Zombieland | Segunda Temporada |

Cuando se me vaya la flojera haré una portada de la segunda  

Debo decir que no me espere volver a encontrarme con Lunney, Lo, Aria y K-Dog. Menos que comenzáramos a vivir juntos. Sin embargo, para como están las cosas con el mundo actualmente, pequeñeces de esa calibre deberían dejar de sorprenderme. Ahora, lo que si me ha sorprendido y a su vez, encendido la chispa de la esperanza —por mas que no me guste aceptarlo— es haber encontrado aquel panel o lo que sea lleno de computadoras y radios y controles y todas esas cosas en el sótano de la mansión.

Cosas como esas me hacen preguntarme: ¿Quién rayos era dueño de la mansión y qué sabia él que el resto de la población no? Porque es como hace siglos atrás las personas tenían refugios y bunquers por cualquier situación, porque las guerras civiles y mundiales eran mas de esperarse. Pero esta cosa, ¿cual había sido su propósito?

Mi curiosidad es reemplazada por el repentino deseo de poner mis manos en una de las computadoras. No sirvo para muchas cosas —demasiadas, diría yo— pero si es para sentarme detrás de un monitor y controlar desde allí, eso puedo hacerlo con mucha más facilidad. Así que rápidamente tomo el Ipad que me ha tocado de las que trajimos de la tienda y me senté en uno de los computadores. Enciendo el CPU y espero a que suba y se encienda por completo, mientras con el Ipad voy buscando la señal para conectarme a la red.

No sé si es porque hay internet y puedo usarlo o por lo que significa el hecho de que lo tengamos, pero una sonrisa completamente sincera curva mis labios.

—Entonces, ¿eres una nerd del computo? —pregunta una voz detrás de mi, haciéndome saltar en la silla de plástico que he bajado para el sótano.

Me giro y encuentro a Hazza apoyado en un estante a mi lado. Ruedo los ojos y regreso mi vista al Ipad.

—Me se defender. ¿Y tú qué? Que yo sepa, solo eres bueno para colmar la paciencia —contraataco.
—Vaya, alguien esta respondón hoy —dice después de reírse.
—Y tú eres muy fastidioso.
—Ya, deja de ser tan sensible —frunce el ceño— Ya se encendió.

Lo primero que hago es entrar a las redes sociales. ¿Qué mejor forma de encontrar información de últimas noticias que eso? Entro a twitter y a tumblr, porque del facebook no me acuerdo y nunca he visto noticias de relevancia en ese sitio. Cuando ambas paginas se cargan, de inmediato pongo en búsqueda la etiqueta de ‘zombies’ y presiono enter. Abro mas pestañas, pero ahora con la etiqueta ‘albergues’.

—Oigan, tengo una idea —habla una voz a nuestras espaldas.

Pongo a cargar varios vídeos y me giro para observar a la nueva chica bajar las escaleras de manera apresurada. Su nombr es Kyle y desde que la trajeron ha dicho mas de cincuenta maneras en las que podríamos repartirnos de mejor manera. Cabe decir que ni Jill ni Lunney están muy a gusto con esa cualidad de la chica, creo que no les gusta que alguien mas les ordene qué hacer. A mi me da igual en la mayoría de las ocasiones, en otra me irrita. Pero mientras no me hagan cocinar o salir a conseguir provisiones, estoy perfecta.

—Creo que seria más sabio si nos dividimos el tiempo que se pasará con toda esta habitación encendida. Los paneles de control y computadores gastan mucha luz, ¿quién sabe cuanta nos quede disponible? —inquiere, aunque no parece querer una respuesta— Es mejor si repartimos el tiempo y establecemos, también, que va a buscar cada quien.

Al escuchar la idea, una mueca aparece en mi rostro de manera automática. Y la chica parece hablar en serio, encima de todo. Le dirijo una mirada a Hazza de ‘¿Esta hablando en serio o es jodiendo?’. ¿Horario? ¿Repartir? Lo que tenemos que hacer es buscar toda la información posible antes de que la energía se acabe y nos jodamos todos.

