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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:16 pm

Maraton 3/10


                                      CAPITULO 24



Mientras Sheba comprobaba la recaudación y hojeaba un montón de periódicos en la oficina, _______(Tn) vendió las entradas de la segunda función. Lo hizo de una manera mecánica, sonriéndoles a los clientes automáticamente, pero, aunque habló sin parar, sólo podía pensar en el apasionado beso que había compartido con James y apenas prestó atención a lo que la gente decía. Se derretía ante el recuerdo, pero al mismo tiempo se sentía avergonzada. No debería haberse entregado a James con tal abandono cuando él no sentía ningún respeto por su matrimonio.

En cuanto dejó de sonar la música de la presentación del espectáculo, Sheba abandonó el vagón rojo sin decir ni una palabra y _______(tn) cerró la taquilla. Se encontraba contando el efectivo del cajón de la recaudación cuando apareció Heather. Llevaba puesto un maillot de lentejuelas doradas; el recargado maquillaje hacía que pareciera mayor de lo que era. Cinco aros rojos le colgaban de la muñeca como si fueran pulseras gigantescas y _______(tn) se preguntó si iría a algún lugar sin ellos.

—¿Has visto a Sheba?

—Se fue hace unos minutos.

Heather miró a ambos lados para cerciorarse de que estaban solas.

—¿Me das un cigarrillo?

—Me fumé el último esta mañana. Es un vicio horrible y además caro. Te arrepentirás de engancharte a él, Heather.

—Aún no lo he hecho. Fumo sólo por distraerme. —Heather se paseó por la oficina, tocando el escritorio, la parte superior del archivador, hojeando el calendario de la pared.

—¿Sabe tu padre que fumas?

—¿Acaso vas a decírselo?

—No he dicho eso.

—Pues hazlo si quieres —repuso en tono agresivo. —De todos modos volverá a enviarme con la tía Terry.

—¿Vives con ella?

—Sí. Pero tiene cuatro niños y la única razón por la que está dispuesta a acogerme es el dinero que le envía papá. Además, así tiene una canguro gratis para el bebé. Mi madre no podía ni verla —su expresión se volvió amarga, —pero mi padre sólo quiere deshacerse de mí.

—No creo que sea así.

—Y tú qué sabes. A él sólo le importan mis hermanos. Sheba dice que no es culpa mía, sino que Brady no sabe cómo tratar a las mujeres con las que no se puede acostar, pero sé que lo dice para que me sienta mejor. Creo que sí fuera buena con los malabarismos, él dejaría que me quedara.

Ahora comprendía _______(tn) por qué Heather siempre llevaba los aros consigo. Estaba tratando de ganarse el afecto de su padre. ________(tn) lo sabía todo sobre cómo intentar complacer a un padre y lo lamentó por esa jovencita con cara de duende y boca sucia.

—¿Has hablado con él? Quizá si supiera cómo te sientes no te haría volver con tus tíos.

Ella puso su cara de chica dura.

—Como si fuera a importarle. Y mira quién va a darme consejos. Todo el mundo habla de ti. Dicen que James se casó contigo porque estás embarazada.

—Eso no es cierto. —repuso _______(tn), pero antes de que pudiera añadir nada más, sonó el teléfono y se volvió para contestar. —Circo de los Hermanos Quest...

—Con James Markov, por favor —dijo una voz masculina.

—Lo siento, en este momento no está aquí.

—¿Podría decirle que lo llamó Jacob Salomón? Ya tiene mi número. Y dígale también que el doctor Theobald está intentando ponerse en contacto con él.

—Le daré el recado. —Colgó y se preguntó quiénes serían esas personas mientras anotaba el mensaje para James. Había demasiadas cosas sobre él que no sabía y tío parecía que se las fuera a contar.

Heather se había ido mientras hablaba por teléfono. Con un suspiro, cerró con llave el cajón de la recaudación, apagó las luces y salió de la caravana.

Los trabajadores ya habían desmantelado la casa de fieras y ________(tn) pensó en el tigre. Se encaminó hacia el lugar donde estaba situada la jaula, dejándose llevar hacia allí como si no tuviera ningún control sobre su destino.

La jaula estaba situada sobre una pequeña plataforma a un metro de altura. La luz de los reflectores iluminaba el interior. A _______(tn) le latía con fuerza el corazón mientras se acercaba lentamente. Sinjun se levantó y se giró hacia ella.

La joven se quedó paralizada ante el impacto de esos ojos dorados. La mirada del tigre era hipnótica, directa, sin parpadeos. Sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda y cómo se ahogaba en los ojos dorados del animal.

«El destino.»

La palabra atravesó la mente de _______(tn) como si no fuera ella quien la hubiera puesto allí, sino el tigre. «El destino.»

No fue consciente de lo mucho que se había acercado a la jaula hasta que percibió el olor almizcleño del animal, un aroma que debería de haber sido desagradable pero que, sin embargo, no lo era. Se detuvo a menos de un metro de los barrotes y se quedó inmóvil. Los segundos dieron paso a los minutos y _______(tn) perdió la noción del tiempo.

«El destino.» La palabra volvió a resonar en la mente de la joven.

El tigre era un macho enorme, tenía las patas gigantescas y una marca blanca en la parte inferior del cuello. _______(tn) comenzó a temblar cuando el aplastó las orejas dejando a la vista las ovaladas marcas blancas de estas; de alguna manera ella supo que aquel era un gesto de amistad. El tigre desplegó los bigotes y le ensenó los dientes. El sudor se deslizó entre los pechos de _______(tn) cuando el animal emitió un rugido; el sonido diabólico de una película de terror.

No pudo apartar la vista del tigre, aunque supo que era eso lo que él quería. El animal le lanzaba una mirada de desafío: ella debía apartar la vista primero. Y _______(tn) quería hacerlo —no era su intención desafiar al tigre, —pero se había quedado paralizada.

Los barrotes parecieron desvanecerse entre ellos y ella sintió como si no tuviera ninguna protección ante él. El tigre podía abrirle la garganta de un zarpazo, pero aun así, _______(tn) no podía moverse. Miró directamente a los ojos del animal y sintió como si éste le leyera el alma. Pasó el tiempo. Los minutos. Las horas. Los años. Con ojos que no parecían suyos, _______(tn) vio sus propias debilidades y defectos; los miedos que la mantenían prisionera. Se vio en su privilegiada vida, doblegándose ante voluntades más fuertes que la suya, asustada de enfrentarse a cualquiera, intentando complacer a todo el mundo menos a sí misma. Los ojos del tigre le revelaron todo lo que quería mantener oculto.

Y luego parpadeó.

El tigre.

No ella.

_______(tn) observó con asombro cómo desaparecían las marcas blancas de las orejas. El animal estiró su enorme cuerpo y se dejó caer sobre el suelo de la jaula, desde donde la miró con gravedad y le dio su veredicto:

«Eres débil y cobarde.»

________(tn) comprendió la verdad que le dictaban los ojos del tigre, y la sensación de victoria por haber sido capaz de sostenerte la mirada se evaporó dejándole las piernas débiles y flojas. La joven se hundió en la hierba, donde se sentó en silencio y se abrazó las rodillas, observando al animal sin miedo, aunque con cierto recelo.

Oyó la música que anunciaba el fin del espectáculo, las voces de los trabajadores que iban de un lado para otro del recinto y los sonidos habituales mientras recogían los puestos. Casi no había dormido la noche anterior y se fue adormeciendo poco a poco. Se le cayeron los párpados, pero no llegó a cerrarlos por completo. Apoyó la mejilla en las rodillas y continuó observando al tigre con los ojos entrecerrados mientras él le sostenía la mirada.

Estaban solos en el mundo; dos almas perdidas. ________(tn) percibió cada latido. El aire le llenaba los pulmones y el miedo se evaporó lentamente. Experimentó un profundo sentimiento de paz. El alma de la joven se unió a la del animal y se convirtieron en uno solo; en ese momento podría haber sido la comida y el sustento del animal, porque no existía ninguna barrera entre ellos.
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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:17 pm

Maraton 4/10


                                       Capitulo 25


Y entonces, más rápidamente de lo que hubiera podido imaginar, la paz se rompió y se sintió golpeada por una explosión de dolor que la hizo gemir. En el fondo de su mente supo que ese dolor provenía del tigre, no de ella, pero eso no hizo que le doliera menos.

«Santo Dios.»

Se agarró el estómago y se dobló sobre sí misma. ¿Qué le estaba ocurriendo? «¡Dios mío, haz que se detenga!» No podía soportarlo.

