Wrecking Ball - Justin Bieber

Ficha de la serie

Expulso una nube negra que se disparo de su boca. Volvió a darle otra calada a su cigarro cuando sintió sus pulmones vacios. Miro hacia la derecha, hacia la izquierda. ¿Qué sucedía con todo el mundo?, ¿Por qué no han venido?, desesperada y pensado en los deberes de mañana por la mañana decidió volver a expulsar la nube negra. Su mejor amigo le había dado otro paquete de hierba que podía hacerla olvidar de su verdadero mundo. Harry, ha estado junto a ella desde que sus padres fueron asesinados y su hermana mayor se suicido tres años después. Aun  no podía creer como la vida le había dado una patada en el culo dejándola en esta solitaria y fría vida. Por suerte, Rose Hamlet. No era una chica que se daba por vencida, aun con sus veintidós años. Trabajaba y vivía decentemente o ella es lo que le ha dicho a las personas con las que vive. En un pequeño departamento, donde posiblemente se acobija familia de ratas justo donde ella tira la basura. Suspirando, observo a lo lejos un auto rojo, de lujo. Como los que suele verse por aquellos rumbos. Una sonrisa se formo en sus labios y tiro el cigarro que estaba fumando para tranquilizarse. El auto rojo bajo la ventanilla y estiro una sonrisa de su rostro, se acerco hacia el auto. Unas cuantas palabras, subió al auto, fueron al hotel donde siempre ella asistía y para las tres de la mañana tenia la renta. 

A la mañana siguiente se restregó los ojos y observo a su alrededor. Ropa por todas partes, había basura estaba por debajo de su cama. 

-Pago siempre la puta renta, ¿Y no creen que deberían de tomar la maldita aspiradora?- levantándose de golpe. Camino entre la basura y el pegajoso suelo. 

-Te recuerdo que tu también vives aquí- dijo uno de los gemelos con los que vivía. Rodo los ojos. Y observo al pequeño de dieciocho años, castaño de ojos verdes. Con un cuerpo de infarto pero con novia. Jason Kelton era uno de los chicos más codiciados en su universidad y Rose lo sabía. El, junto a su hermano Cal eran vecinos. Cuando todo el desastre sucedió, la mama de Jason, Cristinna le dio acobijo. Cristinna era una vieja de cuarenta que había muerto hacía cinco meses atrás a causa del maldito cáncer que aun Rose maldice. 

Para Rose, esa anciana era todo. Con ella aprendió cosas que su madre biológica por trabajos nunca le explico. Recordándola en un rincón de la mesa, mordió su labio inferior y jugó con la oreja de la tasa de café que Jason le había preparado como siempre. Al escuchar un ruido, giro su rostro hasta ver el torso desnudo del otro gemelo, Cal. Rose tenía tanta suerte de que Jason estuviera lleno de tatuajes en sus brazos, si no nunca distinguiría a ese par. Pero en parte, odiaba el sabelotodo de Cal, experto cuando estaba borracho. En esas ocasiones, ella podía pasar un buen rato con Cal… en su habitación.

-¿No crees que tú debes de hacerlo?- levanto las cejas hacia a ella con una sonrisa en su rostro. Ella rodo los ojos y se levanto con su tasa de café, Cal tomo su lugar y le tiro de la mano para que se sentara en sus piernas. Jason gimió ante aquello.  

-¿Hasta cuándo lo harán oficial?- Rose se tengo bajo el musculoso brazo de Cal y se removió levantándose nuevamente. Claro, Cal no la dejo y la tiro hacia el nuevamente. El respondió.

-No se necesita hacerlo formal para saber lo que sucede- dijo el sin dejar de mirar los grises ojos de Rose. Y sus rojas mejillas. –Eres tan adorable cuando te sonrojas- le murmuro al oído, con acto seguido le mordió el lóbulo de la oreja haciéndola gemir. 

-Ugh… usted dos dan asco. – Apunto hacia la pareja con su dedo índice- Me voy a dar una ducha- se levanto de su asiento y antes de encerrarse en su habitación le recordó a Rose. – Hoy examen de literatura- 

-¿Por qué no me dijiste anoche?- grito molesta Rose. Mientras brincaba de las piernas de Cal. Jason rápidamente se encerró en su habitación y cerró la puerta con cerrojo. Sin dejar de reír cuando escucho las maldiciones que Rose le gritaba. 