—Sabes, creo que tiene razón en una parte —dice Kilam.
—Pero por otro lado, no sabemos si la energía se ira de un día para otro de la nada, por lo que hay que aprovechar el tiempo que la tenemos —comenta Chris.
—También.
—¿Y entonces?
—Vamos a priorizar: ¿que información queremos encontrar y donde? Así es mas fácil.

Cuando comienzan a discutir sobre las reglas y todo eso, ruedo los ojos y me giro al monitor nuevamente. Tomo los auriculares que me traje del centro comercial y lo conecto para escuchar el vídeo. Hazza se sienta en la mitad de mi silla, empujándome, y toma uno de mis auriculares.

—No me fastidies, Hazza —gruño exasperada.
—Quiero ver el vídeo, tonta —toma el mouse y le pone play.

Observamos con expresiones de terror y asco (por lo menos yo) el vídeo de un pueblo de Missouri en donde los zombies salen como cucarachas de todos los rincones de lugar. Niños, jóvenes, adultos, perros —de todo. Correr como maniáticos sin cerebro que son, atacando a todo humano corriente que se deje alcanzar. Un viejo agarra la pierna de una niña y la arrastra hasta morderle el trasero. ¡Ew! Una señora salta desde un balcón hasta caer encima de una tipa que estaba corriendo.

Quien sea que estaba grabando, se encontraba en la parte trasera de un jeep, el cual parece estar andando a toda velocidad y llevándose a los zombies por delante.

—¡Acelera, acelera Bob! —chilla un hombre.
—¡Putos zombies! ¡Puto todo! —grita otra voz.
—Vamos a morir —solloza una chica.

Sin dudarlo, quito el vídeo y paso a otro. No hay necesidad de ver mas sobre eso porque nosotros mismo lo hemos vivido. Además, tengo la sensación de que me pondré tan ansiosa que vomitaré si continuo viendo zombies.


Esa noche, cuando nos vamos a la cama —o al menos eso asumo, porque Keke parece estar en el quinto sueño y escucho las respiraciones lentas de los demás— me encuentro a mi misma acostada de frente al techo, con los ojos abiertos sin ver nada y la cabeza llena de pensamientos. La emoción de Keke sobre el hecho de que ahora tiene un chance de encontrar a su hermano con más rapidez que antes me hizo recordar el día en que descubrí todo el asunto de los zombies de la manera más horrible posible.

Y todo fue mi culpa.

Sin quererlo, comienzo a recordar nuestros almuerzos familiares o parrilladas en la que siempre salia quemada: o me quemaba la lengua al querer comer carne rápido, o me quemaba porque tomaba la espátula por el lugar equivocado o simplemente por chocar con la barbacoa. Y siempre filmábamos todo ese tipo de cosas, vídeos que tengo guardados en una memoria USB que llevo conmigo dentro de un dije, que llevo en mi cuello. No me he dignado a verlos desde entonces. ¿Como podría?

—¡Kaitlyn, Kay, sonríe! —me grito Michael mientras sujetaba la videocámara y trataba de que no se moviera mucho a causa de sus risas.
—Déjame en paz, idiota —gruñí mientras trataba de pasar a su lado para entrar a la casa.

Esta vez, sin querer me había quedado dormida en el patio trasero, y cuando me desperté sentí una sustancia fría en todo mi rostro. ¡Me habían hecho un completo makeover a base de marcadores!

—Vamos, sonríe que te ves linda —me alentó John pero al mismo tiempo no podía suprimir sus risas.
—Ustedes dos se irán al infierno por ser tan malos conmigo —hicé un puchero y me cruce de brazos.

No importaba para donde fuese, John bloqueaba mi camino y Michael seguía todos los movimientos con la videocámara.

—No somos malos, es tu culpa por dormirte sin cerciorarte de las cosas.
—¿Sabes la tentación que es? No pudimos desaprovechar esa oportunidad.
—Me vengare de ambos, algún día —amenacé aunque estaba segura de que no sonaba para nada intimidante.
—Sabes que te amamos, hermana —habló John, tratando de calmarme.

No le respondí. En cambio, me quede callada y giré el rostro hacia otro lado, enojada. Lo mas probable es que hayan pintando ‘cara de rata’ y dibujado muchas cosas obscenas en mi rostro. Zopencos.

