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SITIO PARA DOS (nick y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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SITIO PARA DOS (nick y tu)
Nombre: sitio para dos
Autor: Olivia Gates
Adaptación: si, es del libro sitio para dos
Género: romance
Advertencias: es un poco hot
Otras páginas: no de mi parte :)
bueno chicas estoy de vuelta jajaja antes ya avía escrito one-shots pero ahora les traigo esta adaptación de Olivia Gates espero les guste como a mi es uno de mis libros favoritos, asi que comenten mucho u pues me dicen que piensan
Argumento
Nick Sarantos era el peor enemigo de la familia de ____ Louvardis,
Pero eso no impedía que ella lo desease con toda su alma. O que
aprovechase la oportunidad de pasar una noche con él.
Nick no supo que el resultado de esa noche había sido un hijo, pero,
cuando ____ apareció de nuevo en su vida y él descubrió la verdad, ni
la familia de ____, ni el contrato multimillonario que estaba en juego
ni algo tan inconveniente como el amor pudieron evitar que él
reclamara lo que era suyo...
Autor: Olivia Gates
Adaptación: si, es del libro sitio para dos
Género: romance
Advertencias: es un poco hot
Otras páginas: no de mi parte :)
bueno chicas estoy de vuelta jajaja antes ya avía escrito one-shots pero ahora les traigo esta adaptación de Olivia Gates espero les guste como a mi es uno de mis libros favoritos, asi que comenten mucho u pues me dicen que piensan
Argumento
Nick Sarantos era el peor enemigo de la familia de ____ Louvardis,
Pero eso no impedía que ella lo desease con toda su alma. O que
aprovechase la oportunidad de pasar una noche con él.
Nick no supo que el resultado de esa noche había sido un hijo, pero,
cuando ____ apareció de nuevo en su vida y él descubrió la verdad, ni
la familia de ____, ni el contrato multimillonario que estaba en juego
ni algo tan inconveniente como el amor pudieron evitar que él
reclamara lo que era suyo...
Última edición por Mariana marrufo el Miér 21 Mar 2012, 8:21 pm, editado 2 veces
Mariana marrufo
Re: SITIO PARA DOS (nick y tu)
AAAH NUEVA LECTORA ME ENCANTA LA NOVEE DE VERDAD ESTA SUPER BUENAA SEGUILAA
raqel d' Jonas(NJJ<3
Re: SITIO PARA DOS (nick y tu)
chicas me quede sin lap mañana me la entrgan y les subo ahora estoy en un siber y no tengo el archivo perdon y les prometo que amaran la nove como la amo yo :)
Mariana marrufo
Re: SITIO PARA DOS (nick y tu)
New Reader!*
Se lee interesantee, ya quiero leer el primer cap!
SIGUELA
Se lee interesantee, ya quiero leer el primer cap!
SIGUELA
.Lu' Anne Lovegood.
Re: SITIO PARA DOS (nick y tu)
Capítulo Uno
El diablo había acudido al funeral de su padre.
Aunque ____ Louvardis siempre había oído que era un insulto
para el diablo llamar así a Nicholas Sarantos.
Nicholas Sarantos. El don nadie que había salido de los muelles
de Creta para convertirse en un armador conocido en el mundo entero,
alguien de quien se hablaba con admiración, una presencia deseada y
temida por todos.
Todos salvo su padre.
Durante una década, desde que ella tenía diecisiete años, no
había pasado ni una sola semana sin que hubiera alguna guerra entre su
padre y Nicholas Sarantos, el hombre del que Hektor Louvardis había
dicho una vez que debería haber sido su mayor aliado, pero que se
había convertido en su peor enemigo.
La guerra, sin embargo, había terminado porque su padre había
muerto. Y si sus hermanos no olvidaban sus diferencias, Nicholas
Sarantos pronto se haría cargo de la empresa que Hektor había
levantado y ellos habían ampliado antes de tirar cada uno en una
dirección diferente. Si sus hermanos no se ponían de acuerdo, Nicholas
se quedaría con todo.
