Destinados (Larry Stylinson)

Un nuevo día había comenzado. La ciudad de Londres despertaba con el sonido de las radios, los autos, las bicicletas, los negocios abriendo sus puertas, la gente saliendo al trabajo.

Un joven de cabello castaño rizado avanzaba con fluidez atraves de las grises calles. Su piel pálida y su sonrisa con hoyuelos le daban un aire aniñado, digno de un querubín. El joven avanzaba a grandes zancadas, saltando charcos y esquivando basura, mientras cantaba alegremente alguna canción que sonaba en su mp3. Harry Styles, ese era su nombre. Harry tenía dieciséis años, ese año comenzaría a cursar su anteúltimo año de secundaria, en la semana estudiaría guitarra en un estudio que había abierto recientemente y los sábados continuaría trabajando en la panadería de Mary. Allí era a donde se dirigía, Harry, ahora. Dobló la esquina y observó como el cartel que rezaba:"Panadería" ya estaba fuera del local. Casi corriendo llegó hasta la puerta y la abrió sin vacilar.

-¡Buenos días!- Saludó con una sonrisa radiante.

-¡Buenos días, Harry!- Lo saludó Mary, la dueña del local y la mejor panadera del mundo... claro, según Harry. La mujer era regordeta y de mejillas sonrosadas, cabello canoso muy corto y unos ojos miel que siempre miraban con cariño.

- Hoy llegaste temprano, cariño.- Comentó Susan, la hija de Mary, entregándole su delantal. Susan era una mujer de mediana edad, robusta, de cabello castaño muy lacio, ojos café y mirada serena.

- Si, es que hoy me siento con mucha energía.- Contestó él colocándose el delantal por encima de la cabeza.

-¡Que alegría pequeño! Extrañaba esa sonrisa tuya.- Dijo la mujer apretando su mejilla derecha.

-Aún no entiendo por qué no te presentaste a esa audición, tu voz es preciosa.- Suspiró Mery entrando a la parte trasera del local.

-Tal vez el próximo año...- Afirmó el chico con una mueca triste.

Harry iba a adicionar para entrar a The X-Factor, pero a último momento se acobardó y no asistió. ¿Se arrepentía? ¡Claro que si! ¿Cómo no hacerlo? Pero tenía la esperanza de seguir practicando y el siguiente año dar una mejor audición.

La mañana pasó tranquila. Ya era casi el medio día y su horario terminaba, pero Harry se había olvidado por completo de la hora; en su mp3 sonaba el clásico "Isn't she lovely", la canción que hubiera cantado en la audición si hubiera asistido. El joven cantaba la bella letra como si le fuera la vida en ello. En su cerebro se encontraba en un escenario repleto de personas que gritaban su nombre, pero afuera, en la panadería, solo tenía un espectador, un cliente que acababa de entrar a la tienda y escuchaba plácidamente su canto.

...

El sol aún remoloneaba en el horizonte, perezoso de salir. La noche estaba llegando a su fin pero el día no quería alumbrar el camino. Las calles de Londres estaban vacías... a excepción de un pequeño Ford rojo que acababa de arribar en la gran ciudad. El humilde vehículo se encontraba lleno a más no poder, colchones, bolsos y algunos muebles se encontraban fuertemente atados a el, definitivamente el individuo que conducía esa auto se estaba mudando. Dio vueltas en circulo en varias ocaciones hasta que encontró la calle correcta, allí aparcó frente a un edificio de pequeños balcones que daban a la calle. Un joven bajó del auto: Cabello castaño, lacio, piel dorada, delgado, de rasgos finos y una encantadora sonrisa. El apuesto joven ingresó al edificio y saludó al encargado.

- Buenos días. Mi nombre es Louis Tomlinson y alquilo el departamento 202... vengo a mudarme.- Saludó Louis con una sonrisa. La verdad era que se sentía algo intranquilo, jamás había vivido solo y el echo lo asustaba un poco. Se mudaba para poder ir a la mejor universidad de arte que sus padres podían pagar, el trabajaría para pagar el alquiler y sus padres se encargarían del resto. Por otro lado acababa de romper con su novia, Hanna, ya que una relación a distancia no funcionaría... aun que no era la única razón para terminar, fue la razón que le dio a ella para hacerlo.