Cayó de bruces en el suelo y en ese momento supo que iba a morir.

Tan bruscamente como había empezado, el dolor desapareció. Respiró hondo y se puso de rodillas temblando.

Los ojos del tigre ardieron de furia contenida. «Ahora sabes cómo se siente un cautivo.»

James estaba furioso. Miró a Sheba Quest y, después, el látigo que él tenía enroscado en el puño. La noche del sábado era el día de cobro de los empleados y algunos ya estaban borrachos, así que llevaba el látigo como medida disuasoria. Sin embargo, no eran los trabajadores los que le molestaban.

—¡A mí no me roba nadie! —declaró Sheba, —y _______(tn) no va a librarse de ésta porque sea tu esposa. —El tono bajo y firme acentuaba la rabia contenida de la dueña del circo. El pelo rojo lanzaba destellos de fuego sobre su espalda y le chispeaban los ojos.

La promesa que James le había hecho a Owen en el lecho de muerte hacía que tuviera constantes enfrentamientos con su viuda. Sheba Quest era su patrona y estaba resuelta a presionarlo tanto como le fuera posible. Pero él estaba decidido a respetar los deseos de Owen. Era un compromiso que no satisfacía a ninguno de los dos y era inevitable que entre ellos surgiera una guerra abierta.

—No tienes ninguna prueba de que ________(tn) cogiera el dinero.

Mientras lo decía, James sintió furioso consigo mismo por intentar defenderla. No había más sospechosos. No le sorprendería que su esposa hubiera cogido dinero —ella habría pensado que se lo merecía, —pero no había esperado que robara en el circo. Eso sólo demostraba que su libido había nublado su buen juicio.

—Es cierto —espetó ella. —Comprobé la recaudación después de que se fuera. Acéptalo, James, tu mujer es una ladrona.

—No quiero que la acuses antes de que hable con ella —dijo él con terquedad.

—El dinero ha desaparecido, ¿no es cierto? Y ______(tn) estaba a cargo de él. Si ella no lo ha robado, ¿por qué se ha esfumado?

—La buscaré y le preguntaré.

—Quiero que la detengan, James. Me robó, y en cuanto la encuentres llamaré a la policía.

Él se detuvo al instante.

—Nunca llamamos a la policía. Lo sabes tan bien como cualquiera. Si es culpable yo me encargaré de ella igual que me encargaría de cualquier otra persona que hubiera infringido la ley del circo.

—La última persona de la que te encargaste fue aquel conductor que vendía drogas a los trabajadores. Lo dejaste hecho una piltrafa cuando acabaste con él. ¿Piensas hacer lo mismo con _____(tn)?

—¡Ya está bien!

—Eres un gilipollas, ¿sabes? No vas a poder proteger a tu estúpida mujercita. Quiero recuperar hasta el último centavo y luego quiero que la castigues. Y si no lo haces a mi entera satisfacción, me aseguraré de que todo el peso de la ley caiga sobre ella.

—Te he dicho que me encargaré de ella.

—Ya veo cómo lo haces.

Sheba era la mujer más dura que conocía. La miró directamente a los ojos.

—_______(tn) no tiene nada que ver con lo que pasó entre nosotros. No la utilices para vengarte de mí.

James vio en los ojos de Sheba un destello de vulnerabilidad que rara vez exhibía, pero desapareció con la misma rapidez que apareció.

—Odio desinflar ese precioso ego tuyo, pero veo que aún no te has dado cuenta de que ya no me interesas en absoluto.

Se marchó airada y, mientras la observaba alejarse, James supo que mentía.

Los dos compartían una historia larga y complicada que se remontaba al verano en que él tenía dieciséis años y pasaba las vacaciones viajando con el circo de los Hermanos Quest, y escuchando el punto de vista de Owen sobre los hombres y las mujeres. Los trapecistas Cardoza también estaban en la gira de aquel verano y James se enamoró perdidamente de la reina de la pista central, que por aquel entonces tenía veintiún años.

Se pasaba las noches soñando con su elegancia, su belleza, sus pechos. Las chicas que había conocido hasta ese momento le parecían niñas comparadas con la deliciosa e inalcanzable Sheba Cardoza. Además de desearla, sentía cierta afinidad con ella porque ambos buscaban la perfección en su trabajo. Percibía en Sheba una voluntad similar a la suya.

Pero Sheba también poseía una vena egocéntrica que su padre había alimentado y que James nunca había tenido. Sam Cardoza le había hecho creer a Sheba que era mejor que los demás. Sin embargo, la trapecista también tenía un lado más suave y maternal y, aunque en aquel tiempo era muy joven, se comportaba como una gallina clueca con los demás miembros de la compañía, les regañaba cuando se portaban mal, llenaba sus estómagos con espaguetis y les aconsejaba en amores.

Incluso a los veintiún años le gustaba jugar a ser la gran matriarca y al poco tiempo también había incluido a James en el clan, apiadándose del huérfano de dieciséis años que la observaba con aquellos ojos tan ardientes. Se había encargado de que James tomara comidas sanas y le decía a Owen que lo mantuviera alejado de los trabajadores más pendencieros, ignorando el hecho de que James llevaba demasiados años de circo en circo para que nadie lo protegiera.

Pero no era eso lo que James quería de Sheba, que había acabado liándose con un trapecista mexicano que se llamaba Carlos Garcia. Al igual que Sheba, Carlos pertenecía a la última generación de una vieja familia del circo y había sido contratado por el padre de Sheba para que fuera el receptor de ésta en el trapecio.

Pero Sam Cardoza tenía algo mas en mente. Aunque la ascendencia circense de Carlos no era tan impresionante como la de ellos, a ojos de Sam era lo suficientemente aceptable para convertirse en el progenitor de la siguiente generación de trapecistas Cardoza, y Sheba había complacido a su padre enamorándose de Carlos.

Los celos habían carcomido a James. Su linaje circense era más impresionante que el de Garcia, pero Sheba sólo veía a un adolescente flaco y huesudo que sabía de caballos y tenía talento con los látigos. Ella le había contado sus planes para casarse con el elegante mexicano que Sam había contratado. Y que le permitiría poner a sus hijos el apellido Cardoza.

El verano llegó al final y James estaba a punto de regresar al colegio. Los Cardoza habían sido fichados por los Hermanos Ringling para hacer la gira de la temporada siguiente. Carlos se pavoneaba como un gallo arrogante, aunque por otro lado carecía de materia gris, y el día que James se marchaba, Sheba entró inesperadamente en la caravana de Carlos y se lo encontró desnudando a una de las equilibristas.

James jamás olvidaría esa noche. Cuando terminó la función se encontró a Sheba esperándolo. No había llorado y parecía muy calmada.

—Ven conmigo.

A él ni se le ocurrió desobedecerla. Sheba lo llevó al borde del recinto, donde se introdujeron en un pequeño espacio oscuro entre dos caravanas. El corazón de James comenzó a latir con fuerza ante los sombríos y clandestinos propósitos de Sheba mientras se perdía en el olor almizcleño de su perfume.

La trapecista lo había mirado profundamente a los ojos. Sin decir ni una sola palabra se abrió la blusa y la dejó caer por los brazos. Aquellos pechos plenos, de redondos pezones oscuros brillaron como nieve bajo la luz de la luna que se colaba entre las caravanas. Sheba le cogió las manos y las puso sobre sus pechos.

Él se había imaginado algo como eso cientos de veces, pero las fantasías no le habían preparado para tocar realmente aquellos pechos y sentir esos redondos pezones bajo los dedos.

—Bésalos —dijo ella.

Los dedos de Sheba bajaron a la cremallera de James. Éste aspiró profundamente sobre la húmeda piel de sus senos. Cuando ella lo tomó entre sus manos, James sintió que perdía el control y explotó con un ronco gemido.
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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:18 pm

Maraton 5/10

                                                      Capitulo 26


Él se había estremecido de satisfacción y humillación. Sheba había presionado entonces sus labios contra los de él, ofreciéndole un beso largo y profundo. Luego se apartó y, aún con los pechos desnudos y húmedos por la lengua de James, se giró entre las caravanas.

Fue entonces cuando él se dio cuenta de que Carlos había estado allí todo el tiempo, observándolos.

El destello duro y triunfante en los ojos de Sheba le dijo a James que ella lo había sabido en todo momento y la sensación provocada por aquella traición fue tan devastadora que no pudo respirar. Él no le importaba. Sólo lo había utilizado para vengarse.

Mientras observaba a su antiguo amante, Sheba pareció olvidarse de que James existía.

