a hacer? Se me empieza a
nublar la mente… Mmm, el alcohol.
—Lo de la mordaza me pone nerviosa.
—Vale. Tomo nota.
Lo miro fijamente y entonces empiezo a comprender.
—¿Te gusta atar a tus sumisas para que no puedan tocarte?
Me mira abriendo mucho los ojos.
—Esa es una de las razones —dice en voz baja.
—¿Por eso me has atado las manos?
—Sí.
—No te gusta hablar de eso —murmuro.
—No, no me gusta. ¿Te apetece más champán? Te está envalentonando, y
necesito saber lo que piensas del dolor.
Maldita sea… esta es la parte chunga. Me rellena la taza, y doy un sorbo.
—A ver, ¿cuál es tu actitud general respecto a sentir dolor? —______harry me mira
expectante—. Te estás mordiendo el labio —me dice en tono amenazante.
Paro de inmediato, pero no sé qué decir. Me ruborizo y me miro las manos.
—¿Recibías castigos físicos de niña?
—No.
—Entonces, ¿no tienes ningún ámbito de referencia?
—No.
—No es tan malo como crees. En este asunto, tu imaginación es tu peor enemigo —susurra.
—¿Tienes que hacerlo?
—Sí.
—¿Por qué?
—Es parte del juego, ______tn . Es lo que hay. Te veo nerviosa. Repasemos los
métodos.
Me enseña la lista. Mi subconsciente sale corriendo, gritando, y se esconde
detrás del sofá.
• Azotes• Azotes con pala• Latigazos• Azotes con vara• Mordiscos• Pinzas para
pezones• Pinzas genitales• Hielo• Cera caliente• Otros tipos/métodos de dolor
—Vale, has dicho que no a las pinzas genitales. Muy bien. Lo que más duele son
los varazos.
Palidezco.
—Ya iremos llegando a eso.
—O mejor no llegamos —susurro.
—Esto forma parte del trato, nena, pero ya iremos llegando a todo eso.
______tn , no te voy a obligar a nada horrible.
—Todo esto del castigo es lo que más me preocupa —digo con un hilo de voz.
—Bueno, me alegro de que me lo hayas dicho. Quitamos los varazos de la lista
de momento. Y, a medida que te vayas sintiendo más cómoda con todo lo demás,
incrementaremos la intensidad. Lo haremos despacio.
Trago saliva, y él se inclina y me besa en la boca.
—Ya está, no ha sido para tanto, ¿no?
Me encojo de hombros, con el corazón en la boca otra vez.
—A ver, quiero comentarte una cosa más antes de llevarte a la cama.
—¿A la cama? —pregunto parpadeando muy deprisa, y la sangre me bombea
por todo el cuerpo, calentándome sitios que no sabía que existían hasta hace muy
poco.
—Vamos, ______tn , después de repasar todo esto, quiero follarte hasta la
semana que viene, desde ahora mismo. Debe de haber tenido algún efecto en ti
también.
Me estremezco. La diosa que llevo dentro jadea.
—¿Ves? Además, quiero probar una cosa.
—¿Me va a doler?
—No… deja de ver dolor por todas partes. Más que nada es placer. ¿Te he hecho
daño hasta ahora?
Me ruborizo.
—No.
—Pues entonces. A ver, antes me hablabas de que querías más.
Se interrumpe, de pronto indeciso.
Madre mía… ¿adónde va a llegar esto?
Me agarra la mano.
—Podríamos probarlo durante el tiempo en que no seas mi sumisa. No sé si
funcionará. No sé si podremos separar las cosas. Igual no funciona. Pero estoy
dispuesto a intentarlo. Quizá una noche a la semana. No sé.
Madre mía… me quedo boquiabierta, mi subconsciente está en estado de shock.
¡harry Styles acepta más! ¡Está dispuesto a intentarlo! Mi subconsciente se
asoma por detrás del sofá, con una expresión aún conmocionada en su rostro de
arpía.
—Con una condición.
Estudia con recelo mi expresión de perplejidad.
—¿Qué? —digo en voz baja.
Lo que sea. Te doy lo que sea.
—Que aceptes encantada el regalo de graduación que te hago.
—Ah.
Y muy en el fondo sé lo que es. Brota el temor en mi vientre.
Me mira fijamente, evaluando mi reacción.
—Ven —murmura, y se levanta y tira de mí.
Se quita la cazadora, me la echa por los hombros y se dirige a la puerta.
Aparcado fuera hay un descapotable rojo de tres puertas, un Audi.
—Para ti. Feliz graduación —susurra, estrechándome en sus brazos y
besándome el pelo.
Me ha comprado un puñetero coche, completamente nuevo, a juzgar por su
aspecto. Vaya… si ya me costó aceptar los libros. Lo miro alucinada, intentando
desesperadamente decidir cómo me siento. Por un lado, me horroriza; por otro, lo
agradezco, me flipa que realmente lo haya hecho, pero la emoción predominante
es el enfado. Sí, estoy enfadada, sobre todo después de todo lo que le dije de los
libros… pero, claro, ya lo ha comprado. Cogiéndome de la mano, me lleva por el
camino de entrada hasta esa nueva adquisición.
—________Tn , ese Escarabajo tuyo es muy viejo y francamente peligroso. Jamás
me lo perdonaría si te pasara algo cuando para mí es tan fácil solucionarlo…
Él me mira, pero, de momento, yo no soy capaz de mirarlo. Contemplo en
silencio el coche, tan asombrosamente nuevo y de un rojo tan luminoso.
—Se lo comenté a tu padrastro. Le pareció una idea genial —me susurra.
Me vuelvo y lo miro furiosa, boquiabierta de espanto.
