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Chicas sin corazón |Novela Colectiva|
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Re: Chicas sin corazón |Novela Colectiva|
Que raro Rach, nunca lei algo asi en tus comentarios...
pero espero que recuperes tu cuenta pronto...
:)
pero espero que recuperes tu cuenta pronto...
:)
Ciin :)
Re: Chicas sin corazón |Novela Colectiva|
Yo últimamente eh visto a bastante chicas baneadas :s
Oblivion.
Re: Chicas sin corazón |Novela Colectiva|
Ya, novela cancelada. Segunda vez que me dejan plantada, lo siento mucho por las que si se esforzaron.
Invitado
Invitado
Re: Chicas sin corazón |Novela Colectiva|
Nooo por favor!! Puedes seguirla con las que todavia quedamos!! Por favor!!
1d<3ismylove!!!
Re: Chicas sin corazón |Novela Colectiva|
nop, la vamos a seguir las que quedamos!!Ciin :) escribió:Cancelada ? en serio ? :(
Ahorita subo mi capi!! ya lo estoy terminando!!
1d<3ismylove!!!
Re: Chicas sin corazón |Novela Colectiva|
Capítulo 5
Francesca Muller.
-Frankie, despierta- escuché la voz de mi hermano.- Despierta- me sacudió el hombro. ¿Qué hora es? ¿Por qué me despierta? ¿Qué hace en mi habitación? Abrí los ojos. Gotas de agua caían por su frente y su cuello, además su cabello se encontraba mojado.
-¿Se puede saber qué haces en mi habitación?- hablé molesta.
-Vengo a despertarte, te dije que no faltarías al instituto.- Bufé- Mejor que te arregles, en media hora salimos, si no estás lista te llevo en lo que te encuentres.- rodeé los ojos.
-Bien, ahora lárgate- señalé la puerta. Se dirigió a hacia la puerta.- Idiota- murmuré.
-Te escuché- dijo deteniéndose en la puerta y girando el torso para mirarme.
-Felicidades, ¿Qué quieres, que te de un premio nobel? – encaré las cejas.
-Antes no eras así Frankie, ¿Qué te paso?- suspiró resignado.
-¿Sabes? No es tu problema- sonreí- ahora largo. Antes de cerrar la puerta vi la mirada de tristeza en sus ojos, pero no solo eso, si no también de decepción. Contuve las lágrimas, y contuve las ganas de correr a abrazarlo, de dejar que sus brazos me envolvieran y me hicieran reaccionar de la estupidez en la que había convertido mi vida, pero claramente no lo haría.
Me senté en la cama, mis músculos se quejaban y mis párpados rogaban por cerrarse, el viaje de ayer había sido muy cansado, unas horas en avión más comenzar a desempacar en la noche me dejaron agotada, y parece que todo el trabajo había sido en vano ya que el tumulto de cajas todavía se encontraban alrededor de toda la habitación. Moví mis piernas fuera de mi cama y me levanté, para comenzar a caminar al baño de la habitación. Una vez adentro cerré la puerta.
Me miré en el espejo, hasta ese momento noté que una lágrima había resbalado por mi mejilla. La limpié rápidamente antes de analizar el porqué de esa lágrima. Miré mi reflejo, ya ni siquiera reconocía la chica que se encontraba en el espejo, era una persona totalmente diferente a la que había sido hace unos años. Antes era inocente, ilusa, creía que el amor era la solución de todo, qué equivocada estaba. En los últimos años mi papá se encargó de destrozar todas las ilusiones que tenía del amor, maltratando a mi mamá, pegándole, engañándola, gritándole, y ella dejándose, defendiéndolo. No quería ser como ella, no lo sería. El único que siempre había estada ahí para mí eran las chicas y mi hermano. A las chicas las tuve que dejar en el momento en que mi papá decidió mudarse y llevarnos con él, dejándome sola con Matt, pero ahora que el cumplió los dieciocho, decidió volver a la ciudad, y traerme con él, solo para que no sufriera viendo a mamá destrozada, y ahora era yo la que lo maltrataba a él. Limpié las nuevas lágrimas y recuperé la compostura.
Me despojé de la ropa y luego entre a la ducha. El agua despejó mi cabeza y se llevó cualquier tensión o cansancio que quedaran por el viaje. Al terminar tomé dos toallas, una la envolví en mi cabello y la otra en mi cuerpo. Salí de nuevo a la habitación y me dirigí al armario. Me coloqué la ropa interior y luego un pantalón tubo negro, que se encontraba desgastado y un poco roto en las rodillas, pero era parte del diseño. Tomé una blusa color turquesa sin mangas, era un poco translúcida, junto con unas zapatillas color crema.
Al terminar fui de nuevo al baño, quité la toalla del cabello. Saqué la secadora y comencé a secar mi cabello. Al final, las ondas castañas quedaron visibles. Dejé que se acomodaran solas. Lavé mis dientes, luego tomé el delineador negro y pinte la parte superior en inferior, rodeando mis ojos. Tomé el brillo y lo pasé por mis labios. Luego un poco de rubor en las mejillas y el encrespador. Al terminar sonreí hacia mi reflejo, una sonrisa falsa, pero al fin y al cabo, una sonrisa. En mi habitación, desconecté mi celular del cargador, lo guardé en el bolso crema, junto con mi estuche de maquillaje, y unos cuantos lápices y un cuaderno. Tomé los lentes negros que se encontraban en el escritorio vacío y los guardé en el bolso también. Salí de la habitación y atravesando el pasillo llegué a las escaleras. Bajándolas llegué a la cocina, mi hermano terminaba cabizbajo su desayuno.
-¿Nos vamos?- pregunté.
-¿Supongo que no vas a desayunar?- volteó a mirarme.
-Supones bien, ahora vamos. – me apoyé en marco de la puerta.
-Me lavaré los dientes.- me informó levantándose de la silla.
-¿Me estas pidiendo permiso?- dije burlona.
-Te estoy informando- pasó por mi lado y subió las escaleras. Fui hacia la puerta del apartamento y salí. Unos minutos después bajamos los seis pisos hacia el vestíbulo en el ascensor. Él saludo el portero, yo nada más volví la cara. Ya en el auto, Matt cerró las puertas y me miró disgustado. –Tenemos que hablar.
-Mira, no me interesa- antes de continuar me interrumpió.
-Pues a mí si.- rodeé los ajos.
-Y ¿quién dice que a mí me importa lo que te interese o no? Solo maneja- iba a hablar el cuándo continué- Voy tarde, ¿sabías? ¿No eras tú el que quería que llegara al instituto?
-Cuando llegue del trabajo hablamos.- encendió el auto y comenzó a manejar por las calles, al parquear enfrente del instituto, quitó el seguro de las puertas, antes de que pudiera salir habló.- No deberías comportarte así-
-¿Así cómo? ¿Cómo alguien de mi edad? Tal vez deberías intentar lo mismo. Eres un muchacho de dieciocho Matt, compórtate como tal.- Me bajé del auto y cerré la puerta. El bajó la ventana.
-Antes de cualquier cosa debes ir con el director, adiós Francesca- su voz sonaba entrecortada.
-Frankie, no me digas otro nombre.
-Claro. Adiós, te quiero, cuídate- sus ojos cristalizados quebraban mi compostura, pero la recuperé antes de que se diera cuenta.
-Gracias, yo también me quiero.- Sonreí mientras por dentro me desmoronaba, pero jamás se daría cuenta de eso.
Comencé a caminar hacia el instituto. Era tal y como lo recordaba. Una sonrisa se posó en mis labios al ver a algunas personas deteniéndose para mirarme. Retomé el camino hacia el despacho del director, pude visualizar a las chicas con unos muchachos más adelante, pero preferí evitar problemas, ir donde el director y alcanzarlas después.
El director dijo que estaba feliz de verme, blah blah blah, la introducción y por último me dio mi horario, el número de mi casillero y los libros que utilizaría a lo largo de año. Salí del despacho, le sonreí falsamente a la secretaria y tomé mi camino hacia el casillero. Los pasillos estaban vacíos y ya todos se encontraban en clases por lo que llegar al casillero no fue difícil. Puse la clave y metí los libros. Lo cerré y me volví para caminar hacia la primera clase. Un muchacho pasó corriendo y se detuvo justo antes de chocar conmigo provocando solo un leve empujón.
-Lo siento- dijo ruborizándose mientras se volvía. Sus ojos azules se toparon con los míos, pero al contrario de su mirada la mira era fría y distante.
-No me interesa, te salves que no fue nada peor- lo aparté, pero continuaba enfrente mío. – Ahora quítate.-
-Claro- se apartó de mi camino y seguí caminando, sin voltear a verlo. Llegué al aula y toqué la puerta para que me dejaran entrar. El profesor tomó la nota del director que se encontraba en mis manos y me dejó pasar.
