Desde que tengo memoria, he visto incontable cantidad de amaneceres en Colonia, pero siempre me pregunté si en todos los lados serían iguales.Mamá me dice que sí, ella sí ha ido a la ciudad, ha viajado a Argentina, pero yo siempre he estado acá. Amo donde vivo, pero amaría un día verme obligada a volver. Siempre soñé con conocer el mundo, siempre quise ser independiente y ver más allá de las simples cosas, y es día a día lo que intento. No hay muchos jóvenes en el pueblo, solo turistas y en verano. El invierno es un poco triste, tengo que pedalear kilómetros para llegar al liceo
y eso es de las cosas que más me gustan. Más de una vez he visto mochileros en las rutas y siempre soñé con serlo. Por eso, el deseo que pedí cuando soplé mis diecinueve velas fué salir de mi pueblo en busca de amaneceres.
El despertador sonó a las seis treinta a.m era sábado y no tenía porque estar puesto, pero lo estaba, si hay algo que me gusta es sentirlo y saber que puedo volver a dormir.
-Apagá esa porquería nena-
-Shh, seguí durmiendo Nikki-
Apagué el despertador y me levanté al baño, sentí un almohadón pegar en mi espalda pero lo ignoré, Nicole era así.
Estaba por volver a la cama cuando empezó a entrar luz por mi ventana. No lo dudé, me abrigué, calcé y salí de la casa en total silencio a ver el amanecer. La luz era cada vez más fuerte, mi película favorita desde chica es ‘’El rey león’’ comienza con un amanecer, para mí, una inteligente metáfora que indica el comienzo de algo nuevo. En un amanecer todo cambia, algo empieza y siempre hay oportunidades. El sol ya había salido, encandilaban sus fuertes rayos que hacían ver el pasto del jardín con un brillo único. Ya era suficiente, volví a la cama llena de paz y armonía.
-Señorita peace and love ¿Podrías dejar de despertarme a las seis de la mañana? Dormí pésimo por tu culpa-
Se sentó a la mesa junto a nosotros para desayunar.
-Sí claro, por eso roncabas cuando volví-
Reí probando mi café con leche.
-No te banco hoy, no me hables-
Cuando Nicole se levantaba así era insoportable, ignorarla sería lo mejor.
-Mar, hoy con tu papá vamos a salir ¿Venís?-
-Me encantaría, pero tengo mucho que estudiar y tengo ganas de caminar un rato sola-
-Está bien-
Se levantaron ambos de la mesa. Papá me dio un beso en la frente y mamá solo alborotó mi pelo.
-Dejen limpia la cocina-
-Sí má-
Respondimos al unísono y miré a Nikki.
-¿Qué?-
Preguntó de mala gana.
-Que no te soporto cuando te levantás así, pero no me vas a arruinar el día-
Respiré profundo y me levanté a lavar mi taza.
-Tendrías que haber nacido en los sesenta, me estresás-
Se levantó y se fue, dejando todas sus migas y su taza sobre la mesa, que fastidio me daba cuando hacía eso, como si fuese su esclava.
-No soy tu sirvienta nena-
No ganaba nada con quejarme, no iba a darme bolilla, opté por lavar y limpiar antes de buscar mi mochila y salir de la casa.
El frío me abrazó, pero el sol estaba radiante, a lo lejos divisé un carro tirado por caballos que venía muy rápido hacia mí.
-Buen día-
Saludé a Pepe, el veterano de la zona, abuelo, le decimos. Es un señor que sabe y conoce mucho acerca de todo, puede responderte una pregunta de la primera guerra mundial tanto como el último cd de Rihanna. Es querido por todos por acá, por supuesto incluyéndome.
-Buen día señorita ¿A dónde va tan temprano?-
-A caminar don Pepe, voy a buscar algún lugar donde haya solcito para leer y tal vez, si la inspiración llega, escribir algo-
-Me parece bien ¿Te arrimo a algún lado?-
-No no es necesario muchas gracias-
-Entonces adiós señorita, que tenga un buen día-
-Gracias igualmente-
Sonreí y lo ví irse con su carro y sus hermosos caballos. Yo soy la primera en defender a los animales, y me encanta don Pepe porque tiene a sus caballos en perfecto estado.
Empecé a caminar por la Avenida Artigas para llegar directo a la rambla costanera, por donde paso cada mañana para ir a trabajar. Se lo hermoso que es el paisaje pero nunca me cansaría de verlo.
De repente, sin saber el porqué, me puse a pensar que pasaría si yo me fuese de casa. Nose porque me lo cuestioné, pero viendo las hermosas costas de mi querida Colonia se me ocurrió que tal vez sería una buena idea conocer más de mi hermoso país.
Caminando, despacio me enamoré de la idea de poder salir de mi casa a conocer nuevos lugares ¿Porqué no? Soy grande, tengo trabajo, ahorros y ganas, muchas ganas de sentirme libre.