—¿Le mencionaste esto a Ray? ¿Cómo has podido?
Me cuesta que me salgan las palabras. ¿Cómo te atreves? Pobre Ray. Siento
náuseas, muerta de vergüenza por mi padre.
—Es un regalo, ____tn . ¿Por qué no me das las gracias y ya está?
—Sabes muy bien que es demasiado.
—Para mí, no; para mi tranquilidad, no.
Lo miro ceñuda, sin saber qué decir. ¡Es que no lo entiende! Él ha tenido dinero
toda la vida. Vale, no toda la vida —de niño, no—, y entonces mi perspectiva
cambia. La idea me serena y veo el coche con otros ojos, sintiéndome culpable por
mi arrebato de resentimiento. Su intención es buena, desacertada, pero con buen
fondo.
—Te agradezco que me lo prestes, como el portátil.
Suspira hondo.
—Vale. Te lo presto. Indefinidamente.
Me mira con recelo.
—No, indefinidamente, no. De momento. Gracias.
Frunce el ceño. Me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla.
—Gracias por el coche, señor —digo con toda la ternura de la que soy capaz.
Me agarra de pronto y me estrecha contra su cuerpo, con una mano en la
espalda reteniéndome y la otra agarrándome el pelo.
—Eres una mujer difícil, ______ta Steele.
Me besa apasionadamente, obligándome a abrir la boca con la lengua, sin
contemplaciones.
Me excito al instante y le devuelvo el beso con idéntica pasión. Lo deseo
inmensamente, a pesar del coche, de los libros, de los límites tolerables… de los
varazos… lo deseo.
—Me está costando una barbaridad no follarte encima del capó de este coche
ahora mismo, para demostrarte que eres mía y que, si quiero comprarte un puto
coche, te compro un puto coche —gruñe—. Venga, vamos dentro y desnúdate.
Me planta un beso rápido y brusco.
Vaya, sí que está enfadado. Me coge de la mano y me lleva de nuevo dentro y
derecha al dormitorio… sin ningún tipo de preámbulo. Mi subconsciente está otra
vez detrás del sofá, con la cabeza escondida entre las manos. Harry enciende la
luz de la mesilla y se detiene, mirándome fijamente.
—Por favor, no te enfades conmigo —le susurro.
Me mira impasible; sus ojos verdes son como fríos pedazos de cristal ahumado.
—Siento lo del coche y lo de los libros… —Me interrumpo. Guarda silencio,
pensativo—. Me das miedo cuando te enfadas —digo en voz baja, mirándolo.
Cierra los ojos y mueve la cabeza. Cuando los abre, su expresión se ha
suavizado. Respira hondo y traga saliva.
—Date la vuelta —susurra—. Quiero quitarte el vestido.
Otro cambio brusco de humor; me cuesta seguirlo. Obediente, me vuelvo y el
corazón se me alborota; el deseo reemplaza de inmediato a la inquietud, me
recorre la sangre y se instala, oscuro e intenso, en mi vientre. Me recoge el pelo de
la espalda de forma que me cuelga por el hombro derecho, enroscándose en mi
pecho. Me pone el dedo índice en la nuca y lo arrastra dolorosamente por mi
columna vertebral. Su uña me araña la piel.
—Me gusta este vestido —murmura—. Me gusta ver tu piel inmaculada.
Acerca el dedo al borde de mi vestido, a mitad de la espalda, lo engancha y tira
de él para arrimarme a su cuerpo. Inclinándose, me huele el pelo.
—Qué bien hueles, _______tn. Muy agradable.
Me roza la oreja con la nariz, desciende por mi cuello y va regándome el hombro
de besos tiernos, suavísimos.
Se altera mi respiración, se vuelve menos honda, precipitada, llena de
expectación. Tengo sus dedos en la cremallera. La baja, terriblemente despacio,
mientras sus labios se deslizan, lamiendo, besando, succionando hasta el otro
hombro. Esto se le da seductoramente bien. Mi cuerpo vibra y empiezo a
estremecerme lánguidamente bajo sus caricias.
—Vas… a… tener… que… a…prender… a estarte… quieta —me susurra,
besándome la nuca entre cada palabra.
Tira del cierre del cuello y el vestido cae y se arremolina a mis pies.
—Sin sujetador, señorita Steele. Me gusta.
Alarga las manos y me coge los pechos, y los pezones se yerguen bajo su tacto.
—Levanta los brazos y cógete a mi cabeza —me susurra al cuello.
Obedezco de inmediato y mis pechos se elevan y se acomodan en sus manos; los
pezones se me endurecen aún más. Hundo los dedos en su cabeza y, con mucha
delicadeza, le tiro del suave y sexy pelo. Ladeo la cabeza para facilitarle el acceso a
mi cuello.
—Mmm… —me ronronea detrás de la oreja mientras empieza a pellizcarme los
pezones con sus dedos largos, imitando los movimientos de mis manos en su pelo.
Percibo la sensación con nitidez en la entrepierna, y gimo.
—¿Quieres que te haga correrte así? —me susurra.
Arqueo la espalda para acomodar mis pechos a sus manos expertas.
—Le gusta esto, ¿verdad, señorita Steele?
—Mmm…
—Dilo.
Continúa la tortura lenta y sensual, pellizcando suavemente.
—Sí.
—Sí, ¿qué?
—Sí… señor.
—Buena chica.
Me pellizca con fuerza, y mi cuerpo se retuerce convulso contra el suyo.
Jadeo por el exquisito y agudo dolor placentero. Lo noto pegado a mí. Gimo y le
tiro del pelo con fuerza.