Por eso era una sorpresa para ella verlo en el funeral. Estaba a
cierta distancia, dominando aquella mañana de septiembre en Nueva
York, los faldones del abrigo negro que se movía con el viento dándole
aspecto de cuervo gigante… o de alma condenada. Y no le había
parecido extraño cuando alguien comentó que había ido al funeral para
llevarse el alma de su padre.
____ había pensado que se iría después del funeral, pero había
seguido al cortejo fúnebre hasta la mansión familiar y durante unos
minutos se quedó en la puerta, mirándolo todo como un general
estudiando la situación antes de un ataque.
____ contuvo el aliento al verlo abriéndose paso entre la gente.
Aparte de sus hermanos, que eran de su misma estatura, todos los
demás palidecían en comparación con aquel hombre.
Sus hermanos eran hombres muy apuestos y ____ había
escuchado a una interminable lista de mujeres decir que eran
irresistibles, pero no tenían la influencia de Sarantos, ni su cnickma ni
ese aura de poder.
Y lo sentía en aquel momento, envolviéndola en seductoras y
abrumadoras olas.
Sus hermanos, sin embargo, se quedaron inmóviles, mirándolo con
una década de enemistad. Y ____ temía que el más joven, Damon,
intentase echarlo de allí. O algo peor. En realidad, estaba harta de todos
ellos.
Daba igual que odiasen a Sarantos, por respeto a su padre
Olivia Gates – Sitio para dos
deberían haber hecho lo que había hecho él. Además, Hektor Louvardis
no hubiera tratado a nadie, ni siquiera a Sarantos, su peor enemigo, con
esa descortesía.
Cuando iba a decirle a su hermano mayor, Logan, que actuase
como el nuevo patriarca de la familia y aceptase el pésame
educadamente, se dio cuenta de que Nicholas Sarantos estaba
mirándola a ella, su mirada de acero haciéndola prisionera.
No podía respirar mientras se acercaba con paso seguro,
apartando a todo aquél que se interponía entre los dos, mientras los
miembros del cortejo observaban la escena llenos de curiosidad.
Entonces Sarantos se detuvo delante de ella, haciéndola sentir
pequeña y frágil cuando no era ninguna de las dos cosas.
Medía un metro ochenta con tacones, pero aun así se sentía
diminuta a su lado. No sabía que fuese tan imponente, tan increíble. Y ni
siquiera era guapo. No, llamarlo guapo sería un insulto. Era… único. Un
ejemplo de virilidad. Y ella sabía que ese aspecto exterior tan formidable
escondía un cerebro fabuloso.
Nicholas Sarantos no era sólo un hombre increíblemente atractivo
sino alguien que incitaba en ella una respuesta que no podía controlar.
Qué mal momento para recordar el enamoramiento juvenil que
había sentido desde la primera vez que lo vio. Pero pronto se dio cuenta
de que era imposible, no sólo porque era el enemigo jurado de su familia
sino porque él no tenía el menor interés en los demás.
Aunque había alimentado su fascinación espiándolo siempre que
le era posible.
Pero nunca la había mirado con tal concentración y, de cerca,
podía ver que sus ojos eran como el acero, tan grises y fríos…
«Deja de pensar como si fueras una colegiala que se ha
encontrado con una estrella de cine. Di algo».
____ se aclaró la garganta.
–Gracias por venir, señor Sarantos –lo saludó, ofreciéndole su
mano.
Él no contestó ni tomó su mano. Sencillamente, la miró hasta que
____ se dio cuenta de que en realidad no estaba viéndola.
–Siento mucho que Hektor ya no esté con nosotros.
Su voz, ronca, oscura, parecía vibrar en el interior de ____. Pero
fueron sus palabras lo que más la sorprendió. No había dicho «siento
mucho la muerte de su padre», la frase más repetida durante las últimas
horas. No estaba allí para ofrecerle sus condolencias a la familia.
Nicholas Sarantos estaba allí por él mismo. Lamentaba que su
padre se hubiera ido y ____ entendía por qué.