He contratado a un nuevo receptor —dijo ella con frialdad.

—Estás despedido.

—No puedes despedirme —estalló Carlos. —Soy un Garcia.

—No eres nada. Incluso este chico es más hombre que tú.

Sheba volvió a darse la vuelta y selló los labios de James con un beso. A pesar de su lujuria, a pesar de la neblina de la traición, él sintió una chispa de fría admiración que lo asustó más de lo que lo había hecho nunca el látigo de su tío. Comprendía aquella cruel demostración de amor propio. Como Sheba, él jamás dejaría que alguien o algo amenazara lo que era, sin importar el precio que tuviera que pagar. A pesar de odiarla por haberlo utilizado como un peón, no pudo dejar de respetarla por ello.

Sheba pasó los siguientes dieciséis años como artista destacada en los grandes circos del mundo y no hizo otra gira con el circo de los Hermanos Quest hasta que su carrera comenzó a declinar. Para entonces, su padre ya había muerto y Sheba, soltera y sin hijos, se había convertido en la última Cardoza.

Owen le dio la bienvenida al circo de los Hermanos Quest y montó el espectáculo en torno a ella. Además, en sus infrecuentes conversaciones telefónicas con James, le reveló lo suficiente como para que éste dedujera que Owen estaba colado por ella.

James y Sheba se habían reencontrado hacía dos veranos y, de inmediato, se hizo evidente que había habido un cambio en el equilibrio de poderes entre ellos. A los treinta y dos años él estaba en la plenitud de su virilidad y no le quedaba nada por probar, mientras que los mejores años de Sheba como artista ya habían pasado. James conocía su propia valía y hacía mucho tiempo que había quedado atrás la baja autoestima que sentía en la adolescencia. Ella era hermosa, inquieta y, por razones que él no comprendió de inmediato, estaba soltera y sin hijos.

El fuego de la pasión crepitó con fuerza entre ellos, pero esta vez era ella la que lo buscaba a él. James no quería hacer daño a Owen y, al principio, ignoró las insinuaciones sexuales de Sheba. Sin embargo, pronto se hizo evidente que el dueño del circo estaba resignado a que los dos se liaran y, con su peculiar idiosincrasia, se sintió ofendido cuando James continuó desairando a la mujer que él valoraba por encima de todas las cosas.

Finalmente, James la dejó entrar en su cama. Ella era ágil y suave, carnal y apasionada, y él jamás había disfrutado tanto. Le gustaba que ella fuera dura y, también, no poder hacerle daño. Porque aunque la apreciaba, no la amaba.

—¿Por qué no te has casado? —le preguntó James una noche sentado a la mesa en la lujosa caravana de Sheba, donde ella se disponía a servirle la comida por segunda vez en el día. Los dos llevaban puestas las batas, la de ella tenía un exótico estampado que hacía que los brillos rojizos de su pelo parecieran todavía más intensos. —Siempre he pensado que querías tener hijos. Tu padre no esperaba otra cosa.

Ella le puso un plato de lasaña delante y se volvió a la cocina para coger el suyo. Pero no volvió a la mesa. Se quedó inmóvil mirando fijamente la comida que había preparado.

—Supongo que ambicioné demasiado. Ya sabes que hay cosas que no se pueden tener. Los mejores trapecistas nacemos con una habilidad especial y el hombre con el que me case tiene que provenir de una buena familia. No me casaré con cualquiera, y mucho menos sin amor. Amor y linaje. Es una buena combinación. —Llevó el plato a la mesa. —Mi padre solía decir que era mejor que los Cardoza se extinguieran antes que tener nietos sin sangre circense. —Se sentó y cogió el tenedor. —Bueno, hice mía esa máxima. Es preferible que los Cardoza se extingan a casarme con un perdedor hijo de puta al que no pueda respetar.

—Bien por ti.

Ella tomó un bocado de comida y volvió a dejar el tenedor en el plato. Después observó detenidamente a James, con un brillo provocador en los ojos.

—Los Markov son todavía más importantes que los Cardoza. Sam me dijo hace años que no debería haberte dejado escapar. Me reí de él porque por aquel entonces tú eras sólo un niño, pero ahora los cinco años que te llevo no significan nada. Somos los últimos de dos grandes dinastías circenses.

Divertido, él negó con la cabeza.

—Yo no tengo ninguna intención de perpetuar la dinastía Markov. Lo siento, cariño, pero tendrás que buscar esperma circense en otro lado.

Ella se rio, pinchó un rollito de lasaña y se lo llevó a la boca.

—Menos mal que no te quiero. Si lo hiciera estarías perdido.

Su ardiente relación siguió adelante, tan lujuriosa y apacible que él no prestó atención a la manera, cada vez más posesiva, con la que ella lo trataba o cómo, poco a poco, comenzó a considerarlo su igual.

—Somos almas gemelas —le dijo ella una noche, con la voz ronca por la emoción, —si fueras mujer, serías yo.

Sheba tenía razón, pero algo en el interior de James se rebeló ante la comparación. Admiraba a Sheba, pero había algo en ella que le repelía. Puede que porque se veía reflejado a sí mismo. Para impedir que dijera nada más, se acomodó entre las piernas femeninas y entró en ella con un duro envite.

A pesar de los sutiles cambios en el comportamiento de Sheba, él no estaba preparado para lo que sucedió una tarde de aquel verano en el recinto a las afueras de Waycross, Georgia. Ese día ella le dijo que le amaba. Y cuando lo hizo, él se dio cuenta de que hablaba totalmente en serio.

—Lo siento —dijo él tan suavemente como pudo cuando ella terminó su declaración, —pero eso no va conmigo.

—Por supuesto que sí. Es el destino.

Sheba se negó a escuchar cuando James le dijo que él nunca podría amar a nadie —que había perdido la capacidad de amar cuando era un niño maltratado— y el brillo en los ojos de la joven le dijo que para ella el rechazo no era más que un juego. Se empeñó en hacerle cambiar de opinión con la misma determinación que empleó antaño para conseguir el triple salto y, sólo cuando él estaba haciendo la maleta para marcharse después de su última actuación en el circo, comprendió que él no bromeaba. James jamás la había engañado. No la amaba. Y no iba a casarse con ella.

Cuando por fin asimiló aquel tajante rechazo, todo lo que Sheba creía sobre sí misma se hizo trizas y se volvió loca. Fue en ese momento cuando hizo lo inconcebible, lo que nunca le perdonaría. Fue cuando le rogó que no la dejara.

James era, sin duda, la única persona en el mundo que podía comprender la enormidad de lo que ella estaba destruyendo cuando lloró de rodillas ante él. Había doblegado su orgullo, lo que hacía que fuera quien era.

—Sheba, basta. Tienes que parar. —Intentó levantarla, pero ella se aferró a él y gritó con una desesperación tan desgarradora que él se llevaría ese sonido consigo a la tumba. En ese momento James pudo ver cómo el amor que Sheba sentía por él se convertía en odio. Owen Quest, alertado por el ruido, había irrumpido, de repente, en la caravana y se había dado cuenta de lo que pasaba.

Luego había mirado a James y le había señalado la puerta con la cabeza.

—Vete, yo me encargaré de todo.

Una semana después, Sheba se casó con Owen; un hombre que casi le doblaba la edad y que no le dio hijos, y James era el único que sabía por qué. Su rechazo la había herido en lo más profundo de su ser y sólo podía resurgir de sus cenizas uniéndose a alguien poderoso que la pusiera en un pedestal. Desde que su padre había muerto, ella había recurrido a Owen.
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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:21 pm

Maraton 6/10


                                     Capitulo 27


—¡James! —La voz asustada de Heather interrumpió sus perturbadores recuerdos. —¡He visto a _______(tn)! Está delante de la jaula de Sinjun.

Sheba oyó lo que Heather decía y alejándose de Jack Daily se dirigió a James:

—Yo me ocuparé de esto.

—No, lo haré yo. Es mi trabajo. 

Mientras sus ojos se enfrentaban en una firme batalla de voluntades, él maldijo para sus adentros a Owen Quest por hacerlos pasar por eso. Sólo tras la muerte de Owen se había dado cuenta de cómo éste lo había manipulado con su habitual astucia. Había pensado que obligándolos a estar juntos, James y Sheba resolverían sus diferencias, se casarían y conservarían el circo de los Hermanos Quest. Owen nunca había conocido realmente la naturaleza de ellos dos. Y, por supuesto, Owen no había contado con que una raterilla llamada _______(tn) Devreaux echara a perder sus planes.