—No creo que estés lista para correrte aún —me susurra dejando de mover las
manos, me muerde flojito el lóbulo de la oreja y tira—. Además, me has
disgustado.
Oh, no… ¿qué querrá decir con eso?, me pregunto envuelta en la bruma del
intenso deseo mientras gruño de placer.
—Así que igual no dejo que te corras.
Vuelve a centrar sus dedos en mis pezones, tirando, retorciéndolos,
masajeándolos. Aprieto el trasero contra su cuerpo y lo muevo de un lado a otro.
Noto su sonrisa en el cuello mientras sus manos se desplazan a mis caderas. Me
mete los dedos por las bragas, por detrás, tira de ellas, clava los pulgares en el
tejido, las desgarra y las lanza frente a mí para que las vea… Dios mío. Baja las
manos a mi sexo y, desde atrás, me mete despacio un dedo.
—Oh, sí. Mi dulce niña ya está lista —me dice dándome la vuelta para que lo
mire. Su respiración se ha acelerado. Se mete el dedo en la boca—. Qué bien sabe,
señorita Steele.
Suspira. Madre mía, el dedo le debe de saber salado… a mí.
—Desnúdame —me ordena en voz baja, mirándome fijamente, con los ojos
entreabiertos.
Lo único que llevo puesto son los zapatos… bueno, los zapatos de taconazo de
Brenda . Estoy desconcertada. Nunca he desnudado a un hombre.
—Puedes hacerlo —me incita suavemente.
Pestañeo deprisa. ¿Por dónde empiezo? Alargo las manos a su camiseta y me las
coge, sonriéndome seductor.
—Ah, no. —Menea la cabeza, sonriente—. La camiseta, no; para lo que tengo
planeado, vas a tener que acariciarme.
Los ojos le brillan de excitación.
Vaya, esto es nuevo: puedo acariciarlo con la ropa puesta. Me coge una mano y
la planta en su erección.
—Este es el efecto que me produce, señorita Steele.
Jadeo y le envuelvo el paquete con los dedos. Él sonríe.
—Quiero metértela. Quítame los vaqueros. Tú mandas.
Madre mía, yo mando. Me deja boquiabierta.
—¿Qué me vas a hacer? —me tienta.
Uf, la de cosas que se me ocurren… La diosa que llevo dentro ruge y, no sé bien
cómo, fruto de la frustración, el deseo y la pura valentía Steele, lo tiro a la cama.
Ríe al caer y yo lo miro desde arriba, sintiéndome victoriosa. La diosa que llevo
dentro está a punto de estallar. Le quito los zapatos, deprisa, torpemente, y los
calcetines. Me mira; los ojos le brillan de diversión y de deseo. Lo veo… glorioso…
mío. Me subo a la cama y me monto a horcajadas encima de él para desabrocharle
los vaqueros, deslizando los dedos por debajo de la cinturilla, notando, ¡sí!, su
vello púbico. Cierra los ojos y mueve las caderas.
—Vas a tener que aprender a estarte quieto —lo reprendo, y le tiro del vello.
Se le entrecorta la respiración, y me sonríe.
—Sí, señorita Steele —murmura con los ojos encendidos—. Condón, en el
bolsillo —susurra.
Le hurgo en el bolsillo, despacio, observando su rostro mientras voy palpando.
Tiene la boca abierta. Saco los dos paquetitos con envoltorio de aluminio que
encuentro y los dejo en la cama, a la altura de sus caderas. ¡Dos! Mis dedos
ansiosos buscan el botón de la cinturilla y lo desabrocho, después de manosearlo
un poco. Estoy más que excitada.
—Qué ansiosa, señorita Steele —susurra con la voz teñida de complacencia.
Le bajo la cremallera y de pronto me encuentro con el problema de cómo bajarle
los pantalones… Mmm. Me deslizo hasta abajo y tiro. Apenas se mueven. Frunzo
el ceño. ¿Cómo puede ser tan difícil?
—No puedo estarme quieto si te vas a morder el labio —me advierte, y luego
levanta la pelvis de la cama para que pueda bajarle los pantalones y los boxers a la
vez, uau… liberarlo. Tira la ropa al suelo de una patada.
Cielo santo, todo eso para jugar yo solita. De pronto, es como si fuera Navidad.
—¿Qué vas a hacer ahora? —me dice, todo rastro de diversión ya desaparecido.
Alargo la mano y lo acaricio, observando su expresión mientras lo hago. Su boca
forma una O, e inspira hondo. Su piel es tan tersa y suave… y recia… mmm, qué
deliciosa combinación. Me inclino hacia delante, el pelo me cae por la cara; y me lo
meto en la boca. Chupo, con fuerza. Cierra los ojos, sus caderas se agitan debajo de
mí.
—Dios, _______tn, tranquila —gruñe.
Me siento poderosa; qué sensación tan estimulante, la de provocarlo y probarlo
con la boca y la lengua. Se tensa mientras chupo arriba y abajo, empujándolo hasta
el fondo de la garganta, con los labios apretados… una y otra vez.
—Para, _______tn, para. No quiero correrme.
Me incorporo, mirándolo extrañada y jadeando como él, pero confundida. ¿No
mandaba yo? La diosa que llevo dentro se siente como si le hubieran quitado el
helado de las manos.
—Tu inocencia y tu entusiasmo me desarman —jadea—. Tú, encima… eso es lo
que tenemos que hacer.
Ah…
—Toma, pónmelo.
Me pasa un condón.
Maldita sea. ¿Cómo? Rasgo el paquete y me encuentro con la goma pegajosa
entre las manos.
—Pellizca la punta y ve estirándolo. No conviene que quede aire en el extremo
de ese mamón —resopla.