Ví una moto pasar con quien supuse era un hombre que llevaba un gran mochila y sobre de dormir. Indudablemente iba al camping por eso pensé
¿Porqué no empezar por algo cerca? Si podía sobrevivir sola en un camping, que se que lo haría ¿Porqué no? Podría ser el comienzo de un largo viaje por quien sabe donde.
-¿¡Qué!? Decime ¿En que estabas pensando Martina?-
-Mamá no es para tanto, soy mayor de edad, quiero ser independiente y vivir en un camping-
-Hija, eso es anormal, a los camping se va de paseo, te vas a agarrar una pulmonía ahora en invierno-
-Mamá te estoy avisando acerca de la desición que tomé, no es una pregunta-
Jamás le había gritado ni faltado el respeto a mamá por lo que no iba a empezar a hacerlo ahora, por eso me contuve de cualquier loco impulso y me encerré en mi cuarto-
-¿Qué hacés nena?-
Preguntó Nikki tirada desde la cama.
-Te voy a hacer feliz, me voy de casa-
Abrí mi sector del ropero para seleccionar la mejor ropa, lo más útil, necesario y abrigado.
-No sos graciosa, sabelo-
Rió irónica por lo que preferí ignorarla y seguir con lo mío. Eso hasta que mamá abrió la puerta sin previo aviso volviendo a querer frenarme.
-Martina no te podés ir de tu casa a un camping ¿Estás loca? Mirame cuando te hablo-
Pidió al ver que la ignoraba.
-¿Entonces es enserio?-
Preguntó Nikki quedando sentada en la cama con cara de preocupación. Al parecer hasta me tiene cariño.
-Claro que es enserio, solo que mamá no quiere creerlo-
Crucé frente a ella hacia el baño en busca de mi cepillo de dientes y peine.
-Es una locura Martu-
Acotó mi hermana.
-Lo sé-
Dije con tranquilidad y terminé de guardar cosas por lo que cerré la valija y miré a Nicole.
-Pero como nunca salí a hacer locuras con mi familia voy a empezar a hacerlas sola-
Nicole se quedó callada al ver la cara de enojo de mamá.
-¿Es un reclamo?-
Preguntó mi madre.
-No, para nada, estoy diciendo lo que siento y pienso-
Salí del cuarto con la valija.
-Martina vos cruzás esa puerta y no volves a entrar ¿Escuchaste?-
-Que conste que vos lo dijiste-
Me encogí de hombros y salí al frente para subir a mi bicicleta.
-Martina no estoy jugando-
El tono de voz de mamá iba en aumento.
-Yo tampoco má, cuando llegue te hago saber-
Empecé a pedalear dejando mi casa atrás y a mi familia anonadada.
Pensaba una despedida diferente, pero no me dejó opción de que fuera así.
Por eso, dejé caer una lágrima por mi mejilla, pero ya no iba a dar marcha atrás solo pedalearía hacia adelante, en busca de mi vida.
La gente dentro del camping era contada con los dedos de una mano. Tal como dijo mamá, es anormal venir a un camping en invierno, no para mí.
Entré a la recepción siendo atendida por un señor mayor.
-¿En que puedo ayudarla señorita?-
-¿Tiene cabañas disponibles?-
-Sí ¿Con cuantas camas?-
-Solo una-
¿Es para usted?-
-Si-
-Que jovencita-
Exclamó mientras bajo el mostrador buscaba la llave.
-No hay mucha gente ¿No?-
-Alojado no hay nadie, vienen en carpas a pasar el día ¿Que la trae sola por acá? Si se puede saber, claro-
Me entregó la llave, la cabaña número siete, mi favorito.
-Vengo en busca de mi independencia-
Sonreí.
Todavía me sentía un poco mal por como me fuí de casa, mis ojos vidriosos lo dejaban en evidencia.
-¿Puedo hacer algo por usted?-
-Con cobrarme es suficiente-
Pedí sin perder mi amabilidad.
-Por supuesto ¿Cuántos días?-
-Anóteme una semana por ahora-
Me dijo el costo entregué el dinero y me despedí.
-Muchas gracias, hasta luego-
-Adiós señorita, estamos a sus ordenes-
-Gracias-
Dije ya desde afuera y con mi llave en mano subí a la bicicleta en busca de la cabaña siete.
Para mi suerte se encontraba cerca del río, era un lugar alejado y tranquilo solo para mí.
Por fuera parecía una casita de muñecas. Era un quincho con paredes blancas, la puerta y marco de las ventanas en madera oscura. También tenía un pequeño sendero de piedra rodeado por pasto descuidado y quemado por el frío.
Por dentro era más pequeña todavía, al entrar a los lados había dos puertas.