–Echará de menos pelearse con él, ¿verdad?
–Hektor hacía mi vida… interesante. Echaré eso de menos.
De nuevo, hablaba de lo que la muerte de su padre significaba
para él. Su sinceridad, su negativa a doblegarse a las leyes del decoro y
las buenas maneras, la dejaron sin aliento. Y, en cierto modo, eso la
liberó para admitir su propio egoísmo.
Algún día, probablemente pensaría en la muerte de su padre
lamentando que se hubiera ido a los sesenta y seis años, siendo un
hombre tan fuerte. Pero por el momento sólo podía pensar en sí misma,
en el vacío que dejaría su ausencia.
–Él me enseñó muchas cosas –le dijo en voz baja–. Y echaré de
menos todas ellas.
–No estaba enfermo.
No era una pregunta sino una afirmación y ____ asintió con la
cabeza. No parecía enfermo, pero su padre jamás admitiría una
debilidad, un problema, de modo que se lo había escondido a todo el
mundo.
–Y murió ayer, después de las once.
Lo habían encontrado muerto en su oficina a las 12:30., pero
____ no sabía cómo lo había averiguado Sarantos.
–A las nueve –siguió él– el director de mi gabinete jurídico estaba
hablando con el de su padre sobre el contrato británico.
–Lo sé.
____ lo sabía porque ella era la directora del gabinete jurídico de
la naviera Louvardis. Era ella con quien habían hablado y, después, por
teléfono, le había contado a su padre los términos del contrato:
blindado, restringido, implacable y, en su opinión, justo y práctico.
–A las once, Hektor me llamó por teléfono –dijo Sarantos. Y a
____ le sorprendió cómo pronunciaba el nombre de su padre, como si
fuera un amigo–. Me echó una bronca y, una hora después, estaba
muerto.
Antes de que ella pudiera decir nada, Nicholas Sarantos se dio la
vuelta para salir de la casa.
¿Había ido al funeral para decir que había sido él quien propició la
muerte de su padre? ¿Por qué?
¿Pero cuándo entendía nadie por qué hacía las cosas aquel
hombre?
En lugar de correr tras él para exigir una explicación, ____ tuvo
que sufrir un infierno de frustración y especulaciones hasta que, por fin,
horas después, todos se apiadaron de la familia y los dejaron solos.
Tenía que marcharse de allí, pensó. Probablemente para siempre.
Tal vez entonces llegarían las lágrimas, aliviando la presión que se había
ido acumulando en su interior.
Estaba atravesando la verja de la casa cuando lo vio.
Se había hecho de noche y no había mucha luz, pero lo reconoció
de inmediato.
Nicholas Sarantos, al otro lado de la calle, mirando la casa como
un centinela. Y el corazón de ____ se aceleró de curiosidad, de
emoción.
¿Por qué seguía allí?
Decidida a preguntar, frenó a su lado.
Olivia Gates – Sitio para dos
–¿Quiere que le lleve a algún sitio?
Él se encogió de hombros.
–Pensaba ir andando hasta el hotel.
____ abrió la puerta del pasajero.
–Suba.
Él la miró en silencio durante unos segundos y después subió al
coche, doblando su atlético cuerpo como un leopardo para sentarse a su
lado.
Y ella se quedó sin aire. Sabía que debería preguntarle en qué
hotel se hospedaba, arrancar el coche, hacer algo. Pero no podía.
Tenerlo tan cerca la impedía pensar.
«Concéntrate, eres una prestigiosa abogada y empresaria de
veintiocho años, no una adolescente atolondrada».
Él le dio el nombre del hotel y después volvió a quedar en silencio.
Antes de aquel día había pensado que Nicholas Sarantos no tenía
sentimientos, pero tal vez no era así.
Veinte minutos después, detuvo el coche frente al hotel en el que
todo el mundo sabía que se alojaba cuando estaba en Nueva York. Aquel
hombre podría comprarse un país entero, pero no tenía casa.