Así que, muy despacio, concentradísima, hago lo que me dice.
—Dios mío, me estás matando, ________tn —gruñe.
Admiro mi obra y a él. Ciertamente es un espécimen masculino fabuloso.
Mirarlo me excita muchísimo.
—Venga. Quiero hundirme en ti —susurra.
Me lo quedo mirando, atemorizada, y él se incorpora de pronto, de modo que
estamos nariz con nariz.
—Así —me dice y, pasando una mano por mis caderas, me levanta un poco; con
la otra, se coloca debajo de mí y, muy despacio, me penetra con suavidad.
Gruño cuando me dilata, llenándome, y la boca se me desencaja ante esa
sensación abrumadora, agonizante, sublime y dulce. Ah… por favor.
—Eso es, nena, siénteme, entero —gime y cierra los ojos un instante.
Y lo tengo dentro, ensartado hasta el fondo, y él me tiene inmóvil, segundos…
minutos… no tengo ni idea, mirándome fijamente a los ojos.
—Así entra más adentro —masculla.
Dobla y mece las caderas con ritmo, y yo gimo… madre mía… la sensación se
propaga por todo mi vientre… a todas partes. ¡Joder!
—Otra vez —susurro.
Sonríe despacio y me complace.
Gimiendo, alzo la cabeza, el pelo me cae por la espalda, y muy despacio él se
deja caer sobre la cama.
—Muévete tú, ______tn , sube y baja, lo que quieras. Cógeme las manos —me
dice con voz ronca, grave, sensualísima.
Me agarro con fuerza, como si me fuera la vida en ello. Muy despacio, subo y
vuelvo a bajar. Le arden los ojos de salvaje expectación. Su respiración es
entrecortada, como la mía, y levanta la pelvis cuando yo bajo, haciéndome subir de
nuevo. Cogemos el ritmo… arriba, abajo, arriba, abajo… una y otra vez… y me
gusta… mucho. Entre mis jadeos, la penetración honda y desbordante, la ardiente
sensación que me recorre entera y que crece rápidamente, lo miro, nuestras
miradas se encuentran… y veo asombro en sus ojos, asombro ante mí.
Me lo estoy follando. Mando yo. Es mío, y yo suya. La idea me empuja, me
exalta, me catapulta, y me corro… entre gritos incoherentes. Me agarra por las
caderas y, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, con la mandíbula
apretada, se corre en silencio. Me derrumbo sobre su pecho, sobrecogida, en algún
lugar entre la fantasía y la realidad, un lugar sin límites tolerables ni
infranqueables.
Ay, no… ya estamos otra vez.
—Sí. Me he dado un banquete con Ray.
Lo miro poniendo los ojos en blanco. El champán me está desinhibiendo.
Se inclina hacia delante, me coge la barbilla y me mira fijamente a los ojos.
—La próxima vez que me pongas los ojos en blanco te voy a dar unos azotes.
¿Qué?
—Ah —susurro, y detecto la excitación en sus ojos.
—Ah —replica, imitándome—. Así se empieza, ______Tn.
El corazón me martillea en el pecho y el nudo del estómago se me sube a la
garganta. ¿Por qué me excita tanto eso?
Me llena la taza, y me lo bebo casi todo. Escarmentada, lo miro.
—Me sigues ahora, ¿no?
Asiento con la cabeza.
—Respóndeme.
—Sí… te sigo.
—Bien. —Me dedica una sonrisa cómplice—. De los actos sexuales… lo hemos
hecho casi todo.
Me acerco a él en el sofá y echo un vistazo a la lista.
APÉNDICE 3Límites tolerablesA discutir y acordar por ambas partes:
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Masturbación• Penetración vaginal• Cunnilingus• Fisting vaginal• Felación•
Penetración anal• Ingestión de semen• Fisting anal
—De puño nada, dices. ¿Hay algo más a lo que te opongas? —pregunta con
ternura.
Trago saliva.
—La penetración anal tampoco es que me entusiasme.
—Por lo del puño paso, pero no querría renunciar a tu culo, _______TN . Bueno,
ya veremos. Además, tampoco es algo a lo que podamos lanzarnos sin más. —Me
sonríe maliciosamente—. Tu culo necesitará algo de entrenamiento.
—¿Entrenamiento? —susurro.
—Oh, sí. Habrá que prepararlo con mimo. La penetración anal puede resultar
muy placentera, créeme. Pero si lo probamos y no te gusta, no tenemos por qué
volver a hacerlo.
Me sonríe.
Lo miro espantada. ¿Cree que me va a gustar? ¿Cómo sabe él que resulta
placentero?
—¿Tú lo has hecho? —le susurro.
—Sí.
Madre mía. Ahogo un jadeo.
—¿Con un hombre?
—No. Nunca he hecho nada con un hombre. No me va.
—¿Con la señora Robinson?
—Sí.
Madre mía… ¿cómo? Frunzo el ceño. Sigue repasando la lista.
—Y la ingestión de semen… Bueno, eso se te da de miedo.
Me sonrojo, y la diosa que llevo dentro se infla de orgullo.
—Entonces… —Me mira sonriente—. Tragar semen, ¿vale?
Asiento con la cabeza, incapaz de mirarlo a los ojos, y vuelvo a apurar mi taza.
—¿Más? —me pregunta.
—Más. —Y de pronto, mientras me rellena la taza, recuerdo la conversación que
hemos mantenido antes. ¿Se refiere a eso o solo al champán? ¿Forma parte del juego todo esto del champán?
—¿Juguetes sexuales? —pregunta.
Me encojo de hombros, mirando la lista.
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Vibradores• Consoladores• Tapones anales• Otros juguetes vaginales/anales
—¿Tapones anales? ¿Eso sirve para lo que pone en el envase?
Arrugo la nariz, asqueada.
—Sí. —Sonríe—. Y hace referencia a la penetración anal de antes. Al
entrenamiento.
—Ah… ¿y el «otros»?
—Cuentas, huevos…ese tipo de cosas.
—¿Huevos? —inquiero alarmada.
—No son huevos de verdad —ríe a carcajadas, meneando la cabeza.
Lo miro con los labios fruncidos.
—Me alegra ver que te hago tanta gracia.
No logro ocultar que me siento dolida.
Deja de reírse.
—Mis disculpas. Lo siento, señorita Steele —dice tratando de parecer
arrepentido, pero sus ojos aún chispean—. ¿Algún problema con los juguetes?
—No —espeto.
—_______tn —dice, zalamero—, lo siento. Créeme. No pretendía burlarme.
Nunca he tenido esta conversación de forma tan explícita. Eres tan inexperta… Lo
siento.
Me mira con ojos grandes, grises, sinceros.
Me relajo un poco y bebo otro sorbo de champán.
—Vale… bondage —dice volviendo a la lista.
La examino, y la diosa que llevo dentro da saltitos como una niña a la espera de
un helado.
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Bondage con cuerda• Bondage con cinta adhesiva• Bondage con muñequeras de cuero• Otros tipos de bondage • Bondage con esposas y grilletes
Harry me mira arqueando las cejas.
—¿Y bien?
—De acuerdo —susurro y vuelvo a mirar rápidamente la lista.
¿Acepta la Sumisa los siguientes tipos de bondage?
• Manos al frente• Muñecas con tobillos• Tobillos• A objetos, muebles, etc.•
Codos• Barras rígidas• Manos a la espalda• Suspensión• Rodillas
¿Acepta la Sumisa que se le venden los ojos?¿Acepta la Sumisa que se la
amordace?
—Ya hemos hablado de la suspensión y, si quieres ponerla como límite
infranqueable, me parece bien. Lleva mucho tiempo y, de todas formas, solo te
tengo a ratos pequeños. ¿Algo más?
—No te rías de mí, pero ¿qué es una barra rígida?
—Prometo no reírme. Ya me he disculpado dos veces. —Me mira furioso—. No
me obligues a hacerlo de nuevo —me advierte. Y tengo la sensación de encogerme
visiblemente… madre mía, qué tirano—. Una barra rígida es una barra con esposas
para los tobillos y/o las muñecas. Es divertido.
—Vale… De acuerdo con lo de amordazarme… Me preocupa no poder respirar.
—A mí también me preocuparía que no respiraras. No quiero asfixiarte.
—Además, ¿cómo voy a usar las palabras de seguridad estando amordazada?
Hace una pausa.
—Para empezar, confío en que nunca tengas que usarlas. Pero si estás
amordazada, lo haremos por señas —dice sin más.
Lo miro espantada. Pero, si estoy atada, ¿cómo lo voy a hacer? Se me empieza a
nublar la mente… Mmm, el alcohol.
—Lo de la mordaza me pone nerviosa.
—Vale. Tomo nota.
Lo miro fijamente y entonces empiezo a comprender.
—¿Te gusta atar a tus sumisas para que no puedan tocarte?
Me mira abriendo mucho los ojos.
—Esa es una de las razones —dice en voz baja.
—¿Por eso me has atado las manos?
—Sí.
—No te gusta hablar de eso —murmuro.
—No, no me gusta. ¿Te apetece más champán? Te está envalentonando, y
necesito saber lo que piensas del dolor.
Maldita sea… esta es la parte chunga. Me rellena la taza, y doy un sorbo.
—A ver, ¿cuál es tu actitud general respecto a sentir dolor? —______harry me mira
expectante—. Te estás mordiendo el labio —me dice en tono amenazante.
Paro de inmediato, pero no sé qué decir. Me ruborizo y me miro las manos.
—¿Recibías castigos físicos de niña?
—No.
—Entonces, ¿no tienes ningún ámbito de referencia?
—No.
—No es tan malo como crees. En este asunto, tu imaginación es tu peor enemigo —susurra.
—¿Tienes que hacerlo?
—Sí.
—¿Por qué?
—Es parte del juego, ______tn . Es lo que hay. Te veo nerviosa. Repasemos los
métodos.
Me enseña la lista. Mi subconsciente sale corriendo, gritando, y se esconde
detrás del sofá.
• Azotes• Azotes con pala• Latigazos• Azotes con vara• Mordiscos• Pinzas para
pezones• Pinzas genitales• Hielo• Cera caliente• Otros tipos/métodos de dolor
—Vale, has dicho que no a las pinzas genitales. Muy bien. Lo que más duele son
los varazos.
Palidezco.
—Ya iremos llegando a eso.
—O mejor no llegamos —susurro.
—Esto forma parte del trato, nena, pero ya iremos llegando a todo eso.
______tn , no te voy a obligar a nada horrible.
—Todo esto del castigo es lo que más me preocupa —digo con un hilo de voz.
—Bueno, me alegro de que me lo hayas dicho. Quitamos los varazos de la lista
de momento. Y, a medida que te vayas sintiendo más cómoda con todo lo demás,
incrementaremos la intensidad. Lo haremos despacio.
Trago saliva, y él se inclina y me besa en la boca.
—Ya está, no ha sido para tanto, ¿no?
Me encojo de hombros, con el corazón en la boca otra vez.
—A ver, quiero comentarte una cosa más antes de llevarte a la cama.