Solo basta un parpadeo para salir del recuerdo y, al mismo tiempo, para que mis lágrimas comenzaran a caer por las esquinas de mis ojos hasta llegar a la sabana de la cama. Joder, odio llorar. Lo peor es que soy un asco al tratar de llorar silenciosamente. No pasa mucho tiempo para sentir que me ahogo, por lo que siendo lo mas silenciosa que puedo, me levanto de la cama y con cuidado me bajo por el lado contrario en el que se encuentra Ele durmiendo en el suelo. La luz de la luna es suficiente para dejarme saber donde esta el balcón. Abro la puerta y la dejo media abierta. Ya afuera, me siento en una esquina y cubro mi rostro con mis manos. Ahora es inevitable que recuerde momentos de quemar el desayuno mientras seguía las direcciones de papa, de ir a hacer las compras con mama y romper varias bolsas plásticas en el camino hacia el vehículo, de yo ganándole a mis hermanos en los juegos del play. Y muchísimos más. Y todo es mi culpa. Comienzo a llorar con mas fuerzas, mis hombros se sacuden y trato de suprimir mis sollozos cubriendo mi mano.

No sé cuánto tiempo después, escucho pasos caminar torpemente hasta el balcón. Genial, desperté a alguien. Sin embargo, me quedo como estoy, no tengo ánimos para nada salvo llorar hasta quedarme seca de lágrimas.

—¿Qué rayos? —escucho la sexy ronca voz de alguien y sé que es Hazza porque me he aprendido el sonido de esa voz al tenerlo durmiendo conmigo. Es lo que más me agrada de él, porque es algo irritante la mayor parte del tiempo.— ¿Jodie?

Muerdo mi labio y parpadeo, sintiendo mas lágrimas acumularse en mis ojos. ¿Por qué tenía que ser él, de todos? Preferiría verme así ante Keke.

—Jodie, ¿estás bien? —siento mas ganas de llorar cuando pregunta eso.

Lo escucho acercase y sentarse cerca de mí, aunque no sé dónde. No pienso levantar mi rostro.

—¿Estás llorando? —pregunta preocupado. No respondo— ¿Me vas a ignorar toda la noche?

Sorbo por la nariz y me aclaro la garganta.

—Tal vez...
—¿Por qué estas llorando?
—Muchas cosas. Vete a dormir —le pido y desvío la mirada.
—No pienso dejarte llorar sola toda la noche, por mas tonta que seas —trata de bromear pero no funciona, aunque es reconfortante ver que lo intenta— Ven aquí.

Sin esperar mi aprobación o lo que sea, se mueve detrás de mi y estira sus piernas a mis costados. Mi espalda choca con su pecho cuando me acerca a él; después, con sus manos toma las mías y destapa mi rostro.

—Sabes, llorar no va a solucionar nada —dice con voz suave mientras me limpia las lágrimas, para que otras sigan cayendo— No importa la situación que sea, destruirte a ti misma no lo va a arreglar.
—Ni siquiera sabes... —comienzo a decir pero la ronquera de mi voz suena horrible así que me callo.
—Tal vez no, pero si se que de todos modos la vida sigue adelante. Y que las cosas suceden por algo —argumenta con su optimismo intocable.

Giro mi rostro para mirarlo mejor, con el ceño fruncido.

—¿De donde saliste? ¿Un libro de auto-ayuda? —pregunto con irritación.
Se ríe.— No, me gusta ver la vida de esa manera.
—Pues eres muy positivo.
—Y tu muy negativa —contraataca.
—La vida me hizo así —me encojo de hombros.

De repente, vuelvo a recordar y las memorias me golpean como el bate a una pelota. Y comienzo a llorar como histérica, de nuevo. No entiendo por qué. Tal vez me este llegando el periodo y estoy en esos días de ovular en los que me pongo súper sensible. O simplemente, mi organismo está desahogándose por toda la mierda que pasado. Sea lo que sea, las lágrimas parecer escapar de mis ojos como un siervo de su depredador.

La expresión de tranquilidad se esfuma del rostro de Hazza y la preocupación la envuelve.