-Si, buenos días. Lo estaba esperando Sr. Tomlinson.- Gruñó el encargado. Un hombre bajo, de hombros caidos, parecía algo tosco, por su forma de hablar, y Louis no creía que tuviera muchas ganas de estar allí.

- Por favor, llámeme Louis.- Sonrió el joven con simpatía.

- Se lo agradezco... "Lui"- Murmuró el hombre con desagrado.- Sigame, le mostraré su habitación para que se instale.

Subieron a un ascensor y ascendieron dos pisos. El pasillo era angosto, de paredes blancas y piso de azulejos. "No está tan mal..." Pensó Louis"... por ahora." El encargado se detuvo frente a una puerta que ostentaba tres números en una chapa plateada: 202

- Aquí están tus llaves.- Dijo entregándole un juego.- Cualquier problema me llamas, el número de la recepción es el asterisco.

- De acuerdo. Muchas gracias.- Lo despidió Louis abriendo la perta.

El hombre dio media vuelta y se fue.

Louis entró al departamento y cerró tras de si. Lo primero que pudo observar era una cosina comedor, una puerta que debía ser el baño y otra que se suponía seria la habitación.

-¡Muy bien!¡Manos a la obra!

Louis pasó toda la mañana ordenando, limpiando, guardando y organizando todo en su nuevo "hogar". Louis solí ser un chico muy desordenado, pero cuando se trataba de algo nuevo o de reorganizar los mueble de su habitación por que se había aburrido de que se vieran de esa manera, el joven podía pasarse horas ordenando por el puro placer de hacerlo.

Cuando su estomago comenzó a quejarse escandalosamente supo que ya era hora de detenerse. Salió al balcón y olió el aire fresco del mediodía, pero un aroma llamó su atención: pan recién horneado. Miró hacia abajo y justo en la esquina de enfrente una panadería se posaba orgullosa.

Louis tomó algo de dinero y salió corriendo del lugar. Nada mejor que el pan recién horneado, su estomago pedía a gritos algo más saludable que la sospechosa hamburguesa que había cenado en aquella estación de servicio. Al llegar hasta el lugar abrió la puerta haciendo sonar la campanilla. En cuanto entró una exquisita melodía llenó sus oídos. Un joven de cabello rizado acomodaba los panes recién sacados del horno mientras cantaba a todo pulmón "Isn't she lovely". Louis se quedó hipnotizado con la escena, y no tenía nada que ver que el joven poseía los labios más besables que jamás hubiera visto, ni que los hoyuelos que se formaban en sus mejillas lo convirtieran en el ser más adorable de la tierra, no a Louis no le interesaba eso, él no era gay, él estaba hipnotizado por su voz. Louis amaba la música, uno de sus sueños era ser cantante... pero no creía que fuera lo suficientemente bueno para serlo en realidad.

En cuanto la canción terminó no pudo evitar aplaudir. El joven se sobrsaltó y sus ojos verdes chocaron con los suyos celestes. Harry dejó caer la panera, pero ni el estruendoso sonido logró que desviara la mirada de aquél hermoso joven.

-Oops...- Susurró sonriendo ligeramente al darse cuenta lo estúpido que se había oído.

- Hola...- Sonrió cálidamente Louis.- Lamento habierte asustado.

- Si... em... yo... No lo oí entrar... estaba...- Balbuceó Harry.

-¿En tu mundo? Te entiendo... me pasa siempre cuando canto. ¿Cómo te llamas?- Preguntó con soltura el otro.

-Harry, Harry Styles.

-¿Harry, me puedo sacar una foto contigo? Presiento que serás muy famoso.- Sonrió Louis sacando su celular.

-¿Disculpa?- Harry se sonrojó ligeramente.

-¿Por favor?- Rogó Louis haciendo un puchero.

Harry podía sentir como se derretía por dentro ante ese puchero.

- Claro...- Susurró embobado por la gracia del joven.

Louis se aproximó al mostrador y se recinó lo más posible para abrazar a Harry por los hombros y sacar la foto.

-Soy Louis, por cierto.- Rió el muchacho de ojos cielo.

- Es un placer Louis.- Rió el de ojos esmeralda.

-El placer es todo mio Harry...

Y así se fundieron en un juego de miradas, azul a verde, verde a azul. El cielo y la pradera juntos, encontrándose por todo y a pesar de todo.

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Bueno, acá les dejo el primer capitulo espero que les guste y me dejen comentarios re largos!

MAY :hug: