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Re: Like a Host! | N.C
por Sophia. Lun 25 Nov 2013, 9:27 pm
Tell me that I'm wrong but I do what I please
Capitulo 012
Me mire los zapatos, casi en un esfuerzo sobrehumano por seguir con mi recorrido. Mi respiración se volvió mucho más superficial de lo que estaba hacia tan solo unos cuantos segundos. Trate de acompasarla según las palabras de la canción que se reproducía en mis auriculares, lo que resulto claramente imposible.
—¡Vamos, Clarke! —La voz del entrenador Waël se escuchó plana, casi como si no poseyera eco y me gritara a solo unos veinte centímetros de distancia—. ¡Solo quedan dos minutos!
«Son dos minutos —gimoteé—, tengo tiempo de llegar y golpearlo con ese estúpido silbato».
Deje escapar un chillido cuando alguien me golpea por el costado. Mordí mi mejilla (tal vez con más fuerza de la necesaria), lo que me impidió volver mi cabeza y lanzar una que otra blasfemia.
—Vamos, Crystal —me dijo Melissa; una gota de sudor amarga le recorrió la frente, dejándose caer sutilmente sobre su hombro—. Ya solo queda un minuto.
Dirigí mi mirada a la persona que se encontraba a su lado, Lucy. Traía la camiseta ajustada que hacía parte del uniforme, la cual llevaba un pequeño escudo del Middelford en la parte superior izquierda. Definitivamente la ropa que nos obligaban usar no era muy favorecedora; debía admitir que mi criterio en cuanto a la moda no era el más confiable, pero cabe destacar que mínimamente no era muy agradable para mi vista.
Obligue entonces a mis extremidades inferiores a responder a los mandatos de mi cerebro, lo cual se negaban desde que la castaña se había retirado de mi lado. Con Melissa y Lucy a unos cuantos metros, aumente el ritmo de mi trote, intentando alcanzarlas, o por lo menos reducir la distancia que me separaba de ellas.
Las primeras semanas en el instituto no habían sido completamente de mi agrado. Como cualquier alumno nuevo, mantuve mis acciones al margen, procurando fervorosamente pensar mucho antes de actuar, para evitar que aquellas idealizaciones conllevaran respuestas infaustas para mí…, bueno, excluyendo obviamente la total desgracia que representaba estar en deuda con aquellos bastardos.
Analice por un pequeño lapso de tiempo la situación en la que me encontraba: condenada a seguir bajo los mandatos de una manada de homo sapiens mal desarrollados. Podría haber sucedido entonces, que durante la elección de institutos, mi abuela hubiera enviado la solicitud para aplicar a la misma beca en cualquier otro. Sin lugar a dudas, esa hubiera sido una opción muchísimo más benigna para mí. ¡Estúpido instituto Middelford! ¡Estúpido Middelford Club! ¡Estúpida Ally! Si tan solo hubiera controlado con más cautela sus movimientos ese día, ahora estaría tan alborozada como un pequeño niño de cinco años que ha recibido su regalo de navidad.
¿Qué habría ocurrido, si tan solo la determinada sucesión de acontecimientos que me trajeron aquí se pudiera alterar?
Mi vista respecto a todos los integrantes de aquel club tal vez estaba nublada bajo el terrible pensamiento de que de alguna u otra manera estábamos en deuda con ellos. (¡Malditos bastardos!) Aunque debo admitir que en más de una ocasión el terrible pensamiento de la mínima posibilidad de entablar algún tipo de relación con ellos; después de todo, mi odio no podía ser descargado en aquel grupo, dejando a un lado la actitud petulante que su líder mantenía tres cuartas partes del tiempo.
Me di cuenta solo hasta entonces que estaba agazapada, con las manos alrededor de mis pernas, acercándolas lo más posible a mi pecho. Seguramente debo parecer al borde de una hiperventilación, o tal vez un ataque de nervios; atenta ante la mirada de más veinte pares de ojos que en un momento determinado se habían posado en mí.
—Responde, Crystal. —La voz llego a mis oídos con poca intensidad, casi como si durante su recorrido hasta ellos se hubiera disipado en el ambiente.
—Yo… Yo…
Mi mirada fluctuó entre el mar de estudiantes que me rodeaban; atentos a mi respuesta. Detuve hábilmente mis ojos ante la mirada reprobatoria que me dedica el entrenador Waël. Este dio unos cuantos pasos hacia adelante, acercándose a mí, casi hasta cubrirme totalmente con la sobra que su imponente figura proyectaba en el campo. Noté como inspiró profundamente, con la intención de no asustarme con un estrepitoso grito de aquellos con los que suele reprender a la nómina de jugadores de futbol americano. Me miró y dijo:
—Te pregunte si crees que tu padre estaría orgulloso de tu actividad física del día de hoy.
Mi padre. El hombre que solo permaneció en mi memoria gracias al centenar de fotografías que solía observar ciertas tardes en mi cuarto, y que en los últimos años se habían disipado delante de mis ojos, sin explicación alguna aparentemente.
—Yo… Yo no lo creo.
Ante la intimidante mirada del entrenador, y la burlesca de unos cuantos miembros de alumnado, me levante rápidamente.
Para mi suerte, incluso también para la de muchos otros, el sonido de la campana retumbo en todo el campus.
—¡A las duchas, ahora mismo! —gritó el entrenador.
Como era de esperarse, la gran muchedumbre de adolescentes no tardo en abandonar la pista de atletismo. Nos encontrábamos en un internado, ¿por qué debíamos asearnos en aquellas duchas en conjunto? A mi parecer, hubiéramos podido desplazarnos a los dormitorios tranquilamente en el estado en el que nos encontrábamos.