Nicholas abrió la puerta del coche y cuando pensaba que iba a
marcharse sin decirle adiós, se volvió hacia ella. En sus ojos había un
brillo de algo que la conmocionó, algo oscuro y terrible.
–Nos veremos en el campo de batalla.
No volvería a verlo salvo como enemigo, pero antes de volver a la
batalla tenía que saber…
–¿Se encuentra bien? –le preguntó.
–¿Y usted?
____ intentó llevar aire a sus pulmones.
–¿Usted qué cree?
–Interrogarme no hará que se sienta mejor.
–¿Tan transparente soy?
–Ahora mismo, sí. ¿Qué quiere saber?
–¿Aquí?
–Si quiere… o podría subir a mi habitación.
A su habitación.
____ se mordió los labios para disimular, pero estaba temblando
de arriba abajo.
–¿Cuándo comiste por última vez? –le preguntó Sarantos,
tuteándola por primera vez.
Ah, claro, pensó ____. Su nerviosismo era debido a la falta de
comida, tenía que ser eso.
–Ayer por la mañana.
–Pues entonces ya somos dos. Vamos a comer algo.
Nicholas la llevó a su suite, pidió un cordon bleu, y la animó a
comer. Era irreal tener a Nicholas Sarantos a su lado, preocupándose de
ella. Y más raro aún estar en su suite, pero no sentirse amenazada
El diablo había acudido al funeral de su padre.
Aunque ____ Louvardis siempre había oído que era un insulto
para el diablo llamar así a Nicholas Sarantos.
Nicholas Sarantos. El don nadie que había salido de los muelles
de Creta para convertirse en un armador conocido en el mundo entero,
alguien de quien se hablaba con admiración, una presencia deseada y
temida por todos.
Todos salvo su padre.
Durante una década, desde que ella tenía diecisiete años, no
había pasado ni una sola semana sin que hubiera alguna guerra entre su
padre y Nicholas Sarantos, el hombre del que Hektor Louvardis había
dicho una vez que debería haber sido su mayor aliado, pero que se
había convertido en su peor enemigo.
La guerra, sin embargo, había terminado porque su padre había
muerto. Y si sus hermanos no olvidaban sus diferencias, Nicholas
Sarantos pronto se haría cargo de la empresa que Hektor había
levantado y ellos habían ampliado antes de tirar cada uno en una
dirección diferente. Si sus hermanos no se ponían de acuerdo, Nicholas
se quedaría con todo.
Por eso era una sorpresa para ella verlo en el funeral. Estaba a
cierta distancia, dominando aquella mañana de septiembre en Nueva
York, los faldones del abrigo negro que se movía con el viento dándole
aspecto de cuervo gigante… o de alma condenada. Y no le había
parecido extraño cuando alguien comentó que había ido al funeral para
llevarse el alma de su padre.
____ había pensado que se iría después del funeral, pero había
seguido al cortejo fúnebre hasta la mansión familiar y durante unos
minutos se quedó en la puerta, mirándolo todo como un general
estudiando la situación antes de un ataque.
____ contuvo el aliento al verlo abriéndose paso entre la gente.
Aparte de sus hermanos, que eran de su misma estatura, todos los
demás palidecían en comparación con aquel hombre.
Sus hermanos eran hombres muy apuestos y ____ había
escuchado a una interminable lista de mujeres decir que eran
irresistibles, pero no tenían la influencia de Sarantos, ni su cnickma ni
ese aura de poder.
Y lo sentía en aquel momento, envolviéndola en seductoras y
abrumadoras olas.
Sus hermanos, sin embargo, se quedaron inmóviles, mirándolo con
una década de enemistad. Y ____ temía que el más joven, Damon,
intentase echarlo de allí. O algo peor. En realidad, estaba harta de todos
ellos.
Daba igual que odiasen a Sarantos, por respeto a su padre
Olivia Gates – Sitio para dos
deberían haber hecho lo que había hecho él. Además, Hektor Louvardis
no hubiera tratado a nadie, ni siquiera a Sarantos, su peor enemigo, con
esa descortesía.