-Bueno alumnos ella es Frances- lo interrumpí antes de que terminara mi nombre completo.
- Frankie- sonreí.
-Bueno, ella es Frankie, espero que le den una cálida bienvenida.
Miré a los asientos y visualicé a una de las chicas, me miraba sorprendida y emocionada, ellas aún no sabían que había vuelto, y estaba alegre de que al menos una se emocionara al verme. Le di una sonrisa cómplice y ella me devolvió una igual. Por lo menos sabía que la relación de amistad entre ellas no había cambiado, y eso me también me alegraba, mucho.
-¿Se puede saber qué haces en mi habitación?- hablé molesta.
-Vengo a despertarte, te dije que no faltarías al instituto.- Bufé- Mejor que te arregles, en media hora salimos, si no estás lista te llevo en lo que te encuentres.- rodeé los ojos.
-Bien, ahora lárgate- señalé la puerta. Se dirigió a hacia la puerta.- Idiota- murmuré.
-Te escuché- dijo deteniéndose en la puerta y girando el torso para mirarme.
-Felicidades, ¿Qué quieres, que te de un premio nobel? – encaré las cejas.
-Antes no eras así Frankie, ¿Qué te paso?- suspiró resignado.
-¿Sabes? No es tu problema- sonreí- ahora largo. Antes de cerrar la puerta vi la mirada de tristeza en sus ojos, pero no solo eso, si no también de decepción. Contuve las lágrimas, y contuve las ganas de correr a abrazarlo, de dejar que sus brazos me envolvieran y me hicieran reaccionar de la estupidez en la que había convertido mi vida, pero claramente no lo haría.
Me senté en la cama, mis músculos se quejaban y mis párpados rogaban por cerrarse, el viaje de ayer había sido muy cansado, unas horas en avión más comenzar a desempacar en la noche me dejaron agotada, y parece que todo el trabajo había sido en vano ya que el tumulto de cajas todavía se encontraban alrededor de toda la habitación. Moví mis piernas fuera de mi cama y me levanté, para comenzar a caminar al baño de la habitación. Una vez adentro cerré la puerta.
Me miré en el espejo, hasta ese momento noté que una lágrima había resbalado por mi mejilla. La limpié rápidamente antes de analizar el porqué de esa lágrima. Miré mi reflejo, ya ni siquiera reconocía la chica que se encontraba en el espejo, era una persona totalmente diferente a la que había sido hace unos años. Antes era inocente, ilusa, creía que el amor era la solución de todo, qué equivocada estaba. En los últimos años mi papá se encargó de destrozar todas las ilusiones que tenía del amor, maltratando a mi mamá, pegándole, engañándola, gritándole, y ella dejándose, defendiéndolo. No quería ser como ella, no lo sería. El único que siempre había estada ahí para mí eran las chicas y mi hermano. A las chicas las tuve que dejar en el momento en que mi papá decidió mudarse y llevarnos con él, dejándome sola con Matt, pero ahora que el cumplió los dieciocho, decidió volver a la ciudad, y traerme con él, solo para que no sufriera viendo a mamá destrozada, y ahora era yo la que lo maltrataba a él. Limpié las nuevas lágrimas y recuperé la compostura.
Me despojé de la ropa y luego entre a la ducha. El agua despejó mi cabeza y se llevó cualquier tensión o cansancio que quedaran por el viaje. Al terminar tomé dos toallas, una la envolví en mi cabello y la otra en mi cuerpo. Salí de nuevo a la habitación y me dirigí al armario. Me coloqué la ropa interior y luego un pantalón tubo negro, que se encontraba desgastado y un poco roto en las rodillas, pero era parte del diseño. Tomé una blusa color turquesa sin mangas, era un poco translúcida, junto con unas zapatillas color crema.
Al terminar fui de nuevo al baño, quité la toalla del cabello. Saqué la secadora y comencé a secar mi cabello. Al final, las ondas castañas quedaron visibles. Dejé que se acomodaran solas. Lavé mis dientes, luego tomé el delineador negro y pinte la parte superior en inferior, rodeando mis ojos. Tomé el brillo y lo pasé por mis labios. Luego un poco de rubor en las mejillas y el encrespador. Al terminar sonreí hacia mi reflejo, una sonrisa falsa, pero al fin y al cabo, una sonrisa. En mi habitación, desconecté mi celular del cargador, lo guardé en el bolso crema, junto con mi estuche de maquillaje, y unos cuantos lápices y un cuaderno. Tomé los lentes negros que se encontraban en el escritorio vacío y los guardé en el bolso también. Salí de la habitación y atravesando el pasillo llegué a las escaleras. Bajándolas llegué a la cocina, mi hermano terminaba cabizbajo su desayuno.
-¿Nos vamos?- pregunté.
-¿Supongo que no vas a desayunar?- volteó a mirarme.
-Supones bien, ahora vamos. – me apoyé en marco de la puerta.
-Me lavaré los dientes.- me informó levantándose de la silla.
-¿Me estas pidiendo permiso?- dije burlona.
-Te estoy informando- pasó por mi lado y subió las escaleras. Fui hacia la puerta del apartamento y salí. Unos minutos después bajamos los seis pisos hacia el vestíbulo en el ascensor. Él saludo el portero, yo nada más volví la cara. Ya en el auto, Matt cerró las puertas y me miró disgustado. –Tenemos que hablar.
-Mira, no me interesa- antes de continuar me interrumpió.
-Pues a mí si.- rodeé los ajos.
-Y ¿quién dice que a mí me importa lo que te interese o no? Solo maneja- iba a hablar el cuándo continué- Voy tarde, ¿sabías? ¿No eras tú el que quería que llegara al instituto?
-Cuando llegue del trabajo hablamos.- encendió el auto y comenzó a manejar por las calles, al parquear enfrente del instituto, quitó el seguro de las puertas, antes de que pudiera salir habló.- No deberías comportarte así-
-¿Así cómo? ¿Cómo alguien de mi edad? Tal vez deberías intentar lo mismo. Eres un muchacho de dieciocho Matt, compórtate como tal.- Me bajé del auto y cerré la puerta. El bajó la ventana.
-Antes de cualquier cosa debes ir con el director, adiós Francesca- su voz sonaba entrecortada.
-Frankie, no me digas otro nombre.
-Claro. Adiós, te quiero, cuídate- sus ojos cristalizados quebraban mi compostura, pero la recuperé antes de que se diera cuenta.
-Gracias, yo también me quiero.- Sonreí mientras por dentro me desmoronaba, pero jamás se daría cuenta de eso.
Comencé a caminar hacia el instituto. Era tal y como lo recordaba. Una sonrisa se posó en mis labios al ver a algunas personas deteniéndose para mirarme. Retomé el camino hacia el despacho del director, pude visualizar a las chicas con unos muchachos más adelante, pero preferí evitar problemas, ir donde el director y alcanzarlas después.
El director dijo que estaba feliz de verme, blah blah blah, la introducción y por último me dio mi horario, el número de mi casillero y los libros que utilizaría a lo largo de año. Salí del despacho, le sonreí falsamente a la secretaria y tomé mi camino hacia el casillero. Los pasillos estaban vacíos y ya todos se encontraban en clases por lo que llegar al casillero no fue difícil. Puse la clave y metí los libros. Lo cerré y me volví para caminar hacia la primera clase. Un muchacho pasó corriendo y se detuvo justo antes de chocar conmigo provocando solo un leve empujón.
-Lo siento- dijo ruborizándose mientras se volvía. Sus ojos azules se toparon con los míos, pero al contrario de su mirada la mira era fría y distante.
-No me interesa, te salves que no fue nada peor- lo aparté, pero continuaba enfrente mío. – Ahora quítate.-
-Claro- se apartó de mi camino y seguí caminando, sin voltear a verlo. Llegué al aula y toqué la puerta para que me dejaran entrar. El profesor tomó la nota del director que se encontraba en mis manos y me dejó pasar.
-Bueno alumnos ella es Frances- lo interrumpí antes de que terminara mi nombre completo.
- Frankie- sonreí.
-Bueno, ella es Frankie, espero que le den una cálida bienvenida.
Miré a los asientos y visualicé a una de las chicas, me miraba sorprendida y emocionada, ellas aún no sabían que había vuelto, y estaba alegre de que al menos una se emocionara al verme. Le di una sonrisa cómplice y ella me devolvió una igual. Por lo menos sabía que la relación de amistad entre ellas no había cambiado, y eso me también me alegraba, mucho.
- Hola!:
- Acá les dejo mi capítulo, espero que les guste!! Besos y cuídense!! xoxo
Sigue: MariajoseMercyForever {Maria}
1d<3ismylove!!!
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