En mi recorrido hasta las dichosas regaderas, divisé al grupo de idiotas acercarse de igual manera a las mismas. ¿Cómo es que compartían una clase todos juntos? A lo lejos se podía escuchar claramente algunos de sus vitorees al aire. Quizá estaban entrenado algún deporte, tal vez incluso preparándose para la temporada próxima; aunque si me hubiera tocado adivinar por ello, hubiera dicho cualquier cosa.
Fue Nicholas quien aleteó amablemente su mano, acompañado de un sutil saludo que profirió justo cuando pasaron a su lado. El resto del grupo aquel estaba casi totalmente absorto en sus propios asuntos, claro, excluyendo los constantes gritos de «victoria» que no habían cesado desde que mis odios los habían captado por primera vez en el día.
Aún recuerdo parte del invierno anterior a mi decimosexto cumpleaños; mi madre, acompañada claramente por mi abuela paterna habían decidido obsequiarme un disco con varios clásicos teatrales, nada del otro mundo vale aclarar, pero habían logrado sacarme una sonrisa que perduró hasta después de la celebración del nuevo año de mi vida.
Mientras la constante corriente de agua caía sobre mi cuerpo, reflexioné todo tipo de situaciones paralelas, en las cuales nunca me habían aceptado en el proclamado instituto Middleford. Quizá podría estar disfrutando de un helado junto a Grace, o tal vez la abuela Lauren me podría estar enseñando a tejer…, o también podría estar llorando la ausencia de mi padre. Mis pensamientos me trasportaron a un mundo de odio sinfín; los devuelvo hábilmente y recodé a la heterogeneidad de las cosas y de la alondra; las posibles situaciones aumentan, pero debí concentrarme en la realidad, allí, bajo el agua.
La toalla apenas tapó la totalidad de mi cuerpo, dejando más de la mitad de mis piernas descubiertas. Bien, debía regresar a los casilleros y encontrar mi ropa rápido, si no quería ser el gran destape del año.
—¡Eh! ¿Qué mierda haces aquí? —Una mano tapo mi boca, atrayéndome hasta sentir mi cabello mojado, y una respiración sobre él.
Forcejeé inútilmente contra la fuerza de mi agresor, (bueno, al menos para mí representaba eso).
—Cálmate —me susurró al oído; mantuve mis pies fijos al suelo, rogando para que no hubiera notado como mis músculos se habían tensados ante la acción de su compañía—. Mira.
Vi entonces un sinfín de siluetas masculinas, afortunadamente todas cubiertas por toallas y telas. Pasaron inadvertida mi presencia, debido al escondite en el que con el moreno me encontraba agazapada.
Mordí la palma de su mano unos pocos segundos después de que el escandaloso grupo de chicos pasara. Se quejó de inmediato, soltando mi rostro asimismo.
—¿Qué te pasa?
—No me ibas a soltar. —Junté rápidamente mis manos, llevándolas a mi pecho, con el fin de sostener firmemente la toalla que galleaba con descubrirme justo al frente del muchacho.
—Claro que si —graznó—, mierda, tienes dientes fuertes.
Rodé los ojos y bufé fuertemente.
—Sabes, deberías utilizar esa boca para cosas más útiles.
El doble sentido de sus palabras activó una luz en mi interior. Dos segundos, eso fue lo que tarde en impactar mi mano contra su mejilla izquierda. Rápidamente sentí como mi mandíbula se tensaba, acompañando las intensas ganas de dejarle igual de roja la otra mejilla.
Por su parte, se limitó a lanzarme una mirada llena de coraje, que pocos segundos después fue sustituida por una sonrisa ladina.
Mis piernas no tardaron mucho en responder; lanzándome con ligereza a los casilleros, dejándolo solo en aquel rincón cercano a las duchas.
—Por cierto, llámame Zayn, Zayn Malik —gritó; el tono burlesco que denotó su voz casi logra hacerme girar e ir a aplastar la palma de mi mano en su otra mejilla.
«Zayn Malik —repetí en mi interior—. Zayn Malik».
Aferré con intensidad los libros que mantenía entre mi pecho y mis brazos; tal cual lo hacía con mis pensamientos que se aferraban al mundo. Mi paso se aceleró estrepitosamente, al igual que la distancia de mis zancadas. Llegaba tarde a la clase de la señorita Larzo, que dictaba Artes dramáticas; la razón de mi beca en el instituto Middleford. Por consecuencia de mis movimientos, mi respiración también se tornó un poco más superficial que de costumbre, aunque mucho menos de lo que estaba el día anterior durante la insoportable clase de deportes a cargo del entrenador Waël.
—Llega tarde, señorita Clarke —me dijo la señora detrás del escritorio; di entonces otro paso hacía ella, percatándome de no ocasionar mucho ruido al hacerlo—. Que no se repita, por favor —advirtió justo antes de que pudiera tomar asiento.
Mi concentración estaba fija en las voces provenientes de la primera parte del gran salón, en su mayoría de estudiantes entusiastas que compartían un sinnúmero de ideas junto con la señorita Larzo. Tal vez fue por eso que no me tome mi tan habitual lapso de tiempo para analizar los rostros de mis compañeros, como acostumbraba hacerlo a diario.
—Oye, Crystal —me susurró alguien; la voz se escuchó un poco ahogada, sin resonar mucho en mis paredes auditivas, tal cual lo hacen las sombras en la cuarta etapa del sueño.
Giré mi cabeza hacía aquella voz, junto con mi cuerpo que reaccionó de inmediato, para darme más comodidad en mi movimiento anterior.