Heather caminó al lado de James , frunciendo el ceño con ansiedad.

—No ha sido mucho dinero. Sólo doscientos dólares.

Él deslizó el brazo alrededor de los hombros de la joven y le dio un apretón.

—Quiero que te mantengas apartada de esto, Heather. ¿Me has comprendido?

Ella levantó la vista y lo miró con preocupación.

—No vas a darle latigazos, ¿verdad, James? Es lo que dijo mi hermano. Dijo que le ibas a dar latigazos.

Las voces espabilaron a ________(tn). Levantó la cabeza de las rodillas y se dio cuenta de que se había quedado dormida sentada en el suelo delante de la jaula de Sinjun. Mientras se desperezaba, recordó el dolor que había experimentado y la extraña sensación de afinidad con el tigre. Qué extraño. Debía haberlo soñado, aunque todo aquello le había parecido muy real.

Miró a la jaula. Sinjun había levantado la cabeza, había bajado las orejas y tenía las marcas blancas a la vista. Siguió la dirección de su mirada y vio que James se acercaba a ella, con Sheba y Heather a la zaga. Se puso de pie lentamente.

—¿Dónde está? —exigió Sheba.

—Yo me encargaré de esto —dijo James.

_______(tn) sintió un atisbo de temor al ver la expresión fría y resuelta en la cara de su marido. Sinjun comenzó a pasearse intranquilo por la jaula.

—¿Encargarte de qué? ¿Qué ha pasado?

Sheba la miró con desprecio.

—No te molestes en hacerte la inocente. Sabemos que tú robaste el dinero, así que devuélvelo. ¿O ya lo has escondido en alguna parte?

Sinjun gruñó por lo bajo.

—No he escondido nada. ¿De qué estás hablando?

James se pasó el látigo enroscado de una mano a otra.

—Faltan doscientos dólares del cajón de la recaudación, _______(tn).

—Eso es imposible.

—Es cierto.

—Yo no los he cogido.

—Eso está por verse.

_______(tn) no podía creer lo que estaba ocurriendo.

—No soy la única que estuve allí. Tal vez Pete vio algo. Fue quien me sustituyó cuando fui a probarme los maillots.

Sheba se acercó más.

—Te estás olvidando de que conté el dinero justo después de que volvieras a tu puesto. Estaba todo. Los doscientos dólares desaparecieron después de marcharme.

—Eso es imposible. Estuve allí todo el tiempo. No pudo haber desaparecido.

—Voy a registrarla, James. Quizás aún lo lleve encima.

—Ni se te ocurra tocarla—dijo James sin levantar la voz, pero la orden implícita en su respuesta era inconfundible.

—¿Pero qué pasa contigo? —exclamó Sheba. —¿Desde cuándo piensas con la *****?

—Ni una palabra más. —Él se volvió hacia Heather, que había estado observando el intercambio de voluntades.

—Vete, cariño. Todo se habrá aclarado por la mañana.

Heather se fue a regañadientes, pero ________(tn) vio que se acercaban otras personas: Neeco Martin, el domador de elefantes, con Jack Daily, y Brady, al que acompañaba una de las animadoras. James también notó que estaban atrayendo a una multitud y se volvió hacia _______(tn).

—Si me das el dinero ahora evitaremos montar una escena.

—¡Yo no lo tengo!

—Entonces tendré que buscarlo, y comenzaré por registrarte.

—¡No!

La agarró del brazo y Sinjun emitió un rugido ensordecedor cuando James comenzó a arrastrarla hacia la caravana. Sheba se puso de inmediato a la izquierda de James, dejando claro que no pensaba dejarlos solos. Por el rabillo del ojo,________(tn) vio las expresiones severas y serias de todos los que se habían reunido alrededor de la tarta de bodas la noche anterior. Jill estaba allí, pero ahora se negaba a mirar a ________(tn) a los ojos. Madeline se dio la vuelta y Brady Pepper la fulminó con la mirada.

Cuando James le apretó el brazo,________(tn) sintió que una sensación de traición se extendía hasta lo más profundo de su alma.

—No sigas con esto. Sabes que jamás robaría nada.

—Pues no, en realidad no lo sé. —Habían llegado a la caravana y James se adelantó para abrir la puerta con la misma mano que sujetaba el látigo. —Entra.

—¿Cómo puedes hacerme esto?

—Es mi trabajo. —Con un empujón la hizo subir el último escalón. Sheba los siguió a la caravana. —Si eres inocente, no tienes nada que temer, ¿verdad?

—¡Soy inocente!

Él dejó el látigo en una silla.

-Entonces no te importará que te registre. —________(tn) desplazó la mirada del uno a otro y la fría intención que vio en los ojos de ambos hizo que se sintiera enferma. A pesar de que no se soportaban, los dos se habían aliado ahora en su contra.

James se acercó y _______(tn) se echó hacia atrás y chocó contra el mostrador de la cocina, el mismo lugar donde sólo unas horas antes le había dado aquel apasionado beso.

—No puedo dejar que me hagas esto —dijo ella con desesperación. —Hicimos unos votos, James. No les des la espalda. —Ella sabía que eso la hacía parecer más culpable ante aquellos ojos acusadores, pero el matrimonio se basaba en la confianza y si él destruía eso, no tendrían ni la más mínima oportunidad.

—Esto no tiene nada que ver con eso.

Ella se deslizó junto al mostrador.

—No puedo dejar que me toques. ¡Por el amor de Dios, créeme! ¡No robé el dinero! ¡Nunca he robado nada en mi vida!

—Cállate, ________(tn). Sólo estás empeorando las cosas.

Se dio cuenta de que él no iba a ceder. Con el único propósito de asustarla, la atrapó contra la despensa. Ella lo miró horrorizada.

—No lo hagas —susurró. —Por favor. Te lo ruego.

Por un momento él se quedó inmóvil. Luego le cacheó los costados. Mientras Sheba los observaba, le pasó las manos por las caderas, por la cintura, luego las movió hacia el estómago, la espalda, los pechos que él había tomado en sus manos tan sólo unas horas antes...________(tn) cerró los ojos cuando él le deslizó la mano entre sus piernas.

—Deberías haberme creído —susurró cuando él terminó. James dio un paso atrás con los ojos llenos de preocupación.

—Si no lo tienes, ¿por qué te has enfrentado a mí?

—Porque quería que confiaras en mí. No soy una ladrona.

Se miraron a los ojos. Parecía como si él estuviera a punto de decir algo cuando Sheba dio un paso adelante.

—Tuvo tiempo de sobra para deshacerse del dinero. ¿Por qué no registras la caravana? Yo registraré la camioneta.

James asintió con la cabeza y Sheba salió. A _______(tn) comenzaron a castañetearle los dientes a pesar de que la noche era cálida. Decía mucho de la relación entre James y Sheba que, al menos en ese tipo de asuntos, parecieran confiar el uno en el otro. Pero nadie confiaba en ella.

_______(tn) se dejó caer en el sofá y se rodeó las rodillas con las manos para dejar de temblar. No miró cómo James revisaba los armarios ni cómo registraba sus pertenencias. La joven se sintió embargada por una sensación de impotencia. Ya no podía recordar cómo era tener la vida bajo control. Tal vez es que nunca la había tenido. Primero había dependido de su madre, luego de su padre. Y ahora era ese marido peligroso el que había asumido el control de su vida.

Los ruidos de la búsqueda fueron reemplazados por un pesado silencio, pero _______(tn) no levantó la mirada del dibujo de la gastada alfombra.

—Has encontrado el dinero, ¿verdad?
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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:23 pm

Maraton 7/10ç




                                                Capitulo 28


—En el fondo de tu maleta, donde tú lo escondiste.

_______(tn) alzó la vista y vio la maleta abierta a sus pies. Tenía un montón de dinero en la mano.

—No sé quién lo habrá puesto ahí, pero no he sido yo.

Él se metió la mano en el bolsillo.

—Al menos ten las agallas suficientes para decir la verdad y acepta las consecuencias.

—No robé el dinero. Alguien me ha tendido una trampa. —Era evidente para ________(tn) que Sheba estaba detrás de todo eso. James tenía que verlo también. —¡No lo he hecho! Tienes que creerme.

Las súplicas murieron en los labios de _______(tn) cuando observó el rígido gesto de su marido y supo que nada lo haría cambiar de opinión. Con una horrible sensación de resignación, le dijo:

—No voy a seguir defendiéndome. He dicho la verdad y no voy a decir nada más. —Él se acercó a la silla de enfrente y se sentó. Parecía cansado, pero nada comparable a cómo se sentía ella. —¿Vas a llamar a la policía?