***

-¿Listos?- pregunto el profesor de literatura. Rose observo a Jason de reojo y le levanto el dedo debajo de su mesa. Escucho una ahogada risa de Jason y rápidamente se volteo hacia el dándole una mala mirada. Su amigo prefirió callarse. –Bien, ya que el examen será oral- 

-¿Qué?!- grito Rose con todos sus pulmones. El profesor soltó una pequeña risa. 

-Sí, Señorita. Dudo que usted me diga una respuesta buena, ya que bueno… al parecer mis clases son como música para sus oídos porque siempre se queda dormida- bufa haciendo que su fleco recto volara hacia atrás. 

Y así fue, no pudo contestar dos preguntas, solo una. Pero aun así quería una cruz en sus notas, que claramente estaban muertas. Se dejo caer sobre el pasto y observo a su alrededor, perfecto. Nadie. Saco la cajita de madera donde guardaba todos sus cigarros de marihuana y encendió uno. Después de la segunda calada escucho la voz de alguien. Oh mierda, ni siquiera lo había disfrutado. Rápidamente arrojo el cigarro y se levanto colgando su mochila en su hombro. 

-No tengo tiempo. Enriqueta, por favor, llama a otra persona.- se giro y se escondió detrás del enorme y perfecto árbol verde que estaba muriendo lentamente gracias a las estúpidas parejas que solían poner sus iníciales encerrándolas en un corazón.  Observando a un hombre con traje negro y una pajarita del mismo color. Sus mejillas se sonrojaron al cuando él estaba de espaldas. -¡PUES QUE LO CANCELEN!- su grito hizo que Rose, saltara del susto y se agarrara mejor del árbol. El hombre que estaba de espaldas se dio la media vuelta dejando a Rose sin aliento. La chica hizo que su corazón bombeara con toda su rapidez, el hombre media unos metro ochenta, cabello color castaño claro un poco cortado sobre los costados, sus ojos eran claros y cafés, o ¿Miel?, el sol que reflejaba su bello rostro no le daba el color exacto. 

-¡A QUI ESTAS!- soltó un grito de guerra cuando las manos de Cal la sostuvieron en lo alto. Rápidamente observo hacia el hombre de traje. Oh jesus bendito. Le estaba mirando. Con el ceño fruncido. Rose le dio una pequeña triste sonrisa, disculpándose por el ruido y posiblemente por el acoso que había estado haciendo hace unos momentos. El hombre sin dejar de fruncir el ceño, chasqueo su lengua molesto y se dio la media vuelta para decir.

-Me quedare. Me ha surgido algo.  

Rose al finalizar las clases tuvo que ir donde Harry le esperaba con la paga de la caja de madera que se había llevado. Recibiéndola con un fuerte abrazo la hizo pasar a su olorosa casa. Tapo un poco su nariz cuando el olor a muerto inundo sus fosas nasales. Se sentó junto a el viejo sillón y silbo observando el lugar y claramente era muy diferente en donde ella vivía. Por lo menos, podía ver el piso en la habitación de Harry, vivías con el miedo de saber dónde demonios quedaban tus pies.

-¿Tan mal se ve?- le pregunto haciendo un nuevo cigarro. Ella le miro asintiendo rápidamente, se echo a reír. -¿Lo tienes?- ella rápidamente le entro el fajo de dinero y le dio una de sus encantadoras, matadoras sonrisas. 

-Volveré por mas la semana que viene. Dejare un poco el Club, necesito tiempo.- no dijo nada solo asintió y comenzó a fumar mientras observaba como el humo salía de su pequeño porro. Rose mordió su labio y hizo lo mismo que Harry, observar el humo negro que expulsaba de sus rosados labios. 

-¿Quieres?- y como todo un muñequito, asintió. Juro no hacerlo, pero era débil. Demasiado débil. Inclino su cuerpo hacia él, Harry poso sus labios con los de ella, y rápidamente expulso el humo que había comprimido para traspasarlo a la boca de Rose quien ya lo estaba expulsando con los ojos cerrados. 