Cuando iba a decirle a su hermano mayor, Logan, que actuase
como el nuevo patriarca de la familia y aceptase el pésame
educadamente, se dio cuenta de que Nicholas Sarantos estaba
mirándola a ella, su mirada de acero haciéndola prisionera.
No podía respirar mientras se acercaba con paso seguro,
apartando a todo aquél que se interponía entre los dos, mientras los
miembros del cortejo observaban la escena llenos de curiosidad.
Entonces Sarantos se detuvo delante de ella, haciéndola sentir
pequeña y frágil cuando no era ninguna de las dos cosas.
Medía un metro ochenta con tacones, pero aun así se sentía
diminuta a su lado. No sabía que fuese tan imponente, tan increíble. Y ni
siquiera era guapo. No, llamarlo guapo sería un insulto. Era… único. Un
ejemplo de virilidad. Y ella sabía que ese aspecto exterior tan formidable
escondía un cerebro fabuloso.
Nicholas Sarantos no era sólo un hombre increíblemente atractivo
sino alguien que incitaba en ella una respuesta que no podía controlar.
Qué mal momento para recordar el enamoramiento juvenil que
había sentido desde la primera vez que lo vio. Pero pronto se dio cuenta
de que era imposible, no sólo porque era el enemigo jurado de su familia
sino porque él no tenía el menor interés en los demás.
Aunque había alimentado su fascinación espiándolo siempre que
le era posible.
Pero nunca la había mirado con tal concentración y, de cerca,
podía ver que sus ojos eran como el acero, tan grises y fríos…
«Deja de pensar como si fueras una colegiala que se ha
encontrado con una estrella de cine. Di algo».
____ se aclaró la garganta.
–Gracias por venir, señor Sarantos –lo saludó, ofreciéndole su
mano.
Él no contestó ni tomó su mano. Sencillamente, la miró hasta que
____ se dio cuenta de que en realidad no estaba viéndola.
–Siento mucho que Hektor ya no esté con nosotros.
Su voz, ronca, oscura, parecía vibrar en el interior de ____. Pero
fueron sus palabras lo que más la sorprendió. No había dicho «siento
mucho la muerte de su padre», la frase más repetida durante las últimas
horas. No estaba allí para ofrecerle sus condolencias a la familia.
Nicholas Sarantos estaba allí por él mismo. Lamentaba que su
padre se hubiera ido y ____ entendía por qué.
–Echará de menos pelearse con él, ¿verdad?
–Hektor hacía mi vida… interesante. Echaré eso de menos.
De nuevo, hablaba de lo que la muerte de su padre significaba
para él. Su sinceridad, su negativa a doblegarse a las leyes del decoro y
las buenas maneras, la dejaron sin aliento. Y, en cierto modo, eso la
liberó para admitir su propio egoísmo.
Algún día, probablemente pensaría en la muerte de su padre
lamentando que se hubiera ido a los sesenta y seis años, siendo un
hombre tan fuerte. Pero por el momento sólo podía pensar en sí misma,
en el vacío que dejaría su ausencia.
–Él me enseñó muchas cosas –le dijo en voz baja–. Y echaré de
menos todas ellas.
–No estaba enfermo.
No era una pregunta sino una afirmación y ____ asintió con la
cabeza. No parecía enfermo, pero su padre jamás admitiría una
debilidad, un problema, de modo que se lo había escondido a todo el
mundo.
–Y murió ayer, después de las once.
Lo habían encontrado muerto en su oficina a las 12:30., pero
____ no sabía cómo lo había averiguado Sarantos.
–A las nueve –siguió él– el director de mi gabinete jurídico estaba
hablando con el de su padre sobre el contrato británico.
–Lo sé.
____ lo sabía porque ella era la directora del gabinete jurídico de
la naviera Louvardis. Era ella con quien habían hablado y, después, por
teléfono, le había contado a su padre los términos del contrato:
blindado, restringido, implacable y, en su opinión, justo y práctico.