—Nosotros resolvemos nuestros problemas.

—Es decir, eres juez y parte. —Es mejor así. Se suponía que el circo era un lugar mágico, pero todo lo que ella había encontrado era ira y sospecha. Clavó los ojos en James, intentando ver a través de la impenetrable fachada que presentaba. —¿Qué ocurre si te equivocas?

—No lo hago. No puedo permitírmelo.

________(tn) notó la fría certeza en la voz de su marido. Tal arrogancia era una invitación al desastre. Se le puso un nudo en la garganta. Ella le había dicho que no volvería a defenderse, pero aun así se sintió inundada por un tumulto de emociones. Tragando saliva, se quedó mirando las feas y finas cortinas que cubrían las ventanas detrás de James.

—Yo no robé los doscientos dólares, James.

Él se levantó y se acercó a la puerta.

—Nos enfrentaremos mañana a las consecuencias. No intentes salir de la caravana. Si lo haces, no dudes que te encontraré.

Ella oyó aquella voz helada y se preguntó qué clase de castigo le impondría. Sería duro, de eso no tenía la menor duda. James abrió la puerta y salió a la noche. Ella oyó el rugido de un tigre y se estremeció. Cuando Sheba miró los doscientos dólares que James le daba, supo que tenía que escapar de allí y, un momento después, aceleraba por la carretera en su Cadillac sin importarle adónde iba; necesitaba celebrar la humillación de James en privado. A pesar de todo su orgullo y arrogancia, James Markov se había casado con una ladrona.

Sólo unas horas antes, cuando Jill Dempsey le había dicho que James se había casado, Sheba se había querido morir. Había podido tolerar el horrible recuerdo del día en que perdió el orgullo, cuando se rebajó delante de él, porque había sabido que James nunca se casaría con otra. ¿Cómo iba a encontrar a una mujer que le comprendiera como lo hacía ella, su alma gemela? Si no podía casarse con Sheba, mucho menos podría hacerlo con otra, y gracias a ese pensamiento su orgullo había sobrevivido.

Pero hoy todo se había acabado. Aún no podía creer que él le hubiera negado ese último placer. Se recordaba a sí misma llorando y abrazándose a él, rogándole que la amara, con la misma claridad que si acabara de ocurrir.

Y ahora, con más rapidez de la que podía haber imaginado, él estaba siendo castigado y ella podría dormir tranquila. No podía imaginar un golpe más amargo para el orgulloso James. Al menos su humillación había sido privada, pero la de él había sido en público. Sheba encendió la radio y el coche se inundó con el sonido del rock duro. Pobre James. En realidad lo compadecía. Se había negado a casarse con la reina de la pista y había terminado con una ladrona. Mientras Sheba Quest volaba por la carretera bajo la luz de la luna de Carolina del Norte, Heather estaba acurrucada en el asiento trasero del Airstream de su padre con los delgados brazos cruzados sobre el pecho y las mejillas húmedas por las lágrimas.

¿Por qué había hecho algo tan feo? Si su madre estuviera viva, podría habérselo contado todo, podía haberle explicado que ni siquiera lo había planeado, pero el cajón de la recaudación estaba abierto y odiaba a ________(tn); así que, simplemente, había cogido el dinero. Su madre la habría ayudado a arreglarlo todo.

Pero ella había muerto. Y Heather sabía que si su padre se enteraba algún día de lo que había hecho, la odiaría para siempre.
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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:25 pm

Maraton 8/10


                                            Capitulo 29



—Aquí tienes la pala —dijo el hombre que se ocupaba de los elefantes. —Ahí está la carretilla. Y ahí el camión con el estiércol.

Digger, que era quien se encargaba de los animales de Neeco Martin, el domador, le dio una pala y se alejó cojeando. Era un hombre mayor que padecía artritis; tenía el rostro arrugado y los labios hundidos por la falta de dientes. Digger era ahora el jefe de ________(tn).

________(tn) miró la pala. Ése era su castigo. Se había imaginado que James la mantendría confinada en la caravana, que utilizaría aquel lugar como una celda ambulante, pero debería haber sabido que él no se conformaría con algo tan sencillo.

La noche anterior ________(tn) había llorado en el sofá hasta quedarse dormida. No tenía ni idea de si James había dormido en la caravana ni de si había regresado. Por lo que ella sabía, hasta podía haber pasado la noche en compañía de una de las showgirls. La invadió la tristeza. James apenas le había hablado esa mañana salvo para decirle que tendría que trabajar para Digger y que no debía abandonar el recinto sin su permiso.

Desvió la mirada desde la pala que sostenía en la mano al interior del camión. Los elefantes ya habían bajado del remolque a través de unas anchas puertas correderas situadas en el centro de éste, justo encima de la rampa. A ________(tn) se le puso un nudo en el estómago y una oleada de intranquilidad hizo que le subiera la bilis a la garganta. Había mucho estiércol. Muchísimo. En algunas partes la paja estaba casi limpia. En otras había sido aplastada por las gigantescas patas de los paquidermos.

Y aquel olor...

_______(tn) volvió la cabeza y aspiró aire fresco. Su marido creía que era una ladrona y una mentirosa y, como castigo, la obligaba a trabajar con los elefantes a pesar de que ella le había dicho que los animales le daban miedo. Volvió a mirar hacia dentro del camión.

Adiós a su modelito de Mary McFadden.

_________(tn) se sintió derrotada y, justo en ese momento, supo que había fallado. No podría hacerlo. Otras personas parecían tener una fortaleza a la que recurrir en tiempos de crisis, pero _______(tn) no. Era débil y no hacía nada a derechas. Todo lo que su padre y James habían dicho de ella era verdad. Sólo servía para charlar en las fiestas y eso no le valía de nada en este mundo. Con el sol cayendo a plomo sobre su cabeza, rebuscó en su interior, pero no encontró ni un ápice de coraje. Se dio por vencida. Tiró la pala sobre la rampa.

—¿Ya te has dado por vencida?

________(tn) bajó la mirada. James estaba al pie de la rampa. Ella asintió lentamente con la cabeza. Él le sostuvo la mirada con las manos apoyadas en las caderas cubiertas por unos vaqueros descoloridos.

—Los hombres han hecho apuestas sobre si harías o no el trabajo.

—¿Y qué has apostado tú? —La voz de _______(tn) apenas era un susurro y a él le sonó como un graznido.

—No estás preparada para recoger mierda, cara de ángel. Cualquiera puede verlo. Pero, y sólo para que conste en acta, no he apostado nada.

No era por lealtad hacia ella, de eso estaba segura, lo habría hecho para mantener su reputación como jefe. Lo miró con una distante curiosidad.

—Has sabido todo el tiempo que no podría hacerlo, ¿verdad?

—Sí, lo sabía —dijo James, asintiendo lentamente con la cabeza.

—Entonces, ¿por qué me has hecho pasar por esto?

—Eras tú la que tenía que entender que no podías soportarlo. Pero has tardado demasiado tiempo en darle cuenta, _______(tn). Intenté decirle a Max que no ibas a sobrevivir aquí más que una bola de nieve en el infierno, pero no quiso escucharme. —La voz de James se volvió casi suave y, por alguna razón desconocida, a ella le molestó más aquello que el anterior desprecio de su marido. —Vuelve a la caravana, ________(tn), y cámbiate de ropa. Te pagaré un billete de avión.

«¿Adonde iré?», se preguntó. No tenía ningún lugar al que ir. Oyó el rugido de Sinjun y miró hacia su jaula, pero el camión del agua le bloqueaba la vista.

—Te daré dinero para que puedas mantenerte hasta que encuentres trabajo.

—Eso es lo que te pedí en la limusina y no aceptaste. ¿Por qué lo haces ahora?

—Le prometí a tu padre que te daría una oportunidad. He mantenido mi palabra.

Dicho lo cual, él se dio la vuelta para dirigirse a la caravana, seguro de que ella lo seguiría. Esa arrogante seguridad atravesó el dolor de ________(tn) y lo transformó en un ramalazo de ira, tan extraña en su tranquila naturaleza que la joven apenas reconoció lo que era. Él estaba tan convencido de su derrota que ni siquiera dudaba del hecho de que fuera a rendirse.

«¿Iba a rendirse?»

Miró a la pala tirada sobre la rampa. Tenía abono seco pegado al mango y a la paleta, lo que atraía a un enjambre de moscas. Mientras la miraba, se dio cuenta de que esa pala, sucia, era como todas las malas decisiones que había tomado en su vida.