—¿A la cama? —pregunto parpadeando muy deprisa, y la sangre me bombea
por todo el cuerpo, calentándome sitios que no sabía que existían hasta hace muy
poco.
—Vamos, ______tn , después de repasar todo esto, quiero follarte hasta la
semana que viene, desde ahora mismo. Debe de haber tenido algún efecto en ti
también.
Me estremezco. La diosa que llevo dentro jadea.
—¿Ves? Además, quiero probar una cosa.
—¿Me va a doler?
—No… deja de ver dolor por todas partes. Más que nada es placer. ¿Te he hecho
daño hasta ahora?
Me ruborizo.
—No.
—Pues entonces. A ver, antes me hablabas de que querías más.
Se interrumpe, de pronto indeciso.
Madre mía… ¿adónde va a llegar esto?
Me agarra la mano.
—Podríamos probarlo durante el tiempo en que no seas mi sumisa. No sé si
funcionará. No sé si podremos separar las cosas. Igual no funciona. Pero estoy
dispuesto a intentarlo. Quizá una noche a la semana. No sé.
Madre mía… me quedo boquiabierta, mi subconsciente está en estado de shock.
¡harry Styles acepta más! ¡Está dispuesto a intentarlo! Mi subconsciente se
asoma por detrás del sofá, con una expresión aún conmocionada en su rostro de
arpía.
—Con una condición.
Estudia con recelo mi expresión de perplejidad.
—¿Qué? —digo en voz baja.
Lo que sea. Te doy lo que sea.
—Que aceptes encantada el regalo de graduación que te hago.
—Ah.
Y muy en el fondo sé lo que es. Brota el temor en mi vientre.
Me mira fijamente, evaluando mi reacción.
—Ven —murmura, y se levanta y tira de mí.
Se quita la cazadora, me la echa por los hombros y se dirige a la puerta.
Aparcado fuera hay un descapotable rojo de tres puertas, un Audi.
—Para ti. Feliz graduación —susurra, estrechándome en sus brazos y
besándome el pelo.
Me ha comprado un puñetero coche, completamente nuevo, a juzgar por su
aspecto. Vaya… si ya me costó aceptar los libros. Lo miro alucinada, intentando
desesperadamente decidir cómo me siento. Por un lado, me horroriza; por otro, lo
agradezco, me flipa que realmente lo haya hecho, pero la emoción predominante
es el enfado. Sí, estoy enfadada, sobre todo después de todo lo que le dije de los
libros… pero, claro, ya lo ha comprado. Cogiéndome de la mano, me lleva por el
camino de entrada hasta esa nueva adquisición.
—________Tn , ese Escarabajo tuyo es muy viejo y francamente peligroso. Jamás
me lo perdonaría si te pasara algo cuando para mí es tan fácil solucionarlo…
Él me mira, pero, de momento, yo no soy capaz de mirarlo. Contemplo en
silencio el coche, tan asombrosamente nuevo y de un rojo tan luminoso.
—Se lo comenté a tu padrastro. Le pareció una idea genial —me susurra.
Me vuelvo y lo miro furiosa, boquiabierta de espanto.
—¿Le mencionaste esto a Ray? ¿Cómo has podido?
Me cuesta que me salgan las palabras. ¿Cómo te atreves? Pobre Ray. Siento
náuseas, muerta de vergüenza por mi padre.
—Es un regalo, ____tn . ¿Por qué no me das las gracias y ya está?
—Sabes muy bien que es demasiado.
—Para mí, no; para mi tranquilidad, no.
Lo miro ceñuda, sin saber qué decir. ¡Es que no lo entiende! Él ha tenido dinero
toda la vida. Vale, no toda la vida —de niño, no—, y entonces mi perspectiva
cambia. La idea me serena y veo el coche con otros ojos, sintiéndome culpable por
mi arrebato de resentimiento. Su intención es buena, desacertada, pero con buen
fondo.
—Te agradezco que me lo prestes, como el portátil.
Suspira hondo.
—Vale. Te lo presto. Indefinidamente.
Me mira con recelo.
—No, indefinidamente, no. De momento. Gracias.
Frunce el ceño. Me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla.
—Gracias por el coche, señor —digo con toda la ternura de la que soy capaz.
Me agarra de pronto y me estrecha contra su cuerpo, con una mano en la
espalda reteniéndome y la otra agarrándome el pelo.
—Eres una mujer difícil, ______ta Steele.
Me besa apasionadamente, obligándome a abrir la boca con la lengua, sin
contemplaciones.
Me excito al instante y le devuelvo el beso con idéntica pasión. Lo deseo
inmensamente, a pesar del coche, de los libros, de los límites tolerables… de los
varazos… lo deseo.
—Me está costando una barbaridad no follarte encima del capó de este coche
ahora mismo, para demostrarte que eres mía y que, si quiero comprarte un puto
coche, te compro un puto coche —gruñe—. Venga, vamos dentro y desnúdate.
Me planta un beso rápido y brusco.
Vaya, sí que está enfadado. Me coge de la mano y me lleva de nuevo dentro y
derecha al dormitorio… sin ningún tipo de preámbulo. Mi subconsciente está otra
vez detrás del sofá, con la cabeza escondida entre las manos. Harry enciende la
luz de la mesilla y se detiene, mirándome fijamente.
—Por favor, no te enfades conmigo —le susurro.
Me mira impasible; sus ojos verdes son como fríos pedazos de cristal ahumado.
—Siento lo del coche y lo de los libros… —Me interrumpo. Guarda silencio,
pensativo—. Me das miedo cuando te enfadas —digo en voz baja, mirándolo.