Juliette Bearmount; hija de poderosos empresarios en el sector financiero. Aun recordaba el día en el que la vi cuando ojeaba casualmente una revista, mientras esperaba mi turno en la enfermaría.
—¿Sí? —inquirí suavemente, procurando no levantar mucho el tono de mi voz.
—Estamos organizando una fiesta, el viernes en la noche —masculla de igual manera —, a eso de las nueve menos treinta.
¿Qué se suponía que debía decir en aquel momento? «Oh, claro. ¿Nachos o papas fritas?». Quedaba más que claro que no confiaba en aquella muchacha con cabellos color caramelo, aunque no detecté en sus palabras ningún atisbillo de información errónea, o incluso mentira.
—Puedes llevar amigos. —Su espesa mirada siguió clavada en mis zafiros, no hace ademán para retirarla.
Una parte de mi subconsciente me gritaba que profiriera una respuesta negativa. También sabía que debía hacerle caso, como comúnmente lo hago cuando me meto en cualquier situación parecida. Aun así, no sé cuándo, tampoco cómo, pero termino asintiendo repetidas veces con mi cabeza para dar énfasis a mi respuesta.
La clase terminó, así como mis pensamientos acerca de la sospechosa fiesta que organizaban los de segundo año.
Mi paso sugirió la velocidad de un trote (aún seguía terriblemente adolorida por el día anterior, pero la necesidad de llegar velozmente a mi destino cegaba mi organismo del tan insoportable dolor).
Debía llegar con ligereza al cuarto de Ally, la rubia que también tenía la culpa entera de nuestra desgracia. Habíamos acordado noche atrás en encontrarnos allí una vez por semana, con el fin de discutir los insufribles días en los que debíamos ser anfitrionas del conjunto de inadaptados aquellos.
Abrí la puerta apenas llegue a ella, cambiando mi peso de pie antes de asomarme por un costado.
—Ally…
Analicé la pequeña habitación en la que me encontraba; las paredes eran blancas, al igual que el escritorio de madera que se encontraba contra una de las camas, la cual estaba perfectamente arreglada, suprimiendo la más mínima arruga de las sabanas que pudiera dañar la apariencia tan pulcra que estas se encargaban de mantener.
—Oh, Crystal. —La rubia me miró claramente sorprendida. ¿Por qué solo yo me encontraba allí, como todos los miércoles, tal cual lo habíamos acordado?
La muchacha noto mi estado, tal vez también aquello fue producto de la notable expresión de desconcierto que se había instalado en mi rostro.
—Habíamos acordado encontrarnos esta semana en la habitación de Melissa y Lucy, ¿acaso no lo recuerdas?
«¡Diablos! —me reprendí a mí misma—. Es verdad» Me asaltó entonces la necesidad de soltar un par de blasfemias al aire, sin importar la presencia del otro ser que ocupaba la habitación; mordí mi mejilla para reprimir aquellos instintos.
—Si me esperas un par de minutos podemos irnos juntas —me dice; su rostro solo puede denotar una amabilidad pura —. ¿Sí?
—Claro, yo… yo espero.
Permanecí estática en mi lugar alrededor de unos trece minutos. Aun no comprendía por qué estaba esperando a la rubia, pero sin embargo, mis pies siguieron las órdenes que mi cerebro dictaba y se mantuvieron en su lugar.
—Estoy lista —anunció Ally casi inmediatamente después de que había levantado la vista de mi teléfono celular, corroborando una vez más la hora.
El camino a la habitación no fue del todo agradable, el ambiente entre nosotras estaba tenso, cosa poco común en nuestras diarias conversaciones. ¿Qué ocurría entonces? Cabe resaltar el minúsculo desagrado que le llevo a causa de su insensatez, pero nunca nada más allá de eso.
Día a día, mis sentimientos en relación a la pequeña obsesión que había profesado hacia tan solo una semana habían aumentado; realmente estaba más que convencida de la atracción que existía entre ella y Grant. Entonces aquella afición de molestarla constantemente se había convertido nada más que una de las tantas ideas erróneas que mi organismo producía cada día, y que por temor nunca dejaba rienda suela por temor a los comentarios ajenos por ello. Tal vez la unión física para mí nunca represento un gran factor en cuanto a las relaciones adolescentes, que interiormente siempre supe que era debido a la falta de aquel lazo entre mi difunto padre y yo.
También es importante resaltar como ella misma me refutaba ante mis constantes burlas. Quizás aquello era la prueba implícita de los sentimientos allí presentes. Bueno, claramente mi amor ciego a los más grandes clásicos literarios y teatrales cegaba los verdaderos sentimientos que mis ojos captaban respecto a los otros seres.
Subí la escalera que hace solo un par de segundos atrás había logrado divisar durante mi camino por el pasillo; mi destino estaba ubicado en la segunda planta del edificio de dormitorios femeninos.
Mis pasos, al igual que los de mi compañera se aligeraron, por lo que mi respiración sufrió los efectos de ello asimismo.
—¡Eh! —ladré al aire, esperando que la chica que se encontraba de espaldas a la puerta pudiera interceptarnos prontamente con la mirada—. ¿Clary, no es así?
—Si—me contestó la chica de cabellos colorados una vez llegamos hasta ella.
La puerta se abrió en cuestión de segundos. El grupo de chicas estaba reunido alrededor de la alfombra central; hablando entre ellas mismas, de temas claramente tribales, supuse yo. Adopté la misma posición que ellas, recogiendo mis pies hasta quedar entrelazados entre sí; a mi derecha se encontraba Isabelle, y a mi izquierda Destiny, seguida obviamente por Summer.
La conversación oscilaba entre diferentes temas, cada una con sus quejas, aunque llego un punto en el que se pudo enfatizar en la situación que le había ocurrido a Summer, con aquel bastado pelinegro.