Con un sollozo entrecortado la recogió con rapidez y se metió dentro del remolque. Contuvo la respiración y deslizó la pala bajo el montón de paja más próximo, recogió una paletada y con brazos temblorosos la llevó hasta la carretilla. Los pulmones le ardieron por el esfuerzo. Aspiró aire fresco y casi se atragantó con aquel pestilente olor. Sin darse tiempo para pensar, fue a por el siguiente montón y luego a por el siguiente. Comenzaron a dolerle los brazos, pero no se detuvo.

Las botas de James resonaron pesadamente en la rampa.

—Para, ________(tn), y sal de ahí ya.

Ella tragó saliva intentando desatascar el nudo de su garganta.

—Vete.

—No podrás sobrevivir aquí. Tu obstinación sólo pospondrá lo inevitable.

—Es posible que tengas razón. —Perdió la batalla por contener las lágrimas y éstas se le deslizaron por las mejillas. Sorbió por la nariz, pero no dejó de trabajar.

—Lo único que estás consiguiendo con esto es convencerme de lo tonta que eres.

—No estoy intentando convencerte de nada y, francamente, ya no quiero hablar más. —Con un trémulo sollozo, levantó otro pesado montón y, sin apenas fuerzas, consiguió llevarlo hasta la carretilla.

—¿Estás llorando?

—Vete.

Él entró y se puso delante de ella.

—Sí, estás llorando.

—Perdona, pero me estás interrumpiendo —dijo _______(tn) con voz trémula.

Él trató de quitarle la pala, pero ella la apartó a un lado antes de que pudiera cogerla. Un arranque de cólera alimentado por la adrenalina le dio la fuerza suficiente para deslizar la pala bajo otro montón de paja y amenazar con arrojárselo.

—¡Vete! ¡Lo digo en serio, James! Si no me dejas en paz te lo echaré encima.

—No te atreverás.

A ________(tn) le temblaban los brazos y las lágrimas le caían desde la barbilla a la camiseta, pero sostuvo la mirada de James sin rendirse.

—No deberías desafiar a alguien que no tiene nada que perder.

James se quedó inmóvil por un momento. Luego meneó lentamente la cabeza y retrocedió.

—De acuerdo, pero sólo lo estás haciendo más difícil para ti.

La joven tardó dos horas en limpiar el remolque. Bajar la pesada carretilla por la rampa fue lo más difícil. Se le volcó la primera vez que lo intentó y tuvo que recogerlo todo de nuevo. Había seguido llorando todo el tiempo, pero no se detuvo. De vez en cuando levantaba la cabeza y veía a James, que la observaba con esos ojos dorados, pero lo ignoró. Los hombros y los brazos le dolían demasiado, pero apretó los dientes y se obligó a seguir.

Cuando terminó de limpiar con la manguera el interior del camión, la camiseta y los vaqueros que James le había comprado dos días antes estaban cubiertos por una capa de porquería que parecía formar parte de ellos. Tenía el pelo alborotado alrededor de la cara y se le habían roto las uñas. Examinó el trabajo intentando sentir orgullo por lo bien que lo había hecho, pero lo único que sintió fue un cansancio mortal.

Se apoyó en la puerta del camión. Desde aquella ventajosa posición, en lo alto de la rampa, podía ver a los elefantes encadenados cerca de la carretera para anunciar que el circo estaba allí.
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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:26 pm

Maraton 9/10




                                         CAPITULO 30



—Baje, señorita —dijo Digger. —El día no ha terminado todavía.

_______(tn) bajó por la pendiente cojeando sin apartar la vista de los elefantitos que estaban, sin atar, a unos quince metros. Digger los llamó por señas.

—Hay que llevarlos a abrevar. Use esto para empujarlos, cláveselo en los costados. —Le señaló un palo de casi dos metros con un pincho en el extremo, luego se acercó a los pequeños elefantes (que debían de pesar cerca de una tonelada cada uno). Combinando las órdenes y la voz con unos ligeros golpecitos del pincho, Digger los hizo ponerse en movimiento hacia un tanque lleno de agua. _______(tn) se mantuvo tan alejada de ellos como le fue posible, con el corazón latiéndole con fuerza por el miedo.

El hombre volvió la mirada hacia ella.

—Así es como debe hacerlo.

________(tn) se acercó poco a poco, diciéndose a sí misma que, a pesar de su tamaño, aquellas bestias eran sólo unos bebés. Al menos no eran unos desagradables perritos. Observó que algunos bebían directamente de la artesa, mientras que otros aspiraban el agua con la trompa y luego se la llevaban a la boca. Digger notó que ella se mantenía apartada.

—No le darán miedo, ¿verdad, señorita?

—Por favor, tutéame.

—No debes dejar nunca que los animales perciban tu miedo.

—Eso me ha dicho todo el mundo.

—Tienes que demostrarles quién es el jefe. Enseñarles que eres tú la que manda.

Él golpeó a uno de los animales, haciendo que se echara a un lado para que pudieran pasar los demás. Desde lo alto de las gradas, durante el espectáculo, _______(tn) había encontrado preciosos a los elefantitos, con esas orejas blanditas, aquellos encantadores rabitos y las expresiones solemnes, pero ahora le daban muchísimo miedo.

_______(tn) había visto cómo manejaba Neeco Martin a los adultos (los machos, se recordó a sí misma, aunque hubiera jurado que todas eran hembras). Hizo una mueca cuando Digger golpeó con fuerza a uno de ellos. Puede que ella no fuera amante de los animales, pero al ver aquello se revolvió por dentro. Los elefantes no habían nacido para vivir en un circo y nadie debería tratarlos tan brutalmente por no seguir las reglas de los hombres, en especial cuando dichas reglas iban contra sus instintos.

—Tengo que ayudar a Neeco a pasear a los elefantes —dijo Digger. —Encárgate de llevar a los elefantitos hasta la estaca. Iré dentro de unos minutos para ayudarte a atarlos.

—¡Oh, no! No, no creo que...

—Aquel de allí es Puddin. Ése es Tater. El del fondo es Pebbies y este de aquí es Bam Bam, lo llamamos Bam para abreviar. Dale ahora a Pebbies con el pincho. Tienes que enseñarle modales. —Le ofreció el pincho a _______(tn) y se alejó.

_______(tn) miró con consternación aquella arma del diablo. Bam abrió la boca, ________(tn) no supo si lo hacía para bostezar o para pegarle un bocado, y se echó hacia atrás. Dos de los elefantes metieron la trompa en el abrevadero.

«Ahora sí que me voy a rendir», pensó ella. Había conseguido limpiar el camión, pero no lograría acercarse a los elefantes. Había alcanzado su límite.

A lo lejos vio a James observándola, vigilándola como un buitre acecha a su presa antes de saltar sobre ella. Ella se estremeció y dio un paso indeciso hacia los elefantitos.

—Eh... venga, amiguitos. —Temblorosamente señaló la estaca con el pincho. Bam (o quizá fuera Pebbies) levantó la cabeza y le lanzó una mirada de desdén. Ella se acercó con inquietud.

—Por favor, no me den más problemas. Ha sido un día terrible.

Tater levantó la trompa de la artesa y giró la cabeza hacia ella. A continuación ________(tn) recibió un chorro de agua fría en la cara.

—¡Aaah! —Gritó dando un salto atrás.

Tater salió disparado aunque, por supuesto no hacia la estaca, sino hacía los remolques.

—¡Vuelve! —gritó ella, frotándose la cara. —¡No hagas eso! ¡Por favor, vuelve!

Neeco se acercó corriendo con una larga barra metálica con un aguijón en forma de U en el extremo. Lo dirigió hacia Tater, escogiendo un punto detrás de la oreja. El elefante dio un fuerte chillido de dolor; se detuvo en seco y se giró inmediatamente hacia la estaca. Los demás elefantes lo siguieron con rapidez.

________(tn) miró a los animales antes de volverse hacia Neeco.

—¿Qué le has hecho?

Él se pasó la barra metálica de una mano a otra y se apartó el largo cabello rubio de la cara.

—Es una picana. Lanza descargas eléctricas. No la uso a menos que sea necesario, pero ellos saben que la utilizaré si no se comportan correctamente.

________(tn) miró la picana con desagrado.

—¿Les das descargas? ¿No te parece que es una medida muy drástica?

—Cuando se trabaja con animales no se puede ser sentimental. Puede que los quiera mucho, pero no soy estúpido. Tienen que saber quién es el que manda, quién lleva aquí la voz cantante.