La tarde con Harry fue mas allá  de lo que ella esperaba. Colocándose unas gotas en los ojos, Rose tomo camino hacia la cafetería. Necesitaba un buen café después de que acaba de hacer por suerte era temprano y la cafetería aun permanecía abierta. Sonriendo para ella misma, pidió el café frio con canela de siempre y se sentó en el fondo del lugar donde se encontraba un enorme ventanal. Las personas solían observarla, bueno ¿Quién no admiraría ese largo y rizado cabello rojo?, era como una polilla hacia una llama. Cuando la pequeña camarera le entrego su café frio, saco su libro Crow’s row y emprendió un viaje hacia su lugar favorito; la fantasía. 

**

-¿Qué es lo que has dicho?- grito molesto hacia la menuda secretaria que se encontraba frente a él muerta de miedo mientras se aferraba hacia los papeles como si fuera la única cosa que la permanecería con vida. Tratando de no echarse a correr ante la oscura mirada de su jefe, respondió con una delgada voz. 

-Ha cancelado. Dijo que no lo esperaría toda su vida-  un nuevo golpe hacia su escritorio hizo que la secretaria, ahogara un grito. Sus nudillos estaban rojos y casi morados, temía que se haya fracturado la mano. Pero no quería intervenir, capaz que con ese puño podría destrozar su pequeño cuerpo y no estaría dispuesta a vivir en una silla de ruedas solo por su lengua larga. 

-Quiero que mañana a primera hora, llames a esa hija de puta y le pidas que venga. Si no yo mismo iré y no será una linda visita- rápidamente asintió. – Puedes retirarte- y con esa señal, la secretaria salió casi huyendo como una rata asustada para mandar el recado hacia su esposa. O mejor dicho, ex esposa. 

Justin, el gran empresario de veintiocho se encontraba recostado sobre su silla mordiéndose los nudillos que le ardían como el mismo infierno del golpe que él había dado a la mesa. Pero había valido la pena, su rostro estaba en ese preciso lugar donde él había dado tan duro que hasta creyó que se había lastimado la mano. Becca Flores le tenía los nervios de punta. Esa maldita española le había llenado tanto las bolas durante su matrimonio que estaba esperando el día en que vuelva a tener su nombre de soltero y que ella lo chantajeara con su dinero. 

Paso una mano por su desordenado cabello y se dio unos cuantos minutos para cerrar sus ojos y acomodarse en la enorme silla de piel café. Nuevamente, esa chica, le volvió a la mente. ¿Por qué mierdas la estaba recordando?, ¿Desde cuándo una estúpida estudiante le parecía atractiva?, eso era cuando estaba en la universidad ahora eran como pequeñas arpías que deseas alejarlas lo más lejos posible. Nunca sabes cuanta mierda pueden atraer. 

Pero aun así, la forma en que curvo sus carnosos rojos labios, en que sus grises ojos lo acariciaron y las manos de aquel depredador que la estaba sosteniendo le habían calentado la sangre. Quería investigar sobre ella, y sabía que estaba mal, ella podría ser menor de edad, podría ser una chica inocente que el dañaría con solo estirarle la mano. El no quería volver a tener una relación, no quería tener la misma suerte que vivió con Becca. Quería ser libre, conocer nuevas mujeres, acostarse con ellas sin compromiso, y embriagarse hasta que no recuerde la memoria. Quería ser aquel hombre de veinte años que sus padres apartaron para mostrarle el verdadero mundo. 

Pero antes, volvería a aquella universidad. Daría su último seminario y volvería a verla, eso estaba esperando desde que colgó el celular y la vio. Volver a verla. 

Una semana después. 

Aun no podía creer la suerte que estaba teniendo esta noche en ParkeLut. El bar más reconocido por los universitarios que quieren embriagarse hasta el olvido. Cuando la semana de parciales se dio por finalizada, por suerte mis calificaciones no fueron un cementerio y solo tuve que hacer recuperación en algebra. Festejando que mis calificaciones son salieron tan malas como pensaba, he decidió ayudarle a una compañera. Su nombres es Emily, la menuda rubia de unos dieciocho había sufrido un accidente en su habitación la misma noche en que se había acabado casi una botella de puro tequila mexicano.  En parte ame estar en su lugar en vez de estar esperando en una esquina por desagradables hombres que solo deseaban poner sus manos en mi cuerpo para luego darme una mierda de plata. 