Cierra los ojos y mueve la cabeza. Cuando los abre, su expresión se ha
suavizado. Respira hondo y traga saliva.
—Date la vuelta —susurra—. Quiero quitarte el vestido.
Otro cambio brusco de humor; me cuesta seguirlo. Obediente, me vuelvo y el
corazón se me alborota; el deseo reemplaza de inmediato a la inquietud, me
recorre la sangre y se instala, oscuro e intenso, en mi vientre. Me recoge el pelo de
la espalda de forma que me cuelga por el hombro derecho, enroscándose en mi
pecho. Me pone el dedo índice en la nuca y lo arrastra dolorosamente por mi
columna vertebral. Su uña me araña la piel.
—Me gusta este vestido —murmura—. Me gusta ver tu piel inmaculada.
Acerca el dedo al borde de mi vestido, a mitad de la espalda, lo engancha y tira
de él para arrimarme a su cuerpo. Inclinándose, me huele el pelo.
—Qué bien hueles, _______tn. Muy agradable.
Me roza la oreja con la nariz, desciende por mi cuello y va regándome el hombro
de besos tiernos, suavísimos.
Se altera mi respiración, se vuelve menos honda, precipitada, llena de
expectación. Tengo sus dedos en la cremallera. La baja, terriblemente despacio,
mientras sus labios se deslizan, lamiendo, besando, succionando hasta el otro
hombro. Esto se le da seductoramente bien. Mi cuerpo vibra y empiezo a
estremecerme lánguidamente bajo sus caricias.
—Vas… a… tener… que… a…prender… a estarte… quieta —me susurra,
besándome la nuca entre cada palabra.
Tira del cierre del cuello y el vestido cae y se arremolina a mis pies.
—Sin sujetador, señorita Steele. Me gusta.
Alarga las manos y me coge los pechos, y los pezones se yerguen bajo su tacto.
—Levanta los brazos y cógete a mi cabeza —me susurra al cuello.
Obedezco de inmediato y mis pechos se elevan y se acomodan en sus manos; los
pezones se me endurecen aún más. Hundo los dedos en su cabeza y, con mucha
delicadeza, le tiro del suave y sexy pelo. Ladeo la cabeza para facilitarle el acceso a
mi cuello.
—Mmm… —me ronronea detrás de la oreja mientras empieza a pellizcarme los
pezones con sus dedos largos, imitando los movimientos de mis manos en su pelo.
Percibo la sensación con nitidez en la entrepierna, y gimo.
—¿Quieres que te haga correrte así? —me susurra.
Arqueo la espalda para acomodar mis pechos a sus manos expertas.
—Le gusta esto, ¿verdad, señorita Steele?
—Mmm…
—Dilo.
Continúa la tortura lenta y sensual, pellizcando suavemente.
—Sí.
—Sí, ¿qué?
—Sí… señor.
—Buena chica.
Me pellizca con fuerza, y mi cuerpo se retuerce convulso contra el suyo.
Jadeo por el exquisito y agudo dolor placentero. Lo noto pegado a mí. Gimo y le
tiro del pelo con fuerza.
—No creo que estés lista para correrte aún —me susurra dejando de mover las
manos, me muerde flojito el lóbulo de la oreja y tira—. Además, me has
disgustado.
Oh, no… ¿qué querrá decir con eso?, me pregunto envuelta en la bruma del
intenso deseo mientras gruño de placer.
—Así que igual no dejo que te corras.
Vuelve a centrar sus dedos en mis pezones, tirando, retorciéndolos,
masajeándolos. Aprieto el trasero contra su cuerpo y lo muevo de un lado a otro.
Noto su sonrisa en el cuello mientras sus manos se desplazan a mis caderas. Me
mete los dedos por las bragas, por detrás, tira de ellas, clava los pulgares en el
tejido, las desgarra y las lanza frente a mí para que las vea… Dios mío. Baja las
manos a mi sexo y, desde atrás, me mete despacio un dedo.
—Oh, sí. Mi dulce niña ya está lista —me dice dándome la vuelta para que lo
mire. Su respiración se ha acelerado. Se mete el dedo en la boca—. Qué bien sabe,
señorita Steele.
Suspira. Madre mía, el dedo le debe de saber salado… a mí.
—Desnúdame —me ordena en voz baja, mirándome fijamente, con los ojos
entreabiertos.
Lo único que llevo puesto son los zapatos… bueno, los zapatos de taconazo de
Brenda . Estoy desconcertada. Nunca he desnudado a un hombre.
—Puedes hacerlo —me incita suavemente.
Pestañeo deprisa. ¿Por dónde empiezo? Alargo las manos a su camiseta y me las
coge, sonriéndome seductor.
—Ah, no. —Menea la cabeza, sonriente—. La camiseta, no; para lo que tengo
planeado, vas a tener que acariciarme.
Los ojos le brillan de excitación.
Vaya, esto es nuevo: puedo acariciarlo con la ropa puesta. Me coge una mano y
la planta en su erección.
—Este es el efecto que me produce, señorita Steele.
Jadeo y le envuelvo el paquete con los dedos. Él sonríe.
—Quiero metértela. Quítame los vaqueros. Tú mandas.
Madre mía, yo mando. Me deja boquiabierta.
—¿Qué me vas a hacer? —me tienta.
Uf, la de cosas que se me ocurren… La diosa que llevo dentro ruge y, no sé bien
cómo, fruto de la frustración, el deseo y la pura valentía Steele, lo tiro a la cama.