—Neeco, esto no es para mí. Ya le he dicho a todo el mundo que los animales me dan miedo, pero nadie me hace caso.

—Acabarás por superarlo. Sólo necesitas pasar algún tiempo con ellos. No les gustan las personas ni los ruidos inesperados, así que tienen que verte venir. —Le quitó el pincho de la mano y le dio la picana a cambio. —Si te ven con ella te respetarán más. Los pequeños son fáciles de controlar; un par de descargas rápidas si no te hacen caso y listo. Cuando uses el pincho, apunta detrás de las orejas, es donde más les molesta.

Ella sintió como si estuviera siendo obligada a sujetar algo obsceno. Miró a los elefantitos y vio que Tater le devolvía la mirada. El animal observó la picana y, aunque tal vez fuera cosa de su imaginación, ________(tn) pensó que parecía decepcionado.

Cuando Neeco se marchó, ella se acercó a los animalitos tosiendo para no sorprenderlos. Ellos levantaron la cabeza y se removieron inquietos al ver lo que llevaba en la mano. Bam abrió la boca y emitió un fuerte barrito de tristeza.

Debían de estar acostumbrados a que les dieran descargas eléctricas. _______(tn) pensó lo mucho que comenzaba a desagradarle Neeco Martin. Más que incrementar la confianza en sí misma, la picana hacía que se sintiera incómoda. No importaba lo mucho que le asustaran los animales, jamás podría hacerles daño, así que dejó el artilugio detrás de una bala de heno.

Miró con anhelo la caravana de James. Sólo tres días antes la había considerado repugnante, pero ahora le parecía el lugar más acogedor del mundo. Se recordó a sí misma que si había podido limpiar el remolque, también podía sobrevivir a eso.

Se acercó a las bestias de nuevo, esta vez sin la picana. Ellos la observaron durante un momento. Satisfechos de que ella ya no supusiera una amenaza, se dedicaron a remover el heno.

Todos salvo Tater. ¿Sería cosa de su imaginación o él le estaba realmente sonriendo? ¿Y no tenía esa sonrisa cierto toque diabólico?

—Elefantes bonitos. Elefantitos b-bonitos —canturreó ella. —_______(tn) es buena. _______(tn) es muuuuuy buena.

Pebbies y Bam levantaron la cabeza y se miraron el uno al otro, y ella hubiera jurado que incluso habían puesto los ojos en blanco. Tater, mientras tanto, levantó un fardo de heno y lo dejó caer sobre su lomo. Aunque los demás elefantes continuaron observándola, Tater no estaba molesto por la presencia de la joven. Parecía el más sociable de todos.

El animal dejó caer otro fardo de heno sobre su lomo. _______(tn) se acercó unos pasos más, hasta que sólo hubo tres metros entre ellos. Tater comenzó a resollar en la paja.

—Tater bonito. Tater es un elefantito muy bonito. —Se acercó a él unos centímetros más, susurrándole tonterías como si fuera un bebé de verdad. —Niño bonito. Sé bueno. —Comenzó a temblarle la voz. —Tater tiene que ser más educado. —Estaba tan cerca que podía palmearle la trompa, y ________(tn) sintió la piel húmeda y pegajosa por el sudor. —A Tater le gusta ________(tn). ________(tn) es amiga de Tater. —Alargó la mano lentamente, obligándose a hacerlo centímetro a centímetro, diciéndose a sí misma que los elefantes no comían personas, tan sólo... «¡Zas!»
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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:29 pm

FIN DEL MARATON :C 10/10




                                   CAPITULO 31


El elefantito le plantó la trompa en el pecho y la tiró al suelo. La joven cayó con tal fuerza que vio las estrellas. El dolor le subió por el costado izquierdo. La vista se le aclaró justo a tiempo de observar cómo el elefante levantaba la trompa y emitía un grito de inequívoca victoria.

_______(tn) se quedó allí sentada, demasiado deprimida para levantarse. Las florecitas de las sandalias centelleaban como estrellas plateadas ante sus ojos. Levantó la cabeza y vio que Bathsheba Quest la miraba desde detrás de unas gafas de sol. Sheba llevaba un ceñido top blanco, unos pantalones cortos a juego y un cinturón de color lavanda. Cargaba sobre la cadera a un bebé de pelo oscuro, un niño que _______(tn) recordaba haber visto con uno de los hermanos Tolea y su mujer. Sheba bajó la mirada hacia ella, luego se colocó las gafas de sol en la coronilla, retirándose el pelo lo suficiente para dejar a la vista unos pendientes púrpura con brillantes en forma de estrellas.

________(tn) esperaba ver una expresión de triunfo en los ojos de Sheba, pero sólo vio satisfacción. Se dio cuenta de que estaba tan hundida que la mujer ni siquiera la consideraba una amenaza.

—¿De dónde demonios te ha sacado James?

Negando con la cabeza, Sheba pasó por encima de los pies de ________(Tn), para acercarse a Tater y acariciarle

—Eres un pequeño demonio, ¿verdad, colega? ¿A que es un diablillo, Theo? —dijo Sheba, cogiendo el pie del niño.

________(tn) había sido derrotada por todos y ya no pudo soportarlo más. En lo que a ella concernía, el trabajo había terminado por ese día, y había sobrevivido a duras penas. Se puso en pie y se dirigió a la caravana. En ese momento vio a James. Demasiado cansada para volver a enfrentarse a él, se dio la vuelta y comenzó a deambular por el recinto del circo.

Se cruzó con dos de las animadoras, pero le dieron la espalda. Uno de los payasos fingió no verla. ________(tn) necesitaba con urgencia un cigarrillo. Dio un respingo cuando un potente chillido surcó el aire. La joven giró la cabeza con rapidez y vio a Frankie cerca de uno de los camiones de la mano de Jill. La señaló y chilló de nuevo. Jill lo cogió en brazos y, sin dirigirle la palabra a _______(tn), se alejó.

________(tn) se sintió fatal. El mensaje era claro. La habían declarado una paria.

Siguió caminando hasta que se encontró delante de la casa de fieras. La puerta de lona estaba levantada y todos los animales estaban dentro menos Sinjun, cuya jaula aún se encontraba a pleno sol. El animal bajó las orejas cuando ella se acercó, y la miró con desdén. La noche anterior había estado demasiado oscuro para ver en qué condiciones se encontraba la jaula, pero ahora podía ver lo sucia que estaba. Digger era quien se encardaba de cuidar a los animales, pero estaba claro que éstos ocupaban el último lugar en su lista de tareas.

El tigre clavó los ojos en ella y ________(tn) no pudo apartar la mirada de él. La noche anterior el pelaje a rayas parecía brillar bajo los reflectores, pero ahora el animal parecía flaco y sucio. La joven miró fijamente aquellos misteriosos iris dorados y, al cabo de unos segundos, se sintió muy sofocada.

El sudor le cubría el hueco de la garganta y los brazos. Tenía la cara congestionada y los pechos mojados. Nunca había sentido tantísimo calor. Quiso desnudarse por completo y meterse en una piscina de agua helada. Tenía un calor insoportable. Sabía que el ardor no provenía de ella sino del tigre.

—Aquí estás.

_________(tn) volvió la cabeza y vio que James se acercaba a ella. La miró de arriba abajo y se quedó helada bajo el impacto de esos ojos fríos e impersonales.

—Aún te queda algo de tiempo libre antes de la función —dijo. —¿Por qué no vas a ducharte y luego cenamos algo?

-La función?

—Ya sabes que es parte de tu trabajo.

—Pero no esta noche. Es imposible que pueda hacer nada esta noche. ¡Mírame!

Mientras la observaba, James casi se rindió. La parte más decente de sí mismo le exigía que la dejara en paz por esa noche. Estaba pálida debido al agotamiento y tan sucia que era imposible reconocerla. El único rastro de cosméticos en su cara era la mancha de rímel bajo los ojos. Su pequeña boca tenía un gesto de tristeza y James pensó que nunca había estado en presencia de alguien que estuviera tan a punto de quebrarse.

Sintió una renuente chispa de admiración ante el hecho de que ella estuviera todavía en pie. Por la forma que había manejado la pala supo lo difícil que le había resultado todo aquello. La joven lo había dejado sorprendido. Por desgracia, aquella pequeña rebelión sólo había prolongado lo inevitable.