Mi momento de hablar llegó; debía informarles acerca de la dichosa «fiesta» que los de segundo estaban organizando. Un pequeño atisbillo en mi neurosis prácticamente me suplico nuevamente ignorar la ya realizada propuesta, y emplear ese tiempo en algo mucho más productivo, o de lo que mínimamente pudiera sacar algún producto beneficioso para mí misma. Mis palabras se quedaron atrancadas a la mitad de la frase, debido al sonido de tres golpes en la fina madera de la puerta.
Una de las dos muchachas propias de la habitación se acercó a ella demasiado lento, se podía percibir la inseguridad en sus pasos. Para mi sorpresa, la apertura de la misma no ocasiono ni el más pequeño ruido, como lo hacían las puertas de mi casa anteriormente (y sí que lo hacían); por el contrario, se abrió sin ton ni son, dejando a la vista a un escuálido muchacho, de primer año seguramente.
Aferré vilmente la lengua en torno a mi paladar, esforzándome en contener la risa que la expresión que el chico me producía. Era uno de aquellos chicos, considerados por la mayoría «ratones de biblioteca», pero para unos pocos (entre los cuales me podría incluir fácilmente) como cualquier otro estudiante del alumnado.
—Yo, yo… uno de los anfitriones del Middleford Club me pidió entregar esto. —Nuevamente reprimí las incansables ganas de soltar una estrepitosa carcajada; el chico nos miró a todas de soslayo, pero devolvió rápidamente sus ojos a la mirada de Melissa, después de eso, entregó un pequeño sobre a la castaña, para después girar sobre sí mismo y retirarse como un pequeño felino lo hace después de atisbar un perro.
—¿Qué es? —pregunto dulcemente Summer.
—No sé, es igual al sobre que… —Melissa dejó las palabras volando, sin finalizar correctamente la frase.
—Al sobre que… —la animó a continuar Phoebe, cambió asimismo su posición, ahora de rodillas, reposando sobre sus talones.
—Nada, solo fue una pequeña confusión de palabras.
Phoebe rodó los ojos y bufó.
—¿Qué dice entonces?
—Queridas chicas: me complace informarles acerca de la realización de una pequeña fiesta este fin de semana, justo después de la reunión a la que el director convocó el viernes, después de las clases. A decir verdad, creemos que merecen un justo descanso, ahí el porqué de esta invitación. Espero que nos maravillen con su asistencia. Grant. —La voz de la chica resonó en la totalidad de la habitación, dejando claro que ella no era la única a sorprendida por la inesperada invitación.
Realmente, mis pensamientos solo vagan entre el cortejo de interrogantes que invadieron mi pensamiento: ¿Deberíamos ir? ¿Es acaso un simple engaño? ¿Debía ser capaz de depositar fielmente mi confianza en aquellos bastardos? ¿Cómo demonios harían una fiesta en este instituto con instalaciones totalmente comparables a las de una cárcel?
La última de mis dudas fue solucionada cuando al final del sobre, calló justo a mis pies un pequeño papel, en donde estaba todas las instrucciones de llegada.
—¿Cómo si quieras piensas en eso? —habló Destiny, tenía esa expresión distante que solía emplear frecuentemente —. Claro que no.
—Debemos ir. —Las palabras salieron de mis labios sin poder retenerlas, aunque al analizarlas no me arrepentí de ello.
Después de todo, si la proclamada fiesta no era más que una conspiración sobre nosotras… ¡Dense por muertos!
—¡Vamos, Clarke! —La voz del entrenador Waël se escuchó plana, casi como si no poseyera eco y me gritara a solo unos veinte centímetros de distancia—. ¡Solo quedan dos minutos!
«Son dos minutos —gimoteé—, tengo tiempo de llegar y golpearlo con ese estúpido silbato».
Deje escapar un chillido cuando alguien me golpea por el costado. Mordí mi mejilla (tal vez con más fuerza de la necesaria), lo que me impidió volver mi cabeza y lanzar una que otra blasfemia.
—Vamos, Crystal —me dijo Melissa; una gota de sudor amarga le recorrió la frente, dejándose caer sutilmente sobre su hombro—. Ya solo queda un minuto.
Dirigí mi mirada a la persona que se encontraba a su lado, Lucy. Traía la camiseta ajustada que hacía parte del uniforme, la cual llevaba un pequeño escudo del Middelford en la parte superior izquierda. Definitivamente la ropa que nos obligaban usar no era muy favorecedora; debía admitir que mi criterio en cuanto a la moda no era el más confiable, pero cabe destacar que mínimamente no era muy agradable para mi vista.
Obligue entonces a mis extremidades inferiores a responder a los mandatos de mi cerebro, lo cual se negaban desde que la castaña se había retirado de mi lado. Con Melissa y Lucy a unos cuantos metros, aumente el ritmo de mi trote, intentando alcanzarlas, o por lo menos reducir la distancia que me separaba de ellas.
Las primeras semanas en el instituto no habían sido completamente de mi agrado. Como cualquier alumno nuevo, mantuve mis acciones al margen, procurando fervorosamente pensar mucho antes de actuar, para evitar que aquellas idealizaciones conllevaran respuestas infaustas para mí…, bueno, excluyendo obviamente la total desgracia que representaba estar en deuda con aquellos bastardos.