Ríe al caer y yo lo miro desde arriba, sintiéndome victoriosa. La diosa que llevo
dentro está a punto de estallar. Le quito los zapatos, deprisa, torpemente, y los
calcetines. Me mira; los ojos le brillan de diversión y de deseo. Lo veo… glorioso…
mío. Me subo a la cama y me monto a horcajadas encima de él para desabrocharle
los vaqueros, deslizando los dedos por debajo de la cinturilla, notando, ¡sí!, su
vello púbico. Cierra los ojos y mueve las caderas.
—Vas a tener que aprender a estarte quieto —lo reprendo, y le tiro del vello.
Se le entrecorta la respiración, y me sonríe.
—Sí, señorita Steele —murmura con los ojos encendidos—. Condón, en el
bolsillo —susurra.
Le hurgo en el bolsillo, despacio, observando su rostro mientras voy palpando.
Tiene la boca abierta. Saco los dos paquetitos con envoltorio de aluminio que
encuentro y los dejo en la cama, a la altura de sus caderas. ¡Dos! Mis dedos
ansiosos buscan el botón de la cinturilla y lo desabrocho, después de manosearlo
un poco. Estoy más que excitada.
—Qué ansiosa, señorita Steele —susurra con la voz teñida de complacencia.
Le bajo la cremallera y de pronto me encuentro con el problema de cómo bajarle
los pantalones… Mmm. Me deslizo hasta abajo y tiro. Apenas se mueven. Frunzo
el ceño. ¿Cómo puede ser tan difícil?
—No puedo estarme quieto si te vas a morder el labio —me advierte, y luego
levanta la pelvis de la cama para que pueda bajarle los pantalones y los boxers a la
vez, uau… liberarlo. Tira la ropa al suelo de una patada.
Cielo santo, todo eso para jugar yo solita. De pronto, es como si fuera Navidad.
—¿Qué vas a hacer ahora? —me dice, todo rastro de diversión ya desaparecido.
Alargo la mano y lo acaricio, observando su expresión mientras lo hago. Su boca
forma una O, e inspira hondo. Su piel es tan tersa y suave… y recia… mmm, qué
deliciosa combinación. Me inclino hacia delante, el pelo me cae por la cara; y me lo
meto en la boca. Chupo, con fuerza. Cierra los ojos, sus caderas se agitan debajo de
mí.
—Dios, _______tn, tranquila —gruñe.
Me siento poderosa; qué sensación tan estimulante, la de provocarlo y probarlo
con la boca y la lengua. Se tensa mientras chupo arriba y abajo, empujándolo hasta
el fondo de la garganta, con los labios apretados… una y otra vez.
—Para, _______tn, para. No quiero correrme.
Me incorporo, mirándolo extrañada y jadeando como él, pero confundida. ¿No
mandaba yo? La diosa que llevo dentro se siente como si le hubieran quitado el
helado de las manos.
—Tu inocencia y tu entusiasmo me desarman —jadea—. Tú, encima… eso es lo
que tenemos que hacer.
Ah…
—Toma, pónmelo.
Me pasa un condón.
Maldita sea. ¿Cómo? Rasgo el paquete y me encuentro con la goma pegajosa
entre las manos.
—Pellizca la punta y ve estirándolo. No conviene que quede aire en el extremo
de ese mamón —resopla.
Así que, muy despacio, concentradísima, hago lo que me dice.
—Dios mío, me estás matando, ________tn —gruñe.
Admiro mi obra y a él. Ciertamente es un espécimen masculino fabuloso.
Mirarlo me excita muchísimo.
—Venga. Quiero hundirme en ti —susurra.
Me lo quedo mirando, atemorizada, y él se incorpora de pronto, de modo que
estamos nariz con nariz.
—Así —me dice y, pasando una mano por mis caderas, me levanta un poco; con
la otra, se coloca debajo de mí y, muy despacio, me penetra con suavidad.
Gruño cuando me dilata, llenándome, y la boca se me desencaja ante esa
sensación abrumadora, agonizante, sublime y dulce. Ah… por favor.
—Eso es, nena, siénteme, entero —gime y cierra los ojos un instante.
Y lo tengo dentro, ensartado hasta el fondo, y él me tiene inmóvil, segundos…
minutos… no tengo ni idea, mirándome fijamente a los ojos.
—Así entra más adentro —masculla.
Dobla y mece las caderas con ritmo, y yo gimo… madre mía… la sensación se
propaga por todo mi vientre… a todas partes. ¡Joder!
—Otra vez —susurro.
Sonríe despacio y me complace.
Gimiendo, alzo la cabeza, el pelo me cae por la espalda, y muy despacio él se
deja caer sobre la cama.
—Muévete tú, ______tn , sube y baja, lo que quieras. Cógeme las manos —me
dice con voz ronca, grave, sensualísima.
Me agarro con fuerza, como si me fuera la vida en ello. Muy despacio, subo y
vuelvo a bajar. Le arden los ojos de salvaje expectación. Su respiración es
entrecortada, como la mía, y levanta la pelvis cuando yo bajo, haciéndome subir de
nuevo. Cogemos el ritmo… arriba, abajo, arriba, abajo… una y otra vez… y me
gusta… mucho. Entre mis jadeos, la penetración honda y desbordante, la ardiente
sensación que me recorre entera y que crece rápidamente, lo miro, nuestras
miradas se encuentran… y veo asombro en sus ojos, asombro ante mí.
Me lo estoy follando. Mando yo. Es mío, y yo suya. La idea me empuja, me
exalta, me catapulta, y me corro… entre gritos incoherentes. Me agarra por las
caderas y, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, con la mandíbula
apretada, se corre en silencio. Me derrumbo sobre su pecho, sobrecogida, en algún
lugar entre la fantasía y la realidad, un lugar sin límites tolerables ni
infranqueables.
**Hale**
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