¿Por qué no se rendía? No sabía de dónde había sacado las fuerzas para llegar hasta allí, pero sí que acabaría por ceder, y se negaba a torturarla más. Luchó contra esa debilidad interior que lo impulsaba a ablandarse, sabiendo que sería una crueldad presionarla. Pero tenía que hacerlo si quería que _______(tn) aceptara la verdad.

Se recordó con firmeza que era una ladrona y que, a pesar de las circunstancias, no podía perdonárselo.

—La primera función es a las seis. Saldrás con los elefantes.

—Pero...

Se fijó en que ella tenía un corte en la palma de la mano y se la agarró con rapidez para examinarla.

—¿Cuánto hace que te vacunaste del tétanos?

Lo miró sin comprender.

—La vacuna del tétanos.Por la infección.

Ella parpadeó; estaba tan agotada que él tuvo que resistir el deseo de cogerla en brazos y llevarla a la caravana. James no quiso pensar lo que sería sentir ese menudo y suave cuerpo entre sus brazos. Si no hubiera robado ese dinero, hubieran pasado la noche anterior en la misma cama, pero al ver lo que había hecho, él se había enfurecido tanto que no había confiado en sí mismo para tocarla. No había deseado tocarla.

—¿Cuándo te has vacunado del tétanos? —repitió el bruscamente. Ella se miró el corte.

—El año pasado. Me corté en el yate de Biffy Brougenhaus.

«Santo Dios.» ¿Cómo podía estar casado con una mujer que conocía a alguien llamado Biffy Brougenhaus? Al diablo con ella.

—Échate un poco de antiséptico —le espetó— y procura estar lista a tiempo para la función o también te encargarás del remolque del caballo.

Mientras la miraba, el semblante de James se endureció todavía más. Siempre se había sentido orgulloso de su sentido de la justicia, pero ella lo hacía sentir como un matón malhumorado. Otro punto más en contra de ella.

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Mensaje por valeerusher Lun 28 Oct 2013, 2:30 pm

Espero que les haya gustado :3 
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Mensaje por laura_33426 Mar 29 Oct 2013, 11:14 am

me han escnatado los caps!!!!!
enserio, ha estado supermegahipergenial el maraton!!!!
pobre rayis, que mala que es Sheba >=(
Heather robo los 200$ no???
que malo Tater... eso no se hace
siguela cuando puedas!!!
besos <3
laura_33426
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Mensaje por laura_33426 Sáb 30 Nov 2013, 12:44 pm

cuando la seguiras???
muero por un cap!!! ajaja tranquila, tomate el tiempo que necesites:)
besos <3
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Mensaje por laura_33426 Miér 04 Dic 2013, 10:18 am

hola????
la seguiras???
besos <3
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Mensaje por valeerusher Jue 05 Dic 2013, 9:00 pm

CAPITULO 32.-



________(tn) sobrevivió a la función, básicamente porque el cansancio la había entumecido de tal manera que no le dio vergüenza aparecer en público vestida con el minúsculo maillot rojo. Aunque James le había dicho que desfilaría con los elefantes, había ocupado un lugar algo más atrás, como si fuera un miembro de los Tolea Voladores.

Se había obligado a ducharse, algo que le había resultado muy doloroso por los arañazos que le cubrían los brazos. Se lavó y secó el pelo y se maquilló más de lo habitual siguiendo las instrucciones de James. Entre ambas funciones, se quedó dormida en la caravana con un sándwich de mantequilla de cacahuete en la mano. Si él no la hubiera despertado se habría perdido la segunda función.

Al finalizar, Neeco la detuvo cuando salía por la puerta de los artistas.

—Digger necesita que le eches una mano para subir a los elefantitos al camión.

Digger no parecía necesitar ayuda, pero ése era su trabajo y ella no quería que James le echara nada en cara.

—No seré de mucha ayuda —dijo ella.

—Tienen que acostumbrarse a ti, eso es todo.

_______(tn) se puso una bata azul de James que había encontrado colgada en la percha del cuarto de baño. Aunque se enrolló las mangas, todavía le quedaba enorme, pero era apropiada para preservar su pudor. Al ver que los elefantitos salían en ese momento por la puerta trasera, _______(tn) se acercó a Digger.

—¿Necesitas ayuda?

—No te pasees por delante de ellos, todavía les pones nerviosos.

Se puso detrás de Digger, a varios metros de distancia de los elefantes. No tuvo ningún problema en reconocer a Tater dado que era el más pequeño de los cuatro; recordaba de sobra el golpe que le había dado y lo miró con resentimiento mientras él trotaba detrás de Puddin cogido de su cola. Cuando llegaron a la estaca, Digger los ató con una correa.

—Ven aquí, Bam. Acércate _______(tn), así aprenderás cómo se hace.

_______(tn) estaba tan atenta a lo que él estaba haciendo con Bam que no se dio cuenta de que Tater se había acercado a ella por detrás, hasta que sintió un cosquilleo húmedo, suave como una caricia, por el lateral de su cuello. Dio un gritito y saltó hacia atrás, alejándose de la trompa extendida del elefante.

El elefantito la miró con un brillo testarudo en los ojos, se acercó a ella y alargó la trompa de nuevo. Demasiado tensa para moverse, _______(tn) se quedó mirando las fosas nasales de la trompa que cada segundo estaban más cerca de ella.

—Tater b-bonito. Elefantito b-bonito. —Emitió un chillido asustado cuando Tater le metió la trompa por el cuello, abriéndole la bata. —Digger... —gritó.

Digger la miró y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.

—¿Te has puesto perfume?

Ella tragó saliva y asintió con la cabeza. Tater le pasó la trompa con delicadeza por detrás de la oreja.

—A Tater le vuelven loco los perfumes de mujer.

—¿Qué tengo que hacer ahora? —dijo con voz entrecortada. Digger la miró sin entender qué le preguntaba.

—¿A qué te refieres?

—¿A T-Tater?

—Pues no lo sé. ¿Qué quieres hacer?

Se oyó una risa entrecortada.

—Es probable que quiera desmayarse, ¿verdad, _______(tn)?

James apareció justo detrás de ella y la joven intentó mostrar valor.

—No... no exactamente.

—Es por el perfume. —Alargó la mano y acarició a Puddin. Tater, mientras tanto, emitió un barrito de alegría y metió la punta de la trompa por el cuello de la bata, hasta la base de la garganta de ________(tn).

—N-nadie me dijo que no usara perfume. —Para sorpresa de la joven, el elefantito bajó más la trompa, hacia las llamas que dibujaban las lentejuelas rojas que cubrían el corpiño del maillot. Recordó que también se había puesto perfume entre los pechos.

—James... —le imploró. —Me va a tocar... me va a tocar... —la trompa de Tater alcanzó su meta. —¡Los pechos! —gritó.

—Tienes razón. —James palmeó la trompa y la apartó a un lado. —Ya basta, amiguito. Eso es de mi propiedad.

_______(tn) estaba tan asombrada por aquella declaración que no notó que Tater retrocedía. Digger soltó una risita jadeante y señaló al elefante con la cabeza.

—Parece que Tater se ha enamorado.

—Eso me temo—repuso James.

—¿De mí? —______(tn) miró a los dos hombres con incredulidad.

—¿Ves a alguien más? —contestó James. Lo cierto era que el elefante le estaba lanzando una mirada conmovedora.

—Pero si me odia. Esta tarde me golpeó y me tiró al suelo.

—Esta tarde no llevabas perfume.

Digger se levantó y le crujieron las rodillas. Se acercó al elefantito.

—Ven, chico. La joven no está interesada.

Mientras Digger lo alejaba de allí, Tater le lanzó por encima del hombro una mirada de adolescente enamorado. _______(tn) no sabía si sentir temor o agradecimiento por gustarle al menos a alguien de ese horrible circo.

Esa noche se quedó dormida en cuanto su cabeza tocó la almohada. Oyó entre sueños que James entraba en la caravana unas horas más tarde y notó que le cubría los hombros con la manta mientras volvía a dormirse.
perdonar por no subir :l sorry subiré capítulos todos los viernes maraton :)
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Mensaje por laura_33426 Vie 06 Dic 2013, 7:28 am

me ha encantado el cap!!!!!
 aaaaaaaaahhhhhh James se le declara indirectamente!!!! :enamorado: 
ajajajja por fin ha conseguido gustarle a Tater, aunque solo sea por el perfume ajajajaa
no pasa nada, espero ansiosa el maraton :D
besos <3
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Mensaje por Gato de Maslow & Pena Vie 14 Feb 2014, 1:40 pm

O.O ho my rush siguela...nueva lectora tu nove esta super
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