Analice por un pequeño lapso de tiempo la situación en la que me encontraba: condenada a seguir bajo los mandatos de una manada de homo sapiens mal desarrollados. Podría haber sucedido entonces, que durante la elección de institutos, mi abuela hubiera enviado la solicitud para aplicar a la misma beca en cualquier otro. Sin lugar a dudas, esa hubiera sido una opción muchísimo más benigna para mí. ¡Estúpido instituto Middelford! ¡Estúpido Middelford Club! ¡Estúpida Ally! Si tan solo hubiera controlado con más cautela sus movimientos ese día, ahora estaría tan alborozada como un pequeño niño de cinco años que ha recibido su regalo de navidad.
¿Qué habría ocurrido, si tan solo la determinada sucesión de acontecimientos que me trajeron aquí se pudiera alterar?
Mi vista respecto a todos los integrantes de aquel club tal vez estaba nublada bajo el terrible pensamiento de que de alguna u otra manera estábamos en deuda con ellos. (¡Malditos bastardos!) Aunque debo admitir que en más de una ocasión el terrible pensamiento de la mínima posibilidad de entablar algún tipo de relación con ellos; después de todo, mi odio no podía ser descargado en aquel grupo, dejando a un lado la actitud petulante que su líder mantenía tres cuartas partes del tiempo.
Me di cuenta solo hasta entonces que estaba agazapada, con las manos alrededor de mis pernas, acercándolas lo más posible a mi pecho. Seguramente debo parecer al borde de una hiperventilación, o tal vez un ataque de nervios; atenta ante la mirada de más veinte pares de ojos que en un momento determinado se habían posado en mí.
—Responde, Crystal. —La voz llego a mis oídos con poca intensidad, casi como si durante su recorrido hasta ellos se hubiera disipado en el ambiente.
—Yo… Yo…
Mi mirada fluctuó entre el mar de estudiantes que me rodeaban; atentos a mi respuesta. Detuve hábilmente mis ojos ante la mirada reprobatoria que me dedica el entrenador Waël. Este dio unos cuantos pasos hacia adelante, acercándose a mí, casi hasta cubrirme totalmente con la sobra que su imponente figura proyectaba en el campo. Noté como inspiró profundamente, con la intención de no asustarme con un estrepitoso grito de aquellos con los que suele reprender a la nómina de jugadores de futbol americano. Me miró y dijo:
—Te pregunte si crees que tu padre estaría orgulloso de tu actividad física del día de hoy.
Mi padre. El hombre que solo permaneció en mi memoria gracias al centenar de fotografías que solía observar ciertas tardes en mi cuarto, y que en los últimos años se habían disipado delante de mis ojos, sin explicación alguna aparentemente.
—Yo… Yo no lo creo.
Ante la intimidante mirada del entrenador, y la burlesca de unos cuantos miembros de alumnado, me levante rápidamente.
Para mi suerte, incluso también para la de muchos otros, el sonido de la campana retumbo en todo el campus.
—¡A las duchas, ahora mismo! —gritó el entrenador.
Como era de esperarse, la gran muchedumbre de adolescentes no tardo en abandonar la pista de atletismo. Nos encontrábamos en un internado, ¿por qué debíamos asearnos en aquellas duchas en conjunto? A mi parecer, hubiéramos podido desplazarnos a los dormitorios tranquilamente en el estado en el que nos encontrábamos.
En mi recorrido hasta las dichosas regaderas, divisé al grupo de idiotas acercarse de igual manera a las mismas. ¿Cómo es que compartían una clase todos juntos? A lo lejos se podía escuchar claramente algunos de sus vitorees al aire. Quizá estaban entrenado algún deporte, tal vez incluso preparándose para la temporada próxima; aunque si me hubiera tocado adivinar por ello, hubiera dicho cualquier cosa.
Fue Nicholas quien aleteó amablemente su mano, acompañado de un sutil saludo que profirió justo cuando pasaron a su lado. El resto del grupo aquel estaba casi totalmente absorto en sus propios asuntos, claro, excluyendo los constantes gritos de «victoria» que no habían cesado desde que mis odios los habían captado por primera vez en el día.
Aún recuerdo parte del invierno anterior a mi decimosexto cumpleaños; mi madre, acompañada claramente por mi abuela paterna habían decidido obsequiarme un disco con varios clásicos teatrales, nada del otro mundo vale aclarar, pero habían logrado sacarme una sonrisa que perduró hasta después de la celebración del nuevo año de mi vida.
Mientras la constante corriente de agua caía sobre mi cuerpo, reflexioné todo tipo de situaciones paralelas, en las cuales nunca me habían aceptado en el proclamado instituto Middleford. Quizá podría estar disfrutando de un helado junto a Grace, o tal vez la abuela Lauren me podría estar enseñando a tejer…, o también podría estar llorando la ausencia de mi padre. Mis pensamientos me trasportaron a un mundo de odio sinfín; los devuelvo hábilmente y recodé a la heterogeneidad de las cosas y de la alondra; las posibles situaciones aumentan, pero debí concentrarme en la realidad, allí, bajo el agua.
La toalla apenas tapó la totalidad de mi cuerpo, dejando más de la mitad de mis piernas descubiertas. Bien, debía regresar a los casilleros y encontrar mi ropa rápido, si no quería ser el gran destape del año.
—¡Eh! ¿Qué mierda haces aquí? —Una mano tapo mi boca, atrayéndome hasta sentir mi cabello mojado, y una respiración sobre él.
Forcejeé inútilmente contra la fuerza de mi agresor, (bueno, al menos para mí representaba eso).
—Cálmate —me susurró al oído; mantuve mis pies fijos al suelo, rogando para que no hubiera notado como mis músculos se habían tensados ante la acción de su compañía—. Mira.
Vi entonces un sinfín de siluetas masculinas, afortunadamente todas cubiertas por toallas y telas. Pasaron inadvertida mi presencia, debido al escondite en el que con el moreno me encontraba agazapada.