-Hey!- escuche el grito de Jason y rápidamente me volví hacia ellos. Junto a él estaba Cal quien se veía muy entretenido con una morena alta de ojos verdes. El no pareció darse cuenta de mi presencia ya que presiono sus labios con los de ella, mire de nuevo hacia Jason y este me hizo una mueca de perdón. Pero ¿Qué va?, no somos nada y nunca lo seremos. Tener una relación en este punto, es como colocarme la pistola en la sien. -¿Cómo te va?- me pregunto, haciéndome olvidar de la caliente escena que estaba viviendo Cal y compañía.

-Perfecto, dan buena propina- le grite ya que la música estaba hasta el tope. El levanto sus dos dedos pulgares y le di una cerveza. Como Jason, Cal y Harry. No sabían de mi verdadero trabajo, es demasiado penoso el contar que soy una huérfana sin nada en la vida, no quería echar más lastima diciendo que me pago las cuentas vendiendo mi cuerpo en la calle principal. Aunque debería agradecer a mis amigos por no ser tan putañeros y no asistir por aquellos rumbos, ya que posiblemente estuviera en la calle, buscando un nuevo lugar donde dormir. Y bueno, ¿Quién jodidos le daría hospicio a una prostituta?

-¿Has terminado ahí?- al escuchar el grito de aquel hombre le di una media sonrisa hacia Jason y una última hacia Cal, pero fue tarde. El ya estaba saliendo con la morena del bar. Baje mi mirada y me empeñe en no sentir nada porque eso debería hacer. Aun lado mis sentimientos, Cal es solo un compañero de cama cuando me sentía sola, y él lo sabía. No me gustan los compromisos y dudo que a él también. 

Rápidamente me acerque hacia el hombre que me había gritado y le serví un ron a las rocas. Oh joder, debería de ir abrazar hacia Emily por explicarme los batidos del alcohol. Cuando por fin la barra estuvo un poco solitaria y mi vaso de propinas estaba el tope, me dispuse a darme un descanso dejando al hombre de unos treinta comenzar su turno. Con una tímida sonrisa me despedí y tome mi vaso de propinas. 

-Señor, déjeme tomarle un taxi. Usted no puede manejar en este estado- Rose rodo los ojos al escuchar un tipo caso de los alcohólicos aferrados a usar su auto deportivo para rapar las llantas demostrando que tan ebrios están. Para que al día siguiente todos lloren por su partida y una estúpida alma que no estaba al tanto de los peligros. Gire hacia donde el fantoche guardia estaba tratando de poner de pie a un hombre que apenas podía sostenerse sobre su mismo peso. En ese momento mire detenidamente al hombre de traje negro, yo lo conocía. Bueno, solo de vista. Su cabello oscuro castaño y la forma de sus labios… oh mierda, es el hombre que había estado espiando como una loca admiradora. Su paladar se seco, cuando los ojos chocolates del hombre se posaron en ella y una sonrisa matadora se poso en su rostro. 

Aun borracho y casi en el olvido. Se veía jodidamente hermoso.

-¿Todo bien, Lenny?- pregunto Rose hacia el enorme guardia que un sostenía el débil cuerpo del hombre. 

-Solo un caso más, Rose. ¿Has terminado?- asintió sin decir ninguna palabra y se permitió echarle un vistazo al hombre. 

-¿le vas a llamar a un taxi?- el me miro diciéndome como si estuviera tan estúpido como para mandarlo solo y me reí de mi misma idiotez. Dándole una cálida sonrisa, me acerque hacia el hombre que parecía estar perdiendo la conciencia. 

 

Un pequeño dolor se incrusto en mi corazón, el solo pensar en cómo el taxista lo dejaría tirado en la puerta de su casa y ahogado en su vomito. Rápidamente Rose al ver al taxi que Lenny había pedido, dijo. 

-Muy bien… vamos llevarte a casa- 

-¿Estás loca?- murmuro Lenny molesto. Negué. 