–A las once, Hektor me llamó por teléfono –dijo Sarantos. Y a
____ le sorprendió cómo pronunciaba el nombre de su padre, como si
fuera un amigo–. Me echó una bronca y, una hora después, estaba
muerto.
Antes de que ella pudiera decir nada, Nicholas Sarantos se dio la
vuelta para salir de la casa.
¿Había ido al funeral para decir que había sido él quien propició la
muerte de su padre? ¿Por qué?
¿Pero cuándo entendía nadie por qué hacía las cosas aquel
hombre?
En lugar de correr tras él para exigir una explicación, ____ tuvo
que sufrir un infierno de frustración y especulaciones hasta que, por fin,
horas después, todos se apiadaron de la familia y los dejaron solos.
Tenía que marcharse de allí, pensó. Probablemente para siempre.
Tal vez entonces llegarían las lágrimas, aliviando la presión que se había
ido acumulando en su interior.
Estaba atravesando la verja de la casa cuando lo vio.
Se había hecho de noche y no había mucha luz, pero lo reconoció
de inmediato.
Nicholas Sarantos, al otro lado de la calle, mirando la casa como
un centinela. Y el corazón de ____ se aceleró de curiosidad, de
emoción.
¿Por qué seguía allí?
Decidida a preguntar, frenó a su lado.
Olivia Gates – Sitio para dos
–¿Quiere que le lleve a algún sitio?
Él se encogió de hombros.
–Pensaba ir andando hasta el hotel.
____ abrió la puerta del pasajero.
–Suba.
Él la miró en silencio durante unos segundos y después subió al
coche, doblando su atlético cuerpo como un leopardo para sentarse a su
lado.
Y ella se quedó sin aire. Sabía que debería preguntarle en qué
hotel se hospedaba, arrancar el coche, hacer algo. Pero no podía.
Tenerlo tan cerca la impedía pensar.
«Concéntrate, eres una prestigiosa abogada y empresaria de
veintiocho años, no una adolescente atolondrada».
Él le dio el nombre del hotel y después volvió a quedar en silencio.
Antes de aquel día había pensado que Nicholas Sarantos no tenía
sentimientos, pero tal vez no era así.
Veinte minutos después, detuvo el coche frente al hotel en el que
todo el mundo sabía que se alojaba cuando estaba en Nueva York. Aquel
hombre podría comprarse un país entero, pero no tenía casa.
Nicholas abrió la puerta del coche y cuando pensaba que iba a
marcharse sin decirle adiós, se volvió hacia ella. En sus ojos había un
brillo de algo que la conmocionó, algo oscuro y terrible.
–Nos veremos en el campo de batalla.
No volvería a verlo salvo como enemigo, pero antes de volver a la
batalla tenía que saber…
–¿Se encuentra bien? –le preguntó.
–¿Y usted?
____ intentó llevar aire a sus pulmones.
–¿Usted qué cree?
–Interrogarme no hará que se sienta mejor.
–¿Tan transparente soy?
–Ahora mismo, sí. ¿Qué quiere saber?
–¿Aquí?
–Si quiere… o podría subir a mi habitación.
A su habitación.
____ se mordió los labios para disimular, pero estaba temblando
de arriba abajo.
–¿Cuándo comiste por última vez? –le preguntó Sarantos,
tuteándola por primera vez.
Ah, claro, pensó ____. Su nerviosismo era debido a la falta de
comida, tenía que ser eso.
–Ayer por la mañana.
–Pues entonces ya somos dos. Vamos a comer algo.
Nicholas la llevó a su suite, pidió un cordon bleu, y la animó a
comer. Era irreal tener a Nicholas Sarantos a su lado, preocupándose de
ella. Y más raro aún estar en su suite, pero no sentirse amenazada
Mariana marrufo
Re: SITIO PARA DOS (nick y tu)
chicas al fin conseguí quien recupere mis archivos perdón por la demora y comenten plis no sean fantasmas
LAS QUIERO Y ESPERO LES GUSTE :love:
LAS QUIERO Y ESPERO LES GUSTE :love:
Mariana marrufo
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