Mordí la palma de su mano unos pocos segundos después de que el escandaloso grupo de chicos pasara. Se quejó de inmediato, soltando mi rostro asimismo.
—¿Qué te pasa?
—No me ibas a soltar. —Junté rápidamente mis manos, llevándolas a mi pecho, con el fin de sostener firmemente la toalla que galleaba con descubrirme justo al frente del muchacho.
—Claro que si —graznó—, mierda, tienes dientes fuertes.
Rodé los ojos y bufé fuertemente.
—Sabes, deberías utilizar esa boca para cosas más útiles.
El doble sentido de sus palabras activó una luz en mi interior. Dos segundos, eso fue lo que tarde en impactar mi mano contra su mejilla izquierda. Rápidamente sentí como mi mandíbula se tensaba, acompañando las intensas ganas de dejarle igual de roja la otra mejilla.
Por su parte, se limitó a lanzarme una mirada llena de coraje, que pocos segundos después fue sustituida por una sonrisa ladina.
Mis piernas no tardaron mucho en responder; lanzándome con ligereza a los casilleros, dejándolo solo en aquel rincón cercano a las duchas.
—Por cierto, llámame Zayn, Zayn Malik —gritó; el tono burlesco que denotó su voz casi logra hacerme girar e ir a aplastar la palma de mi mano en su otra mejilla.
«Zayn Malik —repetí en mi interior—. Zayn Malik».
✖✖✖
Aferré con intensidad los libros que mantenía entre mi pecho y mis brazos; tal cual lo hacía con mis pensamientos que se aferraban al mundo. Mi paso se aceleró estrepitosamente, al igual que la distancia de mis zancadas. Llegaba tarde a la clase de la señorita Larzo, que dictaba Artes dramáticas; la razón de mi beca en el instituto Middleford. Por consecuencia de mis movimientos, mi respiración también se tornó un poco más superficial que de costumbre, aunque mucho menos de lo que estaba el día anterior durante la insoportable clase de deportes a cargo del entrenador Waël.
—Llega tarde, señorita Clarke —me dijo la señora detrás del escritorio; di entonces otro paso hacía ella, percatándome de no ocasionar mucho ruido al hacerlo—. Que no se repita, por favor —advirtió justo antes de que pudiera tomar asiento.
Mi concentración estaba fija en las voces provenientes de la primera parte del gran salón, en su mayoría de estudiantes entusiastas que compartían un sinnúmero de ideas junto con la señorita Larzo. Tal vez fue por eso que no me tome mi tan habitual lapso de tiempo para analizar los rostros de mis compañeros, como acostumbraba hacerlo a diario.
—Oye, Crystal —me susurró alguien; la voz se escuchó un poco ahogada, sin resonar mucho en mis paredes auditivas, tal cual lo hacen las sombras en la cuarta etapa del sueño.
Giré mi cabeza hacía aquella voz, junto con mi cuerpo que reaccionó de inmediato, para darme más comodidad en mi movimiento anterior.
Juliette Bearmount; hija de poderosos empresarios en el sector financiero. Aun recordaba el día en el que la vi cuando ojeaba casualmente una revista, mientras esperaba mi turno en la enfermaría.
—¿Sí? —inquirí suavemente, procurando no levantar mucho el tono de mi voz.
—Estamos organizando una fiesta, el viernes en la noche —masculla de igual manera —, a eso de las nueve menos treinta.
¿Qué se suponía que debía decir en aquel momento? «Oh, claro. ¿Nachos o papas fritas?». Quedaba más que claro que no confiaba en aquella muchacha con cabellos color caramelo, aunque no detecté en sus palabras ningún atisbillo de información errónea, o incluso mentira.
—Puedes llevar amigos. —Su espesa mirada siguió clavada en mis zafiros, no hace ademán para retirarla.
Una parte de mi subconsciente me gritaba que profiriera una respuesta negativa. También sabía que debía hacerle caso, como comúnmente lo hago cuando me meto en cualquier situación parecida. Aun así, no sé cuándo, tampoco cómo, pero termino asintiendo repetidas veces con mi cabeza para dar énfasis a mi respuesta.
La clase terminó, así como mis pensamientos acerca de la sospechosa fiesta que organizaban los de segundo año.
Mi paso sugirió la velocidad de un trote (aún seguía terriblemente adolorida por el día anterior, pero la necesidad de llegar velozmente a mi destino cegaba mi organismo del tan insoportable dolor).
Debía llegar con ligereza al cuarto de Ally, la rubia que también tenía la culpa entera de nuestra desgracia. Habíamos acordado noche atrás en encontrarnos allí una vez por semana, con el fin de discutir los insufribles días en los que debíamos ser anfitrionas del conjunto de inadaptados aquellos.
Abrí la puerta apenas llegue a ella, cambiando mi peso de pie antes de asomarme por un costado.
—Ally…
Analicé la pequeña habitación en la que me encontraba; las paredes eran blancas, al igual que el escritorio de madera que se encontraba contra una de las camas, la cual estaba perfectamente arreglada, suprimiendo la más mínima arruga de las sabanas que pudiera dañar la apariencia tan pulcra que estas se encargaban de mantener.
—Oh, Crystal. —La rubia me miró claramente sorprendida. ¿Por qué solo yo me encontraba allí, como todos los miércoles, tal cual lo habíamos acordado?
La muchacha noto mi estado, tal vez también aquello fue producto de la notable expresión de desconcierto que se había instalado en mi rostro.
—Habíamos acordado encontrarnos esta semana en la habitación de Melissa y Lucy, ¿acaso no lo recuerdas?