-Solo lo dejare en su casa y me iré, lo juro. Aparte esta hasta el tope, Lenny. Ten piedad del hombre, se puede ahogar en su vomito y amaneceré prendiendo el televisor mirando el cadáver de un hombre que pude haber ayudado ayer a vivir. ¿No crees que sería muy penoso?- el rostro de Lenny se tenso pero no dijo ninguna palabra. Metió al hombre hacia el asiento trasero del auto y miro hacia Rose. 

-Le diré a Jason, si llegaste con vida- con una sonrisa en su rostro, se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla. La inocencia que Rose aun cuidaba ahí quedo con Lenny, quien se había ablandado y sonriendo hacia ella. 

Lenny era un hombre de unos treinta que conocía a Rose mucho antes de que sus padres fallecieran. Lenny se ha encargado de que ella se mantuviera a raya y que no cayera en un lugar oscuro, para Rose Lenny era como su tío. Un tío que nunca respondió por ella cuando sus padres fallecieron. 

-¿Dónde la llevo?- pregunto el taxista mirando sobre el retrovisor a la chica de cabellos rojos que había entrado al lado del borracho. Ella apretó los labios y miro hacia la ventana, Lenny ya se había ido a lidiar con otro borracho. Bufo haciendo que su recto fleco volara hacia atrás y miro hacia el borracho. Por suerte, una cartera negra de cuero apareció en su campo de visión, con el mayor cuidado la saco de la parte trasera de sus pantalones y antes de admirar a… Justin Bieber… le dijo al taxista la dirección que aparecía en su tarjeta de crédito. 

-Mucho gusto, Señor Justin. Lo voy a llevar a la salvación. El solo gimió y se encogió sobre sus hombros, cruzando los brazos. Aquella pose le había parecido graciosa a Rose. Era como un pequeño niño que no quería de vuelta su paleta que su hermano le había quitado. Rose apoyo la cabeza en la ventana y cerro un poco sus ojos. No se había dado cuenta hasta que el taxista casi le grito que había llegado. Con una penosa sonrisa nuevamente saco la cartera y se sorprendió al ver puros billetes de cien dólares. Sin ninguna opción, saco uno. Se lo entrego al taxista y dijo. –Quédese con el cambio- 

-Oh, mierda. Usted es muy linda- aquello le hizo reír y el taxista le ayudo a sacar a Justin del asiento trasero. –A él le gusta que lo dejen aquí- dijo la voz del hombre que había conducido hasta aquí. Ella no se había dado cuenta a la cadera de departamentos con los que contaba el hotel donde posiblemente el se hospedaba. Ella agradeció y el taxista se fue. 

-Bien, Justin. Tienes que poner algo de ayuda, dudo que cincuenta kilos puedan con todo tu cuerpo- 

-Claro que se puede, hermosa- Rose le miro con la ceja arqueada y se dio el lujo de soltar una tremenda carcajada al darse cuenta del sentido de su comentario. 

 ¡MIERDA SI QUE PESA!, pensó Rose cuando sostuvo a Justin con todo su cuerpo. Por suerte dentro de su cartera tenía una tarjeta que parecía ser la llave de su habitación. Al encontrar la habitación 88-B. Hizo que el entrara primero, con mucho cuidado lo dejo caer sobre un sofá de cuero negro que decoraba la sala… una lujosa sala. Rose se volvió hacia la puerta para cerrarla. En cuanto lo hizo se recargo sobre la puerta para soltar un buen suspiro y descansar  sus adoloridos brazos, Rose no era una chica deportiva y claramente lo había demostrado. Sus ojos se posaron en todo el lugar de donde le hombre vivía. Un silbido de camionero se escapo de sus labios sin dejar de ver la decoración antigua donde se encontraba. Era malditamente impresionante como alguien todavía le gustara la edad media y sus artesanías. Sonriendo para ella misma, paso sus delgados y tibios dedos por el mármol café. 

-Ugh…- rápidamente Rose se volvió hacia el hombre que estaba a punto de ahogarse en su vomito y corrió hacia él. 

-Oh mierda- escucho una risita de niño pequeño y se volvió hacia el hombre que estaba encorvado con el rostro verde. Rose rápido, observo un utensilio que podía usar y con eso ayudo al hombre expulsar toda la bebida que había ingerido o bueno un veinte por ciento de ello. -¿no cree que hay límites para la bebida?-

-¿no crees que eres muy mandona, como para ser tan hermosa?- aun no podía procesar la manera en que voz balbuceaba y le hacía erizar la piel. No era ni ronca y ni aguda. Era normal y eso le gustaba… más de lo que debería. 