—Oye, oye, deja de llorar, vas a estar bien —trata de calmarme y quita un mechón de cabello de mi frente— Vas a estar bien.

Ya ni siquiera tengo ánimos de responder. Me relajo y me apoyo en su pecho, pero sigo llorando de todos modos. El ruloso sigue intentando detener mis lagrimas mediante frases alentadoras y limpiándolas, pero no funciona.

Después de un rato parece cansarse, porque se detiene. Suelta un suspiro y en cambio envuelve sus manos en mi cintura. Y luego hace algo totalmente inesperado: comienza a cantar. No reconozco la canción.


Realmente tiene una voz hermosa. Sigue siendo ronca, pero es melodiosa y logra sorprenderme muchísimo. Podría escucharlo cantar por horas sin cansarme.


Me doy cuenta de como estoy calmándome a medida que continúa cantando. Mis lágrimas dejan de ser tan abundantes y siento la yema de sus dedos pasar por mi rostro, limpiándolo. Dejo que me acaricie y trato de concentrarme en su voz y no en los horribles recuerdos y la culpabilidad que invaden mi mente.


El ruido de algo cayéndose y golpeando el suelo me despierta de manera brusca. Me sobresalto y abro los ojos, encontrándome con total oscuridad y la brisa fría chocando contra mi piel. ¿Dónde...? Miro alrededor, tratando de enfocar los ojos e identificar algo. Una claridad-oscuridad presente en el ambiente me hace saber que probablemente es de madrugada. Los brazos de Hazza están abrazando mi cintura y puedo sentir su pecho subir y bajar en mi espalda.

Vaya, al parecer haber acabado en un apocalipsis zombie no te salio tan mal...

El comentario desubicado de un lado de mi subconsciente es ignorado cuando otra cosa golpeando contra el suelo vuelve a asustarme. ¿Pero qué rayos?

Frunzo el ceño y me quedo en silencio, esperando a escuchar algo otra vez para ver si identifico de donde proviene. Quién sabe, tal vez alguna pareja este divirtiéndose de más en estos momentos. Momento muy inapropiado, debo decir. Pero también se tiene que tener la mentalidad de que hay que aprovechar las cosas mientras se pueda... ¿No?

No puedo seguir con mi diálogo interior porque escucho pasos torpes bastante cerca de donde estamos. Hazza aun sigue durmiendo, al parecer los ruidos no lo molestan. Por un momento pienso que los pasos son de alguno de los muchachos en la habitación, pero después me doy cuenta de que están debajo de nosotros. ¿Debajo? ¿Hay algún demente en el patio a esta hora?

—Oye, Hazza —susurro, tratando de girarme, pero sus brazos me aprisionan— Oye, idiota, despierta —susurro nuevamente y me sacudo como loca— ¡Hazza! —medio exclamo medio murmuro, ya que no quiero que nos escuchen.
—¿Hmm? —ni siquiera abre los ojos.
—Levántate, cabeza de brocoli, creo que hay alguien allá abajo —murmuro lo más bajo que puedo, de repente todo se ha puesto muy silencioso.
—¿Cómo que alguien? —pregunta, somnoliento y con un ojo abierto y el otro cerrado— De seguro es uno de los chicos. Tengo sueño...
—Joder —resoplo— ¿Y si es un ladrón? ¿Y si es un perro infectado? ¿Y si es un gato infectado que se voló el muro? —pregunto rápidamente— Despiértate y vamos adentro.
—Deja de hablar —gruñe exasperado y yo trato de enfocarme en que estoy enojada y no en su sexy voz. ¿Por que es tan dificl?

De repente, un chillido de terror me saca el aire de los pulmones y hace que mi corazón se acelere 1000 veces mas.

—¡¡¡ZOMBIEEESS!!!

Abro los ojos y la boca y todo parece quedarse en pausa por pocos segundos. Después, Hazza se mueve y maldice por lo bajo.