«¡Diablos! —me reprendí a mí misma—. Es verdad» Me asaltó entonces la necesidad de soltar un par de blasfemias al aire, sin importar la presencia del otro ser que ocupaba la habitación; mordí mi mejilla para reprimir aquellos instintos.
—Si me esperas un par de minutos podemos irnos juntas —me dice; su rostro solo puede denotar una amabilidad pura —. ¿Sí?
—Claro, yo… yo espero.
Permanecí estática en mi lugar alrededor de unos trece minutos. Aun no comprendía por qué estaba esperando a la rubia, pero sin embargo, mis pies siguieron las órdenes que mi cerebro dictaba y se mantuvieron en su lugar.
—Estoy lista —anunció Ally casi inmediatamente después de que había levantado la vista de mi teléfono celular, corroborando una vez más la hora.
El camino a la habitación no fue del todo agradable, el ambiente entre nosotras estaba tenso, cosa poco común en nuestras diarias conversaciones. ¿Qué ocurría entonces? Cabe resaltar el minúsculo desagrado que le llevo a causa de su insensatez, pero nunca nada más allá de eso.
Día a día, mis sentimientos en relación a la pequeña obsesión que había profesado hacia tan solo una semana habían aumentado; realmente estaba más que convencida de la atracción que existía entre ella y Grant. Entonces aquella afición de molestarla constantemente se había convertido nada más que una de las tantas ideas erróneas que mi organismo producía cada día, y que por temor nunca dejaba rienda suela por temor a los comentarios ajenos por ello. Tal vez la unión física para mí nunca represento un gran factor en cuanto a las relaciones adolescentes, que interiormente siempre supe que era debido a la falta de aquel lazo entre mi difunto padre y yo.
También es importante resaltar como ella misma me refutaba ante mis constantes burlas. Quizás aquello era la prueba implícita de los sentimientos allí presentes. Bueno, claramente mi amor ciego a los más grandes clásicos literarios y teatrales cegaba los verdaderos sentimientos que mis ojos captaban respecto a los otros seres.
Subí la escalera que hace solo un par de segundos atrás había logrado divisar durante mi camino por el pasillo; mi destino estaba ubicado en la segunda planta del edificio de dormitorios femeninos.
Mis pasos, al igual que los de mi compañera se aligeraron, por lo que mi respiración sufrió los efectos de ello asimismo.
—¡Eh! —ladré al aire, esperando que la chica que se encontraba de espaldas a la puerta pudiera interceptarnos prontamente con la mirada—. ¿Clary, no es así?
—Si—me contestó la chica de cabellos colorados una vez llegamos hasta ella.
La puerta se abrió en cuestión de segundos. El grupo de chicas estaba reunido alrededor de la alfombra central; hablando entre ellas mismas, de temas claramente tribales, supuse yo. Adopté la misma posición que ellas, recogiendo mis pies hasta quedar entrelazados entre sí; a mi derecha se encontraba Isabelle, y a mi izquierda Destiny, seguida obviamente por Summer.
La conversación oscilaba entre diferentes temas, cada una con sus quejas, aunque llego un punto en el que se pudo enfatizar en la situación que le había ocurrido a Summer, con aquel bastado pelinegro.
Mi momento de hablar llegó; debía informarles acerca de la dichosa «fiesta» que los de segundo estaban organizando. Un pequeño atisbillo en mi neurosis prácticamente me suplico nuevamente ignorar la ya realizada propuesta, y emplear ese tiempo en algo mucho más productivo, o de lo que mínimamente pudiera sacar algún producto beneficioso para mí misma. Mis palabras se quedaron atrancadas a la mitad de la frase, debido al sonido de tres golpes en la fina madera de la puerta.
Una de las dos muchachas propias de la habitación se acercó a ella demasiado lento, se podía percibir la inseguridad en sus pasos. Para mi sorpresa, la apertura de la misma no ocasiono ni el más pequeño ruido, como lo hacían las puertas de mi casa anteriormente (y sí que lo hacían); por el contrario, se abrió sin ton ni son, dejando a la vista a un escuálido muchacho, de primer año seguramente.
Aferré vilmente la lengua en torno a mi paladar, esforzándome en contener la risa que la expresión que el chico me producía. Era uno de aquellos chicos, considerados por la mayoría «ratones de biblioteca», pero para unos pocos (entre los cuales me podría incluir fácilmente) como cualquier otro estudiante del alumnado.
—Yo, yo… uno de los anfitriones del Middleford Club me pidió entregar esto. —Nuevamente reprimí las incansables ganas de soltar una estrepitosa carcajada; el chico nos miró a todas de soslayo, pero devolvió rápidamente sus ojos a la mirada de Melissa, después de eso, entregó un pequeño sobre a la castaña, para después girar sobre sí mismo y retirarse como un pequeño felino lo hace después de atisbar un perro.
—¿Qué es? —pregunto dulcemente Summer.
—No sé, es igual al sobre que… —Melissa dejó las palabras volando, sin finalizar correctamente la frase.
—Al sobre que… —la animó a continuar Phoebe, cambió asimismo su posición, ahora de rodillas, reposando sobre sus talones.
—Nada, solo fue una pequeña confusión de palabras.
Phoebe rodó los ojos y bufó.
—¿Qué dice entonces?
—Queridas chicas: me complace informarles acerca de la realización de una pequeña fiesta este fin de semana, justo después de la reunión a la que el director convocó el viernes, después de las clases. A decir verdad, creemos que merecen un justo descanso, ahí el porqué de esta invitación. Espero que nos maravillen con su asistencia. Grant. —La voz de la chica resonó en la totalidad de la habitación, dejando claro que ella no era la única a sorprendida por la inesperada invitación.