-muy bien, señor Bieber, es hora que se quite ese vomito de encima-

-Ya me estaba desesperando de tanto hablar- ella rio. –Te voy a follar tan duro que vas a venir por mas- ella volvió a reír pero esta vez con un rasgo de timidez. Nunca se había sentido así y menos con los hombres que había estado y aun así le gustaba aquella sensación. Ella cuidando de un hombre que posiblemente no recuerde nada de lo que ella ha hecho por el pero aun así, para Rose el ayudar era todo. 

A la mañana siguiente.

Un dolor de cabeza comenzó a aparecer cuando alguien tocaba la puerta de mi habitación constantemente. Gruñendo y dispuesta a matar al que estuviera tocando, me levante de la cama y la abrí. Un par de fornidos brazos me abrazaron tan rápido que perdí la noción de lo que estaba viviendo. De un momento a otro ya estaba sobre la cama, entre abrí los ojos para ver a Cal con los ojos dilatados y rojos. Oh mierda. 

-¿Qué has hecho?- le dije casi en un gruñido. El solo sonrió y acerco su rostro hacia el mío, me gire rápidamente. Quería besarme pero no antes sentí su olor, ese maldito olor que provenía de la 

casa de Harry. – ¿Qué has tomado?- el se encogió los hombros.

-No te hagas la tonta… que ya lo has hecho- le dijo haciéndome incomodarme. Comencé a revolverme bajo su cuerpo y el presiono mas el suyo. Trague hondo cuando su entrepierna, presionaba la mía. Oh joder, estaba duro. 

-¿Bebe?- le llame y él me miro. Sus ojos poco a poco fueron brillando. –Hazlo- la sabia a lo que me refería. 

Tres horas más tarde ya me encontraba en mi mesa de estudio junto a Julie la chica de intercambio. En el pasillo cuando entre me encontré con una muy enferma Emily pidiéndome que reanudara su turno hoy. Sin ser una perra, acepte. No solo porque quería ser amable, era porque necesitaba el dinero y apartarme un poco de aquella esquina que tiene mi nombre. 

-¿Crees que el nuevo profesor me entienda?-mire hacia Julie con el entrecejo fruncido. 

-¿Qué nuevo profesor?- ella rio ante mi confusión.

-El nuevo profesor. Bueno el de reemplazo, el profesor Hilari tuvo que salir. Al parecer una de sus hijas tuvo un accidente y pidió un reemplazo. Muchas dicen que ya lo han visto afuera con un auto negro de lujo, que es guapo y que trabaja en una empresa de textiles. 

-¿Sabes?, debes dejar de creer en todo lo que dicen- 

-Entonces… me dices que no debo creer que estas saliendo con Cal- rápidamente mis ojos se abrieron como plato y ella soltó una fuerte carcajada haciendo que los demás en clase voltearan y le miraran extraño. 

-¿Quién dice eso?- le susurre. Estaba molesta, mataría a la persona que dijo que estaba saliendo con Cal. Por dios, éramos solo amigos y… compañeros de cama. Pero nada de relación, no soy una chica de compromisos. No era que no creyera en el amor, era simplemente la manera en que debo de estar con otra persona, dedicarme a esa persona, estar siempre con esa persona. Y claro le he dejado a Cal que para mí las relaciones solo son una pérdida de tiempo. 

-Todos lo dicen, ya que vives en su apartamento, y dicen que te han visto con el cenando algunas veces y que se besan pero…- movió su mano de un lado a otro restándole importancia- Solo son rumores. – sonreí. En realidad me caía bien Julia, no era una chica hueca ni torpe. Era inteligente y sobre todo simpática. 

Cuando estaba a punto de charlar otro tema con Julia, alguien abrió la puerta del aula y dijo.- Buenos días a todos- mi corazón se detuvo en cuanto sus ojos claros se posaron en todo el aula. Oh santa bendita y madre. El profesor de reemplazo era el hombre que ayer lleve a su departamento casi moribundo, ese hombre que se veía limpio y sin rastro de alcohol en su sangre estaba frente a mí como mi profesor. ¿Justin?