Un el mini baño, con solo inodoro y pileta más las canillas del duchero sin cortina, ni mampara ni nada.
En frente, una cocina y heladera pequeña con un mueble colgante como lacena. Luego, era todo habitación, cama de una plaza contra la pared una mesa con dos sillas y un mantel lleno de polvo al igual que el ropero que era bastante espacioso. Una lámpara en la mesita de luz y a los pies de la cama una televisión radio de esas antiquísimas. Lo primero que hice fue abrir las ventanas. No había pensado en la tierra que podría haber, por lo que no llevé nada para limpiar, no había opción más que pedirle al conserje algo para higienizar mi nuevo hogar.
La valija quedó sobre la cama y decidí esta vez caminar para conocer bien el camino.
Abrí la puerta y sonaron las campanitas que advertían la presencia de alguien.
-Señorita ¿En que la puedo ayudar?-
Era el mismo señor que hace un rato, amable como la primera vez.
-Quería pedirle si no podría prestarme algún producto de limpieza y un trapo. Yo mañana trabajo y voy a comprar todo lo necesario. Pero hoy vine sin nada-
-Pero por supuesto, discúlpeme que no le ofrecí-
-No hay problema-
Sonreí y el señor se perdió tras la cortina de tela. Sentí las campanas nuevamente y voltee a ver.
-Buenas tardes-
-Buenas-
Respondió el muchacho, llevaba una chaqueta de cuero, pantalones con flecos a los lados y un casco en mano. Ojos verdes, pelo castaño y una sonrisa blanca y perfecta.
-¿Sos de por acá?-
Preguntó.
-Si ¿Puedo ayudarte en algo?-
-Tengo que llegar a la iglesia y no tengo idea como-
-Es re fácil, seguís todo por la rambla hasta la avenida General Flores y enseguida te vas a dar cuenta-
-Muchas gracias ¿Hace mucho que vivís acá? Me parece que sabés mucho-
Reí.
-Nací acá y sí, te puedo guiar a cualquier parte de la ciudad. Mi bicicleta y yo la conocemos de memoria-
-Woow, podrías ser mi guía turística-
-Imposible, acabo de llegar al camping y tengo todo desordenado, pero si querés mañana después de las seis podemos vernos-
-Me encantaría-
Justo cuando estábamos cruzando miradas en el mejor momento de la charla aparece el señor con un balde, trapo y productos de limpieza.
-Le agradezco mucho señor-
Agarré las cosas.
-Podés llamarme Cacho, todos por acá me dicen así-
-Soy Martina-
Estiré mi mano con una sonrisa para estrecharla con la de él.
-Y me voy, nos vemos-
Saludé a ambos y salí con el balde hacia mi cabaña nuevamente.
-¡Martina!-
Sentí mi nombre y voltee a ver.
-Rambla costanera, General Flores, es fácil-
Sonreí ya que pensé que se había olvidado.
-No, no es eso-
-¿Entonces?-
-Quería preguntarte si aceptas ir conmigo mañana a la iglesia. Es el casamiento de un amigo, hoy es el último ensayo-
Lo pensé, era raro que un chico me invitase a salir y ni siquiera sabía su nombre.
-Podría aceptar si primero me decís tu nombre-
-Enzo, soy de capital y ando paseando un poco por el país-
-¿Enserio? Yo me fuí de casa porque quiero hacer lo mismo-
-Te llevo a donde quieras-
-No te ofendas pero preferiría conocerte mejor-
-Entiendo ¿Nos vemos mañana? Es a las siete-
-No te prometo nada, si voy te busco-
-Está bien. Ojalá nos veamos denuevo-
Sonrió.
-Sí-
Mordí mi labio inferior demostrando cierta vergüenza que me provocaba estar frente a un chico tan directo como Enzo.
-Adiós-
Saludé y seguí mi rumbo, por supuesto con la cabeza puesta en el hombre que acababa de conocer.
Estaba dejando todo impecable, empecé por lo alto y terminé por el piso que quedó brillante al igual que cada mueble. Cerré las ventanas luego de que todo el polvo salió y admiré mi nuevo hogar.
-Soy independiente-
Sonreí hasta con un poco de emoción. Sentía que al fin comenzaba a vivir mi vida. Pese a eso iba a ser raro no dormir en casa.
Prendí la vieja televisión para sentirme un poco acompañada y decidí llamar a mamá.
-Martina al fin ¿Dónde estás?-
-Hola mamá, estoy bien, quería avisarte eso y que no voy a dormir a casa de hoy en más-
-Hija tu padre también te pide que vuelvas-
-Por favor, no dramaticen estoy bien, alquilé un lugarcito y estoy calentita bajo techo-
-Hasta tu hermana está preocupada, volvé-
-Mamá solo quería avisarte que estoy genial, los quiero mucho, adiós-
No quería ser así de grosera con mi mamá, pero apagué el celular y me metí a la ducha, pese al frío gracias a la limpieza había entrado en calor.