—Joder, joder, joder, ¿en serio? —espeta, mientras se levanta del suelo.
—Te lo dije, ¿ves? Te lo dije —le recrimino, tomando su mano para que me ayude a levantarme.
—¿Cómo demonios entraron los zombies aquí?
—No sé, no se, pero si se que vamos a morir todos —escupo las palabras— Hicimos toda esa mierda para nada. Investigamos para nada. Ahora seremos comida de no muertos. Y nunca podre-
—¡¡¡AHHH!!!
—¿¡Qué pasa!? —chilla Keke, levantándose de un tirón.

Niall enciende la luz y Ele ya esta buscando su arma y poniéndose sus zapatos. El resto hace lo mismo. Meto los pies en mis botas y agarro el bate que descansa junto a la mochila. Se escuchan pasos correr por todos lados y la puerta de la habitación es abierta bruscamente. Ele apunta con su pistola o rifle o lo que sea pero baja el arma cuando ve que solo es Kilam.

—¡Muévanse! ¡Los zombies están en el patio!

Maldigo junto a todos y se escucha como Keke comienza con sus ataques de pánico y sollozos. Estaría consolándola si no fuera porque en el momento me encuentro visualizando como toda la planta baja de la casa termina siendo un buffet de carne fresca para los zombies que están allá debajo.

Salimos detrás de él, aunque realmente tengo ganas de ir a esconderme en el baño. Veo a Lunney salir con sus pantalones de chándal y un abrigo, y con la moto-sierra combinando perturbadoramente con todo su atuendo. Zuka se posiciona junto a Keke, para darle algo de conforte.

—¿¡Se puede saber cómo diablos entraron esos cerebro seco aquí!? —demanda Jill con rifle en manos, avanzando rápidamente hacia las escaleras.
—¡Quién sabe! Solo vamos a matarlos, o estaremos muertos —contraataca BooBear.
—Oh Dios, vamos a morir todos —digo mientras bajo las escaleras detrás de Nialler.
—No comiences —Kendall me señala con el indice— Ya tuve suficiente de tus malos augurios.

Abro la boca para responderle cuando un disparo me hace saltar en mi sitio. Por inercia, aprieto los dedos en el bate y lo levanto, lista para golpear lo que sea que se me acerque a una distancia alarmante. Chris ha disparado a través del cristal, en la entrada, por el cual se pueden distinguir varios zombies. La puerta esta medio abierta y las luces encendidas.

¿Qué rayos?

—¿Quién esta ahí afuera? ¿Quién falta? —pregunta Zuka alarmada.

No sé quién es que dispara. Veo a Jill, BooBear, Ele, Kilam. Lo único que hago es agarrar mi bate y tener un lugar por el cual escapar por si las cosas se ponen feas. Un grito femenino que proviene desde fuera nos alerta.

—¡Es Sasha!
—Oh mierda...

La chica pecosa grita por unos segundos más, hasta que una de las flechas logra darle al zombie atacante, supongo, porque deja de gritar al instante. No hace falta decir nada ni mirar a nadie para darnos cuenta de lo que ha ocurrido. No sabemos por qué ni cuándo ni cómo, pero la chica estaba afuera en el momento del ataque zombie y termino siendo su  bocadillo de madrugada.

Dejo caer mis brazos y trago en seco. ¿Así va a ser siempre? ¿Dormir con la preocupación de cual sera la siguiente carnada, el siguiente en convertirse en no muerto? Escucho los sollozos de Keke, Zuka y creo que Dylan, no estoy segura. Mis ojos están aguados pero ni siquiera siento ganas de llorar. Siento nada. Me apoyo de una pared y observo como Ele posa un brazo por encima de los hombros de Keke. Zuka abraza a su hermano. Jill y Lunney se mueven para buscar con que quemar todo el desastre de zombies de afuera, Kyle las sigue, al igual que Kilam y Lo. Niall se sienta junto a Dylan en uno de los sillones y ambos se cubren la cara con las manos. Aria se queda abrazada a Kendall. No se de los demás. Unas manos me sacan el bate, que no me percato hasta ese momento que había estado apretando con toda la fuerza del mundo. El bate es reemplazado por otra mano. Subo la cabeza para encontrarme con la mata de rulos. Le doy un apretón.

Ese día recibimos el amanecer con la fogata de cuerpos de no muertos mas uno menos de nosotros.

Espero a Luna impaciente