Realmente, mis pensamientos solo vagan entre el cortejo de interrogantes que invadieron mi pensamiento: ¿Deberíamos ir? ¿Es acaso un simple engaño? ¿Debía ser capaz de depositar fielmente mi confianza en aquellos bastardos? ¿Cómo demonios harían una fiesta en este instituto con instalaciones totalmente comparables a las de una cárcel?
La última de mis dudas fue solucionada cuando al final del sobre, calló justo a mis pies un pequeño papel, en donde estaba todas las instrucciones de llegada.
—Bien, ¿iremos, no? —dijo Phoebe, apoyó ambas manos sobre sus rodillas.Complejo del Middleford Club. Se debe tocar cuatro veces la puerta, con intervalos de un segundo entre golpe.
—¿Cómo si quieras piensas en eso? —habló Destiny, tenía esa expresión distante que solía emplear frecuentemente —. Claro que no.
—Debemos ir. —Las palabras salieron de mis labios sin poder retenerlas, aunque al analizarlas no me arrepentí de ello.
Después de todo, si la proclamada fiesta no era más que una conspiración sobre nosotras… ¡Dense por muertos!
Última edición por Sophia. el Lun 25 Nov 2013, 10:04 pm, editado 2 veces
Sophia.
Re: Like a Host! | N.C
por Sophia. Lun 25 Nov 2013, 9:32 pm
Esta largo, ah. Estoy consciente que no seguí al margen la personalidad de mi personaje, y tampoco hable de lo del club, pero quería hacer algo diferente. Quería agregar más personajes, pero no me acordaba de todos los nombres.
1). Juliette es la hermanastra de Zayn.
2). Zayn es una mezcla de Daniel con Cam, ah.
1). Juliette es la hermanastra de Zayn.
2). Zayn es una mezcla de Daniel con Cam, ah.
Sigue: Ale.
Sophia.
Re: Like a Host! | N.C
por Sky. Lun 25 Nov 2013, 9:55 pm
jsdfkklasJDL, CAPITULO NUEVOOOO y ahora voy sho 
mañana lo leo mi preociosa Sophia<333
*-* se ve largo y eso me gusta y emociona
mañana lo leo mi preociosa Sophia<333*-* se ve largo y eso me gusta y emociona
Sky.
Re: Like a Host! | N.C
por demons. Miér 27 Nov 2013, 5:43 pm
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAY.
OMFG.
POR DIOS, SOPHIA.
ME MORÍ, EN SERIO, REALLY.
ese zayn es todo un loquillo
no se, no hace falta que te diga que me enamoré de tu escritura.
en serio, es perfectísima.
y tu capítulo es una fiel copia<3
ilysm<3
siganla.
OMFG.
POR DIOS, SOPHIA.
ME MORÍ, EN SERIO, REALLY.
OMFG. COMO QUISIERA QUE EL MALIK ME DIJERA ESO A MÍ, FOR GOD.—Sabes, deberías utilizar esa boca para cosas más útiles.
oh, shit. sonó muy a lo Patch—Por cierto, llámame Zayn, Zayn Malik.
ese zayn es todo un loquillo
no se, no hace falta que te diga que me enamoré de tu escritura.
en serio, es perfectísima.
y tu capítulo es una fiel copia<3
ilysm<3
siganla.
demons.
Re: Like a Host! | N.C
por Sky. Dom 01 Dic 2013, 3:34 pm
NUNCA ME CANSARE DE DECIR QUE...
TENGO A LAS MEJORES ESCRITORAS DEL MUNDOO
Sofi, escribes verdaderamente bello y no es la primera y tampoco será la última vez que te lo diga, asdfghjklñ. Me encantó completamente todo el capitulo, me enamoro, sdjkahd, la fiestesita me emociona,
—Por cierto, llámame Zayn, Zayn Malik —gritó; el tono burlesco que denotó su voz casi logra hacerme girar e ir a aplastar la palma de mi mano en su otra mejilla.
GRRRRRRRRRRRRRRRRR, che Zayn conquistador, asi como no quieres que una te amo ya!
okno ._. pero es que bueno, ese hombre es irresistible 
Me tengo que poner a escribir DD:
TENGO A LAS MEJORES ESCRITORAS DEL MUNDOO
Sofi, escribes verdaderamente bello y no es la primera y tampoco será la última vez que te lo diga, asdfghjklñ. Me encantó completamente todo el capitulo, me enamoro, sdjkahd, la fiestesita me emociona,
—Por cierto, llámame Zayn, Zayn Malik —gritó; el tono burlesco que denotó su voz casi logra hacerme girar e ir a aplastar la palma de mi mano en su otra mejilla.
GRRRRRRRRRRRRRRRRR, che Zayn conquistador, asi como no quieres que una te amo ya!
okno ._. pero es que bueno, ese hombre es irresistible Me tengo que poner a escribir DD:
Sky.
Sky.
Re: Like a Host! | N.C
por Kurisu Dom 01 Dic 2013, 3:38 pm
Emocion 100% Aunque me atrase
me pondré al corriente Kurisu
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Re: Like a Host! | N.C
por Kurisu Miér 04 Dic 2013, 4:49 pm
Sólo me falta en capítulo de Sophi y comento
Kurisu
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Sky.
Re: Like a Host! | N.C
por Kurisu Vie 06 Dic 2013, 6:20 pm
Hay pues que les puedo decir, todos los capítulos fueron asombrosos y cada uno tuvo algo especial sin duda, amo como escriben chicas, las adoro muchisimo. Me gustaría hacer un comentario para cada capítulo pero estoy cortisima de tiempo, las quiero a todas y Sky espero tu capítulo con ansias ansiosas (?
Saludos C:
Saludos C:
Kurisu
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