Bajo la ducha pensaba en mi futuro pero solo veía una nube blanca, nose que quiero para mi vida. Creo que viajar y vivir el presente me hará darme cuenta para que soy buena.
Solo demoré unos cinco minutos, me sequé mi largo pelo envolviéndolo en una toalla al igual que mi cuerpo. Comencé a vestirme sin apuro y pensé en que no había comido nada. No tenía secador, por lo que escurrí mi pelo lo más que pude y lo dejé suelto para que se secase.
Salí, cerré con llave y subí a mi bici solo con plata en el bolsillo en busca de algún lugar donde comer.
Pedalee hasta el Hipódromo donde hay un restaurante y que yo supiera era el lugar más cercano. Igual esto sería una excepción, no todos los días viviría a comida de restaurante, fideos, arroz y sopas sería lo más variado de mi menú.
Me puse a pensar en que mi imagen no era la mejor para ir a un lugar así, ví entrar a señoras de vestido y hombres de traje, mientras yo parecía una pordiosera con jeans y championes.
-¿La puedo ayudar en algo señorita?-
-Sí, quería comer algo-
-Ya le traigo-
Dijo dándose la vuelta pero lo frené.
-Espere señor, no vengo a pedir comida, vengo a pagar por cenar-
-Discúlpeme si la ofendí
Se sintió culpable, su voz y mirada lo dejaron en evidencia.
-No se preocupe, no debe ver gente como yo todos los días-
Sonreí para dejarle en claro que todo estaba bien.
-Lo siento pero no la puedo dejar pasar con ese atuendo-
Se lamentó.
-Pero yo estoy por relevar, podemos pasar por la cocina-
-¿Enserio?-
-Si claro. Augusto, mucho gusto-
Estiró su mano.
-Martina-
Sonreí respondiendo al saludo.
Rato después nos encontrábamos en la cocina del enorme Hipódromo.
Hasta la cocina era de lujo. Los pisos y azulejos brillaban, al igual que todas las hoyas y cubiertos.
-La verdad esta cocina no tiene nada que envidiarle el restaurante del hipódromo-
Dije mientras comía una pata de pollo, estaba tentada a agarrarla con la mano pero no quería que Augusto pensase que soy una salvaje. Eso hasta que él lo hizo.
-Si es verdad y podés comer como quieras sin que nadie te mirare raro-
-Exacto-
Sonreí y ahora sin miedo agarré la pata con la mano para terminar de comerla.
-¿Donde vivís?-
Le pregunté.
-Soy de acá, vivo cerca de la iglesia de San Benito ¿Vos?-
-En este momento estoy viviendo en el camping de acá-
-Woow que valiente ¿Y eso porqué? Si se puede saber-
-Por nada en especial, simplemente tenía hambre de independencia y me fuí de casa-
Estaba cenando con un extraño, era el segundo que cruzaba el día de hoy, pero me sentía tan bien que parecía que los conociera de toda la vida.
Terminamos de comer y ya se hacía tarde.
-Llevate esto-
Me dió más comida en una bandeja la cual acepté.
-Gracias te debo una-
-No hay de que-
Sonrió.
-¿Te llevo?-
-No gracias, vine en bici-
-Cierto, bueno te acompaño-
-Dale-
Salimos por la puerta de atrás hasta que nos frenó un señor con mala cara.
-¿Este quien es?-
Le pregunté por lo bajo.
-¿Usted quien es?-
Preguntó el hombre de traje y peinado con gomina hacia atrás.
-Soy...-
-Vino a buscar a trabajo-
Acotó enseguida a Augusto.
-Está bien, venga mañana después de la una-
No me dejó ni responder que ya se había ido.
-Es el jefe-
-Si lo noté ¿Pero porqué le dijiste eso?-
-Porque sino me echaba por entrar con alguien a la cocina-
-¿Pusiste en riesgo tu trabajo por una desconocida?-
Pregunté sorprendida.
-Una desconocida que me cayó muy bien-
-Vos también-
Lo saludé con un beso en la mejilla y monté mi bicicleta.
-Gracias por todo-
-¿Nos vemos mañana?-
Preguntó.
-Sí, después de la una-
Sonreí y comencé a pedalear rumbo al camping.
Por las noches se volvía más frío y el viento soplaba fuerte por la rambla.
Siempre a lo lejos se veía alguna luz de barcos o boyas que hacían reflejo en el agua volviéndolo un paisaje mágico.
Llegué a “casa” lavé mis manos, dientes y me acosté sobre el colchón.
Tapé mi cuerpo con ropa porque no había llevado sábanas. Entre pensamientos y reflexiones nose a que hora pero me quedé dormida.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
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Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
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Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
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